Los ocho del patíbulo La octava película de Quentin Tarantino (no es que las estemos contando, pero el director se encarga de hacérnoslo saber constantemente) es un western bien diferente a su anterior trabajo, Django Sin Cadenas. Situado en el far west post-Guerra Civil, con un elenco amplio de reconocidos y prestigiosos actores, filmada en gloriosos 70 mm, pocas locaciones, una duración cercana a las tres horas (168 minutos), y por momentos más dialogo de lo que la mayoría de los seres humanos pueden soportar, Los 8 más odiados es un film que verdaderamente pondrá a prueba y dividirá hasta a los más fanáticos del realizador de Pulp Fiction y Bastardos sin Gloria. John Ruth es un caza-recompensas que recorre las frías tierras de Wyoming con su prisionera Daisy Domergue, peligrosa criminal quien va camino a una fatal cita con la horca. Las hostilidades del clima le harán detener su marcha en una cabaña cercana a su destino final, usada como albergue por diferentes viajantes y en la cual se cruzará con un particular grupo de caballeros, con los que deberá convivir durante los próximos días hasta que pase la tormenta. Ahora, como en toda película de Tarantino las cosas no son tan simples. Daisy Domergue no es una prisionera más. Por entregarla viva se paga una exorbitante suma de dinero y cualquier cowboy de poca moral podría matar a Ruth y entregar él mismo a Daisy a la justicia, cobrando lo suficiente como para empezar una nueva vida (allá lejos y hace tiempo, claro). Por desgracia para Ruth, pero para el placer de toda la platea, ese cowboy de poca moral podría estar alojado en la misma cabaña, fingiendo ser alguien quien en realidad no es. Obviamente la gran pregunta es: ¿quien será?. Los 8 más odiados es una película que nos deja la sensación de estar filmada por Quentin Tarantino para Quentin Tarantino. Como un sueño húmedo que tuvo el director una noche y al despertar al otro día juró transformarlo en realidad. Eso no significa que el público vaya a quedar afuera, pero definitivamente una buena porción tendrá sus reparos para con el film. Como si enumerar tus propias películas no fuera suficiente indicio de un romance a lo Narciso, Quentin se permite un buena variedad de excesos y caprichos que van desde la excesiva duración hasta las interminables lineas de dialogo, sin dejar afuera los 70mm que podrían haber funcionado mejor en Django Sin Cadenas, en lugar de esta cinta filmada un 85% en interiores. Como una Perros de la Calle en el Lejano Oeste, Los 8 más odiados es lo más cerca que estuvo Tarantino de escribir una obra de teatro (existen rumores de que en un futuro podría convertirse en una). En un extenso y muy hablado primer acto se dejan pistas que terminarán por resolverse en el tercero, y donde mientras tanto acompañaremos a ocho odiosos personajes (que en realidad ya de entrada son nueve si contamos al chofer de la carrera) a afrontar su historia y rendir cuentas de su pasado. Sin embargo, aunque la duración y las largas escenas de dialogo con un simple juego de plano y contraplano podrán poner a prueba la paciencia de muchos, Tarantino se mantiene fiel a su estilo. Los diálogos, rápidos y cargados de vulgaridades, están escrito a la medida de cada personaje y cada palabra es una ventana a su interior que ayuda la construcción. Al mismo tiempo todo el elenco le aporta algo especial a sus personajes, dando suficiente razones para volverlos tan odiosos como el título promete. Dada la duración hay suficiente espacio para que cada uno tenga su momento de atención. Tarantino recupera al Russell más duro que supo filmar grandes westerns como Tombstone, y le entrega a Jackson un personaje ya varias veces visto en la filmografía del guionista y director, pero al que de todas maneras es un regocijo volver a ver en la pantalla. Por su parte Jennifer Jason Leigh logra una merecida nominación al Oscar por su papel de la desquiciad pistolera Daisy Domergue, rol que espero sirva como cambio de rumbo en la carrera de esta últimamente poco utilizada actriz. Y no puedo dejar de hablar de las interpretaciones sin referirme a Walton Goggins, quien vuelve a trabajar con Quentin despues de participar en Django Sin Cadenas, esta vez en un personaje más grande y con mayor construcción, y que no tendría problemas en volver a ver en otra película ya que encaja perfecto en el universo por el que suele moverse su director. Conclusión Con Los 8 más odiados daría la sensación que Tarantino busca llevar a su cine a nuevos horizontes, pero sin alejarse de la formula que lo convirtió en uno de los directores más aclamados la actualidad. La película se siente como una mezcla de Perros de la Calle con And Then There Were None de Agatha Christie, libro que maneja una temática similar y que no tan casualmente fue convertido en una obra de teatro algunos años después de su publicación por la misma autora. Tarantino lucha por encontrarse dentro de una propuesta casi teatral, y donde todos los excesos de su cine terminan viéndose como un homenaje a si mismo. Los dialogados, la violencia, incluso hasta el metraje y los benditos 70mm en que fue filmada, todo en Los 8 más odiados está elevado a un nuevo nivel. Pero si alguien puede filmar un western ultra-violento, largo y hablado hasta por los codos, y así y todo salirse con la suya, sin dudas ese alguien es Quentin Tarantino. Y aunque no estemos ante la presencia de la mejor de sus películas, es una propuesta en la que se lo ve intentando algo diferente, con muchos aciertos entre tantos excesos y manteniendo un buen ritmo a pesar de todo. No resultaría extraño que esto haya servido solo como un ensayo, ya que el director viene amenazando desde hace tiempo con su retiro luego del décimo film, y donde un futuro como dramaturgo no empezaría a sonar tan descabellado.
