Viaje emocional en Manhattan. Woody Allen regresa a la pantalla grande con A rainy day in New York (2019), una comedia romántica, dulce y algo nostálgica, que contiene todos los ingredientes para satisfacer a sus fanáticos y al público en general. A simple vista, se trata de una pareja que tiene planes para un fin de semana los cuales son interrumpidos por situaciones inesperadas. Sin embargo, relatado por Allen, no sólo es gracioso y pasa por temas recurrentes en sus films, como el sexo, las infidelidades y el eterno dilema del hombre con su madre, sino que nos retira de lo cotidiano y pone el ojo en la espontaneidad e improvisación de la vida, que la describe como maravillosa y jamás aburrida. Reímos al estilo del director, en esta exquisita película en la cual podemos vislumbrar al mismo Allen camuflado en el protagonista. Gatsby Welles (Timothée Chalamet) y Ashleigh (Elle Fanning) son una joven pareja de universitarios con diferentes personalidades, dispuesta a pasar un fin de semana en la ciudad de Nueva York. Ella va a entrevistar al reconocido cineasta Roland Pollard (Liev Schreiber), que pasa por un momento de crisis creativa, y durante su azarosa aventura conocerá al cautivador actor Francisco Vega (Diego Luna). Por su parte, Gatsby también se encontrará con Chan (Selena Gómez), que le ayudará a poner en orden sus sentimientos. El lluvioso fin de semana estará plagado de encuentros, desencuentros y equívocos. El ingenioso Allen se mueve como pez en el agua en Dirección y Guión, es unUn día lluvioso en Nueva York: Viaje emocional en Manhattan 3 trabajador obsesivo y talentoso que logró plasmar su estilo en cada película, con el humor que lo define. El escenario elegido es su amada Manhattan, mostrándola con sofistificación, encanto, elegancia y quizás, relate la confusión y la simulación de cierta apática burguesía estadounidense, en lo que bien podría interpretarse como una crítica a la sociedad, presente en todas sus películas. Además elige la lluvia para aclimatar externa e interiormente la trama. Técnicamente muy buena, utiliza de manera atractiva las luces que realzan los rostros y diálogos, una refinada paleta de colores, y un permanente juego con la lluvia. Por otra parte, el gran trabajo de Vittorio Storaro en fotografía, un acierto en interiores y exteriores, y la música que retratan la impronta del director como cineasta y su puesta en escena. Una vez más, disfrutamos de su ingenio que sigue intacto y de la mirada de un cineasta que continúa siendo el mejor retratista de su ciudad y de su fauna. Con respecto al inmejorable reparto, la construcción de los personajes es genial, un trabajo que dominó siempre, conoce la psiquis de sus personajes y los diálogos son muy divertidos y fluidos. Eligió a exitosos actores, en especial Timothée Chalamet que brilla una vez más con su talento, y, sin lugar a dudas, los actores lo eligieron a él; presentando con encanto a una nueva generación y otorgando una brisa de juventud, en contraste con la renovación en su estilo de filmar exigido por la prensa. En cuanto al alma de la película y el mensaje a transmitir, considero que es sumamente difícil relatar una historia simple, con la coherencia, gracia, humor, sutileza y, sobre todo, que esté tan presente el guionista en cada escena. Si algo caracteriza a Woody Allen, es su rebelde personalidad y su inmenso talento. En este film tan esperado por todos, vale decir los que aman su cine y los que sólo lo critican, por motivos que nada tienen que ver con su profesión, el cineasta se dirige a todos entregándonos otro excelente trabajo y sin darnos lo que exigimos de él, una gran obra maestra, sino una película. A esta altura de su exitosa carrera, nada tiene que demostrar como profesional, lo cual considero plausible y de un trabajador que ama su profesión. Una entrega que nos hará reflexionar sobre temas cotidianos, con el que nos sentiremos identificados, pero vistos de otra manera y lo más importante, nos hará reír, algo sumamente necesario para todos.
