Entomología para principiantes. En lo que respecta a la animación de las últimas décadas, los insectos estuvieron un tanto “relegados” frente a los vertebrados superiores, entre los cuales siempre se destacaron los mamíferos y las aves. Los realizadores pocas veces optaron por antropomorfizar y convertir en protagonistas a criaturas tan pequeñas que en ocasiones arrastran estigmas negativos y por ello no habilitan esa “identificación automática” que quizás sí despierta otro tipo de animales más afines al ser humano, ese primate que sólo se siente cómodo mirándose en el espejo de la fauna y la flora trastocadas según su conveniencia. Por lo general la falta de ideas novedosas encauza hacia la reincidencia en cuanto al “casting silvestre” de turno. No obstante, hay algunos antecedentes que permiten sopesar a la simpática Minúsculos (Minuscule: La Vallée des Fourmis Perdues, 2013), la película que nos ocupa: estamos ante una versión un poco más “delicada” de Bichos (A Bug’s Life, 1998) y Antz (1998). Mientras que aquellas apostaban decididamente a la duplicación de los rasgos concretos que nos caracterizan en tanto bípedos, la tesitura del opus de Hélène Giraud y Thomas Szabo se posiciona en otro terreno estético, más volcado a un naturalismo con toques de caricatura y detalles varios surrealistas. De hecho, la obra instaura una frágil “dialéctica del contraste” basada en fondos de live action y personajes en 3D construidos a partir de CGI no invasivo. La trama se centra en una vaquita de San Antonio que se aleja de su clan, es perseguida por una bandada de moscas y eventualmente termina herida, sin poder volar y refugiándose de una lluvia nocturna. Al día siguiente descubre que se encuentra en medio de los restos de un picnic, los cuales están siendo “saqueados” por distintas clases de insectos que se nutren de los despojos de la cultura humana de la obsolescencia. Pronto la susodicha traba relación con un grupo de hormigas negras obsesionadas con llevar una lata repleta de terrones de azúcar a la reina de la colonia, en lo que se transforma en una “adopción improvisada” en función del ala dañada de la protagonista y la amenaza que constituyen las hormigas rojas. Sin atisbos de la premura narrativa del mainstream norteamericano, los directores conducen con simpleza un cúmulo de episodios de tono lúdico que incluyen aventuras, lapsos contemplativos, algo de humor naif, semblanzas sobre la amistad, una fotografía muy bella, ironías implícitas y todo el minimalismo que promete el título (aquí no hay diálogos propiamente dichos, sólo intercambios sonoros entre la mariquita, cuya “voz” parece una corneta, y las hormigas, que se la pasan “silbando” todo el metraje). Al igual que la serie de cortos televisivos en los que está inspirada, la encantadora Minúsculos no llega a maravillar aunque plantea con eficacia una suerte de aproximación bucólica y sutil a la entomología…
Minusculos, el valle de las hormigas, es una excelente película para disfrutar a pleno tengas la edad que tengas. En esta brillante propuesta no hay diálogos ni palabra alguna, sólo el sonido de la naturaleza y de los insectos, acompañados por una gran banda de sonido. La inmediata sensación que da su visión es que estamos ante...
Un mundo que de Minúsculos, no tiene nada Trabajar el detalle, buscar nuevas formas de animación, saborear el cine, explorar el delirio y armar una historia épica sumergida en un mundo tan desarrollado como oculto, por lo menos para nuestros ojos. Minúsculos: El valle de las hormigas (Minuscule - La vallée des fourmis perdues, 2013) es la culminación del trabajo realizado por los directores Hélène Giraud y Thomas Szabo, comenzado en el 2004, con unos cortos basados en la misma técnica y mismos personajes (Minuscule). Una pareja, que descansa tranquilamente en el bosque, debe abandonar su picnic cuando la mujer siente las primeras contracciones. Este incipiente nacimiento da origen a la historia, al cuento, al viaje que deberán emprender un grupo de hormigas negras, una caja repleta de cubos de azúcar y una mariquita. Esta pequeña protagonista, alejada de su familia nativa, demostrará su valentía en cada paso. Pero ninguna travesía es simple en el cine, menos cuando de sobrevivir se trata, y una banda de hormigas rojas se interpondrá en su camino. Persecuciones, enseñanzas y batallas épicas harán crecer un universo tan simple como imperfecto. Algo que lo vuelve aún más bello. Usando escenarios reales, los directores y guionistas de la película, desarrollaron personajes animados provenientes del mundo de los insectos. Animación 3D que exagera la composición de estos seres utilizando los códigos de la caricatura, aunque al mismo tiempo buscando el realismo en los movimientos y en las texturas. La narración transcurre como una leyenda, como una fábula de Esopo, atravesada por micro-mundos que se alimentan de la cultura humana. Es un trabajo visualmente pretensioso, apasionado, pero donde lo que más llama la atención es su falta de diálogos. Acostumbrados a películas como Hormiguitaz (Antz, 1998) o Bichos, una aventura en miniatura (A Bug's Life, 1998), es una virtud del film que los insectos no hablen. La comunicación es a base de efectos de sonido y músicas incidentales que se aplican de forma exitosa, comprensible y sin defectos. Una mariquita, el insecto más indefenso que podemos imaginar, se vuelve el líder de las hormigas negras. Unas hormigas organizadas dentro de su delirio, mezcla de inocencia y sencillez, que deberán proteger el botín conseguido en el picnic contra su contrapartida de la naturaleza: las hormigas rojas, lideradas en un formato militar y con especial cara de malas. Este viaje por el bosque nos mostrará el tráfico sonoro de un territorio dominado por las múltiples patas, las antenas, las alas, la viscosidad y los elementos humanos que interfieren directamente con su equilibrio biológico. Dando lugar a una batalla épica al estilo de la trilogía El señor de los anillos (The Lord of the Rings, 2001-2003). El ritmo por momentos tiene unos vaivenes contraproducentes, pasando de un buen manejo de la acción, los gags y el suspenso, a situaciones que ralentizan la historia. Hasta podría catalogarse como una dinámica de estilo francés. También hay ciertos aspectos reiterativos y previsibles que hacen más notoria esa merma. Aunque se equilibran con detalles cinematográficos, de rápida identificación, que fortalecen la empatía con el espectador. Una serie de tributos que pasan por El rey león (The Lion King, 1994), Psicosis (Psycho, 1960), Tiburón (Jaws, 1975), Misery (1990) y Star Wars: Episodio VI - El Regreso del Jedi (Return of the Jedi, 1983). Minúsculos: El valle de las hormigas es un gran mundo desarrollado por Giraud y Szabo desde sus ganas por contar una historia universal, pero en uno de los entornos más pequeños que existen. Trabajando desde lo simple, potenciando el detalle e intentando generar un relato donde el protagonista demuestre su poder y su fortaleza sin perder su esencia. Una mariquita que no deja de ser chiquita, colorida y con problemas de coordinación. Una mariquita que no necesita convertirse en otra cosa para ser quién es.
