Chauvinismo explícito/ despersonalización moderada. Recordemos la situación estándar de un burgués intelectualoide durante el menemismo, esa alimaña que se había tragado a un “enano fascista” de joven y se dedicaba a los tumbos a la crítica cinematográfica: por lo general atacaba a cualquier tanque hollywoodense, trataba de rescatar engendros indies, se mofaba de los simios vetustos de los grandes medios gráficos, y sufría de una inseguridad laboral que con el tiempo abarcó un espectro que fue desde un “buen pasar” en aquellos años de hipocresía social -una hipocresía diferente a la de hoy- hasta una miseria contemporánea parasitaria para con el Estado y/ o los medios virtuales (es decir, su periplo comenzó en distintas revistas grasas que se creían la versión de cabotaje de Cahiers du Cinéma hasta finalmente desembocar en un presente lastimoso en el que mendiga el “pan de la difusión” de maneras coloridas, cada vez más patéticas e hilarantes). ¿Cuál hubiese sido la reacción inmediata de este estimadísimo colega ante un film como El Sobreviviente (Lone Survivor, 2013)? De seguro hubiese escrito un dossier de muchísimas páginas con el fin de defender a otra de esas “propuestas menores” que esta fauna de palurdos consideraban que nadie defendía, típica ceguera del imbécil que no ve más allá de su propia nariz y que se piensa a sí mismo como una especie de antropólogo del devenir actual, como si todavía restasen lenguajes cinematográficos por descubrir. Ya dejando en su tumba a tales esperpentos y con el afán de adentrarnos en la película en cuestión, podemos afirmar que estamos ante un “modelo a escala” de La Caída del Halcón Negro (Black Hawk Down, 2001), aquel recordado convite de Ridley Scott, una obra maravillosa a nivel visual pero vomitiva en lo que hace a su dimensión ideológica, imperialismo mediante. El índice de fascismo de un film estadounidense puede establecerse con facilidad prestando atención a tres factores interrelacionados: debemos analizar la cantidad de muertes entre las fuerzas enemigas por cada militar yanqui que pasa a mejor vida, la duración concreta de los planos que registran ese instante de “eterno reposo”, y el número de ocasiones en que vemos flamear la simpática bandera norteamericana. En este sentido, esta historia de “otro” pelotón de combatientes -hoy en Afganistán, en 2005, y con la misión de asesinar a un líder talibán- no llega a los niveles demenciales de chauvinismo del opus del británico, sumado a que la infaltable despersonalización del adversario está un poco más apaciguada de lo que suele ser el promedio habitual del cine de acción. El correcto desempeño del cuarteto protagónico ayuda mucho (Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Emile Hirsch y Ben Foster). Por supuesto que el “mensaje” de la realización, sin lugar a dudas orientado a convalidar el accionar intervencionista de Estados Unidos alrededor del globo, es francamente nauseabundo porque está en función de una política de invasiones transoceánicas en pos de recursos económicos no renovables y destinada a justificar la existencia de una industria bélica gigantesca. Que Hollywood se asocie al gobierno central, de modo implícito o explícito (como en este caso), no es ninguna novedad y obedece a campañas de reclutamiento cíclicas. El Sobreviviente por suerte es más inteligente y va más allá del nacionalismo hueco: hablamos de una propuesta de derecha, por momentos mediocre y por momentos afable, que se aleja de todo fundamentalismo para ampliar el público potencial a través de una trama previsible aunque prolija, que incluye una tibia vuelta de tuerca final. Claramente el opus del actor/ director Peter Berg toma prestada la esplendorosa estética de la primera mitad de La Patrulla Infernal (Paths of Glory, 1957), pero obvia cualquier crítica a la jefatura de las Fuerzas Armadas, intentando reflotar aquel humanismo concienzudo mediante un desarrollo de personajes bastante torpe y “jugándosela” por esa clásica brutalidad formal kubrickiana, hoy aplicada a casi todo el metraje en un enfoque eficiente (debemos destacar en especial las dos escenas de los peñascos y la del helicóptero, ejemplos de remates certeros a secuencias de por sí dinámicas). Si bien es verdad que los logros esporádicos no llegan a tapar los baches ideológicos/ narrativos del principio y el desenlace, el film consigue lo que se propone: explotando el “tono moderado” de La Noche más Oscura (Zero Dark Thirty, 2012), homenajea a los diletantes de la violencia imperial…
Una banda de hermanos. En este bendito sector del continente americano nos encantan este tipo de películas. La utilización del verbo encantar no es casual ni caprichosa. Naturalmente tiene un sentido, o tal vez varios: social, político y dramático. Afecta susceptibilidades, altera valores y hace resurgir emociones y sentimientos que siempre están allí, a punto de emerger. Sólo falta esa chispa que haga encender la mecha para que la moral, la ética y la exageración de los nacionalismos y anti imperialismos aparezcan en cada discurso y texto. ¿Peter Berg pensó en elló? Inocente sabemos que no es. Conoce la fuerza de las industrias culturales. Pero creo que también busca distanciarse de la propaganda barata, clásica y repetitiva. Lone Survivor nos cuenta una historia más allá de la guerra. Rescata temas que salen de la órbita de este conflicto. Y no hace falta ser un historiador ni tampoco un ciudadano muy informado (o completamente desinformado) para que el Director logre que los efectos de esta película hagan ruido en el espíritu. Entonces hay básicamente dos opciones. La primera es ver la cinta sabiendo (o suponiendo) de antemano todo lo que te vas a encontrar, haciendo gala de tu conocimiento del cine “yankee” y creyendo que a esta altura ya nada te afecta ni sorprende. Por lo tanto los estereotipos aparecen con facilidad: los americanos son una verdadera fraternidad que luchan por un ideal y el enemigo es malvado y cruel, sin ningún tipo de misericordia, que busca inevitablemente su destrucción (o la del enemigo) como único e irrevocable destino; el inmenso y desgarrador dolor que se produce en las filas norteamericanas ante la pérdida de un compañero/ amigo/ hermano contra una simple baja más en el bando opuesto que no se llora ni lamenta. La bandera de USA flameando siempre, aunque a veces con sangre, contra un adversario que parece no tener nación ni ideal alguno, sólo quiere poder y matar. Si creés que la vida, o tus estudios, han desarrollado en vos la capacidad de identificar siempre con cierta facilidad estos ítems entonces la película no va a mover mucho en tu interior y rápidamente irá al olvido.
Si te gustan las historias bélicas basadas en hechos reales, no podés perderte El sobreviviente, una gran película sumamente efectiva y desgarradora. Como consejo, no te vayas apenas finaliza, ya que durante los títulos podrás ver fotografías de los protagonistas reales. El hábil y dinámico guión, repleto de acción y varias cuestiones morales, tiene una...
Cómo vivir la guerra en carne propia Basada en hechos reales, esta historia bélica cuenta los pormenores de la Operación Alas Rojas llevada a cabo en el 2005 y coloca al espectador en el centro de la acción, al punto de hacerle sentir la guerra en carne propia. La película de Peter Berg (Hancock y Battleship: Batalla Naval) sigue los pasos de cuatro miembros del equipo SEAl enviado a neutralizar a un líder talibán en una misión secreta en las montañas de Afganistán. Y hacia el lugar parten Marcus Luttrell (Mark Wahlberg), Michael Murphy (Taylor Kitsch), Danny Dietz (Emile Hirsch) y Matt Axelson (Ben Foster). Sin embargo, en su camino el grupo queda aislado y se ve obligado a tomar decisiones correctas en momentos de extrema violencia mientras está a merced de un enemigo implacable. El sobreviviente (Lone Survivor) es una película que crea climas de peligro constante a partir de las situaciones que enfrentan soldados incomunicados y, aunque se adivine el desenlace, el mérito pasa por las logradas escenas de acción y las decisiones éticas que deben tomar para seguir con vida. Sin dudas, el fuerte reside en los enfrentamientos (las balas, impactos y fracturas se ven y se sienten más realistas que nunca) y en la persecución constante que sufre el grupo reducido frente a una amenaza que se disemina y le cierra el camino a la supervivencia. Otra vez un relato bélico deja a los norteamericanos como los "salvadores del mundo", pero la trama da una vuelta interesante cuando el protagonista recibe una ayuda impensada. Sobre los creditos finales, se verán los rostros de los verdaderos protagonistas encarnados en la ficción por un solvente grupo de intérpretes, con Mark Wahlberg a la cabeza como el sufriente y heroico soldado.
