Solo una mujer: Lucha por la libertad. La directora Sherry Hormann nos ofrece un potente drama familiar basado en hechos reales, donde una mujer de origen turco perdió la vida en 2005 a manos de su propio hermano menor, quien no pudo tolerar que su joven hermana decida alejarse de la ortodoxia musulmana. Solo una Mujer (Nur eine Frau en su título original) es un film alemán que intenta reconstruir los hechos del crimen de Hatun Ayhrun Sürücü (interpretada maravillosamente por Almila Bagriacik), una joven mujer de 23 años perteneciente a una familia de inmigrantes turcos en Berlín. Su clan de origen kurdo, compuesto por sus padres y por nueve hermanos, pertenece a una corriente dogmática del Islam bastante ortodoxa y fundamentalista que no pudo tolerar que Ayhrun luche por una vida libre e independiente. El periplo de Ayhrun comienza con un matrimonio arreglado, en el cual fue víctima de violencia de género. Por ello se vio obligada a dejar Estambul para volver a Alemania. Ante la falta de empatía de su familia comienza a cuestionarse ciertos aspectos arcaicos de su religión por lo que decide emprender su propio camino a la liberación. Sus hermanos se niegan a aceptar su nuevo estilo de vida alejado de las tradiciones y es por ello que se dedican a insultarla y amenazarla. El problema radica en que el nivel de violencia va escalando y termina desencadenando el femicidio de la muchacha. El relato busca denunciar cualquier tipo de exacerbación dogmática impuesta por un sector radical del Islam que ya trasciende la frontera del machismo para incurrir en una serie de prácticas violentas contra las mujeres que desembocan en el repudiablemente llamado “asesinato de honor”. A Hormann no le tiembla el pulso para construir una historia bien encarada cuya piedra angular resulta ser el inspirado guion de Florian Öller. Entre ambos logran erigir una narración que toma el foco de la protagonista luego de haberse producido el crimen, y quien decide recapitular hacia atrás cómo fueron los acontecimientos que desencadenaron en el asesinato a sangre fría de Ayhrun. La película, además, yuxtapone la reconstrucción de los hechos con algunas imágenes y segmentos compuestos por material de archivo que acrecientan ese sentido de veracidad y cuasi documental al que apunta la cinta. La voz en off nos hace transitar por las sucesivas escenas con un clima de tensión y suspense latente, producto del siniestro destino de la protagonista. Este relato no sería posible sin el compromiso de Bagriacik que brinda una actuación consagratoria en el rol principal, y sin otros aspectos determinantes de la obra, como lo son la lograda dirección de fotografía de Judith Kaufmann y el tremendo trabajo de montaje que ayuda a fundar los cimientos sobre los que reposa el aire verídico de la película. Además, el montaje se vale de ciertos recursos estéticos bastante atractivos y funcionales como lo son las fotografías “animadas” para acrecentar el efecto de crónica policial. Por otra parte, cabe destacar que la película no busca demonizar a los musulmanes, ya que se destaca el apoyo de Aram (Armin Wahedi Yeganeh), el único hermano al que Ayhrun pudo recurrir y que constantemente le recomendaba huir de la familia, y después también está el personaje de Evin (Lara Aylin Winkler), la novia de Nuri (el homicida), que se vio seducida por aquella corriente ortodoxa hasta que se dio cuenta de lo aborrecible que había hecho su pareja y atestiguó en su contra en el posterior juicio. La denuncia es contra aquellas corrientes radicales que buscan la subordinación y la humillación de la mujer. Un film que se estrena en el momento justo con toda la corriente del #MeToo en pleno movimiento. Sherry Hormann busca una denuncia social para evitar que todas las mujeres sigan siendo sometidas, algo sumamente noble pero también lo hace a través de un relato inteligente sin entrar en sensacionalismos. Algunos podrán dudar de la voz que se le dio al personaje principal y su correspondencia con la realidad, pero lo cierto es que la cinta es intensamente necesaria, más si tenemos en cuenta cuáles fueron los fallos del juicio real. Solo una Mujer es cine para reflexionar, con grandes actuaciones y con un apartado técnico más que correcto.
