La rebelde Con la llegada de Semana Santa algún estreno relacionado a la celebración siempre se suma a la oferta de la cartelera. En muchas oportunidades esas películas, además de tener una connotación religiosa profunda, intentan adoctrinar sobre valores, virtudes, y otras yerbas. El caso de María Magdalena (Mary Magdalane, 2018), de Garth Davis (Un camino a casa), protagonizada por la enigmática pero eficiente Rooney Mara, Joaquin Phoenix y Chiwetel Ejiofor, entre otros, trae una mirada diferente y evita caer en la lección. María Magdalena trata sobre la épica de Jesús en Nazareth, y el rol de la mujer en el surgimiento del movimiento evangelizador y político detrás de los pasos del hijo de Dios. Comenzando por construir de manera sólida el espacio en el que se desarrollarán los hechos, el guion de Philippa Goslett y Helen Edmundson destaca el momento histórico en el que María Magadalena debió enfrentarse a todos para poder empoderarse y así encontrar su verdadero camino en la vida. El patriarcado eclosionado por la llegada de un predicador, el que, aparentemente, logra revertir algunas cuestiones políticas y económicas para aquellos que piensan diferente al régimen autoritario en el que habitan. María deberá primero luchar en el seno de su familia la posición con la que decidirá avanzar para tomar posesión de sus convicciones, y luego en la propia sociedad que ve con malos ojos que siga a un “loco” que lo único que hace es prometer una vida diferente a aquellos que lo escuchen. Garth Davis formula hábilmente los dos momentos, uno en el que María está más presente a través de rutinas diarias, especialmente asignada a las mujeres, y otro en el que acompaña a Jesús a través de lo que constituiría los últimos días de su vida. En el medio se cuelan ideales, anhelos, expectativas, no sólo relacionadas a la mujer, sino a cada uno de aquellos que siguen al líder. Al igual que acontecía en su ópera prima, el director revisita lugares comunes dotándolos de un nuevo sentido y resignificando palabras ya escuchadas o leídas en otros lugares. La cámara en constante movimiento, y el encuadre posicionado símil “espiar” las acciones, ofrecen un verosímil documental a las imágenes que refuerzan el despegue de María Magdalena de otras propuestas de características similares. Rooney Mara compone a María con mínimos gestos, evitando el golpe bajo y el histrionismo excesivo en momentos claves del relato. La secunda un gran cast, el que termina consolidando las líneas narrativas propuestas por el guion, destacándose Joaquin Phoenix como un Jesús, acaso, el más humano que hasta el momento haya ofrecido el cine. En las actuaciones, y en su acercamiento diferente a un tema que siempre había sido mantenido de manera tangencial radica el potencial de una película que podría haber caído en lugares comunes y estereotipos, pero que prefiere deambular entre el biopic más tradicional, sin abusar de sus parámetros, y construir una historia atrapante sobre la pasión que mueve a seres que buscan su libertad y razón de ser.
En los días que atravesamos esperamos la película alusiva a la fecha, y llegó “María Magdalena” con dos grandes actores como Rooney Mara y Joaquin Phoenix, dirigidos por Garth Davis. Distinta a todas las películas que mencionaban a María Magdalena como a una prostituta, en éste caso se la reivindica como una mujer de familia que simplemente no quiere aceptar un matrimonio que su padre tiene “arreglado” para ella con Efraín, un viudo con varios hijos. Mientras tanto, el Pueblo espera al Mesías que traerá la tan ansiada Paz al Pueblo Judío. Como María Magdalena no quiere casarse, llaman a un “curandero”que resulta ser Jesús para que la exorcise del “mal’ que la aqueja.Ella siente curiosidad por ese hombre que le habla de paz y dejarlo todo por el prójimo, por lo que decide abandonar a su familia, que le da vuelta la espalda para siempre y seguirlo junto a algunos hombres que se convertirán en sus apóstoles, en un futuro cercano.María Magdalena es bautizada junto a mucha otra gente y en Galilea predican la palabra de Dios y también bautizan, además de que Jesús realiza sus primeros milagros. El resto es historia conocida pero siempre digna de ser vista con otros ojos .La Dirección de Arte, Vestuario y Fotografía son fabulosos y la cámara de Greig Fraser demuestra que es perfecta tanto con luz natural como en cualquier set Dos de los apóstoles a destacar son Pedro (Chiwetel Ejiofor) y Judas (Tahar Rahim). Quizás lo más emotivo de la historia fue que, sin dejar de ser una Biopic, María Magdalena desafía a su familia en tiempos en que eso era impensado por ir tras El Mesías, alguien en quien ella creía verdaderamente con auténtica pasión. ---> https://www.youtube.com/watch?v=zBsSiDRrn3w
Lo más asombroso de esta película no es Joaquin Phoenix como un Jesús revolucionario, ni ver a Rooney Mara (Carol, La chica del dragón tatuado) como una María Magdalena mesiánica, ni la bravura con que Garth Davis (Un camino a casa) encara a los personajes bíblicos, ni que Chiwetel Ejiofor -negro- sea Pedro, sino la revisión del relato en sí mismo. Porque esta seguidora de Cristo no es la prostituta que supimos -o mejor, nos hicieron- conocer, sino que es más acorde a las últimas visiones dadas desde el Vaticano. María Magdalena aquí es una mujer que lucha por lo que cree, que se aleja de su familia para seguir a un Jesús, sí, revolucionario, y que se convierte en la primera testigo de su resurrección. La que lo acompaña, cree en él. Hasta Martin Scorsese, que la reflejó en La última tentación de Cristo -era Barbara Hershey-, se pondría colorado. Los católicos más conservadores tal vez no comulguen con esta versión. Pero están los hechos bíblicos y, salvo las reinterpretaciones apuntadas, todo sigue más o menos como de costumbre. Darle el rol de Jesús a Phoenix -la antiestrella- fue claramente un acierto. Lo mismo pasa con Rooney Mara, con su rostro entre angelical y de porcelana. Para los tiempos que corren, en esta versión aggiornada y actual María Magdalena abrazaría seguramente al movimiento #MeToo -hay que ver cómo la tratan algunos hombres-. La dirección de arte, el vestuario y la iluminación hablan de un logro mancomunado. Aquellos que busquen la grandilocuencia de La Pasión de Cristo difícilmente la hallen. La crucifixión está resumida, no hay regodeo con la violencia, aunque algunos momentos sí son fuertes. No es que el director australiano dé todo por sentado ni que quiera imponer su visión. Pero está nueva campanada, después de haber oído tantas sonando con el mismo tono, es bienvenida.
