Ficción de Fórmula No hay que pedirle más a "Baires" (Argentina, 2015) que aquello que desde el propio arte impregna su espíritu de entretenimiento. Es que si alguien intenta encontrar algo más que un simple y puro relato de suspenso y acción, se verá incapacitado de poder disfrutar una historia que tiene mucho de fórmula pero también de buenas intenciones para capturar la atención de los espectadores. La historia, creada y dirigida por Marcelo Paez Cubells, comienza como una idílica comeda romántica en la que una pareja (Benjamín Vicuña y Sabrina Garciarena) llegan a Buenos Aires a pasar unos días de vacaciones. Una noche son invitados por dos desconocidos a compartir una mesa en el VIP de un local bailable y misteriosamente aparecen al otro día en una vivienda, maniatados y exigidos a cumplir con una dificil tarea para poder recuperar su libertad. A Mateo (Vicuña) lo obligan a hacer de "mula" llevando a España una cantidad de cocaína en su cuerpo para así poder lograr que Trini (Garciarena) quede en libertad. Pero Mateo es testarudo y duda del plan, tiene miedo de hacer lo que le piden, por lo que intespestivamente y a minutos de subirse al avión decide regresar y por algunos caprichos de la trama terminará por encontrarse con Nacho (Germán Palacios), un oficial que trabaja clandestinamente y conoce todos los detalles de la noche y sus negocios, y que lo asistirá para poder encontrar a su mujer. "Baires" posee el convencionalismo de la fórmula buddy movie que tan bien saben hacer los norteamericanos y franceses, pero que adaptada al localismo argentino posee ciertos trazos gruesos que puedan dispersar la atención de los espectadores. Cubells refuerza con la participación de varios actores secundarios el dinamismo de la trama para que la sorpresa gane por encima de la linealidad de la historia. Destaca en "Baires" la intención y las buenas actuaciones protagónicas, que hacen más llevadera una narración un tanto errática pero, como se afirmaba al inicio de esta reseña, termina cumpliendo con lo que promete. PUNTAJE: 6/10
Todo por amor En relación directa con el título, Baires (2015) es una película de género policial que tiene como escenario a la ciudad de Buenos Aires. Benjamín Vicuña, Germán Palacios y Sabrina Garciarena, protagonizan una historia que atrapa de a ratos, dirigida por Marcelo Paez Cubells (Omisión, 2013). Mateo (Benjamín Vicuña) y Trini (Sabrina Garciarena) son una pareja que vive en Barcelona y viaja a Buenos Aires para realizar unos trámites. Su estadía marcha de maravillas en la capital porteña, salvo por un incidente callejero y pasajero que les permite conocer a Nacho (Germán Palacios), un policía experimentado. Pero todo cambia cuando son secuestrados por un grupo de narcotraficantes, comandado por Eric (Carlos Belloso), que les propone una ardua tarea a los tortolitos: Mateo debe trasladar varios kilos de cocaína hasta el aeropuerto de Madrid, mientras que Trini tiene que quedarse como garantía y esperar a ser liberada cuando su novio entregue el encargo en el viejo continente. ¿Cuán lejos llegarías por amor? es la premisa de Baires. Porque siguiendo con ese interrogante, el protagonista decide no subir al avión y rescatar a su amada en sólo 12 horas, tiempo que dura el vuelo. Y en la desesperación del contrarreloj, acude a Nacho en busca de ayuda. La película de Marcelo Paez Cubells atrapa al comienzo, pero no logra mantener la atención de forma sostenida porque la historia va perdiendo fuerza. Si bien los lineamientos iniciales son acertados, el desarrollo se desvanece con acciones poco verosímiles que en ocasiones rozan lo humorístico. Vicuña y Palacios están bien en sus interpretaciones, y tanto Garciarena como Belloso acompañan correctamente. La participación de Rodrigo Guirao Díaz (El Mono) es adecuada y le permite despegarse un poco del típico rol de galán; pero Juana Viale no logra convencer en el papel de Andy, una joven extranjera. Las hermosas imágenes porteñas que enmarcan el relato son una de las mejores cosas de Baires. Por lo demás, deja la sensación de lo que pudo haber sido. Porque la idea central es interesante, pero no es suficiente.
Un policial que pretende entretener y lo logra a medias, a pesar de las buenas actuaciones de Benjamín Vicuña y Germán Palacios. Un entretenimiento leve, previsible, pero con algunos buenos momentos.
Un policial que pierde rápidamente el rumbo "¿Cuán lejos llegarías por amor?”, plantea el afiche de Baires, intentando lograr lo que el desarrollo narrativo no: empujar al espectador a un dilema similar al de su protagonista, Mateo (el chileno Benjamín Vicuña), quien llegó a Buenos Aires junto a su novia Trini (Sabrina Garciarena) para hacer “unos trámites personales” y, de paso, vivir una luna de miel adelantada. Ese tour idílico, que el film no hace más que subrayar con no menos de media docena de tomas aéreas de lugares emblemáticos de la ciudad, rápidamente muta en otro mucho más oscuro cuando ambos se descubran secuestrados por un narcotraficante local (Carlos Belloso, destacable en plan de malvado afectado). Que en un principio los tórtolos luzcan llamativamente calmados invita a pensar que quizá no sean dos perejiles elegidos al voleo, sino que en ese traslado ilegal podría cifrarse la verdadera razón del viaje. Pero cuando unos minutos más tarde aparezca Juanita Viale regenteando un hotel para extranjeros con look hippie chic y acento indescifrable, quedará claro que la sensación fue involuntaria consecuencia de falencias interpretativas antes que el resultado de un mandato de la dirección actoral.La instrucción es simple: Mateo deberá llevar unos cuantos kilos de cocaína hasta España y, una vez entregados, ellos liberarán a la chica. Ya en las vísperas del control policial en el aeropuerto, él tiene la suerte de cruzarse con la oficial más bondadosa del mundo, capaz de saltearse cuanto protocolo de seguridad exista con tal de satisfacerle su deseo de no subir al avión y dejarlo volver a la ciudad. La misma suerte había tenido un par de días antes, cuando el punguista que le robó la cartera a Trini cayó de boca al suelo gracias al tackle del subcomisario Nacho (Germán Palacios), que por esas casualidades tomaba un café a metros de su mesa. Y también cuando, ya regresado nuevamente a Buenos Aires, se cruce con un remisero que pasa de las puteadas a la comprensión en dos planos, dando por pagado el viaje con un par de líneas del botín. O cuando Nacho acepte ayudarlo desinteresadamente a recuperar a su chica. Y ni hablar del detalle de que ningún miembro de la pata española se percate de que nunca llegó, incluso cuando pasa casi un día desde la partida que no fue.Baires está llena de huecos, arbitrariedades, omisiones y buenas intenciones. El realizador y guionista Marcelo Páez Cubells apuesta por concentrarse en la anécdota y eludir cualquier intento de ir más allá de su carácter policial, pero yerra cuando ni siquiera la lógica de ese mundo ficcional parece importarle más que el avance de la acción. Así, el film desecha ese tono entre demodé y orgullosamente clase B que consigue sobre la mitad del metraje y en el cual parecía sentirse más cómodo para sumarle una serie de vueltas de tuerca inexplicables.
