La primera escena de Río 2 ya nos marca la identidad del film: una maravillosa fiesta de fin de año en las playas brasileras con una explosión de colores y música que tanto caracteriza al feliz (a veces hasta demasiado) pueblo carioca. Allí en medio de la multitud están Blu y Perla , los eternos enamorados jurándose amor eterno. Pero no están solos ya que han formado una familia compuesta por ellos dos y tres pichones de guacamayos azules : Carla ,Tiago y Bia. Juntos han logrado que la amenaza de extinción de su raza se desdibuje. Aunque tal vez el costo sea polémico: Blu está tan aburguesado como cómodo en su nueva vida y casi ha perdido todo instinto salvaje, es por ello que cuando Perla escucha la noticia que se han descubierto una parvada de guacamayos no lo duda: es hora de una excursión familiar Así es como parten junto hacia una nueva aventura familiar, pero no estarán solos en esta travesía sino que los acompañarán Nico y Pedro quienes tratarán de buscar nuevos talentos en la selva amazónica. Una vez que todo el grupo llegue allí un nuevo mundo se abrirá para ellos: la vida silvestre y la inserción en la comunidad serán el tópico imperante. Perla se reencuentra con un viejo amor y con su padre, a la vez que Blu deberá adaptarse a una vida sin tantas comodidades. Sobrevendrán escenas de casting al mejor estilo American Idol ( con una hilarante escena homenaje a los musicales con guiños a Flashdance a cargo del histriónico Nigel) , partidos de futbol y escenarios donde el colorido y la música darán un espectáculo divertido para la familia con gran despliegue visual Carlos Saldanha nos entrega un producto de factura impecable que respeta todos los elementos del género de animación, tal vez sin aventurarse demasiado en encontrar guiños para el público adulto. Una interesante banda sonora a cargo de Carlinhos Brown, Bruno Mars, Sergio Mendes , Milton Nascimento , Janelle Monáe completa esta interesante oferta para el público infantil. A su vez diversas subtramas ayudan a que el relato fluya: el amor imposible de Nigel y Gabi, la venganza de Nigel hacia Blu , el triángulo amoroso entre Blu, Perla y su viejo amor Roberto todo suma a la hora de dar un vértigo narrativo al relato. Como Blu Rio 2 abre sus alas para permitirnos dejar las pesadas urbes y alejarnos aunque sea por un rato de la rutina adentrándonos en un universo de color y fantasía. Sin olvidar que todo ese universo natural está siendo amenazado día a día por la avaricia del hombre y su falta de respeto por la naturaleza. Tal vez todos los niños que hoy son testigos de esta historia familiar plumífera aprendan a respetar el planeta de una forma más activa y eso ya es un gran aporte que el cine está realizando al futuro.
Darren Aronofsky posee una historia personal que lo liga a la figura de Noé, en su adolescencia escribió un poema sobre esta historia de la Biblia que incluso llegó a ganar un premio nacional y desde entonces la realización de un film sobre este personaje ha sido uno de sus proyectos más anhelados. Por su parte en el año 2011 la editorial belga Le Lombard publicó un comic realizado por el mismo, en colaboración con Handel y Henrichon, que relataba los eventos ocurridos con anterioridad al evento diluviano. Pero fue el éxito obtenido con " El cisne negro”, junto con el reconocimiento internacional, lo que posibilitó la realización del film que hoy se estrena. En las sagradas escrituras el personaje de Noé en sí mismo no es desarrollado en detalle, centrándose el relato en los hechos que lo tienen como protagonista.Es por ello que el enfoque de Aronofsky se centró en la tarea de dotar de los suficientes conflictos internos a este hombre para generar las líneas argumentales que le dieran una profundidad interesante en términos cinematográficos. Así junto con Ari Handel terminó forjando el perfil de hombre justo, padre de familia, vegano al cual en extraños sueños nocturnos se le revela la necesidad de salvar al mundo. La historia de Noé y el diluvio universal, conocida a grandes rasgos por todos, es enfocada desde un estilo que no se define ni como revisionista ni como apegado a los relatos bíblicos. Y tal vez en esto resida su principal desacierto: la falta de coherencia. Por momentos la grandilocuencia de la industria de Hollywood se hace presente en escenas con