Los amantes pasajeros. Considerando su provisorio alejamiento del circuito cinematográfico (después de que lo criticaran por incursionar como director en la arriesgada tragicomedia Synecdoche, New York), el regreso de Charlie Kaufman a la pantalla parecía generar demasiadas expectativas en el ambiente. Durante su primera realización quedaba demostrado que los intereses de la audiencia favorecían al populismo, ignorando las ambiciones de un elocuente como Kaufman, catalogado como demasiado intrincado para el entretenimiento. Rodeado de adaptaciones dirigidas a sectores consumistas, esta vez Kaufman prefiere volverse minimalista para desenvolver sus obsesiones mediante personajes animados que atraviesan conflictos adultos. La historia de Anomalisa (firmada bajo el seudónimo Francis Fregoli) estaba pensada como una pequeña representación con actores teatrales, hasta que finalmente algunos allegados convencieron a Kaufman de transformarla en un largometraje con animaciones. Evadiendo a los estudios de renombre que elaboran películas destinas al mainstream, Anomalisa fue concebida gracias a la plataforma Kickstarter, una organización pública que colabora financiando emprendimientos artísticos sin interferir en las decisiones de sus autores. Para concretar semejante proyecto, Kaufman terminaría asociándose con el cineasta Duke Johnson, un especialista en la técnica del stop motion que durante su carrera supo desarrollar diferentes productos con este formato. Michael Stone (David Thewlis) es un reconocido escritor de libros de autoayuda para rubros empresariales, quien emprende un viaje de negocios con destino a Cincinnati. Mientras aguarda para presentarse en una conferencia de ejecutivos, Michael es hospedado en un hotel donde conoce a Lisa Hesselman (Jennifer Jason Leigh), una empleada que idolatra sus consejos para beneficiar a la clientela. Escapando de sus responsabilidades como hombre de familia, Michael decide animarse a la aventura romántica, primero intentando retomar una relación abandonada y consecuentemente apreciando la sensibilidad de una desconocida como Lisa. El protagonista de este relato es independiente de los personajes autobiográficos que anteriormente nos reenviaron a Kaufman (recordemos al guionista bloqueado de El Ladrón de Orquídeas y al dramaturgo deprimido de Synecdoche, New York), aunque su melancolía demuestra que el neoyorquino continúa enfocándose en los problemas introspectivos del hombre contemporáneo que se psicoanaliza. La inseguridad de Michael intentará replantearse las frustraciones de una realidad que lo condiciona a desmotivarse (diferente al proceso de Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos, donde un inconsciente que resiste para conservarse, termina defendiendo su memoria). Sorpresivamente Anomalisa se desprende de la narrativa rebuscada que caracteriza a Kaufman, aunque durante el desarrollo reconocemos la comicidad de su intelecto y determinadas instancias surrealistas. Pareciera que su arquitectura (previamente dirigida con conocimiento por Spike Jonze y Michel Gondry) prefiere dedicarse a una metodología ordinaria, instalando maniobras interesantes (el resto de los personajes son interpretados con diálogos de Tom Noonan). La búsqueda de sinceridad, en una industria dominada por emociones artificiales, parece encontrar con Anomalisa una propuesta que reconforta al inanimado panorama que padecemos.
LAS VOCES EN TU CABEZA “Anomalisa” es un profundo, ingenioso y triste retrato de la alienación del amor, filmado en hermosa animación stop-motion. Charlie Kaufman arma una historia muy pequeña con grandes preguntas. “¿Qué es ser humano?” dice Michael Stone (la voz de David Thewlis) un famoso orador motivacional en medio de una crisis existencial. De visita en Cincinnati para dar un discurso sobre asistencia a clientes en una convención, luchará con su contenida desesperación en cada interacción social. Nada fuera de lo ordinario, hasta que nos damos cuenta que para Michael todo el mundo tiene la misma voz (todas las voces de Tom Noonan). La homogeneización de su universo. Incluso cuando hace una cita para ver a su antigua amante, su voz es idéntica a la de todos los demás, sólo un poco más enojada. Cuanto más conocemos a Michael, más cuesta quererlo, sin embargo su patetismo lo hace extrañamente más cercano. Sin olvidar que estamos hablando de muñequitos en escala 1/6. Por lo cual uno podría pensar que la decisión de contar esta historia de esta manera le daría a la película una sensación más impersonal, pero mágicamente el efecto es el contrario. Hay algo acerca de la animación stop-motion – el movimiento cansino, la cálida iluminación – que lo hace lucir dolorosamente real. Michael es un hombre en crisis y con enormes problemas para conectarse con otros. ¿Quién va a asitir al hombre que asiste a las personas que asisten a los clientes? bueno, por casualidad, Michael conoce a un par de mujeres, una de ellas, Lisa (Jennifer Jason Leigh) suena como nadie más. Tiene la voz de… Lisa Y siendo una película de Charlie Kaufman, nunca nada es sencillo, incluso cuando se habla sobre las banalidades de la vida, sí, incluso las banalidades de la vida no son simples. Si hay un problema, o el atisbo de una ocurrencia, Kaufman florea su estilo único en cada línea de dialogo. Los guiones de Kaufman lo han puesto en un nivel que la mayoría de los guionistas no alcanzan. Porque se puede aprender a escribir, pero no se puede aprender a tener ideas y a expresarlas a través de estados de ánimo y sentimientos de manera tan inteligente, honesta y sorprendente. Y como en sus películas anteriores, sigilosamente se mueve a través del mundo que construye, para averiguar el destino de los sentimientos. En esa búsqueda -con suerte- sus personajes podrán encontrar su propia voz y escuchar la del otro dentro de ese cuentito imperfecto que es el amor, la anomalía, esa flor entre la maleza de la vida ordinaria.
¿Quieres volver a ser humano? ¿Cómo ser humano en un mundo de autómatas? La pregunta fue el disparador que llevó a este proyecto y movilizó nuevamente toda la creatividad de Charlie Kaufman para volver a las andadas existenciales tras una larga ausencia después de su debut como director con la polémica Synecdoche, New York -2008-, flanco atacable desde las redes sociales y que provocó en el autor de Ladrón de orquídeas -2002- un replanteo sobre su cine y expectativas artísticas completamente alejadas de las voces homogeneizadas del mercado cinematográfico estadounidense. Entonces Anomalisa -2015- creció primero como pequeña obra de teatro, para ser leída por los actores sin representación y luego como proyecto autónomo, que apeló al Crowdfounding (recaudación de fondos de particulares, fans) para financiarse y no someterse a ningún freno de estudios o empresas patrocinantes. Por eso lo de las voces homogéneas que Kaufman padeció en su realidad como artista independiente, se vuelve en el film un elemento clave para subrayar la idea de pérdida de toda autonomía o aspecto singular de lo humano. Anomalisa es un juego de palabras entre “Lisa” y “Anomalía”. La primera es el interés amoroso del protagonista Michael –voz de David Thewlis-, quien se dedica a dar charlas motivacionales con fines empresariales. Llegado a Cincinati, el hombre se hospeda en un hotel y conoce a Lisa –voz de Jennifer Jason Leigh- entre otros personajes secundarios con los que se cruza pero no logra establecer vínculo alguno. Todos tienen la misma voz, a cargo de Tom Noonan, y de alguna manera son marionetas digitadas por una fuerza invisible, que encuentra un sentido simbólico en el uso de las figuras a escala empleadas en el film, bajo la técnica del Stop-motion. La imperfección del estilo, de acuerdo a las propias declaraciones de Kaufman, generan en el film, nominado al Oscar en la terna que comparte con Intensamente -2015-, una atmósfera de realidad e irrealidad a la vez, otra anomalía en lo que hace a animación mientras el reinado del digital condiciona también la mirada del espectador. A Kaufman no le cuesta desarrollar conflictos existenciales en sus personajes y mucho menos si se trata de hacerlos crecer con sus preguntas que no tienen respuesta, no hay una impronta de búsqueda de alguna sensación o emoción más que recuperar la esencia y la singularidad ante tanta decadencia, y nuevamente apostar al amor, al encuentro con el otro para que emerja el rasgo de humanidad dentro del universo artificial del consumismo y la constante réplica de desear aquello que no se tiene y tener aquello que no se desea. Si bien la estructura de Anomalisa no presenta, como es habitual en el autor de Eterno resplandor… -2004-, complejidad desde el punto de vista narrativo o en la puesta en escena, eso no significa que carezca de profundidad en los planteos o falta de vuelo poético en la resolución de esta melancólica aventura en la que a veces aparecen ideas estrafalarias que encuentran una dirección inequívoca en el universo planteado y no resultan chocantes para el espectador, si es que acepta las reglas del juego. La última anomalía de Anomalisa sería ganar el Oscar. Soñar no cuesta nada, por ahora.
Con el uso de muñecos y con la técnica de stop motion (filmación cuadro a cuadro) los directores Charlie Kaufman y Duke Johnson nos muestran la historia del cansino y encorvado Michael Stone, típico hombre de familia, especialista y escritor exitoso sobre atención al cliente que llega a Cincinnati durante la noche para realizar una exposición para un grupo de profesionales del rubro. Michael parece agotado, fastidiado y es llevado a su Hotel por un taxista algo entrometido al que no tolera, hay algo de la vida de Michael que parece tener “soporte”, donde no hay disfrute. anomalisia6 Como para darnos una pista de lo que sucede la voz de Michael (recreado por David Thewlis) tiene un marcado acento británico y cuando llama a una vieja amante de hace una década, a la que dejó sin aviso, su voz es masculina : ese dato hace que el reencuentro tan deseado se vuelva rutinario, la misma voz pero con distintas modulaciones escuchara (sutil trabajo de Tom Noonan) encontrará a su esposa, su hijo y a todo el mundo que lo rodea. Algo anómalo hay en él y en su percepción. Anomalisa es deliberadamente una historia común, como si Kaufman quisiera esconder su mensaje o impulsarnos a cierto trabajo sobre su sentido, habla de nuestra incapacidad para vincularnos con los demás, como en Synecdoche New York, Kaufman muestra que el pathos de Stone es su progresivo solipsismo, la incapacidad de salir de ese mundo que nos vuelve seres anestesiados, piedras, donde los demás son solo ruido de fondo. anomalisia5 Kaufman cree que eso que llamamos “yo” es una ilusión, una jaula, desde aquel mítico film de Spike Jonze (que junto con Michael Gondry hacen un terceto con claros vasos comunicantes) “Quieres ser John Malcovich” pasando por “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” nos muestra la máscara, ese hueco en el que nos acomodamos para encerrarnos (como “Pink” del film The Wall de Alan Parker) y vivir insensiblemente. Oscuro y crítico como siempre, Kaufman construye detrás del personaje un símbolo de época, un mundo deshumanizado, donde existe ese milagro para ateos que es lo diferente, eso que uno encuentra en otro que reconstruye nuestra Humanidad. La pregunta es ¿podemos verdaderamente amar a alguien si no nos amamos a nosotros mismos? Y el encuentro se da allí donde menos lo esperamos, con un nombre sintomático (Lisa) es un ser lleno de “fallas”, que oculta cicatrices y puede parecer torpe y patética pero es genuina y a diferencia de todos su voz es verdaderamente femenina (Jenifer jason Leigh). Con ella Michael tiene un instante pleno, se besan, se acuestan y hacen el amor. Y aquí queremos resaltar la especial adaptación de la técnica de Stop Motion con la que está edificada la película, no oculta el artificio sino más bien lo deja en evidencia pero logra la primer escena de sexo explicito en la historia de esta técnica logrando una toma que sería la envidia de cualquier director, transmitiendo un realismo y un sentimiento increíble. anomalisia4 Las Animaciones de Anomalisa (y la redundancia es en sí una síntesis del film) tienen “hambre” de realidad. Sus vientres, testículos y tetas se muestran realistas pero sus rostros deliberadamente falsos. Una grieta se extiende a través del puente de la nariz hasta la circunferencia de los maxilares conformando placas para que parezcan una máscara, cuando nuestro protagonista tira de su piel y se hacen evidentes las placas de separación en el espejo, la exposición de la mecánica que comparte con todos los demás lo horroriza y grita. El narcisista no puede conectar con aquello que le recuerda su imperfección, la emoción lo descontrola y esa es su “monstruosidad”, su propio ideal de lo bello se desarma, como las placas (tectónicas) de la cara de estos particulares muñecos. En un momento, Michael tropieza borracho en un Sex Toy buscando un juguete para su hijo y al no encontrar nada adquiere una sensual muñeca geisha a cuerda. ¿Qué tan diferente es Michael al títere de su compra? ¿Y nosotros? Juego de espejos multiplicados, Kaufman nos indica que también nos hemos vueltos títeres y como engranajes asistimos a una sociedad rutinaria, “normal”. Todas las historias de Kaufman se configuran con dos opuestos como si ternura y violencia fueran parte del mismo juego, como el nombre del film lo indica solo Kaufman puede juntar un pathos con un ethos, el desquicio con la esperanza, lo normal unido al desvío. modern time Kaufman arma una versión “depre” de aquel clásico de Charlie Chaplin como “Tiempos modernos” donde humor y crítica social se conjugaban desde cierta visión naif. Ambos, dos geniales titiriteros… making off https://m.youtube.com/watch?v=Urzpw4WzUs4 Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=0Vfva58B_QU
