Los Boxtrolls es la nueva apuesta de los estudios responsables de la maravillosa Coraline y la mediana Paranorman. En un mundo en el que Dreamworks y Disney dominan la animación, es agradable encontrar apuestas refrescantes que sean amigables y bien contadas. Desafortunadamente, este no es el caso de The Boxtrolls. Huevo es un niño que creció al lado de los seres extraños que viven en las alcantarillas vestidos con cajas de cartón. Toda la gente los odia y les teme, debido a que los consideran sangrientos y malos, aunado a los rumores que un hombre ha propagado en su afán de conseguir poder, simbolizado con un sombrero blanco. Entendemos que, al ser películas animadas y dirigidas a los pequeños, muchas situaciones sean irónicas. Sin embargo, los estudios olvidan que somos los padres quienes pagamos el boleto para el cine y buscamos productos de calidad para nuestros pequeños, pues el cine es lo suficientemente caro para llevar a la familia a ver productos olvidables. The Boxtrolls carece de personajes entrañables, y le sobra mucho de lo tétrico. Es cierto que sus trabajos anteriores, Coraline y Paranorman estaban inundados de elementos paranormales, tétricos y de miedo, pero funcionaban la mayoría de las veces. Acá no, puesto que ni los pequeños seres en cajas inspiran confianza y mucho menos risas. Parece más una película pensada para el mundo adulto al incluir temas como genocidios, miedo a lo desconocido y hasta ansias de poder, sin una lección clara para los pequeños. The Boxtrolls es, en definitiva, una alternativa muy pobre en animación.
Los Boxtrolls es una oportunidad imperdible para ver animación de la mejor en familia. Si bien no es recomendada para los más chiquititos de la familia, su visión resultará placentera para el público de cualquier edad que guste de la animación de primera calidad, ya que la unión del stop motion con...
Lección de tolerancia en envase chico. De la misma productora que llevó a la pantalla grande Coraline (2009) y luego Paranorman (2012), Los Boxtrolls se suma a los productos animados para niños que pretenden quitar reinado al imbatible Pixar, con propuestas diferentes en cuanto a estilos y orígenes de las historias. En este caso, basada en la novela Here Be Monsters! (Inglaterra, 2005), del británico Alan Snow, quien también la ilustró con más de quinientas láminas, que forma parte de una trilogía y fuera publicada en Estados Unidos en 2006. Los directores, Graham Annable y Anthony Stacchi, se encargaron de construir un contexto que, más que ver con lo histórico, hace hincapié en el universo de estos monstruos que cubren sus cuerpos con cajas de cartón, sobre quienes pesa la mala prensa de ser peligrosos para los habitantes de la ciudad en la que transcurre la historia. Cercana a la Inglaterra de la Revolución Industrial, de acuerdo al escenario de la novela de Snow, los boxtrolls viven en las alcantarillas y en esporádicas ocasiones salen a la superficie a exponerse a la caza por parte de los villanos de turno. También ocupa el centro de la escena Huevo, un niño de diez años que por un hecho fortuito, que no revelaremos, aprendió a convivir con ellos, distanciado del contacto con humanos y huérfano de padre o familia alguna. Como suele ocurrir en este tipo de películas dirigidas al público menudo y diseñadas en parte para satisfacer a la audiencia adulta que acompaña, el mensaje para los pequeños es el de la tolerancia y el descubrimiento de las diferencias, aspecto que lejos de implicar peligro resulta enriquecedor para el corazón. De ahí, el falso rumor de los monstruos que comen niños y que prevalece como estrategia de control de los habitantes de Cheesebridge y como parte del ambicioso plan de exterminio pergeñado por el inescrupuloso Archibald Snatcher (voz original de Ben Kingsley), adepto a la degustación de quesos y a vestirse de mujer y cantar bajo otra personalidad. En un menor grado, también se destaca el trío de secuaces, especialmente uno de ellos que cuestiona si cazar monstruos es algo bueno o malo, en contraste con el frío y violento compañero que goza en cada cacería, con el sufrimiento de las pobres criaturas azules. Quien queda un tanto desdibujado en el relato es el niño, Huevo (voz de Isaac Hempstead-Wright, conocido por su rol de Bran Stark en Game of Thrones), así como algunas referencias a los quesos, por ejemplo, el nombre de la ciudad, Cheesebridge, dato que se pierde completamente en la versión en español. Por momentos lúgubre y tétrica desde lo visual, pero con un ritmo dinámico para que los niños no se aburran, Los boxtrolls seguramente obtenga un buen recibimiento de la platea menuda, aunque no está a la altura de Coraline, por ejemplo, desde el punto de vista del riesgo creativo y la construcción de un universo propio.