El revisionismo histórico llegó hasta el Evangelio y hoy, la historia de María Magdalena es vista a través de nuevos ojos. Figura clave de la tarea apostólica, su relevancia está cifrada en su vibrante convicción. Incómoda en su familia judía por su negativa al casamiento y al mandato paterno, María Magdalena -por momentos afectada por reverberaciones solemnes- se afirma en lo humano como camino hacia lo divino. El director Garth Davis, pese al tono de correcto academicismo, captura algo de la radical libertad de su protagonista en su sacrificio inaugural y su personal calvario. Rooney Mara demuestra, como en Carol, que la esencia de su actuación está en su mirada.
Detrás de todo hombre hay una gran mujer. Detrás del Mesías, aclaro que no estoy hablando de la celeste y blanca, sino del mismísimo Jesús de Nazareth esta vez en la piel de Joaquin Phoenix, secundado por un grupete de actores y la estelar presencia de Rooney Mara en la piel de María Magdalena. De ahí el nombre de esta producción, dirigida por Garth Davis, que busca cierta reivindicación de género y de la figura ninguneada por el catolicismo, recuperada por el Papa Juan Pablo Segundo pero que a partir de la sentencia del Pontífice Gregorio Magno en el año 591 fuera caratulada como prostituta, adúltera, para separarla de toda la impronta catolicista y el dominio de los Evangelios. Si bien la propuesta ensalza en cierto sentido la importancia de María Magdalena en el derrotero de Jesús, su profunda convicción en las enseñanzas y mensaje revolucionario del Rabi -así se lo llama en la película- se queda a medio camino entre un film ilustrativo y otro cargado de ideología feminista. A través del juego y la complicidad, los niños son los únicos que logran desconectarse un poco de aquella situación de vulnerabilidad socioeconómica que los envuelve, creando así su propio microcosmos. El encargado del hotel, Bobby (Willem Dafoe), es un tipo comprensible que tiene total conciencia de los infiernos que atraviesan las personas que llegan allí y por eso intenta de alguna manera proteger a los chicos de las sombras que bordean la miseria. El drama de Baker se siente tan natural en la forma en que la cámara sigue a los pequeños y nos muestra a partir de su mirada cómo es vivir bajo la penumbra de un lugar pensado para albergar la magia del cine y los sueños imposibles que podría decirse que roza el género documental. La interpretación de los niños, sobre todo la de Prince con ese descaro y carisma que la caracteriza, resulta sumamente realista y conmovedora. Uno de los aspectos a destacar dentro de la filmografía del director neoyorkino es que bajo ningún término pretende ser complaciente, vendiéndole al espectador un sentimentalismo barato y ultra enfatizado que constantemente es usado en la ficción para retratar a personajes excluidos por el sistema. Baker se sirve de la crudeza de la cotidianeidad y la ironía del sueño americano para entregarnos una mínima muestra de la realidad, cuyo impacto dramático radica en la simpleza narrativa. “Este es mi árbol favorito, porque se cayó y sigue creciendo” le confiesa Moonee a su nueva amiga Jancey (Valeria Cotto). Una analogía que cala perfecto en la vida de estas niñas que a pesar de la tormenta continúan firmes, quizás mucho más que aquel castillo forjado a base de las falsas ilusiones de un régimen salvaje.
Estrenada seguramente en un momento comercialmente equivocado, lo más lejos posible de la próxima ceremonia de los Oscars, tenemos lo nuevo del director de Lion. Si con su debut consiguió seis nominaciones (incluyendo la de Mejor Película), seguramente Garth Davis tiene entre ceja y ceja las estatuillas doradas como para continuar su carrera con este film de tiempos bíblicos en los que todo aspecto parece apuntar a los galardones de final de temporada. Una especie de biopic eligiendo a una de las personalidades históricas más mistificadas y a la vez ignoradas de toda la religion cristiana: María Magdalena. Personaje defenestrado por parte de la Iglesia, es un relato que busca redimir su nombre así como levantar su ícono en una época en la que la figura femenina se encuentra más que nunca luchando por derechos como la igualdad. Protagonizada por algunos nominados al Oscar como Rooney Mara, en el rol titular, y Joaquin Phoenix interpretando al mismísimo Jesús. Dos actuaciones de gran calibre que se encargarán de alivianar cualquier problema que surge en el guion, así como mantener la atención del público, ofreciendo composiciones en donde todo detalle puede ser apreciado, complementando así una realización casi minimalista. Con diálogos susurrados en medio de un silencio interrumpido, más ocurrentemente por vientos del desierto que por música, es un tipo de cine para aquellos fanáticos acostumbrados a su dinámica. Secuencias con largos silencios, conversaciones más teatrales que realistas e incluso una fotografía que apunta a lo natural. En cuanto a lo técnico, hay que decir que ese objetivo visual se logra de gran manera gracias a un gran trabajo por parte de vestuario y producción en general, entregando ambientes que los familiarizados con la historia cristiana encontrarán inmediatamente conectados a los relatos biblícos. Podrán ser detalles, pero cuando el desierto, las casas e incluso las grandes rocas elegidas para dar sermones a su alrededor terminan por verse exactamente como deberían, ayudan de gran manera a transmitir cualquier tipo de guion a la gran pantalla con mucha más fácilidad. Quizás uno de los mayores problemas del film sea lo transparente que es en cuanto a sus ideales. Durante la gran mayoría del tiempo estaremos escuchando diálogos que, aunque no refieran directamente al feminismo, terminen siendo como si todos y cada uno de los personajes gritaran alternativamente su posición, estando a favor o en contra del mismo. Un film con subtexto es apreciado cuando ve la luz del día en contadas ocasiones, pero cuando es claramnte el objetivo de todas y cada una de sus escenas termina por perder valor la forma en que elige llevarse a cabo. Todo lo que rodea al guion parece poner su parte como para llevar a buen puerto la historia, pero termina siendo por las falencias del mismo que este noble film no alcanza a satisfacer de la manera que podría hacerlo. Si seguramente sus productores esperaban llegar a imitar aunque sea minimamente el éxito comercial de “La Pasión de Cristo”, la audiencia acabará deseando no estar viendo lo que parece ser un inevitable producto hollywoodense demasiado esteril y suavizado, que se encargó de aguar todo el valor que podría tener el guion original. Se trata de un concepto que contaba con todas las herramientas para ser más de lo que al fin y al cabo es, y eso es una verdadera lástima.
