Picardías animadas para exportación Mafalda, del argentino Quino/ Joaquín Salvador Lavado Tejón, y Condorito, del chileno Pepo/ René Ríos Boettiger, son las dos historietas sudamericanas más difundidas en el mundo y si bien poseen algunos elementos en común, como por ejemplo el objetivo de retratar las contradicciones del sentir latino, por lo general priman las diferencias: Mafalda solía estar orientada a viñetas cortas con un fuerte dejo aleccionador, social y de izquierda, y Condorito en cambio siempre fue más simple porque históricamente apuntó a un populismo bastante sensato basado en latiguillos y premisas que siempre repetían el mismo esquema narrativo, uno vinculado tanto a la parodia nacional como al humor absurdo. Quizás el ingrediente unificador más importante de ambas obras sea la picardía subyacente a los relatos, esa que encontramos -en mayor o menor medida- en toda América Latina. Si nos concentramos en Condorito, bien podemos decir que la creación de Pepo pasó por todos los formatos gráficos posibles y atravesó una multiplicidad de encarnaciones a lo largo de sus casi 70 años de existencia, un derrotero cuyo último eslabón es el film homónimo que nos ocupa, una propuesta animada que sin ser una maravilla por lo menos resulta digna, entretiene y cuenta con suficientes referencias para satisfacer a los espectadores más entrados en años que leyeron en algún momento el cómic original: por más que sólo sean citas al paso, aquí no faltan “exijo una explicación” y “xxx el roto Quezada”, entre tantas otras frases, situaciones y personajes secundarios que solían condimentar las aventuras del protagonista principal, el cual -por suerte- hoy aparece bajo el ropaje empobrecido de sus orígenes y lejos de los aires burgueses de épocas posteriores. La trama más o menos respeta los engranajes más bizarros/ ridículos de la historieta, aunque adaptados a los estereotipos actuales del cine infantil. En medio de una estructura que involucra una invasión alienígena relacionada con sus antepasados, Condorito una vez más es un “buscavidas” que comparte hogar en Pelotillehue con su sobrino Coné, gusta de tomarse unos tragos con sus amigos, quiere mucho a su novia Yayita y detesta a Tremebunda, su suegra (en realidad el sentimiento es mutuo). De hecho, el asunto viene por el lado de la reconciliación porque a la que secuestran los malos es a Tremebunda, lo que motiva el típico viaje de aventuras de Condorito y Coné en pos de hacerse de un misterioso medallón que deberían intercambiar por la susodicha, todo mientras que Pepe Cortisona, su rival y el otro gran pretendiente de Yayita, avanza para conquistar el corazón de la chica. Considerando que la obra responde a una naturaleza mainstream para los estándares latinos pero relativamente artesanal para los del resto del globo, el convite cumple con creces en el rubro animado aunque padece ese habitual revoltijo en materia de acentos propio de las superproducciones de anhelos internacionales. Más allá de ese detalle, y de la esperable catarata de clichés del relato, a decir verdad el opus explota bastante bien la idiosincrasia clásica de la saga (las únicas preocupaciones de las clases populares pasan por la familia, el fútbol y dilapidar el tiempo haciendo nada, y los ricos son vistos como engreídos, ventajistas y moralmente horrendos: el espejo para con la realidad cotidiana sigue intacto) y la experiencia en su conjunto a veces hasta sorprende gracias a la ambición de las resonancias del planteo narrativo de base (viaje al espacio y misión suicida de por medio, asimismo con mucho desarrollo de personajes dedicado a unos aliens símil moluscos). Las buenas intenciones y la prolijidad autoconsciente -lista para la exportación- permiten a Condorito: La Película (2017) escapar del destino cualitativo funesto de gran parte de los intentos animados que desde nuestro sur pretendieron llegar a geografías muy distantes…
Vuelo alto Tras varios intentos sin éxito, Condorito (2017) finalmente llega a la pantalla grande con un equipo de animación multinacional. Dirigida por Alex Orrelle y Eduardo Schuldt y con guion de Martín Piroyansky, Rodrigo Moraes e Ishai Ravid, el film supera las expectativas en cuanto a realización y calidad. La historia se centra en cómo el pajarraco intenta a toda costa recuperar el amor de su adorada Yayita, tras haber enviado a su suegra Tremebunda al espacio exterior. Después de una mala jugada, el cóndor sin saberlo determina que la mujer fue abducida por una nave espacial y capturada por el malvado Molusco, un extraterrestre que se enamora a primera vista de ella. La película dispara su conflicto y Condorito se compromete con el alienígena a recuperar una misteriosa piedra que le daría el absoluto control sobre los terrícolas, algo que intenta hace años pero también desea para controlar a sus pares. Porque Molusco, un alien símil pulpo, es víctima de bullying, constantemente, y eso más allá de su investidura de rey, no es respetado en el espacio. Condorito es el triunfal ingreso del entrañable personaje a la pantalla grande, en una película que además bucea en problemáticas actuales que no estaban presentes en las tiras de Pepo (el creador), como el bullying, el uso de la tecnología como parte de la vida cotidiana y otros. Tal vez en la ambición de lograr el mejor producto, esta adaptación sólo se queda con los personajes por encima del humor absurdo y picaresco tan característico de la historieta, presente sólo en algunas secuencias en el bar o tras los partidos de fútbol que se muestran. Condorito siempre fue famoso por sus viñetas plagadas de misoginia, sexo insinuado, y voluptuosas mujeres, escondiendo por detrás algunos tópicos que se aggiornaban con temas de actualidad en la reiteración en las mismas. Acá el producto es mucho más solemne, y pierde esa frescura y espontaneidad del gag, del sincopado mecanismo de risa que tras años el comic chileno impulso a niños y fanáticos. Así y todo, aun conteniendo un humor controlado y políticamente correcto, alejado del absurdo, el film desanda su propuesta llevando a la pantalla grande a Pelotillehue y todos sus vecinos. La apuesta apunta a un público familiar, dejando tal vez de lado de lado a los fanáticos, en una buena transposición, luminosa, divertida, amena, que la convierte en un espectáculo destacado dentro del panorama de animación regional, reposicionando al cóndor como franquicia para nuevas entregas y aventuras.
