Sin dudas Guillermo Francella es uno de los mejores actores argentinos de los últimos años, que demostró que no solo se encuentra cómodo en el terreno de la comedia, género en el que se destacó siempre, sino que también puede ofrecernos interpretaciones dramáticas a la perfección. Su nuevo papel es el de Alejandro Petrossián, un piloto de avión intachable y de larga trayectoria que se ve obligado a colaborar con los servicios de inteligencia para llevar una misteriosa valija desde Ezeiza hasta Madrid. Sin ver otra salida, comenzará un camino lleno de tensión e intriga que pondrán en peligro su vida y la de su entorno, pero que le costará muy caro terminar con lo que empezó. Petrossián es el protagonista de «La Extorsión», la nueva película de Martino Zaidelis («Re Loca»). Un thriller más que sólido e interesante, que a pesar de tener algunos giros un poco predecibles, unas escenas finales algo inverosímiles o muy hollywoodenses y un final un poco estirado, durante la mayoría del tiempo cumple con un buen pulso narrativo que va atrapando al espectador, lo sorprende y lo deja más que conforme con una historia novedosa, local y atractiva. Además, se nota el gran despliegue de producción, el uso del vestuario y la lograda ambientación que tiene el film, con escenas filmadas en distintos aeropuertos, arriba de un avión real y en otras locaciones, que hacen que la historia se sienta creíble y bien realizada. En este sentido también ayuda la experiencia de un elenco sólido y sus buenas interpretaciones. No solo se destaca Guillermo Francella como un convincente piloto y con sus características de siempre que nos maravillan, sino que también está muy bien acompañado por Pablo Rago como el antagonista y el director de los servicios de inteligencia, un hombre astuto y con la palabra justa; Andrea Frigerio como la mujer de Petrossián que también es azafata y empieza a sospechar sobre este asunto; Carlos Portaluppi como el director de la policía aeroportuaria que quiere desentrañar lo que ocurre en el aeropuerto; Guillermo Arengo como uno de los compañeros de Francella que va cobrando cada vez más importancia con el correr del relato; Alberto Ajaka como un eslabón más dentro de esta cadena delictiva y Mónica Villa como una tenaz fiscal. Todos se encuentran muy bien en sus roles. Además, permiten que el thriller no sea totalmente oscuro, sino que le otorgan una cuota de humor y acidez a sus líneas. Cada vez más podemos estar orgullosos del cine nacional, por su inventiva, su calidad y su ejecución y «La Extorsión» es una muestra de ello. Un film atrapante, que aunque podamos anticipar alguna que otra cosa también nos logra sorprender por su astucia e ingenio. Buenas actuaciones de un elenco experimentado y una destacable ambientación para desarrollar la trama hacen también que esos pequeños detalles predecibles o inverosímiles podamos pasarlos por alto para disfrutar de una película que funciona en todos sus aspectos.
Después de su paso por el Festival de Cine Alemán, llega a las salas comerciales la película «El falsificador» («Der Passfälsher» en su idioma original), una historia basada en hechos reales que retrata las consecuencias del nazismo y la Segunda Guerra Mundial en la vida de un joven sobreviviente. Basada en las memorias de Cioma Schönhaus, publicadas en 2004, la película se ubica en Berlín en 1942. Allí seguimos a un estudiante de artes judío de 21 años, que para no ser deportado, es obligado a trabajar en una fábrica de municiones. Mientras tanto, vive en su casa a la que poco a poco le van quitando los bienes, porque su familia sí fue enviada a un campo de concentración. Para sobrevivir empezará a falsificar documentos de identidad y pasaportes para Franz Kaufmann y su grupo confesional protestante, ayudando a cientos de personas a escapar de la ciudad. A diferencia de otras películas de este estilo, «El Falsificador» es una cinta mucho más contenida, donde se sugiere más de lo que muestra. No tenemos grandes despliegues de producción, ni intervención de una gran cantidad de soldados o bombardeos, salvo uno que otro, sino que la mayoría de las escenas se dan en espacios cerrados, resguardados y donde el protagonista se encuentra a salvo. Afuera está el peligro, la presión y el enemigo, pero principalmente se encuentra en las sombras, tensionando el clima en todo momento. Cualquier paso en falso puede significar una deportación, y el protagonista se maneja entre el cuidado y la impunidad que le trae ciertas cuestiones inherentes a su persona. El film no solo muestra cómo una persona se arriesgó para salvar a otros y a sí mismo, sino también logra retratar la sociedad de la época. Por su buena imagen y su ingenio, Cioma se pasea por la ciudad sin mayores inconvenientes y sin llamar la atención, e interactúa con distintos personajes que muestran sus