Jennifer Lawrence, el gran atractivo de la nueva película de David O. Russell. La familia y los negocios Antes de comenzar se nos aclara que Joy está basada en una historia real. No solo de una mujer, si no de muchas. Aunque en parte eso es cierto, la mayoría de la película está adaptada a partir de la vida de Joy Mangano, una madre de familia italoamericana devenida en inventora, quien se volvió millonaria con la creación y el patentamiento de útiles productos de uso doméstico a comienzos de la década del 90. David O. Russell, no del todo contento con la historia de Mangano y el guión original de Annie Mumolo, se tomó algunas libertades a la hora de la re-escritura y transformó al material en algo que va mucho más allá de de una simple biografía, bien cerca del cine clásico de Hollywood e incorporando momentos casi oníricos, no del todo comunes en su filmografía. Russell vuelve a posar su lente una familia disfuncional, pero esta vez lejos de como las presentó en The Fighter o Silver Linings Playbook. Joy y los suyos parecen una suerte de primos lejos Los Excéntricos Tenenbaum. Joy es una madre divorciada que trabaja en la parte de reclamos de equipaje de una aerolinea, un trabajo con momentos difíciles si los hay. Vive junto a su abuela, sus hijos y su madre, una adicta a las telenovelas que rara vez se levanta de su cama y se niega a abandonar su cuarto. Tiene a su hermanastra con la que no guarda la mejor de las relaciones, a su mejor amiga y confidente de toda la vida, y un excelente trato con su ex marido, un cantante de origen venezolano quien vive en el sótano de su casa, el cual pronto tendrá que compartir con el padre de Joy, que se suma a la difícil convivencia hogareña luego de separarse de su última pareja. Joy es lo que suele llamarse una underachiever, una persona de la que mucho se esperaba dado que era creativa desde pequeña y con un gran rendimiento escolar, pero que luego del divorcio de sus padres pareció perder interés por convertirse en ese alguien que todos creían y aguardaban. Sin embargo, una larga racha de fracasos y frustraciones hará que se decida de una vez por todas a salir en busca de ese futuro que alguna vez supo añorar. Lo cierto es que a pesar de hacer las cosas bien en casi todo momento, Joy no es una película que vaya a dejar una marca imborrable en la carrera de Jennifer Lawrence y mucho menos en la del todavía resistido por algunos David O. Russell. Es una buena película, no hay dudas de eso, quizás la más clásica de su director hasta hoy, pero a la que le cuesta trabajo impresionar a pesar de que todos los elementos están al alcance de sus manos. Aunque Lawrence fue cuestionada por su corta edad a la hora de interpretar el papel de Joy, y es un reclamo cuestionable a primera vista, todas las quejas se evaporan cuando la joven actriz finalmente se pone en la piel de su personaje. Es el gran motor que tiene el film y el foco de interés en todo momento, aunque sin el lucimiento que tuvo en sus otras colaboraciones con Russell. Pero incluso habiendo gente como Robert De Niro, Bradley Cooper, Édgar Ramírez, Diane Ladd, Virginia Madsen e Isabella Rossellini interpretando personajes con vuelo propio y bien delineados, nunca llegamos a conocerlos verdaderamente. Algo que no suele suceder en las películas de Russell, donde el elenco secundario tiene su espacio para lucirse. Esto queda graficado en la falta de nominaciones a los premios Oscar o Globo de Oro en dichas categorías, ternas en las que el director suele arrasar. Conclusión Joy es un film que sin dudas será mejor bienvenido por los cinéfilos con gustito por lo clásico, que solo busca contar su historia de la manera más simple y efectiva posible y sin momentos de grandilocuencia. Cosa que logra sin sobresaltos. Cuenta con una muy buena interpretación de Jennifer Lawrence y un elenco secundario que cumple, pero del que se podría esperar mucho más.