La vida continúa Un film emotivo y sutil, que habla de los lazos familiares y de la verdad camuflada tras nuestro accionar. Pero un día la vida puede cambiar su rumbo para siempre y todo depender de una decisión. Mikhaël Hers es el director y co-guionista de Amanda (2018), película en la que David (Vincent Lacoste), un joven parisino que se gana la vida con pequeños trabajos, y evita tomar decisiones que le comprometan, ayuda a su hermana Sandrine (Ophélia Kolb), madre soltera, con el cuidado de su sobrina de siete años Amanda (Isaure Multrier). Un día se enamora de Lena (Stacy Martin), una vecina que acaba de llegar. Pero el tranquilo transcurso de su vida estalla de pronto cuando su hermana mayor muere brutalmente en un atentado. El estilo de Mikhaël Hers es de carácter discreto en cuanto a la dirección y en especial del guion, dado que la información más sustancial aparece de manera dosificada y de forma tácita. El verdadero drama se cuenta entrelíneas y queda claro que el silencio habla mucho más luego del impacto inmediato, ocasionado después de una tragedia. No busca mostrar de manera explícita las reacciones humanas, sino todo lo contrario, trazando un paralelismo entre una calamidad externa y social, y el conflicto interno de un sujeto, consiguiendo empatía en el espectador, sin necesidad de recurrir al melodrama. El director logra credibilidad en cada personaje, debido a la adecuada construcción de los mismos y a las muy buenas interpretaciones, sobre todo en las delicadas actuaciones de los protagonistas. Son notables los primeros planos de las miradas que comunican tristeza y dulzura al mismo tiempo. Los colores de interiores de las casas, de color claro, connotan la inocencia de la niña y del adulto, uniéndolos. Todas las personas acarrean secretos y traumas sin solución, e intentan avanzar en la vida, debiendo continuar con esa carga enquistada en el inconsciente. Algunos deciden ocultar esto hasta de ellos mismos. Es el caso de esta película, en la que el protagonista, se redescubre a partir de un suceso que afectó su vida, y se cuestiona los motivos por los cuáles estaba viviendo de cierta manera. Su vida tomó otro valor, eligiendo el difícil camino de crecer.
Humor de calle de tierra Reírse de uno mismo, es la premisa de Stand Up Villero (2018), apodo puesto por los medios. A Damian, Seba y German parece poco importarles el seudónimo, mientras puedan comunicarse, está todo bien. Es un humor negro, crudo, que forma parte de sus vivencias; son observadores y se corren del lugar de víctimas. Se preguntan de manera permanente: ¿De qué nos reímos? Jorge Croce es el encargado de dirigir y escribir este documental, en el cual Damián Quilici, Sebastián Ruiz Tagle y Germán Matías se expresan a través de un humor ácido, que está en boga. Se trata del Stand-up, un género teatral de comedia en vivo. Por intermedio de sus monólogos reflejan lo que es vivir en una villa del Conurbano: marginalidad, delincuencia, relaciones amorosas, drogas, aborto y la corrección política que atraviesa el humor en estos tiempos. Relatado desde el punto de vista de sus protagonistas, con precisas intervenciones de Croce, con respecto a lo que sucede cruzando la General Paz, que divide Capital Federal del Conurbano. Se involucra en las realidades de los protagonistas, a través del testimonio de los mismos, de familiares y conocidos, además de seguirlos en su actividad, la cual esperan, se convierta en algún momento en un trabajo fijo. De manera literal buceamos en la villa, conocemos sus historias, sus rutinas, sus motivos y la realidad a la cual se enfrentan. La cámara es desestructurada, relajada y en movimiento cuando sigue a los actores, consiguiendo fluidez y dinamismo, con planos fijos en las diferentes performances para apreciar los chistes. Por otro lado, Nancy Gay, una reconocida comediante de Stand Up, lo describe como inclusivo, no ofensivo y delatador de la verdadera personalidad del comediante, en una invitación a una nueva manera de pensar los roles preestablecidos por la sociedad con tonos de humor donde cierto espectador se sentirá identificado. "No hay mejor arma que un micrófono en manos de un villero" es una de las frases utilizadas por ellos, que contiene una injusta realidad y a su vez nos interpelan como sociedad. Un humor que consigue como respuesta hacernos reír o no, quizás ofendernos, enojarnos, pero sin lugar a dudas pensar y reflexionar. Si bien eligieron transformar el dolor en humor, hablan de ellos mismos, sacando toda la violencia que transpiran a diario, "la mochila de ser villero", la estigmatización de la sociedad y la marginación a la que están expuestos. Y subliman el resentimiento que podría convertirse en un odio irracional, para transformarlo en una catarsis constructiva y sanadora.