El film que nos propone Todd Philips, artífice de la saga “The Hangover”, es algo sin precedentes en el mundo de las películas basadas en comics. Obviamente que Christopher Nolan fue un paso en esta dirección que plantea “Joker”, con su trilogía de Batman que introducía a un héroe más terrenal y verosímil. No obstante, la obra de Philips lleva el concepto aún más allá, entregando un film intenso, angustiante y crudo. No es de extrañar que la cinta haya logrado el máximo galardón en el último Festival de Cine de Venecia pero ciertas cuestiones empezaron a empañar el gran largometraje que nos otorga Warner/DC en esta oportunidad. Cabe destacar que el origen de este súper villano no busca vanagloriar, ni justificar o incitar a la violencia sino justamente todo lo contrario. Es un relato que propone reflexionar sobre cómo el sistema o la sociedad lleva a marginar a ciertos individuos o simplemente dejarlos de lado sin comprender que pueden ser tanto un peligro para ellos mismos como para el resto de las personas. El largometraje se sumerge en el mundo que rodea a Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un hombre ignorado por la sociedad, despreciado y maltratado cuyo gran anhelo es hacer reír a la gente. La cuestión es que el personaje padece un trastorno mental (como producto de una infancia llena de abusos y un entorno familiar complejo), que desemboca en un padecimiento que lo lleva a reírse en momentos inadecuados. Como no logra establecerse como un comediante de stand up, se gana la vida haciendo de payaso en hospitales, en negocios que lo usan como medio para la promoción y en distintos ámbitos correspondientes, hasta que una serie de trágicos acontecimientos lo llevarán a ver el mundo de otra forma. La cinta resulta bastante atípica siendo que se llevó a cabo dentro de la gran maquinaria hollywoodense. Un film oscuro y violento que nos propone profundizar en la psiquis del protagonista más allá de ser uno de los villanos más importantes de todos los tiempos. Quizás eso resulta ser uno de los datos más atractivos, que la película podría ser sobre cualquier otra persona con trastornos mentales y no llevar el nombre del Joker. En sí, no estamos ante un espectáculo superheróico sino más bien en un profundo drama con tintes de thriller psicológico. Y es que nunca terminamos de entender, una vez que entramos en la dinámica de pensamiento de Arthur, qué cosas son reales y qué cuestiones son fantasías producto de la imaginación o del desequilibrio mental del protagonista. Es por ello que “Joker” es una experiencia cinematográfica muy interesante y sumamente inspirada. Un relato que también se toma el tiempo para homenajear al cine de Martin Scorsese, en especial a “Taxi Driver” y a “The King of Comedy”, no solo en ciertos elementos narrativos sino también con algunos recursos estilísticos. Por otro lado, cabe destacar que Joker no sería el gran film que es si no fuera por Joaquin Phoenix y su intensa composición del personaje. Uno de los grandes exponentes interpretativos de su generación que no solo le pone la voz, la risa (la cual tardó aproximadamente 4 meses en perfeccionar) sino también su cuerpo, hasta tal punto que bajó cerca de 26 kilos para el papel. Un trabajo sublime y extremadamente complejo donde se tuvo que sumergir en la mente del psicópata. Probablemente su labor lo lleve a conseguir una nominación en la próxima entrega de los Oscars, y no resultaría sorprendente que se alce con la estatuilla. El elenco secundario también está muy bien elegido y se destacan el enorme Robert DeNiro (que recuerda a su papel en la mencionada “The King of Comedy”) y la talentosa Zazie Beetz (“Deadpool 2”). Asimismo, el film se nutre de un diseño de producción soberbio que recuerda a la New York de los ’70 plasmada en “Taxi Driver” y una magnífica fotografía de Lawrence Sher (habitual colaborador de Philips) que añade angustia mediante su sobria frialdad a la hora de retratar a la anárquica Gotham donde Thomas Wayne se postula como alcalde y donde va creciendo la desigualdad, la intolerancia y la criminalidad. En el plano sonoro, no podría ser más que acertada la elección de Hildur Guðnadóttir, una chelista islandesa que nos trasmite nerviosismo y un continuo estado de alteración mediante sus pesadas cuerdas. “Joker” es un film tremendo que será amado por muchos y odiado por otros. Lo que no se puede negar es la inspirada dirección de Todd Philips, la maravillosa interpretación de Joaquin Phoenix y lo estupendamente narrada que esta la película. Un drama potente, agudo y despiadado que no dejara indiferente a ningún espectador.
“Per aspera ad astra” – Séneca el Joven El filósofo romano, Séneca el Joven, nos propone una frase en latín que traducida reza: “a través de las dificultades a las estrellas”, algo que podría describir a grandes rasgos el periplo que emprende el personaje compuesto por Brad Pitt en la obra más reciente de James Gray. El director de “The Lost City of Z” (2016) y “We Own The Night” (2007) se sumerge en el género de la ciencia ficción para contar un relato humano e intimista que teoriza sobre la soledad, la posibilidad de repetir los errores de nuestros padres, la búsqueda de identidad y la constante perseverancia del ser humano para anteponerse frente la inminente adversidad. El largometraje sitúa el foco en el personaje de Roy McBride (Brad Pitt), un astronauta absolutamente comprometido con su trabajo, tarea por la cual termina distanciándose de su esposa Eve (Liv Tyler). Su labor comprende la exploración espacial y gracias a su temple de acero, esto hace que comience a ganarse la confianza de sus superiores. Es por ello que