Siempre solo... esperando en el medio de la nada. Julián Lamar es un joven actor de segunda línea que se encuentra atrapado y agobiado en el mundo de los actores. Su voz interior le impide ver más allá de lo que no quiere ser, sin poder descubrir cómo lograr ser lo que desea. En esa incertidumbre se maneja todo el filme, en esa voz en off que acompaña al personaje más como un diablo que como un ángel y que le imprime a la narración la misma decepción, enojo, bronca y desinterés que él siente. Lamar, interpretado por el director Juan Minujín, busca la oportunidad de su vida de escapar de la mediocridad de ser actor secundario y lograr el ascenso económico y simbólico que tiene Leonardo Sbaraglia, aquí representando al actor de fama y dinero que es protagonista en todas las películas en las que Julián trabaja. Su gran posibilidad llega de la mano de un director americano, que está buscando dirigir un western en parajes locales. Pero su vida también es mediocre, y él también escapa de ella, de su padre que no valora lo que hace (Daniel Fanego) y de la posibilidad del amor ante la bella vestuarista (Pilar Gamboa). “Vaquero” es la típica historia del joven que no quiere ver la realidad, que la critica pero que no intenta nada para cambiar su destino o su vida. Una especie de adolescente queriendo ser rockstarque nunca tocó un instrumento ni canta, pero puede evaluar a los demás artistas porque sí. Porque pueden tener la capacidad de ver lo negativo, de pensar el obstáculo antes de saber si hay uno. Y Minujín, un gran actor que ha decidido tomar el toro por las astas y dar su visión del mundo. En esta su Opera prima, (basada en su cortometraje “Guacho”), da rienda suelta encontar un poco el debate interno y emocional que sufre un actor y como su contexto lo llevan a estar siempre frente al espejo, considerándose el mejor pero sin lograr nada para serlo. El mundo de los castings, el teatro, el cine , la tele, los eventos y demases que forman el mundo del espectáculos son muy bien representados en esta cinta. Con una mirada crítica, Minujín quien además es co-autor del guión, hace una selección muy interesante de los actores que darán forma a su obra. Guillermo Arengo, Esmeralda Mitre, Esteban Lamothe, Daniel Fanego, Pilar Gamboa y Leonarda Sbaraglia, se unen a este mundo que solo corre por la cabeza de Julián Lamar y logran realizar un filme realmente interesante, elaborado y atractivo tanto a nivel visual como a nivel de los diálogos. Estos últimos merecen un punto aparte, porque se nota que fueron sumamente elaborados y que fueron un desafío poder darle la forma audiovisual correcta siendo muchos utilizados como voces en off. Un personaje con diálogos precisos, complejos e inteligentes y acompañado de una cámara más fiel que un espejo que lo ilustra y completa en todo el filme “Vaquero” fue el filme seleccionado para abrir el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) en el 2011, y la sección “City to City” del Festival de Toronto y estará pronta a participar de los Festivales de Zurich y Río de Janeiro, este último en la sección “Latina”. Una obra atrapante y muy interesante para este cine argentino actual por el gran trabajo de dirección y actuación de Juan Minujín. Un artista que va a seguir creciendo exponencialmente.
