Mientras la serie Sons of Anarchy estuvo en el aire por el canal FX, nadie imaginó que el sheriff retrógrado David Hale, interpretado por Taylor Sheridan, años después se convertiría en uno de los guionistas más prometedores del cine negro. Luego de concebir los guiones de Sicario y Sin nada que perder (Hell or High Water), Sheridan vuelve a sorprender con otra historia de corte policial que en este caso además lo tuvo como director. El actor, que en el último tiempo inició una carrera como realizador, fusiona en esta oportunidad el noir con el neo western en una película que retrata las problemáticas sociales de una reserva india de los Estados Unidos. El modo en que retrata la cultura de esa comunidad es fascinante y expone el drama de las desapariciones de mujeres nativas que no tienen ningún tipo de registro en el gobierno de ese país. Viento salvaje al igual que Sin nada que perder tiene esa impronta que poseían los westerns de Elmore Leonard que a menudo se cruzaban con el género policial. Sheridan aborda con solidez esta fusión en una obra intensa y brutal que ofrece uno de los mejores trabajos dramáticos de Jeremy Renner. Su rol encarna el anithéroe clásico de la novela negra en busca de redención que en este caso además evoca a esos justicieros rectos que solían interpretar Gary Cooper y James Stewart dentro del western. Dentro del reparto Jon Bernthal, a cargo de un rol complejo, vuelve a demostrar por qué es uno de las figuras más interesantes que surgieron en el último tiempo y Elizabeth Olsen forma una buena dupla con Ranner, si bien su personaje es el más débil de la historia. El trabajo del director sobresale en los aspectos técnicos, donde contó con la impecable fotografía de Ben Richardson (La niña del sur salvaje) y la melancólica música a cargo de Nick Cave y Warren Ellis. La narración de Sheridan tiene un comienzo lento que podría resultar una complicación para algunos espectadores, pero una vez que el conflicto principal queda establecido Viento salvaje se vuelve un policial fascinante. Los amantes del género sabrán apreciarla y vale la pena recomendarla ya que es una producción independiente que no contó con gran difusión.
It es una de las adaptaciones más cariñosas que se hicieron en el último tiempo sobre una obra de Stephen King y se disfruta especialmente si llegás al cine con las expectativas controladas. En otras palabras, si no te dejás llevar por los redactores de elogios sin fundamento, que te venden una propuesta que después no encontrás en las salas, el espectáculo que ofrece el director Andrés Muschietti es formidable. A diferencia del fiasco de La Torre Oscura, en este film nos encontramos con una adaptación que sigue con fidelidad la trama de la novela original y respeta la esencia de los personajes principales. Ahora, quienes busquen en It la gran película de terror de la década van a salir decepcionados ya que Muschietti desarrolló la adaptación a través de la fusión de diversos géneros. Si bien el terror juega un papel relevante, el conflicto también explora la angustia juvenil del Coming- of-age, la aventura y las comedias adolescentes con un marcado contenido humorístico. Un enfoque que claramente apuntó a acercar esta propuesta al público general que no es fan del cine de terror ni de Stephen King. Aunque la historia conserva todos los temas densos de violencia y abusos que trabajaba el libro, en la película de Muschietti estas cuestiones se desarrollaron de un modo más liviano. Por consiguiente, el film conserva la esencia de la obra literaria pero sin jugarse demasiado con la oscuridad que posee la retorcida creación del escritor norteamericano. El trabajo de Muschietti sobresale especialmente en la dirección de los jóvenes protagonistas y el modo en que abordó los elementos surrealistas en las escenas de terror. En este último punto varios momentos intensos del film traen al recuerdo el cine de Wes Craven, especialmente en la primera entrega de Pesadilla. El director construye muy bien la tensión de las escenas de terror que son muy creativas y consiguen ser efectivas. Una de las secuencias más destacadas tiene lugar en los primeros cinco minutos donde Muschietti brinda prácticamente una recreación literal del primer capítulo del libro que es excepcional. Otro detalle que me gustó mucho de esta película y era fundamental en la adaptación de esta propuesta es el modo en que el pueblo de Derry se convierte en un personaje más de la historia. A medida que se desarrolla el conflicto la ciudad empieza a cobrar protagonismo