la empresa aeroespacial le encomienda la misión de viajar a los límites exteriores del sistema solar para encontrar a su padre perdido (Tommy Lee Jones), el cual creía difunto en primera instancia. La curiosidad como explorador lleva a Roy a investigar si realmente su padre está vivo en la otra punta de la galaxia y si su antigua misión tiene algún tipo de contacto con un fenómeno que amenaza la supervivencia de nuestro planeta. Su viaje desvelará secretos que desafían la naturaleza de la existencia humana y nuestro lugar en el cosmos. “Ad Astra” es un relato que explora toda la cuestión metafísica y científica de la travesía espacial que emprenden los personajes pero desde un costado bastante original. Resulta ser como una mixtura entre la solemnidad y el aire meditativo de “Solaris” (1971) de Tarkovski pero también el ritmo y la tensión de “Interstellar” (2014) de Nolan. Para ello, Gray le imprime una estética marcada, compuesta por la belleza compositiva de la fotografía de Hoyte van Hoytema (habitual colaborador de Christopher Nolan, con quien trabajó en “Interstellar”) y una sensibilidad musical inspiradora que propone Max Richter (“Shutter Island”), reflejando toda esa confusión, soledad e introspección que propone el director. El diseño de producción también comprende uno de los puntos altos del film, al igual que la edición que sabe yuxtaponer muy bien los momentos de acción y los de reflexión. Demás está decir que la interpretación de Brad Pitt se coloca en un nivel superlativo, otorgando varios momentos brillantes donde podemos sentir y palpar la confusión y la soledad por la que atraviesa su personaje. Lo interesante de la propuesta es que básicamente nos hallamos ante un profundo drama familiar situado en el espacio. La acción se sitúa en el cosmos pero la problemática es bien universal y cotidiana, examinando el vínculo entre padre e hijo. Otro aspecto interesante radica en las numerosas sesiones de evaluación psicológica que atraviesa Roy, donde se está determinando su aptitud para seguir en la misión o si su psiquis se ve comprometida para continuar. Aquellas conversaciones del personaje de Pitt con la máquina revelan más sobre su estado de ánimo, la melancolía latente y su vida personal que la forma en la que actúa y se vincula con sus pares humanos. “Ad Astra” es una obra maravillosa de James Gray donde se analizan tanto cuestiones existenciales inherentes al ser humano como su forma de vincularse afectivamente con el otro, entre varias otras cosas. También el director aprovecha para hacer una crítica social sobre el consumo y la explotación del planeta pero sin caer en lugares comunes. Un film extraordinario que sabe amalgamar muy bien el drama familiar con el thriller de acción, invitando al espectador a reflexionar sobre varios tópicos universales. Todo eso envuelto en una atractiva propuesta visual y estética que también fue interpretada estupendamente por Brad Pitt.
Finalmente se estrena la quinta película producida por el estudio Laika, la compañía especializada en animación stop-motion. “Missing Link” (título original de la obra) es además el segundo largometraje de Chris Butler, quien ya había trabajado con Laika en “ParaNorman” (2012). En esta oportunidad, el realizador nos relata las aventuras de Sir Lionel Frost (Hugh Jackman), quien se considera a sí mismo como un gran investigador de mitos, monstruos y leyendas. Estos calificativos han sido cuestionados por su círculo más cercano, algo que lo anima a comenzar una investigación por el noroeste americano en busca del Eslabón Perdido o Sasquatch (Zach Galifianakis), una misteriosa criatura mitad humano, mitad bestia. Todo esto lo realiza con el objetivo de ganar una apuesta y probarle su valía como explorador a un club de caballeros del cual desea formar parte a toda costa. Ni bien los rumores llegan a Lord Piggot-Dunceby (Stephen Fry), el presidente del club, sobre la veracidad de la empresa del señor Frost, este acudirá a Willard Stenk (Timothy Olyphant), un asesino a sueldo, para que Lionel no pueda llegar a destino. Mientras que por el lado de Frost, este deberá confiar en la propia criatura y en Adelina Fortnight (Zoe Saldana), la viuda de un viejo conocido suyo, para poder afrontar el periplo. Esta nueva producción del estudio norteamericano, especialista en producciones de animación cuadro a cuadro, cuenta con el sello de calidad de la compañía, mostrando un alto grado de detalle de la animación, del diseño de personajes y de la utilización funcional del CGI para acompañar a la técnica y no opacarla. Si bien el relato es bastante sencillo, y en cierta forma nos remite un poco a la novela “La Vuelta Al Mundo en 80 Días” de Julio Verne, termina siendo sumamente efectivo y entretenido gracias a un gran elenco encabezado por Hugh Jackman y Zach Galifianakis, y muy bien secundado por Zaldana, Olyphant y Fry. No debemos olvidar que el relato apunta a un público infantil (incluso quizás más infantil que las otras producciones del estudio), y es por eso que apunta a un humor más trivial e inofensivo pero aún así no termina de ser el paso en falso que resulto “The Boxtrolls” (2014). Con una estética visual impresionante, intensamente colorida y bastante alejada de las sombrías pero igualmente geniales “Coraline” y “ParaNorman”, “Missing Link” se presenta como un largometraje entretenido para toda la familia aunque también un poco más convencional y menos distintivo que las producciones anteriores de Laika. Quizás la diferencia esté puesta en su guion algo más familiar ya que tanto el trabajo de dirección, como las interpretaciones del elenco y la labor técnica son maravillosas.