No estamos solos El antecedente de este film, que mezcla acción y alguna dosis de humor en un tono de naturalismo alejado de la construcción artificiosa de la animación digital, data de 2004 con una batería de cortometrajes en los que se desarrollaban las peripecias de estos simpáticos insectos con el protagonismo de la vaquita de san Antonio o las hormigas. Lo cierto es que la marcada diferencia entre la propuesta de Minúsculos con sus pares animados como Bichos o Antz, mundos habitados por insectos antropomorfizados, es sustancial: ninguno de los personajes de esta película habla, sino que se comunica mediante sonidos o con el cuerpo desde los gestos más que desde las expresiones. El desafío del no diálogo lleva al replanteo de la aventura y entonces la magia del cine completará el resto. La premisa es sencilla y tiene como protagonista a una vaquita de san Antonio que queda relegada de su grupo, aspecto que la deja primero a merced de unas moscas muy molestas y luego en su devenir por la naturaleza, rodeada de peligros pero también de estímulos, entablará contacto con las hormigas negras. El encuentro entre ambas especies se produce en el escenario que ha dejado las sobras de un picnic en un bosque. Desechos que para los humanos son basura, para estos insectos representan tesoros, y a partir de allí el conflicto por la posesión con las hormigas rojas, antagonistas y villanas de turno, se desplazan por distintas vertientes hasta desatar una batalla épica en la que la indefensa vaquita de san Antonio se convierte en heroína del relato. Los directores Hélène Giraud y Thomas Szabo se toman su tiempo para desarrollar la aventura jugando con las diferentes perspectivas de tamaño y los puntos de vista de los insectos en relación a los humanos y mucho más respecto al paisaje en el que se desenvuelven. Tal vez la falta de acción le juegue en contra a la propuesta integral, algo que en el caso de Bichos o Antz se veía suplantado por la antropomorfización de sus criaturas. No obstante, Minúsculos es una interesante propuesta sin bajada de línea ecológica ni mensajes de trazo grueso, aunque su público infantil es el indicado para disfrutar de estos simpáticos insectos que no hablan.
Minúsculos es una de las mejores películas de animación que ofreció este año la cartelera. Se trata de una producción francesa que adaptó en el cine la serie homónima creada por Thomas Szabo y Hélène Giraud en el 2006. El programa tuvo 78 episodios y presentaba cortos de seis minutos donde se describía con bastante humor la vida de distintos insectos. El valle de las hormigas es un proyecto que traslada este concepto a la pantalla grande. La película, al igual que la serie, presenta personajes desarrollados por animación computada que se desenvuelven en escenarios naturales filmados en live action. Una combinación bastante particular que ofrece una experiencia distinta en el cine. La historia no tiene diálogos y todo el conflicto se narra a través de situaciones de comedia física y los sonidos que emiten los insectos para comunicarse entre sí. Cuando los directores crearon este proyecto tomaron como referencia a Microcosmos, el clásico documental producido por Jacques Perrin, y los dibujos animados del estudio Warner Bros de los años ´50, que también solían brindar relatos donde no había diálogos entre los personajes. La gran diferencia que presenta el largometraje de Minúsculos, con respecto a la serie de televisión, es que la trama tiene más contenido dramático y se enfoca bastante en la aventura y las secuencias de acción. Momentos entre los que se destaca una fabulosa batalla épica entre insectos hacia el final de la historia. Algo muy interesante de este film es la manera en que los realizadores integraron la animación CGI con esas fabulosas locaciones francesas, que sobresalen además por una excelente labor en la fotografía. Dentro de la narración también jugó un papel clave la música de Hervé Lavandier que es hermosa y desde las primeras escenas crea un clima especial en la ambientación del relato. Producciones tan creativas y originales como Minúsculos no se estrenan con frecuencia en los cines y por eso es una gran propuesta familiar que merece su recomendación.
La trama de “Minúsculos” es muy sencilla. Ante las contracciones de una joven embarazada, una pareja debe abandonar prematuramente un picnic campestre olvidando el canasto de comida. Un grupo de hormigas negras se harán del botín para llevarlo a su hormiguero. A este grupo, se suma una Vaquita de San Antonio que quedó malherida y dificultada para volar luego de un encuentro poco amistoso con unas moscas. El film, se centra en las aventuras de las hormigas para transportar el botín, el cual es deseado por unas “malvadas” hormigas rojas. Al llegar al hormiguero, las hormigas rojas se organizan y rodean el lugar, oportunidad para que la Vaquita de San Antonio, ya recuperada, pueda demostrar sus dotes voladores y transformarse en heroína en la defensa del hormiguero. El opus cinematográfico de Szabo y Giraud (quienes realizaban una serie televisiva con este tipo de personajes), tiene un comienzo alentador, donde el film se desarrolla en la mejor tradición de los filmes de aventuras, con un relato fluido que no deja respiro y nos mantiene tensionados por el destino de los protagonistas; con el merito agregado que hace esto sin incorporar ninguna línea de diálogo. Sí Disney nos ha acostumbrado a que los animales hablan como humanos y con voces de famosos, “Minúsculos” hace una fuerte apuesta al trabajo sonoro climático y a la potencia de la acción. Incluso, sin recurrir a la clásica humanización de los personajes, lo que hace la propuesta aun más atractiva y disruptiva. Luego de este comienzo prometedor, el film parece desinflarse lentamente para nunca más arrancar. Una vez en el hormiguero, la potencia narrativa parece agotarse y la trama estancarse. Los recursos utilizados comienzan a repetirse, los autores no logran profundizar en las emociones de los insectos y hechan mano a un excesivo antropocentrismo. Pese a esto, el film no deja de ser una propuesta interesante, con logrados momentos humorísticos, un bello manejo de la imagen y un gran trabajo sonoro.
“Minúsculos” es una película belga dirigida por Thomas Szabo y Helene Giraud en la cual el idioma no importa, al menos no por el que nos comunicamos nosotros. No hay una línea de diálogo en esta película en la que apenas al principio aparecen un par de seres humanos, pero que en realidad está enfocada en este mundo minúsculo al que hace alusión su título. En “Minúsculos” somos testigos de la vida de un grupo de hormigas, el animal más trabajador que existe. En realidad, de una vaquita de San Antonio que se ve inmersa dentro de una colonia. Porque de un pequeño conflicto, unos restos de comida que una joven pareja deja atrás, parte la premisa de esta película que sitúa a dos colonias de hormigas y las enfrenta. Un cuento narrado de manera delicada, podría ser una buena manera de definir a este film, que se basa más que nada en la animación, y en intentar plasmar los diferentes diálogos que estos insectos tienen entre sí. Como aclaré antes, no hay diálogos, pero eso no quiere decir que ellos no dialoguen, que no se comuniquen, a su manera, como lo hacen los animales de un modo u otro. El trabajo de sonido está muy cuidado en esta película e incluso le imprime realismo a esta historia animada, pero también ayuda a que sea así las locaciones reales en las cuales se insertan estos seres animados. Aunque hay que reconocer que por momentos los zumbidos casi constantes pueden llegar a tornarse un poco molestos. Aun así cabe destacar que más allá de la singularidad en este tipo de películas dedicadas especialmente a toda la familia de no contar con diálogos, la película es ligera y entretenida y se encarga de plantar sus moralejas y valores (compañerismo, lealtad, valentía) de manera clara y concisa. Basada en una serie de cortometrajes, "Minúsculos" es una película encantadora que fomentará seguramente la imaginación de los más pequeños que vayan a verla y, más allá de su pequeña historia, logra resaltarse entre las películas de su estilo. Acción, gags, detalles y un aspecto técnico más que correcto en esta historia de aventuras. Probablemente rememore a varias películas, desde las más obvias como "Bichos y Hormigas", hasta otras más clásicas del cine cuyos directores se permiten homenajear.
