El juego de roles se encuentra presente constantemente en los personajes de Paul Thomas Anderson. Mientras buscan ansiosamente responder a esa bendita pregunta de: ¿Quién soy? Se va por la vida entre el exceso de confianza y desmotivaciones. Allí entran desde los que sienten al mundo como su propiedad, caso de Eddie Adams (Mark Wahlberg, Boogie Nights), Frank T.J. Mackey (Tom Cruise, Magnolia), Lancaster Dodd (Philip Seymour, The Master), Daniel Plainview y Reynolds Woodcock (Ambos interpretados por Daniel Day-Lewis en There Will Be Blood y Phatom Thread respectivamente), hasta aquellos donde una inseguridad interna no los deja avanzar como Barry Egan (Adam Sandler, Punch-Drunk Love), Linda Partridge (Julianne Moore, Magnolia), Larry Sportello (Joaquin Phoenix, Inherent Vice) y Alma Elson (Vicky Krieps, Phatom Thread). Lo que tienen en común es que en estas tramas adultas y engorrosas el autor siempre los deja caer rendidos ante el amor. Ya sea por la muerte de un padre. El olvido de un hijo. La pérdida de un talento. La entrega en cuerpo y alma a una relación toxica, entre otras. En cambio, en Licorice Pizza, su novena película -emulando un poco lo hecho en Punch-Drunk Love– decide ir a las bases con una historia más simple. Toma personajes jóvenes y antes de caer sucumbidos en la avaricia, orgullo y arrogancia que determinó el camino de sus demás obras, interviene cambiando su destino encontrando un equilibrio. Uno donde triunfa el amor. En el Valle de San Fernando, Los Ángeles, Gary Valentine (Cooper Hoffman) de 15 años se enamora perdidamente de Alana Kane (Alana Haim). Gary rápidamente la invita a salir, demostrando la plena seguridad y confianza que tiene, pero Alana, una empleada de un centro de fotos, no le hace mucho caso pues tiene 25 años. Él insiste y decide ir a un lugar a cenar con la esperanza de que ella aparezca. Acto seguido, Alana, sorpresivamente asiste. Quizás aprovechando la comida gratis. En una rápida conversación se nos presenta a los personajes. “En unos años serás un hombre exitoso y te iras de aquí. Mientras, yo seguiré acá”, dice ella. “Nos iremos los dos”, responde Gary. Con confianza e inseguridad presentes inicia una historia de encuentros y desencuentros absorbidos por la cultura americana de los 70s. Licorice Pizza es una carta de amor sobre los sueños de una vida que apenas comienza. Todo lo bueno y lo malo esta presente. Examina la misteriosa nebulosa que recorre el pensamiento de un chico que cree que puede enamorar a una adulta, abrir su propio negocio o romperle el auto a alguien que le cae mal. Es un film que aprovecha la idiosincrasia americana de la época y expone las fantasías de Gary. Es celoso y orgulloso, pero también preocupado por los suyos. Mientras que Alana vive a contra reloj. Siente que se le acaba el tiempo y que su ticket de salida de ese pueblo y esa vida no llegará. Es odiosa e interesada, pero también tiene un gran corazón que no ha podido depositar en nadie. En otras palabras. Probablemente no sean las mejores personas del mundo, ni lo vayan a ser. Ellos solo quieren ser alguien en la vida, escribir su propia historia. ¿No es eso lo que queremos todos? La película aprovecha pequeñas situaciones que parecen no tener relación para ir construyendo la necesidad de ambos. Cuando la policía se lleva a Gary por error Alana corre hacia él preocupada. Lo mismo cuando ella cae de la moto de William Holden, interpretado por Sean Penn, él corre hacia ella. Las corridas son un punto importante. En ambas situaciones ellos están intentando hacer algo con su vida. Gary vender su nuevo negocio de camas de agua y Alana conseguir un rol como actriz en un próximo proyecto. Sin embargo, algo sale mal y el otro corre al rescate, desviando su propio camino. A pesar de que ambos se dan la idea de que nunca van a estar juntos, por la relación de edad y por sus claras diferencias, una fuerza mayor siempre los hace regresar. Hasta que finalmente, ambos necesitados, corren al mismo tiempo hacia el mismo destino. Michael Bauman junto al mismo Anderson son los responsables de la fotografía. Bajo colores cálidos y fríos con un espectro brilloso, ambos logran transportar a la audiencia con éxito hacía, no solo la época, sino también a la atmosfera obtenida en películas anteriores del director como Punch-Drunk Love e Inherent Vice. Además, se construye un film repleto de primeros planos que se convierten en la mejor carta de