Finalmente llega la épica conclusión de las aventuras del Club de los Perdedores en su enfrentamiento contra el temible Pennywise. “It: Chapter Two” comprende la secuela del prestigioso film de 2017, otra vez dirigido por el argentino Andy Muschietti (“Mamá”) y producido por su hermana Bárbara. Tras el rotundo éxito que significó la primera entrega de esta nueva versión del clásico de Stephen King, se esperaba que esta secuela redoble la apuesta y el triunfo cosechado. Si bien es temprano para decir cómo le irá en taquilla (aunque todo indicaría que más que bien), el film comprende una estupenda conclusión a lo visto en la primera parte con varios momentos memorables y una gran dirección por parte de Muschietti. La película nos relata los acontecimientos posteriores a la derrota de Pennywise en la década de los ’80, adelantándose 27 años hasta el presente donde los protagonistas ya son adultos y dejaron atrás aquellos terribles recuerdos. Mike Hanlon (Isaiah Mustafa) fue el único miembro de la pandilla en quedarse en Derry, y al ser único testigo de nuevas desapariciones y mensajes sombríos con el sello del famoso payaso aterrador, decide llamar a sus amigos de la infancia para recordarles la vieja promesa de volver a su ciudad natal si es que Pennywise no había muerto como pensaban. Es así que decide convocar a Beverly Marsh (Jessica Chastain), Bill Denbrough (James McAvoy), Richie Tozier (Bill Hader), Stanley Uris (Andy Bea), Eddie Kaspbrak (James Ransone) y Ben Hanscom (Jay Ryan) para que lo ayuden a liberar al poblado de aquella horrible alimaña de una vez por todas. Si bien esta cinta decide mostrarnos el punto de vista del grupo desde su mirada adulta, el relato va construyendo su lógica a partir de los nuevos acontecimientos y algunos flashbacks de los chicos que no fueron incluidos en la película anterior. Lo interesante y lo atractivo de la propuesta radica en que tanto desde la dirección como desde el guion estas secuencias del pasado están motivadas y se las nota perfectamente concatenadas con la narración del presente, algo que no pasaba en la vieja miniserie de los ’90 y que representaba uno de los puntos bajos de aquella adaptación. El guion escrito por Gary Dauberman, el mismo de la trilogía “Annabelle” y de “The Nun”, se mantiene fiel al espíritu del libro y aunque presenta algunos cambios con respecto a la historia original, la esencia se mantiene y de hecho funciona muy bien a nivel de narrativa audiovisual. Otra cosa que llama la atención es el impresionante elenco que volvió a reunir Muschietti para la ocasión y cómo todos lograron replicar la estupenda química que tenían sus personajes cuando eran niños y sus gestos, sus formas de hablar y básicamente esa idea de mantener el rol que tenían originalmente en la infancia. Obviamente se presentan algunas diferencias como el mayor protagonismo de Mike, cosa que se conserva del libro y que le aporta bastante al relato. Chastain, Hader y Ransone se destacan sobre los demás y McAvoy cumple pero se lo nota algo más contenido que de costumbre. Demás está decir que es impecable la interpretación de Bill Skarsgård que vuelve a repetir como el formidable adversario a vencer. Realmente es espeluznante su composición y su manejo de los tiempos para acentuar ciertos gestos y palabras. Por el lado de los aspectos técnicos, podemos destacar nuevamente a la banda sonora de Benjamin Wallfisch (“Blade Runner 2049”), que vuelve a cumplir para crear esa atmósfera opresiva plagada de cuerdas y artilugios para crear tensión, la fotografía de Checco Varese (“El Aura”) que también aporta su cuota de frialdad y complejidad para provocar pavor (en uno de los instantes más logrados de la cinta viran, por medio de la corrección de color, los colores de lo cálido y ámbar a lo frío y más azulado), la edición que mantiene el ritmo durante los 165 minutos de metraje y con varios momentos destacados en lo que respecta a la acción, el diseño de producción que se lo ve más elaborado como consecuencia del aumento de presupuesto de la primera parte a esta pero manteniendo la esencia de hacer hincapié en los lugares/sets donde ataca y habita Pennywise y por último el CGI que está bien empleado y yuxtapuesto con los efectos prácticos. Asimismo cabe subrayar la impronta que le imprime Muschietti al relato de King, constantemente el director toma ciertos riesgos para hacer más personal la experiencia cinematográfica. A modo de ejemplo, podemos citar las ya habituales criaturas que nos recuerdan a las pinturas de Modigliani pero también el director incurre en una constante innovación, algo que podemos apreciar en la escena del ritual de Chüd que apela a un terror lisérgico y psicodélico mediante una lograda animación. Por otro lado, ciertos aspectos que uno podía llegar a pensar como ridículos pasados del papel a la pantalla grande, terminan siendo fundamentales y verosímiles a partir del enfoque que le dio el realizador. La parte del restaurante chino que parecía un momento digno de ser omitido resulta ser audiovisualmente magnífica e hilarante, lo mismo que la cuestión de la araña que ya había sido uno de los puntos débiles de la miniserie de los ’90. Si bien antes mencionaba que la cinta nos mantiene al filo de la butaca durante toda su duración, sí puede ser que en esta oportunidad se sienta más larga por cierta tendencia a la repetición de algunos mecanismos como el de mostrar a cada personaje yendo a enfrentar individualmente al payaso. Igualmente esto no empaña lo logrado por los hermanos Muschietti que sorprendentemente consiguen hacernos reír y temblar dentro de una misma escena. Viendo ambas películas en comparación, puede ser que la primera se ubique un escalón por encima de esta segunda parte, y es que resulta mucho más atractivo ver cómo los niños enfrentan al payaso haciendo uso de su limitada experiencia pero enarbolando ese espíritu de camaradería por sobre todas las cosas, algo que es inherente a las características y el punto de vista de la primera. No obstante, esta segunda aventura resulta igualmente disfrutable y sumamente entretenida. “It: Capitulo 2” nos brinda momentos terroríficos, una dirección inspirada de Andy Muschietti que se va consolidando dentro del género del terror y un elenco sólido y preparado para la ciclópea tarea de redoblar la apuesta. Quizás cierta reiteración le juegue en contra en ciertos pasajes pero nada de eso logra empañar el fenómeno de esta nueva adaptación de la novela de King. Demás está decir que tanto esta parte como su antecesora están muy por encima de la miniserie de los ’90. Prepárense para asustarse, reírse y emocionarse con esta obra que representa un gran exponente del cine de terror. Bonus Track: Presten atención que hay varios cameos y easter eggs para disfrutar.
