Nostalgia robótica al ataque El anime como hoy lo conocemos no existiría sin Mazinger Z, una creación mítica de Gō Nagai que, junto a Meteoro (Mach GoGoGo) de Tatsuo Yoshida, sentó las bases de prácticamente todo lo que vendría después y no sólo del mecha, subgénero centrado en robots de gran tamaño pilotados por seres humanos. Considerando que la franquicia en cuestión dio origen a una infinidad de obras gráficas, cinematográficas y televisivas que quedaron grabadas en el recuerdo de varias generaciones, mucho se esperaba de la nueva película que llegaría para celebrar el 45 aniversario de Mazinger Z, el cual nació en 1972 a la par en los terrenos del manga y el anime, siendo sin dudas esta última encarnación la más recordada con una friolera de 92 episodios por demás sencillos aunque poseedores de una potencia dramática extraordinaria que obnubiló a aquellos que crecimos con el personaje. Por suerte este refrito tardío arroja un resultado positivo porque cuenta con la inteligencia suficiente para incorporar todo un acervo de referencias que los fans históricos atesorarán de inmediato, llegando al punto de mantener la estructura por antonomasia de la serie de TV: el gigante humanoide, siempre comandado por Kōji Kabuto mediante el Pilder (una nave símil helicóptero con esteroides que se acopla a la cabeza del robot), lucha para detener los planes maléficos del Doctor Hell/ Doctor Infierno, un señor con pelos blancos arremolinados obsesionado con destruir a nuestro héroe para conquistar el mundo, cuyos lugartenientes principales son el Barón Ashura (mitad hombre y mitad mujer) y el Conde Brocken/ Conde Decapitado (su cabeza puede levitar por fuera del cuerpo). La colección de monstruos de metal del buen Doctor aporta la contraparte para batallas en verdad hercúleas. En otra de esas típicas jugadas contradictorias a cargo de los nipones, conviene aclarar desde el vamos que la película al mismo tiempo pretende ser respetuosa para con el pasado y aggiornar en parte el sustrato temático y formal de la saga, circunstancia que deriva en un film muy pulido a nivel estético pero que únicamente entenderán aquellos que ya estén familiarizados con los personajes de antemano, en esencia porque no se explica nada sobre el recorrido previo al comienzo de la narración. De hecho, la trama se inicia con Kōji reconvertido en científico para seguir los pasos de su abuelo y aprovechar el tiempo de paz que ofrece el uso extendido en todo el planeta de la energía fotónica luego de la derrota del villano. Su “no novia” Sayaka Yumi ahora dirige el Nuevo Instituto de Investigaciones Fotónicas y el padre de la chica, aquel Profesor Yumi, hoy es el Primer Ministro de Japón. Rápidamente nos enteramos que el equipo del Instituto descubrió un robot colosal al que denominaron Mazinger Infinity, una especie de arma destructora y creadora de mundos que a su vez es controlada por una androide llamada Lisa que queda bajo la protección del propio Kōji. Por supuesto que el perverso Doctor Hell regresa de entre los muertos con la intención de robar el Infinity y probar con un “borrón y cuenta nueva” en materia de la humanidad y todo lo que la rodea, frente a lo cual el viejo y querido Mazinger Z va a tener que volver a las andadas al grito de Kabuto de frases tan gloriosamente ridículas como “cortador de hierro”, “misiles perforadores”, “rayo fotónico”, “puños cohetes rotatorios”, “fuego de pecho” y tantas otras, ejemplos de esa imaginación febril de la infancia que no acepta limitaciones y específicamente del ideario masculino más bello y resplandeciente. En lo que atañe a la animación, nos topamos con un muy buen trabajo que combina los trazos tradicionales con el CGI en 3D para las contiendas, los robots y algunas tomas en especial, logrando una armonía visual que actualiza el enclave rudimentario original de la década del 70. Como se señaló anteriormente, la historia reproduce al pie de la letra la fórmula de antaño y más allá de algunos detalles orientados a ganarse a las nuevas generaciones (las “chicas Mazinger”, la escena cómica/ de acción con la impresora 3D, las metáforas ecologistas de fondo y la abstracción en torno al solapamiento de dimensiones paralelas), lo cierto es que el corazón de la propuesta continúan siendo las refriegas monumentales, el romance, el mal que nunca cesa y los chispazos de humor cortesía de secundarios payasescos. Mazinger Z (2017) no agrega nada particularmente novedoso, no obstante consigue la proeza de apuntalar un ejercicio digno en una nostalgia amena y enérgica, capaz de escenas disfrutables como la sádica lucha del desenlace y de momentos de poesía sutil a la japonesa como ese melancólico remate final con la nenita tarareando…
Diez años después de haber vencido al malvado Doctor Infierno, Koji Kabuto, ex piloto de la unidad Mazinger Z, se ha convertido en un gran científico. Durante una de sus investigaciones descubre un nuevo poder, pero lo que no sabe es que éste contiene la fuerza para despertar a un viejo enemigo. Es así como Koji deberá subirse de nuevo a Mazinger Z para derrotar una vez más al Doctor Infierno. “Mazinger Z Infinity” es una nueva entrega de animación japonesa traída por Toei Animation, la cual está basada en el anime de 1974 titulado “Mazinger Z”. La misma se centra en la vida de un joven piloto llamado Koji Kabuto, que luego de morir su abuelo, creador del robot gigante, le entrega el mando de éste y así comienza la historia de uno de los más grandes animes de todos los tiempos, que estableció las bases para las series sobre robots gigantes (Mechas) en las generaciones venideras. En esta oportunidad, la animación está a cargo de Toei Animation, una de las productoras principales en este género japonés que cuenta en su catálogo series como “Dragon Ball” o “Saint Seiya”, algunos de los animes más importantes de la historia. La parte visual está sumamente lograda, sin demasiada introversión del CGI (lo que arruino películas anteriores como es el caso de “Saint Seiya”), respeta a los personajes, a la historia original y no presenta muchos cambios, un alivio para los fans de la serie, ya que Toei, queriendo ganar mercado, ha cambiado y arruinado varias historias clásicas. Asimismo, “Mazinger Z Infinity” retoma uno de los villanos más conocidos, fomenta el reencuentro con personajes entrañables y hasta permite volver a ver a algunos de los robots clásicos de la serie. El film es un gran homenaje a la producción original, realmente da gusto verla si sos seguidor de la historia y sino es una gran oportunidad para descubrir esta maravillosa aventura. En conclusión, “Mazinger Z Infinity” es una gran película de animación japonesa, buena para los nostálgicos de la serie y para presentar ese tipo de animación a un público más joven.
Mazinger Z Infinity: Los clásicos nunca mueren. El animé creado por Go Nagai regresa renovado pero con la misma esencia, a 45 años de su estreno. La gente con más de 40 años aún lo recuerda como su primer animé visto. Otros quizás no vieron todos sus capítulos sino décadas después, como en una exploración arqueológica de cultura pop en la que busca nutrirse y encontrar las referencias en otros productos similares. Mazinger Z fue, en su momento, un quiebre. Una ruptura de lo tradicional en animación al presentar un personaje heroico, al establecerle fama mundial al término “Mecha”, al mostrar una violencia exagerada y monumentales peleas con monstruos gigantes y genios megalómanos. Mazinger y Koji Kabuto. Dos nombre propios que, en el imaginario popular, no pueden ser nombrados el uno sin el otro. Ese joven rebelde y heroico que todos quisimos ser. Pero así como el mundo no para de dar vueltas, como las manecillas del reloj, nosotros crecimos y Koji también: Tras 10 años de haber vencido al Dr. Hell, Kabuto sigue los pasos de su abuelo. Durante una investigación científica en el monte Fiji, Koji descubre en un yacimiento arqueológico algo que podría anunciar el regreso de su más grande enemigo. Y no es un descubrimiento cualquiera: luego de haber utilizado la energía fotónica para que el mundo por fín fuera libre de utilizar recursos naturales no sustentables, un nuevo Mazinger más grande es descubierto, junto a una joven que parece ser una Inteligencia Artificial (bastante más humana que nuestros protagonistas) y la clave para que el mundo siga en Paz o regrese al Infierno del que se había librado. Mazinger Z Infinity es un deleite para los más fanáticos (público al que va directamente destinado el film) pero también para los neófitos, o no tanto; porque es imposible no saber quiénes son los personajes, o que trama tuvo el animé, o lo que fue y significó Mazinger Z para el mundo de la animación mundial y cultura popular. Asimismo, este nuevo regreso se ve y se siente fresco, renovado, pero con el mismo espíritu; a su vez referenciando a animés que, posteriormente, bebieron de su influencia como Sailor Moon, Evangelion, Ghost In the Sheel o, incluso, Dragon Ball Z. No hay fallas en un film así, solo la nostalgia bien llevada por su propio creador que, no solo nos saca una que otra emoción por volver a ver a Koji Kabuto y su gran robot juntos de nuevo, sino que deja varios mensajes implícitos y filosóficos que, quizás, antaño no veíamos, pero que hoy en día es imprescindible planteárnoslos día a día. Por eso Mazinger Z Infinity es un gran y ansiado regreso. Quizás el mejor de todos.
