Luego de trabajar como montajista en distintas producciones de Pablo Trapero, Mariano Llinás y Juan Villegas; Santiago Esteves presenta su primer trabajo como director con “La Educación del Rey”, donde se ve la influencia de los realizadores con quienes ya trabajó, especialmente de Trapero. Para ser una ópera prima, el film está muy bien realizado y nos deja la convicción de que hay esperanza en el futuro del cine argentino y que Esteves seguro será un gran protagonista de este devenir y tendremos que estar atentos a sus próximos trabajos. Con un formato clásico del camino del héroe y un estilo que podríamos enmarcar dentro de los relatos de policial negro, la película nos relata una historia de iniciación y formación de un personaje muy interesante dentro del campo del delito o que se escapa de éste. En el film asistimos a la historia de Reynaldo (Rey), un chico que llega a la ciudad de Mendoza buscando trabajo y se encuentra con su hermano y un amigo de éste, el “Momia”, quienes se ganan la vida con robos planeados por el segundo con la complicidad de miembros de la policía. En el primer día, nuestro protagonista intenta realizar un robo con ellos, pero suena la alarma y, mientras sus cómplices son arrestados, él escapa saltando los tejados de la ciudad y cae en una casa de familia, rompiendo el vivero de ésta. El jefe de esta familia es Carlos Vargas, un guardia de seguridad retirado, de quien su oscuro pasado y presente se mantiene con intriga durante toda la narración. Él le propone un pacto a Rey que consiste en que el adolescente vivirá en la casa y la familia no alertará de su presencia a las autoridades siempre y cuando arregle lo que rompió. A partir de aquí se da entre ambos una relación cuasi parental, donde Carlos opera como un mentor sobre el adolescente, dándole enseñanzas muy importantes tanto para su vida como para las circunstancias que atravesará en la historia. En segundo plano, entra en cuestión la historia posterior al arresto que se da entre el Momia y la policía, involucrando a nuestro protagonista en ésta, que nos refleja de gran manera cómo un sector de la policía opera cual mafia utilizando a jóvenes que no tienen otra salida para que realicen actos delictivos haciéndoles generar un ingreso extra a ellos. El punto más fuerte del largometraje está en el guion, que avanza con momentos de mucha tensión y apelando a giros en la trama que dejan al espectador boquiabiertos, como otros elementos artísticos del cine que acompañan de gran manera a la historia. La dirección de arte está llevada de una forma muy hábil que nos mantiene en el clima requerido por el relato constantemente. Localizada en Mendoza, con un paisaje montañoso, la fotografía adapta sus tonos dándole una mayor o menor oscuridad a las imágenes, acorde a la narrativa. De este mismo modo opera la banda sonora, que se mantiene por lo general en el mismo nivel y no llega nunca a darnos la sensación de que está fuera de lugar o que la música está siendo forzada dentro de una situación. Es muy destacable cómo está compuesto el reparto, ya que el protagonista está representado por un actor que es prácticamente desconocido, siendo ésta su primera aparición en la gran pantalla, Matías Encinas. Su mentor está encarnado por el ya reconocido Germán De Silva (“Relatos Salvajes”) y aunque tiene una aparición momentánea como secundario, Esteban Lamothe. Para concluir, “La Educación del Rey” es una gran primera película para un joven director que está en el comienzo de su carrera que seguro dará mucho de que hablar. Aquí con un estilo muy marcado somos testigos de la fascinante relación entre el protagonista, Rey, y su mentor, pasando por diversos ejes que nos muestran una realidad de nuestro país que debería ser más debatida y cuestionada.
