Nuevas terapias En una hermosa villa antigua que pertenecía otrora a la familia de la excéntrica Beatrice (Valeria Bruni Tedeschi), funciona un instituto psiquiátrico de ideas innovadoras para mujeres, que les permite a las pacientes más o menos estables realizar actividades laborales recreativas y de inserción social fuera del centro, bajo una mínima supervisión. Beatrice no solo no es más la dueña del establecimiento sino que, tras perder la villa entre algunos de sus innumerables e invaluables bienes, ha sido confinada a la institución como paciente por su inestabilidad mental y un severo ataque de bipolaridad y ansiedad. En la clínica, Beatrice se vuelve amiga de Donatella Morelli (Micaela Ramazzotti), una paciente nueva que ha intentado suicidarse tras perder la custodia de su hijo. Ambas mejoran gracias a la relación que cultivan, lo que les permite recibir un permiso para salir junto a pacientes menos desequilibrados. Cuando la combi que las debe llevar a su salida se retrasa, Beatrice empuja a Donatella a escapar en un colectivo y el viaje de transforma en una recreación desquiciada de Thelma & Louise (1991). Descubrirán que la única manera de ayudarse a sí mismas es que una ayude a la otra mientras escapan de las autoridades en medio de divertidas situaciones que las superan. Loca Alegría (La Pazza Gioia, 2016), el último film del realizador italiano Paolo Virzi (Il capitale umano, 2013), es una comedia dramática con un humor inocente y sencillo, y poderosas oleadas dramáticas que reúne a dos mujeres de clases sociales diferentes que se buscan a sí mismas en un viaje inesperado. Virzi trabaja nuevamente con la guionista Valeria Archibugi para narrar esta historia sobre la locura que busca inquietar a una sociedad que confina a todo aquel que ha tenido un mínimo desorden psiquiátrico a una institución, como si cualquier tipo de encierro fuera aconsejable en una época en la que las teorías del disciplinamiento han caído en desuso, denostadas por sus consecuencias. La actuación de Micaela Ramazzotti es extraordinaria, sosteniendo un papel difícil y haciendo de contrapartida dramática de la actuación cómica de Bruni Tedeschi, que divierte en su función. Con un muy buen elenco que acompaña a estas dos actrices, el film indaga en dos tipos de locura a través de las historias de estas dos mujeres que vivieron dos realidades completamente diferentes y ahora deben convivir para superar sus problemas. A pesar de varios errores narrativos y exageraciones, Loca Alegría es una gran película que trata un tema interesante, con ideas coherentes y progresistas. Las instituciones psiquiátricas tienen que cambiar al igual que la mentalidad de la opinión pública sobre la locura y el film de Virzi es una excelente propuesta para debatir y pensar esta importante cuestión.
Llega esta nueva película del director de La prima cosa bella y El capital humano estrenada en la sección Quincena de Realizadores del último Festival de Cannes. Beatrice (Valeria Bruni Tedeschi) es una condesa que supo tener tiempos de esplendor económico y social. Fabuladora y con rasgos esquizofrénicos, fue internada en Villa Biondi, una institución neuropsiquiátrica en la Toscana cuyo centenario edificio fue donado por su propia familia. Hasta allí llevan también a Donatella (Micaela Ramazzotti), una joven golpeada por un pasado durísimo (prostitución, drogas y hasta un intento de asesinar a su propio hijo). Entre ambas mujeres -de personalidades decididamente opuestas- irá surgiendo con el correr del relato una relación de amistad, comprensión, solidaridad y complementariedad. Con unos cuantos, inevitables chispazos en el medio, claro. A ellas se les concede después de un arduo debate psiquiátrico una salida transitoria para trabajar en una feria de productos naturales, pero aprovecharán la ocasión para escaparse e iniciar una serie de desventuras (encuentros con hombres, pequeñas estafas, robos, escapes, visitas a familiares) que en el trayecto permitirán ir conociendo a fondo sus traumáticos pasados. El director de La prima cosa bella y El capital humano apuesta a un tono tragicómico, consigue algunas escenas logradas (otras resultan demasiado caricaturescas) y se apoya sobre todo en la intensidad desbordante de Bruni Tedeschi como una mentirosa compulsiva y a la contención desgarradora de Ramazzotti como una muchacha que carga con un peso insoportable de dolor y culpa. Cuando la historia apuesta a los matices y contradicciones (no sólo de las dos protagonistas sino también de los personajes secundarios que deben lidiar con ella), Loca alegría gana en audacia e inteligencia. Cuando, en cambio, se queda en una exaltación bastante obvia de la rebeldía y búsqueda de libertad de sus heroínas resulta un poco torpe y previsible. De todas formas, por el duelo actoral, la potencia de varios pasajes y la belleza de las imágenes de una Toscana que esta vez se utiliza con fines dramáticos y no como fondo de tarjeta postal, el balance de Loca alegría termina dando positivo. El cine italiano, por suerte, sigue llegando con asiduidad a las pantallas argentinas.
Amar duele La problemática de la locura, o los trastornos mentales, son tomados por el cine generalmente desde un enfoque solemne o se tiende a banalizar dejando en claro la idea de locura simpática. Sin embargo, los aspectos humanos detrás de la locura, la tristeza o el sufrimiento de quienes padecen algún tipo de trastorno que los margina del resto de la sociedad “cuerda” no se tienen en cuenta a la hora de encarar una película.En ese sentido, Loca alegría (2016), nuevo opus del italiano Paolo Virzi (Il Capitale Humano -2014-) se destaca por su grado de humanismo antes que nada. Las dos protagonistas de este relato que abraza la idea de road movie, la mezcla con buddy movie para terminar en un alegato contra las prácticas poco progresistas de las políticas de salud mental europeas, realmente acusan la falta de brújula para encajar en las normas sociales.
