Las películas deportivas tienen la ventaja de poder ilustrar visualmente cómo la competencia puede sacar lo peor y lo mejor de nosotros. La ambición, el ego, y la actitud que tomamos ante la victoria y la derrota. Con esto en cuenta, Borg McEnroe viene a narrarnos un momento crucial de dos figuras insoslayables de la historia del deporte. Jugá tu Tenis: Es 1980 y el tenista sueco Bjorn Borg está cerca de ganar su quinto título consecutivo en Wimbledon. Lo único que se interpone entre él y esa hazaña es el norteamericano John McEnroe. Con este evento como punto de partida, se profundizará no solo en el torneo, sino en las intimidades y el pasado fuera de la cancha que moldearon a estas dos figuras hacia este momento decisivo. El guion de Borg McEnroe es directo, sencillo y sin vueltas; si sabés la historia no te va a dejar muchas sorpresas. No obstante, a pesar de la inevitable predictibilidad, gana puntos por su efectivo desarrollo de personajes. La película los introduce como dos polos opuestos, pero va hacia atrás en el tiempo para ilustrar que no son tan diferentes como uno piensa. A ambos los motiva lo mismo, y ambos cometieron y/o cometen los mismos errores. Hay un tema recurrente en esta película y es reiterado varias veces por Borg: “Jugar tu Tenis”. No al tenis, sino tu tenis. Hacer la tuya, jugar tu juego, las presiones y las críticas de los de afuera no cuentan. Si bien hay un deseo enorme de competir de parte de los dos, es cómo Borg aplica esta filosofía y cómo la aprende McEnroe lo que hace la diferencia y le otorga consistencia al film. En materia actoral, Sverrir Gudnason entrega una interpretación prolija como Borg. Shia LaBeouf está camino a la redención de sus faltas con su construcción de McEnroe. No obstante, la nota alta en este apartado se la lleva sin lugar a dudas Stellan Skarsgard, al dar vida al entrenador de Borg. El apartado técnico es prolijo, con una fotografía eficiente y una dirección de arte detallada. Ambas piloteadas por una dirección que tiene su logro máximo en el tercer acto, durante la final del campeonato. El montaje, la puesta en escena y la interpretación, consiguen tensionar al espectador como si estuviera experimentando la final del torneo en ese mismo momento, a la par de los personajes y estrictamente desde su punto de vista. Si eso no es buena dirección, no sé qué lo será. Conclusión: Borg McEnroe es una película prolija a nivel visual y actoral que trata de compensar la predictibilidad de su historia con un medido trabajo a nivel desarrollo de personaje, y un desenlace hecho con clara maestría técnica. Seas versado o no en la historia del tenis, si la elegís puede que no te decepcione. P.D.: Invito a cualquiera que haya visto la película y haya leído los textos que cuentan lo que pasó después del torneo, que me diga si no le parece que ahí hay una película que nos gustaría ver.
Lucas Figueroa es un nombre prominente por haber realizado un cortometraje, Porque hay cosas que nunca se olvidan, que entró en 2011 en el Libro Guinness de los Records Mundiales por ser el corto con mayor cantidad de galardones obtenidos. Esto derivó a que en 2013 debute en la dirección con la producción española Viral. Retiro Voluntario es su segunda película. Dos Hombres en Pugna: Javier, un empresario español radicado en Buenos Aires, debe hacer lo que sea para evitar que una cantidad considerable de empleados a su cargo sean despedidos a causa de unos recortes presupuestarios. Tarea nada fácil no solo por la envergadura del desafío, sino porque debe lidiar con un hombre que está dispuesto a hacerle la vida imposible, ya que perdió una entrevista de trabajo a causa de un cruce que tuvo con Javier. El guion de Retiro Voluntario es rico en sendos obstáculos para sus protagonistas, pero tiene el serio problema de no lograr que el espectador se preocupe por lo que le pasa a los personajes. Los presenta en su entorno y va derecho al conflicto, sin escalas. No se molesta en presentar con profundidad o claridad las fallas de carácter que el conflicto principal pondrá a prueba. Por otro lado, cuando el guion decide presentarlas es ya muy avanzado el metraje y, por una cuestión de contexto de las escenas, resulta forzado y explicativo. Hay un chiste recurrente en el cual los personajes españoles tratan de congraciarse con la comunidad argentina, utilizando