Todd Lincoln escribe/dirige su opera prima y se estrella a 260 km por hora frente a la pantalla de cine sin una narración clara y un final realmente de terror. Malfoy el Nerd Ben y Kelly se mudan a un barrio recién construido en las afueras, pero no todo va a ser tan bueno como pensaban, una entidad fruto de un experimento parapsicológico universitario les va a empezar a hacer la vida imposible y a llenar la casa de humedad (literalmente). La pareja no tiene la mejor idea que ir a buscar ayuda de un viejo amigo de Ben. A Malfoy, digo Patrick, que es interpretado por el inglés Tom Felton. No te Metas ahí Lincoln. Muchas veces queremos ponernos quisquillosos con las películas de terror, pero aceptamos y deducimos que mucho no se puede innovar, pero por lo menos deseamos una buena historia que cierre y que nos asuste, por lo menos un poco. El terror clásico y llano tiene reglas que se pueden romper pero que en su clasicismo funcionan, sobre todo en historias como la de “La Aparición”, donde el elemento de miedo es una entidad paranormal que va a acosar a los personajes. La Aparición no logra ninguno de estos puntos. Desde que empieza el metraje no te eriza un pelo, sólo realiza explicaciones complicadas de cómo van a introducir la entidad a nuestro mundo; tampoco tiene una explicación clara de cómo librarse de ella. Las acciones para introducirnos al conflicto son lentas, e incluso, la secuencia con la que comienza la película vuelve recién a aparecer a los pasados 40 minutos, y ahí recién vamos a hilar que la historia que estamos viendo se condice con ese inicio. Fallas narrativas como la falta de coherencia, teorías complicadas y un final sin explicación hacen que el miedo no tenga efecto. Muchos actores que han tenido éxito, como Daniel Radcliffe, se meten en el terror (recordemos “La Dama de Negro”). Quizás Tom Felton quiso hacer lo suyo, pero definitivamente eligió el momento, el lugar y el director que no era indicado. De la mano de Oren Peli llegaron historias como Actividad Paranormal, donde una entidad paranormal perseguía a los protagonistas estén donde estén y no sólo en la casa embrujada. La Aparición trata sin éxito de guiarse por estos elementos de ficción en los cuales se apoya Actividad Paranomal pero sin el recurso del “Found Footage” (material encontrado) sino de una forma mas clásica. Sin embargo la claridad del relato técnico no se condice con el guión narrativo de la historia y hace agua por todos lados. Conclusión: No se puede ahondar mucho mas en el visionado de “La Aparición” porque ya desde su tagline “Una vez que crees, mueres” viene errada, se nota que la gente que realizó el póster ni siquiera vio la película. Punto aparte, no se queden para los créditos finales.
La japonesa Kairo, su remake americana Pulse, The Ring, The Grudge, Paranormal Activity, ¿falta algo más? No, creo que en esta pequeñe enumeración se conglomera The Apparition, un rejunte de ideas que aún así se queda corto en comparación con sus patrocinadoras y que no ofrece absolutamente nada nuevo al género. Tras un prólogo interesante en el que se plantea el único vestigio de originalidad de la película, The Apparition se enfoca penosamente en la relación de Kelly Y Ben, con su nueva casa idílica en un barrio en el medio de la nada, hasta que diferentes sucesos comienzan a acecharlos: ruidos, movimientos, moho por todas partes, etc. No hay que ser un detective para conectar dichos eventos con el experimento parapsicológico del comienzo, ni tampoco para descifrar lo que sucederá en el resto del metraje. Y ese es el principal problema de la pelicula: no hay nada que genere la tensión suficiente para atraer al espectador al más que inevitable y aburrido final, a excepción de una o dos escenas bien pensadas, pero más allá de eso, una meseta de emociones. Por supuesto, el elenco joven no ayuda en nada, gracias a una Ashley Greene inexpresiva, un Sebastian Stan sorprendentemente malo y un Tom Felton reducido a un cameo con mucha pena y sin mucha gloria. Poco crédito le queda entonces al director y guionista debutante Todd Lincoln, que tiene sobriedad al filmar pero escasa imaginación para firmar un guión plagado de lugares comunes y nada fresco que ofrecer. The Apparition es la enésima película estrenada en cines que intenta lucrar con los fenómenos paranormales, pero llega en un momento en el que la historia lo es todo, y un detalle ya visto es crucial para la aceptación de una platea exigente con su género favorito. Pasatista es un adjetivo que le queda demasiado grande a esta paupérrima propuesta.
Invocando espíritus Otra vez una casa se convierte en el escenario del horror y altera la vida de una joven pareja que se instala en el lugar. Kelly (Ashley Greene) y Ben (Sebastian Stan) comienzan a descubrir situaciones sobrenaturales que tienen como origen un experimento de parapsicología realizado en la universidad. Con ecos de Actividad Paranormal y Poltergeist, el film de Todd Lincoln muestra un ambiente cotidiano que se transforma rápidamete en un lugar sombrío y habitado por presencias desconocidas. Puertas que se abren solas, sonidos de pasos, rajaduras y un gran hongo que se forma en el techo, marcan el comienzo del horror. Si bien el comienzo tiene clima y sumerge al espectador en el misterio que propone la trama, el desarrollo y el desenlace pierden fuerza y no logran sorprender. Ashley Green (a quien próximamente veremos en Amanecer: Parte 2, el final de la saga Crepúsculo) no logra convencer con su papel y le falta reacción (como en la escena del perro) ante los hechos que se van desencadenando. El film propone un juego con cámaras de seguridad, concentración de energía, una presencia que se arrastra como la criatura de El Grito y sombras que se manifiestan y alimentan los temores más profundos de los protagonistas. Más allá de la casa "encantada" y los esfuerzos de un experto en el terrenoo sobrenatural (Tom Felton), la maldición los seguirá a donde vayan, ya sea un hotel o una simple carpa de camping. El resultado es flojo si se tienen en cuenta otros títulos del género que marcaron una época. No es éste el caso.