Max Minghella (“The Handmaid’s Tale”) hace su debut tras las cámaras en este pequeño pero prolijo film titulado “Teen Spirit”, el cual también se encargó de escribir. La historia es bastante convencional y conocida, la cual por momentos transita varios de los lugares comunes de los periplos emprendidos por artistas musicales que buscan alcanzar la fama y la fortuna. Este largometraje cuenta la historia de Violet (Elle Fanning), una introvertida adolescente que vive en la Isla de Wight, en Inglaterra, y que sueña con convertirse en una estrella del pop para así poder alejarse de su triste panorama familiar. Con la ayuda de un inesperado mentor, Vlad (Zlatko Buric), Violet se inscribe en un concurso de canto que pondrá a prueba su integridad, talento y ambición. Lo atractivo del acercamiento de Minghella a la temática enunciada radica en su aproximación indie e intimista que se centra más que nada en sus personajes en lugar del contexto que los rodea. El principal problema que atraviesa su relato es la familiaridad y el mal timing para su estreno, ya que hace poco llegaron a las salas “Vox Lux” y “Her Smell”, films con premisas similares más allá de ciertas diferencias musicales. El fuerte de la cinta se encuentra en la sentida e inspirada interpretación de Elle Fanning y su relación con el mentor compuesto por Zlatko Buric, en una dinámica entretenida e interesante que sirve para explorar algunos planteos morales que conlleva el vínculo entre ellos y las imposiciones de la industria musical. El espectador se encontrará con una producción entretenida y con buenos números musicales pero no más que eso, digamos que los que busquen algo más que un relato pasatista se verán algo decepcionados. Igualmente el relato nunca intenta ser más de lo que es, desde el principio se posiciona como un divertimento ligero pero bien elaborado. Por otro lado, la crítica hacia los productores y las empresas discográficas que propone Minghella sirven para poner en evidencia ciertas estrategias actuales por conseguir la novedad sin importar los resultados. Todo esto se puede ver en una breve pero funcional participación de Rebecca Hall como la inescrupulosa representante del certamen que busca “cazar” nuevos talentos ofreciendo beneficios tempranos pero que a la larga desfavorecerán a los mismos artistas. En cuanto a los aspectos técnicos, resalta una atractiva fotografía de Autumn Durald (“The Sun is Also a Star”) que acompaña visualmente a la parte musical con una cuidada puesta en escena y una iluminación acorde a los sentidos números musicales. “Alcanzando tú Sueño” es un film sencillo y sin pretensiones que a pesar de transitar por varios convencionalismos de este tipo de historias que retratan el ascenso de los artistas, sale adelante por una interesante crítica del director a la industria y una sentida interpretación de Elle Fanning.
