La risa irreverente Hace bastante tiempo que no nos topábamos con una película como Las Aventuras del Capitán Calzoncillos (Captain Underpants: The First Epic Movie, 2017), una obra cuyo carácter rudimentario y delirante en vez de restarle méritos artísticos, termina sumando desfachatez y coraje al resultado final, un esquema que además toma la forma de un retrato inusualmente salvaje de la niñez masculina y su falta de respeto a la autoridad. De hecho, la perspectiva que domina en el convite es la de la formación escalonada de los hombres, pero no bajo el manto del insoportable coming of age norteamericano sino más bien abrazando una descripción detallada de ese período de la vida, comprendido en lo que en la Argentina sería el colegio primario y en Estados Unidos las elementary y middle schools. El humor escatológico, el cual casi siempre está muy mal utilizado en los productos del país del norte, aquí se acopla a la perfección con la actitud irreverente y los chistes de la infancia. La premisa de base es muy simpática: George Beard (Kevin Hart) y Harold Hutchins (Thomas Middleditch) son dos niños -amigos desde el jardín de infantes- que se la pasan haciendo bromas a costa de los aburridos/ pedantes docentes de la escuela a la que asisten, aunque el verdadero eje de sus travesuras es el director del establecimiento, Benjamin Krupp (Ed Helms), un individuo amargo que disfruta de aguar toda posibilidad de alegría de los alumnos y que desde hace tiempo está detrás de alguna evidencia para poder castigar al dúo protagónico. Un día la prueba finalmente llega gracias a la intervención de Melvin Sneedly (Jordan Peele), el nerd/ buchón oficial del colegio, quien filma a George y Harold saboteando el Turbo Toilet 2000, en esencia un inodoro robotizado que construyó Melvin para la convención escolar de inventores, un evento creado por Krupp para arruinarles los sábados a los estudiantes obligándolos a asistir para ver el desfile de pavadas de siempre. Así las cosas, como sanción el director asigna a los protagonistas a cursos distintos, lo que ellos consideran el fin de su amistad, por lo que como última opción deciden hipnotizar a Krupp con un anillo de plástico “made in Chica” que le vino de regalo a George en una caja de cereales. Los muchachos utilizan la oportunidad para convertir al hombre en el Capitán Calzoncillos, un superhéroe de lo más bizarro que ellos mismos diseñaron en una serie de historietas artesanales, un paladín que lucha por la verdad y la justicia vestido sólo con una capa roja y un calzoncillo blanco. Desde ya que la esquizofrenia inducida de Krupp, quien vuelve a la normalidad cada vez que mojan su rostro, está complementada vía la presencia de un villano, el Profesor Poopypants (“Profesor Pantalonescagados”, literalmente), un psicópata alemán/ suizo que desea suprimir la función cerebral de la risa como parte de una cruzada difusa contra todos aquellos que alguna vez se burlaron de su estrafalario apellido. El film puede ser leído desde diferentes ópticas: los chicos de seguro se identificarán con las referencias a todos los “productos” que salen de los orificios corporales de los seres humanos (hablamos de la clásica fascinación infantil con los componentes vedados del lenguaje), los adultos en general pueden interpretar a la propuesta como una parodia light de las patéticas películas de superhéroes de los últimos años, en sintonía con Los Increíbles (The Incredibles, 2004), Kick-Ass (2010) y otros opus similares (aquí la mordacidad viene homologada al sustrato mundano -y profundamente absurdo- de todo el planteo a nivel macro) y finalmente los espectadores más escépticos se sorprenderán con la riqueza del relato en el apartado formal (tenemos un hilarante catálogo de recursos que incluyen interpelación a cámara, mini pasajes de los cómics de Harold y George, fantasías sobre situaciones concretas, números musicales irónicos y algún que otro flashback esporádico). Más allá de su idiosincrasia descarada, esa que aprovecha con perspicacia el proverbial sadismo de los pequeños para con aquellos que se perfilan como representantes de las instituciones de control social, a decir verdad Las Aventuras del Capitán Calzoncillos nunca termina de alcanzar todo su potencial subversivo y ello se debe a la mediocridad del realizador David Soren y el guionista Nicholas Stoller, una dupla que no consigue traspasar la efervescencia y los designios blasfemos que de por sí ya estaban presentes en los trabajos literarios originales de Dav Pilkey, uno de los pocos autores que impulsan explícitamente a los jóvenes a desobedecer las jerarquías (a favor de Soren y Stoller -casi como un consuelo- se podría afirmar que por lo menos no coartan la esencia de la obra de Pilkey). Aun así, la película es una de las mejores propuestas de DreamWorks en muchos años, un estudio que venía de capa caída, porque más que concentrarse en los clichés, las secuencias de acción y la velocidad, aquí lo que prima es la infinita ridiculez de la dimensión hogareña, los personajes que la habitan y esas pequeñas alegrías que le dan sentido, con la amistad y la rebeldía como principales banderas cotidianas frente a los diletantes de la uniformidad…
Las aventuras del Capitán Calzoncillos, la película de animación basada en las historietas homónimas creadas por Dav Pilkey en 1997, ofrece un hilarante entretenimiento que escapa a ciertos convencionalismos y coloca a Jorge y Berto, dos amigos que pasan sus días entre bromas y comics, en el centro de la acción. Los niños soportan los retos del Sr. Krupp, el malhumorado director del colegio (un hombre solitario) al que hipnotizan por accidente y lo convierten en el superhéroe del título que enfrentará a criminales y al nuevo maestro, un científico maldito dispuesto a emprender su venganza contra los alumnos. Con trazos simples y un diseño visual que no es tan rico en detalles como en otras producciones del género, el relato pone el acento en los gags, en el tono autorreferencial y en el espíritu de la historieta original para lograr un producto frenético sobre la infancia, la penitencia y el poder terapéutico de la risa. En ese sentido, la película da en el blanco con situaciones graciosas y una galería de personajes que funcionan dentro del colegio como una válvula de escape a una realidad deshumanizada. De este modo, desfilan la secretaria holgazana -con un gag que se extiende hasta el final- y la empleada que se enamora del director del establecimiento. La casa del árbol y el ingreso al hogar “fantasma” sintetizan algunos tópicos de la niñez entre cámaras de seguridad, inventos extravagantes y alumnos revoltosos, en esta propuesta que se disfruta y que también arriesga con distintos estilos. Hasta el director David Soren y el guionista Nicholas Stoller -director y co-guionista de Los Muppets- se permiten la aparición de marionetas de peluche en esta divertida excursión por la infancia que tiene, claro, un gran enfrentamiento final como en toda película de superhéroes.
