Acción catártica con el actor de “Better Call Saul” Bienvenidos a una película que sorprende minuto a minuto por su descabellada propuesta, siempre al límite con un argumento que permite disfrutar sin culpa de la violencia en modo catarsis. Nace un nuevo héroe de acción, al estilo John Wick que emerge de la vida familiar. Pero el protagonista de Nadie (Nobody, 2021) a diferencia de Wick, siente la presión social de su monótona vida cotidiana, asediado por la rutinaria odisea laboral. De ese agobio que implica pertenecer a un sistema que mata el deseo, surge la violencia como una catarsis liberadora. Todo cambia cuando una pareja de inmigrantes latinos entra a robar a su casa. De manera inesperada Hutch Mansell (Bob Odenkirk) los deja irse de su hogar sin reaccionar. Pero decide ir tras ellos cuán vengador anónimo y, cuando no puede castigarlos y tiene que contener su furia una vez más, aparece un grupo de rusos ebrios dispuestos a los disturbios en el ómnibus en el que viaja. La posibilidad de hacer justicia por mano propia se presenta y nuestro protagonista puede “descargarse” en ellos. Uno de los golpeados es hermano de un zar de la mafia rusa y ahí empiezan los problemas. Lo oscuro -y hasta jodido- de su argumento puede sobrellevarse porque el film escrito por Derek Kolstad (quien co-escribió las tres entregas de John Wick) y dirigido por Ilya Naishuller (Hardcore: Misión extrema) nunca se toma en serio a sí mismo. El humor negro siempre presente compensa la violencia desmedida mientras que la música es otro de los catalizadores de tensión, para convertir a la violenta película en un espectáculo placentero y sumamente disfrutable. Hutch disfruta de la violencia, lo conecta con su lado salvaje adormecido y enjaulado en su vida “de civil” que sacará a la luz gracias a la amenaza rusa. El héroe/antihéroe ve como una bendición la posibilidad de propinar golpes y tiros por doquier. Mientras que la película aprovecha para armar un discurso paródico acerca del uso de armas, la defensa civil y el demencial goce por la violencia Made in USA. Aparece muy bien en escena un veterano Christopher Lloyd como su padre, dispuesto a salir del geriátrico literalmente a los tiros, en un film que no pretende otra cosa que jugar con los límites del género para poner en funcionamiento nuevamente la historia de acción, bien contada, mejor filmada y ciento por ciento deleitable.
Nadie es una de las películas más divertidas de los últimos años. Dura poco más de noventa minutos, pero la sensación de que pasa volando está directamente relacionada con lo bien contada que está. No le falta absolutamente nada, pero no pierde el tiempo en explicaciones ni vueltas de tuerca. Va hacia adelante con firmeza y ofrece un espectáculo cinematográfico puro. Extraordinaria economía narrativa, montaje exacto, ideas claras a la hora de resolver escenas y muchos planos de una remarcable mirada estética. Hutch Mansell (Bob Odenkirk) es un hombre de familia común y corriente sometido a una rutina absoluta. Cuando una noche unos ladrones entran a su casa, él renuncia a defenderse y defender a su familia para evitar mayores peligros. La policía lo felicita por ser prudente, pero esto decepciona a su hijo Blake (Gage Munroe) y a su mujer Becca (Connie Nielsen) que empiezan a distanciarse de él. Esto afecta el ánimo de Hutch y despierta en él un lado oscuro que lo hace emprender una venganza. No es para nada casual que el guionista del film sea el mismo de la saga de John Wick. Aunque hay claras diferencias, la idea de la violencia directa, seca, yendo directo al grano se repite aquí. La película arranca rápido, sigue a buen ritmo y termina a toda velocidad. Los actores, empezando por Odenkirk, productor del film, entienden la diversión que tienen frente así. La película posee un muy notable sentido del humor, una musicalización también juguetona e igualmente bella y la vieja idea catártica del hombre solitario que hace justicia enfrentándose a los malos, no importa cuantos sean. Presencias de lujo en el casting como Connie Nielsen, Michael Ironside y Christopher Lloyd muestran la apuesta de calidad que la película posee.
Señor de nadie El cine de acción siempre parece encontrar una salida del esquematismo al que se lo suele abroquelar; la dinámica de los contextos, los escenarios internacionales en los que se montan las historias y el perfil de héroes y heroínas se muestran en constante movimiento dentro del género. Precisamente, sobre esta última variable se ubica Nobody, un thriller de acción sobre un hombre que vive una rutina pura y dura hasta que ante una situación de quiebre en esa normalidad gris se transforma. Durante una noche dos delincuentes entran a la casa de Hutch (Bob Odenkirk), su hijo forcejea con uno de ellos pero el padre de familia decide no intervenir y deja escapar a ambos. La pasividad de Hutch, que opera casi como un estereotipo de fracasado con un matrimonio apagado, dos hijos que lo ignoran y un trabajo sin futuro, es puesta bajo cuestionamiento incluso por un oficial de policía que le plantea la situación de “si fuera mi familia yo los habría liquidado”. Hay en este hombre casi muerto en vida una luz que titila y que proviene de un pasado, que quiere escabullirse y salir. En uno de sus viajes habituales en autobús una pandilla se mete con una joven, y ese punto de inflexión despierta a una máquina de matar semidormida. En la misma línea tonal que tenían Búsqueda implacable (2006), El justiciero (2014) y sus respectivas secuelas, Nobody toma la premisa de ex militar o espía jubilado que mantiene sus habilidades intactas prestas a resurgir solo por la nobleza de ayudar alguien indefenso. La modernidad que trajo John Wick (2014) en la destreza corporal y en el uso de los colores es aquella sobre la que se apoya esta nueva incursión de Ilya Naishuller, el director ruso de la fallida Hardcore: Misión extrema (película que se presentaba como un thriller narrado desde una cámara subjetiva). Más allá de la proeza (o pereza) técnica, se podía desmalezar esa retórica pura y apostar por un director con atisbos de frescura genérica. La mayor virtud para que su nueva película se emancipe y ofrezca una cuota nueva en la reconfiguración del género es la decisión de poner al frente a un actor como Bob Odenkirk, siempre asociado a la comedia pero más conocido como Saul Goodman de la serie Breaking Bad y su spin off Better Call Saul. El perfil de un hombre sin presencia física ni un rostro temerario jamás podría invitar a imaginar que detrás de esa fachada arquetípica de empleado sin ambiciones hay un especialista en lucha cuerpo a cuerpo, sumado a una mente fría para acabar con un gran número de delincuentes fuertemente armados. La meseta de la película se avista cuando la idea novedosa se disipa y no parece haber en el horizonte nada más para ofrecer, tan solo algunas escenas de acción estilísticas que parecen duplicadas de las películas mencionadas pero no por ello menos entretenidas e ingeniosas. Otra similitud, más llamativa, es la de presentar villanos rusos como lo hacían Búsqueda implacable 3 (2014) y El justiciero. En aquellas películas esos malos aparecían como resabios de la URSS, que lejos de mantener una ideología veían en “el sueño americano” (más deforme) la posibilidad de progresar a base del aprovechamiento de la corrupción local de la policía. También en Nobody hay una connivencia de los aparatos estatales de seguridad que albergan y protegen a personajes que, en un tiempo no muy lejano, hubieran sido sus enemigos acérrimos. Pasaron más de tres décadas de la caída de muro de Berlín pero Hollywood persiste en utilizar a personajes de la Guerra Fría para nutrir sus historias de acción, aunque con variaciones en términos de sus objetivos. La lucha ideológica de las películas de los 70 y 80 es subvertida, en el cine de acción actual, por héroes de la vieja guardia que advierten una decadencia de la sociedad y del mundo en el que viven. En cierta forma es una derrota paradójica, pues los rusos son los que disfrutan del capitalismo más salvaje mientras oprimen al sistema que los “defensores de la democracia” buscaron instalar en el mundo. La respuesta a este drama está en recurrir a los jubilados, a los que otrora fueron los héroes pero que hoy están en un estado de hibernación tratando de encajar; los nobody de la sociedad estadounidense.
