Arnold está viejo, lo sabe y no le importa. Dentro de las reglas básicas que utiliza el cine de acción, El Último Desafío (The Last Stand, 2013) es rara. No es típica, pero tiene absolutamente todos los lugares comunes del género, pero al mezclar la testosterona ochentosa con el western, logra separarse de sus "competidoras" para hacer un producto nuevo, y casi hecho a la medida de Arnold Schwarzenegger, que interpreta al clásico sheriff viejo y debil que se convierte en la última esperanza para vencer al maloso de turno. Arnold interpreta a Ray Owens, el comisario del pequeño pueblito fronterizo Summerton, en donde lo más loco que pasó fue tener que encarcelar a un borrachín. Él es viejo, está cansado y carga una mochila muy pesada, ya que cuando trabajaba en la policía de Los Angeles fue la cabeza de una misión fallida que le costó la vida a muchos de sus compañeros. Aquí no pasa nunca nada, y él ve este retiro casi como una vacación con sueldo. Pero la calma va a durar poco, ya que algunos lugareños, encabezados por el gangster Burrell (Peter Stormare) están preparando algo grande. Mientras tanto, más al norte, uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo (Eduardo Noriega) logra escapar de la policía mientras estaba siendo trasladado. Con la ayuda de un Muscle Car bien yanqui (y al que nunca, jamás, le cargará combustible), este criminal planea viajar a toda velocidad desde Las Vegas hasta México, en donde volverá encontrar la libertad. Pero entre él y la frontera hay un muro, y no exactamente el que se construyó en la gestión Bush. Un muro menos literal: Ray Owens. De todas formas, el Sheriff no estará solo, ya que contará la ayuda de su equipo policial, que poco hizo en su vida más que poner multas por mal estacionamiento. Con su inexperiencia y con el arsenal de un loco coleccionista de armas (Johnny Knoxville) intentarán plantar una fuerte resistencia para detener al narco y entregarselo en bandeja al FBI, que como es típico en esta clase de películas, está formado por completos inútiles, con el agente Bannister (Forrest Withaker) a la cabeza. El elenco de la película es sólido, y si bien hay que ir listo para aceptar algunas licencias (el auto de 1000 caballos de fuerza que jamás se queda sin combustible, peleas de 10 contra 1, en donde 1 logra matar a los 10 con 4 balas, etc.), El Último Desafío no se queda corta en diversión y acción. Eso si, la verdadera cara de esta película se ve en su última media hora, lo cual convierte al resto en una especie de (lento) prólogo que lleva a lo que de verdad nos importa: Arnold siendo Arnold. @JuanCampos85
Los hermanitos quieren venganza. Había una vez, hace mucho mucho tiempo, dos chicos que fueron engañados por una bruja que vivía en una casita de dulces en el medio del bosque. La trampa estaba servida y Hansel y Gretel cayeron. Pero lo que la bruja no esperaba es que ellos respondieran a su ataque. Muchos años después, los hermanos crecieron, y ahora dedican su vida a buscar, encontrar y matar a estas mujeres despreciables que viven en base a una dieta balanceada de niños, porque ellos tienen un poder especial: los hechizos no funcionan en su contra. Todo es rutina (como dicen en Supernatural, "perseguir negocios, matar demonios...el negocio familiar") hasta que aparece una bruja especial, Muriel (Famke Janssen), que parece conocer a Hansel (Jeremy Renner) y a Gretel (Gemma Arterton), y que planea hacer un sacrificio masivo de chicos durante la festividad pagana denominada "Luna Sangrienta". Ahora, los hermanos no solo deberán enfrentarse a las brujas, sino también a su pasado. Hansel y Gretel: Cazadores de Brujas (Hansel and Gretel: Witch Hunters, 2013) es una película clase B con alto presupuesto. El director, Tommy Wirkola (responsable de la genial Dead Snow), parece querer sacarse el trámite de encima rápido, y eso en parte es bueno, ya que la acción se sucede casi sin pausas no dejando lugar a huecos e, incluso, a