Sí bien comienza muy interesante dando la sensación que nos enfrentamos a un muy buen thriller, al cabo de unos minutos empezamos a darnos cuenta que las cosas se están poniendo "raras". Y sí, de a poco se va transformando...
Este es el tercer film del director Richard Kelly, su primer film "Donnie Darko", sobre un adolescente que tiene visiones de un conejo gigante, fue un éxito en el cine independiente. Sus tres películas ("Donnie Darko", "Southland Tales", "The Box") han generado en el publico opiniones muy encontradas, algunos consideran que sus trabajos son excelentes y otros que son un desastre. Principalmente se debe a que sus guiones son raros y no es un cine para todos. Basado en el corto "Button, Button" de Richard Matheson, que fue adaptado para un capitulo de la serie "Twilight Zone", "The Box" mantiene el mismo estilo de la serie por el tipo de historia, la ambientación y la música. Arranca con una propuesta interesante, mas allá que el concepto de la caja es ridículo, en donde se le plantea a una pareja ganar un millón de dolares a cambio de condenar a muerte a un desconocido. El film "Indecent Proposal" proponía un tema similar, si uno dejaría que su mujer durmiera con otro hombre por un millón de dolares, aunque no tan dramático como este. El primer acto muestra una buena película de suspenso pero, como es de esperar en un film de este director, luego se convierte en una película de ciencia ficción con mucha escena rara y sin sentido. Si bien se mantiene la historia, por momentos se dispara con escenas como la de la biblioteca que te descuelgan totalmente. El momento en que los padres deben tomar una decisión que involucra el futuro de su hijo también es delirante. Frank Langella interpreta al misterioso Arlington Steward, con un look "two faces", el personaje mas interesante de la película. Como dije antes, no es un cine para todos.
En algunas ocasiones es injusto abusar de los sobrenombres, los motes. Inclusive de los apellidos. Todo aquello que, indistintamente, funcione como nombre propio puede poner de mal humor hasta al sujeto más orgulloso. Deporte fácil y privilegiado por la crítica el de poner motes, Richard Kelly supo ganárselos desde su ópera prima, Donnie Darko, a puro talento. Y si bien su siguiente película, Las horas perdidas, era una mezcla pretenciosa de ciencia ficción y parodia, Kelly podía salir airoso de esa inapelable terminología que nos legó Harold Bloom, es decir, podía huir a la llamada “angustia de las influencias”. Hasta que llegó The Box, que en sus 115 minutos condensa todas esas citas que alguna vez pugnaron por salir en el cine de Kelly y que aquí estallan descontroladas -en el mal sentido del descontrol, digamos- salpicando una película desparejísima, confusa, pretenciosa, solemne y, cuando no, proclive a encontrarle motes y filiaciones habidas y por haber. A lo largo de la historia podemos recuperar a buena parte del Stanley Kubrick más ascético y frío de sus films de los años ‘80, también andan rondando los fantasmas del cine y la TV de David Lynch (sobre todo porque The Box parecía merecer más un formato de miniserie televisiva, como lo fue la revolucionaria Twin Peaks), naturalmente otra influencia visible es La dimensión desconocida, serie a la que se alude lateralmente, también, al adaptar un texto de Richard Matheson, reconocido escritor y guionista de buena parte de los capítulos de aquella serie de Rod Serling. Si uno se pusiera menos pretencioso, no sería difícil ubicar a Lost, pero sobre todo retumba en el cerebro el imaginario conspirativo típicamente estadounidense que tiene a la paranoia de X-Files como su adalid (y a la ciencia ficción de los años ‘50 como referente un poco más lejano). Pero… ¿A qué va esto? Esencialmente, a mostrar que buena parte del esqueleto de la tercera película de Kelly sólo puede sostenerse en base a ese “espíritu de influencias” más que por mérito propio. En ese sentido, el resultado, hasta la primera hora de película es entre aceptable y demasiado correcto/académico. Pero, a partir de la revelación de las conspiraciones, todo el asunto desbarranca en una sucesión de arbitrariedades insostenibles (ver la prueba final a la que se somete a la familia, nada muy distinto a la pregunta infantil: “¿si tuvieras que elegir morirte ahogado o quemado o que te torturen una semana seguida y te paguen un millón de dólares, qué elegirías?”) que desdibujan lo logrado en la primera parte derivando en un final moralista, innecesario, y por qué no, acelerado, como si toda la resolución debiera resolverse con apuro. Tengo la sensación, nuevamente, que The Box pudo haber sido un mejor programa de TV que una película: con el 10 por ciento de las conspiraciones y preguntas que la película plantea como potenciales conflictos, Lost lleva seis años al aire.
Un caja sin muchas sorpresas La Caja Mortal, The Box, aunque se la presente como una terrorífica cinta, es una compleja combinación de suspenso y ciencia ficción. Basada en el clásico cuento corto Button, button de Richard Matheson, fue escrita para la pantalla y dirigida por Richard Kelly, quién en su anterior trabajo (Donnie Darko 2001) fue premiado por Independent Spirit Award a la mejor ópera prima y mejor guión. En este caso, la trama se centra en una pareja y su hijo que viven en los suburbios de los Estados Unidos. Ella, Norma Lewis, interpretada por Cameron Diaz (El Descanso), es una maestra de un colegio privado y él, Arthur, encarnado por James Marsden, un ingeniero de la Nasa. James se dio a conocer por participar de series como La Niñera o Party of Five. Pero sin lugar a dudas, su popularidad llegó a las masas cuando personificó a Cyclops en la producción de Marvel, X-Men. La historia comienza rápidamente en una madrugada de 1976, cuando el timbre despierta a la familia. Si bien es vísperas de Navidad, la sorpresa que encontrarán detrás de la puerta no será el regalo más esperado. Ahora en sus manos se encuentra este extraño presente que puede cambiar sus vidas. Un misterioso hombre con el rostro terriblemente desfigurado aparecerá en su domicilio (el correctísimo Frank Langella) y será el encargado de explicar que esta caja trae consigo la posibilidad de obtener un millón de dólares y, a la vez (sin posibilidad de elección), alguien morirá en otro lugar. Esas serán las reglas y de ellos dependerá como sigue la historia. Si bien la película tiene un buen y prometedor comienzo, que logra llamar la atención del espectador, después todo se diluye y lo concreto se hace agua. La historia se dispara hacia otros rumbos y la cinta va dejando a su paso muchos cabos sueltos. Más algunos pocos e innecesarios malos efectos especiales que lograron empañar el correcto trabajo de la gente de ambientación e iluminación. La actuación de Cameron Díaz sigue siendo apropiada al contexto del film, al igual que Frank Langella, pero el clima general y los baches mencionados no ayudan mucho al resultado final.. Más allá de todo, muchos se preguntarán que se esconde detrás de esa caja mortal y quien maneja los hilos de esta fuerza sobrenatural.
