Fantasmas del pasado Los tres largometrajes en los que Daniel Craig se puso en la piel de James Bond son al día de hoy los tres más exitosos de toda la saga. Y al momento de escribir esta pequeña opinión Specte va camino a unirse a ese selecto grupo. Atrás quedaron los años en los que Bond surfeaba arriba de un pedazo aeronave estrellada, durante un tsunami causado por el deshielo de un gigantesco glaciar, que a su vez fue destruido por un villano con su máquina que dispara rayos solares y dice cosas tan divertida como: “Calentamiento global. Es una cosa terrible”. El Bond de Craig está más ligado a la realidad, es un héroe vulnerable tanto física como sentimentalmente, a punto tal que los hechos que lo atormentaban desde su primera aventura como el 007 continúan siendo hoy una parte fundamental del camino emocional que recorre el personaje. Por eso no caben dudas que la franquicia se reinventó para bien si tenemos en cuenta la respuesta del público. Pero quienes salieron perdiendo (por decirlo de alguna manera) en este buen negocio para los productores son los viejos fanáticos, aquellos de las películas de Sean Connery, Roger Moore y George Lazenby, que sobrevivieron a la reinvención del personaje en los años 80 con Timothy Dalton y en los 90 con Pierce Brosnan. Los que iban al cine a ver con que arma o inventivo artefacto se salía esta vez Q, o simplemente esperaban ver a Bond escaparse de situaciones complicadas de formas imposibles (condición que se volvió cada vez más ridícula, como se ilustró más arriba con la escena de Otro Día para Morir). Y si bien Spectre no se aleja en demasía de lo que ya se construyó en la etapa de Daniel Craig al frente de la saga, hay momentos en los se siente una amigable palmadita en la espalda por parte de Sam Mendes y el resto de los responsables, reconociendo que ya no es el viejo Bond pero diciéndonos que este no se fue a ningún lado, y aunque sea en pequeños lapsos o a través de guiños, es el mismo de siempre. Mientras que Spectre no es ni la mejor ni la peor de las últimas aventuras del 007 a cargo de Craig, es la primera en no intentar ocultar bajo la alfombra que Bond tuvo una historia previa, que atraviesa más de cinco décadas y que a lo largo de 24 películas se fue adaptando a los tiempos que corrían, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. Las referencias son sutiles: Dave Bautista en el papel de Hinx por momentos nos recuerda a Harold Sakata en Goldfinger o a Jaws en La Espía que me Amó, lo mismo sucede con Christoph Waltz y su parecido con Ernst Stavro Blofeld, archienemigo histórico de Bond interpretado por un memorable Donald Pleasence, y en menor medida con Dr. No, ya que hasta visten ropas similares. También la “guarida” de Oberhauser es muy similar en diseño a la que usó el villano en Moonraker, y podría seguir y seguir con las referencias. Afortunadamente Mendes fue un poco más allá y no se quedó solo en el homenaje, tambien reconoce al viejo universo de Bond en algunos pasajes de la trama, siendo en espíritu la más cercana a las películas que pusieron al agente secreto de la MI-6 en boca de todos en un primer momento. No esperen una película con un tono completamente opuesto a las anteriores, pero sin dudas al lado de la solemnidad de Skyfall, Spectre se siente como que esta vez Mendes y Craig querían divertirse un poco con el material. Promediando las dos horas y media de duración estamos ante la presencia de la película más extensa de toda la saga. Aunque la acción es constante los 150 minutos se sienten y se hace difícil justificarlos, sobre todo si tenemos en cuenta que muchos de los conflictos que atormentan al personaje ya se trabajaron y resolvieron en las películas previas, y aquí se debe recurrir a giros de guión de los cuales podría haber prescindido, sólo para impresionar y mantener la atención. Una vez más la escena de apertura es la que se vuelve a llevar todas las miradas, esta vez con una increíble secuencia de acción (brillante plano secuencia de por medio) durante la celebración de El Día de los Muertos en Mexico D.F. Pero es una escena que le va a costar mucho trabajo superar a lo largo de todo el relato. Craig vuelve a interpretar a un Bond frío y calculador, esta vez no tan sufrido, con la suficiente clase y dotes para la acción que necesita el personaje. Hinx, el secuaz interpretado por Bautista, es un digno oponente para el 007 y las chicas Bond, Léa Seydoux y Monica Bellucci, un buena distracción de tanta acción, teniendo Bellucci, con mucho menos tiempo de pantalla, los mejores momentos de las dos junto al seductor espía. Los regresos de Naomie Harris, Ben Whishaw y Ralph Fiennes son bienvenidos, aunque se hace imposible no extrañar aunque sea un poquito a Judi Dench. No me hubiera disgustado ver un poco más de Andrew Scott (Moriarty en Sherlock) en pantalla, ya que algunos de los momentos más divertidos desde lo interpretativo llegan cuando comparte escenas junto a Fiennes. En lo personal esperaba un poco más de Christoph Waltz como villano de turno, siendo el mayor de los problemas justamente ese: no es más que un villano de turno. Uno que pasará sin pena ni gloria por la saga y que a pesar del vinculo que lo une con Bond (el cual no resultará una sorpresa para la mayoría), poco tiene de memorable. Conclusión Spectre tiene sabor de despedida para Daniel Craig como James Bond. Obviamente que al final del día el dinero es quien manda, pero cierra perfectamente el circulo. El viaje que comenzó con Casino Royale y se extendió a lo largo de Quantum of Solace y Skyfall, bien podría llegar a su fin con esta película que parece ya no renegarle tanto a sus raíces, dejando de lado la tortura emocional que vivió el personaje en la última entrega, y volcándose más hacia el espectáculo de acción y aventuras que su ser en el pasado. Con 150 minutos de duración no puedo decir que el film se pasa volando y que no existen momentos en los que estamos cerca de aburrirnos, pero a fuerza de escenas de acción ejecutadas con maestría (marca registrada de la saga) y personajes que vale la pena acompañar, Spectre resulta un principio de acercamiento al Bond del siglo XX en pleno siglo XXI.