Thelma y Louise en la Toscana Cine de la intensidad, Loca alegría se aventura por caminos difíciles. Las protagonistas son pacientes de una institución mental, la aristocrática y fantasiosa Beatrice y la golpeada y reservada Donatella. Entre las dos surgirá de a poco una amistad, mientras se aventuran por diversos caminos fuera de la casona en la Toscana que las retiene con un régimen no muy estricto. Cine de personajes fuertes, necesitaba de grandes actrices: Micaela Ramazzotti (Donatella) tiene el personaje más complicado, el que tiene mayores riesgos de desbarrancar, debido a la construcción de su pasado y sus acechanzas crueles. Valeria Bruni Tedeschi (Beatrice) tiene el personaje para lucirse y lo hace, y la apuesta intensa, casi incendiaria, de la película, pasa en mayor medida por ella. Su imposibilidad de detenerse, su incapacidad para dejar de hablar, los impulsos como sostén de todos sus movimientos: características que en otra actriz podrían haber hundido al personaje, con Bruni Tedeschi se convierten en las coordenadas de la eficacia. Más aún, Bruni Tedeschi aprovecha cada exceso para sostenerlo con mirada, con curvas, con brazos en alto de patrona de palacio en apuros, con inspiradas líneas de diálogo, sobre todo aquellas que dice casi al pasar (como la reprimenda a los chicos que vienen de la playa). En ellas dos, y en la apuesta habitual en la carrera de Virzì por no detenerse, por no frenar, por no pausar y a la vez por no generar ningún caos narrativo, están algunas de las fortalezas de esta película. Los principales problemas, afortunadamente pasajeros y que afectan sólo parcialmente al relato, son dos: una es la peregrina idea de pegarse a Thelma & Louise, con cita visual y todo, y la otra es una conversación entre el personal de la institución que peca de progresismo sin elaboración, algo que también se colaba en Caterina en Roma (2003), la película que al estrenarse en la Argentina llamó la atención sobre el director, junto con una retrospectiva de la Sala Lugones. Con esas películas pudimos ver la energía de Virzì para retratar a sus personajes adolescentes, el tiempo pasó y su cine pasó a temas más adultos (La prima cosa bella, El capital humano). Es reconfortante encontrar en Loca alegría personajes con un pasado combinados con esa energía y esos saltos al vacío -incluso las torpezas- del cine del director en su período de fines del siglo XX y principios del XXI.
Sólo se vive dos veces Dos internas que escapan de una institución psiquiátrica son una caja de sorpresas continua. De a poco, sin apuros, Paolo Virzi se está convirtiendo en un realizador que emerge de Italia y trasciende los ribetes de la comedia, que es eje central en Loca alegría. Con su anterior El capital humano había logrado más reconocimiento después de La prima cosa bella. Es un director a considerar, menos egocéntrico que Paolo Sorrentino y con la habilidad para los diálogos de, si se permite, un Nani Moretti. El afiche parece sugerir a muchos que estamos ante una nueva Thelma & Louise peninsular. Pero no, por más que dos mujeres sean las protagonistas, que se largan a la ruta, para escapar, sí, pero de una institución psiquiátrica. Entre ellas, hay un personaje principal, Beatrice Morandini Valdirana, una mujer que ha tenido una vida mucho mejor que la actual. Compulsivamente mentirosa -“loca dicen los informes médicos”, soltará-, es paciente en una institución, y se la pasa aprovechando cada situación que surja para sacar una ventaja. No se siente “loca”, simplemente vive en una fantasía eterna, en la que se siente cómoda haciéndose pasar por médica o lo que fuera. Proviene de una familia rica, pero -ella- cayó en desgracia. La acompaña en su aventura Donatella, una criatura mucho más compleja que Beatrice, de cuyo pasado nos iremos enterando por flashbacks, pero que la viene pasando mal desde hace mucho tiempo. Tal vez, demasiado. La construcción de la progresión del guión es de una exactitud casi milimétrica. Es cierto que ayuda que Beatrice sea impredecible, y Donatella, una caja de sorpresas. También, que quienes las encarnen tengan una entrega a la comedia y al drama sorprendentemente tan pareja. No es novedad que Valeria Bruni Tedeschi es toda una intérprete. Virzi ya la había dirigido, pero aquí saca lo mejor de la actriz de Un castillo en Italia y Actrices. Y Micaela Ramazzotti, esposa del director, sorprende constantemente. La vida no siempre es más grande que las películas. En el caso de Beatrice y Donatella, no se vive una sola vez, por suerte. Hay una segunda oportunidad cuando se cree en algo.
LA LOCURA Y LOS OTROS El tema de la locura, como todos aquellos que estigmatizan a las personas, da miedo, es incomprensible, provoca rechazo y por sobre todo, basta con etiquetar a alguien, como para desentendernos de ese ser. Eso es lo que plantea este film bello, valiente y conmovedor que dirigió Paolo Virzí, que escribió el guion con Francesca Archibugi. Básicamente es la historia de dos mujeres que perdieron la razón por muchos motivos familiares y un amor que las terminó de sacar de eje. Rechazadas por su familia, por la sociedad, viven en un hogar (al final del film se sabe que están en extinción), que difiere de los comunes neurosiquiátricos con su fama de electroshocks incluida. Y un día salen a la aventura, pero también a un viaje de conocimiento mutuo y de enfrentarse a dolorosas verdades. Dos grandes actrices italianas Valeria Bruni Tedeschi y Micaela Ramazzotti demuestran su talento con personajes difíciles, desbordados que oscilan entre la comprensión y el delirio, el dolor más lacerante, los rechazos terminantes. Ellas se enfrentan a sus “locuras” y ponen en evidencia a toda una sociedad, al machismo recalcitrante, la violencia burocrática, el abandono, el sensacionalismo, la indiferencia. Un film que conmueve y hace pensar, que vale la pena.
A la deriva El encuentro entre dos mujeres con serios problemas mentales es el eje de Loca alegría (La pazza gioia, 2016), última ganadora de la Quincena de los realizadores del Festival de Cannes. Villa Biondi es para Beatrice (Valeria Bruni Tedeschi) una curiosa paradoja y, al mismo tiempo, una síntesis de su propia vida; es el edificio que donó su aristocrática familia, ubicado en el bellísimo paisaje de la Toscana, finalmente reconvertido en un neuropsiquiátrico a donde fue a parar tras varios “traspiés” legales. Suerte de Blanche Dubois a la italiana, Beatrice deambula por todas partes creyéndose lo que ya no es. Y, aunque el contexto desmienta férreamente su ilusión, ella pretende hacer valer su título de condesa a cada paso que da. Hasta Villa Biondi llega Donatella (Micaela Ramazzotti), una mujer de origen humilde y con un pasado signado por la prostitución, las drogas, y un episodio de vida aún más doloroso que –con mucho acierto- el guión expone recién hacia el final. El encuentro entre Beatrice y Donatella producirá sus inevitables conflictos, pero también la posibilidad de encontrar la comprensión en el otro y, a la vez, revisar las deudas con el pasado. El realizador Paolo Virzì es el responsable de esta película sobre las segundas oportunidades, la imposibilidad de vivir en la realidad y la inevitable necesidad de trazar puntos de fuga. Si bien el tono preponderante es el humorístico, se percibe mucho dolor en las decisiones que toman las dos mujeres. No pasará demasiado tiempo hasta que se fuguen, iniciando una serie de recorridos que pondrán en evidencia los conflictos que no supieron o no pudieron resolver. Loca alegría no tiene una puesta en escena con fuertes marcas autorales, ni tampoco demasiada originalidad en el tratamiento de las enfermedades mentales. Lo que le da a la película un mayor espesor dramático es la convicción con la que las actrices abordan sus roles, una labor que potencia la fusión entre ambos personajes y los hace queribles. Quizás, el mayor mérito del film sea el poder de conmoción que genera, aún cuando varios pasajes tengan mucho de “guión de manual” (la secuencia en donde van a comer a un sofisticado restaurant y se van sin pagar, por citar un ejemplo). Pese a los desniveles, Virzi sale airoso a la hora de graficar lo sórdido sin perder de vista que lo que allí vale es la ternura, sentimiento diametralmente opuesto.
