Khumba es la segunda película de la productora Triggerfish, que previamente realizó Zambezia, estrenada el año pasado en los cines argentinos. Un estudio de Sudáfrica que en el último tiempo logró hacer filmes que consiguieron distribución internacional. Esta película tuvo un costo de 20 millones de dólares que es apenas una parte de lo que suelen invertir los estudios de Hollywood en las capañas publicitarias de sus producciones animadas. Para ser un propuesta de bajo presupuesto, teniendo en cuenta los números que se manejan en este género, Khumba consigue brindar un decente producto infantil. Al igual que Zambezia el film sobresale por la elaboración de los coloridos escenarios que capturan muy bien la belleza de los paisajes africanos. Una opción ideal para chicos de entre cinco y ocho años que probablemente se aburrirán con El inventor de juegos, ya que apunta a un target de espectadores más grandes. Si hay algo para objetarle a este film es el enfoque con el que desarrollaron la historia. Los artistas de Triggerfish ya demostraron después de dos películas que con bajos presupuestos pueden hacer producciones dignas en materia de realización. Ahora deberían tratar de conseguir una identidad propia en sus trabajos en lugar de copiar a las películas hollywoodenses. Una debilidad de Khumba es que toma demasiados elementos de El Rey León en lo que se refiere al perfil de muchos personajes y es en esos aspectos donde la película se debilita por su falta de originalidad. Por ese motivo creó que Zambezia fue un poco mejor. Al margen de esta cuestión, este film independiente de Sudáfrica cumple con el objetivo de brindar un buen entretenimiento para los más chicos.
Habemus terror en el cine. Finalmente después de tantas frustraciones con películas mediocres llegó un estreno que por lo menos se puede recomendar para disfrutar en la pantalla grande. No es una obra maestra, pero ofrece un film bien hecho que logra entretenerte durante una hora y media con una historia de este género. Oculus es una producción independiente del director Mike Flanagan, quien había realizado Ausencia, estrenada en Argentina en el 2013. Otra película de terror interesante que cosechó premios en varios festivales de cine. Su nuevo proyecto es muy atractivo porque logró brindar algo distinto con la explotada temática de hechos paranormales. Flanagan hizo un gran trabajo con la narración y evitó los clásicos clichés de este tópico para abordar la trama desde otro lugar. En Oculus, el terror y la tensión se enfocan en los aspectos psicológicos del conflicto, más que el impacto visual barato que se apoya en apariciones de fantasmas y objetos que se mueven solos. La historia presenta un concepto muy sencillo. Dos hermanos se proponen destruir un espejo maldito que fue responsable de la muerte de sus padres, entre otras personas. A partir de esta idea el director presenta dos líneas argumentales diferentes que se desarrollan de manera paralela y de a poco van confluyendo en un mismo conflicto. Un aspecto interesante de este film en el que sobresale también la labor de Mike Flanagan en la edición, donde consiguió construir una narración muy clara y dinámica que permite que el espectador no se pierda entre tantos saltos temporales. Me quedó la sensación que la trama que se desarrolla en el pasado resultó un poquito más sólida, debido a las interpretaciones de Katee Sackhoff (Battlestar Galactica) y Rory Cochrane (Argo), quienes tienen más oficio que los actores jóvenes que protagonizan el arco argumental del presente. Más allá de esta cuestión, la película está muy bien hecha, no abusa de los efectos especiales y consigue que la trama sea atractiva de ver hasta el final. Algo en lo que fallaron la gran mayoría de los estrenos de horror que llegaron al cine este año. Oculus por lo menos resultó una buena producción que pueden tener en cuenta aquellos que busquen una propuesta de este género.