Los y las que vivimos en las ciudades sabemos que por fuera hay una realidad que nos es completamente ajena, aunque muy poco sabemos de ésta. Pequeños pueblos rurales a la periferia con tradiciones que podríamos considerar paganas, como la curandería, y con un peso del catolicismo muy fuerte son un ejemplo de ello. Con “El Espanto”, sus realizadores, Pablo Aparo y Martín Benchimol, nos hacen un acercamiento muy interesante hacia la cotidianeidad de un pueblo llamado “Eldorado” de Misiones. Con una dirección de arte que nos ilustra casi que a la perfección el modo de vida de los y las habitantes del pueblo, “El espanto” es un documental que se acerca mucho en su estilo narrativo a una ficción, que se adentra en la mirada de sí mismos y los rituales de quienes habitan la localidad. Utiliza como punto de entrada la importancia que tienen los y las curanderas, que casi todo lo pueden curar, del pueblo para su cotidianeidad por culpa de una institución de salud que está alejada de quienes viven en la periferia. A través de los distintos relatos de la gente, nos enteramos de que hay un padecimiento que solo sufren las mujeres de la zona llamado como el título de la producción, el cual solo puede ser curado por un curandero del pueblo. Con una estructura de tres actos muy marcada, invita a los espectadores a conocer primero sobre esta realidad del pueblo y así nos hace un recorrido general sobre distintos temas trascendentales de la vida rural; como el sexo, el catolicismo y algunas otras cuestiones; para luego volver al asunto de la curandería. Es muy interesante como está constituido el relato, ya que usa como recurso el no contarle nunca al espectador de qué se está hablando, porque en el discurso mismo de los y las entrevistadas se sugiere constantemente qué nos están contando y con el juego de cámaras utilizado entendemos rápidamente la significación que le dan tanto los realizadores como la gente del pueblo. Esto es muy útil para aprender y entender cómo se construye desde lo técnico una subjetividad en una narración en un formato que siempre busca simular una objetividad inalcanzable, como es el documental. Con la diversidad de temas abarcados y su forma de hacerlo, es un buen puntapié para que busquemos deconstruirnos, cuestionando los rituales y creencias, muchas veces sin fundamentos sólidos, de quienes vivimos en ciudades y tenemos una cierta formación. En conclusión, “El espanto” es un documental muy interesante, que con una estética de primer nivel nos muestra una realidad completamente ajena a la vida urbana que a través del contraste nos invita a que indaguemos sobre nuestras creencias y rituales. Si bien se estrenó en BAFICI en el 2017, se proyectará la semana entre el 18 y el 24 de julio a las 12hs y a las 21:30hs en el Cine Gaumont, y en agosto en el Centro Cultural La Cooperativa con charlas con el equipo de producción para todo público. Tambien está disponible de forma online en Qubit TV y en Cine.Ar. Aquí el link de su Facebook para estar al tanto de futuros eventos y proyecciones: https://www.facebook.com/ElEspantoPelicula/
Luego de hacer “El 5 de Talleres”, una buena película que se podría caracterizar por tener una estructura “clásica”; Adrián Biniez propuso insertarse en el cine experimental, presentando una rareza cinematográfica y no falló en el intento. “Las Olas” es el título de este film que nos produce extrañeza de principio a fin. Localizada en Montevideo, con un formato particularmente distinto a lo convencional, el director nos realiza un recorrido por distintos momentos de la vida de Alfonso. Utilizando la salida y entrada al mar del protagonista, éste va transitando vacaciones de verano de distintos momentos de su vida; como su infancia, adolescencia con amigos, viajes en carpa con sus novias y veranos en familia con su mujer e hija. Durante la narración, el relato se va permitiendo jugar constantemente con la linealidad y con cuestiones de los personajes de una forma que no deja de generar intriga e interés en los espectadores; lo que podría hacer que la película no sea del todo apta para el público masivo. Pero para quienes disfrutamos de dejarnos sorprender en la sala de cine es una gran experiencia. Es difícil de entender en un principio, pero a medida que va a avanzando y comprendemos su formato y estructura, nos sumergimos en la historia con el personaje, viendo sus distintas experiencias mientras éste cambia. Tanto su perspectiva sobre la trama, como la nuestra, también va mutando. Con una ambigüedad que acompaña al relato de principio a