Las mesalinas proxenetas Podemos estar en el Siglo XXI pero hay cosas que parecen no cambiar nunca, una sin duda es la reacción social que suelen provocar el sexo, su comercio y la carne al descubierto: en este nuevo milenio todavía hay que soportar primero a los “progres” ultra infradotados que relacionan a la prostitución con la trata de blancas, como si la mafia siempre estuviese involucrada y no existieran los cuentapropistas del sudor que se volcaron al rubro por esto o aquello, y segundo a los fascistas, frígidos e hipócritas que condenan de por sí al sexo como si el “trabajo tradicional” fuese mejor, más aun en una época como la contemporánea en la que ya está ampliamente aceptado que la verdadera dignidad humana nace del conjunto de actividades/ intereses que se encuentran en los márgenes de la vida laboral, esa de vender productos o servicios -como el sexo, de hecho- en el horrendo mercado capitalista estándar. Dentro de este panorama, y teniendo presente que la industria cultural tiende a hacerse eco de la mojigatería evitando el tema o a veces banalizándolo desde la superficialidad, lo cierto es que Estafadoras de Wall Street (Hustlers, 2019) resulta una grata sorpresa ya que hablamos de una película que le habla con franqueza al espectador con vistas a retratar el mundo de las strippers sin romantizaciones o simplificaciones narrativas y con muchos cuerpos brillosos que esconden debajo a mujeres reales con problemas e identidades de la más variada naturaleza: basado en un artículo de 2015 de Jessica Pressler, The Hustlers at Scores, que fue publicado en la revista New York, el film narra el caso real de un conjunto de bailarinas que se dedicaron a drogar y a robar a oligarcas de los ecosistemas financiero y empresarial, encabezadas por Destiny (Constance Wu) y la bella Ramona (Jennifer López). Si bien la realización a priori pareciera ser una típica heist movie del enclave mainstream, aunque con insólitos toques de fábula social a lo Charles Dickens, debido a que hace mucho énfasis en la capacidad de reinvención individual luego de la crisis financiera de 2008, esa que deja a las mujeres casi sin trabajo y al borde de la prostitución hecha y derecha para mantener a sus hijos, por suerte la propuesta en sí es mucho más que sólo eso gracias a que incluye un desarrollo de personajes muy sensato, digno de las mejores comedias dramáticas y de aquellas comedias negras de antaño que tenían su corazoncito puesto en el género policial, estableciendo una especie de “contraste complementario” entre la joven Destiny y la veterana Ramona, con la primera sintiendo resquemores ante algunos casos de “pobres diablos” desvalijados (como los drogan con ketamina y MDMA siempre se corre el riesgo de que alguno caiga muerto, amén de que no todos merecen en serio semejante tratamiento) y con la segunda mostrándose más calculadora y maquiavélica (Ramona es algo así como la mentora de Destiny, tanto en lo que respecta al baile del caño/ pole dance como en lo que atañe a todo este ardid que devino con la debacle en el estrato económico en el cual ellas se especializan, el de los clientes de mayor poder adquisitivo, plagado de hombres soberbios y egoístas que se piensan que pueden obtener lo que quieren con los dólares en sus bolsillos). La directora y guionista Lorene Scafaria no descubre nada nuevo aunque alcanza una eficacia envidiable, apuntalada sobre todo en las excelentes interpretaciones de Wu y una J.Lo de 50 años que aquí desparrama presencia escénica y sensualidad a un nivel pocas veces visto en sus trabajos previos para la pantalla grande, decididamente ofreciendo el mejor desempeño de su carrera a la fecha. La realizadora, asimismo, no se contiene en materia de desnudos de las actrices secundarias ni tampoco en cuanto a la vestimenta ajustadísima de las principales, planteo que genera una de las pocas obras hollywoodenses recientes que no aplican una autocensura hiper contraproducente y ponen al sexo en primer plano, para colmo en su versión humanizada demostrando que -como cualquier otra línea de trabajo- tiene sus pros y sus contras (dinero rápido y desempleo igual de veloz). La película juega con inteligencia con la paradoja de las meretrices conceptuales/ mesalinas transformándose en proxenetas de sus clientes vía la concepción de que uno es tan feliz como el volumen de dinero que posee, típica fórmula de las comunidades plutocráticas e injustas; no obstante la compensa con una noción propia de la otra orilla de la pirámide social, esa que afirma que sólo los que empezaron desde abajo y debieron pelear a diario saben valorar el dinero, a diferencia de los parásitos del mercado financiero, las presas…
Sinceramente me he sorprendido bastante al ver el film Estafadoras de Wall Street, película que tiene como una de las protagonistas a Jennifer López y que cuenta la historia de unas bailarinas que hacen de las suyas en un club recibiendo el dinero de los monstruos de las finanzas, pero que terminan cayendo en lo ilegal luego de la crisis financiera en el año 2008. Se trata de una mirada muy interesante sobre un grupo de chicas que superan sus límites, llegando a la estafa, con una dirección bien lograda y un trabajo actoral que reluce, destacando la interpretación de Constace Wu. Destiny es una bailarina que recién empieza a trabajar en un club de strippers cercano al distrito financiero de Wall Street, el tema es que al ser La Nueva, le tocaba pagar lo que comúnmente llamamos “Derecho de piso”, y que los mejores clientes quedaban a manos de las bailarinas mas competitivas. Como ella debía cuidar de su abuela, y encontró refugio en una mujer que lograba atraer los billetes de todos los hombres presentes, decide unirse a ella para que le enseñe sus trucos. Todo va espectacularmente bien, hasta que llega la crisis del 2008, momento en que los clientes dejaron de dilapidar el dinero, y que la otra alternativa para seguir ganándolo era la prostitución. Cómo esa no era la opción, el personaje de Wu y López se unen junto a otras chicas para robar el dinero de los clientes, drogandolos y haciendo que gasten una suma importante de dinero y que ellos no les puedan reclamar por el contexto donde sucedió el gasto. La historia está basada en un hecho rea, por lo que su realizadora tomo la opción de contar el relato a través de un testimonio periodístico protagonizado por el personaje de Wu. Lo demás va sucediendo en orden cronológico, haciendo uso de la comedia para mostrar una visión distendida de la historia, dónde también tiene implicancia la amistad de las protagonistas y la relevancia de la familia en sus vidas. Por más que contenga un particular sentido del humor, y hacer gala del show que hacen desde el striptease y el negocio de la sexualidad, el film se torna serio para contar la gravedad de las estafas, aunque no quita que hayan situaciones hilarantes. Te guste o no JLo, la mayoría de sus películas siempre han sido bastante simplonas, por lo que no ha tenido un papel que la destaque realmente en el terreno de la actuación, y este puede que sea el caso. Si bien no es la que mejor parada está con el resto del reparto , cabe destacar el desarrollo de su personaje casi antagonista, además de mencionar la belleza que denota a sus 50 años de edad. El elenco está muy bien en su conjunto , destacando el protagonismo de la mencionada Constance Wu, y los secundarios de Cardi B, Lili Reinhart y Madeline Wreber , entre otros. Para ir resumiendo, Estafadoras de Wall Street es una grata sorpresa que nos cuenta la historia real de unas bailarinas que tomaron el camino de lo ilegal para sacarle el dinero a sus antiguos clientes. Puede que a algunos no les llame mucho ir a ver una peli de JLo al cine, así que a sacar un poco los prejuicios, porque está si está buena
Eclipsados por el show . Crítica de “Hustlers” La película estadounidense “Estafadoras de Wall Street” engancha al público con dotes corporales en danza y tácticas de manipulación bajo la seducción. Por. Florencia Fico. Basada en hechos reales e inspirada en la investigación “The Hustlers at Scores” de Jessica Pressler, el filme sigue a un conjunto de bailarinas de pole dance que se junta con el fin de engañar a clientes adinerados corporativos y especuladores de Wall Street. Hasta que Elizabeth, una reportera de New York Magazine empieza a averiguar sobre la actividad de las strippers. La banda estará en aprietos por sus embustes, lo que se convertirá en un riesgo para ellas. Para salir adelante será clave mantener su unión por sobre la ambición y dejar de lado los egoísmos personales. “El mundo es un striptease” afirma la actriz Jeniffer López como Ramona Vega. No es una frase al azar que atraviesa el guión por completo y la puesta en escena guiada por la directora Lorene Scafaria. Los diálogos son insinuantes y sugestivos, señaladores para una sociedad estadounidense inmersa en la venta de la imagen y sumergida en la tentación de las mafias. Jessica Pressler y Lorene Scafaria son las encargadas del texto. Apuntan directamente y simbólicamente a todos calificando a las personas como “estafadoras”.Ya sea los corredores de la bolsa, que aprietan a sus inversores para sacar alguna ganancia a partir de sus préstamos; como las mujeres que ven cómo los señores les quitan sus ganancias en el club a cambio de seguridad económica, manutención por sus servicios sexuales y otras promesas del extinguido sueño americano. En ésta película la capitana y coreógrafa de la traición es Jeniffer López, con una impecable interpretación desde su entrada. La segunda al mando es Constance Wu como Destiny, una aprendiz con una actuación conmovedora y magnética. Ambas son un buen combo impresionante en pantalla grande. Hermanadas en la pista, marcan el paso del reparto. Muestran un vínculo con angustias, abandono, carencias, inseguridades y peleas cuerpo a cuerpo. Ellas y un grupo de escorts orquestan los fraudes con ingenio. El toque de comedia lo dan Lili Reinhart como Annabelle y Madeline Brewer como Dawn Stormi; dos personajes muy entretenidos. Lili mantiene su inocencia con un humor torpe y Madeline acapara la comicidad con sus disparatadas estridencias. Ellas también se mueven provocativas por las sendas de la delincuencia. La actriz Julia Stiles como Elizabeth compone el costado serio y duro como la periodista que investiga a las strippers. Una mujer que no teme a las intimidaciones de aquellas que han dado sus testimonios, tanto sentimentalmente como encubridoras de un entramado corrupto. El striptease renace bajo las pieles de todas las protagonistas gracias a la fotografía de Todd Banhazl. El recurso que utiliza mayormente es el formato videoclip, combinando baile sensual con posturas clásicas como: el carousell, superwoman, table, swan, ballerina y dragon fly, con música clásica. El resto de las capturas son cortas , fluidas y planos medios que enfocan en las diversas declaraciones. Una clase magistral de la frontwoman Jeniffer López en todas las disciplinas. Hay una pequeña aparición de la rapera Cardi B como “Diamond” que usa una forma de hablar rapidísima al estilo de su género musical casi melódica. La película muestra las mejores recetas para la mentira. Las tarjetas de crédito sin límites. La fantástica prosperidad en manos de cualquiera; cuando sólo unos pocos manejan cuerpos como objetos sexuales a su disposición. Las mujeres y su revancha ilusionan con trucos a ellos como lo hicieron con ellas al borde de la prisión. Puntaje : 80.
