En 2016 tuvimos la oportunidad de enfrentarnos a una película de superhéroes distinta a las que veníamos viendo desde hace mucho tiempo. Ni tan oscura, ni con chistes naife o forzados, sino que se basó en la irreverencia de su personaje para atrapar a todo el público. “Deadpool” vuelve este jueves con su secuela, que se encuentra a la altura de su antecesora, con el mismo humor, una trama más “profunda”, más acción, más personajes, cameos sorprendentes y todo lo que se le puede pedir a un film de este estilo. En esta oportunidad, Deadpool va a tener que reunir a un grupo de mutantes para ayudarlo a proteger a un pequeño con poderes, quien será buscado por Cable, un soldado que viene del futuro, para matarlo por el camino oscuro que decidirá tomar. En esta nueva entrega nos encontramos con el mismo sentido del humor que nos divirtió y deslumbró en 2016. Todo lo que no se atreven o no pueden decir las películas de superhéroes, la autorreferencialidad, la ruptura de la cuarta pared, los chistes y las chicanas para todo el mundo (otros films de este estilo, a la compañía productora, al propio Ryan Reynolds, a otros actores o personajes, etc.) Nuevamente estamos frente a dos horas a pura risa, mediante una forma atrevida e irreverente de abordar temáticas polémicas como el abuso, el racismo o la pedofilia, de la cual la cinta sale airosa porque ya cruzó un límite sin retorno donde todo puede ser fuente primaria para una broma. Además de la gracia, “Deadpool 2” se permite ser un poco más sentimental y profunda que su antecesora, poniendo a su protagonista en situaciones complejas y decisivas. No solo tiene que dejarse llevar por su actitud traviesa, sino reflexionar sobre sus relaciones y su lugar en el mundo, obviamente siempre desde un costado divertido. Con respecto a la acción, en este caso tenemos varias escenas donde se desarrollan coreografías bien logradas, sobre todo durante los primeros encuentros entre Deadpool y Cable. Tal vez por momentos se abusa un poco de la utilización del CGI, pero incluso la propia película se burla de esto. La mayoría de los personajes conocidos en la primera entrega vuelven para la secuela, con una mayor internalización y un lugar más predominante, principalmente porque, si bien Deadpool sigue siendo el protagonista indiscutido, necesita de sus secuaces y amigos para poder llevar a cabo su misión. Asimismo, tenemos la incorporación de dos roles importantes dentro de la trama, como lo son Cable y Domino. Aunque no nos encontramos con un gran desarrollo de sus papeles, el pantallazo de su contexto sirve para comprender sus motivaciones y personalidades y dejar su impronta en la historia. En este sentido, se suman Josh Brolin (que viene de interpretar increíblemente a Thanos en “Avengers 3”) como Cable, Zazie Beetz (“Atlanta”) como Domino y Julian Dennison como el joven mutante Russell. Los tres aportan personajes muy diferentes y relevantes para la trama, realizados de una manera muy correcta. Brolin compone un papel muy duro y serio, mientras que Beetz brinda su frescura y naturalidad y Dennison su inocencia y fortaleza. De Ryan Reynolds ya no queda más nada por decir, nadie encarnaría mejor el papel de Deadpool que él. Si hay que mencionar algo que no funciona del todo o que genera un efecto ambiguo es el subtitulado del film. Durante varios pasajes nos encontramos con algunos diálogos que no concuerda lo que se dice con lo que se lee. La decisión principal es para adaptarlo a nuestra cultura y para tener un mayor impacto en los chistes (ya que probablemente estén basados en gente que no conozcamos o no tengan tanto sentido en el idioma original para nosotros), pero queda extraña esta discrepancia, provocando la distracción del espectador. De todas maneras, esto no impide que la cinta sea más que satisfactoria y que deje muy conformes a los fanáticos de Deadpool. El film consigue brindarnos todo lo que nos aportó su antecesora (su humor negro y atrevido, su originalidad, su violencia, sus secuencias de acción) pero además de repetir la fórmula le agrega la incorporación de buenos personajes que se amalgaman perfectamente al elenco, más sensibilidad y una trama con un mayor contenido. Bonus track: Y recuerden como siempre no irse del cine sin ver las escenas post-créditos que, si bien tal vez no haga tanto a la historia ni al adelanto de otra película en sí, los hará reír como nunca.
