Denuncia con humor Se sabe que trabajar en un call center tiene sus desventajas. Contratos cortos, salarios pobres, exigencias desmedidas, maltrato de gente que supone que la categoría de cliente da vía libre al reclamo ilimitado... ¿Hay algún telemarketer que no haya sufrido ese tipo de experiencias ingratas? Producido por el colectivo militante Cine Ojo Obrero, vinculado al Partido Obrero -que ha tenido mucho que ver con la necesaria organización gremial de los trabajadores del sector- este documental es útil para conocer de primera mano cómo es ese universo plagado de miserias laborales, frustraciones y verdugos. La película incluye un breve segmento de animación y una dramatización del funcionamiento de un call center en tono de comedia que es su flanco más débil, pero aprovecha bien un recurso simple para revelar con crudeza el funcionamiento de esa industria: la contraposición entre las declaraciones de un grupo de ex empleados y las directivas que gélidos y desprejuiciados representantes de empresas de "recursos humanos" reparten en distintos congresos para adoctrinar a quienes deberán controlar a trabajadores por lo general muy jóvenes, capacitados a las apuradas y, sobre todo, precarizados. El registro de esos consejos útiles para "aumentar la productividad" provoca escalofríos. Personajes que, sin inmutarse, califican los convenios de trabajo como "una cosa del siglo XX", piden "exterminar a los resistentes" (aquellos que se rebelan ante la explotación), los califica como "desgraciados" y no tiene empacho en admitir que "evitar siempre mayores costos" es un objetivo irrenunciable, sin reparar en los medios para conseguirlo. En este panorama desolador, muchas provincias argentinas compiten ofreciendo cada vez más exenciones impositivas a las empresas del sector, con la idea de "atraer capitales". Es decir, es el propio Estado el que avala prácticas completamente retrógradas e incluso hace la vista gorda ante la persecución a los que se animan a ponerse de acuerdo para protestar. Vale la pena ver esta película y después pensar dos veces cómo vamos a tratar al próximo telemarketer con el que nos comuniquemos.
La esclavitud del siglo XXI Es común que los jóvenes recién salidos de la escuela secundaria -ante la la imposibilidad de conseguir trabajo sin experiencia previa- se vean empujados a los call centers. Córtenla, una peli sobre call centers es justamente aquello que propone su título: una exploración sobre el mercado de las ventas telefónicas y los centros de atención al cliente, un negocio tan redondo para quienes lo diseñan como desgastante para quienes lo ejecutan. El documental Ale Cohen recopila testimonios de varios jóvenes que dedicaron muchos meses a recibir y emitir llamados, abriendo el abanico no sólo a la sobreexplotación y a la precarización sino también a la leonina lógica comercial detrás de estos emprendimientos. En esa línea, el principal hallazgo pasa por las declaraciones de varios jerarcas del rubro, quienes, en sus conferencias, no dudan en ensalzar los modelos laborales instaurados por ellos. El aspecto negativo de Córtenla… está en la ficcionalización del ingreso al mundo laboral de una jubilada que debe ser capacitada por sus jóvenes compañeros. Allí, la apuesta por el trazo grueso y el exceso de lugares comunes atenta contra la riqueza periodística previa. Sin embargo, y pese al reparo señalado, Cohen construye un documental que echa luz sobre uno de los puntos más oscuros del sistema empresarial.