coloquialismos típicos nuestros. En honor a la verdad, es el equivalente de enseñarle a un extranjero una vulgaridad local para ver cómo aprende a usarla. Es algo que da risas momentáneamente, pero no ayuda a que la historia avance o siquiera que el gesto quede lo suficiente en la memoria del espectador. En materia actoral, tanto Imanol Arias como Darío Grandinetti prueban ser competentes en los personajes que les tocaron componer, adjetivo también aplicable a la química que hay entre ellos. Si no llegan a brillar del todo es porque el guion no les dio la suficiente materia prima con la que trabajar. Luis Luque entrega los pocos momentos verdaderamente hilarantes de la cinta, aunque de tanto en tanto exagere un poco. Hugo Silva hace lo que puede y Miguel Ángel Solá es desaprovechado en un papel que podían habérselo escrito con más sustancia. El apartado técnico es bastante prolijo, en materia fotografía y montaje. La dirección de arte destaca un poco más al ilustrar con eficiencia el contraste entre el elegante pasar del mundo que habita el personaje de Imanol Arias y el pasar más rústico del personaje de Grandinetti. Conclusión: Aunque tiene labores interpretativas y técnicas bastante prolijas, Retiro Voluntario se queda corta en su objetivo por no solidificar lo suficiente el punto de partida de sus personajes. Esto trae como resultado que su estructura narrativa sea percibida como una concatenación de chistes entre dos personajes, sin otra profundidad que la diferencia de clase que los separa.
El deseo en un personaje es algo fundamental para que una historia avance, pero si a eso le sumamos las limitaciones morales que puede tener ante lo que debe hacer para cumplirlo, tenemos el potencial para una buena historia. Una Especie de Familia es consciente de ello y lo sabe explotar. El suplicio de una madre adoptiva: Malena, una médica, viaja al interior del país con el motivo de recibir al bebé que adoptará de una familia carenciada. No obstante, crítica de una especie de familiauna vez producido el nacimiento, Malena deberá sobrellevar sendos obstáculos que pondrán a prueba las limitaciones morales de su deseo de ser madre. El guión de Una Especie de Familia es casi sólido, clásico incluso. Se trata de una protagonista capaz de hacer lo que sea con tal de obtener su meta, y no deja de encontrar obstáculos tan complejos como inesperados en su camino a alcanzarla. Esto plantea en el espectador una preocupación constante por saber cómo la protagonista sorteará el problema. Tan sencillo como eso, tan obvio como eso, pero lo destaco ya que es olvidado a menudo en muchas propuestas nacionales. Por otro lado es temáticamente innovadora, porque si bien toma como punto de partida el deseo de ser madre, el acento está más puesto en la necesidad de que la crianza de ese hijo no esté fundada sobre una mentira. Entonces ¿por qué “casi”, si todo parece estar en regla? A riesgo de sonar demasiado exigente, estoy obligado a señalar que iniciado el segundo acto, en una escena específica, la superación de uno de los obstáculos no nace de una acción directa de la protagonista. La única y minúscula falla en lo que es, como un todo, un relato bien armado y bien desarrollado en sus distintos frentes. En materia técnica, la película cuenta con una prolija fotografía y una notable dirección de arte que se vale de los colores lisos y saturados; verdes y azules en particular. Si tomamos en cuenta las limitaciones del contexto en el que se movían, el gesto es doblemente destacado. En materia actoral, Barbara Lennie desarrolla con gran determinación y sensibilidad el papel protagónico depositado en ella. Claudio Tolcachir prueba ser un digno acompañamiento en el papel del marido de la protagonista. Daniel Aráoz sorprende con su caracterización del médico que ayuda al personaje de Lennie con la adopción: la sobriedad y compenetración con su personaje son una evolución notable respecto del registro en el que es costumbre ver al actor. Conclusión: Una Especie de Familia es una narración tan competente como fluida, que tiene al espectador en constante curiosidad de saber qué es lo que va a pasar después. Si a esto le sumamos la sutileza con la que entreteje su tema en la estructura narrativa, y el apoyo que la historia recibe de una conmovedora labor del plantel actoral, el resultado es una película recomendable.
