La gran bestia del apocalipsis A diferencia de esa fosa séptica llamada cine tradicional hollywoodense de superhéroes, el resultado de dos décadas de un proceso conjunto de repetición y banalización ad infinitum de lo mismo, las dos adaptaciones de Guillermo del Toro de 2004 y 2008 de Hellboy, el querido cómic creado por Mike Mignola, se abrieron paso como obras de arte íntegras y de una enorme coherencia, capaces de conjugar los engranajes de la fantasía símil cuento de hadas y la figura de los antihéroes verdaderos, esos que arrastran penas y culpas que nunca pueden curar/ pagar del todo. Si bien esta nueva traslación, ya con el mexicano de lado, se nos presenta como un reboot, en realidad es una remake camuflada compuesta de los films previos en una especie de 2x1 que no llega al nivel de calidad de antaño aunque tampoco pasa vergüenza porque sustituye la magia gótica por una efervescencia truculenta sin freno. Un componente adicional que nos permite disfrutar de Hellboy (2019) es que constituye en sí el regreso al cine de Neil Marshall, una de las grandes promesas del cine de horror y acción de la década pasada luego de entregar las muy adictivas Dog Soldiers (2002), El Descenso (The Descent, 2005), Doomsday (2008) y Centurión (2010), una serie de trabajos que se vio cortada por una mudanza de nueve años al ámbito televisivo por encargo: su presencia fue definitivamente crucial para que el protagonista titular, esa “gran bestia del apocalipsis”, no sufra el típico y patético lavaje del mainstream con vistas a agradar a la legión de oligofrénicos que adoran la corrección política, la idiotez y el eterno refrito de clichés de los tanques multitarget de nuestros días, apuntalando en cambio una fiesta gore permanente en la que dominan masacres sinceras y un tono narrativo lúdico bien aceitado. La historia vuelve a pasar por la condición de Hellboy (David Harbour reemplaza con carisma y eficacia al genial Ron Perlman) de arma que puede ser utilizada por los hombres en la agencia paranormal de turno o por la fauna subrepticia de la oscuridad en sus intentos esporádicos de vengarse de la humanidad a raíz del “detalle” de siempre, resumido en la costumbre de los bípedos de explotar y/ o aniquilar a cualquier entidad que califiquen como “diferente”. Ahora la villana es Nimue (una esplendorosa Milla Jovovich), bruja que siglos atrás fue traicionada por el Rey Arturo y Merlín y que hoy es traída de vuelta por Gruagach (Stephen Graham y Douglas Tait), un humanoide porcino que a su vez se la tiene jurada a Hellboy por haberlo privado de una vida normal. Junto a la médium Alice (Sasha Lane) y al agente Ben Daimio (Daniel Dae Kim), el rojo intentará detener la catástrofe que se avecina. El guión de Andrew Cosby no es precisamente la apoteosis de la originalidad porque en esencia retoma el hiper trabajado mito de Excálibur y lo acopla a la idiosincrasia irónica y mundana/ callejera del cómic de Mignola, logrando una aventura entretenida y feroz que hace propios los estereotipos narrativos y las leyendas anglosajonas -de hecho, casi todo el film transcurre en el Reino Unido- al no tomarse en serio a sí misma y plantearse desde el vamos como un cuento sardónico acerca del equivalente a un lumpen trabajando para burócratas burgueses y sintiéndose un traidor para con los suyos, paria entre los humanos y “bicho raro” entre todos los bichos raros. Aquí por suerte las secuencias de acción no son interminables y muy redundantes, como sucede en los bodrios de Marvel y DC, ya que están orientadas a condimentar el relato más que a suplirlo con ampulosidad boba gratuita. Como decíamos antes, Marshall no se muestra remilgado como tantos otros realizadores e impone sin medias tintas su amor por el grotesco sanguinario, la evisceración, el humor negro y las amputaciones al paso, a sabiendas de la potencialidad sarcástica del personaje central y su mismo carácter de sicario maquillado especializado en amenazas de enormes proporciones. Este sustrato de “clase B con presupuesto” que juega a dos puntas, entre la algarabía del terror y el derrotero mitológico freak, es el que consigue rescatarnos una y otra vez del tedio estándar del cine comercial norteamericano para llevarnos al campo de lo remanido disfrutable que por un lado no desdibuja el espíritu de las películas de Del Toro y por el otro sabe cómo balancear el delirio, la pompa, el melodrama, la comedia y hasta un humanismo de fondo que apuesta a la igualdad y se planta contra los fanáticos homicidas…
Cuando una película es tan catastróficamente mala es difícil empezar a explicar que estaba basada en tal cosa y que tuvo otra versión hecha por tal director. ¿Qué puede importar? Lo único grave es que al final de las dos eternas horas de metraje nos prometen más aventuras y dos escenas post títulos nos traen nuevos personajes. Me cuesta mucho pensar en una secuela de este mamotreto, pero si Hellboy (2019) funciona en taquilla es probable que haya una segunda parte. El prólogo de la película transcurre en el siglo VI (épocas donde vivió el caudillo que daría comienzo al origen de la leyenda del Rey Arturo) cuando una bruja malvada llamada Nimue (Milla Jovovich, completamente desperdiciada) que, justamente es derrotada por el Rey Arturo y el mago Merlín. Es cortada en pedazos y esos pedazos ocultos por todo el reino. Siglos más tarde, claro, se completará el plan de unir esas partes para retomar su plan de comandar un ejército de monstruos que dominarán la tierra. Hellboy recibe entonces de la Agencia para la investigación y Defensa Paranormal la orden de derrotarla. Hay tiempo en la película para varios personajes secundarios realmente no interesantes y sub historias insufribles, pero como no podía faltar, descubrimos el origen del mismísimo Hellboy. Y entonces sí, con todo el tiempo libre que nos deja la película para pensar, recordamos la versión del año 2004 dirigida por Guillermo Del Toro. Cuando en aquella película Ron Perlman interpretó al personaje creado por Mike Mignola en 1993 para la editorial Dark Horse, no pudimos medir hasta qué punto el acto debajo del maquillaje era excepcional. Salvando las distancias, fue como Boris Karloff interpretando a Frankenstein en la película de 1931. ¿En qué sentido? En el sentido de que ahora que otro actor interpreta a Hellboy se ridículo y tonto. David Harbour nos demuestra lo buen actor que es Ron Perlman y que no se trata de ponerse un maquillaje y listo. Pero con todos los personajes pasa eso, no hay uno solo que valga la pena destacar en este film del 2019. Las escenas son largas, sin interés, los chistes carecen de toda gracia y siempre parecen forzados y lo único a contracorriente acá es la sangre y el gore de varios momentos. No es suficiente, sin guión, sin dirección, sin buenas actuaciones y sin chispa, es posible que Hellboy se convierta en uno de los papelones de la década. Si tenemos suerte, en lugar de una secuela, habrá borrón y cuenta nueva.
Parrafraseando a los Simpsons… “el reboot del que nadie esperaba nada, nada está haciendo” Vamos a dejar de lado la trilogía dirigida por Guillermo del Toro y protagonizada por Ron Pearlman, este reboot apunta a otra cosa. ¿A qué? No lo sabemos exactamente. No, mentira. Pero retomaremos esto en la conclusión, así leen hasta el final *se salteaban toda la nota hasta el último párrafo* La película arranca con una fábula cuasi medieval: la leyenda de cómo el rey Arturo detuvo a la malvada bruja Nimué, cortándole la cabeza con su mítica espada Excalibur, para luego desmembrarla y esconder las partes de su cuerpo, aún vivas, a lo ancho del país para neutralizar su poder. De ahí pasamos al presente: un Hellboy en tensión constante con su padre, yendo a buscar a su compañero Estevez en Tijuana, y emborrachándose al no poder lograrlo. Su camino no tarda en cruzarse con el de una revivida Nimué y una Alicia que también está vinculada con “los malos”. Empecemos hablando de lo bueno. David Harbour lleva con decencia un personaje bastardeado desde el guión. A pesar de las enormes protésis que, obviamente, no permiten una gesticulación extrema, por momentos sus miradas dicen mucho. El personaje de Alicia también hace aportes a la trama que permiten que avance el guión, y la interpretación de también alcanza buenos niveles. Para los más fanáticos la aparición de Lobster Johnson también puede contar entre lo mejorcito. Y la primer escena postcréditos (son dos) tiene una iluminación y un ritmo sobresaliente. Pasamos a lo no tan bueno. O a lo malo. El primer punto cuanto menos polémico es el CGI. Aparecen una cantidad de monstruos con diseños interesantes, pero se ven carentes de niveles y texturas, incluso por momentos los movimientos se ven más mecánicos que orgánicos. Con la sangre pasa algo parecido: es un fluido completamente artificial. Y aquí la pregunta: ¿es una propuesta o es una falencia? Si es una propuesta, no tiene razón de ser. Las películas de este tipo se apoyan fuerte en lo visual, por sus escenas de acción y por los universos que generan, y en ese sentido buscan atrapar al espectador y no generarle dudas o preguntas, con lo cual…descartamos la opción propuesta, y nos queda verlo como una falencia. Y el maquillaje corre en el mismo sentido. Párrafo aparte para el guión. Hay una intención y un conflicto, si. Hellboy tiene algo que hacer en función a alguien que quiere algo opuesto. Pero hasta ahí nomás. Las acciones que van construyendo esa trama están sueltas, se van ubicando dispersas y nunca hay una buena construcción de nada, siendo por decantación el desenlace como punto más flojo. Decíamos al principio de Harbour hacia lo que podía con un personaje bastardeado. Y si: queríamos decir que nos encontramos ante un Hellboy infantilizado, casi caprichoso, de comportamiento errático que además maneja un registro humorístico más propio de Adam Sandler en un mal día. Evidentemente, es un reboot que apunta a un público joven o disperso: lo fragmentado de la trama y su liviandad parecen apelar a un espectador que no puede mantener la atención en lo mismo por mucho tiempo, y responde a cánones de humor más básicos y políticamente correctos. No recomendada para fans.
Este nuevo Hellboy se inclina más hacia la comedia de horror super sangrienta en comparación a sus predecesores, un intento de reboot pobre y sin alma, plagado de mal CGI y actuaciones que dejan mucho que desear.