“Sexy por Accidente” se centra en Renee Bennett, una chica común y corriente que, como cualquier otra, vive sus días llena de inseguridades. Pero una caída cambiará su vida, ya que cuando despierte del golpe creerá que es la persona más hermosa del mundo, haciendo que su actitud esté liderada por una gran confianza en sí misma. La comedia protagonizada por Amy Schumer tiene muy buenas intenciones entre sus manos. Busca dejar un mensaje optimista en la sociedad, sobre todo en lo referente a la imagen de las mujeres, su baja autoestima, y el tratar de quererse a sí mismas a pesar de todos los defectos que se pueden tener, porque eso es lo que las hace humanas. Sin embargo, el camino que recorre es un tanto sinuoso, ya que para llegar a este final deseado pasa por una serie de situaciones algo contrapuestas a lo que se quiere probar. El único objetivo de la vida de la protagonista es ser linda, ser flaca y trabajar para un lugar de moda que comparte esa visión. Obviamente el arco dramático del personaje irá cambiando, como también lo harán las actitudes de la gente de su alrededor, para poder conseguir ese mensaje de autosuficiencia. Es decir, que se usan ciertos clichés para derribar estos mitos. Sin embargo, por momentos no se logra lo que se propone o se siente forzado, sobre todo teniendo en cuenta la personalidad que adopta con esta seguridad en sí misma, que la convierte en superficial, ya que solo le importa la imagen que muestra al mundo. Dejando de lado esta mirada un poco más profunda de la historia, “Sexy por Accidente” es una comedia que cumple con el objetivo de entretener a la audiencia. Por empezar, tiene muchos gags inteligentes, otros tal vez que caen en lugares comunes o escatológicos, pero que igualmente son efectivos para provocar la risa en los espectadores. Por ahí se podría haber explotado un poco más el talento de Schumer, una especialista en el género, pero de todas formas se encuentra muy bien en este papel de mujer acomplejada y la posterior Mrs. Alta Autoestima. A pesar de tener actores secundarios que acompañan de una buena manera a la protagonista (sobresaliendo Michelle Williams con una puesta de voz particular y muy graciosa), es ella quien se pone la película al hombro y lo que triunfa en el film es gracias a su carisma y actitud. Por otro lado, la música también se amalgama muy bien con la historia que se busca contar, con ritmos pop y divertidos, al igual que el vestuario, ya que la trama le da una gran importancia a la moda, con colores fuertes y un gran estilo. En síntesis, “Sexy por Accidente” es una comedia efectiva que consigue entretener y divertir al público gracias al carisma y a la gracia de su protagonista. Sin embargo, en cuanto al mensaje que se quiere brindar, la película se queda a mitad de camino al otorgar ideas cruzadas hasta llegar a la conclusión de la historia. Un film con buenas intenciones y un guion efectivo.