Mazinger Z: Infinity surgió con la excusa de conmemorar los 45 años de la aparición del manga y el animé Mazinger Z y los 50 años del debut profesional de su creador, Go Nagai, que se cumplieron en 2017. El homenaje es total: la película no es ni más ni menos que un capítulo como aquellos que veíamos en televisión en los ‘80, pero más largo. La historia ocurre diez años después de la batalla final de Koji Kabuto y Mazinger Z contra Dr. Hell. Con el robot convertido en pieza de museo, ahora Koji es un investigador científico que trabaja codo a codo con su novia, Sayaka Yumi (la ex piloto de Afrodita). La tarea de protección de la humanidad quedó a cargo del Gran Mazinger, piloteado por Tetsuya Tsurugi. Pero el Dr. Hell vuelve a la carga, toma como prisioneros a Tetsuya y su robot, y Koji Kabuto debe volver a intervenir para salvar al planeta. Para qué negarlo: emociona volver a ver, y en pantalla grande, a pilares de la infancia como Koji, el hermafrodita Barón Ashler -gran villano-, el propio Mazinger Z, y demás personajes. Es un viaje en el tiempo oír otra vez palabras que creíamos olvidadas, como “pilder” o “scrander”, y esas órdenes que gritaba Koji: “¡Rayos fotónicos!”, “¡Puños afuera!”, etc. Pero una vez satisfecha la nostalgia, lo que queda es una historia incomprensible, una excusa demasiado rebuscada para llegar al objetivo básico: que los robots se peleen entre sí. A favor de la película, hay que decir que es fiel, tanto en estética como en espíritu, a aquellos viejos capítulos de los años felices. La conclusión es que es probable que aquel amado animé fuera tan absurdo como esta película. Por las dudas, mejor quedarse con el recuerdo y no averiguarlo.
El planeta merece ser salvado “Mazinger Z Infinity” (2017) es una película japonesa animada de ciencia ficción. Está dirigida por Junji Shimizu y escrita por Takahiro Ozawa, basándose en el manga de Go Nagai. Las voces están puestas por Shôtarô Morikubo, Ai Kayano, Sumire Uesaka, Junpei Morita y Unshô Ishizuka. El filme se estrenó con motivo del cuadragésimo quinto aniversario de la popular serie de animé, que tuvo su primera emisión en televisión en 1972. Funciona como continuación directa de “Great Mazinger” (1974). El científico Koji Kabuto tendrá que volver a pilotear al legendario robot Mazinger Z, alojado en un museo, porque el Doctor Infierno pretende acabar con la humanidad. Resulta complicadísimo analizar una película que está diseñada única y exclusivamente para los fanáticos de estos personajes. Desde un primer momento somos testigos de una pelea de robots, sin tener en claro qué está sucediendo. Luego se nos muestra lo que ocurrió seis meses antes, pero nunca se da una breve explicación de los hechos pasados por lo que el filme tiene una clara intención de dejar de lado al que no conoce el manga o serie. Esto produce una segmentación brusca hacia el público, que da como resultado dos grupos: unos cuantos que saldrán del cine con una idea vaga de lo que observaron y muchos otros que amarán la cinta ya que les rememoró directamente a su infancia. Lamentablemente me hallo en el primer grupo, por lo que mi percepción de la franquicia se basa sólo en este filme. Con una duración de una hora y media, lo que más se espera de Mazinger son las feroces batallas. Éstas se hacen desear, dándonos toda una primera parte muy hablada que se destaca por la repetición constante de las palabras “energía fotónica”. Los escenarios son bellos, en especial los paisajes armoniosos del monte Fuji así como las imágenes de la ciudad o de un tren en movimiento. Cuando el combate aparece en escena, lo hace de forma legendaria, incluyendo estrellas que sirven como cuchillos, puños voladores, misiles, balas que salen expulsadas del pecho del robot y bombas que cuando explotan se asemejan a los fuegos artificiales. Algunas peleas que se inician en tierra acaban en el cielo, siendo atractivas de ver en todo momento por más que a veces se genere una gran confusión sobre quiénes son los robots buenos y cuáles son los malos. Pero la película no se basa sólo en la acción sino que también ahonda en temáticas interesantes tales como el concepto de familia, la ayuda al planeta mediante un mínimo esfuerzo (que si toda la población coopera logra hacer un cambio rotundo), los sentimientos en una mujer que en realidad es una máquina, las otras dimensiones/mundos paralelos y, por parte del villano, la creencia de que la humanidad no merece otra oportunidad ya que el ser humano no es capaz de aceptar una opinión distinta sin ir a la confrontación física. “Mazinger Z Infinity” probablemente deje súper contentos a los que crecieron viendo la serie de animé, pero para los que no están familiarizados con Koji Kabuto y sus aventuras, mejor dejarla pasar.
Regreso con gloria Más de 45 años separan la primera incursión de Mazinger Z en el universo animado y Mazinger Z Infinity (2017), de Junji Shimizu (One Piece, Yu-Gi-Oh!), película que retoma, con gran acierto, al famoso robot y sus enemigos, en una propuesta simple que sirve de homenaje y preámbulo para nuevas incursiones cinematográficas y televisivas. Generaciones que vivieron su infancia durante los años ochenta del siglo pasado, recordarán el combo de animación que en el viejo Canal 9 de Alejandro Romay, incluyó series como Robotech, Los Pitufos, Silverhawks, Gi Joe, entre otros, y por supuesto Mazinger Z, un verdadero suceso que se replicaba en primeros VHS recopilatorios, álbumes de figuritas y merchandising. En esta oportunidad Mazinger Z Infinity propone, desde el guion de Takahiro Ozawa, la recreación del espíritu inocente que atravesaba la serie, la que, con el correr del tiempo, y la incorporación de cientos de robots villanos, emulaba combates y enfrentamientos dignos de películas clase B de ciencia ficción, con moralejas finales acerca del trabajo en equipo y la importancia de la amistad y el amor como motores de la vida. Koji Kabuto regresa al centro de investigación de energía fotónica del monte Fiji, tras años de haber huido sin dejar rastro sobre su paradero luego de la última batalla en la que manejó a Mazinger. En el instituto Sakaya dirige los destinos de los científicos, y se siente abrumada al conocer el dato del regreso de Kabuto por su pasado amoroso junto a él. En paralelo el descubrimiento de un gigantesco robot ancestral, despertará la curiosidad de aquellos que creían que la leyenda del gran Mazinger Z había quedado tan sólo en el recuerdo, convirtiéndose en el nuevo objeto de deseo de los buenos y los malos de la historia. Koji deberá asumir su verdadero rol en el centro de la acción, retomando el contacto con sus viejos compañeros Boss y los profesores Nossori, Morimori y Sewashi, para detener los intentos del Dr. Infierno y su secuaz, el Barón Ash, quienes querrán controlar la Tierra a partir de la energía fotónica. La película suma fuerza al eludir la incorporación de animación de avanzada, respetando el trazado gráfico de las primeras series, convirtiéndose en un gran producto nostálgico que suma, además, a nuevas generaciones fanáticas del manga, animé y derivados a la pantalla. La lucha entre el bien y el mal siempre rinde, y más cuando siniestros robots con infinidad de armas, pelearán con el gigante Mazinger, capaz de irradiar rayos de su pecho, golpear con sus puños voladores, o simplemente ver abordar a Kabuto a la pequeña nave que maneja los movimientos del emblemático robot. A diferencia de sus predecesoras adaptaciones cinematográficas, que en realidad eran episodios especiales de los programas y que con habilidad los distribuidores locales exhibían en los recesos escolares para traccionar a los fanáticos de la serie, Mazinger Z Infinity propone una nueva mirada a la clásica de lucha y acción que atrapó a todos. El público encontrará una historia simple que responde a un género específico de animación, pero además podrá deleitar su vista con los coloridos enfrentamientos entre los dos bandos que componen los grupos contendientes de la trama. Mazinger Z Infinity suma a la pantalla la posibilidad de recuperar uno de los íconos animados de todos los tiempos, a la par que avanza en un relato sobre la búsqueda de la identidad, el sentido de la vida, y la posibilidad del trabajo en equipo para llegar a la meta.
Mazinger Z Infinity, de Junji Shimizu Por Jorge Bernárdez Mientras en los cines los robots de Gigantes del Pacífico (claramente inspirados en Mazinger Z), dan su batalla en la pantallas, llega la película del dibujo que inspiró a Guillermo del Toro para iniciar esa franquicia. A cuarenta y cinco años de la creación de Mazinger, una nueva generación de cineastas y de artistas de la animación están dispuestos a que jovenes conozcan al pionero de la lucha de robots manejados por seres humanos. Mazinger Z Infinity no solo es el iniciador de esa idea sino que además es el padre del animé y el manga. Hoy quizás sea algo más común y menos complicado de entender que el villano sea a la vez hombre y mujer y en verdad quizás esa ese el menor de los problemas que presenta la filosofía de estos personajes que Go Nagai, en parte un recurso para explicar al Japón post Hiroshima y Nagasaki. El robot de Mazinger lucha en un mundo en el que la energía parece no ser un problema gracias a que se ha descubierto una solución para el reemplazo de las energías tradicionales, diez años más tarde de la última guerra por la energía vuelve el profesor Infierno para querer ejercer su plan de dominación y Koji Kabuto, que ya lo había vencido diez años antes, debe abandonar su posición cómoda de científico para luchar nuevamente. La película tiene el espíritu original, el colorido característico el animé y algunos personajes un poco incomprensibles como las tres robots femeninos que en algún momento lanzan bombas que salen de sus pechos. La música característica de estos dibujos suele ser el heavy metal japonés y esta remake tiene una banda de sonido que no se aparta ni un milímetro de la tradición. La apuesta es curiosamente clasicista, respeta a rajatabla las reglas del juego y el colorido y el clima guerrero es lo que sobresale en Mazinger Z Infinity. Habrá que ver si las nuevas generaciones están dispuestas para recibir el mensaje de resiliencia y esperanza que Go Nagar ideó para el Japón de la década del setenta. MAZINGER Z Mazinger Z. Japón, 2017. Dirección: Junji Shimizu. Guión: Takahiro Ozawa. Intérpretes: Shôtarô Morikubo, Ai Kayano, Sumire Uesaka, Toshihiko Seki, Ami Koshimizu, Junpei Morita, Unshô Ishizuka, Keiji Fujiwara, Hiroyuki Miyasako, Romi Pak. Producción: Gô Nagai. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 95 minutos.
