Contrareloj es excelente!. Entretenimiento pochoclero 100% garantizado que cumple con lo que promete. Durante toda la proyección el ritmo y el interés no decaen, y ofrece ya desde el comienzo una secuencia de veinte minutos llena de adrenalina. El guión está bueno y la historia, si bien no es un...
Un dinámico y disparatado concierto de incoherencias Últimamente, salvo en la soprendente Kick-Ass, el espectador se está acostumbrando a ver a Nicolas Cage en películas de poca monta, sumamente intrascendentes, en las que hay que hilar fino para encontrar aspectos positivos y dignos de recordar. Y Contrarreloj no es la excepción sino otro ejemplo de ello. Incluso con un inicio de buen ritmo, el film deja entrever una atmósfera algo descabellada en lo que respecta a los primeros acontecimientos, en donde un grupo de agentes del FBI vigila pero deja accionar libremente a nuestro protagonista y a sus aliados mientras estos se hacen un festín para ingresar a la bóveda de un banco y hacerse con el motín. Pero cuando deciden perseguirlos y la tensión empieza a aparecer, un Cage supuestamente experimentado en el rubro delictivo, tiene el infortunio de olvidarse a unos metros de sí el bolso con el dineral. Consecuencia: debe retroceder para que la historia intente acentuar el nerviosismo. Sin entrar en más detalles de lo que hacen al relato de la cinta, la dinámica que se le imprime es buena, la acción dice presente en diversos momentos, pero mientras más avancen los minutos, mayores son las escenas en donde el absurdo y la ridiculez de los hechos prevalecen en la narración, deviniendo la proyección en una suerte de subgénero cuasi gracioso por su incoherencia. LO MEJOR: algún que otro pasaje de buen ritmo. LO PEOR: acontecimientos descabellados, exagerados; el guión y la repetición de lugares en común. PUNTAJE: 4
24 horas Nicolas Cage y Simon West se juntaron en 1997 para realizar la querible Con Air - Riesgo en el Aire (Con Air) y ahora unos 15 años después vuelven a unir fuerzas (?) para llevar adelante Contrarreloj (Stolen), una nueva producción de acción que se centra en la figura de Cage y que tiene en David Guggenheim (Protegiendo al Enemigo) al escritor de turno de la trama. Will Montgomery (Nicolas Cage) es un experto ladrón de bancos que es atrapado por el FBI luego de quedar en la escena del crimen con el botín tras ser abandonado por sus compinches. La cuestión es que Will es condenado a 8 años de prisión, pero luego de unas largas temporadas en la cárcel su esperado retiro de la actividad criminal deberá aguardar unas horas más cuando uno de sus cómplices del pasado decida secuestrar a su hija para obtener los 10 millones de dólares del robo. Aunque a simple vista no parezcan parecerse tanto, Con Air y Stolen tienen algunas similitudes que no sólo tienen que ver con compartir el mismo director y el mismo protagonista. Ambas se centran en la figura de un ex presidiario que busca dejar atrás su pasado para poder vivir tranquilamente con su pequeña hija y las dos tienen como principal intención la redención del personaje principal por medio de la resolución de un conflicto que lo pone inesperadamente en una línea de fuego indeseada. Pero acá hay diferencias que hacen de Contrarreloj un producto bastante menos efectivo que Con Air. Josh Lucas interpreta a Vincent, el villano del film encargado de secuestrar la hija de Will. Lucas viene remando hace años en el cine en distintas producciones (The Lincoln Lawyer o J. Edgar, sólo para mencionar las más conocidas) y acá tenía una buena oportunidad con la interpretación de este malvado, aunque por su propia sobreactuación y la estética escogida por Simon West esta caracterización no será la elegida para que él pueda dar el salto hacía la fama. El problema está en que se presenta un Vincent del comienzo y luego un Vincent "evolucionado", pero este último sólo representa una caricatura de sí mismo. Un villano demasiado "comiquero" (le falta una pierna y varios de sus dedos) para una película que no apunta a un registro tan irreal. Está bien, como contraparte tenemos la figura y los pelos locos de Nicolas Cage que tranquilamente podrían representar a varios personajes surgidos de ese universo pero lamentablemente en Contrarreloj su puesta en escena no es ilustrada de esa manera y es allí donde ese choque estético le juega una mala pasada a la cinta. Es fácil para numerosos críticos a lo largo y ancho del mundo bardear en piloto automático una película protagonizada por Nicolas Cage, ya que no supone una empresa para nada complicada pegarle a un actor que ha tenido varios bodrios (aunque menos de los que muchos aseguran) a lo largo de su extensa carrera. No obstante en Contrarreloj su defensa es más sencilla por la sobriedad que intenta llevar adelante en su labor. Su Will Montgomery posee las mismas motivaciones que el Bryan Mills de Liam Neeson, pero las reproduce desde un lado más torpe, más pasional, no tan inteligente y frio y es esa torpeza la que lo hace menos "admirable" pero lo convierte en alguien más terrenal y más querible. Completan el reparto la cada día más bella y más solvente Malin Akerman y un Danny Huston que siempre alcanza el tono justo para hacer del sabueso de turno un personaje que genere empatía, a pesar de ser en esta cinta una de las variantes como villano. Contrarreloj atenta por momentos contra sus propias buenas intenciones, pero están en su brillante comienzo, la vertiginosa y experimentada dirección de Simon West y la sobria actuación de Nicolas Cage sus principales armas para no conseguir autodestruirse.
Cuando uno escucha el nombre de Nicolas Cage sólo se puede imaginar una sola cosa: clase B. El otrora gran actor, un referente que supo consolidar su estrella en el cine de acción con títulos como Con Air y Face/Off no puede encontrar un nicho que lo solidifique nuevamente y todas sus opciones terminan decantando en films que pasan totalmente desapercibidos en las salas comerciales. Stolen es uno de estos estrenos, que sorprenden por el mero hecho de llegar a la pantalla grande cuando su destino final es la comodidad del living del hogar, un domingo lluvioso. La colaboración de Cage y el director Simon West -trabajaron juntos en Con Air- los encuentra a ambos en momentos muy diferentes de sus carreras: tras un tiempo apartado de la gran pantalla, el realizador se ha convertido en uno de los nombres más competentes del cine de acción rápido y letal (como bien lo demuestra en The Expendables 2), mientras que el actor es una figura de culto para todo interesado en la serie B contemporánea. Ambientada en el ahora recurrente escenario de una Nueva Orleans post Katrina, Stolen no tiene una historia que resulte intrigante, porque se ha visto ya varias veces. Esto resulta raro porque el anterior guión de David Guggenheim, la superior Safe House, supo armar con elementos básicos una historia correcta, no obstante aquí se queda corto con la proeza de un padre ex-ladrón que quiere recuperar a su hija, secuestrada por un compañero de crímenes que, piensa, tiene una suma millonaria escondida en algún lugar oscuro. Aún con los nombres de West y Cage en la marquesina, no hay absolutamente nada que amerite una temporada en los cines para esta nueva producción: su acción es esporádica y de bajo presupuesto, su historia ha sido producida un millón de veces -y mejor en muchos casos- y la abrumante cantidad de alivios cómicos hace que la escasa veracidad de la trama se vea puesta en evidencia. En menor medida, Stolen juega sus cartas con cierta habilidad y, si bien muestra a un Cage extrañamente contenido, deja que el Vincent de Josh Lucas ponga el punto excéntrico en un secundario que supera en histrionismo a cualquier personaje que el otro haya encarnado en sus últimas películas. Pero un elenco competente y una dirección correcta no alcanzan para subsanar un trabajo que no va hacia ningún lado, que encarna la mismísima acepción de diccionario de la palabra pasatista.
Si hay un actor todoterreno se llama Nicolas Cage, quien en los últimos años eligió el cine de acción para fortalecer una carrera más comercial en la pantalla grande. En esta ocasión, Cage encarna a Will Montgomery, un ladrón de bancos que luego de pasar ocho años tras las rejas, es buscado por sus antiguos compañeros de andanzas y por el agente del FBI (Danny Huston), porque creen que Will escondió el botín en algún sitio. Para recuperarlo, su rival Vincent (Josh Lucas) le secuestra a la hija (Sami Gayle). El realizador Simon West, quien ya había trabajado con Cage en Con Air, construye un relato ambientado en los carnavales de Nueva Orleans (lo mejor de la película es la secuencia en la que Will camina por los techos de los autos mientras la música de Mark Isham crece al ritmo de los enloquecidos pies de unos bailarines callejeros) donde las persecuciones están a la orden del día. Mezcla entre Búsqueda implacable y la reciente Parker, donde el héroe en cuestión es traicionado, esta realización de West acierta en las escenas de acción porque es un especialista en el género, pero no así en la elección del villano con pata de palo encarnado por Lucas, que es poco creíble en su accionar. Lo mismo ocurre con la relación establecida entre el agente del FBI y el protagonista que va cambiando y acerca a los personajes con el correr de los minutos sin dar demasiadas explicaciones. El resto se ve convencional y sin sorpresas para el espectador habituado a este tipo de relatos que recuerdan a algunos films de los 80, cuando el malo "resucitaba" en el momento esperado. En tanto, la adolescente raptada y mantenida oculta en el baúl de un taxi, aguarda el reencuentro con un padre que emprende su búsqueda implacable. Cajas fuertes violadas, lingotes de oro derretidos rápidamente y un pasado criminal son las constantes de un relato que elige un viejo parque de diversiones donde, a la manera de duelo final, se toparán cara a cara el héroe redimido y el antagonista que vuelve para vengarse.