presentación tanto de Cooper Hoffman y Alana Haim. Es difícil entender que se trata de sus primeros trabajos frente a una cámara. El primero, hijo del legendario y difunto Philip Seymour Hoffman, actúa como si un debutante entra a jugar un partido de primera y toca la pelota como si tuviera 10 años en el equipo. Mientras que Alana es la estrella definitiva. Pocas actuaciones en los últimos años han sorprendido tanto, entre ellas se recuerda la de Lady Gaga en A Star is Born (2018). En definitiva, sobre Haim es correcto citar la frase más anticuada del Hollywood Clásico: vayan acostumbrándose se ese rostro, porque a partir de ahora lo van a ver mucho. Licorice Pizza aprovecha todos los recursos con los que cuenta. Es una gran película de comedia con escenas que recuerdan a la ya olvidada y pasada comedia americana, como las secuencias relacionadas con los asiáticos. Es también un film con un gran repertorio musical. Además, cuenta con pequeñas intervenciones de Bradley Cooper, Tom Waits, el ya mencionado Sean Penn, Ben Safdie, Maya Rudolph y John Michael Higgins, que nutren al guion. Refutando un poco lo expresado al comienzo de esta crítica, Licorice Pizza invita a también reflexionar sobre el futuro. Siendo honestos, probablemente Gary y Alana no vivan felices para siempre, incluso quizás sea una relación de menos de tres meses. Y, apoyando la tesis sobre el destino de los personajes de Anderson del primer párrafo, puede ser que tampoco tengan un buen final. Esto no es una certeza, es más bien una sensación. Por eso, es oportuno decir que estamos presente en casi un cuento de hadas. Queda en nosotros intervenir en el destino. Queda en nosotros, elegir primero siempre el amor.
Existe una especie de imposición propia que sufren los blockbusters en nuestros tiempos. El famoso “contenido”, cada vez cuenta con menos hallazgos que se destaquen por contar historias con recursos narrativos y cinematográficos arriesgados. Marvel, DC, Star Wars, Rápidos y Furiosos, cualquier película de Dwayne Johnson, entre otras, tienen algo en común, todas se parecen. Mismos enfoques, mismos planos, mismas estructuras narrativas. The Matrix Resurrections critica y expone este establishment. Esta vez, en forma de sátira. Tras The Matrix Revolutions (2003) parecía que este universo no daba para más, sin embargo, como lo dice literal y directamente esta última entrega, Warner Bros pedía un nuevo capítulo. Para no andar en pequeñeces, Lana Wachowski decidió poner toda la carne al asador, tanto lo bueno que hizo a la primera película memorable, como los pasos dudosos que tomó la trilogía. Por ello es muy importante, para el disfrute completo, volver a visitar las anteriores cintas. Esta nueva entrega muestra a Thomas Anderson viviendo en la Matrix sin ser consciente de todo su pasado. Tras lo eventos de la ultima película, este fue inducido otra vez al mundo ficticio. No queda del todo claro, pero Morfeo, esta vez interpretado por Yahya Abdul-Mateen II, junto a una comandante de la nueva sociedad de Zion llamada Bugs (Jessica Henwick) dan con su paradero y deciden rescatarlo. En ese mundo también esta Trinity que padece de la misma amnesia, pero no le ha ido tan mal pues a formado una familia. El resultado de esta cinta es de pequeños momentos disfrutables con grandes escenas de acción de Kung Fu, un excesivo y exquisito uso del bullet time, buenos momentos de humor y mucha sátira que expone el lamentable panorama que sufre el entretenimiento, dentro de una trama bastante olvidable. Es una cinta que trae nuevas cosas, pero independientemente no funciona. De no existir no pasaría nada. Sin embargo, es reconfortante saber que todavía hay películas comerciales que prefieren crear una prosa propia a guiarse en lo que funciona en el mercado. Varias de las mejores películas que existen suelen tener en común el hecho de que están fundamentadas en temas que en un futuro se hacen tangibles para la sociedad. Véase por ejemplo Carrie de Brian De Palma, una obra de 1976 que adelantada a su tiempo empezaba a mostrar el bullying que se estaba generando en las escuelas americanas. Matrix de 1999, no solo fue revolucionaria en su momento por los efectos especiales, sino que empezó a señalar las consecuencias en la sociedad que tendría la dependencia a la conexión. Cabe destacar que este film vuelve a traer el tema a la mesa. Criticando a su vez al aferro hacia la nostalgia, usando la misma nostalgia.