Muy reduntante Hay demasiadas explicaciones, los personajes son unidimensionales y el guión es repetitivo. Una pareja de argentinos radicada en Barcelona (Benjamín Vicuña y Sabrina Garciarena) viene a Buenos Aires a resolver unos trámites y, de paso, turistear un poco. Pero es secuestrada por una banda de narcotraficantes que pone al personaje de Vicuña -¿por qué no lo hacen hacer de chileno y adiós al problema del acento?- entre la espada y la pared: si quiere volver a ver a su novia, debe oficiar de mula y embarcarse rumbo a Madrid con un cargamento de cocaína encima. Para salir del intríngulis, buscará la ayuda de un policía de civil (Germán Palacios) al que él y su novia habían conocido por casualidad en uno de sus paseos. He aquí a un hombre común en una situación extraordinaria, la clásica premisa que tanto le gustaba a Alfred Hitchcock. Pero esta historia no apela al suspenso: Baires -segundo largometraje de Marcelo Páez-Cubells, director de Omisión- es un policial de acción puro y duro, con una narrativa y un ritmo que intentan emular a la dinámica hollywoodense. Tiene los ingredientes indispensables de este tipo de fórmulas made in U.S.A.: un poquito de sexo, algunos tiros, algunas trompadas, un villano psicópata (Carlos Belloso), un giro “sorpresivo”. Pero con color local: hay escenas aporteñadas en una tanguería, en un viejo bar de Mataderos, en un carrito de Costanera Sur, y abundan las tomas aéreas de Buenos Aires. La película enfrenta varios obstáculos insalvables como para que, además del estilo, alcance la gran -y muchas veces, única- virtud de los productos yanquis: la capacidad de entretener. Por empezar, hay demasiadas explicaciones; los diálogos, excesivos y redundantes, terminan empantanando las acciones. En segundo lugar, los personajes son unidimensionales: meros instrumentos que realizan una acción tras otra, carecen de profundidad emocional, de manera que es muy difícil sentir empatía por ellos (ni por asomo uno se hace la pregunta que plantea el afiche promocional: “¿Cuán lejos llegarías por amor?”). Por último, el guión es repetitivo: no se aparta del esquema de búsqueda del tesoro, en el que un personaje lleva a otro, y a otro, y así sucesivamente hasta el desenlace.
El debut en el cine argentino como protagonista de Benjamín Vicuña junto a Germán Palacios y Sabrina Garciarena en esta pretenciosa peli de la mano del director Marcelo Páez Cubells, que fuera el guionista de "Boogie, el Aceitoso" en 2009. La trama nos lleva a seguir a la pareja de Mateo (Vicuña) y Trini (Garciarena), que viven en España pero por él deben hacer un viaje al que fuera el hogar de Mateo, y alguna vez de Trini, la ciudad de Buenos Aires. Al principio todo es felicidad, él quiere comprometerse más con su novia y le dice que quiere tener hijos. El conflicto no surgirá tiempo después no por ese motivo. Antes, podrían alegrarse de haber conocido a Nacho (Palacios) por el arrebato de la cartera de Trini y porque Nacho es de la policía, todo empieza a oscurecerse. Una noche, luego de ir a bailar, secuestran a la pareja y habrá una decisión muy difícil para Mateo: volver a España, convertirse en "mula" de un cargamento de cocaína y sobre todo, lo más importante, dejar a Trini pensando, además, que puede estar embarazada. "¿Cuán lejos llegarías por amor?" es la frase que empujará a la historia que es entretenida aunque no llega a cuajar en el producto total con un todo que no es más que la suma de sus partes. La razón de esta carencia podría encontrarse en ciertas resoluciones de escenas que suenan un poco forzadas. El malo de la película es alguien que debería haber sido explotado mucho más como villano: Carlos Belloso. Luego, hay una intervención de Juanita Viale, a la que inexplicablemente, hacen hablar en castellano neutro: ¿lo habrán hecho para que le siente mejor a Benjamín, que es chileno, el vestirse de porteño con acento trasandino? Más adelante, Pascual Condito, -esto es para la gente que conoce de la industria-, distribuidor de películas que parecía en riesgo de quedar fuera de juego, también se divertirá un rato con uno de sus excéntricos cameos. Y por último, esperar la aparición de Luciano, El Tirri, el primo de Marcelo Hugo Tinelli, que está unos segundos, pero acapara atención desde su inclusión en el cartel publicitario. ¿Qué es lo destacable de este film policial, a lo Starsky y Hutch, como trató de definirlo German Palacios? Para mí, una fotografía lograda, con varias tomas aéreas de lugares icónicos de Baires, incluso, los primeros planos sobre el rostro de Benjamín Vicuña en la apertura, que crean expectativa positiva. Por otro lado, los actores elegidos, -sabemos que Benjamín ya es uno de los nuestros, querido por el público y sino recuerden la movida para que volviera a "Farsantes"-, Germán, alejado por un tiempo del cine, con su estilo algo "banana", hará dudar de qué lado está y hasta el propio productor de la peli, Rodolfo Baqué, que es abogado en la vida real, que hace un aporte pintoresco. No se le preguntó al doctor en la conferencia de prensa ya que tanto el guionista-director y Germán Palacios hablaron de que se hizo una investigación entrevistando a gente de las fuerzas policiales para saber más del accionar del narcotráfico pero Baqué, a lo mejor, también, incluyó algunos tópicos por su experiencia como penalista. Otro acierto es la banda sonora por parte de Maxi Trusso con el tema inicial y el conocido hit, "Nothing At All". Resumiendo, una propuesta policial con algo de romance, con mucho de estética yanqui vintage, para pasar el rato