Los muchachos también lloran Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Emile Hirsch y Ben Foster se disfrazan y juegan por casi cuarenta minutos de pura adrenalina, acción trepidante y exposición física a que son marines sofisticados y altamente preparados para soportar todo tipo de situación extrema en medio del conflicto bélico de Afganistán, donde gracias a los documentales valientes como Restrepo y Dirty wars –nominado al Oscar- se conocen las aberraciones que el ejército de la potencia más letal del planeta comete sobre poblaciones civiles, aldeas de pastores, bajo el pretexto de la lucha sin cuartel contra el terrorismo y el fundamentalismo talibán. Por eso, despojado de toda profundidad o manifiesto antibelicista, el director Peter Berg construye una historia de épica heroica a partir de los hechos verídicos que uno de los sobrevivientes, Marcus Luttrell, interpretado por Mark Wahlberg, recoge en sus memorias, en las cuales el director de Battleship (2012) despliega sus obsesiones y su particular modo de patrioterismo y chauvinismo insultantes. El comienzo de El sobreviviente condensa desde material de archivo sobre los duros entrenamientos de los Navy Seals, rostros de dolor y una incipiente muestra de sobre exposición de las cualidades heroicas de esos muchachos de pelo raso, las intenciones propagandísticas más allá de los méritos cinematográficos en la puesta en escena y en las secuencias de acción propiamente dichas. Al relato central que demora en poner al grupo de cuatro soldados, que tienen la misión de asesinar a un líder terrorista que se esconde entre los civiles, a expensas de la suerte en la montaña y a merced de un nutrido y feroz enemigo que los dobla varias veces en cantidad y poder de fuego lo atraviesa una forzada estrategia de empatía emocional para que el público sufra el destino trágico de estos héroes de carne y hueso que están allí para velar por la libertad de los sojuzgados campesinos causada por los despiadados y malvados talibanes. La acción no tarda en aparecer y la tensión cuando el pelotón pierde todo contacto con sus bases y debe sobrevivir día y noche en un terreno hostil, con escasas municiones, comida y un cartel de hombre muerto pegado en la frente si es que el rescate de los helicópteros Apaches no se concreta en la curva de tiempo estimada porque el enemigo no tiene piedad. Repiqueteo de balas zumbadoras, caídas libres desde alturas inimaginables y fracturas expuestas son los condimentos físicos que Peter Berg resalta en este entretenido pastiche pro militar al que le sobran por lo menos cuarenta minutos de metraje y drama insulso, así como las cataratas de patriotismo que exuda en cada plano hasta el último aliento de su protagonista y bajo la prédica extorsiva de los créditos finales con la foto de estos muchachos que también lloran.
Excesivo patriotismo El sobreviviente está basada en hechos reales. El film cuenta la historia bélica en relación a la Operación Alas Rojas llevada a cabo en el 2005; y sigue los pasos de cuatro miembros del equipo SEAl enviado a neutralizar a un líder talibán en una misión secreta en las montañas de Afganistán. Para concretar la operación, Marcus Luttrell (Mark Wahlberg), Michael Murphy (Taylor Kitsch), Danny Dietz (Emile Hirsch) y Matt Axelson (Ben Foster) parten hacia ese lugar. El conflicto comenzará cuando este grupo queda aislado de camino a Afganistán; y allí se verá obligado a tomar decisiones correctas en momentos de extrema violencia a la vez que está “a merced” del lobo feroz. La película de Peter Berg (Hancock y Battleship: Batalla Naval) crea climas de peligro constante, basados en a las situaciones que de incomunicación que se abordan a lo largo de toda la producción; y también, los debates éticos y morales que se les presetan a estos cuatro jóvenes. A lo largo de casi toda la cinta el mensaje que vemos venír es bastante conocido: los norteamericanos son los buenos de la película siempre, y los salvadores del mundo (en este caso con Mark Whalberg como líder), sin embargo, la trama tendrá un pequeño giro ya que en un momento clave de tensión, nuestro protagonista es ayudado por alguien que jamás tuvimos en cuenta. Con una duración un poco demasiado extendida, el film de Berg recurre a las balas zumbadoras, fracturas expuestas en primer plano y caídas estruendosas en este drama cuyo único peso real, es justamente estar basado en una historia verídica; porque la película en sí misma no genera demasiadas emociones en este drama cargado de patriotismo sin límites. Los méritos del film tienen que ver con los artificios artísticos y visuales que se despliegan, y si bien el ensable actoral protagónico cumple bien con su rol, no hay momentos extraordinarios actoralmente hablando que se destaquen; tal vez por esa necesidad de sobre-actuar el patriotismo que nos están vendiendo. Para los ansiosos por huir rápidamente de la sala de cine les recomienden que esperen, ya que sobre los creditos finales, se verán los rostros de los verdaderos protagonistas.
Llega a cartelera el nuevo trabajo de Peter Berg, drama bélico sobre una fallida misión de un grupo Navy Seal en tierras afganas allá por 2005.. Basada en un caso real y en el bestseller del único sobreviviente de la operación "Red Wings", Marcus Luttrell, esta fue una operación relámpago en la cual se buscaba matar o capturar a Ahmad Shah (lider talibán). Como dice el título de la cinta, lo que veremos será la odisea del protagonista para salir vivo de territorio hostil, una vez que su equipo falla en la delicada tarea. "El último sobreviviente" tiene tres momentos bien diferenciados, todos filmados con oficio. El primero, la presentación del espíritu marine, la naturaleza de su entrenamiento y su noción de hermandad para enfrentar al enemigo. El segundo, la operación en sí, donde cuatro de ellos (Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Emile Hirsch and Ben Foster) van por la cabeza de un criminal importante y no logran el objetivo, y el tercero, en el cual vemos cómo se produce el rescate del único de ellos que sale con vida del enfrentamiento. Hay que decir que, "Lone survivor" es más que políticamente correcta. Los buenos son los americanos, su respeto por los civiles locales (un grupo de pastores que están en la montaña, cerca de la aldea objetivo) los pone en peligro y el vínculo que tiene el equipo entre sí, es leal (aunque no acuerden cómo accionar) y vertical. Los talibanes están presentados como siempre, sanguinarios y traicioneros, dispuestos a aprovechar las ventajas del terreno (y cómo!) y su conducta se limita a lastimar, aterrorizar y matar campesinos y soldados. Me cuesta ver la realidad desde ese cristal tan simple. Desde esa paleta casi monocromática. Por eso creo que más allá de que el film sea intenso, esté rodado con eficacia, ese componente no debe ser dejado de lado a la hora del análisis. Hay una intención propagandística y de homenaje en esta cinta de Berg (al final verán fotos de los protagonistas reales y conocerán más de ellos) que la hace ideal para el mercado americano, pero árida para la salida internacional. Eric Bana tiene un secundario también (es el oficial mayor del grupo que no va a la operación y queda en base) pero no puede desplegar su habitual talento y sostiene desde fuera, sin mucha participación dramática. Si les gustó "Black Hawk Down" o similares, no pueden dejarla pasar. Es ideal para el tipo de público que sigue el suspenso de tipo bélico. Fue un hit en Estados Unidos (donde es raro que este tipo de producciones prenda) y tiene sus valores, es innegable. Entretiene y no defrauda, más allá de lo que nuestro corazoncito dice y siente (la realidad, nunca es tan simple).
El Súper-Nosotros El discurso estadounidense, en especial el más orientado a la versión militarista, suele construirse desde la descripción de un otro a quien temer, repudiar, odiar o incluso buscar cambiar. Pero suele ser más atendible e interesante cuando se aparta de esa concepción, vista en películas como La caída del halcón negro, Amenaza roja, Ataque a la Casa Blanca o Acto de valor, y se interesa por hilvanar un Nosotros, de carácter ideal e idealista. Un Súper-Nosotros, de base no sólo sociopolítica, sino incluso psicológica. El sobreviviente viene a representar de manera bastante cabal esta última visión edificación discursiva y lo hace con unos cuantos puntos de interés. Lo realiza tomando un suceso real, que fue la fallida misión para capturar o matar al notorio líder talibán Ahmad Shah, en junio de 2005, en la que cuatro SEAL’s, encabezados por un tal Marcus Luttrell (Mark Wahlberg) quedaron totalmente aislados, haciendo lo imposible para sobrevivir. El título del film (Lone survivor significa “Unico sobreviviente”, lo cual se emparenta de manera bastante adecuada con el título puesto por la distribuidora en Latinoamérica) ya es toda una declaración de principios, no sólo narrativa -porque anticipa lo que se viene- sino también estética y política. Al director Peter Berg, quien también escribió el guión, basado en el libro de Luttrell, apenas si le interesan los antagonistas en la medida que le permiten avanzar con el relato. En uno de sus films anteriores, El reino, la presencia de un Otro era uno de los ejes del conflicto, pero en El sobreviviente el foco es la historia de cuatro tipos tratando de volver a casa. Discípulo de Michael Mann como es -tengamos en cuenta que el realizador de Fuego contra fuego le produjo El reino y Hancock, además de darle un pequeño papel en Colateral-, su relato se sostiene primariamente en la descripción del profesionalismo de los cuatro soldados, con sus respectivos rituales, y el realismo de los tiroteos, donde el trabajo en el sonido y la fisicidad conseguida a partir de la concentración en las heridas que van acumulando los protagonistas, no sólo generan un impacto estético y formal, sino que promueven una inesperada empatía por parte del espectador De esta manera, cuando El sobreviviente apuesta a la simpleza de su historia, a lo más elemental del compañerismo, al otro tan cercano que se convierte en uno con uno mismo, triunfa con total tranquilidad. De hecho, llega a generar tal cercanía con lo que cuenta, que el espectador, aunque sea absolutamente anti-estadounidense, anti-imperio, anti-Bush o lo que sea, se olvida de que lo que se está narrando es una típica y brutal operación de las Fuerzas Armadas estadounidenses, que encima salió mal. A esto ayudan las presencias no sólo de Wahlberg, sino también de Ben Forster, Taylor Kitsch y Emile Hirsch, quienes encarnan a los otros tres protagonistas, porque a pesar de ser estrellas hollywoodenses consiguen transmitir esa sensación de que son seres comunes y corrientes inmersos en circunstancias extraordinarias, que deben apelar a su formación militar y posicionamiento grupal para seguir adelante. Por eso queda muy en evidencia lo innecesaria que es la bajada de línea ideológica, en especial a partir de la segunda mitad, sobre el accionar de los talibanes respecto a sus propios compatriotas y la necesidad de intervención por parte de la “Democracia” estadounidense. Ahí vuelve el típico delineamiento de una otredad superficial, que jamás es pensada a fondo, porque no hay en verdad un real interés por otorgarle entidad. Cuando El sobreviviente vuelve a ese Nosotros que se brinda por los demás, que no deja a sus compañeros atrás, a esa figura ideal que va a cualquier lado a luchar por nobles ideales, readquiere identidad. Una identidad cuestionable y con la que se puede estar en total desacuerdo, sí, pero compleja y digna, como los cuatro cuerpos sangrantes, rotos, moribundos de sus protagonistas.