Bajo las alcantarillas De los creadores de Coraline y la puerta secreta llega esta aventura realizada con la técnica de cuadro por cuadro y con una inspirada mirada sobre los temores que dominan a los habitantes de Puentequeso. Los realizadores Graham Annable y Antthony Stacchi muestran a una ciudad amenazada por extrañas y misteriosas criaturas conocidas como Boxtrolls, que se esconden bajo las alcantarillas. Cuando cae la noche, salen a la superficie y Eggs, un niño criado por ellos, intentará volver a vivir en el mundo civilizado no sin encontrar varios problemas. Los Boxtrolls tarda en alcanzar ritmo y un tono adecuado, y cuando lo hace cautiva a un público más adulto que infantil a través de una historia que pone en permanente choque dos mundos antagónicos. El ansiado universo de la degustación de quesos, un gobernador millonario y su hija solitaria y un niño desaparecido hace tiempo, desfilan en la pantalla mientras Hurtado (lejos el mejor personaje) se transforma en un despiadado cazador de los Boxtrolls. Una atmósfera pesadillesca deja lugar a una serie de divertidos sucesos, malosentendidos y reencuentros para demostrar -al mejor estilo Monsters Inc.- que las apariencias engañan. El trabajo artesanal que requiere el stop motion se percibe en el movimiento frenético de los personajes, y también colaboran la dirección de arte (el mundo subterráneo) y los climas que se generan a lo largo de la película. Despues de los créditos, hay una escena sorpresa que amerita quedarse unos minutos más en la sala.
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Los boxtrolls representa el tercer largometraje de Laika, una compañía especializada en el arte de la animacion stop motion. Previamente brindaron películas fabulosas como Coraline y Paranorman que le dieron un poco de aire fresco a una cartelera saturada por propuestas de animación computada. Es importante destacar un detalle esencial con respecto a este estreno. A diferencia de lo que dan a entender los trailers, Los boxtrolls no es una película recomendable para niños menores de ocho años. Con este film pueden salir aterrados del cine o sufrir un bodrio de proporciones épicas. La historia puede ser más llevadera para chicos de entre nueve y doce años que es el target al que apuntó la novela de Alan Snow, "Here Be Monsters", sobre la que se basó esta producción. Los boxtrolls sobresale principalmente en los aspectos técnicos, donde los artistas de Laika vuelven a sorprender con la dedicada elaboración que tienen los escenarios, el diseños de los personajes y sus vestuarios. El trabajo que hicieron con las ambientaciones macabras es fabuloso. El problema que tiene esta película es que la historia es un poco aburrida y no cuenta con personajes atractivos e interesantes como los que se vieron en Paranorman o Coraline. Los boxtrolls más allá de ser maltratados de manera sádica por el villano no aportan demasiado en el conflicto y nunca llegan a destacarse. El film en realidad se hace llevadero por los detalles que presenta la animación en los escenarios victorianos que crearon los realizadores. Esta es una de esas clásicas propuestas, tan comunes en la literatura infantil argentina, donde el adoctrinamiento moral y el mensaje que desea transmitir el autor es más importante que las relaciones entre los personajes y el mundo de fantasía en el que se desarrolla el cuento. En este caso el concepto que los verdaderos monstruos de la historia son los humanos en lugar de los trolls tiene la sutileza de un terremoto. Una lástima porque la idea que presenta la trama era buena, sin embargo, los directores Graham Annable y Anthony Stacci no le encontraron la vuelta desde la narración para hacer la película un poco más interesante. El film por momentos se vuelve algo denso y desaprovecha personajes que podrían haber brindado un espectáculo entretenido. Los espectadores adultos podrán disfrutarla por los momentos de humor negro y los personajes extravagantes, pero como propuesta familiar dependerá de la edad que tengan los chicos
Cajas vacías Dentro de unas pequeñas cajas y escondidos en las alcantarillas viven Los Boxtrolls (2014), unos monstruos que tienen mala prensa gracias a que El Exterminador, desea que cada uno de esos seres desaparezca de la faz de la tierra. Cuando Huevo/bebé Trubshaw, un niño humano, desaparece, la imagen negativa de los Boxtrolls aumenta, con la consecuente persecución indiscriminada por las oscuras y pequeñas calles de Cheesebridge. Pero el niño no fue raptado por las cajas con vida, al contrario, en ese mágico universo subterráneo, en el que todo lo descartado por los humanos es recuperado y reparado, convivirá con ellos hasta que un día, ya en su preadolescencia, conoce a Winnie, la hija del gobernador, con quien entablara un estrecho vínculo. Descubriendo el siniestro plan del exterminador, para no solo terminar con los Boxtrolls, sino con su padre y el control del queso (el bien más deseado y escaso de todos), por lo que intentaran desenmascarar a Archibaldo (El exterminador) para evitar esa desgracia. Quedarse con el sombrero blanco del gobernador también está en los planes del villano, quien junto a sus tres secuaces (Tucho, Fideo y Mollejas) sembrará el miedo en la población para cumplir con su cometido. Los Boxtrolls es una película animada que retoma esquemas narrativos tradicionales apoyados en la superación, el trabajo en equipo y la aceptación del otro por encima de todo. Los directores (Graham Annable, Anthony Stacchi) pusieron mucho más esmero en la imagen que en la historia que cuenta, y ahí está su principal falencia, porque tampoco se acercan a lograr una correcta adaptación del libro de Alan Snow. El notorio esfuerzo por animar a los personajes es notable y así las transiciones entre los cambios de posición son imperceptibles. El film posee una atmosfera lúgubre y sombría, que lo acerca a un público más adulto que infantil, pero dada la simpleza de la trama y lo esforzado de la incorporación de algunos actantes, que tampoco alcanza para despertar la emoción necesaria o cierta originalidad, todo se desvanece rápidamente. Los Boxtrolls es una película que ya se ha visto, y que intenta hablar de algo que subyace a la superficie, y que en su mismo origen supera cualquier impedimento o innecesario esbozo de otra cosa y se queda en la creación de una vez más la misma y reiterativa cinta.