historia, ya que no resulta tan atractiva. En si, la película no es mala, pero sufre algo similar a lo que le pasó a Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros. Usa y abusa del recurso de la extrema violencia sin gracia, y además desaprovecha el planteo bizarro que le da el mismísimo origen de la obra, tomándose muy en serio en algunas partes, y no siendo demasiado graciosa cuando debe serlo. Pese a esto, Hansel y Gretel: Cazadores de Brujas es una película para ver entre muchos amigos y pasar un buen rato, sin pensar mucho en técnicas, formas y reglas del cine, y dejándose salpicar un poco por la bonita sangre CGI que salta de la pantalla 3D. No van a pasar un mal rato si se sientan predispuestos únicamente a eso. @JuanCampos85
El regreso de la comedia familiar. El género de comedia para toda la familia no solo fue históricamente vapuleado por la crítica, sino que también estaba viviendo en una especie de limbo, reemplazada por películas mucho más segmentadas, ya sea solo para chicos, solo para adolescentes o solo para adultos, sin posibilidad de "compartir". Otro debate podría formarse a partír de ahí (¿acaso una familia no puede compartir una película ATP que no intente complacer a todos?), pero vamos a dejarlo para otro momento. Ahora la atención se la lleva S.O.S. Familia en Apuros (Parental Guidance, 2012), una comedia protagonizada por Billy Crystal, Bette Midler, Marisa Tomei y un elenco de chicos y preadolescentes. La historia comienza con el joven matrimonio formado por Alice y Phill Simmons (Marisa Tomei y Tom Everett Scott, respectivamente), dos padres modernos sobreocupados, permisivos y represores casi en la misma medida, que dejan que sus tres hijos se expresen como deseen pero a los que obligan a vivir a base de vida sana, educación especial y otros clichés de la paternidad modelo siglo XXI. El más pequeño y revoltoso es Barker (Kyle Harrison Breitkopf), que vive hablándole a su amigo imaginario. Lo sigue Turner (Joshua Rush), un chico con un problema en el habla y por último está Harper (Bailee Madison) una especie de Lisa Simpson que vive exigiéndose para mejorar, sobre todo con su violín. El conflicto de la película arranca cuando Phill debe viajar para presenciar una entrega de premios a la tecnología, en donde su proyecto de casa inteligente está nominado. Los Simmons encuentran en este viaje una especie de vacación, algo que no pudieron permitirse por años, y por eso deciden irse, dejando a los chicos-a regañadientes- al cuidado de los padres de Alice, Artie y Diane Decker (Billy Crystal y Bette Midler). La relación entre padres e hija no es buena, ya que Alice no está de acuerdo con sus métodos de crianza, pero las ganas de irse son más fuertes y accede. De todas formas, a último minuto decidirá quedarse, por la ya mencionada desconfianza que tiene hacia sus padres. Esto es el detonante para que los enrredos se conviertan en los protagonistas, con un claro item en común: la diferencia generacional. Los abuelos poco y nada entienden sobre casas inteligentes, videojuegos, redes sociales, etc. Y los chicos no logran entrar al mundo antiguo de sus abuelos. Pero de a poco, el cariño comenzará a nacer, y Alice deberá admitir que sus padres no eran tan malos después de todo. S.O.S. Familia en Apuros peca de ñoña, pero es lógico. Todas las comedias familiares son ñoñas. La inocencia y el humor "blanco" rodean a la película, que muchas veces peca de moralista (eso es su punto más bajo) y que si aceptamos su moraleja, puede fallarnos. Pero, en realidad, hay que verla por capas. Y si solo nos quedamos con la capa superior, creo que mucha gente (muy chicos y muy grandes, sobre todo) sabrán apreciar las risas que ofrece. La comedia no es lo más brillante, y el regreso de Bette Midler a la pantalla se ve algo opacado por su entorno, pero si hay que ser honestos, S.O.S. Familia en Apuros no está para nada mal, y logra sacarnos varias sonrisas a lo largo de sus 100 minutos. @JuanCampos85