Un Cage básico La última película con Nicolas Cage, Contrarreloj (Stolen, 2012), es un film tan ridículo en cuanto a la historia que plantea, que termina por divertir con los lugares comunes en los que cae. Una fórmula trillada, un tratamiento por demás inverosímil y varios estereotipos para hacer de esta película de acción un entretenimiento pochoclero funcional a los fines buscados. Will Montgomery (Nicolas Cage) es un ladrón profesional pero con “códigos” y una hija a la que adora. Cuando está por dar el golpe de su vida junto a su equipo de “trabajo”, algo sale mal y cae en manos del agente del FBI Tim Harlend (Danny Huston) que lleva años persiguiéndolo. Pasan ocho años y al salir de la cárcel e intentar rehacer su vida, Vincent (Josh Lucas), un ex compañero con quien Will tuvo un último altercado, secuestra a su hija y le reclama el dinero de la operación que deberá entregar en menos de doce horas a cambio de la niña. La fórmula del fugitivo pone a Nicolas Cage con un límite de tiempo para conseguir el dinero y salvar a su hija (recuperarla en todo sentido). Todo mientras evita que la policía lo atrape nuevamente. Pero si de fórmulas básicas hablamos, pensemos en los estereotipos que el film construye: un ladrón con códigos que busca redimirse y un villano traidor sin escrúpulos, feo, rengo y resentido. Y no nos olvidemos del agente federal ultra correcto y apegado a la ley que usa sombrero a lo Eliot Ness. Resta describir los recursos trillados: que el personaje tenga que correr durante todo el film entre la gente (la acción transcurre en medio de los festejos del carnaval del Mardi Gras en Nueva Orleáns), que tenga que engañar a la policía con credenciales y muñecos (¿por ello la música remite a la serie El Santo?), y las inverosimilitudes como que al protagonista le disparen, lo apuñalen, lo golpeen…y siga corriendo sin parar. En este momento es cuando hay que recordar que el protagonista es Nicolas Cage y el director Simon West que viene de dirigir Los indestructibles 2 (The Expendables, 2012) pero que ya había trabajado con Cage en Con Air: Riesgo en el aire (Con Air, 1997) lanzando al actor definitivamente como héroe de acción. Films que si carecen de algo es de realismo, motivo por el cual hablar de inverosímil pasa a ser relativo. Teniendo en cuenta tales antecedentes todo adquiere rápidamente sentido. Claro que Contrarreloj podría dar mucho más de lo que entrega.
Otra carrera contra el tiempo... El "concepto" de la película está resumido incluso desde el afiche: un ladrón (Nicolas Cage) tiene 12 horas para conseguir los 10 millones de dólares de rescate para salvar a su hija secuestrada por un desquiciado ex compañero suyo no muy contento con el resultado de un golpe que dieron juntos. Con esa premisa, el guión de David Guggenheim (Protegiendo al enemigo) apuesta al thriller vertiginoso y con espíritu de clase B, con un esquema muy similar al de Celular (2004), pero allí donde el film de David R. Ellis funcionaba a la perfección con su apuesta por el humor absurdo en medio de una típica carrera contra el tiempo, aquí el director Simon West (El mecánico, Los indestructibles 2) se queda siempre a mitad de camino. O sea, ni un simpático delirio, ni un exponente de género demasiado sólido. Para colmo, esta vez Nicolas Cage ni siquiera entrega su acostumbrado festival de tics y excesos. Es más, el antagonista, Josh Lucas, le gana por varios cuerpos en la carrera de sobreactuación. Así, la película no encuentra nunca su tono. No se la puede tomar en serio porque las justificaciones de la trama y los conflictos de los personajes no resisten el menor análisis. Tampoco se la puede disfrutar en plan de placer culpógeno porque el film nunca adquiere una veta lúdica ni se juega por el absurdo. El resultado es un híbrido mediocre, un subproducto decididamente menor. Ni chicha ni limonada.
Nicolas Cage sigue empeñado en hacernos creer que es un héroe de acción. "Stolen" es un claro ejemplo de sus ganas de convertirse en el héroe de acción que nunca será. Esta es una película de Simon West, director abocado en general al cine de acción, en cuyo currículum figuran "Con Air" (también con Nicolas Cage), "Lara Croft: Tomb Raider", "The Mechanic" y "The Expendables 2". "Contrarreloj" tiene todo lo que se puede esperar de una película de acción efectista, nada más. Un protagonista que es definido como "el mejor ladrón de bancos del mundo" pero al que un robo le sale mal y entonces pasa largos años preso, lo que lo aleja aún más de su familia, una hija adolescente que va a terapia casi por culpa suya, un ahora enemigo ex compañero suyo que se sintió traicionado por él (el carilindo Josh Lucas con un look un poco bizarro, casi caricaturesco) cuando en realidad al que abandonaron fue al propio protagonista, y un policía que siempre lo tendrá en la mira, sobretodo porque cuando lo atraparon, el dinero (una suma enorme, claro) nunca apareció. Nicolas Cage (a favor suyo, más bien contenido) es un ladrón, pero es honesto, así se lo percibe, es una buena persona que intenta retomar la relación con su hija. Josh Lucas es el villano, que en estos años no hizo más que juntar rencor y hoy sólo quiere lo que él considera suyo. El policía, Danny Huston, no es más que una piedra en el camino, un hombre que necesita volver a su vida pero no puede más que ser la sombra de este ladrón mientras siga cometiendo (o sospechando que lo hace) robos. Acompaña en el relato la bonita Malin Akerman, como la única compañera que le sigue siendo fiel tras estos años en la cárcel, aunque se haya alejado ya del mundo del delito. La película empieza con todo: un trabajo de montaje nos hace pensar que esta puede no ser una simple película más del género, en la que nos hacen creer algo que no es, nos engañan como al mismo policía. Pero esto dura unos pocos minutos, el resto de la película no escapa a los clichés, a las persecuciones automovilísticas, secuestro de su hija (lo que mueve a su protagonista a volver al ruedo), luchas cuerpo a cuerpo en las que siempre sale ganando, el reloj que corre, y así hasta llegar a un final, ya cada vez más absurdo. Simon West entrega un film entretenido, que se nutre de fórmulas muy típicas del cine de los ochenta y los noventa de acción, y por lo tanto cumple con su cometido.
En 1997 el director Simon West fue responsable de consolidar a Nicolas Cage como héroe de acción en la película Con Air: Riesgo en el aire que resultó un gran éxito taquillero. Luego de brindar el año pasado esa fiesta pochoclera que fue Expendables 2, el realizador volvió a reunirse con el actor después de muchos años para este proyecto. En Estados Unidos Contrarreloj duró apenas dos semanas en exhibición y enseguida la levantaron de las salas porque no la vio nadie. No es una película mala, pero le juega en contra el hecho de presentar una propuesta extremadamente trillada. Inclusive dentro de la filmografía del propio Cage es redundante porque ya hizo filmes de este tipo como 60 segundos. Otra vez interpreta a un ex convicto que tiene que concretar un robo para salvar a un familiar, que en este caso es su hija. Es claro que si Expendables 2 no hubiera sido un éxito este trabajo de West terminaba directamente en dvd. En estos últimos años Nicolas Cage estuvo lidiando con serios problemas financieros relacionados con cuestiones fiscales que lo llevaron a desprenderse de muchas posesiones excéntricas como varios castillos medievales europeos y una mansión en New Orleans que se dice está embrujada. Hoy necesita hacer dinero y acepta cualquier cosa porque tiene que laburar y pagar deudas, algo que no está mal. El tema es que se involucra en producciones de medio pelo que nadie va a recordar en su filmografía. Contrarreloj presenta escenas de acción decentes, pero tampoco llegan a ser precisamente deslumbrantes. Simon West tiene experiencia en el género e hizo lo suyo con mucha corrección pese al guión trillado que no le jugó a favor a este proyecto. Se trata de esa clase de filmes que uno termina viendo en el cine por la simple razón que la historia que en realidad quería ver está agotada y solo quedaban entradas para esta. Antes de irte a tu casa te la jugás y entrás a verla. Si te llega a pasar eso te vas a encontrar con un film que ya viste en otras ocasiones pero logra entretenerte un rato y hacerte olvidar de la vida cotidiana.