Búsqueda personal Una anomalía es definida por el diccionario de la Real Academia Española como: 1-desviación o discrepancia de una regla o de un uso 2-el defecto de forma o de funcionamiento 3-malformación, alteración biológica, congénita o adquirida. “Anomalisa” (USA, 2015) de Charlie Kaufman y Duke Johnson, sobre guión del propio Kaufman, toma esta definición para poder construir un relato universal sobre la importancia de las elecciones en la vida y también sobre cómo a partir de una “desviación o discrepancia” el ser humano puede comenzar a crear un nuevo sentido para sí mismo. Cuando Michael Stone (David Thewlis), un experto coacher ontológico sobre customer service se da cuenta que el mundo que lo rodea posee la misma cara y la misma voz (interpretadas por Tom Noonan) caerá rendido a los pies de Lisa (Jennifer Jason Leigh), un ser completamente espontáneo y diferente a todos que le hará buscar una salida a su estructurada vida. En constante tránsito, y sin la posibilidad de fijar un objetivo nuevo en su vida profesional, Lisa, un ser tímido y retraído, que llegará para demostrarle que aún todo está por pensarse en el camino hacia una vida más relajada y equilibrada. Y si bien Michael posee mujer e hijo, la imposibilidad de acercarse a ellos como quisiera, lo harán bucear en su mente tal vez una escapatoria a su gris existencia, justamente en los momentos previos de una charla que deberá dar y dentro de un aburrido hotel lleno de lugares comunes y excusas para que finalmente pueda disfrutar algo. Esa salida será Lisa, la empleada de atención al cliente que admira a Michael y juntó sus ahorros para poder asistir a una de sus conferencias en las que cada afirmación sobre el acercamiento con el otro también son la creación de una muralla alrededor de él y el mundo. Lo curioso de “Anomalisa”, que retoma ciertos puntos trabajados por Kaufman con anterioridad en filmes que hablaron de cierta teoría conspirativa que apela al cierre del hombre a partir de la exploración de cada vez más técnicas de control y dominación, es que en esta oportunidad la narración se hizo a partir de la técnica del stop motion protagonizada por unas marionetas tan reales que, justamente, permiten la empatía instantánea con la historia y aquello que le sucede a Lisa y Michael. El amor como fuerza creadora y destructora de todo será tan solo el ápice de las reales intenciones de Kaufman y Johnson para poder, en el fondo, construir un relato apasionante sobre las posibilidades que cada ser humano tiene de encontrarle, o no, el sentido a su vida, un sentido que lo complete y lo satisfaga totalmente. “Anomalisa” potencia su propuesta y se consolida como una de las reflexiones mejores logradas de la vida, del hombre, del trabajo, de la profesión, de los viajes para encontrarse a uno mismo, y, principalmente, del otro como posibilidad de satisfacción y renovación. PUNTAJE: 10/10
La artificialidad hiperrealista Varios años después de Synecdoche New York (2008), su debut como director, Charlie Kaufman -también conocido por guionar Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004), El Ladrón de Orquideas (2002) y Being John Malkovich (1999) entre otros- vuelve al cine de la mano de Duke Johnson como co-realizador. Producida gracias a una campaña de crowdfunding vía kickstarter y filmada a un promedio de 2 segundos por día de rodaje, Anomalisa es un film de animación en stop motion hecho para adultos. La premisa de la historia es simple: un experto en atención al cliente, Michael Stone, viaja a Cincinnati para presentar su libro y dar una conferencia. El guion está basado en una obra de teatro que originalmente fue escrita para ser leída en vivo, con foley y con música, pero sin representación visual. Para Kaufman la cualidad sonora de Anomalisa como obra era muy importante, pero Duke Johnson pudo convencerlo de llevarla al cine de esta forma. Sorprendentemente, puede que esta sea la más realista de las historias de Kaufman, la menos disparatada (sin contar Confesiones de una mente peligrosa, de cuyo guión Clooney hizo una interpretación demasiado libre). El gran acierto desde el arte del film es no apuntar a la espectacularidad visual; de hecho la puesta de cámara es casi minimalista, pero precisa, y nos revela un universo muy similar al nuestro: en el nos sentimos algo nativos y algo extranjeros a la vez. Quien se pregunte por qué una película tan “de personajes” no fue filmada con actores entenderá con el correr de la historia la necesidad dramática para esta decisión: la tensión entre la artificialidad del modo de representación y el realismo que logra es una gran parte de la expresividad del film. En un año en el que los probables ganadores del Oscar sean quienes se enfrenten a la posible muerte en garras de un oso o un perverso secuestrador (grandes espectáculos de emocionalidad que reafirman la “profundidad” de esas historias), Kaufman y Johnson deciden ir hacia el interior de sus personajes, con las muy expresivas voces de David Thewlis, Jennifer Jason Leigh y la no tan expresiva pero muy inteligentemente elegida voz de Tom Noonan. La intimidad está creada desde el más ínfimo de los detalles, y el trabajo con la expresión facial y corporal de las marionetas es notable. Pensemos en la típica escena en la que un personaje entra a ducharse en cualquier película: entra a la ducha, abre la canilla y ya. En este film vemos en un momento, breve, casi como una transición, a Michael Stone regulando el agua de la ducha del hotel, alejándose porque se quema o le da frío. ¿Quién no ha tenido que luchar con la temperatura de una ducha desconocida? Y sin embargo, ¿cuántos filmes representan estas situaciones de esta forma? La actitud ejemplificada en esta escena es constante en todo el metraje: la valentía en la creación de estos personajes radica entonces en cómo podemos ver en ellos algunas cosas patéticas, inconfesables y quizás algo insignificantes (cuestiones que Hollywood suele enfrentar a medias o directamente ignorar), pero no por eso menos universales. El film no niega la vergüenza que estas pequeñas cosas nos generan, ni tampoco las idealiza: así nuestra identificación tanto con Michael como con Lisa es compleja pues podemos encontrar belleza en aquellas cosas que les pesan, pero sin olvidarnos de todo aquello que nos pesa a nosotros mismos. Es una identificación incómoda, sí, pero también más reveladora. Todo esto, junto a un sutil manejo de los climas, crea algo verdaderamente excepcional en Anomalisa. La sensación de extrañamiento es constante, por momentos casi agobiante, y aún así hay lugar para el humor, la risa y la ternura; sería imposible decir si es una historia “feliz” o “triste”: quizás es una historia sobre la posibilidad, difícil, que se nos escapa, de ser felices en un mundo desolador. Luego de deleitarnos con tramas de una complejidad casi demencial, Kaufman y Johnson nos demuestran que aquello que hace especial a su cine (y, por qué no, al cine en general) es la posibilidad de explorar profunda y desgarradoramente los conflictos que nos constituyen como humanos.
Una espléndida película de de animación para adultos con mucha calidad y originalidad que no podés dejar pasar. La historia que escarba en el amor, la vida cotidiana, las dudas, el dolor y la soledad en el hombre y la mujer es sencilla y sumamente humana, pero...
El amor que cura y destruye Una joya en stop-motion (nominada al Oscar al mejor largometraje animado) sobre la fuerza redentora y devastadora del amor, Anomalisa es el ansiado retorno a la dirección del estadounidense Charlie Kaufman, quien esta vez codirige el film con Duke Johnson. Esta película de animación tiene como protagonista a un hombre grisáceo llamado Michael Stone (a quien pone voz David Thewlis) que vive atrapado en la mundanidad que le rodea. La trama del film da comienzo dentro de un avión que transporta al antihéroe rumbo a Cincinnati. El propósito del viaje a Ohio no es reencontrarse con su ex-amante, sino presentar un libro sobre la optimización del rendimiento laboral en los servicios de atención al cliente; pues, aunque no lo parezca, este hombre deprimido es una celebridad en la literatura de autoayuda. Como si se tratara de una versión de animación de la última película de Hong Sang-soo, Right Now, Wrong Then, el protagonista aprovechará las horas previas para conocer a Lisa (Jennifer Jason Leigh), una mujer apocada e insegura en la que creerá encontrar el amor.
Anomalisa debe ser una de las producciones de animación más sobrevaluadas que surgieron en el último tiempo. Cuesta bastante comprar los elogios exagerados de críticos que miran, como mucho, tres películas de este género por año y se encuentran con esto y creen que descubrieron la pólvora.Calificar a este film de obra maestra es una exageración épica que no tiene mucho sentido. Esa etiqueta en todo caso se puede asociar con filmes muchos más relevantes que no fueron nominados al Oscar como Coonskin y American Pop, de Ralph Bakshi, o Paprika y Perfect Blue, de Satochi Kon.Ahora bien, esto no significa desmerecer el nuevo trabajo del director Charlie Kaufman (Adaptación) que tiene sus méritos, pero creo que la recepción que tuvo de la crítica fue extremadamente exagerada. Anomalisa es un proyecto que originalmente fue concebido como un cortometraje financiado a través de la plataforma Kickstarter.La buena repercusión de ese trabajo permitió que el director luego consiguiera el dinero para expandir la historia en una película de 80 minutos.La trama explora temas como el aislamiento social y la soledad a través de un personaje que está hastiado con la monotonía que le genera el mundo que lo rodea. A través de un encuentro en un hotel con una chica, Max empieza a replantearse varias cuestiones sobre su vida aburrida.El problema del personaje es que está peleado con el mundo, pero deja de lado que él es un cerdo egoísta, narcisista completamente centrado en sí mismo que generó la realidad que atraviesa.La temática es interesante pero la ejecución de Kaufman nunca termina por profundizar esta cuestión.La primera media hora de Anomalisa, donde seguimos al protagonista a través de una serie de situaciones cotidianas, es extremadamente aburrida y el film se vuelve un poco más interesante cuando Max se encuentra con la joven en el hotel.Lo mejor de esta producción pasa por el extraordinario trabajo de Duke Johnson en la animación.Un artista independiente que hace años la viene remando en el género stop motion y acá brinda una labor brillante con las marionetas.Toda la puesta en escena, los vestuarios y movimientos de los personajes son tan realistas que el film logra que nos olvidemos que estamos frente a un film de animación.Johnson logró que podamos conectarnos con las emociones humanas de los protagonistas, algo que genera una experiencia especial en la visión de film.La escena de sexo entre Max y Lisa, que es absolutamente deprimente, nunca genera risa como ocurría en Team America: World Police debido a la manera en que fue trabajada la animación.Esta es una de las grandes virtudes del film, donde también jugó un papel un fundamental las interpretaciones de David Thwelis y Jennifer Jason Leigh.Anomalisa no es una película para todos los públicos y en lo personal me parece que la crítica la infló de manera exagerada.No obstante es una propuesta que merece su visión si sos fan del director Charlie Kaufman o te interesan las propuestas de animación más allá de los estrenos de los grandes estudios.
Charlie Kaufman vuelve a dirigir e incursiona en el stop motion con Anomalisa, película nominada como Mejor Película Animada a los próximos Oscars. El punto de partida para esta curiosidad del cine animado de este último año puede que sea tan simple que funcionara en un cortometraje. Michael Stone es su protagonista, un hombre casado, exitoso, con un hijo, pero que se siente solo y alienado. Ve a todos con las mismas caras, escucha a todos con las mismas voces. Es así que va dejando un rastro de personas lastimadas en el camino, personas a la que abandonó, porque no pudo evitarlo. Pero en esos 90 minutos que dura Anomalisa, ahora nominada en la categoría de Mejor Película Animada de los próximos premios Oscars, Kaufman trata con profundidad temas como la monotonía, la rutina, la soledad. La búsqueda de algo que no sabemos qué es pero que parece ser esencial para nuestras vidas. Recuerda un poco a Perdidos en Tokyo de Sofia Coppola (incluso algún plano a la ventana del hotel y el reflejo en ella parece inspirado en esa película) pero también tiene algo surrealista como en trabajos previos de guionista como Eterno Resplandor de una mente sin recuerdos o ¿Quién quiere ser John Malkovich?. Un relato tierno, dulce, conmovedor, triste. Todo junto, porque así son las cosas más reales y más allá del virtuosismo del stop motion (probablemente Duke Johnson haya colaborado más en ese aspecto, donde radica su experiencia) todo en Anomalisa se siente muy verídico. Por ejemplo, en un momento decide retratar una escena de sexo y lo hace de tal manera que, más allá de estar protagonizada por muñecos, se percibe muy real especialmente en esos minutos que le dedica a tal. Y es que, claro, no es una película para niños. Sólo tres voces se escuchan a lo largo del film y cada una de ellas funciona. Jennifer Jason Leigh, la única voz de mujer en el film (aunque no la única mujer que aparece) llena con su voz de ternura y tristeza a su personaje, esa Lisa que sabe que es diferente, que no se considera linda ni inteligente, pero también por eso es especial, una Anomali(s)a. “Algunos muchachos tienen a una chica hermosa y la esconden del resto del mundo. Yo quiero ser de las que caminan en el sol. Las chicas sólo quieren divertirse”, canta ella en una de las escenas más hermosas y desoladoras del film. Porque Lisa encandila a su protagonista por sonar diferente al resto del mundo, el problema es qué va a pasar cuando eso que parece diferente se va a tornar normal para él y todo vuelva a empezar. Extraña, agridulce, Kaufman financió Anomalisa gracias a Kickstarter, porque la gente no pudo dejar de confiar en él. Y es que la historia puede haber sido contada muchas veces, pero como dijo Jim Jarmusch alguna vez: “No hay nada original, todas las expresiones humanas son variaciones infinitas, hay un número limitado de historias que puedes contar, pero hay un número ilimitado de formas de contar la misma historia”.Kaufman sigue aportando cosas nuevas al cine.
