La tecnología nos salvará. El surgimiento del género distópico tiene un carácter de profecía e intervención política que advierte sobre el avance de ciertos aspectos sociales que generan preocupación y alarma como la concentración de la riqueza, el aumento de la pobreza, la pérdida de derechos civiles, la supremacía de las ciencias tecnológicas por sobre las ciencias humanas y el avance de la cultura del espectáculo y el entretenimiento, por nombrar algunos. Leal: Parte 1 (The Divergent Series: Allegiant, 2016) es la tercera parte, y hasta ahora la última, de la saga de ciencia ficción adolescente escrita por Veronica Roth. La historia sigue nuevamente a Tris y Cuatro en su búsqueda de respuestas tras el descubrimiento de que hay otros seres humanos fuera del muro que protege a la ciudad de Chicago; hoy con el sistema de facciones fracturado y la líder de Erudición devenida en dictadora fascista, Jeanine (Kate Winslet), reemplazada por su enemiga insurgente, Evelyn (Naomi Watts), madre del joven Cuatro. En medio de la reconstrucción política de la ciudad tras el derrocamiento de Jeanine y los juicios a sus acólitos, Tris, su hermano Caleb y Cuatro -junto a Christina y Peter- emprenden un viaje más allá del muro para encontrar la humanidad que los espera ansiosa. Perseguidos por Edgar, uno de los leales a Evelyn, los jóvenes descubren un centro de investigación genética desde donde se monitorea el experimento de las facciones que generó a los divergentes. Allí David (Jeff Daniels) convence a Tris de que ella misma es la prueba de que el experimento fue exitoso, mientras Cuatro intenta volver a Chicago para impedir que las nuevas facciones lideradas por Evelyn y Johanna se enfrenten abiertamente. Como en las dos películas anteriores de la saga, la diferencia entre las buenas actuaciones de los actores mayores (Kate Winslet, Ashley Judd, Naomi Watts y Jeff Daniels) contrasta con las malas performances de Shailene Woodley y Theo James y el pésimo guión que deja a la deriva a Miles Teller. En esta oportunidad, Robert Schwentke (Red, 2010), el director de la segunda parte, Insurgente (Insurgent, 2015), continúa al mando del timón, esta vez bajo la adaptación de Noah Oppenheim, que ya había escrito el guión de la primera parte de otra de las sagas del género, Maze Runner: Correr o Morir (The Maze Runner, 2014), y de Adam Cooper y Bill Collage, el exitoso dúo detrás de las muy buenas Robo en las Alturas (Tower Heist, 2011) y Éxodo: Dioses y Reyes (Exodus: Gods and Kings, 2014). Tanto la dirección como el guión de Leal: Parte 1 no consiguen ni generar una historia interesante ni agregar nada a un género que no parece interesado más que en perderse en diálogos trillados, efectos especiales innecesarios, una ideología militarista inocente de juego para PC y una conveniente y aduladora apología de mercado dirigida al segmento juvenil. La previsibilidad de todo el relato y el desaprovechamiento de la experiencia de muchos excelentes actores conducen a la película hacia un único cauce posible: su explotación efímera y su rápido olvido a la espera de un nuevo éxito pasteurizado de taquilla para los adolescentes.
Darse cuenta Al igual que otras sagas cinematográficas basadas en best sellers para adolescentes, los productores de Divergente la serie: Leal (Allegiant, 2016), decidieron narrar la última historia en dos etapas. Así, esta primera fase hacia el final de la serie, contará con un ritmo mucho más lento que las anteriores entregas y, justamente, en el intento de aprovechar al máximo la posibilidad de generar más ingresos en la taquilla dividiendo al film en dos, se resentirá la dinámica que envolvía a las películas previas y que hasta el momento le habían sumado miles de adeptos en el mundo. Divergente la serie: Leal inicia en el mismo punto en el que vimos por última vez a Tris (Shailene Woodley) y Cuatro (Theo James), intentando escapar hacia el mundo exterior luego del asesinato de la déspota Jeaninne (Kate Winslet), quien controlaba todo intento de diferenciarse del resto. Ahora, con un nuevo orden comandado por Evelyn (Naomi Watts), el que en apariencia terminaría por liberar al mundo de la división por facciones, los jóvenes detectan sus verdaderas intenciones -y su enfrentamiento con Johanna (Octavia Spencer)- emprendiendo rápidamente el escape. Sumando adeptos y no tanto, Tris y Cuatro tratarán de ir hacia fuera del muro, aquel lugar que hasta hace un tiempo era impensado por ellos y en el que, ellos creen, se encontrarán las respuestas a muchos de los interrogantes que han tenido desde siempre sobre su verdadera identidad y objetivo en la Tierra. Pero la huida, ya lo sabemos, no será fácil, Evelyn y su séquito se lo pondrán complicado, y durante varios minutos del metraje la acción se orientará a mostrar esa huida hasta que la escalada y posterior descenso de los muros (con alguna perdida de personajes en el medio) se concrete. Del otro lado se encontrarán con un universo diferente al pensado. Un espacio devastado y marcado por tonos rojizos que acentúan la falta de vida y la soledad y a donde nunca pensaron que iban a llegar. Pero claro está que ese lugar será sólo un escenario montado hasta toparse con la verdadera civilización, una ciudad dirigida por David (Jeff Daniels). La película es dirigida nuevamente por Robert Schwentke, quien tras Insurgente (2015) recuperó el espíritu más rebelde de la historia creada por Veronica Roth y pudo profundizar en la psicología de los personajes, quienes se mostraron mucho más potentes y sólidos que en la primera entrega gracias a un guión pleno de acción y tensión. Pero en esta oportunidad, y como se mencionó anteriormente, al dividir la historia en dos partes, el suspenso creado se disuelve rápidamente transformando al film en una larga construcción semántica sobre la libertad, la diferencia, el trabajo en equipo y la honestidad como fuente de inspiración, que termina cayendo en lugares comunes y generando tedio. Divergente la serie: Leal funciona como preludio y bisagra entre Insurgente y el final esperado de la saga, pero se resiente al reiterar ideas y metáforas obvias como el “suero del olvido”, una siniestra herramienta que será utilizada para coaccionar a las facciones y que terminará por mostrar la verdadera cara de David, otrora líder soñado y luego expuesto como el verdadero artífice de todos los problemas de Tris y Cuatro. Habrá que esperar un tiempo para ver cómo termina la historia de estos dos jóvenes enamorados, que, de la diferencia, supieron construir un espacio de diálogo para inspirar y colaborar a los anhelos y deseos de muchos hacia el camino de la libertad.
