Replanteando el cariño Como cualquier otro ámbito artístico hegemonizado por la burguesía, el cine suele privilegiar un enfoque bello y condescendiente para analizar temáticas consideradas ajenas, ya sea por ser propias de otras clases sociales o no amoldarse a los parámetros de representación del estrato. Las exploraciones de otros grupos, sectores o naciones muchas veces se encaran desde la fórmula narrativa del “outsider”, ese testaferro tanto del director como del supuesto espectador ideal -su espejo- que anda haciendo turismo en un terreno que no es el suyo y que funciona como nuestros ojos en el descubrimiento de lo desconocido. Cuando pretende algún tipo de legitimidad, el autor de turno impone como protagonista más a un antihéroe que a un adalid tradicional, no obstante casi siempre mantiene este engranaje hiper narcisista porque es muy aceptado dentro del mainstream. L'amore con te (Il Colore Nascosto delle Cose, 2017) respeta a rajatabla las minucias del formato en ocasión del retrato del afecto entre un publicista, Teo (Adriano Giannini), y una osteópata ciega, Emma (la genial Valeria Golino): a pesar de que la contraparte femenina es muy importante porque constituye la puerta de entrada a lo ignoto, en verdad la historia está armada alrededor del mamarrachesco Teo, un personaje que arrastra diversas características propias del varón en general y aquí levemente exacerbadas (prefiere acumular el menor número posible de responsabilidades y es bastante promiscuo… o en términos prácticos, no deja pasar ninguna oportunidad de acercamiento romántico). Es a través del universo convulsionado del señor que nos metemos en la rutina cotidiana de la no vidente Emma, en esencia una “mujer común” que hace frente a su discapacidad sin nunca bajar los brazos. De a poco el estilo de vida despreocupado del protagonista -que incluye nulo contacto familiar, sobredimensión del trabajo, tendencia a maniobrar entre una novia y una amante, etcétera- se caerá a pedazos cuando se enamore de Emma y tenga que replantearse su idea del cariño para no lastimar a los que tiene alrededor con mentiras y engaños recurrentes, propios del que no desea hacerse cargo de los disgustos que ha provocado. El realizador y guionista Silvio Soldini, conocido por la interesante Pan y Tulipanes (Pane e Tulipani, 2000) y responsable también de Per Altri Occhi (2013), un documental donde analizaba el devenir de un grupo de ciegos, en esta ocasión privilegia un tono naturalista y despojado para describir el ir y venir citadino de los personajes, apelando al mismo tiempo a una serie de situaciones mundanas que pretenden construir una sensación de intimidad fragmentada. Precisamente, la película por momentos abusa de este rompecabezas que es la vida de Teo y Emma y alarga más de lo debido un metraje que podría haberse reducido en una cuarta parte. Más allá de este problema, el cual por cierto tampoco llega a convertirse en un peso insoportable, el film a nivel general consigue evitar el estereotipo retórico/ social del “diferente virtuoso” que batalla contra los prejuicios de su contexto ya que si no fuera por la invidencia, bien podríamos decir que estamos ante una propuesta bastante conservadora en la que el hombre en cuestión deja de lado a las mujeres banales y/ o controladoras para quedarse con la más “centrada” de todas, léase la más inteligente y coherente del lote. El mayor mérito de Soldini es que resuelve todo esto de manera muy sutil maquillando la lástima que despierta Emma y el patetismo pueril de Teo, circunstancia que redondea un trabajo amable y poco más que de tanta corrección política tamizada por el prisma light contemporáneo, termina cayendo en ardides narrativos tan antiguos como el arte mismo…
Finalmente enamorado L’Amore Con Te (Il Colore Nascosto Delle Cose, 2017) es una película italiana dramática dirigida y co-escrita por Silvio Soldini. El reparto está compuesto por Adriano Giannini, Valeria Golino, Laura Adriani, Anna Ferzetti, Arianna Scommegna, entre otros. Fue presentada por fuera de la competencia en el Festival Internacional de Cine de Venecia. Teo (Giannini) es un publicista que se alejó de su familia y no mantiene relaciones amorosas estables. Hasta que una noche va a experimentar un “Diálogo en la Oscuridad” (lugar sin luz donde las personas hablan sin conocerse el aspecto). Allí entabla conversación con Emma (Golino), una osteópata que desde los 16 años es ciega y hace poco se separó. El tiempo pasa y Teo se pone de novio con Greta (Ferzetti). Por casualidades de la vida, un día Teo va a comprarle una blusa a Greta y en ese mismo local reconoce a Emma en los vestidores, probándose un vestido rojo. El publicista se acercará y volverá a hablar con Emma, con la excusa de que tiene un dolor en el hombro y le vendría bien que ella le dé un turno en su consultorio. Entre encuentro y encuentro, a Teo le interesará cada vez más esta mujer, por lo que le mentirá a Greta sobre su paradero. ¿Pero hasta cuándo será capaz de mantener dos relaciones a la vez? Estamos ante una película romántica muy sencilla que tiene un gran problema: su duración. Porque si los hechos se hubiesen contado en hora y media en vez de en 120 minutos, el relato hubiese sido mucho más ameno. Sin embargo, de esta forma el ritmo se pierde, lo que puede provocar más de un bostezo en la sala. Y esto sucede porque en su primera parte pareciera que el director se quedó sin contenido para plasmar en la pantalla. Los dos protagonistas se van conociendo y se nota que se gustan, pero no pasa más que eso. Emma tiene a una alumna (también ciega) a la que le enseña francés y por su lado esto resulta más que interesante ya que la joven está enojada con el mundo por su situación. Por el contrario la situación de Teo no está tan bien desarrollada: a él lo llama su familia para decirle que su padrastro murió, sin embargo él no quiere volver a su lugar de origen ya que no se llevaba bien con el fallecido. Muchas veces la historia de amor es vista desde la perspectiva de él, sin embargo como espectador a uno le cae mucho mejor ella como persona. Se torna pesado llegar a la parte de la película en la que el problema ya está visible entre los dos personajes centrales, sin embargo cuando ese momento llega la cinta consigue recuperar el interés, llegando a un final correcto que deja buen sabor de boca. Por otra parte, es para destacar la actuación de Valeria Golino como una mujer que perdió la vista pero se supo adaptar al mundo que la rodea. En ningún momento dudamos de su perspicacia e inteligencia, a la vez que también consigue transmitir vulnerabilidad. L’Amore Con Te, que en realidad su título original significa El color oculto de las cosas”, muestra el momento en el que una persona se enamora de otra en su totalidad y a la vez le cuesta aceptarlo hacia el exterior. Aunque sea muy larga teniendo en cuenta lo que quiere mostrar, los románticos no se arrepentirán de verla.
