Todas las emociones juntas! Riley es una nena de once años que está experimentando muchos cambios en su vida, se ha mudado junto con sus padres a San Francisco, dejando atrás su pueblo y sus amigos, para vivir en una gran ciudad e ingresar a un nuevo colegio, con toda la ansiedad que eso implica. El cerebro de Riley es como una especie de cuartel general donde trabajan sus emociones: alegría, miedo, ira, asco y tristeza. Todas juntas, guiadas por la positiva alegría y tratando de que tristeza no tire todo abajo. Tantos cambios y altibajos en la vida de la niña terminan desatando un caos en el cuartel, y las emociones deben enfrentarse a situaciones nunca antes vividas. Para mantener la mente sana y a la nena fuera de peligro, deben atravesar toda clase de desafíos a través del cerebro, paseando por recuerdos, ideas, sueños y todas esas cosas que existen en nuestras cabezas, hasta alcanzar nuevamente el equilibrio perdido, algo complicado de lograr en una mente casi adolescente. Finalmente Pixar ha creado un producto realmente original, cada una de las emociones está representada por un personaje de cada color, expresivos, graciosos y con una gran personalidad. La mente es algo realmente complejo, y este filme aprovecha todos los recursos de la psicología para mostrar el inconsciente con humor, ingeniosos diálogos y una enorme dosis de surrealismo; por ejemplo con un gran estudio llamado "producciones de ensueño", un simpático amigo imaginario que se queja de que la niña ya no recurre tanto a él, o una gran secuencia donde a través del cubismo y otras expresiones del arte moderno se explica el pensamiento abstracto. Más allá de las aventuras que vive este emotivo quinteto -que son bastante similares a las de otras películas infantiles en cuanto al dinamismo y la acción- la historia puede ser un poco compleja para los más pequeños y más disfrutable para los mayores, especialmente para los padres. Durante una hora y media llena de colores y psicodélicos recovecos mentales, paseamos por todos los rincones de la mente, nos reímos del psicoanálisis, y nos amigamos con esas emociones que a veces nos juegan en contra, que tardamos toda una vida en aprender a controlaras, pero que son una enorme parte de nosotros, y esta película las muestra de un modo muy original, y con muchisimo humor.
El paso del tiempo María Enders (Julliette Binoche) es una actriz de más de cuarenta años, que ha alcanzado fama y prestigio. A los 18 años le dieron su primer papel, en una obra llamada "La Serpiente De Maloja", donde interpretaba a una ambiciosa joven que seducía a una mujer mayor llamada Helena. Ahora un insistente director quiere que vuelva a interpretar esa obra en Londres, pero esta vez en el papel de Helena. Para Sigrid ha llamado a una joven actriz hollywoodense en ascenso (Chloë Grace Moretz), de esas con mucho talento y varios escándalos a cuestas. María tarda en aceptar la propuesta, ya que el personaje de Helena le resulta difícil, aún no puede verse así misma como una mujer mayor, que al final de la obra se siente quebrada y se suicida. Para ensayar el papel se refugia en un cabaña alejada junto a su asistente (Kristen Stewart) quien no solo lleva su agenda y la ayuda a ensayar, sino que es la receptora de todas sus reflexiones e inseguridades. Assayas explora el mundo de la actriz de forma íntima; cómo la afecta el paso del tiempo, las miradas y las presiones de su profesion, también la relación con su asistente, quien por momentos funciona como su espejo, y con la joven actriz en ascenso que la admira profundamente pero a quien María ve como una amenaza. La película tiene una hermosa fotografía, que aporta el marco perfecto para los largos, y por momentos densos diálogos. Juliette Binoche y Kristen Stewart se lucen en una interesante y compleja historia sobre el lugar de la mujer en el cine y el implacable paso del tiempo.