Dentro del staff de Función Agotada cada uno de los integrantes tenemos nuestros géneros preferidos, directores o superhéroes. En lo que a mí respecta, soy la encargada de “el otro cine”. Aquel que no es mainstream, ni taquillero, muy lacrimógeno, pero sobre todo, francés. En abril, cuando me enteré que se iban a estrenar en Argentina cerca de 50 títulos francófono, lo único que pensé fue en hacerle frente a la que se viene. Por suerte, lo que se viene ahora como estreno es Minúsculos (Minuscule- La Vallée Des Fourmisperdues) una increíble película animada, sin una palabra y francesa. Minúsculos nació de algo muy chiquito -pero de una enorme producción, cerca de 10 millones de euros- en formato de serie para la televisión francesa, claro. La idea fue tan bien recibida que una productora decidió llevar algunos de esos personajes a la pantalla grande y en 3D. La historia comienza a narrarse desde una pareja que disfruta de un pic-nic al aire libre en el medio del campo. Cuando la chica empieza a sentir contracciones, el apuro obliga al muchacho a dejarse algunas cosas olvidadas. Paralelamente, un matrimonio de Vaquitas de San Antonio ven nacer a sus tres pequeños hijos, en el primer intento de vuelo, una de las Vaquitas, por curiosa, se separa de su familia. Cuando una tormenta se desatada en medio de la noche, encuentra refugio en una pequeña casita. A la mañana siguiente, descubre que en verdad se había ocultado en la enorme azucarera y que los demás habitantes del prado estaban en plena mudanza de alimentos, entre ellas un escuadrón de hormigas negras. Con la unión de la Vaquita y las hormigas, comenzará la odisea en trasladar la azucarera hasta el gran hormiguero. Aventura y humor recreados por pequeños personajes. Durante toda la aventura que conlleva este trayecto, estos personajes se irán topando con otros insectos que querrán lo suyo o los querrán a ellos. Es la cadena alimenticia o la ley del más fuerte Lo maravilloso de Minúsculos es que posee escenarios naturales filmados al sur de Francia y luego en postproducción fueron incorporados los personajes. Sin voz hablada, la película cuenta con ruidos y efectos de sonidos reales, y con una banda sonora sorprendente. Además de las tantas referencias cinematográficas y su belleza visual, posee varios conceptos destacables como la idea de familia, la ayuda al prójimo, la fraternidad en desigualdad de condiciones, la amistad y, sobre todo, el respeto a la naturaleza.
PARA EL NIÑO INTERIOR Una pareja de jóvenes está haciendo un picnic en unos hermosos soleados valles de Francia y tienen que dejar el lugar por una urgencia, dejando a la intemperie toda su comida. Unos insectos atacan el banquete y así aparece nuestra querida protagonista: una vaquita de San Antonio. No conocemos su nombre. El bichito sufre un torpe accidente y no puede volar, por lo que se alía a un grupo de hormigas, quienes se apropian del plato principal. De esta manera, las aventuras dan comienzo y cualquier cosa puede llegar a pasarles en el camino. Lo que nosotros no percibimos como humanos, en este minúsculo mundo puede ser peligro de muerte. Con todo el amor que uno pueda tenerle o no a Pixar, cabe mencionar que “Minúsculos: el valle de las hormigas” tiene diez veces mejor calidad que “Bichos” (1998). En primera instancia, por cartel uno puede prejuzgar que va de lo mismo, pero la verdad es que no. Esta nueva película lleva consigo el toque artístico europeo y el factor de vida francés, mezclando un mundo real con otro fantástico y animado. Tenemos aventura, guerra, fantasía, animación, ficción, realidad y una fotografía excelente de los paisajes, sobre la cual se realizó directamente la animación. Estas criaturitas están rodeadas de detalles del mundo de los humanos. Por ejemplo, la vaquita de San Antonio se comunica con voz de corneta y las moscas, que hacen bullying, suenan como autos de Fórmula 1 al volar, entre infinitas cosas más. Además, cada melodía es acorde a cada situación. Al que le moleste no poder prestarle atención a la imagen por estar al mismo tiempo leyendo los subtítulos, esta le será una película que disfrutará al 100%, porque la apreciará únicamente con los ojos y los oídos. No hay un solo diálogo. De más está decir que la banda sonora es genial. Y aunque en algún punto las acciones puedan trascender lo verídico, encajan correctamente en la trama, que en ningún momento deja de ser infantil. La verdadera historia nació a partir de una serie animada que tuvo éxito principalmente en Europa y fue transmitida por Disney Channel, Cartoon Network y Nickelodeon, entre otras cadenas televisivas. En 2012, se anunció su película y durante 2013 se paseó por los mejores festivales de Europa, recaudando millones de dólares alrededor del mundo. En Argentina, la serie comenzó a transmitirse por INCAA TV y la película se proyectó en el último BAFICI. Veremos que sucede ahora con su estreno oficial en nuestro país. Los verdaderos niños solo sonreirán, pero será nuestro niño interior el único que aprecie cada uno de los detalles y se adapte felizmente al ritmo de la película. No es algo de lo que uno pueda llegar a decir “está re buena, es lo mejor que vi en mi vida”, pero resulta muy simpática y está excelentemente trabajada. Es ideal para que ir con hijos o sobrinos al cine, y que ambos disfruten calladitos.
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Sobre la vida privada de los insectos Plena de gracia e imaginación, la serie televisiva Minúsculos es lo más importante que le pasó a la animación occidental después del surgimiento de Pixar. La versión cinematográfica mantiene esas virtudes, pero en dosis ligeramente menores. Creada por los franceses Hélène Giraud (hija del célebre Moebius) y Thomas Szabo, la serie televisiva Minúsculos es lo más importante que le pasó a la animación occidental después del surgimiento de Pixar. Aquí la emitió Incaa TV. En episodios de duraciones variables (pueden ser de 5 y hasta 26 minutos) Minúsculos narra, con la más alta calidad visual, enorme gracia y humor, sentido de aventura, culto del detalle, singular capacidad de observación y, sobre todo, manteniendo siempre el punto de vista de sus protagonistas, “la vida privada de los insectos”, como reza el subtítulo (de la serie). Superproducción de diez millones de euros que en Argentina se estrena hoy en cien pantallas (en la mayor parte de ellas en 3D, el resto en 2D), Minúsculos - El valle de las hormigas mantiene todo aquello. Pero en dosis ligeramente menores, por sufrir del típico síndrome de serie corta que pasa al largo: pierde algo de concentración y tensión, lagunea de a ratos. Igual sigue siendo, desde ya, altamente recomendable.Quienes hayan visto algún episodio (están en YouTube) conocerán ya a algunos de sus protagonistas: las vaquitas de San Antonio (que en España llaman “mariquitas”; acá no), las moscas, las hormigas negras. A diferencia de la serie, donde no había villanos, aquí sí. Posible concesión al modelo moral binario impuesto por Hollywood, se trata de las temibles hormigas coloradas. Los que conozcan la serie sabrán también que Giraud & Szabo siempre se negaron a ese gesto mayúsculo de antropomorfización que sería dar a las criaturas el poder del lenguaje. Los insectos de Minuscule, agigantados por la cámara, no hablan. Sí hacen ruiditos. Muchos ruiditos. Algunos de ellos son propios de sus equivalentes reales (el zumbido de las moscas, que cuando vuelan en grupo encienden las turbinas) y otros, sí, antropomorfizados: lo de Giraud & Szabo no es un dogma de hierro.Hay moscas que se ríen como las ardillitas yanquis, las hormigas negras se comunican por silbidos, las rojas pegan gritos amenazantes y las vaquitas de San Antonio lo hacen por una especie de agudo pedorreo sonoro. Otra adecuación al gusto internacional (o sea estadounidense) es el carácter de cuento de iniciación y amistad entre especies que presenta Minuscule - El valle de las hormigas. Iniciación del protagonista, una cría de vaquita de San Antonio a la que su curiosidad de cachorro/a (no se sabe de qué sexo es) lleva a extraviarse, viviendo una serie de aventuras que terminan con su adopción por parte de un grupo de hormigas negras y su inesperado carácter de héroe providencial, en pago por la generosa ayuda. El verosímil, que la serie siempre se ocupó de mantener en sus propios términos, tiembla aquí por momentos. No tanto cuando las hormigas negras se defienden arrojando hisopos a modo de flechas o cohetes de pirotecnia como cañonazos, o cuando las rojas cargan sobre el bastión rival con un envase de insecticida: la descomunal capacidad de carga de las hormigas justifica esas hipérboles. Sí cuando la vaquita, que recién está aprendiendo a volar, carga una vital cajita de fósforos, arrastrándola por kilómetros, sostenida no se sabe muy bien cómo.Hechas esas salvedades –a las que cabría sumar la falta de remate y el exceso de pompa del final, que va en contra del carácter mini que siempre tuvo la serie–, los bichitos en sí son puro goce. Sobre todo la tímida vaquita, que observa todo con ojazos de asombro, semioculta bajo su casco rojo. Con un trabajo sonoro siempre notable, la tapa de una lata suena, al cerrarse, como una estampida. Magníficas las secuencias del post-picnic (situación clásica de la serie), la del sueño colectivo en una gruta y, sobre todo, la de la sostenida persecución fluvial (muy Pixar, en verdad) de las hormigas rojas, que navegan en latita de cerveza, a las negras, que lo hacen en una de picnic. Se les suma un pez feo y amenazante, tan eficaz en la captura de insectos como la ardilla Scat con las nueces. 7-MINUSCULOS – EL VALLE DE LAS HORMIGAS (Minuscule - La vallée desfourmis perdus,Francia/Bélgica, 2013.)Dirección y guión: Hélène Giraud y Thomas Szabo.Música: Hervé Lavandier.Duración: 89 minutos.Estreno en copias 2D y 3D.