La comedia familiar según la factoría Ferrell/McKay. Hijos nuestros Brad Whitaker soñó toda su vida con ser un amoroso padre de familia. Desgraciadamente, por un pequeño incidente en el dentista (si, ¡en el dentista!) no puede engendrar hijos propios. Pero la vida lo cruzó en el camino de la fabulosa Sara y sus pequeños, quienes a pesar de resistirse en un comienzo, terminan por aceptarlo como su papá del corazón. Esto es hasta que aparece en escena Dusty, el padre biológico de las criaturas y ex esposo de Sara. Dusty es la antítesis de Brad, un hombre rudo y sin ataduras, con un envidiable estado físico, que vive la vida a su manera y no está dispuesto a perder a sus hijos en manos de un hombre que no puede contener el llanto y la emoción cuando los chicos le piden un consejo o se acercan con sus problemas. Este temor de perder el efecto de las criaturas lleva a Dusty y Brad a una guerra de papás que escalará a niveles sin sentido, pero asegura una buena cantidad de risas y carcajadas en el camino. Will Ferrell y Mark Wahlberg vuelven a unir fuerzas en una comedia luego de la genialidad que fue The Other Guys, de Adam McKay (también director de Anchorman), que inexplicablemente nunca pasara por los cines de Argentina. Ahora con un propuesta distinta, pero de nuevo poniendo el foco en la pareja dispareja que componen, esta vez no como policías de la ciudad de Nueva York, sino que como simples padres de familia que compiten por el amor de sus chicos. Aunque la idea suena digna a una clásica comedia familiar de Disney, la película no lo es. Hay que darle crédito a su director Sean Anders, (co-guionista junto a John Morris y Brian Burns) quien se anima a ir un poco más allá de los convencionalismos del género, alcanzando momentos en los que seguramente los más pequeños quedarán afuera, pero que funcionarán a la perfección con un público más adulto. Si son seguidores de las comedias de Will Farrell, para hacerse una idea imaginen que Guerra de Papás está algo más cerca de Step Brother que de Kicking & Screaming. Pero pesar de sus momentos en off-side esperables en toda producción de Farrell y McKay (a través de su productora Gary Sanchez), nunca olvidamos que estamos en presencia de una comedia familiar, que si bien nunca se toma en serio, cuando llega el momento de hacerlo tampoco falla, llegando sin sobresaltos a un resultado esperado por todos, pero manteniendo la dignidad de no haber recurrido a sentimentalismos baratos para alcanzarlo. Ferrell y Wahlberg ya demostraron su buena química juntos y la película no hace más que sacar buen provecho de eso. Pero muchos de los mejores momentos, o por lo menos varios de los más graciosos y efectivos, llegan con personajes secundarios como los interpretados por Hannibal Buress o Bobby Cannavale, pero en especial Thomas Haden Church, en un papel que bien podría ser de lo mejor que tiene para ofrecer la película. En el rol de Sara, esposa de Brad y ex de Dusty, encontraremos a la actriz de la mítica Freaks and Greeks Linda Cardellini, quien no tiene demasiado para hacer y, si vieron la serie recién mencionada, entenderán que es un verdadero desperdicio de talento. Conclusión Sin brillar, pero lo que es más importante sin aburrir y sin momentos forzados, Guerra de Papás es una comedia logra destacarse en la difícil tarea de hacer reír. A buenos trabajos de Will Ferrell y Mark Wahlberg se suma una divertidísima labor secundaria de Thomas Haden Church, que junto con un guión convincente y sin demasiadas pretensiones, nos terminan dando como resultado una película para disfrutar en familia y no arrepentirse en el intento.
Sólido exponente de terror gótico nacional. Cuestión de fe El cine de género nacional continúa en expansión y esta vez la propuesta llega por el lado del terror, más específicamente por el lado del terror gótico. Género sin dudas relegado dentro de la filmografía argentina pero donde la película de Gonzalo Calzada (también guionista del film y su novelización) llega para cubrir ese vació. Calzada no es ajeno al cine de género, ya que en el 2012 estrenó La Plegaria del Vidente, interesante thriller/policial protagonizado Gustavo Garzón, que contaba -libremente- los crímenes reales perpetrados por el asesino serial conocido como El Loco de la Ruta en la ciudad de Mar del Plata. Por su lado, el terror gótico tiene una larga tradición que se remonta casi a los comienzos del cine, pero que llegaría a su máximo esplendor durante la década del 60 (incluso finales del 50 y principios del 70) de la mano de Roger Corman en Estados Unidos, y los estudios Hammer en Inglaterra. Incluso en España se produjeron grandes películas del género durante esos años. Pero no es casi hasta nuestro días cuando el cine nacional por fin comienza a salir de los géneros en los que solía sentirse cómodo, y comienzan a llegar de manera periódica films (producidos en su gran mayoría de manera independiente) poco usuales en nuestras pantallas. Siendo Resurrección una de las propuestas más ambiciosas hasta el hoy. Buenos Aires. 1971. Son los tiempos de la fiebre amarilla y se vive la epidemia más grande que haya visto el país. Aparicio (Martín Slipak) es un joven sacerdote que parte de Córdoba hacia la capital para ayudar a los enfermos. En el camino se detiene en la hacienda familiar a las afueras de la ciudad y se sorprende con lo que encuentra. La casa fue saqueada por los criados y sirvientas quienes escaparon cuando la fiebre comenzó a infectar a sus habitantes, la esposa de su hermano y su sobrina viven encerradas en la capilla por miedo a contraer la fiebre y su hermano su encuentra en cama al borde de la muerte. El único que todavía permanece a su lado es Ernesto (Patricio Contreras), un supersticioso criado que vivió casi toda su vida en esa casa. La situación obliga a Aparicio a quedase en la hacienda e intentar ayudar antes de partir a hacia Buenos Aires, pero comienzan a darse extraños sucesos que harán que el joven sacerdote enfrente sus miedos más profundos mientras cuestiona todas sus creencias. Como todo buen relato gótico, en