La voz del cielo en la tierra Respirar es lo más simple de aprender y a su vez lo más dificultoso, algo que quizás, determinó el éxito de Luciano Pavarotti, el dueño de la voz tenor que conquistó al mundo en cada gira. ¿En dónde radica la belleza y grandeza de Pavarotti? Su especial y puro color fluye en Pavarotti (2019), película que nos traslada a vivenciar experiencias internas. Para apreciarla hay que sentirla y no sólo oírla. El director Ron Howard nos relata, en su Dolby Atmos, la increíble vida y carrera de Luciano Pavarotti, el "Tenor del pueblo", basándose en archivos raros e inéditos, así como en muchos testimonios. Artista sobresaliente, abrumador y fuera de clase, Pavarotti también ha sido una personalidad de excepcional generosidad, luchando tanto por descubrir la ópera en el mundo como por apoyar causas queridas para su corazón. Su carisma irradia este sublime homenaje cinematográfico. El documental recorre la vida del cantante desde su infancia con imágenes de archivo, la influencia que tuvo su madre que lo impulsó en su carrera profesional. Cómo recorre y conquista el mundo con su talento. Su propia palabra, personalidad, humor cálido, acompañan el relato jutno a los testimonios de diferentes personas, como su esposa e hijos y colegas influyentes para su carrera o entrevistas a cantantes que tuvieron la fortuna de trabajar con él. Tal vez la duración y estilo del documental de Ron Howard, que abandona por un momento la ficción, sea de carácter tradicional, sin embargo, eligió un gran e imperdible personaje que resulta sustancial conocer para valorar su arte. Un "grande" es un ser ejemplar a seguir, puesto que supo mantener la curiosidad de los niños y -en su caso- la humildad para aprender eternamente de todos y del mundo. Un ser descripto por sus colegas como el dueño de la voz más ideal que haya nacido, por lo menos como tenor. Su voz siempre fue directo al corazón, al igual que su enorme generosidad.
Comienzos Dos realidades muy diferentes esconden un enorme secreto. El presente une a estas fuertes mujeres desde su lugar vulnerable. Una de ellas, tomó una drástica decisión que afecta la vida de la más joven; la misma debe asimilar una verdad de manera inesperada y actuar en consecuencia. El rumbo de sus vidas cambia para siempre en la remake del film Después del casamiento (Efter Brylluppet, 2006) de Susanne Bier. Bart Freundlich es el director y co-guionista de este film que sigue a Isabelle (Michelle Williams), directora de un orfanato indio al borde de la bancarrota, cuando se le comunica que su institución está preparándose para recibir una enorme donación de una acaudalada empresaria estadounidense Theresa (Julianne Moore). Isabelle deberá ir a Nueva York para recibir la misma, allí se enfrentará a un pasado que había decidido olvidar. Los rubros técnicos remarcan el contraste entre las vidas de las protagonistas. Sin embargo, se esperaba mucho más del director Bart Freundlich, contando con las talentosas actrices Michelle Williams (Todas las vidas mi vida, Manchester junto al mar), y Julianne Moore (Magnolia, Siempre Alice) ambas súper exitosas, con diferentes estilos e impronta muy particular y de extensa carrera; realmente una Interesante dupla. Además y, tratándose de una remake, no se comprende la motivación. Contar con estas actrices, ya es una garantía. El guion peca de irrisorio por ciertos tramos, y, es indudable que el relato cobra credibilidad gracias a sus protagonistas, que parecen haberse cargado el film. La construcción de los personajes es excelente, no obstante, es mérito de las mismas. Los mensajes que se vislumbran son lo más valioso de este film. En apariencia un lugar como La India, es el indicado para encontrar paz interior y refugiarse de un mundo tan vacío que sólo duele. El mensaje de El pasado que nos une (After the Wedding, 2019), reposa en encontrar la respuesta en nuestro interior, sólo allí vive la verdad, sin importar cuánto nos alejemos de nuestra procedencia. Trazando un paralelismo con nuestra vida, en el sitio en donde nos encontremos hoy, sería sanador conciliar con nuestro pasado y abandonar la huida; en otras palabras: reencontrarnos y comenzar otra vez.