Este jueves 11 de abril regresa a la pantalla grande la nueva película de “Hellboy”, interpretada en esta ocasión por el actor David Harbour (“Stranger Things”, “Suicide Squad”). Basada en el personaje de cómics, la película se encuentra dirigida en esta entrega por el director Neil Marshall, un realizador inglés que también se dedica a la edición y al guión, y no por Guillermo del Toro quien se encargó de dirigir las dos entregas anteriores. En cuanto al guión, lo conforman principalmente Mike Mignola y lo acompañan Andrew Cosby, Christopher Golden y Aron Coleite. En esta saga, también participan: Milla Jovovich, como Nimue, una hechicera medieval y la villana de esta historia, Ian McShane, como padre adoptivo de Hellboy y fundador de la “Agencia de Investigación y Defensa Paranormal” (en inglés “BPRD”), Sasha Lane, como Alice Monaghan (a quien Hellboy le salva la vida luego de haber sido secuestrada cuando era bebé por unas hadas, de las cuales obtiene ciertas habilidades muy interesantes). También forman parte del reparto Daniel Dae Kim como Ben Daimio, miembro de la “BPRD” que posee una habilidad muy particular al enojarse o al sentir algún tipo de dolor, Sophie Okonedo, como Lady Hatton una vidente que reside en un club llamado “Club Osiris”, Brian Gleeson, como el reconocido mago Merlín y Thomas Haden Church, como Lobster Johnson. En cuanto a la producción para esta nuevo film, Mike Mignola en el año 2014 comienza a trabajar junto al escritor Andrew Cosby en la historia para este nuevo proyecto, el cual fue pensado inicialmente como una secuela de las películas de Guillermo del Toro. Se le pidió a éste que las produjera, pero Guillermo terminó no aceptando la oferta de Mike. Más tarde, cuando se unió al proyecto Neil Marshall, se decidió que la nueva película sería un reboot de la famosa saga. ¿Con qué nuevos desafíos se enfrentará Hellboy en esta ocasión? Junto a la “Agencia de Investigación y Defensa Paranormal” tendrán en sus manos un nuevo y peligroso desafío al cual deberán enfrentarse. Su misión será darle fin a una amenaza de carácter medieval pero muy poderosa llamada Nimue, “La reina de la sangre” (Milla Jovovich), una hechicera que fue resucitada y que está sedienta de venganza por una traición del pasado y que tiene como objetivo destruir a toda la humanidad en la época actual. Pero esta villana no estará sola, ya que a su lado la acompaña uno de los enemigos más vindicativo de Hellboy, una criatura de hadas semejante a un jabalí llamado Gruagach. Otro personaje al que Hellboy deberá enfrentarse será la mítica bruja Baba Yaga, un ser perverso y cruel, que generalmente se alimenta de niños y vive en una casa con patas de pollo. Y es aquí donde comenzarán todos los problemas para nuestro demonio rojo, que en esta entrega será más violento y más temible que nunca. ¿Qué más podemos decir acerca de este nuevo film? En lo que respecta al soundtrack de la película, su compositor es Benjamin Wallfisch, también conocido por haber compuesto la banda sonora de películas tales como “Blade Runner 2049”, “IT” (de Andrés Muschietti), y la nueva película ahora en cines, “Shazam!”. También podemos destacar notablemente el buen trabajo en cuanto a efectos especiales, visuales y principalmente, de maquillaje, no solo para los personajes de Hellboy, Baba Yaga y Gruagach, sino también para todas las criaturas que aparecen a lo largo del film. Para ir cerrando, “Hellboy” llegará a los cines este jueves 11 de abril como se mencionó previamente y su clasificación es “R” (mayores de 17 años), ya que posee lenguaje y escenas violentas y es mucho más sangrienta que las anteriores. Esta película promete ser más madura y con una temática más compleja y tiene una duración de dos horas aproximadamente; también cuenta con dos escenas post créditos de las cuales no deben perderse. Y por último, podemos destacar la actuación principalmente de David Harbour, ya que no solo se encargó de investigar para poder convertirse en Hellboy, sino que entrenó bastante con uno de los mejores y más reconocidos personal trainers de Hollywood, Don Saladino, para poder lograr que el personaje sea lo más parecido al cómic en lo posible y poder satisfacer las expectativas de sus seguidores.
Difícil la vida de un antihéroe como Hellboy. No porque deba pasarse la existencia destrozando rivales y recibiendo palizas de gigantes, sino porque, existencialmente, en esta versión de Hellboy el protagonista averigua secretos de su pasado que habrá que ver si los sobrelleva. Y ni qué hablar del público adicto a los filmes de horror/violencia. Con sus cuernos limados, su brazo derecho como una masa, su aspecto horrendo, piel roja, uñas pintadas y fuerza, sí, bruta, Hellboy el personaje está del lado de los buenos aunque su origen no sea precisamente un santito. Porque este Hellboy, que viene años después de las dos películas rodadas por Guillermo del Toro (a posterior director de la ganadora del Oscar La forma del agua) es -en apariencia- hijo de un demonio y un nazi que lo invoca, pero lo cría el profesor Broom (Ian McShane, antes era el fallecido John Hurt) y tendrá que vérselas con una bruja mala, muy mala, la Reina de la sangre, quien fue cortada en pedazos por Arturo en el pasado, diseminada en seis cofres y hay quien desea reunir las partes. Así la Reina de la sangre (Milla Jovovich) podría eliminar a la humanidad, de la misma manera que quiso expandir una plaga sobre Inglaterra. Y está Alice, una adolescente medium a la que Hellboy salvó la vida de niña, que sufre de migraña psíquica, una extrañeza más en el cambalache cinematográfico que está en la pantalla. Ah, Hellboy también es una catarata de despedazamientos, mucha sangre, humor y violencia gráfica. Con la leyenda de Excalibur en una mano y toda la parafernalia de acción a la que se le pueda aprovechar en la otra, la película abandona pronto las explicaciones para dedicarse a lo que se ha pagado por ver: un entretenimiento, brutal, en el que las peleas con monstruos, gigantes y un cerdo, amén de la restituida reina y bruja, son su razón de ser. David Harbour, que reemplaza a Ron Perlman y que interpreta a Jim Hopper en Stranger Things, está irreconocible debajo de tantas prótesis y maquillaje. Si le hace honor o no a las películas que la precedieron lo decidirán los fans. Y prepárense a ver cosas que no se incluyen en una visita guiada a la catedral de San Pablo.
Luego de dos películas realizadas por Guillermo Del Toro con Ron Perlman en el rol de Hellboy en 2004 y 2008, un nuevo film basado en el cómic vuelve a los cines, ésta vez con otro protagonista, David Harbour (“Stranger Things”), y otro Director, Neil Marshall. El resultado no es el mismo, pero tampoco es desastroso. La historia se remonta a la época del Rey Arturo, quien está a punto de hacer un pacto con la Bruja Nimue, “La Reina de la Sangre” (Milla Jovovich) y ésta es traicionada con la ayuda del Mago Merlín y cortada en pedazos (la película es sangrienta en todo momento, así que si se impresionan fácilmente, ya lo saben). Al cabo de varios siglos, Nimue vuelve a la vida gracias a Gruagach, una de las bestias que Hellboy deberá derrotar. Para eso busca la ayuda de Alice (Sasha Lane), una joven médium que lo ayuda en la cacería y termina siendo su aliada en las luchas a pesar de su corta edad. También se suma el detective Ben Daimio (Daniel Dae Kim), no muy convencido, porque no tiene ninguna simpatía por Hellboy y su personaje develará una sorpresa. También Hellboy descubrirá cosas de su pasado y de su padre adoptivo, el Profesor Bloom (Ian Mc Shane). En definitiva, el guión mezcla muchas cosas, el pasado del personaje, lo medieval, algo de humor, las luchas, Alice, el secreto de Ben...y en esa mezcla hay peleas y algunos desmembramientos, mucha sangre y mucha pelea. Si les gusta el personaje... ---> https://www.youtube.com/watch?v=cO4Gl8KPsv ACTORES: David Harbour, Milla Jovovich. Ian McShane, Sasha Lane, Daniel Dae Kim, Penelope Mitchell, Thomas Haden Church. GENERO: Fantasía , Aventuras , Acción . DIRECCION: Neil Marshall. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 121 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años FECHA DE ESTRENO: 11 de Abril de 2019 FORMATOS: 2D.
Se podría decir que está nueva encarnación de Hellboy es una gran decepción, pero la realidad es que nadie esperaba mucho al respecto. El film tiene varios problemas, pero el principal es la inevitable comparación con las magníficas películas de Guillermo Del Toro. Este estreno hace apreciar a esas joyas aún más. El mundo que se había creado era mágico de tal manera que traspasaba la pantalla, sus personajes eran tridimensionales pese a ser criaturas inexistentes. Te emocionabas con ellos. Nada de eso ocurre en esta nueva versión. Aquí, la misma es víctima del mainstream de los superhéroes, pero al mismo tiempo quiere desafiarlo. Y no queda ni en un lado ni en el otro. Hay chistes (a lo Marvel) muy tontos a cada rato, y gore. Una pésima conjunción que no pega por ningún lado. Las escenas de acción están muy bien, pero el CGI no llega a ser de excelencia y por lo tanto la falta de calidad se hace notar, más en tiempos en los cuales la cartelera está inundada de estrenos similares. Tengamos en cuenta que esta película se estrena el mismo mes que Shazam y que Avengers: EndGame, nada más y nada menos. La historia está bien, es digna de un comic de Hellboy, pero le falta “punch de película”, más aún cuando se toca la subtrama muy importante del origen/destino de Anung Un Rama, algo que Del Toro se encargó de establecer en sus películas, pero que nunca puedo llegar a concretar en la tercera parte que no sucedió. El director Neil Marshall, está más volcado a la tv últimamente, en series de renombre, y hace rato que no hace cine. Ninguno de sus films fue bueno, y éste es el de mayor impronta. Pero la verdad es que queda mal parado. Ni los artificios distraen de una narrativa bastante básica. No hay una idea concreta. Misma es la suerte de David Harbour, quien hoy goza de popularidad extrema gracias a la serie Stranger Things. Lamentablemente su Hellboy es muy inferior al de Ron Perlman. Aquel fue un cast perfecto, y ahora da la sensación de que cualquiera podría haberlo hecho. El resto del elenco no dice nada. Hellboy es olvidable, una producción menor que estará siempre bajo la sombra de la saga original.
El demonio que dio el mal paso Luego de la última película de Hellboy en 2008, dirigida por el multipremiado director mexicano Guillermo del Toro, llega una versión dirigida por Neil Marshall y protagonizada por David Harbour (conocido por la serie de Netflix, Stranger Things). Después de muchísimo tiempo en el que se había especulado acerca de una tercera entrega del demonio rojo a cargo de Del Toro, esto jamás sucedió. Entonces el estudio finalmente decidió estrenar una nueva película pero con un nuevo actor, empezando de cero, quitándole todo rastro de la estética que le había marcado el anterior director. Así se eligió a Marshall, un hombre especializado en el cine de terror, cuyos anteriores trabajos habían sido El descenso (2006) y Cuentos de Halloween (2015). Esta nueva reversión de Hellboy nos trae al anti-heroe luchando contra Nimue, la Reina de la Sangre (Milla Jovovich), un espíritu de la época del Rey Arturo que revive para tomar venganza y destruir la raza humana. Mientras trata de luchar contra ella, Hellboy irá conociendo aspectos de su vida que desconocía y así ir descubriendo el origen y el propósito de su vida. La verdad que es muy difícil despegarse de lo que habíamos visto ya con las dos películas anteriores de Del Toro, pero así y todo es muy difícil darle una oportunidad a esta nueva adaptación ya que el producto deja muchísimo que desear. Los primeros minutos de la película, desde el origen de Nimue hasta la primera aparición del demonio, es muy difícil de digerir. Los efectos especiales usados son muy pobres y las situaciones creadas son muy ridículas y carentes de atractivo. Lo que sí tomaron como gran apuesta es el gore, que por momentos se convertía en el ingrediente especial del film. Una decisión controversial ya que al mostrar tanta sangre y viseras, hace que la película entre en la categoría para mayores de 16 años, y así seguramente será muchísimo más difícil poder lograr una buena recaudación mundial. Muchas veces sí sirve, como lo fue el éxito de Deadpool, pero acá no considero que suceda porque lo que ves en pantalla no ayuda para nada. Lo más criticable es la villana Nimue, encarnada por Jovovich, que es totalmente acartonada y descartable. La actuación de Harbour está bien, no deslumbra para nada porque recién cuando se empieza a lucir un poco ya nos encontramos a nada para que termine la película. Y después con la escena adicional que ponen te quieren vender un personaje para una secuela, sinceramente no sé si llegará a concretarse este deseo del estudio, veremos cómo le va en taquilla. Hellboy es una película que uno la puede ir a ver por curiosidad o para averiguar si es mejor que la anterior versión, pero que aún no le llega a ganar en empatía a la actuación de Ron Perlman. Ojo, recién cerca del final se pueden ver algunas bases que tal vez con un mejor guion se pueda ver un producto mejor, pero que en este primer paso solo resultó en fracaso.