y hacia el final sobresale como una localidad aterradora. Los jóvenes protagonistas lograron capturar muy bien las personalidades de los Perdedores y desde un comienzo generan muchísima empatía por la humanidad que le dieron a los roles. Sophia Phillis, quien tiene un notable parecido con Amy Adams, es quien más logra destacarse con su labor dentro del reparto. Curiosamente la actriz trabajó en la serie de HBO, Sharp Objects, donde interpretaba la versión juvenil del rol de Adams, quien es una de las candidatas junto con Jessica Chastain a integrar la segunda parte de esta producción en el rol de Bev. Con respecto al payaso Pennywise en mi caso me dejó sentimientos encontrados. Si bien en esta película su presencia es mucho más relevante y estuvo mejor aprovechado que en la miniserie de los años ´90, el abuso de los efectos digitales en sus apariciones le quitan fuerza al trabajo de Bill Skarsgard. En ese sentido el viejo Pennywise de Tim Curry me parece completamente superior. En la versión de los ´90 el actor lograba dar miedo con su tono de voz y el maquillaje como único recursos. La película de Muschietti por momentos se excede con el CGI y Skarsgard se destaca más en los pocos momentos en que lo dejan actuar. Después de su primera aparición, los movimientos digitales del payaso se vuelven redundantes y deja de sorprender. Un tema que se puede corregir para la próxima entrega. Lo mismo se aplica al contenido humorístico que podría tener un lugar más secundario. Hay momentos en que el personaje de Richie, interpretado por la figura de Strangers Things, Finn Wolfhard, se vuelve tedioso. Un par de objeciones que no afectan el balance general de este film. Comparado con toda las producciones mediocres del género que llegan mensualmente a la cartelera, It es una obra superior que entretiene y te deja con la expectativa necesaria para conocer su conclusión en la próxima entrega.
Duro de cuidar es la nueva película de la productora Millennium, la gran heredera de lo que fue la compañía Cannon Films en los años ´80. Su fundador, Avi Lerner, fue uno de los principales colaboradores del realizador Menahem Golan y en los últimos años concibió la mayoría de las películas que hicieron Dolph Lundgren, Jean Claude Van Damme y Steven Seagal para el dvd. Si bien por lo general sus proyectos se estrenan directamente en video o en plataformas de streaming, a veces también llegan a los cines, como ocurrió con la saga Expendables y Ataque a la Casa Blanca (y su continuación) con Gerard Butler. En esta ocasión Millennium nos propone un viaje en el tiempo a los comienzos de la década de 1990, uno de los grandes períodos de gloria del subgénero de la Buddy Movie, con una producción que tranquilamente se podría haber estrenado en ese momento. Ryan Reynolds y Samuel Jackson (quien protagonizó en el pasado grandes filmes de este tipo como Duro de matar 3 y El largo beso de adiós) son los responsables de hacer llevadera una historia olvidable que sin ellos hubiera terminado en la televisión. Ambos conforman una dupla con química que se potencia por sus habilidades para generar situaciones graciosas y están muy bien en sus personajes. Lamentablemente el guión no los acompañó y presenta una trama que no explota el potencial que tenía esta dupla. La película del director Patrick Hugues (Red Hill) tiene un severo problema de identidad en su narración y nunca termina de quedar claro el tono que le quería dar a este conflicto. El film tiene numerosas situaciones de humor absurdo que se contraponen con otras escenas más serias que parecen pertenecer a una producción diferente. El mejor ejemplo de esta cuestión lo encontramos en el villano que compone Gary Oldman, que tiene un claro perfil dramático e interviene en una subtrama política que no tiene nada que ver con los hechos ridículos que enfrentan los protagonistas. Entre los aspectos positivos de Duro de aguantar es justo destacar que el director Hughes mejoró su trabajo en las escenas de acción, luego de su decepcionante labor en Expendables 3. Al menos en este proyecto pudo crear secuencias de tiroteos y persecuciones automovilísticas decentes que no abusan de los efectos digitales. Para matar el tiempo con una comedia de acción este estreno logra ser entretenido si bien le sobra media hora al argumento y su visionado enseguida queda en el olvido. A la hora de buscar propuestas de este género, en este momento están disponibles Asesino: Misión venganza y Atómica que son producciones superiores para disfrutar en una sala de cine.