Chiquititos, pero divertidos Una pequeña joya animada, del cine francés, para chicos y grandes. No hay por qué saber que Minúsculos llega como resultado del éxito de una serie de cortometrajes de los mismos realizadores, los franceses Hélène Giraud y Thomas Szabo. Lo integraban por 78 episodios y fueron presentados desde el año 2006. Y tampoco hace falta haber visto ninguno de los trabajos de 6 minutos -aunque no habría por qué perdérselos- para disfrutar esta maravilla sin diálogos entendibles entre animales, sobre el micromundo de los insectos, en una aventura en la que la solidaridad, la valentía y el humor, están en primer plano. La protagonista es una vaquita de San Antonio, que por curiosa que es, se separa de su familia. Y termina reuniéndose en el campo con una hormigas laboriosas, que encuentran una caja con terrones de azúcar, que deciden llevar a su hormiguero para beneficio en común. Pero hay unas hormigas rojas más holgazanas quieren quedarse con la caja. Minúsculos no se parece en nada a Bichos, una aventura en miniatura, de Pixar, ni a Antz, de DreamWorks. Tiene vida y ritmos propios. Por un lado, la falta de diálogos hace que todo se parezca más a una experiencia del viejo y querido cine silente, aunque hay ruidos, efectos y música. Seguramente los chicos la disfrutarán a su manera, y los grandulones, también. Tiene, sí, gags y guiños propios para el entendimiento del público más adulto, al margen de elipsis que los más pequeños se pueden perder. La animación de los ojos de la Vaquita, o de las hormigas buenas y malas, la combinación con fotografía “real” del campo, todo está mancomunado para lograr un efecto de realidad que, dentro de la ficción de este pequeño micromundo, funcione y resulte, en lo posible, creíble. Y a no sorprenderse si Minúsculos entra en el lote de las películas finalistas candidatas al Oscar a mejor filme animado.
Audacia narrativa Los insectos siguen fascinando a decenas de documentalistas y animadores. En este rubro, tras producciones hollywoodenses como Bichos, Hormiguitaz o Bee Movie, la historia de una abeja, llega ahora a la cartelera argentina una propuesta francesa como Minúsculos. Hélène Giraud y Thomas Szabo se basaron en una serie de cortos que ellos mismos habían concebido para televisión y consiguieron trasladar aquel éxito inicial a la pantalla grande. Con un generoso presupuesto de 20 millones de dólares y una apuesta por demás arriesgada (la película prescinde por completo de los diálogos, ya que los insectos se comunican con simples zumbidos), convocaron a más de 1.500.000 espectadores en los cines de Francia y lograron ubicarla entre los 20 precandidatas al premio Oscar al mejor largometraje animado. Todo arranca con una pareja que llega a un encantador paraje de Provence para disfrutar de un picnic bajo el sol. Pero ella está embarazada y, apenas comienzan a sacar las exquisiteces de las canastas, la joven empieza a tener fuertes contracciones. Ambos abandonan raudamente el lugar dejando una generosa oferta alimenticia para miles de bichos de toda clase. La protagonista del film es una vaquita de San Antonio que pierde a su familia y es adoptada por una colonia de hormigas negras, que pronto deberá enfrentarse (cual batalla a-la-Corazón valiente) a las despiadadas hormigas rojas por un botín que, por ejemplo, incluye una caja con terrones de azúcar. Quizás un poco menos espectacular y algo más ardua (sobre todo para los más pequeños) que las propuestas norteamericanas que se sustentan en los diálogos y los gags calculados para generar impacto, empatía, identificación con los personajes y carcajadas, Minúsculos es -vaya paradoja- un gigantesco esfuerzo de producción con una audacia narrativa que merece ser reivindicada y celebrada.
Historia candorosa y animación exquisita Un auto recorre hermosos lugares hasta llegar al costado del bosque. La pareja de ocupantes prepara todo para el picnic. La mujer está embarazada y de pronto parece que el bebé quiere salir, él también, a disfrutar del día. Chico inoportuno. En el apuro por correr al hospital, abandonan parte de la vianda sobre el pasto. Las dulces hormigas negras se acercan a investigar. Allí hay un auténtico tesoro para ellas. Pero las malvadas hormigas rojas acechan. Pronto habrá una guerra entre dos auténticos ejércitos. ¿Quién podrá ayudar a las más débiles? ¿Quizá la vaquita de San Antonio? A juzgar por los esfuerzos de las negras, las persecuciones, los enfrentamientos, la heroica defensa del hormiguero sitiado, el sentido de amistad entre dos de las especies, el gracioso empleo de armas impensadas, las estrategias de combate, etc., bien podría decirse que es una película de género épico. Se vive como tal. Y como un juego sin palabras. Quien haya descubierto los micros de "Minúsculos" que pasan por Canal Encuentro, ya sabe de qué se trata: una deliciosa combinación de dibujos sobre fondos reales, siguiendo las aventuras, sustos y picardías de diversos bichitos en su búsqueda de comida, todo sin que se oiga una sola palabra en idioma humano. El humor es fino, sutil, delicioso. Los protagonistas son encantadores aunque casi nunca pongan carita de animalitos tiernos. Y aunque muchas veces los miremos medio de lejos, para no pisarlos. Son 178 micros de producción francesa, realizados entre 2006 a 2011 con un buen gusto exquisito. Y ahora vino la película, de técnica fascinante, cinemascope a todo lo largo y en 3D, nada menos, fruto de cuatro años de trabajo y varias visitas a los parques nacionales de Mercantour y Ecris, que es donde, supuestamente, se ambienta la historia. Creadores y directores, Hélène Giraud y Thomas Szabo. El venía de hacer unos cortos de fama en festivales. Ella, de elaborar el concepto gráfico para "El quinto elemento" y también para unos videojuegos de éxito. Habrán visto "Microcosmos", o habrán ido de paseo al campo, quién sabe, la cosa es que inventaron esta delicia. Dicho sea de paso, el padre de ella también supo hacer otra clase de delicias. Se llamaba Jean Giraud, alias Moebius, fue responsable del diseño gráfico de "Alien, el octavo pasajero". A su memoria está dedicado el candoroso "Minúsculos".