Hellboy: Nos metieron los cuernos. Llega a los cines otra versión de la obra de Mike Mignola, en este caso con más sangre, CGI, y un humor que puede llegar a molestar. Eso sí, muchos personajes y seguramente una secuela. Lo primero que uno piensa cuando escucha o lee la palabra “Hellboy” es Guillermo del Toro, más si no estás relacionado con el cómic de Mike Mignola del cual se basan todas estas películas. En este caso Neil Marshall (The Descent) es el encargado de dirigir esta versión de Hellboy, el cual se enfoca bastante más en un humor incómodo, ligero, cargado de acción CGI y exceso de explicación en diálogos. Sin embargo mostrándonos el lado más sangriento de este demonio “amigable”, con desmembramientos y destrozos de partes humanas pocas veces vista. Asimismo el guion realizado por la extraña elección de Andrew Cosby (Solo tiene 2 series y la última, Eureka, terminó en 2012), es el que descarrila todo. Toma como base la misma historia de las dos películas de Guillermo, pero mucho más condensada e intentando comprimir todo en el primer acto, para luego pasar a más acción y flashbacks explicativos de Hellboy y el por qué destruiría la tierra. Todo mientras lucha contra una antigua bruja que busca venganza. Lo interesante de la película son los monstruos de otra dimensión que aparecen (Algunos solo menos de 1 minuto, algo que te deja con mucha ganas de más), destacándose Baba Yaga, recipiente de grandes efectos visuales y horror, saliente en pocas pero entretenidas escenas. Siendo estos los momentos más brutales y apreciados por el amante de lo sanguinario. El humor es el que descoloca. Pareciendo un intento de asemejarse a los films de Deadpool, pero no llegando a serlo. A pesar de tener un buen actor como David Harbour (Stranger Things) interpretando a un Hellboy más crudo y pegado a la realidad que el que vimos en anteriores obras. El maquillaje encaja perfecto, y la actitud de Harbour encamina a un Hellboy atrevido, divertido y agitante. Luego tenemos personajes que pasan sin mucho peso, disminuyendo tanto el nivel actoral como el peso de estos en la trama. Desde Ben Daimio (Daniel Dae Kim de Lost), Alice Monaghan (Sasha Lane de American Honey), Milla Jovovich como Nimue The Blood Queen, siendo la antagonista superpoderosa con una única debilidad e Ian McShane realizando el papel de mentor, que hace en la mayoría de sus últimas películas o series, siendo el “Padre” de Hellboy, el profesor Bruttenholm. Aun así esto puede agradar mucho a los amantes del cómic, ya que además de estos personajes, aparecen Lobster Johnson, Lady Hatton, Gruagach, entre otros que no implican demasiado en la narrativa. Esa escenografía estupenda en las películas de Del Toro, desaparecen por completo en esta versión que parece más limpia y abrumada en CGI por momentos, sin llegar a tener alguna profundidad con respecto a los personajes o a lo que sucede. Sinceramente parece una película hecha a las apuradas, que sirve solo como presentación para una casi segura secuela donde se espera que haya más, debido a que hay 2 escenas post créditos. Que haya dos personas, el director y guionista que tuvieron más trabajos en la televisión que en el cine, resalta que este film parece hecho para streaming que para realmente apreciarlo en un cine.
Un hijo del infierno, una agencia secreta que se enfrenta a los monstruos, una amenaza latente y el posible Apocalipsis. Hellboy es la nueva adaptación del personaje de Mike Mignola que llega a la pantalla grande y, más allá de un par de méritos, deja sabor a poco.
El mítico personaje Hellboy regresa a la pantalla grande, esta vez de la mano de Neil Marshall. En esta nueva adaptación, es el actor David Harbour quien se encarga de ponerse en la piel de este “chico del infierno”. En los años 2004 y 2008, el mexicano Guillermo del Toro tomó el toro por las astas (valga la redundancia) y se hizo cargo de Hellboy, el mítico personaje creado por Mike Mignola. Más allá de esas dos entregas en pantalla grande, la novela gráfica contó con otras adaptaciones: dibujos animados para televisión y videojuegos para consolas. En Hellboy es Neil Marshall (El descenso) quien vuelve a darle vida a este personaje. A diferencia de las entregas realizadas por Guillermo del Toro, Hellboy, es una propuesta más oscura y sangrienta que sus antecesoras. Mientras que las realizadas por el mexicano eran para mayores de 13 años, ésta nueva película es apta para mayores de 16. Esto es algo que posiblemente impacte en el número de espectadores, ya que, pese a su violencia explícita en diversas escenas, la trama parece estar destinada principalmente a adolescentes. La historia nos sitúa, en un principio, en el Siglo VI. Allí, la temible bruja Nimue (Milla Jovovich) finalmente es derrotada a manos del mago Merlín y del Rey Arturo. Debido a su infalible poder, su cuerpo es cortado en trozos y estos trozos son escondidos en distintas partes del reino. Salto temporal, la historia pasa a situarse en la época actual. La “reina de la sangre” regresa a la vida con sed de venganza. Ahora Hellboy, por encargo de la Oficina de Investigación y Defensa Paranormal, deberá enfrentarse a la hechicera y así evitar un futuro apocalíptico. Pese a que la trama se focaliza en la lucha interna de Hellboy –descifrar si es el monstruo que todos dicen o si, finalmente, es bueno de corazón–, la trama en todo momento es predecible. La presencia de Nimue nunca representa una verdadera amenaza para el protagonista (o siquiera para la humanidad). Pese a que el guion se enfoca en remarcar todo el tiempo que Hellboy es un “chico malo”, sus acciones demuestran a cada instante que esto no es real, por lo que se termina anulando cualquier peligro por parte de la hechicera o del mismo Hellboy. Si bien la película resulta mínimamente entretenida (y si somos un poco buenos podemos hasta decir que algunas escenas son atrapantes), se queda sólo en algo superfluo. La trama va y viene entre la pelea contra Nimue, el pasado de Hellboy y las verdaderas intenciones de éste (al menos con respecto al futuro del mundo). Estas cuestiones (principalmente las dos últimas) resultan banales para una trama que parece tener como único objetivo una especie de pseudo-gore.
Desde el momento en que se anunció que el regreso de Hellboy quedaría en manos de las compañías Lionsgate y Millennium (la heredera oficial de la vieja Cannon Films) se sabía que esto se desarrollaría en el terreno del cine clase B. No hay ninguna sorpresa en esta cuestión y desde los aspectos más técnicos esta nueva producción se encuentra a años luz de la calidad que tuvieron los filmes de Guillermo del Toro. Ya de por si la opulencia visual que ofreció la última entrega, El ejército dorado, en el 2008, califica entre las adaptaciones de cómics más ambiciosas que se hicieron en la última década. Eso es muy complicado de superar y en este caso se extraña muchísimo esa artesanía especial y los detalles en el diseño de producción que le otorgó el cineasta mexicano a su obra. Personajes queridos de esta propuesta como Abe Sapiens y Liz Sherman, que conformaban un trío muy especial con el protagonista, quedaron afuera del reboot y la ausencia se siente muchísimo. Ahora bien, pese a todas estas cuestiones la nueva Hellboy es mucho menos terrible de lo que uno podía haber imaginado. En principio una buena noticia es que el film se encuentra más en sintonía con el tono que presentó el segundo avance que el primero que fue bastante desconcertante. La dirección en este caso corrió por cuenta de Neil Marshall (El descenso), quien de manera astuta encaró la narración dentro del territorio que mejor domina que es el terror. Con todas las falencias técnicas y argumentales que tiene su trabajo y en breve detallaré, lo que le valoro a esta producción es que preserva la identidad comiquera de la obra de Mike Mignola. No es perfecta y la podés hundir por un montón de cuestiones, pero al menos tiene ese corazón genuino de historieta que no encuentro por ejemplo en las producciones de DC. Wonder Woman es la única excepción. El otro día volví a ver Aquaman y hasta la media hora final cuando Jason Momoa se pone el traje naranja yo no tengo claro lo que estoy viendo ni el personaje que interpreta. En este estreno David Harbour, el nuevo Hellboy, se transformó en el demonio cascarrabias de Mignola y captura a la perfección la personalidad de este anti-héroe. Me encantó lo que hizo Ron Perlman con el mismo rol en el pasado pero Harbour está impecable y me hubiera gustado verlo en una producción superior. La versión de Marshall al menos reúne todos esos elementos clásicos que integran la identidad de esta historieta. La iconografía del horror de Lovecraft, el folclore de los cuentos de hadas oscuros y el mito artúrico, que es parte de esta propuesta, están presentes en el film y en consecuencia nunca se pone en duda que nos encontramos ante una película de Hellboy. La nueva producción al menos tiene una impronta comiquera y si te gusta el personaje no la pasás mal. No obstante, una enorme debilidad de este film que no se puede ignorar se relaciona con la trama. El guionista David Crosby, quien proviene del campo de los cómics, fusionó numerosos elementos de las revistas de Hellboy, muy especialmente de los últimos arcos argumentales, y armó una ensalada confusa con un montón de cuestiones que no terminan de funcionar. Hay situaciones relacionadas con el origen del personaje que se podían haber desarrollado mejor y el contenido humorístico salvo por los comentarios sarcásticos de David Harbour en general no funciona. En el caso de Milla Jovovich como Nimue y su secuaz, que es una especie de cerdo humanoide, parecen salidos de una película de las Tortugas Ninjas y chocan con el tono general que tiene el film de Marshall. Cada vez que intervienen en la trama queda la sensación que pertenecen a otra producción. En lo referido a los aspectos visuales la fotografía está en sintonía con la estética del cómic y los efectos especiales son irregulares. Hay secuencias del film donde se nota que le faltó una pulida al CGI y otras que quedaron muy bien, sobre todo para tratarse de una película de Millennium. Sobresalen especialmente una fantástica pelea del protagonista con unos gigantes, una escena que muestra al demonio liderando el Apocalipsis (gran momento Mignola) y el zarpado ataque de unos monstruos gigantes en Londres. Cuando la película entra en el terreno de la acción y el gore no quedan dudas que la dirección estuvo a cargo del mismo sujeto que nos brindó El descenso. Como mencioné al comienzo, el tema es que esto no deja de ser una película clase B y hay que tenerlo claro si se elige verla en el cine. De todos modos, aunque no esté a la altura de las producciones previas, en lo personal le valoro el hecho que nos distorsionaran al personaje y el espectáculo entretenido que propone. Tiene mucha acción y a Harbour se lo disfruta en el rol. Honestamente no sé si la recomendaría abiertamente a todo el mundo pero si te gusta Hellboy creo que merece una oportunidad.