Cuanta Bob Odenkirk (el protagonista de la serie “Better Call Saul”) que tuvo una situación personal que le hizo pensar que su vida podía correr peligro en cualquier momento, una de esas cosas que uno cree que no le ocurren a las estrellas de Hollywood. Un grupo de delincuentes entró a la casa de los Odenkirk y los tuvo prisioneros durante varias horas. Después de eso, el actor decidió entrenar y ponerse en forma pero además le comentó la historia a Derek Solstad, un amigo guionista que es también uno de los productores de la saga John Wick (John Wick 3: Parabellum, John Wick 2: Un nuevo día para matar) que protagoniza Keanu Reeves. En poco tiempo se sumó a las charlas un amigo productor de cine y entre los tres dieron forma a una idea que terminó siendo una película de acción y violencia desatada, Nobody. Hitch (Odenkirk) es un tipo rutinario con un trabajo que le permite mantener a su mujer y a sus dos hijos, una niña y un chico adolescente, tiene un buen pasar en los suburbios y sus días transcurren sin sobresaltos. Esa información se cuenta en los primeros minutos y con una edición muy efectiva. Una noche entran a la casa un grupo de ladrones y el protagonista no reacciona de ninguna manera y le pide al adolescente que tampoco lo haga. La situación es horrible y violenta pero la familia sale ilesa. Por desgracia para los cacos un detalle despierta la ira de Huck y a partir de ese momento la película empieza a acelerar el relato y van apareciendo sorpresas. La venganza de Huck arranca como una cuestión personal y para sorpresa del espectador y de quienes asaltaron la casa el empleado maduro, apático y rutinario resulta tener recurso suficientes para darles una verdadera paliza y mandar al hospital a uno de ellos. El más lastimado de los delincuentes resulta ser el hermano menor de un jerarca de la mafia rusa. Todo lo que ocurre en los 92 minutos de película que siguen es de un vértigo inenarrable y muy divertido, tan divertido que queda flotando la idea de que tenemos un nuevo John Wick. El tiempo dirá si Odenkirk se transformará en un nuevo Liam Neeson y que derivará en una saga, por lo pronto tenemos esta película de pura acción con buena banda de sonido y nada menos que Christopher Lloyd (el Doc Brown de Volver al futuro) haciendo de padre de Odenkirk. Para los amantes del cine de acción, Nobody es una fiesta inesperada y encima va a las salas para ver en todo su esplendor el descontrol de este personaje ya maduro que está dispuesto a dar batalla. NADIE Nobody. Estados Unidos, 2021. Dirección: Ilya Naishuller. Intérpretes: Bob Odenkirk, Connie Nielsen, RZA, Aleksey Serebryakov, Christopher Lloyd y Michael Ironside. Guion: Derek Kolstad. Fotografía: Pawel Pogorzelski. Edición: William Yeh y Evan Schiff. Música: David Buckley. Distribuidora: UIP (Universal). Duración: 91 minutos.
El thriller de venganza se tornó un género muy recurrente dentro de la industria cinematográfica estadounidense, donde alguna figura conocida decide ir en busca de aquella o aquellas personas que le quitaron algo muy preciado o las provocaron por alguna razón, ya sea Liam Neeson en «Taken», Denzel Washington en «The equalizer» o Keanu Reeves en «John Wick». Suelen ser un combo perfecto entre habilidades ocultas (o no tanto), buenas coreografías de pelea y un frenetismo desmedido. En esta categoría se encuentra «Nobody», que se iba a estrenar en nuestro país el 13 de mayo, pero debido a que los cines tuvieron que cerrar sus puertas por la segunda ola, llega recién ahora. Protagonizada por Bob Odenkirk, querido por todos por encarnar a Saul Goodman en «Breaking Bad» y «Better Call Saul», la película se centra en Hutch, un hombre tranquilo y rutinario que es víctima de un asalto en su casa a manos de principiantes. Este será un detonante para cambiar su apacible vida y sacar a la luz varios secretos que tenía guardados sobre su pasado y personalidad. A diferencia de otras películas de este estilo, «Nobody» no consigue estar entre las mejores propuestas ni ser tan sofisticada o tener una estructura más elaborada. De todas maneras, nos ofrece una historia entretenida, que va creciendo con el correr del metraje, y que se beneficia de su corta duración (hora y media) para ser más ágil y dinámica. A medida que nos vamos interiorizando en la vida de este hombre aparentemente común, y la trama va revelando algunos detalles poco a poco, la misma se va volviendo cada vez más interesante y atrapante. Queremos saber quién es el protagonista, por qué tiene estas habilidades, y cómo se va a terminar desarrollando todo. La mayoría de las secuencias de acción y pelea están muy bien ejecutadas y coreografiadas, acompañadas por una banda sonora que a veces utiliza a la música clásica para generar un impacto mayor y una cámara lenta que las enaltece. En cuanto al elenco debemos destacar a cada uno de sus miembros, empezando por Bob Odenkirk, un actor muy versátil al que no estamos acostumbrados a ver en este tipo de roles, pero que logra desempeñarse de una manera muy cómoda y creíble. Su carisma y gracia traspasan la pantalla, generando una empatía automática con el espectador. La participación de Christopher Lloyd como su padre suma muchísimo tanto para la trama como para esa cuota de humor que nos ofrece la historia, además de la acción y el suspenso. Con respecto al villano, Aleksei Serebryakov, sirve como un buen contrapunto del protagonista, aunque no siempre significa una gran amenaza para él. En síntesis, «Nobody» resulta ser una buena película de acción para aquellos amantes de estos thrillers de venganza. Puede que existan mejores, pero logra cumplir con su cometido de brindarnos buenas escenas de pelea, un protagonista carismático, un tono que varía entre la comedia y la tensión y un final abierto que nos deja la puerta abierta para una continuación.