La decisión de Norma Curioso thriller apocalíptico, de Richard Kelly y con Cameron Diaz. Si algo no se le puede cuestionar a Richard Kelly es su ambición. En Donnie Darko, su opera prima, todo un filme de culto, y en Southland Tales, su segundo y apocalíptico revoltijo de influencias, el hombre se despacha con otra saga de ciencia ficción apocalíptica a la que, como siempre, llega desde los lugares más inesperados. La caja mortal retoma, en principio, el "frasco chico" de su primer filme. Basado en un cuento de Richard Matheson (Button, button), que ya fue adaptado a un capítulo de La dimensión desconocida en los años '80, el filme arranca con una premisa simple y atractiva, de esas que prometen tensión. Norma y Arthur, una pareja de clase media en los años '70 (Cameron Diaz y James Mardsen; ella maestra, él trabaja en la NASA), recibe un regalo misterioso en la puerta: una caja con un dispositivo arriba y el anuncio de que más tarde vendrá alguien a explicar su funcionamiento. Es allí cuando aparece Arlington Steward (Frank Langella), un hombre intrigante y extrañísimo, con casi medio rostro en carne viva. El les explica la propuesta que viene con el regalo: si apretan el botón, les dice, alguna persona desconocida morirá y ellos se quedarán con un millón de dólares. Y si no quieren participar, la caja pasará a otra persona. Ellos dudan, no saben que hacer, tratan de ver las posibilidades hasta que en un arranque Norma aprieta el temido botón. Y ahora, ¿qué sucederá? Lo que pasa es difícil de resumir aquí y es hasta complicado de entenderlo del todo en la pantalla. Digamos que "la caja" en cuestión dispara una suerte de disputa interplanetaria, con extraterrestes y cosas por el estilo, y que la NASA no está del todo alejada del conflicto. Se puede decir que Arlington es, en cierta manera, un heredero de Klaatu, el extraterrestre que bajaba a la Tierra para juzgar el comportamiento humano y allí decidir qué hacían con el planeta en el clásico El día que paralizaron la Tierra. La tentación de la pareja los meterá en terrenos insólitos y ante opciones inconcebibles. Y Kelly arma su filme como si estuviera hecho en los años '70, con un clima propio de algunos clásicos de Stanley Kubrick (y con esa densidad en el manejo de los tiempos y los planos) hasta lograr que La caja mortal parezca, por momentos, una de las viejas películas de Spielberg deformada por algún discípulo de David Lynch. Pero como en su anterior película, Kelly no sabe bien cuándo parar y no tiene ningún miedo al ridículo, llevando la apuesta a lugares que muchos espectadores considerarán bastante insólitos e improbables. De cualquier manera, sus fallas son creativas, de ambición, y en un medio que nos acostumbra, semana a semana, a lo previsible y correcto, una película como La caja... se destaca por meterse en zonas que muchos tratan de evitar. Va al infinito y más allá también.
Dilema moral repleto de repeticiones y clichés La caja mortal no logra ni sorprender ni asustar El director Richard Kelly adaptó el relato "Button Button" de Richard Matheson para la pantalla, fijando su mirada en Norman, maestra de una escuela privada, y en Arthur, su marido, un ingeniero que trabaja para la NASA. Ambos integran un matrimonio feliz hasta que un día un hombre con el rostro desfigurado aparece en su hogar y les presentará una propuesta que alterará sus vidas. El misterioso individuo es portador de una caja en la que, según él, y apretando un botón, podrá convertir a la pareja en millonarios. Para ello, sin embargo, y en caso de aceptar la propuesta, algún ser humano morirá en el mundo. Con sólo 24 horas para aceptar la proposición, Norman y Arthur se enfrentarán a un gran dilema moral y no tardarán en descubrir que las ramificaciones de esta decisión están fuera de su control y se extenderán mucho más allá de su propia fortuna y destino. De aquí en más, la línea argumental recorrerá una serie de aventuras y desventuras que, cada vez más, enredarán la historia hasta convertirla en un rompecabezas bastante difícil de armar. El director pretendió lograr un film de suspenso imbricado con esos misterios que obligan a los seres humanos a decidir cual podrá ser su futuro, pero su intento careció del necesario tono obsesionante del original. Así, el film entra en una senda que tropieza a cada paso con preguntas sin respuestas y con elementos que procuran magnificar el entramado hasta convertirlo en una serie de escenas que nunca logran el necesario poder de sorprender. Cameron Diaz pone su mayor empeño en personificar a esa mujer envuelta en el secreto que encierra esa caja, pero poco es lo que puede hacer para dar cierta credibilidad a su papel, en tanto que James Marsden, como el atribulado marido, aporta sólo un rostro dispuesto siempre a las muecas de horror. Frank Langella, como el hombre que porta ese elemento que pondrá en juego la ambición de la pareja, compone su parte con indudable solvencia, en tanto que el resto del elenco cae casi siempre en lo estereotipado de sus respectivas partes. Así, el suspenso queda a mitad de camino entre el miedo y la repetición.