Ojotas y Short serán la vestimenta más cool que podrá tener un extraterrestre en la historia universal. Muchas veces escuché personas que me dijeron que, luego de ver E.T., descubrieron su pasión por el cine. Ahora, después de ver Paul, puedo creer plenamente que una nueva generación tendrá ganas de amar el cine. El misterio y la curiosidad no son los únicos logros que este tipo de películas nos impusieron, sino también lo ha sido su manera de deshumanizarlos (o no) como clave escencial para lograr empatía o miedo. Lo primero es una forma de superar lo segundo, y lo segundo es la forma más sencilla de no aceptar a lo distinto. Cuanto más miedo me da, más me atrapa, ¿no? Lo cierto es que esta comedia inglesa a la americana es una obra de humor moderno que nos acerca al alien Paul (en la voz de Seth Rogen) que por más que quedó atrapado en la Tierra en la década de los 50 ha sabido adaptarse mejor que los humanos a los cambios sociales y culturales. Una vez libre por voluntad propia (decide tomar un auto y escapar del cautiverio), se cruza con dos ingleses nerds y fans de los comics que deciden emprender, luego de su paso por el evento de comics más importante (Comic- Con). un viaje por Extraterrestial Highway (algo así como la carrera extraterreste) con el sueño de toparse con un un ser u objeto no identificado. Esos dos nerds son los amigos Graeme Willy (Simon Pegg) y Clive Gollings (Nick Frost), dos seres muy particulares que viven en un mundo paralelo y aniñado donde el concepto de adultez aún no ha llegado a sus oídos. Claro … hasta que se topan con Paul. Si bien la película no para de ser un constante guiño a los clásicos de la ciencia ficción, donde no hay momento para una no deje de pensar en la hipertextualidad que hay en toda la obra, existe algo que nos excede y es la capacidad de Pegg y Frost para crear un nuevo texto, en una nueva obra que se convierte en una road movie clásica donde en cada kilometro recorrido nuestros protagonistas toman una nueva dimensión y donde los cambios entre ellos y para sí se van sembrando sutilmente hasta el final. Porque a pesar de ser una comedia donde realmente nadie para de reír hasta el final, y donde este final es casi obvio, es en esa obviedad es donde se apoya esta historia. Ya que no importa su final sino su recorrido, y Paul será clave para que ambos protagonistas tomen posición sobre sus vidas (el amor en el caso de Graeme o la seguridad en si mismo en el caso de Clive) mientras atraviesan varias persecuciones por parte del Agente Zoil (Jason Bateman) y, sus asistentes Haggard (Bill Hader) y O´Reilly (Joe Lo Truglio) y el padre de una joven que secuestran involuntariamente en el camino. Paul fue dirigida por Greg Mottola (Adventureland Y SuperBad) y escrita por la dupla protagonista conformada por Pegg y Frost, que nos han deleitado con sus actuaciones en Hot Fuzz y Shaun of the Dead. Un mix realmente muy bien encastrado, como Legos que parece que nunca podrían ser una figura (digo esto, teniendo en cuenta que siempre ha sido Edgar Wright, quien ha dirigido a estos ingleses tan geniales). Tan cercana a la recientemente estrenada Super 8, Paul es la contracara de la obra de J.J. Abrams y Steven Spielberg (guiño guiño con este último). Porque si bien, en la primera los niños deben ser adultos para afrontar lo que han vivido, en la otra los adultos (algo aniñados) son tan niños que ante una rareza como un extraterrestre se desmayarán, nunca actuarán de manera lógica y se guiarán por su deseo más que por su razón. Paul es un estreno altamente recomendable que sólo podrá verse en los cines ShowCase que tengan triple sala digital de forma limitada, ya que Universal decidió ofrecerla al colega SirChandler, la cara más visible de cinesargentinos.com, para que la distribuya comercialmente en el país dado que el estudio había optado directamente por llevarla a DVD. Una pena que ya hemos sufrido con obras como “Scott Pilgrim Vs. The World”. Si queres morir de cariño por un alien en ojotas y short, definitivamente no podes perdértela ¡ Nada de lo que te diga va ser mejor que vivirla!
