Aunque Inferno sea una película menor en la filmografía de Ron Howard al menos logra brindar la aventura más entretenida del profesor Robert Langdon. A diferencia de las entregas previas (El código Da Vinci y Ángeles y demonios), el director en esta oportunidad optó por una narración mucho más dinámica donde establece el conflicto principal en los primeros dos minutos de la historia. Langdon aparece herido con amnesia en un hospital de Florencia,Italia, y tras sobrevivir un intento de asesinato el profesor enseguida se ve envuelto en la típica búsqueda del tesoro que caracterizan las novelas de Dan Brown. La pérdida de memoria del protagonista es un elemento que le dio cierta frescura a un relato que tiene un tono similar a los filmes previos, donde la intriga del misterio se centra en la simbología y los acontecimientos históricos. En el caso de Inferno si el espectador concede cierta indulgencia al hecho que Langdon y su nueva joven compañera resuelven algunas situaciones de un modo inverosímil, esta producción como propuesta de suspenso llega a disfrutarse. La trama tiene los giros inesperados necesarios para hacer llevadera la película y en esta oportunidad el guionista David Koepp cambió el final de la historia. Por consiguiente, quienes hayan leído la novela original se encontrarán con una versión alternativa del relato de Dan Brown. Creo que este fue un cambio favorable para evitar que la película resultara una adaptación literal como ocurrió con El código Da Vinci, donde el argumento seguía el conflicto del libro sin ningún aporte interesante. En este caso le dieron una vuelta diferente al acto final y el cambio no es tan terrible. Tom Hanks presenta una actuación correcta con un personaje consolidado y dentro del reparto se destacan en roles secundarios Omar Sy (Intocables) e Irrfan Kahn (La vida de Pí), quien interpreta al personaje más interesante del film. Lo mejor de Inferno se encuentra en los aspectos técnicos. Ron Howard lleva muy bien el suspenso de la trama en su narración, asistido por Salvatore Totino en la fotografía, quien supo capturar la belleza de los paisajes italianos y los exóticos museos. La película no tiene mayores ambiciones que presentar un thriller entretenido y en ese sentido cumple con su objetivo. En mi caso personal, que no me habían enganchado demasiado los filmes previos, la nueva aventura de Robert Langdon me pareció una propuesta mucho más llevadera.
Miss Peregrine y los niños peculiares es otro trabajo desapasionado de Tim Burton que difícilmente quedará en el recuerdo entre las obras más destacadas de su filmografía. El artista creativo que alguna vez nos brindó experiencias fantásticas y emocionantes en el cine hoy se convirtió en un laburante más de Hollywood que se limita a dirigir las escenas que plantea un guión. Luego entrega la película terminada al estudio que lo contrató, cobra su cheque y se va a su casa a escuchar un disco de Radiohead. Burton parece haber entregado todo lo que tenía para dar en su obra maestra, El gran pez, y en la actualidad se dedica a realizar con profesionalismo estos filmes trillados que carecen de la magia y diversión que tuvieron sus proyectos personales. Su nueva película es intrascendente y presenta a los personajes más insulsos y olvidables que se crearon en el género fantástico en los últimos años. Tal vez en la novela original de Ranson Riggs tuvieron un tratamiento diferente y la historia es más atractiva. En esta adaptación de Burton no hay nada remotamente interesante que te aliente a seguir a los niños peculiares en una futura saga. Es complicado ofrecer un argumento entretenido cuando tenés villanos paupérrimos que pueden ser vencidos con una flecha y frikis con habilidades trilladas que se trabajaron mejor en los cómics de superhéroes. Los niños peculiares apenas tienen un desarrollo definido en el conflicto y simplemente son un cotillón visual para atraer la atracción del espectador. La primera hora y media de la película es bastante densa y no ayudó para nada que Jake, el supuesto héroe