La obra de un enrarecedor del cine A partir del cuento “Button, Button”, de Richard Matheson, el director de Donnie Darko construye un relato en el que abundan las subtramas, a cual más inquietante: para ello cuenta con el invalorable aporte de Frank Langella y Cameron Diaz. Con su debut a los 26 años, el nativo de Virginia Richard Kelly generó un culto instantáneo, fusionando angst adolescente, sátira social, cine catástrofe y delirio lynchiano, en una bomba de fragmentación cinematográfica llamada Donnie Darko (2001, inédita en Argentina). Un lustro más tarde, Kelly pasó del culto a poco menos que el escarnio público, de la mano de la aparatosa desmesura de Southland Tales, editada en Argentina en DVD con el título Las horas perdidas. Ahora Kelly presenta la que aspira a ser su película más “normal”, producida en el seno de la industria con ambiciones de masividad. Que La caja mortal esté muy lejos de lo que puede considerarse normal, industrial y masivo es típico de este verdadero enrarecedor cinematográfico llamado Richard Kelly. La primera de sus películas que no parte de material propio, The Box está basada en el cuento “Button, Button”, publicado a comienzos de los ’70 por el gran Richard Matheson. Sólo basada: amante de las proliferaciones, al cuento de Matheson, Kelly le superpuso varias líneas de relato. El resultado es bastante más arborescente que el original, variante del mito fáustico en general y del clásico cuento fantástico La pata de mono en particular. Una mañana luminosa, alguien deja un paquete en la puerta de la casa del matrimonio Lewis, integrado por Norma, profesora de literatura (Cameron Diaz), y Arthur, ingeniero aeronáutico (James Mardsen). El paquete contiene una caja, la caja tiene un botón. Al día siguiente, el remitente, un tal Arlington Steward, que perdió un pedazo de cara en un accidente (Frank Langella, siniestro e imponente, como de costumbre), les explica cómo funciona la cosa. Sólo tienen que apretar el botón para recibir un millón de dólares. Pero, claro, cuando lo hagan, en otra parte del mundo alguien morirá. En proverbial decisión a contramano, Kelly convirtió esta fábula moral en autobiografía, poniendo a sus padres en el papel de los protagonistas y ubicándola en 1976, un año después de su nacimiento. El padre de Richard trabajaba en la NASA y soñaba con viajar a Marte: otro tanto sucede con Arthur. La madre sufrió un absurdo accidente que le dejó un pie mutilado, y eso le pasa a Norma aquí (virando de la preocupación a la angustia, de la angustia a la culpa y de la culpa al autosacrificio, Cameron Diaz se constituye en centro emocional del relato). En qué ayudan a la película esas subtramas es la clase de cuestiones que Kelly no suele plantearse. Mientras tanto la línea principal crece en sus alcances, con Langella funcionando como espía y demonio a la vez, a cargo de un ejército de autómatas que practican ritos extraños. Es como si La pata de mono derivara en Los usurpadores de cuerpos, tras hacer escala en Ultimátum nuclear. ¿Es La caja mortal un desastre de proporciones? Sólo, tal vez, para los puristas del guión. Pero una película es siempre más que eso y La caja mortal logra ser inquietante (¿quién es esa gente que asoma por las ventanas?), desconcertante (¿qué son esas maquetas que de pronto cobran vida?), grotesca (¿cómo es que Steward parece escapado de un retrato de Francis Bacon?), curiosa (¿a qué se debe esa epidemia de hemorragias nasales?), extraña (¿quién es ese alumno de Norma, que de pronto aparece como camarero en una fiesta?), pretenciosa (¿por qué se cita tanto a Sartre?) y francamente siniestra (¿realmente los Lewis van a terminar asesinándose entre ellos?). En otras palabras, cuando se ve La caja mortal pasan cosas. Y eso no es algo que suceda seguido en el cine.
La caja mortal es una película basada en el cuento “Botón, Botón”de Richard Matheson (autor también de las novelas Soy leyenda y Más allá de los sueños que fueron llevadas al cine), que publicó la revista Palyboy en junio 1970. El relato fue muy bien recibido en su momento y más tarde fue adaptado en radioteatros y un memorable episodio de la serie La Dimensión Desconocida de 1986, que se emitió en la televisión argentina. La primera hora del film sigue la misma estructura que el capítulo de televisión y luego se dispara para otro lado. Al escritor Matheson nunca le gustó lo que hicieron en La Dimensión Desconocida y en los créditos del programa usó el seudónimo de Logan Swanson ya que le pareció lamentable como distorsionaron su trabajo, sobre todo el final. Es probable que esta película tampoco le haya gustado ya que difiere bastante de la obra original y también le cambiaron la conclusión. El director Richard Nelly, quien se hizo conocido con su ópera prima Donnie Darko, que tuvo muy buena repercusión en Estados Unidos, hizo un muy buen trabajo durante la primera etapa del film al presentar el conflicto y desarrollar buenos climas de misterio. Lamentablemente después tira todo a la basura con un guión pretensioso donde involucra sin sentido elementos como la NASA y la Agencia de Seguridad Nacional. La historia de Matheson original que no tenía nada que ver con eso era mucho más atrapante y una propuesta que se podía haber contado en 90 minutos se extiende con situaciones tontas sin explicación. Tampoco queda claro con que propósito adaptaron el film en 1976 cuando ese año no tiene ningún tipo de importancia en el conflicto, más allá de complicarle la vida a los vestuaristas y el diseñador de producción. La reconstrucción de época hay que reconocer que es excelente pero se podrían haber ahorrado el dinero para mejorar algunos efectos digitales que son paupérrimos. Por ejemplo, la cicatriz que tiene el personaje de Frank Langella parece un trabajo desechado por Christopher Nolan para el rostro de Dos Caras. El desfiguramiento del personaje se ve totalmente artificial y podían haberlo hecho mejor con un buen laburo de maquillaje como se hacía antes cuando no existía la tecnología CGI. Lo mejor de La caja mortal son los actores que pese al guión deficiente tienen varias escenas donde logran destacarse. Especialmente Cameron Diaz y James Marsden. No es para nada una película mala pero no le hicieron justicia al material de Matheson que era mucho más simple y atrapante.
No matarás Basada en un cuento corto de Richard Matheson (el mismo autor de Soy Leyenda), la tercer película de Richard Kelly, y primera con estreno comercial en Argentina –Las horas perdidas (Southland Tales, 2007) se editó en DVD-, La caja mortal (The Box, 2009) es un thriller que atrapa y perturba. Sin embargo, el espíritu mesiánico que la sobrevuela siempre lista para juzgar y aleccionar a sus personajes no le permite convertirse en una película aún mejor. El film narra la historia de un matrimonio clase media (Cameron Diaz y James Marsden) en los Estados Unidos de los 70. No son pobres, pero tampoco les sobra: trabajadores tiempo completo, hijo becado incluido, cada fin de mes es una lucha contra la aritmética para estirar cada dólar lo máximo posible. Cuando un extraño aparece con una misteriosa caja y una valija repleta de dinero, la moral y la ética se enfrentarán con la posibilidad de oxigenar sus bolsillos. Si hay algo que no le falta a Richard Kelly es ambición. Tanto Donnie Darko, film de culto que marcó su debut en 2001, como la magnánima y desmesurada Las horas perdidas, todos sus temores, alegría y paranoias se plasman sobre en el fílmico. La caja mortal no sólo que sigue esa línea sino que levanta la apuesta imaginando un final para una historia pergeñada por otro. El cuento de Matheson Button Button–con toda la connotación política que conlleva un botón capaz de matar en plena Guerra Fría-, no tiene más de diez carrillas, y no hay demasiadas explicaciones a los eventos que se desarrollan. Es en ese vacío donde Kelly pergeña su catarsis que incluye explicaciones supraterrenales, cápsulas de agua flotantes, servidores símil zombis vaciados de discernimiento, limbos, infiernos, y mucho más. Pero hay una elemento ausente de su díptico anterior, un defecto quizá generado por la fuente literaria de la que bebe. El director de Donnie Darko se suben a un pedestal teísta desde donde muestra una intención demasiado clara de que cada quien reciba su merecido, al menos cinematográfico. Aquellos que pecaron de ambiciosos, que sucumbieron a la tentación del dinero fácil por sobre la civilidad y bonhomía tienen un dedito sobre su cabeza siempre listo para aplastarlo con cinismo y crueldad. Aun con sus altibajos e irregularidades, el estreno comercial de La caja mortal merece celebrarse: estamos ante un director perteneciente al selecto grupo de grandes autores del cine norteamericano actual, uno de los únicos capaz de que su vida y obra se entremezclen en la pantalla grande.