Obsoleta mirada a un hecho histórico que merecía mejor suerte. Almorzando con el enemigo Durante el año 2000 era un simple estudiante de segundo año del secundario que recién comenzaba a leer cuentos de Borges. Aunque más adelante en la vida me fui inclinando por otros autores argentinos, fue durante esos años el pico máximo de mi interés por el escritor. Casualmente en en esa misma época se estrenaban dos películas centradas en la figura de Jorge Luis, y no hizo falta saber mucho más sobre ellas para meterme directamente en la sala. Honestamente ninguno de los dos films fue la experiencia que esperaba, y visiones subsecuentes confirmaron mi criterio de aquel entonces. Las películas en cuestión eran Los Libros y la Noche, de Tristán Bauer, y la que nos interesa en este momento: Un Amor de Borges, dirigida por Javier Torre (hijo del histórico Leopoldo Torre Nilsson) y protagonizada por Jean-Pierre Noher en el papel del escritor. Hoy, exactamente quince primaveras después, nos llega El Almuerzo, una ¿continuación espiritual? de dicho film, o tan solo otra película más en la que Noher vuelve a interpretar a Borges con Torre nuevamente haciéndose cargo de la dirección y el guión. Pero aunque pasó mucho tiempo en el mundo real, Un Amor de Borges y El Almuerzo parecen dos películas separadas por cuestión de días, ya que en términos de guión, diálogos, actuación, dirección y puesta en escena, esta última pareciera haberse realizado, como mínimo (y siendo muy generosos), hace quince años. A poco más de un mes del comienzo de golpe de estado que dio lugar a la dictadura militar el 24 de Marzo de 1976, el escritor Haroldo Conti es secuestrado por la Triple A mientras llegaba a su casa luego de una salida al cine . Dos semanas después, el presidente de facto Jorge Rafael Videla, invita a un almuerzo en Casa Rosada a distintas figuras y personalidades destacadas de la cultura con el afán de discutir su lugar dentro del nuevo Gobierno. Entre ellas que se encontraban Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, el Padre Castellani y Horacio Ratti, quien por aquel entonces estaba al frente de la Sociedad Argentina de Escritores. Así como la breve sinopsis que acabo de describir parece partida a la mitad por dos relatos aparentemente inconexos, lo mismo sucede en la película. A pesar del esfuerzo de Torre por unir la desaparición del escritor y el histórico almuerzo, la relación termina siendo muy frágil y hasta desaprovechada, salvo por la breve mención de Conti mientras los comensales disfrutan de un plato de ravioles, o un poco explorado vínculo con el personaje del Padre Castellani. Los problemas en el guión son una constante a lo largo del relato y donde más se siente es en sus diálogos, que para colmo dichos como recitados en una obra escolar parecieran ser un copy/paste de algo que podría haber sido publicado en un manual de historia. Lo mismo sucede con la visión de Torre sobre la dictadura, una visión totalmente básica, monocromática y obsoleta, donde los militares simplemente se limitan a poner cara de poker y repetir como robots frases fachistoides. La Casa Rosada está más cerca de ser una guarida de un villano de James Bond que una casa de gobierno,solo faltaba que Alejandro Awada se siente en la mesa con un gato entre sus manos y cartón lleno. Como dijimos antes Jean-Pierre Noher vuelve a ponerse en la piel del escritor de El Aleph, pero esta vez con una caracterización bastante particular (por decirlo de alguna manera) de Borges. Un poco ido, por momentos bastante torpe, extrañando constantemente a su finada madre y con problemas gástricos, muy lejos de parecer un intelectual, más bien todo lo contrario. Conclusión El Almuerzo es un productor que se asemeja a las escenas que sirven para ilustrar los documentales históricos, donde se hacen recreaciones de hechos importantes de nuestro país acompañados por la voz en off de algún experto en la materia. Como largometraje tiene muy poco para rescatar, la puesta en escena televisiva definitiva no ayuda en lo más mínimo a un guión que no tiene de donde sostenerse, y que difícilmente le entrega a sus intérpretes algo sólido sobre que construir. Quizás lo mejor que puedo decir sobre la película es que en comparación a otros títulos de la filmografía Torre el asunto se termina bastante rápido. No solo por sus escasos 85 minutos, también porque el relato logra mantener cierto ritmo.
