Eli Roth, el gran amigo de la tortura porno en el género de terror, regresa esta semana a los cines con esta fallida remake de Los sádicos (Death Game), un clásico de culto que en 1977 protagonizaron Sandra Locke (El renegado Josey Wales) y Colleen Camp (Apocalipsis Now). En su momento fue una de las tantas producciones que presentaron psicópatas que acechaban casas de familias decentes. Una temática que se volvió muy popular gracias al éxito de filmes como The Last House on the Left (Wes Craven), Perros de paja (Sam Peckinpah), The House by The Lake (producida por Ivan Reitman) y Last House on Dead End Street (Roger Watkins). Entre 1972 y 1980 cualquier historia que se enfocara en algún asesino que invadiera hogares y torturara gente convocaba público a los cines. Sin ser una obra maestra del género, Los sádicos con el paso del tiempo se convirtió en un film de culto y quedó en el recuerdo por el hecho que los asesinos en esta producción estaban representados por personajes femeninos. Lo que hizo diferente a esta película, frente a otras propuestas similares, fueron las interpretaciones de las protagonistas y la elección del director Peter Traynor de concentrarse más en la tensión y el suspenso en lugar de la violencia gráfica. La remake de Roth básicamente es la versión incompetente de la película original. El director de Hostel tomó la misma historia de 1977 con la intención de adaptarla en la cultura del siglo 21, donde tienen un rol importante las redes sociales. Roth comienza muy bien la película con la presentación de los personajes principales y la construcción del conflicto. Lamentablemente el film luego se hunde por completo cuando entran en juego las psicópatas interpretadas por dos actrices malísimas como Lorenza Izzo (la esposa de Roth) y Ana de Armas. Más allá de no tener ningún tipo de talento para interpretar roles de este tipo, ambas chicas generaron que las villanas se vean como un par de retardadas irritantes en lugar de darle vida a los personajes aterradores que debieron ser. En las escenas en la que debían que actuar como desequilibradas mentales las actuaciones son terribles y esto aniquiló el film. Sumado al hecho que sus acciones no tienen ningún tipo de sentido, ya que el director se limita a retratarlas como dos jóvenes sádicas que torturan a un hombre porque tienen tiempo libre, el film es una versión extremadamente estúpida de lo que fue la producción original. Sandra Locke y el realizador Peter Traynor fueron los productores ejecutivos de esta remake y también hay una breve cameo de Colleen Camp, pero esta nueva versión terminó siendo otra película olvidable de Eli Roth. A diferencia de los filmes de Hostel el director esta vez relegó a un segundo plano la violencia gráfica y el gore para concentrarse en los aspectos psicológicos del conflicto, sin embargo el film no termina de funcionar debido a las interpretaciones pobres de las protagonistas y la numerosas situaciones tontas que presenta el argumento. Inclusive la actuación de Keanu Reeves es pobre y en las escenas en que lo torturan sus reacciones generan risa cuando debería suceder lo contrario. El lado peligroso del deseo logra ser entretenida por lo mala que es y ese no es precisamente un motivo sólido para recomendar su visión en el cine.
Pese a que sus producciones fueron evolucionando desde los aspectos visuales, los filmes todavía se ven precarios cuando se los compara con otras propuestas independientes que se hacen en Europa o Sudáfrica. Sin embargo, en trabajos anteriores como fueron las películas de Gaturro y Don Gato brindaron propuestas amenas que estaban sostenidas por una historia decente. Por el contrario, Guardianes de Oz es esa clase producciones insufribles que los niños de cuatros años (con un poco de suerte) pueden entretenerse mientras los padres miran la hora en el celular cada cinco minutos. Jorge R.Gutiérrez, el director de esa gran película subestimada que fue El libro de la vida, en este caso trabajó como guionista y destruyó por completo todos los elementos atractivos que tienen los personajes de Oz. Como suele ocurrir con los guiones de Anima Estudios la trama está construida con chistes tontos y un conflicto de aventuras trillado que ya se vieron en centenares de películas infantiles, donde no falta por supuesto la prédica de algún mensaje moralista. Además de distorsionar el concepto de los monos voladores de Oz, que siempre fueron antíhéroes y no villanos como se los presenta en esta historia, Gutíerrez no hace nada creativo con un universo de ficción maravilloso con el que debería ser imposible aburrirse. El artista mexicano presentó una labor más decente en los simpáticos diseños de los personajes que creó que contribuyeron a darle un poco más de personalidad a este trabajo de Anima. Con un guión decente este film podría haber sido mucho mejor, pero como es una propuesta infantil nadie le da importancia a estas cuestiones mientras los padres paguen la entrada al cine.
