El ciclo de la fama. Crítica de “La protagonista” de Clara Picasso. Entre la fama y la soledad, se presenta una historia de infortunios que por momentos da esperanza a una persona en crisis con su profesión y con sus relaciones. Una propuesta de tragicomedia de la directora Clara Picasso, quien encuadra la poca duración de la fama, y el terreno incierto que se debe atravesar en el mundo de la actuación. Un recorrido por la vida de una mujer joven y sus relaciones a partir de un salto a la fama. Por Rodrigo Fernandez Mallo. Paula es una actriz que detiene un robo en un café, de forma totalmente accidental. Se hace relativamente famosa ,en las calles le piden fotos y las cámaras la persiguen durante un tiempo, pero ese momento de fama se va desvaneciendo. Una serie de eventos desafortunados invaden su vida, dónde la soledad y la búsqueda de reconocimiento forman parte de su contexto. Ella intenta sobrellevar una ruptura reciente y el mal pasar en su profesión, mientras atraviesa algunos vínculos que no son de gran apoyo en su vida. La fotografía está muy bien lograda. Siempre siguiendo a la protagonista bien de cerca, mostrando su vida y jugando con diferentes tonos según el momento que transita Paula en la historia. Además se despliegan planos que mantienen siempre el foco en ella. El sonido ambiente acompaña también finamente la soledad de la actriz, donde los silencios de la protagonista otorgan veracidad a la construcción del personaje. La historia durante los primeros cinco minutos toma una velocidad e intensidad muy acentuada y luego va disminuyendo a medida que avanza. Pero es una búsqueda intencionada, que intenta mostrar la difícil realidad que se puede vivir en el ambiente de la actuación y las desdichas que se van acrecentando en su vida. La escena final sintetiza el conflicto y las sensaciones que representan a Paula. Una metáfora entre las emociones y su vocación. Con una gran actuación de Rosario Varela, Clara Picasso trae “La Protagonista” a la pantalla grande. Una película que se enfoca en un único personaje, en su vida e intenta mostrar una realidad adversa en el mundo del teatro. La fama como sinónimo de reconocimiento, símbolo de felicidad. En ningún momento el film le permite a Paula volver a sentir esa satisfacción que encontró durante su momento de fama, que fue un golpe de suerte en todo sentido.
Ya no es ningún misterio que vida del actor tiene sus vaivenes. En especial, si se vive en un país como Argentina, donde nadie puede dar nada por seguro. ¿Y qué pasa cuando se consigue algo de atención, pero por otros motivos? La protagonista parte de esa cuestión. Paula (Rosario Varela) tiene poco más de 30 años y es actriz, pero se las rebusca de muchas maneras, como dando clases de idiomas a extranjeros. Está en un bar justamente haciendo eso, durante la primera escena de la película, cuando entra un hombre a robar. De manera involuntaria, ella provoca la caída del ladrón y se convierte en la justiciera de la jornada. Vienen algunas notas en televisión y otros medios, lo que le trae una inesperada visibilidad. La saludan en la calle, le piden selfies… Pero en su nueva película como directora, Clara Picasso va más allá de contar los efectos de la fama repentina e indaga en el después, en cómo sigue siendo la vida de Paula luego de su 15 minutos de gloria. De hecho, aquel episodio termina siendo una excusa para adentrarnos en la verdadera historia: la de una joven adulta que está a la deriva desde el punto de vista personal y profesional. Seguimos a Paula en su trayectoria como participante de muestras (donde debe fingir no conocer a su compañera ocasional, que también desempeña la misma función) y en reuniones con amigos, en las que no faltan esas preguntas incómodas sobre su verdadero modo de vida. Y no nos olvidemos de otra situación particular: la de toparse con conocidos que ya triunfan en la actuación y están cerca de lograrlo, o que al menos tienen una vida encaminada. El gran mérito de Picasso es narrar estas idas y venidas como una tragicomedia moderna, sin estridencias pero con personajes sólidos y reconocibles. Paula es interpretada por Rosario Varela, quien sostiene cada plano gracias a una composición contenida, pese a la bola de sentimientos que rebota en el interior de esa antiheroína. Otro acierto es la banda sonora, compuesta por El Mató a un Policía Motorizado, banda que suele tener un vínculo cercano con el cine; aquí nos entregan una canción que tiene con qué para convertirse en otro éxito indie, e incluso en un himno del cine independiente nacional de esta época. La protagonista es un cuento agridulce que nos hace reír y nos deja pensando en aquellos objetivos aun no realizados y cómo impactan en uno cuando ya no se es tan joven.
«Estoy en la pileta, obvio» asegura Paula minutos después de haber descubierto que la piscina en cuestión se encuentra inutilizable. Como otras escenas de La protagonista, la conversación telefónica desde una quinta también sugiere que la joven actriz parece más preocupada por simular una versión mejorada de su presente deslucido que por inyectarle ¿determinación?, ¿pasión?, ¿compromiso? a una existencia abúlica. A tono con el ardid publicitario que equipara la vida a un buen chapuzón en pleno verano, la ilusión de una zambullida refrescante, la decepción ante la constatación del agua sucia, el ocultamiento de esa realidad y del consecuente desencanto pintan de cuerpo entero al personaje que Clara Picasso imaginó para su segundo largometraje. Desde esta perspectiva, la anécdota de la pileta es clave en este retrato extensible al prototipo de treintañero porteño que parece transitar el ¿ultimísimo? tramo de una adolescencia tardía. La desconocida Rosario Varela interpreta muy bien a esta Paula que exuda frustración y una pequeña dosis de envidia mientras camina, conversa, come, toma sol, consulta su teléfono celular como si nada la afectara. La actriz revela progresivamente la cara oculta de su personaje desde el momento en que la joven se convierte en protagonista, tal como adelanta el título del film. Picasso revela enseguida las circunstancias del estrellato en cuestión. En cambio, se toma su tiempo para describir qué sigue después del pico de fama alcanzado, no por mérito propio, sino por un capricho del azar. La participación de Ignacio Rogers evoca el recuerdo de El pasante. En comparación con la opera prima que la guionista y directora realizó diez años atrás, La protagonista supone una obra superadora en una carrera incipiente.
