Una película para sumar al largo listado de historias navideñas, esas que se ven una y otra vez a pesar de saber hasta el hartazgo sus diálogos, y que en el desarrollo de su personaje protagónico apela a la nostalgia de George Michael y los buenos sentimientos para profundizar en la deconstrucción de la comedia romántica. Katarina o Kate, como ella prefiere, es una joven que deambula por Londres sin saber qué hacer con su vida. A pesar de haber recibido un transplante de corazón, poco y nada atiende a esa situación, y prefiere pasar noches con desconocidos y cantidades industriales de alcohol, a sentarse y descansar pensando en que la vida le dio una segunda oportunidad. Un día conoce a Tom, un misterioso caballero que la seduce con sus acercamientos y alejamientos, y mientras espera y decide qué hacer con su vida, la ficción avanza con humor negro, ironías y situaciones más cercanas a la nueva comedia americana que a la comedia romántica tradicional. El camino de la heroína se verá plagado de obstáculos, de una necesidad de transformación para cambiar el destino, de la necesaria convicción sobre aquello que se está modificando para ser mejor persona con uno mismo y con el mundo, y de la irreversible atracción hacia el otro para terminar de cerrar el ciclo. El guion hacia el final revela un detalle que tal vez precipita su desenlace hacia un lugar al que este cronista hubiese preferido nunca llegar, pero más allá de este punto, la originalidad de su apuesta a utilizar la música de Michael como tema, el histrionismo de Emilia Clarke como Kate, Michelle Yeoh como esa jefa de gran corazón a pesar de su rigidez, y Emma Thompson como esa madre sobreprotectora que además lucha por su lugar en una Inglaterra cada vez más expulsiva, hacen de “Last Christmas” la excusa perfecta para soñar con una Navidad de 365 días rodeados de afectos, aquellos que, sin dudas, son los que valen.
En ésta época del año aparece la película navideña, puede ser una comedia o una romántica...en éste caso tiene un poco de todo. Dirigida por Paul Feig, y con las mejores canciones de George Michael, que le agregan un súper plus, cuenta la historia de Kate (Emilia Clarke) en Londres, intentando conseguir un papel en algo que tenga que ver con el canto o la actuación, (a eso se dedica) pero hasta ahora no tiene suerte, y mientras tanto trabaja en una tienda de artículos navideños cuya propietaria es Santa (Michelle Yeoh). A esa tienda llega Tom (Henry Golding) un joven con una perspectiva existencial completamente diferente a la de Kate, motivo por el que la chica comienza a sentir que tiene mucho que aprender de él. Ella es vacía, inmadura y con una total falta de confianza, aunque una enfermedad del pasado que la llevó al borde de la muerte quizás tenga algo que ver con su carácter y Tom sólo sabe dar, trabaja en caridad y es un alma pura. De repente ella siente una profunda conexión. Kate comienza a valorar más a su madre Petra, quien emigró de Yugoeslavia (Emma Thompson, también responsable del guión junto a su marido Greg Wise). Y tengo que admitir que el guión es absolutamente divertido gracias a la dupla protagónica. Kate también vuelve a frecuentar a su padre Ivan (Boris Isakovic), a su hermana Martha (Lydia Leonard) después de una pelea y a un sinfín de amigos que perdió y reconquistó. Todo gracias a Tom, quien la ayuda a hacer un viaje de introspección, y qué bien le hace...reconectar y sanar. La química entre ellos es innegable. Emilia Clarke tiene grandes dotes para la comedia y el film es lo esperable, lleno de clichés navideños, amor, buena música, y el mensaje de saber dónde está lo verdadero y mirar siempre hacia arriba. https://www.youtube.com/watch?v=rk5hgLJGFcU ACTORES: Emilia Clarke, Henry Golding. Emma Thompson, Michelle Yeoh. GENERO: Romance , Comedia . DIRECCION: Paul Feig. ORIGEN: Reino Unido, Estados Unidos. DURACION: 103 Minutos CALIFICACION: Apta para todo público con reservas FECHA DE ESTRENO: 05 de Diciembre de 2019 FORMATOS: 2D.
A priori, Last Christmas ofrece unos cuantos atractivos. El mayor de ellos está dedicado a los fans de Game of Thrones, que a seis meses del final de la serie podrán ver a Daenerys Targaryen resucitada pero sin sus dragones, desempoderada, ridículamente disfrazada de duende. Otro imán puede ser la banda de sonido ochentosa, basada en canciones de George Michael (empezando por la que le da el título a la película). Y, para los más detallistas, tal vez que el guion esté firmado, entre otros, por Emma Thompson. En esta reencarnación como eficaz comediante, Emilia Clarke vuelve a hacerse querer. Aquí es Kate, una veinteañera que deambula como un tiro al aire por Londres, de conquista en conquista y borrachera en borrachera, sin hogar fijo, con pretensiones de actriz y un trabajo -que iba a ser temporario y terminó siendo definitivo- en una tienda de artículos navideños. Un desastre que quizá se redima cuando conozca al hombre perfecto (Henry Golding). Podrá decirse que no existe comedia romántica sin un toque meloso. Que la dulzura excesiva y las historias de redención son condiciones esenciales del subgénero navideño. Y que, después de todo, esto es lo que los anglosajones llaman una feel-good movie, una película para sentirse bien. Pero aquí se les fue la mano con el azúcar, sobre todo en los mensajes edificantes del personaje masculino. El guion tiene momentos divertidos, sobre todo los que Thompson le reservó a su propio personaje, una madre croata que bien podría ser una idische mame o una mamma tana que convierte en tragedia todo lo que toca. Además, a diferencia de lo que está ocurriendo en Hollywood, aquí el feminismo es un poco menos explícito (no hay obstáculo entre Kate y sus deseos sexuales). Pero esa sutileza desaparece a la hora de la bajada de línea existencial y también política. Y queda definitivamente sepultada bajo los escombros de un golpe bajo que es a la vez un giro "sorpresivo" capaz de hacer ruborizar al mismísimo M. Night Shyamalan, el rey del efectismo.
Hace un tiempo que Kate (Emilia Clarke) no parece encontrar el rumbo de su vida. Luego de una seria enfermedad, su presente está guiado por el egoísmo y la despreocupación, dedicada con poco esmero a su trabajo en una tienda navideña, a asistir sin convicción a audiciones, a pasar las noches en casas de amigos o en citas con desconocidos. Es del melodrama que su familia le tenía preparado del que quiere fugarse, de las canciones tristes de la natal Yugoslavia, de la compasión de quienes la quieren. En ese limbo, Tom (Henry Golding) asoma por la ventana como el príncipe en bicicleta, casi demasiado perfecto para cualquier cuento de hadas. Por fin a alguien se le ocurrió hacer una película inspirada en una de las mejores canciones de Navidad, "Last Christmas", de Wham! Sin embargo, no todo sale como prometía la idea. La película camina sobre una fina cornisa, en la que a veces hace pie y en otras amenaza con caerse al vacío. Siempre que se afirma es gracias al encanto de Emilia Clarke, a los chistes ingeniosos que desliza el guion de Emma Thompson, a la gracia con la que Paul Feig filma los clichés de la comedia romántica. Pero tambalea cuando se pone admonitoria, viste al romanticismo de serios discursos y nos enseña importantes lecciones de vida. El resultado es más aprendizaje que romance, reservándose para el final el as que guarda en la manga para lograr que, después de todo, cantar las canciones de George Michael valga la pena.