Ladrones, atracos, secuestros, venganzas; un delincuente que en ocho años de encierro en la cárcel ha llegado a la conclusión de que lo que más le importa en el mundo es su hija, ahora adolescente, y que para recuperar su respeto -y si es posible su cariño- lo mejor es cambiar de vida, y un ex compinche, hoy enemigo mortal, que no está dispuesto a permitírselo antes de recibir la indemnización a la que se cree merecedor, aunque para eso deba pegarle a su rival en donde más le duele: la vida de la chica. En fin, nada que no haya sido visto en decenas de thrillers. Por dar un ejemplo, Búsqueda implacable también hablaba de un padre capaz de todo con tal de recuperar a su hija secuestrada (y lo hizo con tanto éxito que ya ha tenido una variación como secuela). A esa referencia, el dúo West-Cage suma otras, varias vinculadas con viejos éxitos del actor, Con Air incluido, aunque aquí el conejito se ha convertido en oso. En cuanto a la carrera contra el tiempo, en esta oportunidad derivada del muy breve plazo que el secuestrador en cuestión concede para que la mentada (y varias veces millonaria) "indemnización" opere como rescate, es un recurso tan viejo como el cine mismo. A esta altura nadie espera demasiada originalidad de un thriller de acción, si bien siempre es posible añadir a la fórmula alguna innovación, o por lo menos aplicarla con rigor, algo de humor, tensión y nervio narrativo. Aquí sólo lo hay en dosis módicas y en especial durante los primeros minutos, cuando se muestra el rebuscado y millonario atraco a un banco en escenas paralelas (la acción de los ladrones, encabezados por Cage, que es el número uno de la especialidad en Nueva Orleáns, y la de los agentes del FBI dispuestos a frustrarlo). Es un comienzo falsamente prometedor (que Mark Isham sabe cómo ilustrar musicalmente), y no sólo porque la misión termine en fracaso, con el protagonista en la cárcel, uno de sus compinches lisiado y el botín desaparecido, sino porque desde ahí la historia cambia de rumbo, empieza a girar en torno del secuestro, del bandido casi jubilado que se ve forzado a ejecutar una última misión delictiva (hay que salvar a la nena) y de los increíbles recursos de que se vale para lograrlo, entre ellos los de buscar el auxilio de su ex perseguidor del FBI. Ni los rebuscamientos ni los clichés alcanzan a disimular lo insostenible del guión. Los fotogénicos escenarios de Nueva Orleáns y el colorido de su carnaval apenas consiguen distraer de la rutinaria dirección de Simon West, que sólo apuesta por el vértigo. Cage ahorra algunos tics, quizá porque prefiere atender a su papel de padre angustiado, quizá para no competir con el villano sobreactuado hasta el exceso por Josh Lucas. Entre los dos, el policía de Danny Huston es un descanso.
Por la plata y por la hija Nicolas Cage debe correr para conseguir US$ 10 millones, o encontrar a su hija secuestrada: todo, hasta que se acabe el pochoclo. Hay películas que no hacen mal a nadie. Que pasan por la pantalla, entretienen un rato, y al tiempo se las olvida. Nicolas Cage tiene unas cuántas en su haber. La carrera del sobrino de Francis Coppola -de hecho su nombre es Nicholas Kim Coppola- es tan dispar como prolífica. Son 71 títulos desde su debut hace 31 años en Picardías estudiantiles. Pícaro o no, Cage se las rebusca en el cine de acción, donde la pegó con La Roca y Contracara, los dramas -de Adiós a Las Vegas, que le reportó el Oscar, a Alas de libertad y Corazón salvaje- y las comedias de aventuras. Contrarreloj es de ésas que Cage hace casi en piloto automático, pero esta vez se olvidó los tics y el peluquín, qué cosa, se disimula mejor. Ladrón de bancos -de bóvedas de bancos-, a Will lo están por apresar con 10 millones de dólares en la mano, y decide quemarlos antes, para que la sentencia disminuya. Le dan ocho años, y cuando sale de prisión, su hija adolescente, que se siente abandonada, lo espera menos que sus cómplices y el detective que se quedó con la sangre en el ojo. Nadie cree que Will haya quemado el botín, y sí esperan que los recupere, unos para dividirlo, otro para apresarlo. Pero -siempre hay un pero- Vincent (Josh Lucas, lejos de Poseidón y de jugar al galán, con el pelo largo y sucio y una pierna ortopédica) quedó resentido y quiere más que su parte a toda costa. Así que rapta a la hija de Will y le pide que le dé los 10 millones de dólares. Will no los tiene, y sí tiene poco tiempo. Rodada en Nueva Orléans, ciudad favorita de Cage donde filmó más de una de sus películas, cambiaron el guión para que de la original Nueva York se pasara a la ciudad post Katrina. Y como de taxis se habla, decidieron que la acción transcurriera durante el Mardi Gras, el carnaval, para que Will se vuelva algo loco en encontrar a su hija escondida en el baúl de un taxi. El director Simon West ya había dirigido a Cage en Con-Air, otra de acción con trama ridícula. Lo dicho: pasa rápido, dura lo que un balde de pochoclos.
MEDIO PELO Nicolas Cage es un capo, pero cada vez que decide formar parte de películas tan berretas como CONTRARRELOJ (STOLEN, 2012) le perdemos un poquito el respeto. En esta oportunidad hace de Will Montgomery, un ladrón de bancos que va a prisión luego de un robo que sale mal y sin que nadie sepa dónde quedó el botín. Ocho años después, el peluca sale de la cárcel su hijita creció y no quiere ni verlo. Entonces, ella es secuestrada por un antiguo compañero de Will, el siniestro Vincent (Josh Lucas), quien exige su parte del dinero robado. Will asegura que no tiene la guita y va a pedirle ayuda a la Policía, pero no le creen: no le quedará otra que arreglárselas solo para rescatar a su hija. Así como leen, el desarrollo de la historia es muy elemental y predecible. Todo transcurre sin sorpresas y los personajes resuelven los conflictos que presenta el flojo guión sin ningún tipo de dificultad. Definitivamente, CONTRARRELOJ no es una película que se destaque por sus ideas: a pesar de la participación de actores medianamente reconocidos (también ponen la cara Danny Huston y Malin Akerman) se trata de una producción con espíritu de clase B que no tiene nada nuevo para ofrecerle al espectador. Bueno -dice uno tratando de ponerle onda durante el inicio-, teniendo en cuenta las similitudes con BÚSQUEDA IMPLACABLE (TAKEN, 2008) en cuanto al punto de partida (papá que debe rescatar a su hija secuestrada), al menos podría esperarse que Cage sea retratado como un bad-ass total, que revienta a todo el mundo, rompe todo y pone cara de malo. Pero no. Ni siquiera eso. El protagonista no tiene mucho que hacer ni a quien pegarle: tediosas escenas de tiroteos y persecuciones se suceden en una Nueva Orleans de carnaval filmada como si fuera un video hecho por turistas. A CONTRARRELOJ, como pasa con muchas de las últimas películas de Cage, la pantalla de cine le queda grande: ¿Cuánto faltará para que Nico se convierta en el nuevo Steven “directo a DVD” Seagal?
Un entretenimiento sólido y vertiginoso Nueva Orleans. Martes de Mardi Grass. Están Todos locos. Uno de los personajes define así la situación general de esta película y, a decir verdad, está bastante acertado. Nicolas Cage tiene una debilidad con Nueva Orleans desde su gran trabajo en la secuela de "Bad Lieutenant" que dirigió Werner Herzog, y es verdad que esa locura ayuda y va en sincro con sus personajes pasados de rosca, que en otro contexto, quedarían demasiado en evidencia. Pero la película no comienza ese martes de carnaval, sino ocho años atrás, cuando el protagonista está preparando el que debería ser su último gran golpe, mientras es vigilado de cerca por un policía que está harto de que roben todos los bancos de la ciudad en sus narices. Lamentablemente la codicia excesiva de uno de sus secuaces complica las cosas y el ladrón es atrapado, debiendo pasar los siguientes ocho años totalmente ajeno a la vida de su hija que, para cuando él sale, ya es toda una adolescente especialmente resentida por el abandono de su padre. El asunto es que recién salido de la cárcel, el ladrón dispuesto a rehabilitarse para la sociedad se encuentra con su hija raptada por su ex cómplice ahora convertido en un freak: entre otras cosas, una bala de aquel golpe fallido lo dejó malherido y ahora está empecinado en cobrar el botín de aquel viejo robo, sin saber que el protagonista jamás lo tuvo. El personaje de Nicolas Cage tiene sólo 12 horas para producir 10 millones de dólares si no quiere que su hija sea asesinada. Para colmo, lo marca de cerca el mismo policía que lo detuvo (gran trabajo de Danny Huston) que obviamente no puede creerle nada de esta disparatada historia que, sin embargo, da lugar a un sólido y vertiginoso entretenimiento, con persecuciones alucinantes y el delirante fondo del Mardi Grass, mejor capturado que en otras películas más serias. Dividida en tres partes, "Contrarreloj" no para nunca y se las arregla para volver potable un asunto sin pies ni cabeza. En este sentido hay que apreciar el excelente trabajo de SImon West, un director que ya sabe cómo hacer estas cosas desde su opera prima - ambién con Nicolas Cage-, la formidable "Con Air".