Sentada en un café, Paula (Rosario Varela) le da clases de español a un joven alemán. Una y otra vez, le corrige una presentación oral torpe, mientras se distrae con su nuevo celular que aún no sabe silenciar. Un delincuente irrumpe en el bar exigiéndoles a todos sus objetos personales. De manera azarosa, Paula impide el robo. Una “metida de pata” la lleva a los horarios centrales de los noticieros. Esta mujer maravilla -como la bautizaron-
Paula (interpretada por Rosario Varela) es una actriz que, ante la ausencia de trabajo relacionado con su profesión, debe ejercer otro tipo de actividades. Una de ellas es darle clases de español a extranjeros. En uno de estos encuentros en un bar de la ciudad, Paula enseña el idioma a un alemán, hasta que irrumpen al local unos ladrones. En un confuso episodio, la protagonista logra que uno de los delincuentes se caiga y logra detenerlo. Este suceso hace que Paula sea reconocida en todos los medios y por sus vecinos como una heroína, saltando repentinamente a la fama, aunque este salto durará poco tiempo y Paula deberá volver a enfrentarse con otros problemas de su vida como la reciente separación de su novio, luego de siete años de noviazgo, y la crisis con su profesión. “La protagonista” fue presentada en último Festival de Cine de Mar del Plata y ahora llega a los cines comerciales para otorgarle al público una historia en la cual nos podemos sentir representados si en algún momento de nuestras vidas estuvimos perdidos, como le sucede a Paula. El film se centra en ella, privilegiando los primeros planos, enfatizando la soledad que siente la misma, debido a que se separó de su novio, pero no sólo de él sino de las amistades que tenían en común. Asimismo, la protagonista se aleja de su propia profesión, evitando los castings, negando y reprimiendo su capacidad de actuar. Paula es la protagonista de esta historia, pero no de una obra teatral, como lo había logrado el año anterior, y evita serlo, ya que se aleja de este mundo donde aclara pertenecer, pero prefiere dedicarse a otros trabajos. En estos primeros planos, nombrados previamente, su rostro no figura en el centro, sino mitad del mismo, como si también la propia Paula evitara el encuentro con la cámara, negando totalmente estar en el centro, esto es reflejo de una buena elección de la cámara que no duda en acercarse a la protagonista en todo momento para que nos perdamos y confundamos junto a ella. Para llevar a cabo todas estas acciones, Paula está interpretada por una muy buena actriz que es Rosario Varela, quien por primera vez participa de un proyecto audiovisual, mientras que sí hizo numerosas obras de teatro independiente. Por otra parte, la actriz está acompañada por varios actores que también realizan un gran trabajo, transmitiendo los hechos de manera natural, como Ignacio Rogers, Macarena Suárez Dagliano, Jimena del Pozo Peñalva, Facundo Aquinos, entre otros. En síntesis, “La protagonista” es una película que permite empatía con el personaje que perseguimos en pantalla, logrando que, si en algún momento de nuestras vidas nos ha pasado alguno de los problemas que ha atravesado Paula, nos sintamos representados allí. La evasión como principal acción de Paula nos provocará seguir sus pasos para que podamos observar si puede, finalmente, volver a encontrarse con ella misma y con su profesión. La película cuenta con un gran trabajo de todo el equipo tanto de dirección como de los actores.
Si buscamos algunas películas con actores en el centro de la escena podremos encontrar desde “Birdman” -con la despiadada mirada de Iñárritu a la industria del teatro de Broadway y el mundo de los actores que buscan encontrar un lugar de prestigio y reconocimiento lejos de sus momentos de éxitos populares-, “Applause” con Paprika Steen jugando a ser Marta en Virginia Wolf sobre el escenario e intentando lidiar con problemas similares en su vida privada o a Érica Rivas en “Antes del Estreno” la película de Santiago Giralt donde actriz y director ponen en crisis su pareja días antes de estrenar una obra en el Teatro San Martín, homenaje indudable a “Opening Night” de Cassavettes. Pero en todas ellas y en muchos otros filmes, el retrato es de un actor consagrado y los dilemas de su ego, sus miedos, sus inseguridades, sus vanidades en ese camino de llegar o mantenerse en la fama. Pocos casos han enfocado al empeño, la perseverancia y la frustración que sienten los actores que buscan una oportunidad, ser tenidos en cuenta, que alguien pueda ver alguno de sus trabajos y que algo los catapulte a ese nivel de exposición bien entendida que todo actor busca, más en la superficie o más en el fondo de su intimidad. El foco del nuevo trabajo de Clara Picasso (cuya opera prima fue “El pasante” en el año 2010) es Paula, una actriz independiente, que ve que pasados sus 30, aún no ha tenido mucha suerte para encontrar ese papel que le otorgue un reconocimiento en el medio o en el público y hasta tanto llegue ese momento tan ansiado, Paula da clases de idioma a extranjeros para poder ganarse la vida. Justamente mientras está dando una de sus clases en un bar, sucederá un hecho policial que la tendrá en el centro de la escena en todos los noticieros del día y rápidamente su aparición en varios canales de televisión al mismo tiempo, produce ese efecto de que la gente la reconozca por la calle, esa identificación masiva que parece ser uno de los objetivos que Paula tenía dentro de su carrera, convirtiéndose al menos por un momento, en esa protagonista a la que alude el título, que tanto se emparenta con los famosos “quince minutos de fama” que proponía en algún momento Andy Warhol como un derecho en un futuro cercano. Por un lado vemos como “LA PROTAGONISTA” retrata a Paula en una permanente necesidad de construirse un universo ficticio, inventarse una realidad paralela en donde ella tiene una vida no sólo profesionalmente sino socialmente exitosa, mientras que, por el otro, nos cuenta cómo el impacto que produce en su mundo ese hecho fortuito que aparece en su cotidiano para irrumpir y modificarlo todo. Lo interesante del guion de Clara Picasso (en su doble rol de guionista y directora del filme) es que a través del humor se permite una mirada muy incisiva de ese micromundo en crisis en donde Paula se siente insegura y fracasada ante ese presente profesional que está, no solamente muy por debajo de sus propias expectativas sino que, lo que más pareciera pesarle, es que también está por debajo de lo que la sociedad considera que ella ya debiese haber alcanzado, completando ese apocalíptico panorama que parece no tener claro sobre el rumbo de su profesión y quizás, de su propia vida, amparándose en el autoengaño. La potencia de ver cómo ese mundo que construyen los medios de héroes anónimos y personalidades del día, se esfuma estrepitosamente, es claramente uno de los puntos fuertes de la mordacidad y el humor particular con el que se maneja todo el tono de la historia. Si bien la situaciones que plantea el guion tienen numerosos aciertos (con una madurez narrativa que plantea un importante crecimiento si se la compara con “El Pasante”), la presencia de Rosario Varela en pantalla, en la piel de Paula, es indudablemente el punto más alto de “LA PROTAGONISTA”. Tanto en su “manía” como en su “depresión”, en el pico de la efímera fama como en su detrás de escena y del después, Varela puede transmitir todo ese abanico de sensaciones en el lapso de poco más de una hora en la que transcurre el filme. Esa dualidad interior / exterior, realidad / ficción, persona / personaje, queda claramente expuesta en cada gesto y cada mirada de la actriz que tiene el peso completo de la película en sus espaldas y sale airosa de este gran desafío. Y Picasso la acompaña con su cámara para registrar cada pequeño movimiento, cada diálogo, cada pliegue de su heroína completamente en crisis para entregarnos este retrato construido con un humor agridulce y una mirada que, pase a todo, se muestra compasiva y amorosa con su personaje. POR QUE SI «La presencia de Rosario Varela en pantalla, en la piel de Paula, es indudablemente el punto más alto de La Protagonista»