La tercera entrega de una de las sagas favoritas del publico teen vuelve bajo la dirección de Robert Schwentke (Insurgent, 2015) con Shailene Woodley en busca de salvar al mundo. En 2012 un nuevo género se instaló entre el público adolescente y fue gracias al estreno de The Hunger Games, basada en una saga literaria sobre un futuro post-apocalíptico con líderes corruptos y adolescentes haciéndose cargo de la situación. El éxito fue inminente y ayudó a crear este fenómeno de las sagas literarias para jóvenes que son llevadas a las grandes pantallas como la reciente The 5th Wave y Maze Runner: Prueba de Fuego. La serie Divergente surgió de lo mismo, inspirada en las novelas de Veronica Roth quien en su primera entrega demostró tener un universo muy diferente para ofrecer pero que con sus siguientes películas no aportó nada nuevo en comparación al resto de las propuestas. En Leal Parte 1 vuelven a la acción Tris y Four luego de descubrir que no son los únicos en el mundo y que mas allá del muro que rodea Chicago se encuentran las respuestas a todo lo que sucede dentro de la ciudad. En dicho lugar, las facciones están totalmente disueltas y divididas en dos bandos que luchan por el poder sobre su comunidad, uno de ellos liderados por Evelyn, la madre de Four, que pretende controlar a todos como los hizo su enemiga Jeannine. Pero Tris y su séquito de amigos no se quedan con los brazos cruzados y atraviesan el muro en busca de las soluciones para su gente, escapándose de la nueva tiranía que los gobierna y les impide conocer la verdad. A unos kilómetros de la ciudad, en un mundo totalmente destrozado, se encuentran con un centro de investigación llamada La Oficina cuyo líder es David, responsable del experimento que se llevó acabo con las facciones en Chicago. Él convence a Tris para que le realicen experimentos ya que la consideran genéticamente pura, mientras Four se une a los soldados de la Oficina y descubre el verdadero propósito de la organización. La trama de la película se parece mucho a la anterior, el guión no termina de ofrecer una historia atrapante y concluye con un final abierto que no genera la inquietud de seguir interesado por lo que sigue en la saga. El sin fin de efectos visuales que se muestran en el film tampoco ayudan en la construcción del relato ya que distraen de lo que se esta contando. Por más experiencia que obtenga su protagonista, Shailene Woodley no termina en entrar en la figura de rebelión y heroína adolescente en un mundo que se viene abajo, como también sus compañeros de elenco Theo James y Miles Teller, a quienes sus personajes no los aprovechan como se podría. Por otra parte se encuentran los papeles bien interpretados por Jeff Daniels, Naomi Watts y Octavia Spencer pero que con la precariedad de la historia no resaltan de la manera que podrían hacerlo.
Dicen los que saben que lo mejor de esta saga de adolescentes que salvan un mundo futuro hecho añicos (un tema recurrente que ha llevado a muchos intentos y no demasiados éxitos, dicho sea de paso), es Shailene Woodley, la protagonista. Sí, tienen razón. Sin la manra que tiene de enfrentar los cada vez más reiterados subterfugios de la trama de esta serie, el resultado sería por lo menos soso. Es cierto que, probablemente, esta sea la mejor actuada dentro del subgénero “historias donde chicos salvan al mundo” y que incluye a la crecientemente pesada Los juegos del hambre y a la ingeniosa pero derivativa Maze Runner. Esta vez la idea es salir del acotado universo en el que viven los protagonistas (llevado al caos) e intentar una vida nueva, aunque descubren algo inusitado que tiene que ver, nuevamente, con el control de la vida por la ciencia. La condena a la tecnocracia, se sabe, también es una constantante. Pues bien, la película no aburre salvo que uno no tenga los detalles necesarios de los films anteriores, y es el porte de la protagonista lo que nos atrae la mirada. Aclaremos “porte”, no atractivo: cómo hace lo que hace y no cómo es. Lo primero es parte del cine, lo segundo, no necesariamente. Eso sí: maldita la manía de, por vender una entrada más, partir en dos una historia que se puede contar bien en dos horas y cuarto. Aunque usted no lo crea, eso está acabando con el cine: abandonamos antes del final y lo esperamos en Netflix.
Un futuro que ya vimos. Al igual que sucedió con "Crepúsculo" y "Los Juegos del Hambre", la última entrega de "Divergente" también se dividió en dos películas, siguiendo la costumbre de estirar una saga exitosa.Los jóvenes protagonistas de esta historia logran finalmente cruzar el muro para descubrir que del otro lado hay una ciudad hipermoderna, blanca y minimalista -que rompe un poco con la estética post-apocalíptica del filme anterior- pero donde continúan las manipulaciones, las mentiras y las luchas por el poder.Ya no hay castas, pero en esta nueva ciudad la gente se divide entre puros y dañados, lo que agrega una vuelta más a la historia de amor, ya que Tris (Shailene Woodley) es considerada pura y elegida por esta especie de civilización avanzada y Four (Theo James) es solo uno más de aquellos genéticamente dañados. Así la joven pareja seguirá en busca de la verdad y la justicia a pesar de las piedras que encuentran por el camino.Si bien la historia tiene un par de planteos interesantes en cuanto a grises futuros distópicos, como los malos resultados de la manipulación genética, los excluidos que produce una sociedad tan perfecta y elitista, o el derecho de cada uno a elegir por sobre lo que la sociedad considera correcto, todo tiene un tono muy light, ya que después de todo solo apunta a entretener adolescentes. Así que a pesar de algunos temas típicos de ciencia ficción, el eje de la historia está puesto en la relación de los protagonistas, los efectos especiales y los actores bonitos.Finalmente lo que más entretiene de la historia es la acción, el filme tiene un muy buen ritmo y la dinámica de la historia engancha al espectador. Sin exagerar con los efectos especiales, tiene una estética interesante, un muy buen montaje, una correcta dirección y buena música.Las actuaciones son las esperables para un grupo de adolescentes muy lindos, pero que cumplen; especialmente Shailene Woodley que sabe llevar bien el protagónico. Los actores adultos realizan buenas interpretaciones a pesar de que no es el mejor guión que les ha ofrecido su carrera, especialmente a Jeff Daniels y Naomi Watts.Sin ninguna novedad en el frente, la serie "Divergente", basada en el libro de Veronica Roth, sigue funcionando como un producto bien construido para adolescentes pochocleros, donde la ciencia ficción no es tema de reflexión sobre el futuro que podría esperarnos si no hacemos algo al respecto, sino un escenario entretenido y lleno de pantallas táctiles.
Distopía en cámara lenta Tras las poco estimulantes Divergente (2014) e Insurgente (2015), llega esta tercera y penúltima película basada en la trilogía literaria de Veronica Roth (la última novela fue dividida en dos films) que cae a un subsuelo artístico todavía más profundo. Mucho se ha escrito sobre el universo de las sagas adolescentes con elementos de ciencia ficción y, en especial, sobre Divergente como una poco convincente émula de Los juegos del hambre (con Shailene Woodley como la nueva Jennifer Lawrence), pero el problema con Leal no es la falta de ingenio, creatividad o audacia que ya se vislumbraba en las entregas anteriores: en este caso ni siquiera funciona en ninguno de los cánones y niveles más básicos del entretenimiento contemporáneo. En el arranque de Leal, los protagonistas logran traspasar el muro que rodea a Chicago sólo para encontrarse que "afuera" las cosas no están mucho mejor. Si bien el régimen de facciones ha sido abolido, la guerra civil entre los bandos liderados por Evelyn (Naomi Watts) y Johanna (Octavia Spencer) parece inevitable, y la cooperación entre el todopoderoso David (Bill Pullman) y Tris dura lo que un suspiro. Pasan muchas cosas (alianzas, traiciones), pero nada sorprendente ni trascendente. Los personajes corren, escapan, disparan y los minutos parecen avanzar en cámara lenta. Una mera acumulación de situaciones ridículas y conflictos forzados (las alegorías sobre el neonazismo y la búsqueda de la pureza) para una película concebida por el alemán Robert Schwentke con buenos recursos técnicos, pero que parece manejada con piloto automático, sin que nadie se involucre de manera visceral y sentida en el resultado final. Falta que en junio de 2017 se estrene Ascendente. Ojalá le haga honor a su título.