Ricki y The Flash es el nuevo film del director Jonathan Demme (El silencio de los inocentes, Filadelfia), quien después de once años volvió a trabajar para los grandes estudios de Hollywood luego de la remake de El mensajero del miedo, estrenada en el 2004. Sus últimas películas, El casamiento de Raquel (2008) y A Master Builder (2013), una adaptación de la obra de teatro homónima de Henrik Ibsen, fueron proyectos independientes que no tuvieron gran difusión. En este caso Demme hizo este entretenido film para Sony cuyo principal atractivo es la presencia de Meryl Streep. Ricki Rendazzo (Streep) es una estrella de rock clase B que sacrificó su vida familiar para desarrollar su verdadera vocación y cumplir el sueño de ser una artista. Si bien nunca se hizo famosa, llegó a grabar un disco y es feliz tocando con su banda en un bar aunque tenga un público de 12 personas. El conflicto principal de esta historia, que concibió la guionista Cody Diablo (Juno), es muy interesante y se centra en el enorme precio que la protagonista pagó en su vida para seguir adelante con su sueño. Luego que su hija intenta suicidarse, a raíz de su divorcio, Ricky vuelve a conectarse con su hijos, quienes en la actualidad tienen un vago recuerdo de su madre ya que fue una figura ausente durante su crianza. La idea de la trama es muy buena pero nunca termina de ser desarrollada por el director Demme, quien prefirió hace un film más light y predecible donde su foco de atención se centró en las escenas musicales. Con Ricky y The Flash se da una situación muy particular y es que la cualidad más atractiva de esta propuesta es al mismo tiempo uno de los aspectos más flojos de la película. Si bien Meryl Streep es la principal razón por la que este film consigue ser entretenido, su interpretación de una estrella de rock resultó muy inverosímil. Cuesta muchísimo creerle que es una rockera cuando el personaje es retratado como una caricatura y Ricki parece la hermana gemela de Pomelo, el glorioso músico de Diego Capusotto. La representación que se hace de la artista es demasiado exagerada y por esa razón no es sencillo comprarle este rol a Streep. Estrellas maduras de la música como Pat Benatar, Suzie Quatro, Cherie Currie o Patti Smith en la actualidad no viven las 24 horas del día como rockeritas reventadas, sino que son personas comunes y corrientes que tiene una vida normal cuando están fuera del escenario. Podrán haber tenido un comportamiento extravagante durante su juventud pero a los 60 años son mujeres mucho más centradas. El personaje de Ricki vive continuamente en pose y su rebeldía artificial parece más un gran problema de inmadurez. Meryl Streep logra que el personaje sea divertido, como lo es Pomelo es los sketches de Capusotto, pero no deja de ser una interpretación exagerada e inverosímil de los músicos de rock . La interacción entre los actores, especialmente las escenas que comparte la protagonista con Kevin Kline y Mamie Gummer (la hija de Streep en la vida real), brindan buenos momentos si bien el conflicto dramático que ofrece el film nunca llega a ser explotado. Quedará la duda si esto fue un problema del guión de Cody Diablo o el director Demme se vio obligado a editar la trama por obligación del estudio, para que la película tuvieran una duración de 101 minutos. A Ricki y The Flash le faltó un mayor desarrollo en la relación de los personajes. Hacia el final todo se resuelve demasiado rápido y el espectador nunca llega a conocer a fondo a la protagonista y sus familiares. Las escenas musicales terminaron siendo mucho más atractivas que el trillado drama sobre familias disfuncionales que el director Demme presentó en este trabajo. De todos modos la película logra ser entretenida y se deja ver por Meryl Streep, pese a que la historia nunca consigue explotar el potencial que tenía. EL DATO LOCO: Una particularidad de este film es que la banda que acompaña a la protagonista está conformada por artistas famosos del mundo de la