Jurassic Shopping Han pasado más de veinte años desde que los dinosaurios se sublevaron por primera vez, y la isla Nublar vuelve a recibir turistas convertida ahora en Jurassic World, un enorme y majestuoso parque de atracciones donde los protagonistas son los dinosaurios, y lo que mueve el negocio ya no es el interés por la paleontología, sino por el dinero. El lugar está ahora en manos de un magnate indú (Irfan Khan) y dirigido por Claire (Bryce Dallas Howard), una ejecutiva eficiente y mandona, que trabaja veinticuatro horas al día para asegurarse de que todo marche perfectamente. En busca de nuevas inversiones, el laboratorio ha creado un nuevo tipo de dinosaurio al que llamaron Indominus Rex, que será la nueva gran atracción del parque y para el cual ya han conseguido sponsor. Es entonces cuando sucede lo que todos esperamos, el nuevo dinosaurio es más fuerte e inteligente de lo que creían y logra escaparse del enorme y sofisticado espacio que lo contiene, desatando un verdadero pandemonium en el lugar. Mientras trata de mantener todo bajo control, Claire busca desesperadamente a sus sobrinos -los que han ido a pasar con ella el fin de semana y se han perdido en el parque-, para ello contará con la ayuda de Owen (Chris Pratt), un entrenador de dinosaurios, y el héroe de esta historia. Los cuatro deberán tratar de escapar a salvo de la isla, perseguidos por el malvado dinosaurio y sus secuaces. Los dinosaurios no serán los únicos malvados de esta historia, también esta Hoskins (Vincent Donofrio), un militar que quiere entrenar a los pequeños y veloces raptores como armas de guerra. Así como el parque es ahora un esplendoroso lugar, una especie de Disney prehistórico, lo mismo pasa con el filme, el parque tiene ahora patios de comidas, numerosas atracciones y tiendas de souvenirs, la película tiene más dinosaurios, muchos más efectos especiales, e innumerables escenas de acción donde aparecen en primer plano marcas como Nike o Starbucks. Así como el parque abandona su interés científico para convertirse en un centro turístico, esta secuela deja de lado la fantasía y la magia que rodeaban la primer entrega para convertirse en una secuela vacua, pero que tiene todo lo necesario para atraer al publico: corridas, salvatajes, acción, humor y romance incluido. Jurassic ha vuelto con todo, la película nos entretiene durante dos horas, con criaturas realmente asombrosas, que vuelan corren y revolean humanos, mientras los protagonistas realizan proezas de todo tipo, para llegar a un final que ya conocemos, pero que sigue funcionando.
Una revolución coreográfica La película está basada en la historia real del bailarín Afshin Ghaffarian (Reece Ritchie) quien en el año 2009 formó una compañía de danzas en Irán, a pesar de la complicada situación política y la prohibición sobre el baile que existía en el país. Si bien el contexto sociopolítico de la historia es muy interesante, la película no es más que una novela, digna de un telefilme de los años 80. Nada explica sobre la situación del país, sino que muestra un régimen en el que los malos son malísimos y los protagonistas no poseen ideología alguna, sino simplemente unas ganas locas por bailar y expresarse, como una especie de "Footloose" islámico. Afshin logra reunir a un grupo de asustados jóvenes que como reacción a la represión que los rodea montan una obra en el desierto, donde con la danza como forma de expresión, manifiestan su descontento hacia la situación en que se encuentran, situación que la película no profundiza demasiado, y se limita a mostrar hombres violentos que atacan a estos jóvenes artistas. Así la historia se convierte en una seguidilla de lugares comunes y clichés que incluyen un romance entre Afshin y Elaheh (Freida Pinto), una hermosa bailarina, que víctima de un pasado trágico abusa de las drogas, las que logra abandonar gracias a la ayuda de su enamorado. No faltan las alusiones a la tierra de la libertad, cuando los jóvenes que no pueden acceder a clases de bailen miran videos por Youtube, y lo consideran su "maestro", incluso la infancia del rebelde bailarín muestra que su fuente de inspiración eran filmes como "Dirty Dancing" que conseguía de forma clandestina. A pesar de las hermosas imágenes del desierto y las armoniosas coreografías, la película resulta absurda y por momentos hasta graciosa, aunque su intención era mostrar un drama sobre la falta de libertad y de derechos.