Mitch Rapp es un héroe de acción literario, en la línea de Jack Reacher y Jason Bourne, que tuvo una enorme influencia en la concepción del agente Jack Bauer en la serie 24. De hecho, su creador Vince Flynn fue uno de los consultores del programa protagonizado por Kiefer Sutherland y hasta su muerte ocurrida en el 2013 llegó a publicar 16 novelas con este personaje. Al igual que los enredos de Bauer, las aventuras de Repp se centran en la temática del terrorismo y Misión venganza es la trama que narró en la literatura sus orígenes. La película fue dirigida por Michael Cuesta, responsable de las series Dexter y Homeland, quien hace unos años estrenó El mensajero, un buen thriller con Jeremy Renner. En este caso se concentró en el género de acción y presenta un film decente que tiene sus mayores virtudes en los trabajos de Michael Keaton y Dylan O´Brien, quien resulta una revelación en el rol del agente de la CIA Rapp. Pese a que en este caso el personaje es mucho más joven que en su versión literaria, el protagonista de Maze Runner es completamente creíble en rol y se desempeña muy bien en las secuencias de tiroteos y peleas. O´Brien tiene carisma y entabla una buena dupla con Keaton, quien le da jerarquía al reparto de este film donde tiene muy buenos momentos. Los aficionados al género encontrarán en la película la participación de Scott Adkins, uno de los grandes héroes de acción del cine clase B de estos días. Aunque Adkins es una figura que sobresale en el terreno de las artes marciales en esta producción no tuvo ninguna chance de lucirse y su papel es muy limitado. En lo referido a los aspectos técnicos, Asesino: Misión venganza es una película bien realizada con secuencias de peleas y tiroteos cuidadas que se fusionan perfectamente con el suspenso que Cuesta intentó darle a su narración. El problema con este film es que tiene un exceso de testosterona que hoy en el infumable mundo de la corrección política de 2017 queda fuera de lugar. Al no contar con un manifiesto feminista en su argumento o un conflicto que aspire a promover un mensaje a favor de la diversidad racial, Mitch Rapp es un héroe antiguo con grandes chances de ser destruido por la crítica sabia e iluminada. De hecho, ya ocurrió en Estados Unidos donde calificaron al film de "repulsiva fantasía machista". Sin embargo, para los seguidores del género que buscan disfrutar una buena película de tiros, sin la necesidad de reflexionar sobre el sentido de la vida, creo que es una opción para tener en cuenta y no defrauda. No van a encontrar una propuesta del nivel de Atómica o Baby Driver pero se deja ver y ofrece un pasatiempo ameno.
