Mejor, cerremos la puerta Camilo (Ignacio Giménez) es un chico de quince años que debe dejar su casa en el campo para ir a trabajar a la cosecha de la caña de azúcar. Al llegar se encuentra con otro mundo, con cosas que hasta el momento no conocía, como huelgas, patrones abusivos y crímenes. Al poco tiempo de comenzar a trabajar encuentra a un hombre moribundo que le pide que cumpla su última voluntad y, como buen hombre de campo, Camilo se decide a cumplir la promesa que le ha hecho al muerto. La misión consiste en llevarle a una mujer la valija que el hombre cargaba al morir. Hasta ahí tenemos una trama interesante, pero las acartonadas actuaciones, los recitados e impostados diálogos, y el melodramático tono en que esta contada la historia, convierte a la película en una puesta teatral llevada a cabo por un grupo amateur. Una correcta fotografía y una cuidada reconstrucción de época no alcanzan para sostener una historia que pretende tener profundas reflexiones sobre el poder, el periodismo y la vida de los peones rurales, pero que por momentos no parece más que una telenovela, de esas en blanco y negro que nos hacen reir cuando las vemos en "Volver".
Perdidos en Portugal En el año 1974, dos periodistas de Radio Suisse Romande son enviados a Portugal para hacer algunas notas sobre la ayuda que aquel país recibe de Suiza, y así agregar una mirada positiva a la programación. Para dicha tarea envian a Julie Dujonc-Renens (Valérie Donzelli), una feminista, que apenas tiene una hora semanal de radio, y que siempre está en pie de guerra, viendo machismo hasta donde no lo hay; y a Joseph Marie Cauvin (Michel Vuillermoz), un experimentado cronista de guerra que ha viajado por todo el mundo, machista, un tanto pedante, y tiene un incipiente problema para retener información. Acompañando a esta desequlibrada dupla esta Bob (Patrick Lapp), un técnico de la radio, ya cercano a la jubilación, que jamás se despega de la Combi donde lleva sus adminículos y que es el más eficiente del trío. A medida que recorren diferentes pueblos de Portugal descubren que la ayuda dada por el gobierno no es nada interesante como noticia, no va más allá de la donación de un reloj, u otros detalles muy poco importantes; como si eso fuera poco, los entrevistados son bastante reacios a hablar, y si hablan, no tienen nada interesante para decir. Ya con pocas ganas de seguir adelante, algunos roces entre los periodistas, y sin saber de donde sacar una noticia, el trío suma un nuevo integrante, Pelé (Francisco Belard), un joven que oficiará de traductor. El cuarteto vuelve entonces a Lisboa creyendo que ya no hay nada por hacer, y al llegar se chocan de frente con la Revolución de los Claveles, con la noche en la que todo cambio en Portugal; es allí donde la historia pega un vuelco, y estos aburridos periodistas recorren las calles, cada uno por su lado, experimentando cosas que nunca habían vivido, y que con el tiempo se transformarán en una gran noticia. Lo que comienza como una especie de road movie periodística se transforma en el relato de cuatro personas diferentes, viviendo una situación tan excitante como inesperada, siempre en clave de humor. Pero el humor que tan bien funciona al principio de la historia, ya no divierte tanto después de una hora, sobre todo teniendo en cuenta que sobre la Revolución de los Claveles se podrían decir o mostrar cosas más interesantes, pero estos correctos suizos lo viven más como una experiencia de drogas y libertad sexual que como un hecho político. Tanto las actuaciones como la reconstrucción de la época están muy bien logradas en esta comedia original, bien planteada, pero que teniendo en cuenta su contexto, podríamos esperar un poco más de ella.