Premiada en el último Festival de Venecia y nominada al Oscar en la categoría de largometraje animado, esta segunda película como director del celebrado guionista Charlie Kaufman (aquí acompañado por Duke Johnson) es una propuesta tan extraña como fascinante, una experiencia por momentos extrema que paradójicamente apela a la sensibilidad del espectador subrayando siempre su artificialidad. El resultado es de una belleza, un lirismo y una capacidad de sugestión que el cine animado (el cine a secas) pocas veces suele conseguir. Creador de historias como las de ¿Quieres ser John Malkovich?, Confesiones de una mente peligrosa, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y El ladrón de orquídeas, Kaufman se ha caracterizado desde siempre por incursionar en las obsesiones y traumas más profundos de sus siempre atribuladas criaturas. Una acumulación de viajes mentales, monólogos existenciales, ejercicios solipsistas, ensayos filosóficos e imágenes surreales que pueden resultar por momentos algo desconcertante, pero que -como en el caso de Anomalisa- con el correr de los minutos sumergen al espectador en un estado casi hipnótico. El protagonista del film es Michael Stone (la voz de David Thewlis), un especialista en charlas motivacionales que viaja de Los Angeles a Cincinnati para un encuentro con empleados que trabajan en servicio al cliente. Autor exitoso, pero en crisis con su matrimonio, Michael conocerá a Lisa (Jennifer Jason Leigh), una vendedora no demasiado atractiva que lo idolatra y con la que mantendrá un affaire. La película se desarrolla en lugares de paso, lujosos pero impersonales (hoteles, restaurantes, bares, negocios), y se va tornando cada vez más deforme, dolorosa y pesadillesca en una apuesta que coquetea con la autoayuda y la new age, y aborda los aspectos más curativos y destructivos del amor (o de la sensación de enamorarse). La animación artesanal stop-motion rompe de forma premeditada con toda tentación de realismo, pero el film (sobre todo por los extraordinarios aportes vocales de Thewlis, Leigh y un Tom Noonan que interpreta a ¡todos! los personajes secundarios) jamás pierde su capacidad de emocionar. Y lo hace hasta las lágrimas, como cuando ella le canta a capela el clásico "Girls Just Want to Have Fun", de Cyndi Lauper. Puede que algunos encuentren la película un poco pretenciosa; otros, demasiado banal o hasta ridícula. Sin embargo, esta tragicomedia sobre seres torpes y endebles sostiene su integridad, su honestidad artística, con una convicción y una nobleza conmovedoras. Así, con todas sus exigencias y sus riesgos, la de Anomalisa es una experiencia que vale la pena transitar.
No más noches solitarias Metáfora surrealista sobre las relaciones humanas, puede inaugurar una nueva veta en la animación. Lo más llamativo de Anomalisa no es que sea una animación para adultos. No es que tenga escenas de sexo explícito. No es que los personajes parecen muñecos que llevan una máscara en sus rostros. Es que los personajes, que son muñecos que parecen llevar una máscara, tienen sexo y están en un filme de animación para adultos, son reales. Si muchos echan mano a las técnicas de animación para contar cosas que, al menos hasta hace un tiempo, era imposible realizar con actores, Charlie Kaufman y Duke Johnson filmaron con stop motion una historia que es de amor, pero también de soledad. Y que esa distancia que pone la materialización de los personajes termina auxiliando a ver la naturaleza humana. Kaufman, que escribió Anomalisa como obra de teatro, bajo un seudónimo, y que aceptó el invite de Johnson para codirigirla desde la animación, es conocido y reconocido por el surrealismo de sus historias. Aquí lo surreal tiene un tono más leve, pero presente. Michael Stone es un motivador profesional, un hombre que ha escrito un best seller para ayudar a vender a la gente que trabaja en call centers. Y llega a Cincinnati para dar una charla. Tiene una esposa y un hijo. Cuando habla con ellos por teléfono desde su habitación de hotel, se advierte que no es feliz. Abrumado, agobiado o aburrido (o todo a la vez), decide llamar a Bella, la chica a la que abandonó en esa ciudad hace unos años. Con ella, y con Lisa, que viajó para escuchar su charla y se hospeda en el mismo hotel donde a la mañana siguiente hablará, Michael tratará de reencontrarse a sí mismo, hallar pasión o, al fin de cuentas es lo mismo, una motivación que lo ayude a seguir adelante. Una genialidad -y que resulta central para entender Anomalisa- es que para Michael todas las voces suenan iguales. Y los personajes con que se cruza, también. Anomalisa trata sobre la sociedad, lo que es decir sobre nosotros mismos. Casi todo aquí es impersonal. Anónimo. Chato. Con las voces de sólo tres actores (David Thewlis, Jennifer Jason Leigh -brillante lo que hace la actriz de Los 8 más odiados, cambiando de tonos y manifestando estados de ánimo como Lisa, la anomalía que Michael cree lo salvará- y Tom Noonan), Anomalisa es una maravilla surrealista, atrapante. Y, a la vez, angustiante. Una lúcida reflexión sobre el amor, la soledad y el autoconocimiento. De no ser por Intensa mente, ganaba el Oscar a la mejor película animada para el que está nominada.
Crítica emitida por radio.
Charlie Kaufman vuelve a meterse en los recovecos de la mente de su protagonista, está vez mucho más “animado” pero no por ello menos realista, y nos lleva de paseo en un viaje introspectivo por las emociones más humanas de la mano de está dramedia en stop-motion sólo para adultos. La animación puede tomar muchas formas y no siempre está destinada al público más menudo. Con “Anomalisa” (2015), fiel a su estilo, Charlie Kaufman -guionista ganador del Oscar por “Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos” (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004) y otras maravillas como “¿Quieres Ser John Malkovich?” (Being John Malkovich, 1999) y “El Ladrón de Orquídeas” (Adaptation, 2002)- se pone existencialista para contarnos la historia de Michael Stone (voz de David Thewlis), reconocido autor de libros sobre servicios de ayuda al cliente, un tipo solitario que percibe a todos a su alrededor como seres idénticos (literalmente hablando, todos los personajes comparten la misma cara y voz-la de Tom Noonan-), como un reflejo de su propia incapacidad para conectarse con las personas. Estamos en el año 2005. Michael llega a la ciudad de Cincinnati por apenas un par de días, para dar una de sus charlas. El hotel es acogedor y lujoso, pero a él se lo nota incómodo, en parte, acosado por los recuerdos de un viejo amor que vive en la misma ciudad, a la que decidió abandonar un tiempo atrás. Los sentimientos son confusos, y este nuevo encuentro lo es aún más, más allá de qué en casa lo espera una amorosa esposa y su hijo pequeño, a los que no distingue de los demás. De pronto una voz le llama la atención, única y diferente. El hombre se esfuerza por encontrar de donde viene, hasta que da con la inusual Lisa Hesselman (voz de Jennifer Jason Leigh) una joven y tímida mujer, admiradora de su trabajo, con la que conecta inmediatamente. Lisa es todo lo que Michael anda buscando, perfecta a pesar de sus imperfecciones, una cara nueva en la multitud, una voz inconfundible que lo absorbe, y la persona que podría llenarlo de esa felicidad esquiva. Kaufman toma como punto de partida una obra teatral que él mismo escribió allá por 2005 y, como los títeres de “¿Quieres Ser John Malkovich?”, elige contarnos está historia a través de las afelpadas figuras en stop-motion protagonistas, cargadas de alma y conflictos, gracias a la interpretación de Thewlis, pero mucho más la de Jennifer Jason Leigh, que debería haber sido nominada al Oscar por este papel, en vez de por “Los 8 Más Odiados” (The Hateful Eight, 2015), si vamos a ser sinceros. Visualmente hermosa, Johnson y Kaufman no pierden atención a los detalles. La luz, los sonidos, la puesta en escena… todo está puesto al servicio de una historia tan original como conocida. Michael, como la mayoría de nosotros, no puede identificar sus propios problemas, pero sí reflejarlos y (por qué no) culpar al otro. “Anomalisa” es surrealista, pero directa cuando se trata de identificar los sentimientos que más nos incomodan. Lo curioso es que, al igual que “Intensa-Mente” (Inside Out, 2015) -su gran competidora a la hora de conseguir la estatuilla dorada-, esta historia también profundiza en las emociones y en lo que pasa por nuestras cabezas. La película de Pixar lo toma con humor y aventura, y pone como escenario la mente de una nena de sólo once años. Johnson y Kaufman hacen algo parecido, pero diferente, basándose en la psique de un hombre adulto, casado y con hijos, en plena crisis existencial. Las dos tienen sus méritos y las dos deben ser disfrutadas. Dirección: Duke Johnson, Charlie Kaufman Guión: Charlie Kaufman Elenco: David Thewlis, Jennifer Jason Leigh, Tom Noonan.
"Anomalisa" es una verdadera obra de arte que compite como mejor película de animación en la próxima entrega de los premios Oscar. Un relato tan profundo que da un poco de miedo... sus personajes son muñequitos, que bajo la técnica del stop motion cobran vida para demostrarnos que el mundo de la animación empieza a tener otro color. Una historia que ahonda en la rutina, en la búsqueda del amor, la soledad en su punto máximo y el dolor y la ansiedad por la realidad. Kaufman y Johnson, sus directores, se zambullen en esta aventura que algunos cuantos meses les costó realizarla pero que, como dije antes, es una joyita que hay que ver en pantalla grande. "Anomalisa" no es la típica película pochoclera que hace que al salir del cine vuelvas a pensar en tu vida como si nada hubiera pasado... NOOO, te aseguro que te va a dejar pensando unos cuantos días, y ese es el plus de este estreno.
La película, nominada al Oscar en el rubro de animación, está realizada con la técnica del "stop motion" y muestra las dificultades del personaje central para relacionarse con el mundo. La película, nominada para los próximos premios Oscar de Hollywood en la categoría "animación", fue realizada con la técnica del "stop motion" -cuadro por cuadro- y es otro título inconfundible de Charlie Kaufman, quien junto a Duke Johnson, abordan los temas de la incomunicación y la soledad.La animación de los personajes resulta un tanto rígida con respecto a otras producciones del mismo tipo, pero esto no empaña ni resta interés o emoción a un trama ingeniosa que pinta el micromundo imperfecto del personaje central. Michael Stone -con voz de David Thewlis en el original- es un reconocido orador motivacional que atraviesa una crisis existencial. Michael llega a Cincinnati -después de un vuelo con obstáculos que da los primeros síntomas de su enfrentamiento con el mundo- para brindar una charla sobre asistencia a clientes en una convención. En medio de la lucha para controlar su propia angustia y desesperación, él intentará -trabajo mediante- "ayudar" a los otros sin poder hacerlo con él mismo, y libra una batalla en la que aparecen el ingenio, la -des-gracia y el tono cáustico. Anomalisa es un film inteligente, osado en muchos aspectos -con desnudos y sexo- que no ahorra su crítica a la vida rutinaria a través de la mirada del protagonista, quien dejó a su esposa e hijo para ir a un lugar lejano en donde se reencuentra con una ex amante a la que hace tiempo no ve. Claro todo está contado con deseseperación hasta que aparece Lisa -Jennifer Jason Leigh-una huésped del hotel, y su vida cambia para siempre.Las mujeres y hombres que habitan el film tienen rostros que parecen máscaras de mirada triste y de aspecto ambiguo, que impulsan un relato diferente en el que todas las voces suenan iguales para el protagonista, a excepción, claro está, de Lisa. El autor de Eterno Resplandor de una mente sin recuerdos y ¿Quién quiere ser John Malkovich? revisa con entusiasmo los males contemporáneos de la gente común, la misma que se enamora, sufre y extraña. En definitiva, son muñecos en los que nos vemos reflejados.