El dinero nunca duerme. Nicholas Jarecki es un director novato, que apenas tiene en su haber un documental y un corto. Lo mismo en el rubro de escritura. Jarecki apenas tiene tres trabajos previos a este largometraje con un elenco importante, en el que se destaca -por supuesto- Richard Gere, que se ganó una nominación a los Globos de Oro por su actuación, y que posiblemente ofrezca una de las mejores interpretaciones de su carrera en este film. Pese a su poca experiencia, Jarecki ofrece un muy buen thriller, que sorprende por su versatilidad y, sobre todo, por sus climas. Esto debe ser, claro, porque es el hijo de una pareja de financistas, y es ahí adonde apunta Mentiras Mortales (Arbitrage, 2012), a ese submundo en donde el dinero es y maneja absolutamente todo. En Mentiras Mortales concemos a Robert Miller (Richard Gere), un gurú financiero que maneja (y dibuja) los números a su deseo. Es por eso que utilizó este talento para vender su empresa antes de ir a la quiebra, y a su alrededor tejió una red de mentiras para sostenerla, en las que incluyó a su esposa (Susan Sarandon), su hija y discípula (Brit Marling) y hasta a su amante (Laetita Casta), una artísta plástica francesa. Pero algo sucede, una muerte toma protagonismo y él deberá utilizar todas sus herramientas para que la verdad permanezca oculta y asi no solo salvar su buen nombre, sino también - y más importante, al menos para él- lograr vender su empresa antes de que la granada le explote en la mano. El director planteó un thriller con lo básico, y lo supo llevar a lo largo de la película hasta un descenlace que, si bien no es lo más brillante, queda coherente en el contexto en que se nos presentó este universo de mentiras y dinero. Mentiras Mortales posiblemente no quede en el recuerdo de muchos en general, pero si la actuación de Gere, y sobre todo el trabajo de Nicholas Jarecki, alguien a quién debemos seguir muy de cerca de ahora en más. @JuanCampos85
El lado oscuro de Ethan Hunt. Christopher McQuarrie no es un director muy fructífero. Su carrera va más por el lado del guión, pero cuando se pone detrás de cámaras, suele hacer cosas muy interesantes. Ya lo hizo hace 12 años en Al Calor de las Armas (The Way of the Gun, 2000), y ahora repite con Jack Reacher: Bajo La Mira, una película de acción chica (tuvo un presupuesto de 60 millones, menos de la mitad de lo que costó Misión Imposible: Protocolo Fantasma), casi "europea", que mezcla la acción y la investigación al estilo La Ley y El Orden con armonía, generando un producto muy setentoso. Todo comienza cuando un tipo (Joseph Sikora) sube a un estacionamiento y comienza a dispararle a la gente con un rifle de francotirador. Por supuesto, esto generará una investigación policial que, finalmente, dará con el agresor y lo meterá preso y con la posibilidad de sufrir la pena capital. Este hombre pide a Jack Reacher (Tom Cruise), un ex militar, para que investigue su caso. Al comienzo se le negará, pero por una sucesión de eventos desafortunados, Reacher terminará involucrado y conoceremos el pasado que tuvieron juntos. Ahí comienza a deshacerse una telaraña de intrigas, misterios, traiciones y complots, y lo vemos desde el lado legal, de la mano de la abogada del tirador, Helen (Rosamund Pike) y desde el lado de la acción desde la mirada de Jack. Los caminos se mezclan a lo largo de la trama, y nos envuelve y enreda hasta la conclusión. Parrafo aparte merece el elenco de reparto: Richard Jenkins, Werner Herzog (que si bien es más conocido como director, tiene una veintena de trabajos actorales) y Robert Duvall le dan un toque de calidad a la historia, que no se queda tranquila apoyandose en su estrellita, sino que nos pasea por toda una serie de personajes muy bien diagramados. Jack Reacher: Bajo La Mira (Jack Reacher, 2012) está basada en la novela One Shot, que es la novena en una serie de 17 (y contando) novelas policiales del escritor Jim Grant, aunque las firma con el seudónimo Lee Child. Su saga es Bestseller, y prácticamente todas sus entregas debutaron en lo más alto del ranking, y ahora, con la fuerza de esta película, seguramente no solo catapultará aún más a esta serie de libros, sino que también - con suerte - pueda dar un empujón a una nueva saga policial al mejor estilo Bourne, y la verdad, espero que así sea, ya que cuando la película termina quedan ganas de seguir viendo las aventuras de este paria de la ley llamado Jack Reacher. @JuanCampos85