Un grupo de mujeres de New York, hermosas y con carácter, son las protagonistas del film de la guionista y directora Lorene Scafaria. El guión se basó en un artículo de 2015 de Jessica Pressler, “The Hustlers at Scores”, publicado por “The New York Magazine”. El mismo relata como las bailarinas de un club de strippers, cuando el mismo deja de facturar como solía hacerlo debido a la crisis de 2008, se dedica a robar a empresarios millonarios de Wall Street para su beneficio. Destiny (Constance Wu) es una joven que cuida y mantiene a su abuela, y consigue trabajo en dicho club. Sola y siendo “la nueva” se siente perdida, pero una noche conoce a la escultural Ramona (Jennifer López) quien la toma bajo su ala y se convierten en mejores amigas y socias. Ramona la instruye para ser mejor con los hombres y con el baile y luego suman otras mujeres como Mercedes (Keke Palmer) y Annabelle (Lili Reinhardt), convirtiéndose en familia, amantes del poder y el lujo. El grupo droga a sus víctimas con ketamina y MDMA, sustancias que los hacen perder la memoria a sus clientes para llevar a cabo el traspaso de fondos de las tarjetas de crédito a sus arcas. Constance Wu se luce como una mujer frágil que se transforma, y hace todo por su familia para salir adelante y Jennifer López destila sensualidad y muestra un cuerpo escultural como nunca antes. Una historia de ambición que luego se desmorona por la cantidad de hombres estafados, pero siempre en clave de comedia negra. El film muestra erotismo y el poder que otorga el dinero, permitiendo que las mujeres compren pieles y joyas, pero también mantengan hijos y colegios. La verdad de las estafadoras se descubre completa gracias a los testimonios grabados por Elizabeth, una periodista interpretada por Julia Stiles. Entretiene. https://www.youtube.com/watch?v=gZfrgapPwzY TITULO ORIGINAL: Hustlers DIRECCIÓN: Lorene Scafaria. ACTORES: Jennifer Lopez, Constance Wu, Julia Stiles, Lili Reinhart, Cardi B, Madeline Brewer. GUION: Lorene Scafaria. FOTOGRAFIA: Todd Banhazl. GENERO: Drama , Comedia . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 107 Minutos CALIFICACION: No disponible por el momento DISTRIBUIDORA: Diamond Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 31 de Octubre de 2019 ESTRENO EN USA: 13 de Septiembre de 2019
Se van a los caños Sin moralina a cuestas y con el timing de una película entretenida este híbrido entre policial y drama social cuenta entre otras cosas con una Jennifer López que encuentra su papel ideal, ajustado a su momento, edad y dotes actorales de dudosa procedencia. Resaltar entre un elenco algo limitado, de rostros que se empiezan a conocer y cuerpos a la altura de la propuesta, es un punto a favor para la película de Lorene Scafaria. Pero agotado el elemento llegan las principales limitaciones para esta trama inspirada en un artículo de una revista donde de cierta manera una de las involucradas, stripper apodada “Destiny” contó las actividades ilícitas que dieron por resultado una investigación por los delitos de fraude con tarjetas de crédito. Las víctimas pertenecientes a esferas del poder económico, algunas relacionadas estrechamente con lo financiero, eran elegidas y drogadas para extraerle no sólo la tarjeta de crédito sino información. Una vez vaciada la cuenta de la víctima tras una noche de diversión, drogas y compañía de strippers, pasar a la siguiente ronda de incautos formó parte de una aceitada pyme de la estafa. Con el trasfondo de la crisis financiera de 2008 y el cruce de historias donde la supervivencia de las mujeres guardaba estrecha relación con su actividad como bailarinas stripper, lo que queda claro desde el vamos es cierta mirada indulgente y justificada de sus acciones futuras y más aún tratándose de personas que pagaban excesivas y obscenas sumas de billetes para satisfacer sus deseos y mantener una vida de secretos e hipócrita. Una subtrama que resulta interesante es el vínculo entre Ramona en la piel de Jennifer López y su aprendiz Destiny (Constance Wu). Vínculo que comienza como mentora y alumna, devenido socias para el crimen y luego distantes en función a la relación entre el fin y los medios. El resto del elenco cumple pero no dignifica. La película en su conjunto, tampoco.
Estafadoras de Wall Street: El país entero es un club de strippers. Basada en hechos reales, Jennifer López interpreta a la abeja reina en una colmena de strippers, que terminan cometiendo estafas luego de la crisis financiera de 2008. Estafadoras de Wall Street (Hustlers, 2019) es la adaptación cinematográfica de una entrevista de Jessica Pressler para New York Magazine, llamado «The Hustlers at Scores (2015)», donde un grupo de bailarinas exóticas asumen el poder de sus vidas y terminan siendo criminales en un país que iba en caída libre, dominado por hombres inescrupulosos y rebosantes de lujuria. “El juego no premia a las personas que siguen las reglas”, afirma Ramona (Jennifer Lopez), la bailarina principal del club. Ella, acompañada de estrellas como Cardi B y Usher (aunque sea sólo un cameo), junto a la gran actuación de Constance Wu, logran que el fondo supere a la forma, siendo una buena película, a pesar de las apariencias. El relato está narrado a través de un testimonio periodístico, protagonizado por Destiny (Constance Wu), mezclando la comedia y los sensuales bailes, con la gravedad del caso de estafa. En un club nocturno de Nueva York, en 2007, Ramona (JLO) lidera el cuerpo de baile y le enseña a Destiny, una jovencita y sin experiencia stripper, a ganarse el dinero de los clientes, la mayoría hombres de derroche fácil de dinero que se ganan la vida trabajando en La Bolsa de Wall Street. Todo va de maravillas hasta que llega el año 2008 y los clientes dejan de dilapidar su dinero ya que el país entero se hunde en la mayor crisis financiera. Es así como las chicas se unen para seducir clientes, drogarlos y robarles todo el dinero de sus tarjetas de crédito. La película es una fiel muestra del poder que da el dinero y el erotismo. Toda la verdad sale a la luz con las grabaciones de Elizabeth, una periodista interpretada por Julia Stiles. Jennifer López siempre se caracterizó por tener papeles simplones en su filmografía, sobre todo porque ya su nombre en cartel es sinónimo de éxito de taquilla, así que nadie exigía mucho más. Pero este protagónico puede ser una bisagra en su carrera ya que, además de la desmesurada sensualidad, ofrece una interpretación maravillosa de una mujer que es capaz de todo por tener la vida que sueña. Totalmente avasallante. El elenco está muy bien en su conjunto, destacando el co-protagonismo de Constance Wu, como la inocente aprendiz, que con JLO forman una hermandad que traspasa la pantalla, y los secundarios de Cardi B, Lili Reinhart y Madeline Wreber , entre otros. Julia Stiles le da el toque solemne a la historia, como la periodista en búsqueda de la verdad. El sexo y los desnudos siempre llaman la atención en el cine. Así es como Estafadoras de Wall Street (Hustlers, 2019), es una historia honesta, no sólo porque se basa en un hecho real, sino por cómo se le muestra al público un relato con una vuelta de tuerca más, donde ser stripper sigue estando estigmatizado; donde los empleados “correctos” de las grandes empresas se portan mal a escondidas, se dibuja el canibalismo voraz de la economía estadounidense en 2008, y donde Jennifer López, a los 50 años, tiene un cuerpo y una sensualidad dignos de aplausos. Hay que destacar también que, además de su gran actuación, es una de las productoras. La película hila más fino aun: escrita y dirigida por Lorene Scafaria es una comedia femenina para ir a ver con pochoclos en mano entre amigas, pero también una historia policial sobre el ascenso al cielo del capitalismo y el violento descenso al infierno carcelario o de “ver cómo ganarse la vida”. La puesta en escena es brillante, con luces de neón y lofts en la 5° Avenida que muestran el lujo y vulgaridad del mundillo de las escorts. Una historia sobre amistad entre mujeres, con una moraleja (o varias, a gusto del receptor). Es sumamente entretenida y, a la vez, ofrece un momento para reflexión del espectador detrás de su brillante fachada. Una grata sorpresa para quien la vea sin prejuicios.
Allí donde algunos vaticinan nominaciones en la temporada de premios para JLO se esconde una mirada lasciva lacónica sobre el universo femenino y la decisión de transformar deseos en culpa. Stripteases extraídos de Showgirls o Flashfance, diálogos que nunca terminan por condensar la esencia de sus personajes, tan solo en la interpretación de Constance Wu (Locamente Millonarios) hay un interés por ir más allá del estereotipo.
Producción de bajo presupuesto (20 millones de dólares), esta película que reconstruye una historia real no es solo un éxito de taquilla (en menos de dos meses ya recaudó 140 millones de dólares en todo el mundo) sino que también se ha posicionado para la temporada de premios (ya está nominada a los Gotham Awards). Una atractiva combinación entre thriller y comedia con óptica feminista y ácida crítica socioeconómica. En 2015 la revista New York publicó una investigación de Jessica Pressler sobre un grupo de strippers que se dedicó durante muchos años a estafar a financistas de Wall Street dispuestos a gastar en diversión unos cuantos de los dólares que venían de ganar gracias a sus inversiones. Esa historia real es la base de esta encantadora y divertida película que resulta el reverso (una versión modernizada y feminista) de Showgirls con algo de Magic Mike y cierto espíritu de Buenos muchachos (con cambios de género y de detalles varios, por supuesto). La diversidad de esta mezcla de comedia, thriller y retrato socioeconómico (hay una interesante mirada lateral a la crisis financiera de 2008 que complementa a las de películas como La gran apuesta y El precio de la codicia) se puede apreciar ya desde el armado del elenco protagónico que incluya a una latina (Jennifer Lopez), una asiática (Constance Wu), una afroamericana (Keke Palmer) y la típica rubia (Lili Reinhart). Pero -aunque se propone como un acercamiento que se desmarca de la estigmatización y apuesta por el empoderamiento- Estafadoras de Wall Street nunca queda como rehén de la dictadura de la corrección política. Podríamos decir incluso que la usa "a su favor". En ese sentido, mucho tiene que ver el tono liviano, el desenfado y la falta de solemnidad con que la directora de Buscando un amigo para el fin del mundo(2012) y Una madre imperfecta (2015) describe las desventuras de estas cuatro mujeres. Sin cargar las tintas, también se mete con cuestiones que están dentro del debate feminista (y no solo feminista) como la maternidad, la prostitución y el lugar de la mujer dentro de estructuras comerciales manejadas por hombres. La pregunta nunca se formula de manera obvia, pero lo que sobrevuela durante toda la narración es si ellas son en verdad víctimas o victimarias (o quizás un poco de ambas cosas). Lopez (en uno de los mejores trabajo de su irregular carrera cinematográfica) y Wu (una de las estrellas de la exitosa Locamente millonarios) se lucen junto al resto de “las chicas” (por allí aparecen también desde Cardi B hasta Lizzo), y quizás la zona menos disfrutable (aunque tampoco problemática) sea la de la periodista interpretada por Julia Stiles, que es quien investiga el caso y entrevista a las protagonistas. La descripción de esos clubes con lap-dance, hombres que meten billetes en los escotes de las chicas y champán a 300 o 400 dólares la botella tiene sus atractivos, pero es en verdad la dinámica entre estas mujeres, con sus códigos, sus lealtades y sus traiciones, la que convierten a Estafadoras de Wall Street en un film tan entrañable como fascinante.
