El examen es un entretenimiento válido y eficaz que entretiene de punta a punta. Los actores realizan un muy buen trabajo logrando que realmente se sienta el clima angustiante y desesperado que reina en esa habitación cerrada. Y el espectador prácticamente participa como el candidato número nueve ya que es imposible no querer adivinar cuál es...
El nuevo capitalismo y su carácter. En una distopía de carácter capitalista en la que un virus mortal ha infectado a un gran porcentaje de la población, una empresa farmacéutica sobre la que los Estados no ejercen control ni obligan a difundir las patentes para fabricar medicamentos genéricos, controla la producción y la distribución de una píldora contra la enfermedad y sus síntomas, que causan la muerte. La trama de El Examen, la ópera prima dirigida, escrita y producida por Stuart Hazeldine, analiza el control que las empresas ejercen sobre los trabajadores actualmente y magnifica el miedo y el estrés que causan las entrevistas laborales. Siete candidatos con diferentes trasfondos culturales son enfrentados a una hoja en blanco, que tan solo contiene la palabra “candidato” y un numero. La hoja es la clave con la cual deben resolver un acertijo propuesto por un individuo que se presenta como el supervisor del experimento social. La propuesta consiste en contestar una pregunta que parece no haber sido formulada sin salir de la habitación ni dañar la hoja que tienen delante en un cuarto estéril, en el cual sólo hay una mesa y una silla para cada integrante y un reloj que marca el tiempo que les queda.
Recursos inhumanos La ópera prima de Stuart Hazeldine ubica la tensión y el suspenso en un contexto que resulta bastante conveniente para ello: una entrevista de trabajo. El mundo de la distribución y exhibición cinematográfica es azaroso e imprevisible. Muchas veces el capricho de los distribuidores hace que algunas películas no lleguen a estrenarse en nuestras salas y queden flotando en un limbo que no merecen. El caso de El examen (Exam, 2009) es un poco así: estrenada originalmente en 2009 en el festival de Edimburgo, esta película inglesa desembarcó en la mayoría de los países directamente en DVD. Sorprendentemente, cinco años después de su estreno original, llega a nuestras salas. La ópera prima de Stuart Hazeldine toma la forma de película acertijo, a la manera de El juego del miedo (Saw), pero traslada la acción a un contexto que resulta quizás aún más escalofriante que los jueguitos de James Wan: una entrevista de trabajo. Un grupo de ocho hombres y mujeres llegan a la prueba final de un proceso de selección para encontrar un nuevo empleado. Por lo que se ve en los primeros minutos de la película, las pruebas fueron bastante más retorcidas que lo común: todos ellos tienen alguna marca, moretón o herida producto del examen. Para la prueba final, la empresa encierra a los ocho en una habitación cuadrada- símil prisión de alta seguridad-, les da 80 minutos para contestar una pregunta y tres reglas: el que solicite salir de la habitación, quedará eliminado; quién se dirija al examinador, quedará eliminado; quién estropee accidental o voluntariamente su papel, quedará eliminado. Lo verdaderamente complicado empieza cuando ven que en la hoja que les dieron no hay ni rastro de una pregunta. Nada. Uno de ellos se da cuenta de que el desafío está en que colaboren entre todos para encontrar una respuesta. Y ahí comienza el verdadero examen. Con el pulso de un thriller, algo entorpecido por los diálogos, no siempre creíbles, Hazeldine va haciendo caer de a uno a los participantes con la perversión de un jefe de recursos humanos. Hasta ahí, todo va bien. Hasta que una revelación sobre la empresa contratadora traslada el asunto hacia el forzado terreno de la ciencia ficción. ¿Decisión artística o agotamiento de la variable realista en el guión? El ánimo de denuncia sobre la deshumanización empresaria, que se anuncia desde el vamos, sale perdiendo. Sin embargo, El examen no termina siendo una mala película. Entre la ultraviolencia de El juego del miedo o Hostel y la tensión de El método, de Marcelo Piñeyro, Hazeldine construye una pieza correcta, que no olvida nunca la regla más importante del thriller: pase lo que pase, nunca bajar la guardia ni perder la tensión.
El discurso del método Los primeros planos de El examen alternan nombres sobre fundidos en negro y partes corporales de personas que se preparan para “salir a escena”. El escenario al que ingresan es una especie de aula futurista, fotografiada fríamente. En ese recinto, los siete candidatos son enfrentados a una hoja en blanco que contiene una pregunta. El que la descubra accederá a un puesto en una empresa farmacéutica que controla la venta y distribución de una poderosa píldora. Previamente escucharán a un supervisor cuyas instrucciones implacables deberán cumplir para no ser eliminados. A partir de ahí, tendrán ochenta minutos para resolver la incógnita. La opera prima de Stuart Hazeldine tiene varios problemas. El primero de ellos es que su estreno resulta fuera de tiempo, puesto que ya hemos visto al menos siete films que hablan de lo mismo, de los efectos del capitalismo salvaje, y con más inteligencia. El segundo es su naturaleza televisiva. El examen no tiene nada para ofrecer desde el punto de vista cinematográfico y todo su contenido se remite a una cuestión de discurso, de tesis, donde lo mejor es lo que se infiere fuera del campo visual. El resto, lo que escuchamos, es una seguidilla de conjeturas conferidas por los personajes, quienes explican lo que vemos e interpretan por nosotros los hechos con sentencias cerebrales. Esta abundancia discursiva incluye pequeños flashbacks con las palabras del supervisor (que ya escuchamos al comienzo) que interfieren en la trama a fin de no dejar rienda suelta jamás al espectador, cautivo de una dialéctica interminable donde la tesis se impone sobre la imagen. El tercer inconveniente, el peor, es el subtexto. Dentro del trillado esquema de un Gran Hermano fashion, los personajes encerrados representan estereotipos dignos de una ideología que banaliza las diferencias culturales y las empaqueta en las etiquetas tranquilizadoras de los peores medios: el blanco toma la iniciativa, la rubia triunfa, el diferente es humillado, el negro es pasivo, el musulmán es torturador. Es decir, una película más que se pretende filosa con respecto a los métodos utilizados en un contexto global y económico feroz pero que cae en la trampa de asumir los mismos recursos que aquello que critica. No hay margen para la ambigüedad en esta elemental y burda puesta en escena de la supervivencia del más apto. El tiempo, ese elemento fascinante para trabajar en el cine, se convierte en El examen en una materia calculada, condicionante, sometida a la rigidez de lo palpable, de lo visible, alarma perfecta para que no olvidemos que somos presa del experimento tortuoso que propone el director.