Protagonista sin antagonista. Que sea Ley (2019) nos sumerge en el corazón de la Campaña por la legalización del Aborto, representada con el pañuelo de color verde. Transmite la esperanza de que su movilización haya dado a luz en Argentina como en otros lugares. Sin embargo, no aporta novedades ni habilita un diálogo diferente sumando una mirada contraria, el punto de vista de los llamados pro-vida, representados por el pañuelo azul, tocando de manera superficial esa postura. Invitarnos a otro tipo de planteo, hubiese sido muy interesante y un gran acierto. Juan Solanas -hijo del cineasta y senador Fernando “Pino” Solanas-, relata a través de este documento, la incesante batalla de miles de mujeres. En 2018, se debatió un proyecto de ley de aborto legal que dividió al país. Después de una victoria en la Cámara de Diputados, pero antes del voto definitivo en el Senado. El documental refleja una clara postura, con testimonios de víctimas y de mujeres que lideraron esta lucha. En Argentina, el aborto está prohibido, una mujer muere cada semana como resultado de la clandestinidad. El 14 de junio de 2018, los diputados dijeron “sí” a la legalización. El 9 de agosto, por 38 votos contra 31, el Senado rechazó el proyecto de ley. Durante ocho semanas, el proyecto ha sido objeto de debates en el Senado, pero también en las calles, donde decenas de miles de activistas a favor del aborto han demostrado defender este derecho fundamental. Testimonios, marchas, debates en el Senado, crueles realidades de mujeres de ciertos lugares del país, forman parte del contenido del documental; no obstante, no es algo que no hayamos visto en los noticieros. Sin lugar a dudas, esta joven revolución, se trata de un gran logro y avance histórico. La buena noticia, es que es cuestión de tiempo la legalización del aborto. Quizás se esperaba escuchar la otra voz, a la otra fuerza, para así aportar a un debate constructivo ante este verdadero dilema ético. Excluir del documental una posición contraria, no apuesta a una seria reflexión con respecto al tema; sin tomar en cuenta, posiciones intermedias y alejándose del consenso. Precisamente, tratándose de un tema tan sensible y hablando de amor y de vida, provocar enfrentamiento y quizás sentir una imposición, puede ser violento e incitar al rechazo. Más allá de la grieta política y las diferentes posturas tomadas con respecto al tema, escuchar sólo una campana, se aleja de la libertad de expresión y pensamiento independiente. Para lograr una solución de raíz, probablemente, sería positivo, cambiar el eje de la discusión.
Sin respiro. Del mismo director y co-guionista de A 47 metros (2017), se podría decir que es una buena secuela, ya que mantiene el estilo y algunos condimentos, similares elementos en cuanto a que las protagonistas son jóvenes mujeres intentando sobrevivir al esperado ataque de tiburones. Cumple con el objetivo de entretener, sin mayores sorpresas. En 47 Meters Down: Uncaged (2019), acompañamos a un grupo de chicas: Mia (Sophie Nélisse), Sasha (Corinne Foxx), Alexa (Brianne Tju) y Nicole (Sistine Rose Stallone), ansiosas de experimentar algo diferente en la costa de Recife. Con la esperanza de ser originales en el sendero turístico, sienten curiosidad por unas ruinas submarinas ocultas, pero descubren que bajo las olas turquesas, no estarán solas… Si bien no esperamos grandilocuencia en este tipo de films, el previsible guión obtiene nuestro interés, sin impresionarnos, contando con situaciones y diálogos ridículos, aunque esperables. Se desaprovecha el factor sorpresa, ya que nos remite a la primera película en varias escenas, consiguiendo en el espectador una sensación de encierro y fobia que se incrementa. Esto se constituye en un error y logra un guion débil. En general, abundan situaciones incoherentes y no creíbles, pero que no desentonan tanto por el carácter fantástico de la película. Vale decir que cuenta con momentos de terror, bien logrados, pero escasos para los amantes del género. Las interpretaciones de las actrices resultan creíbles, el recurso que no falla y la misma temática del grupo de personalidades dispares y necesarias para que funcione y fluya el relato en este tipo de películas: la que es discriminada, la bonita, la de origen asiático y la que encaja… personas diferentes que sin saberlo, compartirán el momento más aterrador de sus vidas; la música es la acertada para acompañar al suspenso y también la locación, que además de ser atractiva y simula ser un laberinto en lo profundo del mar, aporta a la sensación de claustrofobia. La idea, música y originalidad de Jaws (1975) de Steven Spielberg continúa siendo la mejor película de tiburones atacando personas y continuará si es que no existe una propuesta nueva, algo difícil que suceda. Sin embargo, es una buena propuesta para cierta clase de espectador.