gran desarrollo visual (a través de la utilización de CGI) y por otros la tosquedad de animaciones nos recuerda a los stop motion de la factoría Ray Harryhausen (particularmente en el caso de los vigilantes de piedra que ayudan a Noé a construir el arca). Este pastiche estético que por momentos nos hace sentir su abultado presupuesto y por otros nos hace creer que estamos en presencia de un film independiente atenta seriamente contra la cohesión del relato La primera mitad del film (la etapa previa a la catástrofe) fluye moderadamente gracias a las actuaciones de sus intérpretes y a la presentación de los personajes y el conflicto. Un mundo carente de valores, desordenado y caótico cuya única salida parece ser la extinción para luego refundar la tierra. En esta fase no se escatiman escenas de violencia extrema, canibalismo y barbarie filmadas con una crudeza que ayuda a crear el clima para la limpieza por venir. Pero luego de acaecido el diluvio los enfrentamientos que se suceden dentro del arca entre Noe y sus hijos Sem, Cam, Jafet y su esposa Naama se ven forzados y estirados hasta el hartazgo. El patriarca retratado por el director se muestra como un hombre despótico, firme y autoritario, dispuesto a matar a su propia sangre con tal de satisfacer la voluntad de El Creador , casi como un esquizofrénico con arranques esporádicos de ternura seguidos por la más terrible de las violencias. El resultado final del film (más allá de las correctas actuaciones de Emma Watson, Jennifer Connelly , Logan Lerman ) es un producto desparejo que parece tratar de ser una fábula vegana de los tiempos por venir, con referencias a mundos caóticos carentes de valores donde la única solución es la aniquilación. Un pastiche cinematográfico con elementos de cine catástrofe, relato intimista, presupuesto de mainstream y postura de cine indie que no convence y termina navegando en aguas turbulentas que lo hunden en la indefinición estética.
Si existe un superhéroe de la factoría de Marvel que aún no había sido debidamente explotado en la plenitud de sus conflictos internos ese personaje era el Capitán América, síntesis perfecta del anacronismo de los tiempos en los que vive. El personaje de Steve Rogers nació por los tempranos años cuarenta como una clara respuesta al espíritu de desánimo nacional y conflictos bélicos imperantes, era necesaria la creación de una figura que en su filosofía incluyera los ideales que la sociedad norteamericana anhelaba : valentía, altruismo y por sobre todo un irrefrenable amor a la patria. Por ello ese joven Steve Rogers pondría su propio cuerpo a disposición de la ciencia para lograr la consecución de un súper soldado que permitiera defender los colores de su bandera. Pero todos los planes se frustraron cuando el experimento si bien logra resultados exitosos no puede replicarse por ser asesinado el científico que lo lleva a cabo. De esta forma el Capitán América se convierte en el único de su clase, en un héroe con licencia para matar, pero que a pesar de ello se muestra cauteloso y respetuoso de las formas y las garantías individuales. Casi un romántico de la patria, un idealista innegociable. En ese contexto y por diversas situaciones, que se desarrollan en la entrega anterior de Capitán América, es congelado y su cuerpo vuelve a la vida en la actualidad convirtiéndose en un extranjero en su propia tierra, en un apátrida temporal. El mundo ha cambiado, los valores, los principios, pero por sobre todo la amenaza deja de ser exterior para convertirse en interna y difusa. Este nuevo paradigma (devenido luego del atentado a las Torres Gemelas) presupone la mayor de las paranoias: el enemigo ya no está fuera de las fronteras de Estados Unidos, sino que es interno y de difícil identificación. En este contexto el Capitán América se encuentra totalmente desorientado, su pensamiento binario condicionado por las situaciones en las cuales se crio, ya no es útil en un mundo donde la amenaza puede encontrarse en el seno mismo de la sociedad de la que es parte. Y este espíritu de continua intriga internacional y cuestionamiento de las instituciones más básicas será el hilo conductor de la acción en esta segunda entrega del Capitán América más emparentada con los thriller de los años setenta que con la acción frenética de otros films como