por Nicolas Pileci "Intrépida invitación a la reflexión" La Directora y Guionista Clara Picasso nos presenta una aventura convertida en película, un reflejo casi transparente de una joven actriz que se ve estancada tanto a nivel laboral como personal, que intentará mejorar en algunos aspectos, pero sin lograr demasiados cambios, y rodeada de personas que terminan no aportando mucho, la fama que desvanece y la soledad que la abriga. La Protagonista (2019), es una drama argentino protagonizado por Paula (Rosario Varela), una actriz que se encuentra alejada de su profesión y que una tarde, mientras da clases en un café, detiene un robo por casualidad y se convierte en el centro de las noticias locales. Rosario Varela consigue nuestra empatía, gracias a una excelente interpretación, la credibilidad del personaje y el buen trabajo de dirección y guión de Picasso. Debido a que la trama gira en torno a su personaje, es de destacar la construcción del mismo, en otro acierto del guión. Tanto los sencillos diálogos como los imperantes silencios, despertarán en el espectador, diferentes emociones, que darán forma a este drama. A nivel técnico, la música empleada es simple pero correcta como así también los oportunos diálogos. El único aspecto negativo que puedo citar son aquellos planos largos que se prolongan por un tiempo considerable sin sumar mucho a la trama. Algo que ralentiza un poco las escenas. Por último, un peculiar desenlace que engloba todo lo relatado. "La película nos introduce de manera eficaz en una problemática que afecta a algunos actores y, que quizás, otros artistas pueden transitar. De a momentos la podemos sentir dramática y en otros, más humorística. Géneros que se entremezclan correctamente a lo largo de la historia y añadiendo otras temáticas significativas que nos conectan con emociones como la melancolía o la incertidumbre." Calificación: 8/10 Título original: La protagonista Año: 2019 Duración: 65 min. País: Argentina Dirección: Clara Picasso Guion: Clara Picasso Música: Cheba Massolo (Canción: El Mató a un Policía Motorizado) Fotografía: Lucas Gaynor Productora: Universidad del Cine / INCAA Género: Drama
Un mundo de sensaciones En su ópera prima, El Pasante (2010), Clara Picasso seguía durante toda la historia el derrotero de un botones de hotel en una suerte de película de iniciación. Casi una década después regresa al cine con La protagonista (2019), película que mantiene la línea de su antecesora donde el botones es reemplazado por una aspirante a actriz que por un infortunio de la vida se convierte en famosa. La historia comienza con Paula (una revelación Rosario Varela) dándole clases de español en un bar a un estudiante alemán. Entran ladrones, a Paula se le cae el celular al piso y al agacharse el ladrón choca con su pierna y cae. Acto seguido las cámaras de los noticieros hacen fila para tener una exclusiva con Paula, la heroína del día. Pero lo que nadie sabe es que Paula es una aspirante a actriz, que trabaja actuando para empresas encuestadoras, que está en medio de una crisis (amorosa, profesional, etc.) y que esos 15 minutos de fama le pueden servir para que sus problemas se intensifiquen o sacar provecho de ellos. La protagonista es un peculiar relato sobre hechos fortuitos y de cómo estos pueden modificar nuestras vidas de acuerdo a las decisiones que se tomen. Picasso construye con humor ácido y para nada explicito un film sobre el azar y las decisiones y de cómo la vida puede cambiar para bien para mal o seguir igual a como se estaba. Donde todo depende de uno y ya no de un factor externo. Durante 65 minutos la cámara se posa sobre las diferentes acciones de la protagonista. Dando clases, siendo entrevistada, haciendo un personaje de encuestada, yendo a una fiesta, tomando sol, conociendo de casualidad a alguien, encontrándose con su ex, o comprando en una panadería. El arco dramático del film va en zigzag al igual que lo que experimenta el personaje. La protagonista es una historia chiquita, fresca, donde toda la fuerza está puesta en el personaje que construye Rosario Varela, logrando transmitir ese mundo de sensaciones contradictorias en las que se halla inmersa.
Paula tiene 32 años, es actriz pero se gana la vida dando clases de castellano a extranjeros y participando en focus groups para estudios de mercado. Se ha separado de su pareja, hace bastante que no participa en ninguna obra y la sensación que transmite es de permanente incomodidad e insatisfacción. De todas maneras, como buena actriz, es bastante fabuladora y nunca sabremos si lo que dice es verdadero, sincero o forma parte de su maquinación. En la primera escena, mientras mantiene una conversación con un estudiante alemán en un bar, ingresa un ladrón y ella -de manera instintiva- lo engancha con su pierna, lo hace caer y el delincuente termina siendo reducido. Sin quererlo ni buscarlo, se convierte en una celebridad pública. Los medios la entrevistan, sus viejos amigos la llaman, hasta las empleadas de una panadería se quieren sacar una selfie con ella. Pero -más allá de esa efímera fama- Paula (convincente trabajo de Rosario Varela) se siente vacía y decepcionada. Irá con nuevo corte de pelo, maquillada y bien vestida a una fiesta, luego a pasar un fin de semana en una quinta, pero nada de todo eso parece motivarla demasiado. La protagonista es un film sobre las expectativas (ajenas y propias), sobre el éxito profesional (ella percibe que actrices más jóvenes van tomando el que podría haber sido su lugar), sobre esa madurez y seguridad que se resisten en llegar. Se trata de una película tragicómica (con más humor que drama) sobre las contradicciones íntimas, la posibilidad (o no) de reinventarse y también sobre el egocentrismo, la superficialidad y el esnobismo del mundillo teatral. En ese sentido, esta pequeña y en su mayor parte entretenida película se mete con cuestiones angustiantes, pero apostando siempre por un relato de bienvenida liviandad y fluidez, y una sensación de que, a pesar de todo, siempre será posible remontar una crisis. Como dice el tema Fuego, de El Mató a un Policía Motorizado, que suena un par de veces: “Vamos, esta noche puede ser mejor...”
Ni siquiera el fortuito e inusual episodio que la transforma en fugaz heroína popular alcanza para que Paula deje de sentirse insatisfecha, incómoda con su lugar en el mundo. Luego de evitar un robo en un bar en el que intenta dar una clase de alemán con demasiadas interrupciones, la protagonista del título de este segundo largometraje de Clara Picasso (El pasante) entrará en una zona de titubeos e indefiniciones que serán la constante de su temperamento a lo largo de la historia: su carrera como actriz no termina de despegar, su vida sentimental es realmente gris y sus amistades tampoco le aportan energía, alivio o refugio. Sesenta y cinco minutos alcanzan para que la directora de esta película, exhibida en la última edición del Festival de Mar Del Plata, capture con precisión un momento concreto en la vida de esa mujer sensible que Rocío Varela encarna con rigor y solvencia. En ella recae el peso de una historia de baja intensidad centrada en una crisis personal que se intuye pasajera. Y lo resuelve muy bien, apoyada por un elenco también efectivo, sobre todo cuando la comedia asoma con discreción y elegancia, la misma que aporta "Fuego", una preciosa canción de El Mató a un Policía Motorizado que suena, un par de veces, muy oportuna.
Texto publicado en edición impresa.
Siempre se dice que el cine industrial se repite, que una y otra vez las películas tienen el mismo tono, el mismo estilo, los mismos lugares comunes. Posiblemente eso es verdad, pero no es menos cierto que el cine no industrial, independiente, con pocos elementos y sin tanto despliegue también acumula niveles de rutina sorprendentes. La protagonista es una de las muchas películas argentinas que se estrenan semana tras semana y que se acumulan formando un número enorme de títulos que son difíciles de diferenciar entre sí. Aunque el comienzo es prometedor y la actriz logra trasmitir algunas ideas interesantes que el film propone, la forma en que está filmada, el desarrollo de las escenas, los diálogos, todo se parece a docenas de títulos ya vistos. Paula está en un café al comienzo de la película. Le está dando una clase de castellano a un extranjero. Sin proponérselo detiene un robo y se convierte en protagonista fugaz de las noticias de la TV y los diarios. Ella es actriz y este rol protagónico en las noticias le alimenta la autoestima, aunque dura poco y luego sigue su vida tratando de ganar plata en varios trabajos mientras sigue yendo a castings. Lo mejor del film es la mirada de la protagonista, captada por la mirada de la directora. Como ella se esperanza y desesperanza, busca, sueña, desea y se decepciona sin estridencias ni grandes saltos. Pero lo que queda bien en su actuación no se extiende a la película, que pierde interés y se apaga luego de las escenas iniciales.