Una Telma & Louise a la italiana. Así se ha llamado a esta tragicomedia y así parece remitir, directamente, el póster en el que las dos protagonistas, Beatrice y Donatella, huyen en un descapotable. Ellas comparten, con las heroínas de Ridley Scott, el lugar de descastadas en plan de escape. Pero su rebeldía conmueve desde un lugar muy distinto: son pacientes de un psiquiátrico, en la Toscana, donde además de medicación y terapia trabajan en el huerto y tienen la posibilidad de salidas transitorias. Beatrice -la fantástica Valeria Bruni Tedeschi- es una mujer de la alta sociedad, esquizoide, simpática y charlatana. Donatella, una depresiva rota por un pasado que incluye prostitución y un hijo al que intentó ahogar en pleno brote. El director, Paolo Virzì, maneja semejante carga dramática con un tono que busca el equilibrio y mantiene la dureza a raya, explorando en primer plano la entrañable amistad que nace entre esas dos mujeres, conmovedoras cuanto más se exponen al “mundo normal”, fuera de los muros de la clínica. Y aunque a veces la búsqueda de ese tono quede en evidencia, con subrayados innecesarios, el derrotero de estas mujeres, en la piel de sus estupendas actrices, se sigue con interés y afecto. Y así, emociona.
Notable comedia a la italiana con dos actrices excelentes Inspirándose en una ley italiana que impuso la clausura de los hospitales psiquiátricos, el director de “La prima cosa bella” elabora una historia divertida que poco a poco revela un costado dramático. Casi al final de esta película, se nos informa que en marzo de 2015 entró en vigencia en Italia una ley que impuso la clausura de hospitales psiquiátricos judiciales, derivando a los internos a posibles comunidades con proyectos de rehabilitación, o, directamente, a casas de familia. El asunto tiene sus bemoles. Pero esto es sólo una información que el espectador puede leer, o no. Primero está la película, que comienza con tono divertido en una gran finca, una típica villa toscana convertida en psiquiátrico de mujeres bastante calmas, salvo una rubia de aire elegante que todo lo controla, que en todo se mete, que a todas aplasta con su charla interminable, y que realmente conoce la especialidad médica. ¿Será una médica chiflada? ¿O es una inquilina? Según parece, su familia donó la referida finca, con ella adentro. Pero ella es demasiado viva para quedarse adentro. Y un día logra escaparse rumbo a una vieja relación que la obsesiona. Y se lleva consigo a una chica que también tiene su obsesión. Su enfermedad. Y su prontuario. Las dos tienen prontuario. Pero una de las dos puede ser peligrosa para alguien. ¿O será al revés? De a poco, el tono divertido va dando espacio a un costado dramático. Un trasfondo que nos revela algunas cosas de la condición humana, y de la sociedad y la familia que se cree humana. No corresponde contar más. Sólo decir que esta nueva obra de Paolo Virzi ("La prima cosa bella") es una destacable comedia "a la italiana", con dos actrices excelentes: Valeria Bruni-Tedeschi, y Micaela Ramazzotti. Esta última, dicho sea de paso, es la mujer del director, y madre de sus hijos.
Un guion y actuaciones excepcionales al servicio de una historia que elige sabiamente no idealizar la locura. La sanidad mental ha sido tema de muchas películas, y aunque tiene un potencial de comedia garantizado, se debe velar por cierto nivel de verosímil para evitar ciertos idealismos que no tienen nada que ver con la realidad. Con esto en mente, Loca Alegría es un díptico dramático-cómico que triunfa ampliamente en ambos frentes. Balada para dos locas: PrintBeatrice, una mujer de la alta sociedad, es una de las muchas pacientes en una residencia psiquiátrica. Ella tiene delirios de grandeza y le gusta creer que está vinculada con gente del jet-set. Un día, llega a la residencia Donatella, una joven con un oscuro pasado. A la larga, terminan trabando amistad, y durante un viaje supervisado por la residencia, aprovechan para escaparse e ir en busca del hijo que le ha sido quitado a Donatella, mientras Beatrice busca hacer lo propio con su amante. Loca Alegría es un guion sólido por donde se lo mire. Una estructura narrativamente perfecta, personajes tan desarrollados como multidimensionales y un ritmo orgánico de admirable fluidez. A medida que progresa la trama, conocemos más y más del pasado de las protagonistas, pero no es información que se mete con calzador, sino una información cuya aparición es justificada e inherente a la acción que transcurre en el presente. Cuando termina la película te queda la sensación de haber conocido a fondo a estos dos personajes, y de haber experimentado el viaje con ellas, a pesar de que te preocupe lo delirantes que están. Si hay algo que tengo que destacar de Loca Alegría es que se trata de una película que no idealiza la locura. Durante los títulos finales, antes de que aparezca el nombre de un solo actor o técnico, sale una larga lista de los miles de asesores médicos, psicológicos y psiquiátricos que ayudaron en la película. Esa asesoría se nota desde la primera hasta la última escena. Es una historia que tiene esos momentos de locura que te sacan una risa, pero también tiene esos momentos fuertes que te preocupan por lo mal que se encuentran estas dos mujeres. Por el costado actoral, Valeria Bruni Tedeschi y Micaela Ramazzotti entregan dos interpretaciones de puro lujo; brillan tanto juntas como separadas. Entre las dos existe una química innegable con la que el espectador se hace cómplice de inmediato. El nivel de expresividad que tienen en sus rostros, las cosas que pueden decir con tan solo una mirada o un gesto y la enorme naturalidad que le saben insuflar a sus personajes dota a la historia de una intensa humanidad. El guion es solo una intención y si llega a tan buen puerto es gracias a estas dos poderosas labores interpretativas. El apartado técnico es uno que elige no interponerse en la labor interpretativa. Las puestas de cámara son tan meditadas como el montaje utilizado. El director Paolo Virzi no dejó nada al azar, ni siquiera en la banda de sonido, que cobra una importancia emocional enorme para las protagonistas en determinadas escenas. Conclusión: A fuerza de un guion y una labor interpretativa sobresaliente, Loca Alegría es un caldero de emociones. Un coctel de risas y llantos que tiene los pies en la tierra pero no se corta las alas. Narrativa de primerísimo nivel. Altamente recomendable.