De la mano de Dreamworks, casa de “Shrek”, “Kung Fu Panda”, “Cómo Entrenar a Tu Dragón” y otras grandes películas animadas, llega esta semana “Las Aventuras del Capitán Calzoncillos” a nuestras salas. La misma cuenta la historia de dos mejores amigos, Jorge y Berto, quienes sobreviven en la escuela gracias a su creatividad inventando cómics. El director será su máximo enemigo, hasta que los chicos aprendan a dominarlo y controlarlo, convirtiéndolo en el protagonista de sus historietas: El Capitán Calzoncillos. Pero una amenaza mucho mayor los terminará poniendo a prueba. A diferencia de lo que nos podríamos imaginar si solo nos quedamos en el título de la película y no ahondamos en su sinopsis, es que el protagonista del film es el Capitán Calzoncillos, sin embargo, se pone en primer plano a la amistad entre Jorge y Berto, cuya química traspasa la pantalla (sí, aunque sean animados). Uno de los puntos más interesantes del film es la creatividad impuesta a la hora de narrar la historia. Se observa una ruptura de la cuarta pared, en la cual los protagonistas interactúan constantemente con el público. Además, utilizan ciertos recursos, como las historietas que los mismos personajes crean, para contar partes de acción o flashbacks; algo original dentro del mundo del cine animado. Otro de los recursos a los cuales se apela es el humor, que roza constantemente lo escatológico, pero no de un modo desagradable que genere un efecto negativo, sino de una manera picaresca, rebelde, que funcionará para sacar varias sonrisas y risas en los espectadores. La mayoría de los gags son efectivos, tanto para los chicos como para los grandes, incluso con un doblaje de por medio. A simple vista parece una película únicamente para los niños, con énfasis en la aventura, las bromas y los chistes chabacanos, pero cuando uno reflexiona después de haberla visualizado, se da cuenta de que en realidad se realiza una crítica hacia el sistema educativo, ya que se pone hincapié solo en el aprendizaje fáctico y no en la creatividad; lo comparan como una cárcel donde se adoctrinan mentes y no como un lugar de formación. Además analiza ciertos conceptos como la amistad, la rebeldía, la soledad, la importancia de la risa, el trabajo en equipo y la imaginación. En síntesis, “Las Aventuras del Capitán Calzoncillos” es una buena película animada que nos trae Dreamworks, que funcionará no solo para los chicos sino también para los adultos. Basada en un cómic homónimo, proporciona alrededor de una hora y media de divertimento, a través de sus gags efectivos y la forma creativa en la que se narra el argumento. Una historia que parecería centrarse en la aventura, pero que deja entrever una crítica social y un análisis más profundo, otorgando una bocanada de aire fresco dentro de la animación.
El poder de la amistad La amistad de nuestros protagonistas se verá amenazada cuando su director, el Señor Carrasquilla, decida separarlos de clase para así acabar con sus bromas. Horrorizados con la idea, Jorge y Berto hipnotizan a su director con su anillo mágico, y deciden convertirlo en el personaje de uno de sus cómics: el Capitán Calzoncillos. Cada vez que ellos chasquean los dedos, el Señor Carrasquilla se transforma en este superhéroe ridículamente entusiasta y, para que vuelva a ser normal, sólo hay que echarle agua por encima. La separación de clases es un mundo para los niños de 3 a 6 años, la edad que parece la idónea como público de la película. Todo dependerá de la madurez del espectador. Basada en la saga literaria, escrita por Dav Pilkey, el film nos cuenta -al fin y al cabo- la historia de amistad entre Jorge y Berto, dos niños un poco más que gamberros que disfrutan pasando el tiempo haciendo trastadas y dibujando comics sobre el Capitán Calzoncillos, un superhéroe cuyo atuendo reconoce que muchos trajes de superhéroes, como el famoso Superman, son en el fondo ropa interior bien decorada. Igual que una versión poco lujosa del honorable Capitán América, la prioridad de nuestro héroe son los ciudadanos, los cuales se verán en peligro ante la gran amenaza del malvado profesor P. ¿Nuestro enemigo es malo, sencillamente por qué si? A diferencia de algunos blockbusters, podemos ver en forma de flashback el trauma que causó la chispa que incendió las estremecedoras ambiciones del profesor P., quien quiere eliminar la risa del mundo con una pistola de rayos que puede hacer las cosas gigantescas o diminutas, incluyendo cualquier cosa que se pueda encontrar en un baño. Tan aterrador como suena. Como muchas películas de superhéroes, aparte de figurantes, el único personaje femenino es el interés romántico de uno de los protagonistas. En este caso el director Carrasquilla. Además, la película básica y simple tiene algunos tópicos, como la figura del empollón pelota con gafas y pelirrojo (ésto último puede ser pura envidia de tono de pelo), para hacer su humor más sólido. Con un estilo muy colorido y estridente, tira de humor escatológico en bastantes ocasiones (o como la propia película denomina “humor guarrete”) haciendo que el cuento sea perfecto para los más pequeños de la casa. Las intenciones del film son muy claras, haciendo explícito en un momento de la película que lo que menos importa es la crítica que se haga de ella. Lo que quieren sus creadores es que los críos se rían a carcajadas y pasen un buen rato. Como propósito, también está el de convertir esta historia en una saga, pero eso el espectador lo sabe desde el inicio. Como conclusión, Las aventuras del Capitán calzoncillos es un ejemplo a tener en cuanta en esta propuesta audaz: que las críticas sobre películas infantiles sean hechas con niños, ya que su punto de vista es, en este caso, el único que importa. La visión de un adulto quizás no alcanza a entender algunos rasgos del humor infantil o quizás se ha olvidado con el paso de los años…
No todos los héroes usan ropa La imaginación de los más chicos siempre es un arma poderosísima, nunca hay que olvidarlo. Sobre esta máxima se apoya la sorprendente Las Aventuras del Capitán Calzoncillos (Captain Underpants: The First Epic Movie, 2017), poniendo la imaginación al servicio del entretenimiento mientras deja espacio para otro tipo de sublecturas interesantes. Dreamworks nos trae una vez más un film animado que toma su inspiración de los libros infantiles; en este caso, la obra de Dav Pilkey, que cumple este año dos décadas desde su lanzamiento. Esta es la historia de George y Harold, dos amigos de toda la vida que comparten su pasión por inventar historias y volcarlas en cómics. La más célebre creación de la dupla creativa se llama Capitán Calzoncillos, un hombre que parece un bebote, anda en ropa interior y usa una capa para luchar contra los villanos. Cuando el director del colegio decide separar al dúo de bromistas, intentan hipnotizarlo y accidentalmente lo convierten en el Capitán Calzoncillos, lo que desata un sinfín de situaciones cómicas y aprietos que Harold y George deberán resolver para que nadie descubra lo que realmente está sucediendo con su director. ¿Se acuerdan de la frase “Con grandes poderes vienen grandes responsabilidades”, no? Bueno, esto es algo similar… pero mucho más divertido y sin Tobey Maguire. El dinamismo de lo narrado se apoya fuertemente en la multiplicidad de medios que aprovecha para dar color al relato: animación 3D, borradores hechos cuadro a cuadro y hasta títeres hechos con medias. Muchas veces las películas apuntadas a los más chicos son tan vertiginosas que terminan sobreestimulando al espectador; en este caso, el ritmo veloz logra un gran balance casi perfecto y no deja una sola secuencia aburrida. La ruptura constante de la cuarta pared, el uso preciso de la banda sonora y los metachistes terminan de redondear una estructura narrativa que hace de la desestructuración su guía, entreteniendo al infante y captando la atención del adulto con múltiples líneas de lectura que también hablan de una necesaria renovación del sistema educativo y la búsqueda de formas creativas para interpelar a los más chicos y potenciar su intelecto. Con una animación llena de color y vitalidad, Capitán Calzoncillos es una oda a la edad dorada de la infancia y el mejor ejemplo de la futilidad de intentar poner límites a la imaginación.