Pese a la enorme cantidad de buenas historias que se pueden encontrar en la literatura argentina dedicada a los chicos, el cine nacional siempre ignoró por completo estas propuestas. En otras partes del mundo lograron adaptar con éxito novelas populares que brindaron excelentes películas familiares. Suecia lo hizo con el clásico de Astrid Lidgren, Ronja, la hija del bandolero (1984), Alemania con Momo (1986), basada en la novela de Michael Ende y ni hablar los norteamericanos que no dejan pasar una en esta cuestión. En Argentina, al margen de los trabajos realizados en la animación, es muy difícil encontrar una buena producción para chicos que merezca su recomendación. En los años ´70 y ´80 se hicieron algunas cosas, pero eran horribles y presentaban argumentos mediocres. Parece que de a poco esta situación empieza a cambiar. El año pasado se estrenó la adaptación cinematográfica de Caídos del mapa y ahora le tocó el turno a El inventor de juegos, la novela juvenil de Pablo De Santis. A través de una co-producción internacional entre Argentina, Colombia, Venezuela e Italia lograron desarrollar un producto de calidad que reunió muy buenos artistas. La dirección corrió por cuenta del argentino Juan Pablo Buscarini, quien previamente había realizado El ratón Pérez y El arca. En este caso trabajó un argumento menos infantil dirigido a espectadores mayores, a partir de los 10 años, que son los que van a disfrutar mejor esta historia. La película es una de las producciones más ambiciosas que se hicieron dentro de este género en nuestro país y presenta sus mayores virtudes en los aspectos técnicos. Bucarini contó con excelentes colaboradores como el director de fotografía Roman Osin, quien había trabajado en Orgullo y prejuicio (Keira Knightley) y el diseñador de producción Dimitri Capuani, cuya labor se destacó en Pandillas de Nuevas York, Regreso a Cold Mountain y El príncipe de Persia. El trabajo de Capuani, especialmente, es fabuloso y me encantó la manera en que usó las locaciones de La República de los Niños, de la ciudad de La Plata, y las ambientaciones que creó para el tercer acto de la trama, que se desarrolla dentro de un barco. Es loco porque este film fue filmado íntegramente en Argentina pero el reparto está conformado en su mayoría por actores extranjeros. El rol protagónico quedó a cargo de David Mazouz (el joven Bruce Wayne de la serie Gotham), quien en este caso trabajó junto a Mega Charpentier (la nena del film de terror Mamá) y veteranos como Ed Asner (una leyenda de la comedia norteamericana), Joseph Fiennes y Tom Cavanaugh (El oso Yogi). Entre los actores argentinos aparecen en roles muy secundarios Alejandro Awada y Vando Villamil. En la versión doblada al castellano las interpretaciones quedaron más equilibradas con el doblaje latino. Aunque la trama juega por momentos con cierto realismo mágico, el conflicto central se enfoca a pleno en las aventuras de misterio más que en la fantasía. Una historia que además transcurre en un mundo particular, donde los avances tecnológicos e internet no tienen cabida y los juegos de mesa son los entretenimientos más atractivos para los chicos. El inventor de juegos es un film ameno y entretenido que consiguió brindar una propuesta familiar bien realizada. Motivos más que suficientes para alentar su recomendación.
Llegué a la conclusión que hay más chances de encontrar el Santo Grial que una película de terror recomendable en los cines. El género se convirtió en el cuento de la buena pipa donde cuesta bastante ver una historia que por lo menos sea entretenida y no te aburra con los mismos argumentos de siempre. La invocación sigue por este camino. Una familia se muda a una casa donde años atrás falleció una persona de manera violenta y otra vez el fantasmita empieza a perseguir a los protagonistas. A esta altura como ya renuncié a las expectativas de ver algo bueno en este género me limito a buscar elementos positivos. ¿La historia es terriblemente mala? No. Vimos cosas peores en el último tiempo. Este film fue dirigido por Marc Carter, responsable del documental Orígenes secretos: La historia de DC Comics, y con esta producción debutó en la ficción. Carter hizo un muy buen trabajo en la presentación del conflicto. En los primeros 15 minutos supo crear la tensión necesaria para hacer atractiva la historia. Algo que está sostenido por una muy buena la labor en las ambientacioes de los escenarios y la fotografía. En un comienzo La invocación parece una prometedora historia de casas embrujadas, pero con el transcurso del tiempo los elementos atractivos que tenía la trama se van diluyendo y se vuelve bastante aburrida. Hay un par de momentos de sustos que me parecieron bien logrados, pero en general nos encontramos ante un film desapasionado, cuyo conflicto no va a ninguna parte y por eso termina siendo decepcionante. Es una lástima porque tiene algunos méritos en los aspectos técnicos y las interpretaciones del reparto son convincentes, pero me parece que le faltó un director que estuviera realmente interesado en trabajar este género. Tampoco ayudó demasiado que el argumento sea muy parecido a la trama de la primera temporada de la serie American Horror Story que brindó un producto superior. Si la enganchás en la televisión tal vez la remás hasta el final, pero para verla en el cine la verdad que no vale la pena.