Una decente factura técnica y actoral que adornan a un guion flojo. Es grato saber que al cine de género nacional perdió, aunque sea en su mayoría, su estela chabacana. Hoy por hoy, los productos hechos estrictamente para entretener reciben más cariño y dedicación de la parte técnica y actoral que en otras épocas. Por desgracia ese cariño y esa dedicación no fueron tantas ante el procesador de texto. Sigo de largo, voy a buscarte Mateo y Trini, una pareja radicada en Barcelona, viene a pasar unos días a Buenos Aires. Salidas y tragos mediante, terminan despertando en la casona de un traficante de drogas que le dice a Mateo que le va a tener que llevarle un envio de cocaína a Madrid. De no hacerlo, a Trini la matan. Mateo evade a los narcos en cuestión y decide ir a buscar a Trini por su cuenta, con la ayuda de Nacho, un policía al que conoció, antes de que el tiempo del vuelo pase y los narcos se den cuenta. Baires tiene un guion bien estructurado, con puntos de giro reconocibles, pero lamentablemente con eso solo no hacemos nada. Las inconsistencias e inverosimilitudes en el desarrollo de la película, por no decir del endeble desarrollo de personajes, son tantas que se hacen difíciles de ignorar. Son estas las que impiden que los golpes de efecto y las escenas de acción que pueblan la película no consigan brillar del todo. Que noche mágica, ciudad de Buenos Aires Por el costado técnico Baires tiene buena fotografía (salvo unas notorias tomas aéreas obviamente hechas con drones) y buen montaje. Es decir una factura técnica lo suficientemente decente para agradar a los ojos del espectador y ponerlo en ambiente. Por el costado actoral quien más destaca es Germán Palacios, a quien le calza como guante su rol de policía callejero duro. Una argentinización más que correcta de un modelo que vimos mil veces en contrapartes norteamericanas. Una de las actuaciones más queribles de la peli y alguien a quien los directores locales, sobre todo los de género, tendrían que ponerle el ojo. Benjamin Vicuña, Sabrina Garciarena y Carlos Belloso ofrecen un buen desempeño, con mucho oficio y esfuerzo, pero si no logran ir mas allá es porque el guion tampoco les dio mucho con que trabajar. Respecto a Juanita Viale ¿A quién le pareció buena idea hacerle interpretar a una extranjera? Honestamente lo digo, porque no solo le toca un personaje que esta completamente al voleo, no solo no le tocaron buenos diálogos, sino que utiliza un acento, combinación entre idish y neutro, el cual se hace prácticamente imposible tomar en serio; sucumbiendo en muchas ocasiones ante la carcajada. Conclusión Con suficientes logros en los rubros actorales y técnicos, Baires acaba por sucumbir a manos de un guion que definitivamente necesitaba más trabajo. La intención estuvo, y por mucho que se quiera valorar el esfuerzo, es el resultado lo que pesa. Es una ratificación de todo lo que puede hacerse bien aquí, pero un recordatorio de lo mucho que nos queda por corregir.
La segunda peli de Marcelo Paez Cubells propone una interesante historia sobre un secuestro, narcos y el amor que le tiene un hombre a una mujer, dispuesto a arriesgarse con todo. Germán Palacios y Benjamín Vicuña - protagonistas absolutos - son la dupla que nos trae este film, y muy bien que funcionan en acción. Ojalá se repita la química en otra película o serie. Sabrina Garciarena, además de ser bella, nos brinda un personaje que posee un secreto muy difícil que logres descifrar. Con imágenes de nuestro adorado Buenos Aires a todo momento es que se desarrolla "Baires", una peli argentina con música de Maxi Trusso, las participaciones de Carlos Belloso, Juana Viale, Rodrigo Guirao Diaz y un bonus track, que solo lo descubrirás si te quedas en los títulos. ¿Qué te falta? Sacar la entrada... ¡dale!
Marcelo Paez Cubells (Omisión) estrena su segunda película, Baires protagonizada por Benjamin Vicuña y German Palacios. Unas vacaciones románticas de ensueño en Argentina de una pareja proveniente de España rápidamente se convierten en una pesadilla cuando son secuestrados por una banda de narcotraficantes. Los malhechores exigen que Mateo, a quien secuestraron junto a su pareja Trini, les lleve a España un cargamento de cocaína. Se quedan con Trini como rehén y como garantía de que Mateo entregará las drogas. Baires esta construida como una película de género policial con toques de thriller suspenso dando la respuesta de ¿Que estarías dispuesto a hacer por amor?. Si esta era la premisa, le cuesta mucho definirla. A lo largo de su duración, el film atraviesa diversos cliches del género (justicia por mano propia, engaños, los manejos de la policía) y a su vez enfoca la mirada en ciertas problemáticas de la Ciudad de Buenos Aires (el narcotráfico, el carterista). El problema principal reside, en el vacío emocional y narrativo que tienen los personajes; sin una motivación creíble para el espectador a lo largo de las diversas secuencias que afronta Mateo. Esto produce actuaciones flojas, siendo el único en destacarse German Palacios, un policía que conoce los ritmos de la calle y tiene contactos suficientes para derribar esta red de narcotráfico. La vuelta de tuerca es lo menos esperado del film, pero en cambio de ser un aspecto positivo e inesperado que sorprenda al espectador, no genera una empatia hacia los sucesos y pasa desapercibida.