Samuel L. Jackson y Ryan Reynolds se ganaron un lugar destacado como figuras del cine de acción, que recientemente (y en gran parte gracias al Universo Cinematográfico Marvel) ha tenido a la comedia como un necesario soporte. ¿Qué podría suceder si ponemos a estos dos intérpretes en una propuesta que (se supone) tiene a ambos géneros al frente de todo? Esto es lo que viene a contestar Duro de Cuidar. ¿Y dónde está el Guardaespaldas? Michael Bryce es un guardaespaldas que no está pasando por su mejor momento profesional, pero se le presenta una oportunidad de volver a las grandes ligas cuando su ex-novia, agente de la Interpol, le pide que escolte al asesino a sueldo Darius Kincaid al tribunal de La Haya, para que testifique en contra de un dictador bielorruso. Los problemas surgirán dado que dicho dictador tiene compradas a gran parte de las fuerzas policiales europeas, sumado al hecho de que Michael y Darius tienen una rivalidad profesional que hará que no pocas veces se saquen chispas. Duro de Cuidar se vende como una comedia de acción, pero, en honor a la verdad, la acción funciona al 100% mientras que la comedia solo lo hace al 50%; las escenas de acción son eficientes, pero no todos los momentos cómicos funcionan como deberían. Debe destacarse que la película utiliza el flashback de un modo peculiar. Habitualmente elegir este recurso, teniendo el segundo acto en marcha, delata una escritura perezosa. Sin embargo, el guión le encuentra una vuelta cómica que nos permite conocer más a fondo a los personajes aunque -hilando más fino y mirando en retrospectiva- no sumen mucho al avance de la historia. Si tengo dos errores concretos que achacarle a la película, es que ocasionalmente desvía exageradamente su tono,y a medida que se acercan al desenlace el metraje se estira innecesariamente con escenas de relleno. Para profundizar en el problema del tono, al mismo lo tenemos perfectamente manifestado en el villano que encarna Gary Oldman. A los 10 minutos de película demuestra su nivel como antagonista matando a una mujer y a un chico delante de un profesor para hacerlo hablar. Si fuera una película netamente de acción, esto no sería un problema. Ahora: si anteriormente introdujiste a tu protagonista en un contexto donde el asesinato de alguien es un poco más irónico, estas acciones del villano son, por contraste, de una crueldad que ni siquiera es admisible como humor negro y el espectador es demasiado inteligente para comprarlo como tal. En materia actoral, Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson dan lo que se espera de ellos. Reynolds tira sus chistes y Jackson entrega ese repertorio de palabras soeces por el que, entre otras cosas, es reconocido. La química funciona y las discusiones entre ellos está entre lo que puede motivar al espectador para quedarse hasta el final. Salma Hayek también hace sus aportes en el apartado cómico, aunque a menudo lleve demasiado lejos el estereotipo de la latina enojada. Gary Oldman entrega una actuación bastante digna y a la altura de alguien de su trayectoria. Conclusión: Si entrás esperando originalidad o una obra maestra, Duro de Cuidar te va a parecer una más del montón. Pero si querés pasar el rato, y disfrutar de la buena química de dos carismáticos actores enmarcados en apropiadas escenas de acción, tal vez quieras darle una chance. No es lo que se diría imperdible pero, a pesar de sus errores, cumple con lo que se propone.
