Terminando el 2017 se estrenó un musical de corte clásico que vino a ponerle ritmo y canciones pop pegadizas al cierre cinematográfico del año pasado. La película cuenta la historia de P.T Barnum (Hugh Jackman) que después de perder su trabajo en un banco, decide comenzar un negocio de entretenimiento buscando a los mejores talentos de su ciudad para armar un gran show que le permita mantener económicamente a su familia. El film está basado en la vida de Phineas Taylor Barnum (1810-1891), un empresario que terminó fundando las bases de lo que sería el espectáculo circense norteamericano, con la constitución del “Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus”, conocido como “el mayor espectáculo en la Tierra”. Esta cinta representa el debut del australiano Michael Gracey, que viene de trabajar en el departamento de efectos especiales en varias ficciones, y aquí decide dar el gran salto para ponerse tras la cámara. Para ello contó con la ayuda de Benj Pasek y Justin Paul, ganadores del Oscar por “La La Land” (2016), y un elenco repleto de talento entre los cuales se destacan Hugh Jackman (que ya había demostrado sus dotes para el musical en “Los Miserables” y en el teatro), Zac Efron (“High School Musical”, “Hairspray”) y Zendaya (“Spider-man: Homecoming”). Rebecca Ferguson (“Mision Imposible 5”) y Michelle Williams (“Manchester By the Sea”) acompañan perfectamente a Hugh Jackman, con voces verdaderamente poderosas, dejandonos con las ganas de escucharlas un poco más y haciéndonos notar que posiblemente no fueron del todo aprovechadas. Si bien la historia que se cuenta es bastante convencional, donde se muestra el ascenso y caída de un personaje real, cuya vida se vio simplificada en pos de conseguir un producto más atractivo y efectista, la película consigue un resultado más que digno a fuerza de su estética visual y sus logradas canciones. Quizás uno de sus problemas radican en la previsibilidad de los hechos y en como durante el primer acto los personajes son presentados de una manera bastante atropellada. Sin embargo, esto se da en función de la trama principal y su desarrollo para ir directamente al centro de la cuestión. Técnicamente el film resulta impecable con números musicales que hacer avanzar el argumento y que adquieren un rol protagónico en el desarrollo narrativo. A su vez, muchas veces buscan ser un vehículo para sacar a relucir algunas “lecciones” o “moralejas” en relación al comportamiento de los personajes. En síntesis, “El Gran Showman” es un musical clásico que podría haber sido mucho más, teniendo en cuenta el enorme talento de sus protagonistas. No obstante, sus canciones son pegadizas, y su historia, a pesar de ser predecible, resulta prolijamente construida y entretenida.
El cine de Hong Sang-soo (“In Another Country”, “Yourself and Yours”) es quizás muy personal y autorreferencial. Esto hace que sus películas sean únicas, distinguidas y aclamadas por la crítica. Sin embargo, de vez en cuando su obra puede tornarse repetitiva y pretenciosa. Como es de costumbre, la trama girará en torno al amor, el engaño y la crisis existencial de los protagonistas que atravesarán un largo camino repleto de conversaciones que mezclan situaciones cotidianas con pensamientos filosóficos. Dichas charlas se distinguen por su ingenio y por la forma en la que están narradas. Habitualmente, Sang-soo recurre a los planos largos que alternan zooms y paneos respecto a la persona que está hablando y las reacciones de los interlocutores. Su brillantez a la hora de hacer atractivas dichas interacciones a veces se ven opacadas por ciertos momentos poco verosímiles y por la continua incidencia en el adulterio. Los personajes están llenos de grises y presentan psicologías bien definidas, eso los vuelve completamente tridimensionales e interesantes, logrando que las imágenes, que ya de por sí estaban embellecidas por un blanco y negro hipnótico, pero poco justificado, se vuelvan aún más magnéticas y atractivas. El relato nos cuenta la historia de una mujer que empieza a trabajar en una editorial. En su primer día se verá envuelta en la aventura amorosa de su jefe, cuando su esposa la confunda con la amante, una ex empleada con la que acaba de romper relación y vínculo laboral. Además de una lograda fotografía y un buen manejo de la cámara, otro interesante recurso narrativo en el que incurre el autor tiene que ver con la mezcla o alternancia de las líneas temporales. Si bien la mayor parte de lo relatado tiene que ver con un solo día (el del comienzo del trabajo de la nueva empleada), también se irán intercalando con escenas donde se nos muestra la relación del escritor con la otra mujer y con su propia esposa. Es así que el director nos brindará información a cuenta gotas para ir manteniendo cierta intriga en cuanto al accionar del protagonista y del resto de los personajes. Si bien es el jefe, el hombre que se haya en una situación de poder (y tratando de hacer abuso del mismo), serán las mujeres las que tendrán un rol más fuerte y preponderante en lo que refiere a las relaciones afectuosas y/o profesionales. En síntesis, Hong Sang-Soo nos ofrece un relato de aquellos que tanto le gusta construir. Para quienes ya lo conocen notarán muchos puntos en común con varios de sus relatos precedentes y para los que lo descubran en esta cinta se verán cautivados por una atrayente narrativa. El director surcoreano estrenó tres películas este año y quizás éste no sea uno de sus mejores trabajos, no obstante, representa una buena adición en su filmografía repleta de historias minimalistas y melancólicas donde las vueltas del destino y el azar hacen que sus personajes saquen a relucir las miserias y las fallas del ser humano.
