“Crímenes de familia” Crítica El 20 de agosto llega a Netflix la última realización de Sebastián Schindel. Una película donde el director y guionista en co-autoría con Pablo Teso aborda las verdades no reveladas de una familia de clase media alta y pone en agenda el tema del funcionamiento de la Justicia. Alicia (Cecilia Roth) es una madre que no puede o no quiere ver quién es su hijo, Daniel (Benjamín Amadeo), y tratará de todas las formas posibles de evitar que sea enviado a la cárcel debido a las acusaciones de asesinato de Marcela, ex esposa, interpretada por Sofía Gala Castiglione. Mientras que la pareja de Roth en la ficción, Ignacio ( Miguel Ángel Solá), está harto de cubrir las macanas del hijo de su pareja. La “otra” trama gira en torno al juicio por el cual es sometida la mucama, Gladys (Yanina Ávila), por un presunto crimen. ¿Es igual el funcionamiento de la Justicia para una persona sin recursos que para un hijo de una familia acomodada con influyentes relaciones? Es uno de los dilemas morales que plantea el atrapante film de Schindlel. Por otra parte, la realización cuenta la historia a través de flashbacks, teniendo un elenco superlativo de actuaciones tanto en los roles protagónicos como en los secundarios a cargo de Paola Barrientos, componiendo a una fuerte pero conmovedora psicóloga de la Justicia por el caso de la mucama, Silvia Villazur, Luis Longhi, Marcelo Subiotto, Diego Cremonesi y Claudio Martínez Bel. Con respecto a la fotografía, la misma estuvo a cargo del prolífico Julián Apezteguía, que recrea con precisión a través del film, el clima ominoso para el thriller. La película atrapa hasta el último minuto con un final esperanzador dentro de la filmografía pareja y eximia de Schindel que enaltece la pantalla de Netflix, donde la mayoría estrenada en la plataforma del gigante audiovisual de la N roja no sobresalieron en calidad de guiones. Bienvenida la buena ficción nacional y que sea la punta de lanza de futuras realizaciones con el mismo nivel dentro de las plataformas on demand. Calificación: 90 (noventa) Por qué sí: Expone la problemática de la Justicia dentro de una atrapante trama.
La Ley y el orden Por alguna razón el cine argentino tiene reticencia a hacer dramas de juicio. Si bien es cierto que nuestro sistema judicial no ofrece en sus formalidades una posibilidad de teatralización, hay otras instancias y momentos de una trayectoria en un caso que podrían ser retratadas en una ficción audiovisual. Incluso thrillers como Acusada (2018) desestimaron la escenificación judicial, tratándose de una historia sobre un crimen y la mediatización del caso. Crímenes de familia muestra un esfuerzo por representar este espacio en el juicio a un joven de familia adinerada (Benjamín Amadeo) acusado de abusar, torturar e intentar matar a su ex pareja (Sofía Gala). La madre de él, Alicia (Cecilia Roth), cree en su inocencia y hará lo que esté a su alcance para ayudarlo, a pesar de contar con un apoyo tibio de su marido (Miguel Angel Solá). Lo que hasta aquí parece la premisa suficiente para una película finalmente no lo es; hay otro misterio en paralelo (al menos la diégesis lo sugiere) que es otro crimen; un asesinato perpetrado por la mucama de la familia, cuya víctima y cuyos motivos son mantenidos en suspenso hasta el final. Que los espacios de ambos juicios y que sus involucrados sean casi los mismos genera una confusión difícil de evadir. Tratándose de una película de Sebastián Schindel (El patrón), hay un componente estrechamente asociado a las desigualdades sociales que colisiona en el seno de la alta sociedad, aquí en el de una pareja madura que vela por su hijo en una situación comprometida, sumado al caso de la mucama (que además tiene un hijo, criado por Alicia y su marido). En el afán de las buenas intenciones, el guión de Schindel y Pablo del Teso resulta ser dos mitades de dos películas diferentes sobre juicios. Mientras en la primera no hay que ser muy avispado para entender quién es el hijo de Alicia, en la segunda la historia se sostiene solo por los retazos que el relato ofrece para que en el final se los pueda unir y así develar la trama. En el medio se surfean los temas de coyuntura: la violencia de género, la lucha de clases y un Estado ausente para resolver tales cuestiones. Crímenes de familia pretende ser ancha más que progresiva, y en esa decisión caen todos sus problemas. En una escala de 0 a Spike Lee esta película se ubica en el medio del trazo grueso de representación de la violencia de género; es imposible no advertir el tamaño de los posters institucionales de la línea 144 o el pañuelo verde que el personaje de la psicóloga interpretado por Paola Barrientos exhibe en su consultorio. Las mejores películas sobre coyunturas y temas urgentes son aquellas que esconden mejor los íconos de esas luchas y que los enuncian en un segundo plano. La labor de Cecilia Roth destila mucho oficio, cubriendo en varias oportunidades las falencias que el guion presenta. Es un pesar que la presencia escénica tan poderosa y característica de Sofía Gala solo ocupe un puñado de escenas, sin la espesura que su personaje podría haber alcanzado porque la película prefiriere desdoblarse en virtud de su afán por tachar el casillero de “lo social”. Casillero rayado con énfasis en el epílogo: un encuentro llano y edulcorado entre las dos clases sociales.