Claustrofóbica y acaso –sólo acaso- ideal para ser representada en un formato teatral, El Examen es un film también muy cinematográfico y atrayente. Se trata de la ópera prima del británico Stuart Hazeldine, que llega a nuestras salas cinco años más tarde y de la que resulta interesante apreciar las vicisitudes de un heterogéneo grupo de aspirantes a un codiciado puesto de trabajo en un hipotético mundo atravesado por un virus devastador, detalle que no es revelado de entrada. Este y otros elementos la internan sutilmente en el terreno de la ciencia ficción, un ingrediente algo sorpresivo pero que no deja de ser un aporte. Ocho candidatos con diferentes trasfondos culturales, etnias y sexos son enfrentados en una habitación de cemento y metal con diferentes fuentes lumínicas, más parecida a una prisión de alta seguridad que a una oficina de Recursos Humanos. El film de Hazeldine comienza siendo una radiografía de un inquietante test en la que las entrevistas laborales parecen ser interpeladas, sin embargo, todo parece pasar más por una competencia en la que el ingenio y los juegos de roles prevalecen. Pero cerca del final esta impresión cambia, como parte de sus virajes, hasta llegar a un desenlace que la redimensiona, brindando una vuelta de tuerca humanista entre tanto maltrato corporativo, pugna y codicia. Pese a sus notorias inspiraciones en El método y El cubo, hay una sustancia propia en El examen, además de mantener la tensión y el interés en todo su metraje –desarrollado casi en tiempo real-, con un par de buenas performances actorales.
Proceso de selección Mucho más próxima a El método (2005), aquella adaptación cinematográfica protagonizada por Pablo Echarri dirigida por Marcelo Piñeiro que a El juego del miedo y toda su saga, la ópera prima El examen no logra sostenerse en el género y apela erróneamente a un elemento fantástico para rozar la ciencia ficción cuando todas las condiciones de la historia se resumían al estado de transformación psicológica de ocho aspirantes para ocupar un puesto importante en una misteriosa empresa. Así hombres y mujeres, rubias, morenos, rubios, árabes en representación de un conglomerado de etnias para dar la impresión de universalidad, deben rendir su examen final de admisión sabiendo que de los ocho solamente uno tendrá la recompensa, si es que no viola ninguna de las reglas pre establecidas por un enigmático anfitrión. No puede sostenerse que estamos frente a una película claustrofóbica a pesar del encierro dado que las alternativas para salir de ese habitáculo monitoreado por cámaras de seguridad y un guardia mudo simplemente consisten en abandonar el lugar y así quedar fuera de competencia. Es decir, que en ningún momento los personajes se encuentran prisioneros de nadie más allá de su propia ambición y su instinto de supervivencia en un sistema capitalista y salvaje. No obstante, la tensión llega desde otro lugar porque lo que mantiene en vilo al espectador es la incertidumbre y la errática conducta de cada personaje al no saber realmente qué es lo que debe hacer antes de que los ochenta minutos concedidos para resolver un acertijo -sin otra herramienta que la intuición y la inteligencia- expiren. Tres reglas inviolables marcan el derrotero de esta trama simple pero efectiva: no se puede abandonar la habitación; no se puede alterar accidentalmente o no el material con el que cuentan que es una hoja en blanco y tampoco pueden mantener contacto o comunicarse con el exterior ni con el guardia. Resulta un tanto torpe y como reflejo de un guión poco consistente que se apele al recurso del flashback intercalado en las secuencias como ayuda memoria o recuerdo compartido de cada contendiente antes de dar el paso en falso una vez rotas las alianzas ocasionales o bien con el paso ya dado. Este defecto, que se arrastra desde la segunda mitad hasta el desenlace, conspira contra la dinámica y el ritmo del film que por esos azares de las distribuidoras ahora se estrena comercialmente cuando data del 2009 y su paso por el DVD u otros formatos similares ya se había producido tiempo atrás. Allá por el 2009, esta primera película de Stuart Hazeldine, de elenco ignoto y con aires de cine independiente, había dado que hablar en el Festival de Edimburgo, aspecto que lleva a la reflexión sobre el nivel de las propuestas teniendo en cuenta su sobrevaluada atención.
Las películas que utilizan un simple escenario como planteo inicial de su historia son muy arriesgadas. El caso de Cube o Saw son claros ejemplos de lo bien conducidas que pueden resultar estas puestas en escena cuando hay buenas ideas detrás. Exam es el debut del británico Stuart Hazeldine, quien para su primer opus fílmico bebe de las fuentes antes mencionadas y un poco también de la obra El Método Gronhölm, haciendo una mezcla bien agitada que da como resultado una obra de suspenso interesante y poco cotidiana, con muchos puntos a resaltar y apenas fallas en su haber. Ya en los acotados créditos iniciales se deja entrever a los personajes en la tarea cotidiana de arreglarse antes del día D, el de la entrevista para su próximo trabajo. A través de los detalles es que se va construyendo cada una de las personalidades de los ocho candidatos. Una vez dentro de La Habitación, se les dictarán las reglas para poder realizar el examen. Con 80 minutos para resolverlo y una hoja casi totalmente en blanco, los candidatos deberán unir fuerzas para completarlo y quedarse con el puesto por el que muchos morirían. Por supuesto, la esencia que Saw aportó al género se deja entrever en la trama, aunque tomando los mejores aspectos de ella y disfrazándolos para utilizarlos a su favor de la mejor manera posible. Cada dato, cada pista les sirve a los personajes para ir desarrollando y empujando el misterio un paso adelante, donde cada giro vuelve a la historia más interesante y angustiosa. Estas personas no tienen nombre y no están interesados en saber el de los otros, ya que uno correctamente los va apodando uno a uno. Dentro de ellos, el que más destaca es Luke Mably, al comienzo el más desenvuelto de todos, con el que el público genera más empatía, para luego dar un giro de timón inesperado y pasar a convertirse en una persona no tan grata como lo parecía en el comienzo. No sólo él tiene un vuelco en la trama, sino que varios otros también: es una acción constante que tiene la película, sorprender con cada nueva actitud de los personajes. Quizás el actor más reconocido acá es Jimi Mistry, que también tendrá lo suyo, y Pollyanna MacIntosh, una pequeña gran actriz que tiene una escena tan emotiva como pivotal y esencial en la relación entre personajes. A pesar