El plano secuencia de ochos minutos en el que Charlize Theron se enfrenta a unos mafioso rusos durante una pelea brutal, califica entre las secuencias de acción más impactantes que vas a ver en una sala de cine este año. Atomic no es una película memorable y me atrevería a expresar que podría resultar aburrida para algunos espectadores, pero los fanáticos más acérrimos del género la van a apreciar. La dirección corrió por cuenta de David Leith, uno de los realizadores de la primera entrega de John Wick, quien en este caso adaptó el cómic de Anthony Johnston, The Coldest City, publicada por Oni Press. Una propuesta de suspenso que evocaba las novelas de espionaje de John LeCarré. Salvo que seas fan de ese autor la verdad que el cómic es bastante aburrido. El director en este caso tomó la misma premisa argumental y la desarrolló a través del cine de acción, una elección que hizo más llevadera la historia. Charlize Theron presenta una entrega absoluta en el rol de una espía inglesa que inevitablemente, por las características del personaje, parece una versión femenina de John Wick. Con este papel y su labor en la última entrega de Mad Max, Theron se consolida entre las grandes heroínas del cine de acción de la actualidad. Durante la filmación de Atomic se rompió dos dientes y cuando ves la película te das cuenta que su compromiso con las escenas más intensas (que podrían haber tenido una doble) fue absoluto. David Leith es un realizador que entiende de este género y el trabajo que brinda en la elaboración de los tiroteos y las coreografías de peleas son de primer nivel. Por eso menciono que esta producción será disfrutada especialmente por los fans de este tipo de cine que saben apreciar una secuencia de ese tipo bien filmada. Hacia el final Atomic nos deleita con un plano secuencia extraordinario que como espectador te deja tan agotado como si hubieras intervenido en las peleas de la protagonista. Una escena que por cierto tiene bastantes similitudes con un gran momento de la segunda temporada de la serie de Daredevil. Sin embargo, Leith no le da respiro al público y cuando creías que la adrenalina había terminado el final del plano secuencia da pie a una espectacular persecución automovilística. Los elementos más débiles de esta producción los encontramos en el argumento que presenta un conflicto que ya vimos en numerosas propuestas de espionaje y el tratamiento de la banda de sonido. La película sigue con fidelidad la trama del cómic original pero la narración de Leith por momentos se vuelve algo densa producto del entorno que rodea al personaje principal que no es interesante. Una ventaja que tuvo John Wick con el retrato que se hacía de esa curiosa sociedad de asesinos. Estos inconvenientes que se perciben en la historia se vieron atenuados por el buen trabajo del reparto, donde sobresalen especialmente James McAvoy y Sofía Boutella (La momia). Por otra parte, el film está ambientado en 1988 y el director utilizó la ocasión para incluir un Top 40 con grandes clásicos de esa década. El problema es que al igual que Escuadrón Suicida los temas musicales suenan sin ningún tipo de propósito y en varias ocasiones la música no pega demasiado con las situaciones que se retratan. No obstante, sin llegar a ser una obra relevante, como propuesta de acción, Atomic es una buena película que merece su recomendación.
No requería un gran esfuerzo de creatividad hacer una película decente con la muñeca Annabelle porque la primera entrega fue muy mala. Las expectativas con este estreno eran bajas y la verdad es que resultó ser una grata sorpresa, ya que es mejor de lo que se esperaba. No es un dato menor que este film tuvo un desarrollo muy diferente a la producción del 2014 que la compañía Warner hizo a las apuradas con un reparto mediocre. En esta oportunidad el estudio aumentó el presupuesto, reunió un buen elenco de actores y delegó la dirección en David F, Sandberg, quien aborda el género de terror con respeto. Su ópera prima, Cuando las luces se apagan, tenía buenos momentos de tensión (aunque después la historia no terminaba de cerrar demasiado) y ese es el mejor ingrediente que el director le aportó a esta propuesta. A diferencia de otros grandes muñecos célebres del género, como Chucky o los psicópatas de Puppet Master y Demonic Toys, Anabelle tiene un papel más pasivo en la trama. Es decir, ella no ataca literalmente a la gente sino que genera situaciones paranormales. Este enfoque que se le dio al personaje en este caso fue muy bien utilizado por el director, quien elaboro secuencias sólidas de suspenso. Sandberg creó muy buenas atmósferas de terror para trabajar el miedo desde los aspectos piscológicos en lugar de presentar escenas de susto trilladas. Una característica del film que se vio beneficiada con el reparto reunido, donde se destacan Antony LaPaglia, Miranda Otto y las jóvenes protagonistas, Talitha Bateman (La quinta ola) y Lulu Wilson (La Ouija), quienes le otorgaron credibilidad a sus personajes. El film presenta además una estética más cuidada que la que tuvo la primera entrega y es claro que la intención de los productores fue acercar este capítulo a lo que suelen ser los trabajos de James Wan. Esto no significa que van a encontrar una propuesta del nivel de El conjuro, pero por la manera en que se realizaron los momentos más intensos de la trama, se puede percibir una clara influencia de Wan. Si nos ponemos a analizar en detalle esta producción no deja de ser otra clásica historia de posesiones demoníacas que vimos hasta el hartazgo. Sin embargo, el modo en que se cuenta el relato es lo que vale la pena destacar, ya que el director consigue que los espectadores sigan con atención el desarrollo que tiene el conflicto y los personajes. Algo que no suele ser habitual en los estrenos mediocres que llegan todos los meses a la cartelera. Hay dos escenas post- créditos que no aportan absolutamente nada y supongo tiene la intención de vender este multiverso forzado que el estudio busca crear con la franquicia de El conjuro. Pronto veremos en que deriva esta idea de expandir las historias del matrimonio de parapsicólogos Warren. En resumen, Annabelle 2 es una película de terror efectiva que logra ser muy entretenida y se puede disfrutar en una pantalla de cine.