Si bien la trama comienza con un hecho policial, La Protagonista es una película más bien intimista, que acerca al público a la vida de una actriz que busca trascender en su profesión. No es un secreto que sólo un pequeño porcentaje de actores y actrices logran alcanzar la fama y el reconocimiento masivo en la Argentina debido especialmente a la escasa producción de ficción local y a la poca difusión del cine nacional...
La directora Clara Picasso, en un film breve pero muy intenso, analiza, con lo que le ocurre a una mujer que se interroga sobre las cosas importantes de la vida y siente que no encaja y que el sentimiento más persistente es la insatisfacción. Es joven, pero no está empezando, es actriz pero hace mucho que no actúa, está sola y las relaciones que tuvo tampoco fueron gran cosa. Quién no se encontró alguna vez en la vida ante esas dudas existenciales que paralizan. Y a la protagonista, en una muy buena actuación de Rosario Varela, que enseña nuestro idioma a turistas alemanes le resulta muy difícil hasta una simple respuesta cuando le preguntan por su trabajo. En el argumento un hecho fortuito le concede los cinco minutos de fama masiva y partir de ahí, circulará por su vida, con una mirada ácida sobre el mundillo de actores del teatro independiente, y las relaciones líquidas contemporáneas, en una realidad monótona, de amistades casuales y comentarios que pueden ser punzantes, siempre incómoda en cada situación. Una mirada que parece leve pero que delata una profundidad inteligente.
"La protagonista", microrrelato lleno de recovecos y ecos Paula, una actriz desempleada, vive en un limbo de fragilidad y crisis permanente. La protagonista es una película tan pequeña (por su metraje, por la cantidad de movimientos y acciones, por su engañosa trivialidad) que las ambiciones y logros pueden pasar desapercibidos. Ya en su ópera prima en solitario, El pasante, estrenada hace casi una década, Clara Picasso demostraba una predilección por las miniaturas que contienen mundos enormes y ahora –en un film de título ilusorio, juguetón, con múltiples sentidos– vuelve a apostar por un microrrelato lleno de recovecos y ecos no siempre evidentes en una primera impresión. El punto cero La protagonista –que participó de la Competencia Latinoamericana del Festival de Mar del Plata hace apenas un par de meses– encuentra a su protagonista, Paula, sentada en un bar frente a su alumno alemán, corrigiendo sin muchas ganas algunos errores de la gramática española mientras su teléfono celular no para de sonar. No es una escena de suspenso en un sentido estricto, aunque lo que está a punto de ocurrir sí es inesperado y excepcional. Un ladrón entra al local y comienza a robar las pertenencias de los clientes, pero un accidente, un impulso o un efecto generado por el miedo hace que Paula estire la pierna, y el arrebatador caiga y se golpee al punto de la inconsciencia. “Soy actriz”, repite la joven a cualquiera que pregunte por su profesión, por su rol en la vida. Aunque, por el momento, no está actuando en ninguna obra y el dinero ingresa por otros canales: las clases de idioma para extranjeros o los encuentros en focus groups para testear algún producto a punto de ser lanzado al mercado. En una de esas extrañas citas llenas de preguntas banales, Paula y una conocida deben aparentar el más absoluto desconocimiento mutuo, ejemplo perfecto del humor casi subterráneo que envuelve a la película. Al margen de esos trabajos eventuales, el hecho policial del bar ha generado un interés momentáneo por su persona, reflejado en notas en diarios y en la televisión. De pronto, todo el mundo la llama por teléfono y quiere sacarse selfies con ella: un nuevo protagonismo, una breve salida de las fauces del anonimato. La visita a una peluquería –otra changa– se transforma en una escena basal: Paula es actriz y tal vez no todo lo que dice hacer, vivir y recordar es real. ¿O sí lo es? Y si lo primero es cierto, ¿la ha devorado la mitomanía o se trata, apenas, de una mentira blanca, de una herramienta para navegar la soledad y el dolor? Es verano en Buenos Aires y todos están en otro lugar, pero ella insiste en quedarse y caminar las calles, casi vacías. Ni siquiera un pedido de mamá para que la visite surte el efecto deseado. Rosario Varela, la protagonista de La protagonista, compone el personaje como alguien que parece estar siempre ligeramente corrido de aquello que la rodea, no tanto a disgusto como algo incómoda. “Estoy en la pileta, sí, buenísimo”, le cuenta a alguien por teléfono durante un viaje relámpago a una quinta, frente a una piscina llena de agua sucia y hojas caídas. En el trato con los demás, sus amigos y conocidos, termina ganando una aparente amabilidad que, sin embargo, no es capaz de eclipsar cierta cualidad áspera, arisca. Ese estado de fragilidad, de crisis permanente que no llega a ser terminal, como un microscópico limbo, es el tema elegido por Picasso para retratar a su criatura y, quizás, intentar una acuarela generacional. Lo hace sin gravedad, con humor y ligereza, sabedora de que lo importante –la procesión– pasa por dentro y no por los gestos ampulosos. El plano final cierra un ciclo o resignifica todo lo visto. O nada de eso.
La crisis, la idea falsa de la notoriedad y el éxito (empujadas la mayoría de las veces por la presión externa que reclama triunfo), son algunos de los temas que aborda “La protagonista”, la película de Clara Picasso que se estrenó ayer. La personificación en carne y cuerpo de Rosario Varela, la actriz que interpreta a Paula, el personaje cuya historia nos trae aquí, refleja la idea de la presión (y la propia mirada) sobre el reconocimiento y el “deber ser”, un deber ser agobiante, agotador, un deber ser que siempre es para otro y no para satisfacer las necesidades propias. La revisión desde el planteo y el guion de la directora no podría ser mejor. Tiene momentos de incertidumbre, de desconcierto, de dudas que parecen no tener fin, en un camino casi desequilibrante, que hace que cada uno de nosotros, a la hora de procurar cumplir con estos requisitos sociales de éxito, termine tambaleándose en su propio miedo, y, a veces, cayendo a un vacío emocional infinito. Una de las preguntas más fuertes que nos hacemos es cuándo dejar de insistir en algo que, a todas luces, parece no funcionar. Tal vez en ello se nos esté yendo la vida y no lo sepamos. Si cada una de las personas que asiste a “La protagonista” puede ver el proceso por el que el personaje transita, y además de ello logra ver su propia realidad en estas circunstancias, será también un logro del film, trasmitiendo un mensaje que atraviesa la pantalla, aún cuando no haya sido la idea inicial. La puesta general es cuidada en función de la necesidad de mostrar al personaje y ese agobio del que parece no poder salir, y los planos que acercan al espectador a la protagonista, que la exponen a un punto en que no dejan nada que no se pueda saber en ese rostro que parece impávido pero es todo lo contrario, aunque guarde para sí misma, en su mirada, su propio miedo e inseguridad ante lo que vendrá. “La protagonista” es una película profunda desde su planteo, es íntima sin dejar de incorporar a quien observa y sentirse en reflejo de una mujer expuesta a las dudas y exigencias externas. Alguien que todos somos. O podemos ser.