Otra de valientes soldados en problemas Es difícil arriesgarlo con el diario del lunes –o del jueves, en este caso–, pero si El sobreviviente se hubiera realizado en el momento apropiado, se hablaría aquí de una película quizás no buena, pero sí al menos interesante, sintomática del estadio emocional de la sociedad que la concibe. Pero el opus siete de Peter Berg (con el directo a DVD El reino como principal antecedente en el cine de acción) llega con el 2014 ya instalado, convirtiéndose así en un film cargado de un espíritu ontológicamente caduco debido a la contingencia actual del mundo audiovisual y “real” circundante. Porque pasó mucho cine dispuesto a poner en perspectiva las causas y consecuencias de la patriada bélica en Irak y Afganistán (desde Redacted hasta La ciudad de las tinieblas, pasando por el díptico de Katryn Bigelow Vivir al límite y La noche más oscura) y, por sobre todo, porque la guerra contra el terrorismo iniciada después del 11 de septiembre ya no es aquello que supo ser hace ocho, nueve años atrás: un film cómodamente asentado en el maniqueísmo y la exaltación del espíritu sacrificado de los Seals deja resabio a poco y, fundamentalmente, a viejo. Lo anterior, no quita, sin embargo, que El sobreviviente funcione, al menos en sus mejores momentos, como una buena película de acción con un inusitado grado de fisicidad. Porque aquí los golpes duelen, y cómo. Pero para eso primero hay que soportar una larga secuencia inicial compuesta por filmaciones de entrenamientos reales, paradigmas de la camaradería y la autosuperación implicada en la pertenencia a la elite armada, además de la introducción personalizada de cada uno de los integrantes del grupo, cada cual más arquetípico que el anterior: el esposo devoto que llama a su casa, el novato dispuesto a todo con tal de empuñar la M-16, el superior a cargo copado pero responsable, etcétera. Ellos serán los encargados de llevar adelante una operación a priori sencilla: matar a uno de los tantos líderes talibán que pululan por el lugar. Líder talibán que es, por norma tácita, un ser despreciable y digno del escarnio yanqui, capaz de masacrar civiles sin prurito alguno. El asunto se complica, claro está, y más pronto que tarde ellos estarán perdidos y aislados en un paisaje inhóspitamente selvático y rocoso. El grupo vagando en un terreno desconocido, temeroso ante la certeza de un ataque, le permite a Berg crear una tensión por la latencia de lo que vendrá antes que por la aislación presente. Después, lo inevitable: el rodeo de los enemigos, la caída progresiva de los soldados con discursitos de despedida acordes, la aparición salvadora de un civil más bueno e incondicional que Lassie y la supervivencia del líder del equipo, interpretado por un Mark Wahlberg al que la comedia canchera le sienta demasiado bien como para andar tan serio y moralista por la pantalla.
Pecados de guerra Las buenas películas de guerra no son las que enfrentan a un bando contra otro. Esas, hoy por hoy, son simples videojuegos llevados a la pantalla. Los filmes de guerra plantean dilemas morales. Pueden ser en lucha cuerpo a cuerpo como en la original 300, o como Nacido para matar, de Kubrick, Rescatando al soldado Ryan, de Spielberg, o Pecados de guerra, la bastardeada primera película de horror real que hizo Brian De Palma. Con todas ellas El sobreviviente tiene un punto en común. Es la de provocar discusiones éticas, la de poner delante de la táctica el valor humano. La de preguntarle al espectador, a punta de pistola, si lo que hicieron los cuatro soldados en Afganistán estuvo o no correcto. Porque si en la vida las decisiones que uno toma pueden parecer fundamentales, pregúntenle a un combatiente si lo son en plena guerra. El sobreviviente se basa en un best seller cuyo título adelanta demasiado. Marcus Luttrell fue uno de los cuatro del minipelotón que participó como avanzada en la misión Alas rojas, que en 2005 los llevó a trepar una montaña, y avistar donde estaba el líder talibán Ahmad Shah para eliminarlo. Pero tres pastores se toparon con ellos. A partir de ahí, el cuarteto tuvo tres opciones. Ataban a los afganos indefensos, por lo que morirían de frío o devorados por los lobos y seguían con su misión; los soltaban y obligaban a descender, ellos ascendían e intentaban desde allí dispararle a Shah. La tercera era eliminar el peligro de cuajo. Matarlos. Los militares, más que democráticos, se rigen por una escala de mandos, y aquí alguien toma una decisión, errada o no. Eso es lo que plantea el filme al espectador. Porque por más que la bandera flamee al comienzo, llega un momento en que El sobreviviente deja el patrioterismo de lado, abandona lo propagandístico y se transforma en eso, un acto de supervivencia, que si atrapa es porque el director Peter Berg tiene bravura a la hora de filmar los constantes tiroteos entre 140 talibanes y los cuatro estadounidenses. Para llegar a ese momento, Berg se preocupó en mostrar la camaradería -como, desde otro punto de vista, Kubrick en la citada Nacido para matar- y no evade clisés. Tan cierto como que los guerreros extranjeros donde ponen el ojo ponen la bala, y los talibanes precisarán muchas más municiones para herir y terminar con los SEAL. Mark Wahlberg asumió el rol protagónico, y también la producción de la película. Que es violenta, tiene tensión. Y que, basada en un hecho real, parece de película.
Digno exponente de género Peter Berg (El reino, Hancock) consigue su mejor película hasta la fecha como guionista y director con esta precisa, implacable reconstrucción de una trágica misión real ocurrida en el marco de la intervención de los Estados Unidos en Afganistán: en junio de 2005, un equipo de operaciones especiales integrado por apenas cuatro soldados fue enviado a la región de Kunar con la misión de apresar o asesinar al líder talibán Ahmad Shah y a sus seguidores. Luego de una introducción plagada de clichés sobre los entrenamientos y la camaradería masculina en el cuartel, la película se concentra en el operativo, que a los pocos minutos se ve truncado por la presencia de pastores de ovejas en la montaña donde los militares estaban escondidos. Lo que sigue, por lo tanto, es una larga caza por parte de los 140 talibanes para atrapar a los cuatro estadounidenses, quienes lucharon no sólo en semejante inferioridad numérica sino también en condiciones físicas, geográficas y hasta tecnológicas (incomunicados por completo) casi imposibles, pero con un heroísmo digno de... una película de Hollywood. Lo que importa aquí no es tanto el desenlace (el título original y el de estreno local son en sí mismos un spoiler) sino la forma en que Berg -basándose en un libro de memorias del "sobreviviente" Marcus Luttrell- describe el accionar, la mística, la moral y los códigos de estos combatientes. En esa mirada quirúrgica, en esa descripción con impronta casi documental que recuerda al cine de la Kathryn Bigelow de Vivir al límite y La noche más oscura van surgiendo de la manera más inesperada los rasgos de personalidad de cada uno de los cuatro protagonistas, interpretados con convicción, visceralidad y compromiso tanto dramático como físico por Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Emile Hirsch y Ben Foster. Sí, hay algunos (pocos) excesos patrioteros, momentos inundados de música épica, y carteles y fotos reivindicatorias sobre el final, pero El sobreviviente es, sobre todo, un sólido film de guerra que utiliza muy bien las locaciones naturales de Nuevo México (que recrean las de Afganistán), un impecable trabajo de edición a cargo de Colby Parker Jr., de fotografía gentileza de Tobias Schliesser, y de sonido. Atributos técnicos y artísticos que se combinan para un muy digno exponente del cine de género.