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Los que tuvimos a Mazinger Z como parte de la merienda de la infancia seguramente nos acercamos con otro interés a este regreso del gigantesco héroe de acción. Basado en una famosa serie de cómics niponés nacida hace 45 años, vuelve ahora con un reseteo que introduce, a plena acción, personajes nuevos y viejos. Hay grandes batallas y una acción que desemboca en la llegada de Infinity, un monstruoso aparato arqueológico hallado en el monte Fuji. La animación es impecable: habrá que ver cómo reciben a Mazinger Z las nuevas generaciones, familiarizadas con Transformers, Titanes del Pacífico y demás héroes -y villanos- de duro metal.
Nacida como homenaje al manga japonés y celebración del arte de su creador, Go Nagai, la nueva aventura de Mazinger Z es un cuerpo cinematográfico híbrido, escindido entre la majestuosidad de los robots y el poder visual de los fotones y una sensibilidad de espíritu humanista que consigue en las alegorías y los viajes interiores su mejor forma. Pese a estar teñida de un aura de nostalgia, el regreso de Koji Kabuto -convertido, después de la guerra, en científico- y su ancestral disputa con el Doctor Infierno consigue sintonizar con la conectividad de estos tiempos, el peligro del poder globalizado y una estética que en su ambición de espectacularidad se revela excesivamente fragmentaria.
El regreso de un gigante Los años han pasado para todos y aquellos niños que en la década del ochenta se sentaban a ver Mazinger Z por Canal 9 en las mañanas hoy han devenido en padres, profesionales o empresarios. En el universo del anime la adultez ha llegado a Kōji Kabuto. Es ahora un hombre maduro y dedicado a la ciencia y erigido en un héroe nacional para la mayoría de sus conciudadanos. Es necesario aclarar que el film no hace ninguna referencia explícita al pasado de la saga por lo que los nuevos espectadores que se acerquen al film pueden sentirse algo desorientados si no poseen conocimiento de base sobre la historia personal del anime y su versión televisiva de los setenta. Es necesario antes de avanzar recordar que la serie en si misma fue motivo de polémica e incluso de levantamiento en algunas cadenas televisivas de la época. Por ejemplo en España emitió solo veinticinco episodios, de los treinta y tres que había adquirido, por considerar que la historia tenía un marcado tono anti marxista al erigir al Doctor Infierno como uno de sus malvados y ser el mismo muy similar físicamente al mismísimo Marx. Por otra parte, manifestaban que personajes como el Baron Ashler “…contribuye a desfigurar el rol sexual del niño […]” por su manifiesta bisexualidad. Polémicas de lado, en el presente Koji Kabuto tiene contacto con un nuevo robot de dimensiones gigantescas que han llamado Mazinger Infinity que se encuentra bajo el comando de una entidad de control que posee un noventa y uno por ciento de origen biológico llamada Lisa. Obviamente el mal estará presente con Doctor Infierno quien querrá usar el poder de Mazinger Infinity para barrer a la humanidad de un plumazo y de esta forma refundarla en base a sus preferencias morales. De esta forma se reproduce el esquema básico de los episodios de la serie modernizando la apuesta desde lo visual con la adición de los nuevos recursos de animación acordes al presente. El balance entre la nueva imagen y la tradicional está logrado a la perfección para atrapar al nuevo espectador sin desatender la nostalgia que llevara al cine a aquellos niños de los ochentas. Como una alegoría de los tiempos el “pequeño Mazinger” sigue siendo tan efectivo como siempre y se alza en medio de un universo de nuevas y grandilocuentes ofertas visuales que no terminan de convencer en materia cinematográfica. Como Koji hemos crecido en el exterior y tal vez asumamos responsabilidades diferentes, pero sabemos que cuando el deber nos llama estamos listos para pelear por lo que es justo: en este caso revivir los héroes de antaño y jugar aunque sea por un rato con ellos. En un mundo donde el CGI se ha apoderado de todo no es menos que una tarea titánica la que asume el film y cumple con creces.
El regreso de un gigante En el 45 aniversario del mítico manga, Mazinger Z vuelve, esta vez, en forma de película y bajo la dirección de Junji Shimizu, encargado de un corto del popular Yu-Gi-Oh! y de cuatro episodios del también exitoso Slam Dunk, todo por supuesto dentro de la animación japonesa conocida como animé. En el caso de Mazinger Z: Infinity, el formato es el mismo y la historia transcurre diez años después del último enfrentamiento entre el mecha más famoso y su enemigo, el Doctor Infierno. El mundo del manga (cómics japoneses) y el animé (animación, ya sea para TV o cine, de ese mismo país) hace rato que dejó de ser consumido por una minoría que buscaba una alternativa al bombardeo estadounidense en términos de novelas gráficas, películas y series de televisión. Así, gigantes como Dragon Ball, Los Caballeros del Zodíaco, Sailor Moon o Pokémon son títulos ya conocidos para el gran público. Pero esto no acaba ahí. Desde historias de lo más fantásticas hasta relatos de altísima profundidad y temáticas adultas, el del manga y el animé es un universo de lo más basto e interesante de explorar con historias como la de Mazinger Z, tal vez no tan popular como las antes mencionadas pero con una rica historia que atraviesa diversos formatos y que la ubican como una de las referentes del género de los mecha o robots gigantes (el reciente estreno de Titanes del Pacífico es una buena referencia de esto para quienes no son consumidores de la temática). Una década ha pasado desde que el héroe robótico que le da nombre a esta historia se enfrentara con el malvado Doctor Infierno. En este contexto, Koji Kabuto, piloto encargado de comandar a Mazinger Z a la victoria, es un próspero científico en el laboratorio de energía fotónica que dirige Sayaka Yumi, hija del fundador de esta prestigiosa institución que básicamente tiene el control de la comunicación, el transporte y la vida en general de las personas. Por su parte, el profesor Yumi, lejos de borrarse de la escena cuando el mando de su empresa cayera en manos de su hija, es ahora el Primer Ministro de Japón, paso lógico dada su popularidad y llegada con la gente. Cuando una misteriosa forma de vida (de enormes proporciones, lógicamente) aparece en las inmediaciones del Monte Fuji, el profesor debe recurrir a la ayuda de Koji y Mazinger Z, dando inicio así a un nuevo enfrentamiento entre las fuerzas del bien contra su más temible enemigo. La lógica pregunta que se presenta cuando una historia clásica hace una reaparición consiste en las triquiñuelas a las que recurrió para mantenerse vigente sin atentar contra todos esos elementos que la convierten en un clásico. Y en este sentido, me temo que no hay muy buenas noticias. Si bien en términos visuales y de presencia de escenas de acción la película es un canto al viejo animé y al manga que lo viera nacer, la historia central es bastante pobre mientras experimenta una constante caída en términos narrativos que desemboca en un desenlace tan insípido como decepcionante. Y si a esto le agregamos que ese toque de frescura se lo quisieron dar mediante temáticas como la importancia de la ecología en favor de la sostenibilidad, la aplicación de la energía limpia fotónica como el combustible del futuro y pobres acercamientos al tema de la inteligencia artificial, terminamos de redondear una obra que visualmente se destaca pero que a la hora de contar una historia descansa olímpicamente en el bagaje que implica tener en su título el nombre Mazinger Z. La nueva Mazinger es una buena oportunidad para que los fanáticos reactiven algunos puntos nostálgicos que parecían dormidos pero falla estrepitosamente en la captación de un nuevo público que, paradójicamente, bien pudiera estar esperando un buen animé al que dedicarle su tiempo.
El regreso de un gigante El robot, quien animó la infancia de legiones de niños durante los ochenta, regresa a la pantalla grande en un filme que combina nostalgia con nuevas técnicas animadas Tras años de paz, la humanidad nuevamente está en peligro cuando el Dr. Infierno regresa e intenta apoderarse de un gigantesco robot que ha aparecido en el interior del Monte Fuji. Koji Kabuto debe salir de su retiro para subirse nuevamente a Mazinger Z e impedir el fin del mundo. Valiéndose de una animación brillante, estilizada y moderna, el realizador Junji Zhimizu trae de regreso a todos los personajes que hicieron de esta serie un objeto de culto. Por supuesto, algunas cosas se han aggiornado: los personajes femeninos lucen sensuales y voluptuosos (en los ochenta no eran tan explícitos), los masculinos transpiran testosterona, y los robots parecen más gigantes y amenazantes que en aquel entonces. Dr. Infierno está acompañado por dos secuaces inolvidables: el Conde Decapitado (con su analogía nazi a flor de piel) y el Barón Ashler (mitad hombre/mitad mujer). Juntos forman un verdadero "team" del mal que aún sigue funcionando y causando pavor. Por el lado de los buenos, Koji mantiene una relación con Sayaka que presenta varios giros inesperados a lo largo de la trama. Lo que no ha cambiado es la hermandad entre el héroe y "el mecha" que lo hizo grande. Cuando Koji se sube a su planeador Pilder (un temprano antecedente al dron) y se une a Mazinger ambos son uno solo, un solo cuerpo, una sola mente que supera el tiempo y el espacio. De fondo, entre el argumento básico de acción, aventuras y ciencia ficción, el libreto se reserva varios mensajes sobre la ecología y la necesidad de cuidar los recursos naturales, y también algunas pinceladas sobre la inteligencia artificial y el peligro de la energía nuclear. Lamentablemente, algunas secuencias de mal gusto sobre la violencia de género pueden resultar un pésimo ejemplo para los espectadores más pequeños, una mancha oscura en un filme que en líneas generales resulta atractivo. Mazinger saliendo del fondo de la pileta, lanzando puños, utilizando los rayos fotónicos, corriendo y saltando entre los pinos japoneses: imágenes, que como en un viaje en el tiempo, regresan a la pantalla y a las retinas vidriosas de espectadores que con más de cuarenta años se sentirán niños al menos durante 95 minutos de proyección.