Crítica emitida al aire en Zensitive Radio
Dirigida por Paul Fieg (Bridesmaids, Spy) llega el estreno navideño de Diciembre, Last Christmas: otra oportunidad de amar. Kate (Emilia Clarke) vive enojada y amargada mientras camina por Londres. Un dia en su trabajo, en una tienda navideña, mira por la ventana y lo ve a Tom (Henry Golding). El entusiasmo de él trata de hacerle ver otro aspecto de la ciudad y de la gente que la rodea. De a poco Kate empieza a creer que puede seguir su sueño de ser cantante y también concretar una relación amorosa. Las películas románticas navideñas ya son casi un subgenero para esta etapa del año. El público se acostumbró a ver esa imagen europea o norteamericana de las fiestas nevadas y nada más lejos que el calor que nos aqueja en la Argentina. Pero dejando de lado esta crítica geográfica, no hay lugar a dudas que las comedias románticas que giran alrededor de navidad terminan construyéndose con un arco argumental bastante similar (con alguna que otra vuelta de tuerca diferente). Chica conoce a chico, no son compatibles, crisis familiar o laboral, depresión y finalmente aprender el verdadero significado de la navidad. En el caso de Kate, aceptarse a ella misma y compartir lo que tiene con otros. Last Christmas: otra oportunidad para amar tiene algunas sublineas que retratan temas actuales en Londres como el Brexit, la inmigración y la homosexualidad; aunque no le da el tiempo suficiente para desarrollar cada una. Con respecto a la vuelta de tuerca, que algunas películas se esfuerzan por destacarse para diferenciarse en el género, es un poco predecible pero tampoco es que afecta tanto al desarrollo de la trama. Last Christmas: otra oportunidad para amar tiene correctas actuaciones y algunos chistes bien marcados, pero no tiene la originalidad de otros trabajos de Paul Feig; aunque en este caso el guión esta a cargo de Emma Thompson. Como película romántica navideña es simpática y será disfrutada por el público asiduo al género.
Kate (Emilia Clarke) es cínica, un poco promiscua y no hace caso de convenciones sociales. Está con problemas de salud y eso hace que sus amigos le soporten casi todo, pero su crédito está casi agotado. Kate quiere hablar con la madre (Emma Thompson), que la llama al celular todo el tiempo y además está a punto de perder el trabajo en una tienda que vende cosas para navidad durante todo el año -imagínense el castigo de vivir un año en un lugar así para alguien como Kate-. Pero la protagonista no solo acumula cosas negativas, Kate es fan de George Michael. Las canciones de la estrella pop están en su teléfono pero también forman parte de su repertorio, porque Kate sueña con se actriz de comedias musicales. Mientras decepciona a todos los que la rodean, la chica se va hundiendo, pero una noche conoce un muchacho simpático, bondadoso, optimista y generoso, que se le aparece para recatarla cuando todo parece derrumbarse. Tom (Henry Golding) es una presencia beneficiosa en la vida de Kate, que por un lado se siente atraída pero por otro no soporta tanta bondad. Last Christmas se apoya en Emilia Clarcke y ella la sostiene, transmite gracias pero no pierde nunca cierta amargura de base que le hace bien al personaje y a la película. Con la música de George Michael, el proyecto se asienta sobre una idea del cantante, que está presente todo el tiempo y es una lástima que no se hayan traducido las letras, ya que se enlazan con la trama. La película cuenta además con la presencia de Emma Thompson como productora y como guionista, así que está claro que Emma se aseguró de que la madre de Kate fuera un personaje sólido, una inmigrante de la antigua Yugoslavia que sufre por el Brexit y por los brotes de un nacionalismo que mira con desconfianza a los extranjeros. Espíritu navideño, buena música y mejores actuaciones. Se acaba el año, la temperatura sube y pronto no va a haber mucho para ver en los cines. Last Christmas es menor, como el pop, pero es inclusiva y amable. LAST CHRISTMAS: OTRA OPORTUNIDAD PARA AMAR Last Christmas. Reino Unido/Estados Unidos, 2019. Dirección: Paul Feig. Intérpretes: Emilia Clarke, Henry Golding, Emma Thompson, Michelle Yeoh. Guión: Emma Thompson. Fotografía: John Schwartzman. Música: Theodore Shapiro. Duración: 103 minutos.
Voy a empezar esta reseña con una de las frases más comunes que existe: “Last Christmas es una película entrañable”. Con todo lo bueno y con todo lo malo que eso implica. Es decir, es una película muy tonta, muy arbitraria y llena de lugares obvios, pero aun así te emociona. Y también vale destacar que dentro de esa fórmula repetitiva también hay lugar para innovar un poco. El film se anima a explorar ciertas cosas, a romper algunos esquemas y ser políticamente incorrecto en otros. Asimismo, esos elementos son muy spoileables. Motivo por el cual el film es muy fácil de arruinar en cuanto a impacto/sorpresa en el tercer acto. Tal vez el espectador pueda vislumbrar algo antes del plot twist e ir atando cabos. Luego le gustará más o menos. A mi me gustó bastante, me pareció original. (Si bien ya habíamos visto cosas así en más de una película). Paul Feig, quien se hizo conocido por la genial Bridemaids (2011), hace un excelente laburo para darle forma a la historia concebida por Emma Thompson. Si, la gran actriz (quien también tiene un delicioso papel aquí) fue quien tuvo la idea para todo. Y hablando de actrices, podemos decir muchas cosas de Emilia Clarke y su Daenerys Targaryen en Game of Thrones, pero ha demostrado más de una vez que es muy buena para la comedia. Y esto es una comedia en la cual realmente te reís, son varias las escenas en las cuales se te escapa una carcajada. Algo no muy común hoy en día en el cine mainstream. Last Christmas es una gran opción para ver en el cine en esta época del año. Una linda película navideña llena de clichés, pero a la vez original.