miedos, sus recelos o su indiferencia. Realiza una radiografía de cómo se comportaba la comunidad alemana durante la guerra y sus distintas reacciones frente a los judíos. Louis Hofmann, que además de ser conocido por realizar la serie «Dark» viene protagonizando distintas películas alemanas, hace un buen trabajo para retratar a este complejo personaje, que a pesar del difícil momento que está atravesando, lo afronta con una actitud positiva y optimista. A medida que la historia va avanzando se va notando más el estrés, la ansiedad, la falta de comida y sueño, el frío y la cercanía a ser agarrado por su religión y sus actividades ilegales; y cómo todo eso va impactando en su vida. Cada uno de esos cambios están bien plasmados en sus gestos y miradas. Hacia el final la cinta se torna un poco repetitiva, haciendo que se siente un poco larga. Tal vez se podría haber condensado un poco más la historia, pero de todas maneras es interesante el foco que le dan a la trama. En síntesis, «El falsificador» es una película que busca retratar la historia de un sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial como también mostrar a la sociedad alemana en una época particular. Con un tono mucho más contenido, que sugiere más de lo que muestra, buenas actuaciones de su elenco y un clima de tensión constante, la cinta cumple con su objetivo de entretener y servir como un testimonio de nuestra historia.
En 2020 se estrenó en Estados Unidos «The Father», película protagonizada por Anthony Hopkins (quien ganó un Oscar por su interpretación) y Olivia Colman, donde se muestran las consecuencias del Alzheimer en una persona de una manera tan creativa como conmovedora. La forma de contar la historia involucró directamente al espectador, con una experiencia totalmente inmersiva y desgarradora. Este año el mismo director volvió a adaptar una de sus obras teatrales a la pantalla grande con «El Hijo», la cual es considerada una precuela de su film anterior. En ella se cuenta la vida de Peter, un abogado de renombre que está pensando en entrar en política. Luego de un matrimonio previo rehizo su vida junto a Beth y fue padre nuevamente. Sin embargo, todo cambiará cuando su ex esposa Kate reaparece con su hijo adolescente, Nicholas, un chico que está teniendo problemas en la escuela y con el que es difícil comunicarse. Es así como se verá obligado a hacerse cargo de su paternidad para poder ayudar a su hijo. «El Hijo» es una película que nos mantiene en un clima de tensión y suspenso constante, aunque existen algunas situaciones que son un tanto previsibles y que desde el comienzo sabemos que en algún momento del film van a suceder. Por otro lado, si bien esa sensación va aumentando con el correr del metraje, haciendo que la trama avance, algunas escenas se tornan un poco repetitivas. Está bien mostrar ciertas cuestiones para plasmar el carácter del hijo, pero otras ya resultan un poco innecesarias. Tenemos buenas actuaciones por parte de un elenco lleno de estrellas, como Hugh Jackman, que a diferencia de otros roles similares de padre ocupado por el trabajo también demuestra interés en su hijo, se preocupa y busca la manera de ayudarlo, a pesar de que también lo presiona y delimita. En este sentido se ahonda en las expectativas que tienen los padres sobre los hijos, los roles que pretenden que asuman y las dificultades que existen cuando los deseos y la realidad no van de la mano. Laura Dern y Vanessa Kirby como la ex esposa y la actual mujer de Peter, respectivamente, también hacen un buen trabajo para plasmar sus reacciones y emociones. Dern se enfoca más en transmitir preocupación hacia su hijo y tratar de dejar de lado los dolores de la separación, mientras que Kirby debe afrontar una situación que no pidió pero que se le impuso. El vínculo que construye con el adolescente es bastante tenso y pasivo-agresivo. Y sin dudas la labor de Zen McGrath como Nicholas es digna de destacar, componiendo a un adolescente con depresión, confusión y pensamientos oscuros; emociones que no logra entender ni controlar. La relación entre McGrath, Jackman y Dern también está bien elaborada y es bastante cambiante: por momentos todo es confianza y afecto y por otros es falta de comunicación, dudas y desesperación. La puesta en escena es bastante sencilla pero efectiva, y a pesar de ser una adaptación de una obra de teatro y no utilizar demasiadas locaciones para desarrollar la historia, esta no se siente monótona ni teatral. En síntesis, a comparación con «El Padre», «El Hijo» está en un escalón por debajo, en cuanto a su historia y la forma de contarla, pero sí logra ahondar en temas familiares importantes como también en la salud mental que no se suele tratar tanto en el cine. Con buenas actuaciones por parte de un elenco de lujo, la película cumple, entretiene y permite hacernos reflexionar.