Mucha expectativa se generó en la previa de Pitete Maman. Céline Sciamma se encontraba en la lupa pública más que nunca por el éxito de Retrato de una mujer en llamas. Sin embargo no hay que temer, este nuevo film presentado en el Festival de Berlín de este año y, ahora, en Mar del Plata, cumple con todas las expectativas. Céline vuelve a triunfar tocando temas profundos de una manera simple con toques ficcionales. Y, por si fuera poco, Pitete Maman es de las películas más cálidas que habrás visto en mucho tiempo. Luego de que su abuela muera, Marion de 8 años, está con sus padres en la casa del bosque de la difunta para sacar todas las cosas. Su madre afectada por la situación abandona el lugar y queda sola con su padre. La niña quien también está atravesando su propio duelo busca distracción fuera del hogar. Allí, bajo un hermoso piso de hojas de otoño se consigue con Nelly, una niña de su misma edad que vive cerca del lugar. De inmediato ambas forman una amistad. Alianza que paradójicamente durará para toda la vida. “Tú no inventaste mi tristeza”, deja pasar un personaje. Sciamma se apoya en la visión del mundo de dos niñas pequeñas para hablar sobre la depresión y su relación con la infancia. El cálido y anaranjado otoño se convierte en un refugio para Marion y Nelly, empiecen a entender lo engorroso que puede ser el mundo. Con la cámara siempre buscando el primer plano en ambas, la audiencia logra ver las cosas desde sus miradas. Petite Maman puede llegar a considerarse pequeña en la filmografía de Sciamma, sin embargo, la directora entiende y redondea correctamente lo que quiere contar. Es difícil hablar mucho más de sin caer en el spoiler, que a pesar del nombre de nuestra página, no validamos. La película cuenta con giro ficcional que se puede entrever desde el principio, pero no es hasta que Marion habla para saber lo que está sucediendo. Extrañamente Petite Maman es probablemente la película más adorable de todo el 2021 pero sin caer en las categorías de páginas de cine de Good Feel Movies. Es más bien un relato intimo como el bosque, que nos recuerda aquel mundo visto por nuestro propios ojos a los 8 años. Una mirada clara hacia el amor puro entre una madre e hija.
El mismo Steven Spielberg en una reciente entrevista reconocía que desde hace muchos años venía meditando la idea de hacer un musical, y que cada vez que pasaba el tema por su cabeza llegaba a una misma conclusión: West Side Story. Para poder asociar ese destino es importante rever la carrera del director que está a punto de cumplir 75 años. Steven llega a la industria con la ola de autores que propuso el Nuevo Hollywood, época de incertidumbres y desconfianza en el hombre y en el sistema. Un joven Spielberg trajo una luz diferente, esa donde la cosa simples, se podían ver simples, pero representaban algo más grande. Ya sea una persecución en una ruta, una playa peligrosa o encuentros de otros tipos. La historia americana – a veces del planeta entero – explorada a través de tramas sobre la familia, el honor, el miedo, el futuro, entre otras cosas que convierten a la humanidad en un colectivo. Allí es donde entra este amor a primera vista. Basada en Romeo y Julieta este musical estrenado en 1957 con música de Leonard Bernstein y letras de Stephen Sondheim, fue llevado al cine tres años después por Robert Wise y Jerome Robbins. La película no fue solo un total éxito con un presupuesto de 6 millones de dólares y una recaudación de 47, sino que logró llevarse 10 Oscars en la gala de 1961 incluyendo mejor película. Desde ese punto quedó en las alturas siendo uno de los grandes musicales en la historia. Rozando el status de culto. Tanto que prácticamente todos conocemos de que va West Side Story. En Nueva York a mediados de los 50 dos bandas de jóvenes, los Sharks, de origen puertorriqueño, y los Jets de origen europeo, se enfrentan constantemente por el territorio. Pero todo empeora cuando María y Tony de ambos bandos se enamoran a primera vista. West Side Story es por un lado una historia de representación, identidad y celebración a las raíces de todos los grupos étnicos, y por otro es sobre como el racismo, clasismo y el nacionalismo extremo, lo único que logra es alimentar un odio el cual existe sin ningún verdadero valor. Solo