principal, estuviera a cargo de Asa Butterfield (Hugo), quien no tiene el carisma suficiente para llevar adelante una producción de esta clase. El actor no le dio ningún tipo de emoción a su personaje y su labor es tediosamente monótona. En un momento del film Jake viaja en el tiempo para encontrarse con la escuela de Miss Peregrine y Butterfield reacciona como si le hubieran dado cupones para comer gratis en McDonald's. El personaje luego ocupa su tiempo hablando y haciendo preguntas a los otros miembros del reparto sin hacer nada interesante. Aunque Eva Green interpreta a Miss Peregrine, quien le da el título al film y acapara la atención de los afiches, su intervención en la historia es mínima y lamentablemente no tuvo oportunidad de destacarse. Ella está muy bien en su papel pero no tiene demasiado peso en el conflicto central y terminó relegada a un rol secundario. El film de Burton recién se vuelve un poco más divertido cuando entra en el terreno de la aventura y finalmente podemos ver a estos personajes hacer algo que justifique la existencia de esta historia. Es justo destacar que el director presenta un film correcto desde los aspectos visuales con algunas secuencias de fantasía que están muy bien logradas. Se destaca especialmente una batalla con esqueletos donde Burton le rinde un lindo homenaje a los efectos especiales de Ray Harryhausen en Jason y los argonautas (1963). Probablemente el momento más Burton de esta película. Más allá de esa escena no hay demasiadas cosas para resaltar de esta producción. Me quedó la sensación que el director hizo este film para cumplir con un contrato laboral más que por una pasión hacia la novela de Ranson Riggs y sus personajes. Miss Peregrine deja cierto sabor amargo por tratarse de un cineasta que alguna vez ofreció historias apasionantes que podías disfrutar reiteradas veces. Dejando de lado sus incursiones en la animación, donde le puso más dedicación a los proyectos, todas las películas que hizo desde El gran pez hoy no resisten un segundo visionado. Tal vez el próximo regreso de Beetlejuice logre cambiar esta etapa de Tim Burton que no representa un período fructífero de su carrera.
Un traidor entre nosotros es un buen thriller basado en un trabajo reciente de John Le Carré, uno de los autores más populares relacionados con el género de espionaje. Desde el éxito de El topo (con Gary Oldman) las historias del escritor inglés empezaron a ser adaptadas en el cine con más frecuencia. Hace poco se estrenó El hombe más buscado, que representó el último trabajo de Philip Seymour Hoffman y este año la prensa y el público recibió con muy buenos comentarios la miniserie de la BBC, The Night Manager, protagonizada por Tom Hiddleston. En este nuevo film la historia de Le Carre trabaja la intriga de espías en un contexto moderno relacionado con la Mafia rusa y sus vínculos con las grandes corporaciones. La directora Susana White, quien previamente hizo el film infantil Nanny McPhee and the Big Bang, en este caso sorprende con un sólido thriller que resultó más entretenido de lo esperado por la premisa que presenta. El protagonista interpretado por Ewan McGregor en este caso es un docente universitario que no tiene ningún vínculo con el mundo del espionaje y termina involcrado en una compleja intriga que involucra a la Mafia Rusa y el Servicio de Inteligencia inglés. La novela original en que se basó esta película estuvo inspirada por el cine de Alfred Hitchcock y el trabajo de la directora White también rememora la clase de thriller que el cineasta ingles filmó en los años ´60. McGregor y Stellan son la figuras más destacadas del reparto y logran hacer llevadera esta historia donde el thriller se concentra en la situaciones de tensión más que en elaboradas secuencias de acción. Pese a una conclusión predecible Un traidor entre nosotros ofrece una buena película que no tuvo mayores pretensiones que desarrolla un misterio decente de espionaje. Para quienes sean seguidores de estas temáticas es una opción que vale la pena tener en cuenta.