El reboot del hombre averno llega a pura trompada y sangre. Después de acostumbrarnos a la Hellboy de Guillermo del Toro, interpretada por un Ron Perlman introvertido y escondiéndose en cuevas subterráneas de la humanidad. Llega el remake de la mano de Neil Marshall, que plantea desde el vamos un antihéroe diferente. El nuevo Hellboy, encarnado por David Harbour, aquí maneja otros códigos y lenguaje. Un demonio cotidiano que se muestra a vista de todos tal como es, y que se encuentra bajo las órdenes de su padre adoptivo, el profesor Broom, quien dirige la Agencia de Investigación y Defensa Paranormal. Su cometido es que las criaturas del averno no emerjan a la superficie para destruirnos. Clara contradicción, dado que Hellboy es un demonio, y por más aburguesado que este (actitud canchera, cuernos limados y lenguaje millennial), la sangre tira señores. Y nuestro chico averno también quiere saber de dónde proviene, cuál es su verdadera identidad. Así nos enteraremos que es producto de un experimento nazi, concebido para ser un súper soldado. Lo cierto es que es rescatado por la AIDP, y sus poderes serán utilizados para cazar demonios malintencionados. Tendrá dos secuaces a la hora de actuar, Alice Monaghan, quien fue rescatada por él de pequeña cuando la secuestraron hadas malvadas; y Ben Daimio, un ex marine que trabaja para las fuerzas, que tiene la capacidad de transformarse en un felino. La nueva Hellboy tiene mucha acción, las batallas son sangrientas y brutales. Aquí no hay nada de poesía, más emparentado con el cómic hay una condición callejera y terrenal. Nuestro héroe es muy físico y se deja llevar por sus impulsos diabólicos reprimidos. Es cierto que el relato tiene muchos baches y delirios, sumado un recorrido grotesco por distintos momentos de la historia mundial; así como abuso del CGI en las peleas, que por supuesto tienen la lógica mecánica del videojuego. Estamos ante una versión tan barroca, narrativa y visualmente hablando, que por momentos pierde emoción y el norte de lo que quiere contar.
La Agencia de Investigación y Defensa Paranormal tiene como pilar a Hellboy, un ser traído como último recurso por los nazis, pero que fue criado para luchar del bando de los humanos. El mundo se sume en el caos cuando Nime La Reina Sangrienta es revivida por un viejo enemigo de Hellboy. Ahora el demonio con la mano de piedra deberá buscar nuevos y extraños aliados mientras intenta encontrar su lugar en el mundo. A todos nos dolió cuando hace unos años, nos enteramos que Hellboy 3 de Guillermo del Toro nunca iba a suceder, y que, en cambio, íbamos a tener una nueva entrega que iba a resetear la saga. Las primeras imágenes y tráiler tampoco alimentaban a nuestras esperanzas; pero por suerte, se estaban guardando lo mejor para la proyección. Conscientes de que no podían hacer algo similar a lo realizado por el querido mexicano, el director Neil Marshall y su gente hizo lo posible para buscarle una vuelta de tuerca, mientras se nos vuelve a presentar al demonio rojo. Y en varios momentos logran su cometido. Uno de los aciertos, es que ellos saben que la mayoría de los espectadores ya conocen al personaje, y, por ende, no dan demasiadas vueltas presentándolo. Lo mismo que no intentan ocultarlo ante la sociedad de la propia película; siendo que ese mundo es constantemente acosado por entidades paranormales; así que en los primeros minutos vemos como Hellboy se pasea por las calles sin que nadie se horrorice de verlo (algo que también pasa en el comic). El otro acierto es que no escatimaron con el gore. En todas las peleas veremos miembros amputados, tripas y sangre volando por los aires o pedazos de cabezas colgando tras un impacto. Es lo más cercano que podremos ver a Deadpool, y se agradece que no titubearan en mostrar vísceras a cada momento. Siguiendo las comparaciones con el film del mercenario bocazas, también hay que mencionar el constante humor de la película. Si bien muchas veces no funciona y hubiera sido preferible que no hagan tantos gags, se entiende el recurso para no hacer un drama violento como si lo fue Logan, y si ir en un tono de aventura clásica. Vale destacar también el diseño de las criaturas y su cgi. Se nota que Mike Mignola (creador del comic) estuvo involucrado en el proyecto, y muchos monstruos y demonios son calcados a su obra; en especial Gruagach. Si tenemos que posicionar esta entrega de Hellboy con respecto a las anteriores, decimos de forma rotunda que se encuentra por debajo de la primera, pero sobre la segunda; es decir que estamos ante una película divertida, ligera (pese a su duración), violenta y llevadera, que respeta al personaje y se aleja los suficiente de las anteriores películas, sin perder la esencia.
Carry On Wayward Son Aunque desconozca los detalles precisos de su llegada a la Tierra, Hellboy fue adoptado por un humano que lo crió como su hijo y lo entrenó para formar parte de la Oficina de Investigación y Defensa Paranormal, una organización dedicada a combatir las amenazas sobrenaturales que ponen el peligro a la humanidad. Al iniciar la película Hellboy (David Harbour) lleva décadas como agente activo. Pese a que nació en los últimos días de la segunda guerra mundial, es para los patrones demoníacos poco más que un joven adulto, algo que refleja su carácter habitual. Pero aunque fue criado entre humanos, no deja de sentirse un paria temido y odiado por su origen infernal, al que muchos ven como una de las mismas amenazas que combaten. Sin contar con la profecía que lo pone en el centro de un apocalipsis destinado a arrasar con la tierra y abrir las puertas del infierno para que los demonios la caminen con libertad. Mientras tanto, el apocalipsis que debe enfrentar es el que promete traer una antigua y poderosa bruja que espera por regresar a la vida desde que fuera desmembrada por el Rey Arturo hace cinco siglos. Casualmente en Inglaterra -invitado por una organización local similar a la suya- Hellboy descubre que una criatura que ya enfrentó en el pasado está recuperando los trozos de la bruja para resucitarla y darle a los monstruos el poder que necesitan para abandonar las sombras y recuperar la tierra de la que fueron expulsados por la humanidad. Un problema gigante Las películas de Hellboy no serán geniales pero estaban lo suficientemente bien como para que los fans esperaran una secuela antes que un reboot. Decisión seguramente tomada pensando en rejuvenecer el elenco, para que se puedan bancar un par de películas más de acá en adelante. Es que la nueva propuesta no es tan diferente de la anterior como para necesitar empezar de cero otra vez, por más que se note la intención de buscar un tono más oscuro y anti heroico, acompañado de unos buenos litros de sangre que le faltaban a Del Toro. Anulando eso, incluye una dosis de humor que desentona casi siempre por básico o infantil, con juegos de palabras difíciles de traducir y respuestas que intentan ser ácidas o ingeniosas pero que se quedan en el camino. Tampoco el elenco suma mucho a la propuesta: si bien no es fallido, tampoco deja nada demasiado memorable y hasta la villana queda desteñida en sus apariciones. La mala relación con su padre humano y los conflictos de identidad vuelven a hacerse presentes, con la siempre latente decisión de rebelarse ante el destino que le fue adjudicado o ceder ante él. Pero todo de forma tan superficial que nunca se siente un verdadero problema a resolver, solo algo más para darle volumen a una trama bastante lineal aunque intente abrir hilos laterales que no llegan muy lejos, dejando como las partes más interesantes a las escenas de acción: a pesar de que los efectos especiales les juegan en contra, terminan siendo lo más entretenido de la película, aunque casi nunca sean importantes para una trama que termina siendo mucho más genérica de lo que merecía.
Es tan fallido el regreso de Hellboy que la frustración solo podría mitigarse a través de una revisión de la película original dirigida por Guillermo del Toro. Toda la fascinación, el espíritu mítico y la conciencia de disfrutar el viaje hacia mundos lejanos y legendarios se perdieron en el camino. En esta secuela, por el contrario, no hay inspiración. Está dominada por un afán efectista y artificioso que recorre la cáscara del personaje, Cuando quiere recuperar la nobleza y la ironía del viejo Hellboy lo único que deja a la vista es una forzada insistencia en el recurso autoparódico, que de tanto machacar se transformar en estéril. La excusa argumental es la temible reaparición de una ancestral bruja que resucita con la ayuda de un grupo de orcos después de haber sido derrotada y desmembrada por el mismísimo rey Arturo y el mago Merlín. El aire solemne que Milla Jovovich le impone a esta villana se contagia a toda la acción, que parece todo el tiempo responder a un diseño más propio de un videojuego. Cada vez hay más ruido y menos emociones mientras Hellboy refunfuña forzando una mordacidad en la que nadie cree. Harbour hace todo lo que puede para acomodarse a un personaje que no puede sacarse de encima la presencia carismática de Ron Perlman. Todo parece indicar que las aventuras de Hellboy no tiene futuro sin sus artífices originales, por más que dos escenas finales poscréditos quieran mantener viva una continuidad ilusoria.
Meterse con hellboy después de dos exitosas y admiradas películas de Guillermo del Toro y sin adorable Ron Perlman era sin dudas un gran riesgo. Ahora el director es Neil Marshall, el protagonista el “Stranger Things” David Harbour y aunque se jactan de ir a la fuente del comic de Mike Magnolia, el resultado está muy lejos de la creatividad del mexicano y más cerca de los efectos especiales, la acción sanguinaria, y los efectos especiales. Pero todo hueco. Aquí se remontan a las épocas del Rey Arturo, a una bruja sangrienta que es cortada en trozos para neutralizar su poder y luego un salto en el tiempo. Cuando una entidad maligna reúne esas las partes y con esa potencia poner a reinar monstruos en la faz de la tierra. ¿Quién podrá salvarnos? Hellboy reinventado, más torpe. Sin encanto pero convertido en un luchador sin descanso. Y además con la promesa de seguir si los números rinden. El argumento que devela el verdadero origen del protagonista, y lo que realmente quiere la bruja con el gigantón con los cuernos limados. El interés en la trama es rutinario, las escenas de acción se multiplican pero no logran un entretenimiento continuo. Es un personaje que siempre enojado con poco humor. Los atractivos están dedicados más hacia un público nuevo que no compare.
Sin Del Toro, no hay torazo Personaje de culto del mundo del cómic que alcanzó un alto nivel de exposición tras las adaptaciones que lo trajeron al cine en 2004 y 2008, a cargo de Guillermo del Toro mucho antes de ningún Oscar, Hellboy se ganó una extraña popularidad. Sin llegar al nivel de un Avenger o un Superamigo, la criatura infernal salida de la mente del historietista Mike Mignola acrecentó su legión global de fanáticos a partir de su llegada a la pantalla grande. La cosa derivó en un idilius interruptus cuando el cierre de la trilogía proyectada por el director mexicano quedó trunca. Pero volvió a renacer hace menos de dos años cuando Mignola anunció el relanzamiento de la franquicia con Neil Marshall como director y el actor David Harbour (el comisario de Stranger Things) a cargo del rol protagónico, en reemplazo del icónico Ron Pearlman. A diferencia de otras sagas de superhéroes relanzadas, como Batman o El Hombre Araña, Marshall moderó las redundancias, limitando la cuestión del origen del personaje a una serie de flashbacks al paso, para concentrarse en la nueva historia. También recurrió al universo de brujas, personajes míticos, sociedades secretas y viejas leyendas del folklore europeo que conforman el ecosistema clásico del personaje en su versión impresa. Pero de manera menos personal que en las versiones de Del Toro, de forma mucho más obediente y, por lo tanto, literal. En ese sentido la nueva Hellboy es menos una adaptación que una mera trasposición de la obra del papel a la pantalla. Estas condiciones no podían generar otra cosa que un producto de factura seriada, previsible, por momentos pasado de rosca y, peor, sin la personalidad de los trabajos de Del Toro, cuyo cine podrá gustar más, menos, mucho o nada, pero a quién no se le puede negar el rango de autor. El asunto del maquillaje también merece un breve apartado que no incluirá elogios precisamente. Lejos de la precisión de lo realizado para convertir a Perlman en Hellboy en los films anteriores, acá el pobre Harbour (que a priori no era para nada una mala elección) debe lidiar con una máscara que limita in extremo sus posibilidades expresivas. Por supuesto tampoco hay que olvidar que Perlman nació con esa cara, perfecta para interpretar este tipo de roles contrahechos o monstruosos casi sin necesidad de protesis adicionales. Basta recordar su trabajo como hombre de las cavernas en La guerra del fuego o el monje jorobado de El nombre de la rosa, ambas Jean- Jacques Annaud, para darse cuenta que no puede haber un mejor Hellboy que él.