Este es mi amigo el tigre... Una Aventura Extraordinaria (Life of Pi, 2012) puede tener dos lecturas: La de la fe religiosa, y la simple, la de película de aventuras en donde un chico se ve atrapado en un bote salvavidas con un tigre de bengala con muchísima hambre. Por una cuestión personalísima, elegí la segunda lectura, la más directa y simple, sin tanto mensaje y moraleja, por el simple hecho de que eso le pega a cada uno por su lado, y sentarme en el trono de opinador para decir cómo todos deberían pensar me parece un poco imbécil. Así que, aclarado esto, arranquemos. Todo comienza cuando Pi Patel (Irrfan Kahn) se encuentra con un novelista canadiense al que le llegó la información de que su historia podría ser un gran libro. Pi, humilde, le pide que se siente, y no sin nostalgia, comienza a recordar... Pi (Suraj Sharma en su versión adolescente) era un chico cuando su familia debió deshacerse de su propiedad más valiosa, el zoológico de de Pondicherry, India, debido a la crísis económica, y emigró para occidente. Pero ellos nunca llegarían, ya que el barco en el que viajaban se hundió, y dejó como únicos sobrevivientes a Pi y a un par de animales, entre los que se encontraba Richard Parker, el feroz tigre de bengala, orgullo de Pondicherry. Ahí comienza la odisea: sobrevivir al mar, y sobrevivir a Richard Parker. Por supuesto que al principio la relación no es muy buena (quién sería amigo de un animal que espera a que te distraigas para devorarte, ¿no?), pero hay cierta maduración por parte de ambos, y también cierta necesidad de uno para el otro, y entonces comienza a suceder el "milagro" de la amistad. Una amistad tosca, recia, pero amistad al fin. Durante la travesía, los paisajes son los protagonistas. Desde la nada misma (horizonte/mar/barco) hasta criaturas casi mágicas del fondo del mar que aparecen casi solamente para deslumbrar al espectador, y con éxito. Y es que, visualmente, Una Aventura Extraordinaria es -valga la redundancia- extraordinaria. Ang Lee se sumó al club de Martin Scorsese en cuanto a buen manejo de 3D se refiere. Y lo bueno es que no ancla todo ahí, sino que también la historia es interesante, pese a tener ciertas caídas lógicas al estar hablando de una película con un chico y un tigre, nada más. Si, la comparación con Naufrago (Cast Away, 2000) es inevitable, pero por nuestra malicia. Richard Parker no es Wilson, sino que es una criatura viva. Hecha vía CGI, si, pero increíblemente viva, real y voraz. Este león puede llegar a ser el mayor hito de la tecnología desde el Gollum de El Señor de los Anillos, superando con creces a los Na'vi de Avatar. El realismo, y hasta la expresividad de ese maldito león les va a estar girando en la cabeza durante días. Además de todo esto, la película cuenta con varias historias pequeñas, como la del orígen del nombre de Pi (Piscine Molitor Patel) y otras de ese estilo que le dan un toque de dulzura y hasta fantasía a Una Aventura Extraordinaria. En definitiva, Ang Lee se metió de lleno, se arresgó y salió ganando. Los efectos especiales no le fueron favorables en el pasado (¿recuerdan su Hulk? ¿No? Mejor) pero ahora nos dió a todos un tortazo de revés y nos mostró lo que es capaz de hacer con un buen equipo y, sobre todo, con una buena historia. @JuanCampos85
