Vampiros chupasangre y traicioneros.. Llega este jueves 1/12 el estreno de “Inframundo 5” (UNDERWORLD: BLOOD WARS) que sería justamente la quinta entrega de esta saga. Con guión de Cory Goodman y dirigida por Anna Foerster. Selene (Kate Beckinsale) junto a David (Theo James) y su padre Thomas (Charles Dance) -todos ellos de la casta de vampiros-tienen la difícil tarea de intentar poner fin a la feroz batalla entre vampiros y licántropos (hombres lobo) Lo cierto es que hay una descabellada interna dentro de la propia familia de los vampiros. Con altas traiciones. Quien tiene sangre real y pura para liderarlos, y quienes quieren ocupar ese trono para obtener el poder absoluto y saciar su propia sed. “Inframundo 5” es visualmente impactante. Encuentro demasiada información en lo que se dice, en los diálogos, quitándole un poco de encanto. El guión se debería ajustar para no desbordar de información innecesaria que puede confundir. Los amantes del género van a salir más que satisfechos porque atrapa y entretiene. Los efectos en 3D están maravillosamente logrados. Mientras haya espectadores sedientos de estos films, sin ninguna duda, la historia continuará.
Entretenida como las demás pero con una trama pochoclera y vacía. A pesar de que la primera película de Inframundo tomó elementos prestados de un montón de otras franquicias, es entre todas ellas la que más se extendió en el tiempo (y con más éxito). A diferencia de Matrix (1999), que vivió lo suficiente como para convertirse en villano, Inframundo, con mucha menos filosofía y una estética similar, logró producir cinco películas hasta la fecha y con el cariño del público intacto. Tal vez sea porque es pochoclera hasta la médula, o porque su utilización de avances tecnológicos en lo visual la mantienen vigente entre los estrenos anuales de acción desde su inicio. Es verdad que es mucho menos cerebral pero no se puede tener todo. Como Selene (Kate Beckinsale) tiene sangre del primer inmortal y su hija es un híbrido entre un lycan y un vampiro, ambas son perseguidas por las dos comunidades alrededor del mundo. Cuando los lycans comienzan a hacerse más fuertes gracias a su nuevo líder Marius (Tobias Menzies) los vampiros empiezan a preocuparse. Para que entrene a sus nuevos e inexpertos asesinos le prometerán amnistía a Selene; no tienen otra manera de sobrevivir el inminente asedio lycan. El problema es que Semira (Lara Pulver), la nueva líder de los vampiros es sumamente ambiciosa y no parece disfrutar mucho la presencia de Selene en su castillo. Luego de su carrera como directora de fotografía en películas como El Día Después de Mañana (2004), Anna Foerster hace con Inframundo: Guerras de Sangre su debut como directora. El guión estuvo a cargo de Cory Goodman (El Último Cazador de Brujas, 2015). Muchos de los roles de las anteriores películas fueron repetidos, como el de Kate Beckinsale, Charles Dance (Game of Thrones, 2011) y Theo James (Divergente, 2014). Además hay muchos cameos, más que nada en forma de flashbacks. Lara Pulver, que interpreta a Semira, es conocida por su papel de Irene Adler en la serie Sherlock (2010). El último de los protagonistas es Tobias Menzies (Outlander, 2014), que se pone en la piel de Marius, el nuevo líder lycan. El director de las dos primeras películas y ex-pareja de Beckinsale, Len Wiseman, sigue involucrado en la franquicia desde el lugar de productor. Muchos elementos se mezclaron en el momento justo para crear el universo de Inframundo. No sólo hay mucho de la estética de Matrix (1999) en cuanto a escenografía y vestuario, sino que también se inspiraron (tal vez demasiado) en el juego de rol Vampiro: La Mascarada de 1991 y las películas de Blade (1998). Estas obras sentaron las bases para la exitosa fusión entre la noche urbana y la figura del vampiro, casi siempre relacionada con castillos, ataúdes y otras chucherías pasadas de moda. A pesar de estas musas tan importantes, Inframundo no logra crear una ambientación que se destaque, cometiendo errores simples como no cambiarle el diseño de vestuario a Selene a lo largo de las 5 películas, un detalle que ayudaría a que el espectador no se pierda cronológicamenre entre tanto contenido. Hasta en la similar franquicia de acción-terror Resident Evil (que comenzó en 2002 y continúa activa hasta la fecha) tuvieron esta delicadeza. El ritmo de Guerras de Sangre deja mucho que desear y algunos estereotipos gastados siguen perpetuándose. Las peleas tienen coreografías interesantes, pero desde el principio de la saga hasta hoy hubo poca evolución, algo que puede decirse de casi todos los aspectos de la franquicia. A pesar de esto, tiene una gran cantidad de seguidores que estarán felices de saber que otra Inframundo está ya en producción. Seis películas iguales son demasiado, pero la fama y ganancia que lograron para su estudio es innegable.