fin, queda abierta la posibilidad a múltiples interpretaciones. Por mi parte, como espectador, la entendí como un viaje introspectivo hacia distintos momentos en la vida de un hombre, fundamentales en la constitución individual de sí mismo; todo bajo el contexto de las vacaciones que se puede comprender como que está liberado de las instituciones que día a día ejercen presión en nuestra formación. Aunque puede verse de muchas otras maneras, otra visión que noté posible, en mi experiencia, es la concepción de un sujeto de clase media que busca un crecimiento en un ámbito tan cercano, parecido y distinto a Buenos Aires, que es Montevideo. Siendo una producción pequeña y de bajo presupuesto, esto se nota muy poco en la pantalla. El relato no requiere de grandes efectos o técnicas costosas y está acompañado de una fotografía muy bella con actuaciones que hacen verosímil un relato que sucede en un mundo que no avanza de las mismas formas espacio-temporales que el nuestro. En balance, es una película que no es para cualquier espectador o espectadora, que toma su tiempo entenderla. Pero si como público buscamos sorprendernos por lo que tiene para proponer la historia, es una experiencia que vale la pena no perderse. Al ser una narración ambigua, que presta lugar a interpretaciones múltiples, invitamos a los lectores a que cuenten su experiencia e interpretación.
Hay películas difíciles de encasillar en un género que mientras las mira el espectador se pregunta ¿Es una comedia? ¿Policial? ¿De mafias? ¿De estafas? ¿Qué es esto? Generalmente va acompañado de una trama confusa con muchos giros tal vez innecesarios y así el público está perdido todo el film tratando de encontrar la identidad y lo central de éste. Aunque, muchísimas veces, el recurso de no hacer pertenecer a un género en particular a la cinta, hace de ésta una obra de arte, principalmente por su carácter de nuevo. Lamentablemente, “Gringo: Se busca vivo o muerto” forma parte del primer caso. “Gringo” parte de una idea muy interesante que mejor encarada podría haber dado como resultado una experiencia cinematográfica que no olvidaremos nunca. Pretende contar la historia de Harold Soyinka, un afroamericano de clase media que trabaja para un viejo amigo de la universidad, Richard Rusk, quien maneja una importante empresa farmacéutica. Por problemas presupuestarios, la empresa debe cortar relaciones con un cartel mexicano con el cual tenían una transa relacionada a unas pastillas de cannabis medicinal. Para terminar las negociaciones mandan a Harold a México, quien cuando llega es abandonado por su mujer vía Skype, que le confiesa que lo engaña con Richard. Entonces Soyinka decide vengarse de su jefe y fingir su propio secuestro pidiendo una gran recompensa. Con un excedente de giros innecesarios la trama avanza sin salirse nunca de lo esperado. Por si esto fuera poco, a la par vamos viendo la historia amorosa de Richard con Diane, segunda al mando de la empresa; a una pareja joven que viaja a México porque él tiene que llevar un paquete sin que su novia se entere, los cuales solo aportan a la historia un breve diálogo entre Harold y la joven; entre otras historias paralelas que se van contando. Todo este “cocktail de giros e historias” en menos de dos horas. Si bien los primeros dos actos carecen de ritmo y no nos proponen algo que nos inquiete, en el tercer acto el largometraje mejora notablemente y nos regala algunas imágenes lindas, con una vuelta de tuerca que llega tarde. Del grueso de la película son destacables algunas metáforas que, debido a su buen manejo y construcción, van tomando peso simbólico en la narración. Los personajes secundarios que van apareciendo están inundados de estereotipos típicos de estadounidenses, como por ejemplo el del mexicano tonto. A su vez, los protagonistas no terminan de ser sólidos en su personalidad, hay una cierta coherencia, pero nunca son llevados a una situación en la que los veamos realmente o sean puestos a prueba. En cuanto a la producción y el arte, en este caso no tienen mucho que aportar, más allá de algunas buenas imágenes; debido a la importancia que tiene el guion en el cine, cuando éste no es lo suficientemente sólido y hace agua desde casi cualquier punto que se lo mire, es muy difícil de elevar el nivel desde los otros departamentos. En conclusión, “Gringo: se busca vivo o muerto”, es un film que busca contar mucho a través de una idea interesante, con los dos primeros actos plagados de clichés y giros innecesarios de trama pero que en el tercer acto mejora notablemente.