Dibujo de excelente técnica desperdicia un tema interesante Con la llegada de las técnicas digitales, el cine de stop motion (es decir la animación cuadro por cuadro de figuras tridimensionales) avanzó muchísimo, logrando muñecos que se mueven con una fluidez nunca antes vista. Pero aun en este contexto, la animación de los personajes de "Los boxtrolls" resulta extraordinaria, ya que algunas de las figuras principales cobran vida de un modo que pocas veces se vio en este tipo de cine animado. Evidentemente la gente de la productora Laika, conocida por excelentes películas como "Coraline", apostó todo para llevar al mejor nivel posible su estilo de animación, y desde este punto de vista su nueva película es de visión obligatoria para los interesados en este rubro. Sin embargo, en otros aspectos "Los boxtrolls" decepciona y hasta podría ser considerado como un desperdicio de talento si se considera lo interesante del tema sobre un chico huérfano criado por recolectores de basura que quiere salvar a las víctimas de un odioso troll decidido a exterminar a todos los desamparados. A lo que hay que agregar el contundente elenco que da las voces a los personajes en la versión original, empezando por un gran actor que no suele estar asociado con este tipo de producciones, nada menos que Ben Kingsley. La verdad es que esta adaptación de un libro del autor inglés Alan Snow ("Here be monsters!" ) se queda corta, algo entendible dada su extraña visión de un fantástico mundo victoriano donde proedomina el prejuicio, la lucha de clases y hasta una intención genocida de un villano (el personaje de Kingsley) que para obtener poder y reconocimientos social inculca el odio a los personajes del título. La película queda en un tono medio, como si no se hubiera atrevido a aligerar del todo el asunto para un público infantil, ni tampoco a plasmar ese relato en toda su crueldad., Pero lo que llama la atención es la falta de originalidad de los diseños, que parece más que nada una imitación obvia de los trabajos de Tim Burton en el rubro animado, y de muchas otras películas recientes. Tener todo este talento a mano para no atreverse a hacer algo realmente original es una decepción, lo que no quita que "Los boxtrolls" se deje ver amablemente, sobre todo disfrutando de la técnica, además de incluir algunas escenas más que atendibles, especialmente el final con una muy buena versión moderna de un tema clásico de Pete Seeger.
Fábula con moralejas Los boxtrolls viven debajo de la calle, y son el enemigo inventado, acusados de robar quesos y niños, la plaga a exterminar. Pero no es así... Los boxtrolls es una fábula y como toda fábula tiene moralejas. Quedará en ustedes definir qué tan infantil es la historia, pero más allá de eso se trata de una película de animación realizada cuadro por cuadro por los estudios Laika, los mismos de Coraline. Dirgida por Graham Annable y Anthony Stacchi, la historia transcurre en la estereotipada Cheesebridge, una ciudad de la época victoriana cuyo tránsito ya vale la entrada al cine. Simplificando, diremos que está habitada por tres grupos sociales, la aristocracia conductora de sus destinos, burocratizada al máximo, obsesionada con banalidades de alcurnia y una adicción enfermiza a los quesos franceses. El vulgo, que cuenta tan poco en esta historia como en la vida real. Y la casta más baja, la subterránea, los boxtrolls, una especie de gusanos personificados sindicados como monstruos, encerrados, escondidos, en unas cajas de cartón apilables, manipulables y perfectamente olvidables. Los boxtrolls son el enemigo inventado en estas calles empedradas. Acusados de robar quesos y niños, son la plaga a exterminar. Pero la realidad difiere del relato, de los relatos. Estos seres cavernícolas son grandes artesanos, acostumbrados a esconderse por imposición y mantener una vida de bajos fondos. Y con ellos se esconde un niño, Huevo. Hijo del inventor del pueblo, supuestamente aniquilado por el exterminador de boxtrolls, un tal Archibald, un mercenario del vulgo que sueña con pertenecer a la aristocracia vernácula. El villano construye su leyenda. La dualidad del bien y el mal. Inventa enemigos que la aristocracia compra con tal de mantener el status quo. Podría ser al revés, suele ser al revés. En esta parábola sobre los monstruos que solemos inventar, aparece Huevo, el héroe, para dar vuelta su mundo. Y lo hace ayudado por Winnie, la hija de Camembert, el rey de Cheesbridge, niña especie de Siddharta que va descubriendo el mundo mientras Huevo reconstruye su historia, la del huérfano que se crió con los “monstruos”. “¿Por qué hacemos esto, porque seguimos como si todo fuera normal?”, se pregunta frente al exterminio. Pregunta y moraleja. ¿Infantil? La película habla de ríos de sangre, de monstruos que comen niños, pero todo es nada en comparación a la relación de Sir Camembert con su hija. Y hay más. Un llamado a no esconderse, a pelear, a escribir nuestro propio destino. Así y todo la sensación que prima es contradictoria. Un libre albedrío de marionetas. O el origen del mal técnicamente cuestionado.