Con una particular mirada sobre el mundo de la locura, los tratamientos, los institutos psiquiátricos y más la última película de Paolo Virzi, “Loca Alegría” (Italia, 2015) es una grata sorpresa que renueva las carteleras esta semana. Con una primera escena sucia, de cámara en mano, simil video, Virzi nos presenta a Donatella (Micaela Ramazzotti) quien luego será junto Beatrice (Valeria Bruni Tedeschi) las encargadas de llevar delante la acción de un filme que comienza tímido, casi sin estridencias, para luego, con el correr de los minutos, abrir varios frentes narrativos. Donatella es ingresada en un viejo instituto por haber intentado suicidarse, más adelante sabremos el motivo y cómo lo intentará, y rápidamente se destaca del resto de pacientes por su profunda depresión y poco contacto con el exterior. Beatrice, una “condesa” multimillonaria, quien con todos sus humos dirige algunas cuestiones de los pabellones, más allá que no tenga la autoridad, desde el primer momento la aborda y la comienza a acosar para ponerla de su lado. Si bien Donatella se resiste en una primera etapa, caerá en las redes de Beatrice, quien con sus artilugios logra conseguir todo lo que desea del resto de los internados, y también del personal, al que le hace acordar todo el tiempo su carácter de propietaria del espacio y sus millones, que, actualmente, están en manos de su madre y su marido. Entre las dos lograrán una comunión que les permitirá trabajar y pasar los días y las rutinas del “manicomio” de la mejor manera. Pero cuando una propuesta de salir para hacer actividades en un vivero alejado del hospicio llegue, la vida de ambas cambiará para siempre. Virzi reposa la mirada en ambos personajes con la principal virtud de no juzgarlos, al contrario, el guión, hábil y envolvente, genera empatía directa con ambas, y logra que se supere la lógica de observarlas con lástima. Beatrice aporta el humor al filme, con sus aires de monarca sin corona, y sus lujos que en el lugar donde se encuentra nada sirven. Por otro lado Donatella, a pesar de la carga que tiene, es la encargada de interpretar el rol de la sabiduría, y un poco también el de nivelar la balanza hacia un lugar en el que el relato no termine por desbordarse aún más. Hacia mitad del metraje, y luego de un acontecimiento particular, el filme vira a una suerte de road movie, con ambas escapando de su pasado a bordo del transporte que encuentren en suerte. Virzi maneja esa etapa con lucidez y hasta se da el lujo de homenajear a “Thelma y Louise”, una referencia evidente que potencia ese tramo del filme. Quizás hay que cuestionarse sobre la empatía lograda desde la “locura”, pero como Virzi deja en claro que no tomará ninguna postura, es el espectador quien deberá asumir la insania o no de sus protagonistas y el resto del elenco. “Loca Alegría” llena de justamente “locuras” la pantalla, con dos mujeres que desean, aman, buscan ser amadas, se pelean, luchan, se juegan por el otro, y, en parte, terminan por lograr algunas de sus metas muy a pesar del entorno que las juzga y las quiere encerrar para no ver más.
Contiene muy buenos diálogos y las interpretaciones principales son impecables: Micaela Ramazzotti y Veleria Bruni Tedeschi, ambas se lucen. Esta presente el amor, la amistad y los personajes secundarios acompañan adecuadamente. Emotiva, tiene humor y bellísimas locaciones. Un toque similar a lo que fue “Thelma & Louise”.
Amor, locura y viajes Loca Alegría nos presenta a Beatrice (Valeria Bruni Tedeschi) una mujer madura, que supo tener un buen pasar económico, pero a partir de malos negocios y parejas extorsivas, perdió toda la fortuna familiar. Ella es alegre, espontánea y muy atractiva, pero también es una fabuladora de primera, y padece un trastorno de personalidad límite, bipolaridad y ansiedad. En la actualidad vive en una bella villa -que antiguamente pertenecía a su familia- donde funciona una comunidad terapeútica para mujeres. Dicha comunidad no es la típica institución psiquiátrica que uno imaginaría, sino que se trabaja en pos de la desmanicomialización, por lo que hay muchas actividades recreativas y laborales con el fin de generar la reinserción de cada paciente. Un buen día, Donatella Morelli (Micaela Ramazzotti) llega a la comunidad. Ella es callada, tiene la mirada perdida, y un pasado cargado de drogas, prostitución, e intentos de suicidio y homicidio. Casi instantáneamente Beatrice decide entablar una amistad con ella, por lo que rápidamente ambas mejoran su relación con las demás pacientes, y el equipo de salud, decide permitirles la salida temporal, para trabajar en una huerta. Ambas disfrutan la salida, pero en un momento de distracción general, Beatrice le propone a Donatella escaparse en un colectivo. Los nuevos rumbos incluyen divertidos paseos al shopping, compra de psicofármacos, y visitas a parientes sorprendidos, además de algunos momentos emotivos, en los que Beatrice logra conocer la verdadera historia de Donatella, y en uno de sus pocos momentos de registro del otro, hace hasta lo imposible por ayudarla. Si bien el film de Paolo Virzi tiene algunos momentos bastante densos, o exageradamente previsibles, aporta frescura y humor sencillo pero efectivo, que encuentra su complemento perfecto con la actuaciones de Ramazotti y Bruni Tedeschi. De esta forma, Loca Alegría no es sólo una comedia dramática, ya que invita a retomar un debate sobre la salud mental más allá de la medicalización, proponiendo un mayor entendimiento de los distintos padecimientos subjetivos, y tomando al diálogo y la sociabilización como pilares fundamentes de la mejora o de un tratamiento.
Más locas que alegres Villa Bondi es una institución neuropsiquiátrica en la Toscana. Su antiguo edificio fue donado por los poderosos ancestros de Beatrice, una paciente que ahora deambula con sus disturbios a cuesta, arrastrando los modales de un ayer que tuvo brillo pero que hoy sólo despierta una mirada piadosa. Y al lugar llega un día Donatella, una muchacha que arrastra un pasado donde asoma la droga, la prostitución y femicidio. Se conocen, se acercan, comparten cuarto. Un día, por un descuido de sus cuidadores, logran escaparse del instituto. Lo que empieza siendo una travesura después adquiere sentido liberador. Lejos del lugar, el vínculo se potencia y aparecerán reproches y secretos. Las dos vuelven a la vid apara ajustar cuentas con sus pasados. El film, un pequeño tributo a “Thelma & Louise”, quiere ser el retrato, lleno de claroscuros, de dos mujeres a las que la vida las dejó en medio del camino. Y que por eso sueñan con darle a su escapada otro destino. Paolo Virzi, que nos había gustado en su anterior film, “Capital humano”, aquí no logra acertar el mejor tono de una película que cuando quiere ponerse seria se desbarranca. El film apuesta al impacto dramático de un final que quiere ser reparador. Pero en el medio hay poca gracia y poco sustento. La historia de estas dos solitarias tiene más exageraciones que aciertos, aunque la presencia de la siempre vital Valeria Bruni Tedeschi es un punto a favor. Lo que van encontrando en el camino tampoco suman. Ni la anécdota ni los personajes. Es una comedia amarga que roza el grotesco, hablada y gritona. Tras este paseo por el afuera y por sus recuerdos, Beatrice y Donatella volverán al instituto. Escaparse del sistema no es fácil, parece advertirnos Virzi.
