A fines de los años ´80 en Inglaterra causó mucha conmoción la historia de Fred West, un asesino serial que en complicidad con su esposa llegó a torturar y asesinar cerca de 12 mujeres jóvenes. Los hechos ocurrieron en un barrio residencial de Gloucester donde los West eran vistos por el resto de los vecinos como una familia normal y corriente de clase media. Ninguna persona que vivió cerca de estos delincuentes jamás llegó a imaginar los hechos terribles que sucedieron en la casa del matrimonio. Argentina no es una país con un gran historial de asesinos seriales, pero los homicidos del clan Puccio representan una de las crónicas policiales más escolofriantes que surgieron en las últimas décadas y tiene varios puntos en común con los casos de otros célebres psicópatas internacionales. Al igual que los West en Inglaterra, los Puccio operaron con total impunidad durante unos cuantos años sin despertar las mínimas sospechas de los vecinos de San Isidro. La particularidad de esta historia es que se trató de una familia que se dedicaba a secuestrar y asesinar a personas allegadas a su círculo social. El lugar donde tenían cautivas a las víctimas se encontraba en el centro urbano del barrio y uno de sus integrantes era una estrella juvenil de rugby que se destacaba en Los Pumas. En su nueva película, el director Pablo Trapero presenta una excelente reconstruccióm de este caso que sobresale por el trabajo de sus dos protagonistas y el realismo con el que se trabajaron los hechos. El film narra la historia tal cual sucedió sin agregarle situaciones ficticias con el fin de aportarle un mayor dramatismo al argumento. Me interesa destacar esto ya que no es algo común de encontrar en el cine, donde las películas sobre estos temas por lo general suelen tomarse numerosas libertades para hacer más atractiva la propuesta. Trapero utiliza en su narración material de archivo con discursos del entonces presidente Raúl Alfonsín que juegan un papel clave a la hora de darle un contexto histórico a la trama del film. Para el espectador que no conocía en detalle el caso Puccio, este elemento es fundamental para entender el escenario político y social que se vivía en el país a mediados de los años ´80. Guillermo Francella hace rato que viene ofreciendo muy buenos trabajos en roles dramáticos, pero acá brinda una de las interpretaciones más impactantes de su carrera. El actor se metió de lleno en la piel del líder de la banda de secuestradores, Arquímedes Puccio, y a lo largo del film tiene varios momentos brillantes donde lo podemos ver en algunas situaciones perturbadoras. Creo que la mayor virtud de su trabajo pasa por el hecho que el espectador al ver su trabajo llega a olvidarse que es Francella. Algo similar ocurre con Peter Lanzani, la gran revelación de esta película. Un actor que la gran mayoría de los espectadores lo reconocemos por sus labores en series juveniles y acá demuestra que es un artista que está para mucho más que protagonizar programas televisivos de Cris Morena. Su interpretación del rugbier Alejandro Puccio es impecable y la dupla que formó con Francella es el corazón de esta película. La relación enfermiza que tienen estos dos personajes entre sí siempre fue uno de los elementos más fascinantes de esta historia que Trapero trabajó muy bien en el guión. A través del genero del thriller, El clan reconstruye el caso Puccio con un film intenso y atrapante que sobresale además por la reconstrucción realista que presenta de los años ´80 y una gran banda de sonido. Presten atención al uso que hace el director del tema de Creedence, "Tombstone Shadow", en una escena fantástica. Disfruté mucho de este film y creo que se destaca entre los grandes estrenos del cine nacional que merece su recomendación.