PERDONA NUESTROS PECADOS Alicia (una deslumbrante Cecilia Roth), es una señora de clase acomodada que vive en un barrio lujoso de la Ciudad de Buenos Aires junto a su marido Ignacio (Miguel Ángel Solá), Gladys (Yanina Ávila), la empleada doméstica, y su pequeño hijo Santiago. Ella pasa sus días entre reuniones de amigas de su misma condición socioeconómica, y cuidando a Santiago como si fuera su nieto. Lo lleva a la escuela, juega con él, se ocupa cuando tiene fiebre, y otros detalles. Este cuadro aparentemente perfecto deja de serlo cuando entra en escena Daniel (Benjamín Amadeo), el único hijo del matrimonio, que se encuentra preso por violar la perimetral que le impuso su ex pareja, Marcela (Sofía Gala Castiglione), con quien tiene un hijo al que no ve por su conducta violenta. Claro que Alicia defiende a Daniel con uñas y dientes, creyendo totalmente en su inocencia; no obstante Ignacio está un tanto cansado de hacerse cargo de las irresponsabilidades de su primogénito. Más allá del buen tino del director, Sebastián Schindel, para contextualizar a los personajes: sus modos de vidas, sus pensamientos y creencias, el conflicto que desestabilizará a todo este engranaje surge cuando Gladys es acusada de un crimen. La película se estructura a través de una dialéctica que oscila ente tribunales por los distintos juicios, el de Daniel y el de la empleada; y una especie de introspección emocional de Alicia, quien debe correr el velo de su rostro y asumir la realidad tal como es. Con un suspenso que va in crescendo, Crímenes de familia, no solo cumple desde lo formal, logrando solvencia narrativa y actoral, también pone en jaque dilemas éticos y morales. Alicia va descubriendo y asumiendo esos secretos familiares que se suelen guardar bajo la alfombra, a su vez un modo de cambiar un paradigma social. Por otra parte, se revela el perfil emocional de Gladys, exponiendo las falencias de un estado ausente. Serían las deconstrucciones de dos personas que tuvieron posibilidades dispares, o que nacieron en contextos totalmente opuestos. Alicia se deconstruye desde su fuero más íntimo, mientras que la deconstrucción de Gladys se presenta desde la mirada del Otro, como testigos; descubrimos como la vida la llevó a atravesar las actuales circunstancias. Schindel desnuda ciertos mecanismos sobre esas cuestiones hipócritas y arraigadas de una sociedad conservadora, que vale la pena repasar. Por María Paula Ríos @_Live_in_Peace
No le falta ambición a Sebastián Schindel, sus documentales y sus films de ficción mostraron oficio y búsqueda de temas y estilos. En Crímenes de familia, sin embargo, parece caer en la trampa de un cineasta novato, cosa que no es. Muchos temas, demasiados, se agolpan y se molestan entre sí, volviendo lo que debería ser un drama intenso en un desfile de cosas serias e importantes, en un tono grave, sin solución de continuidad. Hay deseo de realizar un guión inteligente, pero lo mencionado anteriormente interrumpe más de lo que suma. El rol principal es el de Alicia (Cecilia Roth interpretando al personaje con más lugares comunes del año), una mujer de clase media alta que vive en Recoleta junto a su esposo Ignacio (Miguel Angel Solá), su empleada, Gladys (Yanina Ávila), y el pequeño hijo de ésta. El hijo del matrimonio, Daniel (Benjamín Amadeo), es un permanente problema para ellos, con antecedentes penales y con un nuevo conflicto en puerta. La película trabaja en dos líneas temporales y dos juicios. Uno es de la ex esposa de Daniel, Marcela (Sofía Gala Castiglione), quien lo acusa de actos de violencia. El otro, irá mostrándose poco a poco y encierra el mayor drama del film, aunque ambos de alguna manera están conectados. La película está narrada de forma prolija y eficaz, el director sabe lo que hace y no puede decirse que se equivoque. Lamentablemente la historia se derrumba en las bajadas de línea, actuaciones que atrasan cuarenta años y un personaje particularmente lamentable, como la psicóloga interpretada por Paola Barrientos, que parece un corto institucional en medio de la película. Momentos muy por debajo de lo que el mismo director ha sabido mostrar en sus anteriores películas.
Se estrena comercialmente en Cine.Ar TV (el jueves 20 de agosto a las 22 y repite el sábado 22 de agosto en el mismo horario). A partir del 21 de agosto estará disponible en la plataforma Cine.Ar También disponible en Netflix desde el 20 de agosto. Un pasillo tenebroso, azulejado y oscuro, supone uno de los tantos recovecos de un hospital vaciado y lejano. Una figura en camisón, sale desde el fondo. Algunas manchas de sangre se dejan entrever en el piso. El comienzo de Crímenes de familia se planta como un thriller, donde el suspenso tiene que ver no solo con aquello que vemos sino con lo que suponemos. La película pide un espectador activo que sea capaz de reponer las escenas, de completar los vacíos, de preguntarse sobre aquello que está viendo y sobre todo, un espectador que se permita pensar en términos de dignidad y de ética. Una familia acomodada despliega sus miserias y sus humillaciones en la penumbra de un amplio departamento con poca luz. Un padre que intenta débilmente revelarse, un hijo mentiroso y abusador, una madre negadora conforman un trio unido no por el amor sino por el espanto. Al igual que en Patrón, radiografía de un asesinato y en El hijo, películas anteriores del director Sebastián Schindel en Crímenes de familia se apuesta por una narración no lineal, quebrada con flashbacks que van iluminando las tantísimas zonas oscuras del relato. Una historia que a veces zigzaguea demasiado, que trabaja con varios temas en simultáneo pero que sin embargo no