El pollo farsante Es posible que el público de corta edad al escuchar sobre Condorito no sepa más que lo que refleja el trailer promocional de la película. O sea, la historia de un pájaro algo desfachatado y atorrante, quien pasa sus días entre sus amigos del barrio, su querido sobrino Coné, su hermosa novia Yayita y la familia de ésta, con quien no se lleva tan bien (sobre todo con su suegra Tremebunda), y su rival de siempre, Pepe Cortisona, quien intenta continuamente robarle a su amada Yayita. Pero Condorito es mucho más que un pájaro y su circunstancia: es el emblema del comic chileno y es, junto con la formidable Mafalda de Quino, la historieta sudaméricana con mayor difusión en Latinoamérica. Su creador, René Ríos Boettiger (mejor conocido como Pepo) dio vida a su famosa criatura allá por el año 1949, y desde entonces las aventuras del pájaro y sus amigos se han convertido en un ícono de la cultura latina. Con la importancia de tal personaje, la espera y ansiedad por darle vida animada se hizo desear, y tras algunos intentos de capítulos animados y adaptaciones a diversos formatos, llega finalmente la película con tecnología 3D, la cual supera ampliamente las expectativas en relación a la calidad técnica pero deja mucho que desear en la línea argumental. Si algo destacaba en las clásicas historietas era ese humor llamado blanco; es decir, aquello que se resolvía con situaciones desopilantes, de una manera ridícula o extraordinaria, a través de los estereotipos bien marcados de cada personaje. En la apuesta cinematográfica, el estilo de humor se mantiene pero no funciona, si bien la presencia del protagonista y sus rasgos característicos se siguen al pie de la letra: un pájaro buscavida que solo quiere pasárselo bien, unos amigos que siempre están allí para acompañarlo y salvarlo, el tonto, el borracho, el intelectual, el compañero, y claro su escultural novia y el enemigo adinerado que busca arrebatársela. Retomando con la trama, el guión propone iniciar desde un antepasado de Condorito, dueño de un amuleto poderoso, quien mucho tiempo después es anhelado por un torpe y ambicioso extraterrestre, Molosco, el cual planteará la misión que ocupa casi todo el relato. Condorito, junto a su sobrino Coné, deberá embarcarse en la aventura de conseguir dicho amuleto para intercambiarlo por su desagradable suegra y recuperar al amor de su novia. No sucede mucho más que chistes equívocos, momentos de torpeza narrativa, personajes forzados, homenajes que se vuelven tan expuestos que bordean el plagio (la escena donde los alienígenas se llevan a Tremebunda es copia exacta del capítulo de Los Simpsons donde los seres del espacio intentan llevarse a Homero y el sobrepeso de éste se los dificulta). También hay referencias a distintas películas clásicas como la saga de Star Wars, Titanic (1997), Señales (Signs, 2002), La Momia (The Mummy, 1999), Top Gun (1986). Este detalle denota un equipo joven a la hora de guionar la propuesta, pero que poco pudo captar de la esencia gloriosa que envuelve a Condorito, esas historias de barrio, de picardía, el bar con amigos, la ingenuidad, la torpeza devenida en situación disparatada, toda la magia que la tira cómica supo regalarnos durante años y que en esta oportunidad brilla por su ausencia.
Un pajarraco con poca identidad. A Condorito lo conocimos en historietas de papel hace varias décadas atrás. El pueblo donde se contaban esas historias era Pelotillehue. Había varios personajes que se relacionaban con este protagonista. Fue una creación chilena del dibujante René Ríos (Pepo). Si bien no fui un asiduo lector recuerdo que el formato de estas revistas era tipo sketch que duraban una carilla (tal vez dos) algunas un poco subidas de tono con ese latiguillo final donde un personaje caía hacia atrás (plop) diría que más bien estaban orientadas para un público adulto. Esta aventura de Condorito, secundado por su sobrino Coné, gira en torno al rescate de su suegra Doña Tremebunda (mama de Yayita). Un delirio donde los veremos en situaciones tipo “el arca perdida” o “Aliens” en el mejor de los casos, todo mezclado con los personajes como Huevo Duro o Pepe Cortisona. Lo mejor sin dudas fue el trabajo realizado en el área de animación, allí se llevan todos los aplausos. Un enorme desafío llevado a pantalla grande y eso es un gran mérito. Si bien se ha respetado los personajes de la historieta (los vemos a todos ellos) creo que patina al pretender ser para toda la familia. O por lo menos entiendo que no está claro. Si es para chicos, ellos se ríen y los adultos también se divierten, aquí eso no funciona del todo. Una situación graciosa bien lograda (por dar un ejemplo) cuando están evacuando la nave alienígena una banda sigue tocando (cual Titanic). El trabajo de guión es fundamental para que la familia entera salga satisfecha y que quede bien definido hacia quien está dirigida. Plop!