Una sombra ya pronto serás El género de terror es algo único. Tiene férreos defensores y fanáticos que gozan con slashers, el gore, los zombies y fantasmas. Sean directo a dvd o hechas para cine, con grandes estrellas o con actores ignotos, aquel que busca la reacción física del miedo bucea en todas en pos de encontrar lo que tanto disfruta. Los productores usualmente explotan este amor hacía la sangre y lo desconocido entregando películas de lo más endebles y repetitivas. Para empeorar las cosas, hace ya un tiempo (y pasados el torture porn de Hostel y El Juego del Miedo) lo único que continua estrenándose en cines son los films de fantasmas y ocasionalmente, de terror religioso. Y para sumar falta de originalidad, casi todo cámara en mano o en falso documental. La Aparición (The Aparition) comienza como falso documental. Tememos lo peor. No es tan así, esquivamos una. El video es solo una filmación casera que muestra una sesión de espiritismo ya ocurrida hace tiempo y vinculada con el espíritu que se hará presente en la película. Pasado ese momento nos encontramos en una universidad junto a unos estudiantes que se disponen a realizar el experimento de repetir aquella sesión para atraer a ese espíritu (utilizando la tecnología para potenciar la conexión). La secuencia filmada cámara en mano nos hace pensar otra vez en los recursos gastados y abusados. Pero nada de eso, esquivamos otra. Entonces la historia vuelve a empezar: una pareja se acaba de mudar y comienza a ser acosada por aquel espíritu liberado en el experimento universitario. Cuando uno creía que el film iba caer en los formatos de moda logra escapar para presentarnos una historia sencilla. Pero lamentablemente ahí viene lo peor. La película es de un nivel de desgano y atrofia cinematográfica de difícil digestión. Tan arduo verla como entender la razón de su estreno. Un film falto de ideas que resulta casi gracioso (pero no), tan lleno de actitudes y situaciones estúpidas que podrían resultar una linda película B (pero no). Hasta hay un momento de "terror japonés" con un fantasma arrastrándose por el suelo. Un burdo refrito carente de imaginación. Quizás si el director hubiera filmado al fantasma con la pasión con la que filma a su protagonista femenina (Ashley Greene) hubiéramos tenido película (pero no). De un nivel de insipidez desesperante, con sobre explicaciones y un terror ausente, no vale la pena perder el tiempo por más apasionada necesidad de ver una nueva de "miedo". Da fastidio hasta escribir de ella, así que mejor no digo más.
Paranormal Actividad Las mejores películas de horror explotan nuestros miedos más primordiales. Temor a la corrupción del inocente, a la pérdida de identidad, a la violación del hogar. Una buena película de horror sabe crear terror entorno a la revelación de lo desconocido. Las menos lúcidas sólo saben crear repulsión, haciendo pornografía de la mutilación del cuerpo. Y luego están las otras, como La aparición (The Apparition, 2012), que no tienen ninguna razón de ser, están escritas sin originalidad y son filmadas sin inspiración. Comenzamos con un video casero de una sesión de espiritismo. Años más tarde, un grupo de universitarios busca replicar el experimento para demostrar la existencia de actividad paranormal. "Esto no es magia, es ciencia", dice uno de ellos, interpretado por Tom Felton. Quizás su agente leyó esa línea de diálogo y creyó que este era el proyecto ideal para que su cliente se alejara de su pasado como Draco Malfoy en el ciclo de Harry Potter. Su personaje es el Sr. Exposición de la película, explicando frente a cámara, fuera de campo, narrando en off, en modo flashback y por correo de voz todo lo que el mediocre guión es incapaz de mostrar. Algo sale mal durante el experimento, y la película hace otro salto en el tiempo (nunca queda claro cuánto), siguiendo a uno de los universitarios, Ben (Sebastian Stan), y su novia Kelly (Ashley Greene). Más allá de los supuestos problemas financieros de la joven pareja, acaban de mudarse a una enorme casa suburbana en Palmdale, California, sospechosamente parecida a la de Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2009). Pronto comienza el ya conocido ritual de los ruidos que se escuchan y el monstruo que no se ve. La puerta se abre. El escritorio se mueve. Manchas de moho se forman en las paredes, en el piso, en el techo. Kelly, la mitad sensata de la pareja, no quiere saber nada de casas embrujadas. "Nuestra casa es demasiado nueva como para estar embrujada," le asegura Ben. "No tiene ninguna historia". Evidentemente hay una conexión entre el suplicio de Ben y Kelly y los dos prólogos, pero la inteligencia de la película no trasciende la del Sr. Exposición, que ya llegará para explicarlo todo. Mientras tanto, nos deleitamos con la música cavernosa que llena las pausas hasta que aparezca la más nueva mancha de moho, y Ben y Kelly miran objetos varios que no deberían estar donde les han encontrado. No hay ni miedo ni curiosidad, solo tedio. La desidia de esta película es palpable. La epónima "aparición", sea lo que sea, no da miedo porque nunca constituye una amenaza concreta; es y hace lo que sea que el guión necesite que pase a su debido momento. La intuimos no por mérito propio sino por la cháchara del Sr. Exposición, que le infla como si recordara películas mejores. En efecto: cuando no se plagia Actividad Paranormal por necesidad, se plagia La llamada (The Ring, 2003) por aburrimiento. Samara Morgan (o Sadako, como prefieran) hace una gratuita aparición, gateando por el piso como si no supiera que le han robado de otro film. El escritor/director Todd Lincoln habrá escuchado alguna vez que "se teme a lo desconocido" y decidió que con eso bastaba. Y Ben y Kelly, personajes sin pasado ni futuro cocinados para no trascender más allá de los confines del guión, podrán enfrentarse a lo desconocido, y temer el acorde de violín al final del crescendo, pero su audiencia ya conoce La aparición sin haberla visto.
