Un héroe que no se despeina Un ladrón huye junto a un cómplice herido de muerte en una alocada carrera por la frontera que separa a los Estados Unidos de México. Driver (Mel Gibson) es el conductor de un automóvil que es perseguido por una patrulla yanqui que lo acosa, hasta que cruza el límite que separa los dos países del norte y queda varado en México, con una fortuna en su auto y la policía azteca esperándolo. De ese modo el fugitivo termina con sus huesos en El Pueblito, una extraña prisión en la que algunos de los reclusos viven con sus familias formando una aldea de prisioneros. Allí Driver conoce a un niño que se convertirá en su amigo y lo acompañará en una aventura que se interna por sinuosos caminos que alternan entre el drama, la parodia y la comedia, dejando al filme casi huérfano de género. Desde un título traducido con más antojo que precisión (¿quién puede irse de vacaciones a una cárcel?), hasta la inversión del paradigma "policía bueno-ladrón malo", la película resulta tan poco creíble como la posibilidad de que un norteamericano sobreviva, con elegancia y sin despeinarse, en una cárcel del actual México fronterizo, donde la vida humana carece de valor.
La última oportunidad José (Carlos Issa) es un hombre que, a los cuarente años, se encuentra en el umbral de la madurez y sabe que hay cosas que deberá hacer ahora o ya no las podrá hacer jamás. Puesto ante la disyuntiva, arriesga la relación que mantiene con Andrea (Natalia Lobo), su mujer —que quiere tener un hijo con él—, y hasta su propia vida cuando decide contrariar los consejos de su médico y jugar todo su resto por su pasión futbolera. Con ese interesante punto de partida, el director Juan Manuel D’Emilio bucea en la vida de un hombre de pueblo que siempre trabajó como empleado y que, entre sus escasos logros personales se cuenta haber sido el goleador de un club de su pueblo en los campeonatos de la liga regional. El ex jugador aún siente que puede lograr algo más en el deporte que le dio algunos resplandores de celebridad en la sociedad en la que vive y no quiere perder la última ocasión que el Destino le pone por delante. La realización personal se presenta entonces como un objetivo que supera la instintiva necesidad de prolongar la vida en el tiempo. Incluso también arriesga el amor por una pasión que arrastra a buena parte de los argentinos: el fútbol. Una buena película que remarca una de las aristas de la identidad argentina y destaca la resolución de un hombre que ansía trascender y se enfrenta a una encrucijada que le plantea la vida.
Planes experimentales Jason (Adam Scott) y Julie (Jennifer Westfeldt) son dos adultos que mantienen una estrecha amistad, se cuentan todos sus secretos y se alientan mutuamente en sus conquistas amorosas. Como viven en departamentos contiguos en el centro de Manhattan, sus pasos se cruzan a diario. Ambos son liberales y se mueven en un círculo de amigos que tienen parejas estables con problemas propios del paso del tiempo y los que se originan por crianza de sus hijos, mientras matizan sus vidas con periódicas reuniones donde comparten cenas y problemas de la vida cotidiana. Un día Jason y Julie evalúan la posibilidad de ser padres sin mantener una relación de pareja, es decir que se unen para concebir un niño y luego cada uno seguirá con su vida de soltero. Cuando concretan la idea advierten que, mientras se turnan para criar a su bebé, la situación no puede resolverse mecánicamente. La idea que anima a la película es tan osada como las experiencias que se ven en la realidad, que muestra a quienes buscan la paternidad y la maternidad apelando a formas impensadas de relación. El resultado que logra la directora debutante es un filme entretenido, que muestra hasta dónde puede llegar la necesidad de los humanos y también desnuda cierta desaprensión por los derechos de los niños.
Ambientada en la Irlanda del siglo XIX, la historia de una mujer que se viste y actúa como un hombre para poder trabajar pone en evidencia algunos males sociales que, vistos a la distancia, resultan inconcebibles. Sin embargo la sociedad decimonónica llegó a los extremos que muestra el director Rodrigo García en su película. Albert Nobbs trabaja como mozo en una hostería irlandesa aunque, en realidad es una mujer que se oculta bajo ropas de varón para conservar una aparente libertad. Para alcanzar sus fines debe vivir en el ocultamiento y someterse a humillaciones como la que la obliga a disimular su sexo. Un filme que resalta una de las peores aristas de la época victoriana con una buena interpretación en los roles principales a cargo de grandes actores y un marco escenográfico que recrea la época con fidelidad.