Un futuro transgénico En una Buenos Aires post-apocaliptica, oscura y violenta, Chockler (Alberto Ajaka) trabaja como investigador, cumple con los encargos de sus clientes, y todas las noches visita un bar donde intercambia información con el dueño (Luis Ziembrowski). Un día aparece en su oficina una misteriosa mujer llamada Lucrecia (Celeste Cid) quien le encarga la búsqueda de Víctor (Guillermo Pfening), no le da demasiados datos, solo le advierte que es muy peligroso. Chockler recorre la ciudad en busca del enigmático Víctor y en su búsqueda encuentra extraños personajes que trabajan en el laboratorio de un hipódromo, donde hacen experimentos genéticos. Así la historia de misterio se sumerge de lleno en la ciencia ficción, con criaturas extrañas, y una logia de personajes peligrosos en busca de formulas genéticas, mientras Chockler se siente cada vez más atraído por Lucrecia, sin saber cual es la relación de ella con todo lo que él ha descubierto. Es destacable la estética de la película, que en varias escenas recuerda a "Blade Runner". Han construido una Buenos Aires futurista, con cuidadas locaciones, donde todos los detalles son impecables, sumado a una muy buena fotografía y una gran iluminación, creando una atmosfera de ciencia ficción con elementos de comics. Si bien la película vale la pena visualmente, no pasa lo mismo con la historia, el clima de misterio de las primeras escenas se pierde en un relato que se torna muy denso y que parece no saber hacia donde apuntar, hay elementos sobrenaturales que no parecen tener mucho sentido y nos perdemos en una historia tratando de entender hacia donde va. A pesar de las buenas actuaciones y un interesante planteo estético, el guión no tiene solidez y la historia resulta un cúmulo de diferentes elementos, donde no hay nada que los amalgame.
Clásico de clásicos El británico Kenneth Branagh dirige esta nueva versión de cenicienta, basado no en la historia original, sino en el clásico de Disney, el que ha sido respetado al pie de la letra. La historia es la que ya todos conocemos, Ella (Lily James), es una huérfana que queda al cuidado de su malvada madrastra (Cate Blanchett) y convive con dos feas y malvadas hermanastras (Holliday Grainger, Sophie McShera) que la ningunean y reducen a la servidumbre en su propia casa, situación que soporta con estoicismo, como todo lo que el destino le manda. En esta versión Cenicienta tiene un mantra, las últimas palabras de su madre antes de morir: "bondad y coraje". Con esas palabras en mente enfrenta al mundo con una enorme bondad y el coraje de ir al baile del palacio, aunque se lo prohíban, para ver nuevamente a quien ella cree que es un simple aprendiz que ha conocido en el bosque, pero que es en realidad el príncipe, y que ha quedado absolutamente embobado con ella, lo que lo lleva a él a buscarla por todo el reino, zapato en mano. Es extraño que ante tanta princesa corajuda que Disney ha creado últimamente -como Merida, Anna, Elsa o Rapunzel, por nombrar algunas-, haya hecho una versión tan moderada de Cenicienta, que si bien muestra algo de determinación, no tiene la valentía ni la decisión de las últimas princesas. Disney permaneció esta vez fiel al clásico, y de la mano de Branagh lo ha hecho a todo trapo, con el diseño de producción de Dante Ferretti y el diseño de vestuario de Sandy Powell, quienes crearon un mundo lleno de magia que derrocha belleza por todos lados. Desde las escenas pequeñas en el ático con encantadores animalitos, hasta la opulencia del baile en el palacio con unos zapatitos de cristal que parecen el sueño de Carrie Bradshow. La parte mágica de la historia -la conversión de la mano del hada, cuando los animales y las calabazas se transforman-, tiene mucho de la estética de "Alicia en el País de las Maravillas", pero sin el surrealismo de Burton, sino más bien humanizando la estética Disney, del modo más expresionista posible. No hay mucho que agregar sobre la historia, son esos clásicos que siempre funcionan, así que ¿para que buscarle otra vuelta?. Esta nueva versión de Cenicienta llevada a la realidad tiene la magia y la esencia de Disney, mas es extremadamente melosa, por momentos empalagosa. Lily James y Richard Madden funcionan muy bien como la pareja principal, al igual que las desagradables y egocéntricas hermanastras, pero es definitivamente Kate Blanchet quien descolla como una malvada con estilo. Una vez más ha vuelto la clásica heroína, con una historia que toca temas universales como los sueños, el valor, la esperanza, y la decisión de sobreponerse a las adversidades con recursos que siempre funcionan: belleza, magia, mucho brillo y el más feliz de los finales.