"¿No te excita el dinero?” Vayamos al grano, lo mismo que hace Ramona, el personaje que interpreta una Jennifer Lopez que a sus 50 luce tan sensual como en sus comienzos hace más de dos décadas. Ramona era la principal atracción, pero no la única, de un club de strip tease en los 2000 en Nueva York. La caída de Wall Street en 2008 provocó que sus clientes disminuyeran, las chicas no recibieran tantas propinas por bailar en el caño o excitar en apartados a los hombres, y allí Ramona tiene una idea. Una idea que comparte con Destiny (Constance Wu, de Crazy Rich Asians, o Locamente millonarios), la joven que había ingresado al night club como “la nueva” y a la que prácticamente Ramona enseñó cómo seducir y hacer dinero para mantener a su abuelita recluida en su hogar. Fácil: entre ellas dos y otras dos compañeras son como viudas negras: una engancha a un hombre en un bar, luego aparecen las otras tres, una le coloca una combinación de ketamina y éxtasis en su trago, para provocarles la pérdida de la memoria y ponerlos, ejem, felices, y de allí van al club, donde al desprevenido le revientan la tarjeta de crédito. “Es dinero robado. ¿Viste lo que le hicieron al país? Que se jodan”, es la carta con la que Ramona termina de convencer a Destiny. Basada en el artículo que Jessica Pressler publicó en New York Magazine en 2015, los nombres han sido cambiados, y no vamos a spoilear qué les sucedió a las cuatro hustlers del título original (el término quiere decir tanto estafadoras como prostitutas), Estafadoras de Wall Street funciona mientras no se pone demasiado seria. Cuando juguetea con la ida de que el dinero entrega poder, y la ambición es el motor que mueve a todos los personajes, de un lado y del otro del escenario o del caño. "Te quedás en la esquina o entrás al ring”: así ve las cosas Ramona. “¿Qué harías por 1.000 dólares? Depende de lo que tengas y lo que necesitas”. “Este país es un club de striptease, hay gente que tira dinero y otros bailan”. Con estas frases, terminantes, lapidarias y algo de manual, la realizadora Lorene Scafaria (Buscando un amigo para el fin del mundo, con Steve Carell y Keira Knightley) construye un filme que se columpia entre la denuncia y la comedia negra y el drama, y que busca a toda costa la empatía del espectador con las protagonistas. No las victimiza, o casi, pero se mete en el mundo de la prostitución, cuestiona el rol de la mujer en las estructuras manejadas por hombres, y de paso habla de la maternidad. A Lopez la vemos como nunca antes la habíamos visto en el cine. Wu demuestra que tiene algo más que carácter para la comedia, en tanto Lili Reinhart (sí, la actriz de Riverdale) y Keke Palmer (la niña de Akeelah y las letras) hacen más que meras acompañantes en esta comedia dramática a la que tanta campaña a favor hace que las expectativas con las que se entra a verla, tal vez, terminen devaluándola, bajándole la propina.
Una película curiosa por varios motivos. Es una gran apuesta comercial y personal de Jennifer López que es productora de un film hecho para su lucimiento y para soñar con un Oscar, una gran campaña comercial apunta a eso. Pero también su construcción basada en un hecho real, tiene los condimentos acordes a los tiempos que corren: mostrar el trabajo de las strippers como uno más, la intimidad de un mundo femenino y su empoderamiento. Estas chicas reducen a los hombres fuertes de Wall Street, recordemos al Gordon Gekko de Michael Douglas y al Jordan Belfort de Leonardo Di Caprio, a pobres peleles en sus manos. El libro de la directora debutante y guionista Lorene Scafaria, basado en un reportaje realizado por la periodista Jessica Pressler para New York Magazine, está elaborado con mucha picardía. Casi de entrada además de mostrar el mundo que transita el personaje de Destiny a cargo de Constance Wu, la protagonista, permite un número de Jennifer López logrado para el impacto, una performance lujuriosa que recuerda a la lograda por Channing Tatum para Magic Mike. La cantante y actriz, de cuerpo cincelado demuestra las largas horas de entrenamiento para el baile del caño e impacta. Luego el film se detiene en la relación cuasi madre- hija de Destiny con Ramona y por fin, el negocio que ponen en marcha, que con la crisis del 2008 y una denuncia de un estafado y desmemoriado con drogas, comienza a desmoronarse. No es una gran película pero tiene lo que se necesita para ser muy entretenida.
"Estafadoras de Wall Street": cuidado con las curvas Nuevo exponente de un cine de “empoderamiento” en Hollywood, la comedia de Lorene Scafaria no necesita levantar el dedo para hacer cine político. La última escena de Estafadoras de Wall Street tiene a cuatro mujeres bailando sobre el escenario de un club de stripers neoyorquino. Que ese grupo esté integrado por una latina, una asiática, una negra y una caucásica enciende las luces de alerta: otra vez Hollywood izando la bandera de la corrección política, haciendo un llamado a la conciliación tan obvio como reiterativo. Pero en la película de Lorene Scafaria (responsable deBuscando un amigo para el fin del mundo y del guion de Nick and Norah's Infinite Playlist) esa corrección es menos una conclusión que un punto de partida, algo a problematizar antes que a abrazar de manera incondicional. El cuarteto se fue conformando en ese club que vio pasar a la crème de la crème de Wall Street, es decir, a tipos que en cada día llevaban a sus cuentas miles de dólares de trabajadores incrédulos que habían confiado en ellos para salvaguardar sus ahorros. Billetes que estos hombres gastan en chicas que se frotan en sus regazos. Mientras más dure ese frote, mientras más caliente terminen los brokers, mejor. “Hay que sacarle el jugo al tiempo, no a los pitos”, dice Ramona (una Jennifer Lopez inesperadamente perfecta, firme candidata para la temporada de premios). Pero todo esto ocurre antes de septiembre de 2008, cuando la explosión de la burbuja inmobiliaria dejó al borde del colapso al sistema financiero mundial y a los habitués del club, más preocupados por evitar la cárcel que por entregarse al goce de las carnes ajenas. En medio de esa crisis –económica, pero también social– transcurre este inesperado éxito comercial de la cartelera otoñal norteamericana (costó 20 millones de dólares y lleva recaudados más de 140). ¿De dónde proviene ese éxito? La razón más evidente es que se trata de un nuevo exponente de un cine de “empoderamiento” (Jefa por accidente, también con JLo, es otro eslabón de esa cadena) centrado en mujeres fuertes que libran una batalla contra un sistema dominado por hombres. Pero también puede atribuirse a que ese tema aparece enmarcado en un ámbito laboral no marginal pero sí de enorme precariedad. Uno donde el sometimiento físico –el trabajo es, básicamente, hacer lo que sea para complacer al cliente– y psicológico es la regla, y donde el ninguneo y la objetivación del cuerpo están a la orden del día. De allí, entonces, que aquí nadie aspire a un sillón ejecutivo o una oficina en un piso alto, apenas a un bienestar económico para sustentarse sin problemas. Inspirado en un artículo de Jessica Pressler publicado en New York Magazine en 2015, la película arranca con los preparativos y el primer número de baile de Destiny (Constance Wu, vista el año pasado en otro hitazo comercial que fue la comedia romántica Locamente millonarios) filmados en un plano secuencia tan elegante como pertinente. Ella es quien presta sus ojos para el punto de vista del relato y, por lo tanto, todo es asombro y ajenidad ante una dinámica con sus reglas y códigos propios. Difícil que sin experiencia Destiny pueda recaudar lo mismo que quienes patean escenarios hace años y tienen clientes fijos. Un puchito en la terraza con Ramona será el principio de una relación en principio comercial –el combo latina pulposa + asiática toqueteándose es de los preferidos de los brokers-, luego amistosa, más tarde maternal y finalmente delictiva. Con Showgirls, Magic Mike y La gran apuesta como referencias lejanas, Estafadoras… es una película política que no necesita levantar el dedo para decir lo que quiere decir, sino que lo entronca a una amable fábula proletaria no exenta de momentos de alta comicidad. Como aquél en el que las chicas se dan cuenta que si los clientes no vienen a ellas, ellas tienen que ir a los clientes. Allí se arma el grupo encabezado por Ramona cuya operatoria consiste en seducir a ricos en un bar, drogarlos lo suficiente como para que entreguen la tarjeta pero no al punto que no puedan firmar, y reventarle el plástico. Vendrán los consabidos altibajos en el grupo, las idas y vueltas de una Destiny que, a diferencia de Ramona, siente que todo tiene un límite. Un límite impuesto no por la película, que jamás levanta el dedo acusador, sino por ella misma. Porque, como le dice a esa periodista interpretada por Julia Stiles que años después intenta reconstruir la historia, lo importante es comprender los hechos en su contexto. Una máxima perfectamente aplicable a la vida por fuera de la pantalla.
Destiny trabaja en un cabaret para ganarse la vida y mantener a su abuela. El negocio no viene muy bien, no se siente a la altura de sus compañeras, mucho menos si se compara con Ramona, la líder de las chicas que hacen pole dance en Moves. Cuando logran tener una pequeña conversación, Ramona decide enseñarle algunos movimientos y tenerla bajo su ala protectora. Trabajando en conjunto, 2007 se transforma en un año de grandes números. La caída bursátil del año siguiente cambiará las reglas de juego en Wall Street, incluso dentro del local frecuentado por hombres de negocios. La necesidad de dinero las llevará a quebrar la ley engañando a potenciales clientes del cabaret. ¿Hasta cuando ninguno de esos clientes estafados las denunciará a las autoridades?
