La maldición de Betty. Algunos edificios abandonados sirven como escenario terrorífico dado su aspecto espeluznante. En realidad resulta interesante descubrir qué fue lo que sucedió allí y más aún para unos curiosos jóvenes estudiantes de medicina. La historia que esconde este hospital alemán es más oscura de lo que podemos imaginar. Heilstätten (2018), se encuentra cerca de Berlín, y fue un complejo que funcionó como sanatorio para enfermedades pulmonares, más precisamente la tuberculosis. Un grupo de youtubers con ansias de obtener millones de likes -equipados con celulares, cámaras de visión nocturna y reglas-, tendrán como objetivo el poder transmitir en vivo durante 24 horas, una prueba de resistencia física y psíquica que significará enfrentarse a supuestas actividades paranormales. Pronto se darán cuenta que no están solos y no son bienvenidos. Michael David Pate (Kartoffelsalat, 2005) es el director y co-guionista de este film de terror, cuyos efectos especiales cobran protagonismo al estar bien logrados y ejecutados. El aura del bosque alrededor del edificio resulta encantador y sombrío -una atinada elección-. La leyenda de la maldición de la paciente 106 y la fijación en la sala de cirugía en donde fue ejecutada mantiene a los youtubers, a los espectadores del vivo y a nosotros, pendientes de la trama. Nos remite automáticamente a The Blair Witch Project y Gonjiam: hospital maldito, aunque con un estilo mucho más sangriento y explícito. Una propuesta más de este género found footage/ falso documental, que, si bien resulta interesante y con una vuelta de tuerca diferente, puede resultar al comienzo de trámite lento, predecible, y quizás un poco aburrido. Hace partícipe al espectador de la experiencia y seguramente este film cumplirá con las expectativas de los fanáticos del género.
Otra de jóvenes arriesgándose a ingresar en un lugar maldito. No hay mucho vuelo en una propuesta que apuesta a la incorporación de metadiscursos y multiplicar la progresión narrativa con videos, pero que en el fondo reitera esquemas de una manera tan obvia que agota.
“Hasta el día de hoy, hay registros de homicidios y actividad paranormal dentro del edificio”. Las leyendas que ilustran el inicio de El manicomio permiten suponer que lo que vendrá a continuación será una historia plagada de sustos de rigor y eventos inexplicables desde la lógica. Es también una señal de alerta, en tanto en los últimos años deben haberse estrenado no menos de diez películas con una premisa similar que apelaban a los mismos mecanismos de siempre. Hora y media después, todas las (peores) sospechas quedan confirmadas. El manicomio es otro exponente de la larga cadena de títulos de terror fácilmente olvidables, que no sólo carecen de originalidad sino que tampoco funcionan como replicación de fórmulas probadas mil veces antes. La historia es la de siempre: un grupo de jóvenes –influencers, como para adaptar la cuestión a los parámetros actuales– decide meterse en el viejo edificio que alguna vez fue un centro de experimentación médica del nazismo para comprobar cuánto hay de mito y cuánto de realidad en todas las maldiciones que se le atribuyen. De allí en adelante, el film de Michael David Pate apelará al recurso de usar el material filmado por los protagonistas, algo que hace 20 años dejó de ser novedoso. Lo mismo que los sustos a fuerza de golpes de sonido. Así, los integrantes del grupo –todos ellos salidos del molde más genérico posible, sin un rasgo que los particularice– irán cayendo lentamente ante algo que en principio no se sabe bien qué es. La vuelta de tuerca, predecible y carente de cualquier sorpresa, quiere funcionar como “crítica” a la locura de las redes sociales. Algo que desde ya tampoco logra.
Más genérica que de género El éxito desmesurado de las baratas producciones de falso found footage -todas hijas de Holocausto Canibal (1980), del tano Deodato-, tal como la buena The Blair Witch Project (1999) y la no tan buena Paranormal Activity (2009), impulsó huestes ambiciosas de guita fácil y propuestas quemadas. Así como los norteamericanos supieron reapropiarse del concepto redituable del exploitation europeo, el horror alemán retoma con El Manicomio (Heilstätten, 2018) las clases de economía -por desgracia no tanto el cine y la aventura- de los italianos del cine mondo más podrido y del terror estadounidense de espectros y cámara en mano de las últimas dos décadas. Heilstätten explota los mitos y la decadencia de los viejos hospitales para tuberculosos de Beelitz, un complejo abandonado de 60 edificios en Brandeburgo que sirvió como sanatorio durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial (cuenta la leyenda que un joven Adolf Hitler fue atendido ahí en 1916, y por supuesto la película explota la anécdota junto con otras mínimas referencias al tremendo pasado alemán). Sin embargo, los propietarios del viejo nosocomio se negaron a que la película se filme en las locaciones reales, a pesar de que habían permitido en años anteriores que varias ficciones utilizaran al complejo como telón de fondo, tal fue el caso de The Pianist (2002) de Polanski o A Cure for Wellness (2016) de Gore Verbinski. En esta ocasión la utilización del falso found y del grupo protagónico de jóvenes viene ligada a un fenómeno relativamente reciente, el de los youtubers. Los pibes quieren ser virales y se meten a investigar los pasillos del viejo hospital durante 24 horas. Lo que sigue son jump scares de manual, un poco de sangre en las paredes, horror espectral y de casa embrujada, y un final que desvía al relato del camino fantástico para llevarlo hacia la porno tortura. El director Michael David Pate (sin la H de los hermanos franceses ni la onda del foie gras), más allá del concepto central localista, hace una película tan alemana como yanqui o argentina; y su falta de identidad no es problemática por apátrida sino porque implica una falta de gracia.