Infierno a domicilio. Ni Marvel ni DC, Dark Horse es una editorial que ha brindado grandes historias a lo largo de los años: Star Wars, La máscara y por supuesto Hellboy. Diferenciándose por amplitud en el tono de sus historias, Hellboy llegó como un respiro al genero sobrexplotado de los superhéroes. Hay que evaluarlo de esa manera ya que el filme si se lo compara con las dos versiones de Del Toro sale perdiendo, y no me refiero a la producción, ya que esta nueva versión es de menor presupuesto, sino a la hibridación que no la favoreció. Como mencioné antes, Dark Horse siempre se diferenció de sus competidoras por utilizar un tono oscuro y adulto; y si bien por momentos vi al Hellboy de Mignola, por otros me pareció ver muchos chistes forzados, al mejor/peor estilo Marvel, lo cual conspira contra el nivel general del filme. Tal vez si hubiese habido una Hellboy 3 el saldo hubiese sido diferente pero no dejaba de pensar en ello, algo similar con el Spider-Man entre Andrew Garfield y Tom Holland (en este caso con mejores resultados). Dejando de lado ese prejuicio puedo decir que las escenas están correctas, aunque el CGI en varios filmes recientes me está fallando y acá no es la excepción, aunque tampoco es que puede afectar la película de forma abrupta. David Harbour está bien como Hellboy y apenas le reprocho que de vez en cuando tire chistes fuera de lugar. Por otro lado, sería injusto compararlo con el de Ron Pearlman porque ofrece una versión diferente. Reconozco que me gustaría verlo crecer más a través de secuelas para poder hacer una evaluación justa y necesaria; mientras tanto puedo decir que me dejó satisfecho. Los demás personajes no me llamaron la atención en demasía y quedé más dolido con Milla Jovovich a la que noté totalmente desaprovechada. Más allá de las fallas hay que ver cómo evoluciona el filme, si responde o no en la taquilla, para saber si se hace o no una secuela que en sí tendría mucho por corregir.
Aquí se narra el origen del personaje, se presentan los agonistas del asunto, aparece una bruja artúrica y se mezclan varios datos tradicionales para desembocar en el acostumbrado “rompan todo” del blockbuster contemporáneo. Quizás no sepan que Hellboy es un personaje de cómics que trabaja con la tradición del superhéroe y la iconografía de lo paranormal y terrorífico. Que Hellboy, el personaje, es un adolescente eterno, hijo de un demonio pero criado por un científico como un buen pibe gigante y poderoso (pero pibe al fin). Eso eran las dos películas sobre él que hizo Guillermo del Toro, dos películas donde lo importante era jugar, divertirse, tener buen humor y, finalmente, la ternura juvenil que surgía entre los personajes. Eran fantasías casi infantiles en el mejor sentido del término (el de la invención y las ganas de compartir la emoción de la aventura). ¿Por qué hablar tanto de aquellas películas? Porque este “reboot”, aunque sus actores transpiran la camiseta, se siente una especie de refrito cruel de la versión de Del Toro. Algo así como “agreguen más sangre y más oscuridad para diferenciarnos”, aunque –y este es el enorme problema– no sea pertinente. Aquí se vuelve a narrar el origen del personaje, se presentan los agonistas del asunto, aparece una bruja artúrica y se mezclan varios datos tradicionales para desembocar en el acostumbrado “rompan todo” del blockbuster contemporáneo. (Leer también: Cine: cuáles son las películas imprescindibles que hay que ver) Más allá de la decencia de Harbour o la presencia de la reina de la clase B divertida Milla Jovovich, la nueva Hellboy parece una película realizada en la incomodidad de saber que será comparada con un gran film de género. Y, profecía autocumplida, su pereza lleva a eso.
¿Reboot? Para el personaje creado por Mike Mignola, "Hellboy", es una experiencia frustrante en cada uno de los aspectos en los que pretende dar batalla. En pleno primer fulgor del Siglo XXI por las películas de superhéroes, "Hellboy" de Guillermo del Toro fue una de las apuestas más arriesgadas. Mientras que el post X-Men marcaba la humanización de estos personajes, aquel film de 2004 se jugaba con una fantasía absoluta, y un imaginario impresionante. El personaje compuesto por Ron Perlman y los suyos, tenía conflictos humanos, sentimentales; pero era rodeado de una fuerte carga visual única, con varios efectos prácticos, y digitales puesto a favor de la historia y sus personajes. Esa "Hellboy", y su secuela de 2008, se convirtieron en películas de culto, y casi no hay de quienes las hayan visto, que no digan que son de las mejores películas superheróicas de este período. Sin embargo, ninguna de las dos funcionó demasiado bien en taquilla, cayendo en el nicho. Ahora que se vive un nuevo rebrote de super héroes (¿alguna vez cayó la moda?), Hellboy cambió sus derechos de mano, y regresa a la pantalla, supuestamente renovado para esta vez sí, conquistar a la gran audiencia. ¿El gancho? Como se impuso desde "Deadpool", esta "Hellboy" tiene calificación R en Estados Unidos. ¿Qué es lo que cambió y qué sigue igual? Lo primero, este "Hellboy"podría ser perfectamente una secuela de las dos anteriores, con pequeñas modificaciones. No hay un fuerte reinicio, y no se pierde demasiado tiempo en contar orígenes, arrancamos con la cosa ya instalada y conocida. En cuanto al personaje del título, físicamente tampoco hay demasiada diferencia, salvo en detalles que después ahondaré, no hay modificaciones. Sin embargo, sí, este "Hellboy" no tiene nada que ver con el de Del Toro/Perlman. El guion, de lo más simple que se puedan imaginar, comienza narrándonos la historia de la villana de marras, que data de la época del Rey Arturo. Nimue (Milla Jovovich, quien no se está poniendo más joven para seguir haciendo estas cosas) es una pérfida hechicera dispuesta a llevar la oscuridad sobre la Tierra (como todo villano que se precie). Pero Arturo y la troupe logran frenarla, y como ella es inmortal y jura regresar, la desmiembran en varios pedazos enterrados en diferentes cofres separados con un conjuro protector. En la actualidad, alguien logra rearmar el cuerpo de Nimue paulatinamente, y se disponen a armar un clan de villanos que cumplirán con el objetivo de aquella; o algo así, no importa demasiado. Cuestión que Hellboy está notando cómo varios de la patrulla que integra se están convirtiendo, y es convocado a una campiña inglesa en la que junto a un equipo local, deberá darle batalla a la bruja. Limpiando, no hay más que la presentación de un villano X, que tampoco pareciera ser tan importante, y el héroe protagonista enfrentándola junto a un nuevo equipo. Se proponen algunas revelaciones y giros, ninguno novedoso, inesperado, o acaso creativo. Esta nueva Hellboy, dirigida por Neil Marshall, cumple con ser más violenta y hasta sangrienta. Del Toro, en el estilo que lo caracteriza, había sumido todo en fantasía, y sus películas tenían algo así como una infantilización de la violencia. Esta es más cruda, directa, y ramplona. Podemos ver ojos arrancados, miembros amputados, chorros de sangre varios, pero todo es sangre digital, y abuso de efectos vfx de muy dudosa calidad, lo cual no causa el menor impacto. Por lo cual, estamos frente a una violencia vacía, carente de cualquier sentido o acaso verosimilitud. "Hellboy" 2019 tiene más comedia moderna, pero ningún chiste es efectivo, tropieza una y otra vez ante circunstancias que terminan siendo pobres. En esto, los personajes no ayudan. Si algo caracteriza a la creación de Mignola, y había sabido capturar los dos films anteriores, es la profundización de sus personajes. Esta versión presenta chatura, simplificación, poco vuelo. Ningún personaje tiene carisma o simpatía, y tantos buenos como malos nos importan nada. Olvídense de conflictos internos, hay algún intento, pero es tan torpe que mejor obviarlo. Hablamos de una película barata, incapaz de regodearse en un aspecto Clase B. Intenta ser un tanque de alto voltaje, y muerde el polvo estrepitosamente. No es divertida, no hace uso de los recursos propios del bajo presupuesto para que el asunto sea entretenido. Todo es barullo vacío y poco atractivo. David Harbour, como el nuevo Hellboy, no hace más que hacernos extrañar al inmenso Ron Perlman. Aún sin compararse con el anterior, no tiene encanto, no tiene peso, y estéticamente este Hellboy se ve como un cosplay (y no de los buenos). Una historia que no avanza, con mal uso de un montaje confuso, música estruendosa, malos efectos, malos personales y flojas actuaciones. Poco crea agrado en esta película, y encima tiene que competir con la sombra de dos muy buenos antecedentes. Neil Marshall demostró ser un director competente. Acá es poco lo que puede ser en un film por encargo y sin una dirección creativa clara. "Hellboy" 2004 y 2008 pasaron rápido por las salas, pero se ganaron el justo lugar de clásicos de culto para la eternidad. Esta versión no tiene demasiado para emular ese estado, y en taquilla le toca enfrentar a otras de superhéroes con mucho más presupuesto y logro creativo. Buena suerte demonio.
Llegó la reboot de Hellboy, sin la venia de Guillermo del Toro pero con Neil Marshall detrás de cámara.
