Llega a las salas de cine nacional una nueva comedia al mando de la gran actriz Toni Collete, quien no sólo es la protagonista sino también la productora de “La heredera de la Mafia (Mafia Mamma, en italiano)”. La trama se centra en una mujer casada en California, quien se encuentra algo conmocionada porque su hijo está dejando el nido para adentrarse en una carrera universitaria. Sin embargo, el destino de la protagonista cambia drásticamente tras recibir un llamado desde Italia, a partir del cual es convocada al funeral de su abuelo que nunca conoció. Una vez allí se entera de que la herencia no es nada menos que ser la nueva jefa de su familia, un clan mafioso.
La heredera de la Mafia pertenece a esa clase de películas que parecen entretenidas cuando uno lee el concepto de la sinopsis pero después resultan un desastre producto de una horrenda ejecución. Hace rato que no llegaba al cine una comedia de enredos relacionada con el mundo de los gánsters y este film ofrecía la posibilidad de volver a disfrutar a Toni Collette en un rol cómico. Lamentablemente el proyecto resultó un fiasco debido a un guión mediocre que nunca resulta efectivo a la hora de generar situaciones graciosas y tampoco parece entender la sátira del género. El concepto de la ama de casa con una existencia normal que termina por liderar un clan mafiosos permitía jugar con el humor a través del choque cultural que atravesaba la protagonista. Sin embargo el argumento de Amanda Shers, quien ya había escrito otro fiasco con Collette en Madame (2017), presenta un catálogo de chistes forzados dentro de un conflicto que comete el error de tomarse el género demasiado en serio. Esta era una premisa que hubiera sido más divertida si se encaminaba por el rumbo de Mi vecino el asesino pero Shers parece no tener idea del concepto de la sátira. La dirección corrió por cuenta de Catherine Hardwicke, una realizadora que a comienzos del siglo 21 tuvo un sólido debut con los dramas Thirteen y Lords of Dogtown que exploraba los orígenes de la cultura skater. Desde que hizo la primera entrega de la saga Crepúsculo su filmografía decayó por completo y este año brindó la peor película de su carrera. Hardwicke parece perdida en el género de la comedia y el mundo de los mafiosos y de no ser por las presencias de Colette y Monica Belucci , quienes hacen lo imposible por hacer llevadero el espectáculo, cuesta bastante terminar de ver esta película. Un bodrio con el que no vale la pena perder el tiempo. En la lista de los peores estrenos del 2023 ya tiene un puesto asegurado.
Con el género mafia como guía, en el relato de la sorpresa de una mujer que debe asumir un legado que nunca jamás imaginó, se construye una divertida historia donde el empoderamiento y la transformación son la guía.
La película, dirigida por Catherine Hardwicke es un intento de comedia, fallido. Con guion de Michael J. Feldman y Debbie Jhoon la historia se centra en Kristin (Toni Colette), una ama de casa y empleada en una Empresa Farmacéutica que recibe un llamado cuando su único hijo Domenick (Tommy Rodger) acaba de irse a la Universidad y descubre que su infantil marido Paul (Tim Daish) la engaña. Ese llamado desde Italia de parte de Bianca (Monica Bellucci) es para comunicarle que su abuelo Giuseppe (Alessandro Bressanello) murió y que debe ir a su entierro. Lo que Kristin no imagina es que a partir de ahora es la heredera de un Imperio y también del título que, casi por obligación debe llevar, que es el de Jefa de la mafiosa Familia Balbano, enfrentada a muerte por otra poderosa Familia, la Romano. A partir de su llegada comienzan a suceder hechos previsibles, ya en el Aeropuerto conoce (casi como en una novela) al joven Lorenzo (Giulio Corso) con quien vivirá un affaire con sorpresas, que no son tales. En la familia hay un primo ambicioso, Fabrizio (Eduardo Scarpetta, casi una caricatura) que también pretende el título de Jefe de Familia. "Cómo va a llevarlo una norteamericana que nunca estuvo entre la familia, en su lugar?". Conforme pasan los minutos Kristin va cayendo en la cuenta de que sus parientes en Italia no son lo que ella pensaba y aunque todo el tiempo quiere huir, se termina quedando y cambiando de carácter, actitud, vestimenta y defensa personal, ayudada por Bianca. Hay acción, las esperadas disputas entre ambas Familias, romance y algunas "sorpresas". Para destacar, está filmada en hermosas locaciones. Pero ni Colette, con su oficio ni Bellucci con su belleza logran salvar el guion de este film que no aporta gracia ni originalidad.