Hemos visto el universo según Charlie Kaufman varias veces y sabemos, más o menos, en qué consiste. En sus guiones llevados al cine por Spike Jonze (QUIERES SER JOHN MALKOVICH?, EL LADRON DE ORQUIDEAS), Michel Gondry (ETERNO RESPLANDOR DE UNA MENTE SIN RECUERDOS) o por él mismo (SYNECDOCHE, NEW YORK), entre otros, los protagonistas son seres solitarios y emocionalmente fracturados que continuan traumados o alienados por alguna situación que no han podido resolver de su pasado. Por lo general, sus filmes se estructuran como complejos mecanismos tanto metalignüísticos como narrativos para llegar finalmente a conclusiones parecidas, casi siempre ligadas a la posibilidad –efímera, pero valiosa– de un momento de felicidad que justifique el sinsentido y la amargura que atravesamos durante buena parte de nuestras vidas. Esto último no ha cambiado en ANOMALISA, pero lo que sí es distinto es todo lo anterior: la estructura narrativa del filme es la más simple y concisa de su carrera y es, además, su primera película de animación, codirigida por el especialista en la materia Duke Johnson. Tratándose de Kaufman, claro, no es que tampoco ANOMALISA sea completamente simple, pero sus juegos y sus trampas estructurales y narrativas son pocas, consistentes y muchas veces se limitan a sueños y pesadillas del protagonista. En cierto sentido, ANOMALISA recuerda más a películas como ELLA o PERDIDOS EN TOKIO, dos filmes realizados por gente cercana a Kaufman (Jonze y su ex esposa Sofia Coppola) pero cuyos guiones no fueron escritos por él. El protagonista se llama Michael Stone y es, ¿cuándo no?, un escritor un tanto deprimido. Su gran éxito es un libro de consejos empresariales titulado “¿Cómo puedo ayudarte a ayudarlos?” que se ha vuelto una Biblia en el mundo de las ventas de productos o servicios. El inglés Stone (la voz es del británico David Thewlis) viaja a Cincinnati por una noche a dar una conferencia y para en un hotel bastante elegante (llamado Frégoli, nombre que no es casual). Como le sucede a Louis CK –o al menos al personaje que encarna en su serie, LOUIE— a Stone esos viajes lo deprimen muchísimo y casi todas las personas que se cruzan por su camino lo incomodan, aburren o molestan. Un importante truco de la película es que todos los personajes tienen la misma voz (Tom Noonan) y el mismo rostro, solo modificado por el largo del cabello o peinado en caso de ser hombre o mujer. Durante la primera parte del filme vemos a Stone seguir la rutina de un viajante profesional: el paso por el aeropuerto, la conversación de rutina con el taxista, las preguntas de rigor del botones, las confusiones con el uso del teléfono del cuarto –con el correspondiente llamado a casa para avisar que uno llegó bien–, lo complicado de entender cómo funciona la ducha, el bar del hotel, etc. Stone tiene, sin embargo, la intención de quebrar esa monotonía reencontrándose con una mujer a la que dejó, muchos años atrás, y que vive allí. Pero la sorpresa finalmente llegará para Stone por otro lado y será cuando escuche, en el pasillo de su piso, a una voz que suena distinta a todas. El la buscará y se topará con dos amigas que han venido a Cincinnati a escuchar su conferencia. Una de las dos, Lisa, no habla como los demás (la voz es de Jennifer Jason Leigh) y si bien parece tratarse de una simple y entusiasta empleada/fanática del autor, a Stone ese descubrimiento logra sacarlo de esa depresión que trae desde el principio del relato. De allí en adelante, su relación con esa “anomalía” llamada Lisa (sí, el título va por ahí) será el centro del relato. La animación en stop motion es, a la vez, realista y estilizada. Tanto el hotel como los objetos y los cuerpos de los protagonistas están hechos siguiendo cierta lógica realista, pero sus rostros tienen las marcas de las marionetas, poniendo sobre la mesa ese otro tema que el filme sostiene: esa idea de una “cultura americana” profunda que es falsamente amable, vacía, hueca de sentido, un lugar donde libros como el que Stone escribió funcionan porque dan consejos de comportamiento que buscan que sus lectores sean exitosos. “How May I Help You?” es quizás la expresión más reiterada en toda la industria de servicios en ese país… Pero Lisa no es del todo así. Su rostro tiene marcas y sus sueños son más humanos. Sonríe y ama la canción de Cyndi Lauper “Las chicas solo quieren divertirse” porque habla de querer “caminar bajo el sol” y pasarlo bien. Tiene algo del prototipo “chica simple e inocente que reordena la vida de hombre torturado”, pero luego las cosas probarán ser un poco más complicadas que eso. ANOMALISA tiene escenas de sexo llamativamente realistas para el género, una historia de amor con momentos conmovedores y humor en los momentos menos esperados. Pero como las previas películas de Kaufman –y las otras citadas– su dejo de amargura, depresión y soledad no la abandona jamás. Una Lisa como la de ANOMALISA es una anomalía en la vida de las personas, parece decir el filme, vidas que por lo general se vuelven repetitivas y tediosas, acercándonos siempre al borde de la angustia existencial. A Stone, su presencia le desarma el discurso que tiene preparado pero Kaufman no quiere, o no puede, permitirle al personaje cambiar radicalmente su forma de ver el mundo. Hay una amargura que recorre el filme siempre y esa especie de paranoia que el personaje tiene (googleen “Síndrome de Frégoli”, que es el nombre del hotel y sabrán de dónde viene la referencia) no es algo que se cure de un momento a otro. Pero en este anomalía cinematográfica –bella y triste, apagada y oscura, pero también con momentos livianos y diáfanos– siempre existe la posibilidad de que algo parecido a la felicidad se nos cruce por el camino. Y nos haga caminar, aunque sea un rato, por la vereda del sol…
El extraño mundo de Charlie Anomalisa (2015), título mezcla entre las palabras "anomalía" y "Lisa", es la nueva película escrita por Charlie Kaufman y codirigida con Duke Johnson. El guionista de las geniales ¿Quieres ser John Malkovich? (1999), El ladrón de orquídeas (2002) y Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004), vuelve a ponerse detrás de cámara tras Todas las vidas mi vida (Synecdoche New York, 2008). Se trata de una película que explaya su particular universo esta vez en la legendaria técnica de animación Stop Motion versión para adultos. Hay sexo oral, desnudos, y hasta un sex shop animado con la técnica, en una película que baja el pesimismo de su anterior realización y vuelve a la “comedia romántica freak” que lo caracteriza, con un personaje en viaje de negocios que no puede “conectar” con las personas siendo las voces de las mismas un elemento particular para su psiquis. Michael (voz de David Thewlis) es un hombre de mediana edad que se encuentra en un viaje de negocios. Llega a un hotel cinco estrellas donde se aloja para dar al día siguiente una conferencia sobre métodos de autoayuda. Pero la paradoja de la situación, lo ubica a él mismo en una crisis existencial que lo aísla del mundo que lo rodea. Causan gracia los insistentes servicios ofrecidos en su estadía, a un tipo que sólo quiere un poco de tranquilidad y soledad. En su aislamiento escucha voces que lo perturban (su tensión con su mujer, su incomunicación con su hijo cuando los telefonea) trasladan su conflicto interior a un sin salida hasta conocer a Lisa (voz de Jennifer Jason Leigh), una introvertida chica que se encuentra en el hotel con el fin de asistir a la conferencia. Su encantadora voz entusiasma al protagonista. Ambos personajes “conectan” sus conflictivas existencias cargadas de vicios, resquemores, y costumbres poco ortodoxas que generan una simpática comedia sobre la necesidad y a la vez incomodidad de estar con otra persona. Charlie Kaufman traza una serie de situaciones de lo más descabelladas para plantear esta extraña relación sentimental, poniendo la cámara justo en el lugar habitualmente omitido por las clásicas películas del género. En las imperfecciones físicas, en las fantasías de cada uno, en las incomodidades del primer encuentro sexual. Pero lo hace siempre manteniendo el tono de comedia y romance, con ternura y simpatía, sin dejar que aquello que se muestra como un trauma absorba densamente el registro del film. En definitiva, Anomalisa es una comedia agridulce, tierna y oscura sobre la incapacidad de conectarse de los seres humanos en las grandes urbes, que devuelve al guionista y director al estilo que mejor le sienta y más lo caracteriza.
¿Quieres ser John Malkovich? fue sorprendente: sin dudas su historia, a la que el adjetivo que mejor le cabía era el de “original” en el sentido más profundo y cabal del término, era la virtud mayor de una película que después sí contó con la pericia de Spike Jonze en la dirección y la habilidad de un puñado de actores que se prendieron en el juego. Después Kaufman se sintió obligado a redoblar la apuesta de la originalidad pero sin la sorpresa se transformó en un plomo: historias demasiado retorcidas en las que uno podía imaginar al propio Kaufman sentado en una mesa inventando delirios. De la misma manera que suele ser más talentoso el director que logra ocultarse detrás de su creación sin desaparecer por completo, Kaufman me hizo notar que puede existir el guionista demasiado ansioso por encandilarnos con sus vueltas de tuerca y sus historias esforzadamente complejas. Y con esa desconfianza por Kaufman entré a ver Anomalisa, una película que ya desde el título es “rara” porque además está hecha en stop motion -animación con muñequitos- pero el mundo que retrata no es imginario sino que es el nuestro: vemos la llegada del escritor Michael Stone a Cincinnati para dar una charla, el aeropuerto, su viaje en taxi, su llegada al hotel. Y es rara, también, porque salvo la voz de él que es la de David Thewlis, todo el resto de los personajes -incluídas las mujeres- están interpretados con la voz de Tom Noonan. Pero más allá de estas cosas, que nos ponen en alerta y en estado de curiosidad desde el principio, la historia que nos cuentan es sencilla: Stone está en un breve viaje de trabajo y sabemos que no está conforme con su vida amorosa -tiene una mujer y un hijo a los que no quiere demasiado- y quiere aprovechar la visita a Cincinnati para reencontrarse con un viejo amor. La película transcurre en su mayoría en esa misma noche, en la que Stone conoce a una mujer que le va a parecer la llave a una vida diferente. Y esa mujer, Lisa, está interpretada por Jennifer Jason Leigh en un laburo tan sorprendente que bien podrían haberla nominado al Oscar sólo por poner su voz acá en lugar de por poner su cuerpo para que la golpeen en Los ocho más odiados. Hacia el final, Anomalisa sufre de algunas “kaufmaneadas” un poco innecesarias, pero no se pierde en esos laberintos. El resultado es una película tierna pero no ingenua, con más de una escena memorable -Lisa cantando “Girls Just Want to Have Fun” tiene pasta de clásico- y un humor que no nos hace reír a carcajadas pero nos dibuja una sonrisa ancha, menos explosiva pero más duradera.
Todos somos lo mismo Michael Stone es un exitoso especialista en atención al cliente, esposo y padre, que debe dar una conferencia de prensa en Cincinatti. Él había vivido allí años atrás, y no resiste la tentación de llamar a su ex. Sin embargo, las cosas no salen bien y Michael parece desolado hasta que de casualidad conoce a Lisa. La premisa parece simple: un hombre casado en busca de una aventura de una noche. Sin embargo, con este planteo típico, el director y guionista Charlie Kaufman nos hace preguntarnos un poco más profundo. En primer lugar, es un acierto que se haya recurrido al stop motion para contar una historia sobre la naturaleza humana. Con una técnica impecable, constituye un metalenguaje en sí misma: desde el punto de vista de Michael todos tienen los mismos rasgos físicos y la misma voz, todos son práticamente iguales. Es así hasta que conoce a Lisa, la anomalía en su vida, la única que es diferente. Llevado a un extremo, cuando las personas no nos despiertan interés, ¿las vemos a todas iguales? Es una soledad que viene dentro de un mundo global en el que nada es extraordinario sino que todo parece estandarizado. Hasta que conoce a alguien que no lo es. Sin embargo, no es una historia de amor. Todo nuestro relato dura poco más de 24 horas, y al final nos dejará más tristres y frustrados que una típica comedia romántica en la que todo sale bien fácilmente. Nos preguntamos por qué Michael se comporta así, qué rige sus sentimientos, qué es el amor y si es posible enamorarse en tan poco tiempo. Es una historia de angustia y de insatisfacción por la vida de un hombre en la crisis de la mediana edad. El aspecto morfológico de que las caras de los personajes de ensamblan por piezas, lo que él descubre en un momento de lucidez o debilidad, destaca incluso más la idea de que todos son iguales cuando poco nos importan. Una historia bizarra como todas las de Kauffman (“Being John Malkovich“, “Ladrón de Orquídeas“), y que nos dejará pensando o tendremos que ver más de una vez. Aunque es un guión sencillo, tiene mucho en lo que explorar; sólo nos pide que nos tomemos el tiempo para hacerlo. Las acciones se ven más realistas incluso que con actores de verdad, de una forma que por momentos es incluso cruda. La fotografía que deriva del stop motion es hermosa, cuidada en cada detalle desde el más pequeño adorno en el hotel y hasta cómo la luz entra por las ventanas. Esto le valió la nominación al Oscar a mejor película de animación, totalmente justificada. La obra de Kauffman parece sencilla porque el planteo lo es, pero no es simple en absoluto. Es una película para dejarnos pensando y entrar en el verdadero mensaje que busca transmitir con reflexión y paciencia. Pero no desesperen, vale mucho la pena y encontraremos un raro diamante escondido en lo que al principio parecía una típica comedia romántica.
Cine desanimado Anomalisa es a primera vista un film muy original. Aunque quienes conozcan de forma exhaustiva la historia de la animación seguro encontrarán conexiones o antecedentes, lo que realmente se nota es que Anomalisa no se parece a nada de lo que se hace en materia de largometrajes de animación en Stop Motion. Pero ser diferente no es sinónimo de ser bueno. Los minutos iniciales son seguidos por las dudas sobre si la supuesta obra maestra que todos dicen que es no es simplemente una película con una idea que no pasa de eso. Las angustias existenciales del protagonista conviven con detalles triviales y cotidianos. Pero nada parece justificar, en ninguno de los dos niveles, que se trate de una película de animación. Todo está dicho una y otra vez, cada duda es expresa por el diálogo a un nivel que expone la naturaleza fallida del film. La animación no ha logrado la expresividad necesaria, el director debe abrazarse a los diálogos para explicar todo. La sorpresa del comienzo se transforma en sopor. La película pasa del aburrimiento al ridículo sin escalas, pero insiste en su profundidad, como si decirlo le ayudar a conseguir el objetivo. Charlie Kaufman, guionista de ¿Quieres ser John Malkovich? y El ladrón de orquídeas, ha sabido demostrar originalidad en más de una ocasión, pero aquí su juguete nuevo no le da los resultados de aquellos films. Sumergido en una historia que no tiene verdadero interés, busca en una animación sin gracia esa originalidad de la cual película carece por completo. Como una versión pesimista y sin encanto de Perdidos en Tokio, con momentos tan graciosos como la escena de sexo, que recuerda más a Team America que a un film adulto. La animación stop motion hace rato que demostró ser un arte, Kaufman quiere ser el primero en elevar a un género que hace rato que es grande. Coraline y la puerta secreta, El extraño mundo de Jack o Shaun el cordero son tres posibilidades diferentes de animación fuera de serie. Es cierto que Anomalisa es exclusivamente para adultos, pero incluso como tal es una pieza aburrida. Un culto al esnobismo de quienes subestiman a todos los artífices de un género e intentan colocarse por encima, como salvadores del mismo. Aburrida y fea, Anomalisaes una de esas películas que reciben muchos elogios hasta que alguien dice: El rey está desnudo. Es hora de que alguien lo diga.