pierde el eje. Los temas como violencia de género, drogadicción, maternidades no deseadas, clasismos, sororidades femeninas, corrupción judicial se entremezclan en la película que lentamente se transforma en una película de juicio. La variedad temática es en este caso variedad en los géneros, sin embargo Schindel logra aunar esos complejos tópicos en una puesta en escena rigurosa que acompaña cada situación de manera acorde. Los planos del pasillo con los que abre la película y se repiten con frecuencia le dan consistencia a un relato que parece bambolear; los escenarios – ese departamento laberíntico del barrio de Recoleta, esos tribunales asépticos, ese departamento descascarado del final- acompañan con coherencia los laberintos de la historia. Una historia de terror y no solo porque se desarrolla como un thriller sino por aquello que cuenta, una historia doméstica con domésticas como protagonistas, apabulla por la violencia que genera ese relato donde la dignidad de las mujeres es lo que está en juego. La madre, la mucama y la nuera no son más que tres víctimas de un patriarcado donde el padre, el hijo, los abogados, los jueces violentan la intimidad de esas mujeres que no encuentran un lugar – ni físico ni simbólico- donde resguardarse. Finalmente, cuando esas horrendas verdades que los hombres detentan entran crisis, son ellas, las mujeres, las que alcanzarán cierto grado de justicia, cierto descanso; de ahí el final de la película. La nuera y la madre festejaran juntas el cumpleaños del nieto, en ese departamento un poco destartalado pero mucho más habitable y sensible, como el propio cuerpo –ahora más libre- de las protagonistas. CRÍMENES DE FAMILIA Crímenes de familia. Argentina, 2020. Dirección: Sebastián Schindel. Intérpretes: Cecilia Roth, Miguel Angel Solá, Benjamín Amadeo, Sofía Gala Castiglione, Yanina Ávila, Paola Barrientos, Marcelo Subiotto, Diego Cremonesi y Claudio Martínez Bel. Guión: Sebastián Schindel y Pablo Del Teso. Fotografía: Julián Apezteguía. Música: Sebastián Escofet. Edición: Sebastián Schjaer. Dirección de arte: Daniel Gimelberg. Sonido: Ignacio Goyen y Federico Esquerro. Duración: 99 minutos.
HIJOS GRANDES, PROBLEMAS GRANDES Alicia abraza fuerte a Santi. Su ternura, su edad prematura, lo presentan despojado de toda maldad. Sebastián Schindel nos acerca a un personaje que se va complejizando a medida que entramos más en la historia de esta familia. El director se afianza, con este film, aún más en el género del suspenso, y a su vez, explora aspectos psicológicos y las desigualdades sociales. Alicia (Cecilia Roth) e Ignacio (Miguel Angel Solá) son un matrimonio de un pasar económico muy bueno. Ellos lidian con las malas decisiones de su hijo Daniel, que ya pasa los treinta años y no deja de traerles disgustos. No ven a su nieto porque su ex nuera no los deja. Santi, el hijo de la empleada doméstica, Gladys, es para ellos como un nieto. Bajo este contexto, se presentan un montón de interrogantes que aparecen desde los primeros minutos. Ante la limpieza impecable que presenta la casa de la familia hay mucha suciedad escondida. El suspenso es el gran juego con el que se lleva a cabo Crímenes de familia. Schindel explora, para esto, varias aristas que construyen la intriga. El manejo del tiempo es uno de los principales mecanismos que utiliza el film para dosificar la información. Accedemos a algunos flashback que, de inmediato, dejan plateado el juego de reponer, de forma acertada o no, lo que no conocemos. Los personajes parecen sencillos, estereotipados, pero luego logran sorprender por su evolución. Aparecen configurados en esta idea del engaño. Los diálogos ambiguos también permiten la asociación con ideas erróneas. A través de determinadas palabras, de los puntos en la conversación, los tipos de planos que se utilizan y de la combinación con las otras escenas en las que aparecen, se deja librado al espectador a que pueda imaginar posibles situaciones. E incluso, la narración de determinados hechos invita a visualizar situaciones que no vemos. Esto último, es un recurso que explora lugares más lúgubres que lo que se podría llegar a mostrar. Nuestra imaginación es amplia y tenebrosa, Schindel lo sabe y apela a eso. La elección de determinadas frases le permite, también, ir a los lugares comunes, “al sentido común”, para darle una vuelta, para desarmarlo. Y las palabras, esas nada sencillas y nada casuales, aparecen como anclas en el discurso. Gladys dice “me compró” y luego “me compró un pasaje”. Esa pausa que hace, ese volver a explicar, deja otra discusión que va más allá de lo que está diciendo en ese momento. Se logra así hablar, denunciar un tipo de sociedad que, aún en estos tiempos, incurre en la esclavitud. Y aunque hasta ahora hablamos de la historia y la intriga por develar, lo cierto es que el film deviene en otra cosa. Y acá, capaz, el que no lo vio aun debería hacer un parate y volver luego, para no sentirse spoileado. El personaje de Alicia es toda una gran incógnita. Está muy atravesada por la religión, el mandato, lo que debe ser y lo que no puede existir, subrayando esto último. La negación es uno de los temas que aparece en torno a Gladys pero que le sienta bien a Alicia. Ella aparece reflejada en diferentes objetos, todo el tiempo, sin embargo, no puede ver. Abrazar a ese nieto postizo es para Alicia salvarse por un rato. Santi viene a ser “el nieto como segunda oportunidad”. Ella se refugia en este niño todo el film, pero a medida que avanza nuestro conocimiento sobre esta familia pareciera que los abrazos se vuelven más fuertes. Aferrarse a la niñez es querer retener un espacio en el que no cabe la maldad del mundo.