Los Vengadores. El pasado del héroe se hará presente y por sobre todas las cosas lo hará en el constante contraste entre el mundo que él cree poder defender y las reales amenazas que se ciernen sobre la ciudadanía norteamericana. Uno de los pasajes más notables del film es el protagonizado entre Steve Rogers y Nick Fury donde éste último le señala que su batalla ya se encuentra perimida, que él lucha por el mundo que quiere que exista, mientras que SHIELD es la respuesta institucional al mundo que existe, más allá de lo que deseemos. Los nuevos enemigos que amenazan la paz mundial podrán estar incluso enquistados hasta en la misma institución que lo vio nacer, por lo que la confianza se volverá en el bien más preciado. En esta nueva misión el Capitán no estará solo, sino que lo acompañará Black Widow ( una sensual Scarlett Johanson) ,Falcón (Anthony Mackie) y Marie ( Cobie Smulders).Y aquí radicará otro de los elementos distintivos de Rogers : su capacidad de liderazgo para el trabajo en equipo y su necesidad de que las normas estén claras para este trabajo en conjunto desde el principio. En tiempos de individualismo extremo esta característica no es un dato menor. El antagonista de turno, el misterioso Soldado de invierno (en la piel de Sebastian Stan), se convertirá en una de las misiones más difíciles que tenga que enfrentar nuestro héroe no solo por su destreza sino por un pasado en común que los une y pone en conflicto la respuesta de Steve. La dirección a cargo de los hermanos Anthony y Joe Russo sabe equilibrar con maestría el clima de intriga latente con dosis de acción filmadas con el frenesí que todo film de este tipo requiere, lo que hace de esta segunda entrega una de las mejores que hayamos visto en dentro del universo Marvel. Dos escenas post-créditos terminarán de cerrar esta maravillosa segunda entrega del Capitán América y nos dejarán preparados para la Fase 3 de esta aventura que mejora con cada entrega que nos acerca El universo Marvel cada día se muestra más sólido y hasta se da el lujo de permitirnos reflexionar sobre temas tales como el estado, la información y los alcances de las libertades individuales. Lo que no es poco decir para un cine que se supone pochoclero.
El cine de los hermanos Joel y Ethan Coen siempre se ha caracterizado por pintar con maestría universos de seres desolados que gracias a su particular mirada terminan generando empatía y hasta identificación en el espectador promedio. Mucho de ese encantamiento, casi de ensoñación, se debe a su protagonista Oscar Isaac. Bastará verlo un segundo en pantalla para saber que nos cautivará durante los poco más de noventa minutos que componen el film. Isaac interpreta a LLewyn Davis a un cantante folk que forma parte de un reconocido duo que se ve obligado a emprender una carrera solista luego del suicidio de su compañero. Como muchos artistas solo alcanza su estado de plenitud cuando se expresa a través de su arte, fuera de esto su vida entera es una oda a la errancia emocional. Pero cuando se sube a un escenario, por mas pequeño que el mismo sea, brilla con luz propia y lográ que todas las miradas se fijen en él y su guitarra. Será este constante deambular sin rumbo la principal constante de todo el relato, desde su frustada vida amorosa con Jean(una magnética Carey Mulligan) hasta la constante busqueda de reconocimiento artístico. El mundo del Greenwich Village es mostrado tan inhospito como el clima en el cual se desarrolla la acción. Y la industria tan gélida como el temido in. No es antojadizo que el animal que acompaña a Llewis durante todo el film sea un gato(al que el se ve atado por circunstancias totalmente fortuitas), dado que el mismo funciona como la más clara metáfora de la personalidad del joven cantautor. Un ser errante que tan sólo busca la satisfacción de sus pulsiones más básicas(techo, comida y eventuales encuentros sexuales) estableciendo para ello vínculos tan fugaces como tibios. La única verdadera comunión que Llewis puede llegar a establecer es con la música, con ese elemento que le permite trascender su propia y endeble existencia y resignificar su espacio en el mundo. Y el tratamiento que los hermanos Coen le dan a las perfomances de Llewyn tiene iguales proporciones de cuidado estético como de postura política. Cada canción que se