Una historia mínima que despierta mucho de ternura, melancolía, búsquedas que no pueden completarse por el miedo o la vergüenza a no ser querido. Mario está separado de su mujer hace un tiempo, ambos tuvieron un hijo que ya es adolescente y con el que él hace tiempo perdió contacto. La película nos introduce al universo de Mario, que para ganarse la vida realiza degustaciones de productos, vende cómics y películas en Parque Rivadavia con su amigo casi hermano, El Oso y lo más importante… la música, que lo lleva a ganarse la vida en despedidas de solteros, casamientos, shows varios como solista tributo de Sandro. El reencuentro con Lucas, su hijo, se producirá luego de la muerte de la mamá de Mario y en un fin de semana largo en el que El Oso planea llevar al artista a varias performances en el camino a Santa Teresita. Mario está un poco cansado de vivir del tributo, de que su vida sea una imitación y no un conjunto de actos auténticos. Además, quiere lucirse frente al jovencito que pone distancia y desafía al papá desconocido. Allí es donde esta road movie levanta vuelo y comienza a relatarnos con una buena dosis de música, paisajes carreteros y la interacción entre los tres protagonistas interpretados con mucha química por el excéntrico Mike Amigorena, que acá vuelve a ser un muchacho de barrio que por momentos brilla en el escenario como Mario; Iair Said, Damian,- El Oso, que es un gigante con códigos propios, manager que cuida su producto y no admite transgresiones en su plan comercial, ni siquiera a pedido de Román Almaraz, el hijo que no se separa de su celular hasta que lo humano derrita su indiferencia y su burbuja de niño mimado se rompa frente a la vida misma. Pablo Stigliani, productor de Guido Models, el documental que cuenta la historia de la primera agencia de modelos real ubicada en un barrio humilde que no tendría nada que envidiar a las consagradas y director de Bolishopping, un drama que apunta a la trata de personas, la inmigración ilegal y el trabajo esclavo, se mete en esta ocasión con una historia amable que al mismo tiempo no hace la vista gorda a las relaciones entre padres e hijos, la crianza en hogares divididos y las familias ensambladas. Muy acertado el casting que también cuenta con una pequeña aparición del cantante de Miranda, Ale Sergi, los consagrados, Rafael Spregelburd y Leonora Balcarce. E insisto con el talento de Román, que va transformándose, siendo niño y a la vez creciendo en un fin de semana, entre travesuras, picardías y algún que otro dolor. Mike Amigorena, aquel Martín Pells que presentaba las noticias en la tira de Sebastián Ortega, aquí conjuga en su persona lo actoral y sus dotes de cantante. Es una historia querible, con personajes encantadores y para ver en familia. Vale decir que el debut de esta peli, como otras del director, fue en Festivales, porque se trata de filmes independientes que necesitan no sólo del apoyo del público una vez que estrenan sino que la cuesta arriba empieza con la filmación, la producción, sigue con la postproducción y finalmente, saber cuándo verá la luz en los circuitos comerciales, si es que llega a salas. Un poco como el caso de ese Mario de la peli que está escondido en el tributo para jugar a lo seguro y que de golpe se da cuenta de que él está para más, para arriesgarse y recuperar lo que más ama y extraña: su hijo.