Al otro lado del muro En su batalla por afirmarse, la tercera entrega de la saga, encuentra mejores recursos. Con Divergente, la serie: Leal, esta saga distópica suma un nuevo capítulo, tercero y anteúltimo en esta carrera frenética por adaptar los libros de la estadounidense Verónica Roth. La historia mantiene protagonistas y director de la anterior entrega (Insurgente), y sigue buscando recuperarse de un arranque débil e insulso, objetivo que a fuerza de costumbre e imposición va consiguiendo. Se sabe, la trama transcurre en una Chicago pos apocalíptica, lo que quedó de un mundo destruido, donde la sociedad se organiza y divide en cinco facciones que ahora están en crisis, al borde de la guerra civil. Sin brillar en su papel, Tris (Shailene Woodley) sigue siendo la gran protagonista, acompañada por Cuatro (Theo James) el guerrero del grupo. Ambos deciden que es tiempo de atravesar el muro, de escapar de esta ciudad cercada, desafiando a la nueva líder de Chicago, Evelyn (Naomi Watts) para buscar las respuestas que ya no encuentran. Son cinco los disidentes que saltan al otro lado, donde reina la devastación, donde todo es dominado por otro líder, un tal David (Jeff Daniels) que los guía hasta su modernísima y desértica ciudad, un laboratorio genético en el que la historia dará un nuevo giro. La escenografía futurista, la acción, y la ciencia ficción jalonan más que el contenido de la historia, que sin embargo arroja algunas subtramas y por momentos nos permite olvidar que se trata de una franquicia con gran reparto. Ganan espacio las actuaciones de James y Ansel Elgort, y mejora la película con debates sobre la memoria, la génesis del poder, y el conflicto de personalidades que se genera entre Tris y Cuatro, ella pura y él dañado, según las categorías que les adjudican en su nuevo lugar, en la oficina de David. Aunque la escenografía futurista del laboratorio y del mundo ácido que se expande más allá de Chicago está bien logrado, no hay grandes sorpresas tecnológicas, nada que no hayamos visto. Tampoco son profundos ni riesgosos los vínculos entre los protagonistas; más allá de los contrapuntos no se calienta nunca la relación entre Tris y Cuatro. La película, y el público joven, necesitan de ese riesgo. Pero al salir de la ciudad, la historia recupera otro punto de vista, un poco de aire para una saga que necesita mantenerse viva hasta que llegue el final.
La saga sigue en piloto automático Muchas y buenas sorpresas habían ofrecido los dos episodios previos de la saga Divergente. Sin ser original, la serie que comenzó con la película que le da nombre y siguió con Insurgente había conseguido construir un universo y una aventura posibles y, sobre todo, narrarlo de una manera entretenida y eficaz. Tampoco era un mérito menor la aparición de Shailene Woodley, desconocida y joven actriz que se hacía cargo de la heroína adolescente de turno y daba por acá y por allá algunas muestras que permitían imaginarla como una estrellita en potencia. Ambas películas, basadas en los dos primeros libros de la saga literaria de ciencia ficción homónima escrita por la estadounidense Verónica Roth, parecían haber logrado en líneas generales construir y mantener la atención, despertando curiosidad por saber de qué manera continuarían las andanzas y cuál sería el destino de sus protagonistas. Pero llegó Leal, tercer episodio de la serie, y tal como ya pasó con las dos últimas entregas de Los juegos del hambre, una saga que aparece como referencia ineludible al hablar de Divergente, la cosa se desmorona y parece que no habrá forma de levantarla.Si bien no se trata de una experiencia cinematográfica bochornosa ni nada de eso, es cierto que algunas de las virtudes que las primeras películas habían mostrado, sin llegar a evaporarse, se presentan diluidas entre una buena cantidad de obviedades y convenciones. Que, es cierto, también se encontraban presentes en las dos entregas previas, pero subsumidas dentro de la eficacia general del relato. Entonces cabe preguntarse, como ya ocurrió con la mencionada Los juegos del hambre: ¿cuál es la verdadera dimensión de esta distopía? ¿Aquella de Divergente y de Insurgente, en la que el buen criterio narrativo le imponía sus condiciones a una historia que no dejaba de ser un rejunte de convenciones bien contadas? ¿O esta otra de Leal, en donde una narración a reglamento hace que todo se vuelva predecible y evidente? Porque aunque es cierto que la saga no llegó hasta acá siendo un prodigio de originalidad, tampoco se percibía de manera tan vulgar como ahora su apego por las estructuras dramáticas prefabricadas o los protocolos de evolución y cambios “sorpresivos” de los personajes.Si hubiera que definir con una palabra el retroceso que representa Leal para la saga, esa palabra sin dudas sería comodidad. Una comodidad en la que se da por sentado que para hacer que la cosa funcione alcanza con efectos especiales decentes (no buenos, sino apenas decentes) y dejar que la historia avance en piloto automático. Una comodidad que les permitió a sus responsables creer que sembrar dos buenas semillas en las entregas previas los autorizaba a sentarse a mirar por la ventana, viendo qué crecía de ellas, en lugar de calzarse las botas y meterse en el barro del cine a regar.
Este género se está agotando y por suerte no quedan muchas más películas por estrenar sobre adolescentes en un futuro distópico. La fórmula ya está muy quemada, demasiado repetitiva. Es un subgénero agotado que murió con la última entrega de Los juegos del hambre. Leal: parte uno, perteneciente a la Saga Divergente, da fe y testimonio del enunciado expuesto porque es un duplicado de sí misma y de sus compañeras de fórmula al punto que logra hartar y ser casi insoportable. Las fans me odiarán por esta afirmación, pero lo que hay que entender es que no estoy criticando al libro sino a la película porque esta historia no funciona a nivel cinematográfico. De entrada tiene el gran problema que parece no tener comienzo, la historia está tan avanzada de las dos entregas anteriores que no da ni cinco minutos para entrar en sintonía y el final es tan abrupto que no parece final. Esto sucede por ser un tercer libro y por partir la trama en dos partes para hacer dos películas. El tono también es confuso, porque intenta tener tintes políticos pero no lo logra, la historia de amor ya quedó desdibujada y la comedia que se intenta introducir con los comentarios del insoportable personaje de Miles Teller no hacen reír ni a palos. Pese a contar con dos de los mejores actores de su generación: Shailene Woodley y el ya nombrado Teller así como también figuras tales como Naomi Watts y Jeff Daniels, el elenco destila desgano en sus interpretaciones. El director alemán Robert Schwentke, también responsable de la entrega anterior, no logró remontar nada y eso da para pensar que se encuentra muy atado a un guión que es malo y de esa no se sale aún cuando la parte técnica sea buena. Leal: Parte 1 solo es apta para los fans acérrimos a esta saga. El resto de los potenciales espectadores elijan ver otra película.
Publicada en edición impresa.