Sin Guillermo del Toro y sin Ron Perlman, el personaje de Mike Mignola vuelve a la pantalla con más violencia y menos alma. El universo fantástico de Hellboy parecía encajar a la perfección con el estilo cinematográfico, la imaginación desbordada y la técnica ‘artesanal’ de Guillermo del Toro, cuando el personaje creado por Mike Mignola llegó por primera vez a la pantalla en 2004. Aquella adaptación inicial estuvo bastante alejada de convertirse en un éxito, pero alcanzó para desarrollar “Hellboy II: El Ejército Dorado” (Hellboy II: The Golden Army, 2008), secuela a la que le tocó competir con otros tanques comiqueros como “Iron Man - El Hombre de Hierro” (Iron Man, 2008) y “Batman: El Caballero de la Noche” (The Dark Knight, 2008). Así y todo, el fandmon pedía un digno final de trilogía, entrega que nunca llegó (ni llegaría), por los extensos compromisos del oscarizado director y las dudas del autor sobre el futuro de su criatura. Después de varios entredichos y muchas idas y vueltas, el estudio decidió liberar a del Toro de sus responsabilidades y hacer borrón y cuenta nueva en lo que respecta al demonio colorado. Sin Ron Perlman detrás de los cuernos, Lionsgate cortó por lo sano y buscó a un intérprete más “joven” para seguir adelante con la franquicia. Fresquito de las historias terroríficas de “Stranger Things”, David Harbour tomó el testigo y se entregó a los caprichos del director Neil Marshall y los de Mignola, ahora muchísimo más involucrado en el proceso. Marshall, responsable de cosas como “Dog Soldiers” (2002), “El Descenso” (The Descent, 2005) y capítulos televisivos como “Blackwater”, parece el candidato ideal para hacerse cargo de una historia (y un personaje) que mezcla la súper acción superheroica con la aventura fantástica y un poquito de terror no apto para todo público. Sí, “Hellboy” (2019) viene con la calificación más alta (la ‘R’, de Restricted, o sea, sólo apta para mayores de 17 años) por sus altos niveles de violencia y sangre desparramada. Un punto que debería jugarle a favor, pero nada más alejado de la verdad. El relato que proponen el bueno de Neil y el guionista Andrew Cosby es un menjunje de lugares, situaciones y criaturas que no entiende el concepto de “menos es más”; aunque el problema principal de la película no es su argumento, sino sus protagonistas, que nunca llegan a calar hondo en nuestro interés y nuestra empatía de la forma que lo hacían las versiones del realizador mexicano. Las comparaciones son odiosas y no deberíamos hacerlas, pero no hay nada palpable ni humano que se desprenda del personaje de Harbour, el alma de una historia que, justamente, carece de ella. Este es el pecado principal de esta nueva incursión comiquera: nada nos alienta a relacionarnos con este demonio de buen corazón que debe decidir entre el mundo de los humanos y el de las criaturas infernales que quieren conquistar la Tierra. Todo arranca en el siglo VI cuando el Rey Arturo (Mark Stanley) se enfrenta a Nimue (Milla Jovovich), una poderosísima hechicera conocida como “La Reina de la Sangre” (Blood Queen), quien busca vengar a los suyos desatando la peste que acabará con la raza humana. El monarca y sus caballeros -con la fiel ayuda de Excálibur- logran frenar a la bruja, pero no matarla, desmembrando su cuerpo y repartiéndolo a lo largo y ancho de Gran Bretaña para mantener sus poderes a raya. En el presente, Hellboy viaja hasta México (¡JA!) en busca de uno de sus compañeros del B.P.R.D. (Bureau for Paranormal Research and Defense) o Agencia de Investigación y Defensa Paranormal (AIDP), perdido desde hace varias semanas. Lo que encuentra lo va a sorprender de varias maneras y va a sembrar una duda en su cabeza relacionada con su pasado, su verdadera naturaleza demoníaca y el apocalipsis que se avecina. Sí, adivinaron, Rojo no tiene ni idea de quién es ni de dónde lo sacó su papá adoptivo Trevor Bruttenholm (Ian McShane). De ahí van a surgir varios conflictos, los personales y los familiares, que empujan al protagonista a replantearse su lugar en el mundo. Claro que va a tener el empujoncito de Nimue que, con ayuda de sus seguidores, va a intentar ponerlo de su lado para que cumpla su destino. Más perdido que Hellboy en el Día de las Madres Mientras la hechicera va rejuntando sus partes y recuperando su poder para liberar el terror y el caos sobre la faz de la Tierra, Hellboy recorre medio mundo enfrentando a criaturas y a humanos que lo quieren ver muerto; peleándose con papá, y haciendo yunta con Alice Monaghan (Sasha Lane), una chica con la habilidad de contactarse con los finados, y Ben Daimio (Daniel Dae Kim), militar y miembro del AIDP que esconde sus propios secretos. Una historia relativamente sencilla, pero complicada hasta extremos impensados que, en manos más capaces, hubiera sido una película mucho más entretenida y con más corazón. Para los realizadores, Hellboy, Bruttenholm y compañía deben ser personajes rudos y oscuros. Acá, la violencia y la sangre se imponen por sobre todas las cosas, reduciendo la historia a un conjunto de enfrentamientos que terminan aburriendo, demasiadas situaciones acumuladas y efectos creados por computadora que no alcanzan los mínimos estándares de calidad. Nada funciona del todo, en parte, porque ya lo vimos representado de otra manera, incluso, mejor y más humana, esto último, la verdadera clave del ambiguo personaje de Mignola. Desde su concepción, “Hellboy” parece una película forzada, al igual que cada una de sus escenas y protagonistas, que insisten en mostrarse más “adultos” y terroríficos que la versión de del Toro. Para evitar, justamente, las comparaciones, Marshall y Cosby se van al otro extremo y terminan con personajes vacíos que no pueden llevar adelante una historia atrapante, ni mucho menos entretenida. Lo que queda es un montón de extrañas criaturas en CGI repartiendo piñas y hachazos, algunas conexiones con las leyendas artúricas, una resolución apurada y genérica, y un par de escenas post-créditos agarradas de los pelos que, como la mayoría de estos adelantos, entusiasman sólo al conocedor de los cómics. Reina de corazones Viendo el resultado, podríamos decir que no hacía falta otra versión del demonio colorado, pero eso no es algo que detenga a Hollywood. Las cosas están dadas para que “Hellboy” de comienzo a una nueva saga de películas, pero los espectadores podrían llegar a opinar lo contrario si esta aventura ultra violenta (y más costosa que las del mexicano) no llena sus expectativas. Las nuestras, por lo pronto, se fueron al mismísimo infierno.
Había una vez un mexicano que quiso hacer una trilogía sobre un demonio nacido en las profundidades de los comics, pero el noble director sólo llegó a la segunda parte. El 11 de este mes, y 11 años después un inglés, acostumbrado al género de terror, resucitó a la criatura en la pantalla grande para comenzar de nuevo. Es así como nació “Hellboy”. Esta vez el demonio investigador (David Harbour) es llamado a la campiña inglesa para luchar contra un trío de gigantes. Allí descubre a La Reina Sangrienta, Nimue (Milla Jovovich), una antigua hechicera resucitada, sedienta de venganza por una traición pasada. Atrapado en un dilema entre su naturaleza demoníaca y su adopción humana, Hellboy está ahora empeñado en detener a Nimue de provocar el fin del mundo. Cuando aquellos que opinamos de cine asumamos que no existe la objetividad, ni la verdad absoluta en materia de crítica, y que estamos cargados de gustos, opiniones y preconceptos el mundo será un lugar mejor. Hoy me siento en la necesidad de contextualizar un poco antes de arrojar mí opinión: en primer lugar, no había visto nada previo del director y me pareció interesante ir sin saber bien qué encontrarme. En segundo lugar, aunque trato de no consumir mucho trailer justamente para ir sin demasiados preconceptos, debo decir que lo que había visto no me llamaba demasiado la atención. Sin embargo, me encontré con un film que me mantuvo bien entretenido. Hollywood encontró oro en el rubro superhéroes y no para de explotarlo, siendo pocas las películas que no son más de lo mismo. Aquí, en cambio, hay una mezcolanza de cosas entre el humor, la violencia y la crudeza. Coquetea con el cine de terror por momentos (sobre todo en la creación de criaturas) y hasta tiene algo del animé de Miyazaki (ya verán a qué me refiero) que le dan un toque de rareza y diferencia, y esto para mí es un enorme valor. También, y para el deleite de los fans, podrán ver que está muy basada en los cómics de Mignola (con escenas y situaciones tomadas fielmente del papel). La mixtura también está presente en su elenco. David Harbour sale de la pantalla chica para aportar un humor y una impronta muy propias. Y es raro pero bello encontrarse a la fresca Sasha Lane (“American Honey”) como sidekick metida en este mega blockbuster. Pero por más optimista y controversial que me guste ser hay que reconocer que el film podría subir en algunos aspectos como por ejemplo su villana. Lamentablemente no veremos brillar demasiado a Milla Jovovich porque el film plantea a una hechicera lineal, clichosa y carente de matices. De todos modos creo que la película es entretenida, es escabrosa, es sangrienta, es mal hablada, es divertida y visualmente interesante. Y merece la pena ser vista sobre todo por aquellos adeptos a los cómics. Contiene 2 escenas post créditos que siguen construyendo la mitología de esta nueva versión lo que nos da a entender que hay intenciones de tener Hellboy para rato. Por Matías Asenjo
Luego de las dos entregas ideadas por el aclamado realizador Guillermo del Toro, la tercera y última entrega de esa saga protagonizada por Ron Perlman quedó trunca después de llevarla a una conclusión por varios años sin lograr resultados positivos. Una nueva versión del personaje, protagonizada por David Harbour (Stranger Things), Ian McShane (American Gods) y Milla Jovovich (Resident Evil) y dirigida por Neil Marshall (The Descent, Game of Thrones) se estrena ahora con un nuevo enfoque del personaje. Hellboy es una película más sangrienta y violenta que sus predecesoras pero retiene el humor, que es primordial para el personaje principal. Estéticamente, se diferencia mucho de los diseños de Guillermo del Toro pero Marshall logra adueñarse del film y ponerle su propio sello. Con un ritmo muy apresurado y con demasiadas secuencias de acción, Hellboy se convierte en una cacofonía de ruidos y explosiones, con pausas demasiado breves y con una música poco memorable. Hellboy no ofrece nada nuevo a la historia cinematográfica del personaje, con problemas de ritmo y un guión que tiene demasiadas cosas que contar, pero logra entretener a su público sin pasar (demasiada) vergüenza. En la comparación con sus predecesoras, sin dudas pierde, pero como película independiente de todo lo que vino antes (que tampoco fue tanto), consigue el elemental objetivo de entretener.