La quinta parte de Inframundo es la peor entrega que brindó la serie hasta el momento, producto de un tratamiento pobre de las secuencias de acción y efectos especiales mediocres. Si bien las historias de la vampira Selene, interpretada por Kate Beckinsale, se volvieron redundantes y el conflicto no evolucionó demasiado en las continuaciones, al menos las películas brindaban un entretenimiento decente con una propuesta de fantasía. En esta nueva producción Len Weisman, quien dirigió los filmes previos (con excepción de La rebelión de los Lycans del 2009) delegó la realización en Anna Foerster, quien no supo estar a la altura de la circunstancias para hacer algo interesante con esta propuesta. Inframundo 5 parece una película hecha para la televisión con escenas de tiroteos y peleas dirigidas sin ningún tipo de inspiración. No obstante, lo peor pasa por la calidad de los efectos digitales que son lamentables. Un aspecto de Inframundo que había sido más cuidado en los episodios previos. Ya sea porque contaron con menos presupuesto o la post producción se hizo a las apuradas, muchas escenas donde aparecen los hombres lobo se ven truchísismas. En un momento de la historia un ejército de licántropos emprende la retirada luego de un combate con los vampiros en un país nórdico. La cámara muestra en un plano general a los lobos escapando y los efectos son tan berretas que los personajes parecen haber sido recreados con herramientas digitales del año 2000. Una cuestión que llama la atención si se tiene en cuenta que la directora Foerster tiene experiencia en este tipo de cine, al haber construido su carrera como directora de segunda unidad y supervisora de efectos especiales de los trabajos de Roland Emmerich (Día de la Independencia). Inframundo 5 parece una película hecha sin ganas. Kate Beckinsale, quien este año se destacó en la adaptación de Lady Susan, de Jane Austen, acá ofrece una interpretación en piloto automático donde no le puso ningún entusiasmo al personaje que hace lo mismo de siempre. En cierto modo Inframundo, como le ocurrió a la saga Resident Evil, se terminó por convertir en el cuento de la buena pipa, donde todas las historias terminan igual con una puerta abierta para una futura continuación. Lein Weisman confirmó hace poco que habrá una película más en esta saga. Queda por esperar que se esfuercen en darle un cierre digno a esta historia que no da para más o por lo menos brinde una producción más decente que este capítulo olvidable. ver crítica resumida
Kate Beckinsale regresa como Selene (quizás por última vez) en esta quinta entrega de la franquicia que ahonda en la interminable lucha ancestral entre los vampiros y los licántropos, cuya historia y personajes fueron creados por Len Wiseman, ex-esposo de la actriz (y director de las dos primeras entregas) junto al actor Kevin Grevioux. En esta producción que llega a la Argentina un mes y cinco días antes de su premiere en los Estados Unidos, nos encontramos con la vampiresa cazadora tratando de ponerle fin al enfrentamiento entre ambos clanes y que ya lleva más de 600 años. Claro que para ella se tornó en algo personal, ya que todas las personas que ha amado han sido siempre perseguidas y capturadas. Recordemos que la clave para que se termine esta guerra cuyos orígenes fueron desarrollados en la tercera película, “Inframundo: La Rebelión de los Lycans”, recae en la sangre del humano Michael Corvin (personaje interpretado por Scott Speedman en las dos primeras películas), para que la especie derivada de los Hombres-Lobo pudieran engendrar una raza híbrida y así ser más poderosos para eliminar a las criaturas de la noche. Selene se defiende de los brutales ataques que recibe de los poderosos licántropos liderados por Marius (Tobias Menzies) porque éstos piensan que ella sabe el paradero de su hija Eve (India Eisley) cuya sangre contiene los datos genéticos para que el poder de los licántropos no tenga límites. Por otra parte, la facción de vampiros, actualmente dirigida por la ambiciosa Semira (Lara Pulver), que la quería eliminar por la tración que cometió cuando eliminó a Viktor (Bill Nighy) en la primera entrega, ahora le ofrecen un perdón a cambio de que entrene a los integrantes más jóvenes de la colonia para que puedan tener una oportunidad a la hora de enfrentar a sus enemigos, aunque no todo es lo que parece. Con David (Theo James) y Thomas (Charles Dance) como sus únicos aliados (estos dos personajes surgieron en “Inframundo: El Despertar”), que harán lo posible para protegerla, ella se dirige hacia una colonia nórdica (un poco mística si me preguntan) donde termina evolucionando como guerrera para concluír de una vez por todas este conflicto. Los espectadores notarán que el final del film dirigido por la debutante Anna Foerster, realizadora alemana que se ha desempeñado como directora de fotografía en producciones de Roland Emmerich y que tuvo a su cargo la dirección de varios capítulos de series como “Criminal Minds” y “Outlander”, deja la puerta abierta para nuevas entregas sin su personaje principal o bien para la serie de televisión que Len Wiseman quiere desarrollar en un futuro cercano. Lo más destacable de esta entrega, que no es la historia en sí, son las secuencias de acción, peleas y algunos efectos visuales (no todas las animaciones de las criaturas bestiales están bien logradas). Sin duda, los fans de la saga disfrutarán de ver nuevamente a Kate Beckinsale en su traje de cuero pateando los traseros de varios Licántropos.