Habitualmente un documental sobre el oficio actoral tiene intenciones netamente educativas, pero el prospecto de simplemente ilustrar el día a día de una actor, dentro y fuera de su oficio, puede resultar interesante por simplemente ofrecer una visión profundizada, vista con más frecuencia en biografías publicadas que en documentos filmados. Esto es lo que viene a plantear Actriz. Inside the Actor’s Studio: Actriz es lisa y llanamente el día a día de la actriz Analía Couceyro, sus distintas interpretaciones teatrales, los ensayos para lascrítica de Actriz mismas, las clases que da como docente, las indicaciones que le dan los directores, las indicaciones que da ella misma siendo directora, y su vida con sus hijos. La película es muy consciente de las habilidades actorales de su sujeto, asi que el director simplemente planta la cámara y permite que sean las acciones las que hablen del tema. Aunque parezca oscilar estrictamente entre los contextos mencionados, hay definitivamente un marco unificador –una obra sobre la científica Marie Curie– que se muestra paulatinamente durante la primera mitad de la película, para tener una presencia más definida entrada la segunda mitad. Esta movida está hecha, a mi entender, con el claro propósito de priorizar al ser humano por sobre la actriz, un objetivo que se cumple, ya que los momentos más ricos son precisamente las intimidades que hay por fuera del escenario: las charlas cómplices entre los compañeros de reparto y, particularmente, el juego con los hijos, mediante escenas muy bien elegidas que traen al frente ese roleplaying único de la niñez y ese dirigir a los compañeros de juego sin conciencia alguna de estar haciendo una puesta en escena. No obstante, le encuentro una ligera desventaja al documental. Si bien es claro en sus intenciones, no pocas veces las escenas estiran su permanencia más de lo necesario. Cuando las escenas cumplen su intención, en vez de ir a la escena siguiente, se sostiene en el mismo lugar durante unos momentos, lo que contribuye a que se sienta un poco como relleno. Habitualmente en un documental no hago mención del apartado actoral porque los sujetos suelen ser ellos mismos, y eso no puede ser criticado (desde un punto de vista narrativo, desde luego), por lo que el análisis reside en la pericia del director de saber capturar o no esos momentos que le despiertan emociones al espectador. Actriz es una oportunidad que nos permite ejercer un análisis desde ambas aristas. El documental es un testimonio a la versatilidad –dentro y fuera del escenario– de Analía Couceyro. Es una actriz comprometida, detallista y con mucha voluntad de juego, y el director, Fabián Fattore, supo capturar los momentos exactos que reflejan estas virtudes. Por el costado técnico tenemos una fotografía en blanco y negro, sencilla y sin muchos estilismos, que ayuda bastante a que todos estos universos tan distintos pertenezcan a la misma película. Una movida estética que les juega mucho a favor ya que el color hubiera contribuido a una sensación de desorden en el relato. Conclusión: Los grandes actores tienen una rica vida interior, y eso es lo que Fabian Fattore consigue sacar de Analia Couceyro para mostrárselo al espectador. Si bien las escenas en Actriz podrían haber sido beneficiadas por un recorte, el resultado es un sentido y acertado documento sobre un oficio que tiene tantos desafíos como cualquier otro.
Durante los últimos años, y salvo honrosas excepciones, el Cine de Acción se ha vuelto un despliegue de deportes extremos con más ganas de impresionar que de avanzar una trama. La emoción es crucial pero no es lo único. Hay que saber encontrar un balance. Con la excusa de “Es una de acción, no hace falta que tenga un guion tan profundo”, propuestas como esta se han ido tristemente a los extremos. Algunos abogaron con demasiada fuerza por el verosímil, trayendo como resultado películas veraces pero aburridas, y otros abusaron de la piedad del espectador hacia inverosimilitudes tolerables, que creen que esa cortesía se la extenderán a los agujeros narrativos que pueda tener la historia. La clave es tomarse en serio, pero no tan en serio. Ser autoconciente, pero tampoco al extremo de expresar que no te importa mantener coherencia alguna. Atómica, para fortuna del espectador, puede ver dicho balance y lo aplica. Se dice A-tó-mica: Es 1989, y Lorraine Broughton, agente de la Inteligencia Británica, es enviada a Berlín en vísperas de la caída del Muro con tres objetivos: asegurar el salvataje de un informante alemán, recuperar una lista que puede comprometer varios operativos, y develar la identidad de un agente doble que ha asesinado a otro miembro de la agencia. Todo esto mientras evita los ataques de un agente de la KGB que también desea esa lista, y un compañero de la agencia en quien no confía plenamente. Atómica tiene un guion sencillo, sin vueltas y al punto, que adhiere a una forma de narración que se veía más en el cine de acción de los 80 y 90, detalle particularmente notorio en la actitud irónica y reacia de sus protagonistas. Las escenas de acción están bien posicionadas y suscitan el interés del espectador en lo que está ocurriendo. Cuenta con sus giros –inesperados y previsibles por igual– pero también tiene la inteligencia de dejar pistas para que el espectador sume dos y dos en