música. Rick Springfield (guitarra): Una de la revelaciones actorales de esta película que fue muy famoso en la década del ´70 y comienzo de los años ´80. Su canción "Jessie´s Girl" fue un gran éxito internacional en 1981 y su popularidad llevó al artista a incursionar en la actuación. En Argentina es más conocido por haber sido el protagonista de la serie policial de los ´90, Marea Alta, que se emitió por Canal 13. Rick Rosas (bajo): Histórico colaborador de Neil Young, quien ya había trabajado con Jonathan Demme en los documentales que el director hizo en estos últimos años sobre el músico canadiense. Rosas falleció el año pasado poco después de la filmación de Ricky y The Flash y por ese motivo Demme le dedicó la película. Joe Vitale (batería): Uno de los miembros más famosos de la banda Eagles, quien también trabajó muchos años con Crosby Still & Nash. Bernie Worrell (teclados): Legendario fundador de la banda Parliament-Funkadelic que además colaboró muchísimo con los Talking Head. Worrell previamente había trabajado con el director Demme en el documental de 1984, Stop Making Sense que registró un famoso concierto de la banda de David Byrne.
Junto con The Babadook, Te sigue es probablemente una de las películas relacionadas con temáticas de terror más elogiadas de los últimos años. Algo que le terminó de jugar en contra a ambas producciones porque desde los medios se proyectan a los espectadores expectativas enormes que después no terminan de ser cumplidas. En estos días donde el cine de horror se encuentra en un estado de agonía la aparición de este tipo de filmes se celebran y hay que verlos más allá que no sean las obras maestras perfectas que indican las críticas vende humo. Te sigue en realidad un thriller con elementos sobrenaturales que tienen algunos momentos aterradores por la temática del conflicto y los climas de tensión que construyó el director David Robert Mitchell. Esta es su segunda película desarrollada dentro del cine independiente, luego de la Lértora movie,The Myth of the American Sleepover, una historia de adolescentes que hizo en el 2010. El concepto de Te sigue se nutrió claramente del cine de horror de los años ´70 , muy especialmente los primeros trabajos de David Cronenberg, como Shiver (1975), Rabid (1977) y The Brood (1979) y Halloween (1978) de John Carpenter. De Cronenberg toma la temática y el concepto de que la maldición que afecta a los protagonistas se genera a través del sexo, mientras que el espíritu de los clásicos de Carpenter está muy presente en el estilo narrativo del director. Al igual que The House of the Devil, de Ty West, que fue otra película retro que evocaba el cine de terror de los años ´80, el trabajo de Mitchell requiere cierta paciencia del espectador. Esto no es Annabelle (por suerte) donde tenés escenas de susto trilladas cada cinco minutos y el director se toma su tiempo para desarrollar el conflicto. Micthell hizo un gran trabajo al evitar la mayor cantidad de clichés posibles y genera muy buenos momentos de suspenso con el modo en que utilizo la música que es brillante. Un gran trabajo del artista Disasterpeace. Algo que le juega en contra a Te sigue son determinados aspectos de la trama a los que les faltó un poco más de elaboración en el guión. La mitología de la infección y su origen no tuvo mucho desarrollo y por esa razón hay varios momentos y situaciones de este film que no terminan de cerrar demasiado. Considerarla una obra maestra y uno de las películas más aterradoras de las últimas décadas como expresaron algunos críticos es una enorme exageración que no resiste demasiado análisis. Antes las porquerías que estamos a acostumbrados a encontrar en la cartelera mensualmente es una muy buena propuesta que vale la pena tener en cuenta, sin embargo, no se deben crear falsas expectativas. Te sigue no es un film de vanguardia que pueda generar un cambio importante en el género, pero al menos cumple en brindar un cuento interesante que merece su visión.