Más psicópatas que héroes Parece que hace unos años hubo algo que se llamó Red Wings, una operación en Afganistán de los SEALS (fuerzas especiales de la Armada de los Estados Unidos), que tenía como misión asesinar a un líder "insurgente" que se escondía en lo profundo de la montaña en una aldea inaccesible. Cuatro hombres son depositados en una montaña para llevar a cabo el asesinato, pero antes de cumplir su cometido son descubiertos, por lo que la película de Peter Berg (Battleship, Hancock) protagonizada y además producida por Mark Wahlberg (el sobreviviente del título), se basa en la pelea entre los comandos y los "insurgentes" en la montaña, donde cómo no, además de la camaradería entre los muchachos, hubo un lugar para que dos culturas se encontraran para descubrir que no eran tan diferentes, si después de todo el enemigo en común son los talibanes. Hay películas que abordan el género bélico en las que el interés y los esfuerzos se orientan a que sus personajes, tanto los protagonistas como los secundarios, tengan un perfil bien definido, una vida previa que de alguna manera justifique o contextualice su accionar en condiciones adversas. Pero hay otras como El sobreviviente, que son pura superficie, violenta adrenalina que se asienta en la dinámica pornográfica de los cuerpos rotos, sangrantes, partidos, raspados, atravesados pero en pie, cuestión que la muerte les llegue por el peor de los tormentos –varias caídas libres en la montaña con sus consecuentes fracturas, balas, muchas balas atravesando todo el abanico posible de miembros–, si después de todo para eso fueron entrenados y esa es la actitud valiente con la que deben aceptar su destino en cualquiera de las guerritas de "baja intensidad" que el imperio sostiene en el mundo. Nada de profundidad, entonces, para un film concebido desde la acción, el belicismo crudo y duro y la búsqueda a través de la manipulación de la puesta, para lograr la empatía emocional del espectador con los psicópatas de la pantalla en plan de héroes.
Una guerra reciente con exceso de patriotismo Mark Wahlberg produce y protagoniza una película de guerra a la antigua, con el agregado moderno de que narra una misión fallida de comandos Navy Seals durante la invasión de Estados Unidos a Afganistán. La misión consiste en capturar a un malísimo jefe talibán, responsable de la muerte de 20 marines unos días antes, pero las cosas salen mal y los cuatro comandos terminan enfrentándose solos a todo un ejército. Basada en una historia real contada en un libro autobiográfico por el personaje de Wahlberg, la película se toma casi una hora antes de que empiece la acción. Eso sí, cuando empieza, no para nunca, ocupando prácticamente la hora restante de proyección. Las escenas de combate están muy bien filmadas, pero el ambiente de bosques montañosos en los que transcurre la acción no ayudan demasiado a darle un interés especial a las balaceras, evitando casi todo contacto cercano con el enemigo e insistiendo más que nada en el coraje de los protagonistas. Es decir, a diferencia de una película como "La caída del halcón negro" de Ridley Scott, en la que los marines quedaban atrapados en una ciudad dominada por los somalíes contra los que debían combatir, aquí la interaccion con los talibanes es más bien mínima. El director Peter Berg maneja muy bien la acción, pero en films fantásticos como "Hancock" podía darle más vida a los personajes, que aquí son bastante básicos, Como todo film basado en hechos verídicos recientes, el espectador por momentos podrá preguntarse hasta qué punto la historia que se cuenta es real y hasta qué punto todo el asunto puede estar influido por el tono patriótico derivado de una guerra reciente. En todo caso, la película está bien filmada, y acción no le falta.
En la mira hay un terrorista Está estupendamente filmada, tiene algunos minutos demás, pero revela pericia de cámara, buen análisis de los protagonistas. La novedad es la presentación de ciudadanos de la desierta zona que ofrecen refugio al herido y muestra el otro lado de una nación dividida. El filme se basa en el libro de Marcus Luttrell (un ex soldado, que se desempeñó en los llamado "Navy Seals", Grupo de Operaciones Especiales de la Marina de los Estados Unidos), en el que hace referencia a un episodio ocurrido en Afganistán durante el conflicto armado de 2005. En esa contienda bélica, Marcus Luttrell (Mark Wahlberg), Michael Murphy (Taylor Kitsch), Matt Axelson (Ben Foster) y Danny Dietz (Emile Hirsch) fueron asignados a la misión que tendría como objetivo la muerte del líder terrorista de la zona, Ahmnad Shah (Yousuf Azami), él que sobreviviría a la emboscada muriendo en otra de paquistaníes tres años después. Solo Marcus Luttrell queda vivo después de la emboscada tendida a los talibanes, siendo el joven soldado protegido por una tribu de la región. DURO ATAQUE La acción se centra en la quebrada de Sawtalo Sar, Afganistán, donde los soldados tratan de establecer contacto con fuerzas paralelas para solicitar ayuda ante una situación que se complica, pero tres de ellos son muertos mientras Luttrell queda con una serie de fracturas y es ayudado por agricultores pastunes. El relato encarado desde la primera persona, muestra el terrible ataque en que intervienen los soldados, sus conversaciones, a veces sin sonido por el traqueteo de las armas y la constante presencia ética de la moral de los participantes en la redada. LOS VALORES Valores como la cooperación entre compañeros, el heroísmo, la necesidad constante de tomar decisiones en la medida que son diezmados y arrinconados en las bajadas de la zona, forman parte de este drama bélico de inusitado realismo. Es así que la verosimilitud del episodio es filmado con naturalismo y lucimiento formal desde el punto de vista fotográfico y de cámara, enfatizando los valores de los soldados yanquis. Mas allá de la habitual propaganda de este tipo de relatos, la situación despierta empatía en el espectador, a partir de sus protagonistas. "El sobreviviente" está estupendamente filmada, tiene algunos minutos demás, pero revela pericia de cámara, buen análisis de los protagonistas. La novedad es la presentación de ciudadanos de la desierta zona que ofrecen refugio al herido y muestra el otro lado de una nación dividida. Muy bien Mark Wahlberg como Marcus Luttrell, el protagonista y sus compañeros. Los personajes reales en los que se inspiró el relato aparecen con los créditos finales.
Mark Wahlberg nos regala un trabajo excepcional como Marcus Luttrell el veterano de guerra que escribió la autobiografía en que se basa el filme. Una labor que no solo apela a lo físico sino también a la emoción más profunda y al dolor, dotando a su personaje de enorme credibilidad. No es la típica película de acción, es un enorme thriller de suspenso, una carrera contra reloj, cargada de adrenalina y momentos de enorme tensión. Una película intensa, que no da respiro. Una de las mejores exponentes de su género. Para disfrutar y aplaudir.
Una historia real contada por su protagonista, el único que pudo salir con vida, sobre una operación fallida en Afganistán. Es una de guerra contada con toda la tensión que implican las escenas de ataque pero también en un marco que aprueba y justifica las intervenciones norteamericanas sin ningún cuestionamiento.
"El Sobreviviente" es de las películas que hay que ver si te gustan las historias bélicas, y sobre todo, basada en hechos reales. Mark Wahlberg es uno de los actores más interesantes que tiene Hollywood, y en esta película demuestra porque acepta personajes tan diferentes, y porque es perfecto para ellos. El suspenso y la acción se juntan para hacer que la película sea super dinámica en su relato y vivas el minuto a minuto con mucha intriga. "El Sobreviviente" tuvo su nominación a los últimos premios de la Academia, por mejor sonido y mejor montaje de sonido. Ya sabes, una peli que lo vale. Anda al cine y disfrutala.
Luego de la bizarra Batalla naval, una cargada al cine de Michael Bay donde los jubilados de Pearl Harbor terminaban salvando al mundo de los extraterrestres, el director Peter Berg vuelve a los cines con un proyecto más serio que representa el mejor trabajo de su filmografía. El sobreviviente es una producción independiente de acción que Berg hizo con un presupuesto de 40 millones dólares, cuyo rodaje se concretó en apenas 40 días. Una historia que narra la fallida operación de los comandos SEAL para eliminar al líder talibán Ahmad Shah en el 2005. La película recrea estos hechos desde la visión del soldado Marcus Luttrell (interpretado por Mark Wahlberg), quien hizo conocido este tema con su libro "Lone survivor". El director presenta una narración similar a la que utilizó Ridley Scott en La caída del Halcón Negro, otro hecho real que tiene algunos puntos en común con esta historia. Es decir, en los primeros 15 minutos del film se muestra a los soldados distendidos mientras se preparan para la misión y luego se mete de lleno en la acción hasta el final. La diferencia es que la batalla de Mogadiscio fue una operación mucho más grande y la película de Scott tuvo un presupuesto tres veces mayor al de El sobreviviente. Lo mejor de este film y el motivo por el que lo recomiendo pasa por el trabajo de los actores y la realización de Peter Berg . El grupo que conformaron Wahlberg con Taylor Kitsch (John Carter), Emile Hirsch (Meteoro) y Ben Foster (quien por fin pegó un papel donde no hace de psicópata descontrolado) es excelente y tienen muy buenos momentos a lo largo de la trama. Esta es una de las pocas películas bélicas recientes donde se puede ver con realismo a los soldados shockeados por el estrés postraumático luego de haber entrado en combate. Hay una escena en particular donde los cuatro protagonistas están acorralados y empiezan a delirar cosas sin sentido, perturbados por el encuentro que tuvieron con las fuerzas de los talibanes, que retrata muy bien esta cuestión. Por otra parte, el trabajo de Berg en las secuencias de acción resultó soberbio. Durante más de una hora logra mantener la atención sobre los hechos con cuatro tipos tratando de escapar de sus enemigos. La manera en que se retrata la violencia brutal de los combates, sumado a la fotografía de Tobías Schliessler (clásico colaborador de este realizador) y los efectos de sonido lograron que dentro de este género, El sobreviviente se destaque por un gran trabajo en los aspectos técnicos y visuales. Me gustó mucho como el director desde su narración logra envolverte con suspenso en la experiencia del protagonista. Creo que ningún ser pensante puede esperar que esta producción repudie a los Estados Unidos por su rol de policía mundial que derivan en estas masacres sin sentido, para ambos bandos en conflicto, como las que se narra en esta historia. De todos modos, cabe destacar que los aspectos más melodramáticos y patrioteros de esta propuesta nunca llegan ser tan terribles y chocantes como otras producciones que se hicieron en los últimos años. En esta película me quedo con el gran trabajo que tiene en los aspectos técnicos, pese a ser una producción bélica de bajo presupuesto y las interpretaciones del reparto. Dos buenos motivos por los que vale la pena conocer este estreno. EL DATO LOCO: Ahmad Shah, el líder talibán al que supuestamente tenían que matar los soldados norteamericanos en la fallida misión Red Wings, tiene una historia que tranquilamente da para otra película aparte. Desde fines de los ´90 y hasta el 2001 peleó contra los talibanes y fue enemigo del grupo terrorista Al-Qaeda. Sin embargo después cambió de bando y teminó liderando a los hombres que solía combatir. Luego de los hechos que se narran en este film se convirtió en un héroe para los talibanes y fue felicitado por Osama bin Laden en una carta. En el 2008 murió en un tiroteo con la policía de Pakistán cuando se negó a revelar su identidad en un puesto de control en la localidad de Khyber Pakhtunkhwa.