Propuesta bíblica con suficientes puntos por encima de la media. Llegada la temporada de Pascuas, no es nada extraño que desembarque en salas alguna película con Jesucristo como personaje o tema. Habitualmente ellas suelen adolecer de materia narrativa, pero este año con María Madaglena lo que nos toca ver es algo cercano a una excepción. Es decir, una película que narrativamente hablando tiene equiparada la balanza de las virtudes y los defectos, cuando suele ser todo lo contrario. Sobre esta piedra edificarás mi Iglesia María Madgalena cuenta la historia de la figura bíblica en cuestión, desde que es una joven que se rehusa a seguir el mandato paterno para unirse a la cruzada de Jesucristo, siendo testigo de todos los eventos cruciales que ayudan a forjar su leyenda. En materia guión, la primera mitad de la película se mantiene bastante firme, develando detalles de la historia de Maria Magdalena que no son muy conocidos por el público general, arriesgándose a proponer una versión radicalmente distinta de la reputación que tenía: acá no van a ver apedreamientos por ser adúltera, el apedreamiento es un ahogo en el río para “sacar los demonios”, y el adulterio aquí es el “descaro” de salir a rezar por su cuenta y no al mismo tiempo que los hombres. La segunda mitad desinfla un poco, ya que se adentra en la historia Crístiana con la que todos hemos crecido y por lo tanto no guarda ninguna sorpresa. No obstante, es necesario señalar dos detalles: primero, que en todo momento elude los lugares comunes o los limita a lo esencial. Por ejemplo, la Última Cena no tiene nada de la intriga de predestinación conocida por todos, sino que queda reducida simplemente a eso: una cena. Se parte el pan, se reparte y nada más. Breve, sencillo y sin tanta elaboración. El segundo detalle es que jamas abandona el punto de vista de la protagonista. Desde luego que la cuestión romántica que se le adjudica junto a Cristo es abarcada y palpable desde el subtexto, pero -sin importar que sea en la superficie o debajo de ella- es siempre un amor ilustrado de una forma más afectiva que lasciva. En materia interpretativa tenemos una muy buena labor protagónica de Rooney Mara. Joaquin Phoenix es un Cristo competente, siendo una figura pacifica pero también haciendo hincapié en la rebeldía que se sabe tenía aunque pocas veces fue abarcada. Chiwetel Ejiofor entrega una labor digna como un Pedro muy distinto del que hemos escuchado hablar. Todo esto está complementado por una competente dirección de Garth Davis, con una propuesta visual en la que predomina una paleta de colores clara y desértica, aparte de saber jugar con lo que cada lente de la cámara tiene para ofrecer. Conclusión María Magdalena es un producto logrado. Si bien le queda grande el mote de “obra maestra”, está bastante por encima de muchas epopeyas bíblicas recientes. Una mirada distinta, literal y metafóricamente.
Una figura tan maltratada por la historia oficial, el verdadero rol de María Magdalena en relación a Jesús y su papel como una apóstol importante, luego de siglos de ser marcada como una prostituta arrepentida que siguió al Mesías, con un rol mínimo a su alrededor, prometía mucho. Reivindicada por la Iglesia Católica, las guionistas Helen Edmundson y Phillipa Goslett, centran su relato en esta mujer. El director Garth Davis (El mismo de “Camino a casa) eligió apostar por la belleza de su protagonista (Rooney Mara) y ubicarla en un estado de contemplación y silencio, de firme rebeldía con su entorno patriarcal, de mujer frágil pero también fuerte como para renunciar a su familia y al destino reservado para las mujeres, un casamiento temprano y un exorcismo brutal ante su negativa a obedecer. El enfoque es el correcto, los rubros de iluminación y ambientación perfectos. Sin embargo con las buenas intensiones no alcanza. Primero porque después de ese primer paso todo lo que se presenta no transgrede en nada a los textos bíblicos, se obvia con minuciosidad todo contacto que no sea una atracción carnal entre ella y Jesús, pero tampoco su comunicación espiritual es profunda. Por otra parte la elección y el estilo de actuación de Joaquín Phoenix es por demás curiosa. Un Cristo adormecido, cansado, lejos de cualquier estudio para un hombre que vino a sacudir las estructuras espirituales y del poder de la época. Ni Mara ni Phoenix lograron profundizar en sus personajes. El resultado del film es entonces una invocación de belleza, de sutil registro, de muy buena ambientación y vestuario, pero que no despierta interés y lo que es sin dudas un pecado, aburre. Una pena cuando estaba todo dado para marcar una diferencia con las películas bíblicas que se estrenan cerca de semana santa. Tiene sus virtudes frente a violentas y crueles aproximaciones al sufrimiento de Jesús. Pero no le alcanza solo con ser innovadora.