No soy fanático del cine de terror. Nunca me voy a cansar de decirlo, y si bien de vez en cuando disfruto alguna película que pertenece a este género, esto suele ser porque el film presente alguna otra faceta que lo hace más profundo, ya sea comedia, o drama. En el caso de esta película puedo afirmar que por lo menos no la sufrí. Kelly y Ben, Ashley Greene y Sebastian Stan respectivamente, son una joven pareja de novios que decide mudarse juntos. Debido a que no poseen demasiados ingresos, se mudan a una casa de los padres, que queda en un nuevo barrio en Palmdale, que si bien es un barrio nuevo, prácticamente es un barrio fantasma, donde solo vive otra familia. Como si esto no fuera suficiente el barrio está en el medio de la nada, rodeado por kilómetros de desierto. Si bien la pareja no posee suficiente dinero para poder vivir más cerca del centro de Los Ángeles, donde ambos trabajar, poseen lo suficiente para tener dos autos, varias computadoras, televisores, cámaras de seguridad y poder ir de compras con suficiente regularidad y comprar cosas totalmente obsoletas, cómo una carpa, un horno eléctrico, etc. Esto no es un defecto en el film per se, sino que es una muestra del típico consumismo estadounidense, donde el objetivo de vida es comprar suficientes pavadas para poder llenar el garaje. Cuando este esté lleno, es tiempo de mudarse a una casa más grande. Por el momento todo es color de rosas, pero el problema está en que Ben oculta un pasado un tanto oscuro. En sus años en la universidad realizó un experimento con la intención de contactar seres supernaturales, reviviendo un célebre intento realizado en la década de los 70. El experimento no salió como lo esperaban y la novia de Ben de ese momento simplemente desapareció. Cuando Patrick (Tom Felton, o Draco Malfoy para todo el mundo) vuelve a realizar el experimento años después es cuando todo se termina por complicar. La casa donde Kelly y Ben viven comienza a “comportarse” de manera extraña. La casa es demasiado nueva como para estar embrujada, por lo tanto los que están embrujados son ellos. Es un fenómeno interesante el del cine del terror. Al igual que el cine animado, suele ser altamente redituable para los estudios. Ya que además de tener alta demanda, no necesitan de un presupuesto demasiado alto. En el caso del cine de terror siempre tenemos un reparto de categoría B como mínimo, directores principiantes en general, y no hay necesidad de demasiados gastos en la producción en general. Como pasó este fin de semana con “The Possession” (El origen del mal), que en su primer fin de semana en los teatros de Estados Unidos recuperó el presupuesto de producción y más. Este no fue el caso de “The Apparition” ya que este film está terminado hace años. Esto también sucedió por el hecho que Dark Casttle Entertainment y Warner Bros.(productora y distribuidora respectivamente) terminaran su relación de negocios. Por esto fue que Warner le dio la menor gran distribución a una gran (en tamaño no calidad) película en su historia. El principal problema con el film es que no cumple su objetivo. No termina por generar en el cuerpo del espectador, la curiosidad necesaria para asustarlo, o conmoverlo. Eso sucede porque no hay una construcción de una atmósfera tensa. Tampoco hay demasiados de esos sustos fáciles donde algo aparece de repente, y los pocos que hay no están bien realizados. Las actuaciones son aceptables, considerando el género. Se nota que Tom “Draco” Felton posee más entrenamiento y jerarquía actoral que sus compañeros, pero ellos tampoco están tan mal. Ashley Greene está hermosa, es imposible quitarle los ojos de encima, y yo creo que eso es lo que se espera de ella en este relato. Los diálogos si bien son trillados y un poco forzados tampoco están tan mal. En definitiva se te gusta Ashley Greene, o si no te gusta el cine de terror pero igual querés o tenés que ir a ver una película de ese género, esta película es para vos. Si lo que estás buscando son esos buenos sustos que te hagan despegar del asiento, con este film te vas a sentir decepcionado.
I ain’t afraid o’ no ghost Argumento básico: experimento en los ‘70 para invocar espíritu de persona muerta. Experimento funciona, los muebles se mueven, las cosas tiemblan. Años más tarde, jóvenes estudiosos de la parapsicología (?) y con grandes inquietudes (??) repiten el experimento con más éxito. Uno de ellos, habiendo perdido a una rubia tetona en dicho experimento, decide olvidar todo y rehacer su vida con una morocha no tan voluptuosa a la que le gusta andar en ropa interior, pero ello durará lo que un suspiro ya que el ente al que despertaron no parará hasta destruirlos a todos....
La cadena nacional da más miedo Con La Aparición la productora Dark Castle Entertainment ha tocado fondo. El sello fundado por Joel Silver junto a Robert Zemeckis y Gilbert Adler a fines de los noventa intentó recrear algunos clásicos del cine de terror de las décadas del 50 y 60 aggiornándolos para el público joven de hoy. Casi 15 años después podemos afirmar que el trío ha fracasado. De su producción sólo se salvan los dos primeros filmes del catalán Jaume Collet-Serra (La Casa de Cera y La Huérfana) y uno ajeno al registro que abrazaran con tanto entusiasmo: el drama criminal RocknRolla, del hiperquinético Guy Ritchie. Todos los demás oscilan entre la mediocridad (Prueba de fe, En compañía del miedo, Terror en la Antártida, etc.) y una insulsa corrección en el mejor de los casos (La Casa en la Montaña embrujada). La Aparición acaba de reconfigurar la categoría de “película mala” para desdicha de quienes, engañados por el trailer o tal vez mal informados, vayan despreocupadamente a verla. No estamos hablando solamente de una deplorable obra del género sino y, fundamentalmente, de una de las películas más lamentables que se hayan estrenado jamás en una sala comercial. Y esto no es un aserto temerario e irreflexivo: la ópera prima del impresentable Todd Lincoln supera la peor pesadilla del más conformista de los espectadores. Que un guión hueco y directamente estúpido como el que escribió Lincoln sea aprobado por alguien (llámese un ejecutivo de la Warner o alguno de los experimentadísimos productores de la Dark Castle) ya es algo incomprensible para cualquier mortal. Si tenemos en cuenta que La Aparición dura 82 minutos y que si le eliminamos los créditos (increíbles esos inserts que metió Lincoln sin ton ni son… ¡madre mía!) apenas si araña los 75, ya podemos hacernos una idea de lo poco y mal desarrollado que está el asunto. Porque el éxito artístico de un emprendimiento de estas características no depende nada más de una idea argumental original (ya está todo inventado y contado un millón de veces), que aquí obviamente no se observa, sino de un tratamiento audiovisual y narrativo inteligente, que proponga un entretenimiento sagaz haciendo participar activamente al público. Y, por tratarse de un exponente del género, capaz de generar desasosiego e instancias de tensión a través de su puesta en escena. Lo único que le transmite