“EL SOBREVIVIENTE”: LA REALIDAD MÁS BRUTAL Los Navy SEALS son una fuerza especial que forma parte de la Armada de los Estados Unidos y que tiene a cargo misiones de alto nivel de complejidad como la que tuvieron a cargo Marcus Luttrell (Mark Wahlberg) y sus tres compañeros (Michael Murphy, Matthew Axelson y Danny Dietz), que buscaban neutralizar o incluso – de ser necesario – eliminar a un agente talibán en territorio afgano. La película que dura aproximadamente 2 horas – apenas un minuto más – está dirigida por Peter Berg (director de Battleship y Hancock entre otras) y cuenta la historia de supervivencia de estos cuatro militares estadounidenses que, al principio sin haber sido descubiertos todavía, capturan a miembros de este grupo talibán a los cuales finalmente dejan ir luego de una difícil decisión sobre si deberían matarlos ya que no se encontraban batallando aún. Esta elección moral es lo que termina provocando la persecución sobre ellos de un grupo mayor, que se encuentra fuertemente armado y que se propone ni más ni menos que eliminar al enemigo a toda costa. Protagonizada también por Taylor Kitsch (John Carter), Emile Hirsch (Into the wild y MilkBen Foster (3:10 to Yuma y Contrabando) y Eric Bana (Troya y Star Trek), superior de los soldados que se encuentran en el frente. El largometraje cuenta una historia real basada en un best seller del diario The New York Times llamado Lone Survivor que el director logra convertir en algo más que una simple película de acción. Aislados y sin posibilidad de comunicarse, estos cuatro soldados luchan contra los talibanes y es Berg quien se encarga de retratarlos, a través de los planos que utiliza y de una buena ambientación musical de la zona bélica. En una muestra de lo brutal, devastadora, dolorosa e inverosímil que puede ser un enfrentamiento armado en esos territorios. Incluso para aquellos que están más preparados, llevando su capacidad física y preparación hasta el extremo para ponerlas a prueba. Mark Wahlberg es quien vuelve realista para la pantalla grande la historia real, haciendo de su personaje a un hombre preparado para matar y morir hasta que lo segundo se vuelve una posibilidad rotunda y casi inmediata ante la cual prima el instinto de supervivencia más allá del entrenamiento militar. Los intentos por seguir viviendo se vuelven lo más importante, sin importar que tan cerca pasen las balas, y lo que en un principio era una misión para eliminar a un peligroso agente talibán se vuelve, de la mano del director, en la búsqueda de un refugio que los salve y los transforme en sobrevivientes. Olvidando su posición dentro de los Navy SEALS y volviéndolos hombres comunes como cualquier otro, luchando por su vida.
OK, bien, el título de la última película de Peter Berg es terrible spoiler e incluso si está basada en hechos reales uno puede buscar en Google la historia en unos segundos, pero no quita la sorpresa que uno pueda llevarse en la sala al ver la historia de la Operación Red Wings en Afganistán en 2005, que salió terriblemente mal. Sí, se saca de encima ese estigma del nombre en los primeros minutos de la película y no habría que darle más vueltas al porqué del título, si total vamos a ver un film de acción con una fuerte impronta norteamericana. Berg, escapándole al gran fiasco que supuso su Battleship, llega afilado para contar esta historia de heroísmo en plena guerra, donde las decisiones en el campo de batalla tienen que ser rápidas y un cálculo pequeño puede significar no sólo la muerte de uno, sino de todos los compañeros bajo su mando. En un extraño caso del arte imitando a la vida real, que a su vez parecería imitar al arte, la historia real en la que se basa la película es de película, pero sucedió realmente. Infiltrados en territorio hostil, cuatro soldados se enfrentaron a un grupo demasiado elevado de talibanes, en vista a un dilema moral que no sabe distinguir entre bandos. Es innegable la puesta en escena que se trae consigo el realizador, dirigiendo escenas completas donde las balas no escasean y cada vez que golpean -madera, tierra, roca y carne- se sienten con fuerza. El apartado técnico es asombroso y hasta parece tan real que da escalofríos. Llega cierto momento en que no importa en la mente del espectador el costado propagandístico de la propuesta, sino el mero acto de la supervivencia, y en eso Lone Survivor destaca con creces en la carrera contrarreloj de estos desafortunados soldados. Entre tantos tiros y explosiones varias, el ritmo narrativo va y viene. Durante los primeros 45 minutos, el intento de generar un poco de dimensionalidad en los protagonistas se pierde bastante, así como también los momentos en los cuales se nota la intención de generar emoción a toda costa mostrando un compilado de imágenes de los verdaderos soldados caídos, problemas que dañan bastante el gran trabajo bélico que realiza Berg en terreno afgano. En resumidas cuentas, Lone Survivor es un logrado retrato de los azarosos avatares de la guerra, en donde destacan con fuerza las violentas escaramuzas entre facciones y donde la acción prevalece allí donde los alegatos políticos escasean.
Duros de matar Hay una cuestión retórica que puede llegar a importunar al espectador mientras mira El sobreviviente (Lone Survivor, 2013): ¿qué hacen estos cuatro marines norteamericanos en Afganistán? Son muchas las historias en las que la presencia de EEUU en Medio Oriente es un hecho tácito. Algunas lo cuestionan. Ésta no es una de ellas. Si no les remueve el estómago ver cómo nuestros héroes abrazan niñitos locales mientras matan “insurgentes”, adelante. Ellos son los soldados Murphy (Taylor Kitsch), Axelson (Ben Foster), Dietz (Emile Hirsch) y Luttrell (Mark Wahlberg), quien por si no queda claro por el trailer, el afiche, el título, el prólogo o el hecho de que es el productor de la película, es efectivamente el epónimo último sobreviviente. Basada en la Operación Red Wings, llevada a cabo a lo largo de la quijotesca guerra norteamericana contra el terror, la película trata sobre el tiroteo que se llevó a cabo entre marines y talibanes en la cima de una colina afgana, durante una misión de reconocimiento. Cuan factual es la historia es discutible, pero poco importa. La película sólo quiere causar un efecto: dolor. Y si una película ha de medir su valor por cuan fielmente cumple su acometido, ésta es valiosísima. Posee una atención pornográfica al dolor. Las esquirlas de metralla se entierran en la piel de nuestros protagonistas. Sus huesos se parten y protuberan en ángulos extraños. Sus cráneos se abren. Sus miembros desgarrados vierten sangre. Son baleados en los pies, las manos, el pecho, la espalda, la cabeza. Cómo tardan en morir. No menos de tres veces saltan al precipicio, rodando colina abajo, quebrándose huesos y vértebras y espinas contra las rocas mientras dejan manchas de sangre donde se golpean la cabeza. Todo se ve muy real. Felicitaciones a los departamentos de edición, sonido y maquillaje. La violencia no es un problema necesariamente. Hay mejores películas que esta, más violentas aún, basadas o no en hechos reales. Pero El sobreviviente es sobre eso y nada más. No aprendemos nada acerca de los personajes, excepto que aman a sus novias y el ejército les ha hermanado entre sí. No cambian ni se desarrollan, sólo mueren con mucho o muchísimo dolor, luego de aniquilar algo así como siete u ocho veces su propio número. El mensaje es “la lucha nunca termina”, y resuena en una escena en la que los muchachos debaten qué hacer con unos pastores con los que se han topado en la colina. ¿Son cautelosos y los matan, cosa de que no adviertan al enemigo de su presencia, o les dejan ir de acuerdo a las Normas de Intervención? Votan liberarlos, o no habría película. ¿A nadie se le ocurrió retenerlos y soltarlos una vez que estuvieran lejos? Criticaría al guión pero es lo que pasó.