por Laura Pacheco Mora "¿Problemas imaginarios?" La francesa Valeria Bruni Tedeschi, directora, guionista y protagonista de Les Estivants (2018), nos presenta su última comedia dramática, cuyas representaciones resultan ser muy teatrales. En París y luego de una ruptura amorosa, Anna (Valeria Bruni Tedeschi ) llega a una bella casa de la costa azul junto a su hija y excéntrica familia, para disfrutar de unos días de descanso, con el desafío de escribir su próxima película. El tipo de humor quizás sea más cercano a la tradición francesa-italiana, ya que a mi entender, el film se encuentra dirigido a ese público. Lo que más se destaca de Bruni Tedeschi es su entretenida y carismática interpretación, desplegando un gran nivel de detalle a lo largo del film en general. Es una película familiar y frontal, donde encontramos los demonios y miserias de la directora, sus recuerdos dolorosos de la infancia, el desorden de su vida, ese magma interno, su personalidad impulsiva y desbordante. Luego de risas, enojos y secretos, se vislumbran las relaciones de dominación, los miedos, los resentimientos y los deseos. Cada cual vive inmerso en su propio mundo, eligiendo restarle importancia a lo que le sucede al otro, cuestionándose hasta su propia existencia, los misterios de la vida y la tan famosa crisis de la mediana edad. Están presentes, además, los empleados de la importante mansión, que resultan similares a los personajes de la familia, al lidiar con ciertos problemas afectivos. Todos las actuaciones son contundentes y de construccion tragicómica. La dirección y el guión son los adecuados para una ligera comedia dramática de la clase alta francesa, destacándose la escenografía en interiores, decoración, colores pasteles y blancos, mesas vestidas de manera elegante, sala de música, estatuas clásicas; en exteriores, una importante piscina y matorrales de acceso a la playa privada. Atmósfera ideal junto al mediterráneo para realzar el disfrutar ideal, y quizás un medio que alimente la inspiración y así generar un nuevo guión. El mensaje más preponderante es tal vez, mantener el corazón abierto a las sorpresas que nos depara el destino y que nunca es tarde para ser feliz, siempre y cuando miremos hacia los costados, más allá de nuestras narices. Les Estivants Año: 2018 Duración: 125 min. País: Francia Dirección: Valeria Bruni Tedeschi Guion: Valeria Bruni Tedeschi, Caroline Deruas-Garrel, Noémie Lvovsky, Agnès de Sacy Música: Paolo Buonvino Fotografía: Jeanne Lapoirie Reparto: Valeria Bruni Tedeschi, Pierre Arditi, Valeria Golino, Noémie Lvovsky, Yolande Moreau, Laurent Stocker, Riccardo Scamarcio, Bruno Raffaelli, Marysa Borini, Oumy Bruni Garrel, Stefano Cassetti, Guilaine Londez, Anthony Ursin, Brandon Lavieville, François Négret, Vincent Pérez Productora: Coproducción Francia-Italia; Ad Vitam Production / BiBi Film / Canal+ Género: Drama. Comedia | Comedia dramática
Dualidad en armonía Una mujer en búsqueda de paz o justicia terrenal, representada por ella y su hermana gemela, con la misma motivación; una de temperamento revolucionario y la otra de carácter pacífico; siendo sustancial no detenernos en la forma y aspecto externo de cada una, sino en el motor que impulsa a ambas a recorrer un camino en apariencia diferente. Mujer en guerra (Kona fer í stríð, 2018) es una comedia-dramática islandesa-ucraniana, escrita, producida y dirigida por Benedikt Erlingsson, y protagonizada por Halldóra Geirharðsdóttir. Halla, una directora de coro y activista, planea interrumpir las operaciones de una planta de aluminio en Islandia, dañando intencionalmente torres de electricidad y cables para cortar el suministro de energía. En paralelo, una solicitud olvidada hace mucho tiempo de adopción, es aprobada. Dado el éxito que obtiene el sabotaje, el gobierno intensifica los esfuerzos policiales y de propaganda para atraparla y desacreditarla. La película gira en torno a sus intentos de conciliar su intento de boicot con la próxima adopción. El ingenio del director islandés Benedikt Erlingsson ofrece un film feminista y ecologista a la vez, donde presenta a una mujer de mediana edad que, adoptando una doble identidad, persigue el propósito de preservar el medio ambiente y por otro lado, una búsqueda interior. Una historia entretenida y colmada de un humor bizarro, en armonía con el drama fantasioso y surrealista, con reminiscencias al cine del serbio Emir Kusturika, con respecto a la temperamental voz del autor por su estilo humorístico propio y muy relacionado al recurso musical; y, por otro lado, las parodias del estadounidense Mel Brooks. El guion consigue atrapar nuestro interés cuando esta activista con arco y flecha, se entera que una niña la aguarda en Ucrania. Los propósitos se unen, sin restarle importancia a ninguno de ellos y el relato continúa de manera inteligente y atrapante. Es destacable, la importancia que adquiere la música, donde el compositor y los instrumentistas aparecen por sí mismos en el relato a la manera de un coro teatral, e incluso, por ciertos tramos, interactúan con la historia. Una puesta en escena impecable y detallista, una fotografía imponente; acertados movimientos de cámara y planos majestuosos; una intrépida actuación de Halldóra Geirharðsdóttir como la mujer combativa y sosegada gemela en búsqueda de paz interior, ambas dispuestas a luchar por un mundo mejor y justo, confluyen en un film original y fresco. El mensaje que queda tal vez, es que la guerra y la paz, simbolizan lo mismo, sin una no existe lo otra, convirtiendo a esta película, en un mensaje universal. Por lo tanto, consiste en una invitación diferente y actual para reflexionar al respecto, plantea la disyuntiva entre los beneficios del capitalismo moderno y el límite, en cuanto a la utilización de los recursos naturales y los posibles daños del medio ambiente.