de tener sólidas interpretaciones, hay ciertos personajes que sufrieron de escasez en la historia y no están tan desarrollados como los demás, lo que puede perjudicar la percepción del espectador ya que no todos tienen iguales motivaciones para conseguir el trabajo ni el mismo apuro por él. Un detalle clave es la ambientación. La Habitación es gris y claustrofóbica, sin ninguna ventana y llena de luces: dejando de lado al guardia, no hay nadie más, excepto el vigilante observándolos desde el otro lado del vidrio blindado. En cierto momento, hay un juego de luces muy temático y la habitación toma otras tonalidades. Hay agua en juego, hay vidrios esparcidos, es Saw restándole 90% de violencia, lo cual es genial. Hazeldine se las amañó para realizar una película muy minimalista que le compite codo a codo a los grandes tanques de Hollywood: la definición de las imágenes es muy clara y ciertas tomas de pronto hacen que la habitación luzca más grande de lo que en realidad es. Lo mejor del director es la manera en que logra atrapar al espectador en su juego de tensión, por momentos la acción se va acrecentando, luego disminuye, para dar un tirón de adrenalina más y seguir tensionado y volverse acuciante hasta llegar al final, con una escena no apta para cardíacos mediante. La resolución, si bien es muy clara, puede decepcionar; lo que sí, no es una resolución descerebrada a lo The Forgotten con Julianne Moore o Knowing con Nicolas Cage, a pesar de meterse por momentos con toques de ciencia ficción, pero desde un enfoque muy minimalista. Exam es un gran thriller, bien dosificado a lo largo de su metraje con giros interesantes e inteligentes, que tendrán al espectador firme hasta la resolución del conflicto. Así, se demuestra que con muy poco se puede hacer mucho.
Sólo ochenta minutos "Un último obstáculo los separa de su meta" le dice un supervisor a los ocho candidatos que compiten entre sí para obtener un puesto en una misteriosa compañía. Encerrados juntos en una habitación sin ventanas, con la presencia de un guardia y una cámara que los observa, los postulantes tienen ochenta minutos para responder una pregunta que tienen en una hoja en blanco y reglas que deberán seguir si no quieren ser descalificados. El exámen llega con cinco años de retraso y juega con la idea del encierro y la locura que se desata por ganar el trabajo ante la presencia de un supervisor que les da órdenes precisas. La película inglesa de Stuart Hazeldine resulta más inquietante al comienzo (se presentan los ocho nombres de los participantes alternados con primerísimos primeros planos) que durante su desarrollo, donde el tic tac del reloj, hace que los conflictos estallen cuando se descubre que la empresa en cuestión ha descubierto el remedio contra una pandemia que afecta a la humanidad. Sin sangre y con algo de violencia, la película es imaginativa pero también confusa por la cantidad de datos que va tirando conforme avanza la trama, lo que quita suspenso cuando cada participante es eliminado. Como una suerte de peones inmersos en un juego que los supera -y controla- los personajes se mueven entre el desconcierto, la búsqueda de una respuesta que no se ve bajo la luz del recinto y algunos "flashbacks" en blanco y negro que reafirman los conceptos y explican lo que vimos al principio del fillm.
El Examen llega cinco años después de su estreno en el Reino Unido y nueve después de que Marcelo Piñeyro estrenara El Método en 2005. Si bien en la película inglesa no se acredita a Jordi Galceran, escritor de la obra de teatro El método Grönholm, estamos ante la misma historia y dinámica con situaciones diferentes y uno o dos nombres propios cambiados. Vamos por la re-re-re-make "Hubiera creído que un grupo de británicos [...] sería capaz de hacerlo mejor". "Así fue al principio, señor. Antes de que pasaran cosas". Es el diálogo de Ralph con el soldado británico cuando se encuentran en la costa al final de El señor de las moscas. Cuando voy a ver una remake siempre paso por ese duelo interno en donde sospecho de que no va a estar bueno, no va a dejar una mejor impresión y me voy a aburrir hasta el final. Todo cambia luego pero es algo que no puedo evitar. El examen es en base lo mismo que El Método con la salvedad de que las situaciones son distintas y se centran en un espacio cerrado del que no pueden salir, a diferencia de la dirigida por Piñeyro en dónde si bien había un espacio reducido por momentos el grupo se dividía, en el baño, etc. La pregunta que siempre nos vamos a hacer es si vale la pena ir a verla, si está lo suficientemente buena como para gastar una suma considerable por tan poco tiempo, más teniendo en cuenta de que ya conocemos la historia y por los cinco años de retraso que tiene en el estreno en nuestro país tanto más daría conseguirla por otra vía -pero esto no lo escucharon de mí. La base en El examen -nada que ver con la novela de Cortázar- son también las relaciones humanas en un espacio con escasas reglas en dónde hay más para hacer que lo que está prohibido. De pasar las pruebas en este Edén tecnócrata -seamos laxos con las definiciones- se conseguirá el puesto por el que todos están ahí dentro luchando. Cada personaje tiene una cualidad distinguible, tanto técnica como étnica las cuales combinan al principio para ayudarse mutuamente como grupo para resolver la pregunta de este examen. Así como en El método y El señor de las moscas esta organización civil y democrática entra en una fuerte crisis, las estructuras se debilitan y entran en un estado de forma primitiva primando la fuerza a la razón hasta encontrar una solución que los devuelva al mundo civil, quizá de una manera poco interesante cayendo en los típicos finales con flashback que le explican al espectador lo que acaba de ver. Conclusión El señor de las moscas fue una respuesta negativa a la novela del escritor Ballantyne, The coral Island en donde un grupo de niños ingleses quedan varados en una isla pero lejos de atravesar ese trance de deshumanización como sucede con Jack y sus seguidores, los protagonistas viven aventuras apacibles hasta que son rescatados por -digamos...Moe-. El Método deja en el final una idea también negativa del hombre moderno pintándolo como egoísta, escalador, manipulador e incapaz de sentir empatía por los demás. El examen, estrenado cuatro años más tarde, ofrece por el contrario una mirada más positiva hacia un futuro en donde las cualidades de aquellos que deban enfrentarse a las decisiones más importantes deberán no sólo ser inteligentes y hábiles sino también saber escuchar y sentir compasión. Awwwwwww. Ahhh. ¿Y ahora el papel es mío no? Gracias, señor.