Jack Black se pone en la piel del escritor R.L. Stain para la adaptación cinematográfica de Escalofríos. Alejándose del relato en forma de antología como proponía la serie, pero manteniendo el mismo espíritu. Todos tus monstruos Adaptar una serie de TV al cine nunca es una tarea sencilla. Mucho más si dicha serie es una antología de cuentos de terror, y en esta oportunidad que apunta al público juvenil. Si indagamos un poco en la historia podemos encontrar el caso de La Dimensión Desconocida. Con una accidentada filmación de por medio, la cinta se estrenó en 1983 manteniendo un formato muy similar al de la serie: cuatro relatos totalmente independientes, unidos por un prólogo y un epílogo que simplemente ayudaban a darle un marco. Es cierto que ambas series están a años luz de distancia y que R.L.Stain no es ningún Rod Serling, pero para los chicos que crecieron durante la segunda mitad de la década del 90 y estaban dispuestos a dejarse llevar por sus cuentos de horror (y ya habían visto todos los capítulo de la muy superior Eerie, Indiana), el show sirvió por lo menos como un acercamiento algo naif al género. Pero para su debut en la gran pantalla Escalofríos se reinventa y se aleja del formato de antología que tan bien le funcionó a lo largo de cuatro temporadas y que otras series del mismo estilo mantuvieron con su llegada al cine, intentando unir todo el universo creado por R.L. Stain en un solo relato. La película cuenta la historia de Zach (Dylan Minnette), un joven que junto a su madre se muda a un pequeño pueblo del interior de Estados Unidos después de la muerte de su padre. Su nuevo hogar no parece un lugar demasiado excitante para un adolescente, pero las cosas empiezan a cambiar cuando conoce a su vecina Hannah y a su excéntrico padre, quien resulta ser ni más ni menos que R.L Stain. Una noche, al abrir por accidente uno de los manuscritos originales de Stain, Zach libera todos los monstruos salidos de la imaginación del escritor. Con el pueblo invadido por estas criaturas, nuestros héroes deberán dejar sus diferencias de lado y salvar a su comunidad de la destrucción. Jack Black en la piel R.L Stain es un verdadero acierto. El actor de School of Rock interpreta una divertida versión, casi caricaturesca del escritor, manteniendo buena química con el resto del joven elenco que tambien cumple sin demasiados inconvenientes. Pero si Escalofríos termina funcionando tan bien como lo hace es gracias su guión. No caben dudas que gran parte del éxito de la serie y las novelas cortas en las que se basa podría otorgarse a su simple pero efectivo funcionamiento, con personajes basados arquetipos, tres actos claramente definidos y una sorpresa final incluida. El libreto escrito por Darren Lemke (Jack: El Cazagigantes) basado en un argumento original de Scott Alexander y Larry Karaszewski (responsables de joyas que van desde como Ed Wood y El Mundo de Andy hasta Adorable Criatura), mantiene una estructura similar a la serie y encuentra una forma muy creativa de trasladar el universo de Stain al cine. Con el humor en regla y el corazón en el lugar correcto, la película resulta una efectiva aventura ATP para los espectadores más chicos, pero con suficiente cerebro y dobles lecturas para que lo más grandes tambien le puedan sacar algo de provecho. Como también es usual en este tipo de producciones hollywoodenses, la película no puede evitar "dejarnos un mensaje", y termina poniendo innecesariamente en palabras algo que ya había quedado en claro desde el guión. Aunque hay un gran despliegue de efectos especiales, no todos están a la misma altura. Tenemos desde una mantis gigantes bien diseñada y animada, hasta un hombre lobo que muestra la peor cara del CGI. Casi todas las criaturas están creadas desde cero por computadora, pero existen algunos pocos personajes con efectos prácticos como los zombies o Slappy, el diabólico muñeco de ventrílocuo que era uno de los favoritos en la serie y aquí tiene más protagonismo que el resto de los monstruos. Por el costado del 3D es siempre la misma historia, no suma ni resta. Conclusión Escalofríos es uno de esos extraños casos donde la diversión para los más chico está garantizada, y al mismo tiempo los más grandes también podrán disfrutarla sin aburrirse. Al igual que Pixels hace algunos meses, Sony se despacha con otra aventura ATP donde no es poco lo que se le debe a la década del 80, funcionando como una suerte de Monster Squad sin rebeldía y más naif, pero no por eso menos efectiva. Una película para llevar a los chicos, comprar un balde de pochoclos y a divertirse con ellos.