Aunque desde 1969 la Iglesia Católica, por obra del papa Pablo VI, dejó de considerar a María Magdalena como una prostituta arrepentida, en la cultura general esa fue la imagen con la quedó asociada este personaje bíblico. No bastó con el hecho que Juan Pablo II luego la revindicara como “la apóstol de los apóstoles, dentro del arte durante mucho tiempo se la retrató como una mujer penitente y poseída por demonios, quien era rescatada por Jesús de una lapidación. El cine tampoco fue muy amable con ella, ya que a menudo se la presentó como la amante clandestina de Jesús (La última tentación de Cristo, El código DaVinci) o en el peor de los casos como la prostituta enamorada del Mesías (Jesus Christ Super Star). Dentro de este contexto la película del director Garth Davis (Un camino a casa) presenta un enfoque revisionista de esta historia que redime la imagen de María Magdalena. Con una marcada impronta feminista, el relato de Davis retrata a la protagonista como una mujer comprometida con una búsqueda espiritual interna más que con los roles femeninos que demandaba la sociedad de su tiempo. Rooney Mara, quien sobresale con un gran trabajo en este papel, encarna a una joven que se niega a casarse y tener hijos, algo que despierta el repudio de su familia. A partir del encuentro con Jesús vemos como se despierta su vocación de servicio y el rol prominente que eventualmente adquiere entre los apóstoles. La película tiene un comienzo muy sólido con el origen de María Magdalena que sobresale como una mujer fuerte e independiente que se anima a desafiar las imposiciones de una sociedad machista. Un detalle interesante para destacar de este film es que las guionistas Helen Edmundson y Philippa Godslett evitaron retratar la relación de la protagonista con Jesús como un vínculo romántico, para concentrarse más en la dinámica del maestro y la discípula. A lo largo de la trama la única integrante de los apóstoles que parece entender por donde pasa la esencia del mensaje del Mesías es Magdalena mientras al resto se los ve e más dispersos con las tensiones políticas de Jerusalén. Esto eventualmente genera un fuerte conflicto ideológico entra ella y Pedro (Buen trabajo de Chiwetel Eljiofor), quien está convencido que él es el único que puede fundar la iglesia de Cristo. El director Davis desarrolla este relato a través de un puesta en escena muy bella donde sobresalen especialmente la fotografía de Greig Fraser (ganador del Oscar por Un camino a casa) y la excelente banda sonora de Jóhann Jóhannsson (Arrival), quien falleció el mes pasado a los 48 años. La solemnidad que predomina en la narración del director por momentos genera que la película se vuelva algo densa, pero después vuelve a recuperar su atractivo en el tercer acto cuando se concentra en los hechos de La Pasión. María Magdalena tuvo la ventaja de contar con un gran reparto donde sobresale también Tahan Rahim en una encarnación diferente de Judas que no se había trabajado en el cine. ¿Y Joaquin Phoenix como Jesús? Ese es un tema que va tener una recepción diferente en cada espectador. Al margen que siempre me costó comprar al Jesús blanco de ojos celestes, en este caso puntual la versión de Phoenix no me terminó de cerrar demasiado. El actor abordó el personaje como un hippy californiano de los años ´60 y aunque está muy correcto en los momentos emotivos no termina de convencer en el rol. Creo que dentro de las últimas representaciones más humanistas que surgieron sobre Jesús, Rodrigo Santoro hizo un trabajo superior en la remake de Ben-Hur. Para resumir, dentro de las recientes propuestas del cine bíblico esta película se destaca entre las más interesantes y consigue rescatar la figura de María Magdalena de los retratos misóginos que tuvo en el pasado
En su segundo film, "María Magdalena", el australiano Garth Davis realiza un clásico relato bíblico aportándole austeridad y un tibio asomo crítico. Así como las dos últimas del año significan para la cartelera, la presencia de tan solo uno o dos estrenos, y de cajón seguro alguno navideño y/o animado. Esta semana que atravesamos ahora significan dos cosas. Feriado extra large y primera aparición de los tanques de la temporada otoñal, y el estreno de alguna película religiosa, muy preferentemente bíblica. Las películas que narran la llamada Pasión de Jesús son como las comedias buddy movies de espías y/o policías, todos losaos hay por lo menos una. Este 2018 presenta "María Magdalena", que sí, cuenta la historia que vimos en "La Pasión de Cristo", "Jesús de Nazareth", "La resurrección de Cristo", o "Hijo de Dios", entre muchísimas otras; pero se “diferencia” en hacerlo desde el punto de vista de la única apóstol mujer, María Magdalena. Comparándola con las tres películas que nombramos, "María Magdalena" no tiene ni el gigantismo de "La Pasión de Cristo" (ni hablar de su morbo) y "Jesús de Nazareth"; ni resultan tan “machacadora” en sus postulados como "La resurrección de Cristo" o "Hijo de Dios". Para ser justos, el tono adecuado del film de Garth Davis es bastante similar a la correcta y algo desapercibida "El nacimiento "de Catherina Hardwicke. Contar una historia, sin demasiados artilugios, y en un clima seco pero apacible. Rooney Mara es María Magdalena, una joven que rechaza su matrimonio impuesto y posee una ferviente devoción religiosa. Ella cree en las palabras del peregrino, el Raví que se encuentra conquistando a una parte de a población, y produciendo un fuerte rechazo en la otra. Su familia desprecia su religiosidad, y cuando decida no contraer el matrimonio, será sometida a una vejación de la que solo saldrá anímicamente con la ayuda del Raví que se hace presente y la acoge. A partir de entonces, María se unirá al grupo de seguidores del Raví, que, por supuesto, no es otro que Jesús, en la piel de Joaquin Phoenix. María tratará de convencer a otras mujeres, las defenderá del maltrato, e irá tejiendo una relación muy profunda con Jesús, siempre expresada desde la devoción. Haciendo uso de algunos saltos temporales, la historia irá avanzando durante todo el proceso de catolización y más precisamente durante la llamada Pasión. El guion de Helen Edmundson y Philippa Goslett (esta guionista de "How to Talk to Girls at Parties", el último film de John Cameron Mitchell) denota el poseer pluma femenina. Sin pretender ser un alegato feminista ni nada cercano, otorga siempre el punto de vista a María Magdalena, y pone el foco en su relación con Jesús y la religión desde su condición de mujer. Ayuda a otras mujeres amenazadas, cuestiona los mandatos femeninos de ese entonces, y hasta se anima a un análisis de la relación de los apóstoles entre ellos y para con ella. Una última placa que aclara la “confusión” que hubo históricamente sobre su figura (ser considerada por un Papa como prostituta), deja en claro sus intenciones de reivindicar su figura como la elegida por Jesús. Davis aplica algo que ya había utilizado en su premiada Lion, ese tono medio, cálido, aunque rústico, que no abusa de las puestas, y se nutre de cierta austeridad de recursos. En aquel film le sirvió para ejemplificar una vida signada por la miseria – aunque recurría desde el guion a algún golpe bajo –, aquí se encuentra adecuado para narrarla vida de estos apóstoles que lo dejan todo para seguir sus creencias. "María Magdalena" no pone el foco en la flagelación (es más, la crucifixión en sí no ocupa demasiado metraje), tampoco resulta extremadamente declamatoria sobre las creencias católicas (dentro de la consideración de ser este un film católico, por supuesto). Lo único a criticar desde este punto, es una construcción de diálogos demasiado solemne, por momentos, bastante recitada. A medida que avance, "María Magdalena" irá poniendo más el foco sobre los apóstoles, y en determinado momentos, sobre todo en sus tramos finales, se animará a una muy solapada crítica hacia la figura de Pedro (Chiwetel Ejiofor) y la construcción de en lo que se terminaría convirtiendo la Iglesia Católica, bastante alejada de las ideas originales de Jesús. Hasta encuentra una suerte de redención de quien fue Judas, poniéndolo en el lugar de una desconfianza generalizada entre los apóstoles y un arrepentimiento póstumo. Esas luces dan la esperanza de algo que no llega a concretarse del todo, no pasa mucho más allá de una cáscara. Aún así, es algo, a diferencia de otros films mucho más panfletarios. Rooney Mara se encuentra correcta, pero no logra destacarse. Lo mismo podría decirse de Joaquin Phoenix. El film de Davis no es actoral. Propuesta clásica, "María Magdalena" es una elección correcta para quienes se inclinen por un film religioso, sin tomar demasiados riesgos cuenta la historia desde otro ángulo, y aunque sin diferenciarse del todo, logra algún destello original.