su cabeza. Cabe aclarar que goza de una protagonista que es coherente con sus actos: se le dice que no confíe en nadie y sigue fielmente esa doctrina, mientras que las pocas veces donde se descuida lo paga caro. Causas y consecuencias que consiguen movilizar la trama para adelante. Si Atómica tiene un defecto que achacársele es que prolonga demasiado su estadía en pantalla, particularmente en dos momentos: un plano secuencia deliciosamente coreografiado que tiene lugar a lo largo de varios pisos de escaleras, pero que cuando elige extenderlo para incluir una persecución automovilística es donde la proeza se convierte en alarde; no lo necesitaba. El segundo momento es su estirado desenlace, aun cuando aporta un giro inesperado a la trama y nos da una última escena de acción para cerrar la película en una nota alta. Atómica es una película que sabe utilizar el color para crear un atmósfera. Valiéndose de los rojos, azules y verdes, en todas sus variantes y con una fuerte presencia del neón. Es una película que no agita sus encuadres ni corta picado y a lo pavote. Las escenas de acción se hacen en pocos planos, sostenidos y fijos, para apreciar el esfuerzo físico, la fluidez y la eficacia tanto en las escenas de pelea como en las de tiroteos. Es una propuesta que entiende que para poder sentir la adrenalina primero se la debe apreciar, como si de un cuadro se tratara. Desde luego cabe aclarar que la platea melómana se deleitará con la banda de sonido que, como se podrán imaginar, tiene un amplio repertorio de música de los 80, con natural énfasis en los grupos alemanes de aquella época. En el apartado actoral, Charlize Theron se ratifica como toda una estrella del cine de acción. La actitud, desprejuicio, destreza física, parquedad e ironía que le imprime a su personaje, son una de las grandes razones por las que la película llega a tan buen puerto. James McAvoy prueba ser un digno acompañamiento, mientras que Toby Jones y John Goodman son creíbles figuras de autoridad. Sofia Boutella es apropiada, pero no mucho más. Conclusión: Atómica es una película que tiene claro su propósito de entretener y lo cumple a cada paso del camino. Tiene el guion justo y necesario para funcionar, es rica visualmente, tiene una protagonista carismática y, lo más importante de todo, no aburre en ningún momento. Un intensamente entretenido paseo al que vale la pena darle una oportunidad.
La animación por computadora ha avanzado un largo trecho durante los últimos años. Aun con este avance, no todos los carbones resultan ser diamantes. Ozzy: Rápido y Peludo, producción española-canadiense del género, es un tropiezo narrativo y técnico que prueba que -en lo que al sector de habla hispana refiere- nos queda mucho por recorrer y mucho más por aprender. Una vida de perros: Ozzy es un perro que vive contento con su familia en los suburbios. Pasa sus días correteando alegremente con los perros de su crítica de Ozzy: Rápido y Peludovecindario y haciendo travesuras. Un día, cuando dicha familia debe irse de viaje a Japón y no tengan con quién dejarlo, va a parar a una perrera manejada por caninos de los más agresivos. Durante su estadía, Ozzy encontrará la manera de escapar. Mientras tanto debe usar su talento para correr en apuestas, jugando a dos puntas entre el San Bernardo que tiene como guardiacarcel y el Chihuahua cabecilla de la comunidad de presos. El guion de Ozzy: Rápido y Peludo es bastante estándar, con unas vueltas narrativas que pueden verse con demasiada anticipación, un ritmo carente de fluidez e intentos de hacer comedia que no terminan de cerrar del todo. Por otro lado, plantean un verosímil demasiado difícil de comprar para el espectador: en un mundo donde queda claramente establecido ––sin fachadas o secretos–– que los perros están subordinados a los humanos, podemos aceptar con facilidad que los canes hablen entre sí como lo harían seres humanos, pero que versiones antropomorfas de estos sean figuras de autoridad carcelaria en lugar de otros humanos ya es demasiado pedir (incluso para un género con un largo historial narrativo y humorístico, que no en pocas ocasiones ha tenido esta diferencia y ha conseguido que nos olvidemos de ella). Lamentablemente, no es el caso de esta película. El costado técnico no es lo que se dice mucho más favorecedor. No todas las películas de animación deben ser Pixar, pero hay condiciones que uno no puede pasar por alto. Ozzy: Rápido y Peludo, aparte de contar con una animación demasiado acartonada, tiene un severo problema de lip-sync. La cantidad de palabras escuchadas supera con facilidad a los movimientos de la boca necesarios para emitirlas. Un punto en contra, en materia calidad, tan severo como notorio. En el costado actoral, y visto que la versión exhibida en la función privada fue la doblada al español, sólo puedo decir que es eficiente. Ningún trabajo de voz, por versátil o conocido que sea, puede salvar a esta película de sus defectos por más nobles que sean sus intenciones. Conclusión: Ozzy: Rápido y Peludo es una fallida y predecible propuesta de animación. El público infantil quizá le saqué más provecho; el público adulto no tendrá otra alternativa más que aguantar. De llevar los chicos al cine, esta es una opción por la que me inclinaría después de haber barajado y/o visto otras propuestas de la cartelera.