Zac Efron interpreta a un DJ en ascenso en este blando drama musical. La fiesta olvidable Música, Amigos y Fiesta es una película que si se hubiera tomado las cosas con un poco de humor, al menos hubiera servido como diversión por todas las razones equivocadas. Lamentablemente para Efron y compañía, el film se toma muy en serio su frívola historia. Lo suficiente como para aplastar las ilusiones de quienes, ya a los 10 minutos de metraje, buscábamos alguna razón, cualquiera que fuera, para soportar todo lo que estaba por venir. La solemnidad entre las que se desenvuelve la trama de este grupo de amigos intentando volverse ricos sin ningún tipo de talento aparente o verdadero esfuerzo de por medio, hace imposible cualquier tipo disfrute para quienes no estamos interesados, o simplemente sabemos poco y nada del mundo de la música electrónica. Un mundo al que al parecer la película no tiene demasiadas intenciones de incluirnos, ya que casi no se indagada en el tema. Efron interpreta a Cole, un joven que durante el día trabaja junto a sus amigos en un negocio de poca legitimidad, mientras que por las noches intenta triunfar como DJ en el competitivo mundo de la música electrónica. Por esas cosas que tiene la vida conoce a James (Wes Bentley), un DJ más experimentado que ve algo especial en él y termina por convertirse su mentor. Los problemas llegan cuando Cole no puede mantener la tararira quieta en sus pantalones y cae bajo los encantos de Sophie (Emily Ratajkowski), una despampanante muchacha que al mismo tiempo es la pareja de James. Obviamente esto pone a Cole en un aprieto, ya que deberá elegir entre apostar por una relación con Sophie, o continuar trabajando junto a James para convertirse en el DJ más capo de todo Los Ángeles. Aparte de que ni siquiera la música y la fiesta a las que hace referencia el título logra anteponerse a la solemnidad del relato, la película cree estar diciendo algo importante sobre los jóvenes de hoy en día. A duras penas intenta armar una suerte de retrato generacional sobre la juventud en tiempos de música electrónica, mostrando su lucha por volverse millonarios, ya sea inventando la app de moda o componiendo el hit del verano. O también está el caso de Sophie, quien se queja de tuvo que abandonar la universidad porque no podía pagarla y ahora se dedica a servir café, pero que por alguna razón vive de fiesta en fiesta, sale con un DJ exitoso y se viste con ropa cara y elegante. Definitivamente el guión hace un pésimo con sus personajes y es imposible generar algún tipo de empatía con ellos. Por el costado de las actuaciones Zack Efron nunca estuvo peor y ni siquiera logra crear una conexión con el público desde su interpretación, aunque para ser honestos nada ni nadie a su al rededor ayuda demasiado. En especial Emily Ratajkowski como el interés romántico de Cole, un personaje unidimensional y poco atractivo que tiene como único objetivo pasear su despampanante figura por la pantalla, nada que los más curiosos no puedan encontrar ya con una simple búsqueda en YouTube. Conclusión Dentro de muchos muchos años, cuando el ser humano esté al borde de la extinción y nos preguntemos ¿donde fallamos como especie?, probablemente Música, Amigos y Fiesta tome cierta relevancia como un retrato generacional que expone claramente donde nos equivocamos. Mientras tanto, es tan solo otro frívolo y aburrido relato de jóvenes que solo buscan divertirse y hacerse ricos a costa de nosotros los espectadores. La opera prima de Max Joseph no se aleja demasiado de lo que ya vimos hace pocos meses atrás en la película de Entourage. Pero al menos en aquel caso había algo de humor de por medio y ni siquiera las estrellas de Hollywood que aparecían se tomaban en serio a sí mismas, todo lo contrario a lo que sucede aquí. Como diría El Carpo: búsquense un trabajo honesto.
El guionista y director Fercks Castellani debuta con un oscuro thriller psicológico. Pájaros volando Las operas primas muchas veces pueden llegar a ser un género en si mismo. Los directores y guionistas, en contadas ocasiones recién habiendo terminado la carrera o incluso con la misma todavía en curso, suelen tirar toda la carne al asador sin detenerse a pensar demasiado sus posibilidades. Es decir, ponen por delante sus ambiciones sin tener en cuenta impedimentos técnicos, presupuestarios o hasta su propia experiencia como realizadores, y es por eso que los resultados no siempre suelen ser favorables. Pero ese no es el caso de Pájaros Negros, del debutante Fercks Castellani. Un film que se mantiene fiel a su idea y abraza sus limitaciones. La película está centrada en Victor (Luciano Cazaux), un empresario que lleva una vida feliz en apariencia pero que puertas adentro es otra historia. María, su esposa, sufre de una profunda depresión por lo que él debe hacerse cargo exclusivamente de su hija, la cual constantemente reclama por su mamá. Al mismo tiempo comienza a encontrar extraños mensajes de otro hombre en el celular de su mujer, con quien al parecer tuvo una relación extramatrimonial y ahora no deja de acosarla. Con la vida de su familia en peligro, Victor decide hacerse cargo del asunto y protegerlos de todo mal, sea como sea, aunque eso signifique un lento descenso a lo más oscuro de su ser. Los oscuros recovecos de la mente es sin dudas uno de los temas que mejor le sienta al cine, y en especial a los thrillers que solemos definir como psicológicos. No sin una importante cuota de surrealismo incluida en sus películas, es probablemente David Lynch quien, con films como Mulholland Drive, Carretera Perdida o Terciopelo Azul, más haya influenciado a una nueva generación de realizadores deseosos de explorar los misterios de la psiquis humana. Pájaros Negros es un claro ejemplo de eso y sobre todo es un film con la capacidad de poder diferenciar la influencia del homenaje. Castellani aprovecha a su favor las limitaciones que conlleva hacer una obra a pulmón, y con una puesta de cámara inteligente sumado a un buen trabajo de post-producción entrega una obra que nada tiene que envidiarle a producciones de una mayor envergadura. Así mismo el guión siempre se mantiene ágil y logra captar nuestro interés, hasta llegar a una revelación que tomará a varios por sorpresa. Conclusión Pájaros Negros es un thriller que sabe manejarse dentro de sus limitaciones y que logra escaparle a muchos de los problemas que aquejan a las operas primas hoy en día. Con actuaciones medidas de todo su elenco, la película que tiene en claro la historia que quiere contar y sabe como hacerlo, suficientes razones para mantenernos mirando. Sin dudas un promisorio debut para su Castellani.