Monstruos, sombreros y queso. Anunciando sus intenciones a partir de sus protagonistas, la tercera producción del estudio animado Laika se centra en el relato de un grupo de brillantes mecánicos oprimidos, genios de las tuercas que son forzados a adaptarse a la exterminación del progreso. Claro que, en Los Boxtrolls (The Boxtrolls, 2014), no estamos hablando de los solitarios grandes impulsores del stopmotion en el presente, sino de unas diminutas criaturas de encanto instantáneo, viviendo en las alcantarillas de un pueblo inglés de la época victoriana. Con cajas de mercadería cubriendo sus cuerpos azules y dándoles sus nombres según lo que hayan contenido (por ejemplo, Pez, o Zapato), los inventores de ojos saltones y lenguaje de murmuros pasan las noches robando cosas de la basura, y los días construyendo una sociedad subterránea que los acepte. El detalle de los personajes en las tres oraciones anteriores, así como el hechizo natural de la paciente animación nacida en plastilina, ya logran que sea imposible resistir la personalidad de la producción, incluso a pesar de las lagunas de lógica que plagan con diluir el entorno. Todo parte con un tema, y con Laika se está volviendo bastante claro cual es… para todos sus proyectos. Tras mostrar a una chica aislada que entra a un mundo sobrenatural para lidiar con la ignorancia de sus despreocupados padres en Coraline y la Puerta Secreta, y enseñar a un chico ridiculizado que también tiene una conexión con lo fantástico como punto de partida para reconectarse con su aislada familia en ParaNorman, no es difícil imaginar el camino de Los Boxtrolls, aún cuando se basa en la novela ¡Tierra de monstruos!, de Alan Snow. Y, como se espera (lo cual no es una buena señal), nuestra historia esta vez se centra en Huevo, un niño con nombre (y caja) de boxtroll. Habiendo crecido en las alcantarillas por casi toda su vida, él no tiene idea de su verdadera identidad, ni de que su desaparición causó que la población arriba suyo se pusiera en contra de sus criaturas adoptivas. Con muchos de sus amigos desapareciendo por un exterminador con fines maquiavélicos, el joven será forzado a hacer su impacto en la superficie y develar la verdad, con la ayuda de Winnie, una malcriada fan morbosa de la situación. First-Look-At-The-Boxtrolls-FV Presumiendo el usual look rico en su minuciosidad, el film es una clara muestra de amor, presente en la vida que da en las dos partes de su sociedad. Por un lado, está el pueblo de Cheesebridge, que como adelanta el nombre es una sociedad aristocrática basada en el amor al queso, y que da al equipo técnico la posibilidad de detallar una mirada casi obsesivo compulsiva de la época británica de principios del siglo XIX. Mientras tanto, el hogar de los boxtrolls es un baño de steampunk y asquerosidad, con una decoración de tuercas y tubos, una red de tuberías de transportación, un cosmos de bombillas y varios jardines de insectos gourmet. Es algo de esa particularidad, llevada a cabo con el villano (obsesionado con conseguir un preciado sombrero blanco y conversar con la élite sobre queso… a pesar de que es mortalmente alérgico), sus secuaces con dilemas existenciales, y el veloz funcionamiento del pueblo (que, en su idioma original, cuenta con las prohibidas en nuestro país voces de Ben Kingsley, Elle Fanning, Nick Frost, Richard Ayoade, Simon Pegg y más), que hacen que esta producción no tenga que envidiarle mucho al trabajo de Aardman o de Henry Selick. Pero aún así, también hay cosas que tienen que aprender. Con los típicos mensajes sobre identidad, valor y discriminación presentes antes en la filmografía de Laika (así como en tantos films familiares) forzados algo vagamente, así como un humor que es más astuto que gracioso, el guión tiene una confusa estructura, y su simple conflicto se encierra en agujeros argumentales de los cuales sólo se escapa con estupidez y contradicción de los personajes, con la excusa de “si esto pasara, la película no duraría 96 minutos”. Pero con sus momentos básicos, Los Boxtrolls encuentra su alma entre los residuos.
Monstruos en cajita Basada en el libro de Alan Snow "Here be Monsters!", Los Boxtrolls es la nueva propuesta de los creadores de "Coraline y la Puerta Secreta" y "Paranorman", quienes con una estética diferente, han creado una alternativa en cuanto a animación para el público infantil, que compite con los clásicos tanques de Pixar, Dreamworks y Disney. Los Boxtrolls son unos expresivos y pequeños monstruos que cubren sus cuerpitos con cajas de cartón en lugar de ropa, y que por las noches suben por las alcantarillas a recolectar objetos desechados por los habitantes del pueblo, que luego usarán para construir y arreglar toda clase de artefactos en su mundo subterráneo. Si bien estos personajes no solo son inofensivos, sino que también son cariñosos y encantadores, pesa sobre ellos la leyenda de que son malvados monstruos que secuestran niños, se los comen y otras atrocidades más. Por supuesto, esto no es cierto, pero el malvado de la historia ha esparcido ese rumor por el pueblo en su propio beneficio. Los pequeños constructores se han convertido en el chivo expiatorio de la ciudad de Cheesebridge, que vive aterrorizada bajo un toque de queda sin ver lo inútiles que son quienes los gobiernan, y así el malvado de la historia manipula a todos a su gusto para lograr su oscuro objetivo. Con los Boxtrolls vive huevo, un niño que por tristes circunstancias ha quedado bajo su cuidado y que al conocer a Winnie, una curiosa y activa niña, descubrirá que es humano y juntos serán los encargados de defender a los Boxtrolls de las calumnias y la furia del pueblo, y de desenmascarar a los malvados, tareas bastante complicadas para dos niñitos. Graham Annable y Anthony Stacchi se superan nuevamente, ya que la estética de la película, y la animación creada con la técnica de stop-motion combinadas con 3D, son sublimes. Visualmente la película es una mezcla entre una catedral gótica y una pintura de expresionismo alemán, lo cual la hace impresionante. El diseño de los Boxtrolls merece un capítulo aparte en cuanto a lo estético; son personajes oscuros que hasta pueden resultar feos, si se los mide con los parámetros típicos de las animaciones infantiles, pero el modo en que están trabajadas las expresiones los transforman en personajes adorables y tiernos, llenos de detalles para descubrir. Siguiendo la línea de "Coraline" y "Paranorman", la historia es bastante oscura y sombría, por momentos hasta tétrica, pero como toda buena historia para chicos tiene una enseñanza: muchas veces decimos que el miedo y la discriminación surgen del desconocimiento, y esta película es un buena ejemplo para que los chicos entiendan ese concepto. Por otro lado, tantos elementos oscuros y macabros, pueden jugarle en contra a la película a la hora de hacerla accesible para niños, sumado a eso las estrategias del malvado de la historia son bastante complejas y tal vez difíciles de entender para los más pequeños, por lo que la película parece apuntar a un publico mayor de diez años. Vale la pena quedarse hasta la mitad de los créditos para ver un gracioso homenaje que dos de los personajes le hacen a los animadores, por las miles de horas que los han trabajado en el proyecto. Teniendo en cuenta el resultado final, es más que merecido.