La primera media hora de Ted 2 es fantástica, antes que el atractivo del film se desvanezca por completo y descubras que se trata de una secuela hecha sin ganas. La química entre Mark Wahlberg y el oso resulta el principal gancho del argumento, pese a que esta vez la experiencia no llega a ser tan satisfactoria coma la película original. La continuación terminó siendo una producción densa debida a la sádica duración de 115 minutos y el humor de MacFarlane que decayó por completo. Una vez más queda claro que sin sus adorados penes y el semen, que aparentemente es una de las grandes obsesiones de su vida, el comediante no puede escribir una historia decente. En esta ocasión en lugar de construir un argumento que pudiera estar a la altura del film original, su labor se limitó a brindar un collage de situaciones humorísticas que parecen salidas del outlet de la serie Family Guy. Daría la impresión que escribió este guión con material que desechó del dibujo animado. Ted 2 tiene sus momentos divertidos pero la película no termina de funcionar debido a que el oso dejó de ser la principal atracción. El personaje es simplemente un vehículo para que MacFarlane te taladre la cabeza con sus chistes idiotas que apuntan a burlarse de la farándula de Hollywood y otras temáticas relacionadas con la cultura popular. En algunas ocasiones, cuando el director deja por un segundo la escatología y su obsesión por los penes, surgen algunos momentos graciosos. Por ejemplo, las referencias a las películas de Rocky o las escenas en la Comic Con de San Diego, son realmente muy divertidas. Lamentablemente se tratan de momentos efímeros dentro de un film que resulta demasiado largo para la historia que ofrece. El problema con MacFarlane es que hace un esfuerzo descomunal por tratar de destacarse como un comediante políticamente incorrecto y termina siendo previsible y muy poco original. Los fanáticos de este sujeto disentirán por completo con este comentario y probablemente disfutarán más esta película. En mi caso me costó bastante. Hubo un tiempo en que me enganchaban los trabajos de Seth MacFarlane, pero películas como esta demuestran que es un artista mucho más limitado de lo que parecía. Si te gusta el director, Ted 2 de última puede servir para entretenerse un rato pero dificilmente quede en el recuerdo como la original.
Mark Neveldine debería reunirse con su socio Alan Taylor y volver al cine de acción que es el género que mejor domina, ya que su primer trabajo solista como realizador no termina de convencer. En el 2006 este equipo de realizadores fue responsable de Crank, un delirio absoluto con Jason Statham que cosechó sus seguidores en el mundo del cine. Desde entonce Neveldine se dedicó a explorar otros géneros con propuestas olvidables como Ghost Rider 2. Exorcismo en el Vaticano presenta un thriller con elementos sobrenaturales que trabaja dos de las temáticas más tediosas que brindó la cartelera en el último tiempo. Me refiero a las posesiones satánicas y el maldito subgénero de la cintas de video perdidas. En consecuencia, la película es un gran Déjà vu de otras producciones que se conocieron en los últimos años. Todo el argumento es extremadamente previsible y el director Neveldine no logra brindar ningún elemento interesante para hacer más llevadero el gran desgaste de esta temática. Esa es la gran debilidad que tiene esta propuesta. Una lástima porque contó con un reparto conformado por muy buenos actores, como Michael Peña, Djimoun Hinsou y Dougray Scott, quienes lograron salir bien parados de este proyecto debido a su talento y profesionalismo. Al margen de esta cuestión la película es bastante aburrida debido a que se limita a refritar las fórmulas que suelen tener los relatos de posesiones demoníacas. Salvo que que no te hayas hartado todavía de ver este tipo de historias no hay nada interesante por descubrir en Exorcismo en el Vaticano.