Parte thriller de acción, parte comedia stoner. Operación Ultra sufre por su falta de identidad. Las aventuras (y desventuras) del Jason Bourne cannábico Son tantos los elementos al rededor de Operación Ultra que bien conjugados podrían habernos dado un nuevo clásico de culto, que resulta imposible no salir del cine sin sentirse algo decepcionados. Dirigida por Nima Nourizadeh (Proyecto X) y con un guión original de Max Landis (Poder Sin Límites), el film se propone la difícil tarea de ser una comedia stoner metida dentro de una clásica película de espías amnésicos. Con escenas de acción que gracias a cortes rápidos de montaje, coreografías y la ayuda de la tecnología, transforman al neurótico Jesse Eisenberg en una suerte de Jason Bourne cannábico. La idea de parodiar a la saga protagonizada por Matt Damon queda en claro desde el primer momento. La película incluso esta situada en el ficticio pueblo de Liman, obvia referencia a Doug Liman, director de la primera aventura de Bourne y productor ejecutivo de la franquicia. Algunos tramos de la historia y el montaje durante las secuencia de pelea nos dan tambien un fuerte indicio de esto. Pero Operación Ultra nunca va mucho más allá de ser una versión drogada y algo más juvenil de Jason Bourne. Honestamente me costó trabajo determinar si no me estaba riendo porque la película no intentaba hacerlo de manera intencional, o porque fallaba miserablemente cada vez que intentaba sacar a relucir su registro cómico. No hace falta aclarar que la respuesta está en la segunda opción, ya que el film nunca llega a funcionar como sátira, ni como comedia stoner o slacker. A tal punto que el hecho de que los personajes de Jesse Eisenberg y Kristen Stewart sean unos vagos simpáticos y fumones, termina convirtiéndose en un punto trivial, casi anecdótico , dentro de la trama. La sensación es que los responsables estaban más interesados en entregar un productor bien pulido, con una cuidada estética comic y que se comportara como un juego shoot 'em up, en lugar de la comedia que proponía en un principio. Es una lástima porque explotar un poco más este aspecto podría haber dado un película diferente, en el sentido más amplio de la palabra. Eisenberg y Stewart nuevamente forman dupla después de haber trabajado juntos en Adventureland y el resultado vuelve a ser bueno. Entre tanta acción y el viaje de nuestro personaje por descubrir su verdadera identidad, el guión de Landis encuentra los espacios para desarrollar una historia de amor que se siente auténtica en todo momento, en especial gracias la química buena entre los actores y diálogos con verdadero sentimiento detrás. Por el lado de los secundarios no hay mucho más que cara conocidas haciendo aceptables trabajos: Connie Britton, Topher Grace, John Leguizamo, Walton Goggins, Tony Hale y hasta Bill Pullman, algunos con más tiempo en pantalla que otros, pero más allá de sus divertidas intervenciones en la historia la realidad es que este es un show puro y exclusivo de Jesse Eisenberg y Kristen Stewart. Conclusión Operación Ultra es una película que probablemente guste más a aquellos vayan en busca de un thriller de acción en lugar de la comedia stoner que nos prometía. En ese sentido no es tan redonda como Pineapple Express, donde la combinación de géneros terminó dando como resultado un film más homogéneo, diferente y divertido. El humor nunca se siente integrado a la historia y ahí reside su gran falencia. Pero más allá de eso es una digna cinta de acción que compensa con entretenimiento su falta de gracia, con momentos explosivos y con el corazón en el lugar correcto, cortesía de un a una sorpresivamente sincera interpretación de Eisenberg y Stewart.