Una historia basada en un hecho real se convirtió en una gran película. Basada en una historia real, la alemana “El ladrón” dirigida por Benjamin Heisenberg es la adaptación de la obra de escritor austríaco Martin Prinz sobre el ladrón de bancos y corredor de maratones: Johann Kastenberger . Una película que los mantendrá en vilo y que generará con el protagonista una simpatía poco usual. El ladrón (Andreas Lust) del título a pasado gran parte de su estadía en la cárcel, corriendo en círculo. Como buen maratonista que es, una vez fuera, decide volver a reanudar su vida deportiva pero sin dejar su otra gran pasión: robar bancos. Así es como su vida (o no vida, según él) está ligada a la huida. A ese sentimiento de desinterés y de necesidad constante de vivir en plena adrenalina. Así es como vive, incluso cuando vuelva a reanudar contacto con Erika (Franziska Weisz) no hay manera de que él llegué a mostrar algún tipo de sentimiento. En esa frialdad, es donde el personaje de Lust es cada vez más contundente, y donde va generando simpatía en el espectador. Él se siente que vive en una tumba de la que no puede salir, y será así como veremos muchas escenas del filme. Una oscuridad que pocas veces nos deja ver y que cada tanto permite al personaje salir. La historia es muy interesante y su construcción cinematográfica no se queda atrás. Hay un gran trabajo de cámara para lograr mantenerla al ritmo de cada corrida del personaje, dando vigor y la rapidez con que corre éste, acompañándolo como si fueran uno. El trabajo de Lust es extraordinario, sus gestos insulsos que poco dicen acentúan su lucha interna por la perfección, superar las limitaciones de su cuerpo y por sobre todo, de todos aquellos que quieren reformarlo. Realmente un gran filme que vale la pena ver. 97 minutos justos, precisos y de gran tensión. ¿Lo malo? Que como todo éxito europeo, Sony está pensando su remake. Será ahora cuestión de esperar si esto sucede, mientras no dejé de ir a ver su versión original al cine.
¿Qué puede pasar si el nuevo Papa entra en estado de pánico y no quiere asumir su nuevo rol? Siempre es un gusto ver un filme de Nanni Moretti. Hay directores que logran cautivar a su audiencia hagan lo que hagan, más allá de que sus obras sean perfectas o no. Y “Habemus Papa” es una película especial, divertida, amena, entretenida y políticamente correcta porque evita caer en lugares y opiniones comunes y arma una historia que hasta su director dice que puede ser aplicada a otras situaciones. Y he aquí un gran acierto. ¿Quién no ha tenido cierto interés por saber qué pasa tras puertas adentro cuando muere un Papa y se debe realizar el cónclave? Monetti ha sido uno y a pesar de ser ateo, decidió recrear esta historia respetando los ritos y la liturgia que exige el evento original. Pero buscando otra manera interesante y tragicómica de mostrar que las obligaciones están atadas a decisiones personales, deseos y objetivos que cada ser humano posee, sea un Papa o un simple psicoanalista. Y he aquí otra cara de esta historia, he aquí otro acierto. Un cardenal ha sido declarado Papa y en el momento de salir al balcón de San Pedro para saludar a sus fieles que lo han estado esperando durante todo el cónclave, entra en estado de pánico y no quiere asumir su nuevo papel. Entonces aparece el propio Monetti en acción, al que contratan para ayudar al Sumo Padre. Un profesional sumamente reconocido, que es el mejor en lo que hace y que además es ateo. Si bien trata de lograr cierta transferencia con su paciente, poco puede obtener al estar rodeado de todo los cardenales que acompañan al nuevo Pontífice. Ante la impotencia de ambos por lograr sus objetivos, Melville (el nombre del Papa-interpretado por un genial Michel Piccoli-) se escapa del Vaticano para poder comprender por sí mismo sus miedos, su pasado, su presente y su futuro. Caminado por las calles de Roma podrá recuperar una libertad, su memoria y su destino. Mientras, quien ha sido contratado para ayudarlo ha quedado retenido momentáneamente en el Vaticano, dado que no puede salir al exterior hasta que se anuncie el nuevo Padre. Si uno está aislado dentro de un mundo que desconoce y no cree; el otro sale a reconocer un mundo que ya no le parece propio pero que aún cree en él. El resto de cómo el psicoanalista logra entablar un vínculo con los cardenales, logrando así cierta comodidad con ese mundo que no le es propio., a través de motivar a los todos los miembros del cónclave que mientras el Papa se recupera pueden armar un campeonato de voley, es algo bizarro y naif que permite al propio Moretti construir su historia sin involucrarse con cuestiones políticas y religiosas. Claro en su mundo, hasta los sacerdotes pueden aburrirse e incluso, pueden fomentar ciertas conductas competitivas sin alterar sus convicciones o creencias. Dos mundos tan lejanos como el psicoanálisis y la religión en “Habemus Papa” se juntan. Logran integrarse, logran actuar en una dicotomía que suma y no divide. Porque en el fondo, Moretti logra hacer unir estos mundos. El psicoanalista ateo entra a uno y lo construye, mientras que el Papa sale de ese mundo y entra a otro que lo reconstruye (para sí y para los otros). Lo difícil de ser lo que uno es, cuando uno no sabe quién es, a pesar de ser un elegido. Ambos con sus diferencias encuentran en esta secuencia de escenas, un poco más de si mismos. Realmente la película es muy entretenida, hay determinados gags que nos permite liberar la carcajada y otros, que nos hacen reflexionar críticamente sobre el mundo en que vivimos, y cómo hay determinadas estructuras que no sucumben a pesar de los años. Altamente recomendable. extraordinariamente creativa y tragicómica. Nada mejor para derrumbar mitos y sembrar otros nuevos.