Con los minutos contados La carrera de Nicholas Cage viene en caída libre, a tono con la cantidad de su pelo que no puede disimular ni un milagroso aplique capilar. Se viene a pique como representante de un cine de acción clase B donde el verosímil que ya no pueden remplazar docenas de explosiones, choques de autos y carreras veloces en tiempos limitados. Hace más de dos décadas, el inquieto Cage –con su habitual cara de bagre que necesita un psicofármaco urgente–, se convirtió en un héroe de acción con La roca y Con Air, entre otras cintas de musculosa y testosterona, en tanto se exigía un poco más con películas que hasta le harían ganar un Oscar. Adiós a Las Vegas con su sobreactuado borrachín, el detective exaltado de Ojos de serpiente y el desquiciado drogón de Un maldito policía en Nueva Orléans, ofrecieron algunas variables a sus rutinarias labores como héroe explosivo. Justamente por Nueva Orléans anda el ladrón de bancos Will Montgomery (Cage, un tanto más calmo) y su experimentada banda. Algo sale mal, él va preso, la plata no está y los ocho años en cana pasan en una elipsis. Pero un colega y amigo del grupo (Josh Lucas, sin psicofármaco de por medio) quiere la plata porque está hecho un lumpen y anda con una pierna menos. Will tiene una hija que no le da bola, la cana lo persigue porque quiere el dinero y, en relación al compañero cojo, imagínese cómo y de qué manera hará brotar de bronca al arrepentido y experto atracador bancario. Habrá otro robo para conseguir plata (ahora en oro) y redenciones y salvaciones varias cerca del final. En el medio, todo a pura acción, cero verosímil, efecto a puro montaje y miles de dólares invertidos en un par de tomas, personajes expresados en tres trazos como máximo y la triste conclusión de que Contrareloj se parece a otras películas con Nicholas Cage o las descartables de los ochenta con Stallone, Schwarzenegger o Chuck Norris en Vietnam. Eso sí, con más dinero y menos ideas que cualquiera de las cinco Duro de matar con su veterano héroe de camiseta.
Entre persecuciones y raptos "Contrarreloj" es un clásico policial de acción y suspenso. En este caso hay más acción que suspenso y lo que verdaderamente saca al filme de la rutina es la ubicación, en la que se realiza la búsqueda de la chica raptada y la persecución final, en Nueva Orléans, durante el clásico Mardi Gras. Por Isabel Croce Will Montgomery (Nicolas Cage) se muestra arrepentido. Su pasado de amigo de lo ajeno le costó ocho años de cárcel y ahora que está en libertad, reflexiona sobre la traición que hizo que aquel golpe saliera mal y que "manchara" su fama de "experto". Es hora de ocuparse de la familia tan abandonada y entablar una mejor relación con su hija adolescente, Alison (Sami Gayle). Pero hay una duda pendiente. Tanto el FBI como su "socio" en el gran robo, Vincent (Josh Lucas), están seguros de que Will se quedó con un resto. Y vaya resto!. Nada menos que diez millones de dólares. La duda se concreta en un secuestro, el ex cómplice de Will se apodera de su hija Alison (Sami Gayle) y exige un rescate. Y como Will no tiene un peso, la única posibilidad de lograr el dinero es volver a robar nuevamente, lo que significa regresar a los viejos tiempos. LINEAS CLASICAS "Contrarreloj" es un clásico policial de acción y suspenso. En este caso hay más acción que suspenso y lo que verdaderamente saca al filme de la rutina es la ubicación, en la que se realiza la búsqueda de la chica raptada y la persecución final, en Nueva Orléans, durante el clásico Mardi Gras, fiesta de carnaval, caracterizado por los coloridos desfiles con máscaras y luces que se desarrollan en la zona de Louisiana. Nicolas Cage, como Will Montgomery, es el protagonista de este policial, en el que el director Simon West vuelve a dirigirlo, como en "Con Air". A su lado, Danny Huston como Tim Harlend, es el perro de presa del FBI, que le sigue el rastro y Josh Lucas, en el papel de Vincent, hace de un villano mayor. A ellos se suma la sueca Malin Ackerman, en el papel de Riley Jeffers, que ahora atiende un bar, luego de un pasado gangsteril que la unió a Will Montgomery.
Corre, Nick, corre Nicolas Cage vuelve a ser un héroe de acción en esta película monótona y deslucida, en la que sólo se salvan las escenas de robos de bancos. Will Montogomery (Cage) es el cerebro de una banda que asalta bancos; aparentemente brillante, nunca pudieron detenerlo. Sin embargo en una oportunidad, por un altercado con Vincent (Josh Lucas) -uno de sus compañeros de equipo-, la banda lo abandona en plena escapatoria, dejándolo con el botín en las manos: diez millones de dólares en efectivo. Cuando el FBI lo atrapa, el dinero desapareció. Años después, Will es liberado, y habrá más de un interesado en el paradero de esa fortuna. Uno de ellos secuestra a su hija, y él deberá encontrarla antes de que la mate. El filme comienza a aburrir prematuramente a la media hora de comenzado, con una trama vista muchas veces, y que sólo encuentra como variante situar la acción en el congestionado Mardi Gras de New Orleans. Trillada, cliché por donde se mire: el “malo” exageradamente malo, los ineptos agentes del FBI (¿llegará el día en el que la agencia de inteligencia real se queje ante Hollywood por mostrarlos en general tan poco, valga la redundancia, inteligentes?), el delincuente con principios que busca la redención y el amor de su familia. Nada nuevo, ni siquiera en las formas. El director Simon West, de quien cabría esperar algo mejor, dado que ya dirigió a Cage en "Con Air", y también es el director de "Tomb Raider", entre otras películas del género, intenta un par de acercamientos, y elige una banda de sonido que recuerda a series policiales de los años setenta. De todos modos el magro esfuerzo no alcanza, y la película no logra sorprender, ni atrapar al espectador. Una película sin gancho, ni chispa. Casi un pecado teniendo en cuenta el género al que pertenece. Prescindible.
Otra clase B con Nicolas Cage y su peluquín al viento, en el papel de un padre desesperado intentando rescatar a su hija. El argumento, "afanosamente inspirado" en "Búsqueda Implacable" , contiene acción, villanos estereotipados, buenas secuencias de persecuciones, y un clima de cine directo al DVD que no deja de resultar atractivo, para aquellos que amamos el genero. Sin ser una maravilla, entretiene y se pasa rápido. No es poca cosa.
El británico Simon West ("Los Indestructibles 2") vuelve a dirigir a Nicolas Cage, con quien trabajó precisamente en su debut como director en 1997 con la película "Con Air: Riesgo en el Aire". Ahora, ambos se reúnen en este film supuestamente de acción cuya historia poco creíble carece de la tensión que caracteriza a este tipo de producciones, y que, debido a las evidentes fallas del guión escrito por David Guggenheim ("Protegiendo al Enemigo") decae en lo más ridículo luego de la primera media hora de metraje. La historia gira en torno a Will Montgomery (Cage), un experto ladrón que junto a su equipo de "trabajo" compuesto por Vincent (Josh Lucas), Riley (Malin Akerman) y Hoyt (M.C. Gainey), están por robar un banco y hacerse de un gran botín de 10 millones de dólares. Un altercado con el personaje a cargo de Lucas, sumado a que está siendo vigilado por el agente del FBI Tim Harlend (Danny Huston), hacen que las cosas salgan mal y el protagonista termine ocho años en la cárcel. Tras cumplir su condena, decide dejar atrás su pasado como criminal y recuperar la relación con su hija Alison (Sami Gayle), de la que está totalmente distanciado. Sin embargo, tanto Vincent como el FBI están convencidos de que Will escondió el dinero del mencionado golpe antes de que lo sentenciaran a prisión. A fin de hacerse con la parte que le corresponde y culpándolo por todo lo malo que le sucedió a partir de aquel momento, su antiguo cómplice secuestra a la joven y exige el botín como rescate. En medio de los festejos por el Mardi Gras (carnaval que se celebra en Nueva Orleans), Will, al mejor estilo Bryan Mills en "Búsqueda Implacable" (pero mucho, mucho peor), sólo dispone de 12 horas para entregar el dinero que en realidad no tiene y así salvar a su hija antes de que sea demasiado tarde. Una mala dirección de actores y un libreto sin sentido, repleto de clichés y que además intenta añadirle un poco de humor inteligente que no resulta efectivo, "Contrarreloj" es una desastrosa producción que tranquilamente podría haber evitado su exhibición en cines y editarse directamente en DVD.