"Last Christmas", el peor final No es solo la típica fábula navideña que suele llegar a las salas en diciembre: bajo el subtítulo de "Otra oportunidad para amar", el film británico esconde uno de esos desenlaces inexplicables. Desde su estreno en Estados Unidos, hace casi un mes, viene hablándose en las redes sociales acerca del desenlace de Last Christmas, que para su lanzamiento latinoamericano suma el subtítulo Otra oportunidad para amar. Y no precisamente en buenos términos: espectadores y periodistas fueron lapidarios con la vuelta de tuerca que corona esta historia romántica entre una chica a la que todo le sale mal y un misterioso hombre con el que se cruza cada dos por tres, al principio de casualidad -o todo lo casual que pueden ser los encuentros en este género- pero luego deliberadamente. Otra vez, entonces, el viejo dilema de si el pésimo final de una película es condición suficiente para denigrarla. Pero una cosa es una decisión discutible de los guionistas -entre las que figura de manera inexplicable Emma Thompson, quien tiene además un rol de reparto- y otra muy distinta forzar la lógica de un relato hasta más allá de lo posible sacando un conejo de la galera. Y vaya si es grande el conejo que saca Last Christmas. La cosa funcionaba relativamente bien hasta ese final, siempre y cuando se comprenda que se trata de la fábula navideña que todos los años llega a las salas argentinas unas semanas antes que Papá Noel. Como ocurre en diez de cada diez películas de este tipo, todo apunta a una celebración del espíritu de unión y conciliación, a salvaguardar la integridad de la familia y los afectos por sobre cualquier cosa. Una tarea nada fácil para Kate (Emilia Clarke, la Daenerys de Game of Thrones), una jovencita nacida en la ex Yugoslavia que desde la guerra vive en Londres junto a su familia. La relación con mamá (Thompson) y papá no atraviesa su mejor momento, y desde hace un tiempo ella anda de acá para allá con su valijita a cuestas, durmiendo de prestado en cuanto sillón de amigo o conocido encuentre mientras trabaja a desgano en una tienda navideña a cargo de Santa (Michelle Yeoh). Nunca dura más de una noche en ningún lugar, porque con ella llegan también los accidentes. Accidentes por demás ridículos, como prender fuego el barquito de fósforos de un amigo o electrocutar el pez de otro con un secador, en lo que son las dos escenas más graciosas de una película que, de haber continuado por esa línea, hubiera sido muy distinta. Y seguramente mejor: vale recordar que el director es alguien que sabe manejar los resortes de la comedia como Paul Feig, el mismo de Freaks and Geeks, Armadas y peligrosas y Damas en guerra. Pero Last Christmasempieza a cambiar el rumbo ante la aparición de Tom (Henry Golding), un pibe con más pinta de bueno que el pan que, charla va, charla viene, pega onda con Kate. Tanta onda pegan, que luego se verá que hay otra conexión entre ellos. No conviene adelantar mucho más acerca del desarrollo, en tanto se preservarán las sorpresas para los temerarios espectadores dispuestos a comprobar con sus propios ojos uno de los Deus ex machina más grandes de la década. Por ahí también se habla del Brexit y la discriminación a los extranjeros, referencias que no van a ninguna parte pero que quedan disminuidas ante las delicias del acto final.
Kate (Emilia Clarke) ahora trabaja de Duende en una tienda navideña. A ella le gusta cantar, va a toda audición que se le presenta y sigue con una vida descontrolada, siempre intentando alejarse de una familia de inmigrantes del Este, con una madre insoportablemente demandante (Emma Thompson). Mientras vive mudándose con amigas o relaciones de momento, aparece un tal Tom. Simple, encantador y siempre mostrándole las maravillas a la vuelta de la esquina y la necesidad de pensar un poco en los otros. Este voluntario de comedores barriales reaparece una y otra vez, de improviso, sin pedirle nada a cambio. La vida de Kate tendrá un vuelco. Parece ocuparse más de los amigos a los que perjudicó; de su patrona, una china madura que se enamoró entre venta y venta; de su familia a la que vuelve de vez en cuando y hasta de su enfermedad (tuvo un transplante hace años). Pero ahora la curiosidad por ese Tom, que le descubrió un jardín secreto, que parece guiarla y amarla sin demandas, la intriga. Lo que sigue será un milagro de Navidad. FILME INTEGRADOR Sí, la película no es original. Ya antes hicieron cosas parecidas desde Frank Capra en la década del 40 ("Qué Bello es vivir") a Jerry Zucker (la inolvidable "Ghost" con Demi Moore). Se sabe que las comedias navideñas tienen que tener luces, arbolitos y Santa Claus y ésta hasta sucede en una tienda de juguetes navideños que rebosa de todo eso hasta el desván. Pero "La última Navidad" intenta ser otra cosa, alude a la xenofobia (una realidad también en el Reino Unido), critica el Brexit (y lo hace con la excelente Emma Thompson en una nostálgica comicidad), se ocupa de la diversidad (la hermana de la protagonista) y pone a un mágico seductor (el malayo inglés Henry Golding) y a la encantadora Emilia Clarke ("Juego de Tronos") para casi iniciar un romance en deslumbrante pista de patinaje con música de George Michael. Como muchos dicen, un poco cursi, elemental y abundante en trampas románticos. Cierto. Pero también emotiva, directa, cuidada en su diseño de producción y con actrices como la efervescente Emilia Clarke (ideal protagonista de comedias brillantes) y Emma Thompson (hizo el guión sobre un tema de George Michael), más una troupe de "desclasados" del comedor barrial, capaces de animar la fiesta navideña más integradora del mundo. Navideña y emotiva.
SI CREES EN LA NAVIDAD, APLAUDE Last Christmas y una vuelta de tuerca a estas historias festivas La Navidad llega antes de tiempo con esta dramedia romántica protagonizada por la khaleesi. No es Navidad hasta que se estrena una nueva comedia romántica ambientada en este escenario festivo, o hasta que empiezan a pasar en loop “Realmente Amor” (Love Actually, 2003) y “Mi Pobre Angelito” (Home Alone, 1990). Mientras esperamos las repeticiones televisivas, Paul Feig se asegura de cumplir con este primer mandato y nos trae “Last Christmas: Otra Oportunidad para Amar” (Last Christmas, 2019), una historia que quiere apartarse un poco de los convencionalismos, pero no puede escaparle los clichés más edulcorados. El creador de “Freaks and Geeks”, responsable de comedias como “Damas en Guerra” (Bridesmaids, 2011) y “Cazafantasmas” (Ghostbusters, 2016), se empapa del espíritu de las fiestas de la mano del guión de la debutante Bryony Kimmings y Emma Thompson, centrado en Katarina ‘Kate’ (Emilia Clarke), una treintañera oriunda de la ex Yugoslavia, fanática de George Michael y la música, que ahora pasa sus días vestida de elfo, vendiendo los adornos navideños más estrafalarios en la tienda de Santa (Michelle Yeoh). Su vida es un desastre literal: no tiene donde vivir y se lo pasa crasheando en casa de amigos con mucha paciencia, se lleva mal con su criticona mamá Petra (Thompson) y con su hermana Marta (Lydia Leonard), una abogada exitosa; y no es de tomar muchas responsabilidades después de recuperarse de una grave enfermedad. Entre audiciones fallidas y ambiciones mediocres conoce a Tom (Henry Golding), un mensajero que ve la vida y la ciudad de Londres con otros ojos, además de ayudar en un refugio de indigentes por las noches. Sí, es el partido ideal y todo un caballero, que parece querer ayudar a Kate a despertarse de su letargo. Resulta que Katarina no siempre fue tan amargada e insensata pero, poco a poco, y tras pasar tiempo con Tom disfrutando de las pequeñas maravillas que tiene para ofrecer la ciudad, sus modos y relaciones empiezan a cambiar, aunque tenga que volver a la casa de sus padres y lidiar con las paranoias y depresión de su mamá, o se vea ‘forzada’ a colaborar en el refugio. Todo tiene un por qué y una extraña vuelta de tuerca que un poco se intuye, pero lo importante es que Feig toma nota de clásicos como “Qué Bello es Vivir” (It's a Wonderful Life, 1946) para darle una segunda oportunidad a su protagonista y, a través de ella, a muchos de esos personajes que la rodean. Con todo el espíritu navideño encima ¿Qué tiene qué ver George Michael en todo esto? Lamentablemente, nada, más allá que el tema que da título a la película -y otros tantos del músico inglés- forma parte de una banda sonora imposible de resistir como las desventuras de Emilia, mucho más confortable en estas comedias livianas que en su papel de Daenerys Targaryen. “Last Christmas” se beneficia de estos elementos (y los encantos de Golding, y la presencia de Yeoh), y casi que nos convence en su primera mitad cuando creemos estar ante otra clásica historia romántica navideña. Feig, Thompson y Kimmings terminan imponiendo un giro narrativo que intenta ser dramático y original, pero incluso dentro de los parámetros de la ficción, no termina de cuadrar, al igual que el exagerado (¿y ofensivo?) acento de mamá Petra. ‘Forzada’ es la palabra clave para una historia que, después del primer acto, no encuentra la forma de volver a encauzarse y se dirige derechito a la previsibilidad. Una lástima, porque tiene buenos elementos para destacar y talento (delante y detrás de las cámaras) para explotar. Last Christmas, I gave you my heart En medio de romances de manual, algunos golpes bajos, dramas familiares y muchos hits musicales, los realizadores deslizan varios comentarios sociopolíticos, sin dejar de lado su opinión sobre Brexit, la situación de los inmigrantes en el Reino Unido y otras cuestiones que no terminan de encajar en este conjunto demasiado pasatista. Feig sabe cómo hacernos reír y Emma tiene mejores incursiones amorosas, pero esta combinación no funciona cuando intentan este nuevo acercamiento más fantasioso. Por suerte, tenemos a Clarke que salva la mayoría de las escenas en que aparece, con esa espontaneidad que atraviesa cualquier personaje y pantalla. Y los pegadizos temas de Michael (Heal The Pain, Too Funky, Wake Me Up Before You Go-Go, Everything She Wants, Praying For Time), claro, un atractivo extra que, no tendrán el peso narrativo que uno quisiera, pero quién se le puede resistir a semejantes melodías. Posiblemente, “Last Christmas” no colme ninguna expectativa, pero no queremos ser el Grinch que venga a aguarles estas fiestas.