“Be Afraid” es una de esas propuestas de terror que nos brinda la cartelera cada pocas semanas. Lo más triste es que el film no plantea nada nuevo u original y se nos presenta como un transcurrir generico, donde tendremos la sensación de haber visto el relato una infinidad de veces. La película cuenta la historia del doctor John Chambers (Brian Krause) que se muda junto a su familia a un pequeño pueblo de Pennsylvania. Todo parecía normal y apacible hasta que una entidad fantasmagórica comienza a acechar a su hijo Nathan. Es ahí que al principio pensarán que son simples pesadillas del infante, hasta que el propio John experimente un encuentro cercano con “las sombras” o “el hombre del sombrero” mediante un evento de parálisis del sueño. La trama es sencilla y transita varios lugares comunes. A su vez, la primera mitad de la cinta se presenta a modo de escenas incoherentes e inconexas cuyos fines prácticos al género cuentan de unos cuantos “jump scares” inefectivos. En primera instancia se lo muestra perdido y acartonado al elenco, y de a poco comienza a entrar en clima para ir afinando la puntería en la segunda mitad. No obstante, el punto de giro del final hace que la historia desbarranque luego de haberse encarrilado terminado el segundo acto. Aquí el problema no se trata de que es de una película de bajo presupuesto con recursos precarios, sino su falta de originalidad. Además, la entidad antagonista carece de fuerza o peso para la trama (al igual que de un trasfondo claro) por lo que resulta difícil asustarse con ella. “Se ocultan en la oscuridad” es una propuesta de terror fallida que no logra ni asustar ni entretener. Pese a su corta duración resulta excesivamente larga debido a la falta de rumbo narrativo.
Llega la comedia dirigida y protagonizada por James Franco que nos cuenta la historia del detrás de cámara de una de las peores cintas de todos los tiempos: “The Room”. El film es una adaptación del libro de Greg Sestero, uno de los actores del largometraje, donde cuenta detalles de su amistad con Tommy Wiseau, director y productor de la película de 2003. El camino de James Franco es muy particular. Comenzó en el género de la comedia y de a poco se fue metiendo en la escritura y la dirección. Su carrera como actor explotó con su interpretación de Harry Osborne en “Spider-Man” de Sam Raimi, y de ahí en más no paró de encarnar a un grupo de personajes que se encuentran en su zona de confort, la comedia y la parodia. En esta ocasión, podríamos decir que nuevamente se desenvuelve en el área que mejor le sienta, pero sería menospreciar el trabajo realizado en esta cinta. Su composición de Tommy Wiseau quizás es su mejor papel hasta el día de la fecha. Un personaje complejo, extravagante y misterioso en cierto punto (no se sabe de dónde sacó el dinero para financiar la película, ni su edad o su lugar de nacimiento), que requería de un gran trabajo actoral, y el joven intérprete (con doble tarea, también dirigiendo) pudo afrontarlo de la mejor manera posible. Para poner un poco en contexto a los que no conocen “The Room”, es un largometraje mal actuado, bizarro, con problemas narrativos que además sufre de una falta de criterio y sentido común por su creador, Tommy Wisseau. El film fue tan malo que solo duró una semana en cartel en una única sala en Los Ángeles, y solo porque el mismo Tommy pagó para ello. Sin embargo, de alguna misteriosa forma (te miramos a vos internet) se terminó convirtiendo en una película de culto, cuyos fans mantienen viva por medio de proyecciones, reuniones y demás eventos relacionados con la cinta. Greg Sestero, que compone al personaje de Mark en la película original, se encargó de relatar sus vivencias en el rodaje, y solo fue cuestión de tiempo para que alguien en Hollywood adaptara ese libro en una ficción. Lo bueno es que esa tarea recayó en Franco y hoy