Intento de aggiornar el relato católico El estreno de María Magdalena, segundo trabajo del australiano Garth Davis, que tiene lugar con el inicio de la tradicional Semana Santa, vuelve a dar pruebas del oportunismo de la industria cinematográfica, que para cada fecha todos los años tiene al menos una película en cartel. En este caso se trata de una nueva versión del personaje femenino más importante del Nuevo Testamento después de la Virgen María. Una versión que, coherente con su propia época, se permite releer el lugar y el perfil que en los Evangelios se le atribuye a la Magdalena a partir de la forma en que hoy se percibe a lo femenino. En esta caracterización ya no se la define como prostituta, sino como una mujer que no se siente a gusto respetando el deber ser femenino y que por ello es víctima de los prejuicios de los hombres. Empezando por su padre y su hermano mayor, que ven en su actitud los signos de la posesión demoníaca. Pequeñas delicias del patriarcado. Este giro en la forma de encarar al personaje permite pensar que la etiqueta que se le calza en los textos sagrados no es diferente a la categoría de bruja, aquella que la Iglesia utilizó para torturar y asesinar a las mujeres que no encajaban en el molde femenino que la institución le imponía (o le impone) a las integrantes de su feligresía. En ese sentido la película de Davis, cuyo guión fue escrito por dos mujeres, puede ser percibida como revulsiva. Pero si bien se trata de un relato que a su modo quiere ser revolucionario en su forma de abordar ciertos paradigmas, no es menos cierto que este ha sido formulado de un modo conservador en lo cinematográfico. En ese sentido la utilización de la banda sonora es representativa de esa forma, construyendo siempre en el mismo sentido en que se lo hace desde la acción o lo visual. Solo en contados momentos la música consigue aportar algo más que el subrayado emotivo más obvio. Uno de ellos es durante la resurrección de Lázaro, en la que la composición se vuelve ominosa, como si en realidad se tratara (y de algún modo lo es) de la escena de una historia de fantasmas. Esa formulación conservadora con pretensiones de rebeldía deja al desnudo un intento de aggiornar el viejo relato católico. Incluso la propia película revela de forma involuntaria, que detrás de esta forma “nueva” de ver al personaje no hay una voluntad rupturista, sino que se trata de un mero adaptarse al nuevo perfil que el papa Francisco intenta imponerle a la iglesia romana desde su asunción. Esto queda en evidencia justo antes de los títulos finales, a través de un texto que informa que mediante un decreto de 2016 la Iglesia le otorgó a María Magdalena el mismo estatus litúrgico que al resto de los apóstoles, reconociendo así el protagonismo que siempre tuvo, pero que una etiqueta ofensiva relegaba a un papel de reparto. Es por todo eso que, más allá de lo estimulante que puede resultar ver a Joaquin Phoenix interpretando al Jesús más border de la historia, la película no pasa de ser una obra pastoral.
Semana Santa, calendario histórico para el estreno de películas con contenido religioso. Ahora con esta puesta a punto, desde el cine, de la revisión que hizo la iglesia, en un ayer nomás, de la figura de María Magdalena. El director australiano Garth Davis (Lion-Camino a casa) se propuso contar la "historia real" detrás de la controvertida MM, ni prostituta ni novia de Jesús sino una más entre los apóstoles, discípulos que seguían al mesías y lo acompañaron hasta la cruz. Según el film, fue ella, interpretada por Rooney Mara, la última que se quedó junto al líder y la primera que lo vio resucitar. Davis registra, en los mejores momentos de la película, la eterna violencia derivada del fanatismo, entre hombres que, intentando acercarse al santo milagroso -Joaquin Phoenix, intenso Jesús algo lunático-, terminan peleándose entre ellos. Y lo hace sin regodeos sangrientos innecesarios, destacando en cambio la fuerza de los vínculos con apóstoles que le compiten en intensidad creyente, como el Judas de Tahar Rahid. Tanta intensidad puede hacerse algo pesada para un relato que pretende contar la verdad detrás del viejo cuento. Seguramente, MM será más entretenida para los interesados en el tema o amantes del cine bíblico. Para los demás, ese tono solemne que recuerda en cada toma que estamos frente a algo muy importante, se siente algo excesivo.
Hay otra María Magdalena y Garth Davis quería que se supiese. Para eso eligió a Rooney Mara, con un rostro entre etéreo y sufrido, y Joaquin Phoenix, capaz de interpretar a un Jesús tan rebelde y místico como terrenal y expresivo. Esta María Magdalena sigue a un hombre que lleva el mensaje de Dios. Cree en El y se convertirá en su devota, más allá de la resistencia de su familia que sólo quiere que se case con un hombre que no ama. No hay ninguna referencia a su “título” de prostituta y la película se encargará de referenciarlo en el texto del final. El director muestra a una María a tono con la mujer de los tiempos actuales, que es capaz de luchar por los derechos que le corresponden, que reniega de los mandatos establecidos y que sostiene: “Haré que me escuchen, no me callaré”. La película relata el derrotero de los apóstoles en el camino que va desde la idea de que Jesús es el enviado de Dios, hasta las dudas de Pedro (que aquí es negro y lo interpreta Chiwetel Ejiofor) y el calvario de Judas. En ese camino, con paisajes naturales que reflejan como pocas veces se vio la desolación y la crudeza de Jerusalén y Galilea, despunta el vínculo entre Jesús y María. Esa preferencia que tenía por ella y las confesiones que le hacía a solas en el monte preparan el terreno para que no haya dudas de que fue María Magdalena quien sea la primera persona en verlo a Jesús resucitado. La trama hará foco en paralelo sobre las historias de Jesús y María, sin caer en lugares comunes, ni subrayados. Incluso la crucifixión se muestra con el realismo necesario, en una escena breve y demoledora. Este Jesús es más revolucionario y creíble, y esta Magdalena se ve más combativa y también más cercana. Aunque más lejos de las Sagradas Escrituras.