El subgénero del terror que utiliza el formato de "archivo encontrado" y cámara en mano ya dio exponentes como El proyecto Blair Witch y siguió con innumerables producciones como Actividad Paranormal, Así en la tierra como en el infierno y, más recientemente, Gonjam; Hospital Maldito. El Manicomio trae a un grupo de youtubers que quieren demostrar su experiencia al pasar veinticuatro horas en el lugar abandonado del título, cercano a Berlín, un nosocomio que funcionó en la época nazi para tratar a pacientes con tuberculosis y donde se registraron informes de actividad paranormal. Acá los adolescentes, famosos en las redes y equipados con cámaras nocturnas y térmicas, son acompañados por un guía que conoce el tenebroso lugar abandonado, un escenario tentador que sólo alcanza para desarrollar una historia que reúne a personajes estereotipados a los que poco importa lo que les pase, porque nunca logran empatía con el espectador. La premisa consiste en enfrentar los miedos más profundos tras tomar la decisión de pasar la noche en el manicomio y hacer una película que les de beneficios propios. Entre invasión de polillas, luces ultravioletas, pasillos oscuros, gritos y el espíritu de la paciente 106, que murió bajo extrañas circunstancias y cuyo espíritu es invocado, la película alemana de Michael David Patey encuentra escasos momentos inquietantes. Una vuelta de tuerca sobre los minutos finales parecía encauzar un producto que ya se vio en infinidad de oportunidades pero sólo termina siendo un rutinario ejercicio del género.
El Instituto al que llamaban “Manicomio” funcionaba como Clínica de Pulmones, trataba tuberculosos y fue construido en 1898. Entre 1940 y 1945 se hicieron experimentos en humanos y hay informes de actividad paranormal. La leyenda cuenta que hasta Hitler estuvo internado ahí. El lugar consta de tres edificios pero está abandonado y tiene la entrada prohibida, motivo más que suficiente para que un grupo de Youtubers (que quieren conseguir más seguidores y que las historias se vuelvan virales) quiera pasar una noche allí. Hay reglas: una vez adentro no pueden usar Internet, y deben respetar el lugar aunque apenas ingresan se dan cuenta de que no están solos. Los comanda Theo (Tim Oliver Schultz), un guía de turismo, ex novio de Marnie (Sonja Gerhardt). A ellos se suma un dúo de raperos que usa material para asustar y tiene muchos seguidores, que son Charlie (Emilio Sakraya) y Finn (Timmi Trinks), además de la bella Betty (Nilam Farooq) que hace lo que sea para crecer con sus videos. Todos tienen equipos de visión nocturna y la más moderna tecnología. Apenas llegan ocurre lo previsto, puertas que se cierran, ruidos por doquier, apariciones y desapariciones. Al principio todos creen que es una broma de alguno de los integrantes, hasta que se dan cuenta de que lo que sucede es real. De todas formas siguen adelante porque quieren saber que pasó con la famosa paciente de la Habitación 106, que quiso suicidarse y de la que no se supo más nada. La película cuenta con buenos recursos, fotografía y dirección de arte, pero se parece mucho a la vieja “El Proyecto Blair Witch” y a la reciente “Gonjiam Hospital”. Dirigió Michael David Pate, (autor del guión junto a Ecki Ziedrich) quien no logró que las actuaciones fueran muy convincentes y la cámara marea por momentos, sobre todo con los videos de los raperos. Los efectos visuales no son malos, pero tampoco asustan ni se pueden apreciar totalmente ante la casi total oscuridad. En síntesis, una más “parecida a”, que dista mucho de lo que los amantes del género queremos sentir: terror. https://www.youtube.com/watch?v=mUtrRsA-fN0 TITULO ORIGINAL: Heilstätten TITULO ALTERNATIVO: El manicomio: la cuna del terror DIRECCIÓN: Michael David Pate. ACTORES: Nilam Farooq, Sonja Gerhardt, Emilio Sakraya. GUION: Michael David Pate. FOTOGRAFIA: Pascal Schmit. MÚSICA: Andrew Reich. GENERO: Terror . ORIGEN: Alemania. DURACION: 89 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años DISTRIBUIDORA: BF + Paris Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 28 de Febrero de 2019
Siguiendo el reguero inagotable de películas “found footage”, "El manicomio", de Michael David Pate, no aporta más que repetición a algo que ya se hace inexplicable. De hecho, me desdigo, es muy probable que el subgénero “found footage” esté agotado hace rato; sólo que rara vez le logran sacar algo de jugo a ese limón rancio. Found footage se traduce como “material encontrado”. Se supone que “el chiste” inicial era hacernos creer, mediante campañas publicitarias, que lo que íbamos a ver tenía base real, y presenciaríamos algo parecido a un documental malogrado. Funcionó con "Holocausto Canibal" (aunque no era estrictamente found footage, sino algo muchísimo mejor), volvió a funcionar en "Alien Abductión" y "El proyecto Blair Witch" – esta más por la campaña que por la calidad –, y hasta ahí funcionó con "Actividad Paranormal" – idem anterior y a duras penas la primera –. En el medio, y a doce años de la película de Oren Peli, hay un limbo con algún destello destacado (como la reciente "Gonjiam", las dos "Creep", y – valga la redundancia – la serie "Limbo"), y demasiado sin sentido. "El manicomio", pese a que se intentó ligarla a la suerte de "Gonjiam", lamentablemente, entra en el grupo de las mayorías olvidables. Tenemos a un grupito de youtubers con canales de diferentes estilos, que de alguna manera están relacionados entre sí. El mundo youtuber es un pañuelo y todos se conocen y van siendo parejas unos de otros… aparentemente. Hay un dúo que hace videos de broma y se filma en distintos sitos paranormales; una chica que desafía a otros a superar miedos; y una it girl. Entre los cuatro hay algunas cuentas pendientes, y la oportunidad de hacer un video en colaboración conjunta puede ser ideal. Beelitz Heilstättem es un hospicio alemán construido en 1898 y cerrado en el año 2000. Pensado originalmente para atender casos de tuberculosis, fue militarizado durante la Primera Guerra Mundial, atendió a Hitler y a Eric Honecker; y durante la Segunda Guerra fue apropiado por los soviéticos; época en la cobijó a “La bestia de Beelitz”, famoso asesino necrófilo. Tras su cierre, fue utilizado como locación en películas como "El pianista" y "Operación Valkiria", ambas infinitamente superiores a la que nos trae a cuestión. Para conocer más sobre la historia real, el documental "Malaise", es una muy buena opción. Retomando. Los youtubers con sus camarógrafos, se dirigen a las ruinas de Heilstättem, famoso por sus supuestas apariciones paranormales; a las que la película suma el caso de