La nueva película de Mazinger Z es una amena celebración nostálgica del más grande robot de la animación japonesa. El argumento del film no quedará en el recuerdo entre las mejores aventuras del personaje, pero eso no opaca el trabajo extraordinario que presenta el estudio Toei en los aspectos técnicos. La brillante combinación de animación tradicional con CGI, que respeta y evoca la estética de las serie de televisión original, sumado a la ejecución de las imponentes secuencias de acción son dos motivos suficientes para disfrutar este estreno en el cine. La película no tiene reparos en festejar el 45 aniversario de Mazinger con una producción que se hizo exclusivamente para los fans del viejo animé. El resto toca de oído. A diferencia de lo que fueron los últimos largometrajes de Dragon Ball, donde los realizadores apostaron a captar a una nueva generación de espectadores, con el film del robot se da el caso contrario. Me atrevería a afirmar que quienes no hayan sido seguidores de las series originales de los años ´70, Mazinger Z (1972-1974) y Gran Mazinger (1974-1975) se quedarán afueran del 80 por ciento de los guiños y referencias que se incluyeron a las historias clásicas del robot. Por otra parte, la complejidad de la trama genera que no sea una propuesta recomendable para chicos, ya que el tono del film está claramente dirigido a un público adulto. Esta es una película que se hizo exclusivamente para los viejos fans del personaje. La nostalgia juega un papel fundamental en la recepción del film, que encuentra su momento más emotivo en la secuencia de créditos iniciales, donde suena el tema original y se repasan los grandes momentos del animé. El argumento, que se desarrolla diez años después del final de Gran Mazinger, funciona como una conclusión definitiva de la eterna pelea entre Koji Kabuto y el Doctor Hell. El director de la serie One Piece, Junji Shimizu, sobresale cada vez que su narración se enfoca en la acción, con algunas secuencias épicas donde aparecen los enemigos más célebres que enfrentó Koji en el pasado. La parte técnica es intachable y no se le puede objetar nada. Los inconvenientes de este film pasan más que nada por decisiones argumentales que tomaron los realizadores. En este caso desarrollaron una trama más compleja que se encamina por el terreno de la metafísica y por momentos resulta confusa de seguir. Quisieron hacerla más profunda y se embrollaron con un conflicto raro que carece de la emoción que solía tener el animé. Tampoco ayudó el tratamiento de los personajes femeninos que están estancados en la pasividad absoluta. En ese sentido resultó una decepción que Yasaka, la clásica piloto del robot Afrodita, quedara relegada a un rol muy secundario donde no tiene demasiado para hacer. En un momento aparece con el uniforme de batalla que usaba en el primer animé pero los realizadores no la dejan intervenir en la secuencias de acción que están limitadas a los personajes masculinos. Otro detalle llamativo es que el film mantiene el contenido machista del dibujo animado de los ´70, donde se retrataba como algo normal que un hombre le diera un cachetazo a una mujer para hacerla callar o reprimirla por alguna situación. Eso no solo está presente en el film, sino que además ahora presentan una especie de androides femeninas sexualizadas que están completamente forzadas en la historia y retrata el perfil más bizarro de la cultura asiática. Queda claro al ver Mazinger que el concepto del Ni una menos y el movimiento Time´s Up no llegó todavía a Japón o por lo menos a las oficinas del estudio Toei. La paradoja de esta situación es que Koji Kabuto, que tenía un problemita con la violencia de género, ahora aparece con un perfil maduro y reflexivo que genera más empatía que su versión juvenil. El paso del tiempo lo hizo evolucionar y su temperamento es menos explosivo. En lo personal recomiendo ver Mazinger con su idioma original y subtítulos, ya que el doblaje latino es bastante mundano y le resta bastante al film. Al margen de estas objeciones, el regreso del más grande robot de la animación japonesa se disfruta mucho en el cine y no defraudará a los fans más veteranos del personaje.
Esta va a ser una crítica breve en comparación a lo que seguro escribió mi compañero y amigo Hugo Zapata. Me gusta Mazinger pero no soy un experto. Vi la serie original cuando era chicho y algunas de sus reencarnaciones, pero no mucho más. Lo primero que tengo para señalar sobre este estreno es que está apuntado para los fans del animé. Al público ocasional no le gustará y, además, definitivamente no es una película para chicos. El subgénero “Mecha” está muy bien aprovechado y carga con varios de los elementos (y villanos) clásicos introducidos en la serie (y previo animé) de la década del ‘70. Pero también arrastra sus vicios, y esto hay que decirlo, tales como la sobresexualización de los personajes femeninos (también los robots) a un punto que resulta chocante. Más aún por la coyuntura mundial en la cual nos encontramos. Japón parece que se quedó afuera. Dicho esto, la animación está muy bien y repleta de guiños. En definitiva, Mazinger Z: Infinity es una película para fans, que deja afuera al resto de los espectadores.
MANDALE MECHA Celebrando el 45 aniversario de la primera publicación de Mazinger Z y los 50 años de Go Nagai como mangaka, llega al cine la última batalla de Koji Kabuto. Hace 10 años, Koji Kabuto y Tetsuya Tsurugi pelearon juntos con el Mazinger Z y el Great Mazinger para derrotar al Dr. Hell y sus legiones de monstruos robots, y así salvar al mundo. En la actualidad, están grandes y más centrados. Los robots son piezas de museo, el Dr. Yumi ahora es Primer Ministro de Japón, con Sayaka como directora de la planta de energía fotónica y Jun ahora está esperando un hijo de Tetsuya; y Koji ahora es un científico. La paz traida por la última batalla de Mazinger y la energía fotónica no dura demasiado, ya que el equipo de Sayaka descubre dentro del monte Fuji un Mazinger gigantezco y el ejército del Dr. Hell emerge de las sombras y terroriza al mundo. Sólo Koji y su equipo pueden salvar al mundo otra vez. Cincuenta años después de su debut como mangaka, el 2018 es el año de Go Nagai. Con el éxito rotundo de Devilman Crybaby, el hype de la espera de Cutie Honey Universe, tenemos una producción totalmente original, llena de acción, aventura y mechas, con el personaje más icónico de su carrera, Mazinger Z. Hilarante, cruda, algo infantil pero indudablemente entretenida, la serie de 1972 marcó un camino para como tenían que ser las series de robots que vinieron después de ella. Con infinidad de secuelas, spin-off, re-runs, Mazinger Z Infinity es el regreso del gigante de acero, quien dependiendo de quién lo pilotee, tiene el poder de volverlo un Dios o el peor de los Demonios. Y acá es donde se pone interesante, porque esa es la pregunta que se le plantea a Koji Kabuto, sobre lo que el podría convertirse al subirse al Mazinger Z. Cuarenta y cinco años después de la primera publicación del manga y muchos años después de su finalización, ésta pregunta vuelve a hacerse una vez más cuando nuestro protagonista, debe volver a enfrentarse con el inconcebible y casi ilimitado poder de un Majin. Plantea la fina línea entre ser un protector y un destructor, ante un poder totalmente amoral. Porque el propósito del mismo, lo define quien lo emplea, con sus propios valores y convicciones. Dato de trivia (que refuerza mi punto), éste concepto está planteado en el mismo nombre Mazinger, porque lo componen los caracteres ¨Ma¨ para demonio y ¨Jin¨ para dios -Majin Go!-. Con ésta idea, quizás un poco pretenciosa, la película se centra en las cosas más simples de la vida. En un universo lleno de figuras más grandes y poderosas que cualquier humano, con héroes y robots gigantes, es lo ordinario lo que define lo extraordinario al final del día. Y como una niña que miraba VHS piratas gallegos de Mazinger Z en Villa Lugano y que desde ese entonces creció para volverse más o menos un adulto; a la nena le encanta la acción y el despiole de CGI hermosamente animado y ejecutado, pero a la Johanna más actual, fue una grata sorpresa encontrarme con una trama que creció con sus fans. Si bien a la película le sobraron un par de minutos de exposición, la trama no se torna uber complicada, en gran parte porque no se olvida de donde viene. No se siente como un episodio de tele estirado, pero al mismo tiempo, no se averguenza de haber sido un show para chicos, y lo celebra cuando tiene que celebrarlo y se pone seria cuando lo necesita. Mazinger Z Infinity se mantiene fiel a todo lo que hacía sólida a la franquicia y lo ejecuta perfecto. Sus personajes interesantes y complejos con sus relaciones interpersonales, su humor simple y espectaculares escenas de acción. Esto no es un reboot o una reimaginación de la serie. Es la finalización de una serie que empezó hace 45 años, en forma de una carta de amor a los personajes, a la historia y a sus fans. Algo que considero que contribuyó a éste factor, fue que gran parte de la producción de la película y sobre todo su guionista, crecieron amando la franquicia, y se nota. Los personajes son una translación hermosa de esos amigos con los que tomabas la chocolatada todos los días, pero más adultos, pero siguen siendo en esencia esos amigos. Al final, la decisión que hay que tomar en Mazinger Z: Infinity no es sobre si elegir entre ser un dios o un demonio. Es sobre elegir ser humano, con todos los pequeños, simples e increíblemente significantes placeres que vienen con eso. El mundo no es perfecto, y no lo va a ser jamás, pero eso no quita que no esté lleno de pequeñas perfectas cosas que nos llenan. Esa es la lección de Mazinger y pega más duro que cualquier puño de acero. Y también es la razón por la que todo fan tiene que ver la peli, sea niño o con corazón de niño. Entre al cine con una mezcla gigante de emoción y miedo. En parte porque mi imagen de Mazinger era tan nítida y hermosa, que no quería que fuera manchada, y me llevé una grata grata sorpresa. Mis únicas críticas serían que, hay momentos en los que hay quizás mucha exposición que considero innecesaria, pero quizás está para el espectador más casual de la pelícla. Así que la puedo dejar pasar. Y que, la película en Argentina, sólo llega al cine doblada al español. No me malinterpreten, las actuaciones de voz están muy bien y son muy correctas, pero hubiera preferido verla subtitulada sin lugar a dudas. La peli se estrena en 170 salas en el país (insólito) así que no tienen excusa para no ir al cine. Por Mazinger y por ustedes.