Dentro del género de acción la compañía Millenniun hoy ocupa el lugar que tenía la productora Cannon en los años ´80 con Jason Statham entre sus figuras principales. A veces presentan películas decentes, como las primeras dos entregas de Expendables, Homefront (Statham) o las historias de ninjas con Scott Adkins, pero también cuentan con algunos fiascos. El especialista: Resurrección es una producción mediocre que brinda una continuación innecesaria del film estrenado en el 2011 , que significó un éxito comercial para Millennium. Aquella remake del clásico de Charles Bronson de 1972 no era peliculón memorable, pero adaptaba con dignidad en un contexto moderno la premisa de la historia original. Simon West, el director de Con Air, elaboró buenas secuencias de acción y la trama era llevadera por el duelo que se generaba entre Statham y Ben Foster. La segunda parte es muy pobre y fue realizada por el alemán Dennis Gansel, responsable de una buena película como fue el thriller político La ola. En este caso abordó un género con el que no está familiarizado y el resultado es terrible. Gansel ofrece secuencias de acción paupérrimas que logran que uno ria a carcajadas por las situaciones ridículas que presenta la trama. Ya desde la introducción del protagonista, quien se tira al vacío desde el teleférico del Pan de Azúcar, en Brasil, para aterrizar perfecto en un ala delta, el director establece el tono de estupidez del film. A veces está bueno distraerse un rato con este tipo de propuestas, pero las películas no funcionan cuando presentan a un héroe extremadamente perfecto. El personaje de Statham tiene balas ilimitadas en sus armas, acierta todos los tiros y vence a sus oponentes en las peleas sin un mínimo rasguño. Por alguna razón inexplicable al mercenario Bishop en esta continuación lo convirtieron en un personaje ridículo que se ve envuelto en situaciones que no tienen sentido. Por ejemplo, el protagonista conoce dos minutos a Jessica Alba (con quien tiene cero química) y en la siguiente escena es el gran amor de su vida a la que debe rescatar de un villano trillado. La gracia del rol del asesino Arthur Bishop era que elaboraba planes complejos y estrategias creativas para eliminar a sus víctimas, no era el héroe de acción mecánico que emulaba el James Bond de Roger Moore. Jason Statham por momentos parece encarnar una parodia de Frank Martin (El transportador), algo desconcertante si se tiene en cuenta el tono que había tenido el film anterior. Desde los aspectos técnicos esta continuación también es terrible. El trabajo de fotografía es muy pobre y en las mediocres escenas de acción se nota en más de una ocasión que los escenarios naturales fueron elaborados en post-producción con CGI. Una tristeza encontrar en este estreno a grossos del cine como Tommy Lee Jones y Michelle Yeoh, quienes estuvieron completamente desperdiciados en la historia. Por lejos, una de las peores películas que hizo Jason Statham en el último tiempo. No vale la pena perder tiempo con esto, a lo seguidores del cine de acción les recomiendo que busquen Blood Father, un gran regreso de Mel Gibson que por lo menos le hace justicia al género.
Entre los actores de Hollywood que iniciaron una carrera como realizadores Peter Berg debe ser uno de los más subestimados. A veces la pifia con los proyectos que elige, como Hancock o Batalla Real, pero dentro de sus filmografía como director tiene muy buenas películas. Se destacan especialmente la comedia de humor negro Malos pensamientos (1998), el thriller de acción The Kingdom (2007) y El sobreviviente, una excelente drama bélico que representa su mejor obra como cineasta. En Horizonte profundo Berg incursionó en cine el catástrofe para reconstruir el mayor accidente petrolero en la historia de los Estados Unidos, ocurrido en abril de 2010. La película tiene una estructura narrativa muy similar a lo que fue su trabajo anterior, con la diferencia que en este caso abordó un género diferente. Durante la primera parte de la trama Berg se encarga de establecer a los protagonistas principales y el entorno laboral en el que se desenvuelven. Con mucha claridad y realismo el director describe cómo se desarrolla el funcionamiento de una plataforma petrolera y las causas que generaron el desastre. A partir del momento en que se inicia el accidente la película sumerge al espectador en el caos que vivieron durante unas horas los empleados de la plataforma Deepwater Horizon. El trabajo que hizo Berg con las situaciones de tensión y las secuencias de acción es extraordinario. El director brinda una cátedra sobre cómo utilizar los efectos digitales a favor de la narración y no al revés como vemos a menudo en el cine Hollywoodense de estos días. Desde los aspectos visuales la película es impecable y sobresale por el enorme realismo con el que se reconstruyó el accidente. La plataforma petrolera se vuelve un lugar aterrador y la historia consigue generar empatía con los personajes principales. Un aspecto interesante de la narración de Berg es que todo el espectáculo pirotécnico resulta impactante pero nunca descuida el drama humano del conflicto. Dentro del reparto Mark Wahlberg y Kurt Russell son las figuras más destacadas de esta historia y comparten juntos muy buenas escenas. A diferencia de lo que mostraban los avances, Russell tiene mucho más peso en la historia y se luce en un rol dramático como uno de los supervisores de la plataforma. Horizonte profundo tal vez no tiene la misma intensidad emocional que El sobreviviente, pero es una gran producción que restaura la dignidad perdida al cine castástrofe hollywoodense al mismo tiempo que trabaja un tema interesante. Luego de este proyecto Mark Wahlberg y el director Peter Berg volvieron a reunirse para otro film que también recreará una historia real. Patriot Day se centrará en el atentado terrorista ocurrido en la maratón de Boston en el 2013. Aunque para ese estreno tendremos que esperar a enero del año que viene. Por lo pronto Horizonte profundo es una muy buena recomendación para disfrutar la nueva colaboración de estos artistas.
