Hay temas graves, duros, ríspidos que, si se encaran desde un ángulo diferente al previsible pueden convertirse en digeribles, por lo menos para aquellos que no soportarán directamente sus consecuencias. Uno de estos asuntos es el de las enfermedades y en este caso se trata del cáncer, enemigo que parece haber incrementado sus ataques contra la especie humana. Una mujer autosuficiente, que se ufana de su despreocupación, recibe la terrible noticia de que padece la enfermedad y el futuro no le ofrece ninguna esperanza a la que aferrarse. Sin embargo, el mal pronóstico no aplaca su humor chispeante, aunque no deja de advertir que debe vivir con un reloj difernte al que utiliza el resto de sus congéneres, ya que el tiempo del que dispone cada vez es menor. La mujer también descubre que en su entorno, hay personas en cuyas vidas nunca había reparado. Enamorada del médico que la trata, la mujer se abandona a la pasión y la cruel verdad sale a flote y sólo falta que el golpe bajo se publicite en un cartel luminoso que diga “¡Qué pena que la mejor parte de mi vida aparece ahora que la estoy por perder!”. Un filme que hace llorar por donde se lo analice.
Lo que definía al Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle era su extraordinaria capacidad deductiva que le permitía desentrañar los más enrevesados misterios. Su autor le confirió conocimientos de boxeo, esgrima y defensa personal, pero sus éxitos se basaron en sus aptitudes intelectuales. Sin embargo, en “Sherlock Holmes 2: juego de sombras”, el director lo muestra como un temerario guerrero-acróbata, dueño de una gran agresividad. La resultante es una vertiginosa persecución —desde Inglaterra hasta Suiza pasando por Francia y Alemania— protagonizada por el detective, Watson y la gitana Sim, tras el profesor Moriarty. El resultado es grotesco y desperdicia la gran producción desplegada. Se abusó de los efectos especiales en desmedro de lo que siempre caracterizó al personaje central, su inteligencia.
La inteligencia contribuye con el ahorro. Eso es lo primero que demuestra el director noruego Bent Hamer con esta excelente película que se asienta en la inconmovible base que proporciona una buena idea trasladada a la pantalla con economía de recursos y agudización del ingenio. El director enfoca el desconocido panorama que debe enfrentar un ingeniero ferroviario que, al cumplir los 67 años, es jubilado por la empresa en la que prestó servicios durante 40 años. Un nuevo mundo se abre ante el hombre, que descubre los diferentes costados de la existencia. Aunque la ominosa presencia de la muerte sobrevuela el ambiente, su preocupante influencia queda neutralizada por luminosos ventanales que el protagonista descubre a cada paso y que le muestran otros panoramas de la vida.
El director alemán Werner Herzog consiguió concretar un sueño que acunaba desde su infancia cuando logró ingresar a la cueva francesa Chauvet-Pont-d’Arc, donde se esconden tesoros de arte rupestre de 32 mil años de antigüedad. Tras un acuerdo con el Ministerio de Cultura de Francia el director —que aborda el documental con el mismo entusiasmo con el que hace ficciones filmadas—, plasmó una obra con imágenes que sólo podrán apreciarse en el cine, ya que, por las medidas conservacionistas que lo resguardan, en el lugar no se admiten las visitas del público. En un recorrido por escenas de la historia milenaria del hombre en la Tierra, Herzog ofrece una prueba invaluable sobre los orígenes del arte pictórico. El recurso de filmar en 3D se justifica porque produce la sensación real de encontrarse en un ámbito donde el tiempo parece detenido. El director admitió que cuando en su infancia descubrió en la tapa de un libro el dibujo de un caballo del Paleolítico, esa imagen lo persiguió y, finalmente, lo llevó a recorrer los vericuetos de la caverna junto a otros tres hombres provisto de una cámara 3D, con la que registró la magia encerrada en las profundidades de la piedra que conserva la memoria artística del hombre. Una película para ver y admirar, con los toques creativos que el director le aporta para sacarla del contexto de un frío filme documental y dotarla del calor de la mirada humana.
Un grupo de estudiantes universitarios norteamericanos viaja a Louisiana para disfrutar de un fin de semana en la mansión que se levanta en una isla solitaria y navegar en un lago que —aunque ellos lo ignoren— está plagado de tiburones asesinos. Desde su extensa presentación, la película revela todos los posibles misterios a descubrir: enormes escualos se comerán todo ser vivo que se meta en el agua. Además de los jóvenes hermosos y saludables, en la zona hay un trío de personajes profundamente resentidos y oscuros, que agudizan las malas condiciones del lugar. Sin sutilezas y apelando a casi todos los recursos conocidos para este tipo de filmes de segundo orden remarcados con torpeza, el director recorre un camino que debió resultar vertiginoso pero que, de tan previsible, resulta soporífero.