Drama familiar que supera los límites Crímenes de Familia, es una película dramática policial argentina de 2020. Dirigida por Sebastián Schindel y protagonizada por Cecilia Roth, Miguel Ángel Solá y Benjamín Amadeo. Basada en hechos reales, fue estrenada a través de la plataforma Netflix. La historia se centra en Alicia (Cecilia Roth) e Ignacio (Miguel Ángel Solá), una pareja residente en uno de los barrios más lujosos de Buenos Aires cuyo hijo, Daniel (Benjamín Amadeo), se verá envuelto en un caso de violación e intento de homicidio, cambiando así la vida de todos. La película inicia de manera confusa y extraña, generando incertidumbre en una atmósfera de suspenso. El conflicto se presenta de maner abrupta en un contexto de una familia de clase alta, con sus costumbres y sus vivencias clásicas y que, en medio de esa normalidad, la trama los atrapa en un dilema feroz y violento. El aspecto más sobresaliente de la cinta es el devenir de escenas que van tornando la historia cada vez más siniestra y oscura, generando dudas constantes que captan al espectador. También se puede apreciar una trama paralela, que se conecta con la principal de manera muy eficaz. La premisa original desnuda los rostros de los personajes para exponer su lado más oculto y maligno, donde sus acciones y sus palabras solo tejen una telaraña de dudas que nos harán pensar, debatir y tratar de encontrar la verdad. En cuanto a lo técnico, la música melancólica y envolvente, junto a las escenas nutridas de fotografías frías y opacas, generan una gran tensión y suspenso en el ambiente. Las personificaciones son fuertes y cruciales, más precisamente la de Cecilia Roth, capaz de llevar su personaje hasta un nivel muy alto. Por otro lado, el desenlace, revelador y apasionante, le otorga el toque final a una trama quebrada y triste, donde conoceremos los límites a los que una madre puede llegar por un hijo. "En conclusión, Crímenes de Familia es una excelente propuesta audiovisual, que mezcla de manera excepcional diversos tópicos que van desde las injusticias al desconcierto y desde la impunidad a lo inmoral, indagando también, en temas más delicados como el abuso, el maltrato y el asesinato."
Uno de los estrenos argentinos más importantes. Ya en sus trabajos anteriores el director de “Patrón, radiografía de un crimen” y “El hijo” había demostrado con creces su talento para la ficción. Aquí brilla otra vez. Con un guión sólido que escribió con Pablo del Teso, con mucho trabajo de ensayo previo, logró una muy buena película con solo cuatro semanas de filmación. La trama gira en torno a una mujer, de clase media alta, que vive con su marido (Miguel Ángel Sola), la señora encargada del trabajo domestico y el pequeño hijito de ella, que prácticamente cría la dueña de casa. Un hijo adicto a las drogas duras está a punto de caer preso una vez más, acusado de violación e intento de homicidio a su ex esposa. Y con ese punto de partida los temas se multiplican, la corrupción policial, la judicial, un sistema perverso cuando de violencia de género se trata, son varios de los temas que salen a la luz. Pero nunca se abandona el hilo de una trama con suspenso, que hace crecer a cada personaje hasta develarlo en sus últimas consecuencias, con una sororidad femenina entendida desde el punto de vista de la protagonista, como pocas veces tan bien reflejada en una ficción. Nunca se cae en situación de discurso militante, se prioriza la emoción, la estatura humana, las reacciones posibles. Las actuaciones son llamativas por lo buenas, Cecilia Roth, la talentosa protagonista, que ha logrado un vínculo entrañable con el pequeño niño, hijo en la realidad y en la ficción del personaje de Yanina Avila, que despliega un gran trabajo. Miguel Ángel Sola en un rol pequeño al que le saca lustre y un elenco bien elegido para cada personaje, Paola Barrientos, Diego Cremonesi, Sofía Gala Castiglione, Marcelo Subiotto. Muy buena también la fotografía y la notable dirección de arte. No se la pierda.
Ahora puedo ver. Dirigida por Sebastián Schindel esta nueva entrega de Netflix abarca una historia real que a todos y todas les podría sonar muy conocida. No por el conocimiento del hecho histórico en sí, sino por cómo la película logra transparentar cómo la justicia muchísimas veces depende de cierta cantidad de dinero, algo que tristemente hemos aprendido como habitantes de este país. Y mucho dependerá el filme de estos conocimientos actuales -que no son novedad- para poder desarrollarse cómodamente en un ambiente que se pasea entre la incertidumbre y el horror. Acá seguimos a Alicia (impresionante Cecilia Roth), una mujer de clase alta que junto a su marido (Miguel Ángel Solá) deberá afrontar la difícil situación de ver como su hijo Daniel (Benjamín Amadeo) está siendo acusado de violación. El mayor conflicto es que la demandante y la victima resulta ser ni más ni menos que su expareja, Marcela (Sofía Gala), quien tiempo atrás ya había obtenido una perimetral para mantener a Daniel lejos de pequeño hijo, nieto de Alicia. Es entonces como a partir de esta importante demanda, Alicia comienza un viaje íntimo en donde dejará muchísimas cosas de lado para obtener la libertad de su querido hijo. Pero a todo esto y con Daniel preventivamente en prisión, en la casa de Alicia ocurre una atrocidad: Gladys, la empleada domestica que convive con ellos, es acusada de homicidio. Crímenes de familia es un thriller que logra con muy buenos resultados contar de forma atractiva y atrapante una historia que envuelve desde conflictos familiares hasta críticas sociales y políticas. Su manejo del hilo narrativo al no ser cronológico termina siendo toda una apuesta por parte del director que, sin lugar a dudas, funciona. Y es este desorden cronológico el cual inunda por momentos el film con auras misteriosas y de típico cine policial, pero sin caer en los reconocidos clichés de manual de policía bueno y policía malo. Acá la justicia hará su parte, pero a la vez todo dependerá del amor de madre; el cual por momentos no sabrá dónde ir. Y es justamente esta originalidad en lo narrativo lo cual termina formando a esta película como una muy buena obra que lejos de quedarse en la comodidad, busca una nueva forma de contar; apoyándose en recursos como la censura sutil, los espacios en negros, las miradas cargadas de dolor (y también de perdón). El gigante Netflix ha dado en el blanco con esta producción argentina que rápidamente supo como escalonarse entre las más vistas; la diferencia es que esta vez, Crímenes de familia lo tiene bien merecido.