Srinivasa Ramanujan fue un joven que nació en una familia muy humilde de la India y de manera autodidacta se convirtió en uno de los matemáticos más notables de comienzos del siglo 20. Sus análisis generaron muchas investigaciones y lo convirtieron en una personalidad muy importante en este campo. La historia de Ramanujan sin duda puede resultar interesante para un documental de la televisión, pero como propuesta cinematográfica El hombre que conocía el infinito es una película tediosamente aburrida. La narración del director Matthew ofrece una biografìa hollywoodense de manual que nunca llega a despertar ningún interés por el conflicto que vive el protagonista, interpretado por Dev Patel (Slumdog Millionaire) No ayudó tampoco a que el realizador, quien además fue guionista, incluyera un aburrido melodrama romántico que inventó para hacer más atractivo el film. En la vida real el matemático se casó a los 21 años con una niña de nueve como es tradición en los matrimonios arreglados de ese país. Toda la subtrama romántica de Corín Tellado que vive el protagonista no hace otra cosa que generar más tedio a un film lento que ya de por sí es aburrido de ver. El problema no pasa por la temática y la biografía que es interesante, sino por el modo en que el director Brown abordó la narración del film. Hace poco pudimos ver en el cine El código enigma, con Benedict Cumberbatch, que también se relacionaba con la biografía de un matemático y la historia era apasionante. Desde los aspectos cinematográficos El hombre que conocía el infinito es un film fallido que no logra generar empatía por la historia de vida que se narra. En lo personal me aburrí mucho con esta producción y más allá de la labor del reparto, donde se destaca también Jeremy Irons, es difícil encontrar elementos positivos para alentar su recomendación.