No deja de ser llamativo que hasta la fecha la única película que logró capturar el verdadero espíritu de los Cuatro Fantásticos haya sido Los Increíbles, de Pixar. El concepto de esta historieta siempre fue muy sencillo. Una familia disfuncional de superhéroes se dedica a salvar el mundo mientras sus integrantes hacen todo lo posible para no matarse entre ellos y llegar a fin de mes como el resto de la gente. Esta idea es lo que hizo que la revista se destacara frente a otras propuestas de Marvel y DC que tenían enfoques diferentes. Los estudios de Hollywood nunca terminaron de entender a estos personajes y la nueva película que llega a los cines es una enorme decepción para quienes somos fans de este gran clásico. Distorsionaron tanto a los 4F, con el fin de convertirlos en héroes más atormentados como los X-Men, que terminaron por quitarle a esta propuesta toda la gracia que tenía. Esta producción tomó vagamente como referencia dos cómics en particular. Ultimate Fantastic Four, una colección que surgió en el 2004 y presentó una versión más juvenil de estos superhéroes, y la miniserie Primera Familia, de Joe Casey (Vengadores: Año uno), que exploró con un poco más de dramatismo el origen del grupo desarrollado por Stan Lee en 1961. Este último título mencionado surgió como parte de la celebración del 45 aniversario de los 4F. En el campo de los cómics esas propuestas demostraron que los personajes pueden ser trabajados con un poco más de seriedad siempre que se respeten sus personalidades, ya que de otro modo el concepto del grupo pierde su gracia por completo. Un tema que jamás terminaron de entender los productores de Fox y el director Josh Trank. Este nuevo relanzamiento en principio se vio afectado por el desastroso casting que eligieron para darle vida a los superhéroes. Los actores son buenos, todos los demostraron en sus trabajos previos, pero acá formaron un equipo sin química donde no lograron conectarse entre sí y esto afectó muchísimo el film. Michael B. Jordan, quien interpreta a la Antorcha Humana, jamás logra entablar un lazo de hermandad con Kate Mara (Sue Storm), quien brinda una representación fría y desangelada de Sue Storm. Un elemento clave de esta historia. Más deprimente todavía resulta lo que hicieron con dos de los personajes favoritos del cómic como La Cosa y el Doctor Doom. Para cualquier fan de los 4F las nuevas representaciones que ofrece el director Trank son un puñal al corazón. La Cosa quedó relegado a un objeto de utilería al que le quitaron su carisma y sentido del humor. Ben Grimm sin sus comentarios irónicos es como Superman sin la capacidad de volar. El personaje siempre se aferró al humor para lidiar con su tragedia personal y esa es una cualidad que lo hizo tan humano y querible. Un monstruo de piedra que en varias oportunidades demostró tener más corazón que sus colegas masculinos. En la nueva película las clásicas chicanas a la Antorcha Humana, los comentarios sarcásticos a Reed, la ternura y protección que siempre manifestó ante Sue brillan por su ausencia y La Cosa es un personaje aburrido que no aporta absolutamente nada. Tampoco ayudó el fallido casting de Jamie Bell, un gran actor que fue escogido para el personaje equivocado. El tema del Doctor Doom califica directamente como un bochorno cinematográfico y el nuevo origen que crearon los guionistas es completamente idiota. En las películas anteriores también la pifiaron con este tema pero lo que hicieron en esta producción es terrible. Uno de los los antihéroes más complejos y fascinantes del universo Marvel en este caso fue representado como un típico villano acartonado de los Power Rangers que apenas aparece un par de minutos. El diseño del personaje encima fue horrendo y Doom ahora luce como una copia clase Z de Darth Vader. La película del 2005 (dirigida por Tim Story) estaba muy lejos de ser perfecta, pero al menos respetaba la esencia de los protagonistas. Chris Evans y Michael Chiklis, muy especialmente, la rompieron como la Antorcha Humana y La Cosa y el elenco tenía química. En este relanzamiento jamás se puede ver a los 4F como un equipo porque los actores no lograron conectarse entre sí. La escena final antes de los créditos es contundente en ese sentido. Cuando la historia termina te deja completamente indiferente sin ganas de volver a encontrar a este elenco en una continuación. Ahora bien, más allá de las objeciones que uno le puede hacer al film como fan del cómic, el trabajo del director Trank es realmente malo. La película de los Cuatro Fantásticos tiene menos acción que Superman regresa (no es broma) y esto es algo completamente inaceptable para una adaptación de este clásico. Hacia el final, después de una tortuosa introducción de 90 minutos, Trank se digna a brindar una maldita secuencia de acción que encima se resuelve de manera abrupta y no transmite ningún tipo de emoción. Los efectos especiales presentaron un trabajo decente y el diseño digital de La Cosa fue excelente pero con eso no alcanza. El film de los 4F debió ser una propuesta entretenida como Guardianes de la galaxia, que fusionó a la perfección el humor con la aventura y la ciencia ficción. De eso se trató durante más de 50 años este cómic. Reitero, las aventuras de una familia disfuncional de superhéroes. No debería ser tan complicado de entender. El enfoque exageradamente serio y dramático que le dieron a este relanzamiento no hizo otra cosa que brindar un film desapasionado y aburrido donde se nota claramente la falta de interés de los realizadores por estos personajes. Una producción fue muy manoseada por varios guionistas y productores que nunca tuvieron claro que hacer con estos superhéroes. Ojalá en algún momento los estudios Marvel recuperen los derechos cinematográficos para que finalmente se pueda hacer la película que estos gigantes del cómic se merecen. Sin la familia Richards no hubieran existido todos los personajes que vinieron después. Los 4F son los pilares de esta compañía y merecen una producción que les haga justicia en la pantalla grande. Algún día.