La época del año es propicia para esta comedia agridulce que muestra el periplo navideño de la protagonista bajo la dirección de Paul Feig y con guión de Emma Thompson, quien también se reserva un simpático papel en la película. Last Christmas: Otra oportunidad para amar tiene un prólogo ambientado en la Yugoeslavia de 1999 y la acción salta a Londres en 2017. La suerte no parece acompañar a Kate -Emilia Clarke-, la hija de una familia húngara que intenta encontrar su lugar en el mundo mientras es expulsada de la casa de sus amigos por cometer "errores" involuntarios, es fan de George Michael, prueba su talento musical en audiciones y trabaja en un negocio navideño bajo las órdenes de su estricta jefa Santa -Michelle Yeoh-. Como caído del cielo, Kate conoce a Tom -Henry Golding- y su vida da un vuelco significativo. Con este planteo, el filme acumula gags eficaces mientras despliega sus aristas integracionistas -el clan progresa en un ámbito desconocido y la hermana rompe convenciones familiares- y de amor por el prójimo -Kate colabora con un grupo de indigentes- en tiempos festivos y se reserva la cuota emocional con una vuelta de tuerca en el tramo final. Amable, entretenida y con buenos papeles secundarios -la madre encarnada por una Emma Thompson avejentada y anacrónica, y la jefa comprensiva-, el relato deambula al compás de la playlist de George Michael e imprime su atmósfera angelical. Hay cánticos y show navideños, pista de hielo y un jardín secreto donde se refugian los amantes en cuestión en esta propuesta que resulta amena y en la que la labor de Emilia Clarke lleva con carisma el peso del relato. No hay regalos ni sorpresas en esta comedia con aires de clásico pero enciende las luces de todos los adornos al mismo tiempo.
Kate (Katarina) es una joven que, tras salir de una grave enfermedad, no logra re armar su vida. Sin un lugar donde vivir, perdiendo amigos de a poco, y al borde del despido, conoce al joven Tom, quien se muestra muy interesado en ella, y, sobre todo, en ayudarla a salir adelante. La magia de la navidad, época en la que transcurre la historia, se va a hacer presente. Last Christmas: otra oportunidad para amar llega como el clásico film en co producción entre USA e Inglaterra que todos los años nos aparece en época navideña. Esta vez por suerte no es una historia coral, sino que se centra, casi en su totalidad en Kate, el personaje interpretado por Emilia Clarke. Lo primero que tenemos que decir, es que el que vaya buscando una comedia romántica al uso, le vamos diciendo que no; ya que la historia se acerca más a la auto superación y encontrar nuestro lugar en el mundo, que el de la magia navideña solo sirviendo para encontrar pareja. En este sentido la elección de Emilia Clarke es bastante irregular. Por un lado, la actriz británica logra transmitir a la pantalla su carisma y simpatía vista fuera de cámara; pero, por otro lado, al tener más de un momento emotivo, nuestra ex Khaleesi demuestra lo limitada que es cuando la trama la exige algo más que sonreír. En este sentido se echa en falta algún secundario de bastante peso. Si bien tenemos a Michelle Yeohcomo la jefa de Kate, y en más de un momento, y sin mucho esfuerzo logra comerse la película, su participación es bastante escasa, sirviendo casi como alivio cómico que como un real apoyo moral para Emilia Clarke. Y lo mismo podemos decir de Emma Thompson y casi la totalidad de los secundarios. A esto debemos sumarle un giro de guion que se ve venir a los quince minutos de película, cuando se nos presenta todo el trasfondo de Kate. Es una pena que la historia se centre tanto en este momento, en lugar de hacer más hincapié en la auto superación de dicho personaje; algo que solo se ve con un par de escenas de montaje y poco más. Last Christmas: otra oportunidad para amar es de esas películas “buenaondistas” con todas las ñañas de las comedias familiares inglesas. Mucho humor naif, bastante azúcar, y drama liviano como para compensar tanta melosidad, pero que desaprovechan algunas buenas ideas. Para verla en familia para pasar un momento ameno en el cine, y poco más.
Tiene muchos atractivos. Esta la música de ese genio que fue George Michael que se pega a las musiquitas navideñas pero con el corazón roto. Esta Emilia Clarke amada por los millones de fanáticos de Game of Thones. El galán bombón Henry Golding. Y grandes actores como Emma Thompson, de ella es la idea y el co-guión con Bryony Kimmings, Michelle Yeoh y siguen los nombres. Y no es una situación de alegría impuesta, sino una historia de una chica que perdió su rumbo, sus sueños, que vive en los sofás de los amigos cada vez más escasos por culpa de sus torpezas, que se lleva pésimo con su familia. Hasta ese punto tiene encanto. Luego tiene un encuentro con el hombre que llama su atención y la intriga por ser tan distinto. Más no se puede contar. La historia tiene su seducción, pero el twist que utiliza no es original y llama la atención por eso. Los actores desparraman simpatía y mas que una historia de un romance intenso e inesperado, es el de la superación con la simple tarea de la recomposición de los afectos cercanos, mas una poco forzada intervención en un hogar de homeless para el toque festivo. Emilia Clark se siente cómoda sin tener hijos dragones y se entrega a este entretenimiento que no empalaga y puede disfrutarse cómodamente.