Manual de explotación de recursos humanos En la actualidad pocos films construyen un mundo con una lógica propia tan claustrofóbica como la del tercer opus del norteamericano Richard Kelly. Al igual que en las obras de culto Donnie Darko (2001) y Las horas perdidas (Southland Tales, 2006), aquí nos presenta una historia fantástica con ribetes terroríficos, ambientación paranoica y una gran densidad intelectual. Nuevamente el banquete está servido tanto para fanáticos como para detractores: en La Caja Mortal (The Box, 2009) reaparecen la narración gélida pero meticulosa, el tono apocalíptico y esa edición plagada de elipsis y vueltas de tuerca difusas. El realizador entrega una película consecuente para con sus inquietudes que no sólo respeta los cánones de los géneros trabajados, sino que además resulta un verdadero triunfo artístico al combinar con maestría una estructura de tragedia griega y un misterio envolvente símil Alfred Hitchcock. Norma Lewis (Cameron Diaz) y su esposo Arthur (James Marsden) reciben una enigmática caja de madera con una cubierta de vidrio, una cerradura y un botón en su interior. Junto con la encomienda encuentran una tarjeta anunciando la llegada del Señor Arlington Steward (Frank Langella) a las cinco de la tarde de ese día. Ambos se mantienen incrédulos y siguen con sus rutinas hasta que finalmente arriba el visitante y ella en soledad se ve obligada a escuchar su propuesta. La pareja debe elegir entre dos opciones específicas: apretar el botón implica hacerse de un millón de dólares y a la vez provocar la muerte de un desconocido, por supuesto de abstenerse la penosa situación financiera de la familia permanecería invariante. El extraño suministra la llave del cofre, abre un maletín con todo el dinero en efectivo y antes de marcharse da un plazo de veinticuatro horas para deliberar. La premisa básica que funciona como disparador del relato surge del cuento corto Button, Button del renombrado escritor y guionista de ciencia ficción Richard Matheson, colaborador histórico de Rod Serling en la serie televisiva La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone). A pesar de que existe un puñado de adaptaciones anteriores, incluso una de 1986 para aquel refrito de la mítica tira, en este caso tenemos que hablar en términos de “inspiración lejana” debido a que Kelly premeditadamente da por concluido el cuento original a los 20 minutos de iniciada la proyección y el susodicho episodio a la media hora, homenajes explícitos mediante. El resto del metraje es de su completa invención: de a poco el humanismo con tendencias bíblicas deriva hacia los dilemas morales, la responsabilidad social y el existencialismo con diversas referencias a Jean-Paul Sartre y Arthur C. Clarke. De hecho, el cineasta introdujo cambios que le imprimen un dejo autobiográfico al film. Norma perdió casi todos los dedos de un pie por la conducta negligente de un radiólogo como su madre y Arthur codiseñó para la NASA la cámara utilizada en las sondas Vikingo como su padre. Si a estos datos sumamos que la acción transcurre durante 1976 y reparamos en el enorme peso que dentro de la trama tiene el amalgamiento entre tecnología y magia, eventualmente se tomará conciencia de hasta qué punto están plasmados sus intereses personales. Sin profundizar demasiado podemos afirmar que algunos elementos del comienzo y el desenlace hacen recordar a Stanley Kubrick; en especial los diálogos pausados, la precisión en la puesta en escena, la focalización sobre determinados gestos y el empleo de acercamientos furiosos para retratar procesos de paulatina deshumanización. El excelente guión del director no teme adentrarse en tópicos tan diferentes como las conspiraciones gubernamentales, la frustración profesional, el egoísmo estadounidense, la redención mística, la investigación de índole policial y las inevitables consecuencias de la mecanización. Aunque Diaz y Marsden cumplen dentro de sus posibilidades, vale aclarar que de haber contado con mejores interpretes el convite alcanzaría alturas supremas (Langella por su parte se roba la función). Intrigas metafísicas y tests minimalistas se unen en un thriller extremadamente ambicioso marcado por una gran banda sonora a cargo de la base de Arcade Fire. Cuando parecía que las sorpresas habían quedado suprimidas en el Hollywood contemporáneo, Kelly vuelve a patear el tablero a pura elegancia. La sofisticación formal de este “manual de explotación de recursos humanos” resulta exquisita.
¿Vieron que hay momentos en los que se estrenan varias películas con la misma temática? Bueno, "La caja mortal", se une a los estrenos del género de thriller psicológico. Es una película atrapante, entretenida, y que seguramente los dejará pensando, pero definitivamente no es lo que se dice una película original. Quienes hayan leído "La barca sin pescador" (de Alejandro Casona) notarán que tiene varios puntos en común, y que básicamente toma la idea principal del libro, para llevar adelante la película. Sinceramente no estoy muy al tanto de si el director y guionista leyó o no dicha historia, pero al tener tantas cosas en común, supongo que sí lo hizo, así que espero que no se haya quedado con todo el crédito! A lo largo de la película encontrarán mucho suspenso, de hecho es de esas películas que logran que el espectador se quede pegado a la pantalla expectante y con ganas de saber qué es lo próximo que sucederá. Y también hay varios momentos de ciencia a ficción, o "paranormales" que le suman unos cuantos puntos a favor, por el simple hecho de que nos presenta algo desconocido, que trataremos de comprender con el correr de los minutos. Está protagonizada por Cameron Diaz (bastante floja su actuación), James Marsden, y Frank Langella. "La caja mortal" sin dudas es una película para ver en Cine, principalmente porque así la disfrutarán mucho más, y lograrán ese "clímax" único ;)
Existe una expresión en inglés, muy utilizada en términos de marketing, negocios y rondas de creativos que enuncia algo asi como “think out of the box” (“pensar por fuera de la caja”), traduciendo al castellano, “pensar de una manera creativa, nuevo enfoque, no convencional”. Si nos referimos a Richard Kelly, un director a quien podríamos encasillar con ésta frase, debido a que sus dos anteriores largos (no estrenados en carteleras porteñas), Donnie Darko y Las Horas Perdidas (Southland Tales) evidentemente consistieron obras novedosas, apartadas de una estructura tradicional, de múltiples lecturas. La primera, convertida ya en un film de culto, adquirió notoriedad luego de su lanzamiento en formatos hogareños y el famoso “boca a boca”. Su segundo largo, gran flop en la taquilla estadounidense ahondaba sobre temáticas armamentistas con gran ingenio, un cast de afamadas estrellas de cine, considerados por muchos como los peores actores de su generación. ¿Una broma del director?. Lo extraño es que el film es maravilloso, dentro de los mejores que he visto en varios años. Su tercer largometraje, justamente tiene que ver con una caja. El pensar por fuera de la misma ya no alcanza, hay que mirar por dentro de ella tambien. El argumento intenta develar qué podría ocurrir ante la posible visita de un extraño a nuestro hogar, dejándonos en la puerta de nuestra vivienda un regalo, una caja con un pulsador y una tarjeta personal, indicando que a “x” hora del día seremos visitados por el dueño del obsequio. El planteo: Si oprimes del pulsador, instantáneamente ocurrirán dos cosas. 