Una mujer estadounidense de los suburbios que hereda el imperio mafioso de su abuelo, y guiada por el consigliere de confianza de la Firma, desafía las expectativas de todos, incluida la suya propia, como la nombran nueva jefa del negocio familiar. El filme abre dando cuenta de la intenciones de registro que va a tratar de imponerse en el filme, infinidad de cadáveres desparramados y las finas piernas de una mujer, con tacos altos, transitando y esquivando cuerpos, mientras habla en italiano por teléfono como si estuviese mirando un partido de fútbol. Corte. Kristin (Toni Collete) esta transitando la crisis de la mediana edad, el mismo día que Domenick (Tommy Rodger), su hijo se va a la Universidad, ella es menospreciada por su jefe misógino en extremo, por el solo hecho de ser mujer y descubre que Paul (Tim Daish) su marido, le es infiel. Simultáneamente recibe un llamado desde Italia, que le informa que su abuelo, al que no conoce, ha muerto y ella es la heredera de todo. Esto la lleva a tomar la determinación de irse de viaje a Roma, poner distancia y cree que podrá pensar mas tranquila todo.
"La heredera de la mafia": lejos de la comedia sofisticada Comedia de puntas bien gruesas, "Mafia Mamma" se ofrece como un disparatado relato de empoderamiento femenino sin dejar de ser una parodia de los films de mafiosos. El camino que va desde el hit indie A los trece (2003) y llega hasta La heredera de la mafia señala la trayectoria de la realizadora Catherine Hardwicke, cuyo vuelco definitivo hacia el mainstream hollywoodense tiene un nombre de fuste: Crepúsculo. Nada nuevo bajo el sol californiano, aunque la directora texana ha sabido alternar proyectos más personales con otros de ambiciones rabiosamente masivas. Su última película es un caso extraño. Comedia de puntas bien gruesas, se ofrece como un disparatado relato de empoderamiento femenino sin dejar de ser una parodia de los films de mafiosos, cuyo objeto de adoración no es otro que la saga El padrino, citada al menos media docena de veces. Hay dos o tres gags que funcionan y la idea de ver a Toni Collette en un rol sumamente atípico no deja de ser un elemento atractivo: una ama de casa inmersa de pronto en un universo que no comprende, una mujer un tanto superficial y torpe pero con mucho potencial que le debe una partecita de su ADN a las heroínas de Katharine Herpburn. El resultado final, sin embargo, aparece desencajado, como una silla comprada en una de esas grandes tiendas al por mayor y armada sin seguir bien las instrucciones. La actriz australiana es la protagonista, pero quien aparece primero en pantalla es la italiana Monica Bellucci. Ella es Bianca, mano derecha del jefe de una famiglia, los Balbano, que al comienzo de la película es masacrado junto a varios de sus “soldados”. Resulta que Kristin (Collette) es nieta del hombre en cuestión, aunque su vida en los Estados Unidos desde la más tierna infancia, lejos de los viñedos italianos que hacen las veces de fachada legal del turbio manejo de drogas, armas y prostitución, nunca le hizo sospechar que eventualmente el imperio mafioso caería en su regazo. Basta que el hijo se mude a la universidad y que ella encuentre a su marido en pleno ejercicio sexual con otra mujer para que Kristin acepte viajar a Italia y asistir a los rituales funerarios del patriarca. Además de quedar encerrada entre el fuego cruzado de su propia familia y los Romano, enemigos jurados de los Balnado desde vaya uno a saber cuánto tiempo. Pero a la protagonista sólo le importa comer, rezar y coger, parodiando el título del célebre libro de Elizabeth Gilbert, sobre todo después de conocer en el aeropuerto a un galán llamado Lorenzo, experto en la fabricación de pasta casera, para sumar un nuevo cliché a la ingente lista. Queda claro desde el primer minuto que La heredera de la mafia no intenta ser una comedia sofisticada de viajes iniciáticos y redescubrimientos interiores, pero tampoco está tan jugada a los excesos del desatino bien entendido, como algunos de los mejores exponentes de la otrora llamada Nueva Comedia Americana. En definitiva, un par de momentos inspirados, algún gag que parece (mal) beber de las enseñanzas de Lubitsch (el escupitajo repetido demasiadas veces como ritual) y un particular e inesperado deslizamiento al grand guignol que acerca al film al gore extremo de un Herschell Gordon Lewis e incluso un Lucio Fulci, violencia ocular y testicular incluidas.