A lo largo de la historia del cine de acción este fenómeno se repitió en varias ocasiones. En los años ´70 se dio con El vengador anónimo (Charles Bronson) y Harry, el sucio (Clint Eastwood); en los ´80 con Rambo y Comando; mientras que a comienzos del siglo 21 tuvimos el ejemplo de la saga de Jason Bourne. En cada oportunidad que una película genera un impacto popular considerable suele ocurrir que el tratamiento de la acción o las características del personaje luego tienen una influencia notable en los estrenos siguientes. Actualmente atravesamos la era de John Wick. Desde hace un tiempo los cineastas que trabajan en esta clase de películas empezaron a replicar el estilo de realización que estableció el director Chad Stahelski en el 2014 con la primera entrega de esa franquicia y eso no es algo malo en absoluto. Prefiero toda la vida ver una propuesta que se aferra al estilo de la vieja escuela de Wick, que títulos como Hobbs y Shaw o Bad Boys 3 que optan por el carnaval de CGI. Nadie es un "primo cinematográfico" de la obra de Stahelski y me pareció estupenda. La película fue realizada por el cineasta ruso, Ilya Nashuller, cuya ópera prima Hardcore Henry (estrenada en el 2015) había apreciado bastante, sobre todo por su homenaje a los videos juegos clásicos de disparos. Un elemento que une a sus dos trabajos es el humor absurdo que invita a no tomarse en serio la trama que vemos en la pantalla y a disfrutarla por el delirio que propone. Así como en John Wick la carnicería que se desataba encontraba su origen en la muerte de la mascota del protagonista, en Nadie el catalizador es la pulserita perdida de una niña. Una vuelta interesante que le da Nashuller al concepto del vengador urbano es que el rol protagónico quedó a cargo de Bob Odenkirk (más conocido por la serie Breaking Bad), la última persona en el mundo que imaginarías en una producción de este tipo. Keanu Reeves cuando hizo Wick ya contaba con laureles importantes en el género, en cambio Odenkirk era una incógnita para una propuesta de estas características y sorprende con una labor fantástica. Su personaje, Hutch Mansell, es introducido como un oficinista que lleva una existencia miserable, debido a la rutina de un trabajo que no lo satisface. La relación con su esposa y sus hijos está marcada por esa crisis existencial. Eventualmente termina involucrado en un conflicto delirante con un grupo de mafiosos rusos que escala a niveles demenciales. En un comienzo Hutch amaga con seguir los pasos de William Foster (Michael Douglas) en Un día de furia pero el argumento luego toma otra dirección. En materia de acción las secuencias de peleas y tiroteos tienen una realización extraordinaria. La tensión que le aporta el director a la escena del colectivo, especialmente, representa el gran momento del film que quedará asociado con el personaje de Odenkirk. Hay una combinación muy interesante de brutalidad y absurdo que era también parte de Wick, pero en esta producción se trabaja desde otra perspectiva. Nadie tiene además un buen reparto secundario integrado por Michael Ironside, Connie Nielsen, el rapero RZA y Christopher Lloyd, quien cuenta con los momentos cómicos más divertidos. Su rol es limitado pero muy efectivo, sobre todo porque nunca lo vimos en esta clase de películas. El guión corrió por cuenta de Derek Kolstad, el creador de John Wick, quien hace poco manifestó que existe la posibilidad de ver un encuentro de estos personajes en el futuro. Una idea que podría ofrecer una buddy movie gloriosa, sobre todo por el estilo de humor que comparten ambas propuestas. Habrá que ver por donde se encamina la historia de Nadie si llega a tener una continuación. Por lo pronto su introducción sobresale entre lo más destacado del año dentro del género.
La sorpresa de la semana: la construcción de un héroe, el menos pensado. El protagonista es Bob Odenkirk, el famoso abogado que todo lo soluciona en “Breaking Bad” y que tuvo su muy buen spin off con “Better call Saul”. Un comediante, guionista, directorr que aquí nos sorprende como un hombre de acción implacable. Dirigida por Ilya Naishuller, escrita por Derek Kolstad fogueados en la experiencia de “John Wick”, Odenkirk que también es productor junto a Tobey Maguire y otros pesos fuertes, la película resulta entretenida para los que eligen el género de acción. Pero a diferencia del común de los films por el estilo, aquí encontramos en su trama momentos de ironía, humor y algunas sorpresitas. El film comienza con un hombre golpeado y ensangrentado que en el departamento de policía, cuando le preguntan quiéen es responde con el título del film: “nadie”. Pero es un desconocido con un pasado que se irá descubriendo de a poco, y que en un asalto a su casa familiar se comporta como un temeroso adulto, ante la desaprobación de su hijo adolescente y su esposa, pero que estalla cuando su hija le confiesa que le robaron el collar de su gatito. Desde ahí en adelante mucha acción con giros constantes y una segura segunda parte. Siempre estas películas convocan a la distracción y connotan subrayados de justicia por mano propia que irritan e incomodan. Pero la disparatada violencia solo apunta al entretenimiento.