La última película de Sebastián Schindel se ha convertido en un título que ha generado todo tipo de comentarios en las redes sociales y que ha sido un indudable éxito de público durante sus primeros días de estreno en Netflix y Cinear. Con una carrera iniciada en el terreno del documental (“Que sea Rock”, la codirección en “Mundo Alas” y “El rascacielos latino” sobre los misterios y la arquitectura del Palacio Barolo) su primer filme de ficción, “El Patrón – Radiografía de un crimen” no sólo lo posiciona en un lugar diferente dentro de los directores de su generación sino que le ofreció una excelente posibilidad de lucimiento a un Joaquín Furriel en un protagónico arrollador y mostró a Schindel como un realizador que se mueve hábilmente dentro de los universos más complejos y oscuros. El realizador además cuenta con un perfecto manejo de lo siniestro (que repite a su vez en “El Hijo” con Furriel –nuevamente- y con Martina Gusmán como protagonistas), sin tener miedo a exponer la perversión frente a las diferencias sociales, la discriminación y la violencia, en la adaptación de un hecho real, basado en el libro de Elías Neuman. Algo de ese aire se respira en el inicio de “CRIMENES DE FAMILIA” en cuanto al entramado judicial que va atando dos historias contadas en forma paralela las que luego paulatinamente irán abandonando el centro de la cuestión para poner el foco de la historia en Alicia (Cecilia Roth) y su momento de quiebre / cambio, cuando deba tomar posición frente al entrecruzamiento de estas dos subtramas. Lo que se inicia como la fórmula de crímenes escondidos en una familia de clase alta que pareciera ser el caldo de cultivo para la sobreprotección, los engaños y el ocultamiento de ciertos “pecados” cometidos por sus hijos, ocultos dentro del seno familiar (lo que presenta, en la primer mitad de la historia, múltiples puntos de contacto con “Acusada” de Gonzalo Tobal con Lali Espósito y Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez como sus padres) vuelca posteriormente a una historia más personal e íntima, que la pone a Roth en el absoluto protagónico para una historia ya más volcada a un planteo de rol maternal, el amor filial y el impacto de ciertas decisiones de fuertes implicancias en el universo femenino. Schindel construye inteligentemente una mirada de género (con guiños a la lucha a favor del aborto legal y gratuito, y la ruptura de un modelo patriarcal) y denuncia, dentro de la historia, la desprotección y el desamparo que sufren las clases más carenciadas, estigmatizadas dentro del sistema y absolutamente en inferioridad de condiciones frente a los “contactos” de estos sectores más privilegiados para acceder a cierto núcleo que pueda beneficiarlos (e inclusive, valiéndose de un entorno corrupto que les ofrece soluciones “non sanctas”). Es así como con un cocktail potente entre manos y la pericia que sabemos que Schindel tiene para el manejo de este tipo de relatos, “CRIMENES DE FAMILIA” no resulta en ningún momento contundente y visceral, sino que se asemeja más a un capítulo de cualquier buena serie producida por cualquier plataforma de streaming, resolviendo apresuradamente muchos de los planteos que presenta el guion, abandonando, inclusive, a muchos personajes secundarios que terminan completamente borrados de la trama –Miguel Angel Solá se encuentra casi desperdiciado y tampoco se explota todo el potencial tanto de Sofía Gala Castiglione como actriz como de las implicancias de su personaje-. Lo que para Netflix podría ser un muy buen estreno dentro de su catálogo, pareciera queda con “sabor a poco” como producto que tenía un destino cinematográfico: muchos de los temas que va abriendo el relato a medida que avanza, se resuelven –con mayor o menor verosimilitud- en función de producir un cierre perfecto sobre el personaje de Alicia quien parece tener que expiar todos sus “pecados” y asistimos a su camino de redención. La mayoría de los elogios recaen sobre el personaje de Alicia y el trabajo de Cecilia Roth, que particularmente en este caso se siente armado desde una coraza exterior, muy afectado y falto de una conexión interna que nos transmita espontaneidad / verdad. Hay escenas que funcionan muy bien (algo tan simple como compartir un almuerzo y que la “tía” le corte la milanesa) y otras que parecen demasiado “coreografiadas” (particularmente una donde Roth está viajando en colectivo junto a su “sobrino”), más detenidas en la búsqueda de la composición prolija y perfecta, pero que carecen de ese vibrato emocional tan necesario. La verdadera sorpresa, en cambio, es Yanina Ávila –Gladys, la mucama de la familia-, que se entrega completamente a su personaje y sin ser una profesional dentro del terreno de la actuación (es empleada doméstica en la provincia de Misiones en la vida real) enfrenta este reto y es la pieza fundamental para que “CRIMENES DE FAMILIA” funcione. Su composición es verdaderamente comprometida, sensiblemente