Si hablamos de Greg Berlanti, la primera asociación que hacemos del director, productor y guionista es con las series de televisión de superhéroes de DC como “Arrow”, “The Flash” o “Supergirl”. Pero también tiene una faceta que se encuentra en el otro extremo del género, las comedias románticas. En 2000 dirigió “The Broken Hearts Club: A Romantic Comedy”, sobre un grupo de chicos homosexuales que vive en West Holluwood, y en 2010 “Life as we know it”, film protagonizado por Katherine Heigl y Josh Duhamel. En esta línea, Berlanti vuelve a encarar una comedia romántica mezclada con un coming of age en “Yo Soy Simon”, una película que se centra en la vida de este protagonista que está transitando sus últimos días de la secundaria. Es un chico convencional, con una familia conformada por sus padres y su hermana menor, y tiene un grupo de amigos muy tradicional. Pero esconde un secreto que comienza a salir a la luz cuando, anónimamente, alguien de la escuela revela en un blog que es gay. Simon lo contactará, provocando una apertura nunca antes experimentada, haciendo que sus días cambien para siempre. Desde el primer momento podemos asegurar que con “Yo Soy Simon” estamos ante una hermosa adaptación del libro homónimo de Becky Albertalli (2015). Si bien aborda una temática tratada en varias oportunidades, se lo hace de una manera muy fresca y natural. Gran parte de este acierto tiene que ver con el guion, a cargo de los escritores de la serie “This Is Us”, un producto dramático muy efectivo que mezcla las desgracias humanas con una mirada a la belleza de la vida misma y a las oportunidades. En este caso se busca la misma forma de tratar la exploración de la sexualidad de Simon, porque aunque existan personajes que reaccionen de manera negativa a su identidad, la mayoría de ellos muestra una gran comprensión y afecto por su liberación. Un poco lo que pasa con la misma sociedad en la actualidad. Asimismo, la película no cae en ningún momento en golpes bajos, sino que busca priorizar la comedia para abordar el argumento, sin dejar la seriedad del tema de lado. De todos modos, tenemos instantes emotivos, que vienen sobre todo de las acciones románticas y sentimentales de los personajes, sobresaliendo la ternura más que la tristeza. Además, se le agrega el ingrediente del misterio, ya que Simon está en la constante búsqueda de la identidad de su amor secreto, adhiriéndole un elemento de intriga más atractivo y atrapante a la historia. Los papeles están muy bien definidos y desarrollados a lo largo de la trama. Nos encontramos con personajes que muestran una gran amplitud de matices, que van desde el protagonista hasta los roles secundarios. Nadie tiene la clave para hacer las cosas bien y las equivocaciones están a la orden del día. En este sentido, hay que destacar también al gran elenco que interpreta a dichos personajes, con el liderazgo de Nick Robinson que nos presenta a un Simon perfecto, con una sensibilidad, ternura y bondad, pero que también por querer mantener un status quo se verá obligado a realizar acciones de las que no se sentirá orgulloso. Lo acompañan de una muy buena manera los tres amigos en los roles secundarios, aportando distintas personalidades e historias, incluso Katherine Langford contribuye con sus vivencias adquiridas en la serie “13 Reasons Why”, un coming of age igual de poderoso y efectivo. Lo mismo ocurre con los adultos, Jennifer Gardner, Josh Duhamel y Tony Hale, quienes brindan su experiencia al film entre tantos jóvenes que dan sus primeros pasos. La música, la ambientación y la vestimenta generan el clima propicio para que se desarrolle la trama, priorizando los colores cálidos y el contexto de hogar y armonía. No observamos atmósferas hostiles dentro del film. En síntesis, “Yo Soy Simon” representa un muy atinado coming of age, el cual aborda el despertar sexual y una constante búsqueda de identidad a partir de una manera fresca e inteligente. El film logra crear momentos divertidos y emotivos a partir de personajes profundos que generarán una rápida empatía con el espectador, pero que le darán los matices necesarios para brindarle una mayor veracidad y naturalidad al relato. Una historia que atrapa por su ternura y calidez, sus mensajes positivos y optimistas, y un elenco que sabe llevar adelante un guion preciso y sólido.
Frida es una niña de seis años que recientemente perdió a su madre y tendrá que vivir el primer verano con su familia adoptiva, aunque no por eso desconocida, ya que está conformada por sus tíos y su prima. La adaptación de la pequeña a un nuevo entorno y el aprendizaje de los padres que deberán conocer los gustos y sentimientos de la protagonista, son algunas de las temáticas que aborda “Verano 1993″ (“Estiu 1993”). La historia es tan real como intimista, las relaciones y situaciones fluyen como si se trataran de la vida cotidiana de cualquier persona. Y mucho de ello puede recaer en que está basada en la propia infancia de la directora Carla Simón, quien sentía la necesidad de explorar y entender con mayor profundización lo que le sucedió cuando era chica, descubriendo las miradas de quienes la rodearon. La cinta está contada desde el punto de vista de Frida y es por eso que los espectadores saben lo mismo que ella, abordando sus miedos, sus malos comportamientos, sus pequeños momentos de felicidad, sus frustraciones y todos los sentimientos por los que puede pasar una niña de seis años que quedó huérfana y tiene que cambiar de entorno. Poco a poco se nos van revelando detalles de la trama, pero siempre a partir de la mirada de Frida. La naturalidad del relato se logra a través de la gran labor de los actores Bruna Cusí, David Verdaguer y Laia Artigas, sobre todo de esta última que, a su corta edad, realiza un performance reveladora. A pesar de tener un argumento fuerte y crudo, “Verano 1993” no busca en ningún momento caer en golpes bajos ni lograr la lágrima fácil. De hecho, la película se inclina más por el intento de salir a flote, de conocer y adaptarse a nuevas situaciones. Pero como la historia lo merece, existe un espacio para la incertidumbre, la incomprensión y el dolor. En síntesis, “Verano 1993” explora la pérdida y el sufrimiento desde el punto de vista de una niña de seis años, edad en la cual todavía existen muchos temas y situaciones que no se terminan de entender, pero que Frida deberá enfrentarlos. Con una gran naturalidad y fluidez, la cinta no busca caer en golpes bajos y es así como terminará cautivando a los espectadores.