Tomando como bastión la típica receta de la película “inspirada en hechos teales”, la directora Lorene Scafaria, con trabajos anteriores como “Buscando un amigo para el fin del mundo” con Steve Carell y Keira Knightley y la comedia inédita en nuestro país, “Una Madre Imperfecta / The Meddler” con Susan Sarandon, Rose Bryrne y J.K. Simmons, presenta ahora “ESTAFADORAS DE WALL STREET” un producto que equilibra el show, con cierta denuncia social dentro de su trama básicamente policial. Al igual que en sus producciones anteriores, Scafaria tiene como principal rector el entretenimiento y cuenta además con un importante elenco al que sabe conducir logrando un equipo homogéneo en cuanto a las actuaciones. Allí nos presenta a un grupo de strippers al mejor estilo “Showgirls” y que sólo en ciertos momentos nos recuerda a la oscuridad de Marisa Tomei en su rol en “El Luchador”. Este equipo está compuesto por la escultural Jennifer López (y que parece en cierto modo que JLO será un número puesto en la temporada de premiaciones por su trabajo en este filme) a la cabeza del grupo que completan Constance Wu (la actriz de “Locamente Millonarios”) junto a Keke Palmer (reconocida por sus trabajos en series televisivas y de una presencia imponente en pantalla) y Lili Reinhart (que hace su primer aparición fuerte en la pantalla grande, luego de una serie de papeles menores en cine y series) sumando a Julia Styles como la periodista, construyendo un papel sustancialmente diferente al que nos tiene acostumbrados. La receta es simple y el guion de la propia Scafaria con Jessica Presler, autora del artículo del New York Magazine en el que se basa la película, sabe mezclar en igual dosis el tema del sexo, la noche donde se riega con alcohol y drogas los ambientes más económicamente sólidos, las estafas y el erotismo que destila el poder. Habrá obviamente chantaje, estafas y desbordes, siendo la figura de Destiny (Constance Wu) la que marque el pulso del relato, a partir de su encuentro y amistad con la experimentada Ramona Vega (López) y la vinculación que logra el grupo de strippers de Mother (la vuelta al cine de Mercedes Ruehl después de su exitoso paso por muchos títulos de los ’90 como “Pescador de Ilusiones” “Casada con la mafia” o “El último gran héroe”) con los poderosos financistas de Wall Street a los que les “atraparán” sus tarjetas de crédito para engrosar sus propias arcas mientras los distraen con algunas pastillas de más en alguna bebida. Obviamente, como sucede en casi todas las ocasiones, los límites se van corriendo y finalmente el desfalco con las tarjetas de crédito comenzará a ser celosamente investigado por la policía y detectives por haber llegado a límites que llamaron la atención, dentro del marco que vivían las empresas de donde provenían esas tarjetas de crédito corporativas, en plena crisis financiera del 2008. Tanto la historia como la dirección, realzan el vínculo entre maestro y aprendiz que se da entre los papeles de Jennifer Lopez y Constance Wu y en esos momentos la película intenta algunos tonos más íntimos y más dramáticos e intenta sumar puntos y básicamente lo logra. Luego, con el resto del elenco, sólo se limita a repetir la receta hollywoodense que se espera para este tipo de productos, respetando al pie de la letra la estructura y la forma en que debe presentarse la historia, sin que aparezca ningún rasgo creativo ni dentro de la escritura ni desde la dirección, sino ajustándose casi perfectamente al manual con el que se cocina estas recetas. Justamente en su título original “Hustlers” que adopta tanto la acepción de estafadoras como de prostitutas, está la síntesis exacta del filme. La cámara de Scafaria, no condena ni redime a sus personajes, aunque en cierto punto, la frase “el que roba a un ladrón” parece flotar en el aire, con un espíritu cercano a las proezas de Robin Hood que en cierto modo estaría validando el delito. De todos modos, se nota en la construcción de los personajes que el tiempo ha pasado tan vertiginosamente que el cine de hoy ya trata de posicionar a los roles femeninos en otro lugar de poder diferente al que se plantea en “ESTAFADORAS DE WALL STREET” que queda como un mero coletazo de lo que alguna vez fueron los personajes femeninos en busca de poder, completamente distantes de las historias presentadas en estos últimos tiempos.
Las estafadoras de Wall Street es una película protagonizada por la actriz de carrera ascendente Constance Wu, que interpreta a una stripper que se convierte en estafadora. Y la acompaña Jennifer Lopez como Ramona, su mentora, Julia Stiles, Keke Palme y Lili Reinhart, entre otros. Todas ellas dirigidas por Lorene Scarafia, quien también ocupo los roles de guionista y productora. Basada en hechos reales, publicados en la revista “New York Magazine”, la historia cuenta como este grupo de mujeres que seducen y estafan de una forma ingeniosa a un montón de corredores de bolsa. Es por eso que las similitudes con “El lobo de Wall Street” son muchas, ya que también nos cuenta una historia de estafa en el mundo de las finanzas, priorizando el comportamiento de estas personas por sobre las cuestiones técnicas. Es así como en el primer acto vemos el veloz ascenso económico de Destiny, que finaliza con la crisis del 2008, en el segundo vemos como llevan a cabo esta serie de estafas, finalizando en una reunión de Navidad en la que se intercambian regalos lujosos. Y en el tercero vemos como la soberbia las lleva a tomar malas decisiones, y terminan pagando las consecuencias. Desde el punto de vista técnico vale la pena destacar el muy buen trabajo de fotografía a cargo de Todd Banhazl, que contrasta muy bien el ambiente del club nocturno donde trabajan sus protagonistas, un ambiente oscuro iluminado con luces de neón de tonos violeta, con la excesiva iluminación de los exteriores y sus lujosas casas, que parecen sacadas de revistas de decoración. Es así como el fuerte contraste visual favorece a que el espectador pueda entender el comportamiento de los personajes de una forma eficaz, ya que lo muestra sin golpes bajos ni bajadas de línea morales que ralenticen la narración. Un párrafo aparte merece Jennifer Lopez, como Ramona, en lo que es la mejor actuación de toda su carrera. Porque sabe usar su sensualidad y belleza para componer a esta bailarina con un pasado exitoso a la que toca convertirse en una mentora inteligente y ambiciosa, pero a la que la impulsividad la lleva a tomar decisiones equivocadas. Y es su personaje también el que, por ocupar un papel secundario, le aporta el humor necesario a la historia para evitar tanto golpes bajos como una solemnidad contraproducente. En conclusión, “Estafadoras de Wall Street” es una película que combina las películas de estafas con las de night clubs, como “Cabaret”. Y si bien no está a la altura de esa obra maestra, vale la pena verla porque invita a reflexionar a los espectadores sobre las consecuencias de las decisiones morales que podemos llegar a tomar para si damos rienda suelta a nuestra ambición por el dinero.
Ellas tienen un cuerpo perfecto, simpatía natural, cultivan las relaciones públicas y cuanto más ganan, más invierten en cirugía estética y moda. Ardientes especialistas en pole dance (popularizado como el baile de caño), la mayoría son strippers. A ellas quiso parecerse Dorothy, luego conocida como Destiny (Constance Wu), cuando entró al club de stripper frecuentado por brokers y no tanto. Sobre ella y cómo la impactante Ramona Vega (Jennifer Lopez), "la reina del caño", la tomó como alumna de la noche trata esta película basada en hechos reales. Pero "Estafadoras de Wall Street" no es sólo el cuento de la sofisticación, de las increíbles propinas y los tiempos de champagne rosado. La gran Depresión apareció como una hermana menor de esa que estalló en el 2008 en Estados Unidos con las hipotecas de alto riesgo y la crisis bancaria que los lanzó a todos por el aire. Así las chicas se unieron como en fraternidades (sororidad, le dicen ahora) y mejoraron la seducción de los clientes, desgranando aceleradamente sus tarjetas de crédito y llevando la exageración al delito con buen uso de droga convincente, suficiente para marear a un caballo (no por nada incluyeron la ketamina en el cocktail salvaje). Las chicas depredaron tanto como los patrones de clubes de caño, todo fuera porque sin un hombre proveedor en la familia, los hijos necesitaban educación privada y custodia mientras ellas trabajaban. COMBO AMORAL Brillante en la picardía y el descaro, sofisticada en el diseño de producción, combinando brotes feministas con responsabilidades maternales, incursión a los shopping de lujo y ternuras familiares (abuelita de Destiny, nena de Ramona), "Estafadoras de Wall Street" es un amoral combo de anzuelos para todos. Para quien busca chicas sexuales, para quien quiere reírse de brokers inocentones, para el que goza viendo a cazadores cazados y la franca obscenidad capitalista. Como encarnando una patria prostibularia y juguetona aparece Jennifer López en una suerte de "Cumparsita, Milonguita y Marilyn Monroe", como diría Berni a propósito del personaje que con Juanito Laguna popularizó, Ramona Montiel. Dos Ramonas que son una sola, la Montiel de Berni y la Ramona Vega de la película. Ambas se tocan en la distancia, capaces de usar una cascada de chinchillas o ligas coloradas con la misma elegancia. Con ella, el aplomo de Constance Wu como Destiny, ávida de progresar en una economía marcada por el juego de la Bolsa o la escasez del salario digno, y algunas strippers auténticas, las que inspiraron a Jessica Pressler a escribir el artículo periodístico que publicó New York, la revista que alguna vez salió para competir con The New Yorker y en la que se inspiró la película.
“Estafadoras de Wall Street”, de Lorene Scafaria Por Jorge Bernárdez La crisis económica de 2008 en los Estados Unidos y otra historia de los daños que provocó son la base de Estafadoras de Wall Street. El relato salió publicada en la revista New York y sobre ella la directora Lorene Scafaria construyó una historia de amistad femenina y si bien este cronista no es necesariamente un experto en la materia, la película no es necesariamente una historia de empoderamiento. Rosalyn Keo (Constance Wu) trabajaba en un enorme club nocturno que también servía como lugar de citas. La cicha se dedicaba a seducir clientes, hacerles gastar en bebidas y si la cosa avanzaba, también podía hacerles algún baile en privado y hasta algún servicio extra. En el boliche había chicas que lo pasaban mejor que otras y que tenían virtudes sobresalientes y mejores clientes, con Ramona (Jennifer López) a la cabeza. La chica oriental se acerca a la latina que tiene alma de líder y la toma como protegida, le enseña a bailar y la introduce en el sector VIP, donde los clientes son verdaderos lobos de Wall Street. La vida parece sonreír a Rosalyn, que en el camino se enamora y queda embarazada, pero todo sale mal y por supuesto se queda sola con una hija. Con algo de culpa por haberse ido en lo mejor, trata de no volver al mundo de la noche pero la crisis económica termina haciéndola volver a la noche y al cabaret. Ramona, su antigua mentora, la recibe con los brazos abiertos pero le advierte que el negocio ya no camina como antes. El boliche redujo personal, ya no se consumen tantas bebidas de alta gama y hay que esforzarse el doble. Pero los tiempos de crisis son tiempos de oportunidades y entonces Ramona y Rosalyn pasan de ser alternadoras de poca monta para trabajar en servicios especiales para los brokers de la cima del negocio, salvo que ahora todo es más sórdido y las chicas piensan que está bien agarrar las tarjetas de los clientes para superar largamente el crédito que estos tienen, mientras que el toque final de este camino delictivo es dormir al cliente con una mezcla preparada por ellas, acaso el mejor momento de la película, cuando prueban las combinaciones de drogas más efectivas, para vaciarles la billetera y las cuentas bancarias a sus desprevenidos clientes. Con algunas frases combativas sobre el mal que Wall Street le hace al mundo usadas para justificar lo injustificable, Estafadoras de Wall Street posa de película transgresora y feminista, pero es una apenas mediocre muestra de una historia más dentro del capitalismo que no se salva ni con algunos bailes del caño ni con la actuación de Jennifer López, que al menos logra que Ramona tenga algo de personalidad. ESTAFADORAS DE WALL STREET Hustlers. Estados Unidos, 2019. Dirección y Guión: Lorene Scafaria. Elenco: Constance Wu, Jennifer López, Julia Stiles, Mette Towley, Wai Ching Ho, Emma Batiz, Vanessa Aspillaga, Jay Oakerson, Trace Lysette, Marcy Richardson. Producción: Jennifer López, Adam McKay, Will Ferrell, Benny Medina, Elaine Goldsmith-Thomas y Jessica Elbaum. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 110 minutos.