un amor genuino y fuera de cualquier toxicidad que abunda hoy por hoy, puede hacerle frente a esa falta de compasión. Ni los Sharks ni los Jets luchan realmente por territorios, más bien pelean cada día de sus vidas para ser simplemente aceptados. Con esto en la mesa es más que obvio que no nadie mejor para tomar este proyecto que Steven Spielberg. El hombre que, a mi modo de ver, es el que mejor entiende a la humanidad a través del lente. El director logra una notable obra. Rescatando los valores del musical y transportando a la audiencia a un sueño clásico y luminoso. Lejos de cualquier rimbombante sonido o colores excéntricos, el autor se mantiene fiel a la obra original y a la historia del género. Spielberg atina no solo respetando la historia original sino agregando algunos espectros nuevos que se sienten genuinos en la atmosfera de la obra. Es importante también la elección del elenco con gente latina con muchos diálogos en español. Rostros nuevos para las grandes audiencias. Grandes coreografía. Una fotografía donde la luz brillante es un personaje más. Mucha cámara en mano, entre otras cosas. Especialmente los dos protagonistas, quedan ganas de ver futuros trabajos de Rachel Zegler. Ansel Elgort por su parte, en cualquier otro año, o en un universo donde no esté envuelto en la polémica, estaría peleando por todos los premios y firmando nuevos roles protagónicos. Además de todo lo dicho, este West Side Story es un film muy especial para público más cinéfilo. En una época donde es incluso fácil decepcionarse no solo de la cartelera semanal sino del estado actual de cine, esta cinta es una oportunidad para volver a enamorarse del séptimo arte. Salir de nuestras casas, ir a un edificio, comprar una entrada, sentarse en la oscuridad y vivir con extraños y desconocidos una experiencia transformadora es algo único. A partir de la historia dos personas que se enamoran, podemos reflejar nuestra propia vida. Eso es algo muy poderoso. Es el motivo de porque hacemos lo que hacemos.
Ver Ray Richard es ver la misma película americana que ha visto la audiencia todos los años. Es el típico film basado en hechos reales con tintes raciales que dará mucho de hablar durante la temporada de premios. Misma historia de superación, mismos rostros, e incluso misma tipo de dirección. Algo que se le da tan bien a la industria de Hollywood a la hora de vender boletos. A pesar de todo este reciclaje, Ray Richard es una historia que merece ser contada. Y más importante, es exageradamente disfrutable. Ray Richard, interpretado por Will Smith, es un nombre casi mítico en la historia de deporte moderno. Genio para unos, y charlatán para otros. Antes de nacer sus hijas, sabía que entre ellas no solo habría doctoras, abogadas y empresarias, sino que tendría a campeones mundiales. Locura o no, eso terminó sucediendo. Venus y Serena Williams son dos de los nombres más importante en la historia del deporte. Esto fue todo gracias a un plan. El bendito plan de Ray Richard que hacía desbordar de los nervios a cualquier entrenador. Richard es un tipo que la ha pasado mal. Vivió la caza del Ku Klux Klan, el denigro de la sociedad contaste por su color de piel y mal pasar del gueto. Entiende que el deporte es una de las pocas cosas que puede alejar a las chicas de las calles. Por ello, constantemente tiene la razón y la película busca eso. Sin embargo, no es hasta que ya está cerca de llegar, con Venus y Serena cerca de ser profesionales, que se da cuenta que sigue siendo un pequeño asustado al fracaso, a que la sociedad lo trate como idiota y necesita mostrar más acciones que palabras. No hay que sacar muchas cuentas para saber que Will Smith tendrá su ansiada tercera nominación al Oscar. El actor, que promovió el Oscars so white hace algunos años, ya estará preparando un discurso. Falta mucho y probablemente tengamos una interpretación mejor, pero no hay dudas de que estará en la pelea. Este film es una fiel radiografía a la filosofía de Richard. Podemos estar seguros de eso ya que las mismas Venus y Serena participan en la producción de la película. Esto no quiere decir que será precisamente el héroe correcto políticamente hablando. Pero como cualquier bilardista lo puede pensar, al final terminó ganando. Eso es lo que importa.