Si algo queda claro después de ver esta quinta entrega de Misión: Imposible es que Tom Cruise es el héroe de acción más subestimado de los últimos tiempos. En la actualidad son muy pocos los actores que se exponen en las escenas de riesgo del modo en que lo hace este artista y por lo general es un aspecto de su trabajo que rara vez se le reconoce en los medios. Cruise está completamente loco y a los 53 años hace cosas que ni Schwarzenegger o Bruce Willis se atrevían a realizar en sus épocas de gloria. El tipo se cuelga de un avión que se desplaza a 300 kilómetros por hora, aguanta la respiración seis minutos para filmar una escena submarina, hace piruetas con las motos e interviene en las escenas de pelea sin usar dobles. Todo para que después los miembros del Opus Dei de la crítica de cine, las plumas profundas herederas de Hemingway y Tolstói, destrocen la película porque la historia no tiene la complejidad de un drama de Terrence Malick. Creo que es justo reconocerle a Tom Cruise el trabajo que viene haciendo como productor de Misión: Imposible que hasta la fecha no decepcionó en el cine. Las películas no son obras maestras del séptimo arte pero brindan un buen entretenimiento realizado por grandes directores. En esta ocasión Cruise delegó la narración de la historia en Christopher McQuarrie, responsable de ese gran western moderno que fue Al calor de la armas (2000), con Benicio del Toro y Juliette Lewis. Previamente fue guionista de Los sospechosos de siempre, Operación Valkiria y Al filo del mañana del mañana y hace unos años dirigió a Tom en Jack Reacher. Misión Imposible 5 toma los mejores elementos de las producciones que en el pasado filmaron Brian De Palma y John Woo para brindar uno de los más grandes tributos que se le hicieron al cine de James Bond. Nación secreta está mucho más cerca de 007 que los últimos filmes que se estrenaron en la saga oficial del agente secreto inglés. Desde la impactante escena de acción inicial, que trae al recuerdo las viejas producciones de Bond dirigidas por John Glen (La espía que me amó, Su nombre es peligro), hasta la secuencia submarina que evoca el trabajo de Terence Young en Thunderball, McQuarrie brinda un escapismo fascinante que le hace justicia a las historias de espionaje de este tipo. Lo mismo ocurre con el tratamiento que tuvo el principal personaje femenino, interpretado por Rebecca Ferguson, que parece salido de una novela de Ian Fleming. De hecho, hasta la fecha Daniel Craig en la saga de 007 no tuvo una compañera que se destaque a lo grande como lo hace esta chica Bond clandestina de Misión: Imposible 5. Probablemente la mejor pareja que tuvo Cruise en la saga. La diferencia con Bond que presenta esta franquicia es que la historia no se concentra en un único héroe sino en un equipo. Si bien el personaje de Ethan Hunt es quien más sobresale en las secuencias de acción, sus compañeros en esta ocasión tuvieron un poco más de peso en el conflicto y brindan buenos momentos. Si hubiera que objetarle algo a la quinta entrega de Misión: Imposible pasa por algunas situaciones repetitivas que presenta el guión. Por ejemplo, el recurso que Hunt una vez más pase a la clandestinidad se podía haber evitado, ya que se utilizó previamente en los capítulos 1 y 4 de esta serie. Sin embargo es un mínimo detalle que no afecta para nada el balance general del film. Hay dos motivos concretos para que la pases mal con esta propuesta. La saga te aburrió y ya no te enganchan estas historias con Tom Cruise o directamente no te gusta el cine de acción. De otro modo, Misión Imposible 5 es un gran exponente del género para ser disfrutado en una pantalla de cine. Dentro de los estrenos comerciales que llegaron en esta temporada de invierno se destaca claramente entre las mejores opciones de la cartelera.