La maestría del director francés Francois Ozon en pantalla: una visión adulta que nos lleva al final de la Primera Guerra Mundial y un soldado que muere en el campo de batalla, su viuda y alguien que lo conoció, del bando contrario, plantearán al espectador un debate profundo sobre lo terrible de la guerra ycómo desde el perdón se pueden entablar puentes en medio de la destrucción y el odio residuales. El personaje del título será a la vez quien une y quien separa a todos los que lo conocieron en vida. Anne es su joven viuda y va a visitar diariamente la tumba de Frantz. Sus suegros la adoptaron como si fuera ese hijo que un día partió a la trinchera para nunca más volver y para consolarla en su desdicha. Una tarde, un joven francés, Adrien, con la misma angustia de Anne, se convierte en un inesperado visitante del Frantz muerto. Toda una provocación, un francés en territorio alemán, en la tumba de su adversario y llevándole flores. Adrien no puede más debe decirles a los padres y a la viuda de Frantz su secreto para que lo perdonen. El interrogante y el hilo de esta atragante historia será descubrir qué esconde Adrien y cuándo conoció a Frantz. En ese camino, el director jugará como siempre con la imagen y el tiempo, volviendo al pasado en colores o a un futuro en blanco y negro, o a una escena donde se combinan todos, cual las emociones de los personajes el sepia, los colores y los grises. Un poco como la vida, donde no todo es blanco y negro pero hay quienes con su mirada parcial, luego de una guerra, no pueden con su genio y siguen fomentando rencores y diferencias, que las habrá de todo tipo en este filme. Excelentes actuaciones de Pierre Niney, como Adrien; Paula Beer, como Anne (ganadora del premio como Mejor Actriz Revelación en el Festival de Venecia) y Anton Von Lucke, como Frantz, el triángulo de misterios que Ozon va entretejiendo y en el que nos dejará un mensaje muy apropiado para estos tiempos tan convulsionados de una humanidad que no termina de aprender que la guerra no es una solución porque nadie gana y menos sabiendo que muere la juventud. Frantz es una invitación a ver el cine como el séptimo arte que es y notar que lo más sabio es disfrutarlo en una sala.
Es más una película europea filmada en suelo argentino, con protagonista y detonante de la trama argentinos, con un productor y su hija, exitosísimos, también argentos pero el hecho es que "El Faro de las Orcas", es una coproducción y se estrenó comercialmente, primero en España y ahora, llega a nuestras pampas para contar esta aventura que tiene, como decía una base de realidad y lo demás es un relato ficcionado para la ocasión. Los paisajes de la Patagonia argentina son el escenario imponente, con Roberto ‘Beto’ Bubas, un guarda fauna que creció en la cordillera pero su atracción por el mar y los documentales de Jacques Cousteau, lo llevaron a la costa para quedarse definitivamente allí. En la vida real, el hecho es que Bubas, como biólogo marino, comenzó a estudiar a las orcas, mal llamadas “ballenas asesinas” ya que pertenecen a la familia de los delfines. De todas maneras, la investigación de Bubas comenzó por la técnica de caza de estos animales imponentes que se acercaban tanto a la costa con riesgo de quedar varados, solo para atrapar a los lobos de mar que por esas playas pululan. Más aún, comenzó a conectarse y tener un vínculo con una familia de orcas que se presentaban cuando Beto las llamaba con su silbido o con los sonidos de una armónica. Los hechos de este excéntrico muchacho, llegaron a oídos del gobernador de ese entonces, cuando Bubas comienza su historia con Shaka, la orca que dicen que lo salvó de una tragedia donde fallecieron su hijo y su esposa, este funcionario quiere echarlo porque teme que se ponga en peligro a los turistas por tamaño atrevimiento. Sin embargo, parece que en la vida real todos apoyaban la labor del guarda fauna y Bubas se afincó en ese lugar inhóspito y al mismo tiempo fascinante. En la peli, un día, un niño con autismo y su madre, se presentarán en ese lugar del que Beto es el re, pero al mismo tiempo el único habitante junto a las orcas y su caballo. El asunto es que Tristán (en la vida real, el niño que hoy ya es un hombre es el Agustín del título del libro que escribió Bubas, "Agustín. Corazón Abierto" en el que se basa la película) y su madre, Lola, hacen que la rutina