Terminaron las vacaciones de invierno y parecía que no nos íbamos a llevar nada bueno de esta tanda de películas infantiles y, de repente, llegan Las aventuras del Capitán Calzoncillos, un respiro de buenas ideas para que todos los espectadores podamos disfrutar. George y Harold son dos amigos con mucha imaginación inmersos en una escuela que intenta por todos los medios minar el espíritu del alumnado. Es así que basándose en la figura del director, los amigos crean el máximo superhéroe: Capitán Calzoncillos. Pero el director está cansado de su actitud y planea separar a los amigos, los que emprenden una misión para lograr salvar su ahora endeble relación, llegando en medio de la casualidad a darle vida al héroe que idearon juntos. Ya desde la secuencia de presentación se puede ver que la película no es la clásica película animada a la cual estamos acostumbrados. Desde el lenguaje hasta lo infantil de la animación marca un quiebre y genera el clima adecuado para que los adultos puedan disfrutar de la película igual que los chicos. Lejos de las moralejas y la perfección formal a la que nos tiene acostumbrados el cine clásico de animación, Las aventuras del Capitán Calzoncillos es una gran película, plagada de buenas y novedosas ideas y muchos chistes ocurrentes. Desde la estética que cambia constantemente al ritmo vertiginoso con el que se desarrolla, el film es una cadena de situaciones impredecibles y desopilantes. El guion logra exitosamente captar la forma de ver el mundo de un chico, una especie de mirada del estilo de Rugrats pero con niños más crecidos. Y lo mejor de todo es que el director no atraviesa a los personajes con ningún tipo de moralina, son niños y les permite desenvolverse como tales, no hay castigos, no hay aleccionamientos, sólo dos chicos y su imaginación desenfrenada.
Jorge y Berto son amigos inseparables. Dos niños entrañables que pasan el tiempo libre dibujando historietas en su casa del árbol protagonizadas por el superhéroe Capitán Calzoncillos y planeando inspiradas bromas para acabar contra el aburrimiento eterno en la escuela a la que asisten, bajo la mirada controladora del malhumorado Director Carrasquilla. Cuando el los amenaza ellos lo hipnotizan y lo obligan a convertirse en superhéroe, para enfrentarlo al villano profesor “pipicaca” y su plan para eliminar la risa del mundo. El film apela con desenfado, pero no sin una particular ternura al mundo “simple” de la niñez, la complicidad con el mejor amigo, la imaginación al servicio de la creación artística, el valor de la risa y el juego. La película posee por momentos un ritmo desenfrenado, incluso fragmentado narrativamente. No obstante ciertos tramos que recuerdan a la serie “Ren & Stimpy” en cuanto a los simplones chistes escatológicos (aunque con menor crudeza). Eso no evita la critica social al sistema norteamericano, en cuando al magro sueldo de los maestros y al conservador sistema educativo. La adaptación del comic al cine esta lograda con maestría, aprovechando, al mismo tiempo, los recursos que le brinda este medio combinando diferentes técnicas animadas: dibujos en dos dimensiones, marionetas y stop-motion. Resulta una película desinhibida que divertirá a niños y adultos desde el comienzo hasta el final de la cinta. M.S.
Sinfonía animada del desenfreno a dúo. A contramano del cine infantil actual, el film de Soren es un desquicio en el que sus protagonistas parecen tener el control. Suele decirse que en Hollywood faltan ideas, que es muy difícil encontrar películas con huellas personales, con el gen de una mirada propia. Parte de razón hay: allí se hace un cine cada vez más despersonalizado y automático, pensado en escritorios, con giros alrededor de un par de mandatos narrativos y formales a los que los creativos se aferran como si sus vidas dependieran de ello. Divertidísima pero agotadora, Las aventuras del Capitán Calzoncillos es un planchazo a la rodilla de todo ese cine al uso que se estrena semana tras semana, una expresión de osadía que no duda en llevarse puesto todo lo que encuentra y que avanza como una trompa... ¿hacia dónde? Hacia donde pinte, porque al director David Soren (la irregular Turbo) y al guionista Nicholas Stoller (autor del texto de Los Muppets, otro título de inhabitual energía anárquica) lo único que parece interesarles es pensarse a sí mismos como chicos que alguna vez fueron para explorar –y explotar– al máximo las posibilidades de la animación al servicio de la comedia. Adaptación de una serie de libros infantiles del estadounidense Dav Pilkey, Las aventuras... tiene la forma de un forúnculo de irreverencia en la llanura de las películas infantiles. De ellas parece despreciar todo, incluida la idea base de un relato clásico. Deudora directa de la “ida por las ramas” con microrrelatos de la escuela de Bob Esponja y Padre de familia, lo más parecido a una estructura es un delgadísimo hilo conductor encarnado en las figuras de George y Harold, dos de esos mejores amigos que comparten todo, desde clases en la escuela hasta una pasión por la escritura de historietas de superhéroes. La obra cumbre de la dupla está protagonizada por el Capitán Calzoncillos, un gordiflón llegado de un planeta donde todos viven en ropa interior, que en el papel tiene una forma muy similar al director de la escuela. Escuela que es como una prisión. Hasta nubes salen cuando suena el timbre. A contramano de la idea de replicación perfecta de lo real de Pixar y compañía, con sus fondos perfectamente construidos y ojos cargados de expresividad, la animación aquí es, como el divertimento de los chicos, una mezcla de juego e invención. Los recursos van desde recreaciones de stop motion a marionetas, de imágenes planas que remedan al tradicionalismo del 2D hasta explosiones de colores que hacen lucir la imagen digital. Es una variante enorme de formatos y apariencias de texturas que subraya el carácter cartoonesco de este mundo. George y Harold no se parecen a las blancas palomitas que impondría el lugar común. Jodones, incitadores del bullying, parlanchines, vagos, chantas, cómplices, mentirosos, no sería de extrañar que una hipotética secuela dentro de diez años los reencuentre con un vínculo muy parecido al de los habituales personajes de Seth Rogen o Jonah Hill, a quienes Stoller dirigió en Buenos vecinos y Get Him to the Geek, respectivamente. No parece casual: como en gran parte de la Nueva Comedia Americana, lo que se cuenta aquí es una historia sobre la amistad masculina. Y es justamente el potencial fin de ese vínculo el que enciende la primera luz de alerta a los chicos, mediante una situación que no tiene ni pies ni cabeza. Salvo, claro, que se trate de una película de reglas cambiantes donde todo puede pasar. Incluso hipnotizar al director para que, chasquidos de dedos mediante, se convierta en el auténtico Capitán Calzoncillos. Su némesis será un maquiavélico profesor de ciencias que nunca oculta sus intenciones de venganza. Tampoco un acento ridiculísimo que, claro, se perderá en la generalidad del doblaje. El profe es un hombre triste que ha estudiado durante décadas el fenómeno de la risa para entender por qué nada le causa gracia. Que este villano recién entre en acción en la mitad del metraje se debe a que a Soren y Stoller parecen armar el relato en vivo, atendiendo únicamente a los caprichos de George y Harold, como si fueran ellos los verdaderos autores creativos. El resultado es puro desenfreno. El problema con ese desenfreno es que por momentos deviene en descontrol, como cuando un chico rompe todo durante largo rato y el adulto responsable interviene con el caos ya desatado. No le hubiera venido mal a Las aventuras... parar la pelota cada tanto, despegarse de George y Harold para acomodar y reajustar las piezas. O, al menos, limpiar los vidrios rotos... para que los vuelvan a romper.