Con una excelente labor de Emily Blunt, lo nuevo canadiense Denis Villeneuve se perfila como uno de los mejores thrillers del año. El horror… el horror… Al igual que la novela de Joseph Conrad, Sicario es un lento viaje de descenso a los infiernos. Mientras que en El Corazón de las Tinieblas, (o por consiguiente Apocalypse Now, la libre adaptación de Coppola reubicada en plena guerra de Vietnam) el marino Charlie Marlow es contratado para recorrer los peligrosos ríos de África en busca del Señor Kurtz. Aquí, la agente del FBI Kate Macer (Emily Blunt) acepta trabajar en conjunto a una agencia especial del gobierno de Estados Unidos, para ampliar su jurisdicción y poder poner tras las rejas a los miembros de un cartel de drogas, responsables de un violento y sádico crimen que la tocó de cerca. Pero más allá de las evidentes diferencias entre la novela de 1899 y la nueva película de Villeneuve, el destino de ambos viajes pareciera ser el mismo: la deshumanización. Blunt es nuestra puerta de entrada a este infierno. Es un personaje con moral e ideales bien definidos que solo busca hacer lo correcto, o por lo menos lo que ella cree que eso significa, hasta que choca de frente contra la realidad. Poco a poco irá descubriendo que el bien no puede existir sin el mal y que la linea que separa a uno de otro es sumamente barrosa. Su mundo ya no es blanco y negro, la oscuridad de a poco se acomodó dentro de ella expandiéndose como un cáncer. Difícilmente estemos descubriendo a esta altura la calidad actoral de Blunt, pero siento la necesidad de recamar esta interpretación como una consagratoria. Es un rol muy diferente a cualquiera en que la hayamos visto hasta ahora, sin dudas el mayor desafío de su carrera y del que sale triunfante. Un escalón más abajo podríamos ubicar a Benicio Del Toro y su interpretación del misterioso -y silencioso- Alejandro, un papel que no escapa demasiado de otros roles en los que supimos ver al actor de Traffic, pero que bajo el mando de Villeneuve adquiere una mística especial. Su personaje es, en definitiva, otra cara de la misma moneda, alguien que completó el circulo y ya se encuentra en el mismo lugar emocional al que se dirige Blunt. Pero mejor no ahondar más en esto, ya que el film se reserva unas cuantas sorpresas y hablar de más sobre su personaje podría arruinarlas. También resulta un acierto la elección de Josh Brolin como Matt, un clásico yankee que se despeña como jefe de las operaciones de dudosa legalidad. Un papel que no tiene un arco tan atractivo y definido como el de Blunt o Del Todo, pero al que Brolin le aporta todo su experiencia y termina elevándolo sobre el material original. Sin lugar para los buenos Vivimos en un presente donde las historias de narcos y cárteles de droga están a la orden del día. Series, documentales, libros y películas, la oferta es tan grande como la demanda. Y ¿en que punto se diferencia Sicario del resto? Principalmente en que no glorifica a ninguno de los dos bandos. Hay una escena promediando el segundo acto en donde Brolin tiene que sacarle información a un peso pesado de un cártel mexicano. Cuando el sospecho no accede a contar lo que sabe por las buenas, Matt, el personaje de Brolin, relaja y con una sádica sonrisa en su cara se prepara para el espectáculo. Es ahí cuando entra en escena Alejandro (De Toro), caminando lenta pero firmemente por el pasillo, con bidón de agua en mano y silbando el himno norteamericano, listo para hacer el trabajo sucio de la nación que lo contrató. Para combatir a un monstruo hay que convertirse en uno, parece ser el lema que mejor lo define. En definitiva, nuestra única héroe en este lío es Kate Macer, la oficial del FBI interpretada por Blunt, que empieza como el clásico arquetipo de la dura mujer policía que la luchó desde abajo en un mundo dominado principalmente por varones y con la sola intención de hacer el bien, pero que en el camino se irá dando cuenta que el bien y el mal son relativos. El tagline de la primera temporada de True Detective decía algo como: Toca la oscuridad y la oscuridad te tocará a ti. Y eso es exactamente lo que pasa acá. No hay lugar para los buenos, porque tarde o temprano dejás de ser uno. Conclusión Con su nuevo film, Denis Villeneuve logra un thriller que de seguro no pasará desapercibido. Violento, elegante, ambiguo, inmersivo, con un ritmo preciso y escenas memorables de las que seguiremos hablando hasta días después de haber visto la película. Una obra potente y cautivante de la que no podemos quitar los ojos de la pantalla y que posicionan al realizador de Incendies, La Sospecha y El Hombre Duplicado, como uno de los más destacados de la actualidad. Tiene un gran trabajo de fotografía a cargo del veterano Roger Deakins, buenas actuaciones de Del Toro y Brolin, pero es Emily Blunt quien verdaderamente termina brillando.
Woody Allen en tono de comedia negra. Por amor a Dostoyevsky Allen y la literatura rusa. Un affaire que continúa -y crece- con el paso de los años. El fanatismo del viejo y querido Woody por Fiódor Dostoyevski ya es casi una marca registrada de su cine. No son pocas las películas del director de Annie Hall que hacen referencia a la obra del escritor oriundo de Moscú. Por ejemplo Crímenes y Pecados, Match Point, El Sueño de Cassandra, incluso en su comedia de 1974 La Última Noche de Boris Grushenko (que no casualmente transcurre en la Rusia zarista) podíamos encontrar un elaborado gag que hacía referencia a varios títulos de sus novelas. Por eso Hombre Irracional podrá resultar más de lo mismo para algunos, pero los fieles seguidores de Allen encontrarán aquí una de las comedias más atípicas de su filmografía. Abe Lucas (Joaquin Phoenix) es una suerte de estrella de rock entre los profesores de filosofía que, en plena crisis existencial y con algo de reparo, acepta un trabajo para enseñar en una universidad de Nueva Inglaterra. Su llegada revoluciona el campus y está en boca de profesores, alumnos y alumnas por igual. Una de estas es Jill (Emma Stone), una astuta y verborrágica joven de clase media que se obsesiona con Abe, y este, al ver un enorme potencial en ella, la toma bajo su ala. Comienza así entre ellos un juego de amor prohibido que los llevará a esconderse un alejado café y donde, de pura casualidad, Abe escucha una conversación que le terminará dando un nuevo sentido a su vida. Acongojada, una madre le cuenta a sus amigos como el juez que manejaba su divorcio y la tenencia de sus hijos falló inexplicablemente a favor de su ex-esposo. En ese momento Abe decide ejercer justicia divina. Se convence de que la señora y el mundo estarían mejor sin este juez corrupto, y a espaldas de Jill buscará eliminarlo cometiendo el crimen perfecto. Hombre Irracional bien podría ser una de las primeras incursiones de Allen