Beatrice Morandini Valdirana (Valeria Bruni Tedeschi) vive en Villa Biondi, una institución psiquiátrica ubicada en una propiedad donada por su familia. Juega a ser dueña, le da órdenes a todos pero lo cierto es que de nada sirve su pasado opulento, ahora le toca estar internada allí. Donatella Morelli (Micaela Ramazzotti) entra por una depresión agravada por intento de suicidio. Ambas se conocen cuando Beatrice simula ser su médica. Pronto, intrigada por esta figura misteriosa, la anfitriona pide compartir habitación con la recién llegada, el problema es que ésta no quiere ser su amiga. El neuropsiquiátrico donde ambas residen es bastante particular: la terapia de electroshock no es lo que prima, sino un intento real de re-adaptación de sus internados en la sociedad. Por tanto, se les promueven una serie de actividades que incluyen, en algunos casos, la posibilidad trabajar en el exterior durante el día.
Juntas en la desgracia El desequilibrio mental es enfocado desde la soledad y las carencias afectivas, pero con un giro de comedia y sin caer en el golpe bajo. Por ese camino transitó Paolo Virzi para hacer “Loca alegría”, una película que se sostiene en la impronta de las dos protagonistas, Valeria Bruni Tedeschi y Micaela Ramazzotti. Ellas dan vida a Beatrice y Donatella, dos pacientes que se encuentran en un internado de Toscana y comienzan un vínculo que va del rechazo a la amistad y a la contención. Beatrice (logradísimo rol de Bruni Tedeschi) es una mujer que no puede parar de hablar, que pertenece a la clase alta italiana y que es tan resistida por su ex amante como deseada por su ex marido. Donatella (Ramazzotti, en una interpretación atípica y sorprendente) será la internada nueva, que llega con un secreto y mucha fragilidad expuesta. Juntas harán una dupla conmovedora, porque Beatrice elegirá proteger a Donatella y de alguna manera se necesitarán mutuamente. El director hace una soslayada crítica a esta modalidad de internación psiquiátrica, expresada en los títulos del final, y hasta se permite un guiño a “Thelma y Louise”, no del todo feliz. El cierre de la película sintetiza en las miradas de las dos amigas un gesto de redención y de complicidad, que es un broche ideal para esta historia.
Points: 5 Beatrice (Valeria Bruni Tedeschi), an aristocratic woman who falls prey to fantasies which include being friends with George Clooney and Bill Clinton, and Donatella (Micaela Ramazotti), a fragile young woman obsessed with recovering her son who was taken by social services because of her dangerous behaviour, are residents of a psychiatric facility for women in Tuscany. Despite their different tempers and life stories, they become good enough friends to escape together while taking part in an educational activity outside the facility. So off they go in an adventure that will change the course of their lives forever as well as reveal some delicate secrets from their past. And in so doing, they will also realize the beauty of their imperfections. Of course, you’ve seen this story before. In fact, it’s billed as the Italian version of Thelma and Louise. But the truth is it pales enormously in comparison to Ridley Scott’s endearing, memorable feature. And it’s not even similar. The fact that two women in trouble comfort one another as they embark on a journey of self-discovery does not mean, at all, that they are two of the same kind. La pazza gioia (“Like Crazy”), the new outing by Italian Paolo Virzi (La prima cosas bella, Il capitale umano) is a run-of-the-mill crowd-pleaser with no insights or findings, and its overall plot is very hard to buy. Of course, massive audiences often couldn’t care less about it and the proof is that Virzi’s feature was seen by over six million people in Italy — or so the film’s poster claims. Then again, crow-pleasers tend to be loved by very undemanding viewers. On the plus side, Bruni Tedeschi’s performance does have its good moments, particularly when she’s not an over-the-top maniac. As for Ramazzotti, let’s just say she does her best — though she’s almost constantly eclipsed by Bruni Tedeschi — but she can only do so with a character that’s your usual crazy person with the usual break downs, the usual depression and fits of madness. Like Crazy is part comedy and part drama. For the first two acts, it’s mainly a situation comedy peppered with the usual traits such comedies have: the women act in the weirdest of ways, they are unpredictable, their conversations may make little or no sense at all, and they live in parallel universes. When a complex scenario is played for laughs, then you should have smart and somewhat original gags. When that’s not the case, and on top of it you have stereotypes posing as flesh and blood characters, then there’s little, if any, chance for the film to work. A few minutes before the third act, Like Crazy turns into a drama and it lacks even more verisimilitude. It becomes sort of existential, rather emotional, and even more obvious. By the time you reach the ending, which seems one of Beatrice’s fantasies and yet it’s the stark reality, then all hope for improvement is dead and buried. Production notes Like Crazy (“La pazza gioia”). Directed by Paolo Virzi. Written by Francesca Archibugi, Paolo Virzi. With: Valeria Bruni Tedeschi, Micaela Ramazzotti, Anna Galiena, Valentina Carnelutti, Elena Lietti. Cinematography: Vladan Radovic. Editing: Cecilia Zanuso. Running time: 111 minutes. @pablsuarez
El nuevo film de Virzi es una comedia inestable, a veces convencional y conservadora, en ocasiones amorosa y alocada La inestabilidad mental no es un tema entre otros. No es fácil hacer películas en manicomios, menos todavía eludir ese brutal lugar común por el cual la locura parece ser una vía conveniente para señalar las mentiras compartidas en sociedad. Hacer del loco un desinhibido heraldo de verdades incómodas suele ser la trampa más frecuente en el cine. Los que están encerrados por algún desorden psíquico sufren. En Loca alegría, Paolo Virzi es honesto sobre ese contexto: en un psiquiátrico se padece. Pero Loca alegría, si bien no es un drama y nunca elude ese tono del espíritu, es también una peculiar comedia. Las dos protagonistas se escaparán del psiquiátrico en el que residen y sus andanzas serán descabelladas, en parte porque el personaje que interpreta Valeria Bruni Tedeschi es una mitómana de una gran inventiva, capaz de hacerse pasar por psicóloga y aristócrata sin titubeos e improvisar ante la adversidad. Esta propensión a la mentira viene acompañada de una energía desbordante, lo que neutraliza la tristeza del personaje de Micaella Ramazzotti. La depresión define su espíritu, y la causa de la misma se irá develando lentamente desde su primera aparición, cuando apenas se la ve en un puente frente al mar a través de las ventanillas de un tren que pasa a gran velocidad. Si en cierto momento se explicita el reconocimiento a Thelma & Louise, tal autoconsciencia puede ser sincera pero resulta un poco excesiva, pues la película vacila entre entregarse al delirio o la sensiblería. El desenfreno tiene aquí un límite, y la mirada sobre las instituciones médicas es también demasiado condescendiente. Lo que es indudable es que el filme depende enteramente de las virtudes interpretativas de Bruni Tedeschi y Ramazzotti, dos actrices que responden muy bien a una propuesta que invoca los sufrimientos del alma e intenta mitigarlos con situaciones cómicas e inesperadas. A veces en el desborde de las dos mujeres se intuye un mundo circundante que ha perdido sus goznes y está infectado por una trivialidad galopante. Al respecto, la escena en la que el personaje de Bruni Tedeschi visita a su exmarido es clave. El retrato que se divisa de Il Cavaliere poco tiene de azaroso. Película extraña la de Virzi: su cine luce apolillado, pero estrena en la Quincena de los Realizadores en Cannes; su noción de puesta en escena es bastante perimida (ya que nada hay aquí de clasicismo o de comedia clásica italiana), pero sus personajes están vivos y son muy queribles. En esa paradoja existe Loca alegría.