Largometraje algo extraño. Por momentos con situaciones que rozan lo ridículo. Si el cine es mero entretenimiento, “Divergente la serie, Leal” entretiene. Las actuaciones están de acuerdo al tipo de film que se plantea. Maquetas. Casi de telenovela latina. Entiendo que los amantes de la ciencia ficción puedan rescatar algunos puntos positivos. Emprender la enorme tarea de realizar un film sin una meta clara, hace que por momentos nos encontremos a mitad de camino de lo que se quería contar y comience a perder identidad, que navegue por aguas profundas sin un rumbo. El género no ayuda, puede ser altamente traicionero. El verosímil se torna muy delicado al filo de caer en lo tragicómico. Tal vez sin que esa fuese la idea original de sus realizadores. El film transcurre en una Chicago futurista que está en plena guerra civil. Funciona como un gran laboratorio donde no se puede escapar pagando con la muerte quien ose intentarlo. Cuando un grupo de 5 decide atravesar esa “muralla” comenzará una serie de peripecias, una persecución en camioneta por un páramo tóxico (para mi gusto una de las mejores escenas) hasta llegar al complejo de alta tecnología de bienestar genético, donde descubrirán que su director es un manipulador con fines inhumanos. Lo que ocurre allí es peor (?) de lo que pasaba en Chicago. Todo film deja un mensaje, en este caso un futuro angustiante e incierto. No hay vencedores ni vencidos. Un mundo muy tecnológico, también sórdido, desolado y devastado.
Mientras promediaba la proyección, pensaba que a veces la industria peca de repetirse mucho. A veces, demasiado. Y esto se relaciona con el hecho de que muchos films para adolescentes y jóvenes adultos, parecen cortados por una tijera. La trama gira siempre sobre un héroe/heroína, única en su especie, capaz de desafiar al sistema opresivo donde vive y liderar una revolución para cambiar el orden establecido. Pero además, ahora le sumamos que "Maze Runner" y "Divergent", dos de las grandes franquicias para este tipo de público, comparten mucho más que lo superficial, porque también está la cuestión del experimento, el desolador futuro donde el hombre destruyó la tierra... Demasiadas cosas similares. Y sí, esto le juega en contra (a ámbas). Esperaba que Robert Schwentke (su director quien también es responsable de la anterior) buscara innovar un poco más en la naturaleza de los personajes y fortalecer las ideas de ruptura, alterando el orden y abriendo el camino a un capítulo final más emocionante. No digo que la novela de Veronica Roth sea discreta. No. Para nada, pero cinematográficamente, muchas de las ideas que ví en esta entrega en particular de la saga "Divergente", ya las he visto, demasiadas veces. "Leal" entonces no sorprende, no patea el tablero, no tracciona emociones. Les digo, antes de que se me enojen, que las dos primeras entregas de esta franquicia me gustaron. Pero no esperen demasiado aquí original. Sí, hay escenario nuevo (y muy tecnológico) y un cambio de rumbo lavado que presagia una giro de cierre para la historia, aunque está lejos de la intensidad a la que estábamos acostumbrados. Tris (Shailene Woodley), convence a sus amigos de que hay que salir de Chicago y atravesar el alto muro de concreto, acero y cables para descubrir un nuevo horizonte. Junto a Cuatro (Theo James), su hermano Caleb (Ansel Elgort), Tori (Maggie Q), Christina (Zoe Kravitz) y el cambiante Peter (Miles Teller) se lanzan a salir al mundo exterior, para escapar de una coyuntura complicada: Evelyn (Naomi Watts) lidera a la comunidad de Chicago (las facciones están disueltas) y no toma buenas decisiones para conducir a las masas... Quizás afuera haya mejores respuestas a las que nos tenía acostumbrados Janine (la extrañamos) y su sucesora... Es así que luego de atravesar la aridez de una zona árida y colorada, el grupo dará con un ejército que los espera a los pocos kilómetros: el mensaje que recibió Tris era correcto y allí afuera, hay gente que vive una realidad diferente. Son conducidos por un científico, David (Jeff Daniels), quien le explica a Tris el porqué de la situación actual de Chicago (ya sabemos que hay un experimento en curso) y el origen de las divisiones y además...la invita a formar parte de una negociación con un comité superior, para impulsar medidas que integren a todos los habitantes del planeta. Pero... no todo es lo que parece y lo bueno, dicen, dura poco. Hay una cuestión oculta (que se ve venir desde el primer instante) que va apareciendo lentamente y un escenario de conflicto armado que impulsa un último tramo, al menos interesante. No hay rutilantes actuaciones (ni las necesitamos), tampoco grandes rubros técnicos y la cinta se sostiene en la familiaridad de lo que ya conocemos. Más allá de eso, "Leal" le da a su público aquello que ellos esperan. Un rato de entretenimiento, aceptable, de una saga que comienza a despedirse. No esperen nada nuevo (aunque así les parezca con el aspecto de la ciudad que lidera Daniels) y vayan preparando sus pañuelos para cuando Tris, termine su labor y nos conduzca a un mundo que merezca ser vivido. Que será pronto.
La serie Divergente, siguiendo la moda de películas distópicas con protagonistas femeninas basadas en libros, entregó la primera parte introduciendo al mundo en una historia que me pareció medio pelo (mas o menos). La segunda entrega para mi fue aburridísima, y ahora viene con su tercera parte mostrando un poco más a lo que vino, dividida en 2 partes (también siguiendo la moda del dia) muestra cómo este mundo es un poco más complejo y amplio. Continua después de la revolución que vimos en la película anterior donde Chicago está a punto de ebullir. La nueva líder termina siendo muy parecida a la anterior y el final de las facciones nos deja a todos contentos llevando a una guerra entre ellos. En el medio de todo esto, están nuestros dos protagonistas, Tris (Shailene Woodley) y Four (Theo James) con sus otros amigos que deciden escapar y ver qué hay del otro lado del muro. Después de eso, ellos descubren que su mundo es mucho mayor y más complejo. Hasta acá no entrego más de los que los tráilers mostraron, siendo eso ya uno de los problemas, por ser una historia intermedia no termina trayendo tensión a la trama. Ya vimos en los tráiler lo que ellos descubren y lo que está mal, entonces pasamos prácticamente toda la película yendo de un punto a otro para ver cómo se llega al nexo para la próxima película. La serie en sí no consigue mostrar una historia más contundente, son sólo proyectos a medias. Lo que peca es en la parte de acción donde muestra todo su lado juvenil y artificial, de frases hechas, clichés del género, en general toda la película entrega todo muy masticado y nada sutil para que todo el sentido de lucha que Tris está pasando quede muy expuesto sin dejar nada al espectador. Lo mismo pasa con el personaje de David (Jeff Daniels) que desde el momento en que empieza hablar ya te das cuenta que hay algo que no encaja. El lado positivo es que los nuevos elementos futuristas están muy bien hechos y traen algo nuevo, y a pesar de tener un presupuesto modesto consiguen esquivar bien las limitaciones mostrando escenas bastante razonables. Mejorando un poco desde la segunda parte, trayendo un poco más de diversión, aún así la serie todavía queda debiendo, convirtiéndose en una más del montón en este género. Esperamos la última parte para ver si consigue cerrar un poco mejor la serie.