Una comedia con momentos de acción violenta que vale por la onda y el esfuerzo de dos actrices: Tony Colette y Mónica Bellucci. En la historia armada por Michael Feldman y Debbie Jhoo, una madre de familia, ejecutiva de una industria farmacéutica no la está pasando bien: la subvaloran en su trabajo, su hijo adolescente se va de su hogar, pescó a su marido siéndole infiel en su propia casa. Además lleva tres años sin sexo. Por eso cuando desde Italia recibe la noticia de la muerte de su abuelo, y el pedido de viaje urgente acepta el traslado. Apenas llega se da cuenta que heredó manejar a una familia de mafiosos, que tiene como concejera a una bella mujer, y que otra familia lo único que quiere es matarla. Así se suceden escenas graciosas de equívocos con luchas, tiroteos y mucha violencia. Un coctel raro y forzado al extremo por la directora Catherine Hardwicke ( Crepúsculo).Un entretenimiento con momentos graciosos y un esfuerzo sobrehumano de Tony Collette para ponerle garra a cada escena. Mónica Bellucci se luce por presencia y cierto distanciamiento y divertimento que transmite su personaje. La película vale por sobre todo por el trabajo de ellas.
Buenas muchachas. Toni Collette y Monica Bellucci protagonizan esta propuesta centrada en la figura de Kristin Baldano Jordan (Collette), una mujer que tiene una vida poco feliz, con un trabajo y matrimonio que tampoco le generan alegrías. Todo cambia cuando se entera del fallecimiento de su abuelo y que heredará los negocios “poco limpios” de este familiar. Bajo la guía de Bianca (Bellucci) comienza esta comedia de enredos que drena lo mejor de El padrino o Buenos muchachos y eso es lo que es justamente: una parodia que juega con el empoderamiento femenino y mostrando a través de la comedia que también los mafiosos pueden usar minifaldas. Por lo que este nuevo inicio desde California a Italia (más estereotípico no se consigue) va a representar para Kristin no solo una suerte de refundación de su vida sino una oportunidad para poder hacerse respetar y encontrar la felicidad que hacía rato parecía haberse evaporado de su chata existencia. No voy a entender como la crítica muchas veces se ensaña con una comedia que solo busca entretener, no es un género que se centre justamente en lo argumental, sino que la exigencia mínima es que puedas soportar los 100 minutos sin levantarte de la butaca. Catherine Hardwicke, conocida por haber realizado la primera entrega de Crespúsculo, parece probar propuestas distintas antes de volver a lo grande con alguna saga popular y está bien que como directora incursione en otros géneros saliendo de su zona de confort. En definitiva, La heredera de la mafia es un filme de comedia que no es necesario sobreanalizar y que deja por detrás un mensaje bastante crudo que se adorna con risas.