Crítica emitida por radio.
Crítica emitida por radio.
Verdadero prodigio visual La productora Laika es responsable de Coraline y la puerta secreta y ParaNorman, películas que combinan las tradicionales técnicas de animación stop-motion (cuadro por cuadro) con los últimos adelantos de la tecnología digital y, como el caso de Los Boxtrolls, también incursionan en el cine 3D. Los Boxtrolls, transposición del popular libro ¡Tierra de monstruos!, de Alan Snow, no tiene nada que envidiarles en términos visuales a sus dos antecesoras de Laika ni a ninguna producción animada reciente, pero no genera la misma empatía que la notable Coraline? y su humor es menos eficaz que en ParaNorman. Ambientada en la ciudad victoriana de Cheesebridge, esta película de Anthony Stacchi y Graham Annable tiene como protagonistas a los pequeños boxtrolls del título, unos queribles monstruos que se cubren con cajas de cartón, viven en las profundidades del lugar y salen por las noches en busca de desperdicios que sirvan para su subsistencia. Entre sus conquistas preferidas están los relojes y los muñecos a cuerda, toda una definición para una película que -ya desde su misma factura- reivindica lo artesanal por sobre lo industrial. Entre los boxtrolls aparece a los pocos minutos un ser extraño. No es otro que Eggs, un niño huérfano que ha sido criado por esas criaturas y que luego será fundamental para su supervivencia. Es que en la superficie -donde un grupo de aristócratas liderado por Lord Camembert disfruta de la opulencia y de su pasión por los quesos- unos sádicos exterminadores se dedican a erradicar a los boxtrolls y el chico (que luego se convertirá en valiente muchacho) deberá salir al mundo real para detener esa matanza. La película es de una belleza incuestionable y tiene algunos chistes simpáticos, pero esta vez los personajes y la mayoría de los conflictos carecen de la intensidad, la profundidad y la capacidad de identificación que otros productos similares (sean de Laika, Pixar, Aardman o DreamWorks) sí han conseguido. De todas maneras, aunque el guión no esté a la altura de su factura y su visión puede ser un poco ardua para los más chicos, ningún amante de la animación debería soslayar un prodigio visual como el de Los Boxtrolls.
Hace rato que Laika es uno de los estudios de animación más relevantes del mundo, y con Los Boxtrolls no sólo felizmente confirman lo enunciado, sino que además, a modo de agradecimiento a su público (infantil, a veces, pero de numerosos adultos fanáticos de la técnica stop motion también) al concluir la historia se despachan con un divertido “detrás de escena” que recuerda la enorme labor que supone dar vida a estos personajes. El esfuerzo es descomunal, es cierto, pero también lo es el resultado: este tipo de animación tan atípica para los tiempos que corren, donde resulta más práctico utilizar las ventajas del diseño tridimensional, no es sólo una declaración de amor a otras épocas animadas, sino una decisión artística que, cuando no es caprichosa, es capaz de brillar por sobre todas las demás de su mismo género. Coraline, también de este estudio, es uno de los mejores ejemplos de ello, y en menor medida también lo fue Paranorman, aunque es Los Boxtrolls realmente la mejor muestra del amor que los realizadores sienten por esta técnica. Con una estética cuidada y misteriosa, a esta altura ya marca registrada de la productora, los directores Graham Annable y Anthony Stacchi cuentan las aventuras de unos monstruos inofensivos que viven en las alcantarillas de una ciudad llamada Cheesebridge, que se ocultan de los humanos por el temor que sin intención ellos contagian. Entre estos curiosos personajes resalta uno en particular que, pese a que también vive dentro de una caja, no se parece demasiado a los demás: es Huevo, un niño-humano con algún que otro problema de identidad sin resolver. Ante la inminente exterminación de toda su raza, los monstruos se ven obligados a organizarse y hacerle comprender al mundo que no son lo que sus leyendas indican. Es aquí donde comienza una divertida lucha que no comprende únicamente el clásico “bondad vs maldad” sino más bien la problemática moderna, “apertura mental vs prejuicio”. Puede que Los Boxtrolls no sea la mejor película de este tipo (las obras de Henry Sellick, director de la ya mencionada Coraline y Pesadilla Antes de Navidad permanecen en ese podio) pero sin duda una de las más cálidas y visualmente hermosas de los últimos tiempos, y eso ya es de por sí decir mucho
Es de los creadores de Coraline y Paranorman. Un híbrido de animación cuadro por cuadro, animación tradicional e imágenes generadas por computadoras y filmada “in situ” en tercera dimensión. A eso hay que sumarle el ingenio, la ternura.