"Nadie": violencia y humor autoconsciente Con esta película, tributaria de la saga iniciada por "Búsqueda implacable", con Liam Neeson, Odenkirk ingresa al panteón de los héroes más improbables del cine de acción. Al comienzo de Nadie hay una secuencia de montaje con breves inserts en los que se ve al bueno de Hutch Mansell padeciendo la rutina familiar: desayuno quemado y de parado, correr al basurero con una bolsa, pagar el colectivo, café en la oficina, escritorio, viaje de vuelta a casa, cena incómoda con una esposa a la que casi no ve y dos hijos que no le hablan, y a dormir. Las imágenes se suceden de manera cada vez más veloz durante cuatro minutos, con cada bloque separado por placas que indican los sucesivos días, hasta completar dos semanas. El fragmento puntea con una concisión narrativa envidiable la vida monótona y aburrida, tan predecible y carente de deseo que duele, de este autodenominado Don Nadie. Y lo hace, además, apelando a las mejores armas de la comedia: hacía tiempo que no se veía un chiste basado en la reiteración tan gracioso como el que protagoniza Bob Odenkirk, un actor que con esta película ingresa al panteón de los héroes más improbables del cine de acción. En ese panteón está Liam Neeson desde 2008, cuando, a los 56 años, le puso el cuerpo a ese padre dispuesto a todo con tal de recuperar a su hija en Búsqueda implacable. El Saul Goodman de Breaking Bad y Better Call Saul lo hace a los 58. Nunca es tarde para empezar a achurar delincuentes que se meten con la persona incorrecta. El humor en la saga de Neeson aparecía entre los pliegues, fruto de la acumulación antes que como un gesto deliberado. En Nadie, en cambio, la apuesta por la comedia es mucho más transparente, más desaforada, salvaje y autoconsciente. Autoconciencia es un término clave en el cine de aspiraciones masivas contemporáneo, en tanto opera como cobertura ante quienes se ensañen con la replicación de fórmulas conocidas: según este dogma, una cosa es que en Rápidos y furiosos vuelen por los aires cuanto vehículo exista y todos salgan sin un rasguño, y otra muy distinta que ocurra eso y que los propios personajes digan que tienen suerte de nunca lastimarse. La autoconciencia en Nadie proviene de un concepto (un tipo aparentemente común y corriente envuelto en una trama de violencia creciente) y una apuesta por los excesos y lo caricaturesco similar a la de John Wick. La presencia del guionista Derek Kolstad en las fichas técnicas de Nadie y las películas con Keanu Reeves validan la sospecha de que los puntos comunes no son casualidad. Si allí el muchacho del título se cabreaba con la mafia por haber matado a su perro, aquí el disparador es un par de ladronzuelos asaltando su casa que, ante la falta de dinero, se llevan una pulserita de su hija menor. O al menos eso piensa él. Lo llamativo es que pudo haber evitado el robo neutralizando a los visitantes inesperados luego de que su hijo atacara a uno de ellos, pero no lo hace por motivos que en principio se desconocen. De allí en más, todo es humillación para un Hutch acusado de cobardía hasta por sus compañeros de trabajo y un vecino. No es descabellado elucubrar que Nadie recorrerá los caminos habituales de los thrillers de revancha estilo El vengador anónimo. Pero Hutch, a diferencia del personaje de Charles Bronson, tiene varios secretos bajo la alfombra vinculados con un pasado violento que nunca se especifican, pero se ven. Volviendo a casa luego de intentar recuperar la pulsera, se topa con grupito de muchachos molestos a los que se carga a pura trompada, con la mala suerte que uno de ellos es el hermano menor de un mafioso ruso. Un mafioso malísimo, tanto como para tajearle la cara a una persona con una copa rota simplemente porque tuvo ganas. De allí en más, el director Ilya Naishuller (el mismo de Hardcore: Misión extrema) diagrama una escalada de violencia cada vez más absurda y delirante, con litros de sangre y decenas de cadáveres apilándose escena tras escena. Todo bajo la mirada impertérrita de Odenkirk, al que recién ahora le llega su oportunidad en la menguante pantalla grande.
Hutch Mansell (Bob Odenkirk) es un hombre común, un don nadie. Alguien que renuncia a dejarse llevar por la ira y pegarle un palazo a un par de delincuentes que se meten en su casa a robar. Alguien no parece haber sido un verdadero soldado sino apenas un burócrata de escritorio. Alguien que rechaza una pistola automática para defender su hogar. Alguien que viaja cada día en colectivo, que cumple su rutina laboral en la fábrica de su suegro, que se lleva el café en el vaso térmico, que sale a la calle unos segundos después de que pasó el camión de basura. Así presenta Ilya Naishuller a su antihéroe, prisionero de esa vida anodina que parece repetirse con la precisión del reloj que lleva en su muñeca izquierda. Y en esos detalles se encuentra el placer de su película, en esa construcción pausada de un universo que luego resulta ser otra cosa, en la expresión agobiada del genial Odenkirk que se revela como el actor perfecto para una renacida fama como un impensable vengador anónimo. Así presenta Ilya Naishuller a su antihéroe, prisionero de esa vida anodina que parece repetirse con la precisión del reloj que lleva en su muñeca izquierda. Y en esos detalles se encuentra el placer de su película, en esa construcción pausada de un universo que luego resulta ser otra cosa, en la expresión agobiada del genial Odenkirk que se revela como el actor perfecto para una renacida fama como un impensable vengador anónimo. Más allá de las obvias referencias al universo de John Wick –de donde proviene el guionista Derek Kolstad-, a los vigilantes de Liam Neeson, a la tradición del Harry Callahan de Clint Eastwood en la saga de Don Siegel, lo que proponen Naishuller y Oderkirk es la lúdica exploración de ese arquetipo, desde el uso irónico de la música, el juego con los ralentis, los actores fetiche –Christopher Lloyd, Michael Ironside-, hasta las coreografías violentas que consiguen arribar a la abstracción con el mismo ritmo de la danza. Una serie de miradas devuelven a Hutch los retazos de su identidad. La de su esposa, aburrida, obturada por un almohadón en la cama matrimonial; la de su hijo, que espera la imagen del macho alfa que representa su tío materno, un verdadero soldado de la guerra; la de su vecino, con el Challenger del 72 estacionado frente a su garaje como prueba de que los muertos solo valen por lo que dejan. Hutch desmonta ese pretendido conformismo de hombre común que parece definirlo para escarbar detrás, para ver el reverso de la imagen que el espejo le ofrece día a día. Y ahí Naishuller juega su mejor carta al usar las escenas bisagras de su historia –la del colectivo, la de la lucha en su casa, la del final en la fábrica- como progresiva revelación de la madera de su personaje, de las ambiciones de su puesta en escena y, al fin y al cabo, de cómo puede subvertir esa consciencia del género desde su mismo interior. Después de todo, ¿quién esperaba algo de un don nadie?