LOS VAMPIROS Y LOS HOMBRES LOBO NO SE RIDEN Es la quinta entrega de la saga que tiene un público cautivo que justifica su continuidad en el tiempo, y aunque se dice que es la última entrega, también se rumorea su continuidad. En este caso con la heroína bella y letal, Kate Beckinsale, acompañada por Lara Pulver, Tobias Menzies, Theo James y Charles Dance. La opera prima de la directora Anna Foerster, que tiene mucha experiencia en series televisivas. Aquí vampiros y hombre lobo lo único que quieren es encontrar a la hija de la protagonista y lograr con su sangre una transformación que los haga mas poderosos. Al margen de eso, clima lúgubre, muchas escenas de acción, traiciones y amores y hasta un “renacimiento” no es cuestión de matar a la gallina de los huevos de oro.
Allá por el 2003 fuimos capaces de apreciar un relato de vampiros y hombres lobo, personajes clásicos de la mitología literaria. Uno que enfrentaba a estos dos bandos en una guerra que había comenzado en tiempos antiquísimos y que ahora se libraba en nuestro mundo contemporáneo. Underworld trasladaba a estos seres la acción y estética característica de los films de género que enfrentaba a bandos organizados, y el terror que no podían dejar de infundir estas criaturas, ahora que se ven (no) insertos en la sociedad del nuevo milenio. Lo más importante fue que conoceríamos a Selene, la justiciera vampiro encarnada por Kate Beckinsale, a partir de la cual conocemos la disputa entre estas facciones. 13 años más tarde, con tres secuelas directas y una precuela, Underworld: Blood Wars parece darle el necesario cierre que la saga pedía a gritos.
Selene debe enfrentarse una vez más a los clanes de Vampiros y Lycans, ya que estos están en búsca de su hija para poder obtener su sangre y de esta forma tener aun más fuerza y derrotar de manera definitiva al clan adversario. Selene junto a David tratarán de evitar esto antes de que sea demasiado tarde. Esta nueva entrega (y posiblemente última) deja gusto a nada. A 13 años de la primera entrega, Kate Beckinsale se sigue viendo como la señora y dueña de esta franquicia, pero en esta nueva película la calidad es aún inferior a la de sus antecesoras. A ella se la sigue notando cómoda con el personaje, pero esta saga ya tiene poco de originalidad, y se nota con cada toma. Anna Foester dirige su opera prima de manera desprolija, la fotografía del largometraje tampoco cumple y en cada toma se torna oscura y descuidada, es cierto que la saga de “Inframundo” con el correr de los años ha ganado una gran horda de fanáticos y sólo está hecha con el único fin de entretener al público pochoclero, pero esta nueva entrega se hace insoportable en todos los aspectos posibles, desde una calidad de imagen pobre, un 3D inexistente, efectos especiales ordinarios llegando casi a lo horroroso, una historia aburrida, actuaciones poco decentes y nos quedamos cortos. “Inframundo: Guerras de Sangre” quedará en el recuerdo de sólo unos pocos, en caso de que Sony siga explotando esta saga trate de hacerlo con algo más de estilo y no entregando un producto que parece realizado a las apuradas, dejando baches grandísimos y un final deprimente. Lo bueno: Es muy poco lo que hay para destacar, una de ellas es la actuación de Charles Dance, su personaje nos recuerda al Tywin Lannister de Game of Thrones. Lo malo: Por desgracia tiene muchísimas cosas por mejorar, sobretodo la parte visual.
UN DIGNO CIERRE La quinta –y dicen que la última, pero permítanme dudar- película de la saga Inframundo llega para volver a enfrentar a los vampiros con los licántropos –en criollo, aunque no exactamente, hombres lobo- en una batalla que podría ser la definitiva. Por supuesto que en el medio quedan atrapados los seres humanos normales, que para ambas razas no pasan de ser enormes bolsas de sangre. Selene (Kate Beckinsale), atacada por licántropos y vampiros traidores, sigue aniquilando a todos los que se atreven a enfrentarla. Sin embargo, ella podría ser la clave para terminar la guerra con el apoyo de David (Theo James) y su padre Thomas (Charles Dance). Para lograr su objetivo y mantener a salvo a su hija deberá llegar más lejos que nunca. La mitología alrededor del universo de Inframundo es complicada para quien no vio toda la saga y Guerras de Sangre no ayuda demasiado. Si bien es la película es digerible para cualquier espectador, si no vio las ediciones previas probablemente salga con muchos interrogantes que calan profundo en las motivaciones de los personajes. Además, la compleja red de relaciones y traiciones de enmaraña más y más a lo largo que avanzan los minutos. La más desarrollada en historia es, por supuesto, Selene, que descubre nuevas perspectivas a partir de sus propios errores. David la acompañará e intentará protegerla con éxito y de forma convincente, pero también debe enfrentarse a su destino. También están bien resueltas las motivaciones de los villanos, que aunque un poco megalómanos muestran tener razones para sus actos. Se agradece enormemente que mantengan la misma actriz como protagonista desde 2003, ya que da mayor sensación de continuidad. Las escenas de acción son vistosas y bien producidas. Llama la atención que algunas batallas se definen más abrupta que otras, incluso a veces rozando el absurdo que lleva a preguntarse “¿de verdad, tan fácil el enemigo que hasta recién era terrible?”. No obstante, la apuesta de Anna Foerster (conocida por dirigir episodios de Outlander) para debutar en cine no pierde solidez y, aunque con tropezones, sabe defenderse –aunque está claro que disfrutrá más un seguidor de la saga-. INFRAMUNDO: GUERRAS DE SANGRE Underworld: Blood Wars. Estados Unidos. 2016. Dirección: Anna Fouerster. Intérpretes: Kate Beckinsale, Theo James, Lara Pulver, Tobias Menzies, Bradley James, James Faulkner, Charles Dance. Guión: Cory Goodman. Diseño de producción: Ondiej Nekvasil. Música: Michael Wandmacher. Fotografía: Karl Walter Lindenlaub. Montaje: Peter Amundson. Duración: 131 minutos.