una paciente que fue víctima de diferentes torturas durante la Segunda guerra Mundial, y luego asesinada para que la verdad no saliera a la luz (claro, porque las otras historias de Alemania durante ese período son de amor y paz). El grupo tiene que pasar una estadía en el hospicio y documentar la mayor cantidad de material posible. Pero pronto se van a dar cuenta que hay alguien más que quiere documentar, que quiere realizar su propio montaje de película para que la verdad salga a la luz. No, no busquen lógica ni sentido en la premisa, ni piensen en la idea de un fantasma queriendo ser montajista, no tiene sentido hacerlo. Sólo agregar que al grupo se suman un par de peones más. Lo que sigue es la típica de found footage con cámaras temblorosas, y hasta cámaras térmicas, mientras todos son asustados, y luego liquidados uno a uno con la idea de que el mito sea tomado en serio. Habrá un giro, no demasiado novedoso, y hasta puede que algo previsible; pero que en otro contexto hubiese funcionado mejor de lo que funciona acá. "El manicomio" tiene todo lo peor de este tipo de propuestas. Una cámara convulsiva, escasez de explicaciones de todo tipo, y una gran confusión entre los personajes. El grupo no funciona individualmente, pero menos como conjunto. Ninguno genera ni el menor interés o empatía. No nos importa individualizarlos, no nos cuentan mucho de cada uno, y tampoco nos interesa saberlo. En el caos total que proponen siempre este tipo de películas, ni siquiera sabremos bien cuántos son. Las imágenes son tan oscuras, abruptas y movedizas, abusadas de un mal montaje, que tampoco sabremos certeramente quiénes son los que quedan en camino, y quiénes son los que no lo lograron. Es como si a la misma película no le interesase más que decirnos, tenemos a este grupo, algunos van a ir muriendo, no importa quiénes. El mencionado giro intenta darle algún sentido a esto; otra vez, en otro contexto, ese giro sería hasta bienvenido. No es la primera vez que el cine alemán copia al dedillo fórmulas estadounidenses. Casi siempre las copia bien. El problema, como en "El manicomio", es que quizás no copie las fórmulas correctas, y termina imitando a películas que ya queremos olvidar.
El terror expeditivo Las películas de terror del subgénero de material encontrado siempre son efectivas. La combinación de recursos posibles sumada a la construcción de un realismo de cinema-verité produce un efecto casi fisiológico en el cuerpo del espectador, a quien no se le da la posibilidad de “huir” de la potente batería de sustos y shocks que la película ofrece. Esta fórmula, que desde El proyecto Blair Witch (1999) parece ser explosiva, y que fue potenciada con la saga de Actividad Paranormal (2009), cuenta con un diseño que no falla la hora de producir terror expeditivo. Así también podemos pensar su valor industrial, ya que se trata de pequeñas máquinas (que tienden a ser cada vez más pequeñas) de éxito comercial. A medida que pasan los años se encuentran nuevas maneras hacer más sintética y eficiente a la máquina, y con nuevas estrategias para llevar a los espectadores al cine. La madre de todas ellas, la ya clásica Cannibal Holocaust (1980) de Ruggero Deodato, trabajaba con fílmico. Luego se pasó al video, a las cámaras portátiles y a las de seguridad. En lugar de tomar algún aspecto narrativo y desarrollarlo, lo que se optó por trabajar fue la evolución y cambios tecnológicos que acompañan al desarrollo del realismo. En pocos casos se volvió a optar por lo dramático, como si lo importante de la obra maestra de Deodato fuera solo su sensación de realidad y no la estrategia dramática de su puesta en escena, que tenía un lugar fundamental en la perspectiva y el punto de vista de dicho film. Con la llegada de las cámaras Go-Pro y los celulares las posibilidades técnicas se multiplicaron, así también aumentó proporcionalmente la eficiencia de la máquina, que cuenta ahora con un nuevo abanico de formas de generar los sustos en serie. La alemana El manicomio tiene una premisa muy similar a un film coreano estrenado el año pasado, Gonjiam Haunted Asylum (2018), también situada en un hospital abandonado. Y además cuenta con similitudes en su universo, el de un grupo de youtubers jóvenes que buscan aumentar las visualizaciones de sus canales. El recambio generacional es claro, el intento de problematizarlo también. Lo ausente es el relato y la construcción de sentido. Ambas películas llevan al extremo la multiplicidad de técnicas. En el film coreano los protagonistas transmiten en vivo por streaming, y cada personaje carga no una sino dos cámaras Go-Pro en un casco. En el alemán cuentan hasta con una cámara que detecta la temperatura. Se tengan los juguetes que se tengan, en una película como El manicomio, lo que falta es la voluntad de narrar. Si bien esboza algunos vínculos entre personajes, todos ellos están subordinados a una vuelta de tuerca que los incorpora pero sólo para alimentar su propia mecánica. Hay un cruce difuso entre la funcionalidad y las estrategias técnicas. Las líneas de diálogo que los personajes no grabarían pero que necesitan ser dichas (porque son funcionales a la trama) aparecen registradas en situaciones que buscan y rebuscan una manera de aparecer en la película, como cuando los personajes olvidan misteriosamente que la cámara seguía encendida. Lo narrativo es arrebatado de lo verosímil, mientras que lo efectivo del susto es arrebatado de lo narrativo. La máquina del terror efectivo se alimenta de otras películas y de toda la historia del realismo en el cine, pero además fagocita otros géneros, y al traerlos los degrada. Gracias a su giro sorpresivo, El manicomio se cruza con el infame subgénero de la porno-tortura, donde ya se dialoga más con la saga aleccionadora de Saw (2004) que con los problemas ligados a la mirada que proponía Cannibal Holocaust. Y si bien existía la posibilidad de incorporar al Mal como concepto y a la historia del hospital (se trata de un lugar en el que se llevaron a cabo experimentos durante el nazismo), tal vez debamos agradecer que la película no se atreva a tocar nada de todo esto, algo que podríamos anticipar que haría de forma paupérrima. En lugar de eso se opta por la alegoría con mensaje. Que una película de terror sea efectiva en estos términos no debería obligarnos a pensar que es una película lograda. En todo caso, lo que logra es expandir una idea equivocada acerca de lo efectivo, donde no tiene lugar el fuera de campo ni las implicancias de lo que sucede. El terror sin implicancias es como el melodrama sin tragedia: tan solo una superficie sin sustancia.