Shaun: El cordero es uno de los mejores estrenos de animación que pasaron por el cine este año y aporta otra gran película a la filmografía del estudio inglés Aardman. Una compañía que no desilucionó hasta ahora con las producciones que brindó para el cine, especialmente cuando trabajan las historias a través de la animación stop motion. A diferencia de ¡Piratas! una gran película del 2012 que no tuvo suerte en los cines, la aventura de la oveja Shaun está más dirigida a un público familiar y puedes ser disfrutada por espectadores de distintas edades. Este trabajo de Richard Starzak y Mark Burton captura con mucha precisión el espíritu de los viejos cortos animados de Nick Park, donde surgieron estos personajes en la década del ´90. En el caso de Starzak, quien fue responsable de los efectos especiales del famoso video de Peter Grabriel, Sledgehammer, es el artista que más trabajó con el personaje de la oveja, ya que se dedicó a desarrollar la exitosa serie de televisión que sigue vigente desde el 2007. Shaun en esta ocasión vive una aventura mucho más épica cuando debe viajar a la ciudad junto con sus compañeros de la granja para rescatar a su dueño. Por lo general los cortos de la oveja se desarrollan en un ambiente rural donde intervienen pocos personajes. Para esta película Starzak y sus colaboradores tuvieron que crear escenarios más ambiciosos con el objetivo de darle vida a la ciudad donde se desarrolla el conflicto. Como suele ser cotidiano en los trabajo de Aardman siempre llaman la atención los numerosos detalles que presenta la animación en la ambientaciones y el diseño de los personajes. Sin utilizar diálogos y un manejo extraordinario del humor, que por momentos remite a los viejos cortos de Tex Avery, la película presenta una excelente comedia de enredos donde no hay una sola escena desperdiciada. El film de Shaun logra ser entretenido desde los primeros minutos y la narración no tiene baches. Por el contrario, la historia se vuelve cada vez más desopilante a medida que la situación de los protagonistas se complica. La escena en que las ovejas se visten como humanos y entran a comer en un restaurante elegante es probablemente uno de los mejores momentos cómicos que ofreció la cartelera de cine este año. Es importante destacar también la excelente música de Ilan Esshkeri que jugó un papel muy importante en esta producción, ya que ante la ausencia de diálogos la banda sonora se convirtió en un elemento clave en la narración de la historia. No sería nada raro que el año que viene Shaun termine nominada al Oscar en la categoría de Mejor Película Animada porque tiene todos los méritos para destacarse entre lo mejor del 2015 en este género.
Si algo dejan en claro los antecedentes de estas últimas décadas es que el cine y los videos juegos no van de la mano. El video juego logró nutrirse del cine para brindar experiencias interactivas más cinematográficas, pero en Hollywood hasta ahora no lograron hacerle justicia a este tipo de entretenimientos. Ya sea porque no le encuentran la vuelta o los productores no entienden estas propuestas, los filmes basados en juegos tienden a ser un desastre. Demasiadas producciones mediocres que quedaron en el olvido como Street Fighter, Double Dragon, Mortal Kombat, Alone in the Dark, Max Payne, Super Mario Bros y Wing Commander, por mencionar algunos casos. Silent Hill dentro de todo (la primera entrega) fue una película decente que se deja ver pero el resto fueron malísimas. El caso de Hitman es especial porque en lo personal creo que jamás debió ser adaptado en el cine. Como video juego puedo entender que mucha gente se enganche con esto pero en la pantalla grande no termina de funcionar por la naturaleza del personaje. La primera película fue horrenda y este nuevo relanzamiento si bien presenta algunos elementos técnicos un poco más destacables, en general es una producción mediocre del cine de acción hollywodense. Recomendar Hitman: Agente 47 significaría subestimar de manera estúpida el género. Mientras en Indonesia el director Gareth Evans con un millón de dólares hizo una obra maestra como The Raid, los estudios Fox invirtieron 35 millones de dólares para este estreno y brindaron en los cines una película pobre que nadie recordará a fin de año. El gran problema que tiene Hitman es el propio Hitman. El personaje es un bodrio absoluto y nuevamente quedó claro que no le da el cuero para llevar adelante una historia en la pantalla grande. Puede funcionar en una consola pero el cine es otra cosa. Si a este film no le incluían un personaje femenino más fuerte la trama era insostenible porque el Agente 47 te aniquila