Transcendence representa la ópera primera de Wally Pfister, el director de fotografía con el que suele trabajar Christopher Nolan, quien probablemente desarrolló una de las óperas primas más caras en la historia del cine. 100 millones de dólares tuvo como presupuesto este film que es un gran desperdicio de artistas talentosos y recursos. Por la historia que tenían para contar tranquilamente la podía haber hecho por mucho menos dinero. El director Pfister presenta un relato aburridísimo sobre la inteligencia artificial y el abuso de la tecnología que el film de culto El cortador de césped (The Lawnmower Man), de 1992, con Pierce Brosnan, ya había trabajado en su momento con un enfoque argumental mucho más interesante y entretenido. Una producción que costó apenas 10 millones de dólares, que es la mitad de lo que le pagaron a Johnny Depp por brindar otra interpretación olvidable y desapasionada. En el último tiempo parecería que el actor trabaja en estado de coma, como si hubiera perdido todo interés por el cine. Si bien el tema de la inteligencia artificial está bastante quemado en el género de la ciencia ficción, cada tanto aparecen propuestas que le encuentran la vuelta al desafío de hacer algo diferente. Lo pudimos ver este año con Her, de Spike Jonze, que fue una gran película que abordaba esta misma cuestión. Transcendence se plantea como un thriller futurista pero durante los 119 minutos que dura este estreno el director Pfister nunca logra generar tensión o grandes momentos de suspenso con el conflicto que trabaja. La película está muy cuidada desde los aspectos visuales, pero la trama es densa y ni siquiera explora con profundidad los temas que aborda el argumento. Johnny Depp adorna los afiches promocionales con su rostro pero en la película no aporta nada y tampoco presenta mucho entusiasmo en la interpretación de su personaje. Lo mismo ocurre con Morgan Freeman, Rebecca Hall y Cillian Murphy, tremendos artistas, que están completamente pintados en este conflicto. Paul Bettany es el único miembro del reparto que logra sobresalir un poco más dentro de las posibilidades que le brindaba el guión. Si se tiene en cuenta el elenco reunido y el presupuesto que tenía disponible Pfister, su debut como director deja bastante que desear. La idea de la trama no estaba mal, el problema es su ejecución que la terminó por convertir en un bodrio.
Una película que trabaja una de las temáticas más trilladas en la historia del cine. Si nos referimos a filmes románticos donde alguno de los protagonistas tiene cáncer tenés para escoger una lista enorme de producciones realizadas en las últimas décadas. El superclásico indiscutido obviamente es Love Story, con Ryan O´Neal y Ally MacGraw, que literalmente hizo llorar al mundo entero en 1970. Una propuesta que en su momento además consolidó el denominado "chick flicks" (películas para chicas) en el cine norteamericano. Desde entonces se hicieron infinidades de filmes con esta misma cuestión. Podemos citar Tierra de sombras (Anthony Hopkins), Seis semanas (Dudley Moore), Todo por amor (Julia Roberts), Mi vida (Michael Keaton), Reencuentro (Leonardo DiCaprio), Un amor para recordar (Mandie Moore), Otoño en Nueva York (Winona Ryder), Mi vida sin mí (Sarah Polley), Dulce noviembre (Charlize Theron) y más recientemente en el 2012, Now is good, con Dakota Fanning, quien interpretaba a una chica con leucemia que quería perder su virginidad ante de morir. Producciones que al pagar tu entrada en la boletería del cine te dan un puñal para que te lo claves en el pecho al final de la historia y mueras desangrado en la butaca. Bajo la misma estrella no ofrece nada nuevo ni original que no se haya hecho en los últimos 40 años con este tema. Sin embargo es un film que se disfruta por la extraordinaria interpretación que brinda Shailene Woodley (Divergente) en el rol protagónico y la dirección de Josh Boone. El realizador logró evitar la mayor cantidad de clichés posibles que se pueden encontrar en historias de este tipo y eso generó que el argumento sea mucho más llevadero. La trama es bastante emotiva pero nunca abusa del melodrama y los golpes bajos como ocurrieron con otras propuestas similares en el pasado. Algo que se agradece al director Boone porque estos filmes siempre son complicados de ver. La película está claramente dirigida a las chicas adolescentes y a Matías Lértora que también le encanta llorar con estas historias. De hecho, es el target de lectores que convirtió en best seller la novela de John Greene en la que se basa esta producción. Pensé que iba a ser peor esta película por el enorme desgaste que tiene este tema y la verdad que me encontré con una historia que logra engancharte con los personajes y la interpretación de los protagonistas. En materia de filmes sobre romances adolescentes creo que califica entre lo más decente que se estrenó en el último tiempo.