Transitamos una época en la cual se premia cualquier cosa que se pueda digerir de manera rápida y sencilla. De allí han nacido muchos memes que abogan al escaso análisis. En su mayoría tienen poca vida de uso. Sin embargo, hay algunos como el famoso Mucho texto, que han quedado para la historia. Claramente, este consumo digital termina fomentando la vagancia. De igual forma, déjenme entender que el meme va más allá de eso. Se enfoca más en la pesadez que genera algo redundante, a pesar de que pueda tener tintes interesante. Una película de casi tres horas que tiene ideas y vueltas con muchos personajes que se debaten propósitos existenciales, sin ningún fin trazado, tiende a ser mucho texto. Al menos que seas ‘Magnolia‘, por su puesto. En fin, ‘Eternals’, es mucho texto. En esta nueva entrega, Marvel presenta a los Eternos. Una raza de seres inmortales creados por los Cesteliales (otros seres más grande que crean el universo y la vida misma). Ellos son enviados a la tierra para eliminar a los Desviantes, unos monstruos que son un peligro para los humanos. Los héroes llegan para cumplir con su misión en el año 5000 A.C. y para el 1500 A.C. ya han eliminado a todos. De esta forma, se separan por tener opiniones diferentes con respecto a los humanos, ya que tienen prohibido interferir en los conflictos generados por los habitantes de la tierra. Ya en el presente, luego de los eventos de ‘End Game‘, vuelven a parecer los desviantes. Eso y la muerte de uno de ellos, obliga a los Eternos a reunirse nuevamente. Hay que entender que ‘Eternals’ cuenta una historia interesante y diferente a lo mostrado al resto del UCM. Esto, sumado a un elenco comandado por caras conocidas como las de Angelia Jolie, Richard Madden, Salma Hayek, Kit Harington, e incluso los mismos Brian Tyree Henry (Atlanta), Barry Keoghan (The Killing of a Sacred Deer) y Kumail Nanjiani (The Big Sick), logra captar una mayor atención a las demás entregas. Termina siendo un aire fresco a una formula gastada de Marvel. Sin embargo, el principal error de este filme es que es aburrido. Nunca cuando estas sentado en una sala y te preguntas “¿Cuánto falta?” es un buena señal. Eso sumado a que lo explicado en el párrafo anterior es la mayor parte de la película, habla de un guion que nunca termina comprometiendo al espectador con la pantalla. Muchas locaciones. El sinfín de personajes. Exceso de flashback. Escenas que se decidan a re-analizar cosas obvias. Una misión que desde el segundo uno se sabe que es una farsa. Secuencias de acción que no se entienden. Y un desenlace hecho a las apuradas, termina generando una historia que se empeña a mostrar algo que no tiene. Tarde hablamos de su directora, la recién ganadora al Oscar Chloé Zhao por ‘Nomadland’ se ve poco. Ciertamente, trabaja con muchos planos que hace tres semanas eran impensados en el UCM. Sin embargo, es la típica película que le termina jugando poco a una persona que se encuentra en la búsqueda de la autoría. Hablar de ‘Eternals’ es hablar de la primera escena de sexo en las películas de Marvel. El primer personaje abiertamente homosexual. Una superheroína sorda. Un discurso sobre el calentamiento global, entre otras cosas. Justamente eso es lo que mejor se le da a la película. Ningún personaje, situación o línea que se puede llegar a relacionar con diversidad o con lo correcto políticamente hablando, está demás. Todo funciona de manera natural y elocuente hacia la trama. No me malentiendan, claramente detrás hay una jugada corporativa que le quita lo genuino. La diferencia es que en este caso se trabaja bien con los personajes. ‘Eternals’ es una muestra de que el UCM se dio cuenta de que debe cambiar y adentrarse por otras narrativas. Quizás este sea el inicio de una revolución interna que ha iniciado con las serie de ‘Wandavisión’ y ‘Loki’. Además, si nos afincamos a sus dos escenas post-creditos con Harry Styles como el hermano de Thanos y la voz de Mahershala Ali como el mítico cazador de vampiros Blade, dan la sensación de que se vienen nuevas cosas. Esperemos que sean llevadas con un mejor abordaje.
Con una toma aérea de Los Ángeles, y una escena que no pasa de los cuatro minutos, inicia Wrath of Man, la nueva película de Guy Ritchie. Vemos lo que sería un día cotidiano en el trabajo de un blindado que trasporta dinero con la cámara al fondo del transporte, apuntando a dos compañeros que charlan sobre el café. Un camión intercede. Aparecen por lo menos cinco ladrones. Rompen la puerta con un serrucho eléctrico. Lanza una granada aturdidora. Se hacen con el dinero. Asesinan a los empleados. Se escuchan más disparos. Pantalla en negro. Ante todo este revuelo, la cámara siempre siguió en el mismo lugar, dándonos el mismo punto de vista. Fuimos espectadores VIP de este hecho. El director, conocido por sus vertiginosas tomas, en esta ocasión elige un rumbo más sereno que mantiene en todo el film. Con esas pistas y este acontecimiento comienza una historia de venganza. Meses después del robo, un hombre con cara de pocos amigos que conoceremos como “H”, interpretado por Jason Statham, comienza a