en la comedia negra, si tan solo fuera fácil encasillar dentro de un género -o sub-género- específico. Lo cierto es que el guionista y director de 79 años no deja de lado sus obsesiones y vuelve a trabajar sobre la fantasía de cometer el crimen perfecto, dando lugar a otros tópicos favoritos de su filmografía como son la culpa, la moral y la justicia, y el elemento más peligroso de todos: el azar. Pero en sentidas ocasiones sucede que la dirección de Allen va en contramano de su propio guión. Desde distendidas interpretaciones, pasando por juguetonas melodías de jazz y una colorida fotografía del iraní Darius Khondji, todo sugiere una liviandad que de a ratos se siente opuesta al relato, o al menos no del todo integrada al registro que sugiere. La película mezcla géneros en los que Allen suele sentirse muy cómodo, como son la comedia, el drama, y en menor medida el thriller, pero aquí le cuesta trabajo hacerlos funcionar todos juntos. El papel de Abe es uno a la medida de Phoenix, un intelectual acosado por sus propios demonios. Es un rol que probablemente pase desapercibido en su carrera, especialmente luego de sus dos últimos trabajos con Paul Thomas Anderson, pero en el que el actor cumple sin mayores problemas. Por otro lado Emma Stone hace un trabajo muy divertido como un típica chica Allen. Y a pesar de haber estado nominada al Oscar por su solemne papel en Birdman este último año, es en mi opinión dentro del género de la comedia es donde podemos encontrar sus mejores trabajos (ver tan solo Easy A puede dar prueba de ello). En papeles más pequeños podemos encontrar a la "Reina del cine indie de los 90", Parker Posey, tambien en un papel sin mayores desafíos pero que se beneficia de su incuestionable talento para la comedia. Conclusión Hombre Irracional no se encontrará entre lo más destacado dentro de la enorme -en calidad y tamaño- filmografía de Allen, pero es interesante de ver como incluso en su película número 45 el director busca proponer algo nuevo, sin dejar de lado sus mañas. Es un film oscuro y pesimista disfrazado de una comedia light. No hará absolutamente nada por cambiar la opinión de sus detractores y quizás sean los fieles seguidores de Allen los que encuentren las razones para disfrutarla.
Robert De Niro y Anne Hathaway, la principal razón por la cual el nuevo film de Nancy Meyers funciona. Old Schoo l Junto con sus contemporáneas Nora Ephron y Penny Marshall, Nancy Meyers probablemente sea una de las directoras más reconocidas de la comedia romántica -y comedia en general- norteamericana de las últimas décadas. Desde el estreno de Alguien Tiene Que Ceder en el 2003, la también guionista y productora fue adaptando su comedia más hacia el paladar de los ciudadanos de la tercera edad. Incluso en The Holiday, que estaba protagonizada por talentos más jóvenes como Cameron Diaz, Jude Law, Jack Black y Kate Winslet, existía esa sub-trama entre la actriz de Titanic y el mítico Eli Wallach, quien encarnaba a un querible guionista retirado a punto de ser homenajeado por sus pares. Volvió a dejar en claro sus intenciones con Enamorándome de mi ex, donde Meryl Streep, Alec Baldwin y Steve Martin vivían desventuras amorosas mientras bromeaban su edad y recordaban sus años mozos, y es finalmente con Pasante de Moda cuando Meyers se mete de lleno en el tema. Pasante de ModaRobert De Niro interpreta a Ben, un hombre viudo, recientemente jubilado y con mucho tiempo en sus manos. Visitar a su familia, hacer viajes, o adquirir nuevos hobbies y pasatiempo ya no es suficiente para él. Lo que Ben necesita es volver a trabajar, algo que hizo toda su vida y que le da sentido a su existencia. Por suerte, encuentra el volante de un tienda de moda on-line que está buscando pasantes mayores de 65 años y con ganas de reintegrarse al mercado laboral. Luego de una serie de entrevistas que supera con creces, pero en las que queda en evidencia la brecha generacional y tecnológica que lo separará del resto de sus compañeros, Ben es contratado y más tarde asignado como el asistente personal de la fundadora del sitio: Jules Ostin, interpretada por Anne Hathaway en lo pareciera ser una versión más adulta de Andy Sachs, su papel en El Diablo Viste a la Moda. No le lleva mucho tiempo a Ben ganarse la confianza de sus compañeros y volverse uno de los empleados más populares dentro de la empresa, y aunque en un comienzo Jules parecía reacia a tenerlo cerca, descubre que toda su experiencia le puede ser útil para ayudarla a lidiar y resolver tanto problemas laborales como de su vida privada. Juzgando por su avance y afiche, Pasante de Moda no es una película que inspire demasiada confianza. Se la ve como uno de esos proyectos genéricos que Hollywood estrena uno detrás de otro, y que sus actores suelen aceptar por el simple hecho de que hay una interesante suma de dinero detrás. En definitiva, el riesgo que conlleva es poco. Si fracasa, De Niro y Hathaway seguirán su camino intentando dar con papeles más interesantes, y si resulta un éxito, aunque sea moderado, será otro logro para sumar a la carrera de sus talentosos interpretes. Y aunque la realidad no dista demasiado de eso, Pasante de Moda termina resultado un agradable esfuerzo, principalmente por las acertadas interpretaciones de su dúo protagónico. Con excelente química de por medio, Robert De Niro y Anne Hathaway mantienen a flote una película que -como todo el cine de Nancy Meyers- abarca mucho y aprieta poco, y a la que sobran algunos minutos en sus dos horas de duración, la mayoría de ellos en el tercer acto. Son muchos los conflictos y sub-tramas que se van abriendo en la película, y algunas de ellas muy tarde en el partido. Pero aunque Meyers se pierde en el camino, vuelve e encontrar la manera de retomar y llegar a buen puerto. También es digna de destacar la participación de Adam DeVine (Más Notas Perfectas) y Zack Pearlman, dos de los jóvenes del elenco, quienes también mantienen una buena química con De Niero y con los se dan varios de los momentos más divertidos de la película. Conclusión Pasante de Moda es el tipo de película que dentro de algunos seguramente veremos trasmitiéndose durante la tarde en algún canal de aire, probablemente siendo presentada por una señora sentada en su living con mates y bizcochos de por medio. Pero aunque por momentos es efectista, con una declaración que termina saliendo de manera burda y una dirección de Nancy Meyers que lucha por encontrar su camino, logra convertirse en un decente y hasta simpático entretenimiento. Principalmente por Robert De Niro, que al igual que su personaje Ben está sobrecalificado para el trabajo, pero donde su experiencia sin dudas aporta. Y también por la buena química que existe con Hathaway, fundamental para la historia que busca termina retratando Meyers.