Junto con Jonah Hex, Los Cuatro Fantásticos, Elektra y el Spirit de Frank Miller, el nuevo trabajo del director Luc Besson se destaca entre las peores adaptaciones de cómics realizadas en la última década. Sería ingenuo esperar que estas películas sean iguales a sus fuentes originales, porque el cine maneja otro lenguaje, pero me parece que tiene que haber un mínimo respeto a los personajes. Muy especialmente cuando se trata de una de las grandes obras maestras de la historieta europea que tuvo un enorme impacto en el género de la ciencia ficción. Valerian y Laureline fue una colección francesa donde Pierre Cristin y el ilustrador Jean-Claude Mézières elevaron la calidad de los contenidos en este género. Las tramas presentaban conflictos complejos que retrataban cuestiones sociales y políticas imposible de encontrar en otras revistas. Sin embargo las historias nunca fueron demasiado serias y tenían muchísimo humor, un elemento que hacía más entretenida las aventuras de los personajes. A fines de los años ´60, Valerian, junto con Green Arrow de DC, fueron los únicos héroes que representaban la ideología de los partidos políticos de izquierda, mientras que Laureline con su personalidad independiente e inteligencia rompió con el prototipo de las damiselas en apuros y la heroínas sexualizadas que abundaban en el cómic europeo Luc Besson ya había manifestado su pasión por estos personajes en El quinto elemento (que no fue otra cosa que una carta de amor al arte de Mézières) y la excelente serie animada del 2007, Time Jam, que él produjo con su productora EuropaCorp. Por este motivo Valerian resulta una enorme decepción, debido a que el proyecto tenía todas las condiciones dadas para brindar una franquicia distinta dentro del subgénero de la ópera espacial. Era una oportunidad única para disfrutar de algo diferente en este tipo de historias, que más allá de las franquicias de Star Wars y Star Trek, no brindaron nada nuevo. Si hasta el día de hoy no tenías la menor idea de la existencia de este cómic la película se deja ver por motivos que en breve destacaré, pero la realidad es que no vas a conocer la ciencia ficción de Valerian y Laureline, ya que en esta producción brilla por su ausencia. Creo que el gran problema de este estreno tuvo que ver con la ambición de Besson por querer controlar cada aspecto de la película (incluida la distribución) y el proyecto se le fue de las manos. De haber delegado el guión (la gran debilidad de esta propuesta) en otros artistas y un casting diferente en los roles principales, el resultado hubiera sido diferente. Sobre todo porque en esta película sobresale de manera evidente el enorme potencial que tenía la adaptación del cómic en el cine. Besson (y esto es justo reconocerlo) hizo un trabajo brillante con la puesta en escena y la reconstrucción del mundo futurista de Valerian. Todas las naves espaciales, esos planetas increíbles que te dejan sin aliento y las razas alienígenas que vas a ver en la película prácticamente son un calco de la historieta. El director inclusive brinda una generosa cuota de fan service con varios personajes clásicos que aparecen en la trama. Durante los primeros cinco minutos de esta película viví una felicidad absoluta porque experimenté como cobraba vida un cómic que amo y recomendé a los lectores años antes que se anunciara la existencia de este proyecto. La escena inicial con el tema de David Bowie, Space Oddity, en la que se introduce al espectador en el mundo de Valerian es alucinante. En un breve instante el director explica de modo conciso cómo funciona el universo en el que se desenvuelven los héroes. Entonces aparecen los dos protagonistas y cuando empiezan hablar la felicidad conseguida se transforma en desconcierto para terminar convertida en una amarga decepción. Dane DaHaan y Cara Delevigne conforman la peor pareja cinematográfica desde Natalie Portman y Haiden Cristensen en Star Wars. Dos amebas sin química que no transmiten absolutamente nada y parecen anestesiados durante todo el film, como si estuvieran aburridos de ser parte de este proyecto. Ninguno de los dos se comprometió con sus roles. No se puede entender que Valerian, el padre espiritual de Han Solo, terminara a