Todo tiene que ver con todo. Qué complicado que es reseñar Cloud Atlas: La Red Invisible (Cloud Atlas, 2012). Es una película con tantos matices, con tantas historias distintas, que sería obviar decenas de detalles juzgarla como una película en total y no como una sucesión de historias que se conectan de algún modo, al mejor estilo Realmente Amor, pero al mismo tiempo, nada que ver. Aquí no hay un elenco coral, sino que es un puñado de actores el que interpreta a diferentes personajes, en diferentes líneas temporales, que van desde un barco en 1849 hasta un futuro post-apocalíptico en el Hawaii de 2321. En el medio pasamos por la Inglaterra de 1936, California en los '70, de nuevo Inglaterra en 2012 y la ciudad de Neo-Seul, Corea, en 2144, un estado bajo un régimen totalitario. Las historias son sencillas. En la primera vemos cómo las vidas de un acomodado abogado de San Francisco y la de un esclavo que vajaba de polizón en su barco cambian rotundamente cuando se conocen. En otra nos presentan a un ambicioso compositor que se convierte en la mano derecha de una vieja gloria de la música, que está pasando un momento oscuro en su inspiración. Más tarde espiamos la vida de una valiente reportera que se atreve a inmiscuirse en los planes de una empresa que quiere convertir la energía nuclear en la base de todo el país. En otra vemos a un editor de libros que se ve en problemas, y es internado en un geriátrico, y ya saltando al futuro, nos ofrecen un paisaje apocalíptico en Neo Seul, un país en ruinas en donde un gobierno totalitario y un grupo de rebeldes pelean por una mujer que puede ser clave en la historia y, por último, conocemos a una tribu de aborígenes del futuro, que son acompañados por una mujer con una tecnología de avanzada. En estas historias hay amor, hay traición, hay muerte, hay humor, drama... todos los géneros que se les ocurran, y todos llevan un mínimo hilo conductor que, no siempre con eficacia, teje todas estas líneas argumentales en algo más grande. La dirección es triple: No solo están los hermanos Wachowski detrás de cámaras, sino que también está Tom Twyker, el responsable de la brillante Corre Lola Corre (1998), y tal vez sea por eso que en rasgos generales, Cloud Atlas no tenga una personalidad marcada. Se puede ver la mano de algunos de ellos en ciertas partes, pero en general la película se convierte en algo genérico, sin mucha personalidad. Otro de sus grandes defectos reside en lo visual. De nuevo, no en todo momento, pero por ejemplo, el maquillaje femenino absurdo que le ponen a Hugo Weaving en una de las historias, definitivamente no es algo que sea fácil de ver. Sin embargo, en otros momentos vemos magníficos escenarios naturales, hermosas tomas urbanas y un buen planteo, bien sci-fi, de lo que puede llegar a ser el planeta en el siglo XX?II. Sin embargo, y pese a sus defectos, Cloud Atlas es una gran película. Una gran adaptación de una obra prácticamente infilmable. En ese sentido, sale ganando con creces. También es probable que sea una de esas obras de las que hablaremos dentro de varios años, que ahora pase desapercibida (de hecho, en los Estados Unidos apenas recaudó unos 27 millones de dólares, cuando la película costó más de 100 millones) y que en un lustro se convierta en una película de culto, ya que tiene todo el material para ser eso. Incluso en sus errores. Un detalle que cabe destacar es que los Wachowski lograron financiar Cloud Atlas de forma independiente, con lo cual el mérito se multiplica por millones. Hacer una obra tan ambiciosa, tan grandilocuente, llena de filosofía barata, si; pero con una puesta en escena pocas veces vista, y sin tener detrás a ninguno de los grandes estudios es definitivamente algo digno de aplausos. Y si, Cloud Atlas posiblemente no sea la perfección, pero tiene decenas de elementos que la convierten en una muy buena película. Una película que pegará distinto a unos y a otros, y que generará debates eternos en cuanto foro de cine encuentren. Es necesario verla y razonarla, y luego -si les queda tiempo después de las casi tres horas que dura la película- juzgarla.