Acero y tragedia Los hermanos Rusell (Christian Bale) y Rodney (Casey Affleck) son muy unidos desde la infancia. Han tenido una vida difícil, han crecido en la pobreza, con una madre ausente y un padre enfermo a causa de trabajar en una fundición toda su vida, el mismo lugar donde Rusell debe trabajar debido a las pocas oportunidades que hay en su pueblo. Pese a lo dura que es su vida, los hermanos se las arreglan para salir adelante, pero luego de que ambos viven hechos traumáticos -Rusell sufre un accidente y Rodney debe ir a servir a Irak-, las cosas empeoran. Rusell se aferra a lo poco que le ha quedado: su tío, su casa, y sobre todo a su hermano, pero Rodney afectado por lo que ha vivido en la guerra no parece poder ponerse en pie, y apuesta en el juego hasta lo que no tiene. Cuando las cosas se complican con Petty (Willem Dafoe), su prestamista, Rodney ingresa en el turbio mundo de las peleas ilegales, así entra en contacto con DeGroat (Woody Harrelson), un peligroso y desalmado traficante que parece estar a cargo de todas las tareas ilegales de la zona, un hombre al que todos le temen, y que jugará un papel fundamental en la vida de los hermanos. Cuando Rusell agota todos sus recursos para poder rescatar a su hermano, debe elegir entre hacer lo correcto o entrar en ese mundo oscuro, que existe dentro y fuera de él, para recuperar lo que més quiere en su vida. A partir de ese momento aumenta la violencia y el contenido emocional de las escenas, todo lo que Rusell reprimía parece estallar ante la ausencia de su hermano. Ambos parecen tener destinos trágicos, y vivir en un contexto donde las opciones de una vida mejor no vale la pena ni soñarlas; aún así el vinculo entre ellos es tan fuerte y limpio que uno querría, mientras transcurre la historia, que eso nunca se ensucie. Christian Bale compone a un hombre honesto y sufrido, a quien la vida lo pone en una difícil encrucijada, y Casey Affleck a un joven herido que ha perdido las esperanzas. Ambas actuaciones son brillantes, y si por algo se destaca la película es por su gran elenco compuesto, entre otros, por Woody Harrelson, Sam Shepard, Willem Dafoe y Forest Whitaker. Ese pueblo húmedo, oscuro, impregnado del humo de las fundiciones, da el contexto perfecto para contar una historia de hombres resignados, duros, que viven cerca de actividades ilegales y peligrosas, que parecen estar ahí, esperando por ellos.
De pueblo en pueblo Una voz en off narra la película desde el comienzo, se presenta como periodista y luego pasará a ser parte de esta historia. Nos anuncia que lo que parecía ser una noticia de la sección de espectáculos, terminó siendo la tapa de policiales. Desde ese momento sabemos que al final de la historia algo va a explotar, algo que se viene conteniendo, y por lo que han anunciado, el desenlace no será bueno. Juan (Carlos Bellosso) y Mario (Tomás Pozzi) son dos artistas que recorren los pueblos en una casa rodante, buscando algún lugar donde hacer su show, y así ganarse el día. En un bar donde actúan una noche conocen a Lucía (Emilia Attias), y por cosas del destino ella también se sube a la desvencijada casa rodante, para girar por los pueblos, y sumar así su voz y sus canciones al show. Desde el principio sabemos que los personajes principales guardan un secreto, y están cometiendo un fraude. Pero a medida que la historia avanza, Lucia se convierte en el objeto de deseo de sus compañeros, y al volver a su pueblo -Chacabuco- donde presentan su show, un ex novio (Adrián Navarro), se suma también a la historia, para complicar aún más las cosas. El trío protagónico funciona bien, pero los vínculos entre ellos no son lo suficientemente creíbles como para sostener la historia. El suspenso y la expectativa construyen un buen comienzo, pero la historia parece haber equivocado el rumbo y hace demasiado hincapié en el drama, con largos diálogos que carecen de contenido, restándole lugar al humor negro, o la sátira que en algunas escenas demuestran funcionar mejor que el melodrama, y ciertos lugares comunes. Es una historia con muchos condimentos interesantes, tal vez demasiados, por eso parece quedarse a mitad de camino y cuando llega el final no logra convencer demasiado.
A los chicos les cuesta madurar Tres amigos que viven en Nueva York, uno de ellos recién separado, y los otros dos obstinadamente solteros, han hecho el pacto de mantener su soltería a como de lugar, saliendo todas las noches y llevando siempre a casa una chica diferente; evitando así, ese incómodo momento en el que sus compañeras preguntan hacia donde va la relación. Pero por supuesto para poder llegar al momento romántico de esta comedia, el amor aparece en sus vidas, y hay una chica a la que es difícil dejar, solo para poder seguir saliendo con los muchachos. El protagonista se debate entonces entre una relación que puede llegar al compromiso, o seguir su vida soltero, feliz y sin sobresaltos. Como en la mayoría de este tipo de comedias, los tres amigos y sus chicas de turno son todos muy lindos y cool, apenas trabajan pero tiene unos departamentos envidiables, y ropa costosísima, y siempre un café de Starbucks en la mano. Es una comedia muy entretenida, dinámica, como una sitcom de una hora y media, con buenas actuaciones, buena música, lindos lugares, y una historia sobre amigos, amor y relaciones que ya vimos unas cuantas veces.