La Aparición a la platea es un profundo aburrimiento y una creciente indignación al percatarnos de la ineptitud de un producto que no aprobaría ni siquiera como un directo a DVD. La Aparición es una historia que atrasa. Cuando los europeos continúan con su saludable búsqueda de nuevos rumbos a través de realizadores como Pascal Laugier (Martyrs) que desafían la imaginación de los fieles seguidores del terror cinematográfico, la producción estadounidense retrocede casi una década y media para reeditar a su manera la corriente del J-Horror (¿recuerdan Ringu, Dark Water o Kairo?). Otra vez los espíritus, otra vez los fantasmitas (peludos o pelados) volviendo locos a los personajes y exasperando a propios y extraños con su reiterativa batería de efectos a esta altura ya hiper gastados. Para empeorar aún más las cosas a partir del estreno de El proyecto Blair Witch (1999) se instauró en Hollywood el recurso del falso documental que con la excusa del found footage concatenó una cierta cantidad de filmes rodados cámara en mano, con muy poco presupuesto y, lo que es peor, nada de ingenio para explotarlos con un criterio mínimo. La trama, que de alguna manera hay que denominar lo que se proyecta, arranca justamente como si estuviéramos en presencia de otro mockumentary a lo Actividad Paranormal (que es una obra maestra y parece dirigida por Spielberg en comparación). En ese prólogo ambientado en 1973 nos muestran -con una torpeza equiparable a la de un estudiante de cine de primer año... o peor- un experimento parapsicológico que atrae a una entidad del más allá (sea esto lo que sea). Corte abrupto y estamos en tiempo presente con un grupo de científicos (?) liderados por Patrick (Tom Felton, el Draco de la saga de Harry Potter) intentando repetir la experiencia pero esta vez canalizando la energía con toda clase de equipos de última generación. Algo sale mal y tras una elipsis la acción se concentra en uno de los miembros del equipo, el galancete Ben (Sebastian Stan), que se muda a una casa de los suburbios junto a su novia estudiante de veterinaria, Kelly (Ashley Greene, vista en la saga Crepúsculo). En esta amplia residencia generosa en confort, la pareja empieza a vivenciar diversos fenómenos paranormales que son presentados con un grado de amenaza inexistente. Tampoco hay una elaboración razonable en el armado de las escenas: ¡a Todd Lincoln ni siquiera se le ocurrió utilizar golpes de efectos para darle un poco de vida a su mustia película! El sobresalto violento generado mediante la mezcla de sonido y música es reprobable en el género porque brota de forma antinatural. Es un sistema 100% artificial de crear una emoción. Lincoln es tan poco idóneo para este trabajo que ignora el método. No lo sabe hacer por izquierda y tampoco por derecha. Zemeckis debería sentarlo en un banco y enseñarle las bondades de un elemento clave que ningún realizador debería desconocer si pretende que lo sigan contratando: responde al nombre de curva dramática y si no tenés una noción de cómo emplearla terminás entregando un papelón como este simulacro de película de terror. La Aparición da miedo, sí, pero por los motivos equivocados…
El 2012 será recordado como un año siniestro para el género de terror donde tuvimos prácticamente un récord de películas malas que llegaron a la cartelera dentro de este estilo. De hecho, no recuerdo otro año donde se estrenaran tantos filmes desastrosos. Lo más loco de esta situación es que cuando creías haber visto una producción horrenda se estrena otra que es mucho peor! La aparición es un ejemplo contundente de incompetencia cinematográfica. Ya no importa que la temática de los fenómenos paranormales y las posesiones diabólicas se repitan hasta el hartazgo en todo los malditos estrenos, acá el tema es que hacen películas realmente mediocres que no se entiende cómo llegaron a ser financiadas. Este film es un bodrio soporífero donde no pasa literalmente nada durante la mayor parte de la trama y cuando sucede algún acontecimiento nos encontramos con un cliché burdo que carece de creatividad. El inepto director Todd Lincoln intenta construir el misterio con situaciones tontas que ya vimos en miles de películas y ni siquiera están bien realizadas, ya que lejos de generar intriga lo que logran es aburrirte. Es claro que este tipo no tiene idea del género y mucho menos cómo contar una historia. Hasta en You Tube podés encontrar cortos amateurs que están mucho más logrados que este film financiado por un estudio de Hollywood. Sería fácil pegarle a los actores pero la verdad que hicieron lo que pudieron con el guión desastroso y el director incompetente con el que trabajaron. Tom Felton, quien se destacó en la saga de Harry Potter como Draco Malfoy, es un buen actor pero no hace milagros. Ni un ganador del Oscar te remonta una película así. Lo peor de todo es el aburrimiento que produce la trama porque no tenés un solo momento decente que genere intriga y mucho menos terror. Quisieron mezclar El Grito con Actividad paranormal y les salió el tiro por la culata. Sólo un chico de 11 años que recién empieza a ver películas de este genero o alguien que no tiene la más remota idea de que se trata el cine de terror puede recomendar este fiasco. No vale la pena perder el tiempo con La aparición, ya que es otro estreno para el olvido.
Espíritu con poca tensión Un equipo de estudiantes universitarios busca demostrar que a través de las ondas del cerebro humano se pueden invocar y materializar espíritus en conjunto. Los jóvenes filmaron la sesión ocultista, pero no todos pensaron en la misma persona. Y el experimento se desmadró. Hasta ese momento, una hipótesis atractiva para La aparición, el inquietante debut en largometraje del joven director Todd Lincoln. Uno de los integrantes de aquel team es Ben (Sebastian Stan, de la tira Gossip Gir l), quien no espera que un espíritu lo persiguiera a él y a su novia Kelly (Ashley Greene, de la saga Crepúsculo ). Por esas causalidades de un argumento predecible, la película se desarrolló en un barrio repleto de torres de electricidad. Imaginen. Las manifestaciones en la vivienda (manchas en las paredes, putrefacción por debajo del piso, típicas sombras nocturnas) obliga a que el joven recurra a la ayuda de Patrick (Tom Felton), un nerd experto en lo sobrenatural, quien ya le había advertído de esta aparición. Y él lo obviaba. Víctimas transportadas a otro mundo, un virus que crece y se alimenta de nuestros miedos (algo que escasea en el filme), bilocaciones (lo mejor) y voltajes en ráfagas fantasmales es una perdigonada inconexa de situaciones para desentrañar el hilo (eléctrico) de un “exitoso” juego parapsicológico. El filme posee algunos guiños con dos perlas orientales, Ju-On (raíz de las sucesivas The Grudge ) o Ringu (germen de The Ring ) con la clásica imagen de la mujer emergiendo de un pozo y atravesando la pantalla de la tele. En L a aparición sale de un ¡lavarropas! Rescatemos algunas locaciones y el trabajo fotográfico de Daniel Pearl ( Masacre de Texas , Viernes 13 ). Nada más.