Los terceros en discordia Una de las herencias socioeconómicas de los noventa, sin lugar a dudas, ha sido la flexibilización laboral. Fenómeno que con el correr de las décadas sumó diferentes variables como la precarización, el empleo en negro y el auge de trabajos de explotación, entre ellos el de telemarketing o su cara más reconocible: los call centers. En primera instancia, estos reductos de jóvenes en busca de primeros empleos o de personas que por diferentes motivos quedan al margen del sistema de mercado, por no cumplir los requisitos de edad o de capacitación para otro tipo de trabajos, representan literalmente escenarios donde grandes empresas tercerizan la actividad laboral a partir de la incorporación de recetas del extranjero y tecnología para llevar a cabo, en poco tiempo, fabulosos negocios sin riesgo de sindicalización de su mano de obra, entre otras irregularidades. Así las cosas, el documental Córtenla, una película sobre call centers intenta, desde sus fines informativos, entregar al espectador un abanico de actores y variables que atraviesan el universo de esta actividad que sobrevive a las condiciones de un mercado laboral cambiante como el de Argentina. El foco elegido se concentra en testimonios de trabajadores que comparten sus nefastas experiencias y desnudan los aspectos invisibles de la precarización laboral, a la que se suma la representación -en tono irónico- en el terreno de la ficción acerca del microclima de un call center. Para escuchar al otro bando, el realizador Ale Cohen y su equipo organiza un discurso muy crítico y denuncia las intenciones de los consultores externos o empresarios a partir de las imágenes de un seminario en la ciudad de Córdoba. Los rostros de diferentes personas, que representan los intereses inescrupulosos de entes multinacionales sin rostro, aparecen durante distintas exposiciones frente a un auditorio en un discurso sobre la maximización económica que pregona como herramienta de productividad la explotación de los trabajadores, la mayoría jóvenes. En términos formales, debe argumentarse que la propuesta de Cohen funcionaría mejor en la televisión que en el formato cinematográfico, así como su mirada condicionada hacia un único aspecto de una realidad mucho más compleja, de acuerdo a la dinámica entre lo que Marx definiría como lucha de clases y que hoy se ajusta a distintas perspectivas sociales, aunque eso no significa que el planteo reivindicatorio sea innecesario.
Denunciar con creatividad No hay mucho para agregar. Es sabido que el trabajo en los call center suele ser insalubre psíquicamente y que en esos lugares se expresa la precarización laboral en una de sus máximas expresiones. Córtenla, una peli sobre call centers (2014), de Ale Cohen, retrata la situación a través de testimonios de ex empleados, animaciones, una teatralización estilo sitcom, registro documental de la lucha gremial y la presencia -lejos, el mayor hallazgo de la película- en una convención de empresarios y gerentes del sector. Y todo lo hace con gracia. En la primera parte Córtenla, una peli sobre call centers logra ponernos en la piel de esos telemarketers atormentados por la obligación de vender, acorralados por gerentes y cámaras, aterrorizados por los despidos y sin la posibilidad de organizarse. Hasta que sí. De repente el film da un vuelco: aquellos trabajadores atomizados que hablaban (¿entre sí?) a través de aparatos telefónicos y celulares se encuentran, se organizan clandestinamente y empiezan a reclamar juntos por sus derechos laborales. Entonces, más allá de la tercerización y la lucha contra el empresariado se ponen en evidencia la complicidad de las cúpulas sindicales y el Ministerio de Trabajo. Pero, con un poco de humor y música, el final es esperanzador -logrando la incorporación de trabajadores despedidos por luchar-. En su afán de relanzar el cine militante, Córtenla, una peli sobre call centers (producida por el colectivo militante Ojo Obrero, vinculado al Partido Obrero) se propone como una alternativa posible: que no solo retrata una problemática actual sino que además lo hace desde un punto de vista contemporáneo y actualizado, barriendo los prejuicios de que la denuncia política está demodé. Porque, según parece, la explotación tampoco lo está.
En espera Quien más quien menos ha oído hablar sobre la explotación en los call centers. Se trata de un trabajo no del todo regulado, en una zona gris de la ley laboral que empresas ávidas de material humano decartable sabe aprovechar. Son varias las personas que aparecen en este documental hablando sobre diversas cuestiones. Algunos parecen contar vivencias propias dentro de un call center, otros analizan el sector desde perspectivas más ejecutivas, otros hablan de convenios colectivos, otros actúan en tono de sátira lo que sucedería dentro de un call center. Pero la forma en que se presenta es algo errática. No hay texto alguno que indique quién habla y desde qué lugar, por tal cuestión el documental carece de sustento periodístico. El espectador no puede evaluar al protagonista si no sabe quién es ni qué interés lo mueve a expresarse. Por lo anteriormente expuesto, esta película funciona más como catarsis que como denuncia, y en tal sentido apenas sirve para poner sobre el tapete una problemática que al día de la fecha no parece tener la solución deseada.