Desde hace algunos años, la periodista de policiales Florencia Etcheves se dedica a escribir novelas del mismo género. Comenzó con “La Virgen en tus Ojos” (2012), siguió con “La Hija del Campeón” (2014), y “Cornelia” (2016) fue su tercer libro, antes de “Errante” (2018), el cual publicó hace unas semanas. Antes de hacer una comparación entre “Cornelia” y su adaptación cinematográfica que llegó este abril bajo el nombre de “Perdida”, hay que tener en cuenta que si bien estamos ante una historia individual y autoconclusiva, la misma pertenece a un universo compartido de todas las novelas de la autora. Manuela Pelari, la protagonista, es una policía que acompaña y ayuda a Francisco Juánez, el detective encargado de investigar cada caso propuesto. Es decir, que lo ideal es leer los libros en orden para poder entender los guiños que aparecen en esta trama. Particularmente, “Cornelia” se centra en un viaje de estudios que realizan cinco adolescentes junto a su profesora a El Paraje, un pueblo en el sur, que se vio perjudicado por la explosión de un volcán y cuyos habitantes tuvieron que rebuscarselas para sobrevivir. Una noche, las jóvenes se escapan para ir a bailar con el hijo de la dueña del hotel, pero solamente cuatro vuelven y no se sabrá más nada de Cornelia. Años después, se realiza una misa en nombre de la desaparecida y frente a la sospecha de una nueva línea de investigación, Manuela Pelari, ex compañera de Cornelia, decide reabrir el caso e indagar por su cuenta. Luego de leer el libro y de ver la película, nos encontramos con que “Cornelia” y “Perdida” tienen varias diferencias, algunas de ellas sustanciales. En primer lugar, podemos decir que la cinta busca contar los hechos de una manera más simplificada, sin dejar de lado los giros del final, pero tal vez el film peca de no entregar toda la información al espectador que sí tenemos profundamente desarrollada en la novela. Claramente es difícil adaptar un libro en menos de dos horas de largometraje, sobre todo si tenemos en cuenta este hecho de que es el tercero de un universo bien amalgamado. Es así como personajes esenciales como Francisco Juánez no tienen lugar en esta historia. Probablemente esta sea una de las grandes pérdidas que tiene la cinta, ya que a partir del segundo acto este personaje toma un rol protagónico y hace que los hechos avancen, de modo que en la película deben hacerlos otros papeles secundarios o la misma protagonista tiene que justificar nuevas motivaciones para hacer que se realicen las acciones. Por otro lado, esta simplificación de la trama hace que se omita uno de los giros más importantes del libro, que también genera que el argumento vire hacia otro camino, que la cinta no toma en un primer lugar, y no consigue tener esa fuerza que caracteriza a la novela. Y cuando lo hace, no le dan el mismo lugar ni tiempo en pantalla. En cuanto a los personajes secundarios, existen algunos muy interesantes como Alina o la Fantasma, que están mejor desarrollados y/o profundizados en la novela. Si nos quedamos solo con la adaptación, tal vez no entendamos bien la relación que tienen con otros protagonistas o su importancia dentro de la investigación. Ambos tienen un rol fundamental, que no están tan aprovechados en la película. Con respecto a los giros finales, en ambos casos tenemos resoluciones sorprendentes (tal vez en el film sea un poco más previsible por la carencia de tantos personajes fuertes) que impactan al espectador con un rebuscado desenlace. En el largometraje también tenemos la sensación de algunas incoherencias o inverosimilitudes, como el tratamiento sobre la corrupción dentro de la policía, que no fue abordado anteriormente y de la nada aparece dicha trama, o la identidad de un personaje que no termina de cerrar. Nuevamente mucho tiene que ver con el hecho de quitar las cuestiones más elaboradas de la trama o ciertos personajes que servían como hilo conductor o elemento clave para cerrar esos cabos sueltos. ¿Esto hace que “Perdida” sea una mala película? Seguramente para quienes no hayan leído el libro previamente, muchas de estas cuestiones no se noten, sino que