con el aburrimiento. Es un personaje insulso, sin ningún tipo de carisma al que le sale todo bien. Siempre acierta sus disparos y en los combates cuerpo a cuerpo vence a sus enemigos con facilidad. Muchos me dirán que James Bond es similar, pero al menos tiene carisma, cuando es interpretado por el actor correcto. Hace mucho que 007 no aparece en la pantalla grande, pero ese es otro tema. Como mencioné anteriormente, la nueva película de Hitman presenta algunas mejorías en comparación con la producción del 2007. La dirección en este caso corrió por cuenta de Aleksander Bach, un realizador de comerciales que debutó en el cine con este trabajo. El film está bastante cuidado en los aspectos visuales y Bach tuvo como colaborador en las secuencias de acción a Davd Leitch, uno de los directores de John Wick, quien se encargó de elaborar las escenas de tiroteos y peleas. Momentos que desde lo técnico están muy bien logrados pero que terminan desdibujados ante la falta de una historia atractiva y la inclusión de un antihéroe que te hace bostezar. En consecuencia, la película ofrece bastante acción pero no transmiten ningún tipo de emoción porque las escenas terminan siendo un frío collage de tiroteos y peleas. Tampoco ayudó el abuso de la animación computada en la secuencias más ambiciosas que hacen que ese tipo de momentos se vean sumamente artificiales. Rupert Friend (el nuevo Hitman) y Hannah Ware (Oldboy) remaron con mucho profesionalismo dos personaje predecibles e insulsos a lo que no es fácil darles vida. La verdad que como propuesta de acción esta película no vale la pena la entrada al cine. Quienes tengan curiosidad pueden esperarla tranquilos por la televisión que no se perderán nada importante. Los seguidores del género que busquen un entretenimiento de mayor calidad pueden conseguir Firestorm (2013), tremenda película china con Andy Lau (que es lo mejor que brindó ese país en el último tiempo) o ver la semana que viene en el Festival de Cine Coreano, La jugada maestra, del director Jo Bum-hu. Cine de acción en serio para quienes disfrutan este tipo de historias
Sinister fue una de las sorpresas que brindó el cine de terror en el 2012. Sin ser una obra maestra, el film presentó un cuento de terror decente que estaba muy bien narrado por el director Scott Derrickson y contaba además con un inusual trabajo de Ethan Hawke, quien no había explorado este género en su filmografía. La película funcionó muy bien en los cines y los productores enseguida se pusieron a trabajar en esta continuación que terminó siendo la versión estúpida de la historia original. La primera entrega se concentraba en los aspectos psicológicos del conflicto y evitaba las escenas de susto trilladas con el propósito de hacer más atractiva la narración de la trama. En la continuación sucedió exactamente lo contrario. El nuevo director, Ciaran Fox, expone de manera tonta todos esos elementos que en el episodio anterior se trabajaron con misterio y eso aniquiló a esta continuación. Sinister 2 básicamente es una película de terror sin escenas de terror. Los niños macabros que antes generaban intriga perdieron por completo su atractivo, ya que es director los expone continuamente en el film desde los primeros minutos. Algo similar ocurre con las cintas de filmación que eran un elemento aterrador de la primera película y ahora se convirtieron en escenas bobas. Los productores creyeron que al incorporar situaciones más violentas obtenían un mejor film y sucedió exactamente lo contrario. En una de las filmaciones llegaron al extremo de idiotez de mostrar a una familia devorada por un cocodrilo de animación computada que encima se nota que es digital. La continuación es tan diferente al trabajo de Derrickson que daría la sensación que el nuevo director ni siquiera vio la película original. Por otra parte, Sinister 2 no hace absolutamente nada por expandir o desarrollar el misterio del Bughuul, quien en esta película es una nabo que se convierte en un elemento más de utilería. Lo único rescatable de este film es la interpretación de Shannyn Sossamon (Corazón de caballero), quien se destaca claramente como lo mejor de esta producción. Toda la subtrama que tiene su personaje relacionada con la violencia doméstica termina siendo mucho más interesante que el conflicto principal de terror que es tonto y predecible. La realidad es que Sinister nunca necesitó una continuación y los productores la hicieron para explotar el suceso del primer film sin preocuparse demasiado en brindar un buen producto. El resultado fue otro estreno decepcionante de un género que sigue estancado en una importante crisis creativa.