Se me hace casi imposible analizar un reboot de un personaje que no tuvo un cierre digno en su primera adaptación. No solo es la insatisfacción de no poder ver el final del arco argumental … sino que las dos entregas dirigidas por Guillermo Del Toro son obras de arte tan intensas que intentar acostumbrarse a un nuevo enfoque es casi imposible. Antes de hablar de esta nueva versión voy a contarles un poco de lo que iba a tratar el cierre de la trilogía del cornudo agente de lo paranormal. Anung Un Rama (Ron Perlman) y Liz (Selma Blair) se convertían en padres de dos pequeños con unas características muy interesantes, uno era angelical pero malvado y el otro demoníaco pero bondadoso. Éstos nuevos personajes iban a verse envueltos en la resolución del conflicto que le da vida al demoníaco heroe, el hecho de que eventualmente iba a cumplir con la profesia de ser la bestia que traería el apocalipsis a la tierra. Ésto desencadenaba en que Hellboy moriría heroicamente en algún punto de la historia el cual se desconoce ¿por qué no llegamos a ver ésta tercera parte? En su momento se decidió estrenar la segunda parte juntito a “THE DARK KNIGHT”, haciendo que la facturación del proyecto quede por abajo de lo estimado. Además Guille pidió una torta de guita muy grande para la tercera parte, una plata que el estudio no se animo a poner despues de los numeros de ‘HELLBOY II: THE GOLDEN ARMY’. Si bien las películas de Del Toro no eran adaptaciones fieles al material original se podía sentir el cariño y el laburo artístico del director mexicano y su equipo. Cuanto mas hablo de esas dos obras de arte que tanto quiero mas me enojo pensando en éste reboot, así que saltemos a hablar de éste film. Hellboy, interpretado por David Harbour, es un demonio educado por los humanos y trabaja protegiendo a la tierra de sus incomprendidos compatriotas del mundo de las criaturas mágicas. El personaje tendrá que elegir un bando cuando la bruja Nimue (Mila Jovovich) regresa de su tormentoso exilio para terminar con el mundo de los hombres. Y miren que les avisamos eh, todo el fandom les gritaba que no hagan está locura, que no iba a funcionar. La única esperanza era que se enfoquen en el lado terrorífico de los cómics, pero terminan brindando escenas exageradamente perturbadoras que se alejan del terror y se vuelven asquerosas de ver. La historia es un revuelto gramajo de conceptos sacados de los cómics que están presentes solo para hacernos pensar que los guionistas estaban siendo fieles al material original. La película comienza con un enfrentamiento muy a lo ‘Hellboy en México’ pasando por unos flashbacks que intentan contarnos un poco lo visto en ‘Seed Of Destruction’ para luego enfrentar al investigador demoníaco contra unos gigantes sacados de ‘The Wild Hunt’, con el club Osiris y todo incluido. Pasando en limpio, el primer acto busca atrapar a los fanáticos de los cómics pero de una forma tan apresurada que todo quedo apretado y forzado. David Harbour interpreta a un Hellboy histérico y lloron, un personaje mal construido con el cual los guionistas nos vuelven a intentar tomar por boludos queriendonos hacer pensar que es un tipo sufrido y complejo. El personaje pega gritos dignos de una spoof movie noventera. Los personajes secundarios tienen subtramas que se supone que tendrían que darle riqueza a la trama, pero el efecto es completamente inverso, uno quiere apartarlos para seguir prestandole atención a los monstruos, único elemento que hace de ésta película algo medianamente mirable, pero tengo un párrafo reservado para los escasos puntos a favor de este nuevo Hellboy. Puede que ésto se deba a la inevitable comparación que uno hace con las películas de Guille Del Toro (prometo intentar dejar de nombrarlas), pero la puesta en escena se ve MUY berreta. Los ambientes son indignos para un personaje tan potente como Hellboy, hay una fotografía muy fuera de lugar, con una iluminación mal puesta. La carencia de sombreado y la inestabilidad visual del ambiente hace que cueste concentrarse en la película, hasta los sets se ven poco creíbles. Las escenas de acción son dentro de todo buenas, se puede notar una inspiración muy palpable de los video juegos de ‘GOD OF WAR’, pero la violencia excesiva y los momentos perturbadores (MUY perturbadores) se convierte en otro truquito para que el espectador promedio se distraiga del pesimo argumento. Tocando algún que otro punto positivo es probable que si la ven con los sentidos alterados por alguna sustancia a su elección puede les saque alguna que otra sonrisa, tiene chistes que rosan lo bizarro. Las criaturas de la película estan MUY bien diseñadas y animadas, el rostro de Hellboy funciona mucho mejor de lo que pense en cámara. El trabajo de efectos especiales pareciese que se hizo por dos empresas distintas, por momentos brillan y por otros son malos con ganas. Otro detalle que me emociono y que no recordaba que iba a estar presente fue la fugaz aparición de Lobster Johnson, un agente cazador de nazis, interpretado por Thomas Haden Church, un pequeño abrazo entre tanta decepción. ¿HELLBOY es peor o mejor de lo que esperaba? La respuesta es … ninguna de las dos. Desde el principio las espectativas eran bajas, por lo que la desilusión estuvo presente pero no fue un golpe tan duro. Esperen a poderla ver en sus casas, porque van a sentir que tiraron la plata yendola a ver al cine. Por cierto … ahora que este reboot fue un fracaso ¿¿podríamos llegar a ser bendecidos con una ‘HELLBOY III’?? Permitanme soñar con que sí. El estudio tuvo que haber sido conciente de los riesgos de estrenar algo tan mediocre en medio de grandes proyectos como ‘SHAZAM!’ y ‘AVENGERS: ENDGAME’. Calificación: 4.5/10
Hellboy se encamina a ser de lo peor del año. Actuaciones olvidables, un guion paupérrimo y una estética que podría ser muy valorable se ve empañada por una explotación de derramamiento de sangre sin sentido que tira a la basura el poco verosímil que la película intenta mantener. Hellboy quiere volver a decir presente en el cine y es por eso que después de más de una década de su última adaptación en la gran pantalla de la mano de Guillermo del Toro, ahora el demonio malhumorado quiere aprovechar la edad de oro de los héroes en el cine y ganarse un lugar en la cartelera anual. Esta vez con Guillote lejos del proyecto, y con un director más abocado al terror que otra cosa, volveremos a ver los orígenes de Hellboy desde una perspectiva mucho más sangrienta y con más acción que las películas anteriores. En esta oportunidad Hellboy (David Harbour) deberá intentar salvar a la tierra de la peligrosa Reina de la Sangre (Milla Jovovich) quién luego de estar enterrada y escondida durante muchos siglos, ha decidido que es momento de cobrar venganza y apoderarse del mundo. Junto con la ayuda de la Agencia de Investigación y Defensa Paranormal, el demonio rojo deberá enfrentarse a todos los poderes de la temible bruja y de sus secuaces, quienes le harán el trabajo un poco más difícil. Para su suerte, Hellboy también tendrá su fuerza de choque especial cuando a su cruzada por salvar el mundo lo acompañen el Mayor Ben Daimio (Daniel Dae Kim) y Alice (Sasha Lane), una antigua amiga suya que posee habilidades especiales. Ellos intentarán detener a la Reina de la Sangre y evitar que una antigua profecía, que puede acabar con el mundo tal cual lo conocen, se vuelva realidad. Este intento de reboot de franquicia que tiene a Neil Marshall como director no hace más que enaltecer lo que hizo en su momento Guillermo del Toro con su propia versión del personaje. Esta nueva interpretación está lejos de ser una película aceptable. Hay fallas en todos los aspectos y no hay casi nada que se pueda destacar. Empezando por el guion, el cual tiene un pésimo desarrollo de personajes y una muy mala utilización de la información extraída de las viñetas, la trama es un vaivén constante de situaciones insólitas donde todo se resuelve siempre de la misma manera: Con explosiones y gritos sin sentido. Junto con esto se puede ver una clara intención de hacer al personaje principal como amigable solo haciéndolo querer parecer chistoso con chistes ridículos que rozan lo vergonzoso, en lugar de crear un ambiente en donde el público pueda empatizar con algún conflicto interno que le pueda surgir. Al margen de querer imponer un estilo estético más oscuro, la fotografía queda empañada por un derroche de sangre totalmente exagerado, donde ya el limite de lo verosímil se rompe por completo y la película ya no puede ser tomada en serio. Las múltiples escenas de peleas tienen coreografías pésimas, errores de continuidad dignos de principiantes y una mayor similitud a juegos como Shadow of the Colossus que a películas de monstruos. Quizás algo rescatable sea la construcción de estas criaturas tan particulares, que hay muchas más variantes de monstruos que en la versión anterior de Del Toro, esto es bastante peculiar ya que el mexicano es un confeso amante de las criaturas sobrenaturales. Como ya lo menciono previamente, los personajes están pésimamente desarrollados y no tienen ningún tipo de motivación realmente clara para mostrar un cambio en sus personalidades. De un momento para el otro la desconfianza se vuelve amistad, los enemigos se tornan sumamente poderosos y después caen en desgracia y los personajes complementarios no son explotados como se debería haber hecho. La trama en sí da vueltas en torno a un tema que ya roza lo cliché, pero un cliché penoso, al mejor estilo de Transformers: El Último Caballero (2017). Al contrario de la película de 2004, el origen de Hellboy no transmite absolutamente nada y queda como un hecho sobrenatural más. Las actuaciones son realmente pobres, la única de todo el elenco que logra destacarse un poco, pese al pobre papel que le toca hacer, es Milla Jovovich quien con unas simples apariciones y miradas si logra generar, al menos, alguna incomodidad y respeto para con su personaje. La caracterización de David Harbour está muy bien lograda, con un gran trabajo de maquillaje y efectos prácticos que se ven desperdiciados con un guion que vuelve a comerse al personaje y lo convierte en una criatura detestable, caprichosa, irascible e irracional donde la mayor cantidad de sus actos no tienen sentido ni importancia. Esta reimaginación de Hellboy va ir directamente a lo peor del año y mucho deberán hacer para alcanzarla en la cima del ranking. Si los guionistas y productores consideran a Hellboy solo como una oda al gore y a las escenas de acción sin sentido, posiblemente haya una secuela en el futuro próximo, si el mercado fuese un poco más justo esto no tendría ningún tipo de posibilidad.
UN HELLBOY MENOS INOCENTE Este nuevo inicio de la saga de Hellboy nos presenta a un personaje muy distinto. Lejos quedó aquel hombre que nos trajo Guillermo del Toro, con cuerpo de adulto, pero inocente y hasta infantil. Rojo, como también lo llaman, aparece ahora con un aspecto más terrorífico, al igual que todo su entorno. En cuanto a su carácter, su tendencia dubitativa pondrá en duda al bien y al mal. Mientras que Guillermo del Toro se enfocó en una estética bien trabajada, tanto del entorno como de los personajes, Neil Marshall se interesa por la monstruosidad. En este sentido, el contexto no es lo llamativo. En cambio cada uno de los seres no humanos que aparecen tienen una gran distinción física. Se explora la incomodidad en la fealdad, en lo repugnante. Todo esto con el fin de crear esa distancia apropiada entre los humanos y los que no lo son. Hay una escena en la que funciona muy bien la otredad planteada en la película. Hellboy recibe un beso de una monstruosidad, que resulta altamente provocativo para quienes lo vemos por lo repugnante del personaje, pero él ni se inmuta. Aquí Marshall logra un gran juego, porque sabe que los espectadores empatizamos con aquellos personajes que aparecen al margen de la sociedad, pero que aun así, a veces, es difícil no reaccionar ante ciertos momentos incómodos. Hellboy posee una tonalidad de rojo que parece sangre. Su cara es un poco peluda y sus rasgos están bien marcados. Su pelo es largo y negro y los ojos son bien oscuros. La forma en la que mantiene cortados sus cuernos ya no es idílica y graciosa, se puede ver el dolor en sus cortes. El film logra mostrar lo que el personaje deja de sí para pertenecer y lo que no puede disimular. Por esto también es que aparece como un ser renegado y solitario, sufrido e incomprendido. Rojo queda relegado, nuevamente, en los márgenes. Defiende a una especie a la que no pertenece y ataca a los que se le parecen, pero con muchas dudas. La soledad del personaje lo vuelve un héroe muy reflexivo. Aunque sus condicionamientos son muchos, Hellboy se atreve a dudar de sus acciones y propósitos en la vida. Se pregunta -al igual que muchos espectadores- qué es luchar por el bien, para qué sirve, quiénes están detrás del mal. Este Hellboy se torna mucho más filosófico desde sus planteos. Sus resoluciones, sin embargo, están más vinculadas a lo irascible de su carácter, por lo cual, luego de reaccionar, va deliberando con lo que ya ha ocasionado. Si esta nueva Hellboy despliega una buena elección musical, generando cortes en el film que le otorgan cierto dinamismo y un tono risueño, quizás su gran problema llega a la hora de poner en escena las luchas, que se alargan un poco más de lo que debieran, ya que no presentan grandes giros que las justifiquen. Aun así, consigue destacarse por darle una vuelta de tuerca cerebral a su protagonista.