quede esa simple sensación de cabos sueltos, falta de veracidad en ciertos pasajes, falta de información o profundización en algunos personajes. De todas maneras, la cinta logra generar ese clima tensionante propicio para que se desarrolle una temática compleja como la trata de blancas, a partir de una gran fotografía (sobre todo los momentos en el sur) y una buena banda sonora. En cuanto al elenco, Luisana Lopilato interpreta a Pelari, demostrando una nueva faceta dramática en ella que no habíamos visto previamente. Si bien existen algunos instantes poco convincentes, en general, realiza un buen trabajo. Lo mismo ocurre con el resto del elenco, con un óptimo trabajo de Amaia Salamanca (el hecho de que su personaje sea española hace un poco de ruido), Nicolás Furtado, Rafael Spregelburd, Oriana Sabatini. También ocurre que algunos actores o actrices tuvieron que lidiar con estos personajes más desdibujados que en el libro tenían mayores fortalezas. Es difícil que una película pueda igualar o superar a su obra original. En este caso, “Perdida” hace una buena labor para presentar una historia atrapante, fuerte, que impacta al espectador a través de su temática y clima propuesto. Sin embargo, en comparación con la novela, falla a la hora de simplificar la trama y de omitir ciertos giros y personajes importantes (y de sacarle mérito a otros), que le podrían haber otorgado una mayor riqueza al argumento.
Anne y Bob son un matrimonio de americanos que se instalaron en París. Como celebración, decidieron llevar a cabo una cena con miembros de la alta sociedad americana, parisina y londinense. Pero con la aparición del hijo de Bob, y el hecho de tener trece invitados (un número no muy querido por la anfitriona), Anne quiere añadir un cubierto más. Es así como la víctima será María, una de sus empleadas domésticas, quien deberá componer a una española rica. En vez de pasar desapercibida como le ordenaron, un marchante de arte inglés se encariña con ella y Anne buscará todas las maneras posibles por interponerse en su camino. Así comienza “Madame”, una película protagonizada por Rossy de Palma, Toni Collette y Harvey Kittel, cuya primera parte es ingeniosa pero que se va desinflando a medida que pasan los minutos. Si bien nos encontramos con una trama inspirada en “La Cenicienta”, algo bastante visto en el cine, la directora y guionista se la rebuscó para traernos una historia fresca y cómica, donde una criada debe hacerse pasar por una mujer rica y poderosa para ayudar a su madame. Sin dudas que el fuerte del relato recae en la gracia de Rossy de Palma (ex chica Almodóvar, que participó en films como “Mujeres al borde de un ataque de nervios” o “La flor de mi secreto”), quien compone a una María que, a pesar de las órdenes, tiene aspiraciones y deseos que son más fuertes de lo impuesto. Acompañan de una muy buena manera Collette y Kittel, destacándose sobre todo la actriz que logra ofrecer un personaje malvado, envidioso y seco. Es muy atractiva la química que se da en el enfrentamiento entre las dos mujeres como si de un duelo actoral se tratara. Sin embargo, a medida que se desarrolla el argumento, se va diluyendo un poco el interés del público, que no encuentra giros muy pronunciados. Sabemos que la mentira de que María no es una mujer rica, sino una impostora, en algún momento debe explotar, pero cuando lo hace no se le da la importancia que merece ni genera ningún tipo de escándalo. Incluso el final no es lo que el público espera, pero no de una manera positivamente sorpresiva, sino que deja un gusto amargo; es una conclusión un poco sosa, brusca y arcaica. Tal vez sea original, ya que las comedias generalmente no terminan de esa forma, pero no se siente armónico con respecto a lo que se venía viendo. Además del argumento central, existen una serie de subtramas, como las historias de amor paralelas y fueras del matrimonio, la carrera frustrada del hijo de Bob, la aparente crisis económica de la familia), pero no tienen mucho peso por sí mismas. Intentan darle un mayor desarrollo a los personajes, pero no se consigue, sino que todo el eje está puesto en María