En el pasado la música jugó un papel destacado en varios trabajos de Clint Eastwood con distintos resultados. Primero en el bizarro western musical, La leyenda de la ciudad sin nombre (de 1969), con Lee Marvin, donde Clint cantaba en la historia. Un proyecto que hoy el actor prefiere borrar de su memoria. Luego brindó como realizador producciones superiores como Honkytonk Man (1982), donde interpretó a un artista de folk, y Bird (1988), la extraordinaria biografía del músico de jazz Charlie Parker. En Jersey Boys ofrece una adaptación cinematográfica del musical de Broadway que narró la historia del grupo The Four Seasons, quienes brindaron numerosas canciones exitosas en la década del ´60. Eastwood tomó el argumento del espectáculo teatral pero encaró la narración de la película como una biografía convencional que explora las distintas etapas en la carrera de estos artistas. John Lloyd Young, quien interpretó al cantante Frankie Valli en Boadway, volvió a trabajar el mismo rol en este film, cuyo elenco no presenta grandes figuras conocidas. Salvo por Christopher Walken en un papel secundario, el reparto se apoya principalmente en actores jóvenes que vienen del cine independiente. El tema con Jersey Boys es que Eastwood ofrece una biografía de manual sobre un grupo que más allá de haber brindado una serie de canciones exitosas en los años ´60 nunca llegó a trascender en el ambiente de la música con discos memorables. Los Four Seasons sonaban muy bien y brindaron temas divertidos pero no fueron los Temptations, quienes tuvieron una influencia clara y contundente en bandas que vinieron después. Frankie Valli, quien trabajó como actor en Los Soprano, tampoco fue un artista icónico como Johnny Cash o Ray Charles, cuyas historias de vida eran más atractivas para narrar en el cine. Por esa razón la película nunca llega a tener la potencia de Bird y otras biografías musicales que vimos en los últimos años. De hecho, Jersey Boys es un autohomenaje que se hicieron los integrantes de este grupo y como funcionó comercialmente en Broadway ahora realizaron la película. Caso contrario a ningún estudio de Hollywood se le hubiera ocurrido financiar una biografía sobre los Four Seasons, con el mayor respeto que merecen Valli y sus muchachos. Algo interesante del trabajo de Eastwood es que por lo menos le sacó el jugó a esos aspectos atractivos que tuvieron la carrera de estos artistas, como los vínculos con la Mafia y el modo en que se originaron esas canciones que los hicieron famosos. Inclusive la trama también incorpora la contribución del actor Joe Pesci (interpretado por Joey Russo), quien les presentó a los músicos un integrante que luego se convertiría en el principal compositor de esta agrupación. El punto débil del film es que se enfoca demasido en los problemas financieros de la banda y nunca desarrolla las historias personales de los artistas. Hacia el final uno de los protagonistas sufre una perdida familiar importante y nunca se explica que pasó con ese personaje y en que circunstancias falleció. Eastwood muestra el funeral y sigue adelante con otro tema, dentro de los abruptos saltos temporales que presenta Jersey Boys en su narración. En los aspectos técnicos en general la película es impecable, pero nunca llega a ser una producción apasionante, como ocurre con la miniserie de los Temptations que la enganchás en el cable en cualquier escena y te la quedás viendo hasta el final. Jersey Boys es una propuesta que funciona muy bien en el teatro donde se aprovechó mejor las canciones de los Four Seasons, mientras que en el cine terminó siendo una biografía decente.
Cómo entrenar a tu dragón 2 es la mejor continuación que brindó el cine de animación hollywoodense en mucho tiempo. En esta segunda parte nos encontramos con el vikingo Hipo (el protagonista), ya con 20 años de edad, donde vive una serie de experiencias y situaciones que eventualmente lo terminan por convertir en un hombre. La nueva película presenta un conflicto más intenso que se enfoca en el drama y la acción. Las situaciones graciosas esta vez quedaron relegadas a un segundo plano. El director Dean DeBlois expandió el universo de ficción creado en la primera entrega y desarrolló muy bien a los personajes que había presentado en el film del 2010. Se nota que la experiencia de este hombre junto a un maestro de la animación como Don Bluth (Un cuento americano) no fue en vano y aprendió de ese gran artista a cuidar los aspectos argumentales de estos filmes. Por esa razón las historias de Cómo entrenar a tu dragón terminan siendo muy superiores a otros proyectos recientes de Dreamworks como Turbo o Mi villano favorito 2. Otro aspecto interesante del trabajo del director es que logró combinar con éxito varias subtramas que confluyen muy bien en un conflicto central, algo atípico de ver en propuestas pensadas para el público infantil. Me encantó esta película porque retoma el espíritu de las producciones animadas de aventuras de los años ´80, que prácticamente desaparecieron en las últimas décadas, ya que los filmes hollywoodenses de este género se concentraron más en las comedias. En los campos más técnicos esta segunda parte sobresale principalmente por la acción, con secuencias mucho más elaboradas, además de un gran trabajo en el diseño de los escenarios, cuyos detalles se aprecian mejor en el formato de tres dimensiones. Un dato que no es menor, ya que en este caso los anteojos 3D tienen una finalidad en la visión del film. Dentro de la animación es muy difícil encontrar continuaciones de este nivel y por ese motivo Cómo entrenar a tu dragón 2 representa una cita obligada en el cine para cualquier amante de este arte. En materia de dibujos animados este es uno de los mejores estrenos del año.