Celebrando el 45 aniversario de su nacimiento, "Mazinger Z: Infinity" de Junji Shimizu es un golpe al corazón nostálgico de los seguidores del personaje. Antes que Dragon Ball y la popularidad de Miyazaki y Studio Ghibli, hubo un manga y un animé que fue furor en el mundo entero. Antes que "Evangelion", "Transformers", los "Go-Bots", "Robotech", y "Titanes del Pacífico", hubo otro robot gigante que lucho por la supervivencia de la humanidad. En 1972 Go Nagai cumplía su sueño de homenajear a su idolatrada "Tetsujin-28 Go", y publicaba por primera vez en la prestigiosa "Shōnen Jump", el manga "Mazinger Z". A fines del mismo año, las palabras mayores de Toei Animation presentaban la serie animada. El resto es historia. Se cree que Mazinger Z ideó, o popularizo, la idea de los mecha, robots tripulados por un humano en su interior, como si fuesen grandes vehículos o armamentos. Tal es el peso de su fama y prestigio. Mazinger es sin duda un ícono de la cultura moderna, un emblema del pop japonés, y es imposible no mencionarlo junto a figuras como Godzilla o Meteoro cuando hablamos de personajes representativos de ese país. Después de él, vinieron los demás. No debe haber hoy adulto, chico en los ’70, que no haya pasado una tarde frente al televisor viendo sus aventuras. A lo largo de los años, vinieron nuevas aventuras en manga y animé para el personaje, que fueron contando, de modo dividido, con la aceptación y el rechazo de los fans. Pero no se cumplen 45 años todos los días, por eso, la Toei animation prende los motores nuevamente para presentar no tanto una nueva versión, como una continuación de la historia del personaje, "Mazinger Z: Infinity". No fanáticos, háganse a un lado. Algunas palabras para los entendidos. "Mazinger Z: Infinity" se basa en los animé, y sigue las dos primeras series Mazinger Z y Gran Mazinger; olvídense de UFO Robot Grendizer. Después de este párrafo ¿neófitos siguen ahí? En fin, sigamos poniéndolos a prueba. Pasaron 10 años desde que Mazinger Z venció al Dr. Infierno/Hell y finalmente reina la paz total en el mundo, al mando de una nueva ONU. El otrora piloto Koji Kabuto siguió el linaje familiar, y ahora es un científico dedicado a la investigación. En la profundidad de la tierra, en el Monte Fuji, encuentran una nueva forma de energía fotónica conocida como Infinity. En las manos adecuadas, esta puede traer todo tipo de avances, en las manos equivocadas puede ser terrible. Sayaka se encuentra el frente del Nuevo Instituto de Investigación que pretende darle un uso pacífico al descubrimiento como una fuente de energía pacífica. Mientras que dentro del Infinity encuentran a Lisa, una androide avanzada que tomará a Koji como su mentor. En la base del Nuevo Instituto en Texas acontece un atentado a cargo del Barón Ashura, que logra tomar posesión del Infinity y pone en peligro la vida de Tetsuya Tsurugi, hermano adoptivo de Koji, y piloto del Gran Mazinger. Sí, Koji se verá obligado a entrar nuevamente en acción, y contará con la ayuda de Lisa. Habrá que sacar del museo en el que reposa al inigualable Mazinger Z. Aún aguardan más sorpresas. ¿No entendieron nada? ¿Aún están ahí? Es que "Mazinger Z: Infinity" está hecha exclusivamente para fanáticos, o por lo menos seguidores, del personaje, y asume total responsabilidad de ser un fan service absoluto. No hay acá reparo en explicar, ni en introducir a los recién llegados. Las bases están bien sentadas en más de cuarenta años de historia. Desde la secuencia previa a los títulos, que funciona a modo de adelanto, quien haya ido con verdadero conocimiento de causa empezará a aplaudir; y habrán pasado muy pocos minutos para que comience la introducción, corran los títulos, la canción icónica , y suframos riesgo de un ataque al corazón. Mazinger Z no es el primer animé en tener su “revival”. Para hablar de los más populares, "Dragon Ball" y "Los Caballeros del Zodíaco" los tuvieron hace poco. Pero a diferencia de estos, sobre todo del de Los Caballeros del Zodíaco, en "Mazinger Z: Infinity" pareciera que el tiempo no ha pasado, no hay una actualización notoria, más allá de un pulido en la animación. Tampoco significa que es un capítulo más, estirado, a modo de lo que sucedió con Dragon Ball. En "Mazinger Z: Infinity" la palabra homenaje está presente en cada segundo. Cada aparición, cada frase que recuerde a algo, se festeja como un gol de media cancha. Habrá que estar atento para ver todos los guiños que nos tienen preparados, desde la triada de villanos, hasta los personajes secundarios, y las pequeñas apariciones y frases arrojadas “al azar”. Pero atención, estos homenajes no se notan forzados, sino perfectamente ensamblados, no responde a esa idea de apelar a la nostalgia visual para tapar huecos, todo es funcional. Es más, los únicos momentos que pueden llegar a “descolocar” son las pequeñas actualizaciones o modernizaciones. El paso de la animación 3D en las escenas de combate no es del todo prolijo (por suerte abunda la animación tradicional aún en las peleas), y una carga sexista moderna extraña (aún para Mazinger Z que ya la tenía) es lo único que huele raro. Por lo demás, "Mazinger Z: Infinity" puede ser el paraíso para los fans. Todo está ahí, la simbología y ambigüedad entre Dios o Demonio, los mensajes ecologistas, y el debate de utilizar una figura heroica como propaganda militar. Todos mensajes que vistos hoy con los ojos adultos penetran mucho mejor. Hay humor efectivo, hay acción de la buena, y una historia interesante bien desarrollada que no se siente como mera excusa. "Mazinger Z: Infinity" es consciente de la fama icónica de su personaje, y lo toma a su favor para entregar todo lo que el espectador promedio de esta película va a querer ver. Esta experiencia puede ser una fiesta de nostalgia.
Una historia básica, con una narrativa bastante tradicional y aunque tenga algunos fallos en ciertos momentos, en especial en saltos temporales, todo se da a entender. En épocas donde la nostalgia inunda las pantallas de cine y TV de todo el mundo, muchas grandes series de décadas pasadas aprovechan este movimiento actual para tratar de resurgir de las cenizas y enganchar a un público nuevo. Este es el caso de Mazinger Z: Infinity (2017), la nueva película del famoso anime de principios de los 70, donde la sociedad estaba protegida por unos robots gigantes llamados Mazingers. Basándose en el manga de Go Nagai, esta película funciona como continuación directa de “Great Mazinger” (1974). El de Mazinger es un caso muy particular, porque si bien pareciera que todo el mundo conoce su nombre y sus aventuras, no todos han visto su serie original. Y es un problema para quienes no la hayan visto y se acerquen a las salas, porque prácticamente el film está diseñado para los fanáticos de verdad. Sin ningún tipo de presentación de personajes, la peli nos envuelve en un contexto de absoluta paz, luego de la “época” de los mazingers y en donde el principal héroe de esta pasada época, Koji Kabuto, ahora se dedica a la protección de la tierra, pero desde otro lugar, siendo un reconocido científico que busca formas alternativas de alimentar al mundo. Para quienes no hayan visto nunca ningún capitulo de esta gran serie, sabrán entender los problemas que esto conlleva; Falta de desarrollo, uso excesivo de batallas y explosiones, un humor bastante bizarro y un recurrente uso de imágenes de mujeres voluptuosas, propias del anime clásico. Fuera de esto, el hilo de la peli es muy fácil de seguir. Es una historia básica, con una narrativa bastante tradicional y aunque tenga algunos fallos en ciertos momentos, en especial en saltos temporales, todo se da a entender. Lo que si, no esperen muchos flashbacks sobre las antiguas aventuras ni nada que nos muestre la gran mitología de este héroe mecánico. Si son fanáticos de las aventuras del gran protector Mazinger, no duden en acercarse a las salas, porque sin dudas podrán disfrutar de una mejora en la calidad técnica del viejo guerrero.
Mazinger Z: Infinity empieza diez años después de que Koji Kabuto frustrara, una vez más, los planes del Doctor Infierno. El piloto se dedica a investigación científica bajo las órdenes de Sayaka. Ambos ejercen sus funciones en un laboratorio de energía fotónica de la que depende la vida cotidiana de toda la humanidad. El descubrimiento de una gran masa debajo del Monte Fuji es el detonante para un nuevo enfrentamiento entre estos viejos archienemigos. Dirigida por Junji Shimizu (Yu-Gi-Oh!, Toriko 3D) la trama es sencilla y entretenida. La historia plantea de modo clásico principio, nudo y desenlace y se desarrolla sin mayores huecos o incoherencias. Pero a la vez no termina de generar que el espectador se involucre. Si bien ya conocemos a los personajes, se ahonda poco en quienes son, de dónde vienen o qué quieren. El dilema de Koji Kabuto sobre convertirse en un dios o un demonio nos es ajeno, nos da igual. Lo que si se disfruta cual niño son las peleas. Hay una actualización en las técnicas de animación que hacen más atractiva la imagen general. A la animación tradicional le suma algunos elementos en 3D que adicionan profundidad y movimiento. Vale recordar que Mazinger Z: Infinity está producida por Toei Anumation, productora responsable de Caballeros del Zodiaco o Sailor Moon. Como trasfondo temático hay una preocupación sobre el medio ambiente, en particular sobre la sostenibilidad. En la aparición de Diana, que vendría a relevar a la mítica Afrodita A, hay un esbozo sobre los límites de la inteligencia artificial. ¿Pueden estos robots tener sentimientos y actuar en base a ellos? Para responder a esta pregunta habría que recurrir a productos como Westworld por ejemplo, aquí no se profundiza. Abre las puertas a determinados temas pero luego se centra en la acción y si querés indagar, allá vos. Volviendo a lo que mencionaba de las peleas, el uso de la música original y la búsqueda de fidelidad son de lo más destacable. La pregunta es si emociona por apelar a la nostalgia o lo hace por valor propio. Y no, no hace falta responder eso: véanla por sus propios medios. Mazinger Z: Infinity quizás sea una decepción para quienes se criaron con la serie. Muchas veces nos resistimos a aceptar que el tiempo ha pasado, y que, a fin de cuentas, el cine es un negocio. Si bien continúa con la historia anterior, suena más a reboot para captar público nuevo. Y eso es algo que pone celoso a cualquier fan de antaño. Más allá de cómo repercuta en quienes se criaron con la saga, es entretenida, llevadera y emociona por momentos. Recomendable para ver, pero fácil de olvidar.