entona es interpretada en su totalidad, su arte no es fragmentado en pos de lograr una celeridad determinada en el relato. Y esto logra que cada una de las mismas sean cautivantes e hipnóticas y nos permitan sobrellevar la oscura existencia del cantautor folk. Promediando el film el mismo se transforma en una “Road Movie” donde Llewyn debe emprender un viaje desde Nueva York hasta Chicago y allí casi parece vislumbrarse el espirítu beatnik de Kerouac en su estado mas puro. El film así se vuelve en una travesía que dificilmente conduzca a un destino certero, pero no por ello deje de resultar interesante, autorreflexiva y con cierto aire contemplativo. Los hermanos Coen nuevamente nos entregan una oda al antihéroe americano, permitiéndonos aventurarnos a pensar que detrás de cada hombre común puede existir un ser extraordinario, solo basta que el autentico potencial sea expuesto. Esa es la responsabilidad que estos dos cineastas han tomado como propia: descorrer el velo de la vulgaridad para permitir que los seres ” comunes ” brillen con luz propia, aunque sea en un oscuro sótano de Greenwich Village.
Locademia de vampiros Nacida directamente de la orfandad comercial generada por el fin de las sagas Crepúsculo y de Harry Pottter llega a nuestras pantallas la nueva “apuesta” de Marks Water, que toma como base la saga editorial creada por Richelle Mead y adaptada cinematográficamente por Daniel Waters. El film resulta ser un híbrido que intenta mixturar las insatisfechas necesidades carnales de los vampiros teen con las anécdotas que pueden generarse dentro de una academia de entrenamiento de poderes especiales. Con una intencionalidad que de tan manifiesta resulta irritante, la propuesta es simple: lograr un relato que contenga todos los tópicos que el público adolescente consume como jóvenes atractivos, pulsión sexual desbordante, satisfacción carnal inexistente, léxico propio que genere sensación de pertenencia y posibilidades de proyección en caso de ser bien aceptado por el nicho etario al cual está dirigido. Estos son los elementos en los que se cimenta el relato de Mead para transpolar la esencia del vampirismo y morigerarla a través de situarla en un marco adolescente y más aún en una Academia de Vampiros. Los vampiros son divididos entre diversas castas en base a su peligrosidad: así estarán los moroi, situados como los más inofensivos y pacíficos; los Dhampir que son los guardianes de estos y por último los letales Strigoi, auténticas máquinas de matar. La historia se centrará en su inicio en la relación trabada entre una joven princesa moroi (Vasilisa Dragomir) y su fiel guardiana y compañera Rose Hathaway. Ambas han tratado de evadir los doctrinantes destinos de la Academia, huyendo, pero son recapturadas y obligadas a permanecer en las instalaciones institucionales vampíricas. Allí, Rose tendrá su objeto romántico y no será otro que Dimitri Belikov, su fornido instructor en las artes del combate cuerpo a cuerpo. En medio de los conflictos típicos de cualquier adolescente (inclusión, identidad, pulsiones sexuales y deseos) ambas jóvenes deberán también combatir contra una amenaza externa que se cierne sobre ellas atentando contra su estabilidad. El relato de Richelle Mead nos ofrece un universo que atenta contra la esencia misma del vampirismo. La visceralidad, la voracidad o como en su momento Ridley Scott nos enseñara el ansia se encuentran fuera de la fuerza motora de estas jóvenes. ¿Y qué es un vampiro, sino un ser signado por la desgracia de destruir aquello que más ama y no poder saciar ni su sed ni su amor? Todos estos elementos que enriquecen el relato de estos maravillosos seres se encuentran ausentes en el film de Waters, que se muestra apenas un poco más elaborada del universo de Crepúsculo. Quizás los amantes de aquella saga no se sientan defraudados con el film, pero para el público en general comete el peor de los pecados en una historia de vampiros: no tener sangre y bien sabemos que sin ella no puede sobrevivir. Tal vez sea hora que tanto autores como directores dejen de subestimar al público adolescente y comiencen a realizar historias que sean interesantes y vívidas, con pulso, con sangre y con latidos . Caso contrario estaremos frente a la terrible realidad de generaciones enteras que tendrán como referente a Crepúsculo, Cazadores de Sombras o films como éste. Por suerte siempre tendremos los clásicos que como los auténticos vampiros son eternos