Resurrección encontraremos personajes atormentados en un imponente caserón, con el folclore de la época jugando un papel fundamental, y un misterio que habrá que resolver antes de que sea demasiado tarde. Los excelentes trabajos de arte, vestuario y fotografía, sin dudas ayudan a Calzada a contar su historia de la mejor forma posible, dando como resultado una película cuidada y visualmente atractiva. El guión maneja un ritmo preciso y acorde al relato, no se apura pero tampoco llega a aburrir, con un buen manejo del suspenso, brindando información de a poco y nunca explicando más de lo necesario. Martín Slipak tiene la oportunidad de luciese en el rol del confundido sacerdote Aparicio y no la desaprovecha en lo más mínimo. Un papel difícil incluso para los más experimentados pero donde el joven actor se desenvuelve sin ningún tipo de problema, transmitiendo el miedo, la agustina, la confusión y la locura que bordea a su personaje. Mientras tanto, Patricio Contreras le tira toda su experiencia encima al personaje de Ernesto, el fiel sirviente de la familia de Aparicio que podría no ser tan fiel como dice ser. Y en los roles secundarios tambien encontramos buenos trabajos de Ana Fontán, Lola Ahumada y Vando Villamil, como un misterioso curandero que llegará para alimentar el misterio y la confusión que envuelven el relato. Conclusión Resurrección es una más que interesante adhesión al género del terror gótico más clásico y, ya desde su estreno, una rara joya dentro de la filmografía nacional. Tiene una factura técnica de primer nivel y grandes interpretaciones de Slipak y Contreras, bien acompañados por un elenco de secundarios. No caben dudas que lo nuevo Gonzalo Calzada es una propuesta que dejará satisfecho a los amantes de las buenas historias que se desenvuelven lenta pero sutilmente, y donde los personajes son atormentados tanto por sus propios demonios como por otros más reales.
Danny Boyle dirige a Michael Fassbender como Steve Jobs a partir de un brillante guión escrito Aaron Sorkin. El hombre en la máquina Acusar a Steve Jobs de ser la otra biopic del magnate de la informática sería algo injusto. En todo caso es la biopic definitiva, la que vale la pena ver. Si bien está basada en un personaje conocido por todos, no se limita a contarnos su historia con momentos de reflexión que dan el pie a largos flashbacks, ni vemos su vida y obra contada de manera cronológica como sucedió con la Jobs de Ashton Kutcher. La propuesta del guionista Aaron Sorkin (Red Social, Cuestión de Honor) es más ambiciosa y su guión es mucho más exigente y complejo, tanto en estructura como en profundidad, haciendo hincapié en solo tres días específicos de la existencia del fundador de Apple. Tan solo tres secuencias que le bastan a Sorkin y al director Danny Boyle para confeccionar este retrato de un hombre sumamente complejo, un genio con sus demonios y sus contradicciones, admirado y odiado por igual. Los momentos elegidos son el lanzamiento de la Macintosh en 1984, la presentación de su nueva empresa NeXT y el infame ordenador conocido como “cubo negro” en 1988, y finalmente su regreso a Apple con el lanzamiento de uno de sus productos más exitosos: la iMac, en 1998. Es un verdadero lujo tener a Michael Fassbender como Steve Jobs, demostrando nuevamente que es uno de los actores más versátiles e interesantes de esta generación. Queda en claro que a lo que apuntaba Danny Boyle con este casting no era alguien con rasgos físicos similares a Jobs, si no más bien alguien capaz de entregar una poderosa interpretación llena de matices (a diferencia de Kutcher). Después de todo, Fassbender aparece en casi el 100% de los planos del film. Está muy bien acompañado por Kate Winslet como Joanna Hoffman, su secretaria personal a través de la cual podemos llegar a conocer los momentos más humanos de Jobs, Jeff Daniels como John Sculley, CEO de Apple que al mismo tiempo funciona como una suerte de figura paterna y Seth Rogen como Steve Wozniak, su viejo amigo y co-fundador de Apple. El primer acto es probablemente el más sólido de los tres. Nos muestra los momentos previos a la presentación de la Macintosh y es donde rápidamente se plantea el eje central de la película: la relación de Steve Jobs con su hija, a quien en un comienzo no reconoce como suya (a pesar de que una prueba de ADN dice todo lo contrario), pero con quien, a su modo, irá tejiendo una relación. Sorkin hace un excelente trabajo presentando a Jobs como un personaje admirable y al mismo tiempo sumamente odioso. Un genio con una visión que solo puede ser igualada por su incapacidad para relacionarse con otros seres humanos y con un pasado difícil como huérfano que todavía lo persigue. Como suele ocurrir en todos sus guiones los diálogos son rápidos y afilados, y muchos de ellos dichos con los personajes en constante movimiento (marca registrada de Sorkin), algo que funciona con el estilo de Boyle y su forma de montar las películas. Aunque siendo un director sumamente visual, en ese aspecto no logra lucirse como en otras oportunidades, ya que en comparación a otros de sus trabajos, Steve Jobs es una película de una escala mucho menor, casi teatral, donde absolutamenete todo pasa por el guión y las interpretaciones. Conclusión Steve Jobs se ubica fácilmente entre las mejores y más originales biopics de los últimos tiempos. Es también uno de los guiones más sólidos de toda la carrera de Aaron Sorkin y, sin ser su película más visual, es definitivamente el mejor trabajo de Boyle desde hacerse con el Oscar por Slumdog Millionaire allá en el 2008 (mejor ni meterse con la sobrevalorada 127 Horas). Fassbender no tendrá el parecido físico (realmente esas quejas no tienen sentido), pero logra una verdadera transformación desde lo actoral y de seguro sorprenderá hasta a los más escépticos, lo mismo el elenco secundario. Solo el tiempo lo dirá, pero Steve Jobs tiene todo para convertise en una de las mejores biografías alguna vez filmadas, y es sin lugar a dudas uno de los puntos más alto de la filmografía de todos los aquí involucrados.