Todo por un puesto Unos cuantos años tarde se anuncia en la cartelera argentina Exam, film británico que tuvo lugar en el 2009, siendo la ópera prima de Stuart Hazeldine. Una temática peculiar que ha sido explorada en películas como, por ejemplo, El Método, en la que participaban actores como Pablo Echarri y Eduardo Noriega. Un relato que guarda poca congruencia con la realidad si se lo analiza desde la exageración propia de las situaciones a las que son sometidos y en las que se involucran increíblemente (en ambos sentidos de la palabra, principalmente en el que refiere a lo inverosímil) sus personajes. ¿Hasta qué punto la intriga necesita ser forzada? Existen eventos que, incluso fuera de lo que se considere como admisible, el espectador está dispuesto a aceptar como pasables. Pero en esta ocasión, y quizás ese sea el mayor problema aquí, los acontecimientos que se sortean a lo largo del metraje van desmigajándose cada vez más hasta llegar al punto de atravesar, o más bien romper esa barrera que separa lo permisivamente inconexo de lo que suena más descabellado que negociable. No se puede dudar del efusivo y prometedor arranque que posee la proyección, en primera instancia con la presentación de cada postulante y algunos tics o pequeñas muestras de personalidad del carácter de cada uno. Lamentablemente, si bien el enigma prevalece, lo que transcurre se va tornando progresivamente antipático, quitándole así sentido a la narración. En Exam ocho candidatos para un puesto laboral compiten entre sí para tratar de hacerse con el ansiado cargo de una importante empresa. Una entrevista de trabajo que de movida se presenta enigmática, al valerse cada uno de los participantes de una hoja en blanco. Tienen ochenta minutos para responder una sola pregunta, un interrogante que aparenta nunca hacerse visible. Las condiciones para solucionar el planteo son opresivas y las consignas anunciadas inflexibles. Un guardia de seguridad los acompaña en la sala. Todos los condimentos que hacen a la sinopsis y al tráiler del film son, por lo menos, atrayentes, despiertan curiosidad. La fotografía y la atmósfera angustiante colaboran. Cada sujeto saca a relucir su carácter y sus cualidades a la hora de afrontar la problemática en cuestión. Allí afloran temperamentos y roles dispares; el líder, el retraído, el especulativo, el tenaz. El trabajo en equipo versus la conducta individualista suprema. Hazeldine sobrealimenta los sucesos, los engorda con recetas poco nutritivas y desbordantes de pimientos absurdos. El menú, con una apetitosa entrada, sigue su curso volviéndose tan poco gustoso en los platos siguientes que acaba tornándose finalmente desaborido para el paladar. Exam juega al drama psicológico y, si bien sus intérpretes cumplen bien con su cometido desde lo actoral, falla en el cómo, resultando insuficiente para dejar satisfecho al observador. LO MEJOR: la idea en general. La duración. La presentación. LO PEOR: pierde el hilo. Todo se torna más descabellado e inverosímil de lo aceptable. Historia desaprovechada. PUNTAJE: 4,7
Aunque nunca deje de ser un mérito el que una película pueda mantenernos en vilo desde el principio hasta el final, en el caso de El examen esa fuerza resulta paradójica. Por un lado, el film de Hazeldine tiene una gran potenciainmersiva, que se incrementa por la cercanía de sus planos que dejan ver el constante sudor en los rostros de sus personajes y por la claustrofobia de ese único espacio en el que se desarrolla la acción. Por otro lado, esa fuerza que atrae no deja entrever más que clichés y estereotipos que no se superan y que, por el contrario, conducen justo a eso que cuesta perdonarle a un thriller: la sospecha acerca de un posible desenlace. El escenario al que El examen nos quiere llevar es muy parecido al de El método, coproducción de España y Argentina estrenada en 2005 en la que un grupo de candidatos competían por un puesto importante en una empresa. Contrariamente a la película de Marcelo Piñeyro y de sus paredes más laxas y su movilidad y luminosidad aún presentes en el aislamiento, la cerrazón y la constante penumbra del film de Hazeldine preparan también un mundo más desesperado y envilecido y, sobre todo, con un abanico de posibilidades más amplio. Así, y si en El método el conflicto entre personajes llegaba a través de la vía —aún amable, en comparación— del soborno y el favor sexual, El examen salta rápidamente las barreras del racismo o la misoginia y llega a los golpes, la tortura e incluso al intento de homicidio. Pero el problema con el film de Hazeldine no radica tanto en el cariz de los hechos sino en la forma que a través de estos toman los personajes, y que deja a cada uno de ellos —menos al ganador, claro— a la deriva de la incoherencia, sino del lugar común. El caso más representativo es Brown (Jimi Mistry), el desafiante apostador que, después de las maniobras y de incluso torturar a otra de las postulantes para obtener información renuncia, sin más, al puesto. Así, y como si se despojara por completo a los protagonistas de su inteligencia y lógica iniciales, cada uno se hunde por sí mismo dejando cómodamente en pie a quien —ya lo sabemos—será el ganador del puesto (error que El método, aún con sus debilidades, no se permitió cometer). Pero la ingenuidad que deviene efecto de crueldad para con sus criaturas de El examen también tiene un equivalente en el registro. El CEO de la empresa, un hombre de estatura baja, encorvado y con anteojos, no contesta y se esconde detrás de otros cuando le hablan y lo interpelan. Luego, cuando otros dos personajes se refieren indirectamente a él, se lo pone en foco mientras él baja la cabeza o mira a otro lado. Un mecanismo similar se utilizaba en la primera aparición de la hermana de Mr. Darcy en Orgullo y prejuicio, una película en mil formas diferente al film de Hazeldine pero con un mismo y vago método para ilustrar cierto carácter: un personaje que se retrae y una cámara que lo busca y lo invade. Así, nuestra inmersión en El examen también es literal, al punto en que somos invitados a tocar al más huidizo de sus protagonistas. Una vez más, la ilusión de misterio es momentánea: antes que complejidad o contradicciones, los enormes rostros en pantalla sólo reflejan la estrategia que los encadena.