Un logrado ejercicio de prolijidad narrativa. Están esas películas que destacan por tener un profundo desarrollo temático. Están también aquellas que destacan por mantenerte al borde de la butaca durante toda la duración del film. No obstante, están esas películas, al menos dentro de lo que nuestro país puede ofrecer, que destacan simplemente por contar una historia lo mejor que se puede sin más fanfarrias. No te olvides de mí se inscribe dentro de este último grupo. Crónica de un Ladrón de Gallinas: Corre el año 1934 y Mateo Popolano acaba de salir de la cárcel. Busca reencontrarse con sus compañeros anarquistas, no sin antes recuperar a su gallo de pelea en el proceso. Durante su viaje se cruza con Aurelia y su hermano menor Carmelo, que acaban de perder a su madre y buscan a su verdadero padre que se encuentra trabajando en unas minas de sal. Durante el trayecto, los tres no tardarán en desarrollar un lazo muy cercano al de una familia. No te olvides de mí parte de un guión prolijo y concreto, con objetivos claros, pero que hace un énfasis en el viaje emocional de los protagonistas. Aunque esto último es la gran prioridad del guion, la película no descuida cuales fueron los motores que pusieron este viaje en marcha. En materia actoral, si bien Leonardo Sbaraglia se muestra a la altura del desafío dando vida a Mateo con sus luces y sus sombras, no se quedan atrás Cumelén Sanz y Santiago Saranite como los hermanos que poco a poco se vuelven su familia sustituta. Por el costado técnico se destacan las solidas composiciones de cuadro hechas en Cinemascope. La distribución de los elementos en el encuadre es impecable y sus movimientos responden orgánicamente a la puesta en escena. A esto se le debe sumar una dirección de arte que estuvo atenta a cada detalle. Conclusión: No te olvides de mí es una obra prolija sin ninguna otra pretensión que la de contar una buena historia. Valida de un guión con sus elementos en orden, una rica propuesta visual y correctas labores interpretativas, la directora Fernanda Ramondo entra con el pie derecho a la arena del largometraje.
Desde su breve pero intensa aparición en la película El Conjuro, la muñeca Annabelle y su historia quedaron arraigadas en el imaginario del espectador, a tal extremo que los responsables de aquel film notaron inmediatamente el potencial para hacer una película en solitario. A pesar de las críticas negativas, la apuesta favoreció a los realizadores en materia taquilla. Y cuando los números cierran mejor de lo esperado, las secuelas no se hacen esperar. Esta no iba a ser la excepción. Muñeca Pepona en liquidación: En 1943, Samuel Mullins (un fabricante de muñecas) y su esposa Esther pierden a su hija al ser atropellada en la carretera. 12 años más tarde, todavía de luto, ellos deciden abrir las puertas de su casa para recibir a las niñas de un orfanato que ha sido cerrado. Entre las niñas encontramos a Linda y Janice, con un vínculo prácticamente de hermandad que será puesto a prueba cuando la segunda descubra una de las creaciones de Samuel encerrada en un armario: la muñeca poseída en cuestión. A partir de este descubrimiento empiezan a ocurrir una serie de incidentes sobrenaturales a lo largo de la casa para las cuales no están preparadas. El guión de Annabelle 2 inicialmente muestra promesa y una historia más arraigada en lo emocional. Lamentablemente, a medida que avanza el metraje deja atrás -de a poco- esa sutileza que pudo haberla hecho una propuesta diferente. En cambio elige favorecer los sobresaltos, los inverosímiles, deslindando paulatinamente a las protagonistas de responsabilidad narrativa alguna. Por otro lado, debe destacarse el endeble intento de hacer asociaciones con las otras películas de El Conjuro, franquicia de donde procede este concepto. Un intento nada sutil, metido con calzador, que no ayuda ni a la película ni a generar expectativa por las siguientes. Por el costado interpretativo, las niñas protagonistas entregan un prolijo trabajo actoral, igual que Stephanie Sigman (a quien probablemente tengan fresca del inicio de Spectre), quien da vida a la religiosa que está a cargo de ellas. No obstante, debe señalarse que los puntos altos de este apartado son sin lugar a dudas Miranda Otto y, en particular, un sorprendente Anthony LaPaglia, con una labor de pocas palabras y parca expresión. Respecto de la labor técnica, tenemos una prolija fotografía que responde a las necesidades de clima. Pero es la Dirección de Arte el aspecto que consigue ir más allá, sumergiendo efectivamente al espectador en las dos épocas en que se mueve el film. Conclusión: Si bien es efectiva a la hora de crear ciertos climas propios de su género y cuenta con un apartado actoral equilibrado, Annabelle 2 termina fallando como un todo por un guion que hace a un lado sus aspectos más promisorios al elegir jugar a lo seguro. ¿Una evolución respecto de su antecesora? Seguro, pero no necesariamente mejor, ni como secuela, ni como película por su propio derecho.