Condorito es uno de los grandes íconos de la historieta humorística que dentro de este arte tiene la misma jerarquía internacional que Mafalda, Snoopy, Garfield y Calvin Hoobs. Un clásico indiscutido cuyos orígenes estuvieron relacionados casualmente con el cine. En 1942 Disney realizó la película Saludos Amigos que presentaba cuatro cortometrajes ambientados en Sudamérica. Pedro, el avioncito se centraba en un pequeño planeador chileno que debía cruzar los Andes para recoger un correo en Mendoza. El humorista gráfico René Ríos Boettiger, más conocido como Pepo, quedó indignado con ese corto porque sentía que Chile era representado a través de un protagonista muy débil y lo inspiró a crear un personaje que retratara mejor a la cultura de su país. Así nació Condorito en 1949 y poco tiempo después se convirtió en un verdadero fenómeno de la historieta latinoamericana. Con una rica y extravagante galería de personajes que rodeaban al protagonista, la historieta superó las barreras culturales y se convirtió en una obra de culto. El largometraje animado que adapta a este clásico en el cine es una producción que sin duda marcará un antes y un después en la industria cinematográfica de Perú. Un país que hace años la viene remando dentro de este género con obras de presupuesto limitados y finalmente desarrollaron la primer gran producción de proyección internacional. Un caso muy similar a lo que ocurrió en nuestro país con Metegol. Condorito si bien fue realizada en Perú, contó con el trabajo de artistas colombianos y el argentino Ignacio Ochoa (El arca, Metegol), quien fue el supervisor de la animación. Desde los aspectos técnicos el film es impecable y está a la altura de lo que solemos ver en muchas producciones norteamericanas. El diseño de los personajes respeta las ilustraciones del cómic de Pepo y los realizadores lograron darle vida la ciudad ficticia de Pelotillehue. Las adaptación presenta un enorme fan service a los fans de la historieta que encontrarán numerosos guiños a la obra de Pepo. Aparecen casi todos los personajes más populares de la revista y Condorito mantiene el estilo de humor que lo caracteriza. El tema con esta propuesta es que al tratarse de una historieta de chistes que no tenía continuidad, los realizadores tuvieron que crear un argumento que estableciera al protagonista en un conflicto más elaborado. En este punto encontramos tal vez una de las debilidades del film. Condorito es genial cuando se enfoca en las características clásicas del cómic. Tiene un primer acto muy sólido en el que se presentan a los personajes y podemos verlos interactuar entre ellos. Luego la trama se enfoca en una aventura de ciencia ficción y ahí empiezan los problemas con este estreno. La película pierde su atractivo cuando Condorito deja de ser Condorito. Todas las escenas donde el protagonista interactúa con el resto de los personajes del cómic son geniales y el film por momentos logra tener su propia identidad. Sin embargo Condorito pasa demasiado tiempo fuera de Pelotillehue en una aventura espacial que involucra extraterrestres trillados y la historia pierde su atractivo. Al menos para el público más adulto. Entiendo que le dieran ese enfoque porque la propuesta está destinada a los chicos pero la trama de ciencia ficción no funciona y parece pertenecer a una película diferente. Si Condorito desarrollaba una historia de enredos con los personajes clásicos del cómic creo que el film hubiera sido superior porque esos momentos en esta producción están muy bien logrados. El tema de los extraterrestres no termina de convencer. De todos modos esto no opaca la gran labor que se hizo desde los aspectos técnicos que representa un enorme esfuerzo de la producción latina. La dirección general corrió por cuenta de Alex Orrell (ex artista de Pixar que fue parte de Los Incréibles) y Eduardo Schuldt (El delfín, Piratas en el Callao), quien hace años trabaja en el cine de animación de Perú. Más allá del enfoque que le dieron al conflicto, en términos generales la película presenta un tratamiento cuidado de los personajes del cómic y es muy entretenida. Como propuesta familiar es una opción que vale la pena tener en cuenta.
Un chileno al que le fue bien Llega Condorito a la gran pantalla junto a otros distinguidos habitantes de Pelotillehue, que da gusto ver de nuevo, ahora que la revista de historietas apenas aparece entre nosotros. No están todos, ni está todo, pero nadie exigirá una explicación (justo falta esa frase típica, "¡Exijo una explicación!"), porque, en cambio, hay una gran aventura por delante: el pajarraco deberá rescatar a su futura suegra, doña Tremebunda, abducida por unos alienígenas. No lo hace por la suegra, sino para que Yayita lo perdone. Y para salvar al planeta, por supuesto. El dibujo tiene ritmo, buen humor, suspenso, sorpresas, muy buena factura técnica (Aronnax de Lima y Los Angeles, y Full Dimensional de Buenos Aires), y hasta unos "guiños cinéfilos" bien colocados. Muy bueno, aunque brevísimo, el de "Titanic". Algo más: el dibujo tiene una auténtica "unión latinoamericana", con gente de diversos países, como el doblador mexicano Omar Chaparro (voz de Condorito), la modelo colombiana Jessica Cediel (Yayita), y el local Jey Mammon (el monstruo enamorado). Más argentinos: Martín Piroyansky, coguionista, Alejandro Barbesi, director de arte, y siguen las firmas. Para recién llegados: vago, ingenioso, compinche, Condorito es un popular personaje chileno creado por el dibujante Sergio González Barrios, alias Pepo. En Chile hay hasta vinos (de Bodegas San Guchito) con su imagen. También es popular en otros países del continente, y acá mismo tuvo un lindo cuarto de hora. Los lectores de entonces irán a verlo, arrastrando hijos y nietos. Y ojalá resuciten la historieta.