[REVIEW] Ted Bundy: Durmiendo con el asesino. El director Joe Berlinger, especialista en documentales y experto en la figura de Ted Bundy a través de la reconocida serie documental de Netflix, “Conversations with a Killer: The Ted Bundy Tapes”, nos propone este interesante retrato protagonizado por un más que convincente Zac Efron. Últimamente está de moda adaptar todo tipo de material sobre personajes de la vida real, en especial a los criminales, ya que estos esconden complejas historias donde la realidad termina superando a la ficción. La figura de Ted Bundy no es la excepción, ya que representa uno de los asesinos seriales más peligrosos y despiadados de la historia de Estados Unidos. El homicida confesó 30 asesinatos de mujeres, entre los cuales hubo violaciones, pero las autoridades piensan que el número puede ascender a cifras más grandes. Es por ello que la historia del sujeto en cuestión fue llevada en numerosas oportunidades tanto a la pantalla grande como a la televisión. Esta obra en particular, titulada “Extremely Wicked, Shockingly Evil, And Vile” (en su idioma original) adapta el libro “The Phantom Prince: My Life with Ted Bundy” de Elizabeth Kendall, quien fue novia del psicópata durante sus años de estudiante. Lo interesante de este largometraje radica justamente en que la narración toma el punto de vista de Liz (interpretada por una cautivante Lily Collins), donde constantemente se establece una duda sobre la veracidad de los hechos sobre los que se acusa a Ted (Zac Efron). Lo cierto es que si bien por momentos el relato toma una postura omnisciente donde se muestra como lo detienen numerosas veces a Bundy y demás; se prioriza esa mirada ingenua, comprensiva y negadora de Liz, ciega a los numerosos y terribles crímenes que iba cometiendo paralelamente el asesino. Un hecho destacable del director y del guion de la cinta tienen que ver con que justamente este punto de vista hace que el mismo espectador dude y se vea cautivado en cierta forma por el carisma y la inteligencia del perverso personaje de Zac Efron, lo que hace que el clímax del film sea mucho más crudo y poderoso cuando se termine de confirmar todo lo que el espectador ya sabía incluso antes de ver la película. Muchos dirán que el retrato del asesino puede ser un poco manipulador o incluso que está edulcorado pero lo cierto es que apela por mostrar su vida privada y la mirada que tenía su novia en el momento en que no era consciente de la monstruosidad de los actos de la persona con la que convivía. Es por ello que en el final vemos algunos momentos que se nos presentan al principio del metraje donde la perspectiva y el conocimiento hacen que cambie totalmente la sensación y el sentido de lo que vemos. Todo esto gracias a una maravillosa composición de Zac Efron, que logra una de las interpretaciones más destacadas de su carrera, llena de sutilezas que van desde lo carismático hasta la profunda perturbación. Acompañan muy bien Lily Collins, una irreconocible Kaya Scodelario (Crawl), un siempre estupendo John Malkovich y un medido pero eficaz Haley Joel Osment (The Sixth Sense). A su vez, el director le imprime al relato un tensión magnífica en la reconstrucción de los hechos que muestran el ir y venir del personaje principal por los diferentes arrestos, prisiones y el posterior juicio que terminó siendo televisado a nivel nacional dándole un lugar destacado en los medios de comunicación. Quizás el mayor pecado de la película sea el no mostrar sus verdaderos colores un poco antes en el relato para evitar una confusión sobre la figura del asesino pero lo cierto es que al no hacerlo hacen que el final sea mucho más eficaz y escalofriante. “Ted Bundy: Durmiendo con el asesino” es un film más que correcto que se beneficia de una gran interpretación de Zac Efron y de una lograda dirección de Joe Berlinger que muestra su conocimiento del campo criminal y judicial pero a su vez humanizando y mostrando la vida privada del monstruo detrás de la sonrisa. Una película con un guion y una estructura interesante que suma puntos por su inquietante trasfondo real.
Neil Jordan (“We’re No Angeles”, “Interview with the Vampire”) nos brinda un film con aire y espíritu de clase B, donde una mujer mayor busca con desesperación llenar un vacío sin importar las consecuencias. Este pequeño pero interesante film, posee ciertos momentos de ingenio más allá de que en algunos tramos pueda resultar algo exagerado e inverosímil y también peque de algunos recursos vistos y poco originales. No obstante, la película se sostiene por el vertiginoso ritmo que le imprime el director, sin perder tiempo en introducciones y/o desviaciones innecesarias y sumergiéndonos de lleno en la trama de la cinta, y por un interesante grupo de intérpretes que posee una gran química en pantalla. El largometraje cuenta la historia de Frances (Chloe Grace Moretz), una dulce e ingenua joven que, tras la muerte de su madre, se muda a Manhattan con su amiga Erica (Maika Monroe). Cuando encuentra en el metro un bolso extraviado, decide entregárselo a su legítima dueña, Greta (Isabelle Huppert), una pianista viuda con una desesperada necesidad de compañía. Rápidamente se convierten en amigas (ambas buscando llenar el hueco de sus afectos perdidos), pero su amistad cambia cuando se descubren las siniestras intenciones de Greta. En la línea de películas como “Fatal Attraction” (1987) y “Misery” (1990), el relato ofrece una mezcla entre suspenso e intriga con ciertos toques de terror, llevando al espectador a tratar de descubrir esta enmarañada red de mentiras. Quizás algunos momentos parezcan anticipables y otros sean bastante sorprendentes, lo cierto es que la película se mantiene en un terreno cómodo pero eficaz mostrando un gran duelo actoral entre la fascinante actriz francesa Huppert y la joven promesa Moretz (algún que otro momento puede que se vea absurdo o exagerado pero eso también es parte del espíritu de la obra). Maika Monroe también sorprende como la ayudante de la protagonista que tiene un rol fundamental en la trama y no se limita solamente a ser la excusa narrativa para la presencia de Frances en la gran ciudad. Obviamente la película podría haber sido mucho más considerando el talento detrás y delante de cámara pero se nota que Neil Jordan estuvo cómodo al ofrecer un entretenimiento pasajero sin demasiadas pretensiones. Desde ese aspecto el film cumple y es más que redondo. Si el espectador busca algo más se verá decepcionado. “La Viuda” es un pequeño relato de clase B, bien confeccionado a pesar de cierto grado de familiaridad con otras producciones del estilo. Un film bastante divertido y llevadero que se beneficia de un elenco interesante y de un ritmo avasallante.