Camino interior Cuando su vida se derrumba, luego de varios episodios trágicos, Cheryl Strayed (Reese Whiterspoon) decide recorrer sola y a pie el Pacific Crest Trail, un sendero de más de 1600 Km que bordea el pacífico. Así, mochila al hombro y gastándose los pies, recorre un complicado camino en el que internamente también recorrerá zonas difíciles de su vida, para saber como ha llegado a esa situación tan complicada en la que se encuentra. Puede que el planteo parezca simple, un viaje iniciático, un camino de redención, pero bajo la mirada de Jean-Marc Vallée la historia explota un lado interesante, logra reflejar el salvajismo en el que está inmersa la protagonista, lo bajo que cae, y la necesidad de caminar y caminar sanando heridas y sintiendo que las cosas solo se pueden dejar atrás una vez que se comprenden. La forma intimista en la que está filmada la historia nos convierte en cómplices; mientras vemos flashbacks de su vida que recorren su divorcio, sus años de excesos y la muerte de su madre que aún no ha podido superar, comprendemos su necesidad de sanarse y perdonarse. Si bien la película posee una gran sensibilidad, y bastante crudeza en algunas escenas, no está a la altura de la obra anterior del director, "Dallas Buyers Club". Por momentos el relato pierde fuerza y credibilidad, cayendo en una especie de clima de camino de autoayuda, con un sentimentalismo un tanto exagerado. Reese Whiterspoon, realiza una gran labor, interpretando a una mujer que se interna en la naturaleza, sin mucha experiencia en la materia, pero con una gran espíritu y determinación, aunque por momentos su actuación queda opacada por el gran trabajo de Laura Dern, quien interpreta a su madre. "Alma Salvaje" es una película que retrata la relación con la naturaleza, la necesidad de despojarnos de todo y volver a lo básico, para comprender quienes somos.
No tiene descanso Peter Deveraux (Pierce Brosnan) es un agente de la CIA que decide retirarse luego de una fallida operación en la que estaba involucrado Mason (Luke Brasey), un joven agente a quien él entrenaba. Lejos de todo, y disfrutando de su retiro en Suiza, es llamado para una nueva y complicada misión en la que también está involucrada su exmujer y madre de su hija. La misión consiste en proteger a Alice (Olga Kurylenko), una testigo clave que puede incriminar a un importante candidato presidencial ruso con los crímenes de guerra ocurridos en Chechenia. Por supuesto las cosas no salen como esperaba, y se ve envuelto en una complicada trama política, donde nada ni nadie es lo que parece, y se convierte en el blanco de poderosos enemigos, mientras trata de mantener a salvo a Alice para que puede testificar. Nuevamente Mason aparece en escena, quien ya no es un novato, sino un experimentado agente y dentro de la complicada trama de traiciones se debate entre la lealtad a su trabajo o a su antiguo mentor. Las escenas transcurren en varias ciudades europeas, por las que los protagonistas se persiguen a pie, en auto, o saltando por ventanas, y no se escatima en patadas y tiros para que la acción no cese y la historia sea dinámica. La trama es clásica para una historia de acción e intrigas internacionales, no pretende innovar demasiado, pero dentro de un argumento predecible, sabe enganchar al espectador con escenas de acción muy bien construidas y cartas que se juegan a último momento. Las actuaciones son las esperables, excepto por Pierce Brosnan que ya es un experto en la materia y es el eje de toda la historia.