Existen muchas películas que salen de la mente de un guionista, productor o director, de adaptaciones literarias o videojuegos, pero otras también están basadas en hechos reales, haciendo honor al dicho ‘muchas veces la realidad supera a la ficción’. Dentro de este grupo se encuentra una propuesta tan extraña como atractiva y delirante, que desde que se anunció nos llamó la atención y gran parte de la audiencia esperaba por su estreno. Se trata de «Oso Intoxicado» («Cocaine Bear» en su idioma original), dirigida por Elizabeth Banks («Pitch Perfect 2», «Charlie’s Angels»), que se basa en una historia totalmente increíble: un oso negro se vuelve loco luego de ingerir cocaína sin querer, que cayó del avión de un narcotraficante. En su camino se encontrará con un grupo variopinto formado por turistas que están conociendo el lugar, adolescentes que se escapan de la escuela para pasar el rato, delincuentes que están buscando el cargamento y policías que los persiguen. El film cumple, entretiene y nos hace pasar un buen rato, pero tampoco nos deslumbra. Por un lado, tenemos una historia bastante sencilla, que si bien desarrolla a sus personajes, porque cada uno de ellos tiene algún conflicto personal que va a ir resolviendo a lo largo del film, lo central es ver cómo el oso va destruyendo todo lo que encuentra en el camino con el objetivo de seguir consumiendo droga. En ese sentido tenemos buenas escenas de acción y combate uno a uno, donde de forma creativa y sangrienta algunos personajes presentan un triste desenlace y otros logran salir ilesos del asunto. Pero tampoco es lo osado y gore que uno podría esperar de una premisa de este estilo, donde todo parecía permitido. El tono de la película mezcla el suspenso, la acción y el humor negro para desarrollar la historia, equilibrando de buena manera estos tres géneros sin que nada se sienta forzado o innecesario. Tenemos una buena actuación por parte del elenco, con algunas personalidades conocidas como el ya fallecido Ray Liotta, Keri Russell, Alden Ehrenreich, Brooklyn Prince, Margo Martindale y Jesse Taylor Ferguson, entre otros, que hacen un buen trabajo para demostrar desesperación frente a la situación, como también obstinación para cumplir con la misión que cada uno se propone: conseguir la droga, salvar a una hija o atrapar a los delincuentes. Con respecto a los aspectos técnicos, tenemos unos efectos visuales logrados que hacen que el oso parezca bastante real en su construcción y en sus movimientos. El CGI no molesta, sino que está bien utilizado. La ambientación del bosque también consigue darnos esa sensación de desamparo y que todos los personajes están en peligro. En síntesis, «Oso Intoxicado» es una película que divierte, impacta y sorprende pero que también nos deja con un poco más de ganas de haber visto algo todavía más espectacular. Un film que prometía delirio y salvajismo pero se queda a mitad de camino.