Sobre la derivación discursiva. El cine, al igual que cualquier otra actividad cultural de alcance masivo, construye una suerte de “memoria específica” que involucra a los responsables del circuito creativo (léase realizadores/ consumidores) y se nutre de todos los opus individuales que conforman su campo (la asociación mnemotécnica abarca sólo aquellos convites que se consideran importantes). Por supuesto que el déficit contemporáneo de ideas novedosas pone de relevancia tanto un círculo petrificado de referencias “inviolables” como la pereza crónica de un complejo industrial en crisis, lo que a su vez origina una dialéctica de “influencias mutuas”, expresión que casi siempre funciona como un eufemismo por “plagios groseros”. Ahora bien, dentro de la escasez actual de obras verdaderamente brillantes existe una escala más o menos estable que reenvía a distintos tipos de derivaciones discursivas: en primera instancia tenemos los exploitations (representantes de una vertiente con un catálogo fijo de tópicos a nivel estructural), luego vienen las remakes (readaptaciones de exponentes concretos con vistas a presentarlos a un “nuevo público”) y finalmente están los rip-offs (copias al carbónico y/ o bifurcaciones que por lo general no se autodefinen como tales). A pesar de que este “estado de cosas” no implica de por sí resultados mediocres ya que el revisitar en ocasiones conduce a un rejuvenecimiento, el panorama suele ser ambivalente. Hoy por hoy El Examen (Exam, 2009), nuestro ejemplo circunstancial, nos ayuda a contextualizar la hipótesis: estamos ante un rip-off de la argentina El Método (2005), que además toma elementos de El Cubo (Cube, 1997), El Experimento (Das Experiment, 2001) y la franquicia de El Juego del Miedo (Saw). La historia recorre los sinsabores de ocho personas en una entrevista laboral para una compañía farmacéutica, a quienes se les informa que tendrán ochenta minutos para responder una pregunta que nadie hace explícita. La descalificación se produce si salen del ambiente claustrofóbico de turno, si hablan con las autoridades de la empresa o si dañan la hoja de papel que corresponde a cada candidato. Mientras que El Método ofrecía un comienzo promisorio con críticas al canibalismo del capital para rápidamente hundirse en una serie de lugares comunes que licuaban toda la energía narrativa, la ópera prima del británico Stuart Hazeldine consigue extender por más tiempo el suspenso minimalista y recién con la “vuelta de tuerca” del final el andamiaje expositivo se cae a pedazos (el desenlace resulta poco imaginativo y contraproducente en términos ideológicos). El director le saca provecho a la “tensión ventajista” entre los personajes y apuntala un desarrollo balanceado entre la intriga principal y la pugna por el puesto, alcanzando un promedio cualitativo favorable que no excluye sus contradicciones…
El examen es un retrasadísimo estreno (¡un film del año 2009!) que ofrece una alternativa diferente en la cartelera local. La película es interesante y atrapa, y vale mucho rescatar que todo transcurre en una sola locación (un aula) donde los aspirantes a un puesto de trabajo sacan lo mejor y lo peor de sí mismos. Esto habla bien del elenco pero hasta cierto punto porque en un momento la historia da un par de giros que hacen que sus personajes parezcan sobreactuados y nada creíbles. El director, y guionista, Stuart Hazeldine no supo mantener el ritmo propio de un thriller y comenzó a delirar. No obstante la película puede llegar a ser entretenida para quien busca algo distinto y disfruta de la tensión en la pantalla, aunque en este caso no se trata de un gran exponente. Sinceramente no hay mucho más que acotar acerca de este film. Ni el cielo ni el infierno. Un punto medio pero que evita lo mediocre.
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Poco más que un simple ejercicio de estilo El estreno aquí y ahora de El examen es un auténtico misterio. Al fin y al cabo, la ópera prima de Stuart Hazeldine empezó su recorrido en el Festival de Ediburgo de... 2009 –cinco años, una eternidad en la era del Torrent– para lanzarse con el correr de los meses posteriores directamente en DVD en la mayoría de los mercados. Decisión por demás lógica, ya que su premisa inicial, el carácter opresivo y simplón de su puesta en escena, las metáforas obvias del mundo capitalista y un guión al servicio de la entrega de información en dosis tan calculadas como regulares encuentran su principal filiación en esos pequeños fenómenos que de tanto en tanto se dan en productos editados en formato hogareño.El examen empieza como El cubo. Esto es, con un grupo de cuatro hombres y cuatro mujeres encerrados en un cuarto. Claro que aquí, a diferencia de aquel film de Vincenzo Natali, ellos llegaron por decisión propia y como parte de una serie de pruebas para la selección de un nuevo empleado de una poderosa empresa cuyo rubro es desconocido por todos. Ubicados en un ambiente grisáceo y ominoso más propio de la cárcel de máxima seguridad de Escape imposible que de la frialdad apolínea de una de las oficinas de Laurent Cantet, los ocho deben contestar una pregunta en 80 minutos, respetando una serie de reglas básicas: no intentar salir, no hablarle al guardia ni romper el papel con las indicaciones. Claro que si todo fuera tan fácil como suena, no habría película, por lo que es obvio que el asunto se complicará. ¿Cuándo?, cuando ninguno sepa cuál es la pregunta a responder.Mezcla entre el carácter sociológico de El experimento (cada participante encuadra en una tipología arquetípica), las aspiraciones críticas de El método (la dualidad compañero / competencia) y el ingenio canchero de las primeras El juego del miedo, el film muestra el trabajo mancomunado del grupo, al tiempo que cada uno de sus integrantes mira de reojo a los otros y se esfuerza por parecer más pícaro e inteligente. Lo que no impedirá que uno a uno vayan abandonando el recinto. El combo se agotará rápidamente debido a la falta de ambición del film para torcerle la muñeca a su propia propuesta. Algo que sí hizo, por ejemplo, Drew Goddard en La cabaña del terror. Así, en lugar de apropiarse de la poética genérica para reflexionar sobre ella, Hazeldine apelotona mil y una vueltas de guión, convirtiendo a su debut en el largo en un simple ejercicio de estilo. Interesante, sí, pero no mucho más que eso. 5-EL EXAMEN Exam, Reino Unido, 2009.Dirección: Stuart Hazeldine.Guión: Stuart Hazeldine Simon Garrity.Duración: 101 minutos.Intérpretes: Adar Beck, Gemma Chan, Nathalie Cox, John Lloyd Fillingham y Chukwudi Iwuji.