Una delirante y lograda producción animada en la línea de Bob Esponja y Padre de familia. El director de la irregular Turbo (David Soren) y el guionista de Los Muppets (Nicholas Stoller, también realizador de Buenos vecinos) unen fuerzas para esta película de DreamWorks que evade los usos habituales del cine de animación. El resultado no es perfecto, pero tiene más ideas que el 90 por ciento de las películas de Hollywood. Basada en una serie de libros infantiles del estadounidense Dav Pilkey, Las aventuras del Capitán Calzoncillos es el nombre de la historieta que escriben a cuatro manos George y Harold, dos de esos amigos que lo comparten todo, desde la escuela hasta su hobby. Ellos tienen una pulsión crónica por el chiste fácil, como si ninguna situación pudiera culminar si no es con una risa. La película, en ese sentido, toma esa directiva como norte y entrega un caudal de chistes de gran volumen. Y en su mayoría buenos. Harto de estos alumnos díscolos, el director amenaza con separarlos de aula, lo que sería un punto límite para su amistad. ¿La solución? Hipnotizarlo para convertirlo en la encarnación del Capitán Calzoncillos. No suena muy coherente que digamos, y felizmente no lo es: el film de Soren es tan anárquico en su forma (la animación puesta al servicio de la comedia) como en su desarrollo, con desvaríos narrativos que remedan a Bob Esponja y Padre de familia. Solucionado el primer problema, los chicos ahora se enfrentan con uno aún mayor: un malvado profesor de ciencias que está dispuesto a borrar la risa del mundo alterando el cerebro de los humanos. Harold, George y el flamante superhéroe iniciarán así una lucha en medio de una película que irá cambiando su ropaje como un camaleón pero manteniéndose fiel a la voluntad de sus protagonistas. Esa fidelidad se vuelve en contra cuando la historia alcanza niveles de descontrol de los que le cuesta volver. Soren y Stoller creen tanto en el poder de lo que cuentan que por momentos se equiparan a esos chicos que ahora intentan mantener viva la risa. Esos chicos que, 25 años atrás, tranquilamente podrían haber sido ellos.
Para reírse como los chicos Un cuento divertido sobre la amistad y la inagotable imaginación infantil. Las aventuras del capitán Calzoncillos, basada en las novelas para niños de Dav Pilkey, logra retratar con inteligencia esos temas que forman parte de muchos relatos infantiles, pero lo hace a su modo. Con un humor repleto de chistes sobre flatulencias, eructos, calzoncillos gigantes y algún que otro exceso de azúcar. En fin, todos esos elementos que hacen reír a los más chicos. El humor de inodoro que para muchos adultos es poco gracioso e inmaduro aquí alcanza nuevas alturas y hasta se manifiesta en un literal inodoro gigante que azota la escuela a la que asisten Jorge y Berto, los protagonistas. Amigos desde el jardín de infantes, los chicos crean sus propias historietas. Un hobby inspirado por su curiosidad y la aburrida vida escolar a la que los somete el director de su escuela. Siempre irritado con las bromas de los chicos que pasan más tiempo en su oficina que en el salón de clases, el director Krupp también sirve de modelo para el capitán Calzoncillos, el superhéroe que protagoniza sus cómics. Escrita por Nicholas Stoller, también guionista de la fantástica Los Muppets, este film no pierde de vista y entiende al público al que está dirigido. Si bien hay algún que otro guiño para los espectadores adultos, son detalles sutiles (como la desopilante llegada de Jorge y Berto a la escuela al ritmo de la canción "Oh Yeah", himno de Experto en diversión, otra película de estudiantes irreverentes) que contribuyen a la graciosa experiencia.
Disparatadas y muy risueñas Dos chicos crean un superhéroe de comic, que cobra vida en el director de la escuela. Ingenio y buenos gags. No es, está clarísimo, un buen título, uno que invite a llevar a los chicos al cine. Pero dejando eso de lado, Las aventuras del Capitán Calzoncillos desborda ingenio, buenos gags, una animación que contagia, críticas al consumismo y al sistema educativo, timing y tres personajes como para llevar a la mesa de luz -pero dejarlos separados-. George y Harold son vecinos, viven en el mismo barrio, van a la misma escuela primaria y a la misma aula. También comparten una pasión por los comics. Ellos los crean, uno escribe los diálogos y las situaciones, el otro dibuja. Le hacen la vida imposible al director de la escuela, pero un día, ayudado por un alumno nerd y chupamedias, el director plantea separarlos. Por un hecho con mucho de casualidad, George y Harold hipnotizan al director, y cada vez que sucede y con un chasquido de dedos, el hombre se despoja de toda su indumentaria y queda en calzoncillos y con una capa roja. Se convierte, así, en la encarnación de Capitán Calzoncillos, creación del dúo de indomables, que a la larga deberán pelear contra un nuevo maestro que tiene ideas tanto o más descabelladas y antisociales que las que tenía el Director. La cantidad de referencias a otras películas y a otros superhéroes, de Superman al Hombre Araña, harán reír a grandes, entendidos y a los chicos. Las películas de DreamWorks suelen ser desparejas, además de disparatadas, y ésta no iba a ser precisamente la excepción. El director David Soren no aseguraba demasiado, recordando que fue el realizador de Turbo (2013), la del caracolito que corría carreras. Pero vaya a saberse si es que se rodeó de un mejor equipo, Las aventuras del Capitán Calzoncillos entretiene todo lo que dura… y más. Hay algo para ver entre los créditos finales.