El club de los desahuciados como se conocerá en nuestro país el film de Jean Marc Vallee es el film de corte más independiente dentro de los nominados al Oscar de este año. Filmada en poco más de 20 días con un acotado presupuesto de cinco millones de dólares cuenta con el curioso dato de estar nominada por su maquillaje habiendo sido su costo de apenas poco más de 200 dólares ( las dermatitis de los enfermos de HIV fueron realizadas con sémola y harina de maíz ) y de ser su vestuario adquirido en ferias americanas cercanas al set de filmación El relato se basa en las más de 20 horas de entrevistas realizadas por Craig Borten a Ron Woodroof y nos presenta en primera persona el camino recorrido por este personaje para convertirse en uno de los iconos de los ochenta en la lucha contra la industria de los medicamentos. Matthew Mc Conaughey, atravesando sin lugar a dudas el mejor momento de su carrera, interpreta a un homofóbico texano amante del rodeo, promiscuo y adorador de todos los abusos posibles (alcohol, sexo, drogas, etc) Luego de desvanecerse ,en el marco de un accidente laboral, es diagnosticado con HIV y la sentencia es tan terminante como específica: le quedan treinta días de vida. Eran tiempos en que la enfermedad se encontraba íntimamente ligada (en el imaginario social) con la homosexualidad y nada podía ser peor para este tejano que sentirse incluido en este universo que el claramente menosprecia. Luego de obtener este terrible pronóstico se le niega la posibilidad de acceder a tratamiento médico alguno y es en este momento cuando nace en su interior una pulsión tan intensa por vivir como por rebelarse por esa industria que condenaba a tantos enfermos a una muerte segura. Woodroof replica la táctica de ataque del síndrome para utilizarla contra la industria: a través de sus acciones intenta evadir sus defensas para desde allí destruirla. Comienza a investigar las causas del HIV descubriendo que el mismo está relacionado con conductas imprudentes que exceden a la homosexualidad y obtiene la certeza que el tratamiento de AZT es aún más nocivo que la enfermedad misma A partir de entonces comienza a recorrer el camino del héroe convirtiéndose en un traficante de medicamentos no autorizados en los Estados Unidos que el comercializa a través de un Club de Ventas a enfermos terminales. Y no estará solo en la administración de este club de ventas sino que Rayon ( Jared Leto en una interpretación que tal vez pueda valerle un merecidísimo Oscar este año ) se convertirá en la viva imagen del cambio ideológico operado en el tosco tejano. El Club de los desahuciados se convierte de esta forma en un relato ágil, doloroso y por demás interesante sobre las múltiples facetas que enmarcaban al HIV en sus primeros años. La discriminación , la estigmatización , el inescrupuloso manejo de la industria farmacológica son mostradas de forma descarnada en el maravilloso relato de Valleé Un montaje furioso junto con el uso del recurso de la cámara en mano nos hace sentir en carne propia esa pulsión desordenada que impulsa al protagonista a buscar su propia salvación. La banda de sonido a cargo de la banda Marc Bolan logra también transmitir esa sensación de extrañeza que se presenta en todo aquel que se sabe condenado. Porque este es el hilo conductor de las acciones tanto de Rayon como de Ron el saber que ese mismo destino que los estigmatiza es el que los impulsa. “…Las personas vienen y personas se van, algunos se mueven rápido y algunos se mueven lento… ” Rezan los versos de Life is strange uno de los icónicos himnos del glam de los setenta , y los personajes de este relato claramente están en conciencia de esta realidad y eligen ser los que se mueven rápido para lograr torcer su destino. El Club de los desahuciados es sin lugar a dudas un film de una contundencia absoluta que sin golpes bajos y armado de tremendas actuaciones logra introducir al espectador en ese universo de desidia institucional que tantas vidas se cobró en los noventa. Que nos permite ser testigos de la transformación de este tosco hombre homofóbico y mundano quien sin proponérselo termino liderando una revolución que excedió su propia vida.