El cine está viviendo el resurgir del terror en masas gracias a películas como Hereditary o Get Out, muchas toman el mismo ejemplo de innovar. Otras, deciden usar la fórmula de siempre con viejos trucos del género. Esto, siempre y cuando maneje un buen ritmo y tenga destellos terroríficos va a servir. Este es el caso de El Manicomio, quizás no deslumbre pero es entretenida con momentos asfixiantes. La cinta es de origen alemán dirigida por Michael David Pate, quien colabora también con el guion junto a Ecki Ziedrich. El Elenco está confromado por: Sonja Gerhardt, Tim Oliver Schultz, Emilio Sakraya, Lisa-Marie Koroll, Timmi Trinks, entre otros. Nuestra opinión: Buena. Los hospitales abandonados con supuesta actividad paranormal no es cosa nueva. Como Kingseat lo es Nueva Zelanda o Gonjiam en Corea del Sur, está Beelitz-Heilstätten en Alemania. Este fue el lugar donde Adolf Hitler y sus soldados fueron atendidos en la Primera Guerra Mundial. También se informó que entre 1940 – 1945 el centro llevó a cabo varios experimentos en humanos. Hasta hoy en día hay informes de actividad paranormal. La historia va de un grupo de youtubers que acceden ilegalmente al siniestro bloque de cirugía para un desafío de 24 horas que esperan se vuelva viral. Están equipados con dispositivos de visión nocturna para poder grabar sus aventuras en la oscuridad y también una cámara que puede grabar y convertir la energía térmica en imágenes de luz visible. Todo con el fin de obtener actividad paranormal con la esperanza de registrar pruebas y descargar sus aventuras en las redes sociales. Manicomio juega con una formula ya bien conocida. En un 80% son cosas recicladas. La cinta es contada a través de la cámara en mano y el grupo de personajes está lleno de estereotipos. Pero, hay muchas cosas que rescatar. Empezando por el final, que tiene un giro muy inesperado que levanta a mil la cinta. Un cambio de tuercas que demuestra que la obsesión humana es la peor situación a la que te puedes enfrentar. Más miedo al vivo hay que tenerle. Por otro lado los sustos en su mayoría funcionan. Las cámaras en manos en un ambiente de pocas luces, te asegura momentos de adrenalina. También la cinta toca un tema actual y juvenil muy importante, las redes sociales y los influencers o youtubers. Estos chicos están dispuestos a ser lo que sepa en pro a tener atención. Tanto que puede ser el caso de que estos grupos ni sean amigos verdaderos, solo compañeros de trabajo que se unen para ser más populares. La misma película a pesar de caer en los estereotipos del terror, se burla de sí mismo por momentos, como: "Que mala producción de luces" o "El más oscuro será el primero en morir". Algo bastante gracioso si estas en la sala esperando que pase lo que sabes que va a pasar. En conclusión, El Manicomio con una escenografía que da miedo por si sola y una historia que funciona, es una cinta disfrutable. A pesar de que en su mayoría maneja un formula ya bien conocida y, que hoy en día con las propuesta que trae Hollywood en el terror, no funciona.
Hace tiempo que asistimos al infinito aggiornamento de la vieja mansión embrujada. Antes era una excursión de turistas temerarios o adolescentes aburridos los que entraban a un castillo abandonado o una casa derruida sin aviso alguno de los males que allí los esperaban. Ahora son los youtubers las nuevas estrellas de esas viejas maldiciones, atrapados por voluntad propia en las fauces de la fama y el terror. Sirviéndose de la tiranía de la cámara en mano, la alemana El manicomio, de Michael David Pate, copia la fórmula con un toque autóctono (hospital en Berlín, experimentos nazis), sin demasiadas innovaciones, pero convincente al explorar la locura contemporánea.
Un film que recuerda a otros de la misma factura con un objetivo del público joven adicto al terror y el mundo de los youtubers obsesionados por la cantidad de likes y seguidores que pueden tener con una historia. Hace poco vimos un producción muy parecida desde Corea. En este caso un grupo de chicos interesados en mostrar una historia de terror deciden vivir un día completo en un hospital de siniestro historial que le da el titulo al film en Alemania: Heilstatten. Se trata de un complejo hospitalario donde en la segunda guerra mundial se hicieron “experimentos” o “limpiezas” nazis que poblaron las ruinas de supuestas criaturas paranormales sedientas de justicia. Hasta ese lugar llegan los grupos de jóvenes, algunos rivales, una ex novia, una chica demasiado prolija y el desarrollo tiene su cuota de sustos, revelaciones, aparecidos, apagones, risas y terrores salpicados con la artesanía que requiere este género. Una rutinaria producción que seguramente cosechara su público.