cargo de un actor sin carisma que no tiene capacidad para llevar adelante un rol de este tipo. El mismo caso que se vivió en Marvel con Iron Fist en la serie de Netflix. DeHaan en ningún momento resulta creíble como el gran aventurero del espacio que pretender ser su personaje y es muy aburrido de ver. Por otra parte, Delavigne, quien ya demostró en Escuadrón Suicida que la actuación no es su mejor talento, es otro desastre en el rol de Laureline pero la culpa en este caso no es de ella sino del enfoque que le dio Besson al personaje. Por razones inexplicables el director decidió masculinizar a una heroína memorable y divertida del cómic con el objetivo de convertirla en Alice de Resident Evil. Besson erradicó el sentido del humor irónico, la dulzura y optimismo del personaje para retratarla como una mujer fría y violenta que no genera ninguna simpatía. La historia de amor entre Valerian y Laureline, que fue uno de los grandes atractivos de la obra original, acá quedó convertida en una burda telenovela de Thalía, que ni siquiera es creíble por la falta de química que hay entre los protagonistas. Besson se limita a ofrecer un collage de escenas de acción llamativas, que están unidas por una trama argumental muy superficial para la propuesta que trabajaba. A lo largo del film ni siquiera hay espacio para desarrollar a los personajes y el mundo que los rodea porque todo se concentra en los ruidosos efectos especiales. Por ese motivo hacia el tercer acto la película se hace interminable. Más allá del placebo visual concebido para espectadores hiperquíneticos, Luc Besson no se esforzó en absoluto por contar una historia que le hiciera justicia a esta propuesta. El presupuesto más caro en la historia del cine independiente en este caso quedó al servicio de un film genérico, que más allá de su llamativa puesta en escena nunca supo trabajar estos personajes. Si bien Valerian tampoco llega a ser una película terriblemente mala (vimos cosas peores en los últimos meses) no está para nada a la altura de El quinto elemento y con el paso del tiempo quedará en el olvido.
Si sos fan de Stephen King y amás al pistolero Rolan Deschain esta película puede ser perjudicial para tu salud. Hubiera sido un buen gesto humanista del estudio Sony incluir esa frase en los pósters y trailers promocionales. Aunque los fans de La Torre Oscura a esta altura ya tenían asegurado su lugar en el refugio nuclear antes que estallara la bomba, porque sabían lo que se venía, el film que se estrena en los cines es duro de ver. No porque sea una película mala (Cell y Graveyard Shift fueron peores), pero genera una enorme tristeza ver como arruinaron una historia que podía haber brindado una saga épica interesante. En este caso Sony convirtió La Torre Oscura en una típica película de fantasía de Vin Diesel (como El cazador de Brujas) que está dirigida al público juvenil del Disney Channel. De hecho, no es una casualidad que El pistolero, emblemático personaje de King, quedara relegado al rol secundario del sidekick del joven Jake Chambers, el verdadero protagonista del film. En esta versión endulcorada y feliz de la saga literaria, la historia se centra en el chico porque Sony necesitaba un Percy Jackson para generar empatía con el público adolescente. El director danés Nikolaj Arcel, que no contaba con antecedentes en el género, fusionó los nueve libros de la saga en un film de 95 minutos que simplifica de un modo obsceno y hasta por momentos ofensivo la riqueza mitológica que le dio King a la historia. El film es tan corto que ni siquiera hay tiempo para desarrollar la historia de los personajes principales y el mundo de ficción en el que se desenvuelven. Todo se enfoca en la acción y se resuelve de un modo abrupto, una característica que nos lleva directamente al gran problema que tiene este estreno. No termina de quedar claro que target de público buscaba atraer esta producción. Para los fanáticos de King esto va a resultar muy decepcionante porque excluyeron la complejidad de la obra original y para el resto de los espectadores es un film mundano y mediocre que se olvida enseguida. La película nunca consigue ser atractiva con el tratamiento de los personajes, ya que todo se desarrolla