Una propuesta diferente y muy disparatada pensada para pasar un buen rato en familia. Más cercana a un capítulo animado televisivo que a una producción para pantalla grande, por momentos resulta un poco boba o repetitiva, pero....
Humor y delirio La cinta animada de Dreamworks presenta un argumento que homenajea a los cómics y las comedias clásicas Jorge y Berto son niños de primaria, muy traviesos, amantes de las bromas pesadas y los cómics. Juntos han creado un personaje de historieta: el increíble Capitán Calzoncillos, un superhéroe que se pasea en paños menores y que se enfrenta a perversos villanos. En la escuela, estos dos amigos deben lidiar con el director, el Señor Carrasquilla, un malvado docente sin humor que está obsesionado con separarlos. Pero un día, tras hipnotizar accidentalmente al director, el Capitán Calzoncillos dejará las viñetas para convertirse en un personaje de carne y hueso. Estamos, sin dudas, ante una de las cintas animadas más originales y frescas de los últimos tiempos. Un filme que captura con eficacia el espíritu lúdico de los juegos infantiles. Un guión tan lisérgico como plagado de humor, sirve de marco para un grupo de personajes muy bien delineados. Los niños protagonistas derrochan simpatía, y no se privan de romper "la cuarta pared" para hacernos cómplices de sus muchas travesuras. Parodia de Superman en plan trash, el Capitán Calzoncillos posee un conjunto de secuencias de humor físico y escatológico que nunca cae en el mal gusto. Atrapante para niños, que se sentirán atraídos por el color, el diseño naif de los personajes y las escenas de acción, como para los grandes que disfrutarán con un guión inteligente, chistes elaborados y varias citas y referencias memorables. El director David Soren no solo utiliza las últimas técnicas de animación moderna, planteando escenas que no respetan las leyes de la física y la gravedad y que parecen salir de la mente fantasiosa de un niño, sino que le agrega momentos de dibujos planos que remiten a las cintas del género de los setenta, e incluso una parodia a los Muppets que hará las delicias de los espectadores. No busquen en el filme grandes moralejas ni dobles discursos (aunque hay un claro alegato al poder de la amistad) se trata de un largometraje destinado a entretener, divertir y hacernos sentir niños al menos por una hora y media de metraje.
La homónima novela para niños de Dav Pilkey llega al cine con una adaptación de la mano de DreamWorks y David Soren (Turbo), que cuenta con las voces de Kevin Hart, Thomas Middleditch y Ed Helms en los papeles de George, Harold y el Capitán Calzoncillos, respectivamente. Captain Underpants propone un relato infantil con numerosos recursos peculiares, que componen un film corriente por su resultado pero estrafalario en cómo está narrado, estrafalario como la propia historia del superhéroe que salva el mundo en ropa interior.
Dentro de un año que hasta el momento no ofreció grandes películas relevantes en el género de animación, Las aventuras del Capitán Calzoncillos brinda una propuesta infantil entretenida que tiene algunos momentos creativos interesantes. Esta producción está basada en la serie de libros de David Pilkey que fueron populares especialmente en Estados Unidos a fines de los años ´90. En Argentina y otros países de Latinoamérica la saga no llegó a ser un suceso y el personaje probablemente se hará más conocido en esta región con la versión cinematográfica. La creación de Pilkey es una propuesta de superhéroes que le debe muchísimo al Ralph Philips de los Looney Tunes, el recordado niño con exceso de imaginación que Chuck Jones creó en los años ´50. Al igual que aquellos cortometrajes animados de Warner, El Capitán Calzoncillos presenta una radiografía brillante de la infancia y el papel fundamental que juega la fantasía en la vida cotidiana de los chicos. Una curiosidad de este film es que se trata de una producción de bajo presupuesto (apenas 38 millones de dólares) de los estudios Dreamworks, que suele presentar proyectos más ambiciosos en lo referido a los campos técnicos. El Capitán Calzoncillos no está al mismo nivel que las historias de Kung Fu Panda o Cómo entrenar tu dragón, pero con sus recursos limitados (para lo que suelen ser las obras de la compañía) el film de David Soren (Turbo) le rinde un lindo homenaje a la animación tradicional. Para el público adulto amante del género me parece que en este punto reside el principal atractivo de la película. El director Soren trabajó con diseños de caricatura que se alejan de esos personajes de animación computada que suelen lucir iguales en todos los estrenos de este tipo. Por consiguiente, nos encontramos ante una obra que tiene su propia identidad en los aspectos visuales. A lo largo del relato la película incluye muy buenos segmentos de animación tradicional e inclusive marionetas, un detalle que hace del visionado de esta película una experiencia especial. El Capitán Calzoncillos sorprende con esta fusión de géneros y consigue que la narración sea mucho más entretenida. No sé si este personaje pegara lo suficiente en el público infantil como para desarrollar su propia saga en el cine, pero en esta película el protagonista es divertido y tiene sus buenos momentos a través del humor absurdo. Como propuesta infantil es mucho más recomendable que el bodrio de Emoji y aunque para mi gusto el director a veces se excede con las referencias escatológicas, en general es un film entretenido que expresa su cariño por los viejos dibujos animados y los cómics.