Malísima. No hay otro calificativo que describa con más compasión este bodrio de la producción alemana que clona los peores vicios del cine de terror Hollywoodense. En principio esta historia ya la vimos el año pasado en la película coreana Gonjiam: Hospital maldito que presentaba exactamente la misma premisa. La diferencia es que al menos esa propuesta tenía un buen trabajo de ambientación que lograba convencer al espectador que el instituto psiquiátrico, donde se desarrollaba la trama, estaba embrujado. Por el contrario, en el film alemán todo se ve tan barato y chapucero que se complica bastante comprar el relato que plantea el director Michael David Pate. La idea de un grupo de idiotas que entran con una cámara a explorar una locación habitada por espíritus malignos se trabajó hasta el hartazgo y el trabajo de Pate no hace más que copiar lo que vimos en otras producciones mediocres del mismo estilo. Los personajes no generan ninguna empatía y no resultó un ayuda para el film que el reparto de actores sea terrible. Las supuestas escenas de terror son muy malas y se pueden encontrar cortos amateurs del género en You Tube que tienen momentos más logrados. En El manicomio no se percibe el mínimo esfuerzo por evadir los clichés del subegénero del found footage y resultado final es mediocre. Quienes deseen desperdiciar su plata en una entrada de cine son libres de hacerlo pero en mi caso se me hace imposible recomendar esta película.
Todo por un Like Tres youtubers alemanes, aún casi adolescentes, anuncian un desafío entre dos canales que mantienen una amistosa rivalidad, sin decir mucho más que un viejo amigo les dará acceso a un lugar secreto y prohibido donde grabarán el siguiente episodio. Una tercera chica, que en su canal se dedica a hacer que sus invitados enfrenten sus miedos en cámara, deduce quién es ese amigo. Convencida de que es una terrible idea porque ella misma fue a ese lugar y quedó traumada, se les aparece en el sitio con intenciones de convencerlos de retirarse. El lugar en sí es obviamente un Manicomio en las afueras de la ciudad, establecimientos que siempre tienen historias terribles sin necesidad de que fueran usados por el régimen nazi para ejecutar enfermos, como en este caso. Guiados por su amigo estudiante de medicina, llegan a un apartado edificio del complejo donde los turistas no tienen acceso y que está abandonado desde el final de la guerra. Planean instalar varias cámaras y pasar la noche poniendo a prueba quién se acobarda primero, justificando así que nadie quiera irse porque sospecha que cada susto es alguno de los otros intentando ganar la apuesta. Cuando se enteran de que la recién llegada tuvo una experiencia paranormal y bastante perturbadora en el Manicomio, los otros sin mucho esfuerzo la convencen de quedarse y participar con promesa de aportar seguidores a su canal, el cual es mucho menor que el los otros dos. Viendo que no hay forma de lograr que se retiren, pero también con cierta necesidad de convencerse de que lo que vió hace tiempo fue cuestión de su imaginación, se une al resto del grupo y aporta toda la información que tiene sobre las leyendas de violencia que se conocen del manicomio, especialmente alrededor de una paciente en particular sospechada de rondar aún los pasillos. La Polilla Fantasma Esta película tiene dos estilos bien diferenciados, uno para presentar al sitio con sus personajes, y otro para cuando todo se va al tacho, como debe pasar en estos casos. En toda esa primera parte hasta pueden encontrarse algunas pretensiones estéticas y líneas de diálogo interesantes, cuestionando las ansias de fama rápida de esa generación, aunque sea generando contenido de poco valor intelectual para ser consumido de forma completamente pasatista. En cada ocasión que determinado proyecto sale a la luz, el público debate qué actor… El edificio abandonado en sí es muy interesante de ver: mientras se recorren las distintas habitaciones, cada una con su previsible dosis de foreshadowing, la cámara se ubica en puntos estratégicos que aprovechan juegos de luz y enriquecen la espacialidad mostrada de una forma que desentona con lo chato del resto de la propuesta. Como es de esperarse, eso dura poco: en cuanto comienza la acción todo se convierte en cámara en mano, visión nocturna y sobresaltos, mientras corren aterrados por los pasillos buscándose unos a otros o investigando algún ruido misterioso. Si hasta ahora no le puse nombre a ninguno de los personajes es porque realmente no importa demasiado, ninguno pasa del rango de arquetipo y son prácticamente intercambiables, casi una exigencia del género. En cambio, la trama hace intentos por ser original, apilando giros unos sobre otros, sin explicar demasiado qué es lo que finalmente sucede o por qué, en una secuencia que amenaza varias veces con ser el final pero que nunca se decide a terminar.
Si somos realistas, todos los países y sus grandes ciudades que se precien tienen edificios embrujados, con historias que se convierten en leyendas urbanas con el correr de los años. La localización de dicho terror parece un hito fílmico a seguir, mediante el tan utilizado recurso del metraje encontrado que resulta tan asequible para atrapar las generaciones tecnológicas de hoy en día. Hace no mucho vimos la coreana Gonjiam, y ahora viene la alemana Heilstätten a hacer lo suyo para intentar asustar a las jóvenes masas que no se pueden despegar de sus celulares.
Jóvenes entran en loquero abandonado donde nazis hicieron cosas horribles. Son YouTubbers, graban todo y comienzan a pasar cosas terribles y monstruosas. Jóvenes entran en loquero abandonado donde nazis hicieron cosas horribles. Son YouTubbers, graban todo y comienzan a pasar cosas terribles y monstruosas y a esta altura debería completar usted solo la descripción de la historia. ¿Qué esperar? Lo mínimo, que los sustos sean efectivos: lo son. De máxima, que haya una historia, temas, que el miedo permanezca, etcétera. Ahí quedamos un tanto en deuda, qué le vamos a hacer. Pero sí, mientras tanto la cosa es efectiva. Si se quiere asustar, ahí tiene.