Cuando el cine, la política y la realidad van de la mano, sin sobresaltos. La opera prima de Santiago Mitre es una joya del cine argentino que ha demostrado ser una obra comprometida con su época, con su guión y con su esencia. Es la historia del joven Roque Espinosa, que viene del interior a estudiar a la Universidad De Buenos Aires y encuentra en un partido político de la Facultad de Ciencias Sociales su espacio en ese mundo extraño, burocrático y académico que nada tiene de atractivo para él hasta que conoce a la bella profesora y militante Paula. De ese paso por la atracción, amor y vocación, el director nos lleva por los entramados más complejos que tiene la política argentina y por sobretodo la universitaria, donde el amor por los ideales pueden a veces ser la carnada perfecta para caer en redes más complejas y donde la salida puede ser la que uno no desea y espera. “El estudiante” ha demostrado ser una obra independiente, alejada de las subvenciones del INCAA, que obtuvo no sólo una mención especial por el jurado del último BAFICI y en el festival de Locarno, sino también que logró atrapar a toda la crítica por su gran trabajo para reflejar un mundo tan profundo y complejo como lo es la política estudiantil. Una obra de un realismo que por momentos, se presiente la idea de un documental adaptado a la ficción y no al revés. Las actuaciones del actor Esteban Lamothe -lo vimos ya en “Lo que más quiero”- y Romina Paula, son excelentes, el guión del propio director – que dirigió en el film colectivo El amor (primera parte) y es coguionista de Leonera y Carancho, ambas de Pablo Trapero- es sólido, sin huecos y muy acertado para lograr una identificación real con los escenarios, hechos y actitudes de quienes militan en la UBA. Aquí puedo dar mi opinión como estudiante de Sociales, donde nunca me sentí tan identificada en el cine como con esta cinta. Hay un gran trabajo de conocimiento y reconocimiento del campo para lograr un acercamiento tan correcto, prolijo y certero de otro, sin exageraciones ni usos narrativos ficcionales tan aplicados. Todo parecer ser así, sin artificio, todo muy real. En el Aquí y en el Ahora. Realmente El estudiante sale de las clásicas estructuras narrativas que nos suele tener acostumbrado el cine argentino en general. Y nos pone en otra dimensión, en otro tipo de cine más comprometido con lo social, sin dejar de ser pensada como una obra de arte desde su momento cero. Mitre ha demostrado con su primer película estar avanzando en una nueva dirección sobre lo que es el cine nacional, no puedo manifestar que será lo que se viene pero si sé que es lo que hay y realmente es excepcional. A pesar de estrenarse fuera de las salas comerciales, no dejen de asistir al MALBA y a la sala Lugones de Centro Cultural San Martín para apostar a estos nuevos directores que hacen crecer nuestro arte, sino también para que no se pierdan lo que puede decirse que es, sin miedo a equivocarme, la mejor película independiente argentina del año.