¿A quien no le gusta Toni Colette? Supongo que a la mayoría! Le está yendo bien con la serie «The Power» (Amazon Prime Video) y la verdad, creo que está en un buen momento profesional. Debo decir, sin embargo, que la directora de esta «heredera de la mafia», no me inspiraba demasiado (Catherine Hardwicke) pero aún así decidí confiar y me predispuse para la propuesta. «Mafia mamma», puede definirse como un mix de varias ideas poco originales (film de mafia donde un/a ingenuo/a debe hacerse cargo de negocios sucios, el proceso de emancipación de una mujer traicionada y su inserción en una cultura nueva, desafiante). Hemos visto estos desarrollos en muchas cintas antes. Lo cual, no implica más de eso. Cuando alguien me dice, por ejemplo, que «Everything everwhere all at once» trabaja tópicos ya muy transitados, yo respondo que eso es correcto, pero el «remix» que logra con la incorporación de nuevas ideas, es único. Sorprendente. Así que en principio, no habría que dejarse llevar por las influencias previas de la película… Más, cuando el metraje avanza y las expectativas se contrastan con una realidad… distinta. Aquí, Kristin (Colette), es una mujer normal, en un momento de su vida especial, en el cual se siente afectada por su hijo, que se va a la universidad. Su esposo aprovecha esa crisis para engañarla y destruir la poca autoestima que quedaba en ella. Kristin en su trabajo, es ignorada por sus superiores y no siente que nada le esté saliendo bien en la vida… Pero se produce una sorpresa y recibe la noticia de que su abuelo, en Italia, ha fallecido y ella decide partir a su funeral, en Roma. Sin dudar demasiado, se lanza a la aventura pero como todos sabemos, nada es lo que parece. Al llegar dará será recibida por Bianca (Monica Belluci), consejera de la familia, quien la explicará algo de lo que vendrá en las horas siguientes. Pero la situación de los «Balbano» (el apellido mafioso que los une), amerita estar atentos inmediatamente, porque en la despedida del patriarca, se arma una gran balacera que anticipa el tenor de la cinta. Aquí, Hardwicke deja su primera señal: habrá humor, pero la violencia y la sangre, correrán al mismo tiempo. Apoyada en el oficio de Colette, la trama girará sobre el proceso de adaptación (accidentada, divertida, oscura), de Kristin a ser la «Donna», o jefa de un clan de armas temer. Pero no es lo único que sucede, ya que ella en este proceso tendrá que revisar su historia, volver a enamorarse y lidiar con una guerra de familias que se las trae… De lo que no tengo ninguna duda, es que la elección de la protagonista le dio al film, a la luz de sus resultados finales, el gran acierto necesario para sostener el interés del espectador. Es cierto que «Mafia mamma» es esquemática y cruda, poco sutil y ciertamente desbalanceada (tantas historias van alternando el interés y pierden foco) en su construcción. Pero también, que nuestra Toni, es capaz de dotar a escenas absurdas, de un color digno y respetable. Dicho en otras palabras, ella tiene repertorio para ponerle el cuerpo a un guión discreto, que intenta reversionar tópicos de mafia (con «The Godfather» a la cabeza) y mezclarlos con una historia de superación (?) y desarrollo personal (la autoestima, el gran tema implícito de la trama). Tal alquimia no es exitosa, pero por la fibra de Colette, la propuesta se deja ver y si les gusta el género (comedia negra), hasta quizás, puede que la disfruten.