“L’Amore con Te” es una película romántica, con todas las de la ley del género, pero con una diferencia fundamental que la hace atípica. Del director de “Pan y Tulipanes”, Silvio Soldini, el film cuenta la historia de Ema y Teo, quienes vienen de mundos totalmente diferentes. Sin embargo, eso no impide que el amor, a pesar de todos los problemas que trae ser tan opuestos, surja. El devenir de la película se ocupará de que ese amor se sostenga después del primer flechazo de Cupido, que nace de una apuesta de él con un amigo. Teo vive de la imagen y está híper conectado con su trabajo, que es lo que más ama, pero del resto: huye. De su pasado, de sus mujeres. Ella perdió las imágenes cuando se fue su vista a los 16 años y es una batalladora que va al frente con lo que se le cruce. Se conocen, se fascinan, pero toda la alegría se esfuma, cada uno vuelve a su vida, aunque nada será como antes de conocerse. La película busca retratar a dos personajes que apuestan al amor, a pesar de que uno vive de las apariencias y la otra de todo lo contrario. Por su parte, los roles secundarios tienen su propia vida que sin embargo confluyen con las de los protagonistas haciendo más fluida la cinta. El guion sostenido remata con un final que lo pone a él en una perspectiva y convicción que da el giro esperado por el espectador, otorgándolo algo predecible. Con respecto a las cuestiones técnicas, presenta una fotografía que contrasta sutilmente el día con la noche, como identificando a los dos mundos permantentemente. La música, que suena a canción romántica antigua, acompaña muy bien en la armonía y en los altibajos de los inevitables desencuentros y conflictos. “L’Amore con Te” es una película romántica, pero distinta a lo que acostumbramos ver, golpeando a las apariencias.
“L’amore con te”, de Silvio Soldini Por Hugo F. Sanchez Teo (Adriano Giannini) trabaja en publicidad, ronda los 40, tiene una relación más o menos estable, aunque está claro que su compromiso es casi inexistente frente al deseo de su novia de que vivan juntos. Lo cierto es que las relaciones afectivas no son lo suyo, no se contacta con su familia, vive para su trabajo pero siempre tiene tiempo para alguna aventura amorosa. Un día asiste a la experiencia que significa “Diálogos en la oscuridad”, en donde las personas conversan sin verse y ahí se siente seducido por la voz de una mujer. La mujer es Emma (está bien Valeria Golino, hizo los deberes), una osteópata que perdió la visión en su juventud y con quien vuelve a encontrarse Teo. Al igual que en la popularísima Pan y tulipanes Silvio Soldini contruye un relato sencillo, amable, previsible y emotivo. Esta ves se decide por una puesta binaria, en donde los opuestos invitáblemnte desembocan en la razón de ser de la historiea, entonces Teo que es publicitario y trabaja con imágenes, Emma no ve y su labor tiene que ver con el cuerpo de sus pacientes, Teo no ve más allá de su entorno, Emma está en contacto con la sensibilidad de las personas. En suma, él está perdido y ella no, los dos carecen de cosas, por lo tanto, son perfectamente compatibles. Tranquilizadora, sin grandes altibajos, prolija y sin estruendos, L’amore con te se acerca bastante a decenas de telefilms, lo cual no quiere decir que esté mal, el cable y hasta los sistemas de streaming siempre necesitan productos de estas características. El cine no. L’AMORE CON TE Il Colore Nascosto delle Cose. Italia/Suiza, 2017. Dirección: Silvio Soldini. Guión: Silvio Soldini, Doriana Leondeff y Davide Lantieri. Intérpretes: Adriano Giannini, Valeria Golino, Arianna Scommegna, Laura Adriani, Anna Ferzetti, Andrea Pennacchi, Beniamino Marcone, Mattia Sbragia, Valentina Carnelutti, Giuseppe Cederna. Producción: Lionello Cerri y Paolo Del Brocco. Distribuidora: Impacto. Duración: 115 minutos.