Después de varios años, Charlie Kaufman regresó al cine para dirigir una película en stop motion llamada Anomalisa. El codirector es Duke Johnson, quien tiene muy buenos antecedentes como director de contenidos en animación cuadro a cuadro, entre ellos el famoso episodio de la serie Community “Abed’s Uncontrollable Christmas”. La historia sigue a Michael Stone (con la perfecta voz del actor David Thewlis), un gurú del servicio al cliente que escribió un libro y viaja a Cincinnati para dar una conferencia. A medida que pasan los minutos, resulta obvio que cada uno de los demás personajes tiene la misma cara y la misma voz (la calma y apacible voz de Tom Noonan). Este hecho asfixia y desespera tanto a Michael como al espectador. Michael parece odiar su vida, su familia no le importa, nada lo satisface y busca incansablemente sentir algo, lo que sea. Su primer intento es reconectar con una vieja novia (quien también tiene la misma voz y cara que los demás), a la que le rompió el corazón, pero sus esfuerzos resultan en vano. Hasta que desde su habitación en el hotel oye una voz distinta, femenina y alegre. Esa voz pertenece a Lisa (y a la actriz Jennifer Jason Leigh), a quien Michael ve distinta a todos los demás. Lisa es única en ese mar de semblantes iguales y voces iguales sin inflexión. Juntos pasarán las horas antes de la conferencia, asombrándose el uno al otro y conociéndose. Como las anteriores películas de Kaufman, las crisis existenciales y las grandes preguntas de la vida hacen aparición. En esta ocasión, Michael es el hombre atormentado que no le encuentra sentido a la vida, que a pesar de tener una gran carrera y una familia que lo quiere, está completamente perdido buscando compañía y felicidad sin lograr aferrarse a ninguna de las dos. Por su parte, Lisa es una mujer hambrienta de cariño, pero a quien la vida la ha dejado olvidada y ella simplemente ha aceptado “su destino”. Anomalisa es una gran película no sólo por la belleza de los muñecos que la protagonizan y la humanidad que hay en ellos sino también por cómo Kaufman plantea a la perfección la desesperación de sentirse totalmente perdido y solo en el mundo y, contra todo pronóstico, seguir buscando incansablemente un pedacito de felicidad.
En un laberinto opresivo y asfixiante Un exitoso orador emprende un viaje con su bestseller empresarial bajo el brazo, pero habita un mundo incomprensivo que tampoco logra comprender. En el film no hay enseñanza ni moraleja, apenas un existencialismo atroz atravesado por un sentido del humor tristón. Para su segundo largometraje como realizador, el guionista maravilla Charlie Kaufman (autor de los libretos de ¿Quieres ser John Malkovich? y Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, entre otras) abandonó a los actores de carne y hueso y se pasó a las filas de la animación, sumando como codirector al especialista en esas lides Duke Johnson. El resultado, un film con marionetas que utiliza la tradicional técnica de la animación cuadro a cuadro, rindió sus frutos. En principio –gran logro a nivel industria de Hollywood– consiguió transformarse en el primer largometraje de animación exclusivamente para adultos en recibir una nominación a los premios Oscar, en una categoría usualmente reservada a films infanto-familiares. A cruzar los dedos, en ese sentido, para que Anomalisa no pase a la historia precisamente como una anomalía. Los films protagonizados por criaturas sin sangre en las venas –dibujadas o creadas en base a los más diversos elementos físicos– merecen todo el respeto del mundo, entre otras razones porque permiten crear universos corridos ligera o ampliamente de la imposición de realismo que la imagen fotoquímica o digital de los actores implanta en el espectador desde el minuto uno.A diferencia de un imaginario film alternativo rodado en sets verdaderos y con actores y actrices reales, el mundo de Anomalisa –paradójicamente– es y no es la Tierra. Los primeros veinte minutos de relato describen una situación harto conocida para todo aquel que suele viajar a congresos, eventos o festivales en ciudades ajenas: el largo vuelo, la llegada al aeropuerto, el paseo en taxi, el check-in en el hotel y el reconocimiento de ese terreno que será hogar y refugio durante un lapso suspendido en el tiempo, la habitación. Si bien el estilo elegido por Kaufman y Johnson para los decorados (todos ellos, no casualmente, lugares de tránsito o no-lugares) es realista hasta en los detalles más ínfimos, el movimiento de los personajes y su fisonomía no dejan lugar a dudas: no se trata de imitar la realidad sino de recrearla por otros medios. El espectador atento notará casi al instante que tanto el protagonista, un tal Michael Stone –exitoso orador británico cuyo bestseller empresarial sobre cómo mejorar la atención al cliente lo lleva precisamente a emprender ese viaje–, como el resto de los seres con los que se cruza, llevan en sus rostros la evidencia de su cualidad artificial. Más aún: excepto Stone, todos hablan con la misma, exacta voz. Pilotos y azafatas, taxistas y botones, hombres y mujeres.El mundo de Anomalisa es kaufmaniano por definición. Y también, por extensión, algo kafkiano. Stone está atrapado en un laberinto opresivo y asfixiante. Luego de ordenar algo de comida desde su cuarto y de hacer el contacto telefónico de rigor con su mujer e hijo, tomará la decisión de realizar un segundo llamado a esa mujer a la que abandonó hace una década, sin demasiadas explicaciones, en esa misma ciudad que ahora visita por segunda vez. El reencuentro será desastroso y disparará nuevas decepciones y angustias, hasta que una voz distinta a todas las demás llama su atención: la de Lisa, una mujer sencilla, incluso algo simplona, no demasiado bonita (según sus propias palabras) y fan de Cindy Lauper, que está parando en el mismo hotel. Por primera vez en la filmografía de Kaufman, como realizador y guionista, no hay aquí metatextos o universos contenidos en otros; tampoco elementos de índole fantástica. Apenas una metafísica pesadillesca que no se diferencia demasiado de un mal sueño real y concreto, de esos que asoman sus dientes afilados en la profundidad de la noche.Podrá pensarse que la mirada de Kaufman (autor, a su vez, de la “obra de teatro sonora” que dio origen a la película, en la cual un grupo de actores lee los diálogos sin interpretarlos gestual o motrizmente) parte de una impostación apesadumbrada que roza el nihilismo. Para Stone no hay posibilidad de trascendencia a partir de la idea de familia o los logros profesionales, ni siquiera siguiendo el camino del hedonismo o el placer egoísta. Apenas algunos efímeros vislumbres de felicidad a los cuales trata desesperadamente de asirse. De haber encarado Kaufman un relato tradicional, Anomalisa hubiera decantado, casi con seguridad, en una película obvia y pretenciosa. Es su propia forma la que termina transformándola en un objeto distinto, delicado, donde la mímesis alegórica se transforma en un fin en sí mismo. Tal vez con alguna influencia de ciertas escuelas de animación de los países de Europa del Este, Stone es un héroe particular que intenta sobrevivir, al borde del agotamiento, en un mundo incomprensivo que, a su vez, no logra comprender. No hay enseñanza ni moraleja, apenas un existencialismo atroz atravesado por un sentido del humor tristón. Y esa belleza fugaz, usualmente intangible, algunas veces corpórea. Como esa antigua muñeca erótica japonesa que irrumpe en el hogar como un recuerdo de otro mundo. ¿El mundo que nos rodea? No exactamente. Aunque existan varias zonas de rozamiento entre uno y otro.
La segunda película dirigida para el cine por Charlie Kaufman, Anomalisa, nos lleva a un mundo tremendamente humano, paradójicamente, por medio de la animación. Michael, nuestro protagonista (con voz del enorme David Thewlis) viaja a Cincinatti por negocios y conoce a Lisa (Jennifer Jason Leigh). Y listo, no les puedo contar mas de la historia, porque la brillantez de la película no esta en eso (aunque la profundidad de los personajes hacen que la historia simple tenga otra dimensión) sino que reside en la decisión de hacerla animada. La animación Stop Motion (es decir, hecha con “muñecos” y fotografiada cuadro por cuadro para después reproducirla a 24 fotogramas por segundo y dar la sensación de movimiento) es al mismo tiempo magnifica como incompleta. Muchas veces se nota que no están los muñecos terminados, o que las caras son intercambiables, pero no trata de engañarnos, y eso nos permite de alguna manera insertarnos mejor en la historia. Otro gran detalle, magnifico, y tan genial que no entiendo como no se le ocurrió antes a nadie, es que todos los personajes, excepto nuestros protagonistas, tienen la misma cara y comparten la misma voz (Tom Noonan), haciendo de ellos comunes, planos, y diferenciándolos de nuestros dos protagonistas, los únicos originales y “distintos” de toda la historia. Calculo que en ese detalle esta la idea de hacerla animada, pero no me atrevería a meterme en la cabeza del guionista de “Quieres ser John Malkovich”, aunque el no tiene problemas metiéndose en la cabeza de los demás, aparentemente. En resumidas cuentas, la película es un viaje a la vida de un hombre, que conoce a una mujer, en un viaje, con todo lo que ello conlleva. Con la locura a la que nos tiene acostumbrados, Charlie Kaufman nuevamente logra meternos en un mundo extraño, pero a la vez, extremadamente familiar.
Michael Stone es un carismático e inteligente orador, autor de un exitoso libro para ayudar a las empresas a mejorar la atención hacia el consumidor. Mientras Michael realiza un pequeño viaje para dar una charla sobre su libro, conocerá a Lisa, una joven que cambiará su solitaria y monótona forma de ver a todas las personas. Lisa tiene un amor de ultramar Antes de hablar de la película en sí misma, debemos aclarar que Anomalisa no es una cinta de animación como cualquier otra. Empezando por el llamativo hecho de que haya sido nominada como Mejor Película de Animación, compitiendo contra Intensa-Mente o Shaun El Cordero: La Película, siendo que las cintas anteriormente nombradas apuntan a un público universal, Anomalisa es un drama con una mirada íntima, a la cual la Academia podría haber nominado como Mejor Película tranquilamente. Anomalisa fue financiada a través de la página Kickstarter inicialmente buscando producir un corto, siendo en su concepción primigenia una obra de teatro escrita por el genial Charlie Kaufman en la que los actores únicamente interpretaban sus papeles sentados en el escenario. Luego de conseguir la financiación, se pasó de la idea de realizar un corto a una película completa. La magia de Anomalisa tiene su asidero en la hermosa animación stop-motion con la que está realizada, cada escena está concebida de forma tan puntillosa que es digno de admiración, al igual que los planos secuencias con los que cuenta la cinta en esos ires y venires de nuestro protagonista en el hotel. Absolutamente todo tiene un acabado ultra fino. Párrafo aparte para las espectaculares interpretaciones de David Thewlis y Jennifer Jason Leigh, quienes son los encargados de dar vida a esos muñecos hechos en impresora 3D que son Michael y Lisa respectivamente; sus voces brindan unos matices tan personales e íntimos, que hacen que nuestro oído interno se regocije de placer al escucharlos. Cabe destacar que salvo Michael y Lisa, quienes son los protagonistas de la cinta tienen voces particulares, el resto de los miles de personajes con los que se cruza Michael en su camino, ya sean hombres, mujeres o niños, están interpretados por Tom Noonan. Si bien la historia con tintes surrealistas de Kaufman es simple y es abordada desde la soledad abrumante de Michael, es absolutamente efectiva, y cumple en todo lo que se propone: darnos esa sensación de familiaridad, sentirnos identificados. Los pequeños momentos cómicos, el drama y el romance, todo está en la medida y el punto justo. Hasta la escena de sexo es tan real, que nos olvidamos que aquellos protagonistas son muñecos y no personas reales. Lamentablemente la cinta no es perfecta, y promediando la mitad del tercer acto, la historia y el ritmo caen abruptamente, otorgando a la trama un tono plúmbeo que no va acorde al resto de la cinta, brindando una sensación de estar visionando algo que podría haber terminado hace varios minutos atrás. Quizás hubiese sido mejor llevar a cabo la idea prístina de una película de 40 minutos y no elevar el metraje hasta los 90 minutos, algo que termina asolando esta hermosa experiencia audiovisual. Conclusión Anomalisa es una película con alma y corazón. Una cinta que durante su metraje hace que viremos entre el amor y la tristeza, dejando como resultado una placentera ambivalencia. A pesar de no ser la obra maestra que muchos venden, no deja de ser una producción totalmente loable, desde su historia, la forma en que es llevada a escena hasta las entrañables voces de sus protagonistas. Una experiencia audiovisual a la que le sobran minutos pero no deja de ser absolutamente recomendable.
Dibujo para adultos que se destaca por su admirable técnica Petisito de anteojos y rulos, cuando era más joven Charlie Kaufman quiso estudiar neurofisiologia. Se ve que la materia le gusta, y también le gusta la fantasía, porque escribe historias bien enrevesadas sobre los vericuetos de la cabeza humana y los vaivenes del pensamiento, sobre todo en asuntos de amores, memorias incompletas, problemas de identidad y esas cosas. Él solito escribió "¿Quieres ser John Malcovich?", adaptó con mucho ingenio "El ladrón de orquídeas", "Confesiones de una mente peligrosa" y "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", enriqueciéndolas, según dicen, y realizó "Synecdoche, New York - Todas las vidas, mi vida", además de aportar sus granitos de materia gris en media docena de series televisivas y probarse en el teatro. Precisamente, después del complejo "Eterno resplandor..." se mandó un descansito con una pieza, aparentemente sencilla, de teatro leído para tres intérpretes. Uno encarnaba al tipo aburrido de sí mismo y de todos los demás, otro interpretaba con el mismo tono de voz a todos los demás, y una mujer surgía de pronto con una voz distinta, proporcionando nuevas y quizá pasajeras ilusiones a la triste vida del tipo aburrido. Paradójicamente, el fulano era un exitoso conferencista dedicado a motivar al personal de servicios telefónicos en su charla cotidiana con gente que no conoce. La obra se llamaba "Anomalisa" y transcurría a lo largo de una noche, casi toda en unos pocos rincones de un hotel impersonal. ¿Pero cómo trasladar eso al cine? Esta vez, la idea fue de Duke Johnson, cabeza de un programa de muñecos para adultos llamado "Mary Shelley's Frankenhole". Así es como "Anomalisa" llega al cine convertida en una película de muñecos para adultos. Seres de plastilina con expresión humana, moviéndose entre maquetas cuidadosamente hechas. Las voces pertenecen a los mismos intérpretes de la obra teatral: David Thewlis, Jennifer Jason Leigh y Tom Noonan. Un recurso interesante y doloroso permite ilustrar, además, la sensación que tiene el conferencista respecto del común de la gente. El clima es melancólico, tristón. Los pensamientos que se expresan son de un hondo cansancio. A veces causan pena, y hacen pensar en amores perdidos. Otras veces, más bien causan fastidio. Estos muñecos son para adultos, no sólo porque traten temas de gente que se siente agobiada y alienada, o porque tengan una escena sexual (que la tienen), sino también porque la película se hace medio larga y monocorde. Aun así, resulta admirable el trabajo de Johnson, los diseñadores de producción John Joyce (también director de arte) y Huy Vu, y el enorme equipo de animadores, escultores, maquetistas, vestuaristas, etc. En resumen, una digna candidata al Oscar para Mejor Largometraje de Animación. Y la primera que llega a esa nominación sin pasar por el mercado para niños.