En 2019 se estrenó «Shazam!», una película basada en este adolescente que de la noche a la mañana obtiene poderes y se convierte en un superhéroe en su forma adulta, teniendo que aprender no solo a controlar sus nuevas habilidades sino también adaptarse a la adultez. A pesar de no ser una figura tan elemental dentro de DC, los resultados del estreno fueron bastante logrados, tanto a nivel venta de entradas como desde las críticas, ya que nos propuso una historia divertida, llena de humor (algo que en su momento se alejaba un poco de lo que proponía la compañía de tramas más oscuras y serias) y con personajes entrañables en sus dos versiones. Este año se estrenó su secuela, «¡Shazam!: La furia de los dioses», donde Billy y sus hermanos adoptivos todavía están aprendiendo a manejar sus poderes y equilibrarlos con sus vidas de adolescentes. Pero cuando las Hijas de Atlas, un vengativo trío de antiguos dioses, llegan a la Tierra en busca de la magia que les robaron hace mucho tiempo, se van a ver envueltos en una batalla por sus poderes, sus vidas y el destino de su mundo. En esta oportunidad nos encontramos con un film a mayor escala, principalmente en cuanto a sus escenas de acción y enfrentamiento entre héroes y villanos, que se puede apreciar en su mayoría hacia el final de la historia, con un gran uso del CGI, con la incorporación de animales mitológicos y la destrucción del lugar, que está bastante bien realizado y un logrado despliegue de producción. Sin embargo, la historia no nos ofrece nada demasiado novedoso o creativo. Más allá de que tenemos un buen trío de villanas conformado por Helen Mirren, Lucy Liu y Rachel Zegler («Amor sin barreras»), dos pesos pesados de la industria y una figura en ascenso, que ponen en peligro al protagonista, siempre se caen en las mismas justificaciones o tramas de base. A pesar de eso, el carisma del elenco, el humor inocente y las escenas de acción logran atraparnos lo suficiente como para hacernos pasar un momento grato. Además, mientras que en la primera entrega el protagonista aprende a usar sus poderes y hallarse en su nuevo cuerpo, ahora tiene una crisis de identidad, donde se siente un impostor y no encuentra su lugar en el mundo. Es así como ahonda un poco en la identidad, la importancia de la familia y en cómo nuestras acciones repercuten en los demás y en el mundo en el que vivimos. Zachary Levi hace un buen trabajo y se sigue asentando en su rol, pero también Jack Dylan Grazer como Freddy Freeman, su mejor amigo, continúa siendo uno de los mejores personajes de la historia, conservando su lugar en el film y teniendo un gran espacio para desarrollarse, incluso por momentos puede llegar a tener más protagonismo que el propio Shazam. En síntesis, «¡Shazam!: La furia de los dioses» es una película que cumple con lo que se propone pero que no nos brinda mucho más que entretenimiento. En un momento en el cual el cine de superhéroes está completamente estancado, que muchas obras ya nos ofrecen más de lo mismo y la fórmula está más que agotada, este film no viene a ser la excepción. Los personajes son carismáticos y las escenas de acción están bien resueltas, pero no propone nada nuevo. Para los que la vean, sepan que tiene dos escenas post-créditos que no se pueden perder.
El año pasado Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, la dupla responsable de «Ready or Not» (2019) tomó las riendas de la nueva película de «Scream», para ofrecernos una buena mezcla entre la nostalgia por los queridos personajes de la saga y la introducción de una nueva generación para traspasar el mando de la historia, algo que se está volviendo cada vez más común dentro de la industria cinematográfica, con el objetivo de revivir ciertos éxitos. «Scream» supo reinventarse a base de una buena combinación entre nostalgia, nuevas ideas y seguir ahondando en su estilo característico de una manera creativa, donde explora un costado metadiscursivo y autoconsciente. En esta oportunidad tenemos una continuación que vuelve a dejarnos más que satisfechos con el resultado. Como bien se expresa en una escena del film, la secuela de la recuela nos ofrece escenas más espectaculares con muertes más sangrientas y creativas, no apto para personas impresionables pero sí para los amantes del slasher y el gore. El tono sigue mezclando el suspenso, el terror y la tensión con momentos de comedia, cuyos gags se cuelan cada vez más en el guion, con chistes inteligentes, ingeniosos y punzantes, con varios guiños al cine y a la cultura pop. Fue una buena decisión haber cambiado de escenario de un pueblo hacia una ciudad mucho más caótica y grande como lo es Nueva