Su desarrollo tiene un toque de fábula y fantasía, su estructura narrativa se divide en capítulos como si fuese un cuento infantil. Todo se desarrolla en un pueblo rural donde algo especial sucede, tiene un estilo apocalíptico, el lugar se queda sin luz y todos los adultos quedan dormidos, solo quedan despiertos los niños y los animales. Su relato es sencillo e intimista, abundan los silencios, los planos largos, la cámara muestra la cara inocente de esos niños que se mueven con total naturalidad, posee buenas imágenes ilustrativas pero es difícil que el espectador tenga conexión con este planteamiento a lo largo de unos ochenta minutos.
Todo gira en torno a una pareja Adam Pearce (Josh Stewart, “Interstellar”- 2014) quien es profesor y su esposa Lisa Pierce (Bojana Novakovic). Ellos se mudan a una nueva casa que será su nidito de amor, pero un día accidentalmente reciben un regalo que posee un espíritu maligno cuya fuerza es mortal. Comienza a perseguir a los integrantes de esta familia incluyendo a la hermana de Lisa, Becky (Melissa Bolona) y ante ese peligro, Adam le pide ayuda un profesor en parapsicología, el Dr. Clark (Delroy Lindo, “Malcolm X” – 1992). La película cuenta una historia que busca un miedo constante, posee un ritmo dinámico, acompañando con un buen manejo de la cámara, sonidos, oscuridad, hay dolor, angustia y todos aquellos elementos de este género. En cuanto a las actuaciones, algunas se destacan más que otras y resulta ideal para espectadores poco pretenciosos y para los seguidores del género.
Inspirada en hechos reales. La trama toca un tema bastante trillado, el actuar de los narcos, que últimamente lo estuvimos viendo tanto en el cine, como en televisión, casualmente hay una serie “Narcos” que se puede ver en una plataforma digital. Por lo tanto a pesar que tenga otros elementos, su desarrollo no resulta nada original, las actuaciones resultan desparejas y los personajes desaprovechados. Se eligió como escenarios: la triple frontera de Paraguay, Argentina y Brasil, hay malos, corruptos, venganza, persecuciones, explosiones, mucha acción, romances, está llena de clichés y contiene alguna pincelada de humor.
La trama se encuentra basada en hechos reales sucedidos en 1956. Cuenta con las destacadas actuaciones de Diego Gentile (Guillermo Patricio Kelly); Rafael Spregelburd (John W. Cooke), Carlos Belloso (Héctor J. Cámpora) y Lautaro Delgado (Jorge Antonio), dentro de los roles secundarios: Mora Recalde (interpreta a la esposa de Jorge Antonio, una pieza fundamental para el desenlace), Ignacio Rogers (un soldado sensible), Adrián Fondari (el cruel carcelero), Germán de Silva (director del penal, le falta rudeza), son muy importantes en su desarrollo y están geniales. Su desarrollo se centra principalmente en estos cuatro presos políticos que tienen que aprender a convivir con sus diferencias y conseguir su objetivo, bajo un clima inhóspito y las reglas carcelarias. Estos presos viven con la incertidumbre pensando que van a resolver las autoridades de turno, para ello mantiene la tensión y la intriga, aunque resulta intimista y con algunas pinceladas de humor. Tiene todos los toques de un thriller carcelario, también algo de western, además es dinámica y la ambientación de época está muy bien lograda, la fotografía de Nicolás Trovato le da dramatismo, emoción y matiza. Un film digno de ver y que nos da la posibilidad de hacer un repaso por nuestra historia reciente sin banderías políticas. Si se quiere sirve también para buscar más datos y pensar.
Una pareja que después de varios años de vivir juntos deciden separarse, la casa donde vivían fue vendida, ellos mientras ordenan sus cosas y recuerdan los momentos felices y emotivos. Sus cuerpos desnudos se recuestan en la cama, intentan revivir su sexualidad a través de un ritual que forma parte de esa despedida. El film prácticamente no tiene diálogos, es más gestual, los silenciosos son extensos, con planos largos, objetos que marcan lo que sienten estos personajes, un ventilador encendido ante un calor infernal y el encierro que forma parte de ellos, entre otros elementos. Con sus acciones notamos sus miedos, su vacío y su incomunicación que dejan claro el fin de una relación. Este estilo de filmación experimental no llega de la misma manera a todos los espectadores y puede resultar tedioso.
Como su titulo lo indica narra los momentos que viven tres mujeres que quedaron solas ante el fallecimiento de sus esposos delincuentes (Liam Neeson, Jon Bernthal y Manuel Garcia-Rulfo) pero no son cualquier viuda, Verónica (Viola Davis) es la esposa de Harry Rawlings (Liam Neeson), vive una vida llena de lujos, debe conseguir una importante suma de dinero del delito un negocio que estaba metido su marido y para ello se unen la otras dos viudas: la latina Linda (Michelle Rodriguez) viuda de Carlos (Manuel García-Rulfo), y Alice (Elizabeth Debicki) que es la viuda de Florek (Jon Bernthal) y se suma a la acción una amiga, Belle (Cynthia Erivo), madre soltera. En la guerra política entre ese gánster, por un lado esta: Jack Mulligan (Colin Farrell), un candidato que es hijo de un racista Tom Mulligan (Robert Duvall), un duro Jatemme Manning (Daniel Kaluuya, “Huye”) que se enfrenta a Jamal Manning (Brian Tyree Henry) un afroamericano que se encuentra algo cansado de la vida criminal. Aquí el cineasta británico Steve McQueen (ganador del Oscar a Mejor Película en 2013 por “12 años de esclavitud”), logra lo que se propone, aunque tarda un poco en profundizar con escenas que se alargan demasiado. La película está ambientada en Chicago y a una trama relacionada con el delito se suman los conflictos sociales, religiosos, raciales y políticos. Está bien contada y a través del flashback ayuda al espectador a ingresar más en los conflictos, llena de misterio, tensión y con una vuelta de tuerca.