Cuando niños, la figura del director de escuela al incurrir en el más mínimo despliegue de autoridad, se convertía inmediatamente en antagonista y, no pocas veces, blanco de parodias y humoradas como una manera de desafiar dicha autoridad. Con esta premisa, y siempre desde el contexto de la inocencia infantil, desembarca en las salas argentinas Capitán Calzoncillos, adaptación de las novelas para niños creadas por Dav Pilkey Pequeños Traviesos: George y Harold son dos amigos inseparables que escriben cómics juntos y perpetran travesuras que se convierten en dolor de cabeza para crítica de Capitán Calzoncillosel director de su escuela, el Sr. Krupp. Un día, cuando los agarran in fraganti en una de sus recientes bromas, este director toma la medida de ponerlos en clases separadas, amenazando su amistad. No obstante, ellos consiguen hipnotizarlo y convencerlo que él es el Capitán Calzoncillos, un superhéroe de su creación. Mientras tanto, un científico loco se las ingenia para conseguir trabajo en la escuela como parte de un plan para erradicar la risa del mundo. Estando en una época donde los proyectos animados tratan de pensar tanto en los adultos acompañantes como en los niños que son los principales destinatarios, Capitán Calzoncillos no tiene ningún prurito en manifestar un código narrativo y humorístico destinado pura y exclusivamente para la platea infantil. Esta postura no es necesariamente desacertada, pero en materia guion puede traer sus desventajas. Por un lado, la película maneja hábilmente el balance entre expectativa y resultado que suscita el interés en una buena narración, pero por otro, la autoconciencia del target al que apuntan se expresa con tal énfasis que contribuye, especialmente en su segunda mitad, a que la narración tenga tropiezos y contradiga no pocas veces su propia lógica. Los niños se divertirán, naturalmente, y se compenetrarán sin ningún problema; a esa edad los giros de guion inverosímiles no tienen mayor importancia. Los adultos podrán notar con mayor facilidad las costuras a medida que avanza la trama. Por el costado técnico, la animación es eficiente y dinámica, con un apropiado manejo de la dirección de arte y la fotografía. Esta es deudora del estilo establecido por los libros originales, y en algunas ocasiones toma pequeños desvíos del formato generado por computadora que rige en la mayoría del metraje. El 3D no es indispensable; no suma más detalle que una mayor profundidad de campo en algunas escenas. Por fuera de eso, los lentes sólo sirven para ver la película en foco, nada más. Del trabajo de voces, dado a que vi la versión doblada, sólo puedo decir que está a la altura del desafío. Nada para criticar, tampoco mucho para elogiar. Conclusión: Apropiada desde el costado visual y suficientemente entretenida desde lo narrativo, Capitán Calzoncillos consigue lo que se propone, al menos con la audiencia a la que apuntan. Pese a ello, los mayores acompañantes no podrán evitar sentirse un poco excluidos y encontrarle la quinta pata al gato tanto en cuestiones narrativas como cómicas.
Es el segundo largometraje dirigido por David Soren. Se centra en la amistad de George (Kevin Hart) y Harold (Thomas Middleditch), dos amigos en la primaria, son muy traviesos y por eso harán lo imposible para no ser separados en la escuela. Nos trae una historia entrañable, divertida, disparatada, simpática, llena de música y magia, con escenas de acción con persecuciones, para nada pretensiosa. Ideal para disfrutar en familia y con amigos.
LOS NIÑOS GANAN Con los estrenos de Un jefe en pañales y Las aventuras del Capitán Calzoncillos, Dreamworks gana cómodamente la temporada de cine animado mainstream con dos películas que apuestan decididamente a pensar el universo infantil respetando su punto de vista y recurriendo a su lógica fantasiosa e imprevisible. En especial Las aventuras del Capitán Calzoncillos es un film que además de aplicar ese recorrido zigzagueante de manera extrema (casi que la narración, aprovechando la imaginación de sus protagonistas, se va forjando de atajos y decisiones de último momento que llevan al relato por caminos inesperados), profundiza en el sentido más subversivo de la niñez: ese que siente un desprecio inconsciente por el orden y la autoridad, desbaratando segundo a segundo los espacios institucionales aquí representados por la aburrida y monótona escuela. La película de David Soren, escrita por el gran Nicholas Stoller -basándose a su vez en las novelas de Dav Pilkey-, avanza sobre unos de los tópicos fundantes de la comedia norteamericana contemporánea, esa que Stoller conoce de memoria: la amistad masculina. Ese concepto aquí es expuesto en su etapa germinal ya que los protagonistas son dos niños que van a la escuela primaria y que utilizan su enorme nivel de imaginación para hacer bromas pesadísimas y producir cómics de superhéroes totalmente ridículos: su personaje es el Capitán Calzoncillos del título, un hombre gordo y calvo con poderes, que viste exclusivamente una capa y un calzoncillo de algodón. De hecho, tener una cantidad infinita de calzoncillos es uno de sus poderes. No sería alocado pensar este film como una versión animada e infantil de las comedias que Stoller ha realizado con Seth Rogen, Jonah Hill o Jason Segel. El primer nivel del relato es específicamente ese mundo de amigos, construido en base a códigos e intereses comunes, y muy especialmente a un humor que podríamos definir de tocador, con referencias constantes a pedos, eructos, vómitos y demás versiones que incluyan fluidos corporales. Las aventuras del Capitán Calzoncillos explota esa textura deliberadamente e, incluso, autoconscientemente: “es la expresión más baja de la comedia”, dirá un personaje en determinado momento. Pero hay otro nivel que la película explora y que se define bien avanzada la trama y cuando entra en escena un villano totalmente ridículo, digno exponente del universo del Austin Powers de Mike Myers: y ese nivel está representado por la comedia, el humor, la capacidad de reírse como uno de los atributos fundantes de la infancia. Desde Las aventuras del Capitán Calzoncillos, desde las posibilidades que habilita la animación, es que Stoller se permite la hipérbole del humor escatológico, muchas veces discutida y cuestionada en sus comedias para adultos. Que el film de Dreamworks respete como pocos la lógica de los niños es por un lado una forma de honestidad hacia su público potencial, pero es además una manera de reflexionar sobre la constitución del humor y la depuración que hacemos cuando adultos. La película invita -y es un festival audiovisual en ese sentido- a despojarnos de los prejuicios y a disfrutar, suspendiendo en el camino la búsqueda de enseñanzas y entregándonos al juego desenfrenadamente. Si bien es cierto que George y Harold aprenden un poco que sus bromas pueden tener límites, es una enseñanza menor en el marco de un relato anárquico y donde la escuela es demolida, casi literalmente. Si bien no alcanza el huelo formal y teórico de Un jefe en pañales (tampoco lo busca, dada su constante apelación a lo grosero) y puede que su ritmo resulte por momentos un tanto agotador, Las aventuras del Capitán Calzoncillos es tal vez una de las películas animadas del mainstream norteamericano reciente que mejor sabe incluir a los adultos en el universo infantil que propone. Porque no lo hace en base a excesivos guiños pop, ni a rebuscados conflictos o emociones, ni a un refinamiento cinematográfico (más allá de recurrir en determinados segmentos a diferentes formas de la animación), sino básicamente en permitirle al adulto el derecho, en la oscuridad de la sala, de volver a reírse con lo más básico, prosaico, bochornoso e irreverente.
Basada en una serie de novelas gráficas muy divertidas y exitosas, adaptadas por el talentoso Nicholas Toller (Muppets, Neighbors, Cigüeñas), esta película cuenta la aventura de dos niños, amigos del colegio que mientras padecen los rigores de un director autoritario crean una serie de historietas, sobre las aventuras del capitán Calzoncillos. Creativa, inteligente, con una animación que combina 2 y 3D y hasta una secuencia con marionetas, el resultado es igual de divertido. Una historia que conecta, sin demagogias ni sobreactuaciones, con el universo de los chicos, le toma el pelo a todo, desde los superhéroes en ropa interior a las absurdas obligaciones de la educación biempensante, mezclando la fantasía y la realidad de los personajes como en los mejores cuentos. En los mejores cómics.