Continuación fallida En 2011 y con tan solo 23 años, la joven escritora Veronica Roth escribió y publicó su primer libro. Lo tituló "Divergente" y estaba orientado al famoso segmento jóvenes-adultos. Rápidamente se convirtió en un éxito en su país, y alrededor del mundo también. Un año más tarde, y en el mismo mes que sacaba la continuación, ya le había vendido los derechos cinematográficos a Summit Entertainment. Roth volvió a sacar una novela más, "Leal" (2013), y un spin-off de la trilogía llamado "Cuatro" que son con cuatro historias distintas (La Transferencia, El Iniciado, El Hijo, El Traidor y tres escenas adicionales). Todas estas obras se consiguen en las librerías de nuestro país. La primera adaptación llegó a las salas en 2014, "Divergente" y después le siguió "Insurgente" (2015). Hoy es el turno de "Divergente, la Serie: Leal" (2016), el final de la trilogía que, al igual que hicieron las sagas de Harry Potter, Crepúsculo y Los Juegos del Hambre, divide la historia original en dos películas. Ni haciendo esto, ni teniendo el nombre más extenso de todas, hacen que la película sea algo interesante. Después de las revelaciones ocurridas en el final de Insurgente, y mientras Chicago está sumida en un caos casi al borde de una guerra entre las facciones remanentes, Tris (Shailene Woodley) sigue con la idea de escapar y atravesar el muro que encierra la ciudad para ver qué hay más allá. Junto con Cuatro (Theo James), Christina (Zoë Kravitz), Peter (Miles Teller), Tori (Maggie Q) y su hermano Caleb (Ansel Elgort), a quien logra perdonar; forma un equipo que será perseguido por los guardias de Evelyn (Naomi Watts), quien se autoproclama líder de los sobrevivientes. Una vez fuera de Chicago, el grupo descubrirá que existen otros seres humanos que viven en instalaciones de ultra alta tecnología de algo conocido como la Oficina de Bienestar Genético. Este lugar es liderado por David (Jeff Daniels), un científico que le explica a Tris que ella es "pura" y que es la clave para una investigación científica que servirá para que el mundo vuelva a sus días de esplendor. Mientras tanto, los demás son enviados a hacer otros trabajos más sucios en los que descubrirán poco a poco la verdadera función de esas instalaciones. Tris y los suyos deberán hacer todo lo posible para volver a Chicago antes de que ocurra lo peor. Lo primero que hay que decir es que las películas basadas en sagas literarias para jóvenes-adultos están en su ocaso. Este filme llega tarde a la gloria que supieron tener, y es que el espectador va al cine sin acordarse -o importarle ya- que ocurrió antes. Más allá de este "cansancio", Leal logra aburrir al espectador sobremanera. Siempre son fascinantes los filmes sobre futuros distópicos y mundos colapsados y en ruinas porque llama a la imaginación, la intriga y la curiosidad por saber qué pasó. Pero ni todo esto hace que el largometraje encienda una mínima chispa de querer saber: es que los personajes son chatos, poco atractivos, la trama enmarañada, es obvio lo que va a suceder; y hasta da gracia que Tris, el personaje principal, que se supone que rompe los cánones establecidos sea tan complaciente en esta entrega. ¿Dónde quedó el espíritu guerrero de esta chica? Para colmo de males, todavía falta una más que se estrenará en 2017. Habrá que ver si a alguien le interesa en qué termina esta historia.
“Divergente”: el tedio futurista "Divergente" es un éxito tanto como best seller adolescente como en su versión hollywoodense, y tanto lo es que viene saturando el mercado. Pero también satura la tendencia gratuita consistente en tomar el último libro de las interminables historias, contadas como folletín en entregas, y dividirlo en dos partes para estirar el asunto en dos películas. Esta estrategia, que ya prolongó el desenlace de Harry Potter logrando que lo que debía ser un final contundente se disipara en las dos películas menos atractivas de aquella serie, se repite con peores efectos en esta anteúltima parte de "Divergente", que tiene personajes menos interesantes y un planteo que retoma los tópicos más reiterados del género futurista. Esta anteúltima secuela que, con dos horas de duración y un argumento menos interesante de lo que se podría haber logrado con la premisa original, es un punto abajo en un producto que tampoco era un hito del cine fantástico. Todo lo que se contaba en las películas anteriores cambia a una historia en la que los problemas se reducen a la manipulación genética de la raza humana para dominar a la gente a gusto del poder de turno, convirtiéndola en zombies o títeres que aceptan su destino sin pestañear. Luego de hacer este descubrimiento, la heroína Shailene Woodley se ocupa de que las facciones que antes peleaban entre sí ahora enfrenten un enemigo común, repitiendo todos los lugares comunes de la ciencia ficción setentista de la que siempre se alimentó la saga. Las escenas de acción y algunos efectos especiales interesantes mitigan la ñoñería general y lo previsible del asunto, y un elenco apenas correcto, donde el que más se destaca es Jeff Daniels, tampoco ayuda a recomendar una superproducción larga en duración y corta en resultados.
Cómo nos tienen acostumbrados las sagas basadas en libros tendremos primera y segunda parte de “Leal”. Me parece que es algo que debería terminar y por suerte, parece que algunos (“Maze Runner”) se dieron cuenta de eso. Llega a los cines la tercera parte de Divergente, la saga creada por Veronica Roth, dirigida otra vez por Robert Schwentke, hombre que estuvo detrás de cámara el año pasado con Insurgente. Gracias a Tris (Shailene Woodley), la ciudad de Chicago recibió la invitación para salir al mundo exterior pero Evelyn (Naomi Watts) no quiere que salgan entonces cierra todas las puertas. Obviamente Tris y su grupo íntimo deciden salir y ver qué pasa más allá del muro.
La saga Divergente no es mala y va mejorando, pero son tantos los paralelismos que se pueden trazar con Los juegos del hambre (en estética, en guión y en ese mensaje de rebeldía e independencia) que sale perdiendo en la comparación y queda como una versión “de bajo costo” de aquel filme estelarizado por Jennifer Lawrence.