Me quieren volver loca El director Paolo Virzi, que se hiciera conocido en estas playas por “La prima cosa bella” (2010) o “El capital humano” (2013), nos enfrenta en esta oportunidad a un texto que a primera vista es una comedia, pero que en realidad encierra en su esencia un drama cotidiano. Para ello utiliza infinidad de recursos narrativos, los que van envolviendo como capas de cebolla el núcleo central del conflicto. De manera inversa a las propuestas clásicas en las que se van despegando esas capas. Digamos, nada es lo que parece. Tal es así que uno de los primeros fallidos se encuentra en la presentación publicitaria grafica del filme, se puede leer la frase “La “Thelma y Louise Italiana”. Es real, existe esa relación, pero sólo en forma de homenaje visual. Después de una secuencia que transcurre en un set de filmación. “la vida imita al arte”, diría Oscar Wilde, no se rinde al filme de 1992 dirigido por Ridley Scott. Pero en la comparación ambas quedarían devastadas, denigradas, minimizadas si se quiere, cuando la primera es toda una reflexión sobre el lugar de la mujer en una sociedad, hasta ese momento demasiado misógina, con un final muy alejado del parámetro Hollywoodense, ésta ultima trabaja el drama de la locura, qué hacer con ella, en tono de comedia para que se pueda digerir. Los enfermos mentales sufren el mito del loco lindo que sólo existe en ese lugar, el mito. Desmitificarlo es una de las variables de lecturas que despliega la realización, pero hay otras, muchas. El relato abre con una escena que se resignificará sobre el final de la historia, vemos a Donatella Morelli (Micaela Ramazzotti), que está caminando por un puente empujando un cochecito de bebe, la vemos a través de las ventanas de un tren, el sonido hace sólo referencia al paso del mismo. Nos presentan a Beatrice Morandini Valdirana, (Valeria Bruni Tedeschi), interna de un hospital psiquiátrico, que funciona en una mansión donada por su propia familia, en pleno zona de La Toscana. Ella se cree con derechos y beneficios por sobre los otros internos, extrovertida, delirante, fantasiosa, puede ser una condesa, como la doctora que realiza las admisiones del hospicio, dueña de muchos diagnósticos, toda una contradicción en si misma,(esquizofrenia, bipolaridad, trastorno limite, etc.). Un día llega al lugar Donatella, en las antípodas desde la personalidad, tímida, introvertida, de aquellas personas que su único deseo parecería ser pasar desapercibidas. Beatrice posa su mirada sobre la nueva y la elige como su protegida, En una de las salidas programadas, y ante un descuido de quienes están a cargo del grupo de pacientes, Beatrice y Donatella se fugan en un bus de línea. Ahí comienza la re-construcción de las tres historias, la de cada una de ellas por separado y las de ambas en conjunto. Sea utilizando el recurso del flash back para una, como el reencuentro con su pasado para la otra. Es a partir de ahí que se irá desplegando todo aquello que parece unirlas: vidas sufridas, despreciadas por sus propias familias, dos escenas claves, la del encuentro de Donatella con su padre y la de Beatrice invadiendo el hogar de su ex marido, quien ha reorganizado su vida alrededor de una nueva familia, y sumándole el encuentro con su propia madre. Algo de lo que se dibuja en el texto parece tener relación con lo dicho por los personajes del filme “Rey por inconveniencia” (Philippe de Broca, 1966) quienes, en medio de la primera guerra mundial, no quieren salir del psiquiátrico donde están internados… “porque afuera están todos locos”... Lo que éste filme va mostrando es que no están dentro todos los que debieran estar, también pone mucho énfasis y cuidado en no juzgar a sus personajes, no encerrarlos en el “parecer”, Beatrice tiene ideas delirantes, las mismas que vienen a cubrir falencias afectivas. Donatella transita por las mismas pesadillas, pero en otros caminos, internada por intento de suicidio y filicidio, cuando en realidad ella, ante una situación que se le hace inviable, sólo quiere desaparecer, hecho que es confundido por desconocimiento de la persona, de la situación, o por desidia profesional. Otros ante situaciones similares sólo se duermen, se consumen, o se embriagan, (el famoso tomo para olvidar y olvido para tomar). De hecho, y es un punto interesante en la mirada del director, quienes van en socorro de ambas mujeres, en distintas situaciones, son gente común, desconocidos. Nunca familia, ni supuestos afectos. Podría decirse que el estilo narrativo es casi clásico, el guión literario cuenta entre sus atributos diálogos exactos, desopilante y desgarradores. Cabe afirmar que el diseño de arte es más que correcto, lo mismo ocurre con la fotografía y la banda de sonido. La puesta en escena es de naturaleza tal que permite el lucimiento de ambas actrices, logrando personajes tan queribles y risueños como empáticos y tristes, dolidos y plenos de vida simultáneamente. Ellas son, en realidad, las que sostienen con su performance, la atención sobre el texto fílmico.
UNA LOCURA NO TAN ALEGRE Históricamente, la cinematografía italiana siempre ha presentado films de calidad que han marcado una huella a nivel mundial, pero como nada es para siempre, en esta ocasión no es el caso. Loca alegría se presenta como una película regular desde el comienzo hasta la mitad de la historia, volviéndose más interesante en la segunda parte. ¿Por qué digo esto? Porque la película es presentada como una comedia, cuando en realidad tropieza con sus propios pasos intentando un humor espontáneo e ingenioso, resultando más atrapante y grato cuando esta pseudo-comedia se vuelve más dramática, desplegando en los personajes el peso de la narración y los efectos que la misma provoca. La historia que nos presenta Paolo Virzi expone la vida en un neuro-psiquiátrico de la toscana italiana, con los avatares que allí suceden diariamente, seguido de la huida de dos de sus pacientes, quienes buscan en su escapada encontrar algo de la paz y la “normalidad” que no lograron encontrar en aquel sitio. Las dos fugitivas son Beatrice y Donatella, ambas internadas por motivos diferentes (una por mantener una obsesiva relación con su marido y novio y la otra por padecer depresión e intento de suicidio e infanticidio), quienes logran entablar una amistad casi instantánea ayudándose una a la otra a pasar el mal trago del momento que las llevó hasta la internación. Juntas logran enfrentar sus miedos y sus obstáculos, consiguiendo una armonía parcial hacia el final del film. En su vuelta de tuerca hacia el dramatismo, la película consigue exponer situaciones de gran densidad moral y existencial, logrando conmover al espectador, quien logra de esta manera comprender un poco más a las protagonistas, ya que en la errada faceta de comedia de la primera parte, no quedan ni bien delineados los personajes, ni claro el por qué de sus historias. Además de este salvataje del guión a último momento, la película presenta un montaje repleto de paisajes de la toscana italiana, lo que lo hace armonioso y amigable de ver. Un film que pasará sin penas ni glorias pero que resulta un buen ejercicio para poder comprobar aquel postulado de la gran película de Spike Jonze El ladrón de orquídeas: un buen final salva cualquier historia.