No es común ver en la cartelera de cine producciones ambientadas en África. Este es el turno de “Crimen en el Cairo”, una película del director sueco de origen egipcio Tarik Saleh, que viene con una notable crítica internacional, como un 88% en Rotten Tomatoes o 70 puntos en Metacritic. Es destacable por parte de las distribuidoras que aparezca en cartel un film que no se corresponda con los grandes estudios hollywoodenses y, así, dar lugar a una oferta más variada de cintas en las salas. El film contiene una gran carga de crítica sociopolítica y está contextualizado en el estallido de la primavera árabe en Egipto. Primavera árabe se denomina al proceso que va desde 2010 a 2013, donde en la mayoría de los Estados árabes se dieron grandes manifestaciones populares, algunos financiadas por potencias de occidente, en pos de la democracia y los derechos humanos que culminaron con los entonces regímenes políticos; el caso que acompaña a la trama de esta película es el de la caída de Mubarak en el país egipcio. “Crimen en el Cairo” es un thriller policial que comienza con el asesinato de una joven en una habitación del hotel Hilton de El Cairo. El protagonista es el detective de la policía, Noredin, el cual con su investigación empieza a desvelar una red de corrupción que abarca a todos los estratos sociales, tanto económicos como políticos, en el cual nos vamos adentrando cada vez más a medida que avanza el film. Es interesante como está tratada la trama. A medida que la investigación se desarrolla, vamos conociendo más sobre diversos personajes oscuros y el procedimiento del caso; a través del montaje, los realizadores nos muestran un paralelismo con cómo fue avanzando la protesta y la crisis política en Egipto. La combinación entre el guión y la dirección de arte en este film da como resultado un relato de una índole bastante oscura y sólida a la vez. La película nunca pierde su ritmo inicial y, si bien no evoluciona con mucha tensión, sí lo hace con misterio. La música del film está en una concordancia muy destacable con la historia y logra transmitirnos esa sensación de clima de crisis e intriga que las imágenes nos ofrecen. Así como la producción de la película es muy buena, acompañan actuaciones que también lo son. Sin embargo, a mi parecer, el protagonista interpretado por Fares Fares no consigue generar en el espectador lo mismo que la trama o el arte, aunque esto no tiene por qué responder a una mala actuación, sino que puede estar más ligado a una cuestión de decisión en la construcción de su personaje como alguien sobrio y poco expresivo. En síntesis, “Crimen en el Cairo” es una película intrigante y oscura que no se destaca por generar mucha tensión en el espectador, lo cual no opaca que esté muy bien realizada. Su punto más fuerte se encuentra en lo bien reflejado que está el contexto de la Primavera Árabe en el film. También hay que resaltar la cuestión de que aparezcan cintas de este estilo en una cartelera inundada de mega producciones de Disney o Marvel.