Crímenes, medios y grandes actores Nurit Iscar (Mercedes Morán) ha sido una reconocida escritora de policiales, pero ahora las cosas no le están yendo tan bien; escribe novelas bajo un seudónimo, y la inspiración parece haberla abandonado. Dos años atrás escribió una de sus mejores obras, sobre el asesinato de una mujer en el country "La maravillosa"; ahora el viudo ha aparecido degollado en la misma casa y los recuerdos y los crímenes parecen haber vuelto a la vida de Nurit. Considerada una experta en el caso, Nurit es llamada por el director del diario "El tribuno" -su ex amante- para que se instale en el country y escriba una columna diaria sobre la situación en el lugar. Mientras tanto, dos periodistas del diario, Jaime Brena (Daniel Fanego) -un periodista de policiales de la vieja escuela con mucho aplomo y experiencia-, y Mariano Saravia (Alberto Amman) -un joven al que el diario quiere poner al frente de policiales para reemplazar a Brena- deben encargarse de cubrir el caso. Este ecléctico trío debe trabajar unido para llevar a cabo una investigación que atrapa al espectador desde el comienzo. Cada pieza que encuentran, cada pista, los lleva a un nivel más profundo donde el suspenso aumenta, y las cosas se vuelven cada vez más interesantes. Todo puede ser posible, un robo, una venganza, pero el crimen va mucho mas allá de eso, lo que logra que la película sea dinámica, atrapante y con un muy buen final. La química entre Brena e Iscar, quienes en el medio de tanto ajetreo parecen no tener tiempo para el romance; la relación entre el periodista cerca del retiro, y el joven que parece querer llevarse el mundo por delante, y la forma en que terminan aprendiendo uno del otro, son algunos de los mejores elementos de la película. Fanego, como siempre, excelente en su interpretación. Técnicamente el filme es impecable, y sobre todo con personajes muy bien construidos, con un crimen que además de tener todo lo necesario para interesar al espectador, tiene como telón de fondo la corrompida relación entre los medios y el poder. Construida para ser un tanque comercial, esta película está a la altura de varias producciones Hollywoodenses, como para competir en la taquilla de igual a igual.
Los 40´s son los nuevos 30´s Este filme cierra la trilogía que Cédric Klapisch comenzó en 2002 con "Piso Compartido" y que continuó luego con "Las Muñecas Rusas" (2005). Esta tercera entrega encuentra a Xavier (Romain Duris) con cuarenta años, dos hijos, y viviendo con Wendy (Kelly Reilly). Aunque en los papeles parezca que ha alcanzado todo, sigue viviendo como un joven de veinte años; no quiere casarse, y sigue eligiendo trabajos que le gustan, no que le dan dinero. Algo que, sumado a otras complicaciones, lleva a Wendy a trabajar a Nueva York donde encuentra una nueva pareja, y finalmente se muda con sus hijos. Con un exitoso libro recién lanzado en Paris, Xavier decide irse a Nueva York porque extraña demasiado a sus hijos, y una vez más, volverá a empezar de cero, como en la primer película, cuando se instala en Barcelona. Ya en Nueva York, las cosas son bastante complicadas, pero allí esta Isabelle (Cécile de France) su amiga de siempre, y como si eso fuera poco también Martine (Audrey Tautou) decide visitarlo. Con veinte años más, y con la gran manzana como escenario, los cuatro están nuevamente en una ciudad cosmopolita y multicultural, con nuevas parejas, hijos, trabajos más exigentes, pero siempre con esa sensación de que aún hay más para buscar y que en la vida sentar cabeza nunca es una buena idea. "Rompecabezas chino" es el título original de la película, como todas esas piezas que forman parte de nuestra vida, y nunca parecen encajar todas al mismo tiempo; cuando logramos estabilidad laboral, tal vez estamos solos; cuando queremos ser buenos padres, tal vez dejamos de lado otras cosas; nunca cierra todo. Pero la película tiene una mirada muy positiva sobre esto, esa inestabilidad, esa inconformidad, puede convertirse en el motor para seguir buscando, para olvidarse de lo establecido y no creer que a los cuarenta hay que quedarse en casa a ver la tele. Con las ganas y el deseo como motores, siempre acompañados de dudas y de algunas metidas de pata, la película no profundiza demasiado, pero tiene una mirada interesante, llena de humor y con algunas escenas memorables, sobre una generación que a los cuarenta recién está empezando.
Sonidos rojos Gilderoy (Toby Jones) es un tímido y correcto ingeniero de sonido inglés que llega a un estudio italiano para trabajar en una película. Desde el momento en que entra al estudio parece estar entrando a otra dimensión, todo colabora a que se sienta ajeno y extraño; el idioma, la mala actitud de sus compañeros, la atmósfera bizarra del lugar y, para colmo, la película en la que debe trabajar: un film de terror clase B, género en el que nunca ha trabajado, y que instantáneamente asociamos -por ejemplo- con los filmes de Dario Argento. Gilderoy ecualiza y mezcla sonidos en un estudio en el que desde una pequeña cabina las actrices gritan hasta perder la voz, y los empleados destrozan frutas y crean gruñidos. Tenemos pistas, sabemos de qué se trata la película, pero nunca vemos ni un solo fotograma, el que ve todo es Gilderoy quien aislado en su mente comienza a evadirse del lugar que lo rodea, perdiendo contacto con la realidad. La actuación de Toby Jones es excelente, como ese introvertido y eficiente sonidista al que la adversidad y la locura parecen devorarlo de a poco, y el otro gran protagonista es el sonido, el que se encarga de contarnos todo lo que no vemos, el que parece entrar en la mente de Gilderoy y sumergirlo en un universo surrealista, mezcla de Argento y David Lynch. Con una estética de colores cálidos, donde predomina el rojo, como si la cinta no fuera de buena calidad, este thriller ofrece algo diferente, crea un clima denso que nos envuelve, y nos deja crear en nuestra mente las imágenes que no vemos, igual que el protagonista.