Un padre desesperado y un villano psicópata son el contrapunto de esta película de acción. Nicolas Cage es un actor con mala fama. Está bien, hacer una decena de películas pésimas no lo ayuda, pero la realidad es que a la hora de la acción, él fue uno de los grandes protagonistas de los últimos 20 años. Solo pensemos en Con-Air, Contracara o La Roca, tres películas a pura adrenalina, perfectas para su género. Y, si bien tal vez las sigue desde un escalón un poco más bajo, Contrarreloj (Stolen, 2012) es un buen ejemplo de lo que estoy hablando. Aquí, Nic interpreta a Will Montgomery, un ladrón de bancos que tras pasar ocho años en prisión luego de una misión que salió mal, vuelve a la sociedad para intentar seguir un buen camino, sobre todo con su hija -ahora en la dificil adolescencia- Alison (Sami Gayle). Pero no todo será color de rosa, ya que su ex compañero, devenido en psicópata resentido, Vincent (Josh Lucas) secuestrará a su amada chiquita y la única condición para liberarla es que Will le entregue 10 millones de dólares, justamente el botín que habían logrado la noche en que se arruinó todo, y tiene solo 12 horas para entregarlo. Will asegura que él quemó el dinero, ya que si lo atrapaban con las manos en la masa, su tiempo en prisión iba a ser mayor, así que luego de perseguirlo por la ciudad y verse derrotado, le prometerá volver a conseguir el monto que pide dando un último gran golpe. Para eso llama a su ex compañera, Riley (Malin Ackerman), que le dará una mano en esta difícil misión que debe luchar a dos flancos: contra el secuestrador y contra el FBI, que sigue tras sus pasos. Si bien esta es la base de la película, la realidad es que llegamos al gran punto tarde, casi una hora después del comienzo. Lo bueno es que esa hora tampoco es tiempo perdido, sino un conjunto de escenas de acción muy bien logradas, y en un marco muy especial: el Mardi Gras de New Orleans, un momento del año en el que todo el caos sale a la calle. Contrarreloj es una película de acción, y punto. No se le puede pedir más que una hora y media de diversión y de suspenso, elementos que están muy bien manejados por la mano maestra de Simon West (Con-Air, Los Indestructibles 2) y bien llevados a la pantalla por un menos sobreactuado Nic Cage. En definitiva, Contrarreloj es lo que es, y el que le busca la quinta pata al gato, se equivoca. Hay disparos, hay persecusiones, hay suspenso, hay golpes. Hay una película cuadrada, hecha y derecha de acción. Y eso está muy bien. @JuanCampos85
Un maldito ladrón en Nueva Orleans A estas alturas, la mirada magnética y maníaca de Nicolas Cage puede equipararse sólo a la de Mel Gibson: su presencia fílmica nunca es gratuita. El cuerpo y las expresiones y la convicción con que Cage encarna a sus personajes más recientes se asemeja a la cruzada impredecible de Clase B que lo tiene en cintas de superhéroes demoníacos (Ghost Rider y su secuela), delirios medievales (Cacería de brujas) o desquiciados filmes “de autor” (Un maldito policía en Nueva Orleans, de Werner Herzog). Ahora, en Contrarreloj, su inquieta aparición en pantalla grande se fusiona con un filme de acción mediocre, reacio a las posibilidades del género. Cage es Will Montgomery, un dotado ladrón de bancos y archienemigo rutinario de la policía de Nueva Orleans que acaba de salir de una condena de 8 años de prisión. Si bien su objetivo es abandonar los peligros de toda carrera ilegal, el rapto de su hija a manos de su antiguo compinche Vincent (Josh Lucas) lo lleva a quebrantar nuevamente las barreras de seguridad de un banco, en busca de un tesoro millonario. Así, entre persecuciones a toda velocidad y golpes y balaceras, el ladrón a la fuerza Montgomery sigue desesperadamente a Vincent mientras la policía, simbolizada en la figura del anodino comisario con sombrero Tim Harlend (Danny Huston), lo sigue a él. De fondo, una postal turístico-carnavalesca del Mardi Gras neorleano hace de tumultuoso contexto oportuno para una película que se desarrolla a “contrarreloj” (las 12 horas que le canta Vincent a Montgomery antes de matar a su hija) en una jornada. Como pasaba con Cacería de brujas, Contrarreloj coquetea con tics exploitation pudorosos (musiquita de thriller años ’70, súbitos zooms en primer plano) sin jugársela del todo. Si hasta se queda corta en esa (auto) parodia policial a lo Martillo Hammer, evidente en ese ridículo enemigo rengo, idiota y poco creíble que es Vincent. El filme de Simon West termina siendo más bien una mera variante bonachona y moralmente negativa del Bryan Mills rescata-hijas que ha hecho célebre Liam Neeson. El final, un torpe ¡plop!, se agradece por ser el último.
Un thriller de acción desenfrenada, que solo pretende entretener y lo logra. Ahí está Nicholas Cage siempre al borde, un ladrón de técnicas admirables que acaba de salir de la cárcel. Un exsocio secuestra a su hija para obligarlo a entregar un dinero que no tiene. Aún con muchos clichés y vueltas de tuerca hiperconocidas, su objetivo de mantener la tensión lo logra.
Contrarreloj, otra vez la influencia de Michael Mann Esta película de Simon West es uno de esos thrillers irrelevantes, rápidos, armados con múltiples sedimentos de otras películas. Y que confirma a Heat de Michael Mann (aquí Fuego contra fuego, 1995) como una de las películas más influyentes de los últimos treinta años. 1. Empieza Contrarreloj y asistimos a una mezcla de momentos de Heat. Todo un cóctel de una de las películas fundamentales de un autor fundamental como Michael Mann. Claro, en Contrarreloj todo es más berreta. Berreta técnicamente, inexorablemente. ¿Qué otra cosa se puede hacer con el nacimiento forzado del pelo de Nicolas Cage? ¿Y con su rostro enlozado? Bueno, en el punto tres hay un ejemplo de película genial con este Cage siglo XXI, pero volvamos a Heat, que en Contrarreloj está por todo lados: se mezclan el asalto al blindado, el robo al banco, el intento de desvalijamiento del depósito de metales, la vigilancia de las fuerzas de seguridad, la admiración del perseguidor (Danny Huston) por el ladrón, hasta la manera de mirar las fotos. Hay mucho más para apuntar en la comparación, diálogos parecidos, planos de “lo experto que son estos tipos”, hasta el ladrón violento que quiere matar al testigo. Pero donde Mann ponía determinaciones de profesionalismo frío y zonas grises, West pone todo en versión binaria. No tiene tiempo para complejidades, tiene que contar mucho en poco tiempo. 2. Recordemos que entre las muchas películas con influencia de Heat están El aura de Fabián Bielinsky y Batman: el caballero de la noche de Christopher Nolan. 3. Simon West no cuenta, como Mann en Heat, con Pacino y De Niro. Cuenta con los mencionados Cage y Danny Huston (el hijo de John). Cage tiene gracia trash, y con eso y su intensidad vampira y operística se pueden hacer grandes películas, obras maestras incluso, como lo demostró Werner Herzog en Un maldito policía en Nueva Orleáns. Contrarreloj también transcurre en Nueva Orleáns. Y la de Herzog era algo así como una remake libre y liberadora de la película de Abel Ferrara con Harvey Keitel. Y ya que estamos, Heat fue una remake: de L.A. Takedown, telefilm –en realidad un piloto para una serie que no prosperó– dirigido por el propio Mann. 4. Simon West no es Werner Herzog ni Michael Mann. Es West, el director de la festiva Los indestructibles 2 (secuela), de El mecánico con Jason Statham (remake de una de los setenta con Charles Bronson), La hija del general (bodrio con Travolta) y Con Air (de la que se recuerda un peluche y las sandalias de John Cusack). West hizo más películas, y ahora prepara justamente una con el título Heat, aunque no es una remake de la de Mann. 5. En Contrarreloj hay también un peluche. Y un actor en una actuación desastrosa: Josh Lucas. Su villano es una creación fea y ridícula, que tal vez pueda explicarse porque al rubio se le ocurrió competirle a Cage en gestos sacados, o porque no le quedó otra que exagerar al límite para acompañar la decisión del director (o del guionista o de vaya uno a saber) de convertirlo en uno de esos malos que buenoyamoritedeunavez que abundaban a principios de los noventa. 6. Sobre el final de Contrarreloj hay un chiste “de paisaje” que mejor no revelar, pero que evidencia con mucha claridad la liviandad con la que se toma Simon West su cine de acción y suspenso hecho de fragmentos pegoteados y torcidos pero al menos unidos con rapidez. 7. El título de estreno en Argentina, que hace referencia a un plazo que casi ni se trabaja en el relato, es casi un homenaje a la simpática berretada general, a la idea de vender una película con un poster en el que se lo ve a Cage correr hacia nosotros con un auto dado vuelta y fuego detrás. Otro día hablamos más de Cage, otras remakes, los coches y los setenta. Pero esta nota no debe extenderse más.