y su relación con David, como también los intentos de Anne por separar a los recientes tórtolos. En cuanto a los aspectos técnicos, se destaca la fotografía con colores vívidos y una buena ambientación de París. La banda sonora acompaña de una manera amena y divertida. En síntesis, “Madame” nos propone una crítica a las clases altas, a la servidumbre y a la superficialidad, a partir de una historia fresca y divertida. Con su punto alto puesto en la composición de sus actrices, el film va decayendo con el correr del relato, generándonos una sensación de que no consiguieron un final apropiado para la trama. Una idea interesante que se queda a mitad de camino.
En 2012, una película paraguaya sorprendió convirtiéndose en la más taquillera de su país. Se trató de “7 cajas”, un thriller intenso que abordaba la crisis social y económica del lugar a través de situaciones frenéticas y personajes marginales. Este jueves los mismos directores se presentan nuevamente en los cines argentinos con “Los Buscadores”, donde viran al género de la comedia, pero continúan manteniendo su esencia de crítica popular. “Los Buscadores” se centra en la leyenda de la plata yvyguy, un tesoro escondido luego de la Guerra de la Triple Alianza en distintos sitios de Paraguay. Desde entonces hasta la actualidad, muchos hombres se dedicaron a buscarlo, pero la mayoría quedó en el camino. Todo comienza cuando Manu hereda un libro viejo de su abuelo, el cual contiene un mapa. Es así como se embarcará en una aventura con su amigo Fito y un vecino y antiguo buscador, Don Elio, con el objetivo de hacerse millonarios y cambiar su situación financiera. Como señalábamos en un principio, si bien los directores incursionaron ahora en una comedia, al igual que en “7 cajas” presentan personajes marginales que viven en condiciones económicas precarias y que buscan una solución simple para acabar con sus problemas (aunque esta aparente sencillez se convierta luego en una gran dificultad). Todos los roles tienen una motivación clara por la que quieren conseguir su salvación y su existencia está muy bien justificada narrativamente. Hasta el papel más pequeño está correctamente desarrollado y si bien tal vez no todos presentan una gran contextualización o una historia tan profundizada, logran generar empatía rápidamente con el espectador. Incluso muchos de los secundarios son los que tienen las mejores líneas, pero en general son todos muy divertidos. Esto también tiene que ver con la buena composición de sus actores y la ingeniosa escritura del guión. Nos encontramos con un justo equilibrio entre la comedia, la aventura y el suspenso. Desde el comienzo hasta el final se presentan situaciones muy divertidas y gags inteligentes que entretendrán al público y lo harán reír en todo momento. Los personajes principales irán tras distintas pistas con un ritmo muy dinámico, acompañado por una atinada música y recursos sonoros efectivos para cada escena. En cuanto a los aspectos técnicos, “Los Buscadores” tiene una correcta fotografía, con una utilización de colores fuertes, que predominan en los espacios abiertos. No nos encontramos con una gran variedad de locaciones, tal vez algo necesario para la aventura, pero esta acotación de lugares hace que el relato sea aún más ágil. No tenemos desplazamientos eternos (en una sola oportunidad salen del pueblo), sino que todo se desarrolla en sitios cercanos a los protagonistas. Por otro lado, se destaca la utilización de la cámara en varias ocasiones, con algunos planos interesantes y todos los tipos de ángulos que puede ofrecer el cine (cenital, picado, contrapicado), sin caer en un abuso de estos recursos. En síntesis, Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori vuelven a entregarnos una historia muy entretenida, en este caso enmarcado en el género de la comedia, con personajes entrañables con motivaciones válidas y humanas. Un guion con buenos giros y gags divertidos hará que el público tenga un buen momento en el cine. Es de esos films que nos hacen reír y luego reflexionar acerca de las situaciones complejas por las que atraviesan los protagonistas.