Crisis y desencuentros Dos jóvenes caminan por la calle en la España de mediados de los cinecuentas, se miran, vuelven a mirarse, pero ninguno de los dos se anima a acercarse al otro, cada uno sigue su camino, y tal vez se arrepientan toda su vida de no haberse dicho nada. Treinta años después, en Buenos Aires, el matrimonio de Fabián (Darío Grandinetti) y Mariela (Carolina Peleritti) atraviesa una crisis. Ambas historias están relacionadas. Fabián es un ejecutivo bancario, y Mariela es psicóloga, ambos son exitosos en sus trabajos, llevan una muy buena vida junto a su hija, pero sus exigentes carreras los tienen estresados y han perdido la pasión por lo que hacen. Mariela cree que un viaje solucionará sus problemas maritales, pero Fabián encuentra otra solución a su apatía y comienza un fogoso romance con una joven escultora (Antonella Costa), que saca de él toda la emoción que hace años no sentía, lo que hace que comience a manejarse de forma extraña; en pocas palabras, deja de ser quien era. Mientras la pareja se aleja cada vez más, dos extraños personajes: un escritor ciego (Federico Luppi) con el que Fabián mantiene largas charlas en un parque, y Olga (Mabel Rivera), una demandante paciente de Mariela, darán vueltas alrededor de la historia, hasta que el circulo se cierre. Las actuaciones son correctas, y la historia está llevada con dinamismo, aunque muchas situaciones parecen poco creíbles, y no llega a crear un clima de suspenso interesante. Por momentos parece que no solo la estética fuera ochentosa, sino también la forma de sobreactuar algunas situaciones. El principio es realmente prometedor, es una hermosa escena, en la que nos quedamos con ganas de saber que ha pasado con esos jóvenes, si algún día volverán a encontrarse. Pero lo que comienza de forma tan prometedora, se va desintegrando en una historia bastante común de crisis de la mediana edad, relatada con unos cuantos lugares comunes, y un final, por suerte, bastante inesperado.
Todo concluye al fin La película comienza en el aeropuerto, donde Marie (Bérénice Bejo), espera ansiosa la llegada de su ex esposo Ahmad, quien llega a París desde Teherán, luego de cuatro años, para finalmente firmar los papeles de divorcio, lo que a ella le permitirá volver a casarse y continuar con su vida. Extrañamente, le pide que se quede esos días en su casa, no le ha reservado un hotel. Al llegar, el escenario de sus vidas parece concentrado en un solo lugar. Todos se encuentran allí: Marie, Ahmad, la hija de ambos Léa (Jeanne Jestin), Lucie (Pauline Burlet) la hija de su matrimonio anterior, su nueva pareja Samir (Tahar Rahim), y su hijo Fouad (Elyes Aguis) . Pasado, presente y futuro, conviviendo en un mismo espacio. Como es de esperar pronto comienzan los rencores, los secretos y los pases de factura, de a poco se revelan errores del pasado, frustraciones, y el sacar todo eso a la luz, lejos de ayudarlos a construir el presente, parece empañarles el futuro. Asghar Farhadi luego de "La Separación", nos trae un nuevo drama de rupturas, parejas y familias desarmadas, sin el contexto religioso y cultural del filme anterior. Por momentos, tanta aflicción familiar en un mismo espacio parece ahogarnos, como si se regodearan en el drama. Hay tantas miradas sobre la situación como personajes en la trama. Los niños parecen por momentos ser los más honestos y lúcidos, sin dejarse empañar por rencores del pasado. De a poco los conflictos y secretos se van revelando y cada uno de ellos tiene un punta del ovillo para comenzar a desenredar. La película analiza los lazos de una familia disfuncional, donde el deseo y las frustraciones de los mayores arrastra a los más chicos quienes deben adaptarse a los cambios, y a quienes muchas veces no se les dan suficientes explicaciones. El filme tiene una particular y profunda mirada sobre las consecuencias de ese volver a empezar de los adultos, con excelentes actuaciones y una estética que le da un clima tan intimo como realista.