El director italiano Silvio Soldini, luego de un documental donde investigó el mundo de los ciegos que viven plenamente sus vidas, gustos y profesiones, evidentemente marcado por esa experiencia, comenzó a idear esta historia romántica que escribió con Doriana Leondef y Davide Lantieri. La relación entre una osteópata ciega, recientemente separada y un publicista exitoso, inmaduro, que vive conquistando mujeres y huyendo de ellas. El tema es que salvo el delicado y equilibrado tratamiento del personaje de Valeria Golino, que entrenó a la perfección, para lucirse en su papel y de la sensibilidad del director para mostrar a ese personaje, todo lo demás navega en las aguas del lugar común. Los vaivenes, encuentros y desencuentros entre ese hombre y esa mujer, con equívocos, frustraciones, idas y vueltas que tantas veces vimos en el cine. La pintura del seductor que encarna Adriano Giannini no deja de ser esquemática: exitoso profesional, mentiroso y seductor compulsivo que le tiene horror a cualquier profundidad de sentimientos y que con esta relación tambalea en sus convicciones. Desde los diálogos a como se muestra esta relación, la manera de filmarla cumple con las reglas del cine romántico hollywoodense. No mucho más.
Inexplicable puesta al día de films que trabajan desde el romanticismo problemáticas asociadas a alguna discapacidad para generar relatos efectivos. Acá la ceguera de la protagonista es el motor para impulsar la nada misma. Película de fórmula, con un tufillo a “hagamos esto sin mucha preparación”, Valeria Golino hace lo que puede destacándose en una propuesta triste, vacía, aburrida, sin mucho más que decir.
Romance en busca de final feliz Primero lo primero: resultan absolutamente inentendibles las razones por las cuales la distribuidora local optó por pergeñar un título en italiano –que sería más apropiado para una confitería especializada en diversos tipos de infusiones– en lugar de traducir la bella gracia original, “El color escondido de las cosas”. De hecho, detrás de esas palabras se ocultan algunos de los elementos centrales de este drama romántico dirigido por el veterano Silvio Soldini, célebre por un par de obras de alto perfil internacional (Pan y tulipanes, Sonrisas y lágrimas) y a su vez dueño de una extensa filmografía que llega hasta comienzos de los años 80. Emma (notable, como siempre, Valeria Golino, la actriz greco-italiana que alguna vez estuvo instalada en el seno de Hollywood) es una mujer de 40 y algo de años, independiente, osteópata de profesión y no vidente. Pero el guion de L’amore con te, ingeniosamente, retrasa la presentación de ese personaje y decide arrancar en cambio con Teo (Adriano Giannini, hijo del famoso Giancarlo), un exitoso creativo publicitario con tendencias narcisistas más que evidentes, una enorme facilidad para inventar excusas y mentiras para justificarse, y un gen de donjuanismo difícil de erradicar. Teo está dividido entre los encuentros con una mujer casada y la relación con una novia con la cual no parece demasiado convencido de querer convivir; atado, además, como buen adicto al laboro, a los constantes mensajes y llamados de su teléfono celular. El encuentro casual con Emma deriva en una sesión de masajes y posterior trago en un bar, pasos previos de una primera vez en la intimidad. Que no será tan así, a pesar de esa foto que Teo le muestra a su compañero de trabajo como si se tratara de un trofeo de caza: la película le revelará al espectador, algunos minutos más tarde que, alcohol o inhibiciones de por medio, “la cosa” no terminó de funcionar correctamente. Es en esos pequeños detalles del uso del fuera de campo, en la deriva no del todo funcional a la idea de romance cinematográfico de la primera parte del film, que L’amore con te encuentra sus virtudes. La gran interpretación de Golino, perfecta como una mujer ciega fuerte y decidida que, sin embargo, no logra esconder varias fragilidades, sirve de apoyo esencial a una trama que, en su porción temprana, prefiere una estructura de viñetas descriptivas al concepto de progresión dramática de hierro. Más tarde, cuando la amistad con beneficios comienza a entrar en terrenos emocionales más ligados a la atracción, el deseo y eso que suele llamarse amor, la trama comienza a tropezar con la obsesión por el romance trunco de manual: las confusiones, mentiras, defraudaciones y frustraciones derivadas de la idea del triángulo amoroso. Al tiempo que las zonas erróneas de Teo –quien mantiene una relación distante con su familia, al punto de no participar en los funerales de su padrastro– son expuestas a flor de piel durante el tercer acto. Punto para Emma, que en más de una ocasión llama al caballero stronzo, con absoluta justeza, aunque parece siempre dispuesta a comprender y quizá perdonar sus ofensas. Por cierto, los personajes secundarios están construidos de manera conveniente: la novia de Teo no es un mal bicho, pero nunca logra generar la simpatía total del espectador, al tiempo que la mejor amiga de Emma –una mujer con severa hiposivisión– es heredera de la vieja tradición del “alivio cómico”. Y así se llega al cierre con papel de regalo y moño, más atento a las convenciones del final feliz que a las contradicciones y asperezas de dos personajes que sólo podrían ser capaces de complementarse a la perfección en alguna publicidad craneada por la agencia de Teo.
Silvio Soldini, el director del hit de hace casi dos décadas Pan y tulipanes, filma aquí otra película sobre amores en la madurez (también lo era Sonrisas y lágrimas, de hace una década). En este caso, se trata de una película que se deriva de un documental hecho por el propio director en 2013, Altri occhi, en el que se veían las actividades y los muy sorprendentes deportes que realizaban los protagonistas no videntes. En L'amore con te -título de estreno local en italiano y muy distinto al original-, la protagonista Emma es ciega y la interpreta Valeria Golino, que supo tener una carrera en Hollywood. En realidad, durante buena parte del relato es más protagonista Teo, interpretado por Adriano Giannini (hijo de Giancarlo; el cine italiano sigue siendo en parte un entramado familiar). Teo es un publicitario de éxito, con novia y amante, y que empieza a enamorarse de Emma. La película dura casi dos horas y encaja algunas derivas -la amiga adolescente de Emma, las jornadas de trabajo de Teo- que quizá no ayuden a su concisión, pero la sostienen casi siempre contra la tendencia a la tensión del conflicto inútil. En ese sentido, esta película mayormente solvente, por momentos fluida, "profesional" con varias de sus cargas positivas y negativas, gana al no pretender grandes vuelcos en la lógica de sus protagonistas, más allá de adaptarse a lo inevitable, como puede serlo un enamoramiento.