Es un cine militante, realizado por Ale Cohen, que tiene entrevistas y ficciones sobre el mundo de los call centers, un trabajo precario y estresante que es una modalidad nacida en los 90. Interesante. PUEDE ANDAR
Tubo exprimido Era hora de escarbar en el misterioso universo de los telemarketers, esa raza laboral digna tanto de asombro como de repudio. Córtenla, una peli sobre call centers tiene buenas intenciones, pero parece ensamblada a las apuradas, con un audio desparejo entre nota y nota, declaraciones que se repiten y desgastan el foco. La idea de denuncia es noble, pero la forma en que se llevó a cabo tiene cierto carácter amateur. Como si hubiese faltado una edición profunda. La precariedad laboral del rubro telemarketer, que expone este filme, es alarmante y los testimonios de los entrevistados (ex trabajadores) abruman por su crudeza. Meritorio el contraste entre la palabra de la mano de obra con la (explotadora) política empresarial. La tensión del relato es avasallado por la desazón (y cierto resentimiento) de los protagonistas. Las declaraciones se entrecruzan a gran velocidad, con textuales cortos, como si fuesen viñetas. Y atención a la serie de dibujos animados en donde se ve a un operario chino (¿por qué está desnudo?) que trabaja en una fábrica de cuchillos y muestra a los telemarketers como sujetos alienados. Párrafo aparte para el innecesario, y sobreactuado, sketch de Aída, la mujer mayor que ante la necesidad opta por probar suerte en un call center. Ella parece sumergida en una secta, con un invasivo jefe que manosea sus aros. Por otro lado, un abusivo compañero (foto) le quita cualquier seriedad al tema tratado. Ni hablar de la fijación con la muerte y los chistes de mal gusto presentes.
Un llamado a la realidad Córtenla… es una película de denuncia pero un panfleto de barricada. Más aun, las decisiones estéticas del documental de Ale Cohen siguen el camino iniciado por Los inundados (1962) de Fernando Birri y la Escuela del Litoral de Santa Fe: se puede hacer un cine contestatario y militante con cierta dosis de ironía y humor. El aspecto temático ancla en el espantoso trabajo en los call center, ese refugio de jóvenes que desean ganarse un mango y que son obligados a una labor precaria y tercerizada donde la explotación gana la partida. La narración cruza diferentes registros: algún testimonio, una puesta en escena donde las cabezas parlantes transmiten sus reflexiones por teléfono, fragmentos de animación pletóricos de crítica algarabía y una cámara que se entromete en reuniones empresariales. Allí se muestra el rostro más cruel de los call center, en esas conferencias donde se habla del futuro laboral y de los emprendimientos económicos donde sólo se necesita un rostro feliz que no atente contra el poder del dinero. Por si no bastara, la película agrega un par de logradas ficcionalizaciones donde un excitado jefe explica a una jubilada cómo manejarse en el trabajo. El secreto del documental, por lo tanto, está en la alternancia de los materiales y en el eficaz montaje que actúa como contrapunto de diferentes voces y puntos de vista que hablan de un mismo tema. En ese choque ideológico entre trabajadores tercerizados y empleadores supuestamente benefactores, el documental encuentra su centro y su crítica mirada para denunciar, sin olvidar el humor, un paisaje actual que aún no tiene solución.