Para los que se criaron viendo y jugando con este robot, que proviene del maga creado por Go Nagai este trabajo llega de la mano de la nostalgia y de la recreación de los personajes originales, después de tanto uso y abuso. Con la madurez de Koyi Kabuto y los demás carácteres, y la reaparición del Dr. Infierno y sus amenazas globalizadas. Con la necesidad de recurrir al famoso robot, encontrado en un yacimiento arqueológico. El director Junji Shimizu quiso hacer un homenaje al aniversario número 45 de Mazinger, que debuto en noviembre del 1972. El objetivo esta logrado para los fanáticos que verán revivir al robot gigante, a una Eva futura, con toques mas modernos en el argumento que habla del fin del mundo y si vale la pena o no salvar a la desencantada raza humana. Mucha acción, buenos efectos catastróficos, incluidos los producidos por los dragones mecánicos de tres cabezas, y la preservación de los toques de animación original para nostálgicos. Dura lo justo 95 minutos.
Volver desde su esencia De manera atípica por la calidad y cantidad de las películas que llegan a los cines nacionales, la proyección de Mazinger Z: Infinity (2018) en los cines comerciales es un punto a favor para todos los amantes del animé ya que son escasas las posibilidades de poder apreciar al género en pantalla grande. Saliendo de la nostalgia y la excusa de producir un film por los 45 años del personaje desde su primera aparición, Infinity no busca trascender desde la innovación y se apega a lo que tanto rédito cosechó en toda su trayectoria: espectaculares escenas de acción, combate y una gran animación acorde a estos tiempos. Sin embargo, no hay un abuso en las nuevas tecnologías por la cual se produce un híbrido entre lo clásico y lo moderno creando en producto poco convincente y sin una raíz clara a la cual seguir. Infinity es un homenaje a sus diseños, estilos, personajes y virtudes con guiños para los más atentos y fanáticos. La primera escena de la película propone el objetivo y lo que el espectador fue a buscar: Mazinger en acción combatiendo y utilizando todo su arsenal sin desperdicio, a medida que enuncia cada uno de sus ataques. Utilizando la emoción, la adrenalina y la nostalgia, Infinity busca acercar al espectador a los recuerdos más lejanos donde el personaje recorría su camino de gloria. Sin embargo, no todo es positivo en la película sobre el personaje creado por Go Nagai. Al igual que mantuvo su esencia gráfica como estética, la narrativa corre por los tiempos de los dibujos japoneses que lejos están de la impresión occidental cinematográfica. Por este motivo, la narrativa de Infinity cae en su atención y comienza a aburrir con largos debates en los personajes, sus historias y reflexiones que no ayudan demasiado al desarrollo de la película. Siguiendo esta línea de producción oriental, varias escenas misóginas y violentas no dejan bien parada a la película en tiempos donde se visibiliza la problemática que las mujeres padecen desde hace siglos. Fiel a su estilo clásico -lamentablemente- en Infinity también hay escenas de ese tipo que se podría haber adaptado o directamente eliminado. Resulta tal el desinfle que padece la película que sus 95 minutos de duración pesan en sostener al film por este segundo acto difícil de procesar y de generar interés. Aún así, Infinity logra salir de ese lugar aburrido e incómodo para demostrar porque el personaje logró marcar tendencia en su tiempo y diferenciarse de todo lo que había aparecido hasta ese momento. Con la idea de mantener su esencia en pantalla -con sus aspectos positivos y negativos- Mazinger Z: Infinity llega a los cines para que todos los amantes del animé no se pierdan de ver al primer mecha, el que dio comienzo a todo; y así cumplir con las expectativas para deleitar a los fanáticos más acérrimos. Por Alan Schenone
Mazinger Z" es también la historia de millones de personas que han seguido en su infancia a este robot imbatible de origen japonés diseñado por Go Nagai. Y justamente a 50 años de la creación de este animé de culto y a 45 años de la serie de televisión que unió generaciones, es que llega a los cines "Mazinger Z: Infinity". Más que un filme es un episodio extendido de aquella serie, donde en tan solo 95 minutos se intenta desarrollar una trama que conjuga diversas problemáticas, con el único objetivo de demorar el momento esperado: el despliegue de trucos de Mazinger. Con momentos románticos y dramáticos entre los personajes, mensajes ecológicos, la división entre el bien y el mal y la ciencia ficción con la posibilidad de mundos paralelos, el director Junji Shimizu parece sin querer reflejar la cultura nipona: preocupación por el medio ambiente (con variadas imágenes del monte Fuji como símbolo), un ideal de la paternidad (donde entra en juego la importancia de formar una familia tradicional), y una proyección a escala mundial de que "lo que pasa en Japón le afecta al resto del mundo". Koji Kabuto es ahora un joven científico con una carrera brillante y conflictos de pareja (otro de los viejos personajes, la piloto Afrodita). Sin embargo, aparecerá un misterioso robot de grandes dimensiones - Infinity- y con él la tentación de Dr. Infierno de volver a conquistar el planeta y sembrar el caos; lo que finalmente llevará a Koji a tomar cartas en el asunto. Aparecen nuevos personajes con roles destacados femeninos (sin embargo en exceso de voluptuosos y provocativos) que se suman a una historia que deja abierta la puerta a próximas sagas, de tramas cada vez más rebuscadas pero con la intención de preservar este mítico tanque de robots humanoides.
Sigue siendo el Rey Al gigante Fabio Manes La historia Inspirada principalmente en la serie Mazinger Z del amado GoNagai, llega este sentido homenaje para conmemorar los 45 años del manga que marcó el género y permitió que la animación japonesa fuera conocida por millones de personas en todo el mundo. La historia de Mazinger Z es bastante sencilla en términos argumentales. En una isla griega, un equipo de investigación liderado por los científicos Dr. Hell (alemán) y Dr. Jūzō Kabuto (japonés) realiza tareas arqueológicas y descubre los restos de una antigua civilización denominada Mikene. En esta, encuentran una antigua técnica de construcción de seres antropomórficos para defenderse de los invasores. El Dr. Hell decide usar la tecnología para crear monstruos gigantes y conquistar el mundo, por lo que elimina al resto del equipo con una bomba. El doctor Kabuto logra escapar, sobrevive y, con ayuda de la “súper aleación Z”, construye su propio automáta, creado a partir del “Japanium”, elemento hallado en el Monte Fuji. Este es el nacimiento de Mazinger Z. Mazinger Z Infinity nos traslada diez años después de la última batalla entre el gran piloto Koji Kabuto y el Dr. Hell, y al hacerlo pone de relieve un descubrimiento problemático. Son solo 109 kikaijus o más que ver Como señalamos anteriormente, el descubrimiento de la pretérita civilización Mikene permite al Dr. Hell descubrir a los kikaijus (1) con los que intenta conquistar el mundo. Resulta, justamente, uno de los grandísimos aciertos de la película, el de priorizar las escenas de acción que enfrentan a nuestro gran héroe metálico con los monstruos mecánicos. Tales criaturas, al igual que Mazinger Z, están construidas a partir del 3D. Sin embargo, hay un trabajo puesto en la técnica para dar lugar a una onda retro acorde con la serie original. Por lo tanto, es a través de los extraordinarios combates donde se genera una de las emociones más fuertes que la película depara al espectador. Los monstruos no defraudan; tampoco lo hace la incorporación de la Santa Trinidad del Mal: el ya mencionado Dr. Hell, el reconocido Baron Ashler o Ashura y el implacable conde Broken (conocido también como “Conde Decapitado”). Estos dos últimos aparecen perfectamente retratados en su personalidad y apariencia, disponiendo de grandes momentos de lucimiento. Dr. Hell se vuelve tan central como el Mazinger Infinity porque, de alguna manera, es quien deja traslucir la premisa principal de la película. El Mazinger Infinity es ante todo un dispositivo que sirve para exhibir hasta qué punto el Bien y el Mal protagonizan una pelea constante dentro de cada individuo. Esto permite salirse del pensamiento que, anclado en una concepción maniqueísta, supone fuerzas opuestas definidas per se. El film rescata la necesidad de titubeo y la falibilidad de nuestras decisiones. En consecuencia, el argumento planteado a partir del hallazgo del “dios demoníaco” no importa en cuanto precisión ya que la historia es de por sí bastante floja, regada de agujeros de sentido. Ese es quizá uno de los puntos más criticables. No obstante, resulta atendible destacar que el sustrato narrativo de Mazinger Z (salvo contadas excepciones) nunca revistió mayor complejidad. Más allá de sus debilidades, la película detenta un valor simbólico: el hallazgo del artefacto reproduce y a la vez exterioriza el hallazgo ontológico del héroe. Mazinger Z inauguró la serie de mechas denominada Super Robot, donde la importancia se centra en el robot y relega al resto de los personajes. Aun así, Koji Kabuto es una de las criaturas más recordadas de la historia del animé. De alguna manera, encarnaba en los años 70 una oposición a lo que se consideraba un héroe: Kabuto sería el primero de una larga tradición de rebeldes. En la serie se nos presentaba inicialmente como un joven desconfiado, impulsivo, soberbio y machista, a la vez que cariñoso, protector, valiente y generoso. Estas manifestaciones componían las características fijas del personaje. Y si bien su carácter fue atemperándose (como se insinúa en Gran Mazinger y Grendizer), nunca logro templarse del todo. En Mazinger Z Infinity lo vemos de adulto, devenido en científico reconocido y más taciturno de lo que estamos acostumbrados. El choque resultará más fuerte si solo se tiene en mente la serie Mazinger Z y no se contemplan las continuaciones de las que Koji formó parte. El film intenta mostrarnos entonces un héroe ya maduro, pero lo hace mediante lugares demasiado remanidos. Allí observamos incuestionablemente su punto más criticable. En su afán por cumplir las expectativas del público (el famoso fan service) en no más de dos horas, casan a Koji y hasta nos presentan a su hija. ¿Es esto realmente necesario? El hallazgo del Infinity permite simbólicamente a Kabuto verse cara a cara con la trascendencia, preguntarse por el futuro y buscando un insight que resignifique su vida. Sin embargo, el súbito cambio de perspectiva resulta chocante. Tampoco se entiende por qué decide emprender esa especie de adecentamiento al que se auto-condena, casándose y formando una familia: ¿La última gran pelea piloteando a Mazinger equivaldría a su despedida de soltero? ¿Por qué sería esa la vía adecuada para el surgimiento del héroe maduro? Por otro lado, Tetsuya Tsurugi, hermano adoptivo de Koji, representaría ese lugar ya dado en esencia. En esta instancia, la aparición de la hija que le exige como mandato el casamiento con Sayaka se vuelve una pésima decisión argumental para quienes reconocemos en Koji un héroe tan flemático. El pedido de casamiento como gag es lo único que salva el final de una solemnidad impensada para Mazinger. Más que el casamiento, hubiera sido una buena decisión explicar el devenir de Koji como eminente científico. La serie enfatizaba la fuerza de voluntad del personaje más que su intelecto. El paso de hombre de acción a hombre contemplativo habría permitido tal vez explorar una faceta más interesante. En ese sentido, la película falla en su intento de dar continuidad a los míticos personajes de Gō Nagai. Sin embargo, allí donde lo nuevo falla, lo viejo se rememora con una vívida y cálida oleada de emoción infantil. Y se vuelve cada vez más maravillosa a nuestros oídos aquella música que Koji ejecuta al gritar: ¡Rayos Fotónicos!