En 1964 el estreno de Goldfinger en los cines representó el primer blockbuster importante de la saga de James Bond y estableció en Hollywood la manía por las historias de agentes secretos. Luego del enorme éxito que tuvo el mencionado film aparecieron numerosos clones de Bond y parodias que trabajaban este tipo de personajes desde el humor. El agente de C.I.P.O.L. fue parte de esta movida y sobresalió en su momento por brindar una propuesta diferente dentro de este género, en lugar de limitarse a copiar a 007 como hacían otros programas de televisión. La paradoja de esta cuestión es que Ian Fleming, el padre literario de James Bond, fue el responsable de crear el concepto de la serie y el personaje principal, Napoleón Solo. La serie originalmente se iba a promocionar como Ian Fleming´s Solo pero el productor Albert Broccoli, responsable de la saga Bond, impidió que se utilizara el apellido del escritor ya que no quería que el programa terminara asociado con su franquicia. El primer episodio se concentraba en las aventuras del agente noteamericano Solo, interpretado por Robert Vaughn. Sin embargo, la buena recepción que tuvo después la aparición del soviético Illya Kuryakin (David McCallum) cambió por completo el concepto del programa. En cierta manera El agente de C.I.P.O.L. fue un gran precedente en Hollywood de lo que más tarde sería el subgénero de la Buddy Movie. Un concepto creado por Akira Kurosawa en el film policial Stray Dog, en 1949, que fue la producción pionera en presentar a dos personajes con personalidades opuestas que tenían que unirse para resolver un crimen. En el caso de esta serie, el norteamericano tenía que lidiar con el ambiguo y misterioso Kuryakin, quien despertaba en el público muchísima atracción por esas características. La adaptación para el cine que presenta el director Guy Ritchie respeta bastante el espíritu original del programa al mismo tiempo que evoca la clase de thrillers de espionaje que se hacían en Hollywood en los años ´60. El director tuvo el buen juicio de evitar parodiar el cine de Bond para desarrollar una trama que retrata el estilo de conflictos que ofrecía la serie. Lo mejor de la película pasa por la buena dupla que formaron Henry Cavill y Armie Hammer, quienes lograron sacar adelante con sus trabajos un argumento trillado que carece encima de villanos atractivos. Hammer capturó muy bien la personalidad misteriosa de Kuryakin y Cavill por su parte sorprende con una faceta más humorística que no había podido explorar en sus trabajos anteriores. El film presenta la mayoría de los elementos clásicos del cine de Guy Ritchie, donde sobresale la fotografía, la excelente banda de sonido y la edición no lineal que el director utiliza de manera creativa para darle un condimento más interesante a la trama. El gran punto débil que tiene El agente de C.I.P.O.L. pasa por el tratamiento de la acción que es bastante pobre. Sobre todo porque detrás del film hay un realizador como Ritchie del que se podía esperar algo mejor. En defensa del cineasta es menester recordar que esta película la hizo con las manos atadas, ya el estudio quería que el film fuera accesible para el público adolescente desde los 14 años. Por consiguiente, nos encontramos ante el primer trabajo aséptico de la filmografía de Ricthie. Como en los viejos episodios de la serie Brigada A hay peleas y disparos sin sangre, ya que el tono de la violencia fue muy moderado por esta cuestión. Ritchie inicia el film con una gran persecución donde se conocen los protagonistas que está impecablemente realizada. Lamentablemente ese es el único momento destacable de esta producción, ya que el resto de las escenas de tiroteos y peleas son genéricas y aburridas. Después de ver este año filmes espectaculares como John Wick y Misión Imposible 5, el nuevo trabajo de Guy Ritchie en materia de acción es completamente olvidable y ni siquiera está a la altura de estas producciones mencionadas. La película no es mala, logra ser entretenida y zafa por los protagonistas, pero es una propuesta que se desvanece enseguida del recuerdo a la salida del cine.