Tan anodina como previsible Que buena parte de la maquinaria de Hollywood se sustenta en el reciclaje de ideas ya probadas con éxito es algo a esta altura bastante sabido. Que, en ese contexto, el género de terror es el que más tiende a repetir recetas tampoco es una gran novedad. Pero, aun sabiendo de esas tendencias (limitaciones), cuesta entender cómo de vez en cuando se hacen en la industria más importante del mundo productos tan pobres, sin una mínima capacidad de sorpresa, como La aparición . Basta leer una breve sinopsis o ver el trailer para darse cuenta de que estamos en el mismo universo del cine de fantasmas y casas embrujadas que tanto transitó en los últimos tiempos el j-horror (el terror japonés) y, a escala mundial, la franquicia de Actividad paranormal , clara "inspiradora" de esta poco auspiciosa ópera prima del guionista y director Todd Lincoln. En sus escasos -y a la vez "largos"- 82 minutos (menos si se descuentan los créditos finales), La aparición tarda mucho en arrancar (en verdad, puede decirse que no arranca nunca). Hay dos prólogos uno ambientado en 1973 y otro más reciente- sobre experimentos parapsicológicos grabados en Súper 8 y en video. Luego veremos cómo una parejita de jóvenes carilindos que vive en un suburbio gris de casas bajas en medio de la nada (grandes extensiones desérticas y enormes centros comerciales semiabandonados) comienza a percibir movimientos, situaciones y ruidos extraños en su nuevo hogar: puertas que se abren por las noches, muebles que cambian de lugar, crecientes manchas de humedad en las paredes, un perro que muere... y así. La narración es tan anodina y previsible como la vida en ese barrio casi deshabitado. Y, de golpe, nos encontramos muy cerca del final, cuando todo se desborda y explota, sin que el espectador entienda (ni le interese) qué pasó y por qué. La creación de climas (supuestamente de suspenso), las actuaciones, los personajes principales y secundarios, y hasta las irrupciones de los golpes de efectos propios del terror más elemental para impactar y provocar miedo se ubican, aquí, por debajo de la media (ya bastante baja) de un género que, salvo excepciones, no se caracteriza por su creatividad. Así, entre tantas películas de horror impersonales pero eficaces, La aparición resulta también impersonal pero... decididamente ineficaz.
Bu! Nosotros pasamos los ochenta y dos minutos más largos en lo que va del año viendo esta película para que usted, estimado lector, no pierda su tiempo y su dinero padeciéndola. Es otra de actividades paranormales, entidades espectrales que acosan a moradores de una casa con la intención de provocar algún susto en el espectador, pero que solo logra causar aburrimiento. El director, además guionista, carece de capacidad para transmitir a través del lente alguna mínima emoción, excepto el tedio. Nada asusta, ni conmueve, en este relato remanido y previsible. Las actuaciones son execrables, y ni siquiera una actriz como Ashley Green, de gran exposición por su trabajo en la saga "Crepúsculo", consigue estar a la altura que semejante espaldarazo le impone. El director hizo todo lo posible por hacer de esta película -que desde su temática nada nuevo tiene para ofrecer-, un bodrio insoportable, que no merece ser vista por alguien que guste del cine, y menos del género.
Casa tomada, pero no por el talento de Cortázar, sino por un ser maligno que unos estudiantes descuidados dejaron escapar para el horror. Joven pareja, casa situada en un barrio casi vacío, y el pasado de él que vuelve para hacerle la vida imposible. Apenas pasable.
Extraños movimientos en la casa Hay algunos efectos especiales aceptables, mucho corrimiento de muebles, hongos que se extienden en superficie. Puertas que se abren y cierran, movimientos extraños en los placares, algunas imágenes más o menos feas. La película cuenta que habría habido un experimento parapsicológico de nombre Charles, que involucró a seis personas para convocar al señor Charles Reaner. No se dan datos, pero este señor habría fallecido hace tiempo. Con una tecnología superior, en nuestros días, unos estudiantes deciden hacer el mismo experimento y parecen pasar cosas impresionantes. Digo parecen, porque no se ve demasiado. Ben (Sebastian Stan), uno de los adolescentes que participaron en el experimento moderno, sin contar nada a su novia Kelly (Ashley Greene), se aloja por unos días en un moderno condominio, no totalmente habitado, propiedad de los padres de su chica que permanece aislado en medio de un desierto. La extraña muerte de un perro del vecino en esa casa, será uno de los primeros sucesos que comienzan a inquietar a la pareja. PUERTAS Y VENTANAS Primero son extraños movimientos que abren y cierran puertas y ventanas, después aparecerán hongos gigantescos en la casa nueva y posteriormente, al ventilar Kelly ciertos espacios verá más hongos y multitud de esporas. La situación irá en crescendo y llegará un momento en que Ben debe contar acerca del misterioso experimento que terminó mal. El no sabe que la próxima experiencia en el mismo condominio, pondrá en jaque la racionalidad y los enfrentará a la muerte. La película está bien hecha. Carece de elementos originales. Sus protagonistas son muy jóvenes, Kelly es Ashley Greene, la chica de "La saga Crepúsculo: Amanecer-Parte 2". Hay algunos efectos especiales aceptables, mucho corrimiento de muebles, hongos que se extienden en superficie. Puertas que se abren y cierran, movimientos extraños en los placares, algunas imágenes más o menos feas. Una leve dosis de suspenso, porque todo se ve venir, no obstante sus escenas resultan creíbles. En síntesis es una película ideal para amantes del género de terror, que no sean demasiado exigentes.