Escrita y dirigida por Clara Picasso, “La protagonista” es una película que sigue a una mujer de treinta y dos años que se encuentra un poco a la deriva. Paula dice que es actriz. Pero lo cierto es que hace mucho que no actúa y ya hasta parece haber dejado de intentarlo, incapaz de interesarse por ningún casting. Sobrevive dando clases de español a extranjeros y participando de focus groups, esos grupos de testeo mercantil que se hace para saber qué quiere la gente. Una tarde que parecía tan insulsa como todas, en medio de una clase en un café con un joven alemán, entran a asaltarlos y en una situación absurda e inesperada se convierte en el centro de atención por haber detenido al ladrón poniéndole el pie, algo que sucede de un modo accidental. Esto le da a Paula un efímero momento de popularidad, con entrevistas de televisión, pedidos de selfies de gente que no conoce, y llamados de todos sus conocidos (o casi). “La protagonista” sigue a esta mujer en diferentes situaciones poniendo en evidencia una insatisfacción constante, pero ante todo una incomodidad. Como la actriz que dice que es, se muestra siempre sonriente y miente sobre algunas cuestiones mínimas para que su vida no parezca tan triste como seguramente le parezca a ella. Pero todo esto, esta especie de vida inventada que le permite apoyarse al menos momentáneamente de su reciente e inesperada fama, se retrata con humor y con mucha sutileza. Rosario Varela interpreta a Paula de un modo bastante natural y creíble. Vemos a este personaje en sus momentos de soledad como en alguna fiesta más multitudinaria de lo que esperaba. ¿Ese momento de inesperada fama despierta algo en ella? ¿Es capaz de modificar la relación que lleva con su vida? Clara Picasso no da demasiadas respuestas pero sí plantea varias posibilidades. Nos encontramos ante un film pequeño, con una historia que parece mínima pero sirve para retratar una etapa que puede ser identificable para todos en algún momento de la vida, en que las expectativas se chocan con la realidad y los éxitos profesionales no llegan del modo en que una había soñado (o pueden no llegar). “La protagonista” es un film sobre una crisis sin necesidad de apelar a explosiones ni cambios bruscos para conseguir lo deseado, al contrario, la crisis sucede donde más se siente: en el interior de una. Y la directora lo narra de la manera más amorosa y divertida que consigue, apoyada por la interpretación de Rosario Varela que consigue brillar en cada escena, aunque por momentos el relato se sienta algo monótono.
La protagonista: Ser, sentirse y parecer. Presentada en el 34° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, ahora llega a las salas comerciales, la 2° película de, la directora y guionista, Clara Picasso, 10 años después de su ópera prima. Una historia con sabor agridulce, donde cualquiera que se haya sentido un poco perdido en la vida alguna vez, se sentirá identificado. Una historia pequeña, en 1 hora, donde el personaje interpretado por Rosario Varela le da significado a toda la película. una aspirante a actriz que quiere ser, sentirse y parecer famosa e importante, pero que en el medio de un fugaz reconocimiento accidental, se siente más extraviada que nunca, dándose cuenta que no cumplió sus sueños y ya no es tan joven como cree. La protagonista (2019) cuenta la historia de Paula (Rosario Varela), una actriz frustrada y recién separada. Ante la ausencia de trabajo relacionado con su profesión, se gana la vida dando clases de español y participando de focus groups de marketing de productos. En una de sus clases en un bar, unos ladrones irrumpen al local para cometer un ilícito, pero Paula sin querer provoca la caída de uno de los ladrones, evitando el robo y quedando como una heroína. Ella, que se siente siempre fuera de lugar en cualquier ámbito de su vida, se gana una fama sumamente efímera, con notas en la televisión y pedido de selfies en los locales del barrio. Aunque esta fama dura muy poco y la treintañera que sólo transmite insatisfacción, debe continuar con su vida haciéndose cargo de los problemas y alegrías reales, como la reciente separación de su novio, y por consiguiente de los amigos que tenían en común, la crisis con la profesión de actriz. Así, pareciera que ella quiere generar un cambio, es por eso que modifica el look, va a una fiesta y hasta pasa un fin de semana con amigos, para probar si cambia su suerte. Así, se ve cómo aquel episodio casual es la punta del ovillo para conocer la historia de Paula, una mujer que intenta convertirse en adulta, por más que su edad biológica lo indique así hace mucho tiempo, y encontrar su camino tanto en lo profesional como en lo personal, sin necesidad de inventarse un mundo irreal donde es exitosa. Rosario Varela interpreta a Paula, con una composición del personaje sumamente cuidada: esa maraña de sentimientos encontrados y frustraciones contenidas, mientras le muestra al mundo algo que no es, un éxito y una felicidad que no existen en su presente. Sin duda, la actuación de Varela (actriz de teatro, pero su 1° vez en cine) es lo más álgido de la película. La personificación de la frustración es cuando dice por teléfono “Estoy en la pileta, obvio”, sentada en una reposera, entre pastizales abandonados, al costado de una piscina recién descubierta y con el agua podrida. Como si nada le afectara, la actriz interpreta a una mujer que suda envidia por las vidas de sus conocidos, una mujer que surfea la ola de esa efímera fama y luego cae en la realidad deprimente de no ser quien uno es, sino aparentar y terminar casi por creerlo. Sus gestos y su mirada perdida se cargan el peso de la todo el filme. No hay casi ningún momento en el que la cámara deje de seguir a Paula y su crisis. Por otra parte, está acompañada por Ignacio Rogers, Macarena Suárez Dagliano, Jimena del Pozo Peñalba, Facundo Aquinos, entre otros. Se trata de una película con más humor que drama, donde el tema tratado es decepcionante como cualquier crisis personal. En este caso, muestra cómo las decisiones que tomamos (o que no) pueden cambiar el rumbo de la vida. Así, la cámara persigue a Paula en diferentes actividades cotidianas en las que siempre subyace esa incomodidad permanente con ella misma, y con el resto. Es un relato sobre el sobreponerse a las adversidades y el reinventarse para amarse a uno mismo, aunque no logra ninguna emoción especial en el espectador que siempre está esperando ese batacazo que no sucede. La banda sonora, compuesta por El Mató a un Policía Motorizado, es un gran acierto, sobre todo con la canción Fuego, que marca de cerca los pasos del personaje principal. Una tragicomedia sobre la vanidad de una treintañera que parece perder el rumbo al intentar finiquitar su tardía adolescencia, de una vez por todas. El humor ácido como ingrediente principal para mostrar que todo depende de uno y de su capacidad de reinventarse. La protagonista es una historia refrescante y pequeña, con el foco puesto en su protagonista, valga la redundancia, y todo ese mundo de fracasos y apariencias en el que está inmersa. Entretenida, es una historia que se narra de manera fluida, dando lugar a pensar sobre el éxito, las expectativas, la adultez y la superficialidad.