NADIE LO ESPERABA Nadie es una de las grandes sorpresas de este año y una de las películas más divertidas en mucho tiempo. Más que una premisa, la película de Ilya Naishuller trabaja un concepto: “Bob Odenkirk en una de acción a lo John Wick”. Eso solo ya nos llamó la atención cuando vimos el tráiler. Odenkirk es un gran comediante y un actor estupendo, en esa línea de actores reptiles que pueden interpretar personajes tan seductores como taimados. A Odenkirk la fama interplanetaria le llegó con el Saul Goodman de Breaking bad y con el excepcional spin-off Better call Saul, un personaje que es la síntesis de todo esto que estamos diciendo. Sin embargo no lo hubiéramos relacionado de ninguna manera con un film de acción muscular, lleno de sangre y violencia, cercano al policial duro de los 70’s. Y sin embargo Nadie no solo que apuesta a sorprendernos y a jugar con nuestras expectativas de ver al actor en ese contexto, sino que lleva eso mucho más allá, ganando en disparate a medida que avanza su historia. En primera instancia tenemos a Odenkirk como Hutch Mansell, un don nadie, un obrero regular que tiene su familia y su buena casa, pero que cuando sufre un asalto violento en su hogar y actúa con absoluta pasividad, termina siendo acusado de pusilánime por su hijo y la policía. El arranque de Nadie es muy poco prometedor, parece uno de esos policiales filo fascistas que buscan justificar la justicia por mano propia a partir de poner a ciudadanos correctos en una instancia de suma debilidad. Pero antes que gritemos “¡Charles Bronson!”, la película de Naishuller pega una serie de volantazos que nos ponen en otro lugar: Mansell esconde un secreto (o varios) y esa revelación es la que convertirá a la película en una película de acción y también una sátira, con Odenkirk luchando contra la mafia rusa en secuencias violentas (la del colectivo es memorable) que se vuelven musicales, y que tienen la sustancia de la sátira: el jefe de los malos es un ruso villanísimo que está aburrido de ser villano y desea retirarse para -tal vez- dedicarse a ser cantante. Mientras vamos descubriendo la identidad de Mansell (tampoco tanto: la película es muy inteligente y nos deja el pasado del personaje en el terreno del misterio) también vamos descubriendo la identidad de Nadie, que para la última secuencia se convierte definitivamente en una mezcla de John Wick con Brigada A (¡Christopher Lloyd tu grato nombre!). Si en John Wick el humor surge de la exageración de todo lo que sucede, aquí las cosas son decididamente más explícitas y desfachatadas. La mención a la saga con Keanu Reeves no llega solo porque aquí tenemos acción hiperbólica y súper violenta, estupendamente coreografiada, como en aquella, sino porque además está involucrado Derek Kolstad en el guion. Kolstad es uno de los escasos nombres del cine de hoy que piensan el cine de acción como un arte puramente físico y sensorial, que sabe cruzar referencias y reinventar las reglas del género, que sabe cómo rizar el rizo y aplicar ideas absolutamente disparatadas pero que terminan siendo verosímiles y funcionando como conjunto. Y por si fuera poco, tiene la virtud de convertir a Bob Odenkirk en una impensada figura de cine de acción.
“Nadie” (Nobody) es un violenta, pero divertida por momentos, película de acción que cuenta la historia de un tipo aparentemente normal que debe recurrir a sus destrezas del pasado para acomodar un desastre que ocasionó. Con claras referencias a John Wick, Duro de Matar y, prácticamente toda la carrera de acción de Liam Neeson, Nobody es un film muy disfrutable que cuenta con un impensado protagonista. El comediante y actor Bob Odenkirk (Better Call Saul) de 53 años quien incursiona de manera exitosa en un film de mucha demanda física. Además, por si hay que agregar algo más, la cinta cuenta con la actuación del mítico Doctor Emmett Brown (Christopher Lloyd) quien también podrás ver moviéndose un poco. Hutch Mansell, interpretado por Bob Odenkirk, es un tipo aparentemente normal. Esposo, padre de familia y trabajador de oficina. Un hombre común y correcto pero atrapado en una rutina aburrida. Una noche entran a robar a su casa y, a pesar de tener todo para hacer justicia con sus propias manos, decide no hacer nada. Lo cual le traerá varias críticas que no son de su agrado, pero no es hasta que su hija pequeña se entristece, porque en el robo perdió una pulsera, para que nuestro protagonista haga algo y nos muestre realmente quien es. Un “Nadie” (Nobody), y sí, eso tiene su significado gubernamental. Esta es la segunda película del ruso Ilya Naishuller (Hardcore: Misión extrema) que cuenta con un guion escrito por Derek Kolstad, un exponente ya del genero por ser guionista y productor de la, hasta ahora, trilogía de John Wick. Nobody cuenta con pequeñas referencias a esta famosa saga, dos hombres ya retirados que deben volver a las andanzas de la matanza porque alguien los obligo. El uso de la música. Las coreografías. La peleas con rusos, etc. Sin embargo no son tan parecidas. Mientras que John Wick realmente no quiere seguir peleando, Hutch realmente lo necesita, está en su naturaleza y reprimir su deseo por la lucha lo ha ido convirtiendo en una persona que no es, alguien incluso bastante patético. Acá el éxito de la película. La estructura de la película funciona muy bien porque desde un principio sabes que el personaje de Odenkirk es un tipo bastante peligroso, pero luego de un salto de tiempo se nos presenta a este aburrido padre de familia con un montaje de su día a día muy correcto. Luego de eso la película no tarda mucho en arrancar con una genial escena de pelea en un autobús. Escena donde debemos reconocer y aplaudir el enorme trabajo del actor, quien nunca hizo nada relacionado con la acción en su vida. Emulando un poco a Liam Neeson, quien recién en el 2008 con Taken fue que empezó a hacer películas de acción. Luego de la pelea en el autobús todo cambia porque Hutch se metió con la gente equivocada por la necesidad de saciar sus ganas de pelea. A partir de eso la película no se toma descanso hasta que nuestro protagonista pueda asegurarse de que su familia este totalmente ha salvado. Entre medio hay grandes momentos de comedia, buena música al son de Louis Armstrong, apariciones excelentes de RZA y Christopher Lloyd y más. Nobody es todo lo que el espectador puede esperarse y aun así disfrutarlo al máximo.