Estafadoras de Wall Street no es una "película de strippers" pensada para seducir a cierto público con bailes sensuales y planos detalles de cuerpos femeninos sino un film actual, consciente de los movimientos feministas de los últimos años y con la crisis económica de 2008 como mochila. Acá la rabia contra el machismo y el puro desencanto con el capitalismo se asoman detrás de los cuerpos con poca ropa y bastante brillantina. Con una historia real como material de base -narrada en una nota de la revista New York-, Lorene Scafaria escribió y dirigió esta película sobre un grupo de strippers que encontraron una forma "creativa" de robarle dinero a los hombres de Wall Street que se encontraban entre su más fiel clientela. "Estos tipos de Wall Street. les robaron a todos", dice Ramona, para justificar su lógica de ladrón que roba a ladrón. Ella es la "stripper alfa", la jefa de la banda, una figura materna o de hermana mayor para Destiny, el personaje interpretado por Constance Wu (Locamente millonarios). Se trata del papel perfecto para Jennifer Lopez, quien siempre fue mejor diva pop que actriz pero encontró en las cualidades y las contradicciones de Ramona el rango exacto en el que moverse, ofreciendo la mejor interpretación de su carrera y posicionándose como una posible nominada al Oscar. La guionista y directora camina con seguridad por la finísima línea que el tema de la película impone y nunca da un paso en falso. Estafadoras de Wall Street es todo lo divertida, sexy y llena de drama que una historia como ésta promete, sin que eso sea todo lo que tiene para ofrecer. Scafaria va más allá de la anécdota criminal, el neón y los tacos altísimos para revelar una historia de un grupo de mujeres que forman la familia que no tuvieron o perdieron. Entre bailes del caño, alcohol y robos de tarjetas de crédito, hay charlas sobre la vida y reuniones con hijos y abuelas. El film profundiza en su retrato de estas mujeres como personas que cometen graves errores pero tienen un gran sentido de solidaridad y lealtad. Algún día no será importante subrayar que una película de Hollywood -aunque sea de presupuesto menor como ésta- tiene a una mujer como guionista y directora pero todavía vale la pena notar lo que eso implica. En Estafadoras de Wall Street hay una mirada femenina sobre una historia femenina, lo cual influye en el tipo de humor, en el retrato de la amistad entre los personajes y en la forma en la que se filma a los cuerpos de las mujeres. Claro que el valor del trabajo de Scafaria no reside en su género sino en que tiene una mirada particular sobre el mundo y las herramientas creativas para plasmarlo en la pantalla. Pero con ver la escena en la que Ramona envuelve a Destiny en su enorme tapado de piel, dándole una protección que no es sólo del frío, basta para darse cuenta de lo novedosa que resulta otra mirada sobre personajes que fueron presentados como estereotipos mil veces antes.
“Hustlers” empieza en 2007, cuando la economía estadounidense está de buena racha, lo que se nota en el club de stripers donde trabajan las desnudistas interpretadas por Constance Wu y Jennifer Lopez, dos trabajadoras que disfrutan del modo en que los hombres de la Bolsa despilfarran sus dividendos. Pero, claro, llega la crisis de 2008, y la malaria arrasa con su local laboral. Ante la recesión, las protagonistas deciden ponerse creativas, aunque no en el mejor sentido de la palabra. Así es que pronto se dedican a esquilmar a sus clientes poniéndoles en sus tragos una mezcla de ketamina con otras drogas, una especie de burundanga que los deja medio inconscientes, y que les permite a ellas gastar sus tarjetas de crédito hasta el limite, seguras de que cuando despierten no recordarán en qué juerga malgastaron su dinero. A medida que las chicas se vuelven más audaces e inescrupulosas, aumentan los riesgos y, como sucede en este tipo de historia moral, también llega el castigo para su crimen. Las buenas actuaciones y pulso narrativo ayudan a disfrutar de una historia inmoral y llena de imágenes sensuales, que trata de mantener la tesis de que todo Estados Unidos es un gran cabaret, visión un tanto elemental que no deja de aruinar del todo algunas de las escenas más entretenidas de esta sólida comedia dramática basada en hechos veridicos.
Jennifer López cautiva y derriba prejuicios en "Estafadoras De Wall Street" (Hustlers). Inspirada en el artículo viral del ‘New York Magazine’, la película sigue a un grupo de stripers de un club de Nueva York, quienes se unen para planear una estafa contra sus clientes más adinerados y poderosos de Wall Street. Prejuicio Nº1: “Las películas de Jennifer Lopez son malas”. Si sos de los que piensa así déjame decirte que ya no, y acá está la prueba. Lo que me suponía ser un Magic Mike femenino rápidamente terminó por demostrarme lo contrario ya desde su plano secuencia inicial. Lorene Scafaria venía actuando, escribiendo y dirigiendo algunas películas que pasaron sin hacer demasiado ruido hasta este momento, en que nos sorprendió con un interesante film, atrapante y bien contado que respeta fielmente el artículo original. Planos hermosamente trabajados (en especial aquellos que suceden en el club), los interesantes y distintos recursos sonoros con los que juega y una buena dinámica son algunas muestras de su crecimiento al servicio de una historia que desde el primer momento entretiene pero que poco a poco termina por atraparnos. Prejuicio Nº2: “Jennifer López es mala actriz”. Esta cinta nos deja en evidencia la importancia del acompañamiento desde la dirección a la hora de destacarse como actor/actriz en cine dado que, a diferencia del teatro, la incidencia del intérprete es mucho menor (ej. el plano, la edición, la música, la composición de la imagen aportan también a la interpretación) y la libertad que otorguen también resulta clave. Aquí Jennifer López se lleva el show acaparando toda la atención cada vez que participa en una escena. Insisto, la dirección también así lo quiso, desde el primer momento le otorgan una presentación cautivadora en ese pole dance de enorme despliegue, o la primera interacción con la protagonista que vemos cubriéndola del frío con su abrigo de piel anticipando el vínculo que tendrán a lo largo de la película. Un personaje inteligente, con carácter, superviviente y un rol físicamente complejo que Jennifer López encarna como si hubiera nacido para ello. Muy buen trabajo de casting (que cuenta con incursiones de cantantes como Cardi B y Lizzo que no podrían encajar mejor en este mundo) y mejor vínculo el que logra esta banda de chicas destacando el trabajo de Constance Wu como protagonista. Para completar el combo la banda sonora hitera de la época termina de aportarle onda, simpatía y nostalgia dejando el terreno servido para disfrutar 110 min de una cinta dinámica y sexy que poco a poco nos adentra en una muy buena historia. Por Matías Asenjo
“Hustlers” (título original de la obra) es una de esas pequeñas películas que comienzan a levantar vuelo en los circuitos festivaleros, que para cuando terminan su recorrido ya se convierten en un verdadero éxito de cara a su estreno comercial. Con un presupuesto de tan solo 20 millones de dólares ya lleva recaudado 136, siendo un verdadero triunfo desde su preestreno en el festival de Toronto. A su vez, comenzó a rumorearse que va a tener un gran protagonismo en la temporada de premios e incluso algunos hablan de una posible nominación al Oscar a Jennifer Lopez. El film está inspirado en hechos reales, más precisamente en un artículo de la revista New York Magazine de 2015, titulado “The Hustlers at Scores” escrito por Jessica Pressler, y reúne a un grupo de strippers que busca mantenerse en la salvaje New York de principios de los 2000 y que ante la explosión de la crisis económica de 2008 desarrollan un plan para drogar y estafar a sus clientes millonarios de Wall Street, varios de los cuales sienten que son responsables de la situación socioeconómica de Estados Unidos. Cuando Elizabeth (Julia Stiles), una periodista, comienza a investigar a las strippers, ellas verán peligrar su negocio y tendrán que afianzar su lealtad por encima de la envidia y la avaricia. El grupo de estafadoras está conformado principalmente por Ramona (Jennifer Lopez), Destiny (Constance Wu), la protegida de la líder del clan, Mercedes (Keke Palmer) y Annabelle (Lili Reinhart). Un grupo de mujeres con problemas reales que buscan abrirse paso o mejor dicho encontrar un lugar en el club de striptease para poder lidiar con problemas personales tales como mantener a sus hijos, poder darle una vida digna a su familia (el personaje de Destiny manteniendo a su abuela), deshacerse de relaciones problemáticas y poder sobrevivir a diario sin la ayuda de nadie. La directora del largometraje, Lorene Scafaria (“Seeking a Friend for the End of the World”, “The Meddler”) hace un gran trabajo con el desarrollo de personajes convirtiendo a las mujeres que protagonizan la historia en personas con una gran dimensión que se encuentran al borde del abismo y que son condicionadas por el entorno, por los hombres y por la situación económica. Un gran acierto de Scafaria está puesto en mostrar la escena nocturna sin ningún tipo de tapujos o reparos. Lo mismo en lo que concierne al sexo y la tarea de las bailarinas. El relato cobra fuerza con su mensaje feminista y también con esa sensación de veracidad en lo que respecta a mostrar el funcionamiento de los clubs de bailarinas exóticas. Todo esto enriquecido gracias a estupendas interpretaciones de Jlo y Wu quienes se lucen como el dúo protagónico que desarrolla esta alternativa para paliar la situación económica. La discusión o los reparos que le hace Destiny a Ramona también ayudan a complementar la imagen de la gravedad del asunto donde si se les va la mano con la ketamina o el éxtasis pueden llegar a matar a algún cliente. A su vez, son interesantes las observaciones que hace el personaje de Wu donde deja de sentirse una especie de Robin Hood moderna cuando ve que una de las víctimas no es uno de esos habituales y despiadados corredores de bolsa con los que tienen que tratar sino que es un hombre común con los mismos problemas financieros que poseen ellas. Esas cuestiones la llevarán a chocar con Ramona haciendo que la narración se engrandezca aún más. Por otro lado, quizás lo menos interesante de la cinta este representado en el personaje de Juila Stiles y en su entrevista al personaje de Destiny, que hacen que la película sea narrada en modo pasado y recuerde a grandes thrillers como “The Usual Suspects”, pero de una manera poco motivada y frenando por momentos el buen ritmo que poseía la película. La mezcla de géneros entre la comedia dramática y el thriller o heist movie hacen que “Estafadoras de Wall Street” sea una película sumamente disfrutable y entretenida. Un film que se destaca por una marcada estética enaltecida por la cuidada fotografía y una estrafalaria propuesta de vestuario. Al mismo tiempo, su crítica social y la visión feminista de temas complejos como la maternidad, la prostitución y la diferencia abismal en el ámbito laboral respecto a los hombres, enriquecen la experiencia todavía un poco más. Y también hay que destacar la estupenda labor de Jennifer López, quien logra una de las mejores interpretaciones de su carrera, que además está muy bien acompañada por Constance Wu.