Actividad Paranormal: Ucrania Edition Un grupo de amigos llega a Kiev con la intención de comenzar la filmación de un documental sobre caníbales en el Siglo XX. Sucede que bajo el régimen de la Unión Soviética, Ucrania, especialmente la zona de Rostov, sufrió una de las peores hambrunas de la historia, en la que murieron millones de personas a lo largo de varias décadas. En ese panorama se crió Andrei Chikatilo, prolífico asesino serial (53 víctimas) acusado de canibalismo, entre tantas otras cosas truculentas. Durante una de las entrevistas, los cineastas son convencidos de que fuerzas sobrenaturales tuvieron una relación directa con los actos perpetrados por Chikatilo, y que la mejor forma de obtener respuestas será con una sesión de espiritismo. De esta forma los jóvenes no solo tendrán las respuestas que buscaban, ahora también tendrán que correr, y muy rápido, ya que sin desearlo convocaron al espíritu de “El Carnicero de Rostov” y uno por uno se irán convirtiendo en sus nuevas víctimas. La pandemia de terror found footage no conoce límites. Aunque claro, si tenemos en cuenta la relación costo beneficio que existe con este tipo de producciones es un fenómeno completamente entendible. Juegos Demoníacos nos llega directamente de República Checa, país sin una gran tradición de cine de terror, dato que quizás nos ayude a comprender como fue que este esperpento de película se convirtió allí en un éxito sorpresivo, superando a grandes producciones como Ant-Man o Misión Imposible: Nación Secreta. Con la presencia del director Rob Cohen (Rápido y Furioso, Triple X) en su fila de productores, la cinta fue rodada en Ucrania y está hablada, en su mayoría, en ingles, algo que termina indicando que esta es una realización for export, que se filmó con la intención de ser vendida a todo el mundo. De esta forma llega a Argentina, país por el que todos los años pasan una inusual cantidad de películas de terror de dudosa calidad, y donde Juegos Demoníacos se destaca por ser uno de los exponentes más flojos dentro de un sub-género totalmente agotado. Realmente hay poco y nada para destacar de esta película que pareciera ser un híbrido entre la saga Actividad Paranormal y la fallida Terror en Chernobyl, y que tranquilamente podría haberse originado por el simple hecho de haber pegado una cabaña en el medio de Ucrania y tener algo de ganas de filmar “una peli de terror”. No presenta ni una idea novedosa, y las pocas buenas que tiene se le escapan como arena entre sus dedos. La excusa del canibalismo es un costado que nunca se termina (o empieza) por explotar, en su lugar tenemos otra película de espíritus juguetones que harán de la vida de los protagonistas (y los propios espectadores) un verdadero infierno. Nuevamente seguimos a un grupo de jóvenes desechables que no nos generan ningún tipo de sentimiento y nos da exactamente lo mismo el destino de cada uno de ellos. La mayoría de los sustos están construidos a base de golpes de efectos y llegan tan rápido como se van, no hay construcción de atmósfera alguna y el suspenso es verdaderamente inexistente. Conclusión Un nuevo clavo en el ataúd del terror found footage. Un film para el olvido que ni siquiera puedo recomendar a los más fanáticos del género. Aburrida, previsible y frustrante, Juegos Demoníacos es el tipo de película que le hace mala fama al cine de terror.