Justo donde la dejamos. Durante tres películas (la tercera queda afuera por ser precuela y contar con una trama diferente) vimos caer a Selene (Kate Beckinsale) desde su encumbrada posición de cazadora estrella a paria enemiga de vampiros y licántropos por igual, todo por enamorarse de un simple humano que resultó ser no tan simple, porque la sangre de sus ancestros le permitió convertirse en un poderoso híbrido. Juntos asesinaron a los primeros de cada especie y a varios de sus líderes más importantes, gestando en el proceso a una hija que Selene apenas pudo conocer antes de verse obligada a esconderla para que no sea convertida en un arma de la interminable guerra. Si nos había faltado ver algún capítulo no es un gran problema porque Inframundo: Guerras de Sangre se toma un par de minutos para hacer este mismo resumen antes de retomar la acción, poco tiempo después de donde la había dejado la película anterior, con un escuadrón de licántropos dándole caza a nuestra protagonista para hacerle confesar dónde está escondida la niña. Considerada una traidora por los escasos supervivientes de su especie y sin posibilidad de seguir cayendo más bajo, hace lo posible por sobrevivir con Thomas como único aliado, hasta que recibe la oferta de una tregua. Los Ancianos saben que están en desventaja frente a las fuerzas licantropas guiadas por Marius, un nuevo y poderoso líder, por lo que aceptan a regañadientes levantar la condena a muerte que pesaba sobre Selene a cambio de que acepte entrenar a los jóvenes reclutas que deberán defender el nido ante el inminente asedio. No tiene realmente muchas opciones, por lo que acepta sin sospechar que Marius no es el único ambicionando en convertirse en la evolución de su especie. Entre cuero y balas de plata: Esta quinta entrega parece producida más para el mercado hogareño que para la pantalla grande, con un presupuesto que se nota menos generoso que al principio de la saga, algo que se revela en un reparto casi completamente televisivo y unos efectos visuales apenas correctos, logrando que el efecto 3D pase completamente desapercibido. Es una película de acción y cumple con traer una sucesión continua de peleas y persecuciones que entretienen, pero a la vez parecen ser las mismas secuencias que ya vimos en las películas anteriores, o al menos con una estructura casi igual que no termina de volverse recordable como sí sucedía al principio de esta saga. Siempre valoro cuando una historia construye su propio mundo y la puebla de una mitología propia, algo que la primera entrega de la saga hizo de forma bastante interesante y luego reactivaron acertadamente con la precuela que se usó para solidificar las reglas con las que funciona este mundo. No es que vampiros y hombres lobo no fueran ya criaturas clásicas del género, pero además de darle a ambas especies de una historia de origen y un motivo para su enemistad de siglos, se los adaptó de forma interesante a un contexto de ciencia ficción futurista. El resumen inicial alcanza para refrescar los puntos importantes de la historia previa, pero da por sabida toda la mitología que se viene estableciendo desde el principio, tanto sea como parte importante de la trama o como pequeñas referencias y guiños que ayudan a construir un contexto bastante sólido pero muy enfocado a los fans de la saga, público al que claramente está apuntada esta película sin mucha intención de atraer gente nueva. Si llegaron a la quinta parte ya deberían saber cómo funcionan las sociedades de cada clan, por qué la familia Corvinus es tan importante y especialmente por qué al beber sangre ajena se transmiten con ella los recuerdos, pero todo esto tiene un problema. En vez de utilizar todo esta base construida para seguir avanzando en la historia mayor, Inframundo: Guerras de Sangre parece ser sólo una transición entre dos puntos relevantes que cuenta una historia repetida y demasiado sencilla, hasta que en los últimos minutos propone un cambio de reglas enorme justo antes de hacernos saber que tendremos que esperar a la próxima parte para enterarnos de que se trata, dejándonos con gusto a poco y la idea de que podrían haber acelerado el avance de esa nueva trama para que llegue a entrar en esta película, o al menos hacer más interesante al camino que las une. Conclusión: La principal intención de Inframundo: Guerras de Sangre es entretener a su base de seguidores ya establecida y eso lo cumple, pero como se venía viendo desde la cuarta parte, deja la sensación de ser una historia atascada.