Una cinta de animación en Stop Motion para adultos. Un film audaz, emocionante, valiente, bien musicalizada, con una gran estética que dejará a más de un espectador con la boca abierta. Tal vez algunas escenas se podrían haber evitado y hacerlas mas sugeridas.
Anomalisa es una pequeña gran anomalía en el cine de animación. Pequeña, porque cuenta una historia simple pero con toda la impronta del guionista y director Charlie Kaufman, y grande, porque es una película animada apuntada a la platea madura, alejada del territorio de Disney, Pixar y DreamWorks, y la primera de su clase en tener una calificación restringida y ser nominada a un premio de la Academia. El concepto que manejan Kaufman y su co-director Duke Johnson es bastante sencillo, pero funciona mucho a su favor. Un entristecido autor a punto de dar una charla en un gran hotel se ve agobiado al extremo por su estancada vida. Ha llegado a un punto en el que simplemente ve a toda la gente a su alrededor con las mismas expresiones faciales, y hasta oye la misma voz en cada uno de ellos, desde el taxista y el recepcionista del hotel, hasta su propia esposa e hijo -en la voz del siempre servicial Tom Noonan-. El detalle es desconcertante y muy kaufmaniano si vamos al caso, pero hay tristemente una condición psicológica llamada Síndrome de Fregoli, en la que quien la padece siente que varias personas en su vida son en verdad una misma persona bajo un disfraz. No por nada el hotel donde se hospeda Michael Stone -un maravilloso David Thewlis- se llama The Fregoli, en un guiño no tan solapado como uno esperaría. Michael lo prueba todo para salir del pozo depresivo en donde se encuentra, incluso un incómodo y desesperado intento de reconectarse con un amor del pasado, pero todo esfuerzo fracasa. Pero no es hasta que sale de una ducha que escucha en el pasillo algo maravilloso e inesperado, que hace estallar dentro de él emociones que hace rato creía perdidas. El resto, por supuesto, es cuestión de descubrirlo al ver la película. Anomalisa es un gran drama que cuenta con la particularidad de tener una historia muy simple y concisa, que requiere de animación porque de otra manera habría momentos que quedarían bastante más extraños con actores de carne y hueso. El nivel de animación, por otra parte, es una combinación tan bien conducida que por momentos a uno se le olvida que está mirando marionetas moverse. Tienen rasgos humanos, pero a la vez bisagras mecánicas. Todo es muy extraño, pero ¿qué no lo es en una película de Charlie Kaufman? La resolución del conflicto puede ser agridulce, pero no es nada que no se haya esperado desde el inicio. Es triste, pero es algo que pasa cotidianamente. Es la maravilla de la película de Kaufman y Johnson, la cotidianeidad de su trama, y lo fácil que es sentirse identificado con alguno de los personajes. Personajes que por cierto están increíblemente interpretados por Thewlis y una suprema Jennifer Jason Leigh, que junto a su actuación en The Hateful Eight tiene su merecido resurgimiento en Hollywood. Su voz es simplemente atrapante y su trabajo sencillamente podría calificar para recibir premios de la Academia. Junto con la labor de Noonan, conforman un trío lleno de expresividad que construye un pequeño mundo alrededor de pocos detalles. Anomalisa es una enternecedora y dramática historia que tiene la peculiaridad de estar contada a traves de animación stop-motion. El resto es sencillamente magia pura gracias a todos los involucrados. Imperdible si quieren presenciar una de las historias más humanas de la temporada, y ver otro tipo de animación a la que no estamos acostumbrados.
Anomalisa marca la incursión en la animación stop motion del siempre excéntrico Charlie Kaufman. Narra el vínculo de hotel entre una joven y un vendedor en crisis. La aparición del amor en un mundo vacío puede ser materia para el lugar común como para una lúcida y encendida anomalía. Por suerte, en manos de Charlie Kaufman, guionista de memorables extrañezas como ¿Quieres ser John Malkovich? (1999), El ladrón de orquídeas (2002) y Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004) y director de la excesiva y retorcida Sinécdoque, Nueva York (2008), la incursión en el stop motion sólo podía derivar en la segunda opción: y eso aunque Anomalisa, codirigida con Duke Johnson, sea la más amable de sus películas. Michael Stone (voz de David Thewlis) es un experto en venta al público que en plena crisis de sus convicciones profesionales viaja a la ignota Cincinatti para dar una conferencia. El impersonal aeropuerto amortiguado con auriculares, el taxista trasnochado que recomienda por enésima vez probar el picante de la ciudad y visitar su zoológico y la entrada a la estándar habitación de hotel por parte del tan cansado como intranquilo Stone (que después observará a un hombre masturbándose frente a una pantalla digital en una ventana lejana) transmiten de manera directa la incomunicación y soledad en el mundo. Después de un encuentro fallido con una antigua amante (que impone la primera distorsión: ella habla con la misma voz masculina de los demás personajes secundarios, a cargo de Tom Noonan) y de una incursión de humor oscuro a un sex-shop, Stone conocerá a la tierna Lisa Hesselman (Jennifer Jason Leigh), una lectora-fan de su bestseller que conmueve al depresivo Stone por su aura distinta, presente en una conducta tímida y errática (con gag de caída al piso incluida), una voz ahora sí femenina que Stone no puede dejar de escuchar extasiado y una extraña cicatriz que la joven cubre con su extenso flequillo. Esa herida robótica, físicamente relacionada con una ranura que llevan todos los personajes-muñecos de la película, arroja un inquietante manto de ciencia-ficción existencial sobre un filme en el que la asociación amor-rareza en un universo de iguales amenazaba con ser demasiado redonda. La suave y conmovedora factura formal, donde la pelea con una ducha, el acto sexual incómodamente cálido entre los personajes, el canto sentido a cappella de una canción de Cindy Lauper o los primeros planos de los ojos vívidos de Stone se convierten en pequeñas maravillas, completan la singularidad de una película que no por nada lleva el nombre de su criatura femenina: Anomalisa, apodo ingeniado por Stone para su amada al conjugar “Lisa” y “anomalía”. Y es que la vulnerabilidad de Stone despierta por el amor que siente hacia Lisa puede equipararse a la fragilidad del stop motion con vida propia que se despliega ante el espectador, una presencia humanamente bizarra en una cartelera habitada por... marionetas. Esa aparente simpleza poblada de recursos mínimos pero decisivos (los muñecos que son pseudoconscientes de serlo, las tres voces, la historia misma que opone el asombro del amor a un mundo en venta) hacen de Anomalisa un clásico instantáneo, ideal para recordar que no somos robots.
LO PECULIAR SE TORNA ORDINARIO Al principio se escucha una voz masculina clara y discernible. Luego comienzan a surgir de todos los ángulos diferentes tonos de voz, murmullos, gritos, indicaciones, charlas… un todo masificado e ininteligible que se acentúa con la oscuridad de la pantalla; la confusión del alboroto de sonidos que se devoran tanto al rectángulo negro como a la expectativa del público. Entonces, la espesura negra se vuelve blanca, en unas nubes imponentes que cubren el cielo y el avión que inicia el descenso. Por fin termina el viaje, por fin arriba a Cincinnati. Estos primeros minutos de Anomalisa se vuelven centrales y, hasta se podría decir, funcionan como el eje de la película animada de Charles Kaufman y Duke Johnson: no sólo porque se repiten casi al final de los créditos cerrando un círculo perfecto, sino porque respaldan al tema principal, que tiene que ver con la identidad o la ausencia de ésta en tanto pérdida de los rasgos distintivos e individuales de la sociedad y del propio ser y a la cosificación. Dichas características se refuerzan de manera permanente a lo largo del filme desde los diálogos, el aspecto de la mayoría de los personajes, de la puesta en escena de los lugares y el significado de esos sitios de paso, de la casi monotonía de las voces (idea muy interesante para exponerlo), incluso, las múltiples acciones de los personajes. Sin embargo, a pesar del atractivo del tema y de algunos aciertos de los directores en el detalle de las puestas en escena o de la construcción de ese universo casi unilateral de voces, pareciera que ciertos elementos se contradicen. Los cuerpos animados no presentan una figura armoniosa, la cabeza y las manos casi tienen el mismo tamaño, pero tampoco robótica. Si bien hay una intencionalidad de semejanza entre los personajes y los autómatas, ya desde el principio se aprecian una línea a la altura de la nariz y otra que rodea el rostro cual máscara, los cuerpos no terminan de ser ni una cosa ni otra; un híbrido de movimientos que más que mecánicos o inconscientes parecen torpes o desajustados. Michael Stone (con la voz de David Thewlis) también se contrapone a sí mismo: se siente solo porque percibe al mundo como una masificación y no encuentra algo distinto. Él se diferencia de los demás por un rasgo propio pero, en un momento cuando pierde parte de su rostro en el pasillo del hotel, expone ese rasgo mecánico común al resto, aunque ese hecho sea sólo un detalle y no se profundice en Anomlisa. Lisa (voz de Jennifer Jason Leigh), por su parte, también deja de ser la anomalía para volverse, por poco tiempo, en algo cotidiano. Pero esa brevedad le será un tanto determinante. El círculo se cierra y el trastorno se vuelve a hacer oír. Las voces se tapan, se oponen y se asemejan hasta formar una sola más potente y algo insoportable; esa, a final de cuentas, es la que devora todo. Por Brenda Caletti redaccion@cineramaplus.com.ar
Ejemplo de film que se aplaude por su técnica pero nada más. Anomalisa es una película realizada con muñecos y con la vieja técnica del stop motion, y tal alarde es perfecto. Pero la historia de un conferencista motivacional cansado del mundo podría contarse -incluso con el artificio de que todos los personajes a su alrededo hablen con la misma voz y tengan el mismo rostro, hombres y mujeres- más breve y sin muñecos. Cuando la técnica no tiene nada que ver con la trama, es puro chiche. Y lo demás, aquí, es muy trivial.
Charlie Kaufman, reconocido guionista de películas como “Quieres ser John Malkovich?” (1999), “Confesiones de una Mente Peligrosa” (2002) y “Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos” (2004, libreto por el que ganó un Premio Oscar), dirige su primera película animada para adultos, proyecto que no nació como tal sino que está basada en su propia obra de teatro, creada bajo el seudónimo Francis Fregoli. El apellido hace referencia al síndrome caracterizado por la suposición que tiene un individuo que insiste en que conoce a una persona que realmente no conoce y se sienten perseguidos por por una persona a la que creen ver en todas partes. Esta producción realizada con la técnica Stop Motion, también a cargo de Duke Johnson, mezcla la comedia con el drama y cuenta la historia de Michael Stone (voz del británico David Thewlis), una especie de orador motivacional que vuela a la ciudad de Cincinatti a dar una conferencia (la escena del taxi que toma hacia el hotel es genial). Es autor de un exitoso libro de orientación para la gente que trabaja en los call centers de servicio de atención al cliente; un experto en la materia. Pero en lo que respecta a su propia vida, este hombre lucha contra su incapacidad para conectarse con las demás personas. Insatisfecho, depresivo, siente que su vida es rutinaria y monótona, algo que literalmente la película representa cuando el protagonista escucha todas las voces iguales de quienes interactúan con él (esas voces son las de Tom Noonan). Pero Lisa (voz de Jennifer Jason Leigh), una joven admiradora de esta eminencia que llegó a esta ciudad para escucharlo, aparece en su vida y con una voz distinta. Michael, casado y padre de un hijo, cree haber encontrado el amor de su vida. Ella cambia su perspectiva del mundo. Tienen un encuentro sexual (la escena es explícita) y Michael está dispuesto abandonarlo todo y a todos por alcanzar la felicidad con esta “anomalía/anomalisa” que ha llegado a su vida. Rara y extraordinaria a la vez. Excelente animación y una historia entretenida de principio a fin cuyo relato, con momentos divertidos, ahonda en el el tema de la soledad, el amor, lo que significa ser una persona y lo que hace especial a cada individuo. Está entre las nominada a Mejor Película Animada para los Premios Oscar.