Es incomprensible el encono con que la crítica trató a la nueva Hellboy, reinicio recargado de la saga de acción apocalíptica iniciada por Guillermo del Toro en 2004 y protagonizada por Ron Perlman como el demonio superheroico del título, personaje salido de las páginas de la novela gráfica creada por Mike Mignola. El director de esta nueva versión es Neil Marshall (El descenso) y hace unos días salieron a la luz los problemas que tuvo en el rodaje, tanto con el actor David Harbour, encargado de interpretar a Hellboy, como con los productores. Pero más allá de estos entretelones, los que escribieron en contra parecen no haber entendido cuál es la gracia de este tipo de películas bochincheras. Lo cierto es que el detective forzudo de la Agencia para la Investigación y Defensa Paranormal (AIDP) volvió más encendido e incendiario que nunca. Esta vez, Hellboy deberá enfrentar a Nimue (Milla Jovovich), una bruja de los tiempos del rey Arturo a la que llaman “La reina de la sangre” y que fue amante del mago Merlín, de quien aprendió los hechizos que la convirtieron en una de las brujas más temibles y poderosas. Lo grandioso del cine norteamericano es esa capacidad que tiene para deglutir todos los productos de la cultura popular y procesarlos de tal manera que el resultado sea algo sorprendente y encantador. Hellboy es una mezcla muy lograda de elementos disímiles en apariencia, como la historia del rey Arturo y su espada Excálibur, la Segunda Guerra Mundial y los experimentos nazi y una grotesca y espeluznante Baba Yaga, como para agregarle más leña al fuego del infierno. Y todo aderezado con las peleas más rimbombantes y atolondradas que se puedan imaginar, propias de las películas de bajo presupuesto del siglo pasado. Hellboy es un espectáculo machacante, donde las aventuras de sus personajes abominables se disfrutan como un balde de pochoclos exuberante y delicioso, imposible de dejar de masticar con fruición nerdo-cinéfaga. El ritmo de la acción es trepidante y la banda sonora es una especie de colisión de música electrónica electrizante, punk rock y orquesta sinfónica, con guitarras y tambores que ponen los pelos de punta. La escena de la pelea con los gigantes es magistral, por cómo el director entiende el espacio, los movimientos de cámara, la perspectiva, las distancias entre Hellboy y sus hambrientos contrincantes. Toda la secuencia es una lección de cómo hay que filmar el espacio y el movimiento cuando se enfrentan personajes de distintas proporciones. CARTELERA AGENDA CINE MÚSICA TEVE PERSONAJES ESCENA COMER Y BEBER MIRÁ ARTES MEDIOS LA VOZ MUNDO D Inicio Lo último Popular Iniciar sesión Los monstruos están vivos: nuestro comentario de "Hellboy" Aunque fue criticada por cierto sector de la crítica, la nueva película sobre Hellboy es un espectáculo mainstream de gran calidad. Calificación: Muy Buena. Hellboy Hellboy JESÚS RUBIO Sábado 13 de abril de 2019 - 09:03 | Es incomprensible el encono con que la crítica trató a la nueva Hellboy, reinicio recargado de la saga de acción apocalíptica iniciada por Guillermo del Toro en 2004 y protagonizada por Ron Perlman como el demonio superheroico del título, personaje salido de las páginas de la novela gráfica creada por Mike Mignola. El director de esta nueva versión es Neil Marshall (El descenso) y hace unos días salieron a la luz los problemas que tuvo en el rodaje, tanto con el actor David Harbour, encargado de interpretar a Hellboy, como con los productores. Pero más allá de estos entretelones, los que escribieron en contra parecen no haber entendido cuál es la gracia de este tipo de películas bochincheras. Lo cierto es que el detective forzudo de la Agencia para la Investigación y Defensa Paranormal (AIDP) volvió más encendido e incendiario que nunca. Esta vez, Hellboy deberá enfrentar a Nimue (Milla Jovovich), una bruja de los tiempos del rey Arturo a la que llaman “La reina de la sangre” y que fue amante del mago Merlín, de quien aprendió los hechizos que la convirtieron en una de las brujas más temibles y poderosas. Lo grandioso del cine norteamericano es esa capacidad que tiene para deglutir todos los productos de la cultura popular y procesarlos de tal manera que el resultado sea algo sorprendente y encantador. Hellboy es una mezcla muy lograda de elementos disímiles en apariencia, como la historia del rey Arturo y su espada Excálibur, la Segunda Guerra Mundial y los experimentos nazi y una grotesca y espeluznante Baba Yaga, como para agregarle más leña al fuego del infierno. Y todo aderezado con las peleas más rimbombantes y atolondradas que se puedan imaginar, propias de las películas de bajo presupuesto del siglo pasado. Hellboy es un espectáculo machacante, donde las aventuras de sus personajes abominables se disfrutan como un balde de pochoclos exuberante y delicioso, imposible de dejar de masticar con fruición nerdo-cinéfaga. El ritmo de la acción es trepidante y la banda sonora es una especie de colisión de música electrónica electrizante, punk rock y orquesta sinfónica, con guitarras y tambores que ponen los pelos de punta. La escena de la pelea con los gigantes es magistral, por cómo el director entiende el espacio, los movimientos de cámara, la perspectiva, las distancias entre Hellboy y sus hambrientos contrincantes. Toda la secuencia es una lección de cómo hay que filmar el espacio y el movimiento cuando se enfrentan personajes de distintas proporciones. Otro punto a favor es esa desfachatez e irreverencia del musculoso de cuernos amputados y el tono desenfadado, porque una película mainstream de monstruos tiene la obligación de ser una fiesta desbocada, donde los humanos vuelen por los aires descuartizados y la sangre salpique la pantalla hasta hacerla estallar. Por eso mismo estamos en condiciones de afirmar que, una vez más, Hellboy se consagra como el rey infernal del blockbuster más estruendoso. A celebrarlo se ha dicho.
Ya que estamos en tren de conocernos un poco más, soltamos algunos trapitos al sol. Vea. El editor anduvo un rato por el éter, “vagando por la galaxia” como definía aquella gran vedette de la troupé del Negro Olmedo cuando se refería al personaje del “Manosanta”. Ahora anda vivito, coleando y haciendo diabluras sin ningún escrúpulo a aquellos que de vez en cuando hacemos algún comentario escrito sobre los estrenos cinematográficos vernáculos. Como ocurría en las viejas redacciones de antaño, esas oficinas cuya banda de sonido constante era la percusión involuntaria provocada por el repiquetear de las máquinas de escribir (incluso las de algunos privilegiados que tenían la eléctrica), el señor delega a dedo a quién le corresponde tal o cual prosa crítica supuestamente en una postura ecuánime. Mentira. Y para colmo, luego del escándalo de las calificaciones de “A dos metros de ti” versus After: Aquí empieza todo, mi ex amigo profundiza la grieta con su calificación de Viviendo con el enemigo. Ya no le dirijo la palabra, pero si se queja de After es porque no vio Hellboy. Perdón por la intromisión de otros títulos pero la verdad sea dicha. Hay favoritismo en esta página de cinéfilos. Para empezar. Cualquier intención de reiniciar una saga debería tener al menos es objetivo de ofrecer miradas distintas de lo hecho hasta el momento, además claro, de divertirse haciendo lo que a uno le gusta. Seguramente pocos recordarán, a la luz de lo sucedido en su carrera en esta década, que Guillermo del Toro fue quien se hizo cargo de Hellboy dos veces en la década pasada. 2004 y 2008. Una mejor que la otra en todos los aspectos analizables: guión, dirección, producción, es decir, el mexicano lograba superarse a sí mismo, confiando además en un casting soberbio que incluía al actor de culto, Ron Perlman (pura actitud durante toda su carrera) en el rol principal, pese a estar tapado de maquillaje. Es más, en este rubro en particular fue la segunda entrega la que mereció nominación al Oscar. Cuando los fanáticos terminen de ver esta nueva entrega seguramente quedarán más preguntas que respuestas ya que la inicial (no respondida) permanecerá vigente horas después de finalizada la proyección: ¿Qué demonios quisieron hacer? El interés primario en Hellboy, reside en atender, entender y aprehender las complejidades de este personaje. Luego se trata de empatizar con las características propias del antihéroe para poder mantener al espectador pendiente. Pero en esta versión la mediocre construcción del personaje principal se reduce a mostrar caóticamente y en compaginación mezclada, cómo llegó ahí y supuestamente, por qué hace lo que hace. Si nos tomamos el tiempo para resumir la trama escrita por Andrew Cosby y Mike Mignola estaríamos haciendo trampa porque este producto es, desde el punto de vista del guión, un despropósito de capas de historias paralelas, un gran cúmulo información entregada de manera arbitraria, desordenada y como guinda del postre, un texto con dos ideas que se pelean entre sí en lugar de convivir: el protagonista descubriendo quién es realmente y un caso raro de venganza contra la humanidad. La introducción le corresponde al villano. O villana mejor dicho porque siglos atrás la reina Nimue (Milla Jovovich) es despedazada en batalla por el Rey Arturo (¿?) y puesta en cajitas separadas para que nunca más se le ocurra reconstruirse. Corte al presente y ahí anda Hellboy (David Harbour) como miembro de un comité de fenómenos y que eventualmente enfrentará a Nimue. Dicho así parece simple, pero créame que estamos lejos de una narración así. El otro problema de este estreno es la factura técnica. Se notan las costuras por todos lados y al ser tan evidentes, uno no puede dejar de pensar si no podrían haber resuelto con menos pretenciosidad. Además, el supuesto toque personal de este relanzamiento es llevarlo al plano de la violencia gráfica acompañada con un lenguaje que haría sonrojar a Domingo Faustino Sarmiento. Todo se ve desbalanceado, desprolijo, casi aleatorio. Como si hubiese habido un exceso de confianza en el poder de convocatoria del personaje. Claro que todo queda abierto para seguirla aunque es difícil pensar que alguien querrá volver al cine a ver otra aventura tan mal contada.
Hellboy volvió con una historia totalmente renovada.
El niño del infierno vuelve una vez más a la pantalla grande, esta vez interpretado por David Harbour, y bajo la dirección de Neil Marshall, sin embargo, Del Toro, quien dirigió las dos versiones previas dejó zapatos muy grandes que llenar.
Después de las dos primeras entregas que rodó Guillermo del Toro de "Hellboy", uno de los héroes más contradictorios surgidos del cómic regresa con el mismo humor sombrío e iguales dosis de acción constante. Hellboy es un demonio creado por un conjuro y arrebatado a los nazis que encuentra su destino como defensor de los humanos contra las fuerzas del mal. Rodado casi en su totalidad con imágenes digitales, el filme avanza en sus casi dos horas a un ritmo imparable mientras recuerda -sin temor al absurdo y la ironía- hasta el nacimiento del personaje protagónico en una historia que se remonta hasta el rey Arturo. Es este monarca inglés el que origina el relato cuando con su espada Excalibur termina con la vida de Nimue, o la Reina de Sangre, una bruja que planeaba apoderarse del mundo para poblarlo con sus criaturas infernales. Arturo la desmembra y reparte sus partes por todo el reino en lugares secretos. Casi dos mil años después, los monstruos sobrevivientes se organizan y la reviven, momento en el cual Hellboy tendrá que intentar detener la amenaza de la apocalíptica Nimue.
¿Para ésto tanto reboot? Una de las grandes decepciones del año, no hay dudas. Cuando los primeros comentarios de los críticos llegaron diciendo que era pésima, la mayoría pensó que seguramente se trataba de una exageración, que no podía ser tan mala, que a los críticos les gusta pegarle a este tipo de films. Bueno, creo que cualquiera que la haya visto, y a su vez haya disfrutado de las entregas de Guillermo del Toro, no puede llevarse más que una decepción gigante. Todo es malo. Comencemos con el protagonista, David Harbour (''Stranger Things''), en el rol de Hellboy. Diría que es lo mejorcito de la propuesta, pero la verdad es que en la comparación con Ron Perlman de las dos entregas anteriores, no llega a superarlo. Ron tenía más presencia y porte, era más áspero y generaba más respeto. Este nuevo Hellboy es más inmaduro, adolescente y bonachón, no está mal, pero creo que este personaje tiene un perfil más Perlman que Harbour. Pelea y descuartiza monstruos en una dinámica más gore que en las entregas anteriores, pero así y todo la personificación de Perlman era más atractiva. Seguimos con los villanos. Pésimo el personaje de Nimue, la Reina de Sangre, interpretado por Milla Jovovich. Tiene todos los clichés posibles y está muy mal actuada por Milla, de las peores interpretaciones que le vi. El personaje es exagerado, está sobreactuado y sus motivaciones son muy pobres. Hay una secuencia de la Reina de Sangre desmembrada pero hablando y haciendo muecas que es ridícula. Los demás personajes no llegan a convencer, no se destacan. Otro gran error fue tratar de contarnos nuevamente la historia de inicio de Hellboy... ya la vimos, ya sabemos de dónde vino y quien es. ¿Para qué plantearon la propuesta como un reboot? Totalmente innecesario y poco respetuoso con los que produjeron las dos primera películas. Si vas a faltar el respeto y cortarte con una nueva historia que no tenga nada que ver con lo hecho anteriormente, tenés que estar seguro de que la vas a romper. Eso no sucedió. Esta nueva ''Hellboy'' es un producto muchísimo más inferior a lo que ya se hizo sobre este personaje. Lo único rescatable que podría decir de esta nueva propuesta es la inclusión de una mayor variedad de monstruos, que encima varios de ellos estaban bastante mal diseñados, pero bueno, le doy un punto positivo por presentar variedad que aporta a la fantasía. Todo lo demás es ridículo y creo que bastardeó a esta saga.