No me llame más Los call center son el mal, el ejemplo ineludible a la hora de hablar del trabajo precario, así como Bilardo lo es para el fútbol berreta y tramposo. No se puede no sentir empatía con los trabajadores de esos lugares, de ahí el principal atractivo a priori de Córtenla. La propuesta es simple: exponer la problemática de los empleados de los call center, denunciar a los responsables y llamar a que los trabajadores se organicen porque es la única manera de lograr mejoras en un ambiente laboral pésimo en el que están desamparados. El principio es lo que mejor funciona narrativamente, donde el director Ale Cohen se dedica a describir las condiciones laborales de estos lugares a través de los testimonios de algunos ex-trabajadores. El recurso de mostrarnos a los entrevistados hablando por teléfono mientras cuentan sus experiencias es innecesario y confuso, porque a veces parece que hablaran entre ellos y otras a un entrevistador invisible, una falla menor pero que distrae. También se nos presentan imágenes un poco clandestinas de algunos congresos donde gerentes, supervisores y la patronal en general comparten alegremente sus ideas para aumentar beneficios y maximizar las explotaciones posibles. Luego veremos entrevistas directas a algunos de esos seres despreciables que dirigen estas empresas repitiendo un palabrerío vacío e histérico, slogan tras slogan ridículo y, sobre todo, con un cinismo descontrolado. Imagino que los realizadores han omitido poner los nombres e información sobre todo aquel que aparece en el documental para evitar problemas de toda índole. Sin embargo, esto le resta un poco de fuerza como material de denuncia aunque no desvía el foco de lo que parece ser el objetivo principio del film: movilizar. Por otro lado, lo que peor funciona y es un relleno innecesario, es la ficción que se intercala en medio de lo editado: la historia de una mujer mayor que intenta reinsertarse en el mercado laboral entrando a trabajar en un call center. No sólo se ve artificial sino que contiene un montón de gags sin timing y lo peor es que está construido sobre una montaña de lugares comunes y prejuicios que es algo que no debería aparecer en un film que ataca la ideología de los prejuiciosos garcas que manejan los call center. Entiendo que los supervisores, esos forros sinérgicos, esos “asertiboludos” deben ser bastante parecidos al que aparece aquí molestando a la protagonista, pero eso no da derecho a construir una historia con tal nivel de maniqueísmo. Hacia el final Córtenla empieza a convertirse en panfleto y es cuando menos interesante se vuelve, no porque no sea importante el mensaje que quiere dejar y machacar -los trabajadores tiene que organizarse y defenderse porque el sindicato está caduco y la patronal es una mierda-, sino porque pierde el eje de la narración en pos de la innecesaria repetición de algunas ideas que quedaban claras desde el principio. Decíamos que es difícil no sentir empatía con la problemática de los trabajadores en condición precaria, pero además podríamos agregar que es difícil no odiar a los imbéciles que manejan estos negocios, cínicos -a nivel de Mourinho- que son lisa y llanamente unos explotadores.
Sin futuro en las fauces del capitalismo flexibilizado. Los call centers nacieron como un mecanismo económico del capitalismo neoliberal para reducir costos respecto de servicios diversos. Con un costo mínimo las empresas de call centers despiden trabajadores con antigüedad y experiencia y montan una maquinaria impersonal de empleados mal capacitados, mal pagados, sin posibilidad alguna de crecimiento y, para colmo, en condiciones laborales deplorables. Córtenla, una peli sobre call centers es una producción del colectivo Ojo Obrero dirigida por Alejandro Cohen Arazi que propone analizar el fenómeno del call center desde una mezcla de ficción y documental para ofrecer una visión completa de este nuevo arquetipo de trabajo flexibilizado. La película acompaña la lucha de los empleados de los call centers por organizarse y los problemas subsiguientes, basándose en las palabras de sus protagonistas. Mediante entrevistas muy bien editadas los relatos se combinan en una sola narración que genera una sensación de “enunciador colectivo”. A partir de este relato colectivo el film presenta los discursos de los trabajadores pero también de los empresarios, gerentes y supervisores preocupados por el retroceso del sector por los problemas competitivos. Asimismo, la ficción busca reflejar