El trauma de la hoja en blanco El Examen, opera prima de Stuart Hazeldine, es una película del 2009 que por uno de esos avatares de la distribución llega a nuestras carteleras 5 años después. La premisa es clara. Ocho personas encerradas en una habitación por 80 minutos, una prueba y una finalidad. El examen en cuestión será el obstáculo que los separe de una ansiada meta, el ganador se quedará con un importante puesto en una aún más importante corporación. Siguiendo el vicio cinéfilo de la comparación podríamos decir que está cerca de El Metodo (2005). Sin embargo, el film de Marcelo Piñeyro decide reservarse la información sobre el puesto por el que luchan los competidores y sobre la empresa para la que van a desempeñarse. En El Examen, por su parte, esas dos aristas son los pilares de toda la diégesis. Por supuesto no puede compararse con El Cubo, en la obra de Natali los individuos están cautivos y la tensión está trasladada justamente al desconocimiento de los motivos. Si seguimos con el juego de similitudes y diferencias podemos llegar hasta El Ángel Exterminador, obra maestra de Buñuel, en donde ni los protagonistas ni el espectador saben (porque no importa) las razones por las cuales aquellas personas no podían salir de la habitación luego de la cena. Lo que une a todos estos films es que, por un lado, todas las victimas anhelan mejorar su posición social, pero ademássiguen como línea evolutiva (al ver el contexto en el que cada uno fue estrenado)la premisa “Burgueses encerrados en una habitación”. Cabe aclarar que utilizo la palabra burguesía en referencia a aquella primera de Buñuel y entiendo que el lector va a comprender las actualizaciones del término según la época de cada obra. Será motivo de análisis entender las razones por las cuales las clases altas de los diversos tipos de capitalismo son siempre las víctimas de estos laberintos virtuales. La inversión del tópico de la ciudad sitiada, que en cine alcanza su máxima expresión en el cine de John Carpenter, da como resultado los relatos de laberintos virtuales en los cuáles los grupos pertenecientes a las clases altas parecen ser las victimas favoritas. El Examen se gana un cómodo lugar como ejemplo de esta tipología. La inversión del tópico de la ciudad sitiada da como resultado los relatos de laberintos virtuales. Esta estructura es sólida en la opera prima de Hazeldine por la información que se entrega al espectador sobre el afuera. Con sólo algunas líneas de diálogo se boceta un exterior post apocalíptico, una pandemia y una supuesta cura que está en manos de una mega empresa farmacéutica. El fin de la entrevista laboral es justamente conseguir un puesto en esta corporación lo cual justifica cualquier acto extremo de selección de personal ya que lo que está en juegopara algunos de los postulantes es, en última instancia, su propia vida y la de sus seres queridos. De esta manera asistimos a la lucha entre personas que comparten el mismo objetivo individual pero que son motivados por diversas razones. El Examen comienza con una premisa simple. ¿Qué hace el habitante del mundo positivista, criado en el pensamiento vertical, acostumbrado a las órdenes concretas y a las respuestas inmediatas, cuando se le pone delante una hoja en blanco en la cual debe contestar un interrogante nunca planteado? La respuesta son 100 minutos de una trama que no decae y a la que vale la pena darle una oportunidad.
Tardío encierro cinematográfico Estreno bastante tardío (es una película de 2009), la británica El examen transcurre en un solo espacio, con ocho postulantes -cuatro hombres y cuatro mujeres de colores de pelo diverso- para un trabajo importante. Ocho finalistas enfrentados entre sí y a un desafío severo e intrigante. Tienen ochenta minutos encerrados para ver quién obtiene el puesto, tremendamente codiciado en lo que parece ser un futuro sombrío en el que se ha extendido el contagio de una grave enfermedad. Suerte de cruza de El cubo, de Vincenzo Natali; El método, de Marcelo Piñeyro, y algún reality show, El examen plantea con rapidez su intriga y logra establecer una tensión temprana. Pero dilapida su capital de suspenso con cada explicación ad hoc de comportamientos y resoluciones, con cada aclaración reforzada con flashbacks y con cada elemento con el que intenta despegarse torpemente de su aire innegable de teatro cruel y de televisión con moraleja.
Otra mirada crítica al sistema El empleo del tiempo (Laurent Cantet), Arcadia (CostaGavras), El método (Marcelo Piñeyro) son sólo algunas de las películas recientes que desde diferentes lugares y miradas exploran el mundo del trabajo como el lugar donde se potencia la lucha por la supervivencia en un sistema competitivo, injusto y desigual. El examen es otra vuelta de tuerca sobre el tema, con ocho hombres y mujeres que llegan después de un arduo proceso de selección a competir por un único y extraordinario trabajo, un puesto que se supone, es uno de los más codiciados en el mercado laboral y que de acuerdo a la información que se va desprendiendo gradualmente del relato, cualquier ejecutivo "mataría" por conseguirlo. Los aspirantes, capaces, ambiciosos y dispuestos a todo, son encerrados en un cuarto que tiene mucho de celda en una prisión de máxima seguridad, se les da un tiempo determinado y una corta lista de reglas para atenerse: no se puede salir de la habitación, está prohibido hablar con el examinador y la hoja (en blanco) que tiene cada uno de ellos candidatos no puede ser alterada. Pronto se dan cuenta que antes de la batalla final, van a tener que trabajar en conjunto para ir descifrando el mecanismo de selección para que solo quede un elegido. El relato se centra entonces en delinear las personalidades de cada uno de los participantes del perverso juego, donde rápidamente se van acentuando las diferencias entre los aspirantes y hasta dónde son capaces de colaborar entre sí o tomar el camino individual, confiados en su talento y claro, la magnitud de su ambición. Feroz crítica al mundo del trabajo al sistema capitalista, la opera prima del inglés Stuart Hazeldine llega a la cartelera Argentina cinco años después de su estreno, un thriller sin sorpresas aunque hay un inesperado e innecesario giro hacia la ciencia ficción, donde una acción adelanta a la otra que confirma lo que el espectador está esperando y la denuncia sobre lo inhumano del sistema termina siendo de una obviedad ramplona.