Una película que llega a buen puerto y nada mas. Las películas sobre el conflicto en medio oriente estan en alza. Películas como Redacted, Zero Dark Thirty y The Hurt Locker son solo algunos de los ejemplos más recientes de esta tendencia. A estas se suma El Sobreviviente, un titulo que si bien trata de apegarse a la tradición dramática y emocional de aquellas películas, queda reducida a ser simplemente una película de acción, a pesar de que como tal es lograda. ¿Cómo esta en el papel? Basada en hechos reales, El Sobreviviente cuenta la historia de cuatro Navy Seals que tienen la misión de capturar y/o ejecutar a un líder talibán. Los problemas surgen cuando el área en donde se encuentra dicho objetivo no permite la comunicación radial con facilidad y los talibanes los descubren dando inicio a un extenso tiroteo que tiene emboscados a los cuatro Seals. Uno siente algo de lastima por el guion; es una película de acción muy lograda que mantiene la tensión y le genera interés al espectador por saber cómo va a terminar la historia, pero uno no puede evitar sentir que ese era apenas el gancho comercial y que los realizadores querían que destacáramos el drama interno de estos personajes. Pero esos momentos, aunque emocionales y dramáticos, se sienten algo forzados y nos cuentan cosas que ya sabíamos (por ejemplo, el riguroso entrenamiento de los Seals que ocupa toda la secuencia de títulos). Eso sí, destaco tres cosas: primero, la camaradería entre los cuatro Seals protagonistas; segundo, el hecho de que los hieren bastante y los golpean bastante (es más, quedan más hechos pelota por las caídas que sufren que por los balazos) mostrando un nivel de verosimilitud y conflicto poco habitual; tercero, que en oposición a muchas otras películas indefectiblemente pro-yanquis de estos últimos años, no meten a todos los afganos en la misma bolsa. ¿Cómo está en la pantalla? La buena química entre los cuatro protagonistas que había mencionado con anterioridad repercute en cuatro correctas actuaciones de Mark Wahlberg, Ben Foster, Taylor Kitsch y Lone SurvivorEmile Hirsch; las cuales alcanzan más credibilidad y comunión con el espectador mas en conjunto que separado (instancia donde destacan Foster y Kitsch). Eric Bana, en lo poco que aparece, logra entregar una buena actuación. El aspecto técnico está bastante bien también, fotografía decente, montaje paciente y una buena utilización de los efectos de sonido. No hay mucho más que contar. Conclusión El Sobreviviente es una buena película de acción, y cuando digo buena es que cumple su objetivo de entretener. Es una peli para ver con tus amigos en tu casa, disfrutando de una cerveza y una picada. Ahora si vale gastar 70 pesos en la entrada, eso es harina de otro costal.
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BALAZOS Y ALGO MAS Más que sobre la guerra es en el fondo una reflexión moral sobre el deber y las preguntas que plantea el matar y el morir. Está basada en el relato del único sobrevivientes de la misión fallida del 2005 “Operation Red Wing”. Cuatro miembros del equipo SEAL se ven en medio de una nefasta misión encubierta para neutralizar a un jerarca talibán de alto nivel en las montañas de Afganistán. Todo está listo para el ataque, pero sorpresivamente aparecen, en la montaña, tres pastores y sus cabras. El pequeño grupo queda aislado y debe tomar una extrema decisión: ¿qué hacemos con estos inocentes, se preguntan. Hay tres opciones: ¿los liberan y corren el riesgo que los delaten; los atan y los dejan abandonados o los matan? El resto es una sangrienta batalla frente a un centenar de talibanes. Está dirigida con pulso firme por Peter Berg. Hay una buena reconstrucción y firmes actuaciones. Y salvo el comienzo (postales estereotipadas de la vida en el cuartel) tiene fuerza, tensión dramática y potencia.
En la galería de los héroes Triunfar es una decisión consciente", dice el instructor a cargo del entrenamiento de los marines destinados a combatir en Afganistán. El concepto que alimenta todas las guerras de expansión territorial encuentra en la película de Peter Berg, El sobreviviente, varias paradojas. Basada en un hecho real, el equipo de élite protagoniza una misión de rutina que termina en tragedia.Berg logra reconstruir el asedio de los marines a la aldea en busca de un jefe talibán y las posteriores complicaciones, con un ritmo tenso, por momentos épico, moroso, mientras la cámara se pasea por las impotentes montañas. La película prepara al espectador para el ‘tiroteo', con gran despliegue y una alternancia eficaz entre la peligrosidad de la tarea, las dimensiones del escenario y el pequeño detalle en esa tierra de pastores.El comienzo planteado con el esquema de la supervivencia del más apto sostiene la empatía con los héroes, rodeados de un mundo hostil y de un odio imparable. Se da por sentado que el talibán debe morir. Ideológicamente la película funciona como propaganda política, supuesto que podría desatar un debate muy interesante y siempre vigente. En cuanto a la factura de la historia de Mark, El sobreviviente cuenta con un grupo de actores que se mimetizan con los soldados a quienes la película rinde homenaje. La Operación ‘Red Wing' fue pensada para el lucimiento de la patrulla bien pertrechada, hábil en tareas de infiltración, integrada por jóvenes deseosos de vivir la adrenalina de la guerra sin límites. El puñado de hombres es descripto con familiaridad, a través de diálogos que arman el perfil y temperamento de cada uno. El destino decidirá por todos y todo.Tal como expresó Berg, quiso mostrar un personaje vulnerable en medio de una situación violenta, para que el espectador sea ‘el quinto hombre' de la patrulla. Mark Wahlberg, en el rol de Marcus Luttrell, logra un rol protagónico que suma otra faceta a su filmografía. El actor entra en la galería de los héroes con un personaje destinado a calar hondo en el espíritu patriótico americano. En tanto, Berg arma un infierno con el diseño y edición de sonido, recrea el tiroteo en proximidad con armas potentes; dedica segundos a las caídas espectaculares por las piedras de la alta montaña, fotografía (excelente Tobias Schliessler) la muerte con escenas crudas, de modo que ilustra la máxima de los marines, ‘todo exceso es bueno'. Frente a la voluntad inquebrantable de triunfar, la realidad se muestra como una gran ironía. Los gestos humanos también aparecen de uno y otro lado de la frontera en escenas que Berg logra sin abandonar la tensión inicial. El demonio talibán somete a las aldeas y se cobra las traiciones. Sólo a los marines los espera un destino glorioso, ejemplar.La sombra de Vietnam cubre las montañas afganas y el cine viene a justificar una guerra más.
Basada en hechos reales, según se informa comenzada la proyección, instala allí nomás la tarea de dilucidar qué es lo real de los hechos que se relatan La apertura de la narración es un catalogo actual de lugares comunes en los que ha caído el cine de Hollywood más retrogrado en relación al patrioterismo mal entendido, es toda una catarata de excusas para mostrar cómo se va forjando el sentimiento de camaradería entre los soldados, aprovechando el aislamiento que se produce durante el entrenamiento. La historia se centra en cuatro miembros de los SEALS (elite de las armada yankee) como responsables de la misión llamada “Red Wings”, por lo que son los encargados de “asesinar” a Ahmad Shah (Yousuf Azami), un líder talibán que sin juicio alguno ya tiene sentencia. Estos compañeros son dejados en las colinas de Afganistán a la buena de Dios, o de su poder de fuego, Marcus Luttrell (Mark Wahlberg), Michael Murphy (Taylor Kitsch), Danny Dietz (Emile Hirsch) y Matt Axelson (Ben Foster). El filme esta basado en el libro escrito por Marcus Luttrell y como lo que menos propone es la intriga o el suspenso, se puede anunciar que Mark Wahlberg es asimismo uno de los productores. Ergo es el sobreviviente. Lo que le interesa a todos los responsables de esta producción es, primero, dejar muy claro la valentía de esos muchachos, en segundo lugar, la importancia de la camaradería, y tercero, que ellos, los yankees, son los garantes de la paz mundial. Cartón lleno. Claro que para ello utiliza más de 90 minutos de los 121 minutos de duración en atraparnos, a los espectadores, a base de violencia glamorosa, excitante. Ni bien comenzada la misión el grupo queda incomunicado con la base de operaciones en medio de las montañas a las que deberán subir, a una altura liberadora importante, o volver a la otra ladera del pico donde se encuentran. Por cuestiones del azar tropiezan con un grupo de cuidadores de ovejas, y el planteo moral que se les presenta es si se los deja ir, corriendo el riesgo que avisen a los talibanes de su presencia, o se los inmoviliza de alguna manera, matándolos o atándolos lo que sería casi lo mismo en una noche de heladas como se avecina. Dos a favor de una postura, dos de la otra. En la secuencia siguiente los cuatro son perseguidos por cientos, miles, de talibanes malos, muy malos, que los quieren matar a ellos, pobrecitos, que no habían hecho nada hasta ese momento, salvo estar en un lugar al que nadie los invitó, haciendo cosas que nadie les pidió. Pero como es una producción de guerra, y en cuanto al género cumple, esta muy bien filmada, con una muy buena fotografía, música cuando la imagen lo requiere de manera empática, montaje de cortes rápidos como marca el libro de las realizaciones de acción, actuaciones más que convincentes, y los muy bellos escenarios naturales que pasan a jugar por momentos como si fuese otro personaje antagonista en la mayor parte de las escenas. El diseño estético establecido redundará para que casi podamos sentir el nivel de dolor que soportarán personaje, guardando para el final una joyita, casi del orden de lo inverosímil, una manipulación desleal del espectador que se podría denominar como un golpe de efecto sobre el discurso, o golpe bajo, certificando parte de la veracidad del relato en las imágenes durante los créditos. Lo real de los hechos es que hubo una misión, hay un sobreviviente, hay alguna verdad en el desenlace, hay un libro autobiográfico, y un relleno a gusto del consumidor, y éste ¿se lo traga o no?