El Manicomio: YouTubers y nazis. Una película alemana de bajo presupuesto de terror con cámara en mano, ahora con youtubers como protagonistas e ideas no tan bien desarrolladas. Para empezar, no hay tantos nazis como uno espera al presentarnos el ambiente en donde ocurrirá la película. Esto es un centro médico bastante remoto cerca de Berlín, donde hubo muchos enfermos de tuberculosis. Lo del título es discutible, ya que “Heilstätten” (Título original) según traducciones significa sanatorio. Más allá de eso, es un lugar prohibido localizado en el centro de un bosque donde youtubers de Alemania realizan un desafío de pasar 24 horas ahí para, obviamente, ganar relevancia. Ellos y ellas serán los responsables de que esta película de bajo presupuesto sea poco tolerable. Con una dirección y guion de Michael David Pate que entrega una buena premisa desaprovechada por la simpleza resolución de los sucesos. A pesar de una sorpresa agradable hacia el final. Los grupos de youtubers, están compuestos por los clásicos arquetipos de la página, como los que hacen bromas y la experta en maquillaje además, de la quizá protagonista, quien decide enfrentarse a sus miedos. Como también el que tiene la idea de llevarlos a allí. Cada uno de estos personajes es combinado con lo rápido del lenguaje alemán, si es que lo ven subtitulado, y un montaje vertiginoso que pretende emular las rápidas ediciones de los videos en youtube, hacen que el comienzo sea un dolor de cabeza. Ningún personaje se destaca, por lo menos hasta el final. Lo que hace que varias de las discusiones a los gritos sean en vano soportarlas. Los efectos especiales son bastante genéricos, sin mucha originalidad y sin asustar demasiado. El potencial de la historia se derritió como vela en lo más oscuro de esta película. El film no logra terminar de jugar con el rompimiento de la cuarta pared, como tampoco asustar o llenar de sangre la pantalla. Además de tener huecos en un guion, que hacen el final algo sorpresivo, pero mal elaborado. Aunque haya estado Hitler en ese lugar hospitalizado, el terror, locura y miedo que transmitía no quedó plasmada de ninguna forma en la película. Hasta quizá de lo más crudo que vemos son cortos materiales de archivos. Lo más interesante es el dicho desenlace de la trama. Pero en sí el film como un todo puede llegar a salvarse, pero no cada elemento por separado. El mensaje final es bastante más atractivo que todo el resto del film. Aun así es difícil soportar los personajes o los demás componentes de esta obra. Y por cierto, si les gustó lo que leyeron denle pulgar arriba y suscribanse.
Un grupo de chicos que conducen sus propios shows en internet se plantean el desafío de pasar una noche en un edificio que tiene fama de maldito. ¿Cuántas veces se filmó este mismo argumento en los últimos años? ¿Cuántas veces con la misma técnica de cámara de mano y sin banda sonora? El nuevo avatar de ese argumento se titula Manicomio y viene de Alemania. El anterior se titulaba Gojiam, hospital maldito y venía de Corea del Sur. La misma idea y casi la misma resolución, salvo por una vuelta de tuerca final de la que la película coreana se privaba y que no mejora a la película alemana. Es notable la falta de ocurrencias que exhibe el director Michael David Pate, quien se limita a copiar los tópicos del género sin agregarles casi nada. (El “casi” se justifica porque, en medio de la larga apatía visual, hay una escena memorable de un chico y una chica que corren por la oscuridad iluminándose el camino con la luz de una bengala). Con un sentido del humor bastante torpe y abundantes explicaciones puestas en boca de los personajes, Manicomio es el típico producto que subestima a su público. En ningún momento consigue generar la más mínima empatía con sus personajes, ya que no les interesa como individuos sino que los presenta como exponentes de la generación millenial. La ambientación tampoco exhibe rasgos de ingenio: paredes derruidas, humedades, ventanas rotas con cortinas desgarradas, pasillos largos y oscuros, escaleras. El mundo convencional de un cuento gótico posindustrial. Y, en esa atmósfera calcada de decenas de películas, las menciones a Hitler y al nazismo, que podrían infundirle algún rasgo distintivo, algún sustrato de horror histórico, no hacen más que virar hacia el mal gusto un producto que no logra aprobar ni una sola asignatura del cine popular.