York, que tiene más población y lugares donde escaparse y esconderse. Acá se nota también la mayor escala que tiene la cinta. La escena del subte que podemos ver ya desde el tráiler es uno de los momentos más tensionantes del film. A pesar de que sigue una fórmula establecida por sus antecesoras, no es aburrida ni predecible. Siempre le encuentra una vuelta de tuerca final para sorprendernos e ir más allá de nuestros pensamientos. Tal vez por momentos puede ser un poco fantasiosa o buscar la manera de revivir a aquellos personajes que ya dábamos por muertos, pero también es parte de las reglas del juego. En cuanto al elenco, ya tuvimos el traspaso de mando durante la cinta anterior, por lo que tal vez se nota un poco la falta de Neve Campbell como Sidney por su peso narrativo, pero tampoco resulta tan necesaria para llevar adelante la historia. En su lugar toman más protagonismo Courtney Cox como Gale Wathers y Hayden Patteniere, quien regresa a su personaje Kirby. De todas maneras, y como señalamos previamente, los verdaderos protagonistas ahora son los más jóvenes. Melissa Barrera, Jenna Ortega (que viene de tener un presente espectacular laboralmente hablando con «Merlina»), Jasmin Savoy Brown y Mason Gooding, entre otros actores que se suman en esta ocasión. Todos se sienten creíbles, podemos empatizar con ellos y a la vez sospechar de sus intenciones y movimientos para descubrir quién es Ghostface en este caso. Todavía no está confirmado, pero se rumorea que habrá una continuación de esta franquicia, porque además su estreno tuvo muy buenos números. Una entrega como esta nos deja con ganas de ver qué más nos van a ofrecer, aunque su final nos da un vistazo y un adelanto de con qué podremos encontrarnos en un futuro. Una película que no decepciona, que va por más y que empieza a hacer de estos nuevos personajes un clásico.
Una de las nominadas a Mejor Película en los Oscars y una de las últimas en llegar al cine de nuestro país es «Ellas Hablan» («Women Talking»), película de Sarah Polley basada en la novela homónima de Miriam Toews escrita en 2018. La misma se inspira en hechos reales para contarnos la historia de un grupo de mujeres que integran una colonia religiosa y que tratan de reconciliarse con la fe tras haber sufrido una serie de agresiones sexuales. Es así como se juntarán las representantes de cada familia para tomar una decisión: quedarse y luchar o huir hacia otro destino. Si bien «Ellas Hablan» tiene muy buenas intenciones porque logra abordar temas importantes y necesarios como el abuso sexual, la religión, y el rol de los hombres y las mujeres de la sociedad, casi toda la película resulta ser una simple interacción entre un grupo de mujeres. Literalmente es lo que se nos cuenta en el título: mujeres hablando. No solo la puesta en escena se vuelve bastante teatral y monótona, sino que los diálogos por momentos son repetitivos, aunque plantean varios conceptos interesantes. Puede ser que este ritmo pausado y sin variaciones haga que la historia también se torne un poco aburrida. Por otro lado, se intercalan algunas imágenes que sugieren lo que les ocurrió a estas mujeres para brindarnos un contexto mayor, algo que tal vez las palabras no terminan diciendo por el dolor que eso conlleva. Está bueno que no le den todo servido al espectador y uno se pueda imaginar más allá de lo que nos cuentan. En cuanto a los aspectos técnicos, su fotografía es lo que más destaca porque resulta ser bastante particular. Va un poco de la mano de las sensaciones de estas mujeres, con colores opacos y sin brillo alguno. Es como un tono sepia constante. Las actuaciones de su elenco son muy buenas. Rooney Mara, Claire Foy y Jessie Buckley logran plasmar sus pensamientos sobre quedarse y luchar o decidir huir de aquella realidad con buenos y lógicos argumentos, como también los sentimientos que le provoca aquella situación. También Frances McDormand forma parte del film pero está bastante desaprovechada. Aparece solamente durante dos escenas sin hacer nada demasiado trascendental. Podría haber sido lo mismo si participaba o no, a pesar de oficiar también como productora. Ben Whishaw sirve como la contraparte masculina, que tiene poca voz y voto pero que muestra que los hombres también pueden ser de otra manera. En síntesis, «Ellas Hablan» es una película interesante, que nos permite reflexionar a base de conceptos bastante actuales e importantes, pero que podría haber sido mucho más dinámica para llegar de una mejor manera al público. Se destacan las interpretaciones de su elenco y lo que plantean pero puede ser un film un poco difícil de ver por su costado teatral y monótono.