Una película de acción con tiros y peleas en la que un hombre va al rescate de su damisela en apuros. Para lograrlo se une con un hombre más viejo y más sabio y juntos intentarán derrotar las fuerzas malévolas que separan a los amados. Esa típica premisa es la misma que Marcelo Páez-Cubells eligió para su última película Baires. El chileno Benjamín Vicuña encarna a Mateo, quien viaja con su novia Trini, interpretada por Sabrina Garciarena, a realizar unos trámites a Buenos Aires. Todo es color de rosas, muchos besos, caricias y palabras amorosas. Pero todo cambia cuando durante una salida nocturna los secuestran y terminan en la casa de Eric Le Blanc (Carlos Belloso). El villano psicópata les propone un plan simple: Mateo viajará a Madrid con varios kilos de cocaína encima mientras que Trini se queda en la casa con Le Blanc. Una vez que Mateo llegue y transporte sin problemas la cocaína, Trini viajará para acompañarlo a Madrid y todos contentos. Sin muchas opciones, la pareja acepta. Todo va acorde al plan hasta que Mateo se arrepiente, se escapa antes de tomar el avión y empieza a tratar de pensar cómo hacer para salvar a su novia. Su compañero en la persecución será Nacho, el personaje de Germán Palacios, un policía que habían conocido por casualidad el primer día en Buenos Aires. Juntos tratarán de salvar a Trini y combatir a los narcotraficantes. Baires tiene buenas intenciones, podría ser una sólida película de acción, podría ser entretenida de principio a fin. Pero, lamentablemente, su sustrato inverosímil y sus decisiones arbitrarias a la hora de presentar a los personajes entorpecen la experiencia. Uno de los momentos más bizarros e inexplicables es protagonizado por el personaje de Juana Viale. La susodicha interpreta a una joven extranjera que ayuda a Mateo, pero resulta casi imposible no distraerse intentando descifrar de dónde proviene su acento. ¿Bolivia, Perú, Brasil, Venezuela? Otra escena bizarra y extrema es cuando Mateo le dice al taxista que no tiene plata para pagarle. Ira, indignación y gritos por parte del conductor hasta que Mateo le cuenta su predicamento, y con una sonora inhalación el taxista termina pidiéndole cocaína como pago. Como puntos a favor están las hermosas vistas de la Ciudad de Buenos Aires, varias de ellas hechas por drones, que permiten ver a la metrópoli con ojos de turistas. Y también tiene buenas actuaciones, destacándose Germán Palacios como un policía calmo, astuto y preciso en sus acciones. Su personaje está alejado del típico policía que primero golpea y después pregunta: la violencia la utiliza como último recurso, pero cuando la aplica no hay vacilaciones. Baires es una película que promete mucho pero que por culpa de sus inverosimilitudes y momentos extremadamente bizarros no llega a ser un policial conciso y sólido.
Vacaciones peligrosas El sueño de la joven pareja integrada por Mateo (Benjamín Vicuña) y Trini (Sabrina Garciarena), y sus paradisíacas vacaciones en Argentina, parece caerse a pedazos cuando son secuestrados por una banda de narcotraficantes liderada por un explícito vilano Eric (Carlos Belloso). Mateo será obligado a cargar con varios kilos de cocaína hasta España, Trini queda como garantía y un policía de civil, el personaje "frontera" de la trama, el siempre listo Nacho (Germán Palacios, en un buen trabajo), podría encarnarse en el salvador del asunto. Lejos parecen haber quedado las postales turísticas de la ciudad que Baires mostrara al inicio a través de tomas aéreas que recordaban a las imágenes que se exhiben en los aeropuertos. De allí en más, las fronteras del bien y el mal se debilitan como lugar de pertenencia para que la historia describa un submundo desconocido por el protagonista Mateo pero correspondiente y autorizado en los informes de televisión sobre el narcotráfico en una gran ciudad (en este caso, Buenos Aires), con un inocente metido en problemas, unos villanos obvios en sus caracterizaciones y un policía que se las sabe todas. Como el año pasado ocurriera con Muerte en Buenos Aires y tiempo atrás con los policiales violentos y reaccionarios policiales de Juan Carlos Desanzo y Emilio Vieyra, Baires ancla en el género desde la superficie del tema, abocándose a contar una historia desde una ciudad con el suficiente peso dramático para convertirla en protagonista. En esa oscilación entre verismo televisivo y película de explotación con raíz genérica, el segundo film de Páez Cubells (Omisión) deja lugar a un acabado técnico nada discutible que no se compadece con un argumento obvio que requerirá de un giro dramático cerca del final que tampoco se destaca por su originalidad. En todo caso, en el afiche de la película, se percibe más de una hipótesis sobre el conflicto y su vuelta de tuerca del último tramo. El amor será o no más fuerte para la historia que se narra en Baires pero, en ese sentido, el policial ad-hoc con sus correspondientes traiciones cobrará intensidad en el desenlace de la película. Todo ello dentro de propuesta menor, elocuente, demasiado pequeña .
Vicuña en mediocre policial de enredos Dos tortolitos de origen sudaca llegan a Buenos Aires para pasar unos días de arrumacos mirando la ciudad desde la piscina del último piso del Panamericano. Linda vista. La chica también es linda y muy regalona. Hasta que una noche caen regalados en manos de narcotraficantes. Ahora la piba queda secuestrada hasta que el infeliz vuele a España lleno de merca, pase dos controles y reciba el visto bueno de quienes lo esperan al otro lado. No hay otra. Pero su amor lo lleva a encontrar otra. Lo ayudará un comisario descontracturado, sin uniforme ni comisaría pero con cancha, buena puntería, buenos puños y una fiscal piola. En síntesis, hay besos, piñas, tiros, casualidades y facilidades que sólo existen en las películas, y un desenlace con dos vueltas de tuerca. Da como para una película clase B, inverosímil pero entretenida. Incluso es breve. Pero al guión le falta un hervor, los diálogos reclaman mayores condimentos, y algunas escenas requieren menos almidón. En el elenco, Benjamín Vicuña con cara de pollito mojado, Germán Palacios y Carlos Belloso en sendos personajes muy agradecidos, Sabrina Garciarena y Juana Viale en papeles atractivos que daban para más. Autor, Marcelo Páez Cubells, el de la más sanguínea "Omisión", con Gonzalo Heredia como cura y Carlos Belloso como psiquiatra loco.