Doble experimento no muy convincente Esta película de fantasmas empieza de manera bastante contundente con los registros -primero fílmico y luego en tape- de dos experimentos realizados por universitarios para demostrar la existencia de espíritus. Uno de ellos transcurre en 1973 y es algo ingenuo e incluso gracioso. El otro, más hacia nuestra época, se vuelve más tenebroso aunque encuadrado en el género de las «películas de fantasmas grabados en video» que ya son casi demasiadas. Pero, luego, el film se toma un impasse de ritmo y clima para centrarse en las andanzas de una pareja que debe cuidar la casa de los padres de ella (Ashley Greene) ubicada en medio de una zona desértica. Pronto empiezan a pasar cosas raras en la casa, como puertas que se abren solas y manchas raras por todos lados. El espectador por un momento creería que con el asunto de las manchas está por aparecer Mr Músculo para hacer una buena limpieza, pero en realidad resulta que el hombre de la casa es uno de los que estaba metido en el último experimento y de algún modo se trajo el espíritu a su nuevo hogar. Pero la preocupación crece cuando se van a un hotel y ahí pasan cosas igual de tenebrosas. Ahí finalmente debe aparecer el personaje más interesante del film, el del joven científico que interpreta Tom Felton encargado de explicar cosas insensatas como todo el guión de este film, y a sufrir sus creaciones en carne propia. «La aparición» tiene dos o tres momentos realmente siniestros, pero su variación sobre casa embrujada no es demasiado convincente, ni tampoco su concepción de lo sobrenatural como experimento científico, que en realidad, no conduce a ningún lado.
La misma aparición de siempre Yo soy de esos que se asustan fácil. Cualquier cosa en el cine me asusta. Los típicos truquitos con los ruidos o las apariciones por sorpresa siempre funcionan conmigo. Le tengo miedo hasta a los fantasmas de la derecha destituyente o de la diKtadura. Lo dicho previamente no es para decir que La aparición no me asustó. Como dije antes, yo siempre me asusto. El problema es que me asusté pero ese escalofrío momentáneo no se prolongó más allá, no se convirtió en temor, en un miedo más permanente, en inquietud. Y eso pasó porque en el film nunca sucede nada relativamente nuevo u original que introduzca nuevas sensaciones. Ni siquiera hay elementos característicos del género dispuestos de otra manera o reelaborados. Todo es ya visto en La aparición: el relato centrado en un grupo de jóvenes universitarios que realizan un experimento vinculado a lo sobrenatural y terminan abriendo una puerta en otra dimensión a un espíritu maligno que ingresa a nuestro mundo; la joven pareja acosada por ruidos y extraños acontecimientos; la temible criatura arrastrándose; y un largo etcétera. La aparición pareciera desde el comienzo asumirse como un producto rutinario, realizado al boleo, arrojado a la cartelera, sin razón de ser en absoluto. Hay un leve intento de crear climas a partir de los espacios vacíos, pero todo se queda en la nada. En cuanto a las actuaciones, es llamativo el pésimo nivel: la pareja protagónica, conformada por Ashley Greene y Sebastian Stan, nunca transmite tensión o logra empatía, y hasta podemos ver a un Tom Felton (Draco Malfoy en la saga Harry Potter) completamente fuera de tono. Quedan entonces las mismas preguntas, repetidas cada año cuando llegan este tipo de films: ¿para qué? ¿Por qué? ¿Es necesario? Y yo, que busco no sacar las conclusiones fáciles respecto a los modos y sistemas de producción hollywoodenses, con La aparición no tengo más remedio que seguir a los detractores que acusan a Hollywood de ser un imperio destructor del buen cine. Maldita sea.
Cuando algo raro anda por casa Un experimento de 1973 produjo consecuencias inesperadas, que recién se develarán muchos años después. Tal es el punto de partida de este thriller de terror con Ashley Greene (Crepúsculo) y Tom Felton (Harry Potter). Y bueno, siguen las casas con fenómenos paranormales, presencias extrañas, objetos que se mueven solos, manchas en las paredes (no es humedad, claro) y escaleras entre luces y sombras que transportan quién sabe adónde. La aparición no es nada original, ni ahí, pero tampoco recurre a los golpes de efecto y al sustito gratuito que resulta algo eficaz y sólo efímero. Hay un prólogo entre un especialista en el tema (Tom Felton, ya sin la carga de Harry Potter) y otros dos personajes que lo ayudan, él con cara de piedra (Sebastian Stan) y una rubia –Julianna Guill– que vuela para el otro mundo. Uy, ¡qué miedo! Pero luego, el cineasta debutante Lincoln ubica su cámara en una casa, donde la joven pareja interpretada por Felton y Ashley Greene (hermosa morocha pero tan sosa como gelatina dietética) viven alguna noche de placer previa a los impensados cambios que sufrirá tan acogedora morada. Primero, un mueble se corre de lugar, luego surgen las consabidas manchas, más tarde los cortes de luz, la noche siguiente las puertas se abren solas, y así sigue la trama. Hay algunos planos que funcionan (cuatro, cinco), por aquello de no intimidar al espectador con efectos gratuitos, y un buen trabajo de iluminación, algo demodé, pero que recuerda a películas del género de hace 30 años. En ese sentido, La aparición es una película vetusta, concepto que no estaría mal, pero en ningún momento pega una vuelta de tuerca para alejarse de recientes actividades paranormales en hogares invadidos por ánimas y fantasmas. Obviamente, que el especialista en el ramo reaparecerá en la última parte para explicar con términos científicos qué ocurre en la casa de los jóvenes enamorados. Pero tampoco ahí Lincoln omite los lugares comunes y las reglas establecidas en esta clase de terror que ya exhibe sus primeras fechas de vencimiento. La corta duración de la cinta, que en principio puede resultar bienvenida, a medida que pasan los minutos actúa por efecto contrario: a la media hora de La aparición sólo queda espiar el teléfono celular y descubrir cuánto falta para que llegue el final.