Experimento con seres humanos Leal: Parte 1 empieza a cerra la saga “Divergente”. La película suma elementos de ciencia ficción y tiene algunos momentos inspirados. Dos breves y necesarios recordatorios a modo de contexto: tanto Divergente como sus hermanos políticos Los juegos del hambre y Maze Runner son el producto de un doble mercado: el editorial y el cinematográfico. En el primer caso están enmarcados dentro de una moda de best seller para jóvenes, publicados por entregas. En el caso del cine, hay que señalar que estas sagas son herederas de las Teen Movies (películas de adolescentes), que florecieron y proliferaron en la década de 1980 (acá también todo se tiene que segmentar para crear una necesidad de consumo). El segundo recordatorio tiene que ver con la historia de la franquicia que nos ocupa. Para los que no vieron las dos anteriores (Divergente e Insurgente), estamos ante un mundo apocalíptico y desintegrado y copado por jóvenes divididos en facciones (Erudición, Osadía, Abnegación, Verdad y Cordialidad). La acción se desarrolla en una Chicago que funciona como un laboratorio con edificios y calles humeantes y llenas de escombros, un gran experimento con seres humanos controlado por alguien a quien todavía no se conoce. Las facciones sirven para mantener la paz y los divergentes son aquellos que no entran en ninguna, como en el caso de Tris (Shailene Woodley), quien se pondrá al hombro una misión imposible: escapar para salvar el mundo. En Leal, primera parte de la tercera entrega de la serie creada por Veronica Roth (la autora de las novelas), la cosa se pone más sci-fi y se revelan algunas verdades. Tris, siempre en compañía de Cuatro (Theo James), y los otros divergentes se escapan de Chicago y cruzan el muro para ver qué hay más allá de esa enorme pared que los aísla y los divide. Después de escaparse del grupo liderado por Evelyn (Naomi Watts), los fugitivos atraviesan un desierto rojizo y con agujeros de ácido por todas partes (una estética de paisaje distópico con un leve parecido a la de la reciente Mad Max), donde se les abre una especie de puerta a otro mundo aparentemente mejor, con unos tipos en unas naves espaciales que los vienen a “salvar” (los efectos de ese otro mundo, como de realidad virtual, pixelada, son un punto a favor). El sitio al que llegan es la Oficina de Bienestar Genético, cuyo máximo jefe es un tal David (Jeff Daniels), quien pretende purificar el genoma humano (aquí entra el elemento de la ciencia ficción) para salvar a los de la periferia. Y como todo es esquemático y cuadradito y sin matices (hay dos tipos de personas: los puros y los dañados), Tris se entera de su condición de pura y de la maquiavélica idea de David, ese gran hermano orwelleano de carne y hueso que controla todo para sembrar el caos y así seguir imponiendo una falsa realidad. La película se disfruta, sobre todo en las escenas de acción (no son muchas), y se agradecen algunos planos dignos de la mejor ciencia ficción. Además de la destacable banda sonora, Leal tiene brevísimos momentos de vuelo inspirado e inspirador que nos hacen creer que estamos ante una gran película del género. Después todo vuelve a su chatura habitual, aunque sin desentonar y sin dejar de cumplir su objetivo.
Liderazgo e ingenuidad Como una desilusión, así se puede ver esta Leal, tercera entrega de la saga Divergente. Y no es que las anteriores fueran una maravilla, pero al menos tenían algunos elementos que potenciaban el adormilado universo de las sagas literarias adolescentes llevadas al cine. Si a la primera le costaba hacer pie y se sostenía por la coherencia y fuerza de su personaje central Tris -una líder que quería serlo, no como la dudosa de Los juegos del hambre-, la segunda lograba a partir del movimiento quitar todo el lastre literario y construir una distopía ligera y cool con un final a puro cliffhanger que ilusionaba. Precisamente, ese final hacia adelante mostraba a los personajes queriendo saber qué había afuera de ese mundo que habitaban y que, creían, era lo único que existía en el planeta. Ese misterio por ver el afuera jalaba el interés por esta Leal, interés que se desarticula a poco de iniciada esta tercera entrega y que muestra una falta de memoria respecto de los aciertos de Insurgente. Lo primero que falla en Leal es ese mundo que se descubre ante nuestros ojos: si ese espacio era trabajado desde lo mitológico y -al cierre del segundo film- nos intrigaba mucho conocerlo, al revelarse y hacerse tangible se demuestra como un universo vulgar. El diseño de ese afuera es feo, incluso (salvo algún apunte como ese Estado que roba niños y que por estas tierras genera más de una dura relación con el pasado) es poco interesante lo que ocurre ahí, una trama que aborda la malevolencia de la experimentación genética, temática bastante trillada y representada mucho mejor en demasiadas películas. Pero a esa ausencia de un envoltorio atractivo, el film de Robert Schwentke le suma una narración muy derivativa, al sostener el punto de vista ya no en un par de personajes (lo que hacía concentrado su drama) sino en al menos cuatro. Leal se vuelve dispersa, sumando algunos giros inverosímiles, principalmente porque hay un problema con el manejo de los tiempos y algunos personajes pasan de confiables a cretinos en cuestión de segundos (lo que ocurre con el Peter de Miles Teller es ejemplar: una cosa es que un personaje sea resbaladizo, otra que tenga una funcionalidad tan obvia para el relato). Es curioso en este tipo de producciones agigantadas, que se toman una hora y media para narrar hechos triviales, cómo apuran todo amontonando resoluciones demasiado a la ligera hacia el final. Leal da cátedra en todo esto: lo mal desarrollada que está la última media hora es asombroso. El segundo gran problema es que la película nos mete ante un mundo nuevo, que debe ser explicado velozmente para no lastrar el recorrido narrativo de la saga. Entonces se apela a explicaciones orales, a charlas que explicitan todo lo que allí sucede (desde consecuencias hasta sentimientos de los personajes), con recursos bastante pobres y sin mayor vuelo cinematográfico. Es curioso que Schwentke, un mero artesano de segundo orden pero con pericia para la acción, ceda de tal manera ante lo literario. Pero lo peor de Leal es el retroceso que se observa en el personaje de Tris, más allá de que la talentosa Shailene Woodley ya parece moverse mejor en esto de la acción y la aventura. Tris, decíamos y remarcamos siempre, es una heroína decidida: ella disfruta su poder y quiere ser líder, aunque lo disimule. Eso la diferencia de la mayoría de los personajes que protagonizan este tipo de relatos, que abusan del héroe a su pesar siguiendo un poco la lógica del superhéroe: de ahí que Divergente relea mejor (dentro de lo posible si tenemos en cuenta el target) el camino del subversivo. En Divergente, lo heroico se da por una búsqueda personal y por una decisión firme de subvertir ese poder totalitario que los controla. Hay tragedias personales que movilizan el deseo, pero fundamentalmente se trata de una chispa que enciende algo que está en el interior de las criaturas que habitan este universo. Sin embargo la Tris de Leal es demasiado naif, excesivamente confiada, contradiciendo su propia psicología: acá la engañan de una manera tan torpe que asusta. Esta debilidad del personaje, sumado a la multiplicidad de puntos de vista, descentra las acciones y minimiza el impacto político/adolescente de las primeras entregas. Tris acá es una más, nunca una líder. Claro que Leal apuesta a repetir la fórmula del movimiento de Insurgente, pero aquí los giros constantes se sienten antojadizos y mal trabajados, básicamente porque los personajes se difuman tanto que pierden cualquier tipo de interés y ahí es donde los hilos se hacen explícitos. La construcción de estos universos totalitarios que son como muñecas rusas metidas unas adentro de otras son tan excesivas y, por consiguiente, tan improbables, que las subversiones de estas sagas terminan resultando imposibles: ¿cómo derrocar un poder que se descubre como empleado de un poder superior e inasible). Hay algo de cinismo en el discurso del “tú puedes” que elaboran este tipo de historias y ese es el mayor pecado que cometen: una ilusión aplicada en cuentagotas, lo necesario como para sentirse libre, lo justo para no dar tanto poder. Resistencia mainstream y a comer a McDonalds.