en día podemos disfrutar de una propuesta ingeniosa, fresca y altamente entretenida. Franco logró un producto similar (salvando algunas cuestiones de estilo y narrativa) a lo que había hecho Tim Burton con “Ed Wood”, donde también se relataba la historia de un cineasta conocido por su mal desempeño artístico. “The Disaster Artist” compone una excelente adaptación cinematográfica en forma de crónica de rodaje donde habrá un gag tras otro, generando risas de principio a fin. Para aquella enorme tarea contó con un excelente elenco muy relacionado al género. Dave Franco interpreta a Greg actuando de igual a igual al lado de su hermano, Alison Brie, que viene de triunfar con “Glow”, también aporta lo suyo y quien resulta ser realmente hilarante y vital para la trama es Seth Rogen, amigo de James Franco con quien ya se ha involucrado en varios proyectos. Por otro lado, hay una catarata de cameos o pequeños roles que corresponden a personalidades de la comedia y amistades personales del realizador, entre ellos: Josh Hutcherson, Zac Efron, Sharon Stone, Bryan Cranston, Kate Upton, Hannibal Buress, Jacki Weaver, Nathan Fielder, Kristen Bell, Lizzy Caplan, Jason Mantzoukas, Adam Scott, J.J. Abrams, Melanie Griffith, Judd Apatow, Christopher Mintz-Plasse, Zach Braff, Randall Park. “The Disaster Artist” representa una de las mejores comedias del año gracias a un enorme trabajo de James Franco tanto delante como detrás de cámara. Con un guion ingenioso, un elenco realmente gracioso y un estilo fresco y mordaz, esta comedia resulta aire fresco para este género. Si uno se pone a pensar, quizás no era del todo necesaria la realización del film (todavía menos la de la historia original), no obstante el viaje resulta entretenido gracias a un grupo de comediantes que se nota que disfrutaron de la experiencia cinematográfica que ofrecen.
“El mejor maestro, el fracaso es” – Yoda Finalmente podemos disfrutar del Episodio VIII que ya se encuentra disponible en las salas argentinas. El tan ansiado estreno del film de la franquicia más exitosa de la historia del cine llega a la pantalla grande con la controversia del gran recibimiento de la crítica especializada y una tibia recepción de los fans. Esto nos hace entrar en el debate: ¿Quién tiene razón? ¿Es uno de los mejores capítulos de la saga o uno de los más flojos? Después de dos años de larga espera, somos testigos de “Star Wars: The Last Jedi”, la cual tuvo una polarización en lo que concierne al acogimiento del público sobre la historia concebida por Rian Johnson (“Looper”, “Brick”). El relato comienza inmediatamente después de los eventos que vimos en “The Force Awakens” y el panorama para los rebeldes no es nada alentador. La malvada Primera Orden se ha vuelto más poderosa y tiene contra las cuerdas a la Resistencia, liderada por la General Leia Organa (Carrie Fisher). El piloto Poe Dameron (Oscar Isaac) encabeza una misión para intentar destruir un acorazado de la Primera Orden. Mientras tanto, la joven Rey (Daisy Ridley) tendrá que definir su futuro y su vocación, y el viejo Jedi, Luke Skywalker (Mark Hamill), deberá reevaluar el significado de su vida y su rol en los acontecimientos venideros. Como siempre, la historia no representa ningún desafío en cuanto a su entendimiento. Sin embargo, el reto que deberá afrontar el fan tiene que ver con ese espíritu de provocación del realizador que busca trabajar tanto con las frustraciones de los personajes como con las del mismo espectador. Rian Johnson nos brinda la película de “Star Wars” que no se parece a ninguna otra y que justamente viene a cambiar el paradigma de la saga. Quizás no sea el film que los espectadores andaban buscando, pero sí representa el largometraje que nos merecemos. Al episodio VII se le reprochó su mirada nostálgica a la vieja trilogía y su parecido narrativo con el episodio IV. Es por