Buenos vecinos más que una película es un parte médico que describe el estado de agonía en que se encuentra el género de la comedia en el cine norteamericano. Parecería que los grandes estudios fueron tomados por el club de fans de Jackass y no pueden desarrollar películas de este estilo sin repetir los mismos chistes sobre penes, pedos y drogas. No pasó un mes del estreno del último film de Seth MacFarlane que llega otra bazofia incapaz de generar situaciones graciosas sin caer en vulgaridades obvias. Es deprimente porque ya ni siquiera son creativos con el supuesto "humor zarpado" que trabajan. La irreverencia de la historia, en el caso de este estreno, se limita a mencionar centenares de veces la palabra "fuck", mostrar gente desnuda y un bebé comiendo un preservativo. Sigo sin entender que tiene esto de desopilante. Escenas que encima se repiten en todos los spots televisivos y pierden la gracia cuando las ves en el cine. En Bueno vecinos te encontrás con Seth Rogen interpretando al mismo perdedor de siempre (que es lo único que sabe hacer) y Zac Efron en su intento por ser comediante, que es tan efectivo como Channing Tatum en Comando especial. El mensaje de la historia es viví drogado y dejate abusar por tus compañeros universitarios, ya que después cuando te cases y tengas hijos tu vida va a ser completamente miserable. Desde que Warner la pegó con ¿Qué pasó ayer? todas las comedias norteamericanas se repiten en el tratamiento del género y llegó un punto en el que terminaron por saturar con el humor retardado que proponen. En el caso de esta película, las situaciones graciosas que presenta el director Nicholas Stoller resultan forzadas y no funcionan porque ya vimos escenas parecidas en las últimas producciones de este estilo que llegaron al cine. Un film que se quedó en el tiempo y atrasa como mínimo 30 años. Las comedias con universitarios descontrolados fueron divertidas en los años ´80 . Hoy son propuestas que están completamente quemadas. Buenos vecinos la podés remar mejor como espectador si la ves gratis en una avant premiere, pero la entrada al cine la verdad que no vale la pena.
Pasión inocente es la primera producción que se conoce en los cines argentinos del director Drake Doremus, quien realizó filmes independientes dentro de la comedia como Like Crazy y Douchebag. Peliculas que se emitieron por canales de cable, pero no consiguieron distribución internacional. Con este nuevo proyecto eligió trabajar una de las temáticas más trilladas que se pueden encontrar en el cine. Me refiero a la clásica historia del hombre maduro y casado que se enamora de una joven varios años menor que él. Ya la hicieron Stanley Cubrick en Lolita (1962) y Luis Buñuel en Ese oscuro objeto del deseo (1977). Otra película recordada en este estilo, que solía ser un clásico del cable, fue Pasión sin límites (1993), con Cary Elwes y Alicia Silverstone en su máximo momento de fama. Se pueden mencionar muchísimas películas más con este tema hasta armar un top 20 que también podría incluir propuestas del cine asiático. La virtud de Pasión inocente es que el director Doremus logró evitar en su trabajo la gran mayoría de clichés que con el paso del tiempo fueron acumulando estos relatos. La única excepción es el viejo y querido pianito melancólico que no puede faltar en la música de estas producciones. Sería como ver una secuela de El vengador anónimo sin tiroteos. Inconcebible. Pese al enorme desgaste que acarrean este tipo de conflictos, la película logra ser bastante llevadera por la narración del director y la excelente dupla que formaron Guy Pearce y Felicty Jones, quien había trabajado previamente con este realizador en Like crazy. Pearce es quien se roba la película con su trabajo y logra hacer interesante una historia que no se destaca precisamente por su originalidad. Sin embargo, el director logró superar este obstáculo al crear la tensión necesaria entre los personajes principales y evitar el exceso de melodrama, con el objetivo de hacer un poco más atractivo el conflicto. No es la propuesta más interesante que se incorporó a la cartelera pero es una película que se deja ver especialmente por el trabajo que brindan los protagonistas.