Una familia especial Basado en un dibujo animado de la década del sesenta, el film Peabody y Sherman nos muestra desde su premisa inicial un quiebre de paradigma familiar interesante. La narración comienza en la infancia del Sr Peabody, un perro intelectualmente desarrollado que vive en un refugio canino. Allí dedica sus horas a leer filosofía e instruirse. Negándose de forma terminante a realizar las piruetas que le solicitarán sus potenciales adoptantes. Es así como el can jamás logra tener un hogar y dedica sus energías a instruirse en las más variadas artes y ciencias. Al llegar a la vida adulta se plantea un nuevo desafío: ser padre y de esta forma ingresa a su vida el pequeño Sherman siendo éste el primer caso de adopción de un bebé humano por parte de un canino. Este es uno de los elementos distintivos y más revolucionarios de la propuesta de Dreamworks: nos encontramos por primera vez frente a una adopción monoparental. En la gran mayoría de los relatos infantiles, la relación padre - hijo deviene de un lazo biológico y se intensifica frente a la muerte de uno de los padres en alguna desgracia acontecida en un determinado momento (Bambi, Buscando a Nemo, etc), pero nunca hemos estado en presencia de una pulsión paternal que no esté concebida dentro de una estructura de pareja. Así, el Sr Peabody se convierte en una representación de un nuevo modelo de familia, que nace del elemento volitivo del adoptante y no de un mero hecho biológico. Los hijos dejan de ser el “fruto del amor” para convertirse en el objeto amado, subvirtiéndose de esta forma los conceptos de familia hasta ahora conocidos. El Sr Peabody y Sherman no sólo comparten un hogar sino que poseen un secreto que hace del tiempo compartido algo único: una máquina del tiempo. De esta forma, juntos podrán conocer los eventos históricos de la humanidad más importantes visitando el antiguo Egipto, a Miguel Ángel, la Revolución Francesa. El legado Peabody es la cultura y eso es lo que transmite a su hijo día a día. Claro que cuando Sherman asista a la escuela surgirán las primeras burlas de sus congéneres. Y justamente la misma vendrá encarnada por una niña (rubia y de furibundos ojos celestes), hija de un matrimonio heterosexual con algunos inconvenientes de comunicación entre sí. Es por ello que el conciliador Sr Peabody organizará (a escondidas de su hijo) una reunión entre las dos familias para limar asperezas dado que la escuela de los niños ya ha tomado intervención en el conflicto. Como una especie de Carnage, de Roman Polansky, pero en versión animada las familias realizan un concilio para buscar la solución al enfrentamiento de los niños y allí deviene la aventura. Sherman realizará un viaje en el tiempo en compañía de su ocasional acosadora, solo con fines de generar un lazo con ella y obviamente algo saldrá mal. A partir de entonces, la acción se transportará a Egipto, a Italia, Troya y permitirá que los niños tengan un contacto directo con las antiguas culturas y su idiosincrasia, claro está tratando de no violentar las normas básicas del viaje en el tiempo. Peabody Y Sherman se convierte así en un relato ágil, con muchos guiños al público adulto, que permite a los más pequeños tener un primer acercamiento inicial a ciertos eventos históricos. Un film de aventuras, inteligente, que supo interpretar los cambios de paradigmas en las estructuras familiares y por sobre todo revalorizar al afecto como creador de vínculos por encima de los meros nexos biológicos.