de Beto se vea trastocada. Tristán, un niño español, vio en un documental a las Orcas y a Beto en acción, él nunca se había emocionado o exaltado frente a la pantalla de la tele, en esa ocasión sí y deciden, no sin dificultades ir al encuentro del guarda fauna para ver si la mejoría de Tristán al relacionarse con las imágenes de las orcas por la televisión, se hacía mayor al entrar en contacto con las verdaderas. Las historias de estas tres personas se irán uniendo cada vez más, será un aprendizaje para todos y la naturaleza sorprenderá, librándose de etiquetas. Es impecable la fotografía de Mercedes Alfonsín, que retrata esas aguas azules, esos acantilados azotados por el viento, los colores, las distancias que podemos encontrar en ese rincón del país. Por otra parte, los Puenzo, Luis, el padre productor y ganador del Oscar como director de La Historia Oficial, y su hija Lucía, la guionista de este filme (directora de XXY), son una garantía de buen cine. Además, es increíble el parecido físico de Joaquín Furriel con Roberto Bubas, y es un intérprete con la calidad humana que merece el rol; Maribel Verdú, se emociona cuando cuenta que en tantos años de rodajes, nunca lloró como en esta ocasión que movió sus cuerdas más íntimas representando a una madre que ya no sabe qué más hacer para que su hijo tenga conexión con el mundo, incluso enfrentándose a su propia familia y; en tercer lugar, hay sin duda que reparar en la increíble actuación de Quinchu Rapalini, la chispa que encenderá la ternura en los espectadores. Párrafo aparte para la dirección de Gerardo Olivares, (Entrelobos, Hermanos del Viento), que no sólo tuvo que hacer una puesta en escena que incluyera actores de carne y hueso sino que el desafío se planteaba en las escenas en que aparecerían las orcas. Vamos a quitar un poco de la magia, aunque cuando lo vean en pantalla no lo van a creer, pero la mayoría de las tomas con estos animales son con animatronics y los responsables de estas maravillas mecánicas son los que se llevaron un Oscar por los FX de El Laberinto del Fauno, David Martí y Montse Ribé fueron los supervisores del equipo, con el respaldo de los efectos digitales de Javier Bollaín y Raúl Romanillos.Su sensibilidad por los temas sociales y de naturaleza, se hace notar en el trabajo que tuvo con los actores de este film y cómo los encaminó a sacar lo mejor de sí, sobre todo en el caso de Joaquín Furriel, que venía de recuperarse de un ACV y con temor de perderse en alguna escena. No es meramente un film que despierte la conciencia sobre la ecología, -Roberto Bubas es un ferviente defensor de las orcas en libertad-, sino también sobre síndromes como el del autismo y cómo los padres pueden lograr la estimulación de sus hijos atendiendo hasta la más mínima señal pero sin abrumarlos en la sobre protección. Es una peli para ver en familia y disfrutar, no tiene golpes bajos sino un mensaje de esperanza para todos. Mensaje que, como dijo Joaquín Furriel, también invita a mirar hacia esa provincia de Chubut, azotada por las inundaciones en Comodoro Rivadavia y que justamente, y muy cerca de allí, en Puerto Madryn, que es donde se encuentra este santuario natural de fauna marina, se hará el estreno oficial con el equipo de la película y seguramente Roberto Bubas, para que la cultura no sea indiferente con esta realidad.
Impactante, perturbadora, un conflicto que encadena literalmente a los personajes y trata de exponer por momentos de una manera muy cruda la vida de una mujer que llega a un puesto de poder en una industria que es de hombres y además de jóvenes. Ella arrastra un devastador recuerdo de un episodio macabro que involucra a su familia y que le crea una coraza sobre las consecuencias de cada uno de sus actos en su vida presente. La película de Paul Verhoeven, el mismo director de la polémica por aquellas épocas, "Bajos Instintos", pero también de películas de culto de la ciencia ficción como RoboCop, Total Recall y Starship Troopers, que aquí sin ninguna pizca de fantasía deja a que la ficción, se meta en temas morales,de abusos y abusadores, víctimas y victimarios, que desciende al infierno pero que de todas maneras, tiene en ciertos puntos una esperanza de redención. La primera escena es brutal, Michelle Leblanc (la “elle-ella” del título) está en su departamento y un desconocido enmascarado la ataca sexualmente