Basada en una saga de libros infantiles bastante cómicos, este film de animación tiene varios elementos interesantes. En primer lugar, el diseño, que es infantil en el sentido más juguetón del término. En segundo, que busca la risa, esa cosa tan difícil de conseguir y que siempre tiene mala fama, y en la mayoría de los casos lo consigue. Y por último, que mantiene una trama interesante (dos chicos hipnotizan a su preceptor y lo hacen creer un superhéroe que anda en calzoncillos) a pesar de ciertos lugares comunes. Pero lo que se destaca es el respeto irreverente por la tradición satírica y anárquica del cartoon clásico, algo que muchos de quienes hacen animación hoy olvidan. El diseño combinado con el timing es el gran secreto y en la mayoría de las secuencias el film lo recuerda y lo aplica. Si va con los chicos a ver esta película, la va a pasar bien. Y si va sin los chicos, también.
Crítica emitida el sábado 19/8 de 20-21hs en Cartelera 1030-Radio Del Plata (AM 1030)
Dreamworks apuesta a otra nueva adaptación y el resultado es un boom de diversión y entretenimiento. El director David Soren ("Turbo") se hace cargo de la apuesta cinematográfica de la novela gráfica de “Captain Underpants” donde los chistes de flatulencias, bromas infantiles y el humor absurdo harán explotar este mundo de la mejor manera. Dos inseparables amigos, Jorge y Berto, tienen ideas locas y creativas para mantener al colegio entre carcajadas y entusiasmo en su día a día. Pero la diversión se termina cuando el director del instituto decide separarlos de una vez por todas. Es así como la dupla decide hipnotizarlo y proyectar su fantasía más escondida: Hacer que el director se transforme en el Capitán Calzoncillos, el superhéroe que crearon para una tira cómica en su casa del árbol. Una idea disparatada que va generando un clima de absolutamente pueril y atractivo. Los protagonistas son prácticamente una versión infantil del dúo del film “I earl and the dying girl” (2014) nada más que cambian su pasión por las películas clásicas por su amor a los cómics. Su mayor desafío es lograr que todo sea un motivo de risa, no pueden vivir sin la risa. Es por eso que estando juntos, nunca dejarán de largar carcajadas. Y es por eso que el héroe que le da nombre al título será solo mero muñeco de estos niños que lo usaran como una gran pieza para sus juegos y travesuras. La historia pasa en romper continuamente la cuarta pared por parte de los dos chicos y dejar al espectador preparado de que lo que se viene es más absurdo que lo anterior. No hay conflicto que no se resuelva con la risa. Es ahí su mejor potencial. Las cosas se complican aún más con la llegada de un extraño y malvado profesor de ciencia quien quiere de una vez por todas suprimir la risa del mundo. Un villano unidimensional que proporcionará el balance necesario para los gags y sucesos incoherentes. Con temas musicales sonando en los momentos más irrisorios (como es el caso de “Delirious” de Kid Ink y “Oh Yeah” de Yello), la narración muestra ser capaz de sincronizar su propio mundo infantil con una trama sobre la amistad y la soledad. Asimismo, el film mezcla animaciones en distintos formatos como el 2D, Stop Motion y marionetas justificandolos de un cameos disparatados pero que generan una continuidad a la misma idea de la película. La propuesta termina siendo una satisfactoria experiencia animada y logrando dejar una película, por parte la compañía de Dreamworks, jocasa y pegajosa. Sensación a la que se habían alejados las últimas entregas de la industria.
Basada en la famosa serie de novelas homónimas de Dav Pilkey, Las Aventuras del Capitán Calzoncillos: La Película enaltece los valores de la amistad y el compañerismo en un frenesí propio de la caricatura. ¿Qué tipo de alumno fuiste en la escuela primaria? ¿De los más aplicados o de los más revoltosos? A estos últimos pertenecen George y Harold, dos compañeros del cuarto grado, amigos inseparables, que sólo buscan pasarla bien practicando todo tipo de bromas. ¿Inseparables? Eso está por verse. Otra de las actividades de Harold y George consiste en idear y graficar una serie de comics con un superhéroe creado por ellos, el Capitán Calzoncillos… porque todos los superhéroes parecen andar en calzoncillos, y este realmente lo hace. En estos comics ellos plasman gran parte de la realidad que los rodea, haciendo de sus conocidos, personajes. Esta actividad, sumada a las bromas pesadas, los pone entre las cejas del alterado director del colegio Mr. Krupp (Ed Helms), quien mediante una treta consigue atraparlos con las manos en la masa. ¿El castigo? Ponerlos a cada uno en un salón de estudio distinto. Estos son el tipo de planteos que hace Las Aventuras del Capitán Calzoncillos: La Película. Poner como el apocalipsis el ser separado de aula de tu mejor amigo. La posibilidad de que se termine esa camaradería tan propia de los nueve años. George y Harold son chicos comunes, con muchísima imaginación e inventiva, que hacen todo lo posible para pasar todo el tiempo juntos, y que, a su modo, se rebelan frente al conservadurismo del adulto, representado, entre otros, por Krupp. Estas simples cuestiones son las que hacen a Las Aventuras del Capitán Calzoncillos: La Película una propuesta a tener en cuenta. Tanto chicos como adultos pueden identificarse con este par que solo quiere divertirse, como cualquiera a esa edad. Dos chicos que dan rienda suelta a su imaginación y eso les trae en igual medida cataratas de diversión y varios problemas. Nicholas Stoller, además de reconocido director, es uno de los grandes guionistas de comedia de los últimos tiempo; al punto de saber encontrar el punto medio entre la comedia zafada y la inocencia infantil. Productos nobles como ambas Muppets o Cigüeñas (para hablar de cintas infantiles) llevan su firma, y ahora vuelve a aceptar. La pluma de Dav Pilkey parece ser ideal para Stoller, y entre ambos logran una historia llena de dinamismo y creación, casi como si los propios George y Harold guionaran su propia película… y algo de eso hay. Uno de sus hallazgos es la permanente ruptura de la llamada cuarta pared, sumada a la autoconciencia de ser una película. Este técnica narrativa no solo le da una conexión permanente con el público sino que la convierte en una propuesta original e inesperada. El mismo recurso era ya utilizado en los famosos cortos de Merrie Melodies, y sí, Las Aventuras del Capitán Calzoncillos: La Película, es casi tan caricaturesca como aquellos. Desde su animación básica y juguetona, su ritmo frenético, y el desprejuicio por mantener una línea narrativa normal, todo grita a viva voz, caricatura. Harold y George se verán en apuros frente a la amenaza de ser separados, y en uno de los intentos por frenar el accionar de Krupp, lo terminarán hipnotizando y haciéndole creer que él es el Capitán Calzoncillos… casualmente cuando, sin que ellos lo sepan, un villano de temer que busca prohibir las risas, acaba de arribar al colegio. Las Aventuras del Capitán Calzoncillos: La Película, dirigida por David Soren (Turbo), renuncia a la lógica, a atenerse a la realidad, pese a que los planteos de fondo sean bien palpables para el público infantil y adulto. Una sonrisa se dibujará desde los ocurrentes títulos iniciales y no se borrará hasta que culmine la secuencia intermedia de créditos finales y un par de horas más. Las carcajadas están aseguradas. Stoller, como guionista, entiende que una película puede tener humor adulto, ser tierna, extremadamente divertida, inteligente, y aún seguir siendo infantil. Hay algo que subyace una vez que Las Aventuras del Capitán Calzoncillos: La Película termina, nos quemamos con ganas de volver a verla y de que las historias de este dúo continúen.