Las historias de amor, siempre son bien recibidas en cartelera. Es un género que tiene pocos exponentes en relación a otros tiempos, y concita cierta atención en el público, que la mantiene como corriente tradicional. No genera el movimiento de los tanques de acción pero siempre esta ahí. En esa necesidad de tener títulos del género, nos lleva la europea "L'amore con te", cinta en la que abordaremos la relación entre una bella no vidente, y un publicista mujeriego, con todo lo que eso significa. En esta producción del prestigioso Silvio Soldini ("Pan y tulipanes"), Teo (Adriano Giannini), es el hombre que genera el epicentro emocional. Un publicista exitoso, con novia y amante, predispuesto al encuentro ocasional y con una vida de evasión clara de responsabilidades. Un varón que no ha crecido, claramente. Cierto día, en un encuentro llamado "Diálogos en la oscuridad", se enamorará de la voz de una mujer, y al tener contacto con ella, conocerá su historia. Emma (Valeria Golino, intacta a pesar de los años),osteópata de profesión, es una bella mujer sin visión. Luego de ese encuentro, volverán a encontrarse en forma accidental y él no dejará pasar la oportunidad para agendar una cita profesional con una excusa física. Lo que es cierto es que Emma, hacia los 16 años, dejó de ver y tiene un mundo particular con el que interactúa. Sus sensaciones están amplificadas, y hay en ella una construcción interna potente que le permite haber exterizado un perfil cautivante. Teo, un hombre en apariencia superficial, entonces comienza un camino de seducción que lo alejará de sus intereses habituales, y lo ubicará en otro lugar: percibir lo que fluye, más cerca de las emociones. El film mostrará ese camino que recorrerán juntos, en el cual deberán integrarse y entender sus códigos y aspiraciones, tarea, que les anticipo no será sencilla. Soldini hace un relato demasiado extenso, para una historia que, en escencia, debería ser más breve. Casi dos horas de metraje para ese descubrimiento entre los protagonistas me parece demasiado. Más, cuando todos entendemos de movida, que es lo que Teo ve en Emma: se enamora de su sensibilidad y sencillez, en contraste con su mundo de miedos, mentira y banalidad. Los aspectos técnicos están bien, pero hay demasiado tiempo en pantalla de la pareja, en situaciones que revierten a veces, poco interés cinematográfico. Giannini no luce demasiado convincente y se apoya en el talento de Golino para dar más credibilidad a la relación. No veo nada que haga particularmente distinta, a "L'amore con te". Resumiendo, un film romántico, extenso y que invita a su visionado sólo si son fan del género.
De Silvio Soldini, el autor de la deliciosa "Pan y tulipanes" y de la inquietante "Cosa voglio di più" (dos miradas sobre las ventajas y desventajas del adulterio), llega ahora un relato agridulce, cuyo título de venta entre nosotros anuncia el amor de una persona con otra. El título original es distinto, "Il colore nascosto delle cose", el color escondido de las cosas. Es decir, hay algo más que un romance. Años atrás, Soldini hizo un documental, "Per altri occhi", sobre las aventuras cotidianas de un grupo de ciegos. Uno de ellos, excelente profesional osteópata. Cambiando el género, acá nos presenta a una osteópata que perdió la vista en plena adolescencia, pero no por ello perdió las ganas de vivir, ni de querer. Un tipo exitoso la descubre y se siente atraído por ella. Pero es como el patotero sentimental del tango de Manuel Romero, que en su vida tuvo "muchas, muchas minas, pero nunca una mujer". Las engancha, les miente para no hacerlas sufrir, y al final, aunque no quiera, las hace sufrir. Empezando por la madre, a quien hace rato que no visita. Así, en esta historia no todos los que tienen vista saben ver, y no todas las ciegas son "pobrecitas". Buena historia de aprendizajes, contada con respeto, mano experta, momentos risueños, personajes que evolucionan (por ejemplo, una jovencita peleada con el mundo), un trasfondo para pensar y un final delicado, de cierre sensual y poético. En composición admirable se luce Valeria Golino. No le va muy en saga su partenaire Adriano Giannini. ¿Le suena ese apellido al espectador? Sí, es el hijo de Giancarlo Giannini, en versión físicamente mejorada. Locaciones en el quartiere Flaminio de Roma y barrios vecinos.