Frankenstein Begins Frankenstein o el moderno Prometeo fue adaptada al cine en intocables oportunidades y con cientos de variantes. La famosa creación del doctor hizo de todo; viajes temporales, un fugaz paso por la universidad, cruces con un conocido dúo cómico, enfrentamientos con otros monstruos famosos, o un errado devenir en superheroe. Víctor Frankenstein es un nuevo intento por aplicarle un giro a la clásica novela gótica de Mary Shelley, esta vez contada a través de los ojos de su fiel ayudante Igor y centrada en los años de formación del perturbado doctor. La película cae en un terreno extraño, algo similar al de la remake de La Cosa hace algunos años atrás. Es una precuela pero al mismo tiempo toma y adapta muchos elementos y momentos de la novela original, y al igual que el monstruo creado por Victor se va construyendo con partes de diferentes cuerpos, algunas (pocas) que resultan una novedad, y otras ya vistas en distintas películas. Basada en una idea original de Max Landis (Operación Ultra), la nueva historia se centra en el ascenso del Dr. Frankenstein. Luego de liberarlo de un circo en el que era constantemente abusado física y mentalmente, Igor (un jorobado con talento natural para la medicina) se convierte en su fiel ayudante y juntos llevarán a cabo una innovadora investigación que podría cambiar al mundo para siempre: transformar a la muerte en un estado reversible. Este controversial experimento los pondrá en la mira de Scotland Yard y del Inspector Turpin, un oficial con fuertes raíces católicas que lo considera un sacrilegio. Al mismo tiempo, Igor será testigo de la creciente obsesión del doctor que lo termina dejando al borde de la locura. No es necesario dejar avanzar más de unos pocos minutos para darnos cuenta que la intención de Fox es convertir a Victor Frankenstein en su Sherlock Holmes, más específicamente la versión de Guy Ritchie del personaje, en la que Robert Downey Jr. interpretaba al sagaz detective y Jude Law era Watson, y que tan buen negocio resultó para Warner hace unos años. Por eso no anduvieron por vueltas y buscaron a Paul McGuigan, un director que ya había imitado el estilo de Ritchie en 7, El Número Equivocado o Gangster No. 1 y que aquí vuelve para intentarlo una vez más. ¿El resultado? Una película sin personalidad, por momentos aburrida, que a pesar de contar una historia novedosa inexplicablemente recorre caminos ya transitados, que nunca profundiza en ninguna de sus temáticas y donde incluso sin lucirse, son las interpretaciones de su elenco principal el punto más alto del film. Daniel Radcliffe y James McAvoy sin dudas tienen una buena química juntos y componen interesantes personajes también por separado. Radcliffe como un ser vulnerable que recién se abre al mundo luego de pasar años encerrados en un circo y McAvoy como un médico que desciende lentamente por un especial de obsesión y locura. Ambos entregan buenas interpretaciones ayudados por un guión que se toma su tiempo (quizás demasiado) desarrollando estos personajes. Desgraciadamente no podemos decir lo mismo del antagonista de la historia, el inspector Inspector Turpin interpretado por Andrew Scott, un personaje que se queda a mitad de camino a pesar de tener alguno de los conflicto más interesantes que plantea la película, ya que su motivación es la fe en Dios pero nunca se explora a fondo el dilema de la religión contra la ciencia. Aunque peor aún es lo que sucede con Lorelei (Jessica Brown Findlay), el interés romántico de Igor, que queda completamente relegada de la historia y ni siquiera funciona como obstáculo entre el doctor y su ayudante, algo que se plantea en un principio pero es prontamente olvidado. Conclusión Victor Frankenstein es una buena idea que falla en su ejecución, ya que McGuigan nunca encuentra la forma de hacer una película con vuelvo propio. Incluso lo que el director plantea como una novedad para darle un giro moderno a una vieja historia, es algo que ya se hizo en otras oportunidades y aquí se siente lisa y llanamente como una imitación. Daniel Radcliffe y James McAvoy han sabido tener mejores papeles, pero dentro de una cinta mediocre son lo más digno de rescatar. Entre interesantes temáticas a medio explorar y una sub-trama romántica que no funciona, no es muy difícil llegar a aburrirse. Esto se intenta contrarrestar con algunas escenas de acción y aventura que nunca se sienten como parte de la película, y que solo suman más confusión a un relato que nunca parece tener en claro lo que quiere ser o contar. Al menos, hay una divertida referencia a El Joven Frankenstein de Mel Brooks.
Nicolas Iacouzzi y Pablo Chehebar dirigen El Crazy Che, documental sobre la increíble historia de Bill Gaede, un ingeniero informático argentino que voluntariamente actuó como espía durante la Guerra Fría. A Rusia con amor La historia se dió a conocer en los medios el 8 de Octubre de 1994 cuando Guillermo Gaede es detenido en los bosques de Ezeiza intentando enterrar evidencia. La policía lo detiene imaginando que en los bultos que llevaba con él estaba el cuerpo descuartizado de algún infeliz, pero terminan encontrando cassettes con escuchas telefónicas, disquetes con microfilmaciones, pasaportes falsos y fotos que comprometen al FBI, a la CIA y al gigante de la informática, Intel. Este es tan solo el punto de partida, el comienzo de una trama tan extraña como sorprendente, sobre un espía impensado que actuaba de forma desinteresada y a favor de sus ideales, y que terminó descubriendo entre mentiras, engaños y traiciones que la linea que divide al bien del mal en este mundo, es más bien borrosa. Muy de vez en cuando uno se encuentra con un documental que se cuenta solo. Con esto no quiero desmerecer el trabajo de los guionistas y directores Nicolas Iacouzzi y Pablo Chehebar, quienes tuvieron olfato a la hora de encontrar la historia y adaptarla al cine. Pero me refiero a que la figura de Bill Gaede es tan cautivante y su historia es tan increíble, que bastaría con tenerlo sentado y hablando frente a una cámara para que lo escuchemos atentos y sin pestañear durante una hora y media. Pero claro que eso no sería cinematográfico, y por eso mismo El Crazy Che se encarga de llevarla a la gran pantalla, contándola de una forma ágil, que se desenvuelve como un buen thriller de espionaje, y con una atractiva propuesta estética y visual. La historia de Gaede es difícil de procesar, pero Iacouzzi y Chehebar se encargan de resaltar sus motivos y de dejarlos claros desde el principio. Y al no ser movilizado por intereses económicos, sino más bien ideológicos, uno rápidamente logra simpatizar con él y su cruzada. Al mismo tiempo la película expone el accionar -por momentos bordeando lo ridículo- de las agencias de inteligencia estadounidenses, y pone en evidencia que algunas situaciones que retrataron los hermanos Coen en Quémese Después de Leer o Steven Soderbergh en El Informante!, no están tan alejadas de la realidad después de todo. Conclusión El Crazy Che se presenta como un documental elegante y ágil, se va desenvolviendo como una buena película de espías. Indaga en una interesante historia que los medios de comunicación en su momento solo contaron a medias, y termina por armar el retrato de un hombre complejo que desinteresadamente, y a su manera, luchó a favor de sus ideales.