profunda y logra escenas de mucha potencia, sobre todo en un diálogo con su abogada defensora a cargo de Paola Barrientos, quien también, en una escena de alegato, tiene una de las mejores escenas y parlamentos del filme. Si bien el producto es técnicamente elogiable, tiene un buen ritmo y se ha reunido a un muy buen elenco, hay algo de la receta que parece no haber terminado de asentar para convertirla en una gran película. Se deja ver, la historia atrapa –aun cuando la forma en que se presentan las dos historias paralelas hace sumamente previsible su encadenamiento- pero ese coqueteo permanente que tiene Schindel manejando una atmósfera amenazante, de espíritu sorpresivo y con una fuerte tensión psicológica, no se hizo presente en esta ocasión. POR QUE SI: «Schindel construye inteligentemente una mirada de género y denuncia, dentro de la historia, la desprotección y el desamparo que sufren las clases más carenciadas»
Pasillos oscuros Crímenes de Familia (2020) es el tercer film de ficción de Sebastián Schindel, el director de El Rascacielos Latino (2012), el documental sobre el Palacio Barolo, icónico edificio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y de los films El Hijo (2019) y El Patrón, Radiografía de un Crimen (2014), otra película basada en un caso real. Originalmente titulada Agravados por el Vínculo, el film narra dos casos judiciales que involucran a tres madres. Gradys (Yanina Ávila) es una joven semi analfabeta con un niño pequeño y trabaja como mucama en el departamento del barrio de Recoleta de Alicia (Cecilia Roth) y su marido, Ignacio (Miguel Ángel Solá), un ingeniero jubilado, una pareja argentina de buena posición económica cuyo hijo, Daniel (Benjamín Amadeo), está envuelto en una denuncia por violencia contra su esposa, Marcela (Sofía Gala Castiglione). Alrededor del juicio entre Daniel y Marcela y el de Gladys se teje un círculo que tiene a Alicia como protagonista en un rompecabezas que no muestra todas sus piezas clave hasta el final. Basada en dos casos policiales distintos, el guión de Sebastián Schindel junto a Pablo del Teso construye las situaciones de violencia sobre retazos que se van revelando al espectador con la finalidad de que espere para realizar juicios apresurados sobre una situación compleja, siguiendo principalmente los cambios en la visión y la actitud de Alicia, una madre que inicialmente intenta ayudar a su hijo y que condena a su mucama por un crimen que no puede concebir. A pesar de ser un film duro que trabaja temas sensibles como la violencia domestica en la pareja, la violencia psicológica y la violación, el opus de Schindel no genera tanta emotividad como debería en este tipo de situaciones debido a que la protagonista solo sufre cierta manipulación y un grado leve de negación maternal. Además, las características protocolares judiciales desaceleran demasiado el ritmo del film y el desdoblamiento temporal que había funcionado en su anterior obra, El Hijo, no tiene demasiada necesidad. Claramente lo mejor de la película son los pequeños detalles de la vida acomodada de Alicia y su marido, la queja por los indiscernibles efectos psicológicos y reales de la inflación en la vida cotidiana, la narración del fracaso del hijo de la pareja, Daniel, la contextualización de la situación de Gladys y las representaciones de la lamentable corrupción judicial vernácula. También hay un trabajo impecable de los rubros técnicos y artísticos en un policial que a pesar de intentar imponer nerviosismo con la elusión y el retaceo de información, solo logra generar algún suspenso sobre la postura final de Alicia, una mujer que se debate entre su devoto amor por su hijo y su deber moral ante una situación que intenta no ver pero que cambiará su vida y su visión por completo. A esta altura Schindel es un gran profesional en el arte de presentar una situación sobre la que se tienen posiciones morales para cuestionar el sentido común y poner en entredicho las presuposiciones y los juicios apresurados. En general las actuaciones son buenas, aunque en algunos casos solo aceptables, destacándose Cecilia Roth, Miguel Ángel Solá, Marcelo Subiotto y Yanina Ávila en sus respectivos papeles. La música de Sebastián Escofet no aporta demasiada tensión, tan solo acompaña el registro de una tragedia con un final previsible pero aleccionador. Crímenes de Familia es una buena película que trabaja sobre las relaciones de clase, de violencia doméstica y sexual y los traumas que surgen de estas situaciones. Los conflictos que nacen del choque de clases están desarrollados con mucha corrección política y son una parte importante del universo de Schindel, quien ya había abordado la cuestión desde un punto de vista más brutal en El Patrón, Radiografía de un Crimen, ya que dichas temáticas no tienen en los medios masivos la visibilidad y el análisis que merecen en un país que busca escapar de sus traumas y de sus crisis permanentes sin éxito.