Paula es una actriz entrada en los 30, que accidentalmente logra frustrar un asalto a un bar. Eso le da cierto protagonismo en los medios, y algún reconocimiento en la calle. Cuando sus quince minutos de fama se terminan, descubrimos que acaba de separarse, está alejada de la actuación y toda la gente que la rodea parece triunfar mientras ella no lo hace. En síntesis, se ha vuelto un personaje secundario en su propia vida. Esta película pertenece a esa especie de “sub-género” que existe en el cine argentino, que se caracteriza por seguir con la cámara el día a día de un personaje, a partir de un suceso disparador, como si asistiéramos a un documental secreto sobre un individuo, a lo Truman Show. Un ejemplo reciente sería “El cuidado de los otros” (Mariano González, 2019). Lo que hace distinta a “La Protagonista” es el uso de la comedia. Una comedia sutil, lograda mediante gestos, tonos, miradas. Paula se encuentra en un momento de su vida en el que acaba de separarse, no encuentra satisfacción en la profesión que ama, y se siente incómoda en cualquier situación social. Es imposible no sentirse reflejado en alguna de las situaciones que se le presentan a este personaje como viñetas. Clara Picasso, directora y guionista, consigue con pequeños guiños lograr la complicidad del espectador, sacarnos una sonrisa y decir “yo también estuve ahí, Paula”. La película se sostiene casi totalmente en la actuación de Rosario Varela, en una gran performance que logra transmitir con su rostro una catarata de emociones que su personaje, Paula, busca ocultar mediante sus palabras. Varela construye un personaje que se siente humano y querible, al que nos da ganas de abrazar y decirle que ya todo va a pasar. Picasso y Varela construyen el retrato de una generación que pensó que siguiendo sus sueños, a los treinta años ya tendrían la vida resuelta. Y acá están, como Paula, envueltos en la incertidumbre. Viviendo constantemente el choque entre expectativas y realidades. Una generación que esconde sus emociones hasta que ya no pueden más y explotan, como en el último y potente plano de la película.
La presión del éxito La protagonista, la nueva película de Clara Picasso, aborda temas como la soledad, la idea y la presión sobre la fama, y la actriz que le pone el cuerpo a la atribulada Paula, una joven actriz, preocupada de algún modo por su futuro, accidentalmente tiene sus cinco minutos de fama cuando, durante unas clases de idioma castellano que brinda a un alumno extranjero, detiene a un ladrón dentro de la cafetería en que ambos se encuentran. Rosario Varela logra con carácter imprimir con su interpretación los tiempos, las expresiones y la emocionalidad necesaria para trasladar los sentimientos de Paula a la pantalla. Lo efímero de la notoriedad, la mirada del otro sobre los tiempos de la vida, los logros personales y profesionales, se demuestran a través de los planos en que el personaje deja ver su expresión, una expresión que parece vacía pero en realidad muestra las emociones ocultas detrás de su aparente inercia emocional. Los momentos en que la historia parece tener un declive, en realidad versa más sobre los propios vaivenes emocionales de la joven actriz en busca de una respuesta al respecto del éxito, mientras se impone la supervivencia, anodina por momentos, fluctuante luego, plena de apariencia en otros. El guion es perfecto y abarca con certeza las vivencias de “la protagonista” en cuestión. A ello se le acompaña una muy buena selección musical, en la que se destaca el tema “Fuego”, de la banda Él mató a un policía motorizado como cierre del film.
El artista estadounidense Andy Warhol manifestó alguna vez que cualquiera puede tener sus 15 minutos de fama. Sin proponérselo, como un hecho fortuito, eso es lo que le ocurrió a Paula (Rosario Varela) un día mientras daba clases de español en un bar y, de casualidad, gracias a un movimiento sorpresivo, atrapó a un ladrón que entró a robar en ese local. Las cámaras de televisión y las páginas de los diarios resaltaron esa acción y calificaron a su actitud como heroica. Con un comienzo interesante y original, la película dirigida por Clara Picasso aventuraba un relato con un paso de comedia atractivo que luego se desvaneció. Como una paradoja del destino, tanto la directora como la protagonista de su film malograron la oportunidad de aprovechar el fuerte impulso del comienzo y terminaron en la intrascendencia. Porque Paula es una actriz. Participó en algunas obras de teatro guiadas por su profesor, que también fue su novio durante unos años, hasta que se separaron. Desde ese momento deambula buscando insertarse en el medio artístico sin mucho éxito, porque va a castings y pruebas, pero no la convocan, aunque nunca transmite su frustración, ni resignación. La historia, breve, transcurre en la ciudad de Buenos Aires durante el verano. Luego de la fama efímera a Paula el tiempo transcurre lentamente, le sobra. Se dedica a tomar sol, caminar por el barrio, leer y estar pendiente, demasiado, del teléfono celular. El relato no es lento, porque la chica siempre está haciendo algo o absolutamente nada, pero lo parece, porque no hay un conflicto concluyente. Cuando ocurre el inevitable y necesario punto de giro para que una película avance, ella va a la peluquería a cambiarse el peinado. Esta acción no tiene la suficiente fuerza como para modificar la vida de la actriz y, por ende, afecta el desarrollo narrativo. Se mantiene siempre el mismo tono medido, bordeando lo taciturno. Un estilo que tanto gusta en varios directores argentinos. Sólo se contenta con encontrarse en la calle, en una quinta o en una fiesta, con actrices que están en su misma situación, es decir, peleándola por ingresar y tener continuidad en el mundo actoral. Aquí podemos observar que no es fácil, y todas tienen muchas más ilusiones que certezas. Las escenas no son musicalizadas, sólo suenan fragmentos de una canción, especialmente en los momentos que ocurren en un cumpleaño Lo destacable de Clara Picasso es la construcción de las escenas, que son fluidas, para nada forzadas, y que se apoya en una Rosario Varela convincente en su papel, que le calza a la perfección, mientras transita la ciudad buscando su destino.
Cuando una circunstancia le permite a una joven treintañera disfrutar de sus cinco minutos de fama, luego nada parece emular el reconocimiento que tanto anhelaba frente a otros y hacia ella misma. A partir de esehecho que funciona como disparador de la historia, la realizadora Clara Picasso (El pasante, 2010) construye una comedia dramática que reflexiona sobre las aspiraciones personales, el deseo, las propias trabas y valor sobre el exitismo en el ambiente teatral. Paula (muy buena interpretación de Rosario Varela) es actriz, pero dicta clases de español a extranjeros en un bar. Una tarde sufre un asalto mientras conversaba con su alumno. Cuando el ladrón se aproxima, ella, sin querer, le pone la traba con su pierna, él cae al piso yqueda inconsciente. La cobertura de la noticia en los diarios y frente a las cámaras de televisión, la exponen frente a todos. A Paula le cambia el semblante, disfruta a pleno de esa instancia que le otorga sentido a la vida anodina y rutinaria que lleva, aprovechando a decir que es actriz. La directora hace un seguimiento continuo de Paula mientras deambula por castings, fiestas y reuniones con amigos, buscando algo que la aleje de su inconformismo y soledad, pero también se acerca con largos planos fijosdestacando el trabajo compositivo de Rosario Varela, al interpretar un personaje cambiante e introspectivo en plena crisis con ella misma. La protagonista fue seleccionada en el Laboratorio de Guiones Cinefilia en Santa Fe de Antioquia, Colombia y ha obtenido una Beca del Fondo Nacional de Las Artes para su desarrollo. Resultó ganadora del Concurso de Largometrajes Nacionales 2017 del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales y participó del WIP del Festival de Mar del Plata 2018. Si bien la película aborda cierta presión social, el snobismo y el grado de competencia dentro del mundo de los actores a una determinada edad, Picasso le otorga esperanza al relato, a través de un personaje que aún puede cambiar el rumbo de las cosas y redescubrirse. LA PROTAGONISTA La Protagonista. Argentina, 2019. Dirección y guion: Clara Picasso. Intérpretes: Rosario Varela, Macarena Suárez Dagliano, Ignacio Rogers, Jimena del Pozo Peñalva, Facundo Aquinos. Edición: Manuel Ferrari. Fotografía: Lucas Gaynor Dirección de Arte: María Eugenia Fermani. Diseño de sonido: Francisco Pedemonte. Música: Cheba Massolo y El mató a un policía motorizado. Duración en minutos: 65 minutos.