Dos mujeres extranjeras que tras problemas migratorios, encuentran la liberación y la amistad juntas y de la mano. “Rita y Li” es una película que intenta dar cuenta del transfondo social, económico y cultural real en nuestro país que viven muchos inmigrantes que ingresaron de manera ilegal y se encuentran trabajando de igual manera, sometidos a condiciones deplorables y estafados con promesas que jamás serán cumplidas. Pero “Rita y Li” no logra mostrarnos esa realidad, queda desdibujada en un relato que termina siendo gracioso e incluso poco serio, donde todo es color de rosa. Tan fantasioso como poco creíble. Rita (Julieta Ortega) es una joven paraguaya que deja a su hija de 6 años en su país de origen a cargo de su madre, mientras busca un mejor lugar para vivir y trabajar en la provincia de Santa Fe —lugar donde se lleva a cabo la historia—. Mientras que Li (Miki Kawashima) es una mujer china que ingresó ilegalmente al país con su marido, con quien tenía un supermercado hasta la crisis del año 2001, cuando éste fue saqueado por la gente en busca de comida. Li, ahora está a cargo de un lavadero puesto por un policía corrupto (Juan Palomino) quien le dio ayuda cuando perdió todo. Un día llega Rita a trabajar con ella, y a pesar de las brechas culturales van construyendo una amistad. Realmente no hay nada destacable en esta película, el guión no puede sostener lo que promete y va cayendo en picada sin poder lograr convencer al espectador de lo que está viendo. El mundo de las inmigrantes ilegales no es tan “light” como lo muestran, Ferreira (el papel del policía que les da trabajo mientras promete que les va a solucionar sus problemas migratorios) no termina siendo más que un aprovechador de la situación. Nunca a llegar a ser un mal tipo, no es el villano de la película porque a pesar de querer mostrar dureza termina aceptando que Rita viva con Li, cuando supuestamente iba a ser un problema — y esto es solo un ejemplo —. El papel de Juan Manuel Tenuta termina desdibujado y sin sentido; y la salida de Rita con el cafetero Quique Dumont es tan artificial que nadie puede creerse lo que está pasando ahí. De las producciones argentinas, “Rita y Li” se ha convertido en lo más flojo que he visto en estos últimos tiempos. Desconozco el trabajo anterior de su director Francisco D´Intino, pero ésta no ha sido su mejor carta de presentación. Es una película más que pronto quedará en el olvido.
En un mundo mejor, las comparaciones a veces no son buenas. Antes de poder escribir sobre la película, incluso antes de verla pensé cómo sería estar en un mundo mejor. Muchas cosas se me ocurrieron, pero en ningún momento pensé específicamente en el concepto violencia. Eje central de esta historia y claro ejemplo de que la misma reside en todas partes, todo el tiempo. Incluso en la lejanía de los conceptos que plasmé en mi cerebro, muchos de ellos están ligados a la violencia aunque uno no lo crea. En la naturaleza existe la violencia, y necesitamos de ella para vivir mejor por más civilización que prediquemos. Susanne Bier, una directora que encara un tema duro con una delicadeza tan intensa y bella como solo una mujer puede hacerlo, nos muestra contradicciones necesarias para entender que si algo existe es porque tiene su opuesto. La vida está lleno de opuestos y por más que deseamos paz siempre habrá alguna guerra por librarse. Así de triste, así de lamentable. “En un mundo mejor” nos