La navidad es esa época donde la soledad puede pesar más que nunca y donde los afectos se vuelven necesarios. El cine, de varios géneros, ha abarcado esta cuestión, pero es con la comedia donde supo producir sus mejores resultados. Resultados que no pocas veces tienen que ver con cuánto carisma tengan los protagonistas de la historia. Ahí es a donde parece apuntar Last Christmas. Historia de un Duende Last Christmas es una comedia llevadera por la variedad de humillantes desventuras que experimenta Kate, la protagonista, para evitar dormir en casa de sus padres, sobrellevar su trabajo, y amigarse con un pasado que la ha dejado derrotada. Todos aspectos que, más allá de las aspiraciones artísticas de Kate, nos hacen sentir identificados. Es sencillo ser cínico y práctico todo el año, pero esta es la época donde sale a la luz ese pequeño ápice de bondad que la realidad no pudo sacarnos. La película se vende como una comedia romántica, pero sin embargo es cómo la protagonista sana y se salva ella misma de sus problemas lo que hace de la experiencia algo simpático. Los chistes aciertan lo suficiente para decir que atina como comedia. Concedido: hay un giro de guion bastante forzado y meloso pareciendo tomar por tonto al espectador, y los más exigentes no lo perdonarán. No obstante, para esta altura los espectadores ocasionales no podrán obviar el espíritu de buena leche que exuda la película, sensata y poco idealizada, por lo que es probable que le sea perdonado. Pero ahí ya depende de cada uno. Si de buena leche nos ponemos a hablar, Last Christmas también pone de plano un debate muy interesante sobre los peligros de la xenofobia. No por nada toman como punto de partida los orígenes Yugoslavos de la protagonista y la familia que la rodea. Si bien no lo profundizan tanto como debieran, no se puede negar que es una problemática actual en algunos países: la película plantea a la Navidad como la única instancia de hermandad universal que existe en todo el año, una que debería durar a lo largo de los otros 364 días. En la labor actoral, Henry Golding, aunque no presenta defectos serios, no manifiesta mucho carisma para ganarse al espectador. Michelle Yeoh, como la jefa de Kate, propone un balance entre la lengua filosa y la sincera ternura. La mismísima Emma Thompson, quien además de escribir el guion da vida a la madre protagonista, entrega un papel querible a pesar de ser un estereotipo tanto de la mamá cuida como del inmigrante. A todo esto, quien merece un párrafo aparte es Emilia Clarke. La otrora madre de los dragones se prueba como una comediante más que capaz y desbordante de carisma. Cómo nos identificamos con ella, nos reímos, conmovemos, y cómo nos cautiva su valentía hasta para reírse de sí misma, son las razones por las cuales, a pesar de sus defectos, esta película llega a suficiente buen puerto. Un caso sólido a favor de lo crucial que puede ser un buen casting.
Texto publicado en edición impresa.
Una vida patas para arriba “Last Christmas: otra oportunidad para amar” (Last Christmas, 2019) es una comedia romántica dirigida por Paul Feig (Damas en guerra, Un pequeño favor) y co-escrita por Emma Thompson, la cual creó la historia junto a su marido Greg Wise. Basada en la reconocida canción navideña del dúo británico Wham!, la cinta está protagonizada por Emilia Clarke (Juego de tronos) y Henry Golding (Locamente millonarios). Completan el reparto Michelle Yeoh, Lydia Leonard, Emma Thompson, Ritu Arya, Maxim Baldry, Patti LuPone, Margaret Clunie, Boris Isakovic, entre otros. La trama gira en torno a Kate (Emilia Clarke), una joven inmigrante de Yugoslavia que trabaja en una tienda londinense de accesorios de Navidad que permanece abierta durante todo el año. Luego de que el año pasado fuera complicado para su salud, Kate no se encuentra conforme con la vida que lleva: vestirse cada día de elfo para ir a trabajar le parece espantoso, la relación con su familia no es buena al punto de que prefiere dormir en la casa de algún amigo al que le sobre un sillón y la alimentación que lleva está lejos de ser saludable. No obstante, cuando Kate se tope afuera del negocio con el misterioso Tom Webster (Henry Golding), las cosas comenzarán a cambiar. Pocas semanas quedan para la llegada de las fiestas y, tanto en la cartelera como en las plataformas digitales, las producciones navideñas se empiezan a abrir paso. En este caso estamos ante una coproducción entre Estados Unidos y Reino Unido que derrocha diversión, risas, ternura y una chispa de magia. Con un guión sumamente entretenido, uno de los puntos fuertes del filme sin lugar a dudas es su protagonista. Ya habíamos visto en “Yo antes de ti” (Me before you, 2016) que a Emilia Clarke los papeles cómicos combinados con el romance le quedan perfectos. Esta no es la excepción ya que Clarke es el alma de “Last Christmas”: de entrada su Katarina (Kate como prefiere que la llamen) logra que nos interesemos por completo en la película. Por otro lado, los momentos dramáticos también están bien logrados. A pesar de que el trailer promocional no es recomendable de ver por lo mucho que puede llegar a spoilear, aparte de que el giro narrativo final no puede escapar al cliché y obviedad, la película plantea una crisis existencial que consigue emocionar por lo mucho que el espectador se puede llegar a sentir identificado. Incomprendida por la gente a su alrededor, Kate está atravesando una etapa en la que todo pareciera salirle mal, generando que ella llegue a pensar que es inservible. Tom será el encargado de hacerle cambiar su perspectiva de vida, dejándonos moralejas que para estas fechas vienen como anillo al dedo tales como lo bien que hace el ayudar al prójimo y la importancia de saber apreciar lo que cada uno tiene. Sin caer en el drama aleccionador superficial, la obra es ideal para ser disfrutada por toda la familia. Con una buena química protagónica y una banda de sonido súper pegadiza que incluye varios temas de George Michael, “Last Christmas: otra oportunidad para amar” tiene la dulzura y el encanto necesario para ser vista cada víspera de Navidad. Imposible salir de la sala de cine sin sonreír.
Kate (Emilia Clarke) es hija de inmigrantes que viven en Londres; trabaja en una tienda de Navidad y todas las cosas malas que le pasan últimamente le hacen sentir cada vez más angustiada. Entonces aparece Tom (Henry Golding), un desconocido que se cruza en su camino una y otra vez en las incomparables calles navideñas en la ciudad de Londres. ¿Podrá Kate cambiar el rumbo de su vida? ¿Será Tom quien la acompañará en ese cambio? Algunos actores secundarios importantes, como Michelle Yeoh y Emma Thompson –autora además del guión-, la canción de George Michael que da título al film y la espectacular ciudad de Londres hacen fuerza para que la película consiga encontrar un rumbo pero aun con tanta belleza alrededor la misión no termina de concretarse. El director Paul Feig, realizador de las excelentes Bridemaids (2011), The Heat (2013) y Ghostbusters (2016) da un paso en falso en esta película. El guión no lo ayuda para nada, pero el sentido del humor y el feminismo ligero pero contundente de su cine queda acá de lado en esta fábula navideña un poco absurda, bastante sensiblera y con un desenlace que es verdaderamente un disparate que no logra ni funcionar como tal.