LOS BOXTROLLS es la nueva película de animación del estudio Laika. Los protagonistas viven debajo de una ciudad pos victoriana, y son una raza de seres estrafalarios y adorables que llevan cajas de cartón reciclado como las tortugas llevan el caparazón. El estudio especialista en la animación tradicional "cuadró a cuadro" nos deslumbra con esta maravilla fílmica, una película animada, técnicamente perfecta. El guión no es tan logrado como en las anteriores cintas del estudio, sin el dinamismo ni el vuelo de CORALINE, es de todas formas un gran entretenimiento para los más pequeños. Además, claro, de un correcto mensaje sobre los valores de la familia, y la no discriminación.
Monstruos de colección Vuelve Laika. Los creadores Coraline y La Puerta Secreta (Coraline, 2009) entregan otra obra de animación magistral, pero como en el caso de ParaNorman (ParaNorman, 2012), lo que resulta visualmente impresionante, adolece en el relato. El talento visual al que nos tiene acostumbrado es estudio de stop-motion está intacto, quizás hasta sea superior a sus anteriores trabajos, la puesta en escena victoriana, con personajes grotescos, resulta lo más grato de la película. Sus habitantes son tan interesantes como repelentes. El principal acierto del film se encuentra en los personajes malvados, pero no son suficientes para liberar una trama presa del estigma de ser una animación para “chicos”. Como es habitual en estos tiempos, la idea es revertir la visión del mundo, convertir al diferente en héroe, mostrar que la fuente de temor es en realidad, mero prejuicio. Recorrer las mismas historias no es un defecto per se, pero Los Boxtrolls (The Boxtrolls) no logra romper con los tópicos narrativos de la animación, ni con las vueltas de tuerca automatizadas. Los boxtrolls son seres tiernos y grotescos que se visten con cajas, unos nuevos monstruos-amigos para descubrir y coleccionar. Considerados devora humanos, en realidad son más buenos que Lassie (el legendario can raza Collie, por si alguien había olvidado al referencia). Dentro de ese universo, lo sorprendente radica en su equipo de villanos. Por una parte, el líder caza boxtrolls Archibald, es un ser mutante e incontrolable. Sus esfuerzos para encajar son conmovedores (y angustiantes), en su apetito por lograr respeto se transforma (literalmente) en un monstruo. Su deformidad física es un ejemplo más de un espíritu ricamente corrompible. Un ser que se transmuta por lograr el objetivo de encumbrarse socialmente. También es destacable su trío de asistentes. El Sr. Mollejas es un desquiciado, un ser inconciente y desatado, el único peligroso. Los otros dos son seres sensatos y racionales: el Sr. Trucho y Sr. Fideo. El primero es una inmensa bola de autoconciencia, siempre lanzando el razonamiento justo para ir develando el comportamiento villanesco del grupo. A través de la palabra, va cortando los hilos que los mantiene como títeres de una trama (que de a poco logran comprender). Un rol de malvados que se va rompiendo a pura lógica. Su compañero es Sr. Fideo, un divertido complemento. Para el final (luego de los títulos) entregan uno de esos momentos admirables de cine, uno de pura filosofía entre creaciones y creador (mostrando a esos genios que realizan el stop-motion). Puede que uno de los problemas de Los Boxtrolls radique en que son más interesantes los seres que debemos odiar que nuestros héroes. Los dos niños protagonistas (uno que vive con los boxtrolls, otra que es hija del hombre más poderoso del pueblo) no logran crear empatía suficiente, y en cuánto a los monstruitos coleccionables del titulo, apenas se pueden reconocer a un par con cariño. Aún así, el nuevo trabajo de Laika es una obra visual asombrosa, una que vale la pena ver.
Es saludable que la animación no quede en manos de pocos (Pixar, Dreamworks) y que haya compañías que vayan afianzándose para disputar ese espacio. Dentro de las que vienen creciendo tenemos varias, por ejemplo Triggerfish (cuyos logros no tienen un álto stándard aún) y Laika, que había sorprendido con "Coraline" y ahora presenta "The Boxtrolls". Basada en la novela para chicos del prestigioso Alan Snow, "Here be monsters", tenemos aquí una trama que presenta a una comunidad local (bien europea), en la época de la revolución industrial, atemorizada por la proliferación de unos pequeños monstruos que de noche se desplazan por la ciudad aterrorizando a los vecinos. Ellos son los Boxtrolls, usan cajas en lugar de ropa y aunque son perseguidos, cazados y se los acusa de cometer asesinatos y secuestros, lo cierto es que son una sociedad común, que intenta sobrevivir y desplegar sus talentos, en los túneles subterráneos donde habitan. Dentro de ese grupo, hay un boxtroll particular, que es, un niño que ellos han adoptado: "Huevo". Cuando las cosas comienzan a ponerse espesas (hay una campaña sostenida por un exterminador que quiere llegar al círculo aristocrático que gobierna y ser parte de esa vida privilegiada), nuestro amigo dará con la hija de la máxima autoridad local, para mostrarle que el mundo de estas criaturas es inofensivo y no hay nada amenazante en ellas. La aventura entonces será, demostrarle a los habitantes del poblado que los boxtrolls son buenos y terminar con quien intenta destruirlos. Historia familiar clásica, de aprendizaje y superación personal, enmarcada en una lucha de aceptación al diferente, tópico que este tipo de cintas agota siempre, "The Boxtrolls" no escapa a esos cánones. Tiene un trabajo de arte interesante (aunque no deslumbrante) y en la versión subtitulada, las voces de Ben Kingsley, Jared Harris y Nick Frost hacen la diferencia. Desgraciadamente no sabemos si habrá copias subtituladas aquí aún. La historia no despega ni ofrece humor extra para el público adulto (cosa que realmente se extraña) y la acción transcurre, lógica y medida, hasta el previsible final. No puedo negar que la cartelera infantil necesita títulos, dada su alta demanda. Sin embargo, creo que "The Boxtrolls" no es tan amistosa para los más chiquitos de la familia. No hay mucha simpatía en sus personajes y el carisma brilla por su ausencia, apagando mucho del entusiasmo de los primeros minutos rápidamente. Más allá de eso, es una cinta discreta pero aceptable, que se convierte en un peldaño más de ascenso para Laika. Es, en definitiva,experiencia para la compañía de animación, a la hora de plantearse proyectos quizás más arriesgados.