Crítica emitida en Cartelera1030 por Radio Del Plata (AM 1030) entre las 19-19:45hs, el sábado 7 de abril de 2018.
Vuelven todos los personajes de una serie de televisión que fue un éxito en las décadas de los 70 y principios de los 80, que disfrutaron niños y adultos. Mazinger Z está basada en los cómics de Gô Nagai, se publicó en 1972. Ese año se vio el primer capítulo por televisión, rápidamente llegaron los juguetes y todo el merchandising de los personajes, resultó un éxito en su comercialización y los niños una vez más dominaron el mercado. En esta oportunidad el director se toma sus tiempos para contar un poco la historia y luego una presentación de los distintos personajes, contiene un buen ritmo, donde va mezclando los distintos géneros acción, aventuras y ciencia ficción. Nos ofrece mensajes ecologistas, entre otros, dentro de la trama da algunos giros interesantes, entretiene pero algunas escenas son algo violentas para los tiempos que corren sobre todo tomando en cuenta que es una película destinada al público adolescente. Los rubros técnicos son buenos, destacándose: la estética, las imágenes, el color y la música compuesta por Mikio Obata (“Godzilla: El planeta de los monstruos”), que va acorde con la trama, en esta ocasión puede llegar a atrapar a nuevas generaciones y seguir manteniendo a la que conquistaron en su momento.
La serie animada japonesa -una de las que abrió el mercado para que el animé llegase a todo el mundo- cumplió 45 años (ya…) y por eso se creó este largometraje con técnicas de última generación, todos los personajes clásicos, muchísima violencia apocalíptica -un rasgo del género fantástico nipón por varias razones-, y una trama más o menos complicada que, como siempre, se termina a los bifes entre robots gigantes y monstruos sin cuento. Este sí es el verdadero “animé popular” (Miyazaki es otra cosa, por cierto) y no está nada mal, salvo porque en algunos momentos esta historia que en gran medida captura el ojo termina aturdiendo. Ahora bien, la virtud es que se entiende lo que pasa, de qué lado están los buenos y de cuál, los malos. Y el personaje sigue siendo imponente. Nostálgicos, adelante. Nuevas generaciones con ganas de gran espectáculo, también. Un buen homenaje realizado con amor por la técnica, por ese universo y por el “rompan todo” típico del asunto. Quizás sea catártica, también.
Hay algunas historias que da gusto contar y volver escuchar. Desde que la serie original de Mazinger Z terminó en 1974, hay una escena que insiste en el tiempo: un robot piloteado por un chico de pocas luces que se enfrenta a un ejército de enemigos más poderosos que él en un combate final. Alrededor de esa escena se produjeron largos, nuevas series, cortos y ahora otro largo, Mazinger Z: Infinity, que olvida lo hecho en la etapa Mazinkaiser para imaginar el mundo de la serie después de diez años del último ataque del Dr. Hell. Digo escena y no relato porque pareciera ser esa escena, incluso esa imagen, la del héroe condenado, superado en número por sus rivales, la que justifica la reinvención narrativa de cada nueva iteración de Mazinger, como si todo fuera una excusa para volver una vez más a ese momento límite con su carga dramática y afectiva. Mazinger Z: Infinity sobrecarga una explicación científico-filosófica que bordea el delirio: los diálogos lacónicos sobre la teoría cuántica de los universos posibles hace acordar más a Evangelion que al personaje de Go Nagai. A su vez, la mayoría de los personajes no parece haber sufrido grandes cambios, salvo por Koji, que ahora, siendo adulto, presenta un perfil inverosímil: el chico pendenciero y cabeza dura se transformó en científico (?) y cavila sobre la posibilidad de formar una familia con Sayaka (con la que ni siquiera está de novio). En el medio, se suma una nena-humanoide diseñada por los mismos creadores perdidos de Mikenes capaz de salvar o de hundir al mundo. Nada de esto importa, en verdad, porque todo funciona más o menos como el trampolín de ocasión para regresar a un momento, a un escenario, a una imagen: la de un robot a punto de batirse en un duelo imposible contra cientos de monstruos mecánicos. Además de esos cambios, Mazinger Z: Infinity toma distancia del humor absurdo de las últimas relecturas de la serie original: acá hay un retrato más o menos realista, donde la vida del instituto de energía fotónica tiene un contexto social e internacional con sus presiones y diplomacia. La destrucción generalizada adquiere un rasgo humano inédito: la gente sigue el desarrollo de la catástrofe y la inminencia de un nuevo ataque a través de las encuestas de la televisión y de las noticias de los diarios. Pero la película mantiene algunas coordenadas ineludibles como la de la línea de la comedia slapstick que traen Boss y sus amigos. Para distraer a los monstruos del Dr. Hell, un robot-impresora-3D gigante dirigida por dos científicos fabrica objetos (mayormente pelotas) que el robot de Boss arroja contra los enemigos sembrando una devastación impensada: la gratuidad de la escena es un reencuentro feliz con el recuerdo de la serie televisiva. Las batallas con los robots funcionan a la perfección a pesar de la amalgama de las técnicas del dibujo y de la animación tridimensional: la articulación de una y otra a veces resulta expulsiva, se notan las costuras, pero así y todo la película se las arregla para imprimirle una escala visual y sonora impresionante a cada choque de metales, rayos y explosiones. Mazinger Z: Infinity es un gran espectáculo, de esos que todavía solo puede proveer una sala de cine, en cierta medida similar al de Titanes del Pacífico 2, que la crítica rechazó aduciendo problemas narrativos, sin haber reparado casi en los placeres sensoriales sin igual que ofrecían las peleas entre robots y monstruos. Pero ya se sabe que muchos críticos ofician de script doctors improvisados: no ven imágenes ni escuchan sonidos, solo se fijan en el relato, son sommelier de guion. Mientras el crítico se entretiene inventariando incongruencias narrativas o puntos débiles de la historia, estas películas dedican todos sus esfuerzos a explotar el poder de las imágenes, su textura, su monumentalidad, porque entienden que el cine debe ser algo más que un relato prolijo, “bien construido”. Películas como Mazinger Z: Infinity y Titanes del Pacífico 2 desarman al crítico de guion y confrontan al espectador con las formas del cine, le recuerdan cómo era eso de ver y escuchar en una sala.
Mazinger Z es uno de los animes más reconocidos a nivel mundial. El prospecto de una película genera expectativa y el que tenga un estreno comercial las dispara todavía más, sobre todo considerando la poca llegada que últimamente tiene este tipo de cine en la Argentina. Afortunadamente Mazinger Z Infinity no se limita al hecho de ser una excepción a la regla (en lo que a exhibición se refiere), sino que lo hace a través de una narración entretenida y con personajes queribles. Majin-Go!!! En el Monte Fiji, no muy lejos de un laboratorio de investigación fotónica, Koji Kabuto y su equipo descubren un secreto que vaticina el regreso de su enemigo el Dr. Hell. Un regreso en la forma de un plan que pondrá en peligro a toda la humanidad. Koji deberá pilotear nuevamente a Mazinger para protegerla, y lo hara con la ayuda de Lisa, una androide aparecida misteriosamente en el mismo yacimiento. En materia guion, Mazinger Z Infinity es una aventura dinámica con sendas y muy apropiadamente diseñadas secuencias de acción. Es de destacar como aun cumpliendo con este objetivo, no descuidaron el desarrollo de los personajes y qué es lo que los mueve emocionalmente. También aprovecha la oportunidad para hacer una crítica donde se anima a cuestionar cuán realmente comprometida está la población mundial respecto al tema de la diversidad. Otro punto a destacar es la sutileza y sobriedad con que insertaron estas cuestiones para que sean orgánicas a la trama. Es decir, el público paga por ver una gran pelea entre robots, pero como en toda gran narración tiene que haber cierta inversión emocional en los personajes, aunque tampoco se puede abusar y bajar línea groseramente. El guion introdujo solo lo indispensable de ello, y esa sobriedad fue lo que revalorizó los valores de entretenimiento de la película. En materia visual, Mazinger Z Infinity goza de una excelente animación tradicional que solo se combina con la animación digital en lo mínimo indispensable. Aunque las escenas de pelea están bien bordadas, los logros de la animación destacan más en otros lados: en cómo generan el clima fotográfico de las escenas, y particularmente la emoción que dota a los primeros planos de los personajes. Por el apartado actoral, más específicamente el apartado de las voces, créanme que es una experiencia surrealista ver un anime en idioma original en un cine de amplitud comercial. Aunque el doblaje no quita puntos a las virtudes narrativas del film, es culturalmente apreciable el poder disfrutar de esta película tal cual como la oyeron sus creadores (y público) originarios. Conclusión Mazinger Z Infinity es una propuesta que cumple con lo que promete. Quien quiera intensas luchas de robot las encontrará de sobra. Un entretenimiento que será valorado por los fanáticos y los que no lo son tanto. Si van con los más pequeños, esta es una más que auspiciosa puerta de entrada. Disfrutable.