Casi una versión oscura y terrorífica de EL MÉTODO, esta cinta de tono claustrofobico parece cercana a otras gemas del subgénero como EL CUBO o EL EXPERIMENTO. Hay un buen manejo de la tensión, climas de opresión y un desenlace inquietante. Una experiencia fílmica cercana al ejercicio de estilo, a la puesta teatral, que aunque llega tardíamente a la cartelera cinematográfica (cinco años después de su estreno original) merece ser vista en pantalla grande.
Como en la obra de teatro y la película “El metodo grönhold”, aquí se trata de seleccionar brutalmente a un nuevo jefe. Más violencia explicita y la misma tensión y humillación.
Eran ocho indiecitos... Hay ocho postulantes para un puesto codiciado, encerrados en un ambiente único. Buen thriller, con intriga. No es una obra de teatro, pero podría serlo. Un ambiente único, diez personajes y una premisa enmarcada en la intriga constante. La trama de El examen se centra en ocho postulantes para un puesto en una empresa, que son reunidos en ese ambiente cerrado, con un guardia de seguridad incluido. Alguien les indica las reglas según las cuales, el que incumple uno, resulta expulsado. El que sale, pierde. El que habla al guardia, es eliminado. Y así. Tienen 80 minutos para responder “la pregunta”. Pero la pregunta no aparece escrita a simple vista en la hoja de papel que le entregan a cada uno. El examen pone a prueba la paciencia del espectador. No porque sea lenta, sino porque minuto a minuto los postulantes tratan de averiguar cuál es la bendita -a cierto momento, maldita- pregunta que deben responder para quedarse con el puesto. Coguionista de ésta, su opera prima -es de 2009-, Stuart Hazeldine esquematiza todo un poco al dar a cada postulante una característica: el blanco, el negro, la morocha, la rubia, el sordo, y así. Y lo que qeda claro de entrada es que sólo si cooperan entre sí -o tal vez, ni siquiera- podrán resolver el acertijo, aunque compitan entre sí, y se enfrenten, a veces con métodos innobles. El británico debe haber visto El método Grönholm, la obra teatral del catalán Jordi Galceran, donde eran cuatro y no ocho los postulantes. En la adaptación al cine de Marcelo Piñeyro (El método), al menos iban al baño. Aquí, ni eso. El misterio va más allá de la pregunta, ya que el espectador intuye que -tal vez sí, o tal vez, no- uno de los ocho no esté compitiendo por el puesto, e integre la empresa. Si nadie da puntada sin hilo, aquí también habrá quién ponga en riesgo su vida. Por algo es un thriller. Vaya uno a saber por qué El examen tardó tanto en llegar a los cines locales. Cinco años es una enormidad, pero la película no ha perdido vigencia. No parece teatro filmado, ni tampoco una idea sacada de un reality show, porque la intriga es lo que motoriza. Las vueltas de tuerca son bienvenidas.
PERMITIDO MACHETEARSE ¿Cuántos de nosotros habremos deseado, ya sea en el colegio o en la universidad, llegar al aula el día de una prueba y que el profesor nos diga: “Chicos, el examen va a ser a libro abierto. Hablen con quien quieran menos conmigo, saquen lo que se les cante y escriban sus respuestas en la hoja. Tienen tiempo hasta que suene el timbre del recreo”?. Pero claro, el docente no es ningún tonto. La inteligencia de cada uno será la que creará conclusiones que se verán plasmadas en ese papel buscando persuadir a quien tome la decisión de poner la nota final. ¿Pero qué pasa cuando ese examen no tiene consigna alguna y seguramente pueda definir tu futuro laboral? Aunque probablemente los que simpatizan con el género de suspenso ya la hayan descargado o visto online, las distribuidoras se animan a estrenar “El examen” en las salas argentinas tras casi 5 años de su estreno oficial en el Reino Unido. Este es el único valioso trabajo del londinense Stuart Hazeldine y se encuentra protagonizado por actores que aparecieron en algunos otros filmes destacados pero siempre cumpliendo un papel secundario, por lo tanto difícilmente los reconozcan. La historia encierra a ocho personas en un cuarto en el que compiten por un importante puesto de trabajo. Las reglas que se les dan son bastante simples: cero preguntas, nada de salir de la habitación y que no se les ocurra romper su hoja de examen, que a propósito está en blanco. Y aunque ninguno sabe cuál es la consigna, tienen 80 minutos para terminar el examen. Fuera de ello, pueden hacer lo que se les dé la gana. Este film posee una propuesta muy similar a la producción hispano-argentina “El Método” (2005), dirigida por Marcelo Piñeyro y protagonizada por Pablo Echarri, entre otros. En la misma, un grupo de ejecutivos que aspira a un puesto de suma responsabilidad es sometido al método Grönholm, una forma poca convencional de selección en la cual los candidatos son encerrados en un cuarto y sometidos a pruebas que los irán descartando. Por lo tanto, en líneas generales, el argumento es casi el mismo de la película en cuestión, salvo que en este caso las conductas son llevadas al extremo y no hay consigna alguna más que una pregunta que nadie conoce y la supervivencia del más fuerte. Al mismo tiempo, “El examen” cuenta con un tratamiento dramático y actoral bastante similar al de “Cube” (1997) de Vincenzo Natali, en la que seis personas se encuentran mágicamente encerradas en un laberinto de habitaciones cúbicas y, aunque sus personalidades son muy distintas, deberán ingeniárselas para escapar con vida. En ambos casos, los personajes cometen actos egoístas, le tienen miedo a su futuro y son capaces de cualquier cosa para alcanzar su objetivo en un ambiente aislado y claustrofóbico. En resumen, Hazeldine parece haberse macheteado de algunas otras obras para elaborar su propio resultado final. Tenemos una recomendada y entretenida película que sabe llevar el suspenso y conserva una alta tensión hasta el desenlace de su clímax. Sin embargo, el relato intenta mostrarse muy real pero la verdad es que todo lo que sucede en esos 80 minutos de competencia termina siendo muy exagerado y transgrede el plano de lo verídico, por lo que funciona mejor como una metáfora de supervivencia humana que como un drama auténtico. Está aprobada con lo justo.