Luego de circular por varios festivales y ciclos, como la Semana de Cine Italiano en Buenos Aires, el director de “Perfectos Desconocidos” nos presenta su nueva producción “The Place”(o “Los Oportunistas”). El film cuenta la historia de un hombre misterioso que está sentado todos los días en la misma silla, en el mismo restaurante (“The Place”). Allí escucha peticiones que le traen distintos individuos y acepta concederlas a cambio de que éstos cumplan con tareas sugeridas por un libro al cual consulta. Estas asignaciones son de lo más extravagantes; como ayudar a tres señoras a cruzar la calle o matar a otro hombre. Con el diálogo como el principal recurso narrativo de la producción, la trama se inserta poco a poco en un gran enigma basado principalmente en tres ejes. Logra generar en el espectador durante todo el largometraje la necesidad de querer saber quién es el hombre misterioso, cuáles son sus objetivos y la razón detrás de cada tarea asignada. En función de esto último, lleva al público a plantearse la duda de cómo actuaría en esas circunstancias y a un cuestionamiento moral sobre sí mismo y para con los límites y causas del actuar del ser humano. A la par de esto, la película plantea otro hilo narrativo y es la historia de cada personaje que visita al señor y también generando intriga en cómo avanzan y se entrecruzan sus subtramas por fuera del bar. Al igual que en “Perfectos Desconocidos”, Genovese logra contar en una misma historia central, varias historias paralelas que se entrecruzan en un mismo núcleo. También retoma el mismo recurso que su obra más famosa que es el de usar una sola locación, de la cual como espectadores no nos vamos nunca (en este caso, “The Place”) y a través de lo que sucede allí se conoce el mundo externo de la narración central. La dirección de arte no se destaca y va a la par de la historia, es modesta y utiliza una paleta de colores bastante sobria, pero no quita que haya una buena fotografía en el film. Hubiese sido muy interesante si los realizadores corrían el riesgo de buscar con el arte colaborar a la intriga y el misterio que nos ofrece el guión; aunque de la manera que está hecha favorece más a la ambientación del bar y no al relato. Las actuaciones son muy buenas, principalmente la del protagonista (Valerio Mastandrea), y a quienes interpretan están a la par. Los personajes son muy interesantes, verosímiles y su desarrollo a lo largo de la historia está a la altura del guión. En síntesis, “Los Oportunistas” narra una historia muy interesante que nos genera mucha intriga de principio a fín, con muy buenas actuaciones y una dirección de arte que cumple, pero que podría haber aportado más al relato.
Estrenada primero en el Festival de Venecia y con un paso silencioso por el BAFICI del 2017, este jueves llega a nuestros cines “Una Hermana”, la ópera prima de dos directoras argentinas, Sofía Brockenshire y Verena Kuri. La película comienza con un auto prendido fuego, en el cual viajaba una chica de 20 años, Lupe, quien en paralelo desaparece sin dejar rastro alguno. Luego, su hermana Alba empieza a buscarla, enfrentándose a todas las adversidades posibles, como la falta de rastros, un sistema policial que parece hecho para no ayudar a nadie y la poca voluntad de los vecinos y testigos. Es un relato muy oscuro que está contado de una forma muy interesante. No hay villano visible y de la víctima terminamos sabiendo casi lo mismo que al comienzo, ya que la centralidad de la historia no está en ella, sino en su búsqueda. El guión no sobresale pero va de menor a mayor, empieza lento y difícil, pero en su desarrollo va tomando mucho ritmo y tensión, llegando al final con nosotros agarrados de la silla. Tiene un elenco de poca trayectoria pero que nos sorprende. La protagonista, Sofía Palomino (“Kryptonita”), al igual que el largometraje, tiene una actuación de menor a mayor y logra en los momentos de más desesperación, transmitirnos una empatía hacia ella casi a la perfección. Lo realmente destacable es la dirección de arte de la película. Tiene una estética que va siempre a la par de la historia y maneja una paleta de colores más bien de grises opacos que acompaña perfectamente a lo que la trama busca transmitirnos con el relato. El punto fuerte está en la fotografía del film, tiene cuadros realmente hermosos por la oscuridad y sentimientos que se transmiten con un tinte poético que podríamos contemplar horas. En resumen, “Una Hermana” es una película muy interesante, oscura, con un relato que comienza regular y termina bastante bien, acompañado por una dirección de arte muy buena, donde la fotografía se destaca.