mediante la parodia los perfiles de los empleados de los call centers: trabajadores que no han podido reinsertarse en el mercado laboral por los efectos de las crisis económicas perennes de los países en desarrollo como el nuestro o por motivos personales, y jóvenes que buscan financiar sus estudios o sus proyectos personales. Todos estos empleados se relacionan en un ambiente de presión que pretende resultados inmediatos y actitudes de genuflexión en un contexto de inestabilidad laboral. La historieta compuesta por Ernan Ciriani y Alejandro Cohen Arazi para describir el desarrollo del nuevo capitalismo productor de basura masiva es brillante, de un humor ácido y cáustico que ataca los cimientos de un sistema que propone el control absoluto de la vida mediante el consumo fútil de productos innecesarios en una cadena de montaje globalizada perversa que deja a la mayoría de los seres humanos insatisfechos con su trabajo y la remuneración que reciben por el mismo, en una eterna y absurda esperanza de crecimiento laboral y personal que nunca llega. Córtenla… es la primera aproximación cinematográfica seria al problema de los call centers como consecuencia de una fase imperialista de acumulación del capital que pretende arrodillar y humillar a todos los seres humanos y a sus organizaciones laborales para expropiar los productos del trabajo colectivo. Faltaría algún análisis teórico de este fenómeno que pretende imponer una cultura de la obsecuencia y de la baja calidad de los servicios como acontecimiento social, pero esto queda para otra instancia…
Los problemas detrás de la falsa cordialidad Todos tuvimos un amigo o conocido que trabaja o trabajó dentro de un call center. Hasta pudimos haber sido parte. Es uno de esos trabajos necesarios para ingresar a la vida laboral, una primer experiencia, que en muchos casos no es bien remunerado y se hace por la necesidad de obtener dinero. Nadie trabaja en un call center porque es su sueño, las condiciones de trabajo allí no suelen ser las mejores, más allá de las promesas que exponen los empleadores y que se ve muy bien en el documental Cortenla. El documental dirigido por Alejandro Cohen, estrenado el pasado 11 de septiembre en el cine Gaumont, se trata de una deuda y una buena iniciativa de parte de la agrupación de cine militante Ojo Obrero, porque los trabajadores que tuvieron malas experiencias (y los que no también) lo merecen. El director también formó parte de ese universo de explotación, como bien declaró a Telam: “El germen de esta película fue una noche de insomnio y catarsis con Fabián Cristóbal, coguionista. Ambos habíamos trabajado en distintos call centers y nos pusimos a compartir recuerdos cargados del sinsentido y la ridiculez a los que nos tiene habituado este sistema”, señaló Cohen. La película rota entre testimonios de trabajadores, de gerentes “garcas” de call centers, es una pequeña ficción parodiando las condiciones de trabajo y diferentes manifestaciones de parte de grupos de empleados, donde se encargan de explicar las promesas de un futuro mejor (que evidentemente no se cumplen), la insalubridad, las situaciones extrañas que suceden al trabajar para países extranjeros y las presiones por cumplir con el objetivo que llevan a problemas de stress y una salida rápida, muchas veces de forma muy cruel. Es notable el trabajo de la producción por introducirse en convenciones nacionales donde los gerentes, sin que se le caiga la cara de vergüenza, consideran a los trabajadores como la carne de cañón indispensable para explotarlos al máximo, entendiendo muy bien las posturas existentes respecto a ese tipo trabajo, los problemas de salud a los que se exponen y el trabajo golondrina que ofrecen, generando al espectador un rechazo inmediato. También la ficción incorporada funciona muy bien como bálsamo y toque de humor, para provocar una sensación tragicómica de los testimonios que se ven. Sin embargo, en la primera parte del documental, lo expuesto está abordado a nivel global sin hacer hincapié en un tema en particular, con idas y vueltas entre las condiciones laborales, los problemas de salud, de stress y las situaciones dantescas, con los distintos ambientes en los cuales se eligió para filmar el trabajo que circulan constantemente. En la segunda parte, ya hablando de temas sindicales y de organización laboral entre los empleados, ahí el relato se ordena dejando una postura y crítica bien clara, no sólo se lucha contra los empleadores, sino también contra la burocracia