Highly-anticipated film Baires is an ill-fated thriller with no thrills and glaring flaws POINTS: 3 Mateo (Benjamín Vicuña) and Trini (Sabrina Garciarena) are in love, pretty much like new couples usually are. They enjoy intimate moments of tenderness and long conversations, hot sex and cuddling at night. Though they are Argentine, they met and live in Spain and are now on vacation back in Buenos Aires. But on an ordinary night at a club, they are kidnapped and taken to a house where they meet Eric Leblanc (Carlos Belloso), a drug trafficker and El Mono (Rodrigo Guirao Díaz), one of his thugs. But the kidnappers don’t have robbery or extortion in mind for the young couple. Their plan is far more sinister. Eric wants Mateo to smuggle cocaine into Spain as an airline passenger. All he has to do is follow some instructions to ensure the success of a carefully-coordinated plan. But the human factor, be it out of fear or instinct of survival, will turn things upside down and Mateo won’t follow any order whatsoever. And that’s when the real consequences kick in. Written and directed by Marcelo Páez Cubells, Baires intends to be a suspense thriller, with some foot chases, tense situations, a couple of shootouts and a policeman (Germán Palacios) that in due time will help Mateo. It’s a genre film that wants to be dynamic and nerve-wracking and make viewers care for the fate of the protagonists. At the very end, it even tries its luck at an unexpected twist. And it fails in every regard. When instead of truly fleshed-out characters you have action figures lacking in personality, it’s impossible to care for any of them. Add to that the fact that all the performances range from mediocre to poor. Even Carlos Belloso, who’s usually a resourceful actor, fills in the shoes of a devalued stereotype. As for Vicuña, he’s not that bad actually but his character is barely credible, which is basically the same problem Palacios faces with his role. When it comes to Rodrigo Guirao Díaz, he just can’t act. But we already knew that. And there are of couple of very forgettable scenes with Juana Viale in another grossly underwritten role. Garciarena gets little screen time, even considering she shows up at the very farfetched ending. The movie’s string of flaws doesn’t stop here though: there’s a glaring lack of tension and suspense from beginning to end, implausible dialogue and even more implausible circumstances that the characters go through, poorly staged action scenes, lousy shootouts and no real drama anywhere. And don’t get me started on cinematography, editing, sound design, or art direction. Because if the script itself does not work at all, then not even the best mise-en-scene can compensate for it. And here, to top it all off, the mise-en-scene is far from remarkable. Production notes Baires (Argentina, 2015). Written and directed by Marcelo Páez-Cubells. With Benjamín Vicuña, Germán Palacios, Sabrina Garciarena, Carlos Belloso, Rodrigo Guirao Díaz, Juana Viale. Cinematography: Rodrigo Pulpeiro, Pablo Desanzo. Editing: César Custodio. Running time: 85 minutes.
Un policial fallido con personajes de Disney El policial de acción protagonizado por Benjamín Vicuña y Germán Palacios tiene serias falencias narrativas y personajes inverosímiles. "Buenos Aires y el amor te atontan y el que encuentra un tonto, es para él”, le dice un tipo a Mateo (Benjamín Vicuña) y Trini (Sabrina Garciarena) cuando arriban a un hotel de la Capital Federal para hacer algunos “trámites” y, de paso, parrandear un poco. Ese prólogo cobra sentido cuando la parejita feliz es secuestrada por un mafioso cuasi sensible (Carlos Belloso) para obligar a la contraparte masculina a oficiar de “mula” de un cargamento de cocaína destinado a España mientras la chica queda de rehén. El viajecito de placer que propone Baires se convierte entonces en una pesadilla para Mateo, y en una previsible y cuasi soporífera experiencia para el espectador, que es forzado a atestiguar un proceso narrativo inverosímil. De más está aclarar que Mateo, que debe llevar un chaleco lleno de droga fácilmente detectable en un cacheo pero, además, una valija con ropa impregnada de polvo invisible “con un proceso químico”, nunca llega a embarcarse en el avión. Por el contrario, decide ir a rescatar a su novia junto a Nacho, un policía (Germán Palacios) que conoció de casualidad. De allí en más, la acción de la película (que promete sexo, tiros y puñetazos como cebo para despistados) se engarza con diálogos increíbles y personajes que parecen salidos de un cuento de Disney: hay un taxista que pasa de la violencia verbal a la empatía en un santiamén, policías aeroportuarios con clemencia, informantes que escapan una cuadra nomás, malvados que confiesan al primer golpe, policías de civil que llevan a civiles a un operativo y, además, le dan un arma. Lo más florido es el personaje de Juana Viale, una extranjera hippie con acento enredado que “aloja” a Mateo a cambio de nada. Ni hablar del malechor que sonríe con un balazo en el hombro. Todas estas falencias no se amortizan ni siquiera hacia el final, cuando llega la vuelta de tuerca más obvia: para adivinarla solo hace falta haber visto algún thriller alguna vez. Tiemblan Luc Besson y Liam Neeson.
Mateo (Benjamín Vicuña) y Trini (Sabrina Garciarena) son una joven pareja que llega de Barcelona a Buenos Aires para hacer algunos trámites y, de paso, disfrutar de unas vacaciones románticas. La ciudad no es todo lo idílica que parecía en un principio (a Paez Cubells le gustan las panorámicas aéreas cenitales y apuesta por una mirada bastante pintoresquista), ya que al poco tiempo sufren un intento de arrebato en la calle que un detective llamado Nacho (Germán Palacios) evita y, tras una salida nocturna, son secuestrados por una banda liderada por el mafioso Eric Le Blanc (Carlos Belloso), quien obliga a Mateo a transportar a España cocaína adosada a su cuerpo y en su maleta mientras retiene a Trini como garantía de la entrega en destino. Pero el protagonista no se sube al avión e iniciará, con la ayuda de Nacho, una carrera contra el tiempo para enfrentar a esos "pesados" y liberar a su amada. La película arranca con cierta dignidad en plan Nueve reinas, pero al poco tiempo empieza a desbarrancarse con una puesta en escena bastante torpe, situaciones inverosímiles, resoluciones sin demasiada justificación y actuaciones no del todo convincentes. Un thriller que no pasará a la historia del mejor cine argentino.