De madre ordinaria a patrona legendaria, esa es la premisa que intenta sostener como principal atractivo un producto como “La Heredera de la Mafia”. Dirigida por Catherine Hardwicke, un endeble guion firmado a dúo por Michael J. Feldman y Debbie Jhoon, adapta a la pantalla una historia originalmente concebida por Amanda Sthers. Nulo timing de comedia y un nivel de humor pobrísimo acaban por derribar demasiado pronto cualquier expectativa posada sobre disparatado rollo. Pecando de un ínfimo gusto estético (la tipografía elegida recuerda demasiado a la de “El Padrino” y podría haberse obviado), dinamita cada plano con todos los estereotipos esperables del cine de gángsters. Incluso, si se trata de una parodia. A la hora de cumplir con los clichés, el empoderamiento femenino es el asunto que más importa dentro de esta guerra mafiosa declarada. Un infortunio de cadáveres, disparos y sangre de utilería. La inmensa Toni Collette hace lo que puede con un personaje delineado con trazo bien grueso, pero el resultado es insalvable. Menos argumentos de defensa encontramos para una caricaturizada consiglieri interpretada por Monica Bellucci, quien nos hace añorar aún más a la actriz de films como “Malena” o “Irreversible”. Lo criminal, realmente, es que este film exista.
El legado del diablo, Sexto sentido, Pequeña Miss Sunshine, El casamiento de Muriel, Un gran chico, Entre navajas y secretos, la serie La escalera... La australiana Toni Collette es una de las actrices más versátiles y talentosas de los últimos 30 años y su sola presencia como protagonista exclusiva me motivó a ver La heredera de la mafia. Y, aunque ella da todo (y más) como para que la experiencia resulte al menos llevadera, el material concebido por los guionistas Michael J. Feldman y Debbie Jhoon es... imposible. Una acumulación de situaciones trilladas, chistes gastados y algo de humor físico que ella sobrelleva con una dignidad conmovedora. Igual de frustrante que el guion es el trabajo de una directora como Catherine Hardwicke, quien supo rodar hace ya dos décadas las promisorias A los trece y Lords of Dogtown, consiguió un éxito masivo como Crepúsculo y luego entró en un declive con bastantes más tropiezos que hallazgos y que ahora encuentra en La heredera de la mafia uno de los puntos más bajos de su filmografía. Collette es Kristin Balbano Jordan, una californiana que es menospreciada por sus compañeros de trabajo, engañada por su marido con una mujer más joven y con un hijo adolescente que se va del hogar para iniciar su vida universitaria. En medio de un ataque de nervios, angustia e indignación, recibe un llamado desde Italia diciéndole que ha muerte Balbano, el Don de uno de los más poderosos y violentos grupos mafiosos. Sí, verán al comienzo de este párrafo que Balbano era el primero de sus apellidos y a las pocas horas ella estará en Roma para asistir al funeral y... hacerse cargo de los destinos de esa Famiglia con Bianca (Monica Bellucci) como consigliere. Lo que sigue es una acumulación de gags sexuales (ella hace demasiado tiempo que ha dejado de tener encuentros íntimos), confabulaciones (no tardan en querer envenenarla), pintoresquismo all'italiana y bromas no demasiado inspiradas que remiten a El Padrino, Los Soprano, Buenos muchachos, Caracortada y otras ilustres películas y series sobre gánsteres. Cierta bienvenida veta feminista solo reviste, camufla y envuelve lo que por dentro no deja de ser una propuesta demasiado obvia, subrayada, torpe y previsible.