Confusión de carnaval Es el año 1999, Ecuador esta atravesando un colapso económico similar al que vivimos en Argentina en el 2001. Juan (Juan Manuel Arregui) debe pasar el feriado de carnaval en la hacienda de su tío, un banquero acusado de corrupción. Juan tiene 16 años, y si bien ha nacido en una familia de clase alta, tiene muy poco en común con sus primos y la gente que lo rodea en la hacienda, pero no tiene otra opción que pasar allí unos días. El entorno familiar refleja la realidad social de Ecuador, la enorme brecha entre los que tienen mucho y los que no tienen nada, el trato que se le da a los que sirven y el poder que un estado corrupto le otorga a aquellos que tienen dinero. Durante una fiesta la gente de seguridad encuentra a unos jóvenes rayando los autos de los invitados, y cuando atrapan a uno de ellos le dan una paliza de la que Juan es testigo y que lo afecta terriblemente, por eso ayuda a Juano (Diego Andrés Paredes), otro de los jóvenes, a escapar. Ambos entablan una amistad; así Juan conoce otra realidad, visita su casa, su trabajo, conoce a su familia, y vive situaciones que jamás había vivido, como ir a un recital de Black Metal, que son muy liberadoras para él. Pronto la tensión sexual surge entre ellos, y Juan comienza a descubrir su propia sexualidad. La historia es interesante, refleja la sociedad ecuatoriana, sin golpes bajos pero sin filtros, sin embargo cae en mucho lugares comunes con sus protagonistas, y los retrata de forma estereotipada, especialmente a los chicos de clase alta y al protagonista que encaja en el molde de gay sensible, incapaz de defenderse o expresarse. Por otro lado la historia trata demasiados temas: la corrupción, la economía, la desigualdad social, el machismo, entre otros. Si bien todos son parte de la realidad en que el protagonista se encuentra, cuesta entender en cual de todos el director quiere hacer hincapié, y recién es en la última media hora del filme cuando todos los problemas de Juan parecen centrarse en las dudas sobre su sexualidad, cuando más allá de su elección sexual las contradicciones con su entorno son muchas. Filmada de forma intimista, simple, y con un muy buen trabajo de Juan Manuel Arregui y Diego Andrés Paredes, es una buena historia que retrata la realidad de un país, y el despertar sexual de un chico.
A cualquiera le puede pasar Luis Vega (Pablo Echarri) es escritor y profesor de literatura y está casado con Carla (Mónica Antonópulos) con quien tiene un hijo. En busca de inspiración para su próxima novela, entrevista a Laura Grotzky (Leticia Bredice) una enigmática mujer acusada de asesinar a su esposo. Ambos tienen extrañas citas, de noche, en lugares solitarios; esas son las condiciones que pone Laura para darle, de a poco, informacion sobre el crimen de su marido. Pero las citas se convierten en algo más que una excusa para la investigación, Laura es manipuladora y logra revelar el lado oscuro de Luis: los celos. Luis sospecha que su esposa lo engaña, y eso lo transforma en un hombre violento, tanto que lo único que consigue es que se aleje de él. La trama es interesante, nos plantea que cualquiera de nosotros podríamos ser capaces de cometer un crimen si nos descontrolamos y dejamos de actuar como los seres civilizados que debemos ser. Por otro lado, el guión también le da bastante importancia al tema de las vidas paralelas, cómo la tecnología de hoy nos permite jugar en una sala de chat a ser otra persona, a desplegar fantasías que probablemente no nos animaríamos a llevar a cabo en nuestra vida cotidiana. Luis es un personaje complejo, una especie de Dr. Jekyll buen esposo y respetado escritor, y un Mr. Hyde capaz de despertarse ante un extraño mensaje en el celular de su esposa. El problema es que no podemos creernos ninguno de los dos personajes. Por un lado porque la actuación de Pablo Echarri no es del todo convincente, y por el otro porque el guión, si bien es prolijo e interesante, parece poner varios personajes en un tablero en el que no están conectados entre sí. Se hablan, se gritan, y hasta se pegan, pero nada de lo que hacen parece estar conectado con la reacción posterior. Con buenas intenciones, y partiendo de una idea interesante, la historia resulta incompleta, incapaz de atraparnos o de generar un buen clima de suspenso. Resulta imposible creer las reacciones de los personajes, y nos quedamos esperando que suceda algo que conecte todo, pero lo único que aparece, abruptamente, es el final.