Valerian es una novela gráfica francesa que se cree fue la inspiración de George Lucas para crear el universo Star Wars y decrítica de Valerian James Cameron para crear el mundo de Avatar. Luc Besson (director de Nikita y El Perfecto Asesino), cumple un sueño de la niñez con esta adaptación cinematográfica, pero no puede evitar entregar una gran bolsa de caramelo visual sin riqueza alguna en el desarrollo de sus personajes. Caramelo Visual, pero no Narrativo: Estamos en el siglo 28 y la estación espacial Alpha es hogar de miles de especies a lo largo del universo. Una fuerza oscura amenaza su existencia, por lo que los agentes militares Valerian y Laureline tienen la misión de detenerla, ya que no se trata sólo de una amenaza a la estación sino hacia todo el universo. El guion parece empecinado en ilustrar la diplomacia y el nivel de detalle en los universos, mientras que los desarrollos narrativos y de personaje son desaprovechados, cuando no descuidados. El ritmo se llega a volver muy cansino, haciendo que los 140 minutos se sientan como más. Incluso las escenas de acción no sorprenden ni generan tensión como se prometía en los trailers. La química entre los personajes nunca queda del todo clara, y menos aún el nivel de confianza mutua que hay en su relación. Esto trae como resultado una tensión romántica que no suscita interés alguno, ni siquiera cuando tratan de trasladarlo al plano emocional (forzadamente, desde luego). También hay un intento endeble de establecer el amor y el perdón como temática, pero la primera es mencionada una vez y nunca más, mientras que la segunda aparece convenientemente para explicar con su carencia la falla de carácter de la raza humana. No obstante, a pesar de todas estas reservas, encuentro una cualidad a favor: durante el inicio de la película, fue todo un acierto el explicar siglos de diplomacia interplanetaria en unos pocos minutos, exclusivamente a través de las imágenes y sin otro dialogo o sonido que Space Oddity de David Bowie. En el apartado técnico, debo reconocer que la película es visualmente sobresaliente tanto en la dirección de arte, la fotografía y los efectos visuales, aunque si estos no complementan a la historia parece que están ahí para tapar carencias narrativas. En el apartado actoral, Dane DeHaan no consigue convencer; Cara Delevingne se prueba más natural y fresca que en otros trabajos; Clive Owen está prolijo en el poco tiempo que aparece. Rihanna aporta la cuota necesaria de pop con su baile sensual, pero una vez pasado esto intenta entregar un comic relief que no termina de cerrar o de emocionar. Ethan Hawke provee un cameo como presentador que no pincha ni corta: se trata de un personaje que, en el guión, no tiene ni la presencia ni las palabras para justificar el carisma de una celebridad en ese papel. Conclusión: Más empecinada en hacer gala del arsenal visual a su disposición que en conseguir la comunión del espectador con los personajes, Valerian acaba por probarse como un denso desacierto narrativo. Una propuesta que no se muestra a la altura de sus intenciones, por más nobles e innovadoras que nos las quieran vender.