Esta quinta entrega no ofrece nada nuevo. Es la opera prima de la directora Anna Foerster, que posee una gran ductilidad a la hora de dirigir series televisivas. Si sos fans, seguidor o te gusta este tipo de historia es para elegir una buena sala y disfrutarla. Contiene varias peleas, con buenas coreografías y los efectos especiales y los rubros técnicos son parte de la misma. Si no viste las anteriores no importa porque al comienzo hay una breve explicación. Solo resta esperar la próxima entrega.
Quinta parte de una serie que ya se repetía en la tercera Según los cuatro films anteriores de esta serie, que empezaron en 2003 con "Underworld" y culminaron en 2012 con "Inframundo: el despertar", desde tiempos remotos nuestro planeta es escenario de una ancestral lucha entre una raza de vampiros y otra de hombres lobo. La primera era un sólido subproducto de la estética de "The Matrix", algo oscurecida, pero con el correr de los años y las secuelas la trama se fue desdibujando al punto de que lo que sobrevive parte es bastante confuso, y peor aún, muy poco interesante. Hay que reconocer que la bella y aguerrida Selene, que interpreta Kate Beckinsale, sigue luciendo más que bien pese al paso del tiempo, siempre enfundada en sus trajecitos negros y ajustados, y no deja de liquidar enemigos a diestra y siniestra. Ahora, además, es convencida para que adiestre nuevos vampiros en el arte del combate contra los licántropos, ya que se viene una guerra definitiva entre ambas especies. Si bien la dirección de arte, la fotografía y los efectos especiales 3D por momentos tienen algún atractivo, el conjunto luce mucho a déjà vu, y todo termina pareciendo una enésima variación sobre situaciones de los films anteriores. Lo mejor es el veterano Charles Dance como un patriarca vampírico, pero aparece poco.
Inframundo: Guerras de sangre, es la quinta entrega de esta serie de películas que nació hace ya mas de 10 años, en la que vampiros y hombres lobo luchan por el poder y sobrevivir. En 2003 fue que conocimos a Selene, el personaje interpretado por Kate Beckinsale, con una historia bastante novedosa (tomando un poco de todos lados, pero creando algo propio) buenos efectos especiales y todo para convertirse en un éxito de taquilla. Luego vino la segunda parte, continuando un poco lo dejado en la primera entrega, siguio una tercera parte ( por que si los números ayudan no importa mas), la cuarta ya todo era mas diluido y rebuscado, no es de extrañar que esta sea por lo tanto la peor de toda la saga. Si Inframundo: Guerras de sangre, es la peor no lo es por por que si. La formula es la misma, Beckinsale sigue siendo Selene (se la ve igual que en las primeras casi como si realmente fuera una vampiresa inmortal) los efectos visuales son aceptables, dejando de lado el siempre innecesario uso del 3D, pero las escenas de acción son flojas desde lo coreográfico, el guion es sin dudas el mas floja de toda la saga. Selene tiene sangre del primer inmortal y su hija es un híbrido entre un lycan y un vampiro, por lo que son perseguidas por las dos comunidades alrededor del mundo. Cuando los lycans comienzan a hacerse más fuertes gracias a su nuevo líder Marius (Tobias Menzies) los vampiros empiezan a preocuparse. Para que entrene a sus nuevos e inexpertos asesinos le prometerán amnistía a Selene; no tienen otra manera de sobrevivir el inminente asedio lycan. El problema es que Semira (Lara Pulver), la nueva líder de los vampiros es sumamente ambiciosa y no parece disfrutar mucho la presencia de Selene en su castillo. A esta sinopsis súmenle giros y resoluciones abruptas, sin desarrollo. La película si entretiene, por que eso les sale bien, y por que su duración no es larga, pero el aporte a la saga en general (por no decir al cine) es casi nulo. Inframundo: Guerras de sangre es el cierre de la saga (no de la lucha entre Lycans y Vampiros que en un comienzo se quiso contar), si no un cierre para Selene, su historia. Con Mila Jovovich con Residen Evil, la protagonista se comió a la historia y todo se comió a la actriz, ofreciendo una Selene desganada, repetitiva y rebotica en su papel.
Crítica emitida por radio.
Fatiga de materiales Ni siquiera la figura de Kate Beckinsale logró levantar el interés y la calidad de una saga que nunca terminó de despegar. Siempre, casi siempre, hay un punto en que las sagas muestran la fatiga de materiales, sobre todo cuando las cantidades de billetes y materia gris puestas en juego no encuentran el equilibrio o el desequilibrio ideal (como sucede en Harry Potter o en Rápido y Furioso, por citar dos ejemplos virtuosos bien disímiles). La saga Inframundo nunca terminó de despegar del todo y no ha podido cumplir el sueño de ser para el universo de los vampiros y los licántropos lo que Resident Evil es para el de los zombis. La figura de Kate Beckinsale –que ha puesto más la cara que el cuerpo en el proyecto– como Selena no basta para dar ese salto de calidad que diferencia las producciones monótonas de las auténticas gemas de la cultura popular. Pero si en las entregas anteriores el producto se sostenía por un sentido desenfrenado de la acción y por la fuerza de los efectos especiales, esta quinta merece un aplazo en ambos ítems. Por un lado, los diálogos y las escenas de transición se alargan más de lo necesario hasta rozar el límite de lo exasperante. Por otro lado, los diseños digitales de los hombres lobos –en especial en los momentos de la transformación– carecen del dramatismo y la fluidez que se supone que deben tener esta clase de ficciones. Y en términos argumentales, los guionistas (un verdadero ejército de seis personas) confundieron sutileza con complicación. Así pusieron tantos personajes secundarios y subtramas sobre la supuesta historia principal que hasta el más genial de los escritores de sinopsis (el del sitio imdb.com) se resigna a un ínsipido renglón que podría describir cualquiera de las entregas precedentes: "Selena lucha para terminar la eterna guerra entre el clan de los Lycans y la facción de vampiros que la ha traicionado".