Fernando Romanazzo y Cristian Pirovano nos traen la primera coproducción argentino palestina con el documental “¡Yallah! ¡Yallah!” (“Dale! Dale!”), que cuenta, a partir de ciertos personajes, la relación que tienen con el fútbol y así, cómo se vive el conflicto entre Palestina e Israel desde una óptica muy interesante. Todos tenemos una idea de la situación bélica que atraviesa la relación actual entre Israel y Palestina y el pueblo palestino hospedado en zonas aledañas. Pero lo que nunca llegamos a comprender por lo ajeno que nos es el conflicto es la cotidianidad en Palestina y cómo se ven ellos ante el mundo. Los dos directores argentinos nos hacen un gran acercamiento hacia esto, tomando como eje y punto de partida algo que a nosotros nos interpela directamente, el fútbol. El documental nos va contando escenas del día a día de varios personajes palestinos vinculados al fútbol, jugadores, directores técnicos, aficionados, etc.; y, a través de ellos vemos cómo el contexto político irrumpe en su práctica y les condiciona el hacer. De esta manera, muestra la influencia del deporte en la vida de un pueblo tan lejano y con tanto dolor. Cómo en situaciones tan adversas para jugar, mientras la pelota gira, los problemas se hacen a un costado y también el sentimiento que este deporte genera para un grupo social. Todas cuestiones que podríamos estar horas pensando en Argentina, más con los tiempos políticos que corren y el mundial, pero queda para que el espectador lo reflexione, ya que son contextos completamente distintos. El largometraje está muy bien producido y tiene una fotografía muy apuntada y bella. Vemos paisajes increíbles e imágenes muy lindas, como de niños y niñas jugando al fútbol en la calle. Muchas de éstas tienen condimentos simbólicos que a cualquier futbolero o futbolera nos encanta, como es ver a un niño palestino caminando con la remera de Messi. Es importante señalar que todas las funciones se verán acompañadas por una muestra de fotos maravillosas realizadas por los directores. El punto flojo es quizás que por momentos el documental se torna denso, pero hay que tener en cuenta que la temática es muy compleja y sensible como para hacer un producto entretenido, principalmente cuando se trata del primero realizado por los creadores. En síntesis, “¡Yallah! ¡Yallah!” es un documental muy interesante, muy bien producido y con una fotografía espectacular; que logra hacernos un acercamiento hacia el sometimiento del pueblo palestino desde el fútbol. PD: Es importante recordar que las proyecciones serán acompañadas de una muestra de fotografías maravillosas tomadas por los directores.
Como todo arte, el cine tiene la capacidad de llevar al público por un vaivén de emociones durante toda la obra y dejar una sensación especial al terminarla. Una película está bien realizada cuando logra generar este efecto en cada espectador y, a la vez, que lo que pase en la historia quede rondando en su cabeza horas y días después de ver el film. “Please Stand By” marca muy fuerte las emociones por las que te va llevando y te deja un gusto muy particular cuando finaliza, pero no consigue que la trama quede en tu memoria durante mucho tiempo. La historia que cuenta es la de una chica de 21 años, Wendy (Dakota Fanning), que sufre de Asperger, una gama del autismo. Wendy está en un hogar para discapacitados, es fanática de Star Trek y le gusta mucho escribir. Ella escribe un guión para un concurso de Paramount Pictures para los amantes de la saga que deseen escribir y producir una historia dentro de este mundo. El conflicto se genera cuando, en beneficio de la trama, el día de la entrega de guiones se acerca y no le quedan días hábiles disponibles para enviarlo a los estudios de Hollywood, ya que en el año 2017 siguen sin recibir documentos por mail; entonces, en un intento de demostrarle a su hermana (Alice Eve) que ella está lista y para salir del control estricto de su tutora terapéutica (Toni Collette), la protagonista escapa del pueblo con su perro y juntos encarnan un largo viaje plagado de contratiempos. Exceptuando giros favorables a la trama y clichés propios del género, el relato avanza muy bien, manteniéndonos interesados en la historia durante la hora y media que dura el largometraje. Los personajes están muy bien desarrollados, son bastante completos y nos hacen sentir una gran empatía por todos ellos, y de esta manera la película nos hace reír como llorar por lo que va sucediendo en pantalla. Lo que también es criticable del progreso del argumento es que apela constantemente al golpe bajo y no siempre es necesario para entender la historia y sus protagonistas. El elenco está compuesto principalmente por tres mujeres (Dakota Fanning, Alice Eve y Toni Collette), lo cual es un gran avance para Hollywood. Las tres actrices cumplen excelentemente su trabajo. Sin embargo, la protagonista de la historia, Dakota, se destaca por sobre el resto, haciendo un papel bastante difícil, casi a la perfección. La producción de la película no sobresale pero aprueba. La música y la fotografía cumplen bien su rol pero, tal vez por una necesidad del guión, no toman un papel central para la generación de sentido en el espectador. En síntesis, es una película linda, que apela mucho al golpe bajo, pero gracias a buenos personajes con excelentes actuaciones, logra transmitirnos muchas emociones y generarnos una gran empatía con ellas.