National Lampoon fue una de las revistas de humor más importantes que se publicaron en los Estados Unidos entre los años ´70 y fines de los ´90. Con un alto contenido de humor ácido e ironía, esta publicación presentaba una sátira sobre distintos aspectos de la sociedad norteamericana. En su momento fue muy popular y en Argentina tuvo una gran influencia en la creación de la revista Humor en los años ´80. En 1978 el director de cine John Hughes (El club de los cinco) publicó un cuento titulado "Vacation 58" donde narró un fallido viaje que intentó hacer con su familia a Disneylandia. Hughes vivió todo tipo de contratiempos y sus vacaciones resultaron un desastre. El cuento fue muy bien recibido por los lectores y a comienzos de los ´80 el cineasta decidió adaptarlo en una película junto con Harold Ramis (el recordado Egon Spengler de Los Cazafantasmas) y Chevy Chase, un actor que era muy popular en ese momento y se había hecho famoso en el programa Saturday Night Live. Chase venía de protagonizar en la pantalla grande dos éxitos importantes como Juego sucio (1978), con Godie Hawn, y Caddyshack (1980), junto a Bill Murray. Vacaciones, que contó con la dirección de Ramis, fue un proyecto que hizo en el pináculo de su carrera y en 1983 resultó una de las grandes revelaciones taquilleras del cine norteamericano. La película fue aclamada por la prensa y enseguida se convirtió en un éxito internacional. Con el paso del tiempo sobresalió entre las grandes comedias clásicas de los años ´80. Chavy Chase y las historias de la familia Griswold volvieron en tres continuaciones para el cine en 1985, 1989 y 1997. La nueva entrega que llega esta semana a los cines aporta un nuevo capítulo a la saga y al mismo tiempo funciona como una remake de la producción original de 1983. Esta vez el protagonista es Rusty Griswold, interpretado en esta ocasión por Ed Helms (¿Qué paso ayer?), quien decide revivir junto a su propia familia el legendario viaje que hizo con su padre 30 años atrás. No es un dato menor que el film fue dirigido por los responsables de Quiero matar a mi jefe 1 y 2, John Francis Daley y Jonathan GoLdstein. La historia sigue la misma línea de lo que fueron las últimas comedias realizadas por el estudio Warner, donde hay un importante foco en el humor negro y la escatología. Esta es una característica que le jugó en contra a Vacaciones, ya que resultó muy parecida a otras películas similares que llegaron al cine recientemente. El humor en general dentro de esta propuesta es bastante irregular. Hay situaciones graciosas que son divertidas y te hacen reír y otras que resultaron forzadas y no tiene el mismo efecto. Pese a todo, el reparto reunido fue acertado y los dos protagonistas especialmente, Ed Helms y Christina Applegate, formaron una buena dupla. Sin embargo, al repetir la misma fórmula de hacer humor que otras comedias recientes (como ¿Quiénes son los Miller?), Vacaciones nunca llega a evocar la misma experiencia divertida que brindó la película original. Algo que por otra parte era imposible de superar debido a los artistas que estuvieron involucrados. Si bien la nueva entrega cuenta con una participación especial de Chavy Chase y Beverly D´Angelo, la historia no tiene la fuerza necesaria para relanzar con éxito esta saga.