La lucha animada por un preciado botín Una vaquita de San Antonio queda en el medio de una pelea entre hormigas negras y coloradas que buscan quedarse con los preciados restos de un picnic. Gran cuidado estético en la realización para un resultado débil. El cine de animación es, aunque a veces lo olvidemos, un género con posibilidades infinitas. Desde hace ya más de 20 años, la lucha por la taquilla en la animación ha sido feroz en Estados Unidos y a Disney y Pixar, le han salido a competir todos los grandes estudios con sus películas y sagas animadas. El mundo no se ha quedado atrás, y desde Japón (con Miyazaki a la cabeza pero con un universo de animé gigantesco) hasta la Argentina (desde García Ferré hasta Metegol), todos han logrado meter, aunque sea de forma aislada, algún éxito de calidad que se ganó su espacio en la historia del género. Minúsculos es una coproducción entre Francia y Bélgica basada en una serie de cortometrajes protagonizados por seres minúsculos, como también ocurre en la película. Estos cortos, breves, algunos más graciosos que otros, son simpáticos y la animación sin ser excepcional es fina y original. En la película el personaje principal es una vaquita de San Antonio que accidentalmente queda en medio de una batalla entre hormigas negras y hormigas rojas que se disputan el botín abandonado por una pareja que, de urgencia, deja atrás su pic nic. Sin diálogos, sólo con sonidos inventados para cada personaje, la película cuenta a través de las acciones todo lo que ocurre y es un mérito que la trama se entienda sin problemas. Es verdad que hay un riesgo y un desafío en eso, pero con eso sólo no alcanza. La película no le llega ni a la suela de los zapatos a, por ejemplo, Wall-E. Pero posiblemente lo peor es que aquellos gags ingeniosos que funcionaban en la serie, acá se alargan hasta que el refinamiento estético se vuelve lisa y llanamente aburrimiento. No es necesario decir que cualquier corto de Pixar hubiera resuelto la misma trama sin tener que estar ochenta y nueve minutos alargando los conflictos. No es necesario porque los creadores de Minúsculos también han sabido hacer dignos cortometrajes, muchos de los cuales se pueden y disfrutar en Internet. Queda demostrado que hacer cine de animación no es tan fácil como muchos pueden creer y también queda claro que además de preciosismo estético y originalidad se necesita mantener el interés en una historia que valga la pena contar. Algunos grandes momentos como el asedio al hormiguero como si fuera una batalla en la edad media sin duda son las cosas que se pueden rescatar de una película que nunca tendría que haberse alejado del formato de cortometraje que le dio origen.
Insectos animados digitalmente con escenas de paisajes reales no animados. Un trabajo minucioso para contar la historia de una vaquita de san Antonio amiga de una hormiga negra y cómo ese insecto salva a todo el hormiguero de un ataque de hormigas rojas. Encantadora y diferente. VAYA (###)
El mundo es chiquito Un sábado diferente en el Cine Arte de Belgrano. Los habitués miran con asombro a los niños sentados en la escalera. Los cinéfilos vitalicios comparten la curiosidad de los más pequeños. Una sala colmada de chicos, sin pochoclos ni gaseosas, descubre otros horizontes para el cine de animación digital. La potencia visual y poética cautiva a todos por igual. Minúsculos es un espectáculo en miniatura sin palabras ni ornamentos superfluos, que utiliza la gramática elemental del cine de aventuras con una insolente economía de medios. La película cuenta las tribulaciones de una temeraria vaquita de San Antonio que intenta ayudar a una colonia de hormigas negras, pacíficas y amistosas, ante la ofensiva de las crueles hormigas rojas. El objeto en disputa es un canasto con preciosos terrones de azúcar abandonado en un picnic por una pareja. El enfrentamiento entre los dos grupos toma la forma de una batalla épica en la que los elementos “olvidados” por los humanos, como escarbadientes, hisopos o un insecticida, pueden transformarse en armas de destrucción masiva. Lejos de los Bichos de Pixar o las Hormiguitas de DreamWorks, estos insectos animados conviven con la materia real del bosque; el escenario de sus andanzas son grandiosos paisajes filmados en parques naturales. Los cineastas se apropian de sus criaturas y les infunden personalidades expresivas, vivaces y accesibles. Los personajes ganan espesor y se mueven en el espacio con un dinamismo formidable que eclipsa su relación con la realidad. Minúsculos es una película que reivindica el savoir-faire del mejor cine francés: sin diálogos, con una gran inventiva formal y una narración fragmentada que se pasea por distintos senderos sin perder el equilibrio.
Original animación con insectos a la “francesa” Después de tres semanas consecutivas con diez o más estrenos, este jueves la cartelera se tomó un descanso con apenas siete novedades. Claro que en gran parte esto obedece a que “Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 1”) llevó más de 50.000 espectadores el jueves de su estreno, es decir más del 70 % del total recaudado ese día dejando pocas pantallas libres para el resto. “Minúsculos. El valle de las hormigas” fue un gran éxito de público en Francia, su país de origen (en verdad una coproducción con Bélgica) pero es muy poco probable que repita su performance en Argentina, lo que es de lamentar. Hay en la obra de los correalizadores Hélène Giraud y Thomas Szabo más de un mérito a destacar y lo primero que conviene enfatizar es que la mezcla de animación y paisajes naturales de zonas montañosas de Francia resulta un aciertor. No menos destacables son los en su mayoría “minúsculos” animalitos que dominan la pantalla. Hay en verdad un personaje central, un insecto de la especie aquí conocida como vaquita de San Antonio, que al inicio distraídamente se aleja de su grupo familiar. No tardará en ocurrir su encuentro con un grupo de hormigas negras que han encontrado un sabroso tesoro consistente en una lata con terrones de azúcar. Ello se explica desde la primera escena idílica del film cuando una pareja, que estaba haciendo picnic y con la mujer en avanzado estado de gravidez, abandona de golpe el lugar ante la inminencia de un posible nacimiento. Lo que sigue es el trabajo de “hormiga” para llevar la lata hasta la residencia de los laboriosos insectos, acompañados por la “vaquita”. Pero la tranquilidad se quebrará cuando aparezcan amenazadoras otras hormigas, rojas, iniciando una persecución por colinas y un río torrentoso, maravillosamente resuelta por el trabajo de animación. El centro del relato será la batalla que se producirá cuando las negras defiendan su hormiguero, que las rojas intentan destruir. Por momentos se siente que hay una recreación animada de películas del género western y/o de guerra”. Los desplazamientos de las hormigas rojas recuerdan a las marchas nazis y sus ojos parecen orientales como los de los japoneses. Casi al final cuando el combate obviamente se inclina a favor de las hormigas negras, aunque no develaremos cómo, aparecerá el cartelito “The End” en cursiva que perfectamente podría haber estado en algún film de John Ford. Pero se adivinan aún muchas otras influencias como una música que a este cronista le recuerda el episodio de los dinosaurios en “Fantasía”, con la partitura de “La consagración de la primavera” de Stravinsky. En toda la película no se escucha voz humana alguna lo que la diferencia de obras hollywoodenses como “Bichos”o “Antz”. Lo que en cambio se oyen son extraños y divertidos sonidos que simulan las diversas formas en que se comunican los bichitos. Vale la pena señalar que Giraud y Szabo ya habían realizado numerosos cortos para la televisión con animalitos, como los que se ven en “Minúsculos”. También que se trata de un film no sólo para los niños sino también para adultos y que los muy pequeños quizás no logren apreciar sus cualidades y atractivos. La muy buena realización merecería competir por el Oscar al mejor film de animación, por lo que su visión resulta recomendable.