Con tanto revival poblando las pantallas del cine y de la televisión es lógico que cada país tenga un momento para golpearse el pecho y decir acá estoy. En el caso de Japón, luego de los relanzamientos de “Caballeros del zodíaco” y “Dragon ball” en 2015, y “Pokemón” el año pasado, le tocó el turno al acaso más viejo de los mangas en términos de popularidad generacional. Mazinger Z fue creado en 1972 por el gran Gô Nagai, y si bien ha tenido otras versiones cinematográficas, al igual que ocurre con las otras franquicias, no tienen solución de continuidad. Al menos no con un eje argumental central que prepare al espectador para esperar la próxima entrega como sí ocurre con las franquicias norteamericanas. Por las dudas, el guión de Gô Nagai y Takahiro Ozawa se ocupa de hacer una pequeña introducción para poner a todo el mundo en tema. “Mazinger Z: Infinity” comienza narrando los tiempos posteriores a la última guerra contra el mal. Es época de paz ahora y la energía fotónica (arma principal en pugna desde su descubrimiento) está en buenas manos. Pero los villanos de siempre, incluidos el Barón Ashura y el Conde Decapitado comandados por el Dr Infierno, tienen el poder de controlar al Mazinger Infinity, un robot diez veces más grande que nuestro héroe, con el objetivo de conquistar una dimensión paralela y borrar nuestro planeta de la faz de la tierra porque, sencillamente, “los humanos no merecen vivir aquí”. Esto despertará a un aletargado Koji Kabuto, convertido a investigador científico y figura mediática, para volver a manejar el robot más grande del mundo en defensa de la humanidad, con ayuda de una especie de “médium” de inteligencia artificial y, por supuesto, los amigos de siempre y claro, su amor de toda la vida. Teniendo en cuenta una historia que evidentemente se condice con las utilizadas desde siempre para éste personaje, es raro que haya largos tramos sin acción. Sí, sirven para construir el estado emocional de los personajes, pero casi cuarenta minutos sin ver al robot de marras suena demasiado extenso porque la característica fundamental de Mazinger Z ha sido siempre la aventura y la lucha cuerpo a cuerpo. Siguiendo con el guión, a pesar de la buena intención de los mensajes ecológicos, estos están forzosamente insertados en el mismo. Como quien grita algo de desde atrás de la multitud, es decir en lugar de decantarse por virtud del desarrollo del relato la moraleja es interpuesta como un panfletito quitándole por ende su valor intrínseco. Para balancear estas situaciones, en el costado positivo están: los personajes que el fanático quiere ver (hasta Afrodita en forma de muñeca coleccionable), la mística del robot intacta, un conflicto amoroso entre el deber cumplir o elegir lo personal y, por supuesto, una vez que arranca definitivamente, hay acción para tirar para arriba. Como en todos los ejemplos anteriores, “Mazinger Z: Infinity” está hecha para los fans de toda la vida y para captar la atención de las nuevas generaciones ávidas de conocer más a fondo la cultura pop de sus padres. Todos ellos seguramente no saldrán defraudados.
La cultura nostálgica arrasa y no da tregua en la industria audiovisual, y Japón no está exento de ella. Con la salvedad de que su modo de producción se apoya en la repetición permanente en búsqueda de la perfección, por lo que la sociedad nipona se adelantó a la moda años atrás, alimentando los kokoros de aquellos acérrimos fanáticos. Mazinger Z: Infinity, continuación del prestigioso animé con más de 45 años, llega para seguir esa fantasía que aún hoy es capaz de cautivar a las nuevas y viejas generaciones.
NOSTALGIA ROBÓTICA Mazinger Z es una creación de Go Nagai (1945), una de las figuras monumentales del manga y animé que ha contribuido al conocimiento de esta expresión oriental en occidente. Indagar en la vasta mitología que tiene su obra resulta inabarcable -e innecesario- para este artículo, pero hay que mencionar cómo su nombre cobra este año una enorme relevancia gracias no sólo al estreno que nos ocupa por la celebración de los 45 años en que apareció el manga original (el manga de Mazinger Z apareció en 1972, pero el estreno en Japón de este film fue en el 2017) sino también por el estreno de Devilman crybaby en Netflix, que resultó en una de las mejores incorporaciones del gigante de streaming. Hablar ya de por sí sobre el universo que construyó Nagai en torno a Mazinger Z resulta extenuante por las numerosas secuelas que se dieron a lo largo de los años: Great Mazinger, Grendizer y Mazinkaiser han abierto un enorme abanico de personajes interrelacionados en el mismo universo y, dado que se trata de un homenaje, Mazinger Z Infinity hace numerosas referencias a la integridad de la saga. Lo bueno es, sin embargo, que a pesar de la nostalgia que puede despertar en aquellos que conocen todos los detalles de la serie, el film funciona sin que tengamos conocimiento previo de la saga original. Mazinger Z Infinity no se toma respiro para dar lugar a la introducción, donde vemos al Great Mazinger en todo su esplendor mostrando su amplio catálogo de ataques en una secuencia vertiginosa, una batalla desigual que no sólo exhibe las fortalezas del aspecto visual de la película sino también sus puntos bajos. La acción resulta comprensible a pesar de la velocidad en que ocurren las muchas explosiones y ataques que son anunciados para regodeo de los fans, pero el 2D y el 3D no siempre parecen convivir de la forma más adecuada. La profundidad del campo donde se mueven juega confusamente con las dimensiones de los personajes y la iluminación provoca extrañamiento porque parecen siluetas recortadas sobre un fondo al que no parecen pertenecer. Esto se repite ocasionalmente en otros segmentos, pero afortunadamente no resulta una constante como para que no podamos disfrutar del dinamismo del film dirigido por Junji Shimizu, que demuestra tener la espalada para hacerse cargo del proyecto. Esta parte inicial que tiene como protagonista a Tetsuya Tsurugi, el personaje central de Great Mazinger, da pie al protagonista indiscutido de la saga en su integridad, Koji Kabuto. Pero ahora se encuentra retirado, en el pacífico papel de un científico que utiliza los beneficios de la energía fotónica para mejorar la calidad de vida de la humanidad. Como es de esperarse, este retiro no durará demasiado ya que el descubrimiento de un enorme robot semejante al Mazinger y la reaparición del Dr. Hell tras diez años de paz lo pondrán a prueba nuevamente en el campo de batalla. El film de Shimizu con el guión de Takahiro Ozawa gana cuando reformula el espíritu de la serie original de forma incondicional, sin que ello implique apelar a la nostalgia o replicar algo que ya se vio en la obra original de Nagai. Entre las batallas, el humor un tanto zonzo, el erotismo solapado y absurdo, la utilización de los diseños robóticos originales y los coloridos y maquiavélicos antagonistas se encuentra su fortaleza. Cuando intenta abrirse de ese campo para darle mayor densidad al argumento flaquea, con largas explicaciones pseudocientíficas sobre dimensiones alternativas que en definitiva son una excusa para plantear el escenario maniqueo sobre el que se planteaba la serie original: es difícil buscar en el animé un prototipo de héroe más perfecto y simétrico que el de Koji Kabuto y lo mismo su antagonista, el Dr. Hell y sus secuaces, que en definitiva plantea toda su destrucción desde un lugar de poner a prueba a la humanidad. Hay que decir sin embargo que esta densidad no está del todo desaprovechada: el Dr. Hell plantea algunas líneas sobre las fallas de la humanidad para abrazar los tiempos de paz y el motivo de existencia de Kabuto como un arma con un solo propósito de vida, que resuenan y dan vitalidad a los personajes del film. En definitiva Mazinger Z Infinity se disfruta desde la ingenuidad pero también desde la enorme vitalidad que ha permitido que una saga creada en 1972 continúe dando que hablar en el campo del cine. Después de todo, ¿quién no ha fantaseado con robots gigantes alguna vez después de ver esta serie o algunas de las numerosas obras que abrazaron su legado?
Un clásico del anime vuelve a las pantallas de cine con el estreno de Mazinger Z: Infinity de Junji Shimizu. La humanidad está celebrando la paz y el Mazinger Z descansa en un museo. El piloto Koji Kabuto está retirado de la batalla y ejerce como científico continuando la labor de sus antepasados. Sin embargo la tranquilidad termina cuando encuentran un Mazinger denominado Infinity con el poder de abrir un portal a varias dimensiones y acabar con la tierra. Muy pocos animes logran su estreno en Argentina y los pocos que lo hacen son aquellos que forman parte del recuerdo de las series que pasaban en la televisión en nuestro país, como Caballeros del Zodíaco, Dragon Ball y el caso aquí presentado. El anime vuelve con un dibujo que se adapta a los tiempos que corren, especialmente en su paleta de colores pero tampoco olvida la esencia más rústica de sus trazos o la inocencia impregnada en sus diálogos y situaciones. La trama de la película se desarrolla en gran medida aguardando la aparición del famoso mecha (robot japonés) Mazinger Z. Por momentos los conflictos se dilatan con divagaciones sobre el futuro de los personajes o cuestionamientos sobre si la humanidad es digna de ser salvada, algo común en los animes.
Crítica emitida por radio.