LOS AVATARES DE LA AGENDA El comienzo de la película es una falsa promesa de comedia absurda. Tiene una frescura inusual para un contexto donde todo parece obedecer a la lógica estético/ideológica de lo mismo y anticipa una gran actuación de Rosario Varela. En un café, Paula le enseña conversación a un alemán en medio de interrupciones varias. Son los signos culturales del presente: el celular, el mozo que trae el café, las dispersiones propias de la actualidad que interfieren en cualquier tipo de comunicación. El corolario será un asalto, pero banalizado de manera tal que sirva como excusa, a través de una elipsis, para que Paula se haga famosa por haberlo frustrado azarosamente. Una tragedia que no fue da lugar a la comedia. La gente le grita por la calle “mujer maravilla” y ella da notas, cumpliendo su sueño de ser reconocida, una forma de enfrentar su fracaso personal como actriz. Ella es maestra, pero pretende ser otra cosa. Cuando se apaga el impacto mediático de la noticia, la desconexión de Paula entre lo que es y lo que parece ser le otorga a la película una atmósfera de enrarecimiento progresiva. Nada dura demasiado en medio de una rutina que la directora amasa con situaciones que transcurren como flashes: un casting, una salida, una sesión de terapia, lo que sea. Mujer de ningún lugar. Esta es la plataforma movediza por la que camina constantemente la protagonista. La ligereza de esta primera parte despierta grandes expectativas, sin embargo, no faltará nada para que la historia desemboque en un itinerario existencial que se conecta con gran parte del cine abúlico porteño que suele llegar a las salas. El descentramiento que se encontraba enmarcado bajo el ala de un humor soterrado le cede el paso a una puesta en escena esquemática a base de fundidos en negro que funcionan como enlaces; diálogos forzados y lagunas narrativas con aires de importancia sacan a la película de la comedia y la devuelven a un estado embrionario trágico inentendible. Una lástima.
AMBIGÜEDAD APARENTE “Bien, todo bien. Acá, en la quinta de una amiga. Sí, está re lindo –le miente a Marcos por teléfono, mientras levanta la cabeza y deja la mirada perdida. Tanto el cuerpo en la reposera como las gesticulaciones del rostro permanecen rígidas por unos segundos hasta que vuelve a hablar– sí, estoy en la pileta, obvio quiero aprovechar a estar acá en el verde que no me fui en todo el verano”. La escena sintetiza la lógica narrativa de La protagonista: por un lado, una joven de 32 años que parece incómoda con su vida, con el entorno y con la forma de ocupar los lugares como el bar donde da clases, los focus group, la panadería, la puerta del taller de teatro, la fiesta o el local de ropa. Por otro, una potente ambigüedad narrativa que impide confirmar si Paula actúa permanentemente o si dicha insatisfacción responde a un momento específico personal o a cierto alejamiento de la actuación. El espectador, entonces, duda, se pregunta y nunca termina por comprender si aquello que ve es una puesta en escena constante o si bajo ese modo de presentarse al mundo se esconde alguna señal subyacente que dé cuenta de los procesos internos. ¿Cuál es el límite? ¿Acaso importa? Para contrarrestar tal disconformidad, la directora Clara Picasso parece proponer como refugio el celular ya que la mujer se encuentra inmersa en la pantalla del aparato o escuchando música a lo largo del filme. Incluso, esa información le queda vedada a espectador y sólo descubre quiénes la llaman mediante las respuestas de ella. Sin embargo, este tratamiento genera una distancia mayor entre el mundo interno y el afuera, entre lo no dicho y lo expuesto que atenta con la propuesta ambigua volviéndola, por momentos, monótona y arbitraria. Lo mismo ocurre con el robo del inicio ya que si bien funciona como puntapié para movilizarla y, con ello, alterar el entorno de la actriz que hace tiempo no se presenta a castings y está alejada del ambiente. La entrevista televisiva, el reconocimiento en la calle, los llamados, los comentarios de conocidos y extraños favorecen al juego entre el título de la película y el rol que ya no desempeña en su vida. Pero, con el correr del metraje, ese código termina extinguiéndose hasta terminar como una anécdota en un cumpleaños llena de extraños o en el olvido de la panadera que demora con exceso la entrega del pedido. Hacia el final de la película ya no importa si se trata de una gran puesta en escena o de una suerte de estado de detenimiento para (re) habitar los espacios y el universo propio puesto que el desgaste aplaca cualquier intención. Y la última escena lo encarna a la perfección, con contornos débiles entre una posibilidad y otra. A veces, parece que no importa. Por Brenda Caletti @117Brenn
Un día de fama La vida diaria de Paula (Rosario Varela) parece impropia de la artista que dice ser. Se presenta como actriz aunque hace tiempo que no participa de ninguna obra; se gana la vida dando clases de castellano para extranjeros y asistiendo a encuestas de mercado donde interpreta diferentes personajes cada vez que asiste, técnicamente ejerciendo su profesión principal. Justamente durante una de esas clases frustra un asalto en el bar donde se encuentra. Consigue los cinco minutos de fama que ansiaba gracias a que es entrevistada para la televisión, contando su propia versión de un hecho bastante confuso pero al que ella acomoda para salir con su mejor perfil. Durante un par de días la gente del barrio la saluda en la calle y le pide fotos, a la vez que reaparecen amistades que la llaman por teléfono después de verla en la pantalla. Pero pronto todo se desinfla y vuelve a su rutina habitual de maquillarle la realidad a su madre por teléfono, dormir en la terraza al sol de puro aburrimiento, o esperar la llamada de ese novio que -con curiosa sincronicidad- hace unos meses que se conviritó en ex al mismo tiempo que empezó a actuar en televisión. No hay una trama para seguir ni un gran conflicto para resolver en La Protagonista, más que espiar a Paula durante su breve momento de felicidad y, en cuanto se le acaba la efímera fama, la posterior recaída a su rutina habitual, más marcada por la apatía y la frustración de estar alcanzando una edad donde se nos enseña que los sueños ya tienen que haber empezado a cumplirse. Atrapada en ese círculo, donde no tiene demasiados problemas externos para sostener una tranquila vida burguesa de clase media, pero tiene tiempo de sobra para padecer sus conflictos internos sin la urgencia de resolverlos, Paula disimula todo lo que puede y vende hacia el afuera una imagen diferente que la que vemos cuando está sola, donde su máscara se afloja y revela un poco de lo que realmente siente. Esos breves momentos de vulnerabilidad es todo lo que La Protagonista nos va a dejar saber sobre ella, mientras la vemos dejándose llevar por la inercia de esperar que sus planes se hagan realidad espontáneamente. Porque no parece tener intenciones de cambiarlos ni hacer nada para que sucedan. Como no puede faltar, hay observaciones con humor al clásico ego del rubro y a las enemistades o envidias que conduce, que aunque no pasan de algunos momentos esporádicos resultan los más interesantes de un film que decide no profundizar en el desarrollo de personaje ni de una historia. Todo se sostiene más que nada por el trabajo de Rosario Varela, quien pasa gran parte de su tiempo en pantalla en soledad, logrando transmitir algo de lo que sufre su personaje. El resto del elenco son poco más que extras intercambiables sin muchos rasgos diferenciables; se olvidan en cuanto se alejan. Salvo dos o tres planos fijos que aprovechan el contexto para hablar en nombre de Paula, todo en la puesta en escena es tan tibio y apático como el relato que encuadra. Termina cuando termina, pero podría haber sido un rato antes o después sin demasiado efecto.