Una forma discutible de obtener dinero “Estafadoras de Wall Street” (Hustlers, 2019) es una comedia dramática y policial dirigida, escrita y co-producida por Lorene Scafaria. Inspirada en un artículo viral del New York Magazine titulado “The Hustlers at Scores”, redactado por Jessica Pressler, la película cuenta en su reparto con Constance Wu (Locamente millonarios), Jennifer Lopez, Lili Reinhart (Riverdale), Keke Palmer, Julia Stiles (10 cosas que odio de ti), Wai Ching Ho, Madeline Brewer (The handmaid’s tale), Emma Batiz, Lizzo, Cardi B, entre otros. Tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto. En el año 2007, Dorothy (Constance Wu) trabaja en Moves, un club de stripers neoyorquino. Al ver la presentación de baile de la veterana Ramona Vega (Jennifer Lopez), Dorothy queda muy impresionada por sus movimientos y la confianza en sí misma, por lo que decide hacerse su amiga. Aliadas, las dos comienzan a ganar mucho dinero bailando juntas para los empresarios. Sin embargo, la crisis financiera de 2008 genera que la situación en el club cambie. Separada de su novio y madre de la pequeña Lily, Dorothy está sola de nuevo y necesita rebuscárselas para subsistir. Al volver a reunirse con Ramona, ésta tiene un plan brillante: coquetear con hombres ricos en bares, emborracharlos, drogarlos y sacarles la tarjeta de crédito. A pesar de saber que no está haciendo lo correcto, Dorothy se une al grupo integrado por Annabelle (Lili Reinhart), joven a la que sus padres la echaron de casa al enterarse cuál era su empleo, y Mercedes (Keke Palmer), la cual tiene a su pareja en prisión. Lideradas por Ramona, las mujeres gozarán de una economía fructífera por bastante tiempo, un panorama tan bueno que se volverá desalentador de la noche a la mañana por un mínimo error. Con un ritmo trepidante y una historia muy atractiva teniendo en cuenta que está inspirada en hechos reales, la directora Scafaria sorprende dándonos una película sólida que no se priva de nada durante las escenas dentro del club de stripers. Visto desde el punto de vista de la mujer que, por cierto, es una gran elección, el filme consigue que sigamos con entusiasmo las vidas de este grupo de amigas que solo desean tener el dinero suficiente para darles un buen futuro a sus hijas o poder mantenerse por sí mismas. A pesar de que sabemos que su método para tener un buen poder adquisitivo es sumamente erróneo (utilizan una droga que genera pérdida de memoria), las víctimas nunca nos llegan a dar pena ni lástima, por lo que la cinta se vuelve muy entretenida. En cuanto a las actuaciones, Jennifer Lopez brilla en cada momento que está en pantalla. Su papel requería de un gran entrenamiento físico y la actriz dio todo de sí para componerlo. Sin siquiera hablar en su primera escena, Ramona Vega ya impone respeto solo con su presencia. Por otro lado, Constance Wu, verdadera protagonista del filme, también hace un buen trabajo en la piel de Dorothy, una mujer que necesita dinero porque se preocupa por el bienestar de su abuela. Es a través de ella, que está siendo entrevistada por la periodista Elizabeth (Julia Stiles), que conoceremos cómo se fueron dando los hechos. Por otro lado, la música tiene un rol fundamental dentro de la producción. Cada canción encaja de forma perfecta con lo que está pasando en la escena, no solo por el sonido sino también por la letra (en especial cuando empieza a escucharse “Royals” de Lorde o “Beautiful Girls” de Sean Kingston). Además, la iluminación, fotografía y vestuarios complementan la atmósfera fiestera dentro del club nocturno. A pesar de que por la mitad de metraje el filme puede llegar a tornarse repetitivo con respecto a las compras de ropa y accesorios que pueden permitirse estas mujeres o la estrategia de engañar a diferentes empresarios, “Estafadoras de Wall Street” engancha, divierte y tiene más que suficientes aciertos para ser disfrutada en la pantalla grande. Después de las fallidas “Cercana obsesión” (The boy next door, 2015) y “Jefa por accidente” (Second act, 2018), es un deleite ver a Jennifer Lopez en un papel que le calza como anillo al dedo, con una directora que sí la toma en serio.
MiráEstaPeliYa CRÍTICA: "Estafadoras de Wall Street", de Lorene Scafaria. el octubre 31, 2019 Título original: Hustlers Directora: Lorene Scafaria Cast: Jennifer Lopez, Constance Wu, Cardi B, Julia Stiles, Lili Reinhart, Lizzo País: Estados Unidos Año: 2019 Duración: 110 minutos Sexo, drogas y venganza contra el sistema Basándose en un caso real sucedido tras la crisis financiera del 2008, documentado en un artículo del New York Magazine, Lorene Scafaria, la directora de "Buscando a un amigo para el fin del mundo" y "Una madre imperfecta", nos trae una cinta entretenida, con un trasfondo socioeconómico crítico y un elenco atractivo y sólido. La historia se centra en un grupo de bailarinas de streaptease que se une para estafar a sus clientes más acaudalados y cómo, años después, una periodista comienza a entrevistarlas para contar su historia. El eje del relato es Dorothy, personaje interpretado por Constance Wu, al cual veremos transitar situaciones realmente difíciles, pero quien se roba el protagonismo es la Ramona Vega de Jennifer López, quien realiza una actuación contundente y avasalladora -una de las mejores de su desigual carrera-. Dorothy debe trabajar en un centro nocturno para ayudar económicamente a su familia, pero su falta de experiencia comienza a pesar hasta que conoce a Ramona, que se vuelve su amiga y consejera. Tras el colapso financiero, el lugar sufre ante la baja afluencia de clientes, y la mayoría de las trabajadoras deberán buscar diferentes maneras de ganarse la vida. La película presenta un ritmo entretenido y pasa rápidamente a la acción, con transiciones veloces entre las escenas, al menos en la primera parte. En el segundo tramo comienza a hacerse repetitiva, y algunos momentos duran más de lo que deberían. Destaca su banda sonora y la iluminación utilizada, especialmente en los momentos en que nos encontramos en el club nocturno, además de presentar escenas realmente sensuales sin caer en lo grotesco. A pesar de una fuerte superficialidad de la historia, Scafaria se las arregla para deslizar temáticas sociales y económicas bien claras, como por ejemplo, el trabajo sexual como tal, la meritocracia y la desigualdad, la violencia doméstica y de género, la dificultad de las madres solteras para conseguir empleo, entre otras. En definitiva, una película que cumple con lo que promete y se consolida a partir de la dinámica entre las mujeres protagonistas. Puntaje: 6,5/10 Por Federico Perez Vecchio
BUENAS MUCHACHAS Desde antes de su estreno, Estafadoras de Wall Street venía haciendo mucho ruido, con rumores de posible nominación al Oscar para Jennifer Lopez y lecturas feministas superficiales incluidos. Todo eso no hacía más que generar desconfianza desde el diseño previo de la película como evento, pero el film de Lorene Scafaria sorprende eludiendo unos cuantos prejuicios y facilismos. Eso lo logra a partir de un par de decisiones relevantes a la hora de abordar la historia de un grupo de strippers que, en los años posteriores a la crisis financiera del 2008, montaron un esquema de estafas destinado a aprovecharse de los agentes de bolsa de Wall Street. La primera decisión que coloca a Estafadoras de Wall Street en un lugar distinto al pensado inicialmente empieza a quedar clara ya desde el mismo arranque, donde un plano secuencia sigue de manera casi obsesiva a Destiny (Constance Wu) y su recorrido por el club nocturno donde trabaja. Desde ahí –y un montaje por momentos frenético en su ritmo-, Scafaria se aferra a una puesta en escena donde el espíritu del cine de Martin Scorsese anda siempre rondando. Pero no solo eso: la estructura narrativa de la película –un típico relato de ascenso y caída- promueve también un retrato de un submundo que está a la vista y a la vez oculto, donde las líneas que separan lo legal y lo ilegal se van borrando rápidamente, y los personajes (principalmente las protagonistas) actúan con un nivel de impunidad casi infantil. En buena medida lo que vemos es una especie de reversión de Buenos muchachos o Casino pasado por un filtro femenino cuasi comunitario que no deja de retroalimentarse con la construcción objetual que parte de la mirada masculina. Es que la bajada de línea sobre una clase trabajadora vengándose de los tiburones de Wall Street es innegable y a la vez tan obvia que la película apenas si necesita mencionarla a partir de un par de frases que suelta Ramona, la experimentada stripper que encarna Lopez, quien impulsa a Destiny a meterse en su particular emprendimiento criminal. En lo que refiere a la interpretación vinculada a cuestiones de género (lo cual no es necesariamente feminista), requiere de un razonamiento un poco más complejo, porque las mujeres usan sus cuerpos para reventarles las tarjetas a tipos poderosos y ricos, cumpliendo con los mandatos masculinos y a la vez poniéndolos en crisis. Son mujeres que ansían cierta autonomía pero no la consiguen del todo –al fin y al cabo, siempre dependen de los encantos de sus cuerpos- pero a la vez con la astucia suficiente para usar la visión objetual que tienen los hombres sobre ellas a su favor. En Estafadoras de Wall Street lo objetual no implica algo inevitablemente pasivo, aunque la construcción de los cuerpos como mercancías atraviesa todos los planos: eso se puede ver, por ejemplo, en la secuencia que presenta a Ramona exhibiendo su figura frente a un conjunto de hombres hambrientos que no paran de arrojarle billetes. Donde el film es más directo y a la vez potente es desde su segunda gran decisión, que es la de privilegiar la historia de amistad entre Destiny y Ramona, marcada por la empatía casi instantánea, la lealtad, los desengaños, la decepción y las necesidades afectivas. Hay también una tensión sexual que no llega a estallar, pero que tanto Wu como Lopez manejan con sutileza e inteligencia en sus interpretaciones. Ambas están realmente muy bien y son el motor que empuja adelante a Estafadoras de Wall Street, incluso en los pasajes donde cae en un moralismo algo banal. Lo que se impone es el amor entre ellas y allí está la mayor carga de feminidad de la película.