Mis ojos en tus manos L’ amore con te (Emma, 2017), película dirigida por Silvio Soldini, es una mirada particular sobre el romance en el mundo de hoy donde abunda la superficialidad, lo efímero y la tecnología como entes importantes. Siguiendo el estilo de una comedia de situación, apela a la tradición italiana que viene en su origen, haciendo que el humor y la emoción nazca de la disparidad, del malentendido en este caso, de dos personajes que parecen difíciles de relacionarse. Todo sin caer en la melancolía ni en un drama intenso, sino una manera casina y alegre encerrada en un mundo atractivo y cómplice. Teo (Adriano Giannini) es publicista, tiene una pareja y al mismo tiempo una amante, una casa a donde ir y otra donde quedarse cuando quiera. Lleva sus días alegres e inmiscuido en un mundo de creatividad y alejado de toda responsabilidad. Sin embargo, parece ocultar más de lo que realmente asume de su vida. Tiene un lado oscuro y es una contradicción. Muy tranquilo y muy vertiginoso, siempre con una máscara andante. Él conocerá de manera azarosa en su vida frenética y sosegada a Emma (Valeria Golino), una osteópata ciega y profesora de jóvenes ciegos, que lo hará brotar de su vida “normal”. La voz, el tacto, la inteligencia y todo de Emma le gusta. Incluso que no pueda ver lo atrae más y aumenta su curiosidad. Es así que de manera rápida e intimista, comenzarán a relacionarse. Empezará el amor y todo dará un giro especial para cada uno. Una relación atípica, irónica, pero, al parecer, sincera. Lo mejor que nos trae la película es sin duda los personajes. Son todos los dueños del relato. Sobre todo la pareja principal. Interesante la postura de él dedicado a la superficialidad y venta como es la publicidad, siempre acelerado por el teléfono, y ella que sin el sentido de la vista, está inmersa en un mundo más metafísico, sensorial con un aire oriental de maestro espiritual. Además se desenvuelve con toda naturalidad y como parte de un mundo que no le da impedimento alguno. Esa irreverencia a tomar la ceguera como algo normal, resulta atrapante y a los personajes los atrae más. Ambos llevan todo el relato a volverlo enternecedor y atractivo. Pero además, están los personajes secundarios, lo cuales le dan ese tinte de comedia a la italiana a esta película. La amiga de Emma y los amigos de Teo son seres que elevan la historia, en lugar de conjurar un drama nos devuelven un aire de alta espontaneidad. Además de todo, la película tiene una mirada a la europea con un lenguaje sosegado y de aire de tranquilidad a partir del cual va naciendo la historia. Un fragmentación a lo Jim Jarmusch, es decir, que nace de lo cotidiano de cada detalle. Una gran que trae una mirada novedosa al cine italiano, un despertar que, por otro lado, tiene a su director Silvio Soldini, como conocedor después de una filmografía extensa.
Dirigida por Silvio Soldini, y escrita en conjunto con Davide Lantieri y Doriana Leondeff, L’amore con te es una fallida historia de cómo un amor puede cambiar la forma de ver y enfrentarse a la vida. “El color oculto de las cosas” es la traducción del título original de esta película italiana, siendo curioso que lo cambien para elegir otro del mismo idioma. La primera escena de L’amore con te no la vemos, es una pantalla en negro y sólo escuchamos e intentamos diferenciar unas voces. Teo asistió a una especie de museo sensorial y al salir de ahí no se podrá olvidar de cierta voz. Hasta que se la encuentra y resulta que es la de Emma, una mujer osteópata ciega, a quien no define su discapacidad. Teo es un publicista que anda entre varias relaciones amorosas. Alguna se parece más a un noviazgo, otra a un amorío pasional y pasajero. Cuando conoce a Emma le atrae inmediatamente pero lo que comienza como una conquista entre tantas, de a poco, se va tornando en algo más profundo. La película elige en un principio optar por la perspectiva de Teo, un muchacho que se muestra siempre canchero y que se lleva todo por delante. No obstante, el papel de Emma comienza a cobrar mayor importancia y en algún momento se la seguirá más a ella, una mujer que no siempre supo resolver su vida tal como lo muestra ahora. El problema principal del film es que ninguno de los dos protagonistas son lo suficientemente agradables. Es bastante complicado, aun cuando ya avanzada la película el personaje va manifestando su transición personal, empatizar con Teo y lo cierto es que Emma -en un personaje que al menos no pretende nunca dar lástima ni ocupar el lugar del débil-, tampoco resulta tan querible en varias de sus actitudes. Al contrario, un tercer personaje, una amiga de Emma que luego también entablará una especie de amistad con Teo en un curioso trío, termina siendo el gancho principal durante gran parte del relato. Y es un personaje que no se termina de aprovechar. Por otro lado, otro personaje que anda dando vueltas por ahí y que termina siendo imprescindible para la resolución también resulta irritable gran parte del metraje, una joven adolescente que se quedó ciega y manifiesta constantemente un enojo para con el mundo lastimando incluso a aquellos que quieren ayudarla. L’amore con te tiene tintes de comedia y de drama pero intenta ante todo ser una película romántica sin subrayados y con un tono más bien realista, aunque lo logre sólo por momentos. La historia de un amor que modifica personas y sus modos de ver la vida. Así, Teo se presenta como un personaje que se la pasa escapándose de las relaciones no sólo conyugales sino familiares y es la relación con Emma lo que lo va modificando y haciéndole replantear incluso su forma de relacionarse con esa familia a la que no ve ni con la que se habla desde hace años.
Muchos recordarán Pan y tulipanes, que allá por 2001 tuvo un gran éxito en la Argentina y el mundo. Su director, Silvio Soldini, es todo un especialista en comedia romántica y en la exploración de relaciones de pareja. Ahora el veterano cineasta vuelve sobre su temática favorita, pero a este amor con barreras le agrega un riesgoso ingrediente: la discapacidad de uno de los protagonistas. L’amore con te -genérico y astuto rebautismo local, en italiano, del más complejo Il colore nascosto delle cose- cuenta una historia clásica: un mujeriego empedernido se replantea su vida de engaños cuando encuentra a una mujer que le toca el corazón. En este caso, esa mujer es ciega. He aquí la comprobación del dicho aquel del camino al infierno empedrado de buenas intenciones: en su biempensante intento por desterrar los prejuicios sobre la ceguera y “humanizar” a los no videntes, Soldini cae en una condescendencia y un maniqueísmo capaces de arruinar cualquier película. Porque además de ciega, Emma (Valeria Golino) es bella. Y dulce. Y sensible. Y solidaria. Y abnegada. En fin: su único defecto es que no puede ver. Y ni siquiera, porque según ella misma dice, esa imposibilidad la habría dotado de una mayor profundidad espiritual: “Ustedes están más ligados a la apariencia; nosotros tenemos que ir más allá”. Es decir, esta cuasi perfección se extendería a todos los ciegos. De hecho, Emma tiene una amiga con la visión disminuida que es simpatiquísima (y el mejor personaje de la película). El egoísmo, la superficialidad, la hipocresía, quedan reservados para quienes carecen de dificultades oftalmológicas. Pero quizá lo peor del asunto sea que la ceguera de Emma es lo único que distingue a esta historia de otras ya contadas cientos de veces.