1)Una persona que desconoces morirá. 2) Se te otorgará de inmediato la suma de 1.000.000 de dólares. Por más inverosímil que esto pueda parecer es lo que le ocurre a la jóven familia Lewis, integrada por Norma (Cameron Diaz), Arthur (James Marsden) y su pequeño hijo. Actualmente, las finanzas del clan son escasas, Arthur, quien trabaja en un proyecto de construcción de una cámara para un futuro viaje a Marte es desvinculado de un factible ascenso laboral y su mujer, tiene un problema ortopédico de gravedad debido a un accidente ocurrido en su infancia que requiere de costoso tratamiento. De allí en mas, las dudas se acrecentan, la hora de decidir se acerca. ¿Qué hacer? Un millón resolvería los problemas económicos. Personas fallecen a diario y si esa persona fuese desconocida, ¿Cuál sería el efecto sobre nosotros?. El misterio y suspenso engendrado por el film llega a lugares extremos, es agobiante. Con una estética que remite a films de Cronenberg como La Zona Muerta, al maestro Hitch o Kubrick y al elemento fantástico como en tantos otros films e historias de ciencia ficción u horror. La novela original pertenece a Richard Matheson, el mismo de Soy Leyenda. Cameron Diaz, una actriz detestable salvo por su particular belleza, aquí demuestra finalmente que en el momento que debe dejar de “ser linda” es cuando mayor se luce, tanto su sobria actuación, con dialogos escasos y convincente actitud, reflejada por una envidiable dirección de actores en función del argumento principal, lejos del divismo. Por su parte, James Marsden también logra desvincularse de sus labores de estrella hollywoodense para dedicarse a una propuesta seria. Frank Langella, como el oferente de la caja, es simplemente perfecto, tiene el físico para el rol, es encargado de expresar los mejores diálogos, aquellos punzantes sobre la temerosa pareja. El film falla al querer sobreexplicar y embarcarse en una temática que excede a la tan simple e interesante propuesta que se ve en la primera mitad de metraje. Luego de éste punto de quiebre, La Caja Mortal, deja de tener la importancia, credibilidad e interés que supo generar en el espectador. Una palabra muy utilizada para estos casos cinematográficamente hablando es la “pretención”, excesiva en éste caso.
Richard Kelly, el inclasificable cineasta de Donnie Darko y Southland Tales, adapta una historia corta de Richard Matheson (Soy Leyenda), que ya había sido filmada en un episodio de La dimensión desconocida. La caja mortal es una película con una premisa sencilla que se complica tanto como es posible. Todo comienza cuando una misteriosa caja con un botón rojo aparece en la puerta de la casa que Cameron Diaz comparte con su familia. Un hombre que parece salido del cine de David Lynch aparece en la casa y explica que, de apretar el botón, ella recibirá un millón de dólares, pero provocará la muerte de alguien que ellos no conocen. A partir de ahí comienza una película tensa e inclasificable que, como muy pocos cineastas podrían, Kelly sostiene hasta que decide dejarla volar hasta lugares inesperados e inexplicables. Y eso es algo que la cartelera no ofrece muy seguido.
Lo que se publicitaba como una de suspenso paranormal, terminó siendo mucho más complejo que eso. La Caja Mortal es un thriller con toques fuerte de terror hitchockiano. Cuenta la historia de un matrimonio a fines de los setenta que recibe en su casa una caja con un artefacto que contiene un botón rojo. Al otro día, un desfigurado hombre los visita y les dice que, si presionan el pulsador, serán acreedores de un millón de dólares, pero alguien que no conocen morirá. Tras dudarlo por unas horas, ella lo oprime y se desencadena esta fallida historia. El clima está logrado con precisión. Es denso, al estilo El Bebé de Rosemary. Pesa, aburre un poco, sobre todo en la segunda mitad, cuando se va explicando una trama que deja demasiados cabos sueltos. El guión no acompaña ni ayuda a sostener la progresión, con reiteraciones innecesarias, demasiado drama para lo que es tratado como un asunto de niños: dos adultos sin saber qué hacer con su juguete. La forma en que se resuelven algunos de los misterios es demasiado ambigua como para poder comprender enteramente en qué lío se metieron los protagonistas. Y todo ese tratamiento, que si se quiere puede ser considerado original, se desvanece con un final melodramático y del estilo de la serie Lost. La caracterización física de Cameron Díaz y de otros actores no resultan acordes a la etapa en que se sitúa la acción. La ambientación no es completa, ya que no logra compenetrarnos del todo en una historia periódica, que parece contemporánea. James Mardsen suple las falencias de la protagonista de Loco por Mary. El reparto hubiese sido más acertado si escogían a una actriz más expresiva y menos moderna que ella. Afortunadamente, Frank Langella imprime todo el misterio y la frialdad necesaria al villano, un enemigo parco, calculador y del que al final se gustaría saber más. Algunos aspectos técnicos merecen una distinción, como la banda sonora, pero el resultado sigue siendo paupérrimo. Un filme que quiso ser similar a los clásicos del maestro del terror, pero terminó estando más cerca de Invasores y Fin de los Tiempos.
Hay propuestas que nos ponen contra la pared. El año es 1976 y se avecinan tempestades en la existencia de Norma Lewis (C. Díaz), maestra en una escuela privada, y su marido Arthur, ingeniero con actividad en la NASA. Matrimonio con un hijo y una vida ordenada y rutinaria, una mañana de tantas, un desconocido con el rostro desfigurado (F. Langella), golpea a su puerta con una propuesta tan irresistible como inquietante. Trae consigo una caja con un botón. Si lo presionan, obtendrán un millón de dólares, pero el precio será la vida de alguien que desconocen. Tienen apenas 24 horas para decidirse. ¿Un pacto con el Diablo? ¿Una actualización del mito de Fausto? En todo caso, un dilema moral. Es lo que plantea “Button, Button”, el relato original de Richard Matheson, adaptado con inteligencia al cine por Richard Kelly. ¿De dónde procede esa caja de aspecto inofensivo? ¿Tiene los poderes que anuncian? ¿Quién es el desconocido que la ofrece y por qué? ¿Podremos volvernos ricos con apenas un gesto? ¿Nos importará de veras lo que le ocurra a alguien que nada tiene que ver con nosotros y a quien nunca conoceremos? El film, además de ofrecer una tensa intriga, nos enfrenta a un espejo: el de esa caja que aguarda que decidamos hasta dónde estamos dispuestos a llegar para arribar a alguna forma de confort y felicidad. En la película todo parece muy normal, salvo la presencia de ese hombre llamado Arlington Steward, un tipo con modales elegantes que aguarda una respuesta. Un tema de conciencia llevado al límite. El botoncito está ahí nomás, al alcance de la mano, esperando que alguien lo oprima.