¿Secuestraron a la hija o al guionista? Sin prisas ni pausas la carrera de Nicolas Cage fue cayendo de productos clase A, con un par de nominaciones al Oscar e inclusive una estatuilla al mejor actor por Adiós a Las Vegas (1995), al abismo artístico de chapucerías como Contrarreloj, thriller disparatado cuya velocidad narrativa intenta vanamente disimular las inverosimilitudes de un guión horrendo. La película que ofició como punto de inflexión para Cage, cuyo apellido de nacimiento es Coppola y para sorpresa de algún distraído es sobrino del director de El Padrino, seguramente fue La Roca (1996) pero su consolidación como figura de acción vino después con Con Air: Riesgo en el Aire (1997), casualmente dirigida por Simon West que ahora reincide en Contrarreloj. Estos viejos compinches ya están de vuelta en Hollywood y agarran cualquier proyecto sin pensarlo demasiado. Porque si te ofrecen rodar un guión como el que escribió David Guggenheim decís no gracias y que pase el siguiente. Tenés que estar muy desesperado por la plata y tener la cara muy dura para andar por la vida promocionando una película tan mala como esta. Cage es Will Montgomery, líder de una banda de ladrones de banco a la que también pertenecen Hoyt (M.C. Gaines), Riley (Malin Akerman) y el desquiciado Vincent (Josh Lucas). Perseguido por los detectives Harlend (Danny Huston) y Fletcher (Mark Valley), Will termina tras las rejas luego de un robo malogrado. El botín de 10 millones de dólares no aparece. Ocho años después Will es liberado y para obligarlo a que entregue el dinero su ex socio Vincent secuestra a su hija adolescente Alison (Sami Gayle) otorgándole un plazo límite de 12 horas para cumplir con su parte del trato. Caso contrario, obviamente, matará a la chica. Con la ayuda de Riley y con todo lo demás en contra Will comienza una carrera contra el tiempo para rescatar a su hija. Como en verdad no posee el dinero lo único que se le ocurre para cubrir la cifra demandada es (¡sí, lo adivinaron!) robar otro banco. Sin planificación, improvisando sobre la marcha y con la sombra de los agentes que lo encerraran casi una década atrás, Will se juega el resto para salvar a Alison. En el horizonte sólo parece esperarlo la parca o nuevamente la cárcel. Lindo panorama, ¿no? Ambientada en una bullente Nueva Orleans durante el festejo de Mardi Gras Contrarreloj es un pavada suprema contada con un ritmo infernal sin acusar recibo de lo absurda que se pone la historia con cada decisión tomada por los personajes. En un rol border de esos con los que a veces se prodiga, Josh Lucas entrega una actuación estereotipada, ridícula y con escasos momentos de lucimiento. Desde la peluca hasta la pata de metal, todo hace ruido en este villano que compone Lucas. La acción física se la han reservado casi en su totalidad a Nico Cage que con 49 años todavía puede darse el lujo de andar corriendo, saltando, peleando y saliéndose con la suya sin que se le mueva un pelo de esa artificiosa cabellera suya. Tan artificiosa como este thriller más apto para un domingo de lluvia (¡sin inundaciones, por favor!) en casa que para pagar una entrada para ver un producto que ya viste mil veces y mejor
Anexo de crítica: Contrarreloj confirma que Nicolas Cage ya no se interesa en lo más mínimo por buscar otro tipo de propuestas de mayor riesgo para sus dotes actorales, y que el género de la acción y el tipo de cine pasatista le sientan muy bien y además le suministra a su cuenta bancaria exorbitantes sumas cada vez que pone el cuerpo, los tics y la cara al servicio de la acción y el absurdo en la misma proporción. A pesar de estos notorios desniveles en la trama, ciertas incongruencias y arbitrariedades en la historia, no puede negarse que el film resulte por lo menos entretenido para aquel público que sólo quiere pasar un rato agradable en el cine acompañado de un gigante cubo de pochoclo.-
Secuestro express Hay películas excepcionales y buenas. Hay películas regulares, esas que quizá tienen algún mérito para verlas. Luego están las malas sin salvación alguna y, finalmente, esa extraña categorización de película para pasar el rato. Son ese tipo de películas que no tienen originalidad, los guiones pueden rozar lo risible y se tornan previsibles hasta el punto que si nos perdiéramos diez minutos sabríamos qué va a suceder. Pero no se puede decir que sean necesariamente malas y tampoco regulares. Son pasatistas, sencillamente eso, a veces logran entretener y a veces no, pero responden a un formato industrial en decadencia. A esta categoría corresponde Contrarreloj, un director que conoce bastante bien el pulso de una película de acción pero que aquí parece acartonado por la autoconsciencia y la parodia. Imposible pensar a este estreno dirigido por Simon West de otra forma. La sinopsis se puede sintetizar de una forma muy sencilla: tras un robo frustrado, un ladrón súper listo, o al menos así nos lo describe la película, es capturado por la policía en el medio de un altercado con sus compañeros de equipo. El muchacho pasa ocho años en la cárcel debido a que se salva de una condena mayor quemando el dinero que poseía y luego sale, para encontrarse con que uno de sus compañeros se quiere vengar porque luego del altercado vivió una vida frustrante. Por lo tanto, su compañero, que con el pasar de los años parece haberse vuelto un malo de cómic, decide secuestrar a la hija del tipo que recién salió de la cárcel, pidiéndole un botín a cambio. Y es eso, no hay mucho más. Se puede decir que “cualquier trama se puede simplificar”, pero lo cierto es que en otros casos suele haber capas en el contenido de esa sencillez. Aquí no hay nada, es lisa y llanamente una superficie y no es que eso sea malo, pero si encima carece de originalidad y está ejecutada con torpeza, hay poco por lo cual acercarse a esta historia. En el medio de todo esto hay secuencias de persecución increíblemente confusas, unas sentencias insoportables del policía encarnado por Danny Huston (que parecen sacadas de las sobras de un policial negro) y un final que juega con el desenlace del personaje de Nicolas Cage aunque, sinceramente, a esa altura de la película poco importaba su destino. De hecho, lo más extraño es que el “súper ladrón” hace cosas bastante rústicas para ser un tipo supuestamente frío y calculador. En todo caso, una película que tiene una linda pelea final que roza lo ridículo y un montón de actores que hacen lo que pueden con el guión. Olvidable, pero inofensiva y quizá para pasar el tiempo. Nada más que eso.
De ladrón y policías Hay un lugar común en el que se cae habitualmente, y es que si una película de acción entretiene y mantiene despierto al espectador hasta el final la misión está cumplida. Bien, “Contrarreloj” es entretenida y difícilmente alguien pueda despegarse de la butaca hasta los títulos de cierre, pero está lejos de ser una buena película. Esta es la historia de Will (Nicolas Cage), el mejor ladrón de bancos de Nueva Orleans, cuya cábala es escuchar completa una canción de 9 minutos de Creedence Clearwater Revival como condición ineludible para que el atraco salga bien. Pero el día que no lo hizo, todo falló. Tanto fue así que le dio un balazo en la pierna a Vincent, su mejor amigo, otro delincuente de fuste, y el FBI interrumpió el robo de diez millones de dólares de uno de los bancos más importantes de la ciudad. Después de ocho años de prisión, Will regresa con el objetivo de alejarse de la mala vida y recuperar el tiempo perdido con su hija Alison. Pero, claro, aquel amigo que sufrió el balazo y después perdió su pierna, busca venganza. Y no tiene mejor idea que secuestrar a Alison a cambio del dinero que nunca llegó a repartirse. El director Simon West, que volvió a trabajar con Cage tras su debut con “Riesgo en el aire” de 1997, apeló a recursos trillados, aunque no menos efectivos, como las extensas persecuciones, autos que chocan y se incendian y el viejo juego del policía y el ladrón. West no profundiza en la intimidad de sus personajes, y cuando lo aborda queda a mitad de camino. Tanto que nunca queda claro, por ejemplo, si la bella Riley es o no la madre de la hija de Will. La figura heroica de Cage es la principal atracción de esta película, que es un plato ideal para un domingo de lluvia por el cable.
Una historia entretenida que contiene dosis de acción, persecuciones y que además cuenta con la presencia de Nicolas Cage. El actor, director y productor estadounidense Nicolas Cage (49) ganador de los premios Óscar, Globo de Oro y SAG por su papel en “Adiós a Las Vegas (1995)”, y nominado al Óscar al mejor actor por su papel en “El ladrón de orquídeas (2002)”, vuelve al ruedo con otra de acción y suspenso, dos géneros que le sientan bien. Viene de la mano Simon West como director, de amplia experiencia en este terreno,y que presentó entre otros éxitos : “Los indestructibles 2”; “Tomb Raider”; “El mecánico”; entre otras. El resto del elenco lo componen: Josh Lucas, Malin Akerman, Sami Gayle, Danny Huston, entre otros. Todo arranca cuando el protagonista Will Montgomery (Nicolas Cage) un ladrón de bancos, es traicionado, atrapado y encarcelado por ocho años, como es de prever cumplido ese plazo sale, ahora quiere hacer buena letra, reencontrarse con su hija, retirarse del negocio pero el dilema es si podrá, siempre la tentación se encuentra en cada momento. Pero tiene que existir alguna traba, su hija adolescente Allison (Gayle) es secuestrada por su viejo amigo un criminal Vincent (Josh Lucas), un villano que resulta indestructible, y que tiene una cuenta pendiente. Para liberarla debe conseguir diez millones de dólares. Ahora solo tiene un día para reunir el dinero, pagar, poder liberar y volver a ver a su amada hija Allison, de quien además debe recuperar su amor. Como suele suceder en estos argumentos, la formula es: padres separados, hijas adolescentes rebeldes, caprichosas y que no simpatizan con su padre (situación similar a “Búsqueda Implacable” aunque su trama era mejor). Aunque no se encuentre dentro de sus planes debe reunirse con los integrantes de su antigua banda, para lo cual contacta a Riley (Akerman). Nos encontramos con persecuciones de coches, en medio de un drama familiar y las buenas locaciones de Nueva Orleans, elementos que la hacen más atractiva. De ahora en más él solo está expuesto a 12 horas, 10 millones y 1 hija secuestrada y luego los espectadores sabemos como continua, esto es muy fácil, dado que así se promociona desde el afiche. La primera media hora está bien, el protagonista Nicolas Cage pone todo su profesionalismo, este género le sienta bien, sabe como explotarlo con un personaje a su medida y con el cual sale airoso. Su desarrollo es similar a muchas otras historias, uno ve distintas escenas y dice esta ya la vi y esta también. Desde relaciones entre padres e hijos conflictivas que finalizan con el reencuentro con su padre queriéndolo y llorando en sus brazos. Surgen una serie de situaciones ridículas, resulta un entretenimiento pochoclero, tiene muy buen ritmo, con persecuciones, luchas, tiros, y explosiones. La banda sonora es maravillosa, contiene momentos de tensión, nerviosismo y suspenso; aunque resulta monótona y mediocre.
Nadie puede explicar la carrera de Nicolas Cage: films grandes con autores importantes y películas horribles. Este film no es pésimo, sino fallido: un ladrón timado sale de la cárcel y le raptan a la hija porque, creen, tiene un gran botín. Corridas, tiros, y Cage con cara de malo demasiado tiempo. El gran problema no es ni el actor ni la historia, sino que todo está filmado a desgano, como si los realizadores solo quisieran llegar, rápido, a la hora y media, y a cobrar.