tan rápido que no hay tiempo para conocerlos. La Torre Oscura fue tan conservadora en su adaptación cinematográfica que el final del conflicto no dejar ninguna puerta abierta a una continuación, como si los productores hubieran previsto que el proyecto no tendría mucho futuro. Es decir, si Sony no continúa con esta saga el film al menos tiene una conclusión donde se resolvió todo en 95 minutos. Queda claro que el estudio nunca le tuvo fe a esta propuesta algo que también se percibe en el moderado presupuesto que tuvo. Apenas 60 millones de dólares. Aunque el conflicto pide a gritos un tratamiento épico, la puesta en escena es mediocre y barata. Desde los aspectos visuales el film de Arcel es mundano y las secuencias de acción son olvidables. Con La Torre Oscura sucede algo similar al fiasco de Valerian. Los productores tomaron obras literarias complejas que tenían un enorme potencial para brindar grandes películas y las arruinaron al distorsionar el espíritu de las fuentes originales. La diferencia es que en este caso la novela de King tuvo la suerte de tener un gran elenco. Idris Elba hace un gran trabajo como Roland Deschain (una lástima que no usara el sombrero) y tiene muy buenas escenas cuando la película le da el mínimo espacio para destacarse. Resulta una pena que su rol tuviera un papel tan secundario porque el actor está muy bien en el rol. El problema es que el pistolero no tiene ningún desarrollo y queda estancado en el papel del héroe de acción. Tom Taylor brinda una muy buena interpretación como el joven Jake Chambers y las escenas que comparte con Elba son estupendas. Sobre todo por la gran química que se gestó entre ellos. En este punto podemos ver el enorme potencial que tenía este film si la historia hubiera tenido una adaptación más cariñosa. En el caso de Matthew McConaughey su interpretación del villano Walter Padick llega a ser atractiva pese a que tuvo las manos atadas para desarrollar la perversidad del personaje. La película nunca se la juega con la oscuridad de Walter y sus motivaciones para querer destruir la Torre Oscura nunca terminan de ser claras. Ahora bien, si nos olvidamos que esta producción fue concebida por Stephen King, la película se deja ver porque es entretenida. Tengo que admitir que nunca me aburrí con esta producción pero no deja de ser una propuesta para un canal de cable un domingo por la tarde. Las mejores escenas encima las incluyeron todas en el tráiler por lo que no vas a encontrar nada interesante en el cine. Hace poco se confirmó que Sony planea seguir esta historia en una serie de televisión. Tal vez en ese formato los realizadores puedan darle más profundidad a los personajes y el universo de fantasía que creó King en los libros. En resumen, La Torre Oscura se deja ver y hay peores adaptaciones del escritor en Hollywood, sin embargo, no deja de ser otra de las grandes decepciones de este 2017
Dentro de un año que hasta el momento no ofreció grandes películas relevantes en el género de animación, Las aventuras del Capitán Calzoncillos brinda una propuesta infantil entretenida que tiene algunos momentos creativos interesantes. Esta producción está basada en la serie de libros de David Pilkey que fueron populares especialmente en Estados Unidos a fines de los años ´90. En Argentina y otros países de Latinoamérica la saga no llegó a ser un suceso y el personaje probablemente se hará más conocido en esta región con la versión cinematográfica. La creación de Pilkey es una propuesta de superhéroes que le debe muchísimo al Ralph Philips de los Looney Tunes, el recordado niño con exceso de imaginación que Chuck Jones creó en los años ´50. Al igual que aquellos cortometrajes animados de Warner, El Capitán Calzoncillos presenta una radiografía brillante de la infancia y el papel fundamental que juega la fantasía en la vida cotidiana de los chicos. Una curiosidad de este film es que se trata de una producción de bajo presupuesto (apenas 38 millones de dólares) de los estudios Dreamworks, que suele presentar proyectos más ambiciosos en lo referido a los campos técnicos. El Capitán Calzoncillos no está al mismo nivel que las historias de Kung Fu Panda o Cómo entrenar tu dragón, pero con sus recursos limitados (para lo que suelen ser las obras de la compañía) el film de David Soren (Turbo) le rinde un lindo homenaje a la animación tradicional. Para el público adulto amante del género me parece que en este punto reside el principal atractivo de la película. El director Soren trabajó con diseños de caricatura que se alejan de esos personajes de animación computada que suelen lucir iguales en todos los estrenos de este tipo. Por consiguiente, nos encontramos ante una obra que tiene su propia identidad en los aspectos visuales. A lo largo del relato la película incluye muy buenos segmentos de animación tradicional e inclusive marionetas, un detalle que hace del visionado de esta película una experiencia especial. El Capitán Calzoncillos sorprende con esta fusión de géneros y consigue que la narración sea mucho más entretenida. No sé si este personaje pegara lo suficiente en el público infantil como para desarrollar su propia saga en el cine, pero en esta película el protagonista es divertido y tiene sus buenos momentos a través del humor absurdo. Como propuesta infantil es mucho más recomendable que el bodrio de Emoji y aunque para mi gusto el director a veces se excede con las referencias escatológicas, en general es un film entretenido que expresa su cariño por los viejos dibujos animados y los cómics.
La cordillera brinda la posibilidad de disfrutar a Ricardo Darín en uno de los mejores personajes de su filmografía. El presidente Hernán Blanco creo que quedará entre los roles más interesantes que compuso para el cine y cuando la película termina te deja con ganas de volver a encontrarlo en otras historias. El director Santiago Mitre, quien ya había trabajado temáticas políticas en sus trabajos previos (El estudiante y La patota), en este relato aborda el poder de las altas esferas con un thriller que fusiona diversos géneros. La primera media hora de la trama se desarrolla como una versión argentina de House of Cards, donde vemos los esfuerzos del presidente Blanco y su equipo por fortalecer su gobierno dentro de un contexto internacional. Mitre hace un gran trabajo a la hora de retratar la intimidad de los políticos y las negociaciones diplomáticas entre los presidentes latinos cuando están alejados de los medios de prensa. Dentro del cine nacional no hubo filmes que trataran con este nivel de detalles este tema y desde los primeros minutos La cordillera logra ser muy atrapante. A partir de la presentación del personaje de Dolores Fonzi, quien interpreta a la hija del presidente argentino, el relato se encamina por un terreno más sombrío. En la segunda mitad de la película el director juega con algunos elementos fantásticos y guiños al cine de terror que evocan por momentos al Roman Polanski de los años ´60. La cordillera se vuelve rara pero ese cambio desconcertante que tiene el conflicto también genera que la película sea más interesante. Más allá del gran trabajo que presenta Darín con este personaje, el reparto presenta momentos fabulosos con las interpretaciones de Erica Rivas, Gerardo Romano y Christian Slater, quien con una breve participación ofrece una de las mejores escenas del film. Mi única objeción con esta producción pasa por el guión que a mi entender se excede con la ambigüedad que plantea la historia y su resolución. Siempre es bienvenido en el cine cuando un director no le sirve en bandeja todo el conflicto a los espectadores y el final permite que tenga distintas interpretaciones. Inception, de Chistopher Nolan, es un gran ejemplo de esta cuestión por la manera en que el director construyó el relato. Por el contrario, La cordillera deja demasiadas incógnitas abiertas sobre el personaje de Darín y el misterio de la trama que no tienen respuestas, algo que resulta un poco decepcionante. Sobre todo por el hecho que el film tampoco ofrece pistas claras para entender algunas acciones claves que toman los protagonistas. Todo queda en el terreno de la especulación debido a que el guión aborda superficialmente estas cuestiones. Más allá de este detalle, que se solucionaba con una pulida del argumento, el director Santiago Mitre ofrece un muy buen thriller que aprovecha a cada miembro del reparto internacional con un sólido entretenimiento.