Toda gran ciudad del mundo tiene miles de propuestas para sus habitantes y/o turistas. París, Nueva York, Londres, Tokio… Y en Argentina tenemos a la querida Buenos Aires. Está buenísimo visitar lugares nuevos, conocer gente con otras costumbres, probar comidas y bebidas; en especial cuando uno está de vacaciones. Mateo (Benjamín Vicuña) y Trini (Sabrina Garciarena), arriban a un hotel porteño en pleno verano. La pareja está dispuesta a vivir una semana a puro relax, pero las cosas no irán tan bien como esperaban. Y no hablo de olvidarse la clave del candado del equipaje o de perder los anteojos de sol en un paseo. ¿Vieron que a veces uno suele utilizar la frase “por algo será…”? Bueno, lo primero (y lo mejor) que le podía pasar a Mateo fue conocer a Nacho (Germán Palacios), un policía encubierto. Digo esto porque una vez que se le hace agua la fiesta al chileno, no tendrá otra opción que acudir a los servicios de su “amigo” justiciero. Y es que en pleno boliche, la noción de tiempo y espacio se perderá cuando Trini y Mateo sean secuestrados por una banda narco. Aunque Eric Le Blanc (Carlos Belloso), jefe de esta mafia imposible de erradicar, intenta ser de lo más simpático y diplomático con los tortolitos, lo cierto es que a nadie le agradaría la idea de tener que transportar droga de una ciudad a otra como si fuera lo más normal del universo. locoxelcine_baires_palacios El plan está clarísimo, sin embargo, el protagonista tendrá los cojones de hacerles frente a estos monos narcotraficantes, desencadenando una serie de hechos que incluirán armas, piña y patada, persecuciones, rodeos y una infinidad de personajes implicados. Esta es la segunda película como director de Marcelo Páez Cubells, quien en 2012 había estrenado ‘Omisión’, y que además fue el guionista de ‘Boogie, el aceitoso’ (2009). De una producción a la otra se nota un progreso enorme, especialmente desde lo visual. Las tomas panorámicas de Capital Federal al ritmo de piezas musicales vibrantes lo trasladan a uno hacia la pantalla. Claramente la intención era que el espectador fuese un miembro más de esta recorrida por Buenos Aires. Lo mejor de todo, según mi gusto personal, es la actuación de Palacios. El actor, que quizás participa en menos proyectos que otros de la misma talla y talento, elabora a un experimentadísimo y despreocupado personaje que funciona como el soporte perfecto para el desorientado Mateo, cuyo destino está en juego. Algo así como la ley de las siete personas por las que uno necesita pasar antes de dar con aquel a quien está buscando, esta suerte de dúo improvisado de investigadores recorrerá los mil y un sitios- interrogando y golpeando gente de por medio- hasta llegar a la respuesta final. locoxelcine_baires_vicuña BAIRES presenta muchos vuelcos en la trama; giros inesperados propios de un thriller. Es bastante magnética, llena de planos cortos presentes en tomas largas de escenas sugerentes (uf!). Hay mucha escuela cinematográfica metida dentro de la peli, pero sobre todo hay una historia de trasfondo demasiado realista, lamentablemente. Todo lo atractivo que puede tener una metrópolis se funde en las fauces de la corrupción, la inseguridad y los peligros que también vienen aparejados con las aglomeraciones urbanas. Tan lindas que las vemos en pantalla gigante y resulta que tienen esa otra cara, oculta bajo las sombras. Atención porque eso no viene en el mapita de viaje. Igual, quién se va a negar a un entretenido paseíto por ciudades tan bellas, ¿no?
El director Marcelo Páez Cubells apeló en su segundo filme a una trama policial clásica. Se trata de la historia de Mateo (Benjamín Vicuña) y Trini (Sabrina Garciarena), dos enamorados que llegan a Buenos Aires desde España por pocos días. Luego de un muy idílico comienzo de la estadía, comienza la pesadilla. Ocurre cuando ambos son secuestrados, y Mateo es obligado a llevar cocaína a Europa a cambio de salvar a Trini. El jefe de la banda es Eric, a cargo de Carlos Belloso, quien había protagonizado “Omisión”, la ópera prima de Páez Cubells. El villano que en la primera película era un asesino serial, ahora deviene en un refinado narcotraficante. Pero Mateo tiene sus propios planes y encuentra ayuda en un policía interpretado por Germán Palacios, en su regreso al cine después de cuatro años. Páez Cubells es un fan del género que, además de director, fue el guionista de “Boogie, el aceitoso”, adaptación al cine del personaje creado por Fontanarrosa. A diferencia de “Omisión”, en la que acentuaba la acción, el ritmo y la intriga, en “Baires” apostó al suspenso y la mesura para abordar la premisa con la que se promociona el filme: “¿Cuán lejos llegarías por amor?”. Esta nueva incursión en el género encuentra su contrapeso en algunas actuaciones y personajes secundarios de conductas funcionales a la trama, aunque sin la necesaria verosimilitud, y que contrastan con una producción cuidada y las buenas intenciones del director.
Algunos tiros bien dados El cine de género, más allá de algunos nobles exponentes, continúa siendo en el cine argentino un camino de búsquedas: tenemos escasos actores que representen el género con su sola presencia, directores que están experimentando la adecuación de códigos externos a nuestra idiosincrasia, y situaciones de producción que todavía evidencian su falta de rigor técnico. Baires, de Marcelo Páez Cubells, es una nueva aproximación de la cinematografía nacional al policial y al cine de acción, con elementos ya probados como el de los “extranjeros” metidos en circunstancias riesgosas en otro país, el héroe luchando contra el tiempo, y la acción directa, de balazo limpio y a cobrar. Baires es una película que, construyéndose sobre la base del suspenso y la tensión de un personaje dispuesto a recuperar a su novia enfrentándose a peligrosos narcotraficantes en el lapso de unas pocas horas, encuentra sus módicos aciertos en la recreación de un submundo porteño delictivo con un oído especial para los diálogos que exudan cierto realismo urbano. Es curioso cómo, de un casting de notorios como Benjamín Vicuña, Sabrina Garciarena, Juana Viale y Carlos Belloso, sólo Germán Palacios acierta en el tono de su personaje de policía entre las sombras, y la película gana cuando aparecen los roles secundarios. Se podría decir que Baires mejora cuando es tomada por un efecto “nueve reinas” y una serie de personajes de reparto recrean con estilo paródico un noir aporteñado, con una habilidad en el habla para representar estereotipos de un submundo delictivo poco recomendable: en esos personajes el casting es brillante, con rostros que funcionan perfectamente. Páez Cubells demuestra conocer en esos momentos el lenguaje de la calle, y es cuando Baires logra reproducir de forma autóctona los códigos del policial norteamericano (cuando Vicuña y Palacios salen de ronda buscando contactos): “voy a poner la pava” es una frase que, dicha con una entonación perfecta y en un marco cuya sonoridad impacta de manera extraña, posee una comicidad buscada de manera efectiva. Por el contrario, en el momento en que Baires se ciñe al cuento de Vicuña buscando a la chica y Palacios asistiéndolo, cuando explota su costado más de acción, es cuando falla y evidencia sus problemas de producción y la falta de rigor de la puesta en escena (algún tiroteo confuso y mal filmado), así como la endeblez de un guión y unos personajes que carecen de dimensiones: hay un giro final que la película prefiere eludir y dejar un desenlace abierto, para no complicarse ideológicamente. Si bien está lejos de ser una película recomendable, en determinados movimientos Baires demuestra haber aprendido algunas lecciones y encontrado caminos posibles para hacer del cine de acción un territorio explorable por este lado del mapa.