Mezcla de signo de los tiempos con comedia costumbrista, La protagonista nos cuenta una historia de autodescubrimiento en la era de la conexión virtual. Paula es una actriz que no está trabajando como tal. Obtiene sus ingresos dando clases en bares y participa de focus groups para marketing, en los cuales actúa personajes por encargo y hasta eso hace sin convicción. Su vida parece no tener rumbo en ninguno de los aspectos, hasta que un accidentado intento de robo en un restaurant le da una inesperada pero también efímera popularidad. Lejos de la post-adolescencia, la mujer en la que Paula se convirtió le resulta a ella misma una extraña. Sus vínculos, sus trabajos e incluso su vocación parecen lejanos y poco importantes. Esta especie de comedia costumbrista argentina, alejada del histrionismo y los chistes, toma un personaje que atraviesa una crisis existencial y, lejos de dramatizarla o victimizarla, la nutre de una especie de gracia contenida que parece ajena a su persona pero no a quienes la rodean. Ya hemos visto muchos films que tratan la angustia de un personaje en plena adultez que no encuentra sentido a su vida, pero lo que destaca a esta película, particularmente, es su entramado en el contexto de un mundo donde las relaciones virtuales suelen parecer más importantes en comparación a las interacciones en la vida real. Paula no trabaja de actriz y sin embargo ante las cámaras se vuelve una inmediata celebridad sin tener ningún mérito real, y ni ella misma logra explicar muy bien qué es lo que pasó. En medio de las repercusiones por ese episodio, ella parece encontrar un nicho en el cual la gente la reconoce y la hace sentir como una celebridad. Sin embargo el personaje no se siente cómodo al mezclar sus afectos con esa nueva faceta de su vida y, rápidamente, el interés que el episodio generó, decae, tanto para ella como para su entorno. La actuación de Rosario Varela es convincente y es, en gran parte, lo que hace que la película funcione tan bien. Algunas cosas son un poco forzadas pero tienen probablemente más que ver con la dirección actoral que con ella. Los personajes secundarios acompañan bien casi todo el tiempo, destacándose la pequeña intervención de Manuel Vignau como el ex novio y, aparentemente, único actor realmente consagrado de su entorno. Aunque la premisa inicial parece bastante sencilla, y en definitiva lo es, el gran acierto de La protagonista es poder mostrar una visión del mundo actual en el que Paula se encuentra perdida, a través de pequeños símbolos y fragmentos de información a lo largo del relato, en lugar de apelar a los clásicos diálogos sobre explicativos. Cada dato que vamos obteniendo del personaje de Paula nos va construyendo la realidad en la que vive, y que vamos comprendiendo cada vez más. Destacable también la fotografía del film en el cual abundan planos muy bellos que complementan la dicotomía que se vive entre la congoja del personaje y la belleza que la rodea, así como la gran decisión de montar el film como si fuesen pequeños capítulos a los que les cuesta mucho unirse entre sí, tal como le pasa a Paula. La protagonista es un lindo film que se disfruta tanto desde lo estético como desde lo humano, y que logra que el espectador se relacione con su personaje central sin forzar el dramatismo ni apelar a situaciones muy forzadas, una película que logra congeniar un planteo emocional profundo al mismo tiempo que hacer pasar un rato muy entretenido.
Muestra los duros momentos que vive una joven de unos 30 años que busca subsistir por un lado concurriendo a castings para conseguir un empleo como actriz y por el otro dando clases particulares de idioma a extranjeros en bares, lugar donde un día ocurre un robo y por una torpeza de ella impide que ese hombre logre su objetivo, hecho que le da la posibilidad de convertirse por unos días en heroína, pero luego todo se diluye. La cámara sigue a este personaje a través de los distintos lugares y vaivenes que le toca vivir. Su trama da vida a una serie de situaciones agridulces y cuenta con la buena actuación de Rosario Varela quien en todo momento se pone su desarrollo a cuesta. La película muestra situaciones que a través de largos planos y silencios interminables relata partes de una historia que no termina de convencer.
Una actriz que sobrevive como puede, por azares que no tienen nada que ver con su profesión, se vuelve –fugazmente– célebre. Pero la vida sigue, lo extraordinario es eso, extraordinario, y hay que remarla como se puede. Notable film realizado con las imágenes justas y precisas, con actores perfectos, con una alegría por hacer cine que escasea no solo en la pantalla argentina. Busque y disfrute que vale la pena.
La comedia dramática de la realizadora argentina se centra en los dilemas de una actriz que llega a la fama de la manera menos pensada. Rosario Varela, Macarena Suárez Dagliano e Ignacio Rogers protagonizan este film que se ve todos los viernes a las 21 en el Malba. Y desde el jueves 9 en el Gaumont. Una actriz sin suerte se convierte en noticia de la manera menos pensada. Ese es el punto de partida y el «gancho» de LA PROTAGONISTA, película argentina protagonizada por Rosario Varela, quien encarna a Paula, una chica que termina haciéndose (relativamente) famosa al quedar involucrada en un caso policial con mucha trascendencia televisiva. Es un tipo de celebridad que no espera ni imagina y con la que no se siente del todo cómoda. Aunque, en realidad, Paula no parece sentirse del todo cómoda en ningún lado, con fama o sin ella. A lo largo de esta comedia dramática de la directora de EL PASANTE, la tímida Paula intenta usar este súbito foco de atención sobre ella con sus amigos, cuando se reencuentra con un viejo amor o en fiestas y reuniones con colegas y amigos. Pero no resulta del todo efectivo. El golpe de fama dura poco y, de todas maneras, las cosas se le siguen complicando a la chica por su propio modo de enredarse en sus contradicciones. El título parece dejar en claro que eso de ser «protagonista» (en lo social o en lo personal) no le sienta necesariamente bien a todo el mundo. Con algunas reflexiones sobre el universo actoral (las inseguridades, los celos, la sensación de que siempre a los demás les va mejor que a uno), LA PROTAGONISTA es también, y más que nada, una lúcida exploración sobre las dificultades de una persona para hacerse cargo de sus propios actos, su propia vida. Y la trama del film viaja un poco en abismo, de la misma manera que la vida de Paula, dejándose llevar por las circunstancias, imposibilitada de tomar las riendas de su propio relato. Así en la vida como en el escenario.
Luego de este episodio, el punto de partida dramático de “La Protagonista”, se nos convida a reflexionar acerca de la fugacidad de la fama, leve espejismo que disimula una vida gris y una crisis aún más profunda: Paula no está contenta con su profesión y buscar superar los daños de una ruptura emotiva reciente. De esta forma, una actriz divorciada de su oficio va transitando esa toma de conciencia de modo radical, convirtiendo a la película en una microscópica mirada hacia el mundo íntimo de una intérprete redescubierta como tal. Participante del último Festival de Mar del Plata, en la categoría de Selección oficial por competencia iberoamericana, la ópera prima de Clara Picasso pesquisa la realidad de una mujer frágil y en crisis. Si el disparador de la película es un hecho traumático que sufre y la coloca a las puertas del éxito de modo sumamente impensado, no precisamente un suceso actoral le otorgará el renombre que todo interprete cree merecer. Esta ventana indiscreta al mundo interior de su personaje nos permite descubrir aspectos de su personalidad atractivos para el espectador. “La Protagonista” provee un cine observacional y minimalista que explora la responsabilidad sobre los propios actos y ejercita la enésima meta-referencia al universo de ficción.