Cuando un director como Quentin Tarantino estrena una película, sabemos que estamos frente a un verdadero acontecimiento cinematográfico. El resultado podrá gustar más o menos tanto a la crítica como al público en general pero lo cierto es que una obra del calibre de “Once Upon a Time in Hollywood” merece ser vista y estudiada en profundidad. La película en cuestión es una carta de amor del director al Hollywood de 1969, esa época que el mismo Tarantino recuerda con nostalgia y que rememora a través de su experiencia como ciudadano de Los Ángeles cuando era tan solo un niño. Quentin mismo dijo que este, su noveno film, es su “Roma” (en alusión a la extremadamente personal obra de Alfonso Cuarón). Otro signo de esto es su propio título que no solo hace alusión a la cinta de Sergio Leone “Once Upon a Time in the West”, un spaghetti western considerado como uno de los grandes exponentes del género y que podría ir en consonancia con las películas que terminó haciendo el personaje de DiCaprio, sino que también hace referencia a la frase con la que comienzan infinidad de cuentos, fábulas y obras de ficción. He aquí un dato no menor, si bien Quentin decide colocarnos en un contexto muy particular y atribulado en Hollywood con referencias y personajes reales como Steve McQueen, Roman Polanski, Sharon Tate y Charles Manson, entre otros, nos encontramos ante una obra de ficción que sirve como un derrotero que propone Tarantino para hacernos pasar 165 minutos de puro cine. Lo interesante de este nuevo opus del director de “Pulp Fiction” radica en que no se parece a sus films anteriores. La estructura narrativa de este largometraje está bastante escondida y casi durante la primera hora el espectador no sabe en qué va a desembocar todo eso que se le está contando. Es como que al igual que el personaje de Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), nos vemos abrumados por los pormenores de la industria y las cuestiones que se van presentando en el camino de los personajes que no nos daremos cuenta de qué trata la película hasta estar bien sumergidos en la narración. La cinta nos narra cómo una estrella de un western televisivo, Rick Dalton, intenta amoldarse a los cambios que comienzan a producirse en el ambiente artístico, al mismo tiempo que su doble de riesgo, Cliff Booth (Brad Pitt). La vida de Dalton está ligada completamente a Hollywood, y es vecino de la joven y prometedora actriz y modelo Sharon Tate (Margot Robbie), que acaba de casarse con el prestigioso director Roman Polanski. Lo que no saben es que residen bajo un halo oscuro representado por el Clan Manson que acecha a la ciudad de Los Ángeles. A grandes rasgos este sería el argumento del film pero la realidad es que nuevamente la estructura no se presenta de manera clara, uno de los grandes logros del guion de Tarantino, al mismo tiempo que juega con la diferencia entre la realidad/ficción y las expectativas y el conocimiento previo del espectador. El director se desenvuelve en un terreno que le calza a la perfección. Cine que habla de cine. Resulta realmente cautivante ver cómo se realizaban las películas y las series de televisión de la época, al igual que cómo funcionaba la relación entre los actores y sus dobles de riesgo. Un momento donde cada actor tenía un doble en particular y donde se los conocía, no como hoy en día donde hay grupos y coordinadores de stuntmen. En esta oportunidad, nos encontramos con un Tarantino más maduro, que decide tomarse el tiempo para que la historia se asiente en el espectador, esto último justifica que el ritmo sea más pausado y también brinda el contexto adecuado para mostrarnos y jugar con esa sensación de peligro inminente y/o amenaza latente. En todo momento estamos esperando que suceda algo ya que reconocemos los instantes y la peligrosidad del entorno. La figura de Sharon Tate se muestra optimista e impoluta y por eso se acrecienta el suspenso y la idea de que su persona está en riesgo. En lo que respecta a los aspectos técnicos cabe destacar la dirección de fotografía de Robert Richardson, habitual colaborador de Quentin, que decidió (seguramente con el director) rodar la película en fílmico y respetar los distintos formatos y relaciones de aspecto de los diferentes productos que se ven en la cinta (cuando hablan de la serie de Rick Dalton, “Bounty Law”, tenemos una relación de aspecto 1,33:1 por ejemplo). Es más, en algunos cines de Estados Unidos la película fue proyectada en 70mm. Por otro lado, la banda sonora resulta otro de los grandes ingredientes de la película que sacan a relucir el costado melómano del director. Demás está decir que la edición es otro de los puntos fuertes y que es una pieza esencial para mantener el interés del espectador a lo largo de las casi tres horas de metraje. Como bien se puede esperar de una película de Tarantino, “Había una Vez en Hollywood” está plagada de referencias cinéfilas y a la cultura popular. Más allá de la referencia del título que ya mencionamos hay varias alusiones a Sergio Corbucci y a Sergio Leone. Además, el director incluye una auto-referencia a “Inglorious Basterds” al decir que Rick Dalton trabajó en una cinta de Antonio Margheriti, nombre que utiliza el personaje de Eli Roth en aquel film para pasar de incógnito, film en el que también estaba el personaje de Brad Pitt, Aldo Raine, que se hacía pasar por un stuntman. También hay menciones a las series “The Green Hornet” o “Wanted Dead or Alive” o a los films “The Great Escape”, “Batman”, “The Wrecking Crew”, entre varias otras. El noveno film de Quentin Tarantino se nos presenta como una obra inmensa que desafía las formas actuales de narración para volver a un estilo clásico pero con un toque distintivo propio del director. A su vez, las excelsas interpretaciones de Leonardo DiCaprio y Brad Pitt embellecen un relato por demás inspirado que cuenta con una inmensidad de cameos de actores del universo Tarantino y varias figuras reales como las del clan Manson, Polnaski/Tate y Bruce Lee. “Once Upon a Time in Hollywood” es una de las experiencias cinematográficas del año que vale la pena atestiguar en pantalla grande.