Intento de policial olvidable Baires, la nueva película de Marcelo Paez Cubells (que en 2011 estrenó su ópera prima, Omisión) se erige bajo la ya conocida premisa “hombre rescata a bella damisela en apuros”, que tanto se ha visto. La historia comienza al mostrar a Mateo (Benjamín Vicuña) y a Trini (Sabrina Garciarena), una joven y bella pareja en sus primeros momentos luego de llegar a Buenos Aires. Ambos viven en Barcelona y visitan nuestro país para realizar ciertos trámites, y de paso, tomar unos días de vacaciones. Todo trascurre más o menos dentro de la normalidad porteña, a pesar de un intento de robo de la cartera de la dama, que se ve frustrado gracias a la oportuna cercanía de Nacho (Germán Palacios), un policía habilidoso que simpáticamente ofrece recomendarles lugares para bailar tango. La noche siguiente la pareja decide ir a bailar a un boliche donde conocen a un grupo de hombres que, como cortesía, les regala un par de tragos. Nada puede terminar bien con este escenario, y efectivamente eso ocurre: Mateo y Trini amanecen la mañana siguiente amordazados en la casa del narcotraficante Eric Le Blanc (Carlos Belloso). El plan de liberación que Le Blanc le propone a Mateo es el siguiente: él deberá oficiar de “mula” y transportar cierta cantidad de kilos de cocaína hasta Madrid, mientras Trini permanece cautiva en la mansión hasta que el cargamento llegue a España. Acorralados, aceptan la propuesta. Obvia y previsiblemente, Mateo se arrepiente y desesperado, acude a Nacho en busca de ayuda para intentar rescatar a Trini y poder regresar sanos y salvos a Barcelona. De esta forma, Baires ingresa paulatinamente al terreno del pseudo policial, intentando potenciar su costado de acción, ya que si bien esa es su intención, el film incurre en demasiadas torpezas, desde la construcción del guión y el armado de ciertos personajes, hasta el desarrollo y posterior resolución de la historia. Lo más destacable del film resulta la actuación de Germán Palacios, caracterizado como policía con cientos de contactos, algunos más o menos turbio, pero que se asume como el único con la posibilidad de desbaratar la banda narco, y hallar a Trini. Con un final abierto en algunos puntos, el mayor problema de Baires reside en priorizar el hecho de mostrar una idílica Buenos Aires -el film está plagado de tomas aéreas de típicos lugares turísticos de la cuidad- en vez de enfocarse en un mejor desarrollo de la psicología de los personajes, sus motivaciones y limitaciones.
Turismo aventura en la city “Baires” es la segunda película dirigida por Marcelo Páez-Cubells (“Omisión”), joven director, guionista y productor argentino, que debutó como guionista con la animación “Boogie, el aceitoso”, dirigida por Gustavo Cova. Según estos antecedentes, Páez-Cubells manifiesta una inclinación por el género policial y como estudió cine en Miami, tiene aprendido un puñado de trucos narrativos con una marcada influencia de esa escuela, que lo acerca más al telefilm o a las series de TV. Obviamente, la acción transcurre en la capital argentina y tiene como protagonista a una pareja de turistas que, en pleno viaje de placer, es captada por una banda de delincuentes que le hacen pasar las de Caín. El dato curioso es que la parejita está compuesta por dos argentinos de origen, que se conocieron en Barcelona. Mateo (Benjamín Vicuña) emigró con su familia cuando era un niño y ahora se dedica a los negocios. De Trini (Sabrina Garciarena), su novia, se sabe muy poco, salvo que es también argentina y que le gusta vivir un poco aquí y un poco allá. A él se lo ve muy enamorado y con ganas de formalizar, y ella no dice nada, pero se deja llevar. La cuestión es que apenas ponen un pie en Buenos Aires empiezan a tener encuentros cercanos con la variada antropología delincuencial vernácula. Caballeros un tanto indiscretos en el lujoso hotel, un chico punguista callejero, un policía comedido que justo andaba por ahí (buen trabajo de Germán Palacios) y como frutilla del postre, Mateo y Trini entran en confianza con un grupo de simpáticos lugareños en un local turístico de tango, donde consumen alcohol en demasía y aparentemente, por si fuera poco, son víctimas de un ataque subrepticio con la temible burundanga y finalmente, aparecen, no saben cómo, en la mansión de un capomafia no precisamente amigable. Comienzo de la pesadilla. El mafioso, llamado Eric Le Blanc (Carlos Belloso), presenta un perfil claramente psicopático y sus secuaces también. La cuestión es que se trataría de una banda de narcos que captan turistas ingenuos al azar y los obligan, bajo presión, a trabajar para ellos. Concretamente, le exigen a Mateo que lleve una carga de cocaína a España, mientras ellos mantendrán secuestrada a su novia y el trato es que cuando el joven llegue a Madrid y entregue la mercadería, liberarían a Trini para que pueda reunirse con su novio. A partir de allí, lo que parecía un delicioso viaje de placer se convierte en un descenso a los infiernos para Mateo. Tocado en lo más sensible, el amor que siente por su chica, más una abultada cuota de ingenuidad, el muchacho cae en la trampa y acepta el trato. Pero por el camino se arrepiente y empieza tomar decisiones alocadas que lo terminan complicando en una rara carrera del gato y el ratón, encontrando extraños ayudantes en su camino, entre ellos, la dueña de un hostel que interpreta la bella Juanita Viale. Su único objetivo es rescatar a su chica, pero... se encontrará con verdades difíciles de digerir. “Baires” parece un manual o catálogo para advertir a turistas incautos acerca de los peligros que pueden correr si vienen de visita a la capital argentina, donde la picaresca local, a veces asociada a inmigrantes de diverso origen, abunda en triquiñuelas para hacerlos caer en redes mafiosas de inimaginables consecuencias. La idea está buena, el problema de “Baires” es la dirección floja, lo que se nota en la precariedad de los recursos actorales exhibidos y la inconsistencia dramática en las escenas de violencia. Es evidente que la película no pretende ser un gran thriller sino una especie de parodia de la picaresca argentina, pero no termina de definir su estilo que vacila entre un devaluado Quentin Tarantino y un no tan bizarro Santiago Segura, el de “Torrente”, claro. Lo concreto es que no es una película ni para sufrir ni para pensar, es entretenimiento clase B, y una aproximación ilustrada al corazón de las redes mafiosas porteñas, a las que se las muestra más como una característica pintoresca que como una peligrosa organización con ramificaciones internacionales.
Una pareja (ella argentina, él chileno) viene a Buenos Aires a pasar unas vacaciones. Por azar él termina obligado a transportar droga para salvar la vida de ella. Por suerte, un policía los ayuda. Aunque imperfecto, este policial que elude en parte el pintoresquismo cuenta una historia sin preocuparse más que por ello. Los actores están en general bien, e incluso si hay alguna morosidad narrativa, lo supera con su nobleza y su claridad.