trabajar en una empresa de seguridad de camiones blindados. Su jefe llamado Bullet (Holt McCallany de Mindhunter) lo apadrina desde el primer momento, incluso lo defiende de los chiste y tomadas de pelo de sus compañeros, quienes lo ven como un tipo débil. Algo muy gracioso para espectador promedio que conoce al actor. Temprano descubrimos que esta compañía es la misma que fue asaltada al inicio de la película. También, este misterioso hombre demostrará sus condiciones (casi sobrehumanas) a la hora de defender el dinero. Con una historia llevada con un eficaz ritmo, dividida en capítulos, que va y viene con la línea temporal, empezaremos a entender quién es H y porque está donde está. Guy Ritchie vuelve a trabajar con Jason Statham desde Revolver (2005) casi dos décadas después. El director de inglés de buenos films como Lock, Stock, and Two Smoking Barrels (1998) Snatch (2000), RocknRolla (2008) y ambas de Sherlock Holmes (2009 y 2011), y otros lamentables como King Arthur: Legend of the Sword (2017) y Aladdin (2019), es un amante de las historias del mundo criminal marcadas por un ritmo rápido y llamativo, incluso a veces electrizante. Una vez Martin Scorsese explicó que él ve el mundo como su obra After Hours (1985), todo rápido y agobiante. Probablemente a Ritchie le pase algo parecido con sus demás películas. Sin embargo, en Wrath of Man elije un camino diferente, más maduro. Desde las escenas de acción hasta las explicaciones en la trama toman un camino muy sereno. Es un film construido con planos alineados a la forma de actuar y de ver el mundo de nuestro protagonista. Tomas organizadas, calculadas, lineales y quietas, ejecutadas de manera clínica. Wrath of Man está anunciada a llegar a los cines argentino el próximo 29 de julio bajo el título de “Justicia implacable”, es una cinta que no busca reflexionar sobre el mundo en el que participan estas personas y las decisiones que toman, pero tampoco le interesa realmente la acción por acción, solo busca venganza. Cumplir con el objetivo. Cuenta además con un pequeño plot twist. La participacion de Andy García (en un papel muy a lo Andy García) y otra llamativa del rapero Post Malone. Pero además del gran trabajo de Statham, hay que destacar el papel Scott Eastwood. Es difícil imaginarse al actor encarnado un personaje como el que logra.
La experiencia es el conocimiento, o habilidad, que se adquiere luego de realizar, vivir, sentir o sufrir algo alguna vez, mientras que para Anthony Hopkins en The Father es un laberinto agobiante sin fin. La opera prima de Florian Zeller, quien decidió adaptar su propia obra de teatro al cine, se enfoca en el punto de vista de una persona que sufre la agravación de su memoria. Inexacta y con giros oportunos, The Father es una película que muestra la fragilidad humana ante la inevitable vejez. Una persona de avanzada edad sufre la agravación de su memoria y demencia senil. Queda claro desde el primer minuto que Hopkins fue una persona exitosa en la vida. Gran ingeniero. Siempre autosuficiente. Sin embargo, ahora debe vivir con su hija Anne (Colman). Mientras avanza la trama se van presentándose diferentes conflictos. ¿Están en la casa del Padre o de la hija? ¿Tiene un viaje a París? ¿Dónde está la otra hija de Anthony? Y más preguntas que plantean escenarios inexactos. Florian Zeller aprovechar esa situación para jugar con nuestra mente y mover los hilos que rodean al protagonista. Entregando así una adaptación que funciona con una eficaz solides. The Father logra capturar la esencia de lo que sería vivir en un bucle constante. Días que son noches. Escenas que se repiten. Personajes que desaparecen. Conversaciones ya escuchadas. Son los pequeños y específicos objetos los establecen el tiempo exacto que vive el padre. Un pollo, un reloj, una pintura o una camisa azul. Anthony Hopkins entrega una actuación muy balanceada y limpia que logra ser muy honesta. Logra usar el tono perfecto a la hora de desesperarse o buscar tranquilidad. Puede pasar de ser muy amable y carismático, a ser un total cretino. Siendo víctima y victimario. Tiene la gran habilidad de cambiar de gigante y frágil en segundos. Mientras que Olivia Colman, como hija y cuidadora, logra transmitir ahí mismo, en vivo, nuestros propios sentimientos como espectadores. La pena, la solidaridad, la irritación y el desespero, encaminan su actuación. Ver como una persona tan culta se empieza a desmoronar lentamente es desgarrador. Logrando así que el mismo público se empiece a cuestionar sobre su propia vejez. Por otro lado está el departamento. No por nada la película está nominada al Oscar a Diseño de Producción. La puerta está ahí, pero nunca se puede salir del todo. El hogar en si es un personaje que termina llevando el guion a un nivel más asfixiante. The Father está nominada a Mejor Película, Actor, Actriz de reparto, Guion adaptado, Diseño de producción y Edición en los Oscars. Por un lado es una cinta que por momentos traspasa la barrera de cine a teatro, sin embargo su actuación y estructura solida la convierten en una de las favoritas de la noche del 25 de abril.