sindical y los estados, tanto los provinciales como el nacional, que desde sus ministerios no regulan y son cómplices de todo esto. Aunque quizás en este último caso, falte una explicación más jurídica y legislativa para entender la ausencia de regulación, lo mismo desde el lado de cifras que avalen más los problemas de los trabajadores. Cortenla es un buen documental para conocer la explotación laboral de la era informática y globalizada, expuesto de una forma entretenida y de fácil llegada, no busca el golpe bajo, se trata de una charla entre pares que todos entendemos muy bien. Y eso es destacable. El documental fue producido por Ojo Obrero. Por Germán Morales
Contar con un sentimiento de protesta y lucha a la hora de abordar una obra es, tal vez, la forma más genuina de volcar en el arte el sentir de una época, una sociedad, incluso las problemáticas por las que atraviesa. “Córtenla, una peli sobre call centers” aborda un tema escondido por los medios y los gobiernos de turno por la gigantesca cantidad de intereses que giran alrededor de la industria de la atención telefónica, en desmedro de la calidad de vida y de trabajo de quienes se sientan diariamente varias horas frente a una PC para resolver problemas ajenos. Como el público sabe poco, e indirectamente es cómplice de la situación, el hecho de que la estética sean cabezas parlantes no es de extrañar, hasta se podría decir que es necesario porque la intención es, claramente, hacer conocer lo que pasa con los trabajadores de call centers en cuanto a las condiciones laborales, posibilidades de desarrollo y eventualmente un pantallazo sobre el día a día. Los pilares sobre los que se apoya Alejandro Cohen para lograr su objetivo son básicamente tres, intercalados entre sí casi aleatoriamente: los testimonios de ex empleados; imágenes de una convención de empresas dedicadas al rubro; la dramatización de un día en el puesto de trabajo que comienza con una señora a la que tomaron de empleada, una compañera de trabajo y un supervisor. El primer pilar nos sirve para entender algo de la situación. Los chicos han sido sometidos a condiciones desfavorables de trabajo, lo cual, doy fe, es absolutamente cierto. Quien escribe estas apreciaciones ha pasado por al menos dos de las empresas mencionadas, entre otras están Teleperformance, el servicio de atención de Claro, Qualfon, y Telecom. Pero hay muchas más. El segundo pilar muestra a la patronal desplegando sus conceptos. Hay frases de esta gente que pone los pelos de punta, como las de un sujeto (el documental carece de información sobre quienes hablan en ese congreso) detractor de las paritarias que habla de la “exterminación de los disidentes”. Este, junto con otros impresentables, son los puntos fuertes del discurso empresarial que sirve para dar testimonio sobre el escaso interés en el bienestar de los telemarketers, además del desconocimiento del artículo 14 y 14 bis de la Constitución Nacional. Que estas empresas tengan un departamento llamado Recursos Humanos es un error gramatical. El tercer pilar, la dramatización, es el principal problema de “Córtenla, una peli sobre call centers”. La información que aporta como tal intenta reflejar con humor cada una de las situaciones cotidianas en la vida de un telemarketer. Si estuviéramos frente a un producto más completo en cuanto a la información coyuntural, material de archivo, incluso registros caseros con celular in situ como muestra de osadía, la inclusión podría ser un elemento de color. Pero aquí hay carencias de todo eso y por lo tanto, la “ficción”, cobra una preponderancia poco aconsejable. Como si las víctimas (suponemos al director como una de ellas) hubieran querido burlarse de un supervisor y de una empresa en particular disminuyendo la fuerza del contenido. Para colmo falta pericia para construir la ficción, timing en la edición y criterio para la inserción con el resto del material. Nada, excepto las actuaciones, funciona en la dramatización, lo cual deriva en una distracción. Diverge la atención de lo que realmente importa de esta película y que sí logra por momentos sacar a la luz el tema, como a los trabajadores de call ceneres indefensos para accionar. Ignorados por el Sindicato de Empleados de Comercio, al cual pertenecen, casi todos en forma arbitraria, y ninguneados por el resto de los sindicatos, por no ven en estos jóvenes una fuerza adicional para oponerse a las condiciones laborales desfavorables, por lo que habría que hacer algo al respecto.