Ironías de la vida hacen que en Montevideo exista un penal llamado Libertad y que ese fuera el destino obligado de muchos presos políticos en la década del setenta hasta mediados de los ochenta. Entre esos detenidos se encontraba Jorge Tiscornia un miembro del movimiento Tupamaro juzgado por su accionar supuestamente subversivo. En el marco de su presidio el joven ideó una estrategia que le permitía mantener una rutina propia: escribir un registro de sus días. Los eventos allí señalados eran codificados de forma tal que solo el supiera descifrarlos, a cada palabra le correspondía un símbolo, como una moderna versión de los jeroglíficos egipcios. En el film Tiscornia se erige como una versión rioplatense de Champollion des encriptando los códigos de su propia piedra Rosetta y permitiéndonos ser testigos de los 4646 días en los que fue mantenido cautivo. La necesidad de conservar estos registros llevó a Tiscornia a tener que esconderlos en un lugar que le permitiera su transporte de un lugar a otro. Así fue como terminó diseñando para ello unos zuecos ahuecados donde los ocultó. La construcción de la memoria como último recurso frente a la supresión de identidad y a los atropellos presenciados es el motor narrativo del relato. Así el director logra dar una mirada objetiva sobre las consecuencias del encierro sin hacer referencia alguna a los motivos del mismo. El Almanaque nos permite conocer también las distintas consecuencias del aislamiento para otros reclusos : veremos así como las obras pictóricas vivaces y coloridas del artista plástico Elbio Ferrario se irán convirtiendo en grises pinceladas luego de años de encierro. Con una prolija realización el film se constituye como un importante testimonio sobre la construcción de la propia identidad, el ejercicio constante de la memoria y por sobre todo sobre la militancia como medio de defensa de los intereses cívicos. Tiscornia logró registrar 4646 días sin ver el sol y hoy en una nueva faceta de su vida sigue llevando un registro: el de los atardeceres de su Montevideo tan amado Justicia poética si las hay.
Existen palabras que nos remiten directamente a universos mágicos y emotivos. Es imposible decir supercalifragilisticoespialidoso sin que nuestra mente se transporte a mediados de los sesenta junto a Julie Andrews y Dick Van Dike y ese maravilloso cuadro musical de Mary Poppins. El vestido blanco,vaporoso y de ceñida cintura de la niñera meciéndose al ritmo de la incesante música que tocaba una banda de seres animados es una de las escenas que difícilmente se borren del imaginario de la factoría de Disney. Es casi inimaginable que la creadora de Mary Poppins P. L Travers se opusiera fervientemente a la realización de cuadros musicales en la adaptación cinematográfica de su obra.Y tal vez en esto resida la verdadera magia de “El sueño de Walt” film del director John Lee Hancock ,que se atreve a descorrer el velo detrás del universo Disney para permitirnos presenciar las arduas negociaciones mantenidas entre el presidente de la empresa y la escritora para la realización de este film. P.L Travers (magistralmente interpretada por Emma Thompson) es una mujer adulta, retraída, con un carácter parco y hasta lindante con lo antisocial. Sus deudas la obligan a ceder ante los insistentes pedidos de Walt Disney para el otorgamiento de los derechos de su obra. Pero lo peor estaba aún por venir P L Travers personalmente deberá supervisar los contenidos antes de hacer definitiva la cesión y viajará entonces hasta Norteamérica y allí será recibida por Ralph (Paul Giamatti en una excelente interpretación) quien la llevara a su nuevo campo de batalla: las oficinas de Disney. Simultáneamente y a través de un muy cuidado uso de los flashback podremos ser testigos de la difícil infancia de la autora y como tuvo que lidiar con un padre alcohólico (Collin Farrel) quien a pesar de su enfermedad (o debido a ella) trataba constantemente de sumergirla en realidades paralelas y lúdicas. El film de Hancock retrata no solo en el proceso creativo de una obra tan emblemática del cine como Mary Poppins, sino que también nos invita a la reflexión sobre las relaciones parentales y hasta que punto los años nos permiten hacer las paces con nuestros propios conflictos. En cierto pasaje del film Travers enuncia “…los relatadores de cuentos restauran el orden con la imaginación” y quizás este sea el mayor legado de su obra: generar un espacio donde todos podamos refugiarnos, aun en nuestra adultez y sentir esos acordes que aunque sea por un instante nos permitan sentirnos plenos y llenos de esa inocente mirada de la vida que los años nos han quitado.