Teo (Adriano Giannini) es socio de una agencia de publicidad, tiene una novia oficial y una amante. Es el típico exponente del italiano de clase media acomodada, ejecutivo exitoso, mujeriego y algo chanta, habituado a las pequeñas mentiras para salir del paso, a no asumir otras responsabilidades que no sean las laborales y siempre dispuesto a cumplir con sus impulsos y deseos. El protagonista conoce a Emma (Valeria Golino), una osteópata que ha quedado ciega a los 16 años y lucha para sobrellevar esa dificultad con entereza y dignidad. Teo se obsesionará primero y se enamorará después de ella. Todo servido para una tragicomedia romántica donde la lógica de ambos personajes nunca es traicionada ni se cede (del todo) a los condicionamientos y la dictadura de la corrección política. El director viene trabajando la problemática de los no videntes desde hace bastante tiempo (hasta filmó en 2013 el muy buen documental Altri occhi), pero eso no implica que aquí caiga en la bajada de línea, la conmiseración o el paternalismo. L'amore con te -título en italiano que nada tiene que ver con el original Il colore nascosto delle cose- es una agradable, sencilla y por momentos divertida fábula sobre el amor en las diferencias. En ese sentido, hay bastante por agradecerle a la pareja protagónica (también hay buenos aportes de personajes secundarios como la amiga y confidente de Emma), ya que el hijo de Giancarlo Giannini (el mismo galán que trabajara hace más de 15 años con Madonna en Insólito destino, de Guy Ritchie) y Golino aportan una simpatía y un carisma incuestionables. Puede que el espectador más exigente sostenga que L'amore con te no es demasiado sorprendente ni audaz y esa aseveración tiene bastante de cierto, pero esa decisión es también parte de la fuerza y el atractivo de una película que no pretende contar grandes conflictos ni ofrecer alegorías ambiciosas. Es, en definitiva, un pequeño cuento, por momentos algo previsible, en otros decididamente encantador. No es poco.
Llega esta historia a través del realizador y guionista milanés Silvio Soldini (59), conocido por el interesante film “Pan y Tulipanes” (2000). Aquí narra los momentos que vive Emma (Valeria Golino, logro una buena interpretación, buscando cada detalle de los invidentes) una mujer que le hace frente a la vida, no baja los brazos pese a su discapacidad porque ella es ciega pero ve más que aquellos que no sufren esa discapacidad. Teo a su lado ira aprendiendo muchas cosas de la vida, donde juega mucho lo sensorial. Ellos son dos personas muy diferentes pero de alguna manera se encuentran. Su relato resulta sencillo, agradable, previsible, emotivo e ideal para corazones románticos. Uno de los problemas es que tiene secuencias que se alargan, pierde el ritmo, se hace lenta y le sobran algunos minutos. La traducción del título sería “amor contigo”.
Emma es ciega. Su discapacidad nos transporta hacia la oscuridad absoluta, a una vida donde los otros sentidos deben ser desarrollados involuntariamente por la biología del cuerpo humano en su afán por reemplazar la visión. Trabaja como osteópata y enseña francés a una muchacha joven no vidente de carácter temeroso y rebelde que jamás salió sola a la calle. Un día conoce a Teo, un cuarentón buen mozo que se gana la vida como creativo publicitario y que responde a toda característica lógica de hombre exitoso. La atracción no se tarda entre ellos, en medio de escapadas nocturnas, cenas con vinos finos y un cúmulo de pasiones que, latentes entre charlas que abrazan el encanto de lo novicio, se hacen esperar como consumación de virgen. Todo parece perfecto hasta que se da cuenta, por un encuentro desafortunado, de que el galán tiene pareja. El cuento de hadas perfecto termina. L’ Amore con Te, de Silvio Soldini, tiene un par de hallazgos que no la confieren al olvido eterno, también tiene algunas buenas ideas en la puesta en escena que parecen hablar de un realizador preocupado por narrar algo más que un mero film romántico. Una escena tiene a Emma perdida entre las góndolas de un supermercado, luego de enterarse de que su conquista estuvo siempre en pareja, y cuando intenta escapar no solo de la situación, sino de ese sentimiento que parece arderle en el pecho, vemos cómo el entorno se va de foco. De manera inteligente, Soldini no utiliza subjetivas imposibles o ridículas (¿Puede un director ser tan manipulador e intentar hacer una subjetiva de un ciego?…), por lo que sitúa la cámara detrás de la protagonista y por sobre sus hombros. Ella jamás ve el entorno que la rodea, pero nosotros sí. Somos testigos de un mundo que comienza a difuminarse, a borronearse. Las formas que emplea el director son justas, certeras, y se basan en elementos puramente cinematográficos que van desde el relato clásico (que responde más a la tradición del cine romántico norteamericano que al europeo) hasta sus formalidades estéticas. Otra escena notable ocurre cuando Teo y Emma están en el cine, hundidos en sus butacas: él le relata lo que ve, en voz baja, intentando que el resto de los espectadores no pierdan la paciencia. Nosotros jamás vemos nada del film en cuestión, por lo que se nos confina a un fuera de campo que simboliza las limitaciones de Emma. Oímos el relato de Teo, o por lo menos creemos en lo que él ve. Teo, quien al trabajar en una agencia de publicidad manipula imágenes, marca un distanciamiento con respecto a Emma. Por su parte, la función del galán es convencer a la gente de que el producto al que se hace referencia en las publicidades sea necesario y se venda. Como viejo mujeriego que es, se la pasa vendiendo una imagen a su novia con tal de zafar del desastre. El final, con aroma a western urbano y un personaje en camino hacia la redención, asume la molestia de tomarse en solfa las situaciones en el momento más logrado e hilarante de la película; todo un logro a esta altura del partido en el cine Italiano actual. Film ameno, simpático, bien ejecutado y para nada denso (que no solemnice el tema de la ceguera implica casi una proeza), L’ Amore con Te se deja ver sin moralinas, sin golpes bajos ni otros horrores que suele arrastrar este tipo de relato.