Cruel venganza de un arte La joven pareja de Kelly (Ashley Greene) y Ben (Sebastian Stan) se mudan a una enorme mansión en Palmdale en California, perteneciente a los padres Kelly, a la cual prometieron cuidar mientras ellos se ausenten de la ciudad. Ya instalados en la ostentosa casa, los jóvenes empiezan a experimentar fenómenos paranormales: desde el corrimiento de un mueble, la muerte de un perro, la aparición de puertas abiertas, hasta manchas de moho en las paredes. Aunque los sonidos pueden llegar a sonar aterradores, la película nunca llega a un episodio límite. Sólo la ayuda de un experto en lo sobrenatural, amigo de la adolescencia de Ben, podrá ayudarlos a desligarse del ente que los acecha, que resulta ser una presencia que invocaron años atrás en un experimento inocente. Tras varios días en la casa y pese a que los episodios son cada vez más frecuentes, la pareja no decide irse, sino quedarse a investigar qué está sucediendo. Pues si la pareja se dejaría guiar por la lógica e irse de la casa, se terminaría la película, o incluso, duraría cinco minutos. ¿Conclusión? Una película sin ningún tipo de argumento, con diálogos vacíos y poco atrayentes.
Pobrecito. Pobre el género del terror, con lo que le costó ocupar un lugar de reconocimiento a lo largo de los años. Se produjeron varias obras maestras, pero pocas pudieron pasar las barreras del círculo de espectadores al que se circunscribe, logando admiración y respeto de parte del resto del público, por ejemplo “El exorcista” (1973), “Alien” (1979), “Pesadilla en lo profundo de la noche” (1983), “La llamada” (1998), “El resplandor” (1980). Fíjese qué títulos. Claros exponentes del cine de terror que, además de haber hecho carrera, se convirtieron en referentes para los realizadores que vendrían después. Por si fuera poco, el año pasado “Scream 4” de Wes Craven arranca con 20 minutos magistrales en los cuales vimos un repaso básico de cómo se hace una película de este estilo, y “Destino Final 5” (2011) daba cátedra de cómo utilizar a favor los golpes de efecto, además de cerrar la saga con un guión que involucraba a otras. Sin embargo, ambas son secuelas. ¿Qué queda entonces? Aparentemente resignación. Por un lado, porque lo bueno que se hace en el país del norte es independiente (casi todas las producciones de terror lo son) y no llegan a tentar a los distribuidores locales, por otro, porque lo poco que llega apenas si supera el techo de lo regular. “La aparición” es un ejemplo de lo segundo. Empieza con un montaje de found footage (¡hasta cuando, me cachendié!), simulando que en los ‘70 alguien filmó en super 8 una sesión de espiritismo donde se mueven la mesa y otros objetos en forma violenta ante la atenta sonrisa de todos los presentes. Si ellos se ríen de lo que pasa ¿qué se supone que debemos hacer los espectadores? Sigo. De esta sesión queda una foto del grupete en la cual se ve la sombra de un tal Charles. ¿Quién es; por qué anda dando vueltas; qué busca o por qué se la agarra con los muebles? Nadie se molesta en explicarlo en profundidad. También, ¡quién nos manda a andar preguntando cosas en la época de efectos especiales! ¿Quiénes nos creemos que somos, ¿eh? No parece creíble que los dueños de una universidad permitan que los chicos intenten traer a Charles con tecnología actual, enchufando cuanta cosa tienen a mano. Se ve que allá no tienen problemas con la factura de luz. El experimento sale mal (o bien, según como se mire) y tendremos fantasma para rato. Este en particular vino del más allá con un GPS, porque se las arregla para encontrar a Ben (Sebastián Stan), que pretendía retirarse de esta práctica para irse con Kelly (Ashley Greene), una muchacha a quien convenientemente no le dice nada de todas estas cosas. ¿Para qué arriesgar noches de lujuria hablando de fantasmitas? La cosa se pone fea porque Charles se hace más fuerte si absorbe individuos incrustándolos en las paredes. Una especie de ósmosis del ladrillo. Terrorífico. Greene, de todos modos, es tan expresiva como una pared pintada de blanco, y como el resto del elenco, no se queda atrás. Nos esperan diálogos más cercanos a la parodia que a lo creíble. El director (Todd Lincoln) está muy ocupado en enfocar manchas de humedad en la pared (que representan la presencia del mal), así todos nosotros nos enteramos de antemano y esperamos a que los protagonistas se den cuenta. Usted preguntará: ¿Cuando les cae la ficha se van de allí? No. ¿Compran lisoformo al menos? Tampoco. Yendo en contra de toda lógica llaman a Patrick (Tom Felton), el pibe que causó todo este encordio ectoplasmático. Basta. Ya me lastimé demasiado recordando estos minutos desperdiciados. Yo que usted alquilaría uno de los clásicos hasta que venga mejor material.
El cine de terror sufre la tecnología. Este en particular, que podría tener una idea más o menos interesante (no, no la tiene) es un compendio de todas las cosas que se pueden hacer con efectos especiales y montaje a la hora de asustar. Como pasa con cualquier tipo de estímulo, a veces funciona y a veces no. Lo que hace a El Exorcista un gran film es que creemos en que sus personajes, todos vívidos, sufren. Aquí son figuras en un paisaje carente de lógica interna. Una más de fantasmas repetidos.
Cóctel vomitivo "La Aparición" es una película cuya premisa se puede decir que tenía buenas intenciones, pero terminó siendo un mezcla totalmente vomitiva y cutre de otros productos como "La Llamada", "El Grito" y "Pesadillas en la calle Elm". Se suma a la interminable lista de producciones aburridas y de mala calidad que nos han estado ofreciendo estos últimos 2 años desde Hollywood. El género del Terror está atravesando una crisis de creatividad enorme, se toma por estúpido al espectador y se le vuelve a mostrar con efectos visuales más espectaculares las mismas huevadas que nos vienen mostrando hace tiempo en films totalmente intrascendentes. Al fantasma de "El Grito" ya lo vimos... no nos asustó! La idea de que el terror se vuelve real si creemos en él, también lo vivimos en otras sagas, por ejemplo las 8 películas de Freddy Krueger. ¡Basta de robar! Siéntense aunque sea un par de horitas a pensar algo innovador y dejen de refritar historias mediocres. Sobre este trabajo no hay mucho para comentar... un grupo de estudiantes realiza un experimento con el que pretenden crear una entidad fantasmagórica invocando y creyendo en su existencia; lo logran. Acto seguido el espíritu los comienza a acechar y aterrorizar para hacer crecer su poder y atormentarlos por toda la eternidad. Para luchar contra el espectro, la pareja que está sufriendo las consecuencias del experimento, se contacta con un amigo especialista en lo paranormal (Tom Felton de Harry Potter) y las cosas lejos de mejorar se van tornando cada vez peores. Fin. Las actuaciones no son convincentes, los momentos que se suponen deben dar miedo resultan aburridos y nunca llegamos a identificar una pizca de originalidad en los 82 minutos que dura la cinta. No es recomendable ni para los fans más benévolos del género. Y pensar que yo creía que "Posesión Satánica" iba a ser lo peor del año...