En los últimos años el cine de propaganda religiosa en los Estados Unidos adquirió una gran notoriedad y películas que hasta hace un tiempo se estrenaban únicamente en ese país hoy logran conseguir distribución internacional. Por lo general se tratan de filmes extremadamente manipuladores donde la espiritualidad brilla por su ausencia y el fin de la propuesta reside en brindarle al espectador un sermón moralista. El gran pequeño es la última producción del empresario Mark Burnett, quien se hizo millonario lucrando con este tipo de proyectos. Hace poco fue responsable de la miniserie Hijo de Dios con el Jesús blanco y rockero que presentaba todos los clichés burdos de las historias bíblicas. Este film dirigido por el mexicano Alejandro Gómez Monteverde es una historia acerca de la fe que lamentablemente se vio afectada por un exceso de sentimentalismo artificial que desborda de la pantalla a lo largo de 106 minutos. El concepto de la trama no estaba mal, pero al ser una producción de Burnett abundan esos momentos dramáticos que en lugar de emocionarte te hacen reír por las situaciones ridículas que presenta. El joven protagonista es un niño que decide aferrarse a la fe con el objetivo de conseguir que su padre regrese a salvo de la guerra, a comienzos de la década de 1940. Como no podía suceder de otra manera en un proyecto de Mark Burnett, los temas que se trabajan en la historia siempre transmiten el mensaje equivocado. El gran pequeño no se conecta con la fe para que finalice la guerra, sino para que los Estados Unidos acaben con Japón de una vez por todas. Si en el medio tiran un par de bombas atómicas y mueren millones de personas no hay problema, ya que lo importante es que papá Joe regrese a casa. En materia de conflictos bélicos parece que Dios sólo apoya al equipo del tío Sam. La exploración del tema de la fe en el film es bastante torpe y por esa razón cuesta muchísimo tomarse en serio este relato. Al margen de estas cuestiones, la narración del director Gómez Monteverde resulta irritante por la manera en que se manipula al espectador con el exceso de sentimentalismo y el abuso de una banda de sonido extremadamente melosa. Durante el desarrollo del conflicto no hay ninguna situación en esta historia que resulte genuina y abundan las escenas que parecen salidas de una publicidad de Coca-Cola. A lo largo del film el director aborda además otras temáticas como el racismo, la intolerancia y hasta el bullying con las que no logra construir nada interesante. La película se vende como una propuesta familiar dirigida a los chicos pero me cuesta creer que algún niño pueda engancharse con esto, ya que la historia es aburrida y carece de un protagonista atractivo. El gran pequeño es un personaje monótono que nunca vive ninguna aventura emocionante como para que los más chicos se enganchen con esta producción. El afiche local de este estreno te vende una película que después no la encontrás en el cine, ya que el trabajo del realizador mexicano se encaminó por el melodrama. Dentro del reparto, figuras como Emily Watson, Tom Wilkinson y Cary Tagawa (Masacre en el barrio japonés), lograron remar con gran profesionalismo un sermón cinematográfico que no termina de convencer.
Pixeles es una comedia con alto contenido de nostalgia que evoca ese período histórico que tuvieron las salas de videos juegos desde comienzo de los ´80 hasta fines de los ´90. Los salones de arcade, donde uno podía encontrarse a diario con Pacman, Double Dragon, Arkanoid o el viejo y querido Out-Run, más allá del entretenimiento que ofrecían funcionaban como un lugar de reunión social en el que se podía hacer amigos y conocer gente. Algo que se perdió con los juegos de las consolas actuales que tienen mejores gráficos pero te mantienen encerrado en tu casa. Pese a que no será recordada entre las grandes comedias del año, creo que el segmento de espectadores que haya vivido su infancia en los ´80 puede disfrutar de esta propuesta más allá de sus imperfecciones. Pixeles es una película rara ya que durante el desarrollo de la trama se puede percibir una puja constante entre el cine clásico de Chris Columbus y las comedias de Adam Sandler. Me atrevería a afirmar que el film está conformado (lamentablemente) por un 30 por ciento del arte de Columbus y un 70 por ciento de la fórmula que presentan los trabajos de Sandler. Si la balanza hubiera estado un poco más equilibrada esta producción podría haber sido completamente superior. La trama comienza con un prólogo fantástico que se desarrolla en 1982 y tiene la función de presentar el origen de los protagonistas. Durante este segmento del film encontramos el momento más claro donde se nota que la dirección estuvo a cargo del artista que dirigió Mi pobre angelito y además concibió como guionista a Los Goonies y Gremlins. Luego aparece Adam Sandler y la película se adapta al estilo de relatos que suelen ofrecer sus comedias. Obviamente no está ausente el clásico personaje perdedor de buen corazón que al final se queda con la chica linda. El punto es que Pixeles en realidad no es una película de Chris Columbus, sino un trabajo que el artista dirigió por encargo de Sandler. En este caso adaptó su estilo de narrar historias al humor del protagonista. Uno de los grandes aciertos del casting fue la incorporación de Peter Dinklage (Juego de tronos), quien es el único actor que la pega con todos los chistes. El personaje que interpreta, basado en un campeón mundial de Pac-Man y Donkey Kong, es genial y cada vez que habla logra hacerte reír. Algo que no sucede con el resto del reparto. Lo mejor del film pasa por el trabajo de Columbus, que ofrece secuencias de acción muy creativas con efectos visuales de primera calidad. El gran absurdo de la historia y la manera en que se insertan en la trama los personajes clásicos de los juegos de los ´80 representan las principales cualidades de esta película. Comparada con los desastres que viene ofreciendo Sandler en el último tiempo, Pixeles al menos se deja ver en el cine y consigue brindar un buen entretenimiento.