Los Hermanos Karaoke es un dúo vocal que se presenta en distintos shows ya establecidos para difundir su música (cuatro canciones de otros artistas, pero realizadas bajo su propia impronta; es decir, covers). Todo comienza cuando Mía y Simon se embarcan hacia un pueblo de la Patagonia para cantar en una Cena Show el 24 de diciembre. Para no pagar la estadía en un hotel, buscan un camping, pero en el camino se encontrarán con Alan, una especie de empresario chamánico con extraños conocimientos de marketing y espiritualidad, que les provocará un drástico cambio en su carrera. Dirigida por la productora argentina Cine Hummus, colectivo conformado por Agustín Gregori, Bernardo Francese e Ignacio Laxalde en 2004, “Los Hermanos Karaoke” nos ofrece una comedia absurda para aquellos amantes de ese género. El film nos presenta personajes extraños con motivaciones claras que se irán transformando a medida que avanza el relato con la mera intervención de Alan. Él pondrá en jaque todo lo conocido y realizado por los protagonistas, algo que generará por un lado un camino hacia el autoconocimiento y, por el otro, un quiebre en la relación del dúo. Lo más interesante y original de la cinta reside en este punto, en la utilización del marketing, sus conceptos y terminologías, no solo para cuestionar sus prácticas laborales, sino también su comportamiento personal para llevarlo a un plano espiritual. En cuanto a los aspectos técnicos, la música también es uno de los elementos centrales de la película, la cual acompaña de una buena manera a una trama absurda, y que genera a la vez suspenso y alegría. De todas maneras, algunos recursos sonoros se sienten un poco abusados por momentos. Por el lado de la ambientación, se destacan los escenarios naturales del film. La mayoría de las acciones se desarrollan en el exterior, influyendo en el humor de los personajes y avalando esa especie de experiencia catártica propuesta. Sin embargo, algunas de las escenas se notan un poco cortadas, comienzan y terminan de una manera un tanto brusca. A pesar de la corta duración del largometraje (poco más de una hora), “Los Hermanos Karaoke” presenta un ritmo un poco lento. La historia es bastante simple pero se siente un poco estirada en su segundo acto, donde se reiteran las situaciones que deben vivir los protagonistas. En síntesis, a pesar de los puntos positivos y de aquellos cabos más flojos de “Los Hermanos Karaoke”, hay que tener en cuenta que no es una película para todos, sino solamente para quienes disfrutan de historias absurdas y carentes de un sentido convencional, donde los personajes se exponen a situaciones hilarantes y transformadoras para su vida profesional y personal. Una trama diferente de autoconocimiento y amor.