Esta es la cuarta y última entrega de la saga Millennium, creada originalmente por el sueco Stieg Larsson, ahora dirigida por el uruguayo Fede Alvarez (“No respires”). La heroína en esta oportunidad se tendrá que enfrentar con terribles villanos y viene de un pasado oscuro, que mucho le marcó la vida. Tiene un toque a Nikita de Luc Besson y al James Bond de Daniel Craig. La sueca Lisbeth Salander (interpretada por la británica Claire Foy, es una muy buena actriz, está genial) es una hacker creativa, es muy poderosa, justiciera y sus peleas son extraordinarias, tiene una gran destreza, es una máquina de ejecutar, pero también tiene sus momentos emocionales. Algunos personajes secundarios no están del todo aprovechados y existen fallas en el guión. Una historia que además habla del abandono, del abuso, del poder, la corrupción, la maldad y el afecto. Contiene mucha acción, misterio, conspiraciones y persecuciones. Su desarrollo resulta dinámico, no da respiro, contiene luchas con coreografías prolijas, espectaculares explosiones y escapes en motocicleta y en automóviles, bajo una buena ambientación, interesantes planos, una fotografía bellísima, entre locaciones que cuentan con un paisaje nevado, buenos contrastes, una buena paleta de colores y visualmente muy cuidada. Es un thriller para pasar un buen rato, muy entretenida.
Este film comienza con un cortometraje protagonizado por “Los Minions” en el que se enfrentan a una serie de locuras muy divertidas. En esta nueva versión de “El grinch”, debuta en la dirección de un largometraje Scott Mosier y co-dirige junto a Yarrow Cheney (“Mascotas”). Contiene personajes divertidos y atractivos, los efectos visuales resultan llamativos a todos esos pequeños espectadores que intenta atrapar a lo largo de unos 80 minutos y bajo un conjunto de situaciones graciosas, emotivas y a partir de las cuales nunca pierde el ritmo. Un film que tiene alguna crítica social y deja varios mensajes, sin dejar de lado el espíritu navideño, una historia para disfrutar solo o en familia, en una buena sala, con tus pochoclos o degustando lo que desees, porque “La navidad está dentro de nosotros, si cierras tus ojos la sentirás”.
Su desarrollo es intimista, con cierta calidez que se logra a través de la fotografía. Este es el reencuentro de tres hermanas que hace 2 navidades que no están juntas, y se reúnen después que su madre fallece para poner en venta la casa de su infancia y su adolescencia. Daniela (Florencia Repetto), trabaja en una agencia de producción y está escribiendo una obra de teatro, vive en pareja en Canadá y dada la distancia fue la hermana ausente; Laura (Yanina Romanin) está embarazada de Felipe y su esposo es Miguel, necesitan el dinero y Alejandra (Florencia Carreras), es la que cuidó a su madre, no suele tener una pareja duradera, es la que menos cuenta y la más introvertida. Una vez juntas en esa casa que se encuentra llena de recuerdos aparece la nostalgia y comienzan a salir a la luz: las heridas, el abandono, la tristeza, un pasado no resuelto, los secretos y el amor. La trama toca un tema universal; las relaciones entre hermanos adultos ante la falta de los padres, aquí todo transcurre en un día, con diálogos superficiales que no resultan del todo interesantes, le falta emoción y dinamismo. Con la utilización del flashbacks se muestra un poco más de ellas, aquí no se ven hombres, solo las relaciones entre las hermanas, hay situaciones que se resuelven de golpe y su relato no termina de llegar al espectador.
El título original es “Peppermint” y se encuentra relacionado con el helado de dos bolas que le gusta a la hija de Riley North (Jennifer Garner), una ama de casa que vive feliz con su familia, pero un día matan a su hija Carly North (Cailey Fleming) y a su esposo Chris North (Jeff Hephner) y ella ve el hecho. No se hace justicia y a partir de ese momento Riley tiene sed de venganza, vuelve a aparecer luego de 5 años y no se explica cómo pero ya aprendió a usar armas, sus luchas son con muchas coreografías, se convierte en breve en una super mujer, tipo “Rambo” y/o “Terminator. El film tiene problemas de guion y cae en lugares comunes, en un melodrama familiar con varias subtramas que no terminan de cerrar, llena de clichés, con situaciones que causan gracia, es repetitiva, muestra personajes poco creíbles y situaciones inverosímiles. Jennifer Garner (“Juno”, “Yo soy Simón”) se pone la película al hombro e intenta en todo momento sacarla a flote. Sin sorpresas, nada original y muy pochoclera.