En 2018 se estrenó «Searching», una película que se centra en un padre que busca a su hija desaparecida a través de su computadora y sus redes sociales. Una historia atrapante pero que además nos brindó una manera interesante de presentarnos la trama, utilizando varios recursos tecnológicos para plasmarla en pantalla. En una especie de secuela independiente, que utiliza las mismas formas pero que nos presenta personajes e historias diferentes, llegó a los cines la semana pasada «Desconectada» («Missing», en su título original), un film atractivo con una gran cantidad de giros impactantes y sorprendentes. La película sigue a June, una adolescente de 18 años cuya madre y su pareja se van a Colombia de vacaciones. Como cualquier joven, aprovecha la ausencia de adultos para divertirse y hacer fiestas. Sin embargo, cuando debe ir a buscar a su mamá al aeropuerto se da cuenta de que está desaparecida. Es así como hará lo posible para dar con ella antes de que sea demasiado tarde. Una de las cosas más atractivas de la película no es solo qué historia se cuenta sino cómo se la cuenta. En todo momento vemos lo que está sucediendo en pantalla a través de la computadora o el celular de la protagonista. Videollamadas con otras personas, chats con amigos, posteos en redes sociales, cámaras de vigilancia, son algunos de los recursos a los que recurren para presentar la trama de modo creativo y dinámico. El ritmo siempre se mantiene y en ningún momento se vuelve aburrida o monótona. A su vez, la historia también es interesante y va avanzando de buena manera con el correr del metraje. Tenemos varios giros impactantes gracias a los descubrimientos que va obteniendo la protagonista. Eso nos mantiene atrapados y nos sorprende. Además, permite profundizar en algunos temas serios y necesarios, que es mejor no adelantar para no arruinar la experiencia del espectador. Las actuaciones del elenco están logradas, principalmente la de su protagonista Storm Reid, quien está todo el tiempo en pantalla y consigue transmitir la desesperación, el asombro, y el miedo que siente al enterarse de la desaparición de su madre y al intentar encontrarla. El resto de los actores acompañan de buena manera. En síntesis, si bien sigue los pasos de su antecesora «Searching», «Missing» es una película que se destaca tanto por la historia que cuenta como por la forma en la que lo hace. Un film que atrapa desde el principio hasta el final, que propone una resolución a la altura a pesar de caer en algunos momentos un tanto espectaculares y que impacta al espectador de una buena manera.
El director de cine sueco, Ruben Östlund, vuelve al ruedo después de su galardonada «The Square» (2017), una película que a través del humor y la sátira realizaba una crítica social hacia el arte moderno contemporáneo. En este caso regresa con un film que trata temáticas similares y que también fue premiado con la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes. Además, recibió algunas nominaciones a los Golden Globes y Critics’ Choice Awards en esta próxima temporada de premios. «Triangle of Sadness» se centra en Carl y Yaya, una pareja de modelos e influencers, que luego de la Semana de la Moda son invitados a un yate en un crucero de lujo. Allí se encontrarán con otras personalidades ricas provenientes de distintos orígenes. Sin embargo, los eventos toman un giro inesperado y el equilibrio de poder se invierte cuando se levanta una tormenta que pone en peligro el confort de los pasajeros. Dividida en tres capítulos, «Triangle of Sadness» vuelve a analizar algunos de los temas que más le preocupan al director, como las diferencias entre las clases sociales, la ambición, la riqueza, el capitalismo/socialismo, el género, la moda y la superficialidad, entre otras cuestiones, a partir de un tono satírico y humorístico. Existen algunas situaciones bastante hilarantes, pero que además de divertirnos también nos permiten reflexionar sobre todas estas temáticas, mientras que hay otras un tanto asquerosas. Hacia el final la trama se siente un tanto pesada, y tal vez es una película que podría haber durado un poco menos, ya que tiene una duración de dos horas y media, pero de todas formas tiene un ritmo bastante ágil y dinámico, que nos va interiorizando en la vida de los distintos y excéntricos personajes. Los mismos están interpretados por caras no del todo conocidas, salvo por la participación de Woody Harrelson como el capitán del barco, pero todos funcionan muy bien al ponerse en la piel de estos protagonistas que se creen por encima del resto y que la mayoría consiguió su riqueza con decisiones moralmente cuestionables. Entre ellos existen algunos diálogos más que interesantes donde podemos ver su punto de vista y pensamientos. También los aspectos técnicos están bien realizados. Nos encontramos con una buena ambientación en cada una de las partes de la historia, sobresaliendo el apartado del yate donde se puede observar de una buena manera la lujuria y el exceso. Además, como siempre el director nos sorprende con sus planos y su estética bien cuidada. En síntesis, «Triangle of Sadness» es una sátira lograda que busca seguir ahondando en los temas sociales que más le preocupan al director. Nos propone una historia divertida, aunque un tanto extensa, donde el espectador se va a poder reír y reflexionar sobre distintas cuestiones ligadas al dinero y el estatus. Una sátira efectiva con un toque característico de Östlund.