En 1966, Mario Monicelli dirigió La armada Brancaleone, un hito de la comedia italiana que convertía las narrativas de las Cruzadas y las costumbres del Medioevo en el perfecto terreno para la parodia. La estrategia de Monicelli consistía en nutrirse de la cultura cinematográfica alrededor del período -alimentada por la popularidad del péplum-, y ofrecer un retrato cómico del ser italiano en esa delirante armada de torpes y desarrapados. Pero tras el profundo gesto paródico que sostenía a la película no solo había una compleja apropiación crítica de la violencia social del pasado sino también una perfecta sintonía con el humor cáustico de la época. La misma idea había definido a Los desconocidos de siempre, su primer éxito en la commedia all’italiana, en su relectura del cine de robos con la burla a Rififí como eje. La propuesta de La heredera de la Mafia se proyecta en ese camino. Una parodia de las películas sobre la Mafia -con El padrino a la cabeza-, con una impensada heredera elegida para su liderazgo. Kristin Balbano (Toni Collette) es la nieta del capo de una familia romana que en su niñez se fue a vivir a Estados Unidos con su madre; nada sabe de los negocios de su linaje italiano y se contenta con las atenciones a su hijo universitario, las disculpas de su marido infiel y un empleo en la industria farmacéutica que le depara maltratos y humillaciones. ¿Cómo hará esa mujer sumisa y devota de los deseos ajenos para liderar la Cosa Nostra? Ese parece ser el interrogante que nos traslada la película y que se decide a revelar en una historia que conjuga el empoderamiento femenino al estilo libro de autoayuda y la parodia más elemental del cine de gángsters. Catherine Hardwicke (A los trece, Crepúsculo) nunca termina de apropiarse de la puesta en escena del cine al que pretende parodiar, sino que acumula pequeños chistes como grandes hallazgos, viste a su historia de los clisés que intenta cuestionar y reduce a sus personajes a esqueléticos engranajes de una idea previsible y un resultado poco divertido. Collette intenta sostener las peripecias de su personaje, una mujer que transita del sometimiento a la frivolidad y luego al liderazgo estratégico del crimen organizado, con un esfuerzo de carisma que parece agotador. Quizás Monica Bellucci sea quien sale mejor parada, moviéndose sin esfuerzo alguno y sobreactuando todo atisbo de italianidad para pasar el rato y ganarse su paga. La dinámica entre ambas actrices, que podría haber funcionado como dúo cómico, revela el total desajuste de la película, incapaz de pensarse como cine de parodias al estilo ZAZ (¡Top Secret!) -o incluso la modesta saga de Scary Movies-, y decidida a sostenerse en un feminismo oportunista. Un gag que se pretende incisivo a lo largo de la historia es la socarrona referencia al libro de Elizabeth Gilbert, Comer, rezar y amar, germen de las narrativas sobre viajes femeninos por las tierras del vino y la pasta como inicio de una nueva vida. Eso que subyace como alimento de la parodia es lo que la película nunca se permite trascender y el creerse más inteligente que películas como Bajo el sol de Toscana se revela como una trampa en los hechos. Por lo menos allí había cierta honestidad en la propuesta de evasión y no la erosión de la comedia bajo un discurso aleccionador del empoderamiento.
Toni Colette interpreta a Kristin, una mujer estadounidense de los suburbios que hereda el imperio mafioso de su abuelo. Ella no sabe qué es realmente un imperio mafioso pero acepta viajar a Italia porque se ha separado de su marido, a quien ha encontrado engañándole. La persona que la guiará en esta nueva aventura es Bianca, la mujer de confianza del abuelo, interpretada por Monica Belucci. Ambas mujeres intentarán sostener a la familia que está en plena guerra con sus enemigos, aunque en realidad Kris no quiera saber nada con el crimen organizado. La escena inicial de La heredera de la mafia es clara: no hay nada, pero nada en esta comedia sobre mafiosos que vaya a funcionar. No sólo porque tiene un humor imposible, con chistes de mal gusto mezclados con chistes sin gusto o de un nivel de torpeza muy por debajo de lo tolerable. Ambas actrices deben haber pensado que el dinero que podrían ganar era suficiente como para justificar ser parte de esto. No hay persona a la que una película como esta no le haga un poco de daño a su carrera. No hablamos de un cine mediocre, sino de un bodrio olímpico. No es graciosa, no logra ni siquiera la continuidad entre los planos en las escenas más sencillas, tiene una línea romántica absurda y un final que busca la emoción, lo que ya es directamente ofensivo. Incluso tiene escenas de acción donde las peleas son evidentemente falsas. En resumen, todo indica unas vacaciones en Italia para rodar a las apuradas una película que nunca debió haber sido realizada. Los italianos hacen de italianos, son como el equipo profesional de lugares comunes de Italia, lo que el mundo espera de ese país cuando no está esperando nada. Catherine Hardwicke es la realizadora de esta película. Una directora que comenzó con algunas ambiciones estéticas y temáticas para lanzarse muy rápidamente a productos más banales y superficiales, productos por encargo sin identidad o gracia. Este título debe ser, sin embargo, el peor de toda su carrera.