No trate de preguntarse por qué. No tiene sentido. Estamos en tiempos bastante convulsionados y la industria del entretenimiento anda tratando de entender lo que está pasando. Corre detrás de soluciones mágicas y de respuestas cuyas preguntas todavía no están del todo formuladas. En este contexto hay productos audiovisuales que provocan desconcierto en el espectador. que se sienta estupefacto a mirar cómo los productores se siguen debatiendo en un mar de ideas híbridas en cual no hay ni una balsa de sentido común de la cual agarrarse. Por ejemplo “El manicomio”, uno de los estrenos de esta semana, no tiene como pretensión principal asustar, lo cual es una herejía para el género en el cual está inscripta, sino congraciarse con el universo de las redes sociales en general, y de los youtubers en particular. ¿Qué es un youtuber?, preguntará usted que ya escuchó el término al vuelo, pero no legra encajarlo en su realidad cotidiana. Es un pibe o una piba con un canal propio en esa famosa página de internet que sirve para ver videos, sólo que el contenido es generado por ellos mismos. Sí, Youtube le permite crear sus propias piezas para decir y hacer lo que se le dé la gana. No hay muchas reglas para ello. Hay muy pocas restricciones. Si usted se molesta en tipiar “Rubius” o “Mark Plier” (dos operadores de esa red) seguramente se los encontrará con un cambalache de opiniones de todo tipo sobre todos los temas. Hablan mal, escriben peor y la mayoría vive en (y de) esa red como si el mundo hubiese empezado por ahí. Paradójicamente, hoy un youtuber puede tener tantos seguidores como una serie de Netflix y ejercer, por carácter transitivo, mucha más influencia que cualquier medio de comunicación de antes y de ahora. ¿Quiere un número escalofriante? Desde 2011, aproximadamente, al primero que mencionábamos más arriba lo siguen más de 33 millones de personas. ¿Qué es lo que NO están viendo los genios del marketing, y sobre todo los políticos? Mucho, pero en principio un hecho contundente. Internet es, a la vez de anárquico, el medio más democrático que existe. Todos, cualquiera de nosotros puede hacer eso mismo luego, es lógico que algunos cañones se apunten a ese mercado. No quiera saber si “Rubius” dice que “El manicomio” está “re-piola”, lo que puede generar en la taquilla. Esto nos lleva nuevamente al principio. Los protagonistas son youtubers que, enterados de la existencia de un viejo nosocomio abandonado, deciden que ese es material interesante para subir a las redes por lo cual la idea es instalarse ahí por un día. ¿Le suena? Efectivamente, hace unos meses nada más se estrenó “Gonjiam” (Beom-sik Jeong, 2018) exactamente con el mismo argumento, e igual de mediocre por esquivar justamente la razón esencial por la cual se producen obras de este género. Lo único que cambia en este estreno es el país y el idioma, lo demás se mantiene intacto y tal cual ocurría con su antecedente, nada de lo que se ve pretender ser una lectura sobre nuestros tiempos, o sobre esta nueva generación conectada constantemente, ni mucho menos una lectura extrapolada sobre la ambición o necesidad de lograr fama o seguidores cueste lo que cueste. No. Desde el minuto uno la conexión es explícita con la forma de comunicación que los chicos tienen para lograr una empatía forzada y vacía. Como si los guionistas estuviesen buscando amigos por conveniencia en lugar de centrarse en lo realmente importante para este género. Así, se producen extensos y aburridos diálogos intrascendentes con cámara o celulares en mano. Encuadres torpes cuyos planos no tienen ningún valor, una dirección de fotografía confusa que juega tramposamente con los oscuros totales o apagones, exabruptos sonoros que además de molestar al oído se salen de la propuesta de falso-vivo o falso-documental y, por supuesto, un fantasma que a la media hora de proyección uno ruega no sólo que aparezca sino que se cargue de una vez a los personajes y, si es posible, del edificio también. Hablar de actuaciones sería demasiado cruel, los chicos hacen lo que pueden, y se ve que se divierten por cierto. Tal vez es lo único que funciona en esta película, la química entre ellos. ¿Puede tener éxito de todos modos? Sí. No trate de preguntarse por qué. No tiene sentido.
El subgénero found-footage o metraje encontrado tuvo su momento de mayor explosión tras la aparición de The Blair Witch Project (1999), aquella cinta independiente cuyo estreno generó todo un revuelo en el país del Norte gracias al ingenio de sus creadores, quienes utilizaron la incipiente aparición de Internet como entretenimiento hogareño para hacer creer a los espectadores que se trataba de una historia real. Por supuesto, esta popular película no fue la primera en utilizar esta técnica y los amantes del género lo saben muy bien, puesto que la italiana Cannibal Holocaust ya había logrado horrorizar al público casi dos décadas antes, cuando hizo su escandaloso debut en 1980, ocasionando una serie de controversias que continúan hasta nuestros días. Lo cierto es que, más allá de sus detractores, la Bruja de Blair logró no solo el impacto que buscaba sino que fue responsable de todo el boom de películas posteriores que intentaron replicar aquel éxito, algunas con producciones destacadas como REC(2007) y Cloverfield (2008), mientras que otras se han empeñado en llevar el género al fango, exacerbando sus peores clichés y apostando por efectos que no hacen más que evidenciar su debilidad narrativa y su falta de ingenio (teléfono para Paranormal Activity). En una época en la que el found-footageya provoca reticencia dado el nivel de la mayorías de los films que se han servido de este género, llega a las salas nacionales una nueva película alemana que de novedosa no tiene nada. Partiendo de una premisa muy similar al del film coreano Gonjiam: Hospital Maldito (2018), esta penosa cinta sigue a un grupo de influencers y youtubers que se adentran en un antiguo asilo para enfermos de tuberculosis de Berlín con el objetivo de compartir con su audiencia una experiencia paranormal. Equipados con sofisticados aparatos tecnológicos, estos adolescentes insufribles intentan buscar señales de supuestos espíritus demoníacos que habitan el edificio, cuya leyenda urbana cuenta que una mujer murió allí tras ser víctima de un experimento nazi. Fuente: © Schmerbeck Filmproduktion / 20th Century Fox El Manicomio de Michael David Paterepresenta a la perfección la tendencia hollywoodense de los últimos años en materia de terror: películas efectistas con argumentos vetustos protagonizadas por personajes estereotipados que no logran proporcionar ni una pizca de empatía. Lamentable que una cinta alemana aspire a reproducir este modelo de puro entretenimiento barato, cuyas únicas herramientas constituyen los clásicos jump-scares y alguna que otra escena morbosa innecesaria. Todo ello para que luego el espectador se retire del cine sin siquiera poder recordar los nombre de los protagonistas, porque claramente nunca importaron. Una clara subestimación al público juvenil que se apoya en su giro final y su simplona reflexión acerca de la cultura de las redes sociales para intentar compensar más de una hora de vaguedad narrativa. En resumidas cuentas, se trata de una cinta fácilmente olvidable que será consumida y descartada a modo de fast food por aquellos que todavía pueden darse el lujo de seguir gastando dinero en estas producciones en serie que no hacen más que bastardear a un género que sigue sobreviviendo a pulmón y gracias a la inventiva y la voluntad de un puñado de cineastas.