Resulta raro que recién este año haya salido una película de Condorito. La creación del artista chileno Pepo (15 de diciembre de 1911-14 de julio de 2000) es uno de los personajes más famosos y rentables de Latinoamérica, llegando a tener su propia serie, muñecos y hasta se había planteado la idea de trasladarlo a una versión en carne y hueso (¿?). Pero tuvieron que pasar varias décadas desde su aparición en 1949 para poder verlo en pantalla grande. Y si bien las antiguas generaciones recordarán las aventuras de este pajarraco, las nuevas probablemente ni sepan de qué trata. La tarea entonces de Condorito: La película era difícil; no sólo tenía que contentar a sus viejos fans sino también conquistar a un nuevo público. En una época donde Pixar es un estándar de calidad siempre a superar y con un humor sano, esta coproducción entre Chile, Perú, México y Argentina es una sorpresa. ¿Por qué funciona la película? Porque el personaje tiene algo de todos nosotros. Es aventurero, es holgazán pero de buen corazón. Es difícil no sentir simpatía, ya que el guion (co-escrito por el argentino Martín Piroyansky) va mostrando su crecimiento a pesar de que ya esté instalado quién es. A Condorito se le suman todos los personajes clásicos de la historieta chilena y cada uno tiene una función en la historia. Y aunque algunas subtramas terminen siendo mucho mejores que otras, ninguna le juega en contra al ritmo, ya que son resueltas con rapidez. Otro de los aciertos de la película es que el sentido de la aventura está muy conseguido, sobre todo en una secuencia dentro de unas ruinas que remite y hasta hace referencia a Indiana Jones. No será tampoco el único momento en que emocione lo que está ocurriendo. Tambien están las típicas referencias que ya son moneda corriente en el cine actual… Las hay para puros conocedores (The blues brothers) pero tiende más a la historieta original; a quienes la desconozcan les resultará gracioso y hasta una cuota de absurdo, pero tienen su propósito. En ese sentido, Condorito: La película no olvida sus raíces, algo que deja en claro en varias escenas tratadas como si fueran la historieta. Lo único que llega a ser cansino es esa manía que suele darse en el cine de animación que es la de decir un chiste constantemente; el resultado tiende a ser lo contrario y sin embargo se sigue insistiendo.nEsa es la única pega de una película en la que no sólo funciona el 3D, sino que también es una sorpresa a nivel visual. No llega al grado de perfección de Pixar (¿quién puede?) pero Aronnax Animation Studios logra otorgarle detalles que son excelentes, sobre todo con los movimientos de los villanos, unos extraterrestres verdes muy graciosos. Sería interesante que se empezara a trabajar más con los estudios de animación latinoamericanos que están logrando no sólo avances sino también muestran lo profesionales que son con una película que tranquilamente podría competirle a alguna internacional. Condorito: La película tiene de todo para todos. Se nota que está hecha con corazón por sus responsables, tiene sus referencias para contentar a todos, mientras que la historia ,con mucho de Día de la Independencia, está bien llevada por los guionistas y jamás traiciona a su fuente. Al final y en modo muy emotivo, de sentido homenaje, aparece Pepo, ese a quien hay que agradecer por habernos dado a este gran personaje y sus aventuras.
La primera adaptación al cine de la famosa historieta chilena cuenta las aventuras del plumífero Condorito, quien se dispone rescatar a su malhumorada suegra Tremebunda de la nave alienígena en que se encuentra luego de haber sido secuestrada por el poco respetado Moloco, líder de los extraterrestres La historia se desarrolla en Pelotillehue, pueblo como ninguno y como todos en Latinoamérica. La vida del protagonista transcurre como jugador de futbol del equipo en el cual es ídolo, el amor (incondicional?) de su novia Yayita, la seducción tenaz hacia ella de Pepe Cortisona, y el encuentro con amigos a toda hora en el bar. Así, no faltan en el film aquellos personajes entrañables que desde el comienzo rodearon a Condorito: el siempre fiel compañero Don Chuma, el amable Huevoduro, el borrachín Garganta de Lata, el torpe Ungenio Gonzáles. El desplazamiento del papel a la pantalla se produce no sin ciertas debilidades. Es decir, lo que originalmente eran pequeños momentos, sutiles fragmentos de humor absurdo (donde Condorito podía adoptar indistintamente el papel de un rico mercader, en la página siguiente ser un astronauta, y en la próxima, un caníbal) aquí, ese tono errático acaba siendo confuso e inconsistente. Por otro lado, aunque asoman eficazmente ciertas postales memorables del mundo condoriteano, como el bar “El tufo”, los sonámbulos caminando por la calle, el restaurante “El pollo farsante”, el Plop!, hay escenas que resultan realmente anacrónicas para el siglo XXI. A diferencia de lo usual en las películas para niños, no hay mensajes ejemplificadores. . Sí hay algo que tiene la voluntad de destacarse en Condorito es el valor del ser auténtico, con los errores y tropiezos que pueda traer consigo, por sobre el pomposo andamiaje del simulacro. (M.S)