Hombre gris. Harto de la rutina. Embebido en sus propias miserias, se transforma en una máquina de matar. Este planteo lo vimos muchas veces. Muchas. Lo diferente, aparentemente, es su desborde y exceso en las escenas más violentas. Ni un ápice de originalidad corona esta propuesta estruendosa, que sólo apela a la empatía con un personaje al que deberíamos acompañar en su nueva vida.
Ya hemos hablado respecto a aquellos actores que tras un gran papel en una serie exitosa, terminan anclados a un personaje y limitados en su posterior desarrollo artístico. Si bien sobran los casos, lo sucedido con el cast Lost, es quizás el más paradigmático. Bob Odenkirk, mejor conocido como Saul Goodman en Breaking Bad, tenía todos los boletos para seguir el mismo camino, aunque con el extra de haber sabido aprovechar el spin-off basado en su propio personaje (Better Call Saul). Sin embargo, y tras llegar a este protagónico en "Nobody" la ecuación parece haber cambiado. El actor estadounidense, no solo logra desmarcarse del icónico abogado, sino que se erige como una figura de acción de excelencia, haciéndonos recordar a aquel Liam Neeson de la primer "Taken". Un gran acierto por parte de la producción, que se ve recompensado al lograr una gran película de acción, construida siempre a partir del brillo de su protagonista. • Más allá de su actor principal, es cierto que la trama de "Nobody" no es un canto a la originalidad. Hombre de familia, aburrido y subestimado por su excesiva "tibieza", pero que de repente revela una faceta oculta totalmente opuesta. Una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde que va ganando en emociones a medida que avanza el metraje y que el peligro de los villanos comienza incrementarse. Probablemente el gran acierto de "Nobody" no sea tanto su historia, sino la manera en que ella misma se desarrolla. El director Ilya Naishuller consigue sacarle el jugo a cada una de las escenas de acción imponiéndole intensidad y sobre todo una dosis de realismo. Aquí las peleas están alejadas de las típicas y aburridas coreografías cuasi dancísticas y ofrecen una brutalidad y suciedad mucho más palpable. Quizás el mejor ejemplo sea la escena del autobus, la mejor filmada de toda la película. • En materia de acción, "Nobody" deja la vara bastante alta para lo que queda de este 2021. Habrá que esperar si Black Widow o a la secuela de Top Gun, demuestran estar a la altura.
Crítica publicada en Youtube
Después de su Saul Goodman, en Breaking Bad, el extraordinario Bob Odenkirk se ganó su propia serie, la todavía mejor Better Call Saul. Está claro que es un actor capaz de matices y cuesta pensar en alguien mejor que él en un papel tan a su medida como el de Hutch Mansell. El hombre que, en la primera secuencia de Nadie, toma la decisión de no enfrentar a los ladrones que se meten a robar en su propia casa. Hutch es nadie, un Don Nadie (qué dureza canceladora la de ese nombre). Así lo mira su propia familia a partir del episodio. Con su reacción como gatillo que socava ciertos preceptos, o estereotipos, de lo que se espera de un hombre, padre de familia, puesto en la disyuntiva de defender lo suyo. El director de origen ruso Ilya Naishuller parece proponer, junto a su protagonista, un juego con esos estereotipos. Nadie alterna la descripción de Hutch, un tipo metódico, de rutinas, prolijo, con la posibilidad de algo totalmente distinto: un vengador peligroso, volcánico. Hay que tomarse unos minutos, quizá, para captar la ironía. Nadie parece homenajear a los héroes de acción contemporáneos y del pasado reciente, de Harry el Sucio a Liam Neeson, otro veterano reconvertido en vengador implacable. Y lo hace con un festín de guiños y clichés del género, coreografiando la violencia, musicalizando con humor, mientras el bueno de Hutch se revela.
Con la familia no se jode Bob Odenkirk, nunca caminarás solo. Para despegarse un poco de su papel estelar de Saul Goodman, tanto en Breaking Bad como en Better Call Saul, Bob Odenkirk se encarga de protagonizar una película de acción del mejor estilo John Wick, de hecho varios de sus productores están directamente relacionados con la saga de Keanu Reeves (el guionista es el mismo de las tres entregas de Wick). Con la dirección de Ilya Naishuller y bajo el nombre de Nobody (2021), Odenkirk va de lleno al cine de acción interpretando a Hutch Mansell, un típico hombre de familia, con un trabajo normal de oficina y donde la rutina lo tiene aprisionado. Luego de que unos ladrones entrarán a su casa, amenazando la seguridad de todos los que quiere, decide tomar cartas en el asunto y hacer justicia por mano propia. Utilizando métodos que propios y ajenos desconocen totalmente, logra una especie de venganza pero en su retorno a casa se topa con unos rusos a los que nada le importa y eso Hutch no lo va a permitir a tal punto de que sus decisiones harán enojar a más de uno trayendo nuevos y más peligrosos participantes en la historia. Así como está contado, la verdad es que a priori no se muestra una diferencia importante al comparar la trama con las ya mencionadas películas de John Wick o incluso, con las tantas que protagoniza Liam Neeson, donde la fórmula es básicamente similar. Ahora bien Nobody, no tiene nada que envidiarle a ninguna de las mejores películas de acción. En la sencillez encuentra su fuerza y en la violencia su toque de gracia. Con una gran dirección de arte y una selección musical compleja, extravagante y, por momentos, incoherente, la trama fluye sin pausas durante una hora y media en donde no hay reproche alguno que se le puedan hacer. La gran virtud del guion es profundizar en los pequeños detalles para que los espectadores de la obra pierdan la atención y lo logra con creces. La película lo tiene todo: Es divertida, violenta, tiene una cinematografía impresionante y grandes coreografías de pelea para que los movimientos parezcan genuinos para un actor como Bob Odenkirk. Ahí está otro de los pilares fundamentales de Nobody ya que cuando se habla de Bob, siempre se destaca su carisma y su capacidad para hacer memorable cada rol, por más grande o pequeño que le toque hacer en una producción porque, a diferencia de los grandes referentes de acción como Tom Cruice, los mencionados Reeves o Neeson, o The Rock, Bruce Willis y demás, él es un gran actor. Uno de esos actores que con la mirada, con un mínimo gesto o al pronunciar una frase determinada, nos puede cambiar la experiencia en un segundo. El resto del elenco lo rodea bien y saben que juegan de relleno, incluso Aleksey Serebryakov, quién hace de antagonista, entiende que su papel no quedará en el tiempo ni mucho menos pero cumple con la tarea y logra una convincente interpretación. Nobody podrá no ser precursora en ningún aspecto, incluso hay quienes podrían criticarle por demás las constantes semejantes con otras películas, pero Nobody, a pesar de eso, es fresca (por quienes actúan), es entretenida y divertida, tiene un gran despliegue técnico y visual y cuando le toca ser violenta y visceral lo es sin ningún tipo de tapujos. En fin, Nobody es una fiesta sangrienta preparada orgánicamente con lo mejor de lo mejor.