presenta a Anton (Mikael Persbrandt), un médico idealista separado de su mujer que pasa parte de su tiempo en una misión humanitaria en un centro de refugiados en África, mientras uno de sus hijos: Elías (Markus Rygaard) es blanco constante de burlas y maltratos por sus compañeros de colegio en Dinamarca. Por otro lado, está Christian (William Jøhnk Nielsen) que acaba de perder a su madre, odia a su padre por lo sucedido y afronta su dolor con extrema violencia. Una vez que ingresa al colegio de Elías, ambos se harán muy amigos y juntos iniciarán un juego de venganza y odio, que podrán en jaque los ideales de Anton. Lo importante del filme es cómo Bier logra mostrar cómo la violencia se infiltra en cada momento, incluso donde el paisaje nos indique lo contrario. Ahí donde no está pasando nada, ahí está gestándose más dolor y mayor violencia. Si la gran fotografía a cargo de Morten Søborg, es de lo mejor que visto en larga data, hay detrás de esa gran contradicción en el relato lo que más fricción genera en el espectador, como si detrás de la belleza que nos da la madre naturaleza, existe una fealdad construida por el hombre que a veces no se ve pero está ahí latente. Nada parece estar bien, y nada parece muy correcto. Me animó a decir, que tanta dicotomía plantada en el filme genera mayor decepción al terminar de hacer el análisis del mismo. ¿El dolor y la violencia que sufren los africanos en guerra es el mismo dolor y violencia que pueden sufrir los niños de clase sociales altas en Dinamarca? ¿Es lo mismo, morir de hambre, fusilado, desangrado por un loco, que ser violentado en un colegio, maltratado por los compañeros, e incluso ante la pérdida de un ser querido que ha tenido una enfermedad terminal? Es ahí, donde no siento tan cómoda, que las comparaciones no son necesarias y donde, sin dudas, el sufrimiento de cada uno es totalmente personal y subjetivo y donde parecen sonar como extremos desiguales de un concepto general llamado violencia. El filme es técnicamente perfecto: reitero que su fotografía es excepcional, el trabajo de dirección de actores es impecable. El joven Nilsen logra transmitir un magnetismo con la cámara, que pocos actores de su edad pueden. Se nota que hay mucho talento a explotar. Mientras que la madre de Christian y mujer de Anton, la actriz Trine Dyrholm es cautivamente no sólo por su belleza si no por su papel de la única mujer de la historia que va a la confrontación sin miedo a pelear por sus hijos, todas las veces que sea necesario. “Hævnen”, así es su título original, ha sido ganadora de un Oscar a Mejor Película Extranjera en la última entrega y de un Golden Globe. Más allá de ser una gran película a nivel técnico, me he quedado con una mezcla incierta de dudas sobre su guión pero no sobre su mensaje, el que considero muy correcto a pesar de usar comparaciones que no arrastran a un juego que podría terminar no siendo del todo positivo para el filme. Sin dudas, el idealismo de no violencia que expresa todo el tiempo Antón me parece muy bien logrado en cada trama de la historia. Lo que aún no me cierra es porqué era necesario llevar la extrapolación a un espacio donde no hay opciones para que no exista tal violencia y donde las condiciones de supervivencia son tan difíciles como viables. Sin África, hubiese considerado el filme de lo mejor del año pero me dejó a ahí, a mitad de camino entre la incertidumbre y cierta decepción.