Y llegó el día en que uno de los grandes íconos del humor en historietas llegara a la pantalla grande y nada menos que en 3D. El clásico personaje creado por René Ríos, "Condorito" ya cumple 68 años de antiguedad y todos los que pasamos los 30, lo hemos seguido en sus aventuras. Recordemos que originalmente, Condorito es un producto chileno aparecido hacia 1949 y fue transformándose en una tira símbolo, para los lectores de latinonamérica, siendo actualmente leída en más de 120 períodicos de habla hispana en todo el mundo. Para los que no conocen al personaje, este simpático pajarraco vive en Pelotillehue, está eternamente enamorado de Yayita, una despampanante mujer y se lleva mal con su suegra, de gran importancia en la versión cinematográfica, Doña Tremebunda. Tiene un grupo de amigos particulares (Cara de Huevo, Ungenio, Garganta de Lata, etc) con los que se junta a beber en el bar "El tufo" (sic) y sueña con ganar mucho dinero para conservar el amor de su amada. El disputa ese afecto con Pepe Cortisona, rival eterno de Condorito, un tipo con mucho dinero que desprecia la amistad y sólo quiere mostrar su vanidad ante todo tipo de público. La realización de "Condorito, la película", es de Pajarraco Films y Aronnax Estudios y cuenta en la dirección a los experimentados Alex Orrelle y Eduardo Schuldt ("Los increíbles", "Buscando a Nemo"), quienes tuvieron la difícil tarea de que el personaje no perdiera sus rasgos esenciales al abandonar el 2D de las historietas por un 3D más acorde a lo que el cine familiar demanda en estos tiempos. La historia nos presenta escenarios y temáticas ya transitadas por las tiras cómicas de Condorito. El personaje principal tiene problemas de relación con Doña Treme, quien no quiere que su hija, Yayita, se case con alguien sin futuro. Nuestro pajarraco es pobre y el acecho de Cortisona, le pone un poco de calor al conflicto. Sin embargo, la aventura será parte en el espacio. Hay una nave alienígena que se aproxima a la tierra a rescatar un artefacto escondido hace miles de años que podría significar el fin de la raza humana. El jefe de los aliens se llama Molosco (voz de Jey Mammon, uno de los grandes aciertos del film) y es bastante básico, pero se las ingenia para hacerle una propuesta a Condorito, hará realidad un deseo a cambio de un pedido. Ya se imaginarán que el peso de la mala relación entre yerno y suegra desembocará en un incidente de proporciones intergalácticas (bueno, no tanto!). De ahí en más, Condorito junto a su fiel sobrino Coné, lucharán para recuperar a Doña Treme del secuestro por parte de los invasores, y defenderán a la tierra ante la amenaza de su destrucción total. La cinta tiene un aceptable trabajo en todos los aspectos técnicos y se destaca el cuidado trabajo de las voces. Para quienes seguimos a Condorito hace años, nos tranquiliza la manera en que esto se resuelve. Funciona. Donde siento que no están los planetas alineados es en el guión. Lo que hizo popular al pajarraco es la interacción con los amigos. Ese micromundo de delirio que ellos poseían como atributo, se encuentra ausente en la película. Aquí, el "envase" de aventura, pone la cuestión en otra perspectiva. Y en ese sentido, todo se conjuga como en cualquier película familiar. Desorden, alineación, análisis de conciencia, búsqueda de la reparación, éxito y unidad. Y quizás justamente lo que me gustaba de la historieta era esta eterna lucha por ser original teniendo pocos medios. Condorito siempre fue un buscavidas, y aquí estamos lejos de esa caracterización. Rápidamente se transformará en héroe, y eso está lejos de lo que el personaje principal proponía en el papel. Más allá de eso, la cinta es entretenida y lineal y a los chicos puede que les interese. Tengo curiosidad por como las nuevas generaciones se acercarán a él. Ojalá le den el lugar que se merece. Condorito es un símbolo para una enorme cantidad de lectores y está bueno poder disfrutarlo en el cine. El pajarraco se lo merecía sobradamente.