ante la mirada de un gato, su mascota. Desde corto y al mismo tiempo intenso cuadro hasta el final, el espectador se encontrará con los otros personajes que rodean y construyen el escenario de esta jefa de una empresa de video juegos exitosa por su expertisse en los negocios, bastante tirana, desconfiada y hasta repudiada públicamente por ese hecho que la marca en su niñez y que la etiqueta frente a los otros como sospechosa de atrocidades. La madre, el padre, el hijo, el ex esposo, su mejor amiga, el amante y una pareja vecina son los componentes del elenco que construyen un presente en el que Michelle se debate entre rendirse a su abusador, lo cual haría que esta relación enfermiza termine, y resolver las dudas que la convirtieron en esta persona que no puede ser feliz, que no puede encontrar satisfacción en vínculos normales. Los actores en los roles secundarios son Patrick Lafitte, Anne Consigny, Charles Berling, Judith Magre (Jesús de Montréal), Christian Berkel (Bastardos sin Gloria). Renglón aparte para Isabelle Huppert, que es la encargada de darle vida al personaje principal, ganadora del Globo de Oro por este papel y nominada para el Premio Oscar, que no presenta fisuras en tan traumática interpretación, tanto que por momentos el público puede llegar a distanciarse, a disgustarse con su actitud para con los demás y para con sí misma. Es magistral el guión de David Birke basado en la novela “Oh…” de Phillppe Dijan y con una re adaptación al idioma francés de Harold Manning y que los va a hacer saltar de la butaca cual clásicas escenas de Hitchcock. En definitiva, la lucha del bien contra el mal en un marco de este thriller erótico que fue hace unos días el film de la Gala de Apertura de la 13va. Edición del tradicional festival Pantalla Pinamar, cuyo curador, Carlos Morelli, se encargó de conseguir como pre estreno absoluto. La respuesta a las intervenciones repetidas en los programas de reciclados de chimentos en donde se ve a Soldán preguntando: "¿Puede haber tanta maldad?". Le decimos que sí y les dejamos a ustedes, el público, el debate de cómo resolverlo.
"No quiero estar tan lejos tuyo. Me siento solo sin poder conciliar el sueño. Te quiero cerca mío en las noches para poder sentir tu calor. Me siento seguro y en paz en tus brazos, y es ahí donde quiero estar." Si esta peli se hubiera hecho en España, seguramente, la voz invisible que alienta a los protagonistas de esta historia hubiera sido Narciso Ibáñez Menta. Lejos de toda predicción, el fantasma de turno será chino y su historia transcurrirá en Shangai, hace unos años una aldea, hoy una megalópolis en donde ir de un lado a otro lleva entre 2 y 3 horas. La trama diseñada y dirigida por Mauro Andrizzi, tiene parte de docudrama pero es en sí una comedia romántica que nos muestra una cultura lejana y desconocida como lo es la de la China contemporánea. Se logra un clima por momentos onírico y en otros muy simpático, en donde dos vagabundos, viven de los robos hormiga que les dan para sostenerse en el día a día, una noche les llega un mensaje del más allá: tendrán que unir en "casamiento fantasma" a dos almas que durante su pasaje por la vida terrena se amaron pero no lograron terminar sus días juntos porque ella era casada. El asunto es más que romántico ya que el "Narciso" chino, les prometerá que si lo ayudan a reunirse con su prometida, a la que tendrán que ir a buscar al cementerio, habrá un rédito material. Uno pensará que esta pareja de ladronzuelos tendrá como marca sólo este objetivo que los salvará de esa vida que se rige por el dinero, pero ahí está la nota de sabiduría oriental y las aventuras, mitos y ritos que nos irá mostrando esta poco convencional co-producción chino argentina. El fantasma resulta ser un poco travieso y la guía hacia la meta será una histriónica compañera, que algo se trae entre manos. Su estreno fue en el BAFICI del año corriente y ahora juega su suerte en la cartelera comercial. Es la quinta película en la que Andrizzi, que estudió guión en la ENERC, dirige y la tercera en la que realiza una producción integral. En mi opinión está muy bien lograda ya que se rodó en 3 semanas en Shangai, con un equipo que hablaba varios idiomas y todos, chino mandarín. Una curiosidad es que está subtitulada pues los diálogos son todos en chino. Todo un desafío que merece la pena ser visto en pantalla grande.