ello, que el director buscó distanciarse lo más posible de “The Empire Strikes Back” con el objetivo de sorprender y brindar un producto fresco y diferente. Es así, que a diferencia de las entregas anteriores, se nos presenta la película con una buena estructuración, donde se siguen varias subtramas a modo de relato coral, cuyas líneas irán convergiendo con las otras a medida que se vaya avanzando en el metraje. En sus 152 minutos aparecerá una enorme cantidad de personajes brindando sus aportes al argumento (recordemos que el resto de los films tenían como mucho dos o tres líneas paralelas). Obviamente este recurso es riesgoso, ya que algunos participantes no contarán con tiempo suficiente como para desarrollar un papel de peso en la historia. No obstante, Johnson sale airoso en este cometido y no descuida casi a ningún rol (algunos dirán Phasma o Snoke, pero éstos, sobre todo el Líder Supremo, cumplirán un papel mayor en lo que respecta a la saga). El guion, lejos de ser perfecto, presenta ciertos problemas menores que no arruinan la experiencia del espíritu transgresor y renovador que se nos propone. Asimismo, hay lugar en el relato para un buen desarrollo de los personajes y los conflictos que atraviesan, logrando que la historia tenga coherencia y cohesión. Los momentos cómicos, si bien a veces pueden resultar excesivos, están bien distribuidos y no quedan desairados o fuera de lugar en el cosmos pergeñado hace 40 años por el maestro George Lucas. Lo más interesante que podremos presenciar en esta ocasión tiene que ver con el “viaje” del héroe y la dicotomía entre la luz y la oscuridad, que aquí desdibujan sus fronteras para mostrar que no todo es ni tan brillante ni tan opaco. Los héroes tomarán decisiones que perjudiquen a sus compañeros y los villanos también. Hay protagonistas que se moverán por un área gris, producto de los tiempos difíciles que viven y de sus formas de actuar y pensar. Habrá varias capas de lectura donde los personajes cuestionen sus creencias y donde deberán plantearse dejar atrás el pasado para poder mirar hacia adelante. Todos estos elementos dotan a la historia de cierto aire impredecible, componiendo una de las más grandes fortalezas de esta entrega. Es muy difícil anticipar lo que va a pasar y las grandes revelaciones que uno esperaba en esta entrega del estilo “Yo soy tu padre”, van en otra dirección y sentido. Para todo esto, Johnson contó con la ayuda de una belleza estética bien marcada, que quizás es la más lograda de toda la saga y la que sale un poco de lo que fueron las películas anteriores. El mérito se lo lleva el director de fotografía Steve Yedlin (habitual colaborador del director) y Rick Heinrichs (“Sleepy Hollow” y “Fargo”), el director de producción. Juntos le dan una impronta y un estilo bien marcado a la experiencia. Por el lado sonoro, John Williams vuelve a hacerse cargo de la identidad musical, ampliando su excelsa creación con algunas sutilezas que introducen las nuevas identidades melodiosas de cada personaje tanto nuevo como preexistente. Y por el lado del elenco, se destacan Daisy Ridley y Adam Driver que componen el duelo actoral más destacado de este capítulo, denotando la calidad interpretativa de ambos. En las nuevas incorporaciones resaltan Kelly Marie Tran como Rose Tico y Laura Dern como la almirante Holdo. Por otro lado, fue bastante desperdiciado Benicio Del Toro como DJ, cosa que seguramente corrija JJ Abrams en el episodio IX. En resumen, “The Last Jedi” marca un antes y un después. El Episodio VIII patea el tablero y resignifica el universo “Star Wars” brindando el evento épico y monumental que esperábamos pero no de la forma en que lo hacíamos. Con una oscuridad latente y un espíritu desobediente, la película se nos presenta como la antesala de una conclusión de grandes proporciones que aguardaremos impacientemente.