NADIE VIO EL PADRINO… NI UNA COMEDIA La protagonista de La heredera de la mafia, interpretada por Toni Collette, le confiesa a su parentela italiana que nunca vio El padrino. Es un buen chiste, porque funciona en el contexto de un personaje absolutamente inexperto que debe hacerse cargo de continuar los negocios de su abuelo capo-mafia recientemente asesinado. Y es buen chiste que se repite varias veces en la película, como aquel otro en el que los personajes escupen cuando escuchan el apellido de la familia enemiga. Son, digamos, dos de los pocos recursos que utiliza con cierta pertinencia humorística esta comedia de Catherine Hardwicke. Pero, además, el de El padrino es un chiste que funciona por fuera de la película: Claramente ninguno de los involucrados en este despropósito vio El padrino; o si la vio, no la entendió. El subgénero de mafiosos hace años que ha servido como material de base para múltiples sátiras o parodias, por lo que todo chiste que intente una referencia al Corleone de Marlon Brando lucirá un poco avejentado o fuera de época. O tal vez la película intuya que su público potencial se encuentra entre las personas mayores de 70 años. De todos modos avanza, con un proverbial esfuerzo por construir escenas cómicas que la mayoría de las veces no dan en el blanco, y hasta una curiosa recurrencia al gore en un par de crímenes que tal vez invoquen el espíritu de Darío Argento entre tanta italianidad subrayada. Pero La heredera de la mafia es en el fondo una historia de autosuperación y de ascenso femenino. Cuando la película arranca, la protagonista sufre por la ida de su hijo a la universidad y por un marido bastante inútil que encima le mete los cuernos. A partir de ahí, tomará la invitación de viajar a Italia como una forma de escapar de diversos asuntos e intentar reconstruirse. Y como más o menos le dice esa suerte de consigliere interpretada por Monica Bellucci, “que nunca un hombre vuelva a condicionar una decisión que tomes”. Así que la mujer verá con buenos ojos seguir como capo-mafia alejándose del marido tarado (porque este cine feminista de eslóganes es así de sutil) y de un posible amante algo mentiroso, aunque ni ella ni los guionistas se percaten de que el sueño de ser mafiosa está alimentado en el deseo del abuelo muerto. Entonces La heredera de la mafia se despide mostrando con alegría el ascenso de la protagonista en el mundo criminal, porque claramente nadie vio El padrino ni entendió el sufrimiento de Michael al no poder soltar nunca el mundo criminal. Bueno, tampoco nadie parece haber visto una comedia en su vida, porque el nivel del humor bordea por momentos la vergüenza ajena. Un papelón al que ni siquiera la presencia de Toni Collette puede salvar.
Una señora de su casa, americana ella, hereda un imperio mafioso en Italia. Ese es el “concepto” (que no la “historia”) alrededor del cual se intenta construir una película. Pero hay otros conceptos en danza (“contemos una historia masculina en clave femenina”, “hablemos de la lealtad entre las mujeres”, “hagamos un filme de acción disparatado”, “pongamos crímenes violentos de verdad porque hay que mostrar que la mafia es cruel”, “incluyamos un romance”). El ballet final está completamente descoordinado: incluso si no faltan momentos graciosos, el problema general es que hay demasiadas casillas que llenar y poca pertinencia para hacerlo. Y este es uno de los problemas más grandes del Hollywood contemporáneo: hay que quedar bien con todo el mundo y dar, en cada género (incluso si se mete todo con calzador) lo que se supone que ese género exige, por muy cosmético que termine siendo para el “mundo” que la película propone. Las actrices funcionan bien, porque después de todo nada de lo que falla en la película es su responsabilidad, pero La heredera... solo funciona como extraordinario ejemplo de film decidido en una oficina, no en la cabeza de alguien que necesita contar un cuento.