Los clones de personajes en el mundo de la historieta siempre fueron moneda corriente en este arte. Poco después que Superman debutara en los kioskos de revista, en junio de 1938, la editorial Fawcett no tardó en publicar a Shazam para competir en las ventas con DC. Así fue que con cada personaje exitoso que surgía luego aparecía otra copia que intentaba captar la atención de los lectores con una propuesta similar. Por citar unos breves ejemplos, Namor tuvo su clon en Aquaman, Green Arrow en Hawkeye, Gatubela en la Gata Negra y Atom en el Hombre Hormiga. Una revista que Stan Lee, su hermano Larry Lieber, y Jack Kirby concibieron en 1962. Este personaje, al igual que los Guardianes de la Galaxia, nunca llegó a tener gran popularidad y siempre se destacó por ser un superhéroe de nicho. Si bien tenía algunos seguidores no despertaba pasión de multitudes. De hecho, hasta no hace mucho tiempo el público general que no lee cómics ignoraba su existencia Una historia que cambiará para siempre a partir de esta entretenida y correcta adaptación cinematográfica. Ant Man se destaca por ser la película más familiar y liviana que hicieron los estudios Marvel, donde el principal atractivo de esta propuesta pasa por el peso que tuvo el humor en el argumento. Cada espectador después se podrá enganchar o no con esta producción pero la adaptación que brindó el director Peyton Reed es impecable. El Hombre Hormiga siempre fue este personaje que retrataron en el film. El director Reed, quien venía del género de la comedia con filmes como Abajo el amor y ¡Sí, señor! (Jim Carrey), supo encontrarle el tono adecuado a esta película que evoca de manera correcta el espíritu original del cómic. Una particularidad del argumento es que reúne en un mismo conflicto a las encarnaciones más famosas de este héroe. Michael Douglas interpreta a Hank Pym el Ant Man de los años ´60 y Paul Rudd a Scott Lang, la versión moderna más conocida del personaje. La labor de Rudd resultó una de las grandes revelaciones de la película, ya que no es un actor que suela trabajar en este tipo de roles y en este casi capturó a la perfección la personalidad de Lang. Creo que fue un gran acierto de los productores darle más hincapié al humor en esta película, ya que de esa manera lograron que la infumable historia de origen del protagonista resultara mucho más amena y divertida. Otro detalle interesante, que no fue trabajado en filmes previos de Marvel, es que el guión se centra bastante en la paternidad de los superhéroes y la relación con sus hijos. Más allá de la acción y la aventura, a lo largo de la trama los personajes de Michael y Douglas y Paul Rudd atraviesan cambios importantes en sus relaciones familiares. No puedo dejar de resaltar a propósito de este tema el brillante hallazgo de casting de Abby Ruder Fostson en el rol de la hija de Rudd. Una de las niñas más carismáticas y espontáneas que se vieron recientemente en el cine hollywoodense. Tal vez el punto débil de esta película se encuentra en la trillada intriga de aventuras que ofrece la historia y la ausencia de un villano más interesante. Por esa razón Ant Man nunca llega a ser una película apasionante y siempre nos quedará la duda de saber como hubiera sido la versión de Edgar Wright (Shawn of the dead), quien era el director original de esta propuesta. Luego renunció al proyecto por ciertas diferencias creativas que tuvo con el estudio Marvel, aunque su nombre figura en los créditos como productor y guionista. En resumen, aunque no está a la altura de producciones superiores como Capitán American 2, El Hombre Hormiga es un film ameno y entretenido que acerca a este bizarro superhéroe al público general. Por cierto, no se pierdan durante los créditos finales las dos escenas extras que se relacionan con algunos acontecimientos que veremos en futuras películas.