La saturación de películas de superhéroes se sigue sintiendo, algo negativo no solo por la gran cantidad de producciones que salen todos los años y que incluso van perdiendo un poco su calidad (tanto técnica como narrativa) por la rapidez con la que tienen que estrenarse para mantener este ritmo, sino sobre todo porque no tenemos nada demasiado novedoso para mostrar. La semana pasada se estrenó «Ant-man and the Wasp: Quantumania», la tercera película de este personaje y la que sirve como el inicio de la fase 5 del Universo Cinematográfico de Marvel. En esta oportunidad, Scott Lang y Hope Van Dyne, junto a su hija Cassie, Hank Pym y Janet Van Dyne, van a explorar el Reino Cuántico, donde interactúan con extrañas criaturas y se embarcan en una aventura que va más allá de los límites de lo que creían posible. Es así como nos encontramos con un universo bastante llamativo, tanto a nivel visual como la construcción de un mundo nuevo con el que trabajar, pero también es algo que pudimos ver en otras obras de animación o ciencia ficción, con ciertas similitudes (por ejemplo nos remite bastante a «Un mundo extraño» por sus colores y exploración del lugar, que encima se estrenó hace muy poco y la tenemos presente; como también a otras producciones como «Star Wars» con un villano que crea un imperio y persigue a los protagonistas). Además, el guion se encarga de explicar cada paso que dan los personajes y de qué se trata este nuevo contexto, dejando poco lugar para la imaginación del espectador. Porque si bien el mundo cuántico no es tan sencillo, ya lo vimos en otras oportunidades y tampoco es tan necesario contar todo. De todas maneras, y a diferencia de por ejemplo «Black Panther: Wakanda Forever» que fue mucho más seria y reflexiva, en este caso tenemos muchas escenas de acción bien realizadas (aunque por momentos el CGI se note demasiado, sobre todo porque contamos con escenarios bastante fantásticos e irreales), como también bastante humor que rodea a los protagonistas y que caracteriza también a algunos nuevos personajes que se suman en esta oportunidad. Tal vez no existen esas escenas icónicas que hemos tenido en otras de sus películas, como la pelea en el tren de juguete o ese estilo de situaciones que eran muy creativas y aprovechaban bien las características del personaje, pero igualmente nos dejan satisfechos. «Ant-man» siempre fue un personaje bastante divertido, principalmente por el carisma de Paul Rudd, y el mismo continúa por este camino, al que se le suma también Kathryn Newton como la hija más adolescente de Scott, que le agrega frescura, gracia y rebeldía a la historia. También acompañan bien Evangeline Lilly, Michael Douglas y Michelle Pfeiffer. El villano Kang, interpretado por Jonathan Majors, está a la altura de las circunstancias y se siente invencible, poniendo en peligro a los protagonistas en todo momento, aunque a veces las soluciones que estos proponen pueden salirse un poco de lo verosímil o sentirse por simples. En síntesis, «Ant-man and the Wasp: Quantumania» es una película entretenida, que divierte a base de personajes carismáticos y buenas escenas de acción y comedia. Hoy por hoy es difícil pedir mucho más en un film de este estilo. Nota: No olvidar que existen dos escenas post créditos que sigue desarrollando y conectando esta historia con otras producciones de Marvel/Disney.