En una antigua casa de campo, contenida por un paisaje de árboles y montañas que desborda la vista, dónde el tiempo se encuentra inmóvil en un rincón, funciona un instituto que hospeda mujeres con problemas psiquiátricos. Entre las residentes se encuentra Beatrice (interpretada por Valeria Bruni Tedeschi), una integrante de la familia propietaria del lugar, quién debió abandonar la rutina de la alta sociedad italiana por la bipolaridad y los ataques de ansiedad que sufre. Un día, como tantos otros, llega a la casona Donatella (excelente actuación de Micaela Ramazzotti), una paciente que ha perdido la custodia de su pequeño hijo y presenta claros síntomas de inestabilidad. Beatrice, deriva inmediatamente su atención hacia ella y no duda en acercársele para autoproclamarse su guía y mentora. De apoco queda cautivada por la historia de Donatella, quien la conduce a una amistad y apego que no había expresado por ninguna otra integrante del lugar. La relación que forjan las estabiliza y estimula a tal punto que los profesionales que las asisten se convencen en permitirles una salida con fines laborales. Un transporte retrasado y la continua inquietud de Beatrice las hace abordar un colectivo iniciando una serie de aventuras, que van desde compras en un shopping y cenas lujosas, hasta la búsqueda de aquellos de quienes fueron alejados. Paolo Virzi, realizador de El capital humano (2013), en esta ocasión apela a la comedia dramática para describir el recorrido que estas dos mujeres (con orígenes totalmente opuestos) realizan para encontrarse. Con algún punto de referencia en Thelma & Louise de Ridley Scott (1991), las protagonistas son dos mujeres que deciden escaparse un fin de semana para romper con las rutinas que agobiaban sus vidas. Loca alegría insta a vivir la vida ahora, rompiendo reglas, saltando muros, llevando la locura a todos los estratos de la sociedad, aunque sea sólo por un breve momento. Ambas, descubrirán que son las únicas que pueden ayudarse a superar sus propios problemas. Cabe destacar nuevamente las actuaciones de ambas actrices: Valeria y Micaela que no exageran en cuánto a sus interpretaciones, divierten y generan sensaciones de ternura y compasión. Una y otra conforman un dúo que sostiene todo el hilo conductor de la película de principio a fin sin sobresaltos y con un final que explota de emoción. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz
Suerte de Thelma & Louise a la italiana, este film escrito y dirigido por Paolo Virzi muestra el encuentro de dos mujeres radicalmente distintas, pero unidas por la inestabilidad emocional, en un hospital psiquiátrico. Beatrice es una mujer de clase alta y avasalladora, que usa el carisma y el humor para avasallar “con buena onda” (un rol hecho a medida para Valeria Bruni Tedeschi, que trabajó con Virzi en El capital humano). El caso de Donatella (interpretada por Micaela Ramazzotti, esposa de Virzi) es más complicado. Abandonada por su amante y padre de su hijo, intenta suicidarse junto a la criatura, pero ambos son rescatados; Elias es entregado en adopción y Donatella es internada en el psiquiátrico, donde conocerá a la rebelde Beatrice. Las locaciones y los incidentes, mayormente protagonizados por la explosiva Tedeschi, son la parte más agradable de un film que, sin mayores aspiraciones, entretiene.
Una mujer bajo influencia Paolo Virzì intenta periódicamente revivir el espíritu de la mítica commedia all’italiana: aquel inolvidable género en el que el humor emergía de un profundo dolor, la comedia agria despertaba la risa sobre el reverso de lo trágico, y la ironía era el cristal con el que los grandes directores miraban más hondo. En esta ocasión, Virzì cuenta a su favor con una Valeria Bruni Tedeschi extraordinaria en su vena cómica, que bien podría haber sido partenair de Gassman, Mastroiani o Sordi. Pero la película no está a la altura de su talento. Loca alegría se queda en la superficie, lejos de la furia antisocial que pretende emular, con guiños que lucen forzados y vaivenes narrativos que terminan rendidos al sentimentalismo. La primera escena sugiere que todo es una cuestión de punto de vista: la cámara acompaña en plano secuencia a una Beatrice encendida, elegante y soberbia, paseando por los jardines de su soleada propiedad, hasta que en el final descubrimos que la diva en realidad está internada en un instituto para mujeres con trastornos mentales. La impulsividad de Beatrice la convierte en nuestra guía en el corazón de la Villa Biondi, donde funciona el centro en cuestión. Su vértigo transciende al resto de las mujeres e impone su personalidad y su trastorno. Lejos del mundo, Beatrice se convierte en el objeto, fascinante y caprichoso, de nuestra mirada. Valeria Bruni Tedeschi encarna a Beatrice: una rubia divertida, mitómana y excesiva, que dice lo que le viene a la cabeza y siente que su estatus social marca una distancia con las otras internas. Sin embargo, toma bajo su ala a una nueva paciente, introvertida y silenciosa. Donatella, una morocha con un aire a Béatrice Dalle, funciona como su contrapunto y complemento. En una repentina explosión de libertad, Beatrice huye, llevándola con ella. La unión magnética entre la princesa loca y la cenicienta transmite la alegría de dos mujeres fuera de norma. Con un ritmo desigual, el director se aleja de la vida cotidiana en la institución para confrontar a sus personajes con la locura del mundo ordinario y el devenir de Italia. Beatrice es antisocial y sin embargo cortés, lúcida y radicalmente fuera de realidad. Ella no entiende por qué el mundo ya no le pertenece y parece recordar a Berlusconi con nostalgia. Entre idas y vueltas, risas y lágrimas, la comedia se vuelve conservadora, el drama convencional y el final resulta demasiado edulcorado. Loca alegría se sostiene gracias a Valeria Bruni Tedeschi, que atraviesa la película con un timing cómico milimétrico, una sensualidad cautivante y un encanto irresistible.