Con Pino Solanas como uno de sus grandes emblemas; el cine documental argentino tiene una gran tradición de ser principalmente un canal para la denuncia en la lucha política y social. En su último trabajo, “Viaje a los Pueblos Fumigados”, Pino nos cuenta cuáles fueron las consecuencias que trajeron el proceso de sojización y el uso de agrotóxicos en éste. En la década de 1990, con el menemismo, el sector rural argentino entró en un proceso de sojización, convirtiendo así con el tiempo a la soja como la principal exportación de nuestras tierras. Esto implicó grandes cambios en la industria agrícola nacional y, siendo un país agroexportador esto, a su vez, produjo grandes cambios sociales en las zonas rurales. Con el correr de los gobiernos, el proceso de sojización de las tierras argentinas continuó y así la economía rural abrió sus puertas a las distintas empresas de semillas y fertilizantes que maximizan la producción de soja, tales como Monsanto. Al ser tan grandes las ganancias que trajo esta apertura, inversa fue la incrementación del control sobre las mismas. Desde los distintos poderes de nuestra sociedad, como el político y el económico, con su influencia en el poder mediático, se invizibilizó y negó la cuestión sobre cómo los productos químicos que vendían estas mega empresas afectaban a la salud de las personas que viven cerca de las estancias y sobre los consumidores del producto final. Es decir, se tapó la evaluación sobre la toxicidad y los efectos para el cuerpo que traen consigo los agrotóxicos. Así fue que años después de la implementación de este modelo, comunidades enteras del interior del país sufrieron grandes perjuicios, desde el incremento de las tasas de enfermos de cáncer hasta la contaminación letal en los ríos y en el aire, dentro de una larga lista. También produjo que en los productos primarios que compramos todos en los distintos almacenes o supermercados haya un alto nivel de toxicidad que luego entra a nuestro sistema. Este tema, al trascender gobiernos y décadas, no está muy presente en la agenda política, aunque gracias a la lucha e insistencia de sectores ecologistas y de izquierda, cada vez resuena más. Como por ejemplo la protesta que sucedió en el pueblo cordobés “Malvinas Argentinas” en contra de Monsanto que logró que la multinacional se retire de la localidad. Por suerte, para estos temas el cine documental argentino no pierde su capacidad y poder de denuncia, cumpliendo su función de servicio para la comunidad, y en “Viaje a los Pueblos Fumigados” vemos una realidad que es ajena a la que se vive en las ciudades, pero que nos influye directamente. Es necesario tener estómago para tolerar todas las imágenes y datos, pero si uno lo consigue, al terminar de ver el metraje, la concepción del país con la que uno entra a la sala es distinta a la que cuando se retira. Al tocar un tema tan sensible y, debido a la complicidad de los sectores que ostentan el poder con quienes se ven beneficiados con los agrotóxicos, la película sólo está programada para proyectarse una vez por día en el Cine Gaumont, por lo que es esencial ir a verla; aunque Pino en conferencia de prensa declaró: “Es un documental cuyo destino son las redes y YouTube”.