Los dos mosqueteros La saga “Divergente” comienza a definir su final. La anteúltima entrega -la conclusión estará lista en junio de 2017- encuentra a los dos protagonistas decididos a apostar todo para ver qué hay detrás del muro. Los cinco chicos que crecieron en la apocalíptica y aislada ciudad de Chicago salen al encuentro de una incógnita que suponen, no superará a la decepción por lo que ya conocen: una sociedad y unos líderes que pensaban más justos que los anteriores, se transforman en algo peor a lo ayudaron a combatir. Pero el libro les prepara una sorpresa y despliega la trama como una suerte de cajas chinas donde nada es lo que parece. Con cada capítulo estrenado durante los últimos dos años -”Divergente” (2014), “Insurgente” (2015) y ahora “Leal”- la historia se fue tornando más intensa y los sucesivos directores acentuaron la acción por sobre el romance de los líderes Tris (Shailene Woodley) y Cuatro (Theo James). Ahora “Leal” también comenzó a dejar una serie de definiciones sobre los personajes secundarios. El director Robert Schwentke aprovechó al máximo la imaginativa construcción literaria de Veronica Roth, autora de la trilogía en la que se basa la saga, la potenció con efectos visuales y un elenco más afianzado en sus roles con cada entrega.
MILLENNIALS ABÚLICOS El penúltimo episodio de la serie distópica juvenil protagonizada por Shailene Woodley llega hacia su final rengueando. La saga “Divergente” de Veronica Roth sigue su adaptación cinematográfica con “Leal: primera parte”, donde retomamos la historia tras el colapso del sistema de facciones al final de la película anterior, “Insurgente” (2015). Evelyn (Naomi Watts) se ha hecho cargo de Chicago, respaldada por una turba multiétnica de veinteañeros. Es hora que la insulsa Tris -te extrañamos Katniss- y su amante Four (un Theo James tan apuesto como hecho de madera) crucen la muralla para averiguar lo que se esconde más allá. Que no es otra cosa que David (Jeff Daniels) y otra sociedad, más utópica que distópica. Es aquí donde comienzan los problemas del film, al castear a Daniels como la persona a cargo de introducir a Tris en este nuevo mundo y en las tareas que deberá realizar, queda en claro que se buscó despistar a la audiencia, Daniels con su aspecto buenazo/retonto claramente esconde algo. La inocencia y estupidez de la protagonista harán el resto. Si el tema del film fue remarcar que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, no hacia falta repetirlo con un “malo” diferente. Peter (Miles Teller) el canchero insoportable también repite el mismo arco de su personaje en los films anteriores, pero al menos su actuación es divertida de ver. La lógica interna de la película salta por los aires al romper la débil suspensión de la incredulidad cuando los artificios de la trama se acumulan -ver a través de las paredes, naves invisibles- y todo confluye en un clímax tan perezoso y simplista que cuadra perfectamente con la cara de nada de Woodley. Y todavía resta la segunda parte en 2017.
Un experimento crucial En estas páginas, destacamos alguna vez que la ciencia ficción, “cansada” tras largas décadas de especular con el futuro y lo que hay más allá del cielo, había encontrado oxígeno en la literatura juvenil (excepción válida es “El marciano” de Andy Weir, cuya adaptación fílmica por Ridley Scott pugnó por un Oscar). También hemos destacado la cercanía de tópicos entre sagas, que para algunos serán repeticiones o plagios, pero que también pueden leerse como cuestiones que atraviesan nuestra época. En primer lugar tenemos a la heroína adolescente (Thomas de “Maze Runner” es el único varoncito), campo en el que la Tris Prior de “Divergente la serie” le pelea la punta a la Katniss Everdeen de “Los Juegos del Hambre”; antes de Buffy Summers, sólo en el cine de terror cotizaban las heroínas (y en el porno, dirá uno de esos graciosos de WhatsApp). Allí está asimismo el mundo post-apocalíptico que nos dejó la fantaciencia en sus postreros esfuerzos: si en “Divergente” Veronica Roth partía de ideas de viejas novelas, como “Un mundo feliz” de Aldous Huxley o “Los clanes de la luna Alfana”, de Philip K. Dick, el mundo que se abre en “Leal” se parece al de “Serpiente del sueño” de Vonda N. McIntyre: ciudad “atrasada”, ciudad evolucionada y aislada (alguien estuvo mirando diseños de Jacque Fresco, parece) y en medio el desierto radioactivo (pensemos que la vuelta de “Mad Max” también peleó por los premios). Aparece también la cuestión de la verdad como elemento político: si en “Los Juegos del Hambre” la manipulación comunicacional era una de las claves (tema en boga, por cierto), en “Leal” vemos la expansión a dos niveles de la intriga: la endógena, vinculada con la política doméstica de la Chicago intramuros, y la externa, relacionada al carácter de experimento digitado desde afuera (vínculo con “Maze Runner”). Rebeldes y ejecutores Recapitulemos: el final de “Insurgente” nos dejó con la muerte de Jeanine, la malvada líder de Erudición, y el ascenso de Evelyn, cabeza de los Sin Facción y madre de Cuatro. Al mismo tiempo, los habitantes de la ciudad se han enterado del propósito de su aislamiento. Bueno, “Leal” nos muestra la clausura de las salidas por orden de la nueva mandamás, la caída del sistema de facciones y la violenta revancha contra los personeros del “antiguo régimen”. En ese contexto, Tris y Cuatro encabezan un combinado extraño, con la fiel Christina, el taimado Peter y el dudoso Caleb, hermano de la protagonista y antiguo servidor de Jeanine; desafiando la prohibición, saldrán en expedición en busca de la humanidad que supuestamente los espera afuera, mientras los autodenominados “leales” de Johanna preparan la revuelta contra la nueva tiranía de Evelyn. Porque en ese doble nivel político que describíamos, y como Katniss en su saga, Tris representa una joven rebeldía equidistante a los poderes, donde los líderes y burócratas son megalómanos y crueles. Curiosamente, mientras la ciencia ficción se vuelve juvenil, la épica fantástica se torna adulta: “Game of Thrones” versa entre otras cosas sobre las pulsiones por el poder, algo que nuestros muchachitos parecen rechazar. Cuerpo y alma Shailene Woodley repite a su Beatrice “Tris” Prior, la osada heroína de cachetes generosos, admirable para cualquiera de las espectadoras que a la vez mueren por Theo James, el rostro de Tobias “Cuatro” Eaton (algunas niñas se decepcionarán de verlo con el torso cubierto todo el tiempo). Zoë Kravitz le pone actitud a su cuerpecito como Christina, volviendo a correr como loca meses después de hacerlo en “Mad Max: Furia en el camino” (y sí, amigo lector: la familia Kravitz tiene un miembro en cada una de las sagas). En el lado más fulero, Miles Teller casi es querible como el miserable Peter Hayes, mientras que Jeff Daniels se mueve cómodo como David, el burócrata de, valga la redundancia, el “Bureau” (los que manejan el experimento, bah), mientras que Naomi Watts le pone ricos matices a Evelyn Johnson-Eaton. Acompañan con dignidad Ansel Elgort como Caleb, Octavia Spencer como Johanna y la histórica Maggie Q con un poco de su Tori Wu. Como revelaciones, Bill Skarsgård (el menor de la familia de actores suecos) como Matthew y Nadia Hilker como Nita, ambos a las órdenes de David. La historia nos dejará en un lugar más o menos tenso, a la luz de que se decidió convertir la trilogía literaria en cuatrilogía cinematográfica: “Ascendente” nos espera el año que viene, y quizás las cosas no se pongan tan buenas.