A quién no le pasó levantarse con el pie izquierdo y querer volver el tiempo atrás, o por lo menos no haber salido nunca de la cama. Ésa es la historia que le toca vivir al personaje que encarna Javier Lombardo, que se luce como protagonista de las desventuras de un actor que pasó hace tiempo sus 15 minutos de fama en una novela tipo "Rolando Rivas, Taxista" y justo el mismo día de su cumpleaños, cuando surge una oportunidad, deberá llevar las cenizas de su hermano gemelo a su destino final. Nada es lo que parece y esa misión especial, -llevar una antigua caja de bizcochos con las cenizas de su hermano-, le hará viajar a su pasado y saber por qué terminó distanciándose de él y la razón de un destino errante y sin motivaciones. Se puede decir que no hay sorpresas mayores, que por momentos hay demasiada música incidental que podría haberse obviado, no era necesaria como las risas que acompañaban ciertas sitcoms que indicaban cuándo el espectador debía reírse. Sin embargo pueden destacarse algunos pasajes que la hacen brillar por momentos: el episodio del supermercado chino, como el más remarcable; el recuerdo en la casa de la tía, la actuación conseguida en un comercial de poca monta y el desfile del casting que va tirando la línea, el prólogo de la trama. También, es simpático el diálogo con ese hermano que todavía parece vivir dentro de la lata y lo va guiando. Daniel Alvaredo es el director de la peli, quien en 2013 fuera el realizador de "Paternoster", un policial de suspenso. En este caso, incursiona en la comedia. Osvaldo Canis, el guionista, vuelve a hacer dupla con Alvaredo luego de "Paternoster" y una experiencia documental en 2014. Ya saben, cuando un día las cosas vayan de mal en peor, enfoquen las "antenitas de vinil" ya que puede que estén equivocando el rumbo o bien, no estén aprendiendo la lección por no arriesgarse a crecer, salir de los prejuicios y finalmente, empezar a escuchar a los demás.
La idea de este novato no es original, tampoco tiene gancho decir que se trata de un grupo de adolescentes que quieren hacerse su lugar en la escuela en la que aterrizaron, en su aula, en su barrio. Qué podemos destacar entonces de este estreno que empieza con un pie izquierdo: lo primero, que habla sobre el bullying en el colegio; lo segundo, que explora la integración en un mundo competitivo y donde no se perdona la timidez, lo diferente, el extranjero, la falta de habilidades sociales y todos aquellos ítems que rompen con el paisaje cotidiano que tiene instalados a los que se creen reyes y a los que son contemplados como súbditos o condenados a la indiferencia. Benoît llega a París con su familia compuesta por padre, madre, hermanito-que-todo-le-sale-bien y un tío un tanto atorrante. Desembarca en el colegio donde hay una bandita de púberes encargados de hacer sentir mal a todo aquél que no los siga, pasando de la humillación verbal hasta la física. Luego, están los sueltos, los que quieren hacer la suya a pesar de perder o ser marginados. El conflicto comienza porque Benoît no sabe cómo acercarse a estos chicos populares pero bastante desagradables. Harto de desplantes y bromas pesadas, se empieza a refugiar en los que quieren acercarse a él pero también son rechazados y en esta cruzada actuará de aglutinante: allí estarán Joshua, Aglaée, Constantin y Johanna. El primero quiere ser delegado de clase y tener un coro en su estilo nerd. Con Aglaée, una jovencita con problemas neurológicos, harán una pareja especial, y sus diálogos sobre sus capacidades diferentes, tan francos, derriban todo problema de integración. Constantin parece el gordito tonto al que todos le escapan y es uno de los primeros que sienta amistad con Benoît y le abre su casa, lo ayuda con sus planes; mientras tanto, el tío, también pondrá su cuota de sabiduría para atravesar esta etapa linda que tiene sus altibajos emocionales y hormonales. Por último está Johanna, quien para Benoît, será esa amigovia inolvidable, que lo hace sufrir y al mismo tiempo querer progresar y salir de la timidez. Los jóvenes actores se desenvuelven con soltura y como viviendo un capítulo de su vida. Acierto de Rudi Rosenberg, el director del filme. En donde no llega a acertar es que cae en lugares comunes de este tipo de películas, como afrontar el despertar sexual, los ganadores y perdedores del comedor escolar, etc. Si vieron "Los Goonies" o "Cuenta Conmigo" no creo que ésta sea su película. Nuevamente, vuelvo a repetir que sí puede llegar a ser efectiva si se trabaja con jóvenes a partir del tema del ataque y crueldad, que es algo presente desde edades más tempranas. No todos los niños son tan inocentes como pensamos que son a tierna edad. Puede notarse la ausencia de los mayores responsables, -padres, maestros-, tópico que se toca indirectamente aunque se infiere mediante la figura del tío, único ¿adulto? que aconseja, a su sobrino y amigos a hacer cosas que desencadenen efectos a veces deseados y a veces desastrosos en sus destinos. La trama se desarrolla en su mayor parte entre pares. No hay mucho más que decir, salvo que tuvo buena recepción en varios festivales independientes, entre ellos, el BAFICI y que tiene una muy buena banda sonora con una versión coral de "When Love Takes Over", de David Guetta, que logra su objetivo de que uno se quede hasta el final.