CUENTO DE NAVIDAD CON TWIST Paul Feig es uno de los mejores directores de cine de comedia del presente: películas como Damas en guerra, Chicas armadas y peligrosas, Spy, una espía despistada, Ghostbusters y, en menor medida, Un pequeño favor lo demuestran. La particularidad de todas estas películas es, claro, que cuentan con mujeres en sus protagónicos y en alguna medida reflexionan sobre los vínculos entre mujeres o entre las mujeres y los espacios de poder dominados por hombres. Lejos del panfleto, a Feig lo mueve principalmente el humor, es un gran constructor de situaciones humorísticas, no tan centrado en el gag puntual (que lo conoce y resulta sumamente efectivo) como en la elaboración de secuencias donde la mirada cómica atraviesa lo trágico. A las protagonistas de Feig les pasan cosas, duras y complejas en ocasiones, pero siempre hay un momento de lucidez por medio del cual salen a flote, preferentemente, con una sonrisa en la boca. Y esa actitud determina el lugar en el que Feig se pone y desde donde mira: al lado del marginado, el desprotegido, permitiéndole una dulce venganza. Por todo esto es que, lamentablemente, no entiendo mucho lo que ha querido hacer en Last Christmas, a la que por ahí le han puesto el poco conveniente subtítulo de Otra oportunidad para amar. Digamos de entrada que, contra lo que uno puede imaginar aquí, un cuentito de Navidad con mensaje esperanzador, la película contiene mucho del cine de Feig. Hay una protagonista algo atormentada, hay un sistema de valores que la enfrentan y le generan conflicto (el bendito espíritu navideño), y hay una suerte de moraleja final en la que el personaje modifica su rumbo a partir de un aprendizaje interior. Todo eso está bien, incluso agregados que no parecen tener mucho que ver con el asunto, como ciertos apuntes sobre la inmigración y un contexto desfavorable en una Europa cada vez más cerrada y conservadora. Kate (Emilia Clarke) es una joven de familia inmigrante, que vaga por Londres, de casa en casa, de amiga en amiga, mientras trata de escapar de las tradiciones de su familia. Cuando su madre, su padre o su hermana le dicen Katarina, ella corregirá inmediatamente: “soy Kate”. Para colmo de males, su trabajo en una tienda que vende artículos navideños todo el año no parece el mejor lugar para enterrar las penas. Como podíamos esperar, Feig no se toma demasiado en serio eso de lo navideño y aporta una mirada divertida sobre lo kitsch que rodea a la celebración, en adornos y demás objetos adorablemente berretas que son importados por Santa, la dueña del local, una Michelle Yeoh infrecuentemente divertida. Hasta ahí todo bien, con algunas situaciones notables como la gran primera secuencia, aunque lejos de los mejores momentos de Feig. Es como si en su intento por querer imponer su estilo a géneros, subgéneros o conceptos preestablecidos, el verdadero placer del director, no le encontrara demasiado la vuelta a las películas sobre la Navidad. Pero los verdaderos problemas de Last Christmas llegan con Tom (Henry Golding), un joven que se le aparece por ahí a Kate y que será una incógnita tanto para ella como para los espectadores: ¿quién es? ¿De dónde viene? ¿Qué hace? ¿Por qué aparece siempre de manera misteriosa y desaparece sin dejar rastro? No diremos más, aunque uno más o menos se imagina que ahí hay gato encerrado. Lo cierto es que su presencia lleva a la película, primero, por el terreno de la comedia romántica un poco bobalicona, con algunos momentos entre divertidos y honestos, y finalmente a la película con giro, que es donde aparece el verdadero inconveniente de este film ligero y sin demasiadas pretensiones (aunque en definitiva las tiene). En primera instancia ese twist no se sostiene desde lo narrativo y resulta absolutamente inverosímil, y en segunda instancia coloca a la película en el peor camino del film navideño, ese del que parecía renegar un poco. Todo el epílogo se activa en relación a ese giro y termina ensuciando el camino de una película que, en definitiva, se quería asumir como un cuentito bienintencionado sobre reconocerse en el otro. Más allá de todo, al menos en ese pasaje podemos agradecer a Emma Thompson, coguionista y coprotagonista, por estampar “budín lésbico” como uno de los mejores onliners que Last Christmas tiene para ofrecer.
Kate es un desastre: no tiene lugar donde vivir porque todos sus amigos la echaron, cansados de su irresponsabilidad; se niega a volver con sus padres y no le presta atención a su trabajo en ningún momento. Todo eso cambiará cuando Tom entre en su vida. Last Christmas es la nueva comedia romántica de Paul Feig y es entretenida y hasta encantadora, hasta que el desenlace arruina cualquier disfrute.
[REVIEW] Last Christmas: Otra oportunidad para amar. Last Christmas: Otra Oportunidad para Amar es una película «pochoclera» que vale la pena por el talento que lleva dentro. Diciembre no sólo es el mes con la tasa de suicidios más alta del año, también es la época donde salen un puñado de películas navideñas que dan asco por hacerse a las carreras con tal de obtener ventas rápidas gracias a la euforia festiva, algo así como los juegos basados en películas, abundantes en la era de la Playstation 2. Afortunadamente, este no fue el caso de Last Christmas: Otra Oportunidad para Amar (2019), que si bien es una cinta «pochoclera» – tipo gaseosa que la tomas y luego la descartas para no volver a pensar en ella -, tiene un centro con ponche artístico (es época navideña Marge, sólo podemos disfrutarlo en estos días, luego el gobierno nos lo quita). Es imposible dejar lo mejor para el final, el primer regalo dado a nosotros por Universal Studios y fabricado por el director Paul Feig pero especialmente por las guionistas: Bryony Kimmings y Emma Thompson. Las metidas de pata de la protagonista Kate (Emilia Clarke) para con la gente que la ayuda son hilarantes, no caen en lo predecible de las comedias románticas como lo son las situaciones sociales donde alguien «mete la pata», no, más bien rozan el terreno de lo absurdo donde todo lo malo que pueda pasar pasa así de insólito como lo dicta la ley de Murphy pero dentro de todo, plausible. Los diálogos fueron escritos en otro nivel astral, la ocurrencia de las escritoras es tan fresca que tras una escena de conversación/coqueteo algo incómoda con líneas incoherentes gracias al nerviosismo de los tórtolos hacen que Kate diga: «Siento que acabo de ver un cortometraje Checoslovaco» y por Dios… Ojalá Friends hubiese tenido guionistas así. Hablando de escenas, las actuaciones dieron la impresión de ejecutarse a todo dar, sin embargo, los personajes sí fueron algo «planos» al estar encasillados prácticamente en un único estado de ánimo, pero bueno, es una comedia, se entiende. Otra maravilla fue el diseño de producción, se tomaron las cámaras para grabar la navidad londinense tal en la calle, pero hubo un patrón en el aquel caos, donde los colores caían cada uno en su sitio: el rojo, el verde y el dorado, dominando toda la cinta con ese aire navideño pero sin el desorden de la realidad ni tampoco la perfección de las películas, lo que viene siendo el más perfecto de los trabajos ¿por qué?, porque no se nota que está allí. Al final sí hay una especie de giro de tuerca un tanto «de más» que le da un aire agridulce y/o fantasmagórico al asunto que dependiendo con el cristal que se le mire; puede ser un acierto o una gracia que pasó a ser morisqueta; sin embargo no es decidir cuál de los dos puntos de vista es el más acertado no es algo que quite el sueño.