Cuando la naturaleza ataca Juan Antonio Bayona es un director que se está abriendo paso en mercados fuera de su país natal, y todo es gracias a El Orfanato, una película que -junto a la saga .Rec y a las películas de Nacho Vigalondo y Alex De La Iglesia- puso en la mira a España como semillero de cine de género. Ahora, Bayona vuelve a hacer cine de género, pero no de terror, sino el siempre vapuleado cine catástrofe, con la diferencia sustancial que esta vez no es caos por el caos en si, sino que detrás hay una historia que, para colmo, es real, por lo que impacta en la fibra sensible del espectador. Maria (Naomi Watts), una médica, y su esposo Henry (Ewan McGregor) llegan a Tailandia a pasar unos días de descanso en la paradisíaca Tailandia. En la mañana del 26 de diciembre de 2004, mientras la familia disfruta de un excelente día de juegos acuáticos en la pileta del hotel, lo imposible sucede: desde el mar, un tsunami devora todo a su paso, separando a la familia en la tragedia. El director pone al espectador en el lugar de los hechos. Nos sentimos atrapados por la furia natural del tsunami, sentimos la claustrofóbia y el pánico que se proyecta en la pantalla de forma casi personal, y eso es sin dudas un gran logro de Juan Antonio Bayona a la hora de la dirección. Párrafo aparte merecen McGregor y Watts, que hacen suyos los dramas de esta familia real y lo demuestran escena tras escena. También es destacable el trabajo del debutante Tom Holland, que se va perfilando como una de las promesas del cine. El fuerte de Lo Imposible (The Impossible, 2011) es definitivamente lo visual, pero no porque en argumento caiga, sino todo lo contrario. Las imágenes resaltan la historia y la ponen en un lugar de privilegio, la utilización de los efectos especiales no es meramente decorativa, sino que esta tragedia se convierte en un actor más en el desarrollo de esta película que hará lagrimear y sufrir a más de uno. Lo Imposible es una experiencia que debe ser vivida, no solo una película de cine catástrofe para pasar el rato. @JuanCampos85
A veces solo hay una cara bonita. Vamos desde el principio. Tengo Ganas de Ti es la secuela de la exitosa 3 Metros Sobre el Cielo, una película de 2010 que desbarató las taquillas españolas en un abrir y cerrar de ojos. Ahora, con esta segunda parte, directamente la locura fue al extremo, y se convirtió en la cinta más taquillera de la historia del cine ibérico, y todo tiene un motivo: va apuntado a esas chicas a las que el marketing denomina “teenagers”, con fiebre consumista y ferrea fidelidad a los productos que aman. Pero, se demostró, no siempre a sus protagonistas. Para mencionar un ejemplo veloz: este año se estrenó la última entrega de Crepúsculo, Cosmópolis y Bel Ami, tres películas protagonizadas por Robert Pattinson. Como imaginarán, la primera se llevó todo, mientras que las otras dos, apenas si lograron una taquilla decente, pese a cierto reconocimiento de la crítica y la prensa especializada. Pero no nos desviemos. El arma secreta de Tengo Ganas de Ti es la misma que desenfundaron en 3 Metros Sobre el Cielo: Mario Casas. Este joven coruñés es el objeto de deseo de todas las chicas sub 21 de España, y cuando está en una película apuntada a ese target, es todo win-win. Las chicas felices, los productores ni les cuento. Pero ya dejemos los negocios de lado y vamos derecho a Tengo Ganas de Ti. Después de pasarse dos años en Londres, Hache (Mario Casas) regresa al hogar. Jamás olvidó a Babi (María Valverde), y teme reencontrarse con ella. Pasó mucho tiempo, las cosas cambiaron y su vida ya no es lo mismo, así que regresar para Hache tiene gusto a volver a empezar. Es ahí cuando conoce a Gin (Clara Lago), una bellísima muchacha de la que podría enamorarse… pero el recuerdo de Babi está siempre presente, y cuando vuelve a verla, todo lo que logró reconstruír, se desmorona. En esta segunda entrega, Fernando González Molina vuelve a hacerse cargo de la dirección con puño firme y mantiene a muchos de los actores de la primera entrega, y de hecho se traza una continuidad coherente y responsable. Esto, claro, dentro de los canones que manejan, y es que tampoco la historia es tan complicada, pero un poco de respeto al espectador en una película de este tipo es algo raro de ver. Por lo demás, es la típica historia teenager que solo las teenagers podrán disfrutar. Es cursi, es ñoña y tiene absolutamente todos los lugares comunes que están pensando en este momento. En el aspecto técnico, más alla de la correcta dirección, el punto débil está en la edición. Parece un copy/paste constante que más que contar una historia fluidamente, la cuenta en cuotas. Esto, claro, desaclimata al espectador, pero -de nuevo- no es lo que más importa aquí. Lo que de verdad importa es que la película fue un éxito, y seguramente -pero en menor medida, claro. Aquí Mario Casas no es tan popular- tendrá su repercusión en Argentina. Pero la realidad, la cruda, la que no tiene vueltas, es que esta película cae y vuelve a caer en pozos de simplismo imperdonable. Obviamente nadie está esperando arte en una película pochoclera. Que me corten las manos si alguna vez insulté a una película por esto. Pero pese a sus intenciones, no logra salir de cierta cueva reservada pura y exclusivamente para su publico, el incondicional y que no verá ninguno de los defectos que se subrayaron. En otras palabras, una película sin manufactura, con mucha fórmula y efectista solo para quien quiere sentir el efecto. No hay más detrás del telón.