Louise Bourgoin y Pio Marmai dan vida a dos jóvenes que inician una relación que fructificará en un esperado hijo. Ambos quieren ser padres y viven con felicidad el acontecimiento de recibir a su primera hija. Rémi Bezançon muestra la otra cara de la maternidad-paternidad, narrando las noches en vela, las dudas y los consejos cruzados que indican cómo criar a un hijo. También pinta el cambio drástico en la relación, cuando un tercero se suma a la vida de la pareja. Un camino que la vida invita y obliga a recorrer y en el que se comprueba la fragilidad de nuestras vidas y el milagro de ver a un hijo crecer y sumarse al mundo. Una película que apuesta a los tonos medios y a reflejar una experiencia que, para los padres y para los hijos, resultará inolvidable.
Schmidt (Jonah Hill) y Jenko (Channing Tatum) son dos jóvenes agentes egresados de la academia de policía que se amigaron mientras cursaban sus clases de entrenamiento, después de haber sido adversarios en el secundario. Como los muchachos aún mantienen su aspecto juvenil, su jefe les encarga como misión infiltrarse en un colegio para oficiar como “sérpicos” del siglo XXI y desbaratar una banda de vendedores de drogas que trafica en el lugar. Sin embargo, a poco de andar descubren que el mundo cambia con una velocidad inusitada y que nada es como era, por lo que la experiencia acumulada en sus días de estudiantes no les sirve para nada. El resultado es una comedia que incluye acción y algo de humor para paladares poco exigentes.
Un romance ecológico Con escenarios que recuerdan demasiado a “Horton y el mundo de los quién” y algunos personajes que remiten a “Mi villano faorito”, el filme del dibujante estadounidense Theodor Seuss Geisel (Dr. Seuss), es una historia que tiene como protagonista a un chico de 12 años lanzado a la conquista de la chica de sus sueños. Para conseguir su objetivo busca y encuentra a un huraño personaje (Lórax) que vive en la cima de una montaña y está empeñado en defender lo que queda de una Naturaleza cercada por la deforestación. Las imágenes son tan limpias y prolijas que no alcanzan a convencer con una historia que muestra dos caminos: la aventura del joven conquistador y el empeño del ermitaño Lórax por conservar lo poco que queda del mundo natural. Un filme correcto que no esconde sorpresas.
Al borde del abismo "El precio de la codicia" es una película que se parece demasiado a una obra de teatro que revela los entretelones de una crisis que bien pudo ser la última que afectó a los Estados Unidos haciendo tambalear su economía. Sin embargo, lo más importante de la historia es la descarnada descripción de la endeble estructura que sotiene al sistema económico del país que lidera al mundo. Con actores como los convocados por el director es difícil que algo salga mal, sin embargo el único mérito del filme para subrayar varias veces es la agudeza con la que J.C. Chandor aborda los inmensos territorios del egoismo humano y del “¡sálvese quien pueda!” que deja como recurso un sistema basado en la acumulación de bienes en pocas manos.
John Le Carré el autor de la novela en la que se basa el filme, habla de lo que conoció en el mundo real del espionaje durante la denominada “guerra fría”. Tomas Alfredson se ciñó al intrincado relato de Le Carré y propone una historia que requiere espectadores bien atentos ya que la trama es tan enrevesada que, por momentos, resulta difícil de seguir. Smiley, un agente despedido del servicio de inteligencia es convocado para que vuelva a trabajar y descubra a un agente doble (el topo) que está filtrando información al enemigo. La propuesta desata una serie de investigaciones minuciosas y revela que el trabajo de espía se encuentra en las antípodas del arquetipo popularizado por las películas de aventuras. Una buena propuesta para quienes aprecian un cine que requiere de espectadores atentos con una gran actuación de Gary Oldman.
Ryan Gosling interpreta el rol de un excepcional piloto de automóviles que desdobla su solitaria vida entre su trabajo como piloto en escenas de riesgo para el mundo del cine, y en fugas, para el mundo del hampa. Su vida (su soledad) de lobo estepario se ve alterada cuando conoce a una vecina de departamento que se encuentra sola con su pequeño hijo porque su marido está preso. El director Nicolas Winding Refn propone un filme en el que contrasta el vértigo de las fugas en automóvil por las calles de Los Angeles, con un escenario ascético y un relato que prescinde de la palabra para resaltar el poder de las imágenes. Una buena película que confirma que Gosling se siente más cómodo en los roles con poco texto.