La nostalgia siempre está presente, incluso dependiendo de la época se podría decir que es cíclica. Acabamos de pasar una década que le rendía homenajes sin fin a los 80s con la música, la ropa y la masiva corrección política. Y aún que no terminó siendo así, hubiera apostado que con Trump los 70s se acercarían con alguna nueva versión de Watergate. Sin embargo, hoy estamos más adelantados. Volvió el pelo corto y está desapareciendo la barba. La televisión está pasando su peor momento. Parece que va a volver el Rock y, volvimos a tener en el radar a Britney. Los videojuegos volvieron a ser algo cool para todos, y sí estas en TikTok sabrás que existe una nueva movida llamada indie kid. Incluso hace menos de un año el mundo entero siguió semana tras semana un documental de baloncesto. Sí, estamos volviendo a los 90s. Y siendo realistas, no pueden existir los 90s sin una de las Feel Good Movies más especiales de nuestra infancia: Space Jam. Luego de firmar un acuerdo en el 2014, se le encomendó a LeBron James seguir el legado que dejó Space Jam en 1996, una de las mejores películas para toda la familia de esa década. Teniendo así una doble tarea. No solo estar a la altura de Michael Jordan, sino de ayudar a reviví la franquicia de los Looney Tunes que tras varios intentos fallidos de Warner no han terminado de colarse en las nuevas generaciones. Luego de algunos años en los cuales el estudio no pudo conseguir una idea perfecta para esta nueva entrega, decidieron jugar a lo seguro, explotando no solo las licencias de los amigos de Bugs Bunny sino todas las posibles en su haber. En la película LeBron James es la gran estrella que conocemos, sin embargo como padre deja que desear. Presiona a su hijo Dom (Cedric Joe) a estar 100% concentrado en el baloncesto lo cual ocasiona problemas de comunicación entre ellos. Dom realmente desea ser un programador de videojuegos, cosa que no entra en los planes de su padre. Esto, y muchas otra razones que a la película no le interesa explicar a fondo, los lleva a ser absorbidos por el servidor de Warner Bros., que es manejado por Al-G Rhythm (Don Cheadle), un algoritmo malvado que está cansado de vivir en la sombras. Al-G secuestra a Dom y reta a LeBron a jugar un partido para recuperarlo. Él acepta pero es enviado a donde están los fracasados y olvidados. Así llega al Tune World donde deberá reunir a su nuevo equipo con la ayuda del Bugs Bunny. ‘Space Jam: una nueva era’ no cuenta con un argumento sólido. Su historia es el eslabón más débil y funciona como un simple pretexto para poder a ver otro partido de baloncesto entre varios de los personajes más queridos de nuestra infancia y el rey del deporte. Y, aunque por algunos momentos empiezas a cuestionarte si fue una buena idea volver a traer a la vida a esta franquicia, a veces la nostalgia mata al guión. Volver a ver a los Looney Tunes fue muy gratificante, apenas los ves en pantalla reconectas con ellos y con tu infancia. Literalmente conozco más al Pato Lucas que a muchas personas de mi familia. Incluso viendo como trascurría la historia no dejaba de pensar en qué les había pasado. La película por un momento es cociente de ello ya que son tomados como personajes olvidados. Sin embargo, lastimosamente, no terminan explorando ese pasaje. LeBron es un GOAT total del baloncesto, pero siendo realista no está ni cerca de ser el fenómeno cultural que fue Michael Jordan. Sin embargo hace un buen papel, actúa hasta donde puede y es carismático. Con la ayuda de su familia (actores de verdad) cumple con una historia de padre e hijo con un buen arco. Al igual que el anterior protagonista se relaciona muy bien con los Looney Tunes. Especialmente en la escena en la que junto a Bugs Bunny debe buscar por el Universo Warner a todos sus compañeros. Pasando así por Metropolis, la Matrix, Max Mad y más. Claramente esta película funciona como una publicidad de 2 horas de HBO Max, sin embargo permitamente dudar de su escencia. El villano, que no tiene muy clara sus motivaciones y es un algoritmo. Literalmente lo que está intentando promocionar Warner y todas las demás compañías. Incluso él mismo es el responsable a que no se hagan más cosas sobre estos personajes en la vida real. No quiero aventurarme mucho, pero si Martin Scorsese tuviera que hacer un film sobre un algoritmo probablemente sea parecido al personaje de Don Cheadle. Solo digo. El momento cumbre es el partido que con unas muy buenas versiones 3D de los Looney Tunes, y gran chiste sobre Michael Jordan, es un total disfrute. Si debemos comparar, la primera entrega es muy superior a esta. Sin embargo es de esas películas que debes tener cerca para ver cuando estés desanimado. Cumpliendo asi con el estatus de una Feel Good Movie. No me importa si vuelven los 90s, lo que le pido a Dios es que de alguna manera vuelvan los Looney Tunes.