Es difícil no sentir melancolía luego de ver El manicomio. ¿Recuerdan cuando, poco tiempo atrás, un grupo de jóvenes viajaba con el alma despreocupada por la ruta? Y si sentís sed es porque te acordás del sol que encendía el asfalto, climatizaba la atmósfera y ponía a hervir las hormonas de los personajes. En algún momento, inesperado por ellos y esperado por nosotros, una rueda pinchaba o el motor anunciaba con respiración asmática la falta de combustible. Ante este percance, los cuerpos perfectos bajaban del auto y caminaban –vestidos de gala con sus remeras y pantalones ajustados al cuerpo, el aroma amenazante del sexo y el terror– en un desfile de estereotipos tallados por la falta de ingenio y empanados y fritos por el desierto redneck. Estas películas al menos generaban el deseo prehistórico por la sangre y el fuego; también jugaban, tal vez sin proponérselo a sí mismo, con la expectativa por encontrar una sorpresa valiosa escondida en el derrumbe de clichés. Vimos muchos films así, apenas competentes; pero en estos al menos la cámara estaba ubicada con criterio. En El manicomio el movimiento hiperactivo general apenas nos hace sentir dentro de la historia; es una Alemania fría, distante y anémica como todos se pueden imaginar, imposible de sujetar, imposible de vivir. El director Michael David Pate falla en su intento por llevarnos a otro lugar, por calibrar nuestro oído al miedo gritado en otro idioma, por creer que el terror no tiene que importar la materia prima de otros sistemas cinematográficos. Como en la reciente Gonjiam: Hospital maldito, un grupo de youtubers deciden pasar una noche en un edificio abandonado solo para aumentar la cantidad de seguidores en sus redes sociales. Ahí están ellos: los dos jóvenes que suben a su canal de YouTube todo tipo de bromas (lamento no graficar el momento con un ejemplo local), una chica que insiste en la importancia del interior de las personas desde su mundo de porcelana y otra, más delicada y por donde pasará una porción de las decisiones narrativas del film, dedicada a ayudar a la gente que la sigue a enfrentar sus miedos. Si se lee con atención y paciencia el párrafo anterior parecería que estos personajes son atractivos y hasta algo complejos. Y lo serían si no fuese que en este found footage demasiado apresurado apenas se distinguen unos de otros. Como los fantasmas que deambulan en los hospitales abandonados del mundos, estos youtubers no se mueven por la gracia de la independencia y el desparpajo que los caracteriza, llevan sus cuerpos cargados de ectoplasma de un pasillo a otro. Actualizada únicamente por la excusa que lleva a los protagonistas a meterse en problemas, en El manicomio los cuerpos no son más que eso, cuerpos invernales cubiertos de ropa pero huecos de seducción. Es algo más que una cuestión de piel.
De Alemania y dirigida por Michael David Pate llega esta película de terror del subgénero del found footage, sobre un grupo de youtubers que deciden entrar a un hospital abandonado y documentarlo. A simple vista, El manicomio comparte una premisa demasiado parecida a la de una película de terror japonesa estrenada hace unos meses en nuestro país, Gonjiam: hospital maldito. En ambas un grupo de youtubers se introducen en un hospital abandonado para registrarlo todo en su afán de conseguir, claro, más visitas y seguidores. Así como en la película japonesa lo singular era que utilizaban uno de los sitios elegidos de manera real como más terroríficos del mundo, en El manicomio lo que podría llamarnos la atención proviene del contexto: la época en que funcionó ese hospital, durante plena ocupación nazi. ¿Aprovecha esto El manicomio? No, la verdad es que podría ser la historia de cualquier hospital abandonado. Lo que le importa a su realizador Michael David Pate, junto a su coguionista Ecki Ziedrich, es retratar a la juventud actual, la que vive de apariencias a través de lo que transmite la pantalla de un celular, la que necesita que le digan constantemente, aunque sean desconocidos, lo lindos y buenos que son en lo que hacen, y estar probando que siempre son mejores que los otros. Pate retrata a sus personajes como vacíos y superficiales, incluso a quienes tienen un mayor protagonismo y amagan con un poco más de dimensión, por lo que resulta imposible durante toda esa estadía empatizar con alguno. Por pertenecer al subgénero found footage (de metraje encontrado), el film no cae, como tantos, en imágenes mal filmadas y una cámara más inquieta de lo normal; al contrario, entiende que hoy en día es fácil con un teléfono generar una buena imagen con buen sonido y a nivel técnico es donde resalta El manicomio. Si bien durante el último tercio hay una vuelta de tuerca interesante (y la película apuesta más al gore y a la sangre), el final resulta de lo más predecible. En el medio, algunos sustos bien elaborados, personajes que se comportan de la manera más inverosímil, una historia de fondo sobre el lugar que queda relegada.
Un grupo de youtubers se adentran ilegalmente en la sombría y remota Heilstatten para realizar un challenge por 24 horas que esperan se vuelva viral. Pronto comprenderán que no están solos y que no son bienvenidos. Estética de found footage variable youtubers. Ya es todo un género, sin duda. El problema es que no hay mucho margen para contar la misma historia muchas veces. Gonjiam: hospital maldito, película coreana estrenada en Argentina hace un año tenía demasiados puntos en común con este título y quien la haya visto antes que a El manicomio no querrá ver una versión muy inferior de una historia parecida. Y quien no haya visto ninguna de las dos debería ir solo por la película coreana porque era mucho mejor. Acá el guión pasa por tantos lugares comunes que se trata más de un trámite que del disfrute de seguir una historia. Un caso típico de varias vueltas de tuerca. Cuando ya no importa nada de lo que pasa y la película sigue haciendo piruetas frente a la indiferencia de los espectadores.