AMOR CIEGO En varias ocasiones, el cine toma alguna discapacidad como un elemento que puede producir mayor carga emotiva en una historia y los roles interpretativos en estas tramas son deseados por algunos “actores”, pensando que el sólo hecho de la personificación de un discapacitado les va a permitir ganar premios. Pero son pocas las oportunidades donde se busca que esa cuestión sea sólo un detalle dentro de una narración. Algo destacado, pero no determinante. Un claro ejemplo de esto es el film italiano L’amore con te, en el cual Teo es un hombre que se dedica a la publicidad, que tiene una pareja y una amante, y pasa su vida sin intención de asumir ninguna responsabilidad. En una obra experimental conocerá a Emma, una mujer ciega, osteópata de profesión, que alterará sus convicciones, su forma de ser y ver la vida. A pesar de ser una película de producción italiana, L’amore con te posee un tono contenido, correcto y preciso, donde nunca se sobrecarga de melodrama o de situaciones vehementes o pasionales. Aquí, todo es manejado con sabiduría y con la dosis justa de romanticismo. En ningún momento la película de Silvio Soldine cae en el golpe bajo ni busca presentar la miseria humana. Todo lo contrario, cada situación se presenta con normalidad, exhibiendo las particularidades que sobrelleva una ciega, pero sin remarcarlas en forma excesiva ni utilizarlas dramáticamente. La historia es un drama romántico clásico en el cual existen amores, mentiras, engaños, desencuentros y los elementos específicos de este tipo de historias, que a pesar de ya haber sido visto reiteradas veces, la buena utilización de los recursos hacen que funcione y sea agradable. En definitiva, L’amore con te es una correcta producción, que no resulta aburrida ni tediosa, con acertadas actuaciones y la particularidad de la discapacidad de la protagonista que sólo suma como un detalle distinto a una historia ya vista.
L’amore con té es la nueva película del director de cine y guionista italiano Silvio Soldini, recordado principalmente por la realización de Pan y tulipanes, aunque también podemos citar otras cintas del cineasta milanés como Sonrisas y lágrimas o Cosa voglio di più. Como ha sucedido en otras ocasiones, Soldini contó con la ayuda de Doriana Leondeff para la realización del guión. L’amore con té trata sobre la historia de Teo (Adriano Giannini), un hombre de unos 40 años que trabaja como publicista y que no está conforme con la relación que mantiene con Greta (Anna Ferzetti), su actual pareja. Esto lo que lo lleva a tener a la par una amante, aunque la inconformidad en ese sentido está latente, teniendo Teo todos los rasgos clásicos de un mujeriego. Tampoco es buen ejemplo en lo que respecta al trato con su entorno familiar, manteniendo cierta distancia con su madre y los que serían sus hermanos, siempre con la excusa a mano para sostener esa brecha entre su familia de origen y Greta, y hasta pasando por alto la muerte de la actual pareja de su madre. En una actividad grupal realizada a oscuras conoce a Emma (Valeria Golino), una osteópata, que quedó ciega en la adolescencia, que captará inmediatamente su atención, y de quien progresivamente se irá acercando, sumido por el interés. Quizás la diferencia de personalidades sea lo que justamente refuerce el vínculo que se irá gestando entre ambos, y sea lo que Teo necesita para encarrilar su vida, que no parece tener una clara dirección. No podemos negar que la historia de L’amore con té presenta un interés genuino, y en su parte inicial plasma algunos de sus mejores momentos, cruzando fragmentos dotados de comicidad, con pasajes en donde el dramatismo está fuertemente presente, funcionando acordemente durante sus primera media hora y poco más. Pero tampoco podemos pasar por alto que Silvio Soldini va perdiendo el pulso, y llegando a la mitad del filme la historia por momentos entra en una meseta, presentando momentos carentes de relevancia, y que estiran más de lo debido el metraje. Quizás una de las fallas sea la falta de desarrollo de algunos personajes, que pese a ser secundarios merecían más profundidad en lo que respecta a sus vidas, o de narrar pasajes de cierto índole romántico entre Teo y Emma que resultan innecesarios y le hacen perder fuerza a la cinta, en lugar de otros que podrían nutrir en mayor medida todo la coyuntura que atraviesan los protagonistas. Las actuaciones tanto de Giannini como de Golino están en un punto considerable, siendo de los elementos mas firmes. El cineasta italiano presenta particularidades que quizás formen parte de un estilo marcado en el retrato de sus personajes, que hacen que esta producción, como otras anteriores sea ciertamente llevadera, pero lo que hace perder ciertamente parte del interés en L’amore con té es quizás no ahondar en las zonas más aconsejables.