El problema más grave que sobrelleva este filme es la presencia en su protagonismo de Nicolas Cage. Hace unos días alguien me preguntaba por qué razón es tan buen actor Robert de Niro, si parecería que siempre actúa de si mismo. A mi entender podrían clasificarse en tres grandes grupos da los actores, dos creíbles, los que construyen personajes desde lo camaleónico, entre ellos Sean Penn; el otro, donde el don esta en la naturalidad, en que dan la sensación de no estar actuando, en esta variable se inscribiría Robert de Niro; el tercer grupo lo conforman los no creíbles, y uno de sus paradigmas es Nicolas Cage, por sobreactuación constante, por resultar un catalogo de idénticos tics para distintos personajes, si bien en esta oportunidad se lo observa un poco más contenido al respecto, no se le puede creer nada, ni cuando corre, y aquí lo hace varias veces. No es la primera vez que esta pareja de Simon West como director y Nicolas Cage como actor trabajan juntos, una anterior experiencia fue “Con Air” (1997), pero entre ambas existen sutiles diferencias, en aquella aparecían los geniales Steve Bucemi, John Cusack y, como antagonista, el exacerbado John Malcovich que hacían creíble el personaje a su cargo. Aquí el antagonista es Josh Lucas, malo, muy malo, un loco ni siquiera lindo, que con su actuación le robo el lugar de monumento gesticular manierista a Cage. Tarea harto difícil, si las hay. La historia se centra en Will Montgomery (Cage), un eximio ladrón de bancos que al salir de prisión tras cumplir una condena de ocho años, intentará primero cambiar de vida, redimirse, para luego poder recuperar el afecto de su hija ya adolescente. La narración refiere por supuesto a lo ocurrido ocho años antes, cuando tras un robo exitoso Will termina apresado pues sus compañeros lo abandonan. Esta promisoria apertura es la mejor secuencia del filme, pero la promesa se desdibuja rápidamente. Elipsis. Comienza la historia. Al salir de la cárcel se entera que Vincent (Josh Lucas), su compinche y amigo ha muerto, pero en realidad es él quien secuestra a la hija de Will concediéndole sólo 12 horas para que le entregue la parte que le corresponde por botín logrado en aquél robo. Nadie le cree a Will la hipótesis de que Vincent no murió, particularmente el teniente de policía Tim Harlend (Danny Huston), quien lo sigue persiguiendo para sorprenderlo con las manos en la masa, léase, cuando vaya a buscar el dinero robado supuestamente escondido, pero que el espectador ya está en antecedentes de que lo quemo, hecho que el personaje lo reitera luego en varias oportunidades. Toda la producción se encuadra en el género del thriller de acción, o sea todo a velocidad, escenas de persecución, bombas, tiros, etc. Violencia glamorosa con el sólo fin de excitar al espectador, objetivo que en realidad esta realización no logra, pues circula por lo ridículo, sin exagerar, si lo hubiesen podido hacer al menos podría encuadrarse en la disposición del grotesco o burlón y reírnos un rato, pero no. La vedette, por supuesto, es el montaje de cortes rápidos, sólo eso, creyendo que de esa manera genera la adrenalina en el espectador, pero no alcanza, del guión a olvidamos por considerárselo innecesario. Se escuchan frases como “a quien se le ocurre secuestrar a la hija del mejor ladrón de bancos de America” ¿?, dicha por uno de sus ex compinches a Will. Por favor, que alguien me explique el sentido de esta sentencia. Todo en ese orden de lo rústico, tosco, demasiado previsible, no hay dobleces, ni giros, ni excepciones, ni nada. Adivine como termina. Por supuesto que los rubros llamados técnicos cumplen con su función, la música de Mark Isham acorde a las imágenes en función de acompañarlas en el ritmo vertiginoso, o la buen elección de los escenarios de Nueva Orleans bien fotografiadas por Jim Withaker, el mismo de “Gracias por fumar” (2005), son hasta se diría un placebo en medio de tanto desastre, pero en realidad no alcanaza. Lo único que aparece en la limitación del tiempo, “Contrareloj”, es la paciencia del espectador esperando que terminen los insoportables 96 minutos que dura el filme, perdón, me corrijo, los últimos insufribles 80 minutos.
Nicolas Cage en su regreso a Nueva Orleans (en este caso pasó del lado de los uniformados al de los delincuentes con buen corazón) volvió a unirse a su director de Con Air, Simon West, para contarnos esta carrera contrarreloj –nada original el título en español- que un ex convicto debe correr en pos de salvar la vida de su hija. Will Montgomery (Cage con nuevo look capilar, y van…) es un experto ladrón que, tras cumplir la condena de ocho años en prisión por un golpe millonario que salió mal, es puesto en libertad. Tratará, por supuesto, de recuperar el amor de su hija Allison pero la joven será secuestrada por uno de sus otrora compinches, Vincent (Josh Lucas), quien exige su parte en los diez millones de dólares del fallido robo. Ayudado por Riley (Malin Akerman), otra de sus ex compañeras de delitos, Will tiene menos de diez horas para rescatar a su primogénita de las garras de un desquiciado delincuente. La carrera de Cage ha conocido épocas mejores, es cierto, pero aquí su trabajo no es lo peor de todo. Josh Lucas compone a una caricatura de lo que debiera ser un cómplice rencoroso, llevado a tal extremo que hasta parece una ridiculización del género. Poco es lo que puede aportar la música compuesta por Mark Isham, la cual desentona con el espíritu del film y atrasa veinte años en su concepto. La banda de sonido se asemeja a la de algún programa detectivesco de TV de la década del ochenta. Es un presuntuoso trabajo que funcionaría en una parodia clase B, pero no en una película que intenta tomarse en serio. Asimismo, el guión no rebalsa de nuevos lugares. Hace creer que robar un banco y desvalijar su caja fuerte es de las tareas cotidianas más sencillas de realizar por cualquiera de nosotros. Además, está muy poco logrado el vínculo entre Will y su hija, una interpretación flojísima a cargo de Sami Gayle.
Nicolas Cage y el director Simon West vuelven a unir fuerzas luego del espectáculo de acción noventoso que fue Con Air. Contrarreloj es un thriller de acción en la línea de Búsqueda Implacable que pretende sacar provecho del sorpresivo éxito que fue el film de Liam Neeson. Pero lamentablemente un guión trillado y sin sorpresas, aparete de personajes poco agraciados, hacen que Contrarreloj no sea más que un simple y olvidable pasatiempo. El Buen Ladrón El ex ladrón Will Montgomery (Nicolas Cage) es liberado de prisión luego de 8 años por un asalto que no terminó del todo bien. Su primer destino al salir de la cárcel es visitar a su hija Alison, a quien no ve desde que fue arrestado. Alision, hoy una adolecente, guarda un rencor contra Will por haber sido un padre ausente. Pero luego de una breve reunión entre ambos las cosas cambiarán repentinamente. Vincent (Josh Lucas), un viejo compañero de Will al que todos creían muerto, toma de rehén a Alison, dejándola en el baúl de su taxi mientras maneja por la ciudad. A cambio de su vida Vincent quiere $10 millones de dólares que, según cree, Will se quedó luego del último trabajo que realizaron juntos. Obviamente Will no tiene ese dinero, pero deberá conseguirlo en tan solo 12 horas si quiere volver a ver viva a su hija. Mirando el reloj Se dice que hay dos tipos de personas en el mundo. A los que les gusta Nicolas Cage, y a los que no. Yo soy parte de ese primer grupo. Nicolas Cage tiene excelentes películas como Educando a Arizona, Adaptation, Lord of War, Corazón Salvaje y seguramente estoy dejando de lado algunas más. Incluso disfruto de muchas de varias de sus películas que son consideradas malas por la opinión popular, como The Wicker Man u Ojos de Serpiente. Hay algo en Cage que me parece divertido y eso es su entrega en cada papel, incluso si el guión del film en el que está trabajando es desastroso, su sobreactuación vuelve a la película inmediatamente más tolerable. Por desgracia Contrarreloj entra en un grupo de películas de Cage que no son buenas, ni tampoco son tan malas que son buenas. Contrarreloj es simplemente mediocre en todos los sentidos. Si bien la película es correcta en todos los planos, no sobresale en ninguno. Cage intenta hacer su mejor imitación de Liam Neeson, pateando traseros para recuperar a su hija. Josh Lucas como el villano de turno se ve menos amenazador que un bebe vestido de marinerito y Danny Huston (hijo de la leyenda John Huston), como el detective que intenta seguirle el paso a Cage y compañía, hace lo mejor que puede con lo poco que tiene hasta que su personaje toma un giro absolutamente arbitrario y sin sentido sobre el final del film. West es un experto en filmar escenas de acción (sino véase Con Air o Los Indestructibles 2) pero en este caso pareciera que está intentando sacarle jugo a una papa, por hacer un paralelismo burdo. La acción, la mayoría de las veces, está forzada a más no poder, llegando al punto de musicalizar como si fuera una gran persecución una escena que Nicolas Cage maneja por la ciudad de un punto A a un punto B, sin ningún tipo peligro o amenaza. Los giros de la trama (si los podemos llamar así) se ven venir a la distancia. El guión de David Guggenheim es un thriller de manual, no se molesta en moverse ni un centímetro más allá de las reglas o situaciones típicas del genero. Lo que termina dejando en el espectador esa horrible sensación de que esto ya se vio una y mil veces. Conclusión Contrarreloj es la mejor definición de una película mediocre, ni siquiera se esfuerza en ir un poco más allá, por lo cual termina aburriendo rápidamente. Película recomendable solamente para fanáticos del género o de Nicolas Cage. Caso contrario, esperan a que salga en cable y puedan disfrutarla un sábado lluvioso o una noche de insomnio, momentos en el que seguramente se le puede sacar un mayor provecho.