EXIJO UNA EXPLICACIÓN Sepan disculpar por la obviedad del título de esta crítica, pero eso fue lo primero que me pasó por la mente -parafraseando al propio Condorito- cuando terminé de ver la película de Alex Orrelle y Eduardo Schuldt. Porque… ¿en qué momento un cómic humorístico pícaro y bastante absurdo se convirtió en una aventura infantil impersonal, que busca público a los gritos entre padres nostálgicos y los restos que quedan en los márgenes de Pixar, Dreamworks o Ilumination Entertainment? Más allá de que el humor funcione en cuentagotas en Condorito: la película y que la aventura carezca de la imaginación suficiente como para sostener el relato, el problema mayor de esta coproducción entre Argentina, EE.UU. y Perú es su falta de precisión respecto del target buscado, falta de precisión que termina derivando en una confusión alarmante. Alguien debería explicarnos qué fue lo que pasó. Lo exigimos. Me cuenta Matías Gelpi que desde hace un tiempo las revistas de Condorito buscan instalar el personaje de Coné, sobrino del protagonista, como un referente para los niños, con un apuntalamiento de sus aventuras por sobre el resto de los personajes. Decisión que indudablemente tiene que ver con un reposicionamiento del producto y una búsqueda de nuevos públicos. Pero si bien Coné nunca fue Daniel el travieso, ni tampoco una suerte de sobrino del Pato Donald, lo cierto es que había en su espíritu infantil una ingenua maldad que derribaba en ocasiones el universo de mentiras piadosas de su tío. Si incluso la película, en su búsqueda de instalarse entre los más chicos, hubiera apostado a trabajar ese universo infantil sin reglas como, por ejemplo, Las aventuras del Capitán Calzoncillos, al menos tendríamos un concepto que analizar. Pero nada de eso hay por aquí. La obra del chileno Pepo, autor de Condorito, tenía virtudes y grandes defectos. Entre los primeros estaba el planteo de un universo de criaturas delirantes desde lo gráfico (la hipérbole era Huevoduro), que como Roberto Gómez Bolaños en El Chavo del 8 jugaba con el costumbrismo para posicionarse en un lugar ambiguo respecto de la moralidad de sus personajes. Eran buenos tipos, sin dudas, pero también podían cometer algunas maldades desde la más absoluta inimputabilidad. Y entre sus defectos podemos mencionar cierto conservadurismo (aunque en ocasiones hubiera burlas a instituciones como la policía) y una recurrencia a la picaresca que en ocasiones bordeaba cierto machismo bastante rancio (si es que el machismo tiene opción de no ser rancio), el cual podemos vincular con el humor de sketch televisivo que durante buena parte del Siglo XX reinó en la televisión argentina. Sin dudas que uno de los objetivos de los autores detrás de la película (entre los que se encuentra Martín Piroyansky) fue el de licuar esa incorrección política para que el producto pueda funcionar en el presente. El tema es que una cosa es licuar esa incorrección política y otra convertir a Condorito en una reflexión sobre el bullying contra la suegra Tremebunda. En la película, Condorito vuelve a lidiar con su suegra Tremebunda, que se interpone por enésima vez en sus deseos de estar junto a la voluptuosa Yayita. Harto, el pajarraco la negocia con un extraterrestre (¿?) que la termina abduciendo mientras se roban un chiste de Los Simpson. Esa es la premisa, y desde ahí arranca un intento de fusión de comedia y aventuras que tiene homenajes innecesarios a Indiana Jones, y donde Condorito y Coné viajan al espacio para intentar recapturar a la señora e impedir que el líder de los extraterrestres se quede con un histórico amuleto con el que controlaría a toda la humanidad. En la película nada o muy poco funciona, el grupo de amigos queda relegado a un incómodo comic relief y sólo sobresalen los aspectos técnicos de un film animado que nada tiene que envidiarle a una segunda línea del mainstream hollywoodense. Tal vez lo más interesante sea el villano (buen trabajo en la voz de Jay Mammon), un líder al que nadie respeta y que es motorizado por el más absoluto rencor. Pero poco se profundiza y las cosas llegan hasta ahí. Seguramente la peor decisión de la película sea la de incluir en los créditos finales las viñetas de Pepo, con los viejos chistes que entretenían mis tardes de infancia ochentosa. En esos momentos aparece la película que tendría que haber sido y ya nunca será.
Bajo la dirección compartida de Alex Orelle y Eduardo Schuldt llega la adaptación cinematográfica del icónico personaje -creado por el chileno René “Pepo” Ríos Boettiger-, en Condorito: la película. Condorito es, junto con Mafalda (creada por el argentino Quino), la historieta de habla hispana más difundida a nivel mundial. Actualmente es leída en países como Estados Unidos, Canadá, Italia y Japón. Con casi 70 años en su haber, la tira se destaca por su humor cuidado y satírico. Fiel a la historieta cómica, la trama de Condorito: la película se sitúa, principalmente, en la ciudad ficticia Pelotillehue. En esta ocasión todo comienza cuando un grupo de alienígenas, que busca conquistar el universo, secuestra a Doña Tremebunda, suegra de Condorito. El pajarraco emprenderá una nueva aventura, junto a su sobrino Coné, para rescatar a la madre de su amada. A su vez deberá hacer lo posible para que Pepe Cortisona, su eterno rival, no conquiste el corazón de Yayita. Pese a que el film responde a los estereotipos de historias hollywoodenses habituales: el personaje principal debe rescatar a alguien en apuros y, de paso, salvar a su pueblo de alguna amenaza (en este caso alienígena); logra cumplir de manera eficaz con su objetivo principal que es entretener. Los guionistas Martín Piroyansky, Rodrigo Moraes e Ishai Ravid logran trasladar a la pantalla grande aquello que tanto éxito tuvo, y que aún sigue vigente, en papel. El film no cuenta con una historia memorable, ni tampoco con un mensaje para destacar -como ocurre con muchas películas infantiles-. A pesar de esto, logra valerse por sí misma.
Estamos en el 2017. A esta altura los guionistas y directores deberían darse cuenta que no es divertido hacer una película para chicos en la cual la mayor parte de los chistes pasan por reírse del aspecto físico de una de los personajes del film. Por gorda, por peluda y por alguna que otra cosa más Tremebunda sufre el mal trato por parte de casi todos los personajes de la película. ¿Qué clase de mensaje están queriendo dar? La animación de la película es muy buena y dan ganas de seguir viéndola. La historia es llevadera y entretenida con algunos chistes muy divertidos (sacando los mencionados anteriormente) Hay muchas referencias a otras películas y/o videojuegos. Los más destacables me parecen el de Titanic, y sin lugar a duda el de Mario Bros (fui el único que estalló de risa en la sala) En la sala había un pequeño que pedía por los clásicos “Plop!” del cóndor desplumado, es una lástima que haya tan pocos. Hay un mensaje de responsabilidad, de lo que es ser adulto. Cone le reclama al tío actitudes o responsabilidades que “debería” tener un adulto para con un menor y esto es algo que por momentos suena antiguo y a la vez real y cercano. Este mensaje principal, aunque el que más se destaca es el de vía libre para burlarse de las personas gordas, parece quedar algo difuso hacia donde apunta. Mi recomendación: Es una película en su gran mayoría para niños, pero tiene el condimento para que los adultos la puedan disfrutar.