La sorpresa de la semana El producto ideal para los que quieren creer que el hombre nunca pisó la Luna sino que todo fue un armado Hollywoodense para engañar al mundo y humillar a la que era la Unión Soviética. También puede pensarse que la nueva película del director de Danny Darko como un subproducto de la serie Lost. Toda esto no la hace mejor o peor, sino que sirve para darle al film un marco adecuado dentro del universo cinematográfico. Un matrimonio se ve envuelto en una trama más que intrincada que termina poniendo en peligro la vida del hijo y llevando a la pareja a una opción de vida o muerte. Todo en la película es oscuro y escurridizo, nada es lo que parece y cuando La caja mortal termina, el espectador no termina de relajarse en la butaca hasta que dejan de pasar los títulos de cierre. Hay una precisa ambientación de época, que se desarrolla todo en medio de los festejos del bicentenario de la independencia de los Estados Unidos, y todo remite a clásicos de aquellos años como Los tres días del cóndor. Es decir, en un panorama de cine insulso y de poca monta The Vox es una película inquietante y eso, para estos tiempos lavados, no es poco.
Pulsar o no pulsar, esa es la cuestión Primero estuvo el cuento, Button, button, de Richard Matheson, publicado en Playboy de junio de 1970. Una mañana, el matrimonio Lewis, una pareja de clase media acomodada de Nueva York, se topa con un paquete en la puerta de su casa. La esposa lo abre y encuentra una caja con un botón y una tarjeta: "El señor Steward los visitará a las 8 pm". Cuando el señor Steward llegó, puntual, les explicó cómo funcionaba el extraño aparato: "Si oprime el botón en alguna parte del mundo alguien que usted no conoce morirá. A cambio, recibirá un pago de 50 mil dólares". ¿Qué harán los Lewis? ¿Pulsarán o no el botón? En torno a las discusiones que generan estas preguntas se moverá el breve cuento de Matheson, que tiene cierta similitud con el clásico La pata del mono (1902), de W. W. Jacobs, en cuanto a las consecuencias no deseadas de los deseos. Se puede leer completo y en castellano en un sitio de la Universidad Complutense de Madrid. Luego, varios años después, vino la adaptación televisiva. Button, button fue el episodio número 20 de la primera temporada de la nueva The Twilight Zone, emitido por la CBS el 7 de marzo de 1986. Lo dirigió Peter Medak, que había tenía cierta trascendencia con La clase gobernante (1972) y The Changeling (1980). Aquí los Lewis son más bien pobres y viven en un oscuro complejo de departamentos. El es mecánico y ella (Mare Winningham, demasiado pasada de rosca) una ama de casa alterada, siempre con un cigarrillo colgando de los labios y dispuesta a maltratar a su esposo. El dilema es el mismo que en el cuento, pero hay cambios importantes en el final, lo que dejó tan disgustado a Matheson que prefirió aparecer como Logan Swanson en los créditos. El capítulo, que dura unos 20 minutos, se puede ver completo y con subtítulos en YouTube (primera y segunda parte). Entonces aparece Richard Kelly, autor de la excelente Donnie Darko (2001), absolutamente devaluado luego del tropiezo de Las horas perdidas (2006). Y toma el cuento de Matheson para mandarse una película bien a su estilo, un pastiche fenomenal que acumula citas y referencias de todo tipo y color, desde La invasión de los usurpadores de cuerpos (sobre todo la de Philip Kaufman) hasta las películas conspirativas del Hollywood de los setenta, a lo que le agrega altas dosis autobiográficas, según contó Horacio Bernades en Página/12. El botón y los dilemas que lo rodean quedan casi en un segundo plano, porque Kelly se dedica a desarrollar todo lo que no se menciona en el breve cuento. El resultado se titula simplemente The Box (2009), aunque acá le pusieron La caja mortal. Es desconcertante, sí, pero bastante menos de lo que podía esperarse de entrada. Para verlo, esta vez, deberán ir al cine. Vale la pena.
En la década del 70 con la expansión espacial impulsada por la llegada del hombre a la luna, el gobierno estadounidense intenta la conquista de algunos planetas cercanos, simultáneamente una extraña caja es encontrada por un matrimonio en la puerta de su casa, la caja cuenta con un dispositivo que al ser activado produce la concreción de dos hechos: 1- la pareja se hará acreedora de un millón de dólares, 2- una persona totalmente desconocida por ellos morirá; la decisión de los participantes de este extraño “juego” parece reducirse a la siguiente dicotomía: seguir los impulsos egoístas de conservación individual o permitir que la razón introduzca una alternativa que tenga en cuenta lo universal, es decir a los otros individuos de la especie humana. Lo que parecía un juego -semejante a un bizarro concurso televisivo- es en realidad un test ideado por seres de origen extraterrestre para evaluar si la raza humana merece vivir o perecer El personaje interpretado por Cameron Díaz es una profesora versada en el pensamiento sartreano, sabe que el destino de cada hombre es libremente elegido y que aun lo que parece ser una decisión tomada en la soledad más extrema se convierte en un acto profundamente político, esto es así porque cuando elegimos actuar de una determinada manera, elegimos también las condiciones en que esa acción se desarrollará, es decir, el mundo en el cual la acción puede existir o extinguirse para siempre; El personaje toma una decisión desde su contexto individual, desde una situación económica que no es óptima pero tampoco absolutamente adversa; aun así elige hacerse acreedora del millón de dólares sin tener en cuenta la muerte que esta acción desencadenará. La inmoralidad de una acción homicida reside en su irracionalidad, un breve análisis de corte racionalista demuestra que ésta lleva a consecuencias contradictorias, en la raíz misma del acto se encuentra su propia destrucción, ya que la acción de matar destruye su objeto y al hacerlo anula la posibilidad de seguir actuando sobre -destruyendo- el objeto en el futuro; si elegimos matar, elegimos un mundo en el que ello esté permitido para todos y cada uno de nosotros, pero si todos y cada uno de nosotros matara la especie humana sería destruida en su totalidad y los homicidios dejarían de existir. Por tanto, la razón nos dice que cualquier acto de este tipo -sin tener en cuenta las características particulares- no es universalizable ya que al asesinar a otro individuo nos asesinamos a nosotros mismos como especie. Sin embargo, en La caja mortal -una vez instalado el dilema y llevado a cabo el cálculo abstracto de la razón: matar, no matar- se pone de manifiesto una de las características esenciales de la humanidad: su faceta trágica; lo que en un principio fue una elección personal se convierte en un complejo entramado de decisiones tomadas por diferentes individuos y la finitud de la razón se aprecia en la irreversibilidad de las consecuencias de la acción que descansa en la imposibilidad de anular el punto temporal en el que la acción tomó lugar, por tanto la condena, una vez tomada la -mala- decisión, es inexorable. En conclusión; el planteo no es sencillo, el final es de una potencia visceral, obviando ciertas actuaciones y diálogos un tanto anodinos La caja mortal es una película aceptable de suspenso y sutil terror.