Las aventuras de Tierra Media vuelven a la pantalla grande. En un agujero en el piso vivía un Hobbit... Hasta que el mago Gandalf (Ian McKellen) lo sacó casi a la fuerza para obligarlo a dejar su vida sedentaria y embarcarse en una aventura que lo cambiaría para siempre. La misión no es nada sencilla: Los enanos de Erebor, liderados por Thorin Escudo De Roble (Richard Armitage), quieren recuperar su hogar, usurpado por el dragón Smaug, que con codicia se acostó sobre las montañas de oro y allí se tendió a dormir, protegiendo su tesoro. Así Bilbo Bolsón (Martin Freeman) pasa de ser un Bolsón de Bolsón Cerrado a ser el ladrón que la compañía de enanos necesitaba, pero ¿Está preparado este joven Hobbit, acostumbrado a sus pipas y sus comidas a horario, para vivir una aventura que pondrá en riesgo su vida numerosas veces? Lo más probable es que ninguno de ellos, ni Gandalf, esté preparado. No solo por el riesgo que uno asume cuando va a combatir con un dragón, ¿no? Va más allá de eso, porque en la Tierra Media están pasando cosas, un mal que se creía vencido está comenzando a surgir desde lugares desconocidos, y un villano que se creía muerto también volverá a cobrarse algunas deudas con los enanos, especialmente con Thorin. Así, con tres líneas argumentales marcadas, sale El Hobbit: Un Viaje Inesperado (The Hobbit: An Unexpected Journey, 2012), la primera entrega de una trilogía que no solo nos promete mostrarnos la aventura de Bilbo, de cómo encontró el Anillo Único y cómo descubrió sus facultades para la aventura, sino que también (y algo que no aparece en el libro original, sino en apéndices y anotaciones de J.R.R. Tolkien) nos dará detalles sobre el ascenso de Sauron a Mordor, y sobre el comienzo de su incansable búsqueda de su Anillo. Peter Jackson vuelve a dirigir con soltura, como si hubiera nacido para hacer este tipo de películas. Las tomas clásicas de las caminatas por las montañas desde planos aéreos dicen presente, y también dice presente una edición desprolija, también como nos tiene acostumbrados. Claro, a esta altura este detalle es casi incuestionable, ya que aprendimos a amar su primer trilogía, pero bueno, es importante mencionar que las transiciones y los saltos de historia a historia, de personaje a personaje, no son muy orgánicas que digamos. Con lo que si triunfa, obviamente, es con la tecnología. El Gollum (Andy Serkis) de esta película se ve claramente más joven y menos dañado que el que vimos en El Señor de los Anillos, y los rasgos de su cara y sus facciones son increíblemente reales. No tanto otras criaturas (el rey de los trasgos, o los trolls, por ejemplo) que mantienen cierto halo de irrealidad en su diseño y sus movimientos, posiblemente a propósito. Entre los puntos bajos, podemos mencionar la línea argumental entre uno de los villanos, Azog (Manu Bennett), cuya rivalidad con Thorin es clara e interesantísima, pero con el afan de mantener a un buen villano en pantalla, Jackson estira su historia hasta niveles insoportables. Y el estiramiento, lamentablemente, es una constante en esta primera parte. A casi todas las escenas le sobran minutos, y El Hobbit tranquilamente podría haber durado unos 40 minutos menos sin dañar a nadie. Pero bueno, teniendo en cuenta que el libro original de Tolkien tiene menos de 300 páginas, y que Jackson quiere hacer con esto tres películas, es probable que este defecto sea algo constante en la nueva trilogía. El Hobbit: Un Viaje Inesperado es, valga la redundancia, un viaje, y uno muy lindo que vuelve a meternos en el universo que se nos planteó (en cine, claro) hace ya 12 años con la primera entrega de El Señor de los Anillos y que de alguna forma siempre vamos a extrañar. Este paseo tiene altibajos, pero también tiene detalles muy agradables y, sobre todo, tiene implícita la promesa de que lo mejor está por venir. @JuanCampos85