La droga es la felicidad del mundo. La droga nos gobierna, tanto es así que supo enfrentar a grupos de familias anticipando el origen de la lucha por el poder y lo que sería la corrupción del tráfico de la marihuana desde Colombia a los Estados Unidos. De manera ingenua y en su forma más pura sentó las bases del capitalismo y del negocio de la droga que precede a la historia que vimos en películas e infinidad de series sobre Pablo Escobar. Es por eso que se destaca, porque se trata de la historia de una familia que respeta sus raíces y vive con sus propias leyes, hasta que aparece la marihuana. Entramos en terreno de Pájaros de verano (2018), una película colombiana con la dirección de Ciro Guerra y Cristina Gallego. Durante la época próspera de la marihuana, una década violenta que vio los orígenes del narcotráfico en Colombia, Rapayet (José Acosta) se muestra interesado en casarse con Zaida (Natalia Reyes), hija de la guía del clan Úrsula (Carmiña Martínez), quién determina la dote que deberá presentar para el casamiento, Rapayet toma una decisión que cambiará el rumbo del clan para siempre; su familia indígena se involucra en una guerra para controlar el negocio que termina destruyendo sus vidas, tradiciones y su cultura. La primera parte es de formato documental, hasta la ceremonia de cortejo que comienza a dar movimiento al film. Los diferentes rituales son bellísimos visualmente, en el primero utilizan el color rojo en movimiento, que contrasta de manera genial con lo lineal del desierto y el color apagado de la tierra, estéticamente muy atractivo. Escuchamos de manera permanente el idioma wayúu que algunos actores debieron aprender. Son excelentes las interpretaciones en general y la fotografía. Basada en una historia real no es correcto; sí podríamos decir, que está inspirada en hechos reales. La música autóctona y los sonidos aborígenes acompañan el film, también ciertos planos detalles y generales, para realzar las costumbres de los wayúu y situarnos en un lugar aislado y puro hasta que llega el capitalismo. Rapayet es una figura vacilante, no crece en el transcurso de la película; un problema de guion que no conoce en profundidad a uno de sus protagonistas. Por lo tanto hubo una falla fundamental en cuanto a la construcción de los personajes principales, puesto que no podemos imaginarnos los motivos por los cuáles cada uno está parado en el lugar en el que los exponen y sus justificaciones desde que los conocemos, logrando cierta distancia para el espectador y dejándonos fuera de la historia. Quizás buscar nuestra empatía hubiese sido un acierto, sin embargo, es lo que no se logró ni se buscó, en apariencia. La locación más imponente, es una virtuosa y lujosa casa en el medio del desierto, y su utilería, la escenografía y el gran contraste con las chozas en las que vivían. Una película de la que esperaba mucho más, emoción, sentir identificación desde el corazón con las motivaciones de los personajes, un final que otorgue un cierre abierto o no, pero que emocione. Porque es el comienzo de una guerra vigente y que continuará porque el poder que otorga el dinero es el que maneja el mundo de una manera imparable, en donde no existe la justicia y los inocentes son mayoría. Lo que sentí es que no tiene alma y habla del tema más injusto que nos involucra a todos. Sin embargo destaco un mensaje: las ansias del poder y el dinero te pueden corromper al punto de elegirlo por sobre tu familia, lo más importante y eterno de tu vida. Esa es la famosa y peligrosa grieta que nos atraviesa y a pesar de la enorme impotencia que sentimos, seguiremos sometidos.