El Don Juan sin tierra Don Jon (desafortunadamente traducido para nuestro mercado como Entre sus manos) es el debut de Joseph Gordon Levitt como director, guionista y productor. La premisa inicial podía resultar interesante: ¿Cuán irreconciliables son las ideas del amor con el sexo salvaje sin límites? ¿Puede un hombre enamorado saciar sus instintos más básicos con la mujer que ama, sin sentir que por eso mancilla el más puro de los sentimientos? El film arranca con un musculoso y atlético joven mirando a cámara y narrando como para su vida el sexo en el porno es la máxima expresión del “perderse en uno mismo“. Para Johny, el porno es una ceremonia, tan llena de liturgia como una misa: primero comenzará con imágenes fijas pornográficas, luego llegará la elección del video en cuestión, pero nunca tocará su pene en estos actos preparatorios. Después, y una vez encontrado el video exacto, sí comenzará el ritual masturbatorio y la maravillosa sensación de perderse en ese universo de senos, traseros y todos los actos más explícitos que una mente pueda idear. Pocas cosas son importantes para el protagonista: el porno, su familia, la limpieza, su aspecto personal, su auto y sus amigos. Todo aquello que lo define para “el afuera“ es cuidadosamente exhibido, las ceremonias -incluida la de masturbarse- son respetadas al extremo. Las misas de la iglesia, los almuerzos familiares, las salidas con los amigos son repetidas con un automatismo casi autista. En medio de la automatización de la vida superflua de Johny aparecerá el objeto perfecto -y cuasi decorativo- que le faltaba, una chica 10, personificada por Scarlett Johansson. Una mujer que emana sexo con su mera presencia, pero que sin embargo para consumar su relación le pide al joven que deje de lado el porno y que retome los estudios. Y Johnny, el que tenía tan claro lo que quería, lo hará por ella para sumar un nuevo trofeo a su galería de banales galardones. Y en este nuevo espacio de estudio conocerá a Esther (Julianne Moore, en una gran actuación), quien levemente irá entablando una relación con este joven que claramente no sabe lo que quiere. Así el film se dividirá en dos momentos totalmente diferenciados por su estética y por el ritmo narrativo que le impone su director: una primera mitad con una estética de video clip, que reconoce a Gordon Levitt como un emergente de la era MTV donde el frenesí es la marca distintiva y un segundo momento, luego de la aparición del personaje de Esther, en el cual el tiempo se detiene y el montaje pierde velocidad, además los diálogos pasan a ser más elaborados e intimistas. Como si el mismo director nos anticipara que el universo que nos mostró con recatada desmesura en los primeros minutos (tampoco hay un espíritu rupturista en Levitt) poco a poco va a ir perdiendo su razón de ser. Entre sus manos es un film sobre sexo, donde el sexo no está presente, salvo en los casi epilépticos flash que muestran las imágenes que inspiran su “malsana costumbre”. Ni aún la presencia de Scarlett Johanson dota al film de un aura de erotismo latente. Todo está tan fríamente calculado; tan automatizado en la dinámica narrativa, que nada puede emanar sin ser contenido (como hace Johnny masturbándose con un paquete de pañuelos descartables a mano para las poluciones autogestionadas) La opera prima de uno de los abanderados de la comedia indie termina siendo más mainstream que nunca. Ensanchando aún más la burguesa línea entre sexo y amor. Demostrándonos que el día que encontremos el amor lo único que podremos anhelar es mirar fijamente a los ojos a nuestro amante y practicar el sexo como Dios manda: en la posición del misionero. Tal vez Joseph Gordon Levitt no sea más que un misionero tratando de adoctrinarnos sobre la improbable posibilidad de compartir los placeres de la carne con quien amamos. Eso es el amor para él, la renuncia a la pasión. Y lo más triste de todo es que esa renuncia la transmite a su cine.