Podría decirse que el tango y el blues son parientes en la nostalgia, cuando "se te pianta un lagrimón" y quizás esto es lo que quiere mostrar este documental de Nacho Garassino, que esta vez incursiona en la no ficción. El retrato de María Luz Carballo, de la dinastía de los Carballo, como dicen en la peli, podría haber sido algo más pulido. Sin embargo, todo queda allí, en los momentos en que ella brilla transformándose con su guitarra y su voz, que tiene el sello inconfundible de la música en la sangre, ya que su tía es la legendaria Celeste Carballo. Su padre, sus hermanos, sus primos, sus raíces, otros músicos eximios están en la Argentina pero María Blues, tal su nombre artístico, luego de una podría decirse ¿aventura? con Pappo Napolitano y su madre que le dice que vaya a encontrarse con el mundo, llega a Chicago, la cuna del blues. Ella, su guitarra y su voz, luego una hija, -que se llama Lucille, como la guitarra de B.B.King-, siempre la duda de dónde dormirá y su conexión con la "Mamma" que está en Buenos Aires. Todo este mundo de personajes que nutren un ritmo que debe sufrirse y vivirse antes que interpretarse, se mete en la historia de esta mujer, una de las pocas reconocidas que se animó a meterse en cosa de hombres. "Pegar la vuelta" no sólo muestra los problemas y las angustias del desarraigo sino también la fuerza de los lazos, la pasión y la pulsión de vida por un sueño hecho realidad a muchos kilómetros del hogar. Lamento que por tratarse de una película con la historia de alguien que incursiona en la música no se haya pensado en un mejor tratamiento del sonido. En muchos pasajes, se pierde el encanto de la voz de María Blues. Me pareció además, un poco reiterativo el plano sobre la protagonista en un monólogo un tanto descuidado. Me gustaron más las escenas en la que ella dialoga con los que la ayudaron a llegar a ese lugar soñado, desde la gente del blues, pasando por su familia, sus amigos. Allí se la ve más suelta y plena con anécdotas que vale la pena escuchar. No me canso de decir, que es una pena que estos materiales se filmen para estar dos semanas en una sala fuera del circuito, cuando podrían ser creadas para pantallas donde los cultores del género, los fanáticos de la música, pudieran disfrutarlos mejor. Será cuestión de reverlo desde la producción y desde la distribución, ¿no les parece?