Sin lecciones Anomalisa fue fácilmente etiquetada como “animación para adultos”, algo que si se tiene en cuenta su extensa escena sexual en stop motion y lo profundo que se tornan los temas que se tratan hacia el desconcertante final, es un término que le cae como anillo al dedo. El asunto es que también es una etiqueta vacía que dice muy poco del contenido del film, más allá de que no llevaríamos niños a verla. Dirigida por Charlie Kaufman junto a Duke Johnson (que con esta codirección comienza a dar sus primeros pasos en el largometraje), la película retoma algunas de las obsesiones de Kaufman, pero las trabaja con un tono menos críptico y confuso que en su ópera prima Sinécdoque, Nueva York; aunque con menos efectividad que en sus trabajos junto a Michel Gondry y Spike Jonze. Anomalisa narra cómo un experimentado escritor de autoayuda llega a una lluviosa Cincinnati, donde espera para dar una conferencia sobre sus libros en un lujoso hotel. Allí lo asaltan fantasmas del pasado con una mujer, que se suman al hartazgo que siente por actuar el lugar en el que se puso como “gurú”. Esta introducción con un personaje neurótico enfrentando en su aparente rutina, su pasado y su identidad, aislado en un no lugar, tiene mucho en común con películas como Perdidos en Tokio o Amor sin escalas, e incluso lo que plantea sobre el amor al encontrarse a dos chicas en el hall para tomar algo es una versión un tanto vulgarizada de lo que ocurre en esos films. Lo que ocurre una vez encuentra a Lisa y la paradoja de esa atracción del personaje central por alguien que se encuentra desvalorizado tiene ecos en la segunda mitad del film, cuando las obsesiones del personaje aparecen deconstruidas y se profundiza en el conflicto de identidad. La caída en el nihilismo a pesar del aparente resguardo que le da el prestigio de ser un escritor de autoayuda, termina entregando una escena y un final digno de un cuento de Raymond Carver, con el escritor acorralado por sus fantasmas. Uno de los puntos más debatibles del film se centra en el uso de la animación: la cuestión pasa por saber si es justificado o no su uso, teniendo en cuenta sobre todo la primera mitad, cuyo realismo no expresa los ribetes que ofrece el género. Sin embargo, la textura y el tono impersonal, el uso de los colores y los planos largos que se cortan repentinamente por algún detalle -por ejemplo, observen la secuencia en la que nuestro protagonista va a buscar hielo al vestíbulo del hotel- le dan al film un tono particular cuya ruptura en la segunda mitad, donde se juega con el sonido y la imagen desde una perspectiva cercana a lo onírico, subrayan lo desolado del personaje y legitiman el uso de la animación como herramienta para transmitir todo ese mundo interno. Si bien por momentos puede caer en el vicio intelectual de Sinécdoque, Nueva York, Anomalisa encierra dentro de su fórmula aparentemente sencilla un relato cuyo personaje va abriéndose como las capas de una cebolla, hasta el desconcertante y contundente final. Como en uno de los diálogos que asoman en el período más confuso del film quizá, después de todo, la única lección de la vida es que no hay lección.
Interpretación y perplejidades. Crítica a ‘Anomalisa’ Otra vez, las relaciones humanas son vínculos metafísicos y no simples organizaciones del azar, otra vez, Charlie Kaufman, nos propone una una visión profunda e incómoda de una experiencia única que se siente muy familiar a pesar de la ruptura realista de la marioneta, o es tal vez, por la marioneta que siento el mundo de Anomalisa muy cercano al mío. Michael Stone padece una condición psicológica bastante macabra que vuelve homogéneo todo su alrededor, nadie es especial, por el contrario, son parte de una torcida monotonía que lo oprime en una desesperación laberíntica, es una náufrago en una ciudad sin más habitantes que un otro. Un otro, que es muchos y al mismo tiempo uno solo, uno que no seduce, uno que es castrador y posesivo, está obsesionado, y esa obsesión es la base misma de la sociedad, es una normalidad abyecta. La anomalía es una mujer, una sola, Lisa, Anomalisa, no hay más distracciones que ella. Emerge, como la salvación y el futuro, pero su efecto reconfortante se evapora velozmente, puesto que el mismo protagonista, Michael, es también un sujeto perverso y enfermizo con sus propias obsesiones. Michael posee este síndrome posmoderno, la angustia de sentir que no se está viviendo como debería, se aferra por ello a pequeñas anomalías, singularidades insignificantes como Lisa, puesto que estas lo anclan al presente y le permiten vivir el ahora, now. Las voces, como emanación, son un estímulo cargado de sentido en este film. Es a través de la voz como inyección psicológica que las personas se encuentran en su forma más verdadera e inmediata. Es por eso que el canto se eleva como la forma más sublime de la experiencia, para luego resignificar un signo viejo que parecía estropeado. La música, regresa de nuevo, para mostrarnos cómo las fantasías se concretan de manera rudimentaria. La propuesta estética, la animación, aporta un sesgo y un ritmo cortado que empapa de incomodidad el movimiento de los cuerpos. El realismo, es extremo por momentos, pero rápidamente lo corta con la evidencia de la técnica, y el saber, consciente y subconsciente, de los personajes que se saben máquinas, marionetas programadas por agentes externos que definen sus destinos, siendo esto al mismo tiempo lo que se siente tan real en la película. A Anomalisa le falta escala, le falta ambición, no en la búsqueda interior ni en el concepto, sino en el tiempo. Las escenas constantemente demandan más longitud, los personajes quieren explayarse, mostrarse mucho más. Todo se vive con mucha reserva, hay un algo que puede expresarse con más claridad y abundancia pero necesita tiempo. La conferencia que da Michael, es una respuesta a esto, una serie apresurada de aforismos que busca condensar todo aquello tiene ganas de decir pero no puede. Por último, el régimen del puntaje necesita notas y comentarios, no es tan sencillo ni justo valerse de tan pocos números, pero a fin de recomendar una obra funciona. Por eso, que una obra tenga 10 ni significa que sea perfecta, sino que es altamente recomendada, es el interés del crítico transmitir que la película tiene valor y de alguna manera es esencial para el entendimiento de la mundano y de lo trascendente.
De acuerdo a la RAE, una anomalía es un “cambio o desviación respecto de lo que es normal, regular, natural o previsible.“ De acuerdo a Michael, el personaje principal de esta película, una voz diferente y hermosa como la de Lisa, en algún punto también lo es, y por eso ella se convierte en una “Anomalisa”. Ahora bien, de acuerdo al diccionario inglés-japonés que ésta atípica joven consulta, la palabra también parece remitir a la cultura nipona, donde el significado varía hacia “Diosa de los Cielos”. ¿Qué es entonces una “Anomalisa”? Conociendo a Charlie Kauffman (director de Sinécdoque Nueva York y guionista de clásicos modernos como ¿Quieres Ser John Malkovich? y El Ladrón de Orquídeas), posiblemente sea todo ésto, inclusive más aún o la nada absoluta. Es en estas ambigüedades y desórdenes donde transita la película, con tintes más filosóficos que cinematográficos y, se sabe, la filosofia no busca responder preguntas sino abrirlas. La sinopsis de esta historia, basada en un radioteatro del propio autor, puede en apariencia resumirse en apenas unas líneas aunque, claro, sabemos que detrás hay mucho más: un hombre deprimido y agobiado por la rutina se hospeda en un hotel a donde lo esperan para brindar una conferencia, y allí conoce a la mencionada chica del título que lo saca de la monotonía. Un par de detalles, sin embargo, separan esta historia de cualquier fábula romántica: todos los personajes, a excepción de estos dos principales, tienen la misma voz masculina, como si fuesen parte de un “todo”, y la frontera entre lo real y lo onírico se diluye por momentos, como para confundir más las nociones de lo que es real y lo que no ante el espectador. Kauffman sabe entonces que la definición de realidad supone un problema filosófico que ha sido motivo de debate a lo largo de la historia de la humanidad, y desdibuja cuidadosamente los límites entre ésta y la fantasía, sumergiéndonos en un mundo extraño en donde no sabemos verdaderamente qué es lo que está pasando a nuestro alrededor. Pero a Kauffman claramente le interesa también la psicología, la eterna complejidad que supone la sexualidad y nuestra relación con ésta, las obsesiones, el Yo, el Otro y esa infinidad de términos que buscan explicar lo que a simple vista parece (y se puede argumentar que, en algún punto, lo es) inexplicable. Ahí reside, justamente, el ¿inconcluso? desenlace de la película. Si se lo quiere abordar por el camino de Lacant y entender que la realidad es un fenómeno en el cual se apoyan nuestras fantasías, ahí está la muñeca japonesa para sostener la hipótesis, anclada en lo sexual. Si se quiere cuestionar todo como una mera percepción que varía dependiendo de quién se mire delante del espejo, ahí está esa quijada que parece desprenderse del resto del cuerpo. Y si se quiere indagar un poco más en las oscuras pistas que Kauffman deja sutilmente desparramadas por el camino, ahí está el nombre del hotel, Frégoli, que puede revelar unos cuantos misterios.
Escuchá el audio haciendo clic en "ver crítica original". Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli.
Guionista de tres de los más importantes films de Michel Gondry, ¿Quieres ser John Malkovich?, El ladrón de orquídeas y Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, Charlie Kaufman entrega su tercer largo como director, una maravilla de animación. La cinta sigue el arribo del escritor británico Michael Snow (voz de David Thewlis) a un hotel norteamericano para dar una clínica sobre estrategias en turismo. Todos los gestos de Snow, su pesadumbre en la habitación, su crispación –cuando no paranoia– con la excesiva complacencia del personal del hotel, muestran el hartazgo de una persona de mediana edad con la mediocridad del entorno. Original como insidioso es el artilugio de Kaufman para presentar este entorno: todos los personajes, incluso las mujeres, tienen el mismo rostro y la misma voz, interpretada por Tom Noon. Por eso, cuando aparece Lisa, para nada atractiva pero de voz femenina (Jennifer Jason Leigh), Snow se enamora de esa anomalía, una cualidad que dictará el apodo del personaje. Agridulce como todas las historias de Kaufman, quien conoce todas las dichas y tristezas que amalgaman la soledad en la condición humana.
Riveting animated story of lost love in Anomalisa By Pablo Suarez POINTS: 8 Nominated for Best Animated Feature Film at the upcoming Academy Awards, Anomalisa, the exquisite new film by Charlie Kaufman — co-directed with Duke Johnson — is one of the saddest, most utterly touching examinations on why falling in love doesn’t usually lead to a relationship with true commitment and stability. It’s also about why falling in love doesn’t mean experiencing love in its deepest sense. What happens when the initial spark fades? Why is it that once love is found, it can instantly turn into a threat for those afraid of stirring feelings? Could it be that love is just a fleeting emotion? In tune with his gloomy perspective as a screenwriter in Being John Malkovich, Adaptation, Eternal Sunshine of the Spotless Mind, and Synecdoche, New York (which he also directed), Kaufman this time goes for a riveting animated feature which is filled with aching drama — even if it occasionally is peppered by elements of comedy to make it easier to digest, without ever being naive. The story goes pretty much like this: Michael is a middle-aged author sunk in tedium and depression who arrives in Cincinnati to give a lecture on his line of work: Customer Service. A subtle irony lies in the fact that Michael may very well know how to please customers and thus increase the status of a given company, and yet he’s totally lost when it comes to recognizing what his own soul is craving. What’s even more discouraging is that he’s equally at odds when trying to understand the needs and wants of those he loves. Better said, of those he thinks he loves. Upon arrival, he attempts to meet an old flame and while the meeting does take place, the outcome is far from satisfying. It is then when he stumbles on Lisa and Emily, two women who are pretty fond of his work and have come to Cincinnati exclusively to attend his presentation. Michael is infatuated with Lisa’s gentle voice and so a sparkle of optimism appears. Far from pretty and with a scar on her face, Lisa can’t believe she’s the object of his desire — she says people usually like Emily. What follows is yet another story of repetition of facing the inability to live with deep affections. To Michael, love is a mere anomaly, this time embodied in Lisa, thence Anomalisa. One of the things that makes Kaufman’s new outing so special is the outstanding stop motion animation that renders the characters’ movements quite realistically. Secondly, there’s the great job done with their voices. No wonder: Michael is voiced by British actor David Thewlis, Lisa is done by Jennifer Jason Leigh, and every single other character in the film, male and female, is voiced by Tom Noonan. Then there’s a smart use of a palette that favours warm and welcoming colours, although the resulting contrast with the cold drama brings an unnerving feeling to the scenario. And the well-paced editing keeps the story flowing at a very appropriate rhythm. The melancholic version of Girls Just Wanna Have Fun sung by Lisa, which instantly mesmerizes Charlie, is just an unexpected bonus. It could be argued that once Kaufman makes his point, the film becomes a bit repetitive — and I’m not sure this is voluntary. Or that part of the final act loses momentum and feels somewhat automatic. The ending surely is meant to be abrupt and it makes sense with Michael’s refusal to allow feelings to blossom, but it still doesn’t have the same emotional resonance the movie had so far. These are the flaws within an overall accomplished feature that calls for second viewings to grasp some of the layers that are hard to see at first glance. Do so and you won’t be disappointed. Plus you may enjoy it more than the first time. Which is a rare thing, since many Academy Awards films tend to be more linear and far less challenging. So let’s welcome this much-needed exception. Production notes Anomalisa (US, 2015). Directed by Charlie Kaufman, Duke Johnson. Written by Charlie Kaufman. With David Thewlis, Jennifer Jason Leigh, Tom Noonan. Cinematography: Joe Passarelli. Editing: Garret Elkins. Running time: 90 minutes. @pablsuarez
Muñequitos caídos en el abismo Realizada con una técnica de stop motion, esta notable obra del guionista y director obtuvo una nominación a los Oscar en el rubro animación. A pesar de ello, el film sólo logró permanecer una semana en la cartelera local. Analizar el cine de stop-motion debe tener como referente, precisamente, el cine de stop-motion. La animación es una disciplina autónoma, que comparte aspectos con el cine de acción real, pero por lo demás esencialmente distinta. Entonces, ¿qué es lo que hizo a Charlie Kaufman animar muñecos? Por un lado, se sabe, la propuesta del animador Duke Johnson; pero por otro, la coherencia con el alma de una historia de origen teatral, que sabe tener en estos muñequitos de acción premeditada su respuesta fílmica. Esta respuesta rebota con las temáticas que obsesionan a Kaufman, guionista de ¿Quieres ser John Malkovich? y Ladrón de orquídeas; realizador de Sinécdoque, New York y Anomalisa, film nominado al Oscar que profundiza en la tarea de una de las mentes más brillantes del cine contemporáneo. Basta con repasar su filmografía, temáticas y estética, para corroborar lo lejos que Kaufman se sitúa de un presunto golpe de efecto. Kaufman, a todas luces, tiene mirada de cine; es decir, puesta en escena. Si elige stop-motion es porque necesita del stop-motion. Por eso, mejor reparar en las máscaras de sus personajes en estado de abismo. El protagonista es un escritor y orador motivacional, en visita a una ciudad donde dará una conferencia sobre las sonrisas para el consumo. Si bien nodal, la referencia quedará en segundo plano, ya que Michael (en la voz del gran David Thewlis) no se caracteriza por ser lo que sus libros dicen, mientras relee la carta de un viejo amor, fantasmas de otro tiempo le siguen, y conoce a otra mujer en el hotel, la excepcional Lisa (Jennifer Jason Leigh). El alcohol, la noche, su tiempo extrañado, la distorsión entre sueños y alucinaciones, darán razón a Michael como el títere que en el film es, si bien atenazado por decisiones sólo suyas. Lo que pasa es que Michael no sabe porqué las ha tomado. Las vicisitudes le llevan a reencontrarse con ese lugar y momento críticos, a rever lo hecho, hasta el paroxismo de espejar lo sucedido con lo que ahora le pasa. Lo que pasa, eso sí, no estará muy claro si se corresponde con los mundos diurno o sonámbulo. En todo caso, Anomalisa --contracción entre anomalía y Lisa, así como sobrenombre para un estado alterado-- perfila una sensación de doppelgänger, que hace a Michael desvariar hacia el espíritu del "William Wilson" de Poe. Toda acción, vale atender, estará atravesada por este sesgo, así como sus personajes: de a dos o desdoblados. ¿Qué es lo que ocultan las máscaras? Pero también, ¿puede filmarse un sueño? Tal vez, los protagonistas de un intento semejante sean como estos "muñequitos" de almas dolidas, que sienten lo que sus soñadores no se atreven a mostrar de otra manera. Así de pudorosa es Anomalisa, una película tan perturbadora como lo es el mundo de Kaufman, realizador de sentimientos encontrados, raramente replicados, con la confianza puesta en el sueño del cine y en unos muñecos cuyas máscaras esconden una mirada huidiza, profundamente sensible.