Una inofensiva comedia sobre la amistad con la noche porteña como telón fondo. Después de hora Estrenada durante el último BAFICI, la opera prima de Nacho Sesma se desarrolla con la noche porteña como un interesante trasfondo, para contarnos la aventura de dos amigos que simplemente buscaban olvidar un verdadero día de mierda. Se mueve en una Buenos Aires vacía, oscura y desconocida, y por donde desfilan una serie de personajes vistosos, criaturas de la noche que parecieran existir solo cuando se oculta el sol. Con más cosas en común con After Hours de Martin Scorsese que con otras recientes realizaciones del género como Superbad o Harold & Kumar Go to White Castle, Noche de Perros es una propuesta que ofrece suficientes razones para que los amantes de las comedias y las aventuras nocturnas le echen un vistazo. Richard (Nicolás Goldschmidt) es un joven abogado que se sacrifica día tras día en el estudio de su padre, quien vive solo para reprocharlo. Por insistencia de su amigo Enzo (Facundo Cardosi) se acerca al garage en el que trabaja con la intención de distraerse aunque sea por un rato, para luego dedicar su noche a terminar unos importantes papeles que debe presentar al otro día. Pero Enzo tampoco tuvo una buena jornada. Acaba de pelearse con su novia y dada la situación y la baja autoestima de ambos, deciden salir a tener una buena noche de copas. Para esto se llevan un lujoso auto Mercedes-Benz del garage, que a pesar de las protestas de Ricardo Enzo promete devolver una vez que la noche termine para ellos. Por desgracia nunca iban a saber que los esperaría una noche muy larga. Cerveza y tragos de por medio, al salir del bar los amigos descubren que el auto fue robado junto con las pertenencias de Richard adentro, entre las cuales sus documentos laborales. Ahora, si quieren poder mantener sus trabajos, deberán encontrar el auto robado como sea. Para esto buscan ayuda en Matías (Fabián Carrasco), un viejo amigo que servirá como puerta de entrada al mundo de la noche, ya que por medio de oscuros contactos les asegura poder ubicar el auto desaparecido. Noche de Perros llega para engrosar todavía más una lista que, a marcha lenta pero segura, va creciendo y agregando exponentes. Me estoy refiriendo a las comedias apuntadas al público joven, género que este año viene logrando notoriedad y una buena cantidad de espectadores, con Voley a la cabeza como principal referente. Pero Nacho Sesma nos propone algo distinto. La comedia tiene un sabor más amargo y hasta coquetea con el cine de gangsters, presentando personajes que parecen engendrados por el cóctel prohibido que componen la noche y la ciudad. La odisea de Richard y Enzo queda retratada en un historia que se mueve por todos los lugares correctos, pero sufre de su falta de astucia. Con apenas 85 minutos de duración Noche de Perros nunca llega a aburrir, pero comete quizás el mayor crimen del que se pueda acusar a una comedia: buscar hacer reír y fallar en el intento. No por falta de mérito, claro. La película crea las situaciones y las construye adecuadamente, aunque se queda sin pólvora al momento del punchline. Pero muy a pesar de esto, gracias a la dupla compuesta por Nicolás Goldschmidt y Facundo Cardosi la cinta nunca termina por caer. Conclusión Las aventuras nocturnas no son moneda corriente dentro del cine nacional, al igual que las comedias que apuntan al público joven. Y la combinación de ambos elementos debería hacer de Noche de Perros una película a tener en cuenta. Sin embargo, nunca termina por destacarse en ninguno de estos dos aspectos. No es una comedia que vaya a sacarnos demasiada carcajadas, pero que en algún u otro momentos puede robarnos una sonrisa. Y si bien la aventura de Richard y Enzo mantiene cierto ritmo y se cruza en el camino de personaje pintorescos, nunca logra sacar a relucir todo lo que la noche y la ciudad tienen para ofrecer.