Luego de varios años de dudas corporacionales y una pandemia de por medio, llegó finalmente la película en solitaria de Black Widow, el personaje de Marvel interpretado por Scarlett Johansson que ha sido una pieza fundamental en todo su universo. Ambientada en los eventos posteriores a Civil War, la vengadora se encomienda a resolver algunas cosas pendientes de su pasado en un filme que más que otorgarle un cierre a la historia del personaje, deja en evidencia lo que pudo llegar realmente a convertirse. Scarlett Johansson y muchos seguidores del universo de Marvel tenían una gran cuenta pendiente. Conocer el pasado del Black Widow. El personaje que conocimos en Iron Man 2 se estableció a lo largo de las películas como un componente importante pero siempre siendo una actriz secundaria. Hasta ahora sabíamos muy pocas cosas de ella. Es una gran agente, baila ballet, no puede tener hijos, tuvo un fallido romance con Bruce Banner y no más. Incluso para ser Marvel, compañía que le encanta sobreexplicar las cosas en pantalla, siempre fue raro no ver realmente que es lo que motivaba a Natasha Romanoff a ser como es. Esta película apenas logra su cometido pero sin mucho más. La historia inicia en 1995 en Ohio con unos simpáticos momentos donde vemos a la joven Natasha con su familia. Tiene una hermana y unos padres. Vemos una escena bastante natural y calidad. Quizás la más realista de todo el UCM sin pantallas verdes. Todo iba bien hasta que deben escapar rápidamente de su casa ya que realmente estaban infiltrados en los Estados Unidos trabajando en una misión secreta. Tras una gran escena de persecución que mantiene la tensión en todo momento, descubrimos que todo es una farsa ya que no son una familia real. El padre es Alexei Shostakov, el Guardián Rojo interpretado por David Harbour. La madre es Melina Vostokoff encarnada por Rachel Weisz. Y la hermana mejor es Yelena Belova, quién en el presente será caracterizada por Florence Pugh. Luego de escapar, ambas chicas son separadas de sus “padres” y enviadas a la Sala Roja, lugar donde completaran su entrenamiento para convertirse en Viudas Negras. Ya en el presente, luego de traicionar al Team Iron Man en los eventos de Civil War, Romanoff debe desaparece del mapa hasta que se calmen las cosas. Simultanéame Yelena, quien sigue trabajando como una Black Widow, obtiene un antídoto que puede salvar a sus compañeras, ya que estas están siendo controladas mentalmente. Ella decide mandárselo a Nat y así inicia una historia genérica más de Marvel. Me detuve a explicar el inició de la película ya que este embrollo que se nos presenta deja en evidencia que el personaje de Black Widow daba para, por lo menos, más de una película. No una cinta descontextualizada que no le aporta al Universo de Marvel. Con el filme completamente visto es natural preguntarse ¿en qué cambió Natasha entre esos sucesos y los de Infinity War? ¿Por qué se termina sacrificando en End Game cuando ahora tiene la familia que siempre quiso? ¿Por qué nunca volvió por Yelena? Son preguntas que se establecen en la cinta y no tienen una respuesta. Especialmente por tener un final muy débil hecho a la apuradas. En general Black Widow es una película disfrutable que no sale de la media de Marvel. Es una cinta inspirada en las clásicas películas de espías que en el tercer acto tiene un agradable homenaje a la saga de Misión Imposible. Cuenta además con una subtrama familiar lograda. En cuanto a los personajes, la única que realmente tiene tiempo para desarrollarse es Florence Pugh quien pasa la prueba de los Avengers con buena nota, además de tener una gran química con su “hermana”. Por su parte Alexei y Melina terminaron siendo un relleno más. Incluso en un momento Melina toma una decisión que realmente no se explica nunca. Esto pasa porque la película no tiene profundización por ninguna parte. Para destacar queda el trabajo de su directora: la australiana Cate Shortland (Lore, Berlin Syndrome). Se puede ver en la película un gran aporte de nuevos elementos de diversidad en un género adueñado históricamente por la testosterona. Puede ser el inicio de una ola de renovación que quiere instalar Marvel (Choé Zhao con los Eternals).