No se puede negar que el primero guionista y más adelante director Charlie Kaufman es un personaje absolutamente singular. Cuando las primeras películas que guionó (¿Quieres ser John Malkovich?, El ladrón de orquideas, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos), se dio una extrañísima situación por la cual se hablaba mucho más de él como guionista que los sucesivos directores de las películas. Pero aunque la presencia de Kaufman tenía siempre cierto aval de originalidad, también lo tenía de juego mental masturbatorio: por su acumulación de giros ingeniosos, por su singularidad desatada, sus libretos se volvían forzosamente autorreferenciales, y a veces al ser tan deliberadamente "ingeniosos", cansaban un poco. Por fortuna, en esta Anomalisa si bien las premisas del guión traen algunas singularidades sumamente llamativas, estas funcionan como un enigma que se mantiene durante toda la película, y no hay giros constantes que enmarañen la trama. El protagonista es un célebre escritor de obras de autoayuda que se encuentra de paso por Cincinatti, para dar una conferencia sobre servicio al cliente. Pero en seguida notaremos que se encuentra en un estado de automatización, apatía e irritabilidad extrema, y que la monotonía y el desencanto se han convertido en una constante mortificante de su vida: prácticamente ha perdido su sensibilidad, y hasta podría decirse que está sumido en una profunda depresión. Es muy interesante la forma en que la película traza este jugado perfil, un personaje que difícilmente podría despertar simpatía alguna. Sin embargo la singularidad de su situación (se encuentra inmerso en algo así como una "náusea" sartriana) más los enigmas nombrados llevan a despertar en el espectador una sostenida curiosidad. Y es que es cierto, Anomalisa es una película absolutamente anómala: no es de extrañar que haya sido concebida como resultado de una campaña de crowdfunding, ya que seguramente ningún productor podría haber creído en su viabilidad. Se trata de un elaborado drama íntimo concebido íntegramente con la trabajosa animación en stop-motion, algo que no se había visto previamente en un largometraje adulto. Lo loable es que en este caso la animación es un recurso justificado, notable para ilustrar la patología en la que se encuentra imbuído el personaje. Desde la inexpresividad de algunos rostros a una característica determinante de sus voces, los personajes que lo rodean parecen el mismo repetido una y otra vez. La anomalía, lo que se sale absolutamente de la norma es lo único que parecería llamarle la atención, quizá por identificarla como la vía de escape a ese mundo que lo oprime. Como esa muñeca mecánica japonesa que compra para su hijo, o la chica que de su nombre se deriva el título de la película –en definitiva, un ejemplar distinto por poseer una avería tanto física como emocional–. Es así que esta reposada animación para adultos posee apuntes y fragmentos totalmente originales. Por ejemplo, un tramo en que el personaje con la voz de Jennifer Jason Leigh canta a capella en una habitación de hotel es un encanto absoluto y, poco después, tiene lugar una de las escenas de sexo más bellas que se hayan filmado; una que, sin cortes, no se ahorra las conversaciones previas, los preámbulos, las timideces, las pequeñas torpezas del encuentro. Justamente en estos momentos de intimidad es que esta película crece, y pierde interés en otros más estandarizados como durante un sueño paranoide o un fallido discurso en una conferencia. Anomalisa es un cine diferente que conviene ver, además de que seguramente sea la película más personal que ha concebido su autor hasta el momento.
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Una estilización de la soledad Como guionista de “¿Quieres ser John Malkovich?” y “El ladrón de orquídeas”, Charlie Kaufman desafió las estructuras narrativas del cine comercial, aunque vivió su mayor gloria con “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, donde pone un pie en cada lado del puente, entre la comedia romántica y la salida por izquierda a nivel fantasía y estructura (un fenómeno único en cuanto a citas en redes sociales, seguido por, en el mismo ámbito, “(500) días con ella”, tal vez). A partir de una propuesta del compositor Carter Burwell, Kaufman escribió la primera versión de “Anomalisa” para el teatro, disociando lo visual de lo sonoro, y con un dispositivo particular: David Thewlis interpretando al protagonista, Michael Stone; Jennifer Jason Leigh como Lisa Hesselman, la musa romántica del relato; y Tom Noonan como todos los otros personajes. Firmó como Francis Fregoli, un chiste con el Síndrome de Frégoli (un desorden en el que uno cree ver a la misma persona en varias, o a una convertida en otra): ya eso nos dice mucho de lo que va la cosa. La idea de adaptarla al cine bajo una forma de animación (en este caso el stop motion), viene a llevar al plano visual lo mismo que se trabaja en el plano vocal: mientras que la pareja central (¿y alguien más? A aguzar el ojo, amigo lector) tiene rostros únicos y elaborados (incluso basados en la fisonomía de personas reales), con gran verismo de gestos y facciones, los demás personajes tienen el mismo rostro (y la misma voz) e incluso se les nota su carácter artificial. De esta manera, Kaufman y el codirector Duke Johnson (especialista en la técnica) nos meten de lleno en la psicología del protagonista, con una historia pequeña que aborda los temas preferidos del autor: la soledad, el desencuentro amoroso, la desilusión, las dudas sobre la propia identidad. Encuentro crucial Michael es un inglés que vive en Los Ángeles, y es una especie de gurú de la atención al cliente: ha escrito sobre ese tema, y para disertar sobre eso es que vuela a Cincinnati, releyendo la carta de una antigua amante, de hace diez años. Sale de la lluvia para alojarse en el hotel Fregoli (vuelve el guiño), a medio camino entre un “no lugar” a lo Marc Augé y un espacio opresivo en el estilo de “El resplandor”. Allí transcurrirá la mayor parte de la acción, al principio morosamente, hasta que nos aplastemos con Michael. Todo a lo largo de una noche, donde lo más interesante parece ser el encuentro con Bella, la chica de hace diez años, en medio de acciones aparentemente rutinarias. Un arrebato psicológico lo lleva a salir de la habitación y allí conoce a Lisa y Emily, dos encargadas de atención al cliente que viajaron desde Akron, Ohio, para escucharlo al otro día. La compañía le viene bien, pero rápidamente se da cuenta de que Lisa es especial, con su propia voz y su rostro (que tiene también una particularidad dentro de la ficción, del mundo diegético, dirían los maestros de la crítica). Lisa es insegura y tiene motivos, también se considera un poco tonta (y tal vez lo sea, sería cuestión de conocerla más). Pero como veremos, nada parece alcanzar para Michael, que se verá atrapado nuevamente en la espiral de la decepción. El final, que no contaremos, aporta circularidad hacia el principio, alguna visión por fuera de la subjetividad del protagonista y un clímax de desolación. Porque como decíamos, de eso se trata: ¿Hay alguien especial en el mundo para cada uno? ¿A dónde escapar cuando todo el mundo nos parece igual, o nadie, o un puñado de extras de las series de marionetas de los ‘60? Humanidad El trabajo visual es muy logrado, construyendo un verosímil particular, aunque jugando en las fronteras de la irrealidad: veremos a las marionetas hacer todo lo que hacen las personas (sí, eso también), con una animación fluida (que aumenta esa tensión) y una muy buena construcción escenográfica: si vemos los decorados solos no notaríamos la diferencia con lugares reales. Lo mismo pasa con la gama de expresiones que ofrecen los protagonistas, especialmente Michael: al poco rato no podremos de dejar de verlo como una persona, aunque el artificio esté allí, casi como una declaración brechtiana. Por lo demás, Thewlis (el Remus Lupin de Harry Potter, para las masas), encuentra el tono ideal del hastío, y junto a Leigh construyen con parsimonia los pequeños diálogos, cargados de humanidad, en los que Kaufman se luce (cuando ella canta, por ejemplo). Noonan aporta el resto, sin esforzarse por diferenciar a los personajes (el efecto buscado es el contrario) y aportando cierta irritación en el espectador hacia muchos de ellos (lo mismo que pasa con los rostros). En síntesis, Kaufman y Johnson han logrado poner en pantalla una imagen estilizada de la soledad y el desamparo. Porque nunca se está tan solo como cuando se está rodeado de gente, y más cuando esa gente debería representar algo para nosotros.
Una de los films nominados a Mejor película animada del año en la última edición de los Oscar, la nueva película de Duke Johnson y Charlie Kaufman; este último también a cargo del guion, quien ya nos ha deleitado con joyas como Being John Malkovich (1999), Adaptation (2002) o Eternal Sunshine of a Spotless Mind (2004). Una reflexión acerca de la convivencia con el otro, del hombre como un ser programado por una especie de poder misterioso. La angustia de saberse rodeado de seres que funcionan como robots, la soledad de un mundo indiferente y vacío, la belleza en la diferencia. Anomalisa es una película sin duda rupturista. Al encontrarnos con una cinta en stop motion podemos asumir que se trata de un film apto para toda la familia o fácil de digerir, y no es así. Lo cierto es que al igual que varios de los guiones anteriores de Kaufman, la cinta es enrevesada, reflexiva y con una trama psicológica algo perturbadora. Anomalisa ofrece una pequeña pero contundente muestra de la vida de Michael Stone, un hombre de mediana edad, clase media alta, casado con hijo que hace un viaje a Cincinatti para dar una charla sobre su exitoso libro. Desde el principio vemos a este personaje habitar no lugares (aeropuertos, taxis, hoteles y bares) y transitarlos de manera abúlica, como si la vida le pesara y no tuviera conexión real con nada ni nadie. Su cuerpo, su postura, sus acciones, su indecisión (porque todo le da lo mismo) transmite un pesado tedio que nos sumerge en un ambiente agrio desde el comienzo. En este sentido, la técnica stop motion está lograda de maravilla, tanto que los personajes parecen humanos y los movimientos comunican esta atmósfera con maestría. En este transitar casi tácito de Michael, tiene un encuentro algo fantástico con dos mujeres, dos fans de su libro: una de ellas tiene la voz más hermosa que Michael haya oído y lo cautiva de inmediato. A partir del encuentro con Lisa, Michael se despierta de esta no vida y entra en una especie de ensueño, donde habita todo lo que siempre añoró: la anomalía. Lisa es esa excepción a la regla, el desvió de la monotonía, el despertar de los sentidos. Podemos pensar que es Lisa, pero más precisamente es su voz lo que hipnotiza a Michael y le hace pensar que encontró lo que siempre estuvo buscando. En relación a esta especie de enamoramiento auditivo aparece un hermosa versión del hit de Cindy Lauper, “Girls Just Wanna Have Fun”, cantado acapella por Lisa. Los sonidos toman una dimensión más importante que las palabras o las imágenes. Sin dudas, Kaufman apuesta alto y busca desafiar el poder de la estimulación visual. Nos descoloca ya desde el uso de stop motion, luego desde las técnicas auditivas y más precisamente desde los giros narrativos. Hay algo que creo que caracteriza a Kaufman y hace que nos guste tanto: su facilidad para plantear temáticas complejas y por momentos incompresibles de manera accesible y fácil de consumir. Los planteos sobre el lugar del humano en el mundo, las realidades paralelas, el mundo de los recuerdos, el flagelo de las relaciones y los recovecos intricados de la mente humana son temáticas que se repiten siempre en sus guiones; sabemos que al enfrentarnos a una de sus historias viviremos una experiencia psicológica alternativa, siempre sobre la premisa de que nada es lo que parece y que la mente humana, lejos está de ser chata e inequívoca.