Otra película de Terminator sin magia. A esta altura queda claro que en Hollywood nunca le encontraron la vuelta a esta saga y si los filmes no son dirigidos por James Cameron las propuestas nuevas que produce el estudio Universal son decepcionantes. Terminator: Génesis es una película que presenta algunas virtudes técnicas y un par de momentos entretenidos , pero en términos generales ofrece una producción olvidable que hace poco por mejorar una franquicia que venía en decadencia. La nueva historia ignora por completo los últimos dos filmes (Terminator 3: La rebelión de las máquinas y Terminator: La salvación) para establecer una conexión directa con los trabajos de Cameron. Génesis es una especie de "reset cinematográfico" dentro de esta serie que tiene el objetivo de instaurar una nueva línea argumental. El concepto que Sarah Connor y Kyle Reese volvieran a tener roles destacados en la trama tenía su atractivo, pero la idea no funcionó debido al desastroso casting que eligieron los productores. Jai Courtney, quien interpreta a Reese (el personaje encarnado previamente por Michael Biehn) es la prueba viviente que los milagros existen. Resulta increíble que un actor sin carisma como este sujeto lograra conseguir trabajo en producciones populares como Duro de matar 5 y la saga Divergente. Courtney es de madera y su interpretación de este clásico héroe parece salida de esas parodias clase Z que suele hacer la productora Asylum. Una situación diferente es la de Emilia Clarke (Juego de tronos) que es una artista talentosa pero en este caso interpretó un personaje que no era para ella. Sarah Connor es una de las grandes heroínas en la historia de la ciencia ficción moderna y la actriz nunca llega a ser convincente en ese rol. Lena Headey hizo un trabajo completamente superior en la serie de televisión Terminator: Las crónicas de Sarah Connor. Uno la veía a Headey en ese programa y nunca dudaba que era Sarah, algo que no sucede con el personaje que compone Clarke. Si a esto se le suma la química inexistente entre los protagonistas, la relación de Kyle y Sarah en este film terminó siendo completamente fría e insulsa. Esa conexión humana que tenían los personajes en el film original de James Cameron acá brilló por su ausencia debido a que los actores no estuvieron conectados entre sí. Arnold Schwarzenegger es por lejos lo mejor de esta película y con su interpretación logra levantar la trama en numerosos momentos. La idea del Terminator envejecido estuvo bien explicada y el personaje brinda algunos aportes humorísticos. En este punto encontramos tal vez el gran problema de Génesis. Las mejores escenas tienen lugar cuando Arnold te hace reír y eso no debería ocurrir en un film de esta saga. Terminator era otra cosa. Desde los aspectos técnicos es justo destacar la extraordinaria labor que hicieron a la hora de recrear varias escenas de la producción original de 1984. El repaso por Terminator 1 se destaca claramente entre los mejores momentos de este estreno. El trabajo que brindó el equipo de efectos especiales es impecable y en este aspecto encontramos la mayor virtud de esta producción del director Alan Taylor (Thor 2). Lamentablemente el cineasta luego ofrece un film bastante mundano en materia de acción con muchas persecuciones que no tienen ningún tipo de emoción. Hacia el final la última secuencia que transcurre en San Francisco está bien lograda, pero en general no hay grandes escenas en esta historia que queden en el recuerdo a la salida del cine. Terminator: Génesis no es una película mala pero tampoco enamora ni convence con esta nueva línea argumental que el estudio Universal pretende desarrollar en una próxima trilogía. Una producción a la que le faltó un poco más de corazón y un director que sintiera pasión por estos personajes. Alan Taylor sin duda no la tiene.