Una saga que aún agotada da pelea. La saga de Inframundo abarca trece años desde aquella primigenia Underworld de 2003 (todavía la más consistente de todas) hasta el quinto capítulo estrenado por estos días en Argentina. Narrativamente, en cambio, la línea argumental comprende varios siglos de lucha incesante entre vampiros y lycans. Esta confrontación puesta de relieve mediante una mitología un tanto básica fue combinada con una historia de amor prohibida entre la guerrera vampira Selene y Michael -primero hombre y luego un poderoso híbrido de lycan y chupasangre-. Para lo que debería esperarse de ella la relación nunca cobra verdadero interés entre otras razones por la nula química entre Kate Beckinsale y Scott Speedman. Por otro lado dicho vínculo quedó trunco cuando el actor no quiso retomar el rol luego de Inframundo: Evolución (2006). Así las cosas los guionistas debieron forzosamente empezar a modificar una trama que nunca sabremos si estuvo planeada desde el arranque o se fue improvisando sobre la marcha (suponemos esta última opción). La Beckinsale, sorpresiva heroína de acción sin antecedentes en el género si no contamos a la vilipendiada Pearl Harbor: Entre el fuego y la pasión (2001), siempre encaró con hieratismo y frialdad su papel que sólo estuvo ausente en la precuela Inframundo: La rebelión de los lycans (2009). Al no ser un personaje carismático llegamos a la conclusión que sólo el amor por el género de los fans es el principal sostén de esta franquicia que ha tenido un nivel de producción apenas decoroso dentro de los márgenes de la clase B y muy escuálida en términos de humor (prima la solemnidad por lejos). Tras una dentro de todo digna cuarta entrega (Inframundo: el despertar, 2012), la saga continúa con la despareja pero intensa Inframundo: Guerras de sangre (2016), dirigida por la debutante Anna Foerster. Les advertimos que no es el final: el productor Len Wiseman –director de las dos primeras Underworld y ex marido de Beckinsale- ha anunciado la realización de una sexta producción aunque sin aventurar si será el cierre definitivo o no. Lo más sensato sería no aguardar otros cuatro años para filmarla: la Beckinsale se conserva más que bien para los 43 años que ostenta pero el tiempo a la larga no perdona. Ni siquiera a Selene… Uno de los aspectos más salientes de Inframundo y sus secuelas (y precuela) es que han sido coherentes en el tratamiento estético y el nivel desatado de violencia con el consiguiente despliegue de gore y demás efectos requeridos para las escenas más extremas. Francamente creo que esto ha sido esencial para la consolidación de la franquicia: el espectador que viene siguiendo las idas y venidas de Selene conoce de sobra el material brindado por los autores. No se les cae ni una sola idea creativa pero tampoco han traicionado las fuentes y esto es algo que debe reconocerse. Las secuencias de acción con tiroteos y muertes a mansalva no han disminuido ni un ápice y vuelven a ser lo más destacado de Guerras de sangre. Pese a ello las transformaciones de los lycans se convierten una vez más en el talón de Aquiles de esta y de las demás películas. El digital salta a la vista y el artificio no puede disimularse. Pero es algo con lo que debió lidiarse desde los mismos inicios de la saga. Todos estamos preparados para hacer la vista gorda ante estas deficiencias técnicas. De no ser así no estaríamos viendo una quinta parte. Con experiencia como directora de segunda unidad, asistente de dirección y directora de fotografía, en Guerras de sangre la realizadora Anna Foerster ha plasmado una prolija ópera prima que no llega a la cúspide alcanzada por Len Wiseman pero está a la misma altura que los suecos Mårlind & Stein de I4 y muy por encima de la pobre dirección del franco-griego Patrick Tatopoulos en I3. Los últimos cuarenta y cinco minutos Foerster y su editor Peter Amundson ponen toda la carne en el asador y aprietan el acelerador a fondo sin perder claridad narrativa aún en medio de unas bataholas caóticas entre las facciones intervinientes. El guión de Cory Goodman es tan limitado como los anteriores filmes. Aquí por primera vez se le da una explicación a la desaparición de Michael… creerla es otro tema. Selene ha renunciado a su hija para no ponerla en peligro pero tanto los lycans como los vampiros la buscan debido a su invalorable sangre (que le permite caminar bajo el sol sin perecer entre otras ventajas por descubrir). Entre los nuevos personajes tenemos a Semira (Lara Pulver), vampiresa de gran ambición y nada de escrúpulos, su lugarteniente y amante Varga (Bradley James, el anticristo de la serie de TV. Damien), la bella guerrera Alexia (Daisy Head) y el líder de los lycans Marius (Tobias Menzies, visto en Juego de Tronos). De Inframundo: el despertar vuelve a ser de la partida el activo David (Theo James) junto a su padre Thomas (Charles Dance, otro veterano de Juego de tronos): en concreto quizás los únicos aliados de una Selene agotada de tantas guerras pero aún dispuesta a dar un esfuerzo más… Como Selene el espectador que fue testigo de toda la mitología que rodea a la saga de Inframundo también está un poco saturado de todos estos dimes y diretes bastante reiterativos. Pero si llegamos hasta acá queremos saber cómo concluye la historia de estos más que llamativos Capuletos y Montescos. Huelga decir que esperamos una orgía de sangre…
Inframundo: Guerras de Sangre Nueva entrega de la saga en la que los vampiros y licántropos están a la orden del día. La bella Kate Beckinsale una vez más se pone en la piel de Selene, en un filme que sólo servirá de consuelo para los fanáticos, pero para aquellos espectadores que se acerquen a las salas sin saber nada de la propuesta será tiempo perdido.