La nueva comedia de Paul Feig, "Last Christmas: Otra oportunidad para amar"; es una divertida producción acorde a su época, ligera, no muy profunda, y con tres actrices que se roban toda la escena. Todo al ritmo de las canciones de George Michael. ¿Podríamos decir que 2019 es el año de las películas discográficas? A mitad de año, con sólo semanas de diferencia, se estrenaron "Blinded By The Light" y "Yesterday", dos películas que, sin ser musicales, incluían las canciones de un artista o banda en particular como elemento fundamental de sus argumentos. En el primer caso fue el disco debut de Bruce Springsteen, y en el segundo un recorrido por lo más conocido de The Beatles. Ahora, para coronar, le toca el turno a George Michael. No son sólo las canciones incluidas en una banda sonora. No, las propias canciones son las que van guiando diferentes momentos de la historia, funcionan como motor, y reconocen la existencia del artista como influyente socialmente. La elección de los tres no pareciera ser casual. De más está decir cuál es el impacto cultural de los cuatro de Liverpool, considerada la mejor banda de la historia. Springsteen, y esa placa en particular le dio voz a una clase obrera que nadie oía, fue música de protesta popular en medio de una década plástica. Michael irrumpió en la escena pop con un estilo único, se despegó de ser encasillado como un galán sexy, e introdujo letras amargas, habló de un estilo de amor no tradicional, y se convirtió en un ícono queer alejado del cliché. Cada uno a su manera, fueron revolucionarios. "Last Christmas: Otra oportunidad para amar" (horrible agregado local que le hicieron al original), quizás sea de las tres, la que utiliza al artista y a las canciones de modo más relativo. No es que su argumento gire alrededor del fanatismo por el artista, simplemente ilustra cada momento particular del film con una canción del mismo (además de unos covers a cargo de la protagonista), como si se hubiesen inspirado en la canciones para escribir el guion – que de hecho es lo que dicen en los créditos –. Claro, como lo dice su título, "Last Christmas: Otra oportunidad para amar", es también una película navideña, como lo era la canción especial que Wham! editó para esa época festiva. Pero no se trata de algo típico para estas fechas en donde todo es alegría, felicidad, buenas intenciones, y corrección política. Si la canción de dúo de Michael y Andrew Ridgeley hablaba de un engaño y decepción amorosa, y empezar de nuevo para el año siguiente; el film de Feig lo que hace es plantearse fuera de los paradigmas usuales de los films pensados para el público femenino, con una protagonista que necesita una redención. Katarina, o Kate – como se hace llamar – (Emilia Clarke) es una inmigrante yugoslava viviendo con su familia en Londres. Los treinta le pisa los talones, y no tiene ninguna base sólida en su vida. Es empleada en un bazar de objetos navideños al que ya no le pone ningún empeño. Quiere ser actriz de musical para vive rebotando en castings, en parte por culpa de sus malas elecciones. No se compromete con ningún hombre, y busca mantener encuentro sexuales muy frecuentemente. Es egocéntrica, egoísta, y una amiga bastante dudosa. Quizá sólo busca algo de amor rápido. En un encuentro casual conoce a Tom (Henry Golding), un hombre algo misterioso, muy alegre, y persistente. Aunque al inicio ella se resiste, se irá formando una relación entre ellos, lo cual ayudará a que Katarina comience a replantearse muchas cuestiones, y la necesidad de un cambio. Dicho así, el guion no pareciera diferenciarse de algo muy tradicional sobre una mujer que necesita de un hombre para estabilizarse. Es en el desarrollo donde "Last Christmas: Otra oportunidad para amar" irá planteando sus diferencias. Quizás el mayor acierto del film sea no haber puesto a una comediante como protagonista. Katarina no es el típico personaje histriónico, lleno de mohines, con una actitud graciosa frente al desbarranco. Si la película causa gracia en varios tramos será gracias a la escena, no a su personaje. Katarina se siente una mujer de veintitreinta verosímil, creíble, real. Alguien que debe hacer frente a un montón de imposiciones frente a lo que una mujer debería ser en ese momento, que quizás no eligió el camino correcto por más buenas intenciones que tenga, y a la cual el destino tampoco la acompaña y no toma las mejores decisiones, hace lo que le sale. Si a alguien recuerda esta Katarina es a la Annie de Kristen Wig en Bridesmaid, casualmente la comedia más popular de Paul Feig. Pero a diferencia de aquella, tanto personaje como película son menos satíricos o volcados a la comedia pura. Es acá en donde entra a jugar el factor George Michael. Las canciones del autor de "Careless Whisper" que ilustran la película tienen un tono agridulce, un poco amargo en sus letras, acompañadas de un ritmo movido (algo usual en el cantante). Lo mismo sucede con el film que aprovecha la parafernalia navideña (en una Londres que se siente muy EE.UU.) para recargarse de colores y un tono arriba, ágil, dinámico, que hasta recurre (a veces innecesariamente) al flashback; pero deja en su historia varios dejos agrios o amargos. Por un lado esta Katarina que hace del mal camino un estandarte; pero también en el trasfondo que hay sobre la situación de los inmigrantes en Inglaterra. La madre de Katarina (Emma Thompson) es una mujer que sufre el desarraigo y se quedó anclada en la guerra, culposa, no se permite ser feliz. También hay una sutil, y bienvenida, escena respecto a la discriminación entre nativos y migrantes. Esta sensación de un film con personajes bien intencionados, pero torcidos; la hace ver lejanamente como un film de Richard Curtis ("Love Actually", "Yesterday"), pero si este se hubiese despertado en un día contrariado o nublado. Emilia Clarke es todo un hallazgo. La actriz, conocida por su rol en la serie Games of Thrones y ser la fallida Sarah Connor de "Terminator Genisys", vuelve a incursionar en los roles mas alegres luego de "Me Before You". Si en aquella, ella era lo ¿único? bueno de la película; ahora le aporta toda la luminosidad. Emilia sonríe y los ojos verdes destellan la pantalla, interpreta con brío y gracia natural sin recurrir ni al histrionismo, ni al estereotipo. Su presencia está entre lo más positivo. En lo secundarios, encontramos otros dos motores importantes. Michelle Yeoh vuelve a la comedia después de "Crazy Rich Assians" en un rol completamente diferente al de aquella; simplemente está simpatiquísima. El otro gran aporte, lo mejor de "Last Christmas: Otra oportunidad para amar" es esa excelente actriz llamada Emma Thompson. Thompson, que también oficia como una de las guionistas y quien posee la idea original, compone un personaje tan desopilante como triste. Algunos de su diálogos no sabemos si reírnos a carcajadas, incomodarnos, o llorar junto a ella. Lo suyo es soberbio. Feig aporta dinamismo, y amalgama fluidamente las canciones para que no se sienta forzado. "Last Christmas" incorpora un mensaje feminista bastante correcto, no tan forzado o de agenda “para quedar bien”. Nos dice que las mujeres, a veces, hacen lo que pueden, que pueden decidir por ellas mismas, y hasta permitirse equivo En este armado, el personaje masculino de Henry Golding queda bastante deslucido, funcional. "Last Christmas", canción, fue un clásico navideño instantáneo, reversionado muchísimas veces, eterno, probablemente por su ritmo tan pegadizo y ser una de las pocas canciones amargas (aunque esperanzadora) sobre la navidad. Esta cinta quizá no se convierta en un clásico de los films navideños, pero logra casi hora cuarenta y cinco muy entretenidos, bien elaborados, y con un par de buenos mensajes. Nada mal.