Un niño que busca su identidad en un mundo imaginario. Esta apasionante historia pertenece a los creadores de "Coraline" (2009) y "ParaNorman" (2012). Una aventura bien contada y realizada cuadro a cuadro. El personaje principal es un niño huérfano, inocente y simpático llamado Eggs o Huevo que criaron unos seres extraños que viven en las alcantarillas vestidos con cajas de cartón, salen por las noches y son un grupo de recolectores de basura subterránea, son los marginados, otros seres le temen y los detestan, porque a veces a lo desconocido no te acercas. Transcurre en la época victoriana y posee una buena reconstrucción de época, trajes, lugares y otros detalles, donde hay buenos y malos, llena de personajes entre los cuales vemos un gobernador millonario, su hija solitaria y enérgica, un niño que desconoce sus orígenes, un científico loco y un feroz cazador de los Boxtrolls, entre otros. Una fábula sencilla, amena y que contiene su mensaje, además de una gran estética, realizada en stop motion 3D, atractiva, bien colorida, tierna, llena de personajes y mensajes, entretiene, con mucho humor y ritmo para disfrutar en familia pero para chicos mayores de 7 años (a los más chiquitos los puede angustiar, tiene algunas escenas tristes). Dentro de los títulos finales hay escenas extras.
Hablar de animación cuadro a cuadro o “stop-motion” es un poco inexacto porque toda la animación se hace fotograma a fotograma. Pero el término se aplica a la que se realiza con muñecos u objetos. Y es importante en este caso que los objetos infundan algo en los personajes. “Los Boxtrolls” es la historia de unos seres que llevan cajas de cartón como parte del cuerpo y viven debajo de la sociedad humana, que los teme –los acusa de raptar niños, algo falso–. El film es algo así como un cuento de hadas animado con una trama dickensiana (niño huérfano criado por Boxtrolls, hombre inescrupuloso que quiere acumular poder por vías nefastas, un paisaje bello en diseño y glauco en espíritu) donde todo el diseño tiene un sentido, genera una emoción genuina. Mucho más creativo que la mayoría de la animación estrenada este año (está a la altura de “La gran aventura Lego”, por ejemplo). Belleza total.
Cajas y cajitas La nueva película de los estudios Laika, los mismos que hicieron Coraline y ParaNorman, continúa el camino andado: una historia para chicos que no cae en la ternura fácil ni en la preciosidad marca Disney. Laika hace películas tomando como base una paleta de miedos de la infancia, revirtiendo sus sentidos, sin subestimar a sus espectadores ni dar por sentado que hay un candor absoluto en los niños de hoy. Los boxtrolls, como indica el título, son en la historia una versión urbana de los tradicionales trolls, esos monstruos verdes y tradicionales de los cuentos anglosajones. Estos trolls se visten con cajas, viven en cavernas subterráneas y por las noches emergen a las calles de una ciudad victoriana y clasista, para buscar en la basura artefactos perdidos. Como cartoneros salidos de un cuento de los hermanos Grimm. Y si bien los mitos dicen que son seres malvados que devoran niños, lo cierto es que son inofensivos constructores. Entre ellos se crió un chico, como en las leyendas de los niños criados por lobos, y es el único humano que conoce la naturaleza pacífica de los trolls. La historia se desarrolla cuando el chico descubre que, de hecho, es un humano y no un boxtroll, e intenta acercarse a los habitantes de esa ciudad, dividida entre los poderosos y los que menos tienen, marcada por la avaricia y la sed de poder, que no está simbolizado en el oro, sino en el queso. Sólo una elite come queso en la ciudad, mientras los demás están muy preocupados por la amenaza de los boxtrolls. La historia, como dicta el manual de películas de animación, está plagada de alegorías sobre las diferencias de clase, el discurso de la seguridad atado al del miedo, las maneras de identificarse por lo que se es y no lo que se tiene. La animación es prodigiosa, marcada por trazos artesanales, personajes atractivos y un auténtico trabajo sobre la estética de todo el filme. Y más allá de la temática de los miedos infantiles (y los adultos, claro), el filme se permite jugar con lo deforme, lo asqueroso y lo tierno, en una especie de gore ATP y para niños. Los boxtrolls es una película ideal para chicos no tan chicos (de más de 8 años) y si bien queda atrás al lado de Coraline, tiene una gran virtud: la de crear y sostener un universo propio, que no necesita hacer guiños a canciones de moda ni a gags simplones.