Esta película de acción con tono de comedia se centra en un hombre en apariencia común que quiere vengarse de los que le robaron una pulsera a su pequeña hija. Protagonizada por Bob Odenkirk («Better Call Saul») y escrita por el guionista de la saga «John Wick». Ninguno de los presentes pensaría en Bob Odenkirk como una estrella del cine de acción. El comediante que viró a actor dramático como el abogado inescrupuloso Saul Goodman de BREAKING BAD y BETTER CALL SAUL es un excelente intérprete pero no es a quien uno llamaría cuando necesita un action star. Pero –créanme los más jóvenes, lo que diré es totalmente cierto– hasta 2008 nadie hubiese creído que Liam Neeson, en ese entonces de 56 años, iba a convertirse en una taquillera estrella de híperviolentas películas. A sus 58 años, quizás le llegó el turno a Bob de convertirse en su sucesor en la carrera por el título «más inesperado héroe de acción». Convengamos que no hacen estrictamente lo mismo. NOBODY, la película que protagoniza y en la que interpreta al personaje que de algún modo le da título, tiene un aire de comedia que marca claras diferencias con la típica película de acción tanto de Neeson como muchas otras. Derek Kolstad, su guionista, es el de la saga JOHN WICK. Y el film, dirigido por Ilya Naishuller (HARDCORE HENRY), combina una trama que bien podría tener a Keanu Reeves como protagonista pero a la que le agrega una suerte de entrecomillado irónico que la envuelve de principio a fin. Es un film de acción que se reconoce como tal, que admite sus códigos genéricos y se divierte con sus absurdas situaciones, pero que a la vez –por momentos– se toma bastante en serio a sí mismo. Es una película, además, muy cambiante. Si uno, casualmente, viera sus primeros diez minutos y luego los últimos diez jamás pensaría que son parte del mismo film. Hay un comienzo, sí, que de alguna manera da a entender que la cosa viene envuelta de un gran guiño satírico. Ahí vemos a un hombre (Odenkirk), lastimado, esposado y detenido, ante un interrogatorio policial. Mientras los detectives lo miran con asombro, el tipo saca de entre su ropa un gato y una lata de atún para darle de comer. Le preguntan su nombre y responde, seco: «I’m Nobody«. La película volverá en el tiempo para mostrar que, claramente, todo parece indicar que el tal Hutch Mansell es un «Don Nadie» cualquiera. Con un montaje entre ingenioso y canchero (el realizador de origen ruso tiene bastante experiencia como director de videoclips musicales), vemos a este hombre en apariencia timorato ir, literalmente, de casa al trabajo y del trabajo a casa durante varias semanas, llevando una vida anodina y convencional, con una esposa (Connie Nielsen) a la que casi no ve y dos hijos con los que tiene poca comunicación. Un día todo parece cambiar cuando dos ladrones entran por la noche a su casa y el tipo los descubre. Hutch trata de aplacar los ánimos de los bandidos pero su hijo adolescente le salta encima a uno de ellos dándole la oportunidad a su padre de golpearlos con un palo de golf. Pero Hutch no lo hace y los deja ir, frustrando a su hijo que encima recibe un fuerte golpe en el rostro. Al llegar la policía y empezar a circular la información de lo que ha sucedido, todo se vuelve humillante para Hutch: su hijo lo desprecia, su mujer lo ignora, sus vecinos, jefes y compañeros de trabajo se burlan de su falta de hombría y reacción. Su pequeña hija es la única que le muestra cariño. Hasta ahí la película parece tomarse en serio a sí misma y uno imagina que seguirá por esos carriles: un hombre normal, oscuro y anodino humillado frente a su familia que, de algún modo, inicia un camino de revancha. Y algo de eso sucederá, solo que Hutch no es un hombre común y corriente sino que tiene –como dice el título original del clásico de David Cronenberg– una «historia de violencia» ligada a un pasado misterioso que viene intentando dejar atrás. El giro al film de acción y, específicamente, a su costado más cómico, vendrá por el que termina siendo el motivo que dispara su deseo de su venganza: que los ladrones se llevaron una pulserita con gatitos de la niña. La comparación con el motor de John Wick es obvia: allá Keanu volvía a la batalla luego de que le mataran a su perro. Y aquí es aún más absurda, como toda la película de ahí en adelante. El hombre empezará a buscar a los ladrones, eso lo llevará a toparse con mafiosos rusos cada vez más poderosos y muy pronto el «Don Nadie» probará ser todo un experto en esto de las batallas personales, las armas, la violencia y –casi en un guiño a BREAKING BAD— en soluciones ingeniosas para resolver situaciones extremas. Una vez que uno reajusta sus expectativas y se acomoda al nuevo tono cada vez más salvaje, NOBODY prueba ser muy graciosa, divertida y bastante espectacular en términos de acción. Quizás Naishuller no maneje el arte de la lucha cuerpo a cuerpo y el plano secuencia como lo hace Chad Stahelski en la saga JOHN WICK pero logra de todos modos construir algunas secuencias que combinan impacto visual con mucho humor. La rareza del ejercicio es que, de tanto en tanto, la película parece volver a tomarse en serio a sí mismo, desacomodando en todo momento al espectador. Si bien aquellas películas protagonizadas por Reeves tienen su costado gracioso, aquí de a poco se va volviendo más y más evidente ese tono. La musicalización irónica, lo absurdo de las situaciones (vean lo que pasa cada vez que Hutch intenta hablar de su pasado) y lo grotesco de varios personajes (Christopher Lloyd encarna al padre de Hutch, el actor ruso Aleksei Serebryakov