Los chicos aman a los animales y, por eso, siempre hay películas de ellos. Esta vez nos tocan 6 pingüinos y un Jim Carrey que cumple y dignifica. (Y tampoco es para tanto) Mark Waters es un director que nos tiene acostumbrado a sus filmes focalizados al público infanto-adolescente, que resultan efectivos más allá de ser solo entretenimiento con moralejas flojas que se perciben en el primer fotograma. A pesar de esto, “Los pingüinos de papá” es funcional. Una cinta que divierte por momentos y que sin dudas, para los niños será muy agradable. Basada en el libro infantil de igual nombre (Su título original es “Mr. Popper’s Penguins”) por Richard y Florence Atwater en 1938, es ésta su primera adaptación al cine por parte de los guionistas Sean Anders, John Morris y Jared Stern. Tom Popper (Jim Carrey) es un empresario exitoso que va por su vida comprando propiedades y convenciendo a quienes dudan de hacerlo (Una especie de Richard Gere en Mujer bonita). En su niñez, su padre explorador rara vez estaba en casa y se crió esperando que él viniera a verlo. Ahora de grande, dedica más tiempo a su trabajo que a sus dos magníficos hijos. Pero todo cambiará el día que recibe como herencia de su padre: seis pingüinos. Sus hijos y su ex/mujer (Carla Cugino) quedan encantados con ellos en el preciso momento en que Popper manifiesta que son su regalo de cumpleaños para Billy, su hijo menor. El resto ya se lo imaginarán, porque nada es sorprendente en este filme. A pesar de ello, hay algunos puntos a rescatar: Jim Carrey cumple perfecto su papel, sin extravagancias ni exageraciones. Lo que se dice punto justo. Luego, los pingüinos (Ruidosa, Amoroso, Mordelona, Toribio, Capitán y Apestoso) son adorables como personajes, ya que lograron de buena manera humanizarlos, permitiendo que la historia sea más emotiva y que los espectadores generen cierta simpatía con ellos. Claro, ¿quién no simpatiza con uno? Ya se ha demostrado que son protagonistas por excelencia y que tiene un don especial para encantar al mundo. Mucha gente no hubiese visto “La marche de l’empereur “ (a la que el propio Carrey hace referencia en el filme), o los pingüinos de “Madagascar” que terminaron siendo un furor, o “Surf’s Up” con toda la onda del surf. Una de las curiosidades de esta película tiene que ver cómo se realizaron las escenas con los animales. Pues bien, algunas fueron rodadas con animales reales en set refrigerados y otras, fueron llevadas a cabo por el equipo de animación de Rhythm & Hues Studios, lo que permitió que el producto final sea muy bueno. Más allá de no ser nada fuera del otro mundo, es un filme que cumple. Y que los chicos en estas vacaciones de invierno seguro van a disfrutar. Ni una de cal ni una de arena, un poco de ambas podría decir.
Una opera prima tardía que llega con un nombre que no vale la pena ni deletrear y una historia que mantiene un clima hinóptico por momentos sobre lo que vendrá. Su director Derick Martini, escribió este guión junto a su hermano Steven y más allá que no sepamos si hay cierta biografía oculta, se percibe que quién pensó esta historia es alguien joven, porque eso se refleja en todo el filme. La historia de Scott, muy bien protagonizado por el menor del clan Culkin: Rory, un joven adolescente que vive en Long Island en la década del 70 y que está enamorado de su amiga de toda la vida: Adrianna (Emma Roberts). Su padre (Alec Baldwin) es un inversor inmobiliario que vive un matrimonio frustrado con la madre de Scott, Brenda (Jill Hennessy) y se acuesta con Melissa (Cynthia Nixon, la pelirroja de Sex on the City) , madre a su vez de Adrianna y mujer de Charlie (un genial Timothy Hutton). Un hombre que sufre la enfermedad de Lyme — a la que hace referencia el título original de la película (LymeLife) y que es causadapor unas garrapatas que tienen los ciervos que habitan la zona — que no tiene trabajo y se la pasa encerrado en el sótano de la casa haciéndole creer a todo el mundo que sale a entrevistas laborales. Y está Jimmy (Kieran Culkin, el de Scott PilgrimVs el Mundo) , hermano de Scott que viene a visitarlos antes de partir a las Islas Malvinas y que sólo huye para escapar de la cruda realidad que sería vivir cerca de los suyos. Con esta presentación y este cruce entre los personajes, surge una historia sobre un adolescente que está luchando con sus problemas tipos de la edad, sumado la frustración por tener una familia disfuncional, un padre infiel y una amiga que es todo para él y que será su conexión a tierra en todos los aspectos, además de ser la chica de sus sueños. La cinta es realmente muy interesante, las actuaciones son impecables – admito que Hutton es uno de los actores que más quiero en la industria del cine– y su actuación me ha gustado mucho, los hermanos Culkin hacen papeles muy interesantes (gracias a dios no salieron a Macaulay). A Rory no lo tenía muy presente y creo que su papel de adolescente afrontando su sexualidad y la desilusión de que la vida no es tan como creemos que es, está muy bien logrado. Mientras que Kieran, luego de su papel de amigo gay de Scott Pilgrim, a demostrado que tiene mucho para dar. Su lucimiento acá es corto pero creo que muy efectivo para el relato. Baldwin, es un punto a parte, nadie duda del talento de este caballero, que además es productor del filme. La escena del techo con su hijo es noble y tan real como cualquier padre puede sentir cuando las obligaciones pueden más con uno, que lo que uno puede hacer con ellas. Una escena perfecta. Si hablamos de buenas escenas, la del acto sexual es realmente de las mejores que he visto en largo tiempo sobre sexo en etapa inicial, lejos de las mentiras que nos presentan las clásicas películas mainstream que la primera vez es un canto a la vida. Una escena intimista, real, emotivamente sincera, como si los actores estaban ahí consumiéndose por primera vez. Sin dudas, el gran destaque del filme es su casting. La historia es interesante y sólida, pero no se caracteriza por ser muy original. Cumple perfectamente con los tiempos narrativos tensos o de mucha presión, acompañado por una banda sonora muy buena que contempla temas de Bad Company, Elton John, Frank Sinatra, entre otros. Un detalle no menor, Martin Scorsese es su productor ejecutivo.