Tras El patrón, radiografía de un crimen (2014) y El hijo (2019), Sebastián Schindel consigue con Crímenes de familia su película más rigurosa, ambiciosa e inteligente dentro de una filmografía que comenzó con varios documentales (Rerum Novarum, Germán, Que sea rock, Mundo Alas, El rascacielos latino) y en los últimos años ha abrazado de lleno la ficción, aunque sin descuidar la crítica social. Entre el drama y el thriller, Crímenes de familia aborda distintas temáticas muy actuales (la corrupción de la Justicia, las diferencias de clase, el consumo de drogas, la violencia de género, los embarazos no deseados, la sororidad entre mujeres, los alcances del movimiento feminista y un largo etcétera), pero -contra todas las presunciones- nunca pierde el eje, sabe dosificar los distintos elementos de la trama, logra darle carnadura a cada personaje, va adosándole con convicción nuevas capas al relato y construye una narración con tensión y suspenso hasta el desenlace final. Puede que en algún momento ciertas denuncias resulten un poco obvias (como a la hora de exponer las maniobras más turbias de los grandes estudios de abogados en connivencia con los juzgados), pero el guion de Schindel y Pablo Del Teso es en casi todo su desarrollo un mecanismo bastante aceitado que luego tiene su correlato en una clásica, cuidada, precisa e intensa puesta en escena. La protagonista casi absoluta del film es Alicia (Cecilia Roth), una mujer de clase media-alta que vive en una casona de Recoleta con su marido, Ignacio (Miguel Angel Solá), la empleada doméstica, Gladys (Yanina Ávila), y el pequeño hijo de ésta, al que prácticamente la “patrona” se encarga de educar. Más allá de ese ámbito doméstico, deambula Daniel (Benjamín Amadeo), el hijo del matrimonio que, además de sus permanentes estafas y de la adicción a drogas duras, corre serio riesgo de volver a prisión por el juicio que le hace su ex esposa, Marcela (Sofía Gala Castiglione), quien lo acusa de reiterados y crecientes actos de violencia. La estructura del film se va complejizando (hay dos procesos judiciales y una narración pendular en el tiempo), pero Crímenes de familia se sigue con interés y -si se tiene la necesaria paciencia- la recompensa es estimulante. Las actuaciones son todas sólidas (con puntos muy altos en los trabajos de Roth, Amadeo, Avila y el secundario de Paola Barrientos como una psicóloga) y también se destacan los aportes del director de fotografía Julián Apezteguía, del músico Sebastián Escofet y de Daniel Gimelberg en el arte. De lo mejor del cine argentino de esta complicada cosecha 2020.
Crítica emitida en radio. Escuchar en link.
La mugre debajo de la alfombra Artífice de recientes propuestas en donde la realidad social no es ajena a sus narrativas, Sebastián Schindel (El Patrón, radiografía de un crimen) avanza con su minuciosa descripción de universos en Crímenes de familia (2020), una película que cruza géneros y que pone nombre en la pantalla local a cuestiones que generalmente se esconden de la mirada del otro para seguir aparentando haciendo la vista gorda. Alicia (Cecilia Roth) es una mujer de la clase más acomodada de Buenos Aires y que en una aparente fachada de normalidad familiar mantiene en secreto sus más profundos miedos sobre su hijo (Benjamín Amadeo), su marido (Miguel Ángel Solá), y en la relación con su empleada doméstica (Yanina Ávila), y su pequeño hijo, descubre aquello que no encuentra en ningún otro lugar o contacto. Pero la vida sorprende, y ante determinados hechos Alicia comenzará a transitar en una delgada línea en la que deberá asumir nuevos riesgos para quebrar su actual zona de confort, tomando decisiones que tal vez no se condicen con aquello que los mandatos y la sociedad le impusieron desde siempre. Crímenes de familia profundiza sobre vínculos, sobre ideas y conceptos que en los últimos tiempos han entrado en crisis, como la familia, la justicia, el valor de la palabra, la verdad, y que en un relato cinematográfico cercano a la crónica policial y social evidencian la necesidad de reconstruir estos desde lugares diferentes. Una cuidada puesta en escena, un logrado trabajo de arte, una delicada paleta de colores asociada a los diferentes momentos que Alicia transita, y la decisión de registrar en un tono cuasi documental los testimonios de cada uno de los personajes que se suman, posibilitan la reconstrucción de los hechos acontecidos, acompañando a una mujer desamparada y desolada frente a la vida y su nueva vida. Cuando el género de “juicios” se suma a Crímenes de familia, además, Schindel revela nuevamente su capacidad para dosificar la información y lograr tensos momentos desde la aparición de la oralidad como mecanismo que tendrá el espectador para desentrañar qué ha pasado en esa intimidad del hogar de Alicia. Cecilia Roth compone su rol con solvencia y oficio, una de sus mejores interpretaciones, lejos, con una potente solemnidad, necesaria para que una máscara de hiel se pose en su rostro para que impávida comience a deconstruirse, dejando de lado aquellos vicios que una sociedad que siempre mira hacia otro lado la ha mantenido adormecida durante casi toda su vida. Junto a Roth se destaca todo un gran elenco, quienes rodean de talento cada escena, pero es en Yanina Ávila, con su Gladys, silente y ejecutora, temerosa y a la vez potente, que en el contrapunto, tal vez inexistente en escena, se termina por echar en cara las miserias de una sociedad que invisibiliza a aquellos que cotidianamente cumplen tareas en hogares y que mueven la vida de sus empleadores sin reclamo alguno. Cuando la realidad se entrelaza con la ficción de Crímenes de familia, la propuesta se potencia, porque además, en la fuerza de las mujeres que desarrollan el relato (Roth, Ávila, Paola Barrientos, Sofía Gala Castiglione), la película se manifiesta feminista sin desplegar banderas, poniéndole nombre a cuestiones calladas por una sociedad hipócrita, que en los privilegios de unos termina por hundir y cercenar las libertades de otros, con crímenes imperceptibles para la mayoría y marcando a fuego la vida de muchos.
Crítica emitida por radio.
Siempre, lo más complejo es encontrar un punto medio (si lo sabremos en este país) y no siempre un punto medio implica poca energía y deseo de intensidad en resolver las cosas; sí, tal vez, una mayor pericia emocional. Pero un punto medio tiene que tener, a la vez, consistencia formal. En el caso del film que nos ocupa la situación es confusa porque, al parecer, o al menos es lo que yo entiendo, el registro del excelente elenco (Cecilia Roth, Yanina Ávila, Miguel Ángel Solá, Sofía Gala Castiglione, entre otros) parece haber sido guiado a una emoción retraída, casi lavada, por parte de la dirección de Sebastián Schindel. Y es en ello donde parece que pierde fuerza un argumento sobre una realidad más que difícil y con tantos matices pero que, sin embargo, y por desgracia, y como tantas otras cuestiones de la vida social, escapan al estudio de la aplicación lógica. Lógica que resolvería muchas de ellas.