La educación es uno de los pilares más importantes de la vida de una persona. Sin ella nadie podría desempeñarse siquiera en sus actividades diarias. Pero no siempre las enseñanzas provienen de las currículas convencionales, donde los chicos aprenden matemática o literatura, sino que muchas veces lo más rico se encuentra en el debate y el cuestionamiento de ciertos parámetros establecidos para que las personas puedan abrir sus mentes sin prejuicios y pensar de otra manera. También es conocer para poder luchar por los derechos y en muchos casos los colegios ordinarios no proponen esto. Para ello están las escuelas populares, donde gente de todas las edades se junta bajo un mismo lema y propósito. En este contexto se enmarca “La Educación en Movimiento”, un documental realizado por Malena Noguer y Martín Ferrari, quienes vienen de un ámbito más social que audiovisual. Los autores decidieron tomar distintos países como eje para mostrar cómo se vive la educación popular en América Latina. Es así como nos interiorizamos acerca de la situación en Brasil, Argentina, Colombia, Bolivia y Ecuador, donde distintas organizaciones se convocan para tratar temáticas importantes sobre los pueblos originarios, el medio ambiente, el valor de la tierra propia, el rol de la mujer. Pero que no se quedan únicamente en el debate o el aprendizaje sino que buscan realizar algo con esto, provocar algún tipo de acción y reacción en los demás. Esta mezcla de la educación con los pueblos originarios, la política, los movimientos sociales, la importancia del campo y lo agrario y la posición de la mujer, se trata a través de entrevistas a distintos miembros de las organizaciones (algunos participantes y otros responsables) e imágenes tomadas en dichos lugares. Pero no se plasman los diálogos como si fueran charlas sino más bien como una voz en off que cuenta el relato. Los directores son meros observadores, se limitan a mostrar una realidad más que imponer un juicio de valor. Es así como el espectador podrá sacar sus propias conclusiones a partir de estas nuevas maneras de educación que se presentan. Con la introducción del documental no llegamos a dilucidar bien qué territorios se van a tratar, porque vemos imágenes de muchos de ellos todos juntos, pero con el correr del relato esto se va ordenando de una buena manera. A pesar de que se sienta como un abordaje de muchas temáticas y muchos países en tan solo hora y media, se presenta un equilibrio de información de cada lugar como para tener un pantallazo del mismo con una profundidad suficiente como para que el mensaje se transmita. Para la transición de un sitio a otro se utilizan animaciones dinámicas y bien realizadas. En síntesis, con “La Educación en Movimiento” el espectador se puede informar acerca de una temática no tan tratada en la pantalla grande de una forma dinámica. Esto se debe a que se toman distintos países de Latinoamérica para mostrar la situación en cada lugar, brindando la información justa y necesaria para conocer sobre el tema sin abrumar con tantos datos. A partir del documental podemos tener un acercamiento a una enseñanza planteada de una forma diferente y poco convencional, pero que se siente con mucho esfuerzo y lucha detrás. A pesar de que surgen como una forma de solución frente a carencias de las escuelas sistemáticas, se proponen como una alternativa integral, combatiente y que deja cambios positivos en sus miembros y en la sociedad en general.
El director Nelson Carlo de los Santos Arias se presentó hace dos años en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con “Santa Teresa y Otras Historias” (2015), film que le valió un galardón al Mejor Guion. El año pasado volvió con “Cocote”, una película que cuenta la historia de Alberto, un jardinero de una familia adinerada de la ciudad, que regresa a su pueblo natal al enterarse de que su padre falleció. Y ahora llega a la Sala Leopoldo Lugones con ocho únicas funciones. Cuando Alberto llega a su hogar, se da cuenta de que su papá murió hace un mes a manos de un poderoso teniente de la zona por contraer deudas y que su familia lo convocó para realizar una serie de ritos con los que él no está del todo de acuerdo. Además, una de sus hermanas esperará que vengue a su progenitor. “Cocote” nos muestra de una manera no convencional cómo es la cultura de República Dominicana (a través de paisajes y conversaciones) y cuáles son los ritos que se realizan luego del fallecimiento de un ser querido. Aquí nos encontraremos con mucha música presente, elemento que significa una especie de catarsis para los asistentes. Asimismo, la temática religiosa será abordada de manera exhaustiva, sobre todo contraponiendo la fe del protagonista con las creencias (o descreencias) de su familia, un valor que pondrá en jaque a los implicados y servirá como un conflicto para dividirlos. De todas maneras, nos topamos con ciertos hechos que no se condicen con lo que venía ocurriendo en la trama, haciendo que se generen algunas incongruencias en el guion y cambien un poco la personalidad del protagonista, que tenía una posición determinada y de un momento a otro ésta se modificó. En relación a las cuestiones técnicas, existe un cambio constante del color al blanco y negro y de la relación de aspecto para presentar las imágenes de una escena a la otra, sin una razón narrativa aparente, pero con una decisión estética marcada. En síntesis, “Cocote” es un buen reflejo de la cultura dominicana, de sus creencias, rituales, violencia, aunque por instantes se sientan extensos los momentos en los cuales se abordan estas cuestiones. Con una estética interesante, existen ciertos aspectos del guion que no permiten que la película impacte de una mayor manera.