La Cajita Infeliz Algunos productores de hollywood no se dan cuenta? Tan imbéciles son? Que un relato corto que pudo brillar en un capítulo de media hora de la añeja serie de tv: "Twilight zone", en una peli de casi dos horas puede ser abrumador, insoportable e insostenible. Porqué el guión no da para tanto, entonces cuando se llega a un punto de pensar el espectador: "bueno...y ahora? Ya me dijeron todo...no queda misterio ni fundamentación lógica para que la peli sorprenda...", ahi se desbarranca sin paradas hacia el territorio del cual no puede volver ni sumar credibilidad, es obvio. La trama parte de la llegada de un extraño personaje (ese grandisimo actor: Frank Langella) de cara recortada(sic), y de efecto bastante absurdo ya que se nota marcadamente el recorte facial al tipo por tecno digitalización. Cuestión que el fulano le deja a Cameron Díaz (que es un profe media bucólica, que vive con hijo y marido ingeniero de la Nasa), la dichosa y enigmática "Caja". La cual no se sabe bien si por sorteo o licitación se han hecho adjudicatarios, la cual posee un botón que al apretarlo, conseguirán un millón de dólares pero al mismo tiempo, se llevará la vida de alguien que no conocen. He aquí el dilema moral: "Lo hago, no lo hago", y ahí están una increiblemente avejentada Cameron -ni tan siquiera vieron eso los productores..??-, y encima con la trama desarrollándose en 1976. La peli por momentos va de Ciencia ficción, por otras de misterio, de a ratos por drama conyugal, o thriller social, una cantidad de bodoques fílmicos que hace de este filme basado en "Botón, botón", relato breve de Richard Matheson -ese notable autor de "Soy leyenda"-, una película totalmente prescindible.
Una lección moral que queda fuera de tiempo El director Richard Kelly toma un cuento de Richard Matheson y realiza una película que transcurre en 1976. Este detalle será, a la postre, uno de los pocos valores rescatables del filme, ya que la reconstrucción de la época es muy buena. Con pequeñas variantes y adaptaciones, ésta es una nueva visita al "Fausto" de Johann W. Goethe. El Mephistopheles de "La caja mortal" está encarnado por un hombre que representa a intereses desconocidos, y Fausto es una mujer: Cameron Diaz, personificando a una profesora casada con un aspirante a astronauta, ambos en bancarrota. La propuesta es la misma de la novela original: cambio de valores morales por valores en efectivo. Quizá un argumento un poco pueril para los días que corren. Pero se trata de una historia –algo larga y sinuosa–, con actuaciones correctas, pero carente de la tensión necesaria como para involucrar al espectador.
¡No toca botón! ¿Qué pasaría si te toca el timbre un desconocido medio siniestro con la cara deformada y te deja una caja de madera con un botón que, si lo apretás, te ganás un millón de dólares? ¡Lo apretás al toque, obvio! Claro que el tema es que al poner en marcha el aparatito, en algún lugar, alguien a quién no conocés va a morir asesinado. Eso es lo que les pasa en esta peli a Cameron Diaz y a su marido que labura en la NASA. La rubia no se hace mucho drama y pulsa el aparato y se pudre todo muy mal. La pareja se ve involucrada en un extraño y paranoico complot de una organización muy pesada de la cual no tenemos muchos datos, pero que parece estar en todas partes y a toda hora: no se sabe si son mafiosos, marcianos o brujos. Contar más arruinaría la gracia, así que mandate al cine en patota con amigos: es de esas peli que termina y te quedás una hora discutiendo que catzo es lo que pasó. Basada en un relato corto del gran escritor de ciencia ficción Richard Matheson.
¿Cual es el problema principal de este film? Esa es la pregunta del millón, valga la redundancia en relación a la historia que narra. Antes de comenzar con la fábula nos ubica en tiempo y espacio: 1976 el tiempo (¿por que?) empieza como un muy buen thriller, el planteo es más que interesante. ¿Que harías Si te entregaran una caja con un botón rojo, y te dijeran que si lo pulsas dentro de las próximas 24 horas, recibirás un millón de dólares, pero al mismo tiempo que lo oprimas una persona que no conoces morirá en algún lugar del planeta? A quien se lo proponen, no es casual, familia tipo de los suburbios, ella docente, el empleado de la NASA, un hijo, ella sobrelleva una discapacidad física, su marido esta buscando la forma de corregírselo, pero el mundo se les viene en banda cuando le retiran la beca escolar de su hijo. No sólo estamos frente a una situación dramática cotidiana, sino que es un elemento importante a la hora de tomar la decisión de apretar o no el bendito botón. No se, pero no creo que sea de menor importancia la ubicación temporal, la espacial podría decirse que para los yankees, todo les sucede a ellos, desde épocas inmemoriales. Pero 1976… Algunos datos a tener en cuenta: el 1º de enero de ese año el gobierno venezolano nacionalizó la empresa de petróleo, (malvados ni esperaron al 2 de enero); días más tarde, el 18 de febrero, se suspende la ayuda militar a Chile por parte de EEUU; casi al mismo tiempo, el gobierno yankee reconoce la manipulación con seres humanos en pruebas de laboratorio. Para junio se cierra uno de los capítulos más vergonzantes de los EEUU: se declara la unificación de Vietnam del Norte y del Sur con capital en Hanoi Se realiza el primer “amartizaje”, una nave yankee llega al planeta Marte. Muere Agatha Christie Estos no son todos los sucesos, por supuesto, pero por alguna razón es elegido ese año. Pero no contentándose con el muy buen planteo, los responsables le agregan un toque con elementos de la ciencia ficción. Una pizca de drama y algo de terror presentándose primero en el rostro de quien entrega la caja, para luego derivar en cualquier cosa, y bien dicho derivar, ya que la producción continua luego a la deriva hasta el final El director Richard Kelly, quien se hiciera famoso con su ópera prima “Donnie Darko” (2001), que cual tuvo una muy buena acogida en los Estados Unidos, pudo sostener con buena mano la primera parte del relato, al exhibir el conflicto y desplegar con el sonido y el manejo de la luz, muy buenos climas sustentando el misterio. En cuanto a escenografía y vestuario la reconstrucción de época es excelente, en relación al trabajo de maquillaje, la transfiguración del personaje de Frank Langella, se siente totalmente artificial, forzado, como puesto para impactar al espectador, y no como resultado de algún accidente, que es como lo quieren presentar. Otro rubro importante, en cuanto a su factura es el diseño de sonido, una muy buena elección de música y una controlada banda de sonido que genera empatía con las imágenes. Pero el mayor logro de esta producción son las actuaciones, que a pesar de lidiar con un guión deficiente, y a la postre inverosímil, tienen varias escenas muy bien resueltas tanto Cameron Diaz, como James Marsden, mientras Frank Langella lo hizo de taquito. Resumiendo y contestándome la pregunta inicial, creo que el problema es que los responsables, (productor, guionista, realizador) no supieron como trasladar el cuento de Richard Matheson “Botón, Botón” al cine, y menos qué hacer con el texto original.