Puede que no a todo el mundo le haya gustado –alguna vez– Condorito. Pero la verdad es que esta película, que toma todos los personajes de la tira del chileno Pepo, sin ser genial y sin dar siempre en el blanco, aprovecha el viejo espíritu del cartoon para que pueda pasar cualquier cosa cómica en la pantalla. Y muchas veces sí acierta y surge la risa franca y honesta. El final cantado de esta crítica es, por supuesto “plop”. Así que ¡Plop!
Más de una década y media después de la desaparición física de René Ríos Boettiger, el historietista chileno mejor conocido como “Pepo”, llega a la gran pantalla el personaje que lo hizo famoso: Condorito. No solo eso. La película se dispone a capturar la empatía de los fans de aquel cómic -me incluyo-, en eso que me gusta denominar como el anclaje marketinero vía nostalgia. A su vez, pretende engolosinar a las nuevas generaciones -en especial al grupo más reciente de la era millenial-, quienes están más familiarizados con pantallas y botones que con la textura del papel.
Durante sendas temporadas de mi niñez y cuando las vacaciones me obligaban a tomarme un ómnibus de larga distancia, mi compañía era la creación de Rene Rios Boettiger, Condorito. Sus aventuras en Pelotillehue, rodeadas de personajes de lo más variopinto, fueron uno de los muchos protagonistas culturales de mi infancia. Naturalmente, al anunciarse su película animada temí lo peor, o sea lo habitual: un gancho nostálgico para atraer niños y adultos a un producto flojo desde lo narrativo. Afortunadamente resultó ser todo lo opuesto, o al menos lo suficiente. E.T. pa’ mi. E.T. pa’ ti.: Condorito le pedirá matrimonio a Yayita para evitar que esta sucumba ante los encantos de Pepe Cortisona. No obstante, dicha propuesta es truncada por su suegra, Doña Tremebunda, que no quiere que un pajarraco sin oficio ni beneficio despose a su hija. En su casa, frustrado por dicha traba, recibe un llamado de un conquistador alienígena exigiéndole un amuleto, ya que lo confunde con la encarnación de una figura milenaria. Condorito, pensando que se trata de una estrategia publicitaria de la compañía de teléfonos, le dice que le entregará el amuleto si se lleva a su suegra, cosa que el alienígena hace gustoso. Ahora, con su suegra desaparecida (y enfrentado al desdén de Yayita), Condorito, junto a su sobrino Coné, tendrán que ir en busca del amuleto para poder rescatarla. En materia guion la película es una aventura bastante dinámica que sabe combinar la comedia con la acción y aventura, aunque no esté exenta de abusar levemente de los homenajes a ciertos iconos de la cultura pop. Cabe aclarar que el desarrollo de personajes consigue eficientemente que nos preocupemos por ellos, transitando un arco emocional de cambio, y cuenta con un antagonista tan gracioso como lo suficientemente competente. En materia técnica la película presenta una animación fluida y se encuentra apoyada por un notorio trabajo de iluminación y decorados. El trabajo de voces también está muy logrado y consigue comunicar todas las sensaciones de estos personajes. Tome Pin y Haga Pum: Habiendo aclarado que Condorito cumple como una película por su propio derecho, y siendo quien escribe alguien que ha seguido sus aventuras, me parece menester dedicar unas palabras sobre qué tan fiel es esta historia cinematográfica a la versión publicada: es lo suficientemente fiel. La película respeta la esencia de los personajes: Condorito es un chanta, Don Chuma es el amigo fiel, Yayita es puro corazón, Treme le hace la vida imposible, Pepe Cortisona es un soberbio, Ugenio tiene pocas luces y Garganta de Lata toma como un cosaco. También es de destacar pequeños detalles como una introducción hecha en la gama de colores rojiza de la publicación original, e ítems de fondo específicas que si guiñás te las perdés. Noto en esta adaptación dos licencias artísticas respecto del original, que a mi entender tienen sus justificaciones: Primero, la aventura interestelar que moviliza la trama. Si bien en la historieta original Condorito ha ido al espacio algunas veces, al hacer cuentas sobre los escenarios habituales de sus historias, las de su barrio ganan con una diferencia considerable. La versión cinematográfica tenía que ser una historia más grande que la vida, más allá de lo cotidiano, por lo que una historia de esta índole no desentona tanto como premisa para una adaptación. Aparte, lo barrial no queda tan de lado, ya que ocupa un lugar esencial como subtrama. La segunda tiene que ver con Coné. Quienes leímos la historia sabemos que se trata de un Condorito en frasco chico, y por ende igual de chanta que su tío, cuando no peor. La adaptación cinematográfica, en contraste, lo muestra como alguien más maduro y más responsable que su tío. Lo que parecería ser una enorme traición a la esencia del personaje para mí tiene una razón de ser. De respetarse al extremo la esencia de Coné, sería tener a dos personajes que son esencialmente el mismo, algo innecesario. Al hacerlo un chico mucho más maduro para su edad, se vuelve una contraparte esencial para que el protagonista aprenda cuál es su falla y pueda alcanzar su arco sin que parezca forzado. Conclusión: Condorito es una narración entretenida, dinámica y con la solidez necesaria. Se muestra lo suficientemente fiel a su material base, tomándose solo las licencias indispensables para que la narración fluya y cautive al espectador. Los fanáticos la disfrutarán y si quieren presentarle el personaje a las jóvenes generaciones, esta es una buena oportunidad para hacerlo.