Infinidad de veces se dijo que el amor es ciego. Pues aquí, en esta película, encontramos una prueba cabal que dicha frase, es cierta. Emma (Valeria Golino) es una osteópata, soltera, que concurre asiduamente a un sitio muy especial cuya actividad es, tras las cortinas, permanecer a oscuras y relacionarse con otras personas a través de la voz y los otros sentidos que puedan servir en estos casos, resultando una experiencia nueva y original. Pero ella cuenta con una ventaja, es ciega desde los 17 años, pero esa incapacidad no es un impedimento para poder trabajar y moverse libremente por la ciudad. Hacia ese lugar concurre una vez Teo (Adriano Giannini), quien trabaja en una agencia de publicidad, y le recomendaron asistir para apreciar en carne propia ese momento, pero queda subyugado por la seductora voz de ella, y el romance no tardará en llegar. Silvio Soldini maneja los hilos de esta comedia dramática con oficio. Los personajes son delineados como opuestos, pero que se complementan a la perfección. Ella es ordenada, metódica, y tiene una amiga disminuida visual. Él vive solo, pero tiene una novia fiel y una amante fija, que a su vez es casada. Para vivir así, mintiendo y engañando constantemente, tiene una gran habilidad e imaginación, como la que necesita para desarrollar su trabajo. Su amigo y confidente es un compañero de oficina. La protagonista es expresiva, cuenta su vida sin pruritos, da todo sin exigir nada a cambio, pero Teo oculta su pasado, lo avergüenza. Dice lo justo y necesario para conformarla a ella y a su novia oficial, manteniendo un delicado equilibrio entre las partes, sabiendo que en cualquier momento todo lo construido, se puede derrumbar. El desarrollo del film tiene un ritmo constante, siempre suceden cosas, tanto de las buenas y placenteras como los inconvenientes lógicos y necesarios para que evolucione correctamente la historia. Técnicamente es impecable, cuenta con un buen presupuesto como para utilizar distintas locaciones y no dar indicios de austeridad. Básicamente la narración se sostiene en las marchas y contramarchas de la relación. No hay nada innovador, sólo frescos y actuales diálogos, utilizando un lenguaje coloquial. Todo para demostrar que no se necesitan los ojos para ver realmente, sino los sentimientos más puros y genuinos de un amor de película.
Un publicitario un poco donjuán se enamora de una mujher ciega que lo obliga a replantear muchas cosas de su vida. Está articulada como una película aleccionadora, pero tiene a Valeria Golino, que no solo es bellísima, sino que pone garra, corazón y vida en lo que, de otro modo, sería un guión más propio de la televisión que del cine. De todos modos, funciona bien y, cuando emociona, lo hace con armas nobles, por muy trillado que sea el asunto.
Un macho italiano descubre que no todo pasa por el acopio de conquistas cuando conoce a una mujer ciega que ejerce como osteópata. A él lo interpreta el magnético Adriano Giannini, a ella la hermosa y talentosa Valeria Golino. Si este film del reconocido director italiano Silvio Soldini (Pan y tulipanes) puede sobrellevar el conjunto de concesiones que adornan la trama, se debe a la premisa y a sus intérpretes.
Él es un creativo publicitario canchero, mujeriego y un poco oscuro. Ella, una osteópata ciega. Él le escapa a los compromisos, pero se enamora de esa mujer que lo acaricia como una profesional y a la que tiene que acompañar al baño. Sin caer en sentimentalismos ni golpes bajos, el director Silvio Soldini explora ese proceso de encuentro entre dos personas muy distintas de mundos separados -ver y no ver-. A través de encuentros y desencuentros, a los que suman otros personajes secundarios (la novia de él, la amiga de ella, que también es ciega), pero sobre todo el encanto de sus protagonistas, el apuesto Adriano Giannini (hijo de Giancarlo) y Valeria Golino, la chica de Rain Man, perfectos en sus papeles. L'amore con te es una comedia romántica serena, que se ve con placer y tiene el buen gusto de la falta de pretensiones.
La traducción del título original en italiano de "L'amore con te" es "el color oculto de las cosas", mucho más acertado para definir esta película del director Silvio Soldini. El cineasta, que se dio a conocer hace casi veinte años con "Pan y tulipanes", recurrió para este filme a un documental suyo anterior sobre la vida cotidiana de los ciegos. Allí intentó mostrar a través del testimonio de un grupo de personas con distintos grados de discapacidad que es posible llevar una vida plena y satisfactoria. Emma, el personaje protagónico de "L'amore con te" a cargo de Valeria Golino, reúne algunas actividades de varios de los entrevistados en el documental, como jugar al béisbol y haber hecho velerismo. Emma es una osteópata ciega divorciada, tiene amigos y sentido del humor y es capaz de sorprender con la agudeza de sus percepciones. Teo, interpretado por Adriano Gannini, es publicista, mujeriego y no tiene ningún interés en formalizar con su actual novia. Pero cuando Emma se cruza en su camino comienza a dudar de sus convicciones y su fe en la imagen y las apariencias. Con sutileza y sin dramatismo y con pinceladas de humor a cargo de Emma, Soldini sorprende con un filme bien resuelto desde lo formal y una idea simple y efectiva como motor: que debajo de la superficie y de lo evidente existen facetas más complejas que no dependen de los sentidos para descubrirlas.