Por un puñado de dólares Sentada frente a una periodista, Destiny (Constance Wu) recuerda que poco antes de la crisis financiera de 2008 no había mejores clientes para las bailarinas como ella que los corredores de bolsa y banqueros de Wall Street. Al menos si podían alcanzar un lugar en los salones más importantes del bar de strippers donde trabajaba, algo que ella logró gracias a la mentoría de Ramona (Jennifer Lopez). Trabajando juntas consiguieron una estabilidad económica que Destiny nunca había conocido, pero por sobre todo logró forjar un lazo de amistad y compañerismo con todas sus compañeras que no creía posible antes. Una amistad que con Ramona inmediatamente fue más allá de lo laboral durante ese tiempo en el que el dinero dejó de ser una preocupación para ambas y pudieron lograr todo lo que aspiraban. Pero como anticipan las preguntas de la entrevistadora, los buenos tiempos no duraron. La caída del sistema financiero las arrastró también a ellas y otra vez se encontraron a duras penas sobreviviendo. Cansadas de pagar por los errores ajenos y desesperadas por el dinero que les permita llevar la vida que desean para sus hijas, inician un plan para estafar algunos de sus antiguos clientes que a pesar de todo no sufrieron consecuencias por sus manejos turbios. Sororidad al desnudo Decir que Estafadoras de Wall Street es una historia de crimen, o incluso del mundo de las strippers, sería quedarse corto. Por más que esa es la base de esta película, construye sobre eso dos protagonistas interesantes y facetados, cada cual con sus conflictos a resolver. Con esos dos personajes centrales rodeados de un puñado de secundarias que no están solo de adorno, profundiza en una trama de hermandad entre personas que podrán ser diferentes pero tienen que enfrentarse a un mundo que las ataca de la misma forma. Sin idealizar la vida de la noche ni romantizar el delito, la directora logra empatizar con los personajes que propone, moviéndose en un continuo de grises para al mismo tiempo criticar y justificar algunas de sus acciones, pero por sobre todo para poner su realidad en su contexto y así entenderlo. Porque solo entendiendo verdaderamente de lo que está hablando se puede reflejar con tanta potencia la dualidad de la vida que llevan, tanto antes como después de convertirse enEstafadoras de Wall Street, una parte de la historia que se siente más como su caída que como su triunfo, el momento donde la realidad pone a prueba todo lo que fueron y no salen muy bien paradas. Sacándola del contexto de los bares de strippers, no deja de ser una historia sobre las penurias de una clase trabajadora que ve pasar fortunas pero apenas recibe algunas migajas si acepta mantenerse en un lugar de servidumbre, siempre al borde de la humillación donde la violencia simbólica es cosa de todos los días. Además de la solidez argumental instaurada ya desde el guión, la agilidad con la que avanza la trama a lo largo de más de un período de tiempo específico se apoya en un montaje dinámico que no sobre-explica lo que narra ni recurre a largos diálogos cuando puede evitarlo, prefiriendo usar la imagen para decir lo que pretende. Una imagen que no cae en los lugares comunes que suelen tener las películas centradas en este mundo: aunque la mitad del tiempo hay en escena una mujer semidesnuda, solo se muestra sexualizada cuando el personaje lo pretende, desapareciendo cuando deja de ser fundamental. Y eso no impide que exista belleza en ese elenco de secundarias que completa la historia, pero en una industria donde correrse de los cánones hegemónicos parece ser un riesgo que nadie quiere correr, la diversidad de ese grupo y la naturalidad con la que se insertan en escena es algo que merece ser destacado. Seguramente tiene que ver en esta mirada no solo su directora: buena parte de las cabezas de equipo que produjeron esta película son también mujeres con la voluntad de romper ese código establecido y hablar desde adentro de algo que entienden, imprimiéndole una intimidad y calidez a las relaciones entre ellas que es de lo más interesante que tiene para mostrar Estafadoras de Wall Street. Algo en lo que muchas veces fallan las películas que pretenden contar este tipo de historias, creyendo que alcanza con poner un elenco femenino frente a la cámara para considerarse progresistas o feministas.
El baile del dinero Estafadoras de Wall Street (2019) es una película de acción dirigida por Lorene Scafaria de enorme vértigo, que utiliza la coyuntura de lo que fue la crisis en New York para insertarnos en una historia de nightclub donde lo más importante son las imágenes y los colores de una estética particular y sugerente. Un relato de aventura nocturna donde lo más atractivo es el desenvolvimiento de sus protagonistas. Dorothy (Constance Wu) es una stripper que está haciendo su carrera en un club nocturno de New York, pero no logra ser la gran estrella que anhela. Con el nombre de Destiny, va conociendo todo el tramado económico que se lleva ahí. Pero ahí tiene a Ramona (Jennifer Lopez) quien será su referencia para tener mayor llegada. Se convierte en su mentora para lograr un mejor espectáculo. Ramona la entrena y así su forma de vida mejora. En este punto descubrimos que todo lo que estamos viendo es una investigación periodística hecha por Elizabeth (Julia Stiles) pues algo sucedió. Se develaría que ante las adversidades económicas personales de Dorothy y sus compañeras, sumada a la crisis ocurrida en aquellos años, Ramona lleva a Dorothy y un grupo de strippers a vengarse de los hombres de negocios del Wall Street. Entonces la historia es el recuento de una venganza basada en la estafa de dinero, todo contado por Dorothy y Ramona mostrando lo que pasó y qué las llevo a hacer eso. Si bien la película tiene mucho vértigo ya que se apoya en su temática para causar mayor impacto, da por momentos la impresión de estar dentro de seguidos videoclips que apuntan a la construcción visual de la vida nocturna del night club y la relación entre las strippes. Un juego donde lo más importante es la estética corporal centrado en lo más importante de la película y lo que se puede ver. La idea de los claroscuros y el baile y la sensualidad que marcan la noche como el sustento de todo un tramado que se hila por Dorothy y Ramona quien pasa a ser el centro de atención de todo el argumento. Después el desarrollo sobre el tema de la estafa es más fiel al estilo de las películas como La gran estafa (Ocean´s Eleven, 2001) donde hay una sobrecarga visual sobre cada situación nueva, haciendo hincapié estético y estilo videoclip de relatos policiales o de robo, usando la música y su mayor conector de todo como es la voz en off, marcando los momentos claves, pero no consigue ser demasiado enriquecedor en el uso de este recurso, conlleva a ser todo muy explicativo y si bien no decae del todo pues lo mantiene ágil para el cruce de líneas temporales, deja en claro que todo está centrado en sus protagonistas. Desde luego se hace vertiginoso y hay drama y una gran interacción entre los personajes y lo relacionado a la profesión a la cual se dedican y todo lo que ello conlleva. Sin duda la idea de que estamos viendo el desarrollo de un artículo del periódico es atractivo, pero queda en ese punto sin ahondar demasiado y queda un relato que se sostiene más por las imágenes que por su argumento.
La historia de Estafadoras de Wall Street está inspirada en un artículo periodístico de la revista New York publicado en el 2015. Si bien la autora de la investigación, Jessica Pressler, luego expresó que era imposible de comprobar si todos los detalles que obtuvo en las entrevistas eran ciertos, el caso fue real y está documentado. La obra de la directora Lorene Scafaria explora el submundo de las strippers con una mirada más realista y humana que las que se presentó en producciones del pasado, donde primaba el cine de explotación, Striptease (1996), o los contenidos bizarros, como Showgirls (1995), de Paul Verhoeven. En este caso se percibe una mirada más feminista que describe en detalle el ambiente deprimente en el que se desenvuelven estas mujeres y las situaciones con las que lidian a diario en su ámbito de trabajo. Durante la primera parte del film el foco de atención de la realizadora está puesto en esta cuestión con la presentación de los personajes. Constance Wu (Crazy Rich Asians) sobresale en el rol principal con un personaje que está muy bien desarrollado y Jennifer López presenta su mejor labor en el cine, desde que encarnó a la policía Karen Sisco en Un romance peligroso (1998), de Steven Soderbergh. Queda claro al verla en esta producción que es una actriz subestimada que simplemente tuvo la mala suerte de trabajar en proyectos olvidables donde no suele tener chances de destacarse. Aunque el reparto cuanta con las participaciones de Julia Stiles y la controversial rapera Cardi B, el espectáculo se lo roban Wu y López con sus interpretaciones. La dirección de Estafadoras de Wall Street toma cierta influencia del cine de Martin Scorsese que aparece en el recuerdo en más de una escena. Sobre todo por el modo en que se abordó el conflicto central. La película no glorifica ni convierte precisamente en heroínas feministas a las strippers que drogaban a sus clientes para gastarles las tarjetas de crédito, sin embargo desarrolla muy bien el contexto social en el que se dieron las estafas. De ese modo, sin justificar sus acciones, se puede entender los motivos que las llevaron a cometer esos delitos. Una historia muy interesante que además resulta muy recomendable por la labor de las dos protagonistas. ver crítica resumida
La película narra una amistad femenina en medio de un universo amoral que, como todo lo que es amoral, suele inclinarse a lo inmoral. Un grupo de strippers en crisis estafa a millonarios idiotas para sobrevivir y, claro, mejor que eso. La película dice basarse en una historia real y se estructura alrededor de una entrevista periodística, truco bastante usado en las “películas basadas en la vida real” últimamente. Pero es lo de menos: con mucho brío y color, aunque con cierto dejo de antiguo videoclip y montaje realizado con rap en las orejas (sobre todo en las secuencias más dinámicas), la película narra una amistad femenina en medio de un universo amoral que, como todo lo que es amoral, suele inclinarse a lo inmoral. Lo que no está mal porque hace bascular un poco nuestros lugares comunes. De todos modos, lo más disfrutable de esta película es Jennifer López. Que es una actriz extraordinaria que probablemente no desarrolló bien la capacidad de elegir qué filmar. Disfrute incluso pese a su moraleja de sororidad obligatoria.
En Estafadoras de Wall Street (Hustlers, 2019) Jennifer López comanda un grupo de strippers que deciden vengarse de los hombres de Wall Street en plena crisis financiera de 2008. Tacos altos, música y una de esas películas de grandes golpes donde hinchás por las anti-heroínas.