Hay tipos que se creen su propia fama, y terminan desarrollando engendros. Uno de esos casos es el de Richard Kelly, autor del hit de culto Donnie Darko, y un claro pichón shyamalanesco. Hablamos de gente que arrancó su carrera con proyectos brillantes, y que luego terminó rodando basura plagada de pretensiones intelectualoides. En The Box Kelly tomó un cuento de Richard Matheson (autor de infinidad de clásicos como El Increíble Hombre Menguante y Soy Leyenda), el cual fue publicado en la revista Playboy en 1970 - y que consistía en un puñado de hojas -, y lo ha expandido a proporciones ridículamente gigantescas. No sólo la efectividad del relato de Matheson ha terminado ahogada ante la proliferación de subtramas y personajes, sino que todo lo que ha adicionado Kelly se vuelve cada vez más ridículo a medida que avanza la proyección. Y estoy seguro que si hoy mismo le preguntan al director sobre qué opina de su propio filme, responderá con absoluta convicción que se trata de una gran película. El cuento original era una especie de versión abreviada del Fausto con toques de humor negro. Había una pareja endeudada y un extraño que llamaba a la puerta de su casa. El extraño les daba una caja en donde había un botón pulsador, y les prometía un generoso pago si se decidían a presionarlo. El tema era que, al pulsarlo, ellos estarían matando a una persona en alguna parte del mundo. Entre idas y vueltas terminaban por apretar el botón. Al poco tiempo el hombre fallecía y la mujer recibía el pago que el extraño le había prometido ... cuyo importe coincidía con la póliza del seguro de vida de su marido. Chin, pún, este cuento se ha terminado!. Imaginen extender esta anécdota a los 115 minutos que dura La Caja. Es como que suena a demasiado, ¿no? ofertas en software de facturacion para empresas de Sistema Isis La primera media hora es leeenta y todo el elenco pareciera estar bajo los efectos de Valium u otro narcótico de similar potencia. Los personajes están mal escritos - en ningún momento dan sensación de naturalidad, en especial el matrimonio de James Marsden y Cameron Díaz -, y se mezclan detalles excéntricos como que a la Díaz le falta medio pie, en su clase hay un alumno fetichista que la acosa, y Marsden trabaja en la NASA en el mismo proyecto que dió a luz a la expedición Viking (aquella que llegó a Marte a mediados de los años 70). Uno no termina de asimilar todo esto cuando hace acto de presencia Frank Langella, a quien le falta medio rostro (sumando otro detalle bizarro a la trama), y quien les ofrece a los protagonistas el trato faustiano de presionar el botón rojo de un dispositivo que les entrega - lo que produciría automáticamente la muerte de una persona que ellos no conocen -, a cambio de recibir un millón de dólares. Como estos pibes viven en la pobreza (tienen una pequeña mansión, él tiene un pequeño Corvette, los acucia la cuota de la cooperadora escolar, etc), juntan coraje y terminan por pulsar el dichoso botoncito ... lo cual activa el proceso de autodestrucción de todo el filme. Para esto ya ha pasado media hora de proyección y Kelly ha consumido el 90% de las ideas del cuento original de Matheson, con lo cual el director / libretista saca la guitarra y empieza a despachar fruta a lo loco con tal de llenar el tiempo de metraje que le falta. Y la única forma de seguir avanzando con la historia es hacer que el dúo de protagonistas se obsesione con el personaje de Langella, averiguando sobre su pasado y comenzando a perseguirlo. Esto no estaría tan mal si no fuera porque el libreto inserta con calzador una parva de pistas absurdas que insultan la inteligencia del espectador - a Marsden le regalan una foto de Frank Langella durante el ensayo de una boda (!!); una periodista le da una nota a Cameron Díaz antes de morir, aún cuando ambos personajes jamás se habían visto; hay una masacre en la casa de un compañero de Marsden y éste decide investigar la escena del crimen, ya que tiene una inexplicable corazonada (otro artilugio idiota que inventa el guión para que Marsden encuentre otra foto de Langella en el lugar de los asesinatos); hay una niñera que sabe demasiado, y hay una epidemia de hemorragias nasales que afecta a medio elenco, como si les hubieran dado cocaína de la mala -, además de que el ritmo del filme se acelera a tal punto que todo se vuelve estúpido e incoherente. Hay situaciones y personajes que Kelly inventa con el único propósito de que aporten una pista o dos en un momento determinado, y que luego el mismo director termina por esconder bajo la alfombra, quitándoles voz y peso en lo que queda de la trama. Ni los jefes de Marsden (que aparentemente descubren la verdad sobre Langella) sirven para algo, ni se explica qué es lo que ve la niñera en el cuarto de hotel (ni cúal es el posterior destino de la muchacha), ni tampoco se explica cuál es el sentido de la prueba con los extraños cubos de agua. (alerta spoilers) Y cuando llega el final y Langella devela la verdad - que todo se trata de un experimento social de los alienígenas (similar al climax con los ferrys de Batman, el Caballero Oscuro) para debatir si la raza humana tiene suficientes valores como para ser salvada o exterminada -, resulta tan abrumadoramente prepotente que dan ganas de linchar al director. Digo yo: ¿no se les podría haber ocurrido una explicación mejor?. (fin spoilers) La Caja es otro bofe indignante de esos que anda dando vueltas por allí. Miren que Kelly contaba con numerosas alternativas para desarrollar la historia, y terminó por elegir las más absurdas. El guión es malo, por momentos da la impresión que faltaran escenas (o que hayan quedado en el piso del cuarto de edición), no hay clima, y la mayor parte del tiempo parece un compendio de excentricidades. Quizás a otra gente le parezca que La Caja no es un filme tan malo; para mí es una pérdida de tiempo irremediable e inexcusable.