Código de honor Otra historia basada en eventos reales, dirigida por Peter Berg y con un título que spoilea bastante. El sobreviviente encontró su lugar en los Oscar al haber sido nominada en las categorías de Mejor Sonido y montaje del mismo. Buen producto, filmado acertadamente para generar en el espectador sensaciones variadas y con la particularidad de poseer a Mark Wahlberg en el protagónico. Lone survivor narra las memorias de Marcus Luttrell (Wahlberg). En ellas se desmenuza aquella odisea vivida por nuestro personaje principal junto a sus tres compañeros durante 2005 en Afganistán. La misión: finiquitar a un líder terrorista. Las cosas se ponen más complicadas de lo previsto cuando se topan con un importante grupo de talibanes armados. La película encuentra, en sus dos horas de duración, la forma adecuada de fragmentar las situaciones de modo tal que existan instancias de índole bélica, con acción y una buena dosis de tiroteos, y también momentos en los que el recurso a lo dramático no suene forzado. De eso se trata: más allá de acarrear, acercándose a la mitad, escenas de disparos y enfrentamientos, El sobreviviente no es particularmente una cinta neta y exclusivamente de fogonazos. La cámara se mueve y temblequea a la par del pulso de quienes se ven involucrados en la encomienda; asimismo recurre a primeros planos para reflejar las expresiones de los rostros. Impotencia, angustia, desesperación y valentía se entremezclan a medida que los sucesos se acontecen. Pese a partir de un episodio que sucedió realmente, cuando un film está bien contado el observador agradece, porque aunque sepa lo que va a ocurrir o conozca el final de antemano, si las secuencias lo trasladan a diversos estados que lo movilicen, todo suena más convincente y, por qué no, sorpresivo. Mucho de esto arrastra la proyección que dirige Berg. La narración se toma su tiempo para entrar en zona de enlace, pero una vez que ingresa, lo que muestra es más que satisfactorio. Desgarradora, cruda, con unas cuantas heridas que se explicitan para conectar al espectador con el grado de importancia de los acontecimientos, la obra cinematográfica deja un espacio, también, para plantear cuestiones éticas, morales y hasta de solidaridad. Efectiva, con un patriotismo esta vez menos exagerado que en historias similares, Lone survivor, lejos de trascender, cumple con creces. LO MEJOR: bien narrada y filmada. La interpretación de Wahlberg, sobre todo hacia el final. No se limita sólo a los eventos que tengan que ver con la guerra y al desparrame de municiones. Lo que se expone en los créditos finales. LO PEOR: tarda un poco en enlazar al público. Se puede contar en menor cantidad de metraje. PUNTAJE: 7
El amor a la guerra En El Sobreviviente (Lone Survivor) hay dos grupos claros de personajes. Unos están forjados en el dolor físico y de ese estado extremo de sufrimiento renacen como superhombres. Cuando éstos mueren, la cámara se detiene en los detalles de su carne desgarrada por las balas, su sangre se derrama en cámara lenta y el sol los ilumina bendiciéndolos mientras mueren, casi siempre erguidos. Tienen hermosas familias y planes a futuro. La cámara es benigna con ellos y en el detalle mórbido de su exhalación final los vuelve inmortales. El segundo grupo está constituido por hombres que, en cambio, parecen nacidos de la traición. Este conjunto siempre supera al menos 10 a 1 en número al primero y parece no tener pasado o futuro. La vida, siempre injusta, parece perdonarlos. La muerte, en cambio, es cruel con ellos. En la mayor parte del metraje estos hombres son vistos a través de lentes de distancia (miras de rifles, binoculares y otros artefactos militares similares) y la forma en que el film elige para mostrarnos su muerte es desapareciendo de esas miras envueltos en el spray rojo que sale de sus cabezas. Un golpe sordo los hace desplomarse saliendo de cuadro. Una muerte limpia, tanto que parece deshonrosa al lado de las del primer grupo. En este caso y como es de esperar, el primer grupo es el de los SEALs estadounidenses y el segundo es el de los Talibanes. Sin embargo, el problema con la cinta no radica en un exceso de patriotismo por parte de Peter Berg, su director, sino en la manera en que glorifica la guerra como practica sacrificial necesaria para la consagración de los héroes. En cada plano y diálogo se lee una idea de virtud, hombría o incluso areté que parece desbordar de los cuerpos de los soldados estadounidenses. Las charlas cotidianas giran en torno a personas o situaciones que están a miles de kilómetros del campo de batalla. Ese fuera de campo idílico que se trae, lejos de humanizar a los personajes, los vuelve estereotípicos. Ésa es precisamente la idea del director. El Sobreviviente está construida con héroes unidimensionales, de esos que actúan siguiendo un destino impuesto y siempre son fieles a lo que se espera de ellos sin cuestionarlo. Una formalidad completamente efectista desde la cámara, el montaje y el sonido sirven como marco para que Peter Berg exponga su deificación de la guerra. Sobre el final y luego de una apropiada edición con fotos de todos los soldados muertos en la operación “Red Wing”, se nos expone someramente el significado del código de honor Pastún. De esta manera el director se asegura de ampliar culturalmente su postura y de establecer en la antigüedad de dichas normas (2.000 años) un ideal casi nostálgico. En su momento, películas como Taxi Driver y Apocalypse Now eran punto de partida para un cine impulsado por jóvenes que estaban inconformes con lo sucedido en Vietnam. Esas posturas todavía no encontraron un lugar de relevancia en el actual cine de Hollywood. El Sobreviviente pertenece, en cambio, al grupo de títulos que conmemoran las historias de jóvenes que murieron haciendo lo que creían correcto y funcionando, al mismo tiempo, como carnada para que otro grupo de muchachos vaya a combatir buscando esa promesa de posteridad y permitiendo de esta manera que la rueda siga girando.
Una de talibanes El sobreviviente es la descripción detallada, casi morbosa, del fracaso de la operación Alas Rojas durante la invasión norteamericana a Afganistán en 2005. Escrita y dirigida por Peter Berg (Hancock), la película adapta las memorias de Marcus Luttrell, uno de los cuatro marines que apenas cuenta el cuento y que encarna Mark Wahlberg para la pantalla. Es cierto que la producción de films sobre la incursión norteamericana en territorio árabe parecía un capítulo acabado, aparte de fallido, pero El sobreviviente resulta algo más, un film que empieza con síntomas de patriotismo y se desarrolla de manera ambigua, como un improbable western de Kathryn Bigelow con talibanes haciendo el papel de indios, hasta un final inesperado, vagamente humanista, con aires a Babel de González Iñárritu. Berg, un joven experimentado de Hollywood, muestra su oficio en escenas de acción que, para bien o mal, justifican la existencia de este film, como la obligada retirada de marines cayendo estilo jackasses por una ladera rocosa o el progresivo deterioro de uno de los soldados hasta su fusilamiento, mostrado con un sadismo que dejaría celoso a Mel Gibson. El involucramiento en la producción de Wahlberg (cuyo criterio para elegir material suele ser atinado) en parte explica lo distinto de esta cinta, con su balance entre narración, drama y la inescapable cuota de heroísmo que el tema requiere.
Atrapados sin salida Basada en una historia real acaecida en 2005, la operación "Red Wing", donde cuatro miembros del equipo SEAL se ven en medio de una misión imposible en las montañas de Afganistán buscando capturar a un líder talibán, y que deberán enfrentarse a una encerrona donde un ciento de guerrilleros los acosarán, es obvio que su titulo impuesto en estos lares denuncia una suerte de "spoiler", es decir se adelanta a cual sera el resultado de esta contienda que sin dudas el director Peter Berg supo narrar y dotarla de acción y extrema tensión cinematográfica, y que con un protagonista como Mark Wahlberg cierra sola. Ejemplo de cine bélico montado con la pericia necesaria que debe tener este tipo de producto, que reúne acción y suspenso necesario, como así tambien alguno que otro momento de dureza realista. Película digna dentro del género bélico y que sus amantes estarán de parabienes con esta muestra de correcto filme en su propuesta, por que en cuanto a lo político se sabe que las intervenciones ajenas de Usa esas si son incorrectas. En muchos aspectos se emparenta con aquella joyita de igual género: La Bestia de la Guerra (The beast, 1988, Kevin Reynolds).