LA MISMA (ABURRIDA) HISTORIA DE SIEMPRE Durante la última edición de Fancinema Radio, Mex Faliero decía algo bastante cierto: al igual que Resident evil, Inframundo fue una película bastante intrascendente que casi sin que nos diéramos cuenta terminó transformándose en una saga -o más bien franquicia- sumamente redituable. En ambos casos, constituyen el legado principal -sino único- de sus actrices principales y detrás está la compañía Screen Gems, una de las divisiones de Sony Pictures, estudio al que últimamente le ha costado encontrar propiedades de rendimientos confiables. Definitivamente, hay cosas que no son casualidad. Lo cierto es que antes de disponerme a ver Inframundo: guerras de sangre tuve el ligero temor de no poder entender bien los acontecimientos del film, ya que no había visto la anterior entrega. Mi aprensión pronto se mostró infundada: la película en sus primeros minutos, a partir de la voz en off de Selene (una Kate Beckinsale que ya tiene demasiado claro su rol y lo hace en piloto automático), se encarga de resumir toda su historia -es decir, desde el primer film- rápidamente, para que cualquier espectador desprevenido tenga todo bien claro sin mucho esfuerzo. Pero al film no le basta con esa explicación: todo se vuelve a explicar, una y otra vez, como si hubiera un temor casi irracional a que el espectador se pierda con una trama que en verdad no es tan complicada. De hecho, el asunto es bastante simple: Selene es una paria, perseguida tanto por los vampiros como por los Lycans, aunque en el fondo ambos bandos desean su sangre y la de su hija, que serían factores claves para terminar la guerra de una vez por todas. Eso es todo, lo que realmente importa, aunque el film de Anna Foerster -apoyándose en el guión de Cory Goodman- se empeñe en agregar una serie de intrigas palaciegas y subtramas románticas que nunca llegan a tener relevancia porque los personajes tienen un desarrollo casi nulo. En Inframundo: guerras de sangre se nota mucho la intención de configurar un mundo complejo y atractivo, pero todo está hecho con una superficialidad y vacuidad alarmantes, siempre de la mano de un tono pretencioso y supuestamente trascendente. Encima el humor jamás se hace presente, a pesar de que había material fértil para la diversión, la parodia y la aventura. Lo único rescatable son un par de peleas cuerpo a cuerpo que aún desde el uso de unos efectos especiales no muy creíbles transmiten un aceptable nivel de tensión. Hay que decir que la idea original de Inframundo tenía su atractivo, a pesar de constituir un Frankenstein que se alimentaba de múltiples fuentes. Sin embargo, ninguno de sus personajes supo generar empatía en el espectador, su universo es una sucesión de piezas inconexas y cada entrega se parece demasiado a la anterior. Por eso no es de extrañar que Inframundo: guerras de sangre aburra desde la más pura rutina.