CINE PARA ADULTOS Dos mujeres se conocen en un instituto psiquiátrico que funciona en una bella Villa Toscana venida a menos, no se sabe si por falta de fondos o porque la actividad que se desarrolla ahí hace imposible que haya belleza en ese lugar. Una, Beatrice, es aristocrática, extravagante, mundana, sofisticada y casi no parece una persona con problemas psiquiátricos. La otra, Donatella, es cerrada, violenta, marginal, esconde una historia oscura que ha hecho mella en su cuerpo que está tatuado y que en los brazos muestra cortes y pinchaduras. Beatrice está encarnada por Valeria Bruni Tedeschi, Donatella es Micaela Ramazzoti. Ambas son grandes actrices y le ponen el cuerpo y el alma a los personajes, logrando grandes composiciones. Y entonces, más allá del relato, Loca alegría resulta una película extrema, física, con historias duras que confía en Valeria Bruni Tedeschi como motor de una historia, que desde el momento en que ellas se conectan en el instituto y se escapan no da respiro. Micaela Ramazzoti está encargada de la historia, una mujer abandonada, maltratada y que carga con la acusación de haber intentado a su hijo. Paolo Virzi (El capital humano, La prima cosa bella) dirige con buen pulso una historia adulta, con momentos fuertes y con dos actrices que se lucen. Es decir, cine para adultos, contemporáneo y que no aburre y la constatación de que Italia (lo poco que llega desde allí) , cada tanto nos da sorpresas y avisa que está viva. LOCA ALEGRÍA La pazza gioia. Italia/Francia, 2016. Dirección: Paolo Virzì. Elenco: Valeria Bruni Tedeschi, Micaela Ramazzotti, Anna Galiena, Valentina Carnelutti, Elena Lietti, Tommaso Ragno, Bob Messini, Carlotta Brentan, Francesca Della Ragione y Roberto Rondelli. Guióni: Francesca Archibugi y Paolo Virzì. Fotografía: Vladan Radovic. Música: Carlo Virzì. Edición: Cecilia Zanuso. Diseño de producción: Tonino Zera. Duración: 118 minutos.
Seguimos recorriendo las plataformas más utilizadas en este momento para ver cine online, donde se puede mirar de todo, y nos encontramos una nueva película que pasamos a reseñar. Se trata de La Pazza Gioia, película de Paolo Virzi, traducida al español como Locas de Alegría, y estrenada en la ciudad de Buenos Aires el 29 de septiembre de este 2016. Virzi viene de una obra anterior muy contundente, El Capital Humano, donde vuelve a destacar la actriz Valeria Bruni Tedeschi. La historia cuenta cómo dos mujeres, distintas por clase, edades y recorridos, se encuentran compartiendo un psiquiátrico para personas con causas penales, de estas nuevas líneas de tratamiento para las disidencias mentales de las que la ciencia italiana ha sido pionera desde los 70, en la Villa Biondi, en la provincia de Lucca, Toscana litoraleña. Y bien, no es un dato menor, porque la peli es una especie de road movie circular, interna y externa, alocada, de un ritmo vertiginoso, que le impone sin dudas el personaje verborrágico y neurótico de Valeria Bruni, que está más en sus zapatos que nunca, y recuerda, en parte y en contraste a su lacónico decir de entonces, a su trabajo impresionante para Actrices, donde la cara de absolutamente nada le da un espacio increible a esta actriz. En ambos casos, el tema de género, sin dudas, y el conflicto en los modos de representación social de roles y estigmas parece atravesar su trabajo, con el siempre limitrofe tono de comedia dramática que suele transparentar en sus propuestas. Frente a ella, su partenaire, contra cara absoluta de la euforia maníaca que arma la Bruni, el personaje que compone Micaela Ramazzotti (Il nome del figlio, visto en Argentina en la ultima edición de Pantalla Pinamar, y La prima cosa bella, vista también aquí en la Semana de Cine Italiano 2012 dirigida por Vizzi), es una chica oscura, depresiva, inconsolable. Ambas vivirán una travesura que pone de relieve la locura del consumo capitalista, el sistema como enfermedad molecular, la Europa sin posibilidad para quienes transitan sus propios márgenes interiores, sus propios pliegues excluyentes. En estas notas que estamos haciendo, recuperando películas que pasaron ya por las pantallas este año o en años anteriores, bien vale la frescura de ver cines no centrales, de corrernos hacia la posibilidad de sentir otros idiomas en versión original, y de mirar otras historias. Recomendamos La Pazza Gioia, con ese título entre irónico y triste, porque bien puede ser una historia que habla de nosotras, de nuestras estrategias de solidaridad, y de las múltiples performances cotidianas que realizamos para encontrarnos en algún lugar
Loca Alegría: En busca de un poco de felicidad. La última película del director italiano no decepciona y muestra despliegue de humor en una obra inteligente y picara. Hay una frase que se le atribuye al filósofo nihilista Nietzsche: “Siempre hay un poco de locura en el amor, pero siempre hay un poco de razón en la locura.”, está cita tranquilamente podría sintetizar el film, si es que la obra fuera banal. Pero no, por suerte el director Paolo Virzi calcó y remarcó valores aislados, posiblemente no vistos a la primera mirada. Nos adentra a un cine de sentidos y de pensamiento frío para que estemos atentos a aquellos momentos que no son observables en el cuerpo (lo que pasa dentro de los personajes). La obra cuenta como dos pacientes de una instituto mental viven su día a día. Beatrice (Valeria Bruni-Tedeschi) imagina ser una egocéntrica y elegante condesa rica que tiene buena relación con los políticos y toda clase de persona de alta sociedad y su amiga Donatella (Micaela Ramazzotti), una joven introvertida que oculta un misterioso pasado. La búsqueda misma de la felicidad es un viaje constante, y como es de esperarse las dos damiselas se atreverán a separar de su grupo en tiempo de excursión para darse el lujo de resolver problemas que dejaron antes de entrar al instituto. Pero no todo es color de rosa para ellas. Su pasado las devorará y absorberá a medida que se tropiezan con sus familiares y conocidos. Algo parecido al trauma que poseía Jazmín en la película de Woody Allen, Blue Jazmín, iremos completando el perfil de cada una de ellas a través de la mirada del otro. Las actuaciones de las dos actrices principales pasan por dos costados diferentes, el de Bruni-Tedeschi pasa por un humor pícaro y casi absurdo mientras que el de Ramazzotti pasa a través de la melancolía y el desgastado provenir. Generando una dupla simpática, poco original pero con diálogos que podrían ser casi inacabables. Es una lastima su abuso del flash back en una cinta que casi podría ser a falta de ellos. Y que opaca en ocasiones el gran trabajo de fotografía que posee esta gran producción italiana. No podemos dejar de lado la gran referencia al clásico Thelma and Louis de Ridley Scott, una variedad de recursos intenso para contar una road movie que no se deja olvidar fácilmente (y no que no debería tampoco). La aventura de “Like Crazy” no empieza cuando las protagonistas tocan el acelerador sino cuando una de ellas comienza a hablar de sí misma y da a conocer su mundo, nosotros hacemos un largo viaje en sus palabras, en sus ojos, en su visión de la realidad. Una nueva forma de aceptar que no todos pensamos igual, no todos olfateamos las misma cosas y sobre todo no todos buscamos la felicidad de la misma manera. Yo por mi parte me volveré a ver Thelma & Louis que el sabor y el recuerdo de está aún no se han perdido.