Desde el vamos no podía augurarse gran cosa de esta adaptación al cine de uno de los personajes de historieta más icónicos de Chile. Condorito (más que Mafalda es como el Patoruzú chileno, dado el tipo de identidad cultural) fue, y es, una revista de historietas que en cada página contaba un chiste distinto (de fútbol, de borrachos, de los tontos del pueblo, de parejas, y sobre todo de suegras). La idea de llevarlo a un largometraje podía, en principio, ser un buen negocio dada la popularidad del personaje. Sin embargo, dos factores conspiran también contra su éxito. El primero es la modificación del formato, porque es como mínimo riesgoso escribir un guión de una hora y pico sin perder la esencia del gag inmediato. El segundo es simplemente generacional. ¿Cuántos chicos (público al que apunta éste estreno) saben quién es? En la Argentina el pico de fama de la revista llegó en la época de la primavera democrática de Alfonsín. Los que viajaban en tren de larga distancia en los ‘80 habrán visto miles de veces a los vendedores ambulantes que se paseaban por los vagones con el manojo de historietas importadas. Cinco, por (lo que ahora serían) cincuenta pesos, entre las cuales estaban seguro un par de ejemplares de Mortadelo y Filemón, clásico cómic de España, y por supuesto un par del pajarraco trasandino. En épocas del auge audiovisual encontrar a un pibe leyendo alguna de estas (o Patoruzú, Isidoro, etc.) es como una aguja en un pajar. Pero vamos al evento. Evidentemente los guionistas Martín Piroyansky, Rodrigo Moraes e Ishai Ravid han querido aggiornar los personajes a los tiempos que corren, pero evidentemente con referencias a “Titanic” (James Cameron, 1997) o “Top gun” (Tony Scott, 1986) no alcanza. Menos aún, si el argumento está tan tirado de los pelos y obligado por la circunstancia de enfrentarse a un producto de mucha producción. Es cierto, los que lo han leído en su momento se encontrarán con el protagonista y su sobrino Coné, la novia Yayita, Huevo, Ungenio y la inefable suegra Tremebunda, todos habitantes de Pelotillehue. La oportunidad de construir los personajes (en lugar de confiar en que el público ya los conoce) estaba servida en bandeja. y hubiese sido acertado para instalar una saga duradera. Lo han hecho con El Hombre Araña tres veces en quince años, cómo no hacerlo en este caso. ¿Qué necesidad había de incrustar en el libreto un secuestro extraterrestre plagiado de un capítulo de Los Simpsons cuando pocas, contadísimas veces, se mencionó o se vieron extraterrestres en la publicación original? “Condorito, la película” es un cúmulo de desaciertos parecidos a los ocurridos con “Emoji, la película”, recientemente estrenada, es decir, contar con que la audiencia ya conoce de qué se trata y quiénes son, más allá de la presentación del principal como un atorrante, aprovechador y algo vago que se ve en la necesidad de rescatar a la suegra para reconquistar el amor de su novia de siempre. Técnicamente es impecable y con buenas actuaciones de voces, pero a esta película le falta la médula espinal que todavía hoy sostiene la edición de la historieta en los puestos de diarios: humor y timing narrativo.
Esta historieta cómica chilena fue publicada por primera vez el 6 de agosto en 1949 por Rene Ríos “Pepo”. Con los años se convirtió en la más popular historieta en Chile, y tuvo una buena repercusión en Latinoamérica y tiempo más tarde se extendió por varios países del mundo. Está dirigida por Alex Orrelle & Eduardo Schuldt, y cuenta con un gran equipo de producción (“Los Increíbles”, “El Oso Yogi” y “Metegol”, entre otras), el guión es del argentino Martin Piroyansky, Rodrigo Moraes y Ishai Ravid. Ahora llega al cine y su trama es ideal para los pequeños de la familia y adultos, comienza mostrando los antepasados de Condorito (Omar Chaparro). Este vive con su sobrino Pelotillehue Coné, y gran parte del día con sus amigos en un bar. Él está enamorado de Yayita (Colombiana Jessica Cediel) pero su madre Doña Tremebunda (Alejandro Javier González Legrand “Coco Legrand”) lo reprueba a cada instante. Su rival es Pepe Cortisona (Cristián de la Fuente) un millonario, vanidoso, engreído, un pagado de sí mismo. Condorito tiene un deseo: deshacerse de su futura suegra, y aparece esa oportunidad, la secuestran los extraterrestres, a la cabeza está el villano Molosco (voz de Jey Mammon), pero para conquistar el corazón de la su amada, su misión es salvar a Doña Tremebunda y al mundo. Cuenta con una buena animación, resulta divertida y ofrece un buen pasatiempo para los chicos, abundan los chistes y la acción. Incluye temas musicales de Daddy Yankee y está llena de mensajes, momentos para reflexionar y alguna situación que lleva a los espectadores a la emoción. A disfrutar junto a un buen balde de pochoclos.
Un film regular que logra captar la atención de los pequeñines en forma intermitente. El timing es un tanto lento y algunos chistes (sobre todo los que se burlan del aspecto físico) están pasados de moda y quedan como descolocados. Todo lo que puede llegar a causarle gracia a los chicos está...