Los hermanos Safdie nos ofrecen un film indie que se encuentra entre los thrillers de la vieja escuela y el cine de autor. “Good Time” representa una pequeña sorpresa dentro de los estrenos de la semana que nos recuerda un poco a “Tarde de Perros” de Sidney Lumet y al cine de Nicolas Winding Refn (en especial a “Drive”) en su forma de presentar ese entorno urbano totalizador y condicionante para los protagonistas. La película nos muestra esa parte de New York más marginada y menos conocida donde se destaca lo callejero y un sector social relegado. Es en aquel escenario donde Connie Nikas (Robert Pattinson) se embarca en una odisea en pos de conseguir dinero para poder pagar la fianza que deje a Nick, su hermano con problemas mentales (Ben Safdie), en libertad. Cabe destacar que el sujeto termina en prisión luego de un torpe robo a un banco del dúo consanguíneo que buscaba recursos económicos para escapar de una realidad que los tenía apresados en un contexto desfavorable. La película no para un segundo. Desde el comienzo arranca con un ritmo frenético cuando Connie saca a Nick de una sesión de terapia alegando que lo estaban maltratando. A partir de allí, comenzará un viaje donde no sabremos demasiado sobre los personajes salvo lo justo y necesario. Connie quiere salvar a su hermano a toda costa, primero intenta por la vía “legal” y luego buscará sacarlo de la cárcel con medios poco ortodoxos. El largometraje es sencillo pero efectivo, con un guion trabajado que lleva al personaje de Robert Pattinson a través de un tour de forcé implacable. No tendremos mucho background para conocer a Connie, pero sí se nos presentará la motivación de este antihéroe que quiere salir de un sistema que le impide progresar. Pattinson compone un papel soberbio en lo que podríamos llamar su mejor trabajo hasta la fecha. Sorprende su habilidad para interpretar a este sujeto que, cual héroe de tragedia griega, tiene su destino adverso prácticamente fijado. Otra de los puntos altos de “Good Time” tiene que ver con el espléndido trabajo de cámara logrado para contar la historia, intercalando primeros planos que se meten en la intimidad de los personajes con planos generales perfectos para retratar las persecuciones nocturnas y desenfrenadas. Todo esto es acompañado por luces de neón y una banda sonora vibrante compuesta por Daniel Lopatin (“Oneohtrix Point Never”), que logra insuflar al relato de una estética musical bien marcada por medio de algunas melodías electrónicas con aire ochentoso repletas de sintetizadores. No por nada la banda sonora ganó el Soundtrack Award 2017 en el Festival de Cannes. “Good Time” es una película emocionante que no dejará indiferente a ningún espectador. Un relato bien narrado e interpretado que busca redimensionar al thriller con un sello personal de los hermanos Safdie.
El director neozelandés Martin Campbell (“Casino Royale”) nos trae este trepidante thriller de acción con tintes políticos que reúne a Jackie Chan (“Rush Hour”) y a Pierce Brosnan (“GoldenEye”) en dos roles que los sacan de su zona de confort interpretativo. Empecemos diciendo que “The Foreigner” no es nada que no hayamos visto previamente en la enorme categoría de “padres que buscan venganza por la muerte de un hijo/a”. La cuestión radica en el enorme talento tanto delante como detrás de cámara para contarnos esa determinada historia. La película nos presenta al humilde hombre de negocios Quan (Jackie Chan), cuyo pasado vuelve a atormentarlo después de que su hija fuera víctima de un atentado terrorista motivado por aspectos políticos. Luego de enterarse de que una facción del IRA (Ejército Republicano Irlandés) se adjudica el bombardeo, Quan se ve atrapado en un juego del gato y el ratón con un oficial del gobierno británico (Pierce Brosnan), cuyo pasado podría tener algo que ver con los asesinos. Si bien la dinámica de padre en busca de venganza está algo trillada y gastada, este film se nutre del talento interpretativo de sus protagonistas que se enfrentaron al desafío de interpretar a personajes más complejos de los que suelen componer. Aun así, el relato basado en la novela “The Chinaman” de Stephen Leather cae en algunos clichés narrativos durante el segundo acto, provocando una serie de vueltas de tuerca medio rebuscadas e inverosímiles en donde buscan enmendar lo antes expuesto durante el desarrollo de la trama. Sin embargo, el largometraje resulta ser un viaje entretenido que se beneficia de la pericia del director para contar las escenas de acción (algo que pudimos ver en el reboot del Agente 007) y para manejar la intriga y la tensión que van en un in crescendo constante. “El Implacable” compone un relato disfrutable e intrigante que se beneficia por el tono interpretativo de sus actores que dan justo en la tecla. Por el lado del guion, la película no sale de lo convencional y se complejiza demasiado en el final para intentar arreglar este asunto. No obstante, técnicamente el film resulta ser sobresaliente, en especial en lo que atañe a las coreografías y al manejo de cámara en las secuencias de acción. Un thriller de acción vertiginosamente elaborado y bastante placentero si se lo ve sin demasiadas pretensiones.