Al final del film, una placa reza que en el año 2016 el papá Francisco concedió a María Magdalena la gracia de ser la “apóstol entre apóstoles”, poniendo así fin a la concepción que durante siglos describía a la mujer como una pecadora y adúltera. De esta forma, para el catolicismo, María Magdalena pasó a ser la gran seguidora de Jesús, quizás aquella que debiera haber continuado con la misión de Cristo. Mary Magdelene pone en la pantalla una nueva representación suya, interpretada por Rooney Mara, de su vida y relación con Jesucristo, esta vez encarnado por Joaquin Phoenix.
La fiel discípula de Jesús “María Magdalena” (Mary Magdalene, 2018) es una película bíblica dirigida por el australiano Garth Davis, reconocido por la nominada al Óscar “Un Camino a Casa” (Lion, 2016). El guión estuvo a cargo de Helen Edmundson y Philippa Goslett. Cuenta con las actuaciones de Rooney Mara, Joaquin Phoenix, Chiwetel Ejiofor, Denis Ménochet, Tahar Rahim e Irit Sheleg. María Magdalena (Rooney Mara), joven que proviene de una familia estricta, decide unirse a Jesús (Joaquín Phoenix) cuando él viene a predicar a su pueblo. A algunos discípulos, en especial a Pedro (Chiwetel Ejiofor), les costará aceptarla en el grupo. María conocerá a la madre de Jesús, lo escuchará y acompañará en sus momentos más difíciles. Al acercarse la Pascua, Rooney Mara llega a los cines en la piel de esta mujer tan controversial. Que si era prostituta, que si mantuvo una relación romántica con Jesús de Nazaret… varias son las versiones en las que se tomó a la figura de María Magdalena de forma equivocada. Gracias al relato de Garth Davis, conoceremos la historia auténtica de una vez por todas. La película nos presenta a Magdalena como una persona solidaria, inocente y capaz de elegir qué hacer con su vida a pesar de no contar con el apoyo de su padre. Ella es la que no quiere casarse con el pretendiente que le designaron, la que los demás creen que está endemoniada por salir en la noche a rezar sola. Cuando Jesús llega a Magdala, María ve como él realiza milagros y a través de su palabra se da cuenta que su destino no está en su pueblo sino a su lado. Apóstol de los apóstoles, Magdalena lava los pies de Jesús y va conociendo a los demás discípulos, entre ellos al traidor Judas (Tahar Rahim). La cinta, con una fotografía oscura llena de paisajes con tierras áridas, consigue dar una imagen feminista de María y colocar a la mujer en un rol tan relevante como el del hombre. Esto se puede observar en varios momentos del film, pero en particular cuando Jesús da una charla sólo a las mujeres, en las que les comunica que deben seguir el mandato de Dios y no el de sus maridos. Rooney Mara logra transmitir la pureza, piedad y bondad de Magdalena sólo con sus profundas miradas. Sin embargo, uno se queda con la sensación de que las líneas que le dieron fueron muy escasas. También hubiese sido más satisfactorio que María escuche más enseñanzas de Jesús y no que se le una ya al primer sermón. A partir de la entrada de Jesús a Jerusalén, el foco pasa a estar puesto en él y la película pasa a ser más de lo que ya vimos muchas veces (Jesús herido caminando con la cruz en la espalda, siendo crucificado y sufriendo). Aunque Joaquin Phoenix interprete bien su rol, era muchísimo más interesante ver los hechos desde el punto de vista de María Magdalena. Con un ritmo lento que puede no convencer a muchos, la cinta remonta en su desenlace al volver a centrarse en la mujer, la única que vio a Cristo vivo luego de su muerte y la encargada de llevar la buena noticia a los demás discípulos. Más discursos como el del desenlace era lo que esperábamos de ella, no obstante “María Magdalena” logra reivindicar a la joven que nunca dudó en respetar las acciones del Mesías por más que fueran incomprensibles para el razonamiento humano.
Las guionistas Helen Edmundson y Philippa Goslett (ambas debutantes en el cine), estudiaron numerosos textos teológicos e históricos, consultaron a distintos asesores e investigadores de diferentes religiones. Llega esta película dirigida por el australiano Garth Davis (“Un camino a casa”) que reivindica la figura de María Magdalena para mostrar a una mujer que predicó junto a Jesús. Aquí desaparece eso de mostrarla como una prostituta lo cual no se afirma en la Biblia; aparece María Magdalena identificada así por el lugar de procedencia Magdala (Israel, citado en la Biblia en el Nuevo Testamento). Ella vivía allí con su familia, que entre otras cosas ya le había asignado un esposo. Pero María de Magdala se sentida incomprendida y decidió seguir y ser un discípulo de Jesús, se la muestra como un valiente luchadora, que se impuso ante un mundo rodeada de hombres, en un entorno que no encajaba y en el cual quebró ciertas costumbres. Esta joven llena de bondad y ternura tiene ciertos dones, entre otros el de haber comprendido el mensaje del Hijo de Dios, además fue la primera persona a la que se apareció Jesús al resucitar. Cuenta con la muy buena interpretación de Rooney Mara (“Carol”), quien le pone matices y expresa todos sus sentimientos a través de su mirada. Su rostro y expresión física, todo gira alrededor de ella y se complementa con el Cristo de Phoenix (“Ella”, “Gladiador”), a quien llaman el curandero, es muy buena su estampa, un ser azotado, atormentado y angustiado aunque en cuanto a los rasgos físicos estaban más acordes los de Jim Caviezel, aunque en este film el personaje principal es el de María Magdalena. Dentro del elenco secundario se destacan: Chiwetel Ejiofor, Tahar Rahim, Denis Menochet, entre otros. Los rubros técnicos se encuentran muy cuidados, su ritmo es bastante pausado, una fotografía de luz tenue, con pocos colores, va más a los grises, azulados y ocres, los interiores sencillos, destruidos y exteriores rocosos, desérticos y despojados. La elección del vestuario es la apropiada, la música fue compuesta por Hildur Guðnadóttir y el islandés Jóhann Jóhannsson (este último fue su último trabajo falleció el pasado nueve de febrero a los 48 años). Se rodo en Italia a lo largo de ocho semanas en las que se filmó en Matera (Cana en el film), Puglia (Jerusalén), Sicilia (Galilea) y en Nápoles haciendo pasar la Piazza del Plebiscito por el Templo de Jerusalén. Este es un film inquietante, emotivo, espiritual, humano e intimista.