Un final que arrastra varios de los problemas de su antecesora, pero que deja lugar para el espectáculo. Revolución por partes lLa primera parte de Sinsajo fue aburrida, eso no se puede negar. Si bien todos los libros de Los Juegos del Hambre tienen una extensión similar, la decisión de dividirla en dos no tiene justificación alguna más allá de lo económico. Aunque la primera de esta conclusión fue un buen negocio redondo para los productores, hirió de muerte a la saga y la dejó desangrándose. Por eso no quedaban dudas (hayan leído los libros o no), que Los Juegos del Hambre: Sinsajo – El Final era el momento para tirar toda la carne al asador. Y si bien lo hace y no decepciona en ese sentido, arrastra mucho de los problemas que ya se planetearon en la Parte 1 y que en esta oportunidad regresan para pasarle factura. Como si la división por partes no era suficiente indicativo, esta última entrega de Sinsajo retoma casi todos los temas que dejó inconclusos la anterior película. La acción comienza tan solo unos pocos días después de que Peeta fuera rescatado por los rebeldes y llevado al Distrito 13. La última vez que vimos a Katnees fue justamente con las manos de Peeta alrededor el cuello, ya que luego de un lavado de cerebro por parte del Capitolio ahora la culpa de todos sus males y solo quiere verla muerta. Esto suma un nuevo problema para nuestra heroína, quien aparte de tener que liderar una revolución que la tiene como principal referente y de la que no está totalmente convencida, ahora tendrá que cargar con la culpa de que su principal aliado y amigo en los dos primeros films, está completamente fuera de si. Probablemente sea esta la gran novedad que vamos a encontrar en Sinsajo – Parte 2, ya que el resto de la película es tan solo una extensión de los conflictos que se sucedían en la anterior. Aunque si, esta vez con un poco más de acción. Al igual que sucedió con la Parte 1, lo más jugoso vuelve estar en los vaivenes políticos y mediáticos y las contradicciones que sufre el personaje de Katnees para con la revolución. En un mundo donde las adaptaciones de sagas literarias apuntadas al público adolescentes aparecen y desparecen como por arte de magia, y son solo unas pocas las que pueden llegar a una conclusión (la gran mayoría no pasan del primer libro/film), que Los Juegos del Hambre lo haya hecho con la madurez que termina reflejando es algo digno de rescatar. Probablemente todo hubiera funcionado mejor si este final se comprimía en una sola película, pero el cinismo y la oscuridad que vuelve a mostrar en esta última entrega habla de que la saga creció junto a sus lectores y espectadores. La primera mitad del film no se aleja demasiado de lo que se vio en Sinsajo – Parte 1. Muchas escenas de relleno que se podrían haber omitido y conflictos que se siguen subarrallando. La historia avanza a pesar de todas las trabas que le ponen en el camino y el relato, si bien no es fluido, engancha por la oscuridad en la que se maneja y por obra y gracia de Jennifer Lawrence, que compone un personaje que quedará para la posteridad como una de las grandes heroínas del cine. Durante la segunda mitad la acción toma la posta de la historia y por fin comienzan a resolverse los conflictos. Una suerte de regreso a la raíces, ya que si bien Los Juegos del Hambre que le dieron su nombre a la saga ya no se celebran, las distintas trampas que esperan a nuestro héroes en el Capitolio buscan emular el espíritu de los dos primeros films, y me complace decir que queda bastante cerca de lograrlo. Hay un detalle que si bien es entendible y no afecta en lo más mínimo al resultado final, no deja de ser una curiosidad. Se sabe que Philip Seymour Hoffman murió en Febrero del 2014 con algunas pocas escenas por filmar. El director Francis Lawrence, junto a sus guionistas y productores, decidieron solucionar su ausencia de dos maneras: sumándolo en varias tomas con el uso de la tecnología y dándole sus diálogos a otros actores. Por eso mismo que no les parezca extraño si de un momento a otro Plutarch Heavensbee desaparece. Lo verán solo en el fondo de la acción, algún que otro primera plano (¡con sonrisa agregada digitalmente!), o comunicándose con otros personajes a través de cartas. Se siente extraño, es verdad, pero la situación es también extraordinaria. Conclusión La saga de Los Juegos del Hambre se despide con un film cínico y oscuro, con altibajos y unos 137 minutos de duración que se sienten. De haber sido una sola película, probablemente Sinsajo hubiera terminado a la par de sus antecesoras. La decisión de dividirla en dos fue un golpe del que no se pudo recuperar del todo, aunque especialmente en su segunda mitad se acerca más a lo hecho en los dos primeros films. Así y todo es un final digno para una saga juvenil que con aciertos y desaciertos, pero que siempre supo ubicarse por encima del resto.