Tomando como base un artículo publicado en la revista New York, sobre un grupo de strippers que se organizó para estafar a sus clientes, esta película, tan divertida como emotiva, encuentra su mejor arma en la descripción de la amistad femenina entre sus protagonistas. Una chica de ascendencia asiática (Constance Wu) que consigue trabajo en un club para varones adinerados, esos dispuestos a pasar la noche bebiendo champán mientras lanza billetes a la ropa interior de chicas que se contornean a centímetros de su entrepierna. Baile en el caño y erotismo a puerta cerrada para clientes vip forman parte de la rutina que a ellas les permite pagar el alquiler, mantener a sus hijos y darse una buena vida. Desde su cruce entre comedia y thriller, Estafadoras no se despega nunca de su anclaje en la realidad, por cierto difícil para estas mujeres que quieren salir adelante por las suyas y que, invariablemente, provienen de orígenes duros y conflictivos. Brilla ahí Ramona, una Jennifer Lopez en estado de gracia, como la experimentada líder, la mujer que bajo una apariencia apabullante guarda a una amiga entrañable, y orgullosa de sus curvas. El barrio y el glamour aspiracional, el dinero de Wall Street y la necesidad, la mirada de una periodista bienintencionada y fina frente a la de estas trabajadoras, el empoderamiento en un mundo de hombres tramposos, son algunas dicotomías que la película encara con inteligencia y honestidad, sin echar mano de acentos ni bajadas de línea, feministas o sociales. Es que todo está ahí, expuesto como en la vida, con un realismo que también se da la mano con el tono de comedia fraternal entre mujeres que eligen explotar su belleza femenina. Menos liviana de lo que parece, siempre graciosa, Hustlers parece liberarse de los compromisos de la corrección política, para mirar a sus criaturas (hombres incluidos) con la misma libertad con la que ellas reclaman, intentan, escribir sus propias vidas.
“Estafadoras de Wall Street” es ante todo una sorpresa. Con un presupuesto modesto consiguió ser un éxito en Estados Unidos, y además se habla (con cierta exageración) de que podría entrar en la carrera por los Oscar. Admitamos que una película que exhibe como estrella a Jennifer López no prometía nada bueno, dado el historial de comedias flojas que tiene JLo. Pero esta vez la bomba latina (muy segura y sensual a los 50 años) se despacha con el mejor trabajo de su carrera. Basada en un caso real que se publicó en 2015 en la revista “New York”, “Estafadoras...” sigue la historia de un grupo de strippers que seducían a ricachones en un bar, los drogaban y después les reventaban la tarjeta de crédito. La directora Lorene Scafaria (“Buscando un amigo para el fin del mundo”) empieza a contar la historia desde la mirada de Destiny (Constance Wu), una joven bailarina que se transforma en la alumna y protegida de la experimentada y calculadora Ramona (López). Esta dupla comienza a facturar a lo grande en el club de strippers, pero cuando estalla la crisis financiera de 2008 en EEUU el negocio se derrumba. Los especuladores brokers de Wall Street se quedan sin dólares para tanta fiesta, y es ahí donde las amigas forman esta suerte de banda delictiva. Con una mezcla de comedia y policial, y con un ritmo bastante desparejo, la película acierta cuando pone el acento en el empoderamiento femenino, sin caer necesariamente en la corrección política o la bajada de línea. La directora también acierta en su decisión de no glamorizar el oficio de las strippers, mostrándolo como un trabajo como cualquier otro, con sus triunfos y sus miserias.
Te quiero empoderada Es cierto que “Estafadoras de Wall Street” puede parecer un relato más acerca del ascenso y la caída de quienes transitan el camino inmoral del sueño americano, pero detrás de su estructura en piloto automático (cada acto parece orquestado de manual) se esconde una comedia bastante ingeniosa sobre la amistad entre un grupo de mujeres que buscan dominar un ámbito laboral poblado de ejecutivos machistas, durante la crisis financiera que afectó a los Estados Unidos en 2008. Entre los productores figura el nombre de Adam McKey, responsable de “La gran apuesta”, película con la que comparte ciertos matices al momento de centrar su historia durante uno de los periodos económicos más difíciles que le tocó vivir a los norteamericanos, pero en el caso de “Estafadoras de Wall Street” la directora Lorene Scafaria concentra la trama alrededor de cuatro strippers que se convierten en criminales profesionales cuando comienzan a seducir y drogar a hombres adinerados para poder usar sus tarjetas de crédito. Scafaria nunca detiene el ritmo del relato, incluso durante los instantes más dramáticos, y se asegura de poner al frente el carisma de sus protagonistas, sin perder el humor ni el glamour. Dentro del elenco se destaca la presencia de una veterana Jennifer Lopez como la líder y protectora del grupo, en uno de sus mejores papeles hasta la fecha. En un año donde el género femenino asumió su liderazgo al frente de diferentes proyectos provenientes de Hollywood, “Estafadoras de Wall Street” supo ganarse un lugar entre las más festejadas por la prensa internacional, aunque buena parte del público local quizás tarde un poco más en descubrirla.
SHOWGIRLS Estafadoras de Wall Street es un thriller empoderador JLo toma por asalto la temporada de premios con esta particular historia basada en hechos reales. Durante la temporada de premios siempre se cuela esa película ‘chiquita’ a la que pocos le tienen fe, pero la rompe con el público y la taquilla. Este año, dicho honor lo puede aceptar “Estafadoras de Wall Street” (Hustlers, 2019), una dramedia basada en hechos reales que pega fuerte en la empatía y en una coyuntura que lidia día a día con historias muy parecidas. Lorene Scafaria (“Buscando un Amigo para el Fin del Mundo”) tiene a su cargo la dirección y el guión de esta película que toma como punto de partida un artículo de la revista New York -“The Hustlers at Scores”-, escrito por Jessica Pressler en 2015. La historia arranca en el año 2007 con la joven Dorothy (Constance Wu), también conocida como Destiny, stripper del club Moves que intenta ganarse unos mangos para subsistir, ella y su abuela. La chica no tiene la experiencia necesaria, ni el carácter, para afrontar los abusos del trabajo, pero queda maravillada al conocer a Ramona (Jennifer Lopez), quien parece la dueña indiscutible del escenario. Ramona es la stripper curtida que se conoce todos los gajes del oficio. No es una persona que suele hacer amigos en el trabajo, pero decide cobijar a Dorothy bajo su ala y enseñarle todos los trucos. Ambas terminan formando una pareja ganadora que la junta con pala, pero aún más importante, conforman una amistad a prueba de todo. Un año después, la crisis financiera golpea a los Estados Unidos. Ramona y Destiny ya no tienen los mismos ingresos, y las cosas se complican un poco más cuando la chica queda embarazada. Sin trabajo para mantener a su bebé, a Dorothy no le queda otra que volver al club a ganarse el mango, pero la crisis también hizo estragos en Moves, dejando a las empleadas en una situación aún más precaria. La competencia es cada vez más feroz y las nuevas bailarinas procedentes de Rusia están más dispuestas a cruzar ciertos límites por menos dinero. En este panorama tan desalentador y poco favorable para la inocente Destiny, Ramona idea un nuevo plan donde el blanco son los clientes más ricos. Un poco de alcohol de por medio y algunos polvitos mágicos, y los hombres que caen en la trampa no toman conciencia de que están dejando todo su dinero en los bolsillos de las strippers. Con el tiempo, y la ayuda de Mercedes (Keke Palmer) y Annabelle (Lili Reinhart), Ramona y Destiny van perfeccionando la estafa, buscando entre los ejecutivos más adinerados de Wall Street, esos mismos que salieron impunes durante la debacle económica. Scafaria no pretende ocultar (ni romantizar) que sus protagonistas están cometiendo un crimen, pero tampoco podemos dejar de empatizar con ellas y su situación. Ramona es como la Robin Hood de esta historia, una madre todo corazón dispuesta a hacer lo que sea (aunque ilegal) para ayudar a sus pequeños retoños, y Dorothy se deja llevar muy consciente de sus actos. Este es uno de los hilos conductores de esta historia que tampoco glamoriza el lugar de las strippers. Para la realizadora y sus protagonistas es un trabajo más, uno que da disgustos y satisfacciones. Master class La atención al detalle y el punto de vista son cruciales para que el espectador no se equivoque y entienda las intenciones de este relato que muestra un empoderamiento muy diferente y efectivo. Acá no hay trucos ni golpes bajos, tampoco los efectismos que suelen tener las películas de atracos, y a pesar de la ficcionalización, “Estafadoras de Wall Street” se siente (y se disfruta) como un historia sincera que se acomoda sobre los hombres de sus dos protagonistas. La relación entre Ramona y Dorothy es esencial y brilla, justamente, por sus diferencias. Destiny es la chica naive que va aprendiendo de sus errores, y Ramona la figura avasallante que no siempre sabe dónde poner los límites. El glamour, el derroche, el estilo de vida particular que empiezan a llevar estas mujeres también es un factor determinante para la trama, pero no las define. Si hay que arremangarse, se arremangan, y eso las convierte en personajes tan humanos y queribles. El contraste entre Wu y Lopez también es un elemento destacable y ya podemos ir haciendo nuestras apuestas, prediciendo la primera nominación al Oscar para JLo, quien se roba cada escena donde aparece. Y claro, hace honor a todas esas ‘virtudes’ que siempre le hicieron notar. El toro por las astas “Estafadoras de Wall Street” cruza géneros, brilla cuando tiene que brillar y es un poquito patética y oscura cuando tiene que serlo. Siempre se mantiene dentro de sus límites sin llegar al exceso, aunque por momentos se pierde en la repetición y monotonía argumental antes de volver a encontrar su rumbo. Tiene algunos elementos de ‘feel good movie’, pero también la impronta de la historia femenina -detrás y delante de las cámaras-, un detalle que se nota en la visión y en la representación, porque Scafaria se preocupa por mostrar mujeres reales, aunque sean glamorosas estrellas de Hollywood. Dato no menor que Adam McKay (“La Gran Apuesta”) sea uno de los productores, reforzando esas ganas constantes de exponer al poderoso que siempre se sale con las suyas, y las consecuencias de una crisis económica que perjudicó a las clases menos afortunadas. Tampoco es azaroso que las ‘víctimas’ sean esos mismos hombres que creen que todo se puede comprar, incluso el favor de un grupo de strippers que sólo buscan un buen pasar.
Inspirada en hechos reales. Un grupo de bailarinas de striptease se une para estafar a sus clientes, ricos magnates de Wall Street. Cuando Elizabeth, una periodista del New York Magazine, comienza a investigar a las strippers, ellas verán peligrar su negocio y tendrán que afianzar su lealtad por encima de la envidia y la avaricia. Entretenida, muy graciosa, no exenta de cierto comentario político y social, la película no se arruina con la bajada de línea y avanza con el carisma de sus protagonistas, en particular Jennifer López, y lo absurdo de esta historia que aunque parezca inventada hay que repetir que se basa en hechos reales.
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