Después de una vasta carrera en la dirección de algunos capítulos de importantes series de televisión, Paul Feig hizo su debut cinematográfico con una comedia políticamente incorrecta que llamó la atención de la crítica, del público y logró, incluso, una nominación al Oscar como mejor guion original. Esa gran comedia fue “Bridemaids – Damas en Guerra”, una notable carta de presentación a la que le sucedieron las irregulares “Ghostbusters” y “Un simple favor”, a la búsqueda de un estilo que Feig no pudo definir. Si quedaba alguna duda de su trayectoria, aparece ahora dentro del típico tándem de películas navideñas, su último trabajo “LAST CHRISTMAS: otra oportunidad para amar”, una edulcorada comedia romántica, propia de las recetas navideñas y de los productos pre-elaborados que suelen ofrecerse para estos momentos del año. En este caso, la protagonista es Kate (en realidad Katarina, proveniente de una familia Yugoeslava radicada en Londres), una descarriada joven que no encuentra dónde hacer pie en su propia vida. Por un lado está intentando triunfar en su carrera como actriz, tratando de conseguir un papel en alguna comedia musical del West End londinense, ama cantar y quisiera demostrarlo en alguna de las audiciones a las que asiste sin ningún éxito. Por el otro, la vemos deambular de casa en casa, recurriendo a alguna ayuda de los amigos, hasta que finalmente sin un lugar dónde poder pasar la noche, deberá volver al hogar familiar luego de su itinerante periplo. Adicionalmente, a pesar de tener que cuidarse por un tema médico, Kate no escatima ni el alcohol, ni la comida chatarra, ni los encuentros sexuales ocasionales, ni el hecho de dormir poco y mal: un combo absolutamente negativo para su salud, tema que no parece preocuparla demasiado. Trabaja como vendedora disfrazada de elfo en una tienda de adornos navideños regenteada por “Santa” (Michelle Yeoh de “Crazy Rich Asians” lejos, uno de los mayores aciertos de la película y a los que el guion le regala una deliciosas líneas de diálogo) y será allí donde conozca a Tom, un misterioso caballero que aparece y desaparece constantemente en su vida, que la seduce sobre todo cuando pasean juntos y le hace descubrir el lado más oculto de la ciudad, mostrándole esos recovecos y escondites por fuera de los típicos rincones turísticos y que prácticamente nadie conoce. Todo demuestra que Kate se ha vuelto un ser egoísta, ombligocéntrico y muy poco empático con los demás. Esa quizás sea la tarea de Tom cuando llegue a su vida: ayudarla para que poco a poco logre transformarse en un ser más solidario y conectado con los otros, entre otras cosas, cuando la haga descubrir el centro de caridad con el que él colabora. Basado en una historia escrita por Emma Thompson (quien se ha guardado para sí el rol de Petra, la mamá de Kate, un personaje absolutamente delicioso que le permite ser quien más se luzca dentro del elenco) y Greg Wise, el guion no trata de evitar en ningún momento la catarata de lugares comunes por los que atraviesa y tampoco se esmera por disimular la arquetípica receta que sigue sin salirse ni por un segundo del molde. El humor más mordaz e irónico que había aparecido en el cine de Feig con la mencionada “Bridesmaids” y también en “Spy”, con Melissa McCarthy, en este caso brilla absolutamente por su ausencia y quizás sea ese justamente, el objetivo de este tipo de productos, una comedia con un humor más familiar y sin riesgos. El eje de todos modos ya no es el humor, como en los otros casos, sino que Feig apunta a la comedia romántica centrada en estos “opuestos que se atraen”, en ese vínculo romántico que se inicia entre Kate y Tom e indudablemente en este momento tendremos la seguridad de que algo no está funcionando completamente: los roles secundarios parecen sobresalir y ser más atractivos que la pareja protagónica, la que sólo en algunos contados momentos logra el verosímil y la química necesaria para que la historia de amor funcione en pantalla. Henry Golding (quien junto a Yeoh también había compartido el éxito de “Crazy Rich Asians”) parece ser una pieza más dispuesta como estrategia de marketing para seducir una parte del mercado oriental que de un verdadero trabajo de cast. De todos modos, “LAST CHRISTMAS: otra oportunidad para amar” cumple dignamente con su cometido y sobre el final, con un giro que da (casi) inesperadamente, veremos que su trabajo se fue ajustando a lo que la historia necesitaba y logra una calidez y una presencia en la pantalla que resulta funcional a la película. En el rol de Kate aparece una de las estrella de “Game of Thrones”, Emilia Clarke, que es un carnaval de gesticulaciones y mohines, malinterpretando completamente lo que se espera de una heroína de comedia romántica. Lejos, muy lejos, de las que en su momento se transformaron en íconos de la comedia romántica americana como Julia Roberts, Cameron Diaz, Meg Ryan o mismo de sus más contemporáneas Rachel Mc Adams o Emma Stone, Clarke luce afectada, sobreactuada, haciendo un esfuerzo por agradar y caer simpática en su papel cuando en realidad su manera de abordar el personaje lo hace caricaturesco y superficial, con poca profundidad. Es verdad, inclusive, que la pobre Clarke tiene en sus manos una historia que tampoco le brinda un gran material para su lucimiento, más allá de un par de escenas simpáticas. Por el resto, tendrá que lidiar con personajes de manual dentro de su familia: una madre sobreprotectora, un padre que se ha dejado ganar por la sombra de su esposa, una hermana lesbiana –temática que cae muy bien en estos tiempos- que es el prototipo de la rigidez y para ser inclusivos no solamente aparecen en el elenco actores orientales sino que la pareja de su hermana es negra, así cubrimos todos los arquetipos y dejamos a todos los sectores del público relativamente contentos. Un puñado de hermosas canciones de George Michael dan marco a esta historia de amor navideño que si en algún momento ha intentado desbancar a algunos de los grandes íconos del género como “Realmente Amor”, no será justamente recordada más que como un simpático entretenimiento, noble y bien hecho, pero totalmente carente de novedad.
Llega diciembre y con él las películas navideñas, por supuesto, románticas. Last christmas, otra oportunidad para amar, tiene dos virtudes indiscutibles: la belleza de Londres iluminada y la canción de George Michael como fuente de inspiración. En ella se basó Emma Thompson, guionista, productora y madre de la protagonista, una chica llamada Kate -Emilia Clarke- que trabaja como empleada vestida de elfa y tiene poca suerte como aspirante a cantante. Las cosas le van mal, en parte por su propia torpeza a la Bridget Jones, que se supone muy graciosa. Entonces conoce a Tom, que es lindo, bueno, ayuda a los pobres y la adora. Así que a ella le parece casi demasiado perfecto para ser verdad. Menor, y modestamente simpática.