Aventuras secretas El suceso de la serie de cortos animados sobre la vida secreta de los insectos titulada Minúsculos (que actualmente se exhibe por la TV Pública) les dio coraje a los realizadores franceses Helen Giraud y Thomas Szabó para contar una historia de largo aliento. Saludable decisión que encuentra un resultado tan fresco y admirable como el original. Otra vez la técnica de mezclar imágenes del mundo natural con figuras de computadora da una combinación especial en Minúsculos: el valle de las hormigas. De a ratos parece una película de stickers en movimiento, pegados sobre postales. Asimismo, el silencio es la gran compañía del espectador a lo largo de toda la aventura. Los bichos se comunican excepcionalmente entre sí y cuando lo hacen es a través de mínimos sonidos caricaturizados de trompetas, silbatos y demás. Todo está para ser visto más que escuchado en el filme, y lo mejor es que el entretenimiento no decae un solo segundo. Para el trasfondo del relato, los realizadores filmaron ambientes en dos espectaculares parques nacionales franceses, y lograron paisajes que parecen pinturas selectas de una pinacoteca. Sobre ese lienzo, asoma la historia de una vaquita de San Antonio que traba amistad con un grupo de hormigas, a las que ayuda a transportar una carga de terrones de azúcar hasta el hormiguero, defendiéndose de una sanguinaria colonia de vecinas: las hormigas coloradas. Entre lo más valioso de la película está el amor elegante por el detalle. No sólo de la imagen, sino de las conductas de muchos de los diminutos seres que pueblan la pantalla. Se aprende de entomología (ciencia que estudia a los insectos) mientras se observa ocurrir acciones muy simples, cómicas y tiernas, como las que la naturaleza escatima diariamente a nuestros impacientes ojos.
Masacre de hormigas El origen de Minúsculos: el valle de las hormigas se remonta al 2006, con una simpática serie de cortos que se emitieron en Francia y Gran Bretaña con un fin claramente educativo. La fórmula era novedosa y efectiva: animación digital sobre fondos tomados de ámbitos reales donde los insectos que protagonizaban cada episodio habitaban, dándole al segmento un tono hibrido que, junto al tono de comedia, daba una visión “divertida” del mundo entomológico. El éxito de la propuesta, que ya va por su segunda temporada, fue lo que permitió la realización del largometraje que se estrena esta semana. Y a la propuesta, si bien no pierde su encanto, también es cierto que le sobran minutos en su traslado al largometraje. Nuestra protagonista identificable es una vaquita de San Antonio que, tras una serie de avatares, termina junto a un grupo de hormigas que se reparte los restos de un día de picnic. Tras eventualmente afirmar sus lazos, en el camino hacia el hormiguero con el botín se encuentran con otro grupo -pero esta vez, de hormigas rojas- que pretende sacarles aquello que han obtenido. No hay mucho más en la trama: el relato no se sale de esta premisa básica que va a implicar el viaje de las hormigas a través del bosque, perseguidas por el grupo antagónico. Cómo llegan sanas y salvas, y cómo sobreviven al enfrentamiento final que se da en el clímax, es donde la película logra dinamizar el peligro que acecha a nuestro protagonista y donde hay un mayor crecimiento de la minúscula heroína. Los directores Hélène Giraud y Thomas Szabo, también creadores de la serie original, parecen fascinados por el movimiento y el detalle, aunque lo contraponen a los fondos bucólicos del paisaje rural francés. Por esta razón quizá haya segmentos que parecen sobrar, resultando completamente irrelevantes en la acción dramática o cómica. Por ejemplo: si se está disputando una batalla a gran escala, no esperamos ver el detalle de las hormigas prendiendo fuego uno a uno los fuegos artificiales que sirven a su singular defensa. Lo mismo sucede con todas las acciones, no hay una economía en el movimiento de lo que se muestra y eso lleva al estancamiento de algunos momentos memorables del relato. En todo caso, una entrega atendible y llamativa por su contenido entomológico acompañado de buenos momentos de comedia, pero a su simpatía visual y su novedosa propuesta parece quedarles algo largos los 89 minutos que componen el film.
Por un puñado de dulces Una vaquita de San Antonio es la peculiar protagonista de este film de animación sin diálogo, una coproducción belga y francesa dirigida por el guionista Thomas Szabo y la artista visual Hélène Giraud, hija del recordado Moebius. El desafío más importante de la película es poner en marcha una historia en donde lo fundamental resulta de la interacción entre los gráficos y la banda sonora (ambos de excepción), y Minúsculos, si bien no consigue entretener a la altura de Pixar, sí en cambio gratifica por sus recursos e imaginación. La película empieza cuando el personaje (sin nombre, como todos los demás) recibe el embate de unas moscas bullys y queda con sus alas averiadas. Sin poder volar, cae dentro de una caja de dulces, remanente de un picnic, y es adoptado por un grupo de hormigas que traslada el botín a un terraplén, donde vive la colonia. En el camino, las misioneras son sorprendidas por un equipo de hormigas coloradas que, recelosas por el botín, organizan una invasión al terraplén de sus enemigas. Aunque no funciona de manera consistente (sobre todo al inicio, cuando la sintonía del espectador debe habituarse a la microscópica trama), Minúsculos es notable por el trabajo estético de la compañía Futurikon (famosa por la primera incursión de Minúsculos en formato televisivo). La fotografía paisajista es imponente y se mezcla de modo casi imperceptible con las animaciones, mientras la música de Hervé Lavandier remarca el tono hollywoodense de graciosos enfrentamientos que remiten al cine de Chaplin y Buster Keaton. Entre varios momentos logrados se destacan los sueños de la vaquita, recordándose entre pares, volando para despertar impedida y rodeada de hormigas; o el ataque de las hormigas coloradas a la fortaleza, que evoca un asedio medieval con un intercambio de letales hisopos y escarbadientes. Este estreno comercial es una oportunidad para quienes se perdieron la primera proyección del film en nuestro país, en el último Bafici.
Una vaquita heroica Basada en una serie de animación francesa para televisión de nombre homónimo, Minúsculos combina paisajes campestres reales y animación 3d, para narrar una historia de aventuras y acción cuyo extraordinario diseño sonoro y la ausencia de diálogos la transforman en una cautivante experiencia para niños y grandes. Un joven insecto (aquí conocido como vaquita de san Antonio) que debido a una distracción pierde a sus padres, comienza a explorar el mundo que le rodea hasta que descubre los restos abandonados de un picnic, donde se unirá a un grupo de hormigas exploradoras negras en una serie de aventuras que incluye una batalla épica contra las hormigas rojas. La extraordinaria banda sonora, que prescinde de los diálogos y enriquece con metáforas (el tráfico de los insectos sonando como en una autopista cargada), expresiones sonoras de los animales que dan verosimilitud a los personajes y a los ambientes, y contrapuntos sonoros que manipulan las emociones del espectador, potencia la experiencia visual de este filme cuya historia aparentemente sencilla plantea el tema de la amistad, el abandono, la sobrevivencia, la persistencia al trabajo y la lucha por lo personal. Un relato donde no falta la aventura, la acción, travesías y riesgos que deberán asumir sus personajes, cuyos nombres desconocemos pero igualmente nos identificamos y mantienen nuestra atención. Un película concebida para niños con una propuesta narrativa que trasciende la barrera idiomática, que entretiene y cautiva a los pequeños y grandes por igual.
Crítica emitida por radio.