No es una tarea sencilla reimaginar una película como Los siete magníficos. Probablemente una de las más grandes remakes que se hicieron en la historia del cine, basada en Los siete samuráis (de Akira Kurosawa), que en 1960 redefinió el género del western. Hasta ese momento los personajes de cazarrecompensas y mercenarios tenían roles muy limitados en estas historias y por lo general eran retratados como villanos. A diferencia de los héroes inmaculados que encarnaban John Wayne, Gary Cooper y Alan Ladd, Los magníficos representaban la peor escoria del Viejo Oeste y ayudaban a un pueblo de campesinos indefensos simplemente por dinero. Con esta película el director John Sturges estableció el arquetipo de anti-heroe que un tiempo después se consolidaría con el spaguetti western en Europa. Ahora bien, si a semejante antecedente le agregamos tres continuaciones realizadas entre 1966 y 1972, la remake futurista de Roger Corman de 1980 y la serie de televisión con Michael Biehn (Terminator), la realidad es que las posibilidades de brindar algo diferente no son grandes porque ya se hizo de todo con Los siete magníficos. Dentro de ese contexto, el nuevo trabajo de Antoine Fuqua (Día de entrenamiento) califica entre las mejores obras que brindó Hollywood con estos personajes. Si bien la historia es la misma y el director no se la jugó demasiado a la hora de reimaginar este clásico, la nueva versión ofrece un western decente que no tiene más pretensiones que brindar un pasatiempo entretenido. El film de Fuqua es políticamente correcto (tal vez demasiado) y presenta un equipo de "mercenarios Benetton" que integra varias razas. El director le dio un papel destacado a todos esos personajes que décadas atrás en los clásicos westerns no tenían demasiado protagonismo, como los cowboys negros, asiáticos y latinos. Inclusive el rol de la mujer que recluta a los protagonistas acá tiene mucho más peso en el conflicto y hasta interviene en las secuencias de acción. La campesina que interpreta Haley Bennett (Hardcore Henry) no tiene nada que ver con la mujer débil y desprotegida que encarnó Rosenda Monteros en 1960. Esto se relaciona obviamente con el cine y la sociedad de la actualidad donde esos personajes ya no tienen cabida. La única novedad que tiene este film es que el director le dio más peso a la minorías étnicas en su relato. En el 2016 los latinos estereotipados obviamente no podían ser los villanos, como en la versión de 1960, y ese rol esta vez corrió por cuenta de los gringos blancos. Un acierto de esta remake es que los protagonistas no interpretan los mismos personajes que en la película original. El rol de Denzel Washington no tiene nada que ver con el papel de Yul Brinner, salvo por el hecho que se viste de negro y es el líder del grupo. Lo mismo ocurre con el trabajo de Chris Pratt, quien no copia a Steve McQueen, sino que compone a un personaje distinto. Por breves momentos a Pratt le sale el Starlord (Guardianes de la Galaxia) del alma, pero durante gran parte del film ofrece una actuación diferente. Si bien el perfil de los personajes clásicos está presente, en esta producción los mercenarios tuvieron nuevos orígenes. Dentro del reparto sobresalen especialmente los trabajos de Vincent D´Onofrio, Ethan Hawke y ese tremendo actorazo que es Byun hun-Lee, una de las máximas estrellas del cine coreano que todavía no supieron aprovechar en Hollywood. Desde los aspectos técnicos Fuqua hizo un gran trabajo con la construcción de los momentos de suspenso y las secuencias de acción que logran ser emocionantes pese a que uno ya sabe el final de la historia. Por cierto, el destino de los protagonistas en el conflicto es diferente al de la película original y eso me pareció interesante porque evitó que la remake se convirtiera en una copia exacta de la obra de Sturges. Si bien la batalla final no llega al nivel de excelencia de lo que hizo Kevin Costner en el clímax de Vientos de justicia, una obra maestra entre las secuencias de acción, el desenlace que desarrolló el director logra ser muy entretenido. Cabe destacar que esta película representó la última obra del compositor James Horner, quien falleció el año pasado. Su trabajo para este film fue completado por Simon Franglen (Avatar). La música presenta una nueva melodía y lamentablemente el clásico tema de Elmer Bernstein recién se escucha en los créditos finales. Frente a las malas remakes que vimos en los últimos años, en diversos géneros, Los siete magníficos de Fuqua resultó un film digno cuya visión recomiendo a los seguidores del western.