“Algún día seremos libres de ser quienes somos y amar a quien queramos”. La dupla Jonathan Dayton y Valerie Faris (“Ruby Sparks”, “Little Miss Sunshine”) se embarca en esta comedia dramática basada en hechos reales. El film protagonizado por Steve Carell y Emma Stone funciona a modo de crónica sobre un evento deportivo que se convirtió en uno de los acontecimientos más vistos de la historia, atrayendo la mirada de más de 50 millones de personas en Estados Unidos. Aquel evento mediático que rozó lo grotesco y extravagante se conoció como “La Batalla de los Sexos”. El acontecimiento consistió en un partido de tenis donde se enfrentaron Bobby Riggs (Carell), ex tenista de 55 años, y la joven y carismática Billie Jean King (Stone). En 1973, el público fue testigo de un encuentro legendario, donde la tenista quería demostrar que realmente le podía jugar de igual a igual a un hombre. El film se nutre del enorme talento de sus protagonistas y de un excelente grupo de actores secundarios, entre los que destacan Andrea Riseborough, Elisabeth Shue, Bill Pullman, Sarah Silverman y Alan Cummings, entre otros. Otro gran acierto del relato pasa por el guion, donde se pone de manifiesto el clima machista de la época, el prejuicio, la discriminación, siempre con un tono humorístico y dramático a la vez por medio de diálogos inteligentemente escritos. Resulta realmente interesante la polémica que presenta el relato como espejo de la sociedad patriarcal y misógina de la época, que al mismo tiempo nos hace notar la actualidad de dicha problemática en el ámbito social. Más allá de los planteos antes mencionados, “La Batalla de los Sexos” habla principalmente del amor. Como se puede apreciar en la frase que precede esta reseña (como le dice el personaje de Cummings a Billie), el duelo no solo se da literalmente en el campo de juego sino también internamente a nivel psicológico para la protagonista, quien intenta descubrir su identidad sexual mientras que lucha por los derechos de la mujer. “La Batalla de los Sexos” resulta ser una película entretenida, amena y bien ejecutada por sus protagonistas, en especial Emma Stone, que no deja de sorprendernos con sus capacidades actorales. Una comedia dramática que nos hace reflexionar sobre la desigualdad de género. Un saque ganador directo al corazón.
Una madre no se detendrá ante nada para intentar recuperar a su hijo cuando éste es secuestrado delante de ella en un parque de diversiones. Bajo esta simple premisa se desarrolla “Desaparecido”, el nuevo film de Luis Prieto (“Pusher”). El film nos presenta a Karla Dyson (Halle Berry) y su batalla legal con su ex marido para mantener la custodia de su hijo. La cuestión es que también deberá luchar literalmente para recuperarlo de unos secuestradores que se lo llevan del parque de diversiones mientras que la atareada madre atiende una llamada telefónica y lo pierde momentáneamente de vista. Luego de un prólogo bastante extenso donde se nos presentan a los personajes y sus conflictos cotidianos, comienza un vertiginoso thriller donde la protagonista emprenderá una persecución automovilística para no perder el rastro de su retoño. El problema del film no solo radica en la archiconocida premisa que establece de “Madre que lucha por recuperar a su hijo a toda costa”, sino también en la creación de personajes que generan poco interés, en la caída en lugares comunes, y en una forma poco imaginativa de presentarnos los acontecimientos. Con un relato que vimos infinidad de veces, lo original debería pasar por la forma en que se nos presentan los hechos que rodean a la trama. No obstante esto no ocurre y todo lo que vemos es bastante convencional y estereotipado. Si bien el film tiene algunos elementos atractivos como el ritmo vertiginoso, el talento de su protagonista (Berry es buena actriz pero últimamente cae en proyectos flojos como éste), y secuencias de acción logradas, las lagunas narrativas, la sobreexposición de los acontecimientos mediante los soliloquios de Karla que habla sola, y los giros completamente predecibles, terminan de redondear una película corriente, anodina y sin alma. “Desaparecido” parece un rejunte de películas más exitosas como “Máxima Velocidad” (1994), “Reto a Muerte” (1971) e incluso tiene algunos puntos en común con la cinta de Berry de 2013 “911: Llamada Mortal”, que tampoco era una joya pero resultaba más interesante que el film que aquí nos convoca. Por el costado técnico, el largometraje presenta algunas secuencias bien logradas pese a no ser descollante lo que se nos muestra. Por el lado de la fotografía y la música se nos presentan dos aspectos bastante genéricos que no llegan a destacar del todo. En síntesis, “Desaparecido” es una propuesta regular que solo interesará a aquellos espectadores menos exigentes o que se encuentren encerrados un fin de semana lluvioso sin ninguna otra alternativa o plan más atractivo.