“El examen” pone a prueba los nervios A pesar de no incluir hits como "El amor es mas fuerte" ni líneas de diálogos que nunca dejarán de estar vivas, "El método" es una de las mejores películas de Marcelo Piñeyro. Su adaptación de la obra de teatro de Jordi Galceran sobre un test kafkiano, en el que una empresa sueca enfrenta a varios candidatos por un puesto ejecutivo, funciona como una interesante variación paranoica-corporativa del clásico "Doce hombres en pugna", de Sidney Lumet. Y la secuencia final con Najwa Nimri recorriendo una calle desolada por una protesta la imagen se parece mucho a la icónica escena de Milla Jovovich atacada por zombies en la primera parte de "Resident Evil"- explica que todo el asunto estaba al borde de lo fantástico, al mejor estilo de "The Twilight Zone". Sin acreditar la obra de Galceran, sin dudas, "Exam" es una remake del film de Piñeyro que se ocupa de llevar el asunto a un terreno más claramente fantástico: los candidatos al puesto tienen 80 minutos para contestar una pregunta no formulada en ningún lado, si hablan con el ropero que tienen como anfitrión, o alguno de los guardias de seguridad, perdieron, y lo mismo se aplica a aquel que arruine de algún modo sus hojas de la prueba mas analógica y anticuada que futurista. Aunque en ese futuro ser parte de esa corporación implica tener acceso a las únicas medicinas que pueden curar todo tipo de plagas imaginables. Mientras "El método" apelaba mas al surrealismo estilo Berlanga, "El examen" va directo a la pesadilla distópica totalmente familiar para todo fan del género. De todos modos, no está nada mal, especialmente por las buenas actuaciones y la cuidadísima estética que aprovecha al máximo los minimos medios disponibles.
El juego del miedo Estrenada en el Festival de Ediburgo de… 2009, El examen merecía un lanzamiento por fuera del circuito cinematográfio. Esto dicho no necesariamente por sus problemas y lugares comunes, sino porque es en el mercado hogareño donde este tipo de producciones suelen encontrar su público. Basta recordar lo ocurrido años atrás con El cubo, de Vincenzo Natali. Como aquel film, Stuart Hazeldine comienza con un grupo de personas encerradas en una habitación. Pero estos, a diferencias de los otros, sí saben qué hacen ahí: son los elegidos para la etapa final en la carrera por un puesto en una poderosa empresa. Lo único que deben hacer es responder una pregunta. El tema es que ninguno sabe cuál es. Con algo de El experimento y cierta filiación con las primeras entregas de la saga de El juego del miedo, el film muestra las disquisiciones grupales para develar el misterio, al tiempo que sus integrantes irán abandonando el recinto en una jugada de Hazeldine demasiado calculada. Como toda la película. Así, mil y una vueltas de tuerca después, se sabrá que El examen se propone como un thriller psicólogo demasiado apegado a sus propias reglas.
Con cinco años de retraso finalmente llegó a la cartelera El exámen, un thriller independiente inglés dirigido por Stuart Hazeldine. Un artista que escribió varios guiones para películas de Hollywood que los grandes estudios luego desecharon. Hazeldine, quien no pegó una en los últimos años, fue autor de los primeros guiones de El Pago (John Woo), Crónicas mutantes, Cuenta Regresiva (Alex Proyas) y la remake de El día que paralizaron la Tierra, con Keanu Reeves. Su versión de esas historias nunca se llegaron a filmar. El exámen es un proyecto financiado por el propio director que presenta un propuesta de suspenso realizada con un reparto 10 actores desconocidos en un único escenario. El punto débil de este estreno es que remite demasiado a otras películas que se hicieron en el pasado como El cubo (Vincenzo Natali), la primera entrega de El juego del miedo, y El método, de Marcelo Piñeyro, que comparte una temática similar. En este caso ocho ejecutivos compiten por un trabajo importante en una prestigiosa compañía. Creo que esta película se disfruta bastante si uno acepta el juego que propone el director y deja pasar ciertas inverosimilitudes que tiene la trama. Cuesta bastante comprar por momentos que ocho talentosos ejecutivos, con grandes antecedentes profesionales y educativos, se comporten de la nada como un grupo de delincuentes desalmados. Ahora bien, si los protagonistas hubieran resuelto el conflicto en armonía y con respeto al prójimo esta película hubiera sido un bodrio. El director sostiene con su narración la tensión de la trama durante todo el relato y logra que uno se interese por saber quién se quedará finalmente con el condiciado trabajo. Desde la realización esta muy bien lograda la manera en que el Hazeldine conseguir convertir el exámen de la historia en una experiencia claustrofóbica. Otro punto a favor de esta producción. En el acto final el argumento tiene un giro extraño y la resolución no termina de convencer demasiado. Pese a todo, la ópera prima de Stuart Hazeldine logra con muy pocos recursos brindar un cuento entretenido.
El Examen, tensión y suspenso contenidos en una sola habitación con 8 desconocidos. Cinco años después de su estreno en algunos países, donde salio directamente en DVD, llega la inglesa El Examen. Ocho hombres en una habitación con una hoja en blanco cada uno para realizar la ultima prueba de una entrevista de trabajo. Tienen 80 minutos para descifrar la preguntar y responderla, pero solo uno puedo quedarse con el puesto. A medida que pasan los minutos la tensión aumenta entre los postulantes y terminan sacando lo peor de cada uno. No tiene grandes actuaciones, alguno que otro sobresale un poco, pero en general es floja de actuación. Lo que si tiene, y en una muy buena medida El Examen es el suspenso y la tensión entre los personajes. No sabemos nada de ellos y a medida que pasan los minutos vamos conociéndolos un poco mas. No es, de lo que conocemos del género, lo mejor, sin embargo funciona y no decae, como mínimo uno quiere saber quien saldrá, si es que alguien lo logra, victorioso de esta prueba.
Esta es la ópera prima del británico Stuart Hazeldine y se podría llevar al teatro. Algunos le encontrarán alguna similitud con otros films: “El experimento”, “El cubo”, “El método”, entre otras. Resulta un interesante thriller psicológico y es bastante atrayente, incluye una crítica al capitalismo y plantea: ¿que sos capaz de hacer por el poder?, además se puede observar la claustrofobia que sufren los protagonistas, situación que llegan a sentir los espectadores, todo altera: hasta el tic tac del reloj. Contiene mucho suspenso e intriga, tiene algunas sorpresas y una vuelta de tuerca. Algunos de los problemas que tiene radican en: su narración, explica algunas situaciones sin necesidad con datos que confunden y que llega cinco años más tarde.