Es una aventura protagonizada por la familia de Papá Noel que apunta a conquistar a grandes y chicos. “Operación regalo 3D” se basa en un legado que le permite a la familia Noel repartir, hasta en el último rincón del mundo, los regalos de Navidad —aunque sólo se trate de una aspiración, ya que lamentablemente no es una realidad que cada chico reciba un regalo—. Una alarma se enciende en el sistema de distribución cuando se pierde el regalo de una nena. Mientras el viejo y gruñón Papá Noel supone que el colapso es total, su hijo menor se empeña en entregar el regalo faltante para cumplir con todos los pedidos, pero la tarea es compleja. Una película que no explota las grandes posibilidades del sistema 3D, pero aún así resulta un agradable entretenimiento.
Betty Anne Waters (Hilary Swank) trabaja como moza en un bar mientras cría sola a sus dos hijos. Su dura vida cambia de modo radical cuando condenan injustamente a cadena perpetua a su hermano Kenny (Sam Rockwell). El hombre es un alocado y díscolo personaje de vida rumbosa. Ese perfil desordenado lo coloca en una situación comprometida y termina acusado de un brutal crimen. Desesperada por la injusticia e impulsada por su incontenible amor filial, la mujer busca una solución por sus propios medios iniciando la carrera de leyes para defender a su hermano. Si el filme no estuviera basado en una historia real, seguramente resultaría poco creíble que alguien pensara en una solución tan remota. Pero el director Tony Goldwyn explota a fondo el talento de Hilary Swank, quien consigue meterse bajo la piel de una hermana tan sobreprotectora como tenaz, y transmite en forma convincente la impotencia que siente una mujer sola frente al mundo, ante la titánica tarea de terminar una carrera universitaria para buscar la liberación de su hermano. Sam Rockwell, correcto en su papel de chivo expiatorio de un delito ajeno, colabora para que el filme gane en nervio y tensión dramática. Desnudando las marañas leales que suelen entrampar en sus redes a los menos avisados, el director se empeña en mostrar a una luchadora solitaria que desafía a un sistema legal que se encuentra muy lejos de la perfección. Una propuesta que revaloriza el esfuerzo humano.
Una hermosa mujer es el centro de una historia de intrigas amorosas que transcurre en la Francia del siglo XVI, sumergida en cruentas batallas sostenidas por católicos y protestantes que se alternan con las mundanas escenas de una corte en la que reina la frivolidad y los galanteos de los miembros de la aristocracia. Sin duda, quien haya sido ávido lector de folletines, novelas épicas o historietas, conoce la atracción que ejercen las intrigas insaladas en un escenario en el que coexistían demasiadas prohibiciones con otras tantas maneras de transgredirlas. ???Marie de Méziéres (Mélanie Thierry) es una joven que pertenece a una rica familia, un detalle que sumado a su belleza, la convierten en una atracción ineludible para cualquier hombre. ???Henri de Guisa (Gaspard Ulliel), fue un amor de juventud de la mujer y su aparición altera a quien hoy es la esposa del príncipe de Montpensier (Grégoire Le Prince-Ringuet), marido impuesto por decisión familiar. La atractiva mujer también soporta el acoso del duque de Anjou (Raphael Personazz), un irredento conquistador. La larga lista de pretendientes de la dama incluye al conde de Chabanne (Lambert Wilson), un ex militar que se convirtió en su preceptor y terminó enamorado de su protegida. ???La mujer es el centro de una buena historia mientras, en el horizonte del mundo real, se avizora la inminente llegada de la macabra noche de San Bartolomé.
Con una película que acepta más de una lectura, el director y actor italiano Nanni Moretti consigue poner en el centro de la escena la cuestión espiritual en un mundo eminentemente material, a través del dilema que atraviesa un hombre que es elegido como el nuevo Papa de la religión católica, pero que no se siente capaz de asumir semejante responsabilidad. Con tono de comedia y una mirada que elude la política palaciega, el cineasta enfoca a los hombres que deben consolidar el gobierno de la Iglesia en El Vaticano. Una buena película en la que algunos verán una comedia liviana y sentimental, y otros, una mordaz crítica a los anacronismos y a la ferocidad de un poder que se encuentra a muchísima distancia del Jesús que recorría Galilea anunciando la buena nueva.
Alguna vez alguien lanzó la versión de que el ser humano utiliza sólo el 20 por ciento de su capacidad cerebral (y no todos, por supuesto). Un escritor en crisis, sumido en un laberinto que lo lleva al fracaso y a la pérdida de su pareja, consigue dar un vuelco a su vida gracias a una milagrosa gragea que le proporciona un amigo. Es una droga que consigue potenciar la capacidad cerebral y sí consigue superar un presente sombrío y casi miserable. Cuando alcanza un éxito inesperado al triunfar con sus obras y saltar al gran mundo de las finanzas adivinando qué sucederá antes de que se produzcan los acontecimientos, debe sortear peligros que nunca supuso que iba a enfrentar. La seductora propuesta de Neil Burger logra momentos de suspenso muy logrados, pero el interés decae ante la repetición de situaciones que bien podrían haber quedado en la mesa de edición.