La Villana: La Venganza será terrible. El cine surcoreano de género se encuentra en auge y en esta ocasión vuelve a presentar una de sus temáticas favoritas: la venganza. Con el éxito que tuvo Train To Busan (2016), volvió a ponerse en boca de todos la cinematografía surcoreana. Es así que hemos podido disfrutar de varios films oriundos del país asiático, en especial películas de género (terror, suspenso, acción), cuya inventiva y frescura pasa por la forma en que son presentadas, narradas y confeccionadas. Estos largometrajes ponen énfasis en la realización técnica y en la innovación por medio de la forma de ser contadas más que sus historias en sí. La Villana (Ak-Nyeo) de Jung Byung-Gil (Confession of Murder, 2012) nos cuenta los acontecimientos que rodean a Sook-Hee (Kim Ok-bin), una mujer que desde su más temprana edad ha sido entrenada para convertirse en una asesina sin piedad. Cuando Madame Kwon, la jefa del servicio de información de Corea del Sur, la recluta como agente durmiente, le ofrece una segunda oportunidad. “Danos diez años de tu vida y tendrás tu libertad”. Su nueva identidad es Chae Yeon-Soo, una actriz de teatro de 27 años. Con la promesa de una libertad completa a cambio de servir a su país durante diez años, Sook-Hee emprende una nueva vida. Para esta mujer que ha vivido como asesina, llevar una existencia normal no resulta una tarea sencilla. Pero cuando dos hombres entran en su vida, los secretos de su pasado serán desvelados. El cine oriental hace años que viene compitiéndole a Hollywood en materia de películas clásicas de género, logrando mantener el interés del público mediante relatos bien desarrollados y un impecable desarrollo técnico. Además, estructuralmente suelen tener algunos recursos atractivos que no son tan utilizados en el cine norteamericano. Como bien se puede apreciar en el argumento, la historia no implica nada que no hayamos visto o escuchado previamente: Una mujer en busca de venganza. Lo atractivo de la propuesta se relaciona con las excelsas coreografías mezcladas con artes marciales y un estupendo manejo de cámara producto de una gran destreza de Byung-Gil combinado con un profundo conocimiento del lenguaje audiovisual. La Villana arranca con todo en una escena que planteará el futuro desarrollo de la narrativa del film. En un plano secuencia que arranca en un pasillo, que parece ser un pequeño homenaje a Oldboy, se nos presenta el punto de vista subjetivo de la protagonista que comienza a atacar a cuanta persona se le cruce en su camino, con una dinámica muy parecida a lo que vimos en Hardcore Henry (2015). Jung aumentará la apuesta con una escena más frenética y enérgica que la otra y subiendo la vara a medida que avanza el metraje. Su gusto por las tomas largas hacen que la película cuente con cierto atractivo extra debido a la constante apreciación de los movimientos y el ritmo hiperquinético que se le imprime tanto a los personajes como a sus coreografías. La ambición del director hace que seamos testigos de secuencias que parecen imposibles desde el punto de vista técnico. En lo que respecta al guion y a la estructura narrativa, podemos decir que comenzaremos sin saber nada de la protagonista y a medida que se desarrolla la historia se nos irá presentando información a cuentagotas con el objetivo de seguir manteniendo el suspenso y la intriga que nos llevará a querer seguir viendo. Quizás por momentos la trama se torne medio confusa y enrevesada por la enorme cantidad de flashbacks que nos hacen ir y venir en el tiempo, sin embargo, no podemos decir que está mal estructurada. Por el contrario, se nota el sumo cuidado que el realizador dedico a la confección del film. La película logra salir adelante por su magnetismo visualmente impresionante, por las buenas actuaciones que ofrecen sus actores y por la peculiar mixtura de componentes del relato. Lo que comienza siendo como una película de acción, dará paso a una especie de comedia romántica para luego volver al ámbito frenético de las artes marciales y las persecuciones. La Villana es un potente y vertiginoso viaje a través de las convenciones asiáticas sobre la venganza. Un coctel explosivo excelentemente dirigido y realizado. Un film de género hecho y derecho que merece la atención de occidente, para ser testigos del buen momento que atraviesa el cine coreano.