La reseña express de este estreno podría ser algo así. "Una colorida película de animación que logra a entretener a los más chicos en el cine con personajes divertidos". Si bien es cierto que los niños no se van a aburrir con Cigüeñas, también es un hecho que la van a olvidar por completo 20 minutos después que salieron de la sala. No está mal que los chicos tengan una propuesta para entretenerse el fin de semana, pero si nos ponemos a analizar un poquito más esta producción la verdad que es decepcionante. No porque sea mala, sino que se da algo peor, es mediocre e intrascendente. Cigüeñas fue dirigida por Nichollas Stoller, responsable de Malditos vecinos 1 y 2, quien no tiene nada que ver con el mundo de la animación, y Doug Sweetland, un ex artista de Pixar que trabajó en varios de los filmes de esa compañía. Ninguno de los dos jamás tomaron conciencia que estaban haciendo una película para Warner Bros, un estudio que representa palabras mayores en el mundo de los dibujos animados. Nos referimos a una compañía histórica que fue responsable de brindar clásicos emblemáticos como los Looney Tunes, Merrie Melodies, Animaniacs, Tiny Toons, Fenomenoide, Quest for Camelot y las series de Batman y Superman de DC. Hay una historia que deber ser respetada y Cigüeñas simplemente no está a la altura de lo que representa Warner para el mundo de los dibujos animados. Que una producción de semejante compañía parezca una película independiente realizada en Sudáfrica, como Zambezia (a la que no tiene nada que envidiarle) es vergonzoso. Si se tratara de ese caso uno podría ser más indulgente con esta propuesta, porque se entiende que los estudios independientes cuentan con mayores limitaciones en todos los campos. Ahora que un estudio de la historia de Warner en este género haga un film como Cigüeñas es triste. La producción de los directores Stoller y Sweetland es un collage de lugares comunes que copia de manera burda elementos que vimos hasta el hartazgo en el último tiempo. Otra vez tenemos los infumables personajes con personalidades diferentes que tiene que unir fuerzas para llegar a un lugar determinado. Una idea con la que vienen robando en Hollywood desde Toy Story. También incluyeron predecibles escenas humorísticas, que resultan redundantes, momentos emotivos trillados y el infaltable bebé tierno que copiaron de La era de hielo y Monsters Inc. 70 millones de dólares de presupuesto y no se les cayó una idea. Ni siquiera le pusieron el mínimo esfuerzo al diseño de los personajes que lucen iguales a todos los filmes recientes de animación computada de Dreamworks, Sony e Illumination (La vida secreta de tus mascotas). Cigüeñas parece una película hecha sin ganas y a las apuradas sin la motivación de contar una buena historia. Todo el concepto que presenta la trama fue pobremente trabajado y seguramente despertará algunas preguntas en los niños menores de seis años. Según la trama, los bebés nacen de una máquina industrial y las cigüeñas los reparten como si se tratara de un servicio de Amazon. En este cuento los padres son simples niñeras. Buena suerte con las preguntas de los pequeños a la salida del cine. Seguramente le va ir bien a este film porque no hay tantas opciones infantiles en la cartelera, pero se trata de una propuesta mediocre que no está a la altura de lo que representa Warner en la animación. El año que viene para esta misma fecha el estudio estrenará la nueva película de Scooby Doo, quien volverá al cine de animación después de 20 años. Ojalá brindé un film más decente que lleve con dignidad el clásico logo de esta compañía.
El infiltrado es otra producción que se suma a este resurgimiento que tuvo en estos últimos años la figura del narco Pablo Escobar en el cine y la televisión. En esta oportunidad se trata de la historia del agente federal Robert Mazur, interpretado por Bryan Cranston, quien se infiltró en el mundo del narcotráfico para desbaratar una red de lavado de dinero que integraban asociados de Escobar. Un relato que al espectador más cinéfilo le puede traer al recuerdo el caso del policía Donnie Brasco, quien tuvo una misión similar dentro de la Mafia italiana, y cuya historia se retrató en una gran película con Johnny Deep y Al Pacino a fines de los años ´90. Las historias de Mazur y Brasco tienen algunas similitudes en cuanto a las experiencias difíciles que vivieron los protagonistas, pero en el cine el tratamiento de estos hechos reales tuvieron enfoques muy diferentes. El director Brad Furman, quien brindó un buen thriller en Culpable o inocente, con Matthew McConaughey, en este caso presenta un drama policial bastante convencional que se deja ver gracias al trabajo del reparto. Las interpretaciones de Bryan Cranston y John Leguisamo especialmente son los principales atractivos de este film que nunca logra generar un gran entusiasmo por el conflicto que se narra. La historia ni siquiera se centra en Pablo Escobar, quien tiene un breve rol en estos hechos, sino en cómo el gobierno norteamericano intentó acabar con los asociados del famoso narcotraficante. Con El infiltrado sucede algo similar a lo que ocurrió con Pacto criminal, el último film de Johnny Deep. La historia del mafioso Whitey Bulger tenía un elenco excepcional pero la historia que se narraba era una biografía convencional que no generaba ningún entusiasmo. Esa es la gran debilidad del trabajo del director Furman, quien aprovechó muy bien a los actores que integraron el reparto, pero no consiguió hacer nada interesante con el tema que trabaja la historia. Si bien Bryan Cranston está muy bien en el rol del agente federal, el film termina por caer en el tedio debido a la falta de suspenso con el que se abordó la labor de los agentes encubiertos y el narcotráfico. Tal vez en un documental del canal A&E la historia real es más interesante, pero en una recreación ficticia para el cine el caso de Richard Mazur no tiene ningún atractivo. Al meno dentro del género policial es una propuesta que quedará en el olvido.