Vampiros y Hombres Lobos, dos de los seres monstruosos más antológicos de la historia del cine, vuelven a verse las caras en esta quinta entrega de la saga iniciada en 2003. Desde las representaciones clásicas de la Universal, la pulsión sexual la Hammer y/o AIP, la recreación posmoderna de Columbia en los ’90, o el romanticismo teen de Crepúsculo, ambas figuras adaptaron sus estilos a las diferentes circunstancias. El estilo de la historia iniciada por Len Weisman hace más de una década, se asemeja lejanamente al cyber punk impuesto por Matrix, entregado ciento por ciento a la acción. Aunque aquí está la cuestión, Inframundo es una saga que fue mutando. Habiendo comenzado como una muy muy libre adaptación de Romeo y Julieta en su primra entrega, fue hacia los inicios en su tercera parte, para emprender un camino más ligado al “ritmo videojuego” en su cuarta y hasta ahora, última película. Guerras de Sangre, toma la historia donde la abandonó la entrega anterior, y en espíritu es a la que más hará recordar, pese a centrarse en varias intrigas palaciegas similares a la del film original. Selene (Kate Beckinsale) no solo perdió a su amado Michael (si en “El Despertar” era risorio como empezaron a desprenderse del personaje, hay que ver como lo borran aquí de un plumazo), sino que tuvo que dejar ir al fruto de esa relación, su hija… que también es otro personaje que el guion se encarga de limpiar como puede. Cansada de tanta batalla, solo busca algo de paz, pero los bandos la buscan. Una nueva horda de hombres lobo, o Lycans como los llaman acá se ha despertado bajo el liderazgo de Marius (Tobias Menzies) y está dispuesto a atacar nuevamente a los vampiros. A su vez, una casta de vampiros trata de defenderse encerrados en una torre, liderados por Semira. Ambos bandos buscan a Selene por su sangre y para que revele el paradero de su hija, paradero que desconoce. La sexy vampira deberá intervenir a la fuerza, ayudada por David y Thomas (Theo James y CharlesDance, que regresan de la película anterior) a los que les aguada alguna revelación. Así, Guerras de Sangre va multiplicando sus capas y arcos argumentales, hay otra historia de amor vampira-hombre lobo, buenos que no lo son tanto, luchas por llegar al trono vampiro, venganzas varias, una tercera raza similar a las momias (el monstruo clásico que faltaba), y varios etcéteras. ¿Puede el guion de Inframundo 5 resolver todas estas aristas? No. Más allá de que claramente son películas para fans que lo perdonan todo, los problemas de este quinto film son notorios aún para el más confiado, casi como si se los estuviese subestimando. Los Lycans tienen menos presencia que nunca, Marius está lejos de ser un personaje líder, Semira posee varios intereses para actuar del modo pérfido en que actúa, pero nunca despega como un verdadero personaje con peso; todo es Selene. Sí, si esta saga llegó a su quinta entrega en gran parte es por Beckinsale, pero aquí a la actriz británica se la ve cansada, lejana a las escenas de acción – con una doble de riesgo que no se le parece en nada – y desconectada de todo lo que le sucede que no es poco. Guerras de Sangre es una secuela poco inspirada, perdida en medio de varias historias que se confunden y no todas terminan resolviéndose, y con varios momentos que causan gracia involuntariamente. ¿Saldrán los seguidores de las aventuras de Selene y Cia satisfechos? Cada uno hallará su respuesta, mientras tanto, esto no parece estar cerca a acabarse.
Cuesta admitir que la saga de Inframundo aparentemente haya agotado todos sus recursos y haya comenzado a repetirse a sí misma, logrando producir cierto fastidio en el espectador.
Lo mismo de siempre, ni peor ni mejor, pero lo suficientemente atractivo como para no defraudar a sus seguidores, aunque no tenga nada lo suficientemente fuerte como para que revolucione o por lo menos se destaque sobre sus predecesoras. Aquellos que tengan ganas de tomar contacto por primera vez con esta saga pueden...
Alerta de descanso para Underworld Es una lástima pero parece que la saga de Underworld ha llegado a su fin. Esta nueva entrega sólo deja al descubierto la falta de ideas para darle continuidad a la historia de Selene y la eterna guerra de vampiros y hombres lobo. Creo que los fans más fieles de esta odisea van a disfrutarla pero con varias reservas. Se van a dar cuenta como yo que no hay nada nuevo sobre la mesa y que la continuidad es prácticamente absurda a no ser que se la dejen descansar unos cuantos años y piensen de manera muy creativa cómo hacer para revivirla. Seguir la línea argumentativa de Blood Wars creo que sólo va a traer desidia a la saga. En esta ocasión dirige Anna Foerster, una debutante tras de cámara en el mundo de los largometrajes. Su experiencia ha sido mucha más en el rubro de la cinematografía y como directora de capítulos en series conocidas como "Outlander" y "Criminal Minds". En el guión trabajó Cory Goodman cuyos trabajos anteriores fueron "The Last Witch Hunter" y "Priest". Es decir, hagan las matemáticas. Una quinta entrega (cuarta con Kate Beckinsale) necesitaba de un equipo más groso para dar continuidad. Esta directora y este guionista están OK, pero la historia necesitaba un equipo espectacular, no OK. El guión se centra en un nuevo heredero del poder lycan que es más malo e inteligente que el anterior y que quiere ir por todo. Entre tanto, en la sociedad de vampiros hay traiciones, complots y mucha jugarreta política para quedarse con el control de los aquelarres. Entre medio como siempre Selene, que debe luchar con ambos lados y tratar de salvarlos de ellos mismos. Hay buenas peleas y nuevos personajes, pero el problema es que este relato que nos están mostrando ya lo hemos visto, no tiene nada de nuevo, de hecho es bastante repetitivo. Los lycans quieren matar a Selene y los vampiros también. Selene sube otro nivel adquiriendo nuevos superpoderes que vienen ¿de un más allá espiritual del mundo vampiro? Le siguen quitando y matando gente importante en su vida... Todo indica que se debe dejar descansar la franquicia urgente. Un ¿cierre? que nos deja gusto a poco y con ganas de dejar que Underworld se tome un tiempo para volver de manera más inteligente.