Superficies Intentar hablar de originalidad pura en relación al cine de hoy –o al arte en general- sería no sólo un sinsentido sino además un engaño. Pero parte del concepto de lo original viene del de origen, y origen es comienzo, nacer, levantarse, o elevarse desde una superficie. Entonces, el origen es también la tierra, el suelo o ese lugar donde los protagonistas de El sobreviviente atraviesan toda la película, desde las primeras imágenes de soldados siendo arrastrados por las olas hasta el último sobreviviente postrado y gravemente herido esperando por su rescate. Sin embargo, nada más lejos de lo naciente o de lo nuevo que el film de Peter Berg, que se erige sobre una base de fórmulas repetidas, acaso sin considerar que no es posible la completa originalidad pero sí un cierto reordenamiento de esa base, un volver a edificar ciertos rincones del gran mundo que constituye cada género. El contexto de la guerra entre Estados Unidos y Afganistán, Marcus Lutrell (Mark Wahlberg) y su equipo son enviados en una misión para capturar al líder talibán Ahmad Shah, pero varios hechos imprevistos complican a los cuatro hombres, que intentarán unirse y sobrevivir hasta el final. En el marco de ese hecho histórico específico, El sobreviviente echa mano de diversos clichés con los que no sólo delinea la estructura y los personajes, sus sueños y aspiraciones, sino también los diálogos o la música. En algún punto, es como si la película de Berg confiara en la automática verosimilitud del artificio y, curiosamente, eso es lo que constituye su mínima marca propia. El uso del montaje en las escenas de tiroteo, por ejemplo, torna dudoso el enfrentamiento entre los enemigos: la falta de referencias hace que los planos funcionen independientemente, tal como si los tiros fuesen a parar al vacío. Algo similar ocurre con la escena en la que los personajes caen por una pendiente y que Berg filma en cámara lenta, descomponiendo la caída en los diversos choques, dilatando la acción y aumentando los sonidos de quebraduras y golpes. A fuerza de no encontrar lo propio en los diálogos, la música o en los protagonistas y sus vínculos, la esencia de El sobreviviente se encuentra a sí misma en los tiros –debe ser uno de los films con más balas y, sobre todo, con más baleados– y en los golpes, como si el alma de la película pudiese aflorar desde heridas en la piel.
Nunca fuera de combate La “épica colonial” es todo un tema desde el punto de vista ideológico: nos referimos a la exaltación del coraje de soldados que pelean lejos de las fronteras de su país, defendiendo intereses que varían en cada ocasión (tanto los dichos como los ocultos) pero que invariablemente pasan en algún momento por la ocupación de territorios ajenos. Los ingleses tienen una larga historia de épicas coloniales, con ocupantes civiles y militares que se enamoraban del exotismo de los paisajes, de la belleza de sus mujeres, de lenguas extrañas. Los franceses alcanzaron un punto álgido en lo que refiere a “espíritu de cuerpo” (la lealtad al regimiento y los compañeros) con la Legión Extranjera (en la que ni siquiera hay franceses). Los estadounidenses tuvieron su momento de gloria en la Segunda Guerra, donde sus fuerzas armadas (que hace casi dos siglos que no pelean en suelo patrio) estaban saliendo a defender a aliados europeos. Pero mientras ingleses y franceses (y romanos, y españoles, y siguen imperios) tenían ese compromiso con la empresa colonial, los “americanos” (quizás porque como dice Toni Negri no son un imperio, a lo sumo la policía de un imperio global) se han pasado los últimos años entrando en países que su ciudadanía no sabría marcar en el mapa, donde se hablan idiomas cuyos soldados desconocen. Queda entonces el “espíritu de cuerpo”. Y así nos abre Peter Berg “El sobreviviente”: con imágenes documentales del durísimo entrenamiento de los Navy SEALs, el cuerpo de operaciones especiales todoterreno (“Sea, Air, Land”) de la Marina estadounidense. Ahogamiento, congelamiento, desgaste físico extremo y demás sufrimientos son parte de la rutina en la que vemos cómo el tocar la campana y dejar el casco es la forma de rendirse, y será otro toque de campana el que celebrará a los graduados. Operación condenada Pero la historia remite a un episodio real: la operación Red Wings, que incluía el despliegue inicial de cuatro SEALs en las montañas afganas en busca de Shah, un caudillo talibán, y su segundo, Taraq (muy malos los dos, incluso con la población), apoyados por equipos que podían desplegarse por aire en instantes (unos Marines bastante lejos del mar, en semejante sequedad). Los sujetos buscados son detectados, pero todo empieza a salir mal: mientras las comunicaciones comienzan a fallar, el primer equipo se tropieza (literalmente) con unos pastores de cabras: un niño, un joven y un anciano. Discuten si matarlos o soltarlos, y el buen corazón o la necesidad de mantener la reputación hace que triunfe la opción de liberarlos. Con tal mala suerte que le erran los cálculos y los pastores avisan a los talibanes, que salen en persecución de los soldados. Buena parte del metraje se dedicará a la refriega en sí misma, entre la violencia de la balacera y el descenso de la montaña a los tumbos, logrando que al espectador le duela cada balazo y cada golpe contra una piedra filosa. Ya desde el título el espectador se estará imaginando que uno solo se salvó del equipo inicial (el título en inglés, “Lone Survivor”, es más explícito): se trata de Marcus Luttrell, el que junto a Patrick Robinson escribió el libro autobiográfico sobre el que se basó el guión de Berg y, consultor del filme, quien se dedicó a ensalzar la memoria de sus hermanos de armas: Michael Murphy, Danny Dietz y Matt “Axe” Axelson. También es muy ingenioso el guión a la hora de construir como personajes al teniente comandante Erik Kristensen y el suboficial Shane Patton, lo que se explicará en sucesos posteriores. Pero la papita que faltaba para la corrección política del filme es el vínculo establecido entre Luttrell y unos aldeanos pashtunes que lo defienden, según se dice, siguiendo un milenario código de hospitalidad. Ahí se parten las aguas: no solamente que “no todos los afganos son talibanes”, sino que ni siquiera todos los pashtunes (recordemos que la Alianza del Norte estaba motorizada por tayikos y kazajos). Entonces la ecuación es perfecta: es por estos tipos bonachones que hay que estar ahí y cargarse caudillos y señores de la guerra. Las caras de la guerra El retrato de la guerra moderna (tecnificados y entrenados versus milicianos mal armados) está muy bien logrado, al igual que la narración de la batalla, incluso a nivel sinestésico, sensorial, desde la fotografía a las coreografiadas caídas. En lo actoral se apoya en el siempre justo trabajo de Mark Wahlberg (Luttrell), acompañado por Taylor Kitsch (Murphy), Emile Hirsch (Dietz), Ben Foster (Axelson), Ali Suliman (Gulab, el aldeano que trabará relación con Luttrell), Alexander Ludwig (el novato Shane Patton) y Eric Bana (Kristensen). El toque tierno lo pondrá el niño Rohan Chand como hijo de Gulab (algunos lo recordarán como Issa, el hijo de Abu Nazir en la serie “Homeland”). Como ya dijimos, ideológicamente es un filme complejo, porque más allá de la exaltación de la “hermandad en armas”, desnuda el desbande militar de las últimas campañas, e incluso es probable que haga pensar a algunos estadounidenses sobre la necesidad de mandar sus hijos a morir allá lejos.
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Un grupo de marines tiene por misión neutralizar una célula talibán en Afganistán. Fracasan, son emboscados, van muriendo uno a uno. A la película, dado el tema, no le falta el costado patriótico ni el elogio (en sus propios términos) de la fraternidad militar. Pero el tema es otro y, una vez que dejamos de lado los prejuicios al respecto, podemos enfrentarnos al asunto: el miedo. Son tipos asustados, desesperados, que están mirando una muerte horrible y demasiado posible a la cara, sin demasiadas posibilidades. El film maneja esta tensión y, sin explicarlo de modo explícito, transmite ese miedo con la inmediatez y la portencia de la épica. Las secuencias de acción -una de ellas en particular, especialmente climática- están entre lo más fuerte que ha realizado el cine estadounidense en los últimos años. Si es un film de aventuras bélicas en cierto sentido, su verdadero aire y espíritu es el de la tragedia. El costado político podría ser criticable si la película no tuviera también una componente universal.
"...La película toma un poco como el espíritu de Rescatando al Soldado Ryan, en el sentido de que pasa por el lado de la emoción de la batalla, lo que pasa en el minuto a minuto, y no tanto de hacer una historia con trama..." Escuchá la crítica radial completa en el reproductor (hacé click en el link).
Gajes de un oficio difícil. Uno podría caer rápidamente en la tentación de decir que Lone Survivor es apenas otro filme-propaganda que busca sobresaltar el heroísmo de los soldados estadounidenses, pero la película es mucho más que eso. Es cierto que rescata lo mejor de las fuerzas armadas norteamericanas, pero lo hace de forma artística y seria, sin incurrir en cursilerías y evitando recetas harto conocidas. Lone Survivor está basada en una historia verídica, lo que le aporta una gran intensidad a la propuesta. Los protagonistas están inspirados en soldados verdaderos y las situaciones de conflicto también. No se trata de un comando de Rambos, sino de seres humanos con preocupaciones y ambiciones, como cualquiera de nosotros, cuyo trabajo es verdaderamente particular. La película muestra con realismo la rutina laboral de personas que arriesgan sus vidas para ganarse el pan, y funciona, gracias a un muy buen despliegue narrativo que acierta en la presentación de los personajes, sin apresurar los tiempos. Los tiros llegan más tarde, pero para quedarse. A partir del primer disparo, Lone Survivor se convierte es un espiral de acción y vértigo que no se detiene hasta arribado el final. Quienes recuerden Black Hawk Down, encontrarán en esta propuesta grandes similitudes, sobre todo por el crudo realismo de sus imágenes. Ésta no es una película de guerra en la que los protagonistas esquivan balas, sino todo lo contrario, y su director ha realizado un excelente trabajo de fotografía para encauzar la historia a través de secuencias visuales magníficamente logradas. Lone Survivor es un acierto en el género, gracias a su reparto y a una dirección impecable que ha sabido orquestar lo narrativo y lo técnico, rescatando la humanidad de los protagonistas, pero sin atenuar su capacidad de entretener a una audiencia ávida de acción.