Una gran aventura entre distintos insectos en medio de la naturaleza. En un bosque muy tranquilo en el que todo luce agradable, una pareja feliz se dispone a pasar un día de campo y llevan todo para tener un verdadero picnic, pero un imprevisto surge en el descanso de la feliz pareja y lo que daba para pasar un estupendo día rápidamente se transforma en una apresurada huida y dejan todas sus provisiones del momento. Pero en todos los bosques están ellas: las hormigas, entre otros insectos, que ágilmente querrán aprovisionarse del gran tesoro que han dejado a su merced, y debido a esto se desata una guerra entre dos bandas rivales hormigas negras y rojas. En medio de esta batalla se encuentra una joven vaquita de San Antonio que ha perdido a sus pares, se hace amiga de una hormiga negra y la ayudará a proteger su hormiguero y el motín encontrado. De esta manera todo se transforma en una gran aventura, a la hora de proteger el gran tesoro: la caja llena de terrones de azúcar, donde las hormigas rojas también quieren dicha caja y en medio de una bellísima naturaleza estos minúsculos insectos, conjuntamente con la simpática vaquita de San Antonio, recorrerán lugares increíbles, tanto por tierra como así también por el agua. Existen situaciones aéreas por otros y varios momentos sorprende. En las escenas se encuentran diferentes insectos animados, entre otros, que se desenvuelven en escenarios naturales bellísimos, su fotografía goza de un gran realismo, estos son algunos de los tantos atractivos que tiene, sin diálogos, se expresan a través de sus ojos expresivos, movimientos, otras extremidades y emiten algunos sonidos, todos los conflictos se van viendo a través de las diferentes situaciones que viven, hay acción con suspenso, humor, y la música de Hervé Lavandier. Cabe destacar que cuenta con secuencias de cámara lenta, buenos planos y estética, haciendo referencia a otras películas. Esto surgió de varios cortos de 6 minutos cada uno y recordemos que el año pasado se presentó en distintos festivales. Un entretenido pasatiempo, solo que para algunos niños tal vez resulte un poco extensa.
Los sonidos de la aventura, producto de una enorme factura que abarca a todas las edades Ya citamos varios ejemplos del cine de animación estrenado este año, claramente uno de los mejores de un tiempo a esta parte. Es el turno de la adaptación al cine de la serie “Minúsculos”, creada por Hélène Giraud y Thomas Szabo en 2006. Casi 80 episodios después, y con un buen índice de popularidad en Europa, los estudios Futurikon abordan el primer largometraje: “Minúsculos: el valle de las hormigas”. Tanto en un formato como en otro, la idea central es tener una mirada “insectívora” sobre el mundo de los insectos. Al comienzo vemos una pareja humana disfrutando un picnic en un bosque del parque nacional de Ecrins, en Francia. Al comenzar su dolor de parto, ella y su marido salen corriendo al auto dejando algunas cosas a merced de la naturaleza. Mientras tanto, nace una Vaquita de San Antonio, que al intentar aprender a volar queda rezagada de sus padres y debe tratar de volver a las filas. Así da comienzo un montaje paralelo en el cual vemos, por un lado, los objetos abandonados que lentamente se van convirtiendo en trofeos para cada una de las especies, en particular para unas hormigas negras que al descubrir una cajita metálica con terrones de azúcar su misión cambia de prioridad. Por el otro, nuestro héroe ha perdido un ala y debe, pese al clima lluvioso, tratar de encontrar el camino hacia los suyos. En el trayecto da con la cajita en cuestión y se convierte en involuntario pasajero del transporte. La circunstancia hará que la patrulla de esas hormigas se encuentre con sus enemigas, las hormigas rojas, que también quieren el dulce trofeo, y en esta lucha por la comida se dirimirá la cuestión a la que no le faltarán aventuras, acción y, claro, un héroe. Con la solidaridad como eje central, entre varias temáticas, “Minúsculos: el valle de las hormigas” es una brillante propuesta narrativa. No necesariamente por la historia per sé (el camino del héroe tantas veces visto desde Errol Flynn a “El señor de los anillos”), sino por la forma de narrarla. Los escenarios son naturales. A estos se imprime la animación de los insectos, lo cual le da un marco muy natural que además brinda la posibilidad de reinterpretar el ecosistema (por ejemplo cuando La vaquita se eleva en su primer vuelo y se escucha el ruido del tránsito como si cada patrón de vuelo representara también el caos de la ciudad). De todos modos nunca se intenta desde la realización poner a la naturaleza como personaje, ni tampoco inclinar su balanza hacia lo positivo o negativo. Por el contrario, se da a entender que sea cual sea el marco, la capacidad de adaptación e improvisación frente a circunstancias adversas es el factor a desarrollar por cualquiera que pretenda estar vivo en éste mundo. Otro factor que los directores Hélène Giraud y Thomas Szabo utilizan a favor, y en forma pocas veces vista, es el sonido. Primero, por la búsqueda del humor con esas miradas que se toman el tiempo para entender la situación en absoluto silencio. Los personajes clavan la vista en un objeto, o en el vacío, o entre ellos. En ese silencio, el espectador lee, interpreta y razona junto a los “protagonistas”. Segundo, por una extraordinaria, fundamental, e indispensable banda de sonido de Hervé Lavandier que, en dosis justas, aporta humor, dramatismo, suspenso y cierto aire naif que refuerza la partitura cuando ésta debe apretar el acelerador. Tercero, por la ausencia total de diálogos. Lejos de ello, el trabajo de foley y de diseño de sonido aleja al espectador de recibir toda la información masticada e invitando a la vez a ser llevado por las imágenes para la comprensión global de la historia. Una realización que trata a los chicos como seres sensibles, pensantes e inteligentes, en lugar de nenitos tontos. “Minúsculos: el valle de las hormigas” se emparenta con “El oso” (1988) de Jean Jaques-Annaud, tanto en el seguimiento del personaje como en su impronta de gesta heroica. Un producto de enorme factura que abarca todas las edades, siempre y cuando los que estén frente a la pantalla se dejen llevar por éste gran viaje.
Este film de animación galo es una pequeña sorpresa. La historia es la de un grupo de hormigas, de su amistad con una mariquita y la épica defensa de una caja llena de azúcar, entre otras cosas. La imagen combina escenarios “reales” y personajes de síntesis, con un diseño simpatiquísimo. Pero lo que vuelve al film interesante, es la inteligencia para narrar y para generar humor en cada segundo. Es el ritmo de los movimientos y el uso inteligente del punto de vista para mostrar lo pequeños –y éticamente, grandes– que son los personajes lo que vuelve todo mucho más original de lo que puede parecer. Se le agradece que las referencias “adultas” estén reducidas al mínimo y que nos permita gozar de un cuento de pura imaginación, sin recordarnos que “no es solo para chicos”. Cuando el cine es inteligente no hace falta que lo subraye.
Tal vez creían que estaba todo dicho (y visto) en materia de películas animadas sobre insectos y sus hábitats naturales. En 1998 Pixar y DreamWorks compitieron cabeza a cabeza con “Bichos: Una Aventura en Miniatura” (A Bug's Life) y “Antz” respectivamente, a los que se les puede agregar ejemplos más recientes como “Las Aventuras de Lucas” (The Ant Bully, 2006) o “Bee Movie, la Historia de una Abeja” (Bee Movie, 2007). Desde Francia y Bélgica, ahora nos llega una nueva aventura para toda la familia, con el agregado del 3D y algunos detallecitos interesantes, de la mano de Thomas Szabo y Hélène Giraud, sí, la hija de Jean “Moebius” Giraud, a quien está dedicada está película. En el año 2006 Giraud y Szabo crearon una serie de cortometrajes sobre la vida cotidiana de un grupo de bichitos que combina todo el carisma y la simpatía de sus protagonistas generados digitalmente con unos bellísimos paisajes naturales. “Minuscule” saltó a la TV y, gracias al productor Philippe Delarue (Futurikon), en 2013 se convirtió en un largometraje para ver con anteojitos, filmado en Cinemascope en locaciones de Provenza, Niza, el sur francés y los Parques Nacionales de Mercantour y Ecrins. “Minúsculos – El Valle de las Hormigas” (Minuscule - La vallée des fourmis perdues, 2013) narra la historia de una intrépida vaquita de San Antonio que, tras quedar apartada de la seguridad de su familia e ir a parar a los restos de un picnic en la mitad del bosque, hará buenas migas con una valiente hormiga negra que deberá proteger su preciado botín (una caja de terrones de azúcar) de un poderoso ejércitos de hormigas rojas. El contingente de hormigas negras tendrá que atravesar los peligros del bosque para llegar al resguardo de su hormiguero, pero los bichitos rivales no les van a dar respiro y les declararan la guerra a toda costa. En medio de la contienda nuestra mariquita protagonista sacará a relucir toda su astucia y valentía, cualidades que creía no tener hasta ese momento. Si todo esto les suena muy infantil y con moraleja, es porque están en lo cierto. Sus creadores (directores, guionistas, editores y animadores) plantean una historia sencilla y bastante conocida para que pueda ser disfrutada y entendida hasta por el más menudo de la familia, reemplazando los diálogos por simpáticos efectos de sonido y la música original de Hervé Lavandier. La mezcla entre animación por computadora y los lindísimos amaneceres y ocasos franceses es sublime, más allá de que los personajes no pretenden ser realistas y resultan más bien caricaturescos y minimalistas. Hay mucha ternura y humor que hace recordar a “Gerald McBoing-Boing” (1950) -ese cortito ganador del Oscar protagonizado por un pequeñín que sólo emite sonidos-, pero carece de la originalidad y “adultez” de sus antecesoras, indispensable para atraer a un público más crecidito a las salas. “Minúsculos” es, básicamente, una experiencia para disfrutar con los sentidos, volver a apreciar las pequeñas maravillas de la naturaleza (que a veces pasamos por alto) y una gran película para introducir a los más chicos en esto del séptimo arte. No hay un gran mensaje ecológico, pero sí unos cuantos sobre la amistad, el compañerismo y las diferencias, que los adultos también deberían tener presentes. Si disfrutan de lo visual y no les molesta una historia sencilla y bastante trillada, busquen de excusa a algún sobrino o ahijado y vayan a ver esta obra chiquita pero tenaz como sus patudos protagonistas.