Película pobre en términos temáticos y en los formales "Me pareció que la idea de `crear' un fantasma y traerlo a la tierra sería una forma nueva de contar una historia de espíritus de ultratumba. Esa fue la semilla". Así definió el director Todd Lincoln el origen de la historia que narra en este filme. En la ficción, quienes "crearon" el fantasma fue un grupo de estudiantes universitarios, que realizaron un experimento de parapsicología para demostrar que es posible convocar y materializar espíritus a través de las ondas del cerebro humano y el uso de tecnologías de última generación. Pero el proyecto se salió de cauce y las secuelas fueron varias: dos muertos, un suicidio, tres desaparecidos y la permanencia del fantasma en la tierra y en apariencia dispuesto a hacer estragos. En esta historia, los "afortunados" que reciben la visita del fantasma es la pareja integrada por Kelly y Ben. Y eso ocurre cuando se instalan en la casa de los padres de ella, situada en una zona donde abundan las torres de electricidad, y mientras sus progenitores están ausentes. ¿Cómo se manifiesta el fantasma? Manchas en las paredes y el techo de la casa, ruidos, sombras, objetos que se mueven, un perro que muere de manera misteriosa, y algunas otras formas extraordinarias que quedan reservadas al espectador. Y el miedo comienza a aterrorizar a los novatos ocupantes de ese hogar. Entre los muchos recursos que utilizan para salir de esa diabólica madeja de manifestaciones paranormales, figura la convocatoria a un experto en cuestiones sobrenaturales. Se llama Patrick y es uno de los que participó en aquel experimento del pasado, que pretende reenviar al fantasma a su lugar de origen, apelando a los mismos medios tecnológicos que había utilizado para traerlo a la tierra. Aunque Lincoln no lo reconoció explícitamente, es probable que el verdadero punto de partida de su proyecto fue Kairo (2001), del japonés Kiyoshi Kurosawa, donde una misteriosa página web abría una puerta a los fantasmas. El filme incluía un desolador retrato de los jóvenes de su país, cuyo principal compañía eran las PC. Y advertía que "en una sociedad donde se ha llegado al aislamiento, la inmensa red global que es Internet convertida en vector de una epidemia mortal sólo puede conducir al cataclismo". Pero Lincoln no incluye estos temas en su filme, que pretende ser un simple entretenimiento, pero es extremadamente pobre en términos temáticos y formales. ¿Cómo es posible que en una industria del cine tan desarrollada como la norteamericana se hagan películas tan mediocres? Y otro interrogante: ¿por qué el interés de tantos jóvenes y adolescentes por el cine de terror, de fantasmas o supuestas apariciones paranormales? ¿Qué buscan en esas películas? ¿Qué respuestas esperan encontrar?. ¿O simplemente las ven como un entretenimiento, más o menos macabro?
El título Una dama en París, no muy diferente del original salvo por la diferencia clave de “Estoniana” a “Dama”, y el nombre de Jeanne Moreau grande en el afiche, nos da la idea de cruzarnos con una gran diva, de años pasados, caminando por la Ciudad de la luces haciendo uso de glamour. Nada de eso hay en este cuarto film de Ilmar Raag, primero en estrenarse en nuestro país; principalmente porque la Dama/Estoniana a la que se hace referencia no es Jeanne Moreau, sino la más desconocida Laine Mägi; y también porque estamos frente a un trabajo que focaliza más en los interiores, los espacios cerrados. Mägi es Anne, una estoniana, acompañante terapeútica que abandonó todo para dedicarse a su cuidar a su madre con un grado de Alzheimer avanzado. Cuando esta fallece, a regañadientes o no, acepta un trabajo que la llevará a París, para cuidar de una mujer anciana que entre otras cosas, recientemente intentó suicidarse, Frida (sí, Jeanne Moreau). Si vieron aunque sea un drama de estas premisas sabrán qué es lo que sigue sin demasiados sobresaltos. Frida es una mujer difícil, que sabe que no le queda mucho tuempo lo cuakl la hace aún más irritante, y a la que le gusta que se respeten ciertas reglas; reglas con las que Anne chocará una por una. Hay un tercer personaje de menor importancia, Stephane (Patrick Pineau), un tutor del que Frida está enamorada y por el cual no es correspondida; será este hombre el encargado de “enseñarle” todo el “protocolo” a Anne. Si bien Frida provino de Estonia también, constantemente muestra rechazo hacia Anne y otros inmigrantes; y así la tensión crece y las diferencias entre ambas se remarcan, hasta lo obviamente esperado. Raag, también oriundo de Estonia, filma un relato de soledades que se encuentran, de objetos que por detalle dicen más de lo que parece, y de diálogos o silencios interpretativos. El manejo de la cámara también parece jugar en estos sentidos, varias veces deja al personaje en cuestión hablando solo mientras se focaliza en algún detalle de fondo, o directamente en el rostro del interlocutor. Moreau sigue mostrando grandeza aún en un rol apagado como el que aquí se le exije, sigue siendo lo mejor de la propuesta. Laine Mägi también hace uso de buenos recursos interpretativos para captar la atención por sobre o a la par de la diva. Una dama en París es un film prototípico, no hay novedades, pero tampoco decepciones, sí es de extrañar cierta frialdad en este tipo de películas que suelen ser más cálidas. Quizás con un poco más de riesgo y variación de molde los resultados serían algo más llamativos.