Los hermanos sean unidos El policial argentino rememora sus mejores épocas con la llegada de Testigo íntimo, la nueva película del director Santiago Fernández Calvete (La Segunda Muerte). En esta oportunidad se aleja de los homicidios sobrenaturales que se investigaban en su primer (y más que interesante) largometraje, para traernos la historia de dos hermanos que quedan involucrados en un crimen que los tiene a ambos como principales sospechosos. Facundo es un joven abogado con una vida aparentemente perfecta. Está casado con la hermosa Ángeles, trabaja en el importante estudio de su suegra y tiene un buen pasar económico. Pero la realidad es que su matrimonio está estancado y ni siquiera sus clientes quieren tenerlo como defensor ante la justicia. Al mismo tiempo mantiene una relación con Violeta, la novia de su hermano Rafael, quien sospecha que algo está sucediendo entre ambos. Todo cambia la noche en que Facundo recibe un llamado de Rafael diciendo que Violeta nunca llegó a su casa. Al llegar su departamento, se encuentra con que la situación es otra. Violeta fue asesinada y reposa apacible en su cama. Ninguno de los dos se hace responsable del crimen a pesar que ante la policía serían los principales sospechosos, siendo uno el amante y otro el engañado. Es entonces cuando juntos deciden deshacerse del cuerpo, tarea que será para nada sencilla y que se irá complicando cada vez más, a medida que la noche avance y las sospechas entre ellos comiencen a crecer. Testigo íntimo es una de las propuestas policiales más solidas que dio el cine nacional en los últimos tiempos. Es un thriller elegantemente ejecutado e inteligentemente escrito, que nos mantiene adivinando y donde no faltan las vueltas de tuerca que cambian todo de un momento a otro. La película transcurre casi en su totalidad en una noche, la misma en que los dos hermanos interpretados por Felipe Colombo y Leonardo Saggese deciden deshacerse del cuerpo de Violeta (Guadalupe Docampo). Esto hace que la historia sea ágil y no se detenga, ya que es necesario hacer desaparecer el cuerpo antes de que llegue mañana a complicar la situación. Al mismo tiempo, mediante el uso de flashbacks, vamos conociendo cada vez sobre la relación que unía a Facundo con Violeta, algo que termina por darle una carga dramática todavía más importante a los sucesos de aquella noche. Fernández Calvete logra que la película se mantenga en constante movimiento y que el suspenso nunca decaiga, ayudado sin dudas por las muy buenas interpretaciones de Colombo y en especial de Leonardo Saggese, la gran revelación de la película. La relación entre ellos es el eje central del relato y de no ser creíble probablemente no hubiera funcionado tan bien como lo hace, pero por suerte ese no fue el caso ya que ambos tienen la química y el talento para sacar adelante la historia. También Guadalupe Docampo y Evangelina Cueto, como la amante y esposa de Facundo respectivamente, entregan buenas interpretaciones que no hacen más que sumarle credibilidad a la trama, haciendo que todo se sienta orgánico y sin momentos forzados. La participación de Graciela Alfano (en su regreso al cine desde la emblemática Nada x Perder), si bien no es muy grande, es en un papel que le calza justo y que le da otra dimensión a un personaje que quizás en manos de otra actriz podría haber pasado desapercibido. La idea de Calvete de remarcar que, como se dice en un tramo de la película, estamos en el peor momento de la historia para cometer un asesinato, le da al relato la sensación de que nuestros protagonistas tendrán que ser más que cautelosos para poder salirse con la suya. En un mundo hiperconectado, donde cámaras que ni siquiera nosotros podemos ver nos siguen a cada momento y donde es posible ubicar a una persona con precisión satelital simplemente a través de su celular, obliga a la película a mantenerse un paso adelante del espectador en todo instante. Sin embargo, todo este conocimiento es lanzado hacia nosotros a través un montaje paralelo que pareciera no tener demasiado que ver con la trama de la película, y que sirve simplemente para brindarnos esa información. Aunque no es algo que afecte demasiado el desarrollo, es una decisión que no se entiende y que termina desviando la atención. Conclusión Testigo íntimo es un policial hecho y derecho. Bien escrito, dirigido e interpretado, que nos mantiene atentos y adivinando hasta llegar a una resolución que no muchos verán llegar. Aunque nos puede dejar alguna que otra pegunta sin responder o sin brindar una respuesta clara, no hay dudas que, gracias su eficaz construcción y manejo del suspenso, es uno de los estrenos nacionales del año que no deberían perderse.