Obra de animación de singulares valores por su riqueza en contenido y forma Tras la gran aparición de “El libro de la vida”, y con grandes satisfacciones en el año, uno pensaba que por 2014 todas las virtudes del cine de animación ya estaban desplegadas. Pero no. Por suerte hay más. La vara está tan alta que quién escribe está en condiciones de colocar este año como uno de los mejores de la historia en éste género. Primero “Frozen: Una aventura congelada” (2013), luego “Las aventuras de Peabody y Sherman” (2014), “La gran aventura de Lego” (2014), el relanzamiento a pura fuerza visual de “Los caballeros del Zodíaco” (2014), y “Rodencia, y el diente de la princesa” (2013), fueron las muestras cabales de una gran temporada a la que se suma “Los Boxtrolls”. A priori digamos que el impacto visual de la técnica de stop motion (la misma que se utilizó en “Frankenweenie” o “Selkirk”, ambas de 2012), ya tiene un plus a favor. Deslumbra el trabajo que se adivina desde la pantalla. Si esto se acompaña con un buen cuento... Al nacer (y por razones que no conviene revelar), Huevo (Isaac Hempstead Wright, voz en español de Emilio Treviño) cae en manos de unos seres del sub-mundo de la ciudad de Cheesebridge. Una suerte de trolls enanos que usan cajas de cartón por toda vestimenta y en lugar de hablar, bablucean (gran metáfora de la clase indigente silenciosa). Estos seres adoptan incondicionalmente al niño y lo educan según sus valores y costumbres. Arriba, en las calles, la ciudad es gobernada por Lord Canem-bert (Jared Harris, voz en español del gran Edgar Vivar), un hombre sumido en la alcurnia y la burocracia que, entre otras cosas, pone a votación de su decadente gabinete si se mejora un hospital o se fabrica un súper queso delicioso para compartir en la reuniones. A esta especie de cofradía quiere ingresar Archibald Snatcher (Ben Kingsley, extraordinario trabajo de doblaje de Juan Manuel Bernal), quien se trasviste en Madame Fru-Fru, una decadente cantante de feria. Lord Canem-Bert está enamorado de ella y siente una sospechosa debilidad. Para lograr entrar en el círculo de poder Archibald entiende que debe hacer desaparecer a los Boxtrolls, sobre los cuales se desparraman rumores de que son horribles asesinos come-humanos, en medio de una población crédula e ignota. Huevo llega a sus doce años conociendo sólo una versión de la realidad, pero su curiosidad, y algo en su corazón, le dicen que no todo es lo que parece y que ha de intentar parar la cacería si anhela neutralizar la “opresión de los de arriba”. En una salida conoce a la hija del gobernador. Winnie (Elle Fanning, voz en español de Melissa Gedeón) es rebelde a los mandatos pero, sobre todo, se siente compungida frente la falta de comunicación, consideración y relación que su padre tiene con ella. La lograda realización de Graham Annable y Anthony Stacci tiene una impronta estética que remite, por un lado a “Feos, sucios y malos” (1976), en todo lo concerniente a la comida o sus excesos, y por otro a “Underground” (1995), de Emir Kusturica. También a “Delicatessen” (1992) por la verticalidad planteada de los escenarios en donde se desarrolla la acción, además del establecimiento de la diferencia de clases. Adicionalmente, el guión de Irena Brignull y Adam Pava ofrece varias capas de múltiples lecturas a partir del abordaje impecable de los temas que trata. Entre otros la incomunicación (reclamo incluido) entre padre e hija, la ruptura de las estructuras que mantienen el abismo entre las clases sociales, la imagen literal de tener que "salir de la caja" o pensar fuera de ella para lograr objetivos, una clara visión del "poder" (sobre todo quién lo ejerce, de qué manera y qué objeto lo simboliza), la discriminación a partir de los prejuicios y preconceptos, la decadencia del liberalismo cuando lo económico pisotea y predomina por sobre las personas y varios etcéteras que plantean a qué tipo de público está dirigida la obra. A priori uno pensaría que tal vez algunos chicos se queden afuera en tanto la complejidad del subtexto. Pero en una segunda visión, lo más probable es que “Los Boxtrolls” sea el puntapié ideal, e inicial, para, justamente, poder charlar con los chicos sobre todo esto. Nada más enriquecedor. Además de los colores, el prodigioso diseño de arte y una banda sonora variada en texturas, ésta película tiene un muy buen desarrollo y presentación de los personajes. Probablemente el de Archibald / Madame Fru-Fru sea el mejor. Pasarán muchos años hasta que veamos tanta sensibilidad y precisión con esta técnica. Los movimientos de éste villano adorable parecen extraídos del podio de las grandes actuaciones de todos los tiempos, empezando por la de William Hurt en “El beso de la mujer araña” (1985), cruzada con el “Lemony Snickett, una serie de efectos desafortunados” (2004) de Jim Carrey. Está claro que éste estudio de animación, que ya había sorprendido con “Paranormal” (2011), no hace concesiones a nadie desde la idea y su puesta en marcha. Por fortuna, los más beneficiados son los espectadores.
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Publicada en la edición digital #268 de la revista.