Junto con The Last Broadcast (1998), El proyecto Blair Witch (1999) contribuyó a resucitar a fines de los años ´90 el subgénero de las cintas perdidas, que dentro del cine de terror no se trabajaba desde Holocausto Caníbal, la polémica película de Ruggero Deodato estrenada en 1980. La historia de la bruja de Blair quedó en el recuerdo como uno de los grandes fenómenos del cine independiente norteamericano que superó todas las expectativas comerciales. Realizada con un presupuesto de 60 mil dólares, la producción de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick recaudó más de 240 millones de dólares y consolidó en la década siguiente este estilo de narración en los relatos de horror. Sin embargo, pese al enorme éxito que tuvo en los cines, las continuaciones que se hicieron hasta el momento sólo brindaron decepciones. Esta es una franquicia a la que los productores nunca le encontraron la vuelta. En el 2000 se estrenó ese desastre que fue El libro de las sombras y ahora Blair Wicth resultó otro fiasco que desperdició un concepto interesante. Aunque la promoción del film vendió la idea que este estreno era una continuación de la película original de 1999, los realizadores la filmaron en secreto con el título de The Woods para evitar los comentarios negativos en internet. El objetivo era esconder la verdadera naturaleza del proyecto que no es una continuación sino otra remake olvidable de Hollywood. El director Adam Wingard, quien había hecho un trabajo decente con el slasher Cacería macabra (You are next), en esta ocasión decepcionó por completo con el tratamiento que le dio a esta propuesta. La película tenía un concepto interesante que se podía haber explotado mejor. 20 años después de los hechos del film original, el hermano de Heather Donahue vuelve a los bosques de Maryland para buscar respuestas sobre la desaparición de la documentalista. Si bien este es un cliché que se utilizó en varias películas del género, la trama era un disparador decente para explorar y desarrollar con más profundidad la mitología de la bruja de Blair, además de aplicar la tecnología de la actualidad a este tipo de conflicto. Cuando los protagonistas del film original exploraron los bosques no existía Google, los IPhones ni las redes sociales. Es decir, los productores tenían varias opciones para hacer una película interesante que por lo menos resultara una continuación decente. Lamentablemente optaron por el camino más fácil y mediocre que es refritar la película original con un reparto diferente. Una idea que resultó un fiasco por el desgaste que tiene este subgénero en los últimos años y el hecho que los actores que eligieron son malísimos. La trama está plagada de situaciones estúpidas que no tienen sentido y los personajes nunca logran generar empartía con sus comportamientos. El director Wingard en ningún momento consigue construir situaciones de tensión y suspenso y todo se desarrolla de un modo muy predecible con trilladas escenas de susto. El recurso para generan impacto se limita a los clásico efectos de sonido que los realizadores mediocres vienen copiando desde Actividad paranormal. Por otra parte, el misterio en torno a la bruja quedó en la nada porque el argumento refrita el conflicto original sin aportar ninguna idea adicional. Tal vez los espectadores más jóvenes que no vieron la película de 1999, ni todas las copias que se hicieron en los últimos 10 años, puedan considerar este bodrio un film de terror. Caso contrario es una producción que no vale la pena su entrada al cine. Podés esperarla por otras vías que no te perdés nada interesante.