Within the current Argentine cinema production, documentaries have been taking centre stage for quite some time. And it’s easy to see why: the budgets are usually lower than those of fiction films, they can be filmed in less time and with a smaller crew, they don’t demand that much preproduction, don’t need actors, and allow for a degree of improvisation. In a sense, you don’t have to be a consummate filmmaker to make a somewhat decent documentary. As long as you know the basics, you should be fine. That’s why you’d think there should be a fair number of good ones. The truth is you couldn’t be more wrong. The bad news is that, because of the accessibility of documentaries, too many filmmakers seem to believe they can get away with making them with little effort. Even worse, without caring for a truly cinematic approach (be it conventional or avant-garde). Córtenla, una película sobre call centres, by Ale Cohen, which deals with the daily exploitation endured by telemarketers from different kinds of call centres. And there you have the first huge problem: unless you live in a parallel universe, you surely know capitalism exploits its workers. I gather you also know call centres are dreadful work places: long hours, little money, an insane amount of work, and plenty of unfulfilled promises of promotions and bonuses. Let alone the pressure to make money all the time. And that the unions betray their workers shouldn’t be a surprise either. So Ale Cohen’s feature does nothing but spell out what you already knew. And in a bad way: it arbitrarily mixes fictional reenactments (horrendous performances), with clips from real business meetings (predictably moronic), unexpected and uninventive animation, and redundant testimonies from telemarketers from different companies who pretend they are taking to one another over the phone (yes, a string of talking heads). Moreover, the cinematography, editing, sound design and production design couldn’t be any less inspired. Rather than cinema, Córtenla, una película sobre call centres feels like a mediocre TV show. It comes as a paradox that you are expected to side up with the workers, which you’d normally do considering how unfair and unlawful the scenario is, and yet Cohen’s film is so lame that you can’t side up with anything at all.
Voy a empezar con una pregunta: ¿cómo es que no se hizo antes una película sobre este tema? ¿Qué tema, amigo? ¡Los Call Centers! ¿Cómo puede ser? Si se trata de un universo tan rico para la reflexión sobre el mundo del trabajo; si se trata de un espacio tan ampliamente cinematográfico; si se trata, fundamentalmente, de una realidad tan pero tan injusta que no podemos hacernos los giles. Bueno, Alejandro Cohen Arazi , con sus amigos del Ojo Obrero, la hicieron. ¡Y cómo! Echando mano de recursos de lo más creativos, los muchachos del documental militante nos cuentan esta historia de injusticia y explotación. Pero no lo hacen apelando un discurso seco y edificante ni mucho menos al golpe bajo. Como viene ocurriendo desde hace un tiempo, el documental argentino (y sobre todo el documental político) se aleja del dogma expresivo, de la solemnidad militante, y se permite jugar. Con el lenguaje, con la expresión, con el discurso, con todo. “Córtenla” es un documental sobre la explotación, pero es divertidísima. De más está decir que el efecto de esta combinación (discurso político + humor) termina siendo muy efectiva. Casi diría que imbatible. A través de entrevistas a ex trabajadores de los call centers (todas realizadas por teléfono, lo que genera un efecto de conversación en red entre todos ellos), unos fragmentos de ficción un tanto alegóricos, unas animaciones delirantes y una suerte de “cámara infiltrada” en una convención de gerentes y dueños de Call Centers, esta película avanza sin tropiezos. Avanza y logra poner en evidencia la crueldad del sistema de trabajo de estas empresas y el cinismo a toda prueba de quienes las manejan; así como el proceso de organización que comienzan a atravesar estos trabajadores. “Córtenla” es una película divertida y delirante, porque la realidad que retrata se encuentra en los bordes de lo real, como suele ocurrirle a lo más real de lo real. Pero no se queda en eso. Podríamos utilizar algunos de los lugares comunes con los que se suele etiquetar al cine “político” (como si hubiese otro tipo de cine). Se podría decir que “Córtenla” es una película “urgente”, o una película “necesaria”. Pues bien, es las dos cosas, pero es también mucho más que eso. Es, ante todo, una película “transformadora”. Es una película que nace para mover cosas, para ser vista y, a partir de ahí, generar cambios. En los trabajadores de los call centers, en las empresas teleoperadoras, y en toda la sociedad. La tesis de esta película está ahí, en esos trabajadores – los entrevistados- hablando el uno con el otro por teléfono, contándose y compartiendo sus penurias. Cohen Arazi y compañía nos dicen, a través de “Córtenla”, que la unión (de los trabajadores) hace la fuerza.