Cómo puede reaccionar una familia tradicional italiana cuando uno de sus hijos, o más bien los dos, son homosexuales. Y cómo ellos harán una marca en sus destinos a partir de que la verdad sea revelada. El nuevo filme del director turco-italiano Ferzan Ozpetek es otra nueva manera que tiene para dar su punto de vista sobre la homosexualidad, tema que defiende abierta y fervientemente ya que es ésta su condición sexual. Ahora, el tema sexual en ¨Mine Vaganti” es parte superficial de una historia que tiene como tema central los problemas morales en pueblos italianos tradicionales aún reticentes a los cambios que trajo la modernidad, en términos de libertades sexuales, emocionales e intelectuales. Tommasso (Riccardo Scarmacio) , es un joven escritor gay que vive en Roma, donde supuestamente estudia economía, que debe volver a Lecce donde vive su familia, dueña de una fabrica de pastas. En esta vuelta al hogar, él tiene decidido afrontar a los suyos y confesar su elección sexual. Antes de reunirse en la cena familiar donde conocerá al nuevo socio de su padre y a la hija de éste, le cuenta a su hermano Antonio lo que ha decidido. En el momento correcto para liberarse de su secreto, su hermano se adelanta declarándose homosexual, lo que genera el rechazo de su padre que lo expulsa de la casa para luego sufrir un ataque cardiaco. Bajo este panorama, Tommasso deberá hacerse cargo de la empresa familiar, ocultando su condición salvo para su abuela y la hija de su socio , quien a pesar de todo ha comenzado a enamorarse de él. Pero antes deberá enfrentar la presión de su novio Marco que viene de Roma junto a sus amigos gays a pasar unos días a la playa. Lo cierto es que Riccardo Scarmacio – actualmente elegido por Woody Allen para su nueva película “Bop Decameron”- es un hombre muy masculino (además de muy lindo) , que en ningún momento del filme logra del todo convencer de su condición de homosexual, salvo en un par de besos fogosos con su co-equiper Carmine Recano. Su papel arranca con un nivel de potencia y fuerza que se va diluyendo en el resto de la película, tomando mayor protagonismo la actriz Ilaria Occhini (de una belleza increíble) en el rol de la abuela; y la joven Nicole Grimaudo (“Baaria”) , en el papel de Alba que sostiene todas sus escenas con un manejo gestual y una belleza increíbles. La historia viene bien, se sostiene más allá de algunos baches que no vale la pena mencionar, pero lo que fuertemente hace caer el filme es su final, donde nos explica el porqué del título del filme y ya. ¿Lo más meritorio? Los escenarios reales de esos pueblos italianos que tienen magia propia. Tiene escenas muy divertidas, pero no más que eso. Creo que un tema tan complejo como la sexualidad en ambientes familiares tradicionales, queda aquí varada en un gran camino por recorrer y desasnar.