interpreta a un poderoso gángster ruso bastante pasado de rosca) van llevando la película hacia la comedia hecha y derecha. Para el final, cuando una violentísima escena de acción parezca sacada de MI POBRE ANGELITO, ya la película habrá llegado a su punto culminante de acción, virulencia y absurdo. Pero la clave de NOBODY, lo que logra que la apuesta no descarrile hacia el ridículo total y siempre mantenga su precisa lógica interna, está en la actuación de Odenkirk, quien sabe que aún poniendo cara de piedra durante toda la película logrará que la gente igualmente se ría. Es casi un combo de cine mudo, a lo Buster Keaton o Harold Lloyd: solo verlo mirar la destrucción que se genera a su paso produce, además del impacto visual de cada escena, muchísima gracia. Eso sí, habría que chequear si alguien que jamás lo vio en el rol de Saul Goodman lo encuentra tan divertido como lo hacemos los que estamos familiarizados con su extraordinario personaje televisivo. Lo que no hay duda, a juzgar por el éxito de NOBODY en los Estados Unidos (éxito relativo por la pandemia, pero con mucho de film de culto y apertura a infinitas secuelas), es que Odenkirk ya encontró un nuevo personaje para seguir una vez que terminen las aventuras de su peculiar abogado. Un nuevo héroe de acción para entretener a los «grupos de riesgo» durante unos cuantos años.
Una de acción al mejor estilo Schwarzenegger Sin tropiezos ni mayores revelaciones, la cinta de Ilya Naishuller nos recuerda lo versatil que es Bob Odenkirk a la hora de encarar un protagónico de pura adrenalina. La estructura para nada realista que tiene Nadie (Nobody) funciona muy bien gracias a la escena de inicio, en la que se avisa que el protagonista es un 'tipo picante'. Con esta información de entrada, la posterior secuencia de eventos disparatados se disfrutan con el placer de estar viendo una película bien hecha aunque para nada original (hay marcadas influencias al cine de Liam Neeson y a la reciente y exitosa saga John Wick, con Keanu Reeves). Lo que sí es una sorpresa es la versatilidad de Bob Odenkirk -Saul Goodman en Breaking Bad y Better Call Saul- en el noble oficio de patear traseros, repartir piñas y asesinar mafiosos para la pantalla grande. Hutch Mansell (Bob Odenkirk) es un hombre corriente, rutinario y predecible, hasta la irrupción de unos ladrones a su casa. Él renuncia a defender a su familia con el fin de no causar heridos y decepciona a su esposa e hijo, que empieza a distanciarse. La culpa por no ser un buen padre logra sacar a la luz su lado más oscuro. Hutch no es quien dice ser y no tarda en demostrarlo con un buen shot de adrenalina, tripas, chistes ácidos y perfectas coreografías de escenas de pelea. Bob Odenkirk, un comediante cincuentón bastante fuera de estado pero increíble en el rol, le demuestra a la industria que cualquiera puede lograr una gran película de acción si la dirección es buena. Si la historia es bastante chata, su actuación seduce hasta al más exigente de los espectadores. Nadie da lo que promete: entretenimiento violento ideal para desconectarse de la angustia que vivimos a diario por la pandemia, La yapa: el talentoso Christopher Lloyd (82) como el padre de Hutch (Odenkirk), un anciano rudo que no le teme al peligro que produce cargarse unos cuantos fiambres con tal de ayudar a su familia. Los rusos son los malos que se metieron con el hombre equivocado y el protagonista muta del patetismo al heroísmo en una travesía delirante que merece ser disfrutada con un balde de pochoclos.
La idea de poner a Bob Odenkirk como héroe de acción hace que toda la película funcione, y la oferta de entretenimiento cumple de principio a fin sin altibajos. Una alegría reencontrarse con las caras de Christopher Lloyd y Michael Ironside.
Bienvenidos a la vida rutinaria de un pusilánime y grisáceo individuo. “Nadie” obtiene inspiración en la popular saga “John Wick”. Un héroe impensado rumbo a desatar el caos que porta las habilidades de un sexagenario Liam Nesson. Su identidad guarda un secreto: el pasado violento de un ex sicario. Un hitman profesional. Esta película de acción, dirigida por Ilya Naishuller (“Hardcore Henry”), exhibe los malos hábitos imposibles de cambiar para la vertiente más acomodaticia del género. La pista visual que nunca falla (un tatuaje que exhibe uno de los delincuentes). El enternecedor descubrimiento que salva a los chicos malos en el peor de los momentos. Los lugares comunes no tardan en apilarse. Buscando seguir los pasos del genial Bryan Cranston (redescubierto como actor de cine luego del suceso de culto de “Breaking Bad”), Bob Odenkirk se calza las ropas de héroe mainstream, viviendo de la fama obtenida, con total justicia, gracias al impecable spin-off “Better Call Saul”. La venganza mafiosa (en extremo estereotipada) no tardará en llegar. La actitud forzada que desencadena la carnicería tampoco se hace esperar. Y allí vemos, a este eterno infravalorado, haciendo lo que mejor sabe para proteger a su familia. Escenas de lucha coreografiadas con genuino ritmo dispersan nuestra atención, mientras el héroe de turno escapa de su vida de bucle sin atractivo, al menos por un par de horas. Es el ‘one man show’ de Odenkirk que no resiste mayor capacidad de análisis. La virulencia del justiciero por mano propia traza la silueta del Charles Bronson siglo XXI. Pero no le llega a los talones. Bob es una bomba a punto de explotar. No todo está perdido: ¿recuerdan a Michael Ironside? Es grato verlo de regreso; tanto como al el eterno ‘Doc’ Christopher Lloyd.
Reseña emitida al aire en la radio.