El payaso del mal es un proyecto que nació como un chiste en internet y demuestra el enorme poder que tienen las redes sociales en estos días. En el 2010 el director de publicidades John Watts y su amigo Christopher Ford hicieron un trailer falso sobre la historia de un payaso asesino y lo subieron a You Tube. El clip duraba 77 segundos y hacia el final se anunciaba que la película era una producción de Quentin Tarantino y Eli Roth. Una mentira burda que formaba parte del chiste. Eli Roth vio el video y decidió producir en serio el film que se convirtió en la ópera prima de Watts. Un director desconocido que entró a Hollywood a partir de un chiste en You Tube y terminó siendo elegido por Marvel para realizar la próxima película de Spiderman. El payaso del mal tiene su mayor fortaleza en la primera parte de la trama, cuando el director desarrolla el conflicto como un thriller con elementos sobrenaturales. El enigma del traje maldito que se adueña del espíritu de la persona que lo usa es atractivo y el film presenta un buen trabajo en la construcción del misterio. La película luego se vuelve más predecible cuando la dirección de Watts se enfoca de lleno en el subgénero slasher. Obviamente no faltan los momentos sangrientos que le recuerdan al espectador que Eli Roth es el productor de esta propuesta. El payaso del mal la verdad no es una gran película de terror que merezca su visión en el cine, pero ante tantas historias de cintas perdidas y exorcismos al menos llegó a la cartelera una producción clase B que va por otro lado.
Revancha representa la primera incursión en el drama de Antoine Fuqua, un realizador que hasta la fecha siempre estuvo asociado con el género de acción. Desde su debut a fines de los ´90 con The Replacement Killers (Chow Yun-fat), los estudios de Hollywood siempre lo convocaron para brindar propuestas de ese estilo como Día de entrenamiento, Lágrimas del sol, Shooter, Ataque a la Casa Blanca y más recientemente El justiciero, con Denzel Washington. Como hizo en el 2004 con Rey Arturo, en esta ocasión el director se tomó un descanso de los tiros y las intrigas policiales para hacer algo diferente. Revancha no era un proyecto sencillo de desarrollar ya que la historia se relaciona con el boxeo, un deporte que cuenta con un subgénero aparte. Desde los orígenes del séptimo arte las historias de pugilistas siempre capturaron la atención del público y ninguna otra disciplina brindó tantas películas como el boxeo. En consecuencia, no es sencillo narrar este tipo de historias debido a la enorme cantidad de antecedentes que existen. Salvo que se trate de alguna biografía en particular como fue Cinderella Man (Russell Crowe), Alí o más recientemente The Fighter (Christian Bale), los relatos de ficción suelen ser bastantes similares. En este punto encontramos la mayor debilidad de Revancha, que reúne todos y cada uno de los lugares comunes que se te puedan llegar a ocurrir en materia de cuentos de boxeadores. Pese a todo, el director Fuqua logró brindar una propuesta que entretiene y se disfruta gracias al reparto de primer nivel que tiene esta producción. Las interpretaciones de los protagonistas, muy especialmente las de Jake Gyllenhaal y Forest Whitaker, son lo que generan que el film valga la pena. Gyllenhall en este caso interpreta a Billy Hope, un personaje que parece haberse escapado del universo de ficción de Alejandro González Iñárritu debido a todas las tragedias y miserias que sufre a lo largo de la historia. El apellido del personaje por momento parece una chiste de los guionistas. A través del boxeo Billy finalmente encuentra una oportunidad para encaminar su vida y redimirse antes los errores que cometió. El director Fuqua hizo un gran trabajo con las secuencias de box, que para variar, tomaron como referencia algunos episodios de Rocky. La estrategia de combate que planifican Gyllenhaal y Whitaker en la pelea final, por ejemplo, es muy similar a lo que hizo Sylvester Stallone en Rocky 2 y 3. Revancha no es lo mejor de las filmografías del director y su protagonista pero es un drama deportivo que se deja ver si te atraen este tipo de historias