Las Aventuras del Capitán Calzoncillos: Reírse de uno mismo. Ya está disponible en cines la nueva película de Dreamworks Animation, una agradable sorpresa que disfrutaran los chicos y los grandes. Con films animados que no vienen siendo del todo buenos (Emoji: La Película) o al menos disfrutables, Las Aventuras del Capitán Calzoncillos (Captain Underpants: The First Epic Movie) fue realmente una experiencia cinematográfica satisfactoria. Si bien no es una genialidad, el film compone un relato sencillo y ameno para grandes y chicos (quizás esta más pensada para niños que para adultos pero tiene algunos momentos muy elocuentes pensados para un público mayor). La cinta nos cuenta la historia de dos chicos de primaria bastante traviesos que hipnotizan al director del colegio para convertirlo en su héroe de cómic: Capitán Calzoncillos. George y Harold (En su versión original con las voces de Kevin Hart y la estrella de Silicon Valley, Thomas Middleditch) son mejores amigos y pasan sus días creando cómics y soñando con bromas. Un día, hipnotizan accidentalmente al director de su escuela, el Sr. Krupp (El siempre gracioso Ed Helms), que a partir de entonces se cree que es el Capitán Calzoncillos, un súperhéroe malhumorado cuyo traje consiste en ropa interior y una capa. Por si esto no fuera suficientemente malo, su nuevo maestro es un malvado científico loco (El profesor Poopypants, interpretado por el comediante Nick Kroll) dispuesto a exigir su venganza en la escuela. Harold y George deberán desbaratar del malvado villano con la ayuda del superhéroe producto de su propia imaginación. El relato presenta un ritmo frenético y veloz, tirando un gag tras otro. Si bien no todos dan justo en el blanco, podemos decir que la mayoría logrará provocar la carcajada. La frescura de la narración compensa algunas generalidades del proyecto. Insisto, si bien el destino del proyecto son los niños más pequeños para inculcarles los valores de la amistad y la camaradería entre las personas, el público de mayor edad podrá disfrutar del formato que sorprende escena a escena. Continuamente podemos ver cómo cambia el tono e incluso el estilo de animación (hay un pasaje desopilante que es contado a través de títeres). Además, la narrativa juega con el metarrelato y la autoconciencia, rompiendo en más de una oportunidad la cuarta pared. Si bien decae un poco en el tercer acto, el director David Soren (Turbo) logra brindar un producto divertido y bastante original. Mucho humor absurdo y chistes sobre flatulencias podrán no ser del agrado de todos pero cabe destacar que están bien empleados. La animación sin ser super descollante cumple con lo prometido, quizás le falta trabajar más los fondos, ya que el diseño de personajes es impecable y con un estilo bien propio. En síntesis, Las Aventuras del Capitán Calzoncillos es una película entretenida para toda la familia, quizás una de las más divertidas del año. Una lástima que en Argentina no haya tenido tanta repercusión y fuera eclipsada por Emoji: La Película. Claramente el film de Dreamworks supera con creces al de Sony pero el público fue víctima de la gran campaña publicitaria de la historia de los emoticones.
Superhéroe para la familia "Las aventuras del Capitán Calzoncillos" es un film animado sobre dos amigos muy traviesos que crearon un comic con un divertido protagonista. La película deja una enseñanza sobre la fortaleza de la amistad y es impecable sin necesidad de atosigar con efectos o complicaciones de planos. No se menciona entre los tanques animados de este año, más allá de pertenecer a DreamWorks (“Pollitos en fuga”, la saga “Shrek”), y quizás por ese motivo sea tan gratamente sorpresivo encontrar una gran película en “Las aventuras del Capitán Calzoncillos”. Producida como adaptación de los libros de Dav Pilkey, el largometraje narra la historia de Jorge y Beto -o George y Harold-, dos amigos muy traviesos que además de hacer muchas bromas, crearon el comic del Capitán Calzoncillos. Cuando el Sr. Krupp, su estricto director de colegio los llama a su oficina para castigarlos, por un extraño hechizo/ proceso de hipnosis tienen la oportunidad de traer a la vida al superhéroe que crearon. Así es que el Capitán Calzoncillos pondrá a los niños a las corridas tras sus disparates, creyendo que tiene poderes que obviamente no posee. Se mantiene la estética de los libros originales, y la historia es muy similar a la que pueden leer los niños desde finales de los 90, momento en el que Pilkey comenzó a editar sus ficciones infantiles. Y más allá de tener idea y guión adaptado de la literatura, y con el paso de los años a cuesta, “Las aventuras del Capitán Calzoncillos” en versión cinematográfica no suena a reciclaje, sino, al contrario, un aire fresco dentro del género animado, que muchas veces se arraiga al éxito y repite fórmulas, o bien ambiciona demasiado olvidándose del entretenimiento. En este caso, la simpleza de su narrativa, con gags que puede disfrutar los más pequeños y los adultos que quieran formar parte de ese mundo, es lo que hace funcional la renovación. Puntos fuertes En tiempos en los que otros films para niños hablan de la importancia de la conexión al celular, este largometraje habla de la fortaleza de la amistad y critica sutilmente pero de manera acertada los conf lictos del sistema educativo y la indiferencia con la que trata a aquellos que deben ser educados. En materia técnica, el film es impecable sin necesidad de atosigar con efectos o complicaciones de planos, por lo que visualmente es apacible incluso para niños que recién comienzan a ver cine en pantalla grande. En ese sentido, tampoco existe un dogma que encierre a la producción a un solo tipo de animación, pues otro de los méritos es jugar con diferentes construcciones y matices que enriquecen la estética general del producto. Si bien el nombre -o específicamente la palabra “calzoncillos” en el título- y la simpleza de la animación e historia puede resultar extraña, estos puntos no hacen más que sumar a su originalidad en un mundo en el que las ideas parecen agotadas.