Lo mejor que dirigió Simon West puede rastrearse en Con Air, y no precisamente por el film en cuestión (bastante aburrido incluso para ser un entretenimiento descerebrado) sino por dos de sus personajes: Cyrus el Virus -John Malkovich- y Garland Greene -Steve Buscemi-, dos trastornados de riquísimas posibilidades que no fueron explotadas como correspondía. Suponemos que eso no resultó problemático para Malkovich y Buscemi, que se habrán divertido horrores cobrando sendos cheques por el medio polvo que interpretaron. Bruckheimer paga muy bien, si no me creén pueden consultar cierto documental de Peter Hanson donde el viejo Paul Schrader deja en claro lo jugosos que resultan los cheques que expide el buen Jerry. Contrarreloj nos vuelve a enternecer -igual que Con Air- con Nicholas Cage saliendo de prisión con un osito de peluche que le regalará a una hija que ya está grande. Lo único que cambió en todo este tiempo es su peinado, pero eso es obvio. Su estancia en prisión correspondió con un atraco imperfecto, de esos en que los ladrones se ponen a discutir pelotudeces con el botín en la mano en vez de salir rajando y los policías te tienen a 20 centímetros de distancia pero en vez de volarte la cabeza de un tiro te miran a lo macho, te tantean la virilidad o algo así. Will (Nicholas Cage) sufre del bacilo Carlitos Way y apenas queda libre ya están complicándole la existencia: Su hija es secuestrada por un antigüo socio que -además de estar completamente rayado- reclama una millonada por el rescate, la millonada de aquél atraco imperfecto del párrafo anterior. El film transcurre sin maravillas desde ese momento hasta su desenlace, y en el medio nos ofrece persecuciones, tiroteos e incluso ejercicios de parkour muy poco recomendables en una ciudad de arquitectura tan castigada como Nueva Orléans (donde después de Katrina los pisos quedaron flojos y los cielorrasos se desploman velozmente). Tampoco falta el detective idiota que usa sombrero, el negro buena onda y los interminables desfiles de Mardi Gras. El devenir de la historia se mantiene vivo a través de circunstancias tan imposibles que resultarían simpáticas si la acción fuera aceptable, pero no lo es. El gran problema de Contrarreloj es que no ofrece nada nuevo y sólo podría perdonársele la vida como un entretenimiento más, pero incluso allí falla. Se percibe fatiga no sólo en las corridas de Cage sino también en los planos, tan bonitos como aburridos. Incluso la música parece estar allí acompañando con tristeza el correr del celuloide. Este film le debe su existencia a ejercicios más divertidos y jugados como Cellular de David Ellis (guión de Larry Cohen, a no olvidarlo) y sólo cobra algo de interés cuando entra a jugar -muy fugazmente- Malin Akerman, veterana sueca que tiene en su haber el prestigio de haber interpretado al único personaje femenino de cómic (después de Jane Fonda en Barbarella) que mostró sus glándulas mamarias en pantalla grande para beneplácito de los siete u ocho pajeros de turno.
LO DE SIEMPRE Will (Cage) es un veterano ladrón de bancos; lo traicionaron sus compinches y va a la cárcel. Cuando sale, quiere ser otro. Pero no es fácil cambiar de carril. Todo se complica cuando Vincent, su antiguo compañero, secuestra a su hija y exige a Will 10 millones de dólares para devolverla con vida. Con sólo un día para conseguir el dinero, Montgomery únicamente puede confiar en sus instintos y en su antigua compañera Riley para dar un último gran golpe que le permita recuperar a su hija. Nada nuevo, ni en la historia ni en la realización. Otra con mucha acción, con mucho malvado que se muere en cámara lenta, espectaculares persecuciones automovilísticas con un villano de pacotilla y un jefe policial encandilado por este ladrón ingenioso e infalible. Todo con el fondo del carnaval de New Orleans.
Acumulación de episodios cada vez más violentos Corre Will, corre. Así podría titularse este filme, el número 71 en la carrera de Nicholas Kim Coppola, sobrino del director Francis Ford Coppola, más conocido por su seudónimo de Nicolas Cage. Y como en todas sus películas de acción, también aquí vuelve a colocarse la máscara del héroe/mártir lanzado a misiones imposibles. Contrarreloj es también el reencuentro de Cage con Simon West, quien lo dirigió en Con Air (1997), que fue el debut de este director en el largometraje. En aquel filme, Cage portaba cabello largo, una característica que en este caso cedió a su "amigo" Vincent. Will Montgomery es un "famoso" ladrón especializado en bóvedas de bancos. El relato comienza, precisamente, con un atraco donde se lleva diez millones de dólares. Pero algo sale mal y Will es condenado a ocho años de cárcel. Cuando es beneficiado con la libertad condicional, le confiesa al agente Harland, su implacable perseguidor del FBI, que quiere redimirse y reconciliarse con su hija adolescente Allison. En el cine clásico de Hollywood, para que una historia pueda avanzar, a la acción del protagonista hay que oponerle la de un adversario o enemigo. En este filme, esa función la cumple su ex compinche Vincent. Ocho años después de aquel asalto, Vincent luce una pierna ortopédica, trabaja de taxista y pretende cobrarse una "indemnización", porque afirma que no recibió un peso de aquel botín. Will le dice que no tiene los diez millones de dólares porque los quemó. Pero tanto Vincent como la policía creen que los escondió para disfrutarlos a su salida de la cárcel. ¿Cuál es el recurso al que Vincent apela para lograr su objetivo? Secuestrar a Allison. Y aquí comienza la desesperada carrera "contrarreloj" de Will para salvar a su hija. Algo similar a lo que le ocurría al personaje interpretado por Liam Neesom en Búsqueda implacable (2008). Pero en este caso Will dispone de un perentorio plazo de doce horas. Si la desmesura es ya una marca de fábrica en el cine de acción de Hollywood, la maldad deviene en este caso en pura caricatura, gracias a las sobreactuaciones tanto de Cage como de Josh Lucas en el cínico personaje de Vincent. Como el villano de turno, Lucas se reserva un generoso muestrario de excentricidades gestuales. Ambos se mueven en medio del Mardi Gras, el vistoso carnaval de Nueva Orleans, la ciudad elegida por el director para ambientar la historia. Digamos finalmente que el vacuo ideario del joven y a su vez desgastado género del cine de acción de Hollywood no ha encontrado otro recurso para mantener el interés, que prostituirse mediante la acumulación de episodios cada vez más violentos y absurdos, como ocurre en esta película.
Las películas "nada" de Cage ¿Por qué Nicolas?, ¿por qué!? Es increíble como puede pasar una estrella del cine talentosa como Nicolas Cage, a participar de proyectos excelentes como "Adaptation", "Lord of War" o "Kick-Ass" a bazofias de baja calidad como "Cacería de Brujas", "El culto siniestro" o este último proyecto titulado "Contrarreloj". Algo parecido sucede con Simon West, director de la cinta, que en el pasado ha entregado algunos aciertos como "Con Air" o la reciente "Los Indestructibles 2", pero también fue artífice de las fallidas "Tomb Raider" y "Cuando un extraño llama". Lamentablemente para este proyecto se pusieron de acuerdo con el timing y en conjunto crearon una historia de acción irregular y por momentos ridícula. Will Montgomery es un ex ladrón profesional, que al salir de la cárcel debe lidiar con el secuestro de su hija de 15 años perpetrado por un antiguo colega criminal que lo culpa por un trabajo fallido y la amputación de su pierna derecha. Mientras el personaje de Cage debe conseguir el dinero en 12 horas para pagar el rescate, la brigada de policía más inútil del mundo le sigue los pasos. He aquí una de las situaciones más penosas del film. El detective (Danny Huston) que le sigue el rastro para supuestamente matar dos pájaros de un tiro (atrapar con las manos en la masa a ambos criminales), resulta ser de lo más ineficaz que se ha visto últimamente en este género. Siempre llega tarde, toma decisiones pésimas y por momentos tiene un rol de ¿amigo? del personaje de Cage. Otra cuestión que le baja puntos es el perfil que se diseñó para el villano de la historia, caricaturizándolo de una manera que le quitó credibilidad y maldad. Sólo parece un loco vagabundo que al que fortuitamente le salen muy bien las cosas, hasta el final claro. El secuestro y las escenas de violencia suceden en pleno desfile del Mardi Gras, donde inexplicablemente nadie se inmuta o al menos parecen no darse cuenta de lo que está sucediendo a su alrededor, aún cuando el acto es extremadamente sospechoso. Bueno, "Stolen" o "Contrarreloj" está plagada de este tipo de inconsistencias y parece una película hecha a los ponchasos para tratar de sacar unos manguitos de taquilla. Un producto default que será olvidado en menos de un mes. Una película "nada" más de Cage.
Publicada en la edición digital #250 de la revista.