Aparentemente, hay una leyenda sobre una vaquita de San Antonino que gracias a su determinación, se vuelve héroe… o por lo menos, esa es la frase con la que esta película comienza. Aunque a nosotros la historia que realmente nos interesa es la de Hélène Giraud y Thomas Szabo, quienes comenzaron hace mas de 10 años a mezclar paisajes reales con animación digital de insectos, llamando la atención del productor Phillippe Delarue, quien les ofreció una serie de TV en 2006 y posteriormente, la película que se estrena este 20 de noviembre en nuestro país. Un poco siguiendo los pasos de Disney Pictures con su film Dinosaurio, Minúsculos muestra los paisajes naturales en los cuales se va a desarrollar la acción y sobre los cuales se sobreimprimen digitalmente, los simpáticos insectos que llevan adelante la trama. Minusculos-Vision del cine Minusculos-Vision del cine Es muy importante aclarar algo respecto a esta película: es un film infantil, y está apuntado en su totalidad a los chicos. La trama, el desarrollo, los puntos de quiebre de la historia, todos son inaceptables para un público adulto acostumbrado a dibujos animados de una complejidad mucho mayor. Habiendo dicho esto, Minúsculos es una muy linda historia que nos muestra cómo el personaje principal debe sobreponerse a la adversidad (física en su caso, ya que perdió un ala) y crecer para transformarse en el héroe que necesita ser. Resulta muy interesante la forma en que se modifican las percepciones de cómo pasa el tiempo, el espectador debe acostumbrarse a que un día en la vida de un insecto pueden ser literalmente años para un ser humano. Minusculos-Vision del cine Minusculos-Vision del cine De costado quedan las inconsistencias del guion respecto a distancias, capacidad de adaptación de los personajes, la irrealidad de relación peso – fuerza que vemos en la mayor parte de la película, o incluso desvíos en la trama que no aportan demasiado al relato, la realidad es que Minúsculos es una película creada para maravillar a los niños con un acercamiento muy personal hacia un universo al cual imaginan distante e inentendible.
¿Quien nunca observó a las hormigas y su ordenado trabajo incesante? Algunos, lupa en mano, pudimos ampliar ese universo para tratar de entender por qué cargaban esas hojas u objetos que son hasta 10 veces más grandes que ellas. Nuestro visionado, sin embargo, siempre acababa cuando perdíamos el rastro de ellas en la entrada de su hormiguero impidiéndonos seguir más allá y dejando el resto de las aventuras a merced de nuestra imaginación. “Minúsculos” pretende ser esta lupa que nos llevará a dar un recorrido junto a una Vaquita de San Antonio que perdió a su familia, la cual se sumará a la aventura cuando un grupo de hormigas negras se encuentra con uno de los tesoros más preciados, un picnic abandonado. Y allí comenzará la aventura para transportar dicho tesoro al hormiguero y defenderlo cueste lo que cueste de sus enemigas: las hormigas rojas. Quienes no descansarán para detener a estas ultimas inclusive llegando a asediar el hormiguero de nuestras protagonistas. La técnica utilizada para filmar esta película es maravillosa. Las misma combina filmación en locaciones reales con efectos físicos y animación. Los personajes son muy simples y bien caricaturizados. Los mismos no utilizan ningún idioma determinado, simplemente emiten ciertos sonidos dejando en claro lo que quieren comunicar y de manera que pueda entenderlo un publico compuesto por niños de 3 años para arriba. Cada insecto tiene un sonido (o instrumento) diferente el cual lo identifica y durante toda la película solo escucharemos (ademas de una gran variedad de efectos de sonido) a cada uno silbar, chiflar o soplar para dar a entender una idea o punto. El film está disponible en salas 3D dando una profundidad y calidad a los escenarios elegidos excelente y haciendo más entretenido este viaje entre los pastos, ríos y arboles del paisaje, entre otros terrenos que iremos transitando y descubriendo junto a nuestros pequeños amigos. Sin dudas esta película ha demostrado que se puede contar una historia de manera muy sencilla y encantar tanto a chicos como a grandes. Es de esos films que recomendamos ir acompañados de hijos, nietos, sobrinos o pequeños acompañantes los cuales disfrutarán de esta aventura, tanto como nosotros.
La gran batalla, en un mundo pequeño-pequeño Una propuesta animada, distinta y posible candidata a los premios Oscar de la Academia de Hollywood, pasa en estos días por los cines locales. Conviene una aclaración, antes de abordar cualquier otro comentario: Minúsculos es una película que viene publicitada como un relato "sin diálogos". Y en verdad no los tiene, si se considera como único código exitente al lenguaje humano. No obstante, los tiene y en cantidad, en los códigos de zumbidos y vibraciones que utilizan los insectos para comunicarse, acompañados por una labor de animación que vuelve absolutamente inteligible y universal. El cuento que se ubicó entre las 20 precandidatas al Oscar a la mejor cinta animada, cuenta que, en un tranquilo bosque, una cesta de picnic abandonada desencadena una guerra sin descanso entre dos bandas rivales de hormigas que codician el mismo botín de dulces. En este torbellino, una vaquita de San Antonio se hace amiga de una hormiga negra y ayuda a salvar a su pueblo de las terribles hormigas rojas. Minúsculos, llegó a las pantallas de nuestra ciudad en versiones 2D y 3D. Los directores Hélène Giraud y Thomas Szabo se basaron para su guionado en una serie de cortos que ellos mismos habían realizado para televisión. En largo, esta producción logró este año una nominación a los Premios del Cine Europeo como Mejor largometraje de animación, y el ingreso en concurso en el Festival Annecy, mientras que el año pasado ya había obtenido su pasaje por la sección oficial del Festival de San Sebastián. Una producción de arte, que realizó una labor de ensamble entre tomas reales y figuras computarizadas detallada, merece los avales. La historia de esta -muy graciosa- heroína roja de pintas negras, habla de la valentía, el compañerismo y un sentido de justicia claro y necesarios como mensaje a rescatar por las familias. El efecto visual se vuelve un espectáculo aparte, con fondos y perspectivas definidos, y el conjunto es una película que pueden disfrutar públicos de distintas edades, dispuestos a asistir atentos y dejarse llevar por las imágenes, sin necesidad aturdirse con diálogos y sonidos rimbombantes.