“María Magdalena” del director australiano Garth Davis (“Un camino a casa” (“Lion”, 2016), “Top of the Lake” (Serie, 2013), con guión de la dramaturga Helen Edmundson, conocida por llevar a la escena londinense bizarras interpretaciones de figuras como Mary Shelley o Juana de Asbaje y Ramírez (Sor Juana Inés de la Cruz), seguramente fue realizada bajo el beneplácito del decreto Vaticano que en 2016 permitió el ingreso de Magdalena al santoral oficial, con fiesta y liturgia propia como la de cualquier otro santo. Esta producción toma uno de los personajes más controvertidos de la cristiandad y su mito más perdurable: el de la prostituta arrepentida y redimida. La revisión de ésta figura histórica se hace a la luz del feminismo contemporáneo. Lo interesante de esta cinta, de corte bíblico, es que busca acercarse por igual tanto al espectador creyente como al laico. El filme sigue los pasos de María Magdalena (Roodny Mara, “Carol”, 2015) a partir de un día cualquiera de su vida pastoril en Magdala, y su decisión de abandonar a su familia para acompañar en sus peregrinaciones a Jesús de Nazaret (Joaquin Phoenix, “The Master”, 2012), hasta llegar a Jerusalén. Muestran también la correlación familiar en donde la figura del hermano es más importante que la del padre, propia de la cultura judeo-árabe mediterránea que continúa en la actualidad. Lo que Davis y Edmundson deciden contar no son los episodios bíblicos ya conocidos, sino los que fueron ocultados y son narrados por Evangelistas como Tomás, Felipe, Judas, María Magdalena, y los Evangelios Gnósticos. Ellos se conectan con los espacios silenciados por la tradición cristiana y que ponen de relieve una historia de amor fraternal y de revaloración del mito pagano Según Margaret Starbird (“La herencia perdida de Magdalena” (Editorial Planeta) Magdalena fue percibida por los primeros cristianos como la pareja de Jesús, en lo que se considera la unión indisoluble entre el esposo y la esposa arquetípicos. En el ámbito del imperio romano, «la unión sagrada» se celebraba con fiestas anuales en honor de la Fuerza Vital: el dios y la diosa, que representan el equilibrio de las energías masculinas y femeninas del Universo. Los paganos convertidos habían reconocido en Magdalena el papel de las antiguas diosas, cuyas ceremonias en su honor eran celebradas en el equinoccio de primavera, en los cultos de hieros gamos. La palabra inglesa para Pascua («Easter») deriva de «Ishtar», la deidad babilónica de este culto, que en la mitología cananea era conocida como «Astarté», la esposa del dios Baal. Esta identificación con la pareja del dios resucitado también está presente en los evangelios canónicos. Dado que Jesús era visto como un dios similar a Tammuz-Osiris-Dionisos por los primeros paganos convertidos al cristianismo, y como el Sol Invictus derivado del zoroastrismo, a partir de Constantino, mientras que a Magdalena se la veía como su pareja divina. Magdalena fue la más fiel de todos los discípulos. En los cuatro evangelios canónicos sólo ella está siempre presente, tanto en la crucifixión como en la resurrección. En Juan ella está sola en la tumba en ocasión de la Pascua, y el Señor la envía a sus hermanos para comunicarles que él ha resucitado. Por lo tanto, ella es el primer apóstol, palabra que en griego significa «mensajero». Magdalena es preeminente respecto a todos los otros apóstoles de Jesús que aparecen en los evangelios. Según Margaret Starbird en los primeros períodos de la experiencia cristiana con la religión era muy igualitaria, el modelo fue la correspondencia entre Jesús y María Magdalena. Hasta finales del siglo II las mujeres tenían roles muy importantes en el culto: enseñaban, predicaban y profetizaban junto con los hombres. Según Jung la criatura que más se parece a un hombre o una mujer es su propia hermana o hermano, ya no sólo porque pertenece al mismo género o generación, sino porque también comparten una herencia biológica, social y cultural. Cuando la realidad no provee de hermanos biológicos, la necesidad lleva a establecer un vínculo con otro semejante como hermano sustituto dentro de una hermandad, que los unía en ideales, historia y acción, en el que a la vez eran "dobles" o "sombras" unos de otros, tanto que será muy difícil separarlos dentro de la estructura del panteón mitológico cristiano (Jesús-Judas, Pedro –Pablo, Jesús- María Magdalena). María Magdalena también funcionó como un doble o sombra de Jesús y cerró el círculo esotérico del Maestro. Y esto se conoce por la gematría, el estudio de los números en la cábala. Borges dice en el “Golem” (El otro, el mismo) "Si como el griego afirma en el Cratilo"/ El nombre es arquetipo de la cosa. / En las letras de la rosa está la rosa./ y todo el Nilo en la palabra Nilo (...)" por otra parte, los chinos sostienen que el nombre no sólo marca el destino sino también los actos de la vida, y si excluimos el segundo nombre éste regirá más que el primero nuestra vida cotidiana. En los nombres de Jesús y Magdalena aparecen señalados sus destinos. Según la suma de los números del nombre de Jesús da 7 y representa el arma y la letra correspondiente es Zayin. El arma está ligada al Sabbat, y es muerte y resurrección. El número correspondiente a María magdalena es el 9, El Teith, cuya imagen simbólica representa el lugar de reposo del ser humano, el techo que levanta para protegerse, su coraza y, más particularmente, la mujer primordial, compañera del hombre. Si tomáramos estas referencias y la trasladáramos a los filmes que se realizaron sobre la vida de Jesús, y analizáramos cuatro (como los evangelios) de las tres últimas décadas del siglo pasado, claves, controvertidos y curiosamente realizados en cada una de ellas: “El Evangelio según San Mateo” (1964), de Pier Paolo Pasolini; “Jesús de Nazaret” (1977), de Franco Zeffirelli; “Jesús de Montreal” (1989), de Denys Arcand, y “La última tentación de Cristo”, sobre la novela de Nikos Kazantzakis (1988), de Martin Scorsese, observaríamos en ellos los vaivenes de conducta como realidades pendulares entre las vidas de María Magdalena y Jesús, entre la de Jesús y "la sombra". En estas cuatro películas, las apariencias en la realidad tienen múltiples significados, como la vida de Jesús y sus apóstoles. Ese mostrar las apariencias, como lo hacen Garth Davis y Helen Edmundson implica, siempre, una conciencia que interroga a la realidad para develarla, y a la vez para que el significado aparezca como obvio. Pero lo obvio es justamente aquello que conocíamos. Roland Barthes en “Lo obvio y lo obtuso” dice: "Es un sentido que viene a nuestro encuentro y por lo tanto también es una apariencia de la realidad". Es aquello que por ser tan visible desaparece, como el amor al prójimo o las enseñanzas del Maestro. o como esa consonancia de Jesús con María Magdalena.