Mejor Que Nunca: Volver a empezar. Llega una comedia liviana que reflexiona sobre el envejecimiento, las enfermedades y la posibilidad de alcanzar los sueños sin importar la edad. Diane Keaton protagoniza “Poms”, una comedia sobre las deudas pendientes. Zara Hayes debuta en ficción con esta película que sin demasiadas pretensiones busca dar un pantallazo sobre ciertas problemáticas que afrontan las personas durante la vejez, su forma de lidiar con la adversidad y las posibilidades de alcanzar viejos objetivos gracias a nuevas miradas. “Mejor que Nunca” es una comedia menor que se encarga de presentar todos los lugares comunes y clichés que le permite tanto el género como este tipo de historias con personas mayores que se encuentran transitando la tercera edad. No obstante, gracias a una ajustada química entre las intérpretes, a ciertos pasajes divertidos y a un elenco casi enteramente femenino que viene a demostrar la nueva tendencia igualitaria en las producciones de Hollywood, el film se destaca por sobre la media de relatos similares otorgando un producto pasatista y medianamente entretenido. Si bien uno espera mucho más de una producción que encabezan figuras de la talla de Diane Keaton, Jackie Weaver, Pam Grier, Celia Weston y Rhea Perlman, la cinta no llega a ser el desastre estrepitoso que muchos críticos norteamericanos indicaron que era. El largometraje nos cuenta la historia de Martha (Keaton), una mujer solitaria que tras una vida tranquila, sin hijos, ni pareja decide retirarse a una residencia de ancianos para vivir sus últimos años allí. Decide buscar un nuevo panorama para dejar atrás los inefectivos tratamientos de un cáncer terminal que viene atravesando. En dicha residencia conocerá a Sheryl (Weaver), una vivaz y alegre anciana que pasa las noches haciendo fiestas y jugando al póker con varios de los demás residentes del lugar. Ambas entablaran una amistad que las llevará a montar un equipo de porristas con sus compañeras. Pero lo que comienza siendo un hobby se acaba convirtiendo en algo más serio cuando deciden presentarse a una competición. Para ello, contarán con la ayuda de una joven porrista (Alisha Boe) que se encargará de entrenarlas. Quizás el principal problema de la cinta sea tanto su familiaridad como lo predecible de las acciones que van teniendo lugar durante el desarrollo de la trama. Asimismo, por momentos se siente como bastante liviana la observación que se tiene sobre el cáncer y sobre los achaques de la edad, pero lo cierto es que además de que el relato está planteado como una comedia, resulta bastante destacable que en ningún momento se incurra en golpes bajos que busquen la lagrima fácil del espectador. La audiencia tendrá empatía por este grupo de mujeres gracias a una innegable química (principalmente entre Keaton y Weaver) de las integrantes del grupo improbable compuesto por grandes actrices. Por otro lado, puede ser que los gags no funcionen del todo en ciertos pasajes, pero el oficio de Diane Keaton muchas veces saca adelante la historia. Por ahí también se nota un poco desaprovechadas a Pam Grier, Celia Weston y Rhea Perlman, por solo enumerar a alguna de las actrices secundarias que completan el elenco, aunque lo cierto es que las subtramas no están del todo trabajadas y hacen que la historia no esté del todo compensada. Por otro lado, Charlie Tahan y Alisha Boe, que hacen de los jóvenes que apoyan al grupo de ancianas, son forzados a componer un interés romántico bastante imaginable que tampoco le aporta demasiada dimensión a la narración. “Mejor que Nunca” es un relato pasatista que ofrece un entretenimiento sin demasiadas pretensiones. Una comedia que divierte por momentos, a pesar de que sepamos y preveamos qué camino transitará hasta el final. El producto no es tan anodino como se podía pensar previo a su visionado, pero igualmente presenta varias fallas que terminan empañando una experiencia que debería ser mucho más gratificante teniendo en cuenta el gran talento de sus personas involucradas.