Es la película argentina estrenada en Netflix y protagonizada por Cecilia Roth. La misma está basada en hechos reales de dos casos que sucedieron de manera individual, pero que los creadores de la película decidieron unir en un solo relato. Y aunque al principio su comienzo se torna un tanto confuso, por suerte al pasar el tiempo la situación se va aclarando. Se nos cuenta la historia de Alicia que al inicio de la cinta recibe un llamado de su hijo comunicándole que se encuentra detenido a causa de una denuncia realizada por su ex mujer. De forma paralela también se nos presenta a la mucama que trabaja y vive junto a la protagonista, la cual toma un papel importante en la película, ya que de un momento a otro se la muestra internada y esposada en una cama de hospital sin ninguna explicación previa. Como dije anteriormente este nuevo rumbo que se presenta es lo que me resulta extraño y no le encuentro sentido. Durante largo tiempo no hay relación entre las dos historias presentadas, solamente son contadas de manera individual, siendo que Alicia es la única unión entre los dos. En la cinta se reflejan de forma muy clara las diferencias entre clases sociales. Mientras que unos viven moderadamente bien, solo pasando el tiempo entre sus conocidos manteniendo sus apariencias, otros como es el caso de el ama de llaves, la cual no cuenta con la educación o conocimientos necesarios, se encuentra sola sin saber cómo defenderse o actuar frente a las consecuencias de sus actos. Por lo tanto, Alicia se ve dividida por la vida que ella presenta ante el resto y la cual disfruta. O bien podríamos decir que es el ámbito en el que se siente más segura y el que conoce, para luego tener que enfrentar de una manera inmediata la realidad. Pero así y todo al recibir ese baldazo de agua fría, lucha constantemente por lo que siente de verdad y lo que cree que en ese momento es adecuado. Las actuaciones de los presentes estuvieron correctas, pero principalmente a destacar es que la cinta les brinda un rol muy importante a todas las actrices que lo protagonizan. Cada una de ellas son presentadas de distinta manera, pero sus historias personales pisan fuerte y son las que mantienen la trama de la película. Estas mujeres desde los lugares que ocupan y de la mejor manera que pueden y creen posible, defenderán su postura, no solo por ellas sino por sus propios hijos y lo que creen lo mejor para ellos. Crímenes de familia es un film que gira sobre la violencia de género y que constantemente nos envuelve entre la mentira, el misterio y la incertidumbre constante, siendo que no es hasta el final del mismo que se termina descubriendo la realidad de la situación. Pero sobre todo resalta el amor de una madre hacia su hijo y lo dispuesta que se encuentra a luchar para defenderlo cueste lo que cueste.
Critica emitida al aire en Zensitive Radio Nordelta
Envuelta en un mar de polémicas en lo que hace a su distribución, la semana pasada tanto @netflixlat como @cine.ar estrenaron la nueva película de Sebastián Schindel, titulada "Crímenes de Familia". Saliendo un poco de la discusión entre organismos y yendo hacia la calidad que hace al catálogo de la plataforma de streaming más popular, debemos señalar que se trata de una valorable incorporación. Viniendo de un estreno tan lamentable como lo fue "La Corazonada", el film protagonizado por Cecilia Roth, parece competir en una liga totalmente diferente. • "Crímenes de Familia" nos cuenta la historia del matrimonio de Alicia e Ignacio, quienes en diferentes líneas temporales, deberán hacer frente a los casos penales que involucran a su hijo, por un lado, y a su empleada doméstica por el otro. Ambos eventos pondrán de manifiesto el desigual manejo de la justicia, las asimetrías del poder y los diferentes roles que puede ocupar la mujer según su condición de clase. Es cierto que el enfoque de Schindel no alcanza a ser del todo innovador y que por muchos momentos hay un abuso del "trazo grueso". Es como si existiera cierta simplificación que en gran medida puede deberse al formato transnacional sugerido por @netflixlat . De todas formas, no hay que restarle valor a la importancia de difundir estas discusiones de forma masiva. Más allá de esta puntualización, la película es muy sólida desde lo formal y muy convincente en la estructura de su guión. Las dos líneas temporales se entrelazan correctamente, el nivel de suspenso se mantiene durante todo el film y el mensaje resulta claro y contundente. • "Crímenes de familia" puede resultar anacrónica, sí. Pero resulta anacrónica en gran medida porque nos habla de la Justicia Argentina. Una Justicia que mantiene sus raíces conservadoras intactas desde hace mucho tiempo y que pareciera intocable. Los años y los gobiernos han pasado, pero el afán de fallar a favor del poder y en contra de las minorías, no ha cambiado.
Un emocionante thriller dramático con la sublime actuación de Cecilia Roth que, al no haber llegado a salas de cine, por los efectos de la pandemia, se estrena hoy en Netflix y tendrá un breve paso por Cine.Ar Play (del 21 al 27/8) y Cine.Ar TV (hoy y el sábado a las 22 hs). Luego de El patrón, radiografía de un crimen (2014) y El hijo (2019), Sebastián Schindel vuelve con una película más ambiciosa y prolija que sus predecesoras, siempre con la crítica social como trasfondo. Crímenes de familia es un drama judicial que se estructura hábilmente entre dos juicios y la crisis existencial de Alicia quien, como madre, tiene un velo sobre los ojos que no le permite ver la realidad.