LA VERDADERA PROFETA La figura de María Magdalena como la mujer que acompañaba a Jesús -interpretado por Joaquín Phoenix- a llevar la palabra de Dios o, tal vez, la prostituta arrepentida desde visiones más conservadoras que plasmaron esa imagen en las escrituras. Aquí, en esta producción anglo-australiana, su figura se encuentra más suavizada y nos muestra una mujer luchadora y humanitaria, avanzada para su época. Es decir, desde el punto biográfico, después de tanto tiempo, esta mujer incomprendida y lapidada es abrazada por la Iglesia. El nominado al Oscar por el conmovedor drama Un camino a casa, Garth Davis, revela una visión fuerte y llena de coraje de la primera mujer, que prefiere dejar todo atrás para seguir las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Quedan plasmados a lo largo de la narración su recorrido personal, su rol pastoral junto a otras mujeres en el movimiento judeocristiano y el acompañamiento personal junto al Mesías hasta la cruz y posterior resurrección. Lo más acertado en el film es el papel de Rooney Mara, cuyo rostro angelado y talento actoral la mantienen como eje narrativo. Sin embargo, María Magdalena a veces se vuelve demasiado monótona y lenta: los diálogos son efímeros y sin peso valorativo, no haciendo honor a este singular drama histórico. Phoenix como un Jesús liberal y líder social guarda cierto affaire implícito con Magdalena, que se muestra en escenas como la conversión de esta pastora en las aguas. Pero claro, sin llegar jamás al nivel de películas como La última tentación de Cristo. Aquí todo queda relegado a una postura más naif pero latente. El paisaje acompaña como un factor estable, como una pieza donde los que se lucen son los objetos animados, ya sea humanos o animales. Ahí encontramos a María Magdalena realizando arado artesanal junto a su familia o pescando con redes a orillas del bravo mar con la misma garra que cualquiera de sus cuñados varones. María Magdalena es una pieza pequeña y correcta para visionar durante y post Semana Santa junto a esa catarata de películas bíblicas que parecen nunca terminar. También resulta ser un aporte más a ser tenido en cuenta lejos de cualquier polémica que pueda suscitar su visión.
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Revisionismo religioso aggiornado a estos tiempos en los cuales el género y el feminismo imponen, felizmente, agenda, nos acerca Garth Davis con su María Magdalena. Si bien los evangelios canónicos no muestran a María Magdalena como una prostituta que, arrepentida de su vida de pecado, al conocer a Jesús se convirtió en su discípula y lo siguió en su calvario al punto de ser una de las primeras en descubrir su resurrección, las enseñanzas traspoladas en homilías y doctrinas forjaron esa historia sobre el personaje como visión predominante para los católicos. A pesar de que en 1969 el Papa Pablo VI acabó con esa idea y que en el 2016 el Papa Francisco elevó la memoria de Santa María Magdalena a fiesta en el Calendario Romano General. Aún se imprime la leyenda. Quien se refiera a los Evangelios como un relato particular y determinado para la construcción de la Iglesia Católica como central en el orbe mundial, termina excomulgado. Ahora, los cambios de timón en consonancia con los tiempos coyunturales no demuestran la calidad de relato sino la mala interpretación de los mismos, nos dicen. Lo cierto es que todo esto se conjuga para dar forma a María Magdalena. Estreno más que apropiado por las fechas de semana santa y por los aires que soplan socialmente. Pero que como apuesta cinematográfica es apenas discreta. Sin ánimo de provocar lecturas profundas o cuestionadoras, el director propone esta nueva mirada sobre María de Magdala como una hija cuya rebeldía se expresa en no querer cumplir con el matrimonio ni la maternidad para los que la mujer ha sido socialmente pensada. Rebeldía que no es poca cosa pero que tampoco se profundiza en demasía. Se pasa del grupo familiar del que ha sido repudiada al grupo de discípulos y apóstoles que tampoco son vistos con buenos ojos. Y sin mayores explicaciones su figura allí se empodera (habría que pensar también en la desaparición de Juan, el discípulo más querido, que quizá se vea fundido en esta nueva María) al punto de generar celos en Pedro (de quien sabemos será la piedra donde se construirá la Iglesia, el primer Papa), que se lo cobrará caro. Quizá sea esta disputa, breve pero central por su puesta en escena, la novedad de la película y su postura: la Iglesia (Pedro) ocultó la importancia de María Magdalena a sabiendas e intencionalmente por vanidad y sentimientos demasiado humanos. Y así se sometió a la mujer al rol de subordinada que tuvo y tiene aún en la jerarquía eclesiástica. Como es la Magdalena quien nos guía, guion y director no cuentan nada de lo que sucede -según sabemos a partir de los evangelios-, en lo que ella no haya tenido participación directa o para lo que actualizan su posición ubicándola en sitios en los que no ha sido explicitada su presencia pero tampoco parecen improbables. En cuanto a las actuaciones, Rooney Mara hace lo que puede encorsetada en un papel de santa rebelde, Chiweter Ejiofor responde al signo de los tiempos siendo un Pedro negro y Joaquin Phoenix acerca un Jesús, en segundo plano, revolucionariamente apocado. No hay nada más que un correcto y respetuoso replicar el resto de lo que sabemos ocurrirá a partir de los textos sagrados, sin mayores ideas que las ya enumeradas. Eso sí, ya se contó esta historia tanta veces, desde tantos testigos y protagonistas, que sólo resta que nos la relate la cruz desde su ser semilla hasta volverse madera que sostendrá al Cristo. A como estamos, no me parecería nada disparatado.