Il Solengo El valle de Pratolongo es escenario para la reconstrucción de un mito, el de Mario de Marcella. Este hombre, que por alguna razón, que se intenta explicar, un día se fue a vivir aislado de su comunidad, acompañado de la naturaleza y sus peligros. Esa misma comunidad hoy cuenta lo que se decía de él, de su modo de vida y que casi siempre que algo pasaba y era algo grave, la culpa recaia sobre "Mario de Marcella". Los protagonistas varios de este documental en ritmo de varios planos secuencia sobre la cueva donde se decía vivió, ¿vive? el ermintaño, son todos hombres mayores. Todos ellos lo vieron alguna vez, se cruzaron con ese extraño conocido, todos ellos tienen algo de Mario y eso es lo interesante. No va a tener un público que arrase la taquilla pero si se meten en sus pequeños detalles y grandes personajes que hacen al avance del metraje codirigido por Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, podrán disfrutar una placentera experiencia cinematográfica. Me asombró que la peli tenga algo de Argentina, no sé bien qué, parece que algún aporte financiero o recursos humanos, ya que aparece junto con Italia en la producción. Fue la ganadora del premio de la ciudad de Torino, en ese mismo festival como mejor documental. No es un docudrama y al mismo tiempo lo es. Es raro que no haya jóvenes, que no haya mujeres (aunque se hable de una de ellas en especial, la madre de Mario, Marcella). Hay recuerdos y hay acuerdos, la vida en Pratolongo evolucionó, más los pocos habitantes que quedan por alguna razón en especial, se quedaron en el tiempo en que Mario de Marcella era el centro de las habladurías. Hoy, en ese lugar siguen pasando las mismas cosas, y un fantasma agita el paisaje y el clima de las distintas estaciones. La cueva y hogar de Mario, sigue imperturbable. Un filme contado como un cuento en las voces de sus protagonistas. Lo recomiendo con las salvedades que planteé anteriormente. Si son de los fans de la acción, el romance u otro género, abstenerse.
"Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia", dice el verso de la canción de Lito Nebbia, que en este brillante documental intenta poner luz sobre los oscuros 5 años en que las jóvenes naciones de América Latina, las "patrias chicas", se trenzaron en una cruel podría decirse guerra civil (por lo menos así lo ve el realizador). De la mano de Federico Sosa, director egresado de la ENERC, llega "Contra Paraguay", un filme que reúne voces de estudiantes de historia, catedráticos, y aquellos que son descendientes de la sangrienta "Guerra del Paraguay" o "Guerra de la Triple Alianza", según quien lo cuente. Los procesos económicos, sociales y políticos que llevaron a este genocidio en nombre de quién sabe qué intereses, pues eran tantos, que se perdieron en la sangre heróica de los que pelearon por su tierra natal, por el bien de los suyos, más que por vender más y mejor al exterior, u ostentar riquezas o la cegera de Solano López por imponerse. Eran años de guerras de independencia pero también de enfrentamientos ideológicos y lo que nos quiere mostrar la investigación encabezada por Sosa y Juan Pablo Young ("4 de Julio: La Masacre de San Patricio", "Tierra Adentro", "La Multitud") es cómo las huellas del escarnio entre hermanos llegan a nuestros días. Por ejemplo, en el Paraguay, la población fue diezmada directa o indirectamente por este conflicto. Estarán los que se paren a decir que el conflicto fue locura de Francisco Solano López, que arrastró a su pueblo a no claudicar ante los invasores; otros, mirarán en dirección a la Argentina, -en ese entonces, todavía Buenos Aires y el Interior, con su conflicto paralelo-, Brasil y Uruguay, que privilegiando el comercio con el imperio (Inglaterra), no dudaron en apagar a aquel ejército improvisado, que en su final llegó a estar conformado por niños, ancianos y mujeres porque los hombres, los soldados, ya no estaban vivos. Un conflicto doloroso que lleva en sus entrañas preguntas sin respuestas, quedan relatos, se pueden sacar conclusiones y eso es lo que lleva adelante con éxito esta película que se recomienda desde todo punto de vista. Un acierto en lo retratado, en la manera de contar; llega a conmover pero sin ser truculenta, con mucha documentación y poniendo sobre la mesa la mayor cantidad de cartas posibles. Es un pedazo de historia, semejante a las grandes guerras europeas, y que sin embargo, se estudia en las escuelas sin pararse en lo que significó para todos sus participantes, no sólo en ese momento sino porque sus secuelas todavía afloran en el presente, como mencionaba anteriormente y es necesario saberlo para de alguna manera sanar. Pedro Furio y Mariano Fernández son los encargados de la musicalización con melodías que nos trasladan a los paisajes en donde transcurrieron los hechos. Es para no dejar de lado y destacable como material de estudio que hace pensar.