La rebeldía juvenil sigue siendo la fórmula Llegó la tercera entrega de la serie Divergente, dividida en dos partes, con caras nuevas y mucha acción. Divergente siguió a Beatrice Prior, una chica de 16 años, que vive en una sociedad postapocalíptica que reparte a sus miembros en cinco facciones que luchan contra los males que los llevaron a la guerra. En Insurgente, "Tris" Prior procuraba resguardar a sus afectos de los peligros mientras atravesaba conflictos personales sobre la pena y el perdón, la identidad y la lealtad, la política y el amor. En Leal, Tris debe tomar decisiones que involucran una vida futura, más allá de los límites de Chicago y su sentido de lealtad. Se explica que para mejor desarrollo de la historia, nos la ofrecen en dos partes, como ya sucedió con los finales de otras series literarias llevadas a pantalla, Y habrá que esperar a la próxima --Ascendente, en 2017-- para evaluar el resultado. Por ahora tenemos a una heroína que luce más adulta y sexy en pantalla, rodeada prácticamente del mismo gran elenco que la secundó, con presencias como la de Naomi Watts como líder de los Sin Facción, y Jeff Daniels como el dirigente más allá del muro. Mucha acción, mucha más construcción de escenarios y artefactos por computadora. Mucho ruido pero no tantas nueces es lo que encontramos al cabo de las poco menos de dos horas de relato sin créditos. ¿Si la sensación es real o se debe a la sobreabundancia de estímulos y similitud temática de esta saga con Los Juegos del Hambre? Quizás lo sepamos tomando a cada serie individualmente. Hay que tener en claro que con Leal se busca lo que luce: acción, rebeldía juvenil con ansias de cambiar un mundo injusto y --cuidado con esto-- gente de armas tomar para lograrlo.
Un cumplidor entretenimiento que no puede evitar caer presa de las tendencias modernas de las adaptaciones. Desde que algún ejecutivo tuvo la “brillante” idea de separar la adaptación del último libro de Harry Potter en dos mitades, todas las sagas literarias con potencial cinematográfico empezaron a correr este mismo destino. Pasó con la saga Crepúsculo, pasó con la saga Los Juegos del Hambre, y la más reciente víctima de esta estratagema de marketing: la saga que nos compete, la de Divergente y su más reciente episodio, Leal. Las rajaduras se están empezando a notar Chicago esta libre del yugo de Jeanine, y Evelyn ha tomado el control. Pero ella no tiene ningún interés en que los habitantes puedan ver que hay más allá del muro de contención. Tris, Cuatro, y el resto de la banda, percatándose de que la nueva administración no es muy distinta de la vieja, deciden huir y ver que hay más allá del muro por su cuenta. Al hacerlo, descubren una civilización liderada por David, quien revela que la raza de los Divergentes son parte de un complejo experimento que separa a la sociedad no tanto en facciones, sino en “puros” y “dañados” con la idea de salvar y preservar a la humanidad. Tris es la clave de dicho experimento que parece apelar a métodos cuestionables para ser llevado a cabo. A nivel guion, Leal posee una estructura que fluye; es una narración entretenida, con escenas de acción dinámicas, y donde los personajes son puestos en constantes indecisiones al no estar plenamente seguros de quien confiar. Es decir, mantiene el nivel narrativo de las dos anteriores entregas, pero, infortunadamente, la necesidad de dividir el final en dos partes les afecta, dado a que hay un severo nivel de predictibilidad. Podes oler las traiciones de determinados personajes con mucha antelación. Por la parte técnica, Leal apela a un notorio arsenal de efectos visuales para retratar la utopía de la ciudad más allá de las paredes, y de las tecnologías de defensa de las que se valen para estar protegidos. La fotografía, música y montaje responde a un tratamiento estándar del cine de acción. Por la parte actoral, Shailene Woodley continúa demostrando estar a la altura del desafío; igual que Miles Teller, Theo James y Ansel Egort. Naomi Watts, Octavia Spencer, y Jeff Daniels, siendo los actores de trayectoria que le dan prestigio a la saga, entregan trabajos a la altura de sus talentos. Conclusión A pesar de incurrir en predictibilidades y excesos en los efectos visuales, cosa que supieron evitar en las anteriores entregas, Leal mantiene el dinamismo con el que la saga Divergente se comprometió desde su primera entrega. Es un producto que dista de ser perfecto, pero no es en absoluto aburrido, y eso no es poca cosa.
Para un público cautivo la tercera entrega de una saga de futuro apocalíptico, con mucha acción, derroche de efectos y los ídolos de siempre: Shailene Woodley, Theo James, Zoe Kravitz y los reconocidos Naomi Watts y Jeff Daniels. Para los fanáticos una necesidad que promete más entregas.
Es un film bastante regular, pero su visión es imprescindible para todo el que se considere fanático de Divergente. Tiene buenas secuencias de acción y suspenso, pero le falta un gancho o "ese algo especial" que la haga única o que...
Sigue de pié a pesar de los tropiezos "Allegiant" es la primera mitad de la tercera parte de la saga Divergente, una epopeya de acción adolescente a la que se le ha pegado injustamente desde su inicio. Es verdad que la calidad de sus entregas ha ido mermando progresivamente con el tiempo, pero ninguna de ellas terminó cayendo en la mediocridad de otras sagas juveniles estériles como "Cazadores de Sombras" o "Crepúsculo". Creo que el primer error de los productores con respecto a esta tercera entrega fue la ambición desmedida. Se pensaron que tenían entre manos otra "Juegos del Hambre" y la verdad es que la historia da para menos. No es mala, simplemente no es una historia tan compleja y larga. Separar el final de la saga en dos partes es un mal paso. De hecho, por la baja recaudación que obtuvo, los responsables del estudio están pensando en darle continuidad por TV y no terminar la aventura cinematográfica. Una lástima. Entre los aspectos positivos de esta entrega, se mantiene ese equilibrio de dinámica adolescente y adulta. Hay momentos que son netamente pertenecientes a los relatos juveniles, como por ejemplo la interacción de los hermanos Tris y Caleb o la relación amorosa de Tris y Four, y por otros se producen hechos de mayor drama como los dilemas del poder político y el bien común. Los efectos audiovisuales han ido mejorando con cada entrega y ofrecen momentos intensos y vertiginosos. Por el lado de las interpretaciones, Shailene Woodley sigue demostrando que tiene carisma y sabe actuar. Buena incorporación la de Jeff Daniels y un poco más de protagonismo para Naomi Watts, actriz a la que siempre resulta bueno disfrutar. Entre los aspectos negativos tenemos en primer lugar los signos de agotamiento de la saga. Creo que si bien el film adapta bien la novela, parece que tanto guionistas como director están cayendo en el hueco de lo repetitivo y poco original. Para mantener el interés de los espectadores deberían haber ajustado un poco mejor la dinámica de los personajes principales y su relación con los villanos. Por último, el hecho de alargar tanto una historia que es más bien corta y con varias vueltas de tuerca le saca atractivo. Nos quedamos esperando el gran evento, el desencadenamiento de la resolución final, y en su lugar nos entregan una problemática bastante más básica. Ojalá la última entrega llegue a la gran pantalla y se ajusten los aspectos más débiles para hacer un cierre potente y no terminar dándole la razón a todos aquellos que le pegaron desde el inicio.