Palacios, Vicuña y Garciarena, en acción El trío de actores protagoniza “Baires” un relato de Páez Cubells que se esmera por mantener el interés. Unas vacaciones románticas de una pareja proveniente de España rápidamente se convierten en una pesadilla, cuando son secuestrados por una banda de narcotraficantes. Estos exigen que Mateo, a quien secuestraron junto a su pareja Trini, les lleve a España un cargamento de cocaína quedándose con la mujer como rehén. Cuando Mateo llega a Ezeiza y está a punto de abordar el avión, decide volver atrás y rescatar a Trini con la ayuda de Nacho, un policía que conoció hace dos días. Es la historia de Baires, de Marcelo Páez Cubells, el mendocino que en 2013 firmó Omisión, otra película del género y con elenco de figuras. Aquí los encargados de asumir los personajes principales son Germán Palacios, Benjamín Vicuña, Sabrina Garciarena y Carlos Belloso como el malo de la película. Habiendo adquirido las series televisivas calidad cinematográfica, resulta muy sencillo subirle la vara al cine y sentir que cintas como Baires equivalen, al día, a un buen episodio de esos programas. Si se toma al filme de manera individual, se encuentra un relato que, a pesar de algunas escenas innecesariamente extendidas, logra recuperar el ritmo, mantener las sospechas necesarias sobre los personajes y ofrecer los giros que la vuelven interesante. ¿De más? Cierta afectación del malo y el personaje de Juana Viale junto con su acento.
Precedido de una interminable campaña publicitaria se estrena esta producción nacional que intenta hacer pie en el género del policial o el thriller. Alguien dice que basado en hechos reales, o siendo más claros que tales situaciones están sucediendo en el Buenos Aires nuestro de cada día, digamos, secuestran parejas de extranjeros para transformarlas en mulas internacionales. La historia comienza cuando Mateo (Benjamín Vicuña) y su novia Trini (Sabrina Garciarena) son secuestrados por una banda de narcotraficantes locales, lo obligan a él a viajar a Madrid para realizar una entrega mientras ella queda retenida por el jefe de la banda, un tal Eric Le Blanc (Carlos Belloso).¿A quién se le ocurrió el nombre del personaje? ¿Será el hijo de Libertad? Carlos Belloso parece hacer un esfuerzo sobrehumano para contener la risa cuando se presenta nombrándose. Pero el relato, por su comienzo intenta estructurarse como una especie de retrospectiva, no es el origen de la historia, si el inicio del recorrido del héroe en pos de resolver un conflicto que no buscó, y en principio no esta preparado para el mismo, del que, por el momento, desconocemos todo. Vemos a Mateo en la fila para atravesar el scanner de un aeropuerto, esta nervioso, transpira, observa, duda. Corte. Nos llevan a la génesis de la fábula. Mateo y Trini llegan a Buenos Aires, y lo que parece ser una parejita española de casi luna de miel es, en realidad, un viaje obligado para que él resuelva cuestiones familiares, o sea un argentino que se crío en España, ella, que sólo es compañía, también es argentina. Por una de esas casualidades, y no tanto, se topan con Nacho (German Palacios), un comisario de la policía federal, cuando rescata la cartera de la dama que ha sido sustraída en un arrebato de la mesa del bar en que los tortolitos están disfrutando de las apacibles tardes porteñas. Él creció en España, pero ella es NIC, nacida y criada en estas playas….. Hasta aquí todo bien, no tiene demasiado importancia los giros que intentan instalar sobre el final del relato, es casi inoperante, esta sería la sinopsis del filme, interesante por cierto, y uno puede perdonar en principio que todo sea demasiado previsible, que el relato avance con tropiezos, que no fluya, asimismo se puede dispensar que el diseño de sonido no respete ningún tipo de plano sonoro, da lo mismo si la acción sucede dentro del cuarto en que están los personajes, que si lo que escuchamos transcurre varios pisos abajo. También se le puede indultar que la música no cumpla ninguna otra función más que aturdir al espectador, por momentos parece suceder lo mismo con los actores, aunque sabemos que no es verdad, eso esta dado por las actuaciones, tema que retomaré en un instante. Volviendo a la banda de sonido, no es empática sobre la imagen, no genera suspenso de ninguna naturaleza, en la escena de pasión produce el efecto contrario, no excita sino que promueve a la distracción. Lo mismo ocurre con la dirección de arte, casi en exclusividad la fotografía sólo en función a fin de conseguir que se vea en pantalla sin esfuerzo, pero búsqueda estética, cero. En cuanto al guión, particularmente sería el menos pasible de ser condonado, pues no sólo su construcción es labil, sino que los diálogos transitan desde lo inverosímil hasta la estupidez más arraigada, que por esa cualidad de nivel de inteligencia ni siquiera promueve la sonrisa, sino que acumula sobre el fastidio del espectador. En cuanto a las actuaciones, otra variable que entra dentro del item de lo que se puede absolver. Nos encontramos con la protagonista, y Sabrina Garciarena esta bien, en serio, y en el sentido más globalizador del calificativo. German Palacios no tiene como sacar a flote a su personaje, no por impericia propia sino por que el mismo adolece de cualquier tipo de construcción, definición, desarrollo y progresión, se dice qué es, pero sólo queda en palabra. Un buen actor desperdiciado. El intérprete chileno Benjamin Vicuña, que hace de argentino criado en Madrid, es todo eso y más, por momentos le sale un porteño malevo apoyado en un farol, por otros un madrileño más acorde a Santiago Segura (actor y director de la saga “Torrente”), en otras ocasiones le surge su chileno, y si me apuran un poco hasta podría identificarse una tonada mejicana, así de no creíble su actuación, no da en ningún momento visos de poder seducir a la platea para que se crea otros personajes que aparecen casi sin presentación, y desaparecen sin justificación, por lo que su transito por la pantalla, y en la historia misma, es insubstancial, tal el caso de Juana Viale. Tampoco hace a la producción en particular presentar un descuido como que el personaje concurra a Ezeiza para su vuelo a Madrid a cumplir con el recado de